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1.

LA PRINCESA Y EL FRIJOL acosté sobre algo tan duro que amanecí llena de cardenales por todas
partes. ¡Fue sencillamente horrible!
Cuento de Hans Christian Andersen
Oyendo esto, todos comprendieron enseguida que se trataba de una
Había una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero verdadera princesa, ya que había sentido el fríjol nada menos que a
que no se contentaba sino con una princesa de verdad. De modo que se través de los veinte colchones y los veinte almohadones. Sólo una
dedicó a buscarla por el mundo entero, aunque inútilmente, ya que a princesa podía tener una piel tan delicada.
todas las que le presentaban les hallaba algún defecto. Princesas había
muchas, pero nunca podía estar seguro de que lo fuesen de veras: Y así el príncipe se casó con ella, seguro de que la suya era toda una
siempre había en ellas algo que no acababa de estar bien. Así que princesa. Y el fríjol fue enviado a un museo, donde se le puede ver
regresó a casa lleno de sentimiento, pues ¡deseaba tanto una verdadera todavía, a no ser que alguien se lo haya robado.
princesa!
Vaya, éste sí que fue todo un cuento, ¿verdad?
Cierta noche se desató una tormenta terrible. Menudeaban los rayos y
los truenos y la lluvia caía a cántaros ¡aquello era espantoso! De pronto
tocaron a la puerta de la ciudad, y el viejo rey fue a abrir en persona.
2. EL CARACOL Y EL ROSAL
En el umbral había una princesa. Pero, ¡santo cielo, cómo se había
puesto con el mal tiempo y la lluvia! El agua le chorreaba por el pelo y las Cuento de Hans Christian Andersen
ropas, se le colaba en los zapatos y le volvía a salir por los talones. A
pesar de esto, ella insistía en que era una princesa real y verdadera. Alrededor del jardín había un seto de avellanos, y al otro lado del seto se
extendía n los campos y praderas donde pastaban las ovejas y las vacas.
"Bueno, eso lo sabremos muy pronto", pensó la vieja reina. Pero en el centro del jardín crecía un rosal todo lleno de flores, y a su
abrigo vivía un caracol que llevaba todo un mundo dentro de su
Y, sin decir una palabra, se fue a su cuarto, quitó toda la ropa de la cama caparazón, pues se llevaba a sí mismo.
y puso un fríjol sobre el bastidor; luego colocó veinte colchones sobre el
fríjol, y encima de ellos, veinte almohadones hechos con las plumas más –¡Paciencia! –decía el caracol–. Ya llegará mi hora. Haré mucho más que
suaves que uno pueda imaginarse. Allí tendría que dormir toda la noche dar rosas o avellanas, muchísimo más que dar leche como las vacas y
la princesa. las ovejas.

A la mañana siguiente le preguntaron cómo había dormido. –Esperamos mucho de ti –dijo el rosal–. ¿Podría saberse cuándo me
enseñarás lo que eres capaz de hacer?
–¡Oh, terriblemente mal! –dijo la princesa–. Apenas pude cerrar los ojos
en toda la noche. ¡Vaya usted a saber lo que había en esa cama! Me
–Me tomo mi tiempo –dijo el caracol–; ustedes siempre están de prisa. –No –contestó el caracol–. Florecía de puro contento, porque no podía
No, así no se preparan las sorpresas. evitarlo. ¡El sol era tan cálido, el aire tan refrescante!... Me bebía el
límpido rocío y la lluvia generosa; respiraba, estaba vivo. De la tierra, allá
Un año más tarde el caracol se hallaba tomando el sol casi en el mismo abajo, me subía la fuerza, que descendía también sobre mí desde lo alto.
sitio que antes, mientras el rosal se afanaba en echar capullos y Sentía una felicidad que era siempre nueva, profunda siempre, y así
mantener la lozanía de sus rosas, siempre frescas, siempre nuevas. El tenía que florecer sin remedio. Tal era mi vida; no podía hacer otra cosa.
caracol sacó medio cuerpo afuera, estiró sus cuernecillos y los encogió
de nuevo. –Tu vida fue demasiado fácil –dijo el caracol.

–Nada ha cambiado –dijo–. No se advierte el más insignificante progreso. –Cierto –dijo el rosal–. Me lo daban todo. Pero tú tuviste más suerte aún.
El rosal sigue con sus rosas, y eso es todo lo que hace. Tú eres una de esas criaturas que piensan mucho, uno de esos seres de
gran inteligencia que se proponen asombrar al mundo algún día.
Pasó el verano y vino el otoño, y el rosal continuó dando capullos y rosas
hasta que llegó la nieve. El tiempo se hizo húmedo y hosco. El rosal se –No, no, de ningún modo –dijo el caracol–. El mundo no existe para mí.
inclinó hacia la tierra; el caracol se escondió bajo el suelo. ¿Qué tengo yo que ver con el mundo? Bastante es que me ocupe de mí
mismo y en mí mismo.
Luego comenzó una nueva estación, y las rosas salieron al aire y el
caracol hizo lo mismo. –¿Pero no deberíamos todos dar a los demás lo mejor de nosotros, no
deberíamos ofrecerles cuanto pudiéramos? Es cierto que no te he dado
–Ahora ya eres un rosal viejo –dijo el caracol–. Pronto tendrás que ir sino rosas; pero tú, en cambio, que posees tantos dones, ¿qué has dado
pensando en morirte. Ya has dado al mundo cuanto tenías dentro de ti. Si tú al mundo? ¿Qué puedes darle?
era o no de mucho valor, es cosa que no he tenido tiempo de pensar con
calma. Pero está claro que no has hecho nada por tu desarrollo interno, –¿Darle? ¿Darle yo al mundo? Yo lo escupo. ¿Para qué sirve el mundo?
pues en ese caso tendrías frutos muy distintos que ofrecernos. ¿Qué No significa nada para mí. Anda, sigue cultivando tus rosas; es para lo
dices a esto? Pronto no serás más que un palo seco... ¿Te das cuenta de único que sirves. Deja que los castaños produzcan sus frutos, deja que
lo que quiero decirte? las vacas y las ovejas den su leche; cada uno tiene su público, y yo
también tengo el mío dentro de mí mismo. ¡Me recojo en mi interior, y en
–Me asustas –dijo el rosal–. Nunca he pensado en ello. él voy a quedarme! El mundo no me interesa.

–Claro, nunca te has molestado en pensar en nada. ¿Te preguntaste Y con estas palabras, el caracol se metió dentro de su casa y la selló.
alguna vez por qué florecías y cómo florecías, por qué lo hacías de esa
manera y de no de otra? –¡Qué pena! –dijo el rosal–. Yo no tengo modo de esconderme, por
mucho que lo intente. Siempre he de volver otra vez, siempre he de
mostrarme otra vez en mis rosas. Sus pétalos caen y los arrastra el
viento, aunque cierta vez vi cómo una madre guardaba una de mis flores para poder comer hierba fresca y jugosa de la que crece por todas
en su libro de oraciones, y cómo una bonita muchacha se prendía otra al partes, en prado y junto al camino!
pecho, y cómo un niño besaba otra en la primera alegría de su vida.
Aquello me hizo bien, fue una verdadera bendición. Tales son mis Así suspirando el Burrito de nuestro cuento, fue llegando la primavera, y
recuerdos, mi vida. con la ansiada estación creció hermosa hierba verde en gran
abundancia.
Y el rosal continuó floreciendo en toda su inocencia, mientras el caracol
dormía allá dentro de su casa. El mundo nada significaba para él. El Burrito se puso muy contento; pero, sin embargo, le duró muy poco
tiempo esta alegría.
Y pasaron los años.
El campesino segó la hierba y luego la cargó a lomos del Burrito y la llevó
El caracol se había vuelto tierra en la tierra, y el rosal tierra en la tierra, y a casa. Y luego volvió y la cargó nuevamente. Y otra vez. Y otra.
la memorable rosa del libro de oraciones había desaparecido... Pero en
el jardín brotaban los rosales nuevos, y los nuevos caracoles se De manera que al Burrito ya no le agradaba la primavera, a pesar de lo
arrastraban dentro de sus casas y escupían al mundo, que no significaba alegre que era y de su hierva verde.
nada para ellos.
- Ay, cuándo llegará el verano, para no tener que cargar tanta hierba del
¿Empezamos otra vez nuestra historia desde el principio? No vale la prado!
pena; siempre sería la misma.
Vino el verano; mas no por hacer mucho calor mejoró la suerte del
animal. Porque su amo le sacaba al campo y le cargaba con mieses y
con todos los productos cosechados en sus huertos.
El Burrito descontento sudaba la gota gorda, porque tenía que trabajar
3. EL BURRITO DESCONTENTO bajo los ardores del Sol.

- Ay, qué ganas tengo de que llegue el otoño! Así dejaré de cargar haces
Érase que se era un día de invierno muy crudo. En el campo nevaba de paja, y tampoco tendré que llevar sacos de trigo al molino para que allí
copiosamente, y dentro de una casa de labor, en su establo, había un hagan harina.
Burrito que miraba a través del cristal de la ventana. Junto a él tenía el
pesebre cubierto de paja seca. Así se lamentaba el descontento, y ésta era la única esperanza que le
quedaba, porque ni en primavera ni en verano había mejorado su
- Paja seca! - se decía el Burrito, despreciándola-. Vaya una cosa que me situación.
pone mi amo! Ay, cuándo se acabará el invierno y llegará la primavera,
Pasó el tiempo... Llegó el otoño.
Pero, qué ocurrió? que todos nosotros debemos recordar siempre, y así iremos caminando
satisfechos por los senderos de la vida:
El criado sacaba del establo al Burrito cada día y le ponía la albarda.
Contentarnos con nuestra suerte es el secreto de la felicidad.
- Arre, arre! En la huerta nos están esperando muchos cestos de fruta
para llevar a la bodega. FIN

El Burrito iba y venía de casa a la huerta y de la huerta a la casa, y en


tanto que caminaba en silencio, reflexionaba que no había mejorado su
condición con el cambio de estaciones.
4. EL CONEJITO INGENIOSO
El Burrito se veía cargado con manzanas, con patatas, con mil
suministros para la casa. Periquín tenía su linda casita junto al camino.

Aquella tarde le habían cargado con un gran acopio de leña, y el animal, Periquín era un conejito de blanco peluche, a quien le gustaba salir a
caminando hacia la casa, iba razonando a su manera: tomar el sol junto al pozo que había muy cerca de su casita. Solía
sentarse sobre el brocal del pozo y allí estiraba las orejitas, lleno de
- Si nada me gustó la primavera, menos aún me agrado el verano, y el satisfacción. Qué bien se vivía en aquel rinconcito, donde nadie venía a
otoño tampoco me parece cosa buena, Oh, que ganas tengo de que perturbar la paz que disfrutaba Periquín!
llegue el invierno! Ya sé que entonces no tendré la jugosa hierba que con
tanto afán deseaba. Pero, al menos, podré descasar cuanto me Pero un día apareció el Lobo ladrón, que venía derecho al pozo.
apetezca. Bienvenido sea el invierno! Tendré en el pesebre solamente
paja seca, pero la comeré con el mayor contento. Nuestro conejito se puso a temblar. Luego, se le ocurrió echar a correr y
encerrarse en la casita antes de que llegara el enemigo: pero no tenía
Y cuando por fin, llegó el invierno, el Burrito fue muy feliz. tiempo! Era necesario inventar algún ardid para engañar al ladrón, pues,
de lo contrario, lo pasaría mal. Periquín sabía que el Lobo, si no
Vivía descansado en su cómodo establo, y, acordándose de las encontraba dinero que quitar a sus víctimas, castigaba a éstas dándoles
anteriores penalidades, comía con buena gana la paja que le ponían en una gran paliza.
el pesebre.
Ya para entonces llegaba a su lado el Lobo ladrón y le apuntaba con su
Ya no tenía las ambiciones que entristecieron su vida anterior. Ahora espantable trabuco, ordenándole:
contemplaba desde su caliente establo el caer de los copos de nieve, y al
Burrito descontento (que ya no lo era) se le ocurrió este pensamiento, - Ponga las manos arriba señor conejo, y suelte ahora mismo la bolsa, si
no quiere que le sople en las costillas con un bastón de nudos.
- Ay, qué disgusto tengo, querido Lobo! -se lamentó Periquín, haciendo - Mira por la derecha -respondió Periquín, conteniendo la risa.
como que no había oído las amenazas del ladrón- Ay, mi jarrón de
plata...! - Ya estoy mirando pero no veo nada por aquí ...

- De plata...? Qué dices? -inquirió el Lobo - Mira entonces por la izquierda -dijo el conejo, asomando por la boca del
pozo y riendo a más y mejor.
Sí amigo Lobo, de plata. Un jarrón de plata maciza, que lo menos que
vale es un dineral. Me lo dejó en herencia mi abuela, y ya ves! Con mi - Miro y remiro, pero no le encuentro... De que te ríes? -preguntó
jarrón era rico; pero ahora soy más pobre que las ratas. Se me ha caído amoscado el Lobo.
al pozo y no puedo recuperarlo! Ay, infeliz de mí! -suspiraba el conejillo.
- Me río de ti, ladrón tonto, y de lo difícil que te va a ser salir de ahí. Éste
- Estás seguro de que es de plata? De plata maciza? -preguntó, lleno de será el castigo de tu codicia y maldad, ya que has de saber que no hay
codicia, el ladrón. ningún jarrón de plata, ni siquiera de hojalata. Querías robarme; pero el
robado vas a ser tú, porque me llevo tu ropa y el trabuco con el que
- Como que pesaba veinte kilos! afirmó Periquín-. Veinte kilos de plata atemorizabas a todos. Viniste por lana, pero has resultado trasquilado.
que están en el fondo del pozo y del que ya no lo podré sacar.
Y, de esta suerte, el conejito ingenioso dejó castigado al Lobo ladrón, por
- Pues mi querido amigo -exclamó alegremente el Lobo, que había su codicia y maldad.
tomado ya una decisión-, ese hermoso jarrón de plata va a ser para mí.

El Lobo, además de ser ladrón, era muy tonto y empezó a despojarse sus
vestidos para estar más libre de movimientos. La ropa, los zapatos, el
terrible trabuco, todo quedó depositado sobre el brocal del pozo. 5. LAS HABICHUELAS MAGICAS

- Voy a buscar el jarrón- le dijo al conejito.

Y metiéndose muy decidido en el cubo que, atado con una cuerda, servía Periquín vivía con su madre, que era viuda, en una cabaña del bosque.
para sacar agua del pozo, se dejó caer por el agujero.
Como con el tiempo fue empeorando la situación familiar, la madre
Poco después llegaba hasta el agua, y una voz subió hasta Periquín: determinó mandar a Periquín a la ciudad, para que allí intentase vender
la única vaca que poseían.
- Conejito, ya he llegado! Vamos a ver dónde está ese tesoro. Te
acuerdas hacia qué lado se ha caído? El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se
encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas.
-Son maravillosas -explicó aquel hombre-. Si te gustan, te las daré a Se cogió Periquín por tercera vez a las ramas de la planta, y fue
cambio de la vaca. escalándolas hasta llegar a la cima.

Así lo hizo Periquín, y volvió muy contento a su casa. Pero la viuda, Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que, cada vez que se
disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las habichuelas y las levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro.
arrojó a la calle. Después se puso a llorar.
Cuando el gigante salió de la estancia, cogió el niño la cajita prodigiosa y
Cuando se levantó Periquín al día siguiente, fue grande su sorpresa al se la guardó.
ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las
ramas se perdían de vista. Desde su escondite vio Periquín que el gigante se tumbaba en un sofá, y
un arpa, oh maravilla!, tocaba sola, sin que mano alguna pulsara sus
Se puso Periquín a trepar por la planta, y sube que sube, llegó a un país cuerdas, una delicada música. El gigante, mientras escuchaba aquella
desconocido. Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía melodía, fue cayendo en el sueño poco a poco.
una gallina que ponía un huevo de oro cada vez que él se lo mandaba.
Apenas le vio así Periquín, cogió el arpa y echó a correr. Pero el arpa
Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina, escapó estaba encantada y, al ser tomada por Periquín, empezó a gritar:
con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y descolgándose, tocó el
suelo y entró en la cabaña. -Eh, señor amo, despierte usted, que me roban!

La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de Despertose sobresaltado el gigante y empezaron a llegar de nuevo desde
oro, y con su producto vivieron tranquilos mucho tiempo, hasta que la la calle los gritos acusadores:
gallina se murió y Periquín tuvo que trepar por la planta otra vez,
dirigiéndose al castillo del gigante. -Señor amo, que me roban!

Se escondió tras una cortina y pudo observar como el dueño del castillo Viendo lo que ocurría, el gigante salió en persecución de Periquín.
iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero.
Resonaban a espaldas del niño pasos del gigante, cuando, ya cogido a
En cuanto se durmió el gigante, salió Periquín y, recogiendo el talego de las ramas empezaba a bajar. Se daba mucha prisa, pero, al mirar hacia
oro, echo a correr hacia la planta gigantesca y bajó a su casa. Así la la altura, vio que también el gigante descendía hacia él.
viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho tiempo.
No había tiempo que perder, y así que gritó Periquín a su madre, que
Sin embargo, llegó un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó estaba en casa preparando la comida:
completamente vacío.
-Madre, tráigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante!
Acudió la madre con el hacha, y Periquín, de un certero golpe, cortó el Cuando descansaba pudieron contemplarle. Sin duda se habían
tronco de la trágica habichuela. esmerado los cristaleros del sueño .Qué real parecía, qué auténticos sus
ojitos azules y sus tímidas pestañas, qué tersas sus mejillas y qué tiernos
Al caer, el gigante se estrelló, pagando así sus fechorías, y Periquín y su sus dormidos rasgos infantiles, su cuerpecito ligero y delicado,
madre vivieron felices con el producto de la cajita que, al abrirse, dejaba demasiado blanco para resistir las terribles cuchilladas del sol. La
caer una moneda de oro. . palmera entonces con una ternura maternal arqueó sus ramas y le
acarició delicadamente con su sombra, luego el niño despertó y abrió sus
..FIN párpados, parecía que hiciese más calor, que deslumbrase más la luz de
aquel mediodía abrasador en el desierto. Se desnudó de sus ropas
blancas y se vistió con el agua cristalina. Entonces comprendieron que
no era un espejismo, pues el estanque sentía el calor de su piel y su
caricia. Y al secarse al sol brillando, la voz de su canción les convenció
6. El árbol y el niño de que era tan real como los niños que juegan y que cantan en el mundo.
Por eso la palmera le ofreció unos dátiles que el goloso chiquillo aceptó
En un fantástico desierto ilimitado una palmera y un pino vivían junto a un entusiasmado.
estanque. El sol abrasaba por el día, el frío abrasaba por la noche y las
rocas resquebrajándose abrían flores de piedra para jardines inertes. -¿De dónde vienes?- le interrogaba el árbol curioso.

El viento hechizaba a las dunas con su flauta y los espejismos creaban -No lo sé - contestaba el niño despistado.
decorados ilusorios, juegos fatuos del aire para el aire.
-¿A dónde vas?- volvía insistente el pino.
Una mañana radiante apareció un niñito rubio. Ni la palmera ,ni el pino, ni
el estanque se extrañaron; pensaron que se trataba de una nueva broma -No lo sé- respondía otra vez el muchacho.
de la física. Llegó desde el horizonte y se tendió a la sombra de la
palmera. -Ah, pues quédate con nosotros. Mira ,el cielo se desangra, la tarde
explota en colores, las primeras estrellas empiezan a bailar.
Si fuera real- razonaban- hubiera bebido ansiosamente después de un
largo viaje bajo el tremendo sol tropical, por el contrario tuvo la -Te contaremos viejas baladas que hemos escuchado a las caravanas
desfachatez de dormirse sin prestar atención al estanque, que estaba mientras el viento hace sonar su flauta.
realmente herido en su orgullo, no en vano era la única charca en
muchos kilómetros a la redonda; ante él se arrodillaban príncipes y -Te ofreceremos las flores que no se marchitan y el juego de las nubes
camellos, jeques y dromedarios mientras aquel renacuajillo ni se dignaba que pasan traviesas por el cielo.
mirarle, soñaba y lo ignoraba.
-Nada más verte te quisimos como si fuésemos hermanos, como si la -No corras, sólo es un espejismo. Desaparecerá enseguida. Nosotros
misma semilla nos hubiese albergado o hubiésemos estado siempre estamos acostumbrados. Una vez vimos dos rebaños de gacelas
juntos. multicolores saltar por el cielo. Llevaban a su grupa niños pintados que
se peleaban con besos y caricias. Si soplan las brisas del sueño, caen
-Te queremos ya como si formases parte de nosotros, y ese frío que piñones desde el cielo y ardillitas golosas se los comen. Hace dos días
empiezas a sentir ,nosotros lo sentimos, y esa alegría que inflama a tu floreció un bosque de hongos gigantes, parecían tan reales que la
corazón, también llega a nuestras almas. palmera quiso echarse a andar para tocarlos. Encima de cada uno
dormía una sirena y había un mar entre ellos por donde nadaban ficticios
-Si en verdad me queréis, me quedaré con vosotros, pues no hay mayor delfines.
tesoro que el cariño.
-Dicen que son los sueños de la arena...
Y en aquel desierto interminable el niño se quedó junto al pino, la
palmera y el estanque. Cuando la tarde abría sus sonrosados pétalos, -O los juegos de los hijos traviesos del sol...
siguieron conversando.
-O el artificio de artesanos ocultos en las dunas...
-¿Cómo vas solo entre los peligros del desierto sin temer que te devoren
los leones o que te muerdan las serpientes venenosas o lo escorpiones Cientos de rosas volaban por el cielo y por el suelo latía un paisaje de
de aguijón asesino? labios y violines ,el niño sintió una ráfaga de felicidad y después se quedó
dulcemente dormido. A medianoche despertó tiritando, el terrible frío del
-No voy solo, me acompaña el recuerdo de todos los seres que he desierto le desvelaba.
querido. ¿Ves La Luna que surge gigantesca detrás del horizonte? yo sé
que también la contemplan los que amo; nos une La Luna en la distancia. -Ves-le dijo al pino- tenía que haber partido hacia algún albergue donde
Y puedo hablar con ellos ,aunque no escuche su respuesta. Pues allí poder calentarme en esta tremenda noche impasible. Ahora me moriré de
donde se encuentren estarán soñando conmigo, conversando con el frío.
lenguaje de los seres que se aman, que son rumores y palabras dichas al
viento que el -No temas .Arráncame una rama y enciende fuego para calentarte.

viento arrastra a su destino. -¿Cómo voy a hacer eso si es un trozo tuyo?. Es como si yo me
arrancase un brazo.
Su emoción daba más colores al ocaso cuando una leve luz surgió en el
horizonte. Era un pequeño lasdiz atado que revoloteaba caprichoso entre -Yo puedo volver a regenerarla, pero tú si te mueres ya no podrás
un jardín de flores delicadas. La palmera, el pino y el estanque no le recuperar tu cuerpo, toma mi rama.
dieron mayor importancia pero el niño se quedó embobado y quería
acercarse a él corriendo por la arena. -Nunca la aceptaré, prefiero morirme de frío.
Como vio el árbol que eran inútiles sus palabras, que nada podía decir Pero el árbol inflamado del mismo amor que hierve en el sol y en las
para convencerle, contorsionó reiteradamente en un escorzo amoroso su estrellas empezó a arder de cariño y su fuego abrazaba abrasante los
tronco palpitante hasta desprenderse de su rama más grande . miembros del niño aterido que tuvo que soltarle.

-Oh, ¿qué has hecho?, ¿Cómo has podido? -Estoy muriéndome pero es el instante más grande de mi vida.

El niño abrazó al árbol bajo la gigantesca luna y el aullar de los chacales El fuego permaneció toda la noche y el niño pudo llegar a la mañana. En
ofuscados. el alba lloró con el estanque y la palmera.

La palmera y el estanque dormían sin cuidado. El pino estaba partido por Una lluvia roció el desierto y se vio el arco iris duplicado. Un hombre vino
su centro y un dolor irresistible encendía todo su cuerpo. Pero nunca después que tomando al niño de la mano le subió en un camello.
había sido feliz como ahora, ni cuando vio la cabellera del cometa
despeinarse por la noche, ni cuando trajo la lluvia labios refrescantes. Aquella noche se pudo contemplar por vez primera una nueva nebulosa
en el espacio, de forma arborescente y brillante como el camino de
El niño también era feliz, tenía un amigo, un gran amigo. Y la luna le Santiago.
pareció más grande, el frío inexistente y las estrellas más brillantes. Más
pena que esfuerzo le costó prender la rama mutilada. Pero, pequeña Desde entonces tiene un lugar eterno en el baile de las estrellas y los
como era, pronto se consumió y pronto volvió el frío con sus gélidos astros.
azores inclementes a cernirse sobre el niño tan delicado como el silencio.

-Toma otra rama, tómala. Yo soy feliz sacrificándome por ti.

-Antes me moriré que permitir que te quemes de nuevo.


7. SOLEDAD ACOMPAÑADA
Por respuesta inmediata a sus palabras, el árbol inició un movimiento
convulsivo, como si le azotase un huracán invisible, como si un torbellino
ardoroso soplase por su leño desgarrado hasta arrancarse de la celosa
arena y quedar tendido, agonizante, pero lleno de amor, herido de una La fiesta llegaba a su apogeo. Risas huecas por doquier. Tintineo de
vida distinta. El niño le tomó en brazos y le dijo: copas en distintos tonos cristalinos. Elena se lo estaba pasando en
grande. Iba de grupo en grupo, dejando siempre rastro de su gracia.
-Te volveré a plantar en tierra, te estrecharé con mi cuerpo para que no
te muevas, para que no tiembles y te rompas más. Por un momento la imagen de un colibrí libando en artificiales plantas
carentes de toda sustancia le paso por la cabeza. Un instantáneo mareo
le hizo esbozar una falsa sonrisa mientras se despedía del grupo en
turno. Se sentía mal, pero siempre le pareció una estupidez pedir a otra -. Esta vez no dibujó sonrisa alguna, en ese rincón a nadie tenía que
mujer que le acompañase al baño, así que con forzada normalidad, sola convencer de su perfecta felicidad. Cerró los párpados buscando dar un
encaminó sus pasos hacia allá. poco de paz a sus irritados ojos.

Un poco de agua en sus sienes vino a serenar su pulso, pero una gran El imaginado reproche maternal la encaminó a recuerdos de su infancia.
angustia se abría paso en su interior. No había bebido tanto. Un par de Siempre fue una niña tímida; la ausencia de hermanos nunca le importó
tequilas y un aguado desarmador con pésimo vodka. demasiado. Ella tenía su mundo y su afición a la lectura lo sabía
alimentar de aventuras y gratas compañías. A nadie le preocupó
Según salía del baño sus treinta y dos años, aunque muy bien llevados, demasiado su ser retraído; sacaba excelentes calificaciones, era
se le vinieron encima. obediente y siempre estaba dispuesta a ayudar en las tareas de la casa.

-Soy una soltera feliz-, decía siempre que le preguntaban, mirando Las cosas cambiaron cuando se aproximaba su decimoquinto
fijamente a los ojos de su interpelador como si de un reto se tratase. cumpleaños. Por vez primera, ante la imposición de una fiesta para
celebrarlo, se rebeló. Todavía le persigue el recuerdo de la cara de
De pronto la fiesta nada tenía que ver con ella. Sus anteriores risas, asombro de su madre. ¿Cómo explicarle que para ella su entrada a ese
ahora se le antojaron muecas. mundo desconocido, lleno de niños cometiendo adulteces, era como
dejar para siempre su isla, embarcada en una inestable balsa, sin los
¿ Por qué cuando mejor se lo pasaba, le venían esas profundas mas mínimos conocimientos de navegación?
desesperanzas?.
Sin embargo la vida le enseñó pronto a surcar mares y océanos
Eran muchos los hombres que, aun siendo mas jóvenes que ella, le desconocidos, y su velero -así le gustaba imaginarse- era ciertamente
flirteaban. Su eterna sonrisa, su aguda visión de las cosas, su oportuno marinero. Su continuo movimiento le alejaba siempre de la paz de su
chiste y su brillante carrera profesional hacían de ella una cotizada dama islote que, remoto e inaccesible, permanecía solitario en algún lugar del
de sociedad; todos la querían en sus fiestas. horizonte sin que pie alguno hollara las arenas doradas de sus playas
vírgenes.
En una esquina del gran salón divisó un sillón envuelto en cálida
penumbra. De nuevo tenía que buscar fuerzas para desembarazarse de A partir de esa fiesta, que recreaba de una manera ridícula una añeja
esos repentinos ataques de tristeza y vacuidad. Así que, con la tradición, su capacidad de trabajo y sus ganas de agradar a la familia, la
esperanza de que nadie se fijase en ella, se dirigió hacia su tabla de hicieron destacar. Aunque al principio se resistió a estar en el candelero,
salvación antes de que el naufragio pusiese al descubierto su fragilidad. comenzó a gustarle la idea de ser apreciada por los otros.

Se sentó, desparramándose en los muelles cojines. Fugaz, le pasó por la Tardó poco tiempo en caer en la cuenta de lo fácil que le resultaba ser
cabeza una reprimenda de su madre, -! así no se sientan las señoritas ! aceptada por su nuevo circulo social, sólo era cuestión de dejarse llevar,
de concordar siempre con sus opiniones, y de reír cuando los demás lo
hacían. Quería ser como todas, no llamar demasiado la atención, aunque
cediendo a los halagos de la admiración por su persona.
8. LA ÚLTIMA PREGUNTA
Aun con los ojos cerrados y envuelta en el silencio del estruendo de la
fiesta, rememoró su rápido transcurrir por la vida; su traición a si misma.
Tal vez, su negativa a compromisos serios con los hombres, era el único
acercamiento a su mundo que se permitía. De alguna manera sentía que "Extractado del final del episodio IX de LA MANSIÓN, donde, un oyente,
admitir a alguien cerca de ella rompería para siempre el frágil istmo que de entre un grupo de científicos agnósticos, hace una última pregunta a
unía su ser social con su paraíso personal. un hombre santo, extraño visitante, que les instruye en paz, sentado en el
suelo, junto a los muros de LA MANSIÓN, en lo alto de un otero, debajo
El ruido cesó. Sorprendida abrió bruscamente los ojos. El sol la cegó al de un árbol."
enfrentarlo. Mientras se recuperaba de su momentáneo
deslumbramiento, sus pies se introdujeron profundos en la playa -Maestro, una última pregunta: ¿Quién es Dios? ¿Dónde está Dios?...
buscando la frescura de la arena húmeda. El canturreo de las tranquilas
olas al acariciar la orilla le devolvieron a su infancia. El olor a salitre y a El extraño, puesto en pie, le miró; luego extendió los brazos como
algas le limpio el alma. Respiró profundo mientras se incorporaba. Estaba pretendiendo asirlos a todos; levantó la cabeza hacia lo alto y no dijo
de vuelta en casa. Miró a la lejanía y comprendió de pronto como el nada, pero algo sorprendente se manifestó...
ámbito de los otros le había engañado; le prometió felicidad en la
multitud, y ahí solo encontró bulliciosa soledad. Una inusitada paz, que Un sereno silencio lo invadió todo. En las mentes de aquellas personas,
no saboreaba desde su niñez, la inundo completamente. No había rencor los incontrolables pensamientos que siempre distraen, las ideas que
en su mirada, sólo una nueva comprensión del mundo de los otros. fluyen y refluyen, como ahora mismo fluyen y refluyen en la mente del
lector, opinando, corrigiendo, censurando, negando, asintiendo...
A lo lejos, junto a la línea del horizonte, en un pequeño bote, un hombre quedaron congelados, quietos, arrinconados, inactivos... sus mentes
remaba, luchando por acercarse a la orilla de una desconocida tierra. quedaron atentas, abiertas y expectantes, esperando la respuesta del
Elena lo vio y sonrió, esta vez iba a permitir que la marea no lo alejase, si extraño a la última pregunta...
luchaba lo suficiente por llegar a sus playas. Su isla no dejaría de serlo si
la compartía con alguien; pero ella ya no volvería nunca mas a tierra Y se abrió ante ellos el libro de la naturaleza. Y las páginas fueron
firme ... pasando descubriendo ante sus mentes, ahora capaces, hipersensibles,
la presencia de lo sublime en las cosas cotidianas.
-Elena, ....Elena,... te sientes bien?-. Alguien le zarandeaba
cariñosamente. Y una brisa suave les trajo el aroma de los campos, y el olor del heno, del
tomillo y del orégano... y el de las comidas y el pan de las cocinas
-Me quedé dormida - dijo ella, mostrando una sonrisa sincera llena de campesinas flotando en los humos de sus hogares... y el de la humilde
paz.
violeta y el de las madreselvas y jazmines... y la fragancia de los macizos cabezas y mirar hacia lo alto, comprendieron el cambio: el sol, ahora sol
de rosas y claveles de los jardines cultivados... total, cubría la bóveda celeste de lado a lado creando un nuevo cielo
desde el naciente hasta un poniente que ya no existía; su nueva inmensa
Al fondo susurrante del deslizar del río se unió el croar de las ranas luz lo inundaba todo con una confortable claridad que les mostraba un
desde sus húmedos márgenes y el concierto de los grillos y de las pacífico día sin noche. Los colores de las cosas resaltaban como nunca
cigarras desde los fértiles campos... Y les llegó el mugir de las vacas habían visto... El blanco de las margaritas y de las rosas blancas era más
pastando... y el rebuzno del asno... y el ladrido lejano del perro del blanco que el blanco luciendo como encendido; el rojo de las amapolas
pastor... y, de los rebaños distantes, la bucólica música de las esquilas y destacaba entre la hierba con fuerza tal que entraba a empujones por los
los balidos de las ovejas... Desde las alturas, el grito de las gaviotas ojos... La fruta madura en los árboles parecían farolillos de verbena con
destacó sobre la algarabía gozosa de tantos y tantos pajarillos del luz interior... Las colas de los pavos reales cegaban con su explosión
campo... multicolor... y las jaulas de las aves exóticas reventaban inundadas por la
intensidad del colorido de sus plumas...
De un convento lejano llegaron las cristalinas voces de un coro de
monjas... y de un pueblo, también lejano, el repicar a fiestas de las La felicidad brillaba en los iluminados rostros de los eruditos presentes...
campanas y los estampidos de los cohetes... y, de otro pueblo, el lento
doblar a muerto por un vecino ido... Y se cerró el revelador libro de la naturaleza, y todo volvió a ser como
siempre: con muchas preguntas sin respuesta y muchas dudas por
De la aldea cercana, subieron los gritos y las risas de los niños en el aclarar. En silencio, los afortunados asistentes se alejaron del lugar
recreo de la escuela despertando el recuerdo de sus caras inocentes llevando en sus corazones el esperanzador impacto de aquella
iluminadas por la candidez de sus ojos... De una universidad distante, en experiencia.
una ráfaga exultante de arrojo juvenil, les llegó un himno cargado de
futuro: "gaudeamus igitur, juvenes dum sumus....". Y de las calles, y de Allí quedó el que había hecho la última pregunta, encogido, arrodillado,
las tiendas, el ruido confuso de las gentes en sus afanes diarios... y, con el rostro cubierto con las manos, sollozando de felicidad. Cuando
sencilla como la propia tierra, les llegó una canción salida del corazón de levantó la cabeza, en sus labios quedaron truncadas palabras de
un campesino en la era... agradecimiento: el extraño ya no estaba allí.

Mientras se deleitaban con estas sensaciones y muchas otras que aquí


no se describen, aquellos doctos oyentes se miraban entre sí
sorprendidos ante una nueva forma de verse: sus imágenes lucían 9. LA TESINA
deliciosamente bellas y se sentían dichosos contemplándose bajo una
nueva luz. Inés acababa de terminar la carrera. Por fin había aprobado la última
asignatura de Psicología. Ya era licenciada. Entre sus proyectos más
Despiertos y conscientes de lo extraordinario del suceso, intentaron dar inmediatos estaban ese viaje a Palma y la realización de una tesina en el
explicación racional a aquel fenómeno; fue entonces cuando, al alzar sus Departamento donde llevaba algún tiempo trabajando. El tema de la
tesina lo tenía totalmente claro: analizaría y estudiaría las sensaciones décima sesión tenía 50 folios que estudiar y desarrollar. Era magnífico.
causadas por la heroína. Como el método de trabajo era algo peculiar Estaba tan contenta que decidió meterse otra dosis. "La última", se dijo,
sólo se lo contó a su Director de tesina y a un amigo que la ayudaría en para festejarlo y despedirse para siempre de las drogas. Esta vez no
la fase inicial. El método era el siguiente: Inés se inyectaría diez dosis de escribió, tan solo se tumbó en la cama.
heroína y escribiría sobre sus propias sensaciones. A Inés no le asustaba
el riesgo, le estimulaba, quizás, si fuese de otra manera, no hubiese Al día siguiente después de comer se dispuso a elaborar el trabajo, pues,
copiado en algún que otro examen. Inés sabía que su propia experiencia aún lo tenía fresco en la memoria. Pero lo tuvo que dejar porque se
le ayudaría en su análisis, y sin más se propuso llevarlo a término. En empezó a encontrar mal. Se acostó con algo de fiebre. No pudo dormir,
sus dos primeras sesiones había decidido que Manuel la ayudaría por si estaba realmente mal. Así que decidió inyectarse la última dosis, pero
algo iba mal. esta vez con fines terapéuticos, no didácticos. Por fin pudo dormir. Pero
lo hizo con un problema, no durmió sola esa noche. Durmió con alguien
Era una mañana otoñal cuando se reunieron Manuel e Inés en casa de más: con una adicción a la heroína.
esta última aprovechando un viaje de sus padres a Barcelona. La chica
abrió la puerta algo nerviosa y saludó a Manuel. Un momento después Los padres de Inés, estaban preocupados, veían a su hija muy contenta
ambos estaban en la habitación de Inés preparándolo todo. Inés sacó debido a sus avances en la tesina y de repente arisca, gruñona.
bolígrafo y papel y se preparó, mientras Manuel manipulaba la droga. El Obviamente sus padres no sabían de que iba la tesina, y tanto Manuel,
mismo se la inyectó despacio a Inés, pues a ella le temblaba demasiado como Oscar, su Director desconocían sus posteriores y sucesivas tomas.
el pulso. Se tumbó en la cama y, tras un momento, comenzó a notar el
efecto. Sus sentidos se abrían y se veía más ligera. Era algo diferente a Inés ya había cambiado, las cosas que le gustaban con anterioridad, ya
cuanto había sentido. Rápidamente cogió el bolígrafo y se puso a escribir no le satisfacían, dejó de lado a sus amigos y se fue distanciando poco a
como una loca. Cuando llevaba algo mas de tres folios cayó rendida. Se poco de sus padres. Se quedó sola. Bueno, sola no, tenía otra dosis
durmió. preparada la tesina.

Dos de días después, como estaba previsto, se inyectó otra vez heroína, FIN
pero ya no quiso la ayuda de su amigo. Esta vez lo hizo ella sola. De
nuevo escribió otros dos/tres folios. Estaba contenta pues veía que su
proyecto marchaba como quería, tenía material. Las sesiones cada dos
días estaban siendo más fructíferas de lo esperado. 10. TEATRO SOMBRÍO

Cuando llevaba siete dosis, comenzó a notar algo raro. No sabía (Una vieja casa, tres hombres dialogando en la sala sentados en el sofá,
exactamente lo que era, no podía explicarlo. Sabía que no era adicción, una chimenea apagándose que despide mucho humo)
pero notaba como su humor cambiaba justo el día de la dosis, además,
las sensaciones no eran tan fuertes. Inés se planteó seriamente parar,
pero decidió que aún no tenía el material suficiente. Cuando terminó la
Cada vez que el suelo que piso me retorna el golpe de gravedad siento  Te presento a Antonio, ¿no lo vas a saludar?
que mis rodillas se cansan y no tienen suficientes ligamentos para
soportar el peso de lo que escribo. Antonio era un hombre pequeño, de ojos vidriosos e inexpresivos, que
inmediatamente me mostró su "tic" nervioso.
11:30 PM
 ¿Hola c... co.. como es.. tas?, Alb.b erto me ha hablado todo sobre
Tras la cena y las respectivas copas "digestivas" me siento a conversar ttt...i.
con Antonio y Alberto como todos los domingos en las noches,
sintiéndome (como siempre) nervioso por lo que me dicen: No podía evitar seguirlo con mi boca cuando tartamudeaba, pero a pesar
de este defecto me pareció una persona de "confianza".
 ¿Cómo te fue en el trabajo? Dice Alberto.
 Lo usual, nadie esta comprando últimamente. Nuestra conversación se extendió hasta la noche, cuando oportunamente
y sin dar lugar a ninguna sospecha Antonio nos invito a su casa. Claro
No es lo que dicen, sino el extraño sentimiento que cada vez que estoy a era Domingo.
solas con ellos imprimen tan fuertemente en mi. Es como si algo que no
comprendo me dijera que no son lo que yo creo. Vivía cerca del parque en una urbanización privada. No habían más de
tres o cuatro casas con grandes terrenos llenos de monte entre ellas. Ya
Hace algunos años conocí a Alberto, caminando por el parque tan eran las 7:45 PM, y como no había iluminación en la carretera, era difícil
frecuentado por mí; y aunque siempre lo veía, no fue sino hasta ese día ver los contornos de la casa (tal vez no existían), pero algo sí era obvio,
que él se acercó y me preguntó como un amigo de toda la vida: tenía el tamaño de una mansión.

 ¿Qué esperas de ti?. Y sin dejarme responder. Cenamos, luego una conversación totalmente intrascendente, y me fuí a
 ¿Qué esperarías de mí? las 11:45 de la noche a mi casa con una sensación tan extraña; era como
si conociera a Antonio de toda la vida, a pesar que no sabía nada de él.
En ese momento no le estaba poniendo atención, y no me dí cuenta del
peso que tendrían estas palabras el resto de mi vida. 01:00 AM

De manera "normal", y cada vez con más fuerza, fué demostrándome lo Hace quince minutos que llegue y antes de hacer lo que debo estoy
que cualquier otra persona, su afecto y amistad; nunca (hasta hoy) me escribiendo, para que sea testimonio de lo que vivo desde hace años;
dió ninguna pista de mi destino. aunque en realidad espero que nadie lo lea, porque comprenderían
cosas que no pueden ser vistas por ojos falsos de copias como yo.
No conocí su casa, sus padres, hermanos o alguna otra cosa cotidiana
hasta hace tres semanas. Esa tarde nos encontramos en el parque y él  ¿Y a ti?. Me dijo Alberto siguiendo la charla.
estaba acompañado.  Bueno, a m..... – Ya lo sé, solo estaba jugando. Me interrumpió.
En ese instante no lo comprendí, me parecía absurdo su comentario, Al despertar estaba aquí en mi casa, en mi cama, y desperté aterrorizado
pero a Antonio le causo mucha gracia, y los dos estuvieron riéndose un del miedo y sudando hasta por el ultimo poro del cuerpo; corrí hasta el
buen rato. espejo: Era mi cara. Me enjuague el rostro con agua y la sentí más fría
que nunca.
 Bueno Alberto, ya van a ser las 12:00 y sabes que debemos irnos.
Dijo Antonio con una sonrisa. Yo sé lo que debo hacer, pero ¿cómo acostumbrarme a responder al
nombre de Alberto o Antonio?; para que digo tonterías siempre lo habré
En ese momento, y no se porque razón, me di cuenta que nunca había hecho.
estado con Alberto y Antonio después de las doce de la noche, y solo por
echarles broma les dije riéndome: - Parecemos cenicientas yéndonos a
las doce todos los domingos que nos reunimos.

 No sabes lo que dices. Respondió Alberto rudamente.- Toma tu


carro y apúrate en el camino hacia tu casa. 11. LA VIDA EN HERMENAUTA
 No me hables así. Dijo Antonio.
 Está hablando conmigo. Replique. Dioses de varias especies dominan la vida en la ciudad hermética. Sus
 ¿Es que no haz entendido?. Dijo Antonio. habitantes, poseídos por una frenética actividad, jamás se hablan. Las
 No le digas nada, que él ni siquiera lo sospecha. noticias se atropellan unas a otras mientras escapan al festín que cada
mañana se produce en silencio. Los dioses deciden quien queda libre de
Pero era demasiado tarde y mi reloj de pulsera sonó indicando que la cárcel, cuantos niños pueden nacer en Luna llena, quien tiene derecho
habían llegado las doce horas. a la felicidad y quien debe precipitarse al vacío desde un puente en la
autopista. A veces, a algún mortal que no ha sido seducido, se le ha visto
Inmediatamente Alberto y Antonio Cayeron al piso gritando, sudaban paseando por el parque con una colilla entre los labios, pero esto no es
copiosamente; con un tremendo golpe se pegaron espalda con espalda frecuente en Hermenauta.
como si estuvieran imantados. Crujieron todos sus huesos
ensordecedoramente hasta que (como si fueran dos grandes estrellas Las crónicas cuentan que hubo un tiempo en que las noticias sobre la
atraídas por una gravedad impresionante) se unieron en un solo cuerpo Revolución, la amnistía o la muerte de un pariente lejano llegaban años
sin rostro, todo esto pasó en fracciones de segundos, que me parecieron más tarde, entonces cuando la familia habría podido desaparecer en
siglos. galeras. Se dice también que en los días de lluvia las gentes se
guarecían en soportales y marquesinas, mientras pausadamente alguna
El cuerpo se arrastraba lentamente hacia mí respirando con fuerza y me muchacha leía las atrasadas cartas de un soldado. Pocos conocen la
quedé paralizado del miedo, empecé a marearme y sentía que la cabeza historia de las plazas, el encanto de los minaretes, la frondosa lentitud
me estallaba y aunque traté de no hacerlo, me desmayé. que anida bajo las fuentes.
La vida en Hermenauta se reduce a un devaneo entre varias especies de Con el desgarrador aullido la individualidad comenzó a forjarse,
dioses y unos infatigables mortales que intentan zafarse del capricho de separándose paulatinamente de la conciencia colectiva en que se había
las divinidades. Quienes evitan la inmolación son pasto de la lujuria pero transformado aquel civilizado mundo hacía ya tantos eones que nadie
nunca de la apatía. Todos menos aquel que aún sigue paseando por el recordaba que pudiese existir algo diferente a lo actual.
parque con una colilla entre los labios. La admiración por este hombre
invade a los habitantes de Hermenauta. Lo que ignoran todos es que la Poco a poco la nariz, agrandándose, se curvó cual acerado pico, las
ciudad está llena de hombres que pasean por parques, ancianos que manos crecieron articulando unas siniestras garras, amenazadores
fuman detrás de los kioscos, muchachos que leen periódicos por encima espolones se perfilaron perforando el aire. Ese aire demasiado cómodo e
del hombro, soldados que escriben cartas en cualquier taberna. En insípido que ventilaba el bolo alimenticio formado por aquella comunidad
realidad, aunque no lleguen a verlos, les acompañan a todas partes con perfecta estaba siendo testigo de algo inaudito: el nacimiento de un
diferentes identidades pero tan solo hablan con sus sombras con la inútil individuo, el engendramiento de un yo.
esperanza de evitarles la cólera de los dioses.
Y la singularidad de este ente recién desgajado de la sociedad, siguiendo
un íntimo impulso, saltó al vacío. De la ingravidez brotó el instinto,
desplegó los brazos diseñando una aerodinámica silueta y barrenando en
12. BUITRAKER picado acometió al gel esponjoso, ordenado y comunitario que tapizaba
aquel planeta perfecto.

Las adormiladas miradas despertaron; las aletargadas conciencias


Este es el relato del comienzo de un mito, de como surgió el primer renacieron. El tejido social se resquebrajaba al paso de aquel intrépido
aleteo rasgando la mediocridad de la noche sin tan siquiera pensar, sin raid. Todos se miraban perplejos, en silencio, solo atisbando a pensar
querer hacerlo. Pero ahora... ya no es él, es Buitraker y si Dios existe que existían, que en verdad, ellos, también existían. Y que, quizás, algún
más vale que nos asista, o por lo menos, nos de la gracia de pillarnos día también ellos se atreverían a remontar el vuelo.
confesados.
Y la revolución comenzó, sorda, sin aspavientos, como debe ser si quiere
El principio de la leyenda fue simple, demasiado, como todo lo triunfar. Poco a poco se recicló aquella masa obediente y adiestrada, la
sobrenatural. Sucedió una noche cualquiera, como tantas otras; se uniformidad fue dando paso a la mas variopinta miscelánea y los yo
encontraba solo rodeado de aquel abrumador paisaje, caminó hasta el comenzaron a florecer sobre los cuatro puntos cardinales.
borde del precipicio deteniéndose sin apartar la vista del inabarcable
horizonte. Cerró los ojos crispando los puños, el alma, y con las últimas Buitraker voló y voló a lo largo y ancho de aquella Tierra perfecta, y a
fuerzas de aquella llaga que era su espíritu intentando escapar por el cada circunvalación millones de seres brotaron de su decadente y
único poro aún no tapiado por la razón gritó no. homogéneo pellejo volviendo a darle vida, no tan perfecta, pero si real. El
tan cacareado orden social se tambaleó, los profetas de la religión
política bramaron contra la herejía, se alertó a las hibernadas legiones de
jueces policop. Pero todo fue en vano, cuando el anquilosado sistema
quiso reaccionar se percató que nada podía hacerse, el individualismo
progresaba imparable a todos los niveles y en todos los confines.

Se persiguió a Buitraker con saña, con desesperación, con impotencia...y


no pudieron cazarlo, su vuelo lo elevaba no solo psíquica sino
físicamente tornándolo inalcanzable.

Buitraker voló hasta la extenuación, logró mantenerse en el aire incluso


cuando el último hálito de energía se evaporó y, al final, solo la fuerza de
la gravedad consiguió doblegar su voluntad precipitándolo contra el duro
suelo. El impacto fue brutal, al cabo de unos eternos instantes se irguió
dolorido pero feliz, satisfecho de la nueva sensación que experimentaba,
se sentía diferente, pero mas que eso, sentía, sentía en toda la extensión
del concepto. Si, notaba que sus percepciones eran otras, mucho mas
diversas y sobre todo intensas, incluso el dolor que le atenazaba tras la
caída le evocaba una nueva y turbadora impresión, la de estar vivo.

Miró en derredor, no era el monótono paisaje monocorde al que estaba


acostumbrado, habían nacido colores por doquier, las mas variadas
tonalidades salpicaban ahora el horizonte. Los rostros de las personas
con que topaba estaban maquillados de sólidos amarillos, intensos rojos,
consistentes verdes....arco iris desterrando los insípidos grises que antes
ocultaban sus facciones.

Anduvo unos cuantos pasos mas, trastabillando, hasta caer. Agonizante


secó las lágrimas que le surcaban el rostro, no era amargura sino gotas
de felicidad lo que supuraban sus ojos. Pagaba con la vida su aventurado
vuelo, pero lo hacia satisfecho, por lo menos había recobrado la
conciencia justo a tiempo... justo a tiempo de vivir su propia muerte.

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