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La fábula de los musulmanes de áfrica Septentrional ilustra una importante enseñanza del Corán, el
libro sagrado de los musulmanes, que dice “palabra de Allah”: Sed generosos con los bienes que les
doy. Al momento de la muerte ninguno venga a decirme:
-“señor, concédeme una prórroga para que haya limosna y esté entre los elegidos.
- Yo no concedo dilación”.
Sin embargo, ya más de seiscientos años antes, Jesús había dicho: “Usen las
riquezas de este mundo para hacerse amigos que los reciban en las moradas
eternas” (Lc. 12,16-20; 16,19-31)
Había una vez un hombre muy rico: tenía muchas mujeres -como el Corán permite
a los musulmanes- un gentío de servidumbre, un palacio con pórticos de mármol y
jardines donde el agua jugaba en fuentecillas revestidas de mosaicos de oro.
Más también para él llegó el día en que, como acontece a cada mortal tuvo que
morir.
En espera del juicio, las lamas de los muertos quedan cerradas en una habitación
de la que pueden mirar por una ventanilla hacia el paraíso o el infierno, objetos de su
esperanza o destrucción. En aquellas celdas se encuentran un poco de provisiones. Sin
embargo nuestro hombre, fue cerrado en la celdilla sin ventana y en la que no había ni
una escudilla de agua.
- ¡Me han encerrado en una habitación oscura y sin provisiones! –gritó el pobre
Retornado entre los suyos, que pensaron que se había curado en el último instante
de la enfermedad, se puso a comprar cantidades de harina, aceite, miel, almendras,
azúcar y otros productos. Movilizó a todas las mujeres del pueblo a preparar galletas,
bizcochos crujientes, tortas y -supremo objeto de su gula- una gran cantidad de “kak”,
pequeñas rosquillas tan buenas de comer con el té.
Después de algún instante llegó Sidma que lo volvió a llevar a la celda de espera.
El hombre creyó que encontraría la montaña de provisiones que se había preparado en la
tierra. Con desesperada sorpresa lo que encontró fue el dulce quemado que ofreció al
mendigo. Entonces entendió... era muy tarde!
PISTAS DE INVESTIGACIóN
Elementos Positivos y negativos
El protagonista de la fábula tiene buenas cualidades: laboriosidad, amor por el
orden y la belleza, pero son ensombrecidos por un grave defecto: es avaro y egoísta. Lo
que lo hace torpe y obstuso y no le da a entender el sentido de las “provisiones”
necesarias para la vida futura.
Reflexiones y comparaciones
-¿Recuerdas un hecho parecido a la narración de la fábula?
Enseñanzas
Dos proverbios (refranes) resumen la enseñanza de la fábula: “al que obra bien
Dios le asiste” o también, “haz el bien y no mires a quien”.