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Títulos publicados en la A través del tiempo, por influencia de los diferentes poderes que se desarrollaron a su alrededor, Gre-

Colección SPAL MONOGRAFÍAS cia se fue transformando, configurándose así una imagen de Grecia como salvadora de la civilización
frente al bárbaro imperio persa, insignia de la democracia, símbolo de la cultura y del renacer de las
SPAL MONOGRAFÍAS
I. La Traviesa: Ritual funerario y jerarquización social
en una comunidad de la Edad del Bronce de Sierra
artes, y portadora del pensamiento científico a través del logos. XV
Morena Occidental. SPAL
Leonardo García Sanjuán, ed. Frente a concepciones muy arraigadas en el ideario contemporáneo, en Grecia convergen numerosas
MONOGRAFÍAS
realidades. Desde el arcaísmo, comenzando con la hegemonía cretense y su influjo sobre la cultura XV
II. Ex Oriente Lux: Las Religiones Orientales Antiguas
micénica, hasta el contacto fructífero con los sucesivos reinos faraónicos, el influjo de los territorios
Grecia Ante Los Imperios
en la Península Ibérica.
Eduardo Ferrer Albelda, ed. externos se percibe en todos los ámbitos de la cultura griega. De este modo, ante el dominio mace-
III. Arqueología fin de siglo. La Arqueología española de donio, primero, y el romano, después, Grecia asume una posición subordinada, pero aporta al mismo


la segunda mitad del Siglo XIX.
María Belén Deamos y José Beltrán Fortes, eds.
tiempo su bagaje cultural, que se ve acrecentado por la propia reflexión griega sobre el fenómeno
imperial.
V Reunión de historiadores

Juan Manuel Cortés Copete


del mundo griego

Rocío Gordillo Hervás


IV. El Clero y la Arqueología española.

Elena Muñiz Grijalvo


José Beltrán Fortes y María Belén Deamos, eds. Esta obra analiza la evolución que, desde distintos ámbitos contextuales, ha experimentado la visión

(coordinadores)
V. Patrimonio Arqueológico Urbano: Propuesta del territorio heleno. Queda así evidenciada cómo Grecia se formó a partir de las relaciones habidas
metodológica del estado de conservación y riesgo. con distintos imperios. Desde la más remota antigüedad hasta la visión contemporánea del mundo
Aplicación en el Conjunto Histórico de Sevilla. heleno, este libro pretende aportar, desde diferentes perspectivas metodológicas, una visión novedosa
Daniel González Acuña.
de la Grecia clásica.
VI. Arqueología en Laelia (Cerro de la Cabeza,
Olivares, Sevilla)
Antonio Caballos Rufino, José Luis Escacena
Carrasco y Francisca Chaves Tristán.
VII. Entre Dios y los Hombres: El sacerdocio en la
Antigüedad.
José Luis Escacena Carrasco y Eduardo Ferrer
Albelda, eds.
VIII. Testimonios Arqueológicos de la Antigua Osuna.

Grecia Ante Los Imperios


José Ildefonso Ruiz Cecilia.
IX. Imagen y culto en la Iberia Prerromana:

V Reunión de historiadores
Los pebeteros en forma de cabeza femenina.
Mª Cruz Marín Ceballos y Frédérique Horn, eds.

del mundo griego


X. Las instituciones en el origen y desarrollo de la
Arqueología en España.
María Belén Deamos y José Beltrán Fortes, eds.
XI. De dioses y bestias. Animales y religión en el Mundo
Antiguo.
Eduardo Ferrer Albelda, José Mazuelos Pérez,
José Luis Escacena Carrasco, coords.
XII. Ofrendas, banquetes y libaciones. El ritual funerario
en la necrópolis púnica de Cádiz.
Ana María Niveau de Villedary y Mariñas.
XIII. Piedras con alma. El Betilismo en el Mundo Antiguo
y sus manifestaciones en la Península Ibérica.
Irene Seco Serra.
XIV. Salvación, Infierno, Olvido. Escatología en el Mundo Juan Manuel Cortés Copete
Antiguo. Elena Muñiz Grijalvo
Eduardo Ferrer Albelda, Fernando Lozano Gómez,
José Mazuelo Pérez, coords. Rocío Gordillo Hervás
XV. Grecia ante los imperios.V Reunión de historiadores (coordinadores)
del mundo griego
Juan Manuel Cortés Copete, Elena Muñiz Grijalvo,
Rocío Gordillo Hervás, coords.
GRECIA ANTE LOS IMPERIOS
Juan Manuel Cortés Copete
Elena Muñiz Grijalvo
Rocío Gordillo Hervás
(coordinadores)

Grecia Ante Los Imperios


V Reunión de historiadores del mundo griego

SPAL MONOGRAFÍAS
XV

Sevilla 2011
Serie: Spal Monografías
Núm.: XV

Comité editorial:
Antonio Caballos Rufino
(Director del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla)
Carmen Barroso Castro
Jaime Domínguez Abascal
José Luis Escacena Carrasco
Enrique Figueroa Clemente
Mª Pilar Malet Maenner
Inés Mª Martín Lacave
Antonio Merchán Álvarez
Carmen de Mora Valcárcel
Mª del Carmen Osuna Fernández
Juan José Sendra Salas

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede


reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecá-
nico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacena-
miento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del
Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

Este libro ha recibido una ayuda del Ministerio de Educación y Ciencia

Motivo de cubierta: Reconstrucción del “Orbis terrarum” de Marco Vipsanio Agripa

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© Juan Manuel Cortés Copete, Elena Múñiz Grijalvo,
Rocío Gordillo Hervás (coords.) 2011
© DE LOS TEXTOS SUS Autores 2011
Impreso en España-Printed in Spain
Impreso en papel ecológico
ISBN: 978-84-472-1302-3
Depósito Legal: SE-8.509-2011
Impresión: Pinelo Talleres Gráficos, S.L. Camas-Sevilla
Índice

Prólogo.......................................................................................................... 11
Relaciones de Egipto con la Creta minoica
Mª Soledad Milán Quiñones de León.....................................................  13
La ciudad de Mileto en el Bronce Final
Elena Rodríguez Ten...............................................................................  27
Heródoto y su posición ante los imperios de los siglos vi y v a.C.
Antonio Penadés Chust...........................................................................  37
Heródoto y la tragedia de Jerjes. Historia y narrativa trágica
Fernando Echeverría Rey.......................................................................  45
Grecia ante el imperio persa: Locrios, Tesalios y Focidios
en las Termópilas
Adolfo J. Domínguez Monedero............................................................  59
Eubea e imperialismo ateniense: un acercamiento a aspectos religiosos
Manuel Arjona Pérez..............................................................................  73
Las ciudades griegas entre el imperio persa y el imperio ateniense
D. Plácido...............................................................................................  85
Comer como un rey: percepción e ideología del lujo gastronómico entre
Grecia y Persia
Fernando Notario Pacheco......................................................................  93
El mundo desde Persepolis. El papel de Persia en el conocimiento
geográfico griego
F. Javier Gómez Espelosín......................................................................  107
El valor de la propaganda en la construcción del enemigo: Atenas y las
guerras médicas
Mª Cruz Cardete del Olmo.....................................................................  119
Anotaciones sobre las campañas de Timoleón en Sicilia
Víctor Sánchez........................................................................................  131
Justificaciones religiosas del imperialismo ateniense en la época de la
pentecontecia
Miriam Valdés Guía................................................................................  141
Atenas, entre el Krátos y la Arkhé. El lenguaje de la hegemonía y el
agotamiento de la democracia
Julián Gallego.........................................................................................  155
Arché y democracia a la luz de Tucídides
Laura Sancho Rocher . ...........................................................................  167
El primer Koivòv Tῶν Άӽαιῶv ante el poder macedonio
Ignacio Pascual Valderrama....................................................................  179
El día después de Queronea: la liga de Corinto y el imperio macedonio
sobre Grecia
Borja Antela-Bernárdez..........................................................................  187
Trabajar para el enemigo. Los diez mil de Jenofonte a la luz de la
investigación reciente
Daniel Gómez Castro..............................................................................  197
Los griegos y la religión del imperio persa aqueménida: el dios Mithra
Israel Campos Méndez..........................................................................  207
Ideas e imágenes de Esparta entre los griegos de época clásica
César Fornis............................................................................................  217
Revuelta interna y Roma. El final del reino de Siracusa
María Morán...........................................................................................  229
Πῆμα κακὸς γείτων. Un mal vecino es una desgracia (c.a.es.Op.346). La
confederación helenística y la imagen de los beocios en el mundo romano
José Pascual............................................................................................  239
Xerxes redivivus: Mitrídates, rey de Oriente frente a Grecia
Luis Ballesteros Pastor ..........................................................................  253
Los segundos del imperio
Juan Manuel Cortés Copete....................................................................  263
Santuarios de Arcadia y dominio romano
Vasilis Tsiolis..........................................................................................  273
Los griegos y el imperialismo romano
Arminda Lozano.....................................................................................  291
Rasgos ideológicos helenísticos en la política ibérica de los Barca
Eduardo Ferrer Albelda...........................................................................  305
Graecia magistra vitae. El recurso a la historia griega en los discursos de
Cicerón
Ana Rodríguez Mayorgas.......................................................................  317
Los embajadores en las Historias de Polibio: entre la crónica y la búsqueda
de apoyos
Cristina Rosillo López............................................................................  329
La organización adrianea de los certámenes panhelénicos
Rocío Gordillo Hervás............................................................................  335
Revisión del mapa de Judea y la Decápolis (ss. I a.C.- II d.C.)
Pedro Giménez de Aragón Sierra...........................................................  345
Aqueménidas en la antigüedad tardía: las guerras médicas en las fuentes
literarias del siglo iv
Francisco Javier Guzmán Armario.........................................................  361
La mirada de Constantinopla. La desaparición del imperio romano
occidental
Santiago Castellanos...............................................................................  371
A través de Ovidio: el viaje del río Aqueloo a occidente
Fátima Díez Platas..................................................................................  377
“Facinerosi et perditi”: miradas humanistas sobre la antigua Grecia y sus
lamentables (y locuaces) habitantes
Juan R. Ballesteros..................................................................................  393
Grecia ante Egipto en la historiografía española de los siglos xviii y xix
Mirella Romero Recio ...........................................................................  403
Grecia desde el imperio (americano): la obra de Victor Davis Hanson
Francisco Javier González García y Pedro López Barja de Quiroga......  415
Algunas reflexiones acerca del tratamiento cinematográfico de las Guerras
Médicas
Óscar Lapeña Marchena ........................................................................  427
El día después de Queronea: la liga de Corinto y
el imperio macedonio sobre Grecia*

Borja Antela-Bernárdez

Universidad Autónoma, Barcelona

La noche que siguió a la batalla de Queronea es uno de los peores momentos de la


historia de la ciudad de Atenas. En un vívido relato, Licurgo de Bitadas rememora años
después las circunstancias de aquel instante de incertidumbre y temor, con palabras que
bastan para poner de relieve la perspectiva que los griegos debieron tener de tal aconteci-
miento. En efecto, ante la derrota a manos de los Macedonios de Filipo II, Atenas se pre-
paraba para lo que suponían que sería el siguiente movimiento del rey, esto es, el ataque
a la ciudad con que había rivalizado durante los últimos años por el control de la hege-
monía griega. No obstante, la situación parece haber sido bastante diferente, pues Filipo
se abstuvo astutamente de presentar esta victoria como un éxito, y más bien aprovechó la
coyuntura para llamar a todos los griegos a la alianza y unirlos en un pacto común con el
que poner fin a las constantes luchas internas que desde el inicio de la Guerra del Pelo-
poneso no hacían más que enfrentar a los griegos y eternizar los conflictos armados en el

*  Investigación realizada con el apoyo del Proyecto PB-HUM2007-64250/HIST del Ministerio de Edu-
cación y Ciencia. Asimismo, quisiera dedicar el presente trabajo a mis buenos amigos Eduardo Ferrer, Elena
Muñiz y Fernando Lozano.
.  Lyc. Leocr. 40-42. Sobre la batalla de Queronea, vid. Hammond, N.G.L., “The two battles of Chaero-
nea” Klio 31 (1938), 186-218; Ma, J., “Chaironeia 338: Topographies of Commemoration” JHS 128 (2008),
72-91. En cuanto a sus consecuencias históricas, Hammond, N.G.L., “The Victory of Macedon at Chaeronea”,
Studies in Greek History, Oxford, 1973, 534-558. Adcock, F. E., The Greek and Macedonian Art of War, Ber-
keley (1975), 27 y 77 considera a Filipo el único artífice, con su estrategia, de la victoria macedonia, frente al
papel preponderante y decisivo atribuido por las fuentes a Alejandro (Plut. Alex. 9. 2; Hamilton, J. R., Plutarch:
Alexander. A Commentary, Londres, 1999, 23). Para una revisión de la óptica historiográfica sobre ella, vid.
Antela-Bernárdez, B. “La frontera historiográfica”, I Seminari Internacional sobre la Recerca en Humanitats:
Espai, Temps i Perspectiva de la Interpretació, Barcelona 2008 [en prensa].
.  Antela-Bernárdez, B., “Panhelenismo y Hegemonía: Conceptos políticos en tiempos de Filipo y Alejan-
dro” DHA 33 (2007), 69-81.
.  Si seguimos el testimonio de Just. IX, 4.1-3
188 Borja Antela-Bernárdez

territorio de la Hélade. Su propuesta de paz supuso la configuración de una Liga Helé-


nica en la que la mayor parte de las poleis griegas tuvieron participación (con la especial
salvedad de Esparta, que rehusó adherirse al pacto), y que los investigadores modernos
denominamos Liga de Corinto. Muchos de los parámetros de la misma fueron instaura-
dos poco después de Queronea por el propio Filipo en una reunión general celebrada en
Corinto, aunque la prematura muerte del rey macedonio nos priva de la opción de conocer
sus verdaderos designios para la alianza. Por otra parte, su heredero Alejandro volverá a
reformular la Liga poco tiempo después, obteniendo la confirmación del rango de su pa-
dre al frente de la alianza y renovando el proyecto conjunto de la guerra contra Persia.
En el invierno de 338/337 a. C. (Queronea sucediera en agosto), Filipo invita a los
griegos a una reunión en Corinto, cuya finalidad podemos seguir a través de Justino:

“Después de dejar en orden los asuntos de Grecia, Filipo ordena que sean convocadas a Corin-
to embajadas de todos los países, para consolidar el estado de la situación presente. Allí estipu-
ló las condiciones de paz para toda Grecia, según los méritos de cada uno de los estados, y de
entre todos eligió el consejo de todos ellos, una especie de senado único. Solamente los lacede-
monios rechazaron al rey y sus leyes, considerando servidumbre, y no paz, la que no resultara
del acuerdo de los estados mismos, sino que fuera propuesta por el vencedor. Después se fijan
las tropas auxiliares de cada uno de los estados, sea que tuviera que prestarse ayuda al rey con
tal ejército, si alguien lo atacaba, sea que tuviese que hacerse una guerra bajo su mando. Y no
había ninguna duda de que con estos preparativos se apuntaba al imperio persa” .

En términos muy similares se expresa Diodoro10. La llamada de Filipo a la Alianza


aparece como posterior a su gestión para la organización de los asuntos de Grecia. En este
sentido, este tipo de gestiones preliminares deben referirse a las medidas tomadas por el
rey para con los derrotados, en especial Tebas y Atenas, que sufrieron un trato muy dife-
rente en cada caso11. Las razones de esta diferencia son múltiples, defendiéndose habi-
tualmente la propuesta de que Filipo deseaba desmantelar la Confederación Beocia, y al
mismo tiempo, era consciente de las necesidades que tenía de mantener la concordia con

.  Ryder, T. T. B., Koiné Eirene: General Peace and Local Independence in Ancient Greece, Oxford Univ.
Press, Londres, 1965; Jehne, M., Koine eirene: Untersuchungen zu den Befriedungs- und Stabilisierungsbemü-
hungen in der griechischen Poliswelt des 4.Jahrhunderts V.Chr., Stuttgart, 1994.
.  Sobre la configuración de la Liga de Corinto sigue siendo imprescindible la obra de Hammond, N. G.
L., Griffith, G. T., A History of Macedon, Oxford, 1972, esp. 604-623, así como Errington, R. M., A History of
Macedonia, Berkeley, 1990, 84-90.
.  D.S. XVI, 91.4-94.
.  Antela-Bernárdez, B., “I.G. II2 329: Another view” ZPE 160 (2007), 177-178, con referencia a las prin-
cipales hipótesis sobre el funcionamiento de la Liga durante el gobierno de Alejandro, e indefectiblemente, tam-
bién por extensión del propio Filipo.
.  Estos meritos, probablemente, se refieren a su posicionamiento estratégico a favor o en contra de Filipo
antes del establecimiento de la paz común, es decir, los gobiernos meritorios serían los aliados de Filipo.
.  Just. IX, 5. 1-5.
10.  D.S. XVI, 87. 3.
11.  No es este el lugar para tratar las diferencias entre la relación de Filipo con Atenas y Tebas respectiva-
mente. Para un estudio de las mismas, vid. Antela-Bernárdez, B., Alexandre e Atenas. Historia de Grecia 338-
323 a. C., Santiago de Compostela, 2005, 35-42.
El día después de Queronea: la liga de Corinto y el imperio macedonio sobre Grecia 189

Atenas12 (tanto por razones pragmáticas, como era la dependencia de la flota ateniense,
como por motivaciones ideológicas, como el papel de Atenas como defensora de la liber-
tad de los griegos de Asia menor y heroína de las Guerras Médicas).
Tras este importante momento previo13, la formalización de la alianza de paz común
que da lugar a la Liga Helénica tuvo lugar en Corinto. Una inscripción conservada de for-
ma fragmentaria nos ha transmitido el juramento institucional de la Liga14. El texto parece
claramente explícito sobre el aspecto más destacado de la naturaleza de la Liga Heléni-
ca, como no puede ser otro que el de la defensa mutua y la alianza militar. Pese a que las
fuentes relacionan en todo momento la creación de la Liga con la voluntad de Filipo de
invadir Persia, lo cierto es que los parámetros estipulados en la inscripción establecen una
regulación de carácter general, que es clara heredera de la tradición sobre Koiné Eirené
de todo el s. IV15. Las bases son claras: el mantenimiento de la autonomía y la situación
interna de los aliados en el momento del pacto, el acuerdo de no agresión y la amenaza de
iniciar la guerra contra aquel o aquellos que violen este acuerdo. No obstante, no parece
claro que esta amenaza no afecte también a los propios miembros de la Liga, en caso de
que en algún momento violasen dichas regulaciones.
Por otra parte, la inscripción menciona dos elementos más que son dignos de comen-
tario: el primero de ellos es la formula con la que se refiere al acuerdo, puesto que la fór-
mula prohibía romper el acuerdo con Filipo, lo que sin duda confirma que la Liga estaba
estructurada por una serie de tratados bilaterales entre cada uno de los miembros y el rey
macedonio16, pero en ningún momento parece posible un pacto entre dos miembros. Es
decir, que la alianza de cada gobierno participante es directa y exclusivamente con Filipo,
y no con el resto de los miembros de la Liga. Evidentemente, esta condición debía evitar
a Filipo, en la medida de lo posible, el riesgo de una coalición de los miembros contra
su propia dirección de la confederación. En segundo lugar, la mención del Sinedrión no
puede pasarse por alto, puesto que responde a una característica básica de la alianza17. El
Sinedrión, ya mencionado en el texto de Justino antes citado, aparece como órgano de
representación de los miembros, compuesto en función del peso de cada miembro en la

12.  Aesch. III. 131 establece que la verdadera razón por la que Filipo no había atacado Atenas tras Que-
ronea se debía al hecho de que las víctimas del sacrificio no le habían sido favorables. Con todo, Jaeger, W.,
Demóstenes. La agonía de Grecia, México, 1945, 231 resume sintéticamente la posible opinión de Filipo con
respecto a Atenas, al afirmar que “naturalmente, [Filipo] no podría tener ningunas ganas de manchar su victoria
empleando la fuerza contra el mantenedor de las gloriosas tradiciones de la Hélade”.
13.  Las medidas tomadas por Filipo en Tebas (Just. IX, 4.6-9) y la instauración de guarniciones macedo-
nias en otras ciudades, como la propia Corinto, no hubieran sido posibles, o cuando menos legales, una vez es-
tablecida la regulación de la Paz Común descritas por la alianza de la Liga de Corinto.
14.  Tod, N. M., A Selection of Greek Historical Inscriptions, vol. II, Oxford, 1948, 229; Rhodes, P. J., Os-
borne, R. (eds.), Greek Historical Inscriptions, Oxford, 2003, 372-379 con bibliografía.
15.  Momigliano, A.,“La KOINH EIPHNH dal 386 al 338 a. C.”, Terzo Contributo alla storia degli studi
classici, Roma, 1966, esp. 398; Perlman, S., “Greek Diplomatic tradition and the Corinthian League of Philip of
Macedon” Historia 34 (1985), 155; Moritani, K., “KOINÉ EIRENE: Control, Peace and Autonomia in Fourth-
Century Greece”, Yuge, T., Doi, M. (eds.), Forms of Control and Subordination in Antiquity, Leiden, 1988, 573.
En cuanto a la Guerra Panhelénica contra Persia, las fuentes (D.S. XVI 89; Plut. Phoc. 16.5) parecen indicar
que la decisión debió tomarse en un momento posterior al de la fundación de la Liga: Rhodes, P. J., Osborne,
R. (eds.), op. cit., 377.
16.  Antela-Bernárdez, B., “I.G. II2 329…”, 78.
17.  [Dem.] XVII, 15.
190 Borja Antela-Bernárdez

alianza. No obstante, no sabemos cuantos representantes tenía cada gobierno, y por tanto,
desconocemos qué diferencia real existía dentro de la Liga entre el número de represen-
tantes, por poner un ejemplo, de los atenienses (ciudad grande y con amplia capacidad de
contribución militar, aunque opuesta a Filipo) o los corintios (también opuestos al mace-
donio) y los de Platea, Orcómenos o Tespia, ciudades favorables a Filipo aunque de me-
nor capacidad económica y militar.
De cualquier modo, la instauración de la Liga resulta evidentemente, como había su-
cedido con las alianzas similares anteriores, una herramienta del dominio macedonio para
regular su autoridad sobre los griegos y legitimar su capacidad de represión de conflictos.
Tras la instauración de la Liga, Filipo señaló a los aliados y al resto de Grecia su
proyecto de guerra contra Persia. Los elementos propagandísticos de esta iniciativa
son múltiples18, destacando la naturaleza explícitamente vengativa del conflicto y la
relación del mismo con las arengas isocráticas19, por poner dos destacados ejemplos.
Asimismo, este proyecto permite a Filipo solicitar a los miembros de la Liga el primer
contingente de tropas20.
Tras la muerte de Filipo, Alejandro consigue renovar tanto su posición como coman-
dante en jefe (strategos autokrator) de la Liga como los tratados bilaterales que confor-
man la base de la misma21. Por la información contenida en el discurso “Sobre el tratado
con Alejandro”, de Ps. Demóstenes, sabemos que los parámetros básicos de la Liga en
tiempos de Alejandro debieron ser los mismos que en la época anterior, a saber, el respeto
de la autonomía y la libertad de los griegos (probablemente efectiva sólo para los aliados),
la defensa de la situación interna de cada miembro en el momento de fundación de la liga,
y la prohibición de fomentar cualquier tipo de cambio constitucional entre los aliados a
partir del momento de la formalización de los juramentos.
Por lo tanto, a la vista de los datos comentados hasta el momento, podemos hablar
de la Liga de Corinto como una alianza con una finalidad doble, siendo al mismo tiempo
una alianza militar y un acuerdo de carácter conservador con respecto a la organización y
gobierno interno de los miembros. En el apartado político, lo cierto es que poco se puede
decir con seguridad, pero sí que resulta interesante mencionar el papel de los “Defensores
de paz”22, que parecen haber sido magistrados del Sinedrión encargados de mantener la
paz entre los aliados y, en general, asegurar el cumplimiento de las cláusulas del tratado23.

18.  He centrado algunos de mis esfuerzos anteriores en estudiarlos en otros lugares: Antela-Bernárdez,
B., Alexandre… cit., 128-165; Id., “Alejandro Magno o la demostración de la divinidad” Faventia 29 (2009),
89-103. Asimismo, resulta imprescindible mencionar los trabajos de Flower, M., “Alexander the Great and
Panhellenism”, Baynham, E., Bosworth, A. B., Alexander the Great in fact and fiction Oxford, 2000, 96-135
y Faraguna, M., “Alexander and the Greeks”, Roisman, J. (ed.), Brill’s Companion to Alexander the Great,
Leiden, 2003, 99-130.
19.  Vid. Perlman, S. “Isocrates’ «Philippus» - a Reinterpretation” Historia 6 (1957), 306-317 ; Id.,
“Isokrates’ Advice on Philip’s Attitude towards Barbarians (V. 154)”, Historia 16 (1967), 338-343; Id.,
“Isocrates’ «Philippus» and Panhelenism” Historia 18 (1969), 370-374 ; Id., “Panhellenism, the Polis and Im-
perialism” Historia 25 (1976), 1-30; Antela-Bernárdez, B., Alexandre…cit., 131-140.
20.  Just. IX, 5.4-8. A su vez, los contingentes de auxiliares (?) griegos vuelven a ser mencionados en IX,
6.1, durante la boda de Cleopatra en la que tendrá lugar el asesinato de Filipo.
21.  Antela-Bernárdez, B., “I.G. II2 329…cit., 77.
22.  Ps.Dem. XVII, 10.4 y 7s; 16; Curt. III, 1.20. Asimismo, Tod, M. N., op. cit., vol 2, 177.
23.  Hammond, N.G.L. & Griffith, G. T., op. cit., 639-645.
El día después de Queronea: la liga de Corinto y el imperio macedonio sobre Grecia 191

Sin duda, un cargo similar a éste debía ser el ocupado por Antípatro, a quien Alejandro
habría dejado al cargo de los asuntos de Grecia antes de su partida. Sin embargo, podemos
documentar otros nombres, como el de Coragus o Proteas hijo de Andrónico, ocupando
funciones de defensa de la paz24.
Sin embargo, resulta más interesante resolver la cuestión del acuerdo militar. Sabe-
mos que tanto Filipo como Alejandro pretendían emplear la Liga como una herramienta
de control de las posibles hostilidades griegas desde un punto de vista interno, y que al
mismo tiempo en ambos casos tenemos noticia de la petición de tropas para llevar a cabo
la lucha panhelénica contra Persia. Algunos autores, en este sentido, han visto en la Liga
de Corinto una ruptura con respecto a la tradición panhelénica anterior y a la construc-
ción de la Paz Común25, que durante el s. IV había estado siempre basculando alrededor
de los parámetros establecidos por la Paz del Rey (386)26. De este modo, Filipo emplea
el mismo sistema teórico en el que se basaba la Koiné Eirene propuesta por el acuerdo de
386, aunque con el sustancioso cambio de garante de la paz, que hasta el momento había
sido siempre el rey persa y que a partir de ahora pasará a ocupar el rey de Macedonia, en
virtud de las estipulaciones fundacionales de la Liga.
En este sentido, la guerra contra Persia funcionará como eje vertebrador de la alianza
helénica. No obstante, no podemos equivocarnos al pensar que la configuración original
de la Liga, además de estar conformada por un pacto defensivo, se componía directamen-
te de un pacto ofensivo, puesto que en el momento del fin oficial de la campaña contra
Persia y el licenciamiento del ejército aliado, la Liga parece haber seguido en funciona-
miento, sin cambios aparentes. Por lo tanto, la guerra de venganza y la lucha contra Persia
no conforman un elemento inherente a la Liga, ya que ésta se basa, ante todo, como he-
mos podido apreciar en los documentos, en el mantenimiento de la Paz. Por ello, la con-
quista de Persia es un objetivo circunstancial para asegurar el mantenimiento de la Paz en
Grecia, pero no puede ser considerado el fin último de la Alianza Helénica, a la luz de los
datos conservados.
Mediante la lucha contra el Persa, los reyes macedonios debieron pretender, entre
otros fines, alejar la guerra del territorio griego, paso previo indispensable para su paci-
ficación. Las enormes oportunidades derivadas de la conquista de Asia resolverían mu-
chos de los problemas que habían dado lugar en el pasado a las luchas internas de los
griegos27. Y asimismo, la excusa de la defensa de la Hélade y la libertad ponía en manos
de Filipo y Alejandro un entramado institucional, presidido por ellos mismos y por el
Sinedrión, mediante el cual poder ejercer el control efectivo de los griegos, e incluso la
justificación para sofocar cualquier represión militar con motivo de posibles revueltas
contra el dominio macedonio. Teniendo en cuenta que la guerra contra Persia alejaría al

24.  Arr. Anab. II, 2.4; Heisserer, A. J., “Alexander’s Letter to the Chians” Historia 22 (1973), 196-197.
25.  Rhodes, P. J., Osborne, R. (eds.), op. cit., 378 defienden que las anteriores alianzas de Paz Común no
estaban provistas, como en este caso, de mecanismos efectivos, como el Sinedrión y del hegemón, con el que
asegurar el cumplimiento de los pactos de no agresión, por lo que la Liga de Corinto resulta, en su género, in-
novadora.
26.  Xen. Hell. V, 1. 31. Vid. Perlman, S., “Greek Diplomatic tradition and teh Corinthian League of Philip
of Macedon” Historia 34 (1985), 153-174.
27.  Hall, E. “Asia Unmanned: Images of Victory in Classical Athens”, Rich, J., Shipley, G. (eds.), War and
Society in the Greek World, Londres, 1993, 110.
192 Borja Antela-Bernárdez

rey de Macedonia de la geografía griega, la organización de la Liga garantizaba un buen


grado de seguridad al poder macedonio en territorio griego.
No obstante, hemos visto cómo uno de los elementos básicos de la Liga radica en la
capacidad de los hegemones Filipo y Alejandro para dirigir las acciones militares de la
Liga, y con ello, reclutar tropas mediante los aliados. En este sentido, siempre se ha defen-
dido la idea de que ambos reyes trataron de forma amistosa a la díscola Atenas a causa de
la necesidad que éstos tenían del apoyo de la flota ateniense en el proyecto de guerra contra
el Gran Rey28. Sin embargo, sorprende el pequeñísimo número de efectivos navales que
Atenas finalmente envió al frente oriental. el total del número de naves que conformaban el
contingente naval que acompañaba a Alejandro era de 160 naves, de entre las cuales Ate-
nas habría suministrado tan sólo 2029 , una cifra aproximadamente similar a la que habrían
cedido también otros gobiernos, especialmente las islas del Egeo, como Quíos, Ténedos
y otras. Sorprende que la potencia marítima de Atenas no destaque dentro del contingente
heleno. La respuesta habitual a esta cuestión ha expuesto el deseo de Alejandro de realizar
una campaña eminentemente terrestre, y por tanto, evitar la gestión de una flota numero-
sa. La inutilidad de la flota en los planes de Alejandro parece evidente por el rápido licen-
ciamiento de la misma. Resulta cuando menos extraño este comportamiento, si tenemos
en cuenta que la tradición historiográfica ha defendido siempre la Liga de Corinto como
una herramienta mediante la cual los macedonios pudieron llevar a cabo el reclutamiento
de tropas y encarar la conquista de Persia. Sin embargo, a la hora de rastrear la presencia
de estas tropas aliadas en el contingente de Alejandro encontramos ciertas dificultades. Si
seguimos los números de efectivos que conocemos30, aparte de con los macedonios, Ale-
jandro contaba con la caballería tesalia, muy amplia en número y de capital importancia,
aunque las relaciones de Macedonia y Tesalia debían desbordar el marco institucional de
la Liga de Corinto. Aparte de éstos, aparecen mencionados unos 7000 soldados aliados31,
un número muy poco importante: sólo los tracios y los ilirios ya proporcionan este mis-
mo número de hombres al ejército de invasión, sin estar vinculados a la Liga de Corinto,
sino en virtud de los acuerdos de paz con Alejandro32. Asimismo, los mercenarios griegos
empleados por Alejandro debieron estar por encima de los 7.00033, ya que al inicio de la
expedición se mencionan 5.000, pero a éstos hay que sumar los que ya estaban operando
bajo el mando de Parmenión en Asia Menor34. Este papel secundario de los aliados queda
patente en su ausencia en la mayoría de la campaña, siendo únicamente mencionados en

28.  Antela-Bernárdez, B., Alexandre…op.cit. 105-108.


29.  Hammond, N. G. L., Walbank, F. W., A History of Macedonia, vol. III, Oxford, 1972, 68. Debe men-
cionarse aquí la opinión de Ashley, J. R., The Macedonian Empire: The Era of Warfare under Philip II and Al-
exander the Great, Jefferson, 1995, 86, quien puntualiza que sólo tripulaciones altamente entrenadas, como es
el caso de la ateniense, estaban capacitadas para ganar batallas navales, pues estas victorias depende en mayor
medida de las habilidades náuticas que de condiciones numéricas.
30.  Bosworth, A. B., Alejandro Magno, Madrid, 1996, 380-390; Antela-Bernárdez, B., Alexandre…op. cit., 94.
31.  D.S. XVII, 17.3.
32.  D.S. XVII, 17.4.
33.  D.S. XVII, 17.3. Diodoro es la única fuente de entre los denominados “Historiadores de Alejandro” que
detalla directamente los efectivos por unidades y origen, a pesar de la problemática misma de su información
como fuente. Sobre estas cuestiones, vid. Antela-Bernárdez, B., Alexandre…93-99.
34.  D.S. XVII, 7.10; Bosworth, A. B., Alejandro Magno, Madrid, 1996, 389.
El día después de Queronea: la liga de Corinto y el imperio macedonio sobre Grecia 193

funciones secundarias o, como mucho, como reserva de la falange en Gaugamela (donde


todos los efectivos disponibles debieron ser necesarios).
¿Dónde están, pues, los soldados reclutados por la Liga de Corinto? Ni en la flota
ni en la infantería o la caballería podemos hablar de una verdadera fuerza griega en la
campaña. Por una referencia de Plutarco35, podemos pensar en que en muchos casos, in-
cluyendo el de ciudades tan importantes como la propia Atenas, el reclutamiento de sol-
dados para las necesidades del hegemon de la Liga pudo haberse llevado a cabo mediante
un pago, lo cual resulta sumamente provechoso para los reyes macedonios, que obtienen
recursos para mantener tropas sin los inconvenientes de haber de controlar contingentes
potencialmente hostiles36.
Quizás ésta contribución económica para la contratación de efectivos militares es
una práctica más generalizada de lo que podemos entrever37, y explicaría en cierto modo
la razón por la cual Alejandro solicita levas de los aliados38 muy poco tiempo después de
que lo hubiese hecho Filipo: en el caso de que no esté pidiendo hombres, sino una recau-
dación, el pago parece menos gravoso, y mucho más plausible. Por ello, buena parte de
estos contingentes griegos debieron ser mercenarios, y no soldados provenientes de las
poblaciones aliadas. No obstante, Alejandro se mostró reticente al empleo directo de los
mismos, por razones diversas en las que ahora no entraremos.
Puesto en duda, entonces, el verdadero motivo militar de la Liga de Corinto, sería bue-
no revisar las referencias a la jurisdicción de ésta a lo largo de la campaña. En primer lugar,
encontramos el caso de Tebas, que es destruida no sólo por rebelarse contra Alejandro39,
sino por haber violado las normas de la Liga. Las fuentes describen cómo la destrucción fue
resultado de la decisión del Sinedrión40. El beneficio del reparto de los territorios tebanos
entre algunos aliados macedonios queda patente en el testimonio transmitido por Arriano41,
y podría explicar las motivaciones de algunos miembros de la Liga para ratificar la brutal
acción de terrorismo bélico llevada a cabo por los macedonios al arrasar Tebas42.

35.  Plut. Foc. 16.


36.  Resulta pertinente recordar también las arengas demosténicas, que son un reflejo de las negativas de los ate-
nienses a participar de forma directa en campañas militares, y a la tendencia cada vez más común a lo largo del s. IV
de contratar mercenarios en lugar de emplear ejércitos ciudadanos. De este modo, es probable que destacados grupos
ciudadanos dentro de las poleis viesen con buenos ojos el reclutamiento de mercenarios con los que suplir las obliga-
ciones de su comunidad con la Liga, frente a la posibilidad, en su defecto, de la obligación de un servicio militar.
37.  Heisserer, A. J., Alexander the Great and the Greeks. The Epigraphical Evidence, Norman, 1980, 20-23.
38.  Tal y como parece indicar el texto de IG II2 329, por otra parte de controvertida interpretación: Vid.
Heisserer, A. J., Alexander…cit., 18; Tronson, A., “The Relevance of IG II2 329 to the Hellenic League of
Alexander the Great”, AW 12 (1985), 15–19; Worthington, I., “Alexander the Great and the Greeks in 336?
Another Reading of IG II2 329”, ZPE 147 (2004), 59–71; Antela-Bernárdez, B., “I.G. II2 329...cit., 78.
39.  Worthington, I., “Alexander’s destruction of Thebes” en Heckel, W., Tritle, L. A. (eds.), Crossroads of
History. The Age of Alexander the Great, Claremont, 2003, 65-86 ha propuesto una nueva interpretación con re-
specto a la destrucción de Tebas por Alejandro, explicando ésta mediante la hipótesis de que un posible familiar
de Alejandro, con derecho de sucesión y por ello, peligroso para la estabilidad de la corona macedonia, habría
tomado refugio en la ciudad de Tebas.
40.  D.S. XVII 14.1-4; Just. IX, 3.8; Plut. Alex. 11.11; Arr. Anab I, 9.9.
41.  Arr. Anab. I, 9.9.
42.  Purcell, N. “On the Sacking of Carthage and Corinth”, Innes, D. et al. (eds.), Ethics and Rethoric. Clas-
sical Essays for Donald Russell on his Seventy-Fifth Birthday, Oxford, 1995, 133 expone de forma magistral el
valor de la destrucción de ciudades en tanto que reverso de la fundación urbana, factor capital de la justificación
del poder a lo largo del Helenismo.
194 Borja Antela-Bernárdez

En segundo lugar, tenemos la condena y masacre de los mercenarios griegos al servi-


cio persa en Gránico. Tras la victoria sobre los persas, el ejército de Alejandro se encon-
tró ante los mercenarios griegos empleados por el Gran Rey, bajo el mando de Memnón
de Rodas, que habían sobrevivido al combate. El grupo de mercenarios pidió garantías
para poder rendirse, pero Alejandro no cedió. De un total de 20.000, tan sólo 2.000 fueron
hechos prisioneros por los macedonios, mientras que el resto pereció en un encarnizado
combate, en el que el ejército de Alejandro recibió un número importante de bajas43. Las
causas de esta salvaje matanza parecen haber sido las regulaciones de la Liga de Corinto,
que prohibía el medismo y castigaba a todo aquel, en especial si era griego, que luchase
contra los aliados o su hegemón, puesto que violaba la Paz Común estipulada por la Liga.
Asimismo, la crueldad de esta acción, como la de Tebas, demuestra el deseo de Alejandro
de no negociar con aquellos que participaran en el bando enemigo. Por su parte, los super-
vivientes fueron llevados a Macedonia condenados a trabajos forzados. Tenemos noticia
de los diversos intentos de los atenienses de obtener la libertad de aquellos de entre estos
hombres que tuviesen origen ateniense44.
Sorprende, sin embargo, que existan excepciones a este tipo de comportamiento. Por
ejemplo, cuando Alejandro encuentra a los mercenarios griegos fieles a Dario III en su
huída a Bactria (bajo el mando de Patrón de Fócide y Glauco de Etolia)45, y encarcela tan-
to a éstos46 como a los embajadores espartanos que allí se encontraban en busca del Gran
Rey47, por causa de haber violado los acuerdos de la Liga y la Paz común48. No obstante,
a los embajadores espartanos se les encarcela, lo que podría ser una prueba de su adhe-
sión a la Liga, o cuando menos, de su obligación de respetar la Paz Común. Con todo, el
modelo de recurso a la legislación de la Liga como mecanismo de punición sigue siendo
igual al empleado en el caso de Tebas.
Un tercer ejemplo de excepción es la revuelta de Agis III49. Esparta, Élis, Acaya (con
la excepción de Pelene) y Arcadia (con la excepción de Megalópolis) se unieron bajo el
mando del rey lacedemonio Agis III para luchar contra Antípatro50, representante en jefe
de Alejandro en Grecia, probablemente incluso dentro de la Liga, por la libertad de los

43.  Plut. Alex. 16.13-14. Sobre este episodio, vid. Parke, H. W., Greek Mercenary Soldiers, Oxford, 1970,
180; McCoy, W.J., “Memnon of Rhodes at the Granicus”AJPh 110 (1989), 413-433; Hammond, N.G.L., “Vivid
Tenses in Arrian” Historia 46 (1997), 427-429.
44.  Arr. Anab. III, 6.1
45.  Arr. Anab. III, 11.7; 16.2; Curt. V, 8.3; 12.4.
46.  Finalmente, éstos mercenarios no fueron ni ejecutados ni condenados, sino que Alejandro les obligó a
enrolarse en su propio ejército. Seguramente el cambio de las circunstancias desde Gránico explica esta actitud
más moderada. Vid. Bosworth, A. B., Alejandro…cit., 105.
47.  Arr. Anab. III, 24.4
48.  A excepción de aquellos de origen sinopense, pues Sinope era aliada de Persia, y por tanto, no viola-
ba la Paz Helénica, y de los mercenarios griegos que estuviesen al servicio persa antes de la fundación de los
acuerdos de Paz, que quedaban absueltos.
49.  La bibliografía sobre esta cuestión es abundante, y viene a sumarse a la dedicada al estudio del joven
rey macedonio, de por sí inabarcable: Badian, E., “Agis III” Hermes, 95 (1967), 170-192; Cawkwell, G. L.,
“The Crowning of Demosthenes” CQ 19 (1969), 163-180; Ste Croix, G. E. M. “Appendix XXX: The Revolt of
Agis III”, Id., The Origins of the Peloponnesian War, Londres, 1972, 376-378; McQueen, E. I., “Some notes on
the Anti-Macedonian Movement in the Peloponnese in 331 B. C.” Historia 27 (1978), 40-64; Borza, E., “The
End of Agis Revolt”, Thomas, C. G. (ed.), Makedonika, Claremont (1995), 201-210.
50.  Aesch. III, 165.
El día después de Queronea: la liga de Corinto y el imperio macedonio sobre Grecia 195

griegos. Probablemente, la base jurídica de la revuelta es la misma que la de la Liga de


Corinto: aunar a los griegos bajo la dirección de un líder militar que garantizase la auto-
nomía y la Paz Común. Agis debía pretender sencillamente sustituir a Alejandro51. Tras
la victoria macedonia contra los rebeldes, Antípatro dejó la cuestión en manos del Sine-
drión52, quien parece haber ejercido de juez al imponer las penas por haber atentado con-
tra la Liga. Elis, Acaya y Tegea eran miembros de la Liga, por lo que su culpabilidad era
mayor que la de otras ciudades involucradas (Tegea fue perdonada por capitular antes de
la batalla53), aunque finalmente la responsabilidad final recayó sobre Esparta. Una multa
económica y la cesión de rehenes espartanos fue el resultado de la revuelta, aparte de la
sumisión de Esparta a los designios de la Liga, aunque desconocemos si en algún momen-
to llegó a estar asociada como miembro.
Mediante los ejemplos más destacados, comentados aquí, de las acciones de Alejandro y
los macedonios relacionadas con la Liga de Corinto, podemos apreciar cómo, pese a re-
vestir un formato de alianza militar evidente, lo cierto es que en la puesta en práctica del
tratado no aparece en modo alguno participación activa a nivel militar por parte de los
miembros de la Alianza. Por el contrario, la utilidad de la Liga en el aspecto militar de-
viene mucho más en un sentido judicial, es decir, en tanto que tribunal donde se deciden
las condenas o las penas que cualquier transgresor de los tratados de la Liga debe cumplir.
Con ello, nuestra perspectiva de la Liga Helénica debe modificarse, y puede ser entendi-
da, en mayor medida, como un sistema de reparto de responsabilidades ante los castigos
derivados de la imposición del control macedonio sobre Grecia, y un órgano de soporte de
la política macedonia para los aliados de ésta en la Hélade. Frente a su importancia mili-
tar, que es mínima, su capacidad para gobernar los asuntos de Grecia, en relación directa
con el hegemonía Alejandro, es la verdadera fuente de su poder y de su importancia.

51.  D.S. XVII, 62. 1 establece que la rebelión tuvo como causa el miedo al enorme poder adquirido por
Alejandro en su victoria contra Darío, muy probablemente en Isos. A su vez, D. S. XVII, 48.1 atestigua el reclu-
tamiento por parte de Agis III de de 8000 mercenarios griegos que habían estado al servicio del Gran Rey hasta
la derrota de Isos, siendo supervivientes de esta batalla, y por ello, quizás también más deseosos de combatir
contra el poder macedonio
52.  D.S. XVII, 73.5; Curt. VI, 17.20
53.  McQueen, I. E., op. cit. 52-53.
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