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Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional
desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual
de la Institución.
La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.
García Quiroga, E. (2011, mayo-junio). Néstor Domingo Cichero [en línea]. Presentado en Jornadas “La Escuela
Jurídica Católica en el Derecho Civil Argentino”, Universidad Católica Argentina, Facultad de Derecho, Buenos Aires,
Argentina.
Disponible en http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/nestor-cichero-garcia-quiroga.pdf [Fecha de
consulta: ….]
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Proemio
También a Marta e Inés Cichero, dos de sus hijas, que me facilitaron el acceso al
archivo de su padre. Un archivo que refleja la personalidad de su titular: sencillo, prolijo,
breve y, a la vez, de un contenido muy rico.
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“Semblanza de Néstor Cichero”, ED 208-654.-
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No voy a centrar entonces en su producción jurídica este trabajo, sino que trataré
de ofrecer una semblanza de su personalidad distinguiendo tres aspectos:
I) lo que hizo,
II) cómo lo hizo,
III) y lo que dejó de hacer.
Adelanto desde ya que en estos dos últimos puntos (el tercero seguramente menos conocido
por la discreción que caracterizó a Cichero) radica la grandeza de este juez y la razón de
haberlo incluído dentro de este grupo de juristas emblemáticos.-
I) lo que hizo.-
Desde chico creció en un ambiente con una fuerte inclinación por el derecho. Su
padre, Domingo Cichero, descendiente de un armador naval que había llegado a la
Argentina en tiempos de Rosas 77 , fue un abogado que a su versación jurídica unía una
cultura notable. Elegante escritor, mereció algún elogio de Rubén Darío en cartas que
intercambiaban rememorando contingencias de viajes a Europa.-
Su abuelo materno, David de Tezanos Pinto, fue otro distinguido abogado del
foro porteño. Académico y catedrático de Derecho Civil y Derecho Canónico en la Facultad
de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (fue el último titular de la cátedra de
Derecho Canónico en esa Facultad), miembro de la primer comisión directiva del Colegio
de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y su segundo presidente.-
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Sebastiano Cichero, hijo de Doménico Cichero y de Angela Caffarena nació en Italia el 21 de enero de
1810. En 1842 partió desde Génova para radicarse en Buenos Aires. Era oriundos de Recco, un pueblo de la
costa del Ligure.
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Nuevamente convocado para ejercer el cargo que tan bien había honrado, el 25
de Abril de 1976 se reincorpora a la Cámara Civil conformando la Sala E junto con los
Dres. Marcelo Padilla y Jorge Fliess.-
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Designado el 4/1/1939.-
83
Designado el 11/12/1942 por decreto 137.776/42.
84
Designado el 19/1/1943.-
85
Designado el 20/12/1945.-
86
Designado por decreto 125.308/42 del 23/7/1942.-
87
Designado presidente por decreto ley 15.355/46 del 31/5/1946.-
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El 4 de Noviembre de 1955, con la asistencia del Ministro de Interior y Justicia, Dr. Eduardo Busso, el
presidente de la Corte Suprema, Dr. Alfredo Orgaz, tomó juramento a Cichero junto con los camaristas Abel
M. Fleitas, Acdel Ernesto Salas, Luis M. Boffi Boggero, Enrique Díaz de Guijarro y José V. Martínez, entre
otros.-
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Había sido designado por Acordada 31/1974 del 30/7/1974. Renunció el 9/8/1974.-
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Hasta aquí nos hemos referido en apretada síntesis a lo que hizo Néstor Cichero
como jurista, que no fue poco por cierto. Pero la inclusión de su figura en estas jornadas y
su recuerdo aún vigente, no se debe a sus escritos ni a su destacada carrera judicial sino al
modo en que desempeñó su oficio de juez al que dedicó y ciñó su vida, aún su vida privada
-diría mejor, empezando por su vida privada- con renuncia a todo lo que pudiera sustraerlo
de la tarea judicial.-
Cichero era muy conciente de la función que tenía por mandato de la sociedad,
que consistía en obtener racionalmente del derecho vigente una solución justa para los
conflictos jurídicos que debía dirimir. El consideraba – y en esto cito uno de sus votos –
“que la regla moral está ínsita en el derecho de modo que no cabía adoptar decisiones que
resultaran lesivas a sus dictados”. En consecuencia, el juez no podía convertirse en aquel
ser inanimado, mera boca de la palabra de la ley que propiciaba Montesquieu.
habían de encontrarse los instrumentos idóneos para evitar, que de la aplicación mecánica
de algún texto legal, se llegara a una situación de notoria injusticia 95 .-
95
No se trataba tampoco del personal criterio del juez con prescindencia de la ley sino de hallar en la
legislación vigente las normas y principios que autorizaban – como en los casos de los arts. 656, 907, 953,
1069, 1306, 1316 bis, 1638, entre otros – en ciertos casos concretos, a morigerar el rigor legal por razones de
moral y equidad como se acentuaba en la reforma de 1968, “abriendo camino a la antigua regla del art. 953
del Código de Vélez y proporcionando a los jueces los medios adecuados para evitar que por un excesivo
apego a las fórmulas legales o judiciales se consoliden situaciones de irritante injusticia. Se trata de un poder
moderador que ejercido con la debida prudencia permite arribar a resultados valiosos” (LL 1977-D-463).-
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“De Antueno, Carlos A. y otra c/ Bavaro de Inamorato, Rita” (CNCiv. Sala E, 8//1977, LL 1977-D-462/5),
antecedente del plenario “La Amistad S.R.L. c/ Iriarte, Roberto” del 9/9/1977 (LL 1977-D-1/57)
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ED 208-654.-
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Domine - es aquel que domina algo, que es dueño de algo. Néstor tuvo esa característica
esencial, y el primer objetivo de su dominio fue su propia persona, que es por donde debe
empezar el señorío. Un señor es aquel que puede señorear sobre las pasiones que lo asaltan,
sobre los impulsos que lo acechan, como a cualquier ser humano, triunfar sobre ellos y,
además, tener la elegancia de que no se note la existencia de una lucha, si es que tal lucha
existe.-
Ese dominio, esa paz interior que se advertía en él, provenía de razones
espirituales muy hondas. Cichero era un cristiano cabal, un hombre de fe, y la presencia de
esas raíces teñía todo su actuar, desde sus modales exteriores, hasta sus decisiones más
profundas”. Fue siempre Señor de sí dueño de una modestia ejemplar y un genuino sentido
del humor.-
Dejo los conceptos del “ser de Cichero” que desgrana tan bien Mazzinghi para
volver a su vida cotidiana que traté de reconstruir para preparar este trabajo.-
a la Justicia y de manera particular expresión del ejemplo que Ud. nos ha dado a los
hombres de mi generación.
La trayectoria de una persona se define por lo que hizo, por cómo lo hizo y
también por lo que dejó de hacer. Y en Cichero, lo que dejó de hacer – tanto en su
actuación pública como en su vida privada - también tiene ribetes de ejemplariedad.-
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Esta carta fue enviada por el Dr. Carlos Raúl Sanz a Cichero el 27 de marzo de 1979. El Dr. Sanz autorizó
su transcripción destacando la necesidad de reconocer a las personas la actuación que han cumplido cuando se
retiran de una función y no, como generalmente se hace, cuando la asumen.-
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