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Presentación 7
Los Inicios 9
Jorge Gelman
Debate... 5
PRESENTACIÓN
Debate... 7
también es cierto para los enfoques más recientes sobre el tema, puesto que se ha
decidido no engrosar el presente trabajo con historiadores cuya lectura es más accesi-
ble y actual, como es el caso de autores tales como Tulio Halperín Donghi y José
Carlos Chiaramonte.
Consideramos que estas aclaraciones son necesarias para la lectura de los si-
guientes textos, dado que entendemos que circunscribir las miradas sobre el tema so-
lamente a los autores expuestos aquí, puede tener un efecto contraproducente sobre el
cual queremos alertar. Esperamos asimismo que lo expuesto más adelante sirva tam-
bién como una introducción a la compleja relación entre la problemática propuesta y
las diferentes trayectorias políticas e intelectuales desde la que ha sido abordada.
Los responsables
LOS INICIOS
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país en el siglo XIX; la segunda, tratada históricamente como "medieval", no pasa de normal, único, a mi juicio, en el mundo, y el solo basta para explicar toda
ser el refugio de las pasiones embrionarias, de la ignorancia, la brutalidad, y del odio nuestra revolución. Había, antes de 1810, en la República Argentina, dos socie-
hacia las ciudades. Esta es la idea que ilustra magníficamente con la figura del caudillo dades distintas, rivales e incompatibles, dos civilizaciones diversas: la una, es-
riojano Facundo Quiroga. Es en esta clave como se puede entender el libro, que comien- pañola, europea, culta, y la otra, bárbara, americana, casi indígena; y la revolu-
za con una descripción geográfica y social. Luego se detiene en la Revolución de ción de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos
1810, entendida como movimiento de las ciudades, para después analizar la biografía maneras distintas de ser de un pueblo, se pusiesen en presencia una de otra, se
del caudillo riojano y su contexto provincial. A partir de allí estudia la participación de acometiesen y, después de largos años de luchas, la una absorbiese a la otra. He
este en la vida política y en las guerras civiles. Finalmente, termina con una mirada indicado la asociación normal de la campaña, la desasociación. Peor mil veces
hacia el régimen rosista y su posible futuro; capítulo que titula significativamente "Pre- que la tribu nómade; he mostrado la asociación ficticia, en la desocupación; la
sente y porvenir". formación de las reputaciones gauchas: valor, arrojo, destreza, violencias y
oposición a la justicia regular, a la justicia civil de la ciudad. Este fenómeno de
Capitulo 3: Asociación - La pulpería organización social existía en 1810, existe aún, modificado en muchos puntos,
modificándose lentamente en otros e intacto en muchos aún. Estos focos de
reunión del gauchaje valiente, ignorante, libre y desocupado, estaban disemi-
"El caudillo argentino es un Mahoma, que pudiera, a su antojo, cambiar la
nados a millares en la campaña. La revolución de 1810 llevó a todas partes, el
religión dominante y forjar una nueva. Tiene todos los poderes: su injusticia es
movimiento y el rumor de las armas. La vida pública, que hasta entonces había
una desgracia para su víctima, pero no un abuso de su parte porque él puede ser
faltado a esta asociación araberromana, entró en todas las ventas, y el movi-
injusto; mas todavía; él ha de ser injusto necesariamente; siempre lo ha sido.
miento revolucionario trajo, al fin, la asociación bélica en la montonera provin-
Lo que digo del juez es aplicable al comandante de campaña. Este es un perso-
cial, hija legítima de la venta y de la estancia, enemiga de la ciudad y del ejér-
naje de la más alta categoría que el primero, y en quién han de reunirse, en más
cito patriota revolucionario. Desenvolviéndose los acontecimientos, veremos
alto grado, las cualidades de reputación y antecedentes de aquel. Todavía una
las montoneras provinciales con sus caudillos a la cabeza; en Facundo Quiroga,
circunstancia nueva agrava, lejos de disminuir, el mal. El gobierno de las ciu-
últimamente triunfante en todas partes, la campaña sobre las ciudades, formar-
dades es el que da el título de comandante de campaña; pero como esta última se al fin, el Gobierno central, unitario, despótico, del estanciero don Juan Ma-
es débil en el campo, sin influencias y sin adictos, el Gobierno hecha mano de nuel de Rosas, que clava en la culta Buenos Aires, el cuchillo del gaucho y
los hombres que mas temor le inspiran, para encomendarles este empleo, a fin destruye la obra de siglos, la civilización, las leyes y la libertad." (Sarmiento:
de tenerlos en obediencia; manera muy conocida de proceder de todos los go- 1967; 59-60)
biernos débiles, y que alejan el mal del momento presente, para que se produz-
ca mas tarde en dimensiones colosales. Así, el Gobierno Papal hace transaccio-
nes con los bandidos, a quienes da empleos en Roma, estimulando con esto el Capítulo 4: Revolución de 1810
bandalaje y creándole un porvenir seguro; así el Sultán concedía a Mehemet-
Alí la investidura de bajá de Egipto, para tener que reconocerlo mas tarde rey "Este movimiento espontáneo de las campañas pastoriles fue tan ingenuo en
hereditario, a trueque de que no lo destronase. Es singular que todos los caudi- sus primitivas manifestaciones, tan genial y tan expresivo de su espíritu y ten-
llos de la revolución argentina han sido Comandantes de Campaña. López e dencias, que abisma, hoy, el candor de los partidos de las ciudades que lo asi-
Ibarra, Artigas y Güemes, Facundo y Rosas. Es el punto de partida de las ambi- milaron a su causa y lo bautizaron con los nombres políticos que a ellos los
ciones. Rosas cuando hubo apoderádose de la ciudad, exterminó a todos los dividían. La fuerza que sostenía a Artigas, en Entre Ríos, era la misma que, en
comandantes que lo habían elevado, entregando este influyente cargo a hom- Santa Fe, a López; en Santiago a Ibarra; en los Llanos a Facundo. El individua-
bres vulgares que no pudiesen seguir el camino que él había traído: Pajarito, lismo constituía su esencia, el caballo, su arma exclusiva, la pampa inmensa, su
Celarrayán, Arbolito, Pancho el Ñato y Molina, eran otros tantos comandantes teatro. Las hordas beduinas que hoy importunan con su algazara y depredacio-
de que Rosas purgó el país." (Sarmiento: 1967; 58-59) nes las fronteras de la Argelia dan una idea exacta de la montonera argentina,
"La vida de los campos argentinos, tal como la he mostrado, no es un acci- de que se han servido hombres sagaces o malvados insignes. La misma lucha
dente vulgar: es un orden de cosas, un sistema de asociación característico, de civilización y barbarie de la ciudad y el desierto existe hoy en África; los
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parrones de una viña, de donde no se le saca sino después de tres días. ¿No es chanza en momentos en que él no estaba para chanzas; a una mujer, en Mendoza,
ya el caudillo que va a desafiar, más tarde, a la sociedad entera? que le había dicho al paso, "Adiós, mi general', cuando él iba enfurecido por-
que no había conseguido intimidar a un vecino tan pacífico, tan juicioso, como
[Sarmiento continúa describiendo diversos hechos de Facundo en otras ciudades del era valiente y gaucho, doscientos azotes.
interior] Facundo reaparece después en Buenos Aires, donde en 1810 es enrolado, como
recluta, en el regimiento de Arribeños que mandaba el general Ocampo, su
Lo más ordenado que de esta vida obscura y errante he podido recoger, es lo compatriota, después Presidente de Charcas. La carrera gloriosa de las armas
siguiente: Hacía el año 1806 vino a Chile, con un cargamento de grana, de se abría para él, con los primeros rayos del sol de mayo; y no hay duda, que con
cuenta de sus padres. Jugólo con la tropa y los troperos, que eran esclavos de su el temple de alma de que estaba dotado, con sus instintos de destrucción y
casa. Solía llevar a San Juan y Mendoza, arreos de ganado a la estancia paterna, carnicería, Facundo, moralizado por la disciplina y ennoblecido por la sublimi-
que tenían siempre la misma suerte, por que en Facundo, era el juego una pa- dad del objeto de la lucha, habría vuelto un día del Perú, Chile o Bolivia, uno de
sión feroz, ardiente, que le resecaba las entrañas. Estas adquisiciones y pérdi- los generales de la República Argentina, como tantos otros valientes gauchos,
das sucesivas debieron cansar las larguezas paternales, porque, al fin, interrum- que principiaron su carrera desde el humilde puesto de soldado. Pero el alma
pió toda relación amigable con su familia. rebelde de Quiroga no podía sufrir el yugo de la disciplina, el orden del cuartel,
Cuando era ya el terror de la República, preguntábale uno de sus cortesanos: " ni la demora de los ascensos. Se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe,
¿Cuál es, general, la parada más grande que ha hecho en su vida?" "Setenta a crearse él solo, a despecho de la sociedad civilizada y en hostilidad con ella,
pesos" -contestó Quiroga con indiferencia; acababa de ganar, sin embargo, una una carrera a su modo, asociando el valor y el crimen, el gobierno y la desorga-
de doscientas onzas. Era, según lo explicó después, que en su juventud, no nización. Más tarde, fue reclutado para el ejército de los Andes y enrolado en
teniendo sino setenta pesos los había perdido juntos a una sota. los Granaderos a caballo: un teniente García, lo tomó de asistente, y bien pron-
Pero este hecho tiene su historia característica. Trabajaba de peón en Mendoza, to, la deserción dejó un vacío en aquellas gloriosas filas. Después, Quiroga,
en la hacienda de una señora, sita aquélla en el Plumerillo. Facundo se hacía como Rosas, como todas esas víboras que han medrado a la sombra de los
notar, hacía un año, por su puntualidad en salir al trabajo y por la influencia y laureles de la patria, se ha hecho notar por su odio a los militares de la Indepen-
predominio que ejercía sobre los demás peones. Cuando éstos querían hacer dencia, en los que uno y otro han hecho una horrible matanza.
falla para dedicar el día a una borrachera, se entendían con Facundo, quien lo Facundo, desertando de Buenos Aires, se encamina a las provincias con tres
avisaba a la señora, prometiéndole responder de la asistencia de todos al día compañeros. Una partida le da alcance: hace frente, libra una verdadera batalla,
siguiente, la que era siempre puntual. Por esta intercesión llamábanle los peo- dando muerte a cuatro o cinco, puede continuar su camino, abriéndose paso,
nes, el Padre. Facundo, al fin de un año de trabajo asiduo, pidió su salario, que
todavía, a puñaladas, por entre otras partidas que hasta San Luis le salen al
ascendía a setenta pesos, montó en su caballo sin saber adónde iba, vio gente en
paso. Más tarde, debía recorrer este mismo camino con un puñado de hombres,
una pulpería, desmontóse y alargando la mano sobre el grupo que rodeaba al
disolver ejércitos en lugar de partidas e ir hasta la Ciudadela famosa de Tucumán,
tallador, puso sus setenta pesos en una carta: perdiólos y montó de nuevo, mar-
a borrar los últimos restos de la República y del orden civil.
chando sin dirección fija, hasta que a poco andar, un juez Toledo, que acertaba
Facundo reaparece en los Llanos, en la casa paterna. A esta época se refiere un
a pasar a la sazón, le detuvo para pedirle su papeleta de conchavo. Facundo
suceso que está muy válido y del que nadie duda, Sin embargo, en uno de los
aproximó su caballo en ademán de entregársela, afectó buscar algo en el bolsi-
manuscritos que consulto, interrogado su autor sobre este mismo hecho, con-
llo, y dejó tendido al juez de una puñalada. ¿Se vengaba en el juez, de la recien-
testa: "que no sabe que Quiroga haya tratado nunca de arrancar a sus padres
te pérdida? ¿Quería sólo saciar el encono de gaucho malo contra la autoridad
civil y añadir este nuevo hecho al brillo de su naciente fama? Lo uno y lo otro. dinero por la fuerza"; y contra la tradición constante, contra el asentimiento
Estas venganzas sobre el primer objeto que se presentaba, son frecuentes en su general, quiero atenerme a este dato contradictorio. ¡Lo contrario es horrible!
vida. Cuando se apellidaba general y tenía coroneles a sus órdenes, hacía dar Cuéntase qué habiéndose negado su padre a darle una suma de dinero que le
en su casa, en San Juan, doscientos azotes a uno de ellos, por haberle ganado pedía, acechó el momento en que padre y madre dormían la siesta, para poner
mal, decía Facundo; a un joven, doscientos azotes, por haberse permitido una aldaba a la pieza donde estaban y prender fuego al techo de pajas con que están
cubiertas, por lo general las habitaciones de los Llanos.
"Por este tiempo empezó a distinguirse el teniente coronel don Martín Güemes,
Galería de celebridades argentinas6 (1857) que fue quien relevó a Dorrego como jefe de vanguardia. Este caudillo, desti-
nado a adquirir una gloriosa a la vez que triste celebridad, hacía parte entonces
La "Galería de celebridades" es una obra colectiva, donde se intenta fundar un de la oficialidad del ejército auxiliar; y aunque educado y perteneciente a una
panteón de héroes-modelos de la nueva nación. Claramente esta compuesta con un fin notable familia de Salta, manifestó siempre una tendencia a halagar las pasio-
cívico-pedagógico, donde se exponen las biografías de personajes históricos argenti- nes de las multitudes para conquistarse su afecto, y dividirlas de las clases cul-
nos, quizá en tanto partícipes de la construcción de la nación en la clave historiográfica tas de la sociedad, haciendo de ellas el pedestal de su elevación. Era Güemes un
de Mitre. En esta etapa la visión de Mitre es negativa sobre el conjunto del caudillismo arrogante oficial...
(en relación estrecha con el conflicto contemporáneo entre la Confederación y el Esta-
do de Buenos Aires). Esta visión se matizará en las obras posteriores, ya con el país [Mitre relata los servicios militares de Güemes]
unificado.
He aquí el retrato que de él hace el general Paz, que le conoció particularmente:
"Pero tenemos otro género de celebridades, que aunque no merezcan como los "Poseía esa elocuencia peculiar que arrastra las masas. Principió por identifi-
anteriores, las bendiciones de la posteridad agradecida, se presentarán a sus carse con ellas, adoptando su traje en la forma, pero no en la materia porque era
ojos con el resplandor siniestro de aquella soberbia figura de Milton, que pre- lujoso en un sentido, y afectando las maneras de aquellas gentes poco civiliza-
tendía arrastrar en su caída las estrellas del firmamento. das. Cuando proclamaba, solía hacer retirar todas las personas de educación, y
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organización constitutiva que unos anhelaban por instinto y otros buscaban en
individualismo marcado y persistente, que llevaba en sí una fuerza explosiva.
el orden superior de las ideas.
Compelidas o apasionadas las masas campesinas, siguen el movimiento revo-
Este movimiento desordenado de la democracia semibárbara, esta anarquía
lucionario, interpretándolo, aplicándolo a su manera hacen brotar otra revolu-
multiforme, este estallido de fuerzas explosivas, estas aspiraciones vagas hacia
ción social del seno mismo de la revolución política, cada cual con su objetivo
un ideal inconsciente, esta intervención de pasiones tumultuosas, de ambiciones
y persiguiendo cada una de ellas un ideal, que procura hacer prevalecer por
bastardas, esta acción disolvente del bandolerismo revistiendo formas políti-
medios análogos a sus fines, en que interviene la acción recíproca de las fuer-
cas, pudo haberse prevenido en parte o regularizado hasta cierto punto; pero no
zas vitales y de las pasiones encendidas, aunque visiblemente un principio su-
era posible eliminarlo del todo, dadas las condiciones y los antecedentes revo-
perior domine su antagonismo. Estas dos revoluciones gemelas, confundidas
lucionarios. Precisamente porque fue una revolución y no una simple muta-
algunas veces en su dualismo, y divididas otras, combinan sus fuerzas, se neu-
ción de escena o evolución normal; porque era condición de vida y de progreso
tralizan, se chocan y concurren unidas a la disolución de la sociedad vieja,
destruir lo viejo y crear lo nuevo dentro de elementos orgánicos; porque este
prolongando los dolores de la comunidad, y malgastan sus elementos vitales
resultado no podía alcanzarse sino revolucionando la sociedad entera, precisa-
por los medios puestos en juego así para el bien como para el mal. Éste era el
mente por eso, no era posible eliminar las fuerzas incoherentes que debían pro-
resultado natural de un movimiento en que, la mayoría ignorantes llamada a
ducir ese resultado, con todos sus inconvenientes, con todos sus dolores y con
obrar y combatir y por lo tanto a influir de hecho, y por consecuencia a pensar
todos sus deplorables extravíos.
como podía y sabía para ejercer esas funciones, no se hallaba al nivel de la
inteligencia primero concibió la revolución, la llevó a cabo y la organizó civil- En medio de su desorden real y de su tendencia anárquica y disolvente, aquel
mente, contando para hacerla triunfar con fuerzas que estimó poderosas, pero movimiento extrañaba un principio vital, tenía una cohesión relativa y obede-
cuya energía no pudo calcular bien de antemano. De este desnivel era consecuen- cía a una ley, en sus fenómenos de descomposición y precomposición. La
cia lógica la reacción de las masas plebeyas, su insurrección, y la anarquía amplitud de sus estremecimientos orgánicos, diseñó los contornos de una na-
también; así como lo era la acción constante de las fuerzas unificadoras, cionalidad marcada, estableciendo su unidad moral por la solidaridad del do-
reguladoras, y conservadoras, que imprimían movimiento a la máquina del go- lor. Su espontaneidad democrática, reveló la forma innata de la república ha-
bierno general, resistiendo a la disolución interna y combatiendo contra los ciendo imposible el establecimiento de una monarquía artificial con que soña-
enemigos externos. ban los pensadores fatigados. Socavando por espíritu de destrucción los ci-
mientos de la sociedad política, echó por tierra la vetusta armazón del mundo
Llamadas las masas sin preparación a tomar parte en el gobierno, era natural colonial, y obligó a los políticos a levantar una nueva fábrica sobre sus ruinas,
que la tomaran de hecho, primero en la guerra, luego en la política militante, y rompiendo con las tradiciones del pasado. Guiado por un instinto ciego de exa-
crearan según sus nociones, poderes a imagen y semejanza suya, que represen- gerada independencia, de individualismo casi salvaje y de disgregación
tasen sus instintos enérgicos o brutales, que a veces rayaban en el fanatismo. brutal."(Mitre; 1887 : III, pp, 30-33).
Tal fue el origen de los caudillos populares de la anarquía argentina. Estos
caudillos, elegidos unos, impuestos otros, salidos de la misma masa, partici-
pando de las mismas pasiones, se hicieron la encarnación de esa democracia
indisciplinada, semibárbara, con vitalismo propio en algunas partes, con ten-
dencias puramente vandálicas y disolventes en otras, pero siempre vivaz y ro-
busta como un elemento indígena. Los caudillos, al absorber la fuerza de las
masas se convirtieron en mandones irresponsables, se perpetuaron por la vio-
lencia en el poder, y arbitros de las voluntades de sus subordinados los arrastra-
ron tras sí, y los condujeron al campo de la guerra civil o en contra del enemigo
exterior, desmoronando con ellos la sociedad vieja a la par que agotaban las
fuentes de la vida común y comprometían el éxito de la lucha por la indepen-
dencia, rebajando el nivel político y moral de los pueblos, y dificultando la
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NOTAS
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ya había enunciado la centralidad del ámbito rural para explicar la emergencia de los Medicina y de la Academia Nacional de la Historia. Colaboró en distintos diarios de
caudillos. Bs. As., como "Sud América", "El Nacional", y "El País"; así como en la "Revista de
Al mismo tiempo, una característica no menor en estos autores, y que los dife- Medicina Legal y Mental" (dirigida por José Ingenieros).
rencia claramente de la generación anterior, va a ser la fusión de la historiografía con Entre su bibliografía podemos mencionar: Pasiones (1893), La anarquía ar-
otras disciplinas, como por ejemplo la psicología o la biología. Esto, que es una clara gentina y el caudillismo (1904), La Iglesia en América y la Dominación Española
marca de época, va a ser producto de que para estos autores las realidades estudiadas (1904), Socialismo Argentino y Legislación Obrera (1912) y Dos Mundos (novela,
requieren para su comprensión un armazón teórico complejo, que convivirá no sin 1926)
tensiones con el relato y las explicaciones más propiamente históricas. Esta caracterís-
tica tiene implícita una diferencia más profunda : mientras en la tradición anterior se
hacía énfasis en la voluntad política y en la narración de los acontecimientos políticos, La anarquía argentina y el caudillismo. Estudio psicológico de los orígenes nacio-
en esta nueva mirada la confianza en la voluntad subjetiva será relativizada, explicán- nales hasta el año XXLX (1904)8
dose los acontecimientos a partir de otros fenómenos : la herencia biológica, las deter-
minaciones del ambiente, la psicología de los actores en cuestión, la psicología de las En este libro, Ayarragaray busca las causas o condiciones de posibilidad del
masas, etc. caudillismo, fenómeno que, como se desprenderá de la lectura de los siguientes párra-
Estos dos puntos (el alejamiento de la narración y la investigación en torno a fos, es juzgado unilateralmente, aunque reconociendo diferenciaciones internas. En
los acontecimientos históricos, junto con el constante recurso a paradigmas hoy consi- su análisis, el autor reniega detenerse en "las formas externas y aparentes de los acon-
derados ajenos a las ciencias sociales), han sido considerados como las causas de que tecimientos", para concentrarse en lo que él considera las causas profundas que gene-
no se haya consolidado en torno a estos autores una escuela específicamente ran los mismos.
historiográfica (Halperín : 1996, pág. 55).
La otra perspectiva que surgirá en la época, aparece con la obra de David Peña
(parte de la cual presentamos más adelante) y pronto será continuada por autores "Las modalidades, que desde sus orígenes reveló nuestro espíritu político,
como Luis V. Varela y Juan A. González Calderón. En este caso, el estudio de los sustentábanse en la constitución hereditaria, y sus rasgos fundamentales en la
caudillos seguirá más próximo a la corriente historiográfica clásica, pero con una alte- complexión histórica española y colonial. Allí se encuentran los sedimentos
ración fundamental: a diferencia del enfoque predominante de la generación anterior, graníticos, que dieron el declive definitivo a las disposiciones de nuestra men-
estos autores rescatarán el papel de los caudillos en la formación del orden constitu- talidad de ciudadanos.
cional. ...)
Se instalará en estos años, por lo tanto, lo que en la década del 20 será profun- En consecuencia, para discernir con claridad la anarquía argentina y el
dizado desde la llamada "Nueva Escuela Histórica", sobre todo por Emilio Ravignani; caudillismo, que es su expresión natural, debemos analizar la índole del genio
aunque también se ha visto en D. Peña un adelanto de lo que en la década del 30 será político castellano, el cual una vez aquilatado, nos dará la sustancia que nutrió
un lugar común del llamado revisionismo histórico. el rudo espíritu del nuestro". (Ayarragaray: 1904, Págs. 1 y 2)
"Pero los trastornos cada día más profundos, concluyeron por suscitar un sen-
Autores y textos timiento difuso de conservación, arraigado principalmente en la clase laborio-
sa, la cual, con el refinamiento de las costumbres y los recursos acumulados,
I. Lucas Ayarragaray (Paraná 1861 - Buenos Aires 1944)
aspiraba a gozar el fruto de sus afanes.
Es cierto que esas aspiraciones eran reducidas ; ellas no reclamaban libertades
Médico doctorado en 1884 con una tesis sobre "La imaginación y las pasiones
políticas dignas de una democracia, sino garantías rudimentarias, casi policiales,
como causa de las enfermedades", Ayarragaray fue secretario del Departamento Na-
que ampararan sus intereses y sus vidas. Y cuando sustentado por ese espíritu
cional de Higiene, ministro de Gobierno de Entre Ríos y diputado nacional por esa
de estabilidad surge un caudillo, que impone las embrionarias garantías recla-
provincia durante dos períodos, a partir de 1891. Formó parte de la Academia de
(...) (...)
En semejante estado de espíritu, es preciso buscar muchos de los secretos de la ¿Qué falta entonces en el ambiente perturbado por la disolución de las fuerzas
psicología de la anarquía y del caudillismo de Artigas, Carreras, Facundo, sociales ? Un jefe de clan político, que no confisca, ni atrepella por fanatismo
Ramírez o Rosas, que tienen a las veces, la ceguera y la violencia de los "azotes de sistema, ni por lógica de odios, y que en un rincón oscuro, roe su trozo de
de Dios". poder indisputado. Despliega su acción en una política flemática y amorfa, y
Sus cerebros eran vírgenes, casi semi bárbaros, y el simplismo de sus concep- dentro de la mediocridad del patriciado mestizo de su grey, López y Bustos,
tos y de su fe, no había sido aun dislocado, ni por el choque de la teorías adver- por ejemplo, tipos representativos de la especie, hacen el fraude menudo en su
sas, ni por la amplitud de conocimientos y desengaños, frutos de la experien- balanza falsa, con apariencias legales.
cia". (Ayarragaray:1904, págs. 123 - 125) El mismo sistema hipócrita erige Rosas, cuando atraviesa en sus primeras épo-
cas de gobierno, el período psicológico de mansedumbre animal, por cálculo
"Se percibe claramente, en nuestra historia política, este descenso evolutivo de primero y también por desconfianza del poder de sus garras, y de la pasividad
la violencia caudillesca y anárquica, a medida, que las tendencias impulsivas del rebaño, sobre el cual disponíase lanzarse.
de la pasión sincera de la idea única, se transforma y multiplica, bajo la presión
difusa de la cultura general, del acrecentamiento de las fuerzas económicas y (...)
del principismo constitucional
El espíritu de doblez y de astucia felina propio de las naturalezas profundamen-
El criterio simplista y faccioso que, consideraba los fines dentro de un sistema
te inferiores, irrumpe en el carácter del mandatario caudillesco sudamericano,
absolutista y en perspectivas inalterables, es atenuado por un vago escepticis-
desde las primeras épocas de nuestra historia.
mo utilitario, modificador eficaz de la mentalidad de los partidos y del caudillo.
Esta faz de relativa mansedumbre, que fue la más constante modalidad, que
Entonces, la vieja entidad se disgrega en parte, fundiéndose en un tipo de ins-
asumió ante nosotros la prepotencia personalista, se ha sustraído casi por com-
tintos y de procedimientos más regulares. El caudillismo y la anarquía, pasan
pleto al estudio, fa(s)cinada nuestra atención por la actividad osada y trágica,
de las formas violentas y musculares, a las formas astutas e intelectuales.
de su congénere, el caudillo violento.
La evolución es notoria, y sus rasgos se acentúan a medida que la civilización
avanza, atenuando los rudos contornos de las pasiones primitivas. Disminuida En realidad, uno y otro tipo se confunden, en la afinidad de cualidades funda-
la impulsividad, se transforman los hábitos ; dejan los caudillos su ser agresi- mentales, que emergen de un fondo psicológico común. Hace confluencia en el
vos y brutales, héroes de asonadas y montoneras, como cuadraba al estado de espíritu del uno y del otro, la doble corriente moral, de los elementos étnicos
acción muscular, para maquinar sordamente con el fraude, la intriga menuda, constitutivos de la raza; de un lado la pasividad y doblez del indígena, y del
la corrupción, el falseamiento de la ley, y acometer la usurpación, conservando otro la índole taimada y el humor violento, del gaucho degenerado".
(Ayarragaray: 1904, págs. 129- 131)
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la revolución argentina, con Moreno, con la asamblea del año trece, con
a) La visión del caudillismo en Ingenieros
Rivadavia.
"Los blancos nativos, políticamente libres, se encontraron desorientados con el
(...)
programa de reemplazar a los españoles de los empleos de la administración y
usufructuar de los productos naturales de la tierra, haciéndola trabajar por los
En primer lugar apareció el conflicto entre la anarquía revolucionaria y el feu-
mestizos y formando con ellos los ejércitos famosos de que habla el general
dalismo colonial. El caudillismo inorgánico vino a resolverse en la sistemati-
Paz en sus Memorias. Durante los primeros veinte años de vida política argen-
zación del feudalismo, cuyo exponente político fue el caudillismo organizado.
tina (1810-1830), la ausencia de intereses económicos homogéneos engendró
Esta primera evolución de la política argentina, representada por el
la más completa desorganización política; ésta fue la base de una política
engranamiento y la subordinación gradual de los pequeños señores feudales,
personalista y caótica que los historiadores llaman "la anarquía argentina". Ese
fue una verdadera restauración colonial y tuvo su personaje representativo en
régimen fue un feudalismo bárbaro. Los propietarios de la tierra eran señores
el progresista estanciero Juan Manuel de Rosas. En este sentido puede decirse
en sus dominios : resumían en su propia persona la autoridad política y el privi-
que él agrupó, sin constituirlos en nacionalidad, a los señores feudales de las
legio económico. El latifundio fue al mismo tiempo la causa primordial del
provincias, invistiendo su representación para las relaciones exteriores. Su go-
caciquismo y de la aniquilación político - económica del proletariado rural.
bierno fue la vuelta del orden de cosas vigentes en la sociedad colonial y la
Los señores feudales tenían el nombre de caudillos, agrupándose los más débi-
derrota de todos los principios e ideales que habían inspirado la Revolución ; el
les en torno de los más poderosos para constituir facciones políticas inorgánicas,
partido conservador y el partido católico fueron sus puntuales, encubriéndose
no movidas por intereses e ideales comunes, sino por pasiones personales y
con la bandera federal de Dorrego, que había sido tan revolucionario como
necesidades de terruño. Este régimen político, llamado caudillismo (...) fue la
Moreno y Rivadavia. Conviene advertir que, después de vencerlo en Caseros
natural superestructura política de un régimen económico feudal. Cuando la
(1852), sus enemigos políticos han desfigurado su rol histórico, presentándolo
acción política no está determinada por intereses comunes, la influencia perso-
simplemente como un tirano implacable ; aunque tuvo los defectos políticos de
nal de los jefes es la única fuerza que orienta a las facciones para disputarse el
su época, y empleó procedimientos más extremos que los de sus propios ene-
ejercicio del poder.
migos, Rosas fue, ante todo y sobre todo, un restaurador del antiguo régimen,
La característica de este régimen es la ausencia de intereses económicos dife- contra el nuevo propiciado por la Revolución de Mayo. Fue nuestro Fernando
renciados, debida a la falta de una organización cualquiera del trabajo produc- VII con análogos cómplices y los mismos horrores.
tivo. No existen verdaderos partidos políticos sino influencias personales fun- (...)
dadas en la riqueza o en la audacia de los caudillos.
Un hecho fundamental parece innegable : los intereses de las oligarquías colo-
Cuando el comercio de frutos del país comienza a organizarse, defínense vaga- niales eran los más importantes en la vida argentina; por eso les correspondió
mente en él diversos intereses económicos; el régimen del feudalismo inorgá- lógicamente el predominio político sobre la minoría metropolitana que había
nico se transforma en feudalismo organizado. A la "anarquía de los caudillos" concebido la Revolución de Mayo como una cambio de régimen y no como
se substituye el "régimen caudillista organizado" que, en cierto modo, refleja la una cambio de gobernantes.
parte más importante de los intereses económicos en formación.
El proletariado rural, ignorantísimo y compuesto de mestizos, sirvió en esta
Estos devienen orgánicos cuando la agricultura y la ganadería se desarrollan
lucha a sus patrones inmediatos y decidió el triunfo de la clase feudal.
metódicamente reemplazando el primitivo pastoreo por la estancia; se acen-
El caudillismo anárquico, en suma, representó una forma política de transición,
túan más tarde cuando se inicia la vida industrial y se desarrolla el comercio. El
propia de un agregado social cuya constitución estaba en vías de definirse.
exponente más significativo de estas nuevas actividades fue Juan Manuel de
(...)Este conflicto ha sido muy diversamente interpretado ; para García, Ramos
Rosas, propietario, socio y administrador de las más grandes estancias, que en
Mejía y Justo las luchas civiles fueron una lucha de clases ; el federalismo ("bar-
cierto momento llegó a formar un verdadero trust del negocio de haciendas.
barie" de Sarmiento") presentó al proletariado y el unitarismo (civilización) a
Esa fue la causa esencial de su prestigio entre las clases conservadoras, enemi-
la burguesía naciente. Paz ha sido diestramente citado en favor de esa tesis. A
gas militantes de los principios teóricos en cuyo nombre se había desenvuelto
tal criterio puede oponerse otra interpretación, que continuamos considerando
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Falta de organización económica, ausencia de intereses comunes, encontra-
más exacta. Esas luchas no fueron entre la burguesía naciente, deseosa de afir- mos esa fórmula económica detrás de la anarquía política.
mar su poderío de clase, y las multitudes desheredadas que defendían la barba- En la masa inorgánica comienzan a diferenciarse dos tipos sociales: el terrate-
rie agonizante; fueron luchas entre dos facciones oligárquicas que se disputa- niente (preludiando la burguesía rural) y el artesano (preludiando la futura bur-
ban el poder en el nuevo estado político : la una tendía a restaurar el régimen guesía industrial); estos grupos tienen intereses definidos, desean la restaura-
colonial, sistema conveniente para la clase feudal, y la otra representaba la ción de un régimen de orden para defender esos intereses; siendo prematura la
tendencia económica propia de una minoría radicada en la única aduana natu- formación de partidos que los encarnen, limítanse a propiciar y aceptar la pro-
ral del país. La primera tuvo el apoyo del proletariado rural, siervo obligado de tección del Restaurador. Cuando salen de la anarquía económica y se definen
sus caudillos; los primeros ejércitos de Rosas fueron las "peonadas" de sus sus intereses, huyen de la anarquía política; en la imposibilidad de crear par-
estancias, los famosos colorados del monte". (Ingenieros: 1957, pág. 40 -46) tidos que sean el exponente de sus intereses, aceptan la tutela del caudillo
pacificador que los salva de la anarquía. Como estos núcleos son muy peque-
ños durante el primer cuarto del siglo XIX, no consiguen modificar la fisono-
b) Sobre la obra de Ayarragaray mía conjunta de la época, pero preparan los nuevos conflictos de intereses que
desplegarán a la ciudad aduanera y comerciante contra las campañas feudales.
"Procedamos con orden. Ayarragaray, en su obligado paralelo entre ambas co- El caudillismo es el exponente político de la anarquía. Llamamos caudillismo
lonizaciones de América, olvida confrontar el estado de evolución económica al ejercicio de la autoridad personal con independencia de toda representación
alcanzado por las dos metrópolis, el desenvolvimiento de los medios producti- de intereses colectivos; anarquía, a la falta de intereses comunes dentro de un
vos en ambas colonias, las condiciones de circulación de las riquezas naturales, mismo agregado político.
la posición geográfica de las diversas zonas de cada colonización, la rapidez Así vemos que la atenuación de la anarquía y del caudillismo comienza cuando
con que se opera la desaparición de la tierra libre en ambas colonias: factores se definen dentro del país grandes tendencias de intereses; la anarquía y el
que le habrían explicado la diversidad de las resultantes con mayor verdad y caudillismo son formas políticas transitorias, propias de una agregado social
eficacia que las instituciones y la educación política, hechos secundarios y con- cuya constitución económica empieza a concretarse. En cuanto se definen las
comitantes con el desenvolvimiento económico. primeras divergencias de intereses se plantea el primer problema; la cohesión
Si la independencia encontró a los Estados Unidos preparados para sus institu- de una burguesía feudal crea el conflicto: a menudo inconsciente para sus acto-
ciones democráticas, fue porque la tierra pertenecía a los colonos y los sistemas res, mas no por eso menos verdadero en su determinismo.
productivos estaban desarrollados por una colonización encaminada a explotar Ayarragaray presiente algunas de estas nociones, pero no logra formularlas
inteligentemente las colonias: había intereses organizados que la política de- con precisión. Tiene frases que podrían ser grandes síntesis en un libro escrito
bía tutelar. En cambio, España practicó en sus colonias una explotación empí- con otro criterio: "Conjuntamente con el desarrollo económico de las campa-
rica y de rapiña, distribuyó la tierra a propietarios que no la trabajaban ni la ñas, se desarrolla la importancia política de las mismas". Es una afirmación
dejaban trabajar a otros, no organizó producción alguna, no creó fuerzas ni empírica, pero podría ser el fruto de un estudio especial: en vez de afirmar
intereses ligados a la riqueza de las colonias, contentándose con llevar cuanto acertando, se podría demostrar. Nosotros, por ejemplo, formularíamos de otro
más fuese posible a las arcas de España o al bolsillo de los españoles. En nues- modo ese concepto: "Cuando en el seno de la anarquía económica (y política)
tro coloniaje teníamos una constitución económica enteramente "bárbara", pre- argentina comienzan a definirse intereses comunes a su población rural - o a los
dominando la explotación desorganizada de las riquezas naturales, mediante propietarios rurales, o a la clase feudal -, estos intereses definidos y comunes
procedimientos primitivos. Los criollos eran vasallos de señores feudales ex- determinan una acción política de las campañas, orientada en el sentido más
tranjeros. Al salir de la dominación española no existe en el país una produc- propicio a la defensa de sus intereses nacientes". Es el mismo concepto, sin
ción organizada, ni hay intereses comunes que requieran ser tutelados por de- duda; pero mientras la cita de Ayarragaray revela un carácter de adivinación, la
terminadas tendencias políticas; la constitución económica es indefinida, nueva forma traduce un pensamiento concreto y definitivo, inducido a posteriori,
heterogénea: no hay solidaridad política donde no hay intereses solidarios. después de analizar las condiciones de desarrollo propias de nuestra clase feu-
En la base misma de la anarquía política descubrimos la anarquía económica, dal". (Ingenieros: 1957, págs. 118 - 120)
sirviéndole de substratum.
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"Ayarragaray no se preocupa de buscar el fenómeno esencial, oculto tras la
caótica apariencia de la anarquía argentina; por eso da mayor importancia a los Cuando la producción se organiza, definiéndose intereses económicos, el
factores psicológicos sobre los mesológicos en la génesis de la política caudillista. caudillismo tiende a ser substituido por partidos políticos que encamen esos
Ve el hombre, la acción del individuo y de las multitudes, sin descender a las intereses.
causas que determinan su conducta. El sentimiento que mueve a las masas y Estas nociones generales son silenciadas por Ayarragaray, aunque las intuyó
consolida a los caudillos no es un móvil sociológico primitivo, es el reflejo de Sarmiento, con vaguedad un tanto nebulosa.
ciertas condiciones de hecho sobre los cerebros, el índice revelador de una Podríamos, en suma, definir nuestro concepto en esta fórmula : La evolución
ausencia de intereses materiales que muevan la acción colectiva". (Ingenie- del sistema político caudillista es correlativa a la de todo el agregado social y
ros:1957pág. 127) está subordinada a las transformaciones de la "substructura " económica de
la sociedad.
"En vano buscamos en la obra de Ayarragaray la clave de esta evolución del El caudillismo comienza a evolucionar a medida que la vida económica se
caudillismo. Su libro es descriptivo, escaso de interpretaciones. Describe los organiza: el país se civiliza, para usar el exacto vocablo de Sarmiento.
orígenes del caudillismo, presentando un cuadro óptimo de sus manifestacio- Al pasar del régimen feudal al régimen agropecuario, los intereses económicos
nes primeras, pero no indaga su génesis fundamental, oculta detrás de esas se definen por la industrialización de la agricultura y la ganadería, en reempla-
exterioridades : vemos la hora en el cuadrante, pero no en el engranaje que zo del pastoreo espontáneo, y por el desarrollo de las industrias. Estos fenóme-
pone en movimiento el minutero. Luego exhibe los caracteres del ambiente nos se producen (a igualdad de condiciones propias de la tierra) en aquellos
anárquico, donde florece el caudillismo y los rasgos de psicología política que centros urbanos y sus inmediaciones, cuya situación geográfica facilita la cir-
caracterizan la época; muy bien descrito, igualmente. Como consecuencia de culación de los productos. Por eso, en cierto momento, Buenos Aires está en
estas dos premisas, Ayarragaray enuncia los caracteres evolutivos del vías de civilizarse, mientras el interior permanece en la barbarie feudal. Enton-
caudillismo, aunque no explica la base sociológica de esa evolución. Prescindi- ces comienza la evolución del caudillismo violento hacia el "manso intelec-
mos, por ahora, de criticar el propósito político, un tanto panfletario, que deslu- tual". La opinión de Ayarragaray está formulada sesenta años antes por Sar-
ce todo el libro ; no es posible confeccionar obras de ciencia social cuando la miento en estas clarísimas palabras : "Facundo, provinciano, bárbaro, valiente,
mano que escribe está inhibida de una pasión militante. Es disculpable, en este audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él:
caso, por tratarse de un partidario del más genuino representante del "período por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pa-
caudillesco de la acción intelectual", el doctor Pellegrini. Procedamos con or- sión y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un
den, para no incurrir en las mismas deficiencias criticadas, y consignemos las Maquiavelo" (Introducción al Facundo, 1845). Sarmiento no necesitó conocer
premisas fundamentales, expuestas en los títulos precedentes. a Roca para formular esa teoría y endosarle sus consecuencias.
1o La falta de unidad de intereses determina un estado de anarquía económica, Donde hay evolución económico social el caudillismo se transforma. En cuan-
que es la "substrucrura" del caudillismo político. to se definen intereses, los partidos políticos tienden a defenderlos, siguiendo a
individuos que los representan y no a caudillos sin más representación que su
2o La "superestructura" política del ambiente anárquico es el caudillismo; cuando
prestigio social.
la acción de los grupos no es determinada por intereses colectivos, la influencia
personal del caudillo es el único vínculo que solidariza la acción. Los caudillos de la anarquía argentina, hasta el año treinta son puros; Rosas es
3o El engranaje y subordinación recíproca de los caudillos constituye un siste- ya un caudillo evolucionado : representa los intereses de los terratenientes y
ma político especial: el caudillismo. los estancieros que componen la clase conservadora (que se titula federal), contra
De estas premisas, anteriormente demostradas, inducimos dos consecuencias la oligarquía porteña que tiene en sus manos la gran aduana del país (que se
primordiales: titula unitaria). En este sentido, Rosas, a pesar de sus errores, si no organiza la
La condición esencial del caudillismo argentino se la ausencia de intereses eco- nacionalidad, unifica, por lo menos, el país feudal.
nómicos definidos, debida a la falta de producción organizada. Donde persiste el ambiente económico primitivo debe lógicamente persistir el
caudillismo con sus caracteres iniciales; es el corolario de nuestra teoría. En
ningún país americano persiste la anarquía económica, tal como la tuvimos
nosotros de 1810 a 1830 ; por eso no encontramos en parte alguna el primitivo
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caudillaje violento e inorgánico, sin más fuerza de cohesión que el amor al
La de las tiranías o por otro lado, del año 20, sale de los litorales del Rio de la
caudillo.
Plata, y es india, heterogénea como ninguna y completamente inculta, es casi
(...)
autóctona mestiza - española en parte, y constituida por el hombre de la natura-
La anarquía y el caudillismo surgen, pues, de ciertas condiciones del medio leza que se ha formado en la soledad y el aislamiento de los desiertos inmensos
económico - social. Donde ellas existen (aparte circunstancias especiales de modo y y en los montes sin fin de las costas dilatadas, que les permiten reproducirse por
lugar) el caudillismo es posible y representa el sistema político normal; cuando ellas la fecundidad extraordinaria que es la ley de su fisiología. Esta desencadénase,
desaparecen, el caudillismo se atenúa progresivamente, suplantado por una política luego, sobre las ciudades, como rueda el Paraná, que le dio la vida de sus aguas,
orientada según los diversos intereses que se definen en a constitución económica del el calor de su atmósfera fecunda, y que después de haber recorrido inmensas
agregado social". (Ingenieros: 1957, pág. 128 a 130) soledades y atravesado selvas impenetrables, abandona bruscamente la región
montañosa, y cambiando de nivel, con estrépito, entra vibrante, saltando por
cataratas inmensas para inundar como un torrente la llanura que alegre sonríe
III. José María Ramos Mejía (1849 -1914) al recibirlo en su seno.
Dentro de la evolución restringida de semejante organismo tan transitorio,
Miembro de una familia tradicional de la provincia de Buenos Aires, J.M Ra-
Facundo representa un primer grado de rusticidad, porque es genuina expre-
mos Mejía se doctoró como médico en 1879, desplegando una vasta tarea científica,
sión de la barbarie sanguínea e impulsiva de la multitud de los campos ; Artigas,
política y cultural. Creador de la Asistencia Pública, del Departamento de Higiene,
más malo que bárbaro, y con fuerte aspecto tenebroso, más que un primitivo es
de la cátedra de Neuropatología, y del Círculo Médico Argentino, ocupará una banca
un delincuente común ; Ramirez marca cierto grado de urbanización (no diré
de diputado entre 1888 y 1892. Su cargo de más importancia, sin embargo, será la
de civilización todavía) algo más acentuado, pero no es aún el pletógeno bicéfalo
dirección del Consejo Nacional de Educación, cargo que mantendrá hasta 1912.
que acumula las simpatías de las chusmas de la campaña y de las ciudades : le
Entre sus principales obras podemos mencionar: La neurosis de los hombres falta el pulmón apropiado para respirar alternativamente la atmósfera moral de
célebres en la historia argentina (1878); La locura en la historia (1895), Las multitu- ambas ; todavía se asfixia en el poblado. Rosas es casi un vertebrado, en el
des argentinas (1899), y Rosas y su tiempo (1907). sentido de una final perfección en ese transformismo mental lleno de sorpre-
sas ; era, como dije antes, una expresión de las dos multitudes ; de la multitud
decrépita de la ciudad fatigada, y de la barbarie rural, exuberante de sangre
Las multitudes argentinas10. (1899) oxigenada, de músculos espesos de troglodita, de nervios vírgenes y excitables".
(Ramos Mejía: 1934,págs. 239 - 240)
Si bien el libro apareció publicado independientemente en 1899, en las edicio-
nes posteriores apareció como introducción a la obra "Rosas y su tiempo". Esto se
debe a que en Las multitudes... Ramos Mejía ensaya una explicación de la "Tiranía"
Rosas y su tiempo11 (1907)
rosista basádose en el concepto de "multitud", por entonces muy en boga debido a la
influencia del médico, psicólogo y sociólogo francés Gustave Le Bon. Desde este
En Rosas y su tiempo, el autor busca una acercamiento al período rosista que
enfoque, se concebía la multitud como un fenómeno digno de estudiarse en sí mismo,
comienza centrándose en las particularidades psicológicas del personaje (característi-
a parte de atribuírsele la causalidad de procesos políticos más generales.
cas que son a su vez explicadas desde la transmisión hereditaria), para poco a poco dar
más lugar, hacia finales del libro, a elementos más generales que definen la época. Por
"(...) La multitud de la colonia y el virreinato se organiza en las ciudades y es,
supuesto, la relación entre líder y plebe ocupa un lugar importante.
al principio, genuinamente española. Conserva sus caracteres hasta que por
lenta y necesaria evolución se forma la que va a actuar en la emancipación, en
"Me quiero referir a Facundo Quiroga. Todavía la vida psíquica es en él limita-
cuyo seno, como se sabe, se resisten a entrar las clases superiores, que son al
da, cuando se le compara con el ave y el mamífero que vendrán después y
principio completamente antipletógenas.
cuyas facultades servidas por órganos mejor adaptados verán más lejos y senti-
rán mejor. Parecía haberse asimilado como ningún otro el alma del populacho
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y la naturaleza argentina ambiente; ser como la expresión deforme del país en tinto de la reacción vital. Como se ha visto, el tizne de "plebeyo y de guarango"
el momento caótico de la formación. Por eso me produce la sensación de algo con que la sediciente aristocracia los había bautizado desde sus primeras coli-
brotado del suelo mismo ; representa la expresión de la delincuencia argentina siones con el partido directorial de Alvear y Pueyrredón, tomaba con esta fran-
de su tiempo, de sus vicios, así como de sus virtudes sui generis y de los vagos ca y decidida incorporación de la plebe en la gestión de los negocios públicos,
impulsos hacia confusos ideales, que el alma popular adivina con el olfato más un tinte subido de provocación, que hacía insalvable el abismo abierto entre
que con la inteligencia. ambas estructuras. Los sucesos diéronle de aliado todo ese sedimento de hom-
Amamantado a los pechos de su tierra, todo lo practica como lo haría el bruto bres que, por preocupaciones personales concurrentes con las del populacho,
recién entrado dentro de la humana forma. No se me ocurre otra cosa para por resabios de educación y de carácter o por incidentes de la vida social, iba
imaginármelo de bulto que evocar algún rincón lujuriante y solemne del terri- quedando fuera ; masa atrasada e incoherente dentro de las formas francamen-
torio magallánico, tan argentino como el resto, pero donde la naturaleza es más te desenvueltas y atrevidas en que el partido neo directorial había emprendido
abrupta que el escenario que animó con su., acciones, tal era de genuina esa la reforma completa del orden político y del estado social de la Provincia de
organización embriagada por su propia exuberancia de vida. Una flora extra- Buenos Aires. Ellos eran los que en las fiestas populares se codeaban en las
ña, una fauna de impulsivos animales le siente uno adentro. Su barba adusta se mayores intimidades con la plebe, hacían de corifeos o se ponían delante en los
parecía a las algas inmensas y lozanas que pasean los canales de la Tierra del discursos y manifestaciones puramente verbales (porque eran tímidos) del en-
Fuego, enredando en sus raíces complicadas un mundo variado de extraña tusiasmo metropolitano. De esa manera, dicha masa, al principio informe, fue
animalidad ; sus ojos pardos obscuros, semejaban la luz de ciertos días rojizos poco a poco haciéndose homogénea y compacta hasta adquirir una verdadera
de las tierras australes; y la voz, esa voz que no la olvidó jamás el oído humano personalidad, que Rosas acabó de forjar vigorosamente.
que la oyó airada alguna vez, era el trueno como se siente allí, magnificado por Era lógica la persistencia de este patriotismo de la ciudad, y entre estas clases,
la inmensa concavidad acústica del monte y del agua, que en el eco sonoro él conquistaba cada día mayor vigor e intolerancia. Su eficacia tornólo después
devuelve el menor ruido centuplicado. ¿No tenía Facundo Quiroga algunas incontrastable para sus fines de opresión. Un patriotismo que poseía, como
veces, muchas veces, la desolación de esos paisajes aridísimos de la costa núcleo motor; un odio, el odio al extranjero, y un amor, el amor a su país,
patagónica, las luces vivideras y de rayos reflejos difundidas en aquellos para- entendiendo por tal la ciudad y su campaña, y en cuya virtud se le veía hacer
jes por el sol al atravesar la niebla y reflejarse sobre el cielo azulado de la frecuentemente distingos curiosos entre el hijo del país, es decir, él y el cordo-
montaña cubierta de eterna blancura ?" (Ramos Mejía: 1953, Tomo I págs. 202 bés o el salteño, los cuales, según ese concepto, no pertenecían a la misma
-204) tierra. Como sentimiento no era al fin sino una transformación, mejor dicho,
una desvirtuación del patriotismo antiguo de la buena estirpe, entonces reasumido
en el odio al intruso español y a las naciones europeas colaboradoras eficaces
"El pueblo, ayudado por su natural daltonismo político, juzgaba como siempre
de la corona de España en sus gestiones contra América. Las guerras civiles
los hechos, más por el sentimiento que por la razón. No pudiendo pensar sino pervirtieron más su sentido, y el concepto del patriotismo se achicó mayormen-
por imágenes y símbolos, no se dejaba impresionar por abstracciones confusas. te, hasta que un tipo psicológico lo personifica y hace de él la función de su
(..) Por su propio sentir, y por las torcidas informaciones que los interesados le cariño y de los fines de la vida, encerrándolo dentro de los muros de la ciudad
transmitían, se iba ya acostumbrando a percibir confusamente todos aquellos predilecta. Con arreglo a las caprichosas modificaciones de la geografía políti-
sucesos que después de 1820 habían arrebatado a Bs. As. el rango de capital ca y de los odios que sus vicisitudes provoca, la condición de extranjero se va
nacional y mortificado el orgullo de su glorioso municipio (...) luego convirtiendo para este pueblo en un estigma, exaltándolo cada vez más,
Las invasiones de los caudillos, percibíalas su imaginación sencillamente bajo hasta llegar a 1829, en que se le siente hidrópico de iras y supersticiones, hon-
la forma elemental del robo a mano armada. El propósito político quedaba damente ofendido por las reformas con que lo flagela el gobierno "extranjerista"
desteñido ante el hecho brutal del saqueo, y la resistencia suya era, así conside- de Rivadavia, cuyo desprestigio en la plebe, no tuvo igual en toda la historia de
rada, nada más que como un accidente de la propia defensa. Los escándalos de América". (Ramos Mejía: 1953, Tomo II págs. 9 - 14)
Salto, las obscuridades del "Negocio Pacífico", las frecuentes arreadas de va-
cas, verificadas por Ramírez y López, habían colmado la medida y despertado
vigoroso, absorbente e inhibitorio de toda otra operación mental, el ciego ins-
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las obras extractadas más arriba, Peña presta más atención a los acontecimientos y a cía dotado de una altivez pensadora o sea de carácter mental. Si el párrafo es
los personajes involucrados. Al mismo tiempo, si bien no se presenta una generaliza- por Quiroga, como pudiera ¿que diría Ingenieros, si le pidiéramos las señas del
ción sistematizada acerca del caudillismo, se sugieren algunos perfiles que contrastan rey de Facundo? Facundo no es montonero tampoco, no hace guerra de
con la valoración del fenómeno presente en los enfoques anteriores, aparte de propo- montonera, como se desprende del texto de este libro.
ner una explicación en tomo a las circunstancias históricas concretas en que surgen los (...)
caudillos. Esto de bárbaros son puras ganas de tenerlos, a fin de parecernos a Roma. (...)"
(Peña: 1999, pág. 30)
"Cuando se considera que Juan Facundo Quiroga es el tipo simbólico de la
resistencia a Rosas; que jamás estuvo a su servicio; que es el primero en prever "¿Qué es un caudillo?
su tiranía y que su inmolación procede precisamente de una especie de antago- Es la cabeza dirigente de una agrupación, llámese tribu errante o pueblo civili-
nismo innato con el gobernante del Plata, demostrado en los mil hechos que zado. La humanidad, comparada a rebaño por su tendencia a vivir en apretada
vamos a ocuparnos y en su aspiración final por organizar y constituir el país, no agrupación, se sometió a este pastor en todas sus edades, bajo todas las latitu-
acertamos a definir la unión que entre ellos crea Sarmiento, pues si hay una des, en la paz y en la guerra, en todas las ocasiones de su historia.
amalgama imposible es la de estos dos viajeros de la historia en un período Nuestro país tuvo caudillos apenas se diseñó su socialidad, con vigorosos e
igual, pero separados por su origen y por su propia colosal soberbia y potestad. interesantes contornos propios, no apreciados aún por los elegantes observado-
res de ciudad, que a usar una expresión de Izoulet, no conocen otro factor
(...) engendrador de fenómenos sociales que la élite.
Para aquel caudillo, símbolo de las masas que ellas creaban a su imagen y
semejanza, como alguien ha dicho ; que representaban sus instintos en la gue-
"...Yo me propongo, llevar a la fe vuestra, con la fuerza de la mía, que Quiroga
rra o en el gobierno, no ha habido de parte del pensador que ha sobrevenido y
no merece ser considerado como valuarte de ningún despotismo ; y que el sa-
ocupado el lugar de sus acciones, sino la palabra enfermiza de sus prejuicios,
crificio de su vida batalladora se debió lógicamente a su visible resistencia a
de los rencores heredados.
poner sus diez años de combates como pedestal de una ambición que no fuera
(...)
la de organizar definitivamente la república". (Peña: 1999, págs. 29 - 32)
¿Cómo se forman los caudillos ?¿Cuál es la ley que les da origen ? Materia es
ésta por demás interesante, que nos llevaría al estudio de las raíces hondas de la
"Más que de unión, el libro de Sarmiento ha engendrado en los espíritus dóci-
psicología popular argentina, y después de regresar de incursiones a la heren-
les o fascinados la idea de sumisión de Quiroga respecto a Rosas, aún forman-
cia, nos detendría en las condiciones del ambiente, de la influencia física y del
do parte esos espíritus de personalidades tan apreciables como la de José Inge-
factor económico, tan poderoso en la producción de los hechos del hombre.
nieros. Yo tengo para mí que no se puede intentar la crítica, mucho menos la
Dramatizando el tema, quizás hubiéramos de considerarlo en el estudio de los
sociología en la historia, sin conocer antes los hechos, es decir, la historia. ¿Como
primeros Adelantados que transportan a América la típica España señorial ,
es posible la sentencia sin los hechos?
autoritaria y cruel, y poniéndolos delante de la raza sometida, dada a la domes-
Tomo al azar este sólo párrafo de un valioso artículo de Ingenieros sobre el ticidad, sorprenderíamoslos en el engendro de este producto vivaz que abre los
libro de Ayarragary "Hay cierta concordancia entre ese estado social y el feu- ojos ante la amplia, desnuda, portentosa naturaleza que le enseña y transmite
dalismo; el caudillo montonero es un señorzuelo sin títulos, con un rancho o sus misterios al nacer.
una estancia por castillo, que va rodeado por sus vasallos a defender las armas
de su rey : Artigas, Facundo, Ramírez. En cierto momento la mano superior de Este estudio está iniciado ya por muchos. Al esbozaros la vida de un caudillo
un Rosas empuña todas las riendas, unce los bárbaros a su carro escarlata y se mi mayor preocupación es, entonces, suministrar elementos reales a los que lo
arroja desenfrenadamente a llenar un largo ciclo en los torneos olímpicos de han de proseguir, apartándome, de intento, de ese género de disertaciones más
nuestra historia civilizada." propias de la psicología que de la crítica histórica. Con todo, permitidme esta
pequeña digresión, no reñida con mi plan.
Hay aquí un montón de sacrificios en homenaje a este convencionalismo que
perdura como una tiranía intelectual, tanto más asombroso en quien nos pare-
Ramos Mejía, José María, Rosas y su tiempo, WM Jackson editores, Bs As, 1953.
Peña, David, Juan Facundo Quiroga, Emecé, 1999.
Hacia la segunda década de este siglo, surgen una serie de nombres que darán
origen a lo que Juan Agustín García denominó, en 1916, Nueva Escuela Histórica.
Entre estos nombres, podemos mencionar a: Ricardo Levene, Emilio Ravignani,
Rómulo Carbia, Diego Luis Molinari y Luis María Torres. Las principales líneas
defínitorias de esta Escuela serán el adjudicar un papel fundamental a la metodología
del trabajo con fuentes (siguiendo el método de Ernst Bernheim), así como también la
profesionalización y la especialización del trabajo del historiador. En cuanto a esto
último, la diferencia con los autores caracterizados como "positivistas" en el apartado
anterior no puede ser menos que elocuente : sí entre aquellos se trataba en general de
médicos que acudían a la investigación histórica para elaborar explicaciones basadas
en la biología, la psicología o la sociología; el caso de los miembros de la Nueva
Escuela Histórica será muy distinto. Se trata de docentes vinculados a la enseñanza de
la historia en el ámbito universitario que, si bien en su mayoría eran graduados en
Derecho, buscarán especializar la disciplina historiográfica centrándose en el trabajo
de archivo y en la publicación y divulgación de fuentes inéditas. Al mismo tiempo, sus
obras tendrán un carácter más restringido, concentrándose en los hechos puntuales y
en la narración de los acontecimientos político - institucionales.
Los integrantes de la Nueva Escuela Histórica, en general, estuvieron vincula-
dos a la Universidad Nacional de La Plata y la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires (en donde se forma, en 1921, el Instituto de Investiga-
ciones Históricas), espacios en los que desempeñaron un papel hegemónico.
En cuanto a los estudios relacionados a los caudillos, se ha visto en Emilio
Ravignani (Buchbinder: 1993; 1998) la continuación y profundización de la perspecti-
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va ya insinuada por David Peña y otros, a principios de siglo. Y es que la percepción "La lectura de abundantes documentos de 1810 a 1815 y de 1815 a 1820, pro-
de Ravignani sobre la acción de los caudillos se instala dentro de una revalorización duce una impresión íntima verdaderamente interesante. Los primeros momen-
del federalismo que marca contrastes y armonías con la visión clasica propuesta por tos son temerosos, de tanteo, no se sabe adonde se va; vienen luego los des-
Bartolomé Mitre y Vicente F. López. Contrastes, poique se verá en la acción del aciertos, la falta de auscultación de la opinión, el desorden, los errores, la
federalismo no un elemento disolvente de la nacionalidad, sino una fuerza que, incor- ruptura de todo vínculo con España. Y después vemos surgir estas figuras inte-
porándose tras la crisis de 1820, dará un empuje renovado al proceso que culmina en resantes - como las de Artigas y San Martín - que persiguen dos principios: la
1853, con la organización constitucional. Y continuidades, porque al mismo tiempo, INDEPENDENCIA y la CONSTITUCIÓN. Hay falta de ideales definidos: no
Ravignani conservará de la visión de Mitre y López la idea de la preexistencia de la hay visión de las cosas. Viene el año 1815 y entonces se concreta un ambiente
nación con respecto a las provincias, aunque subrayando la armonía entre nación y de orientación que va a dar a los hombres conciencia exacta de la situación,
autonomía provincial. Es en este marco, por lo tanto, que la acción de los caudillos llevándolos hacia la independencia y la constitución. Por eso manifiesta el Ca-
será evaluada. bildo que "por primera vez parece respirarse el dulce aire de la suspirada liber-
tad". Recién se les dice a los pueblos dejémonos de Femando VII; rompamos
estos vínculos ! Entonces este proceso del año 15 al 21 se hace claro; al año
Autores y textos siguiente se declara la independencia; pero en seguida viene el otro principio :
I. Emilio Ravignani (1896 -1954) la constitución ; y nace la Constitución unitaria de 1819. Los pueblos vuelven a
reaccionar y estalla la crisis del año 20 que quiere que sea republicana y de
Aunque graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Ai- tendencia federal, en tanto que los unitarios creen que debe ser republicana
res, ¡a obra intelectual de Ravignani se forjó en estrecha relación con la Facultad de pero unitaria. Podría tal vez ser monárquica con un príncipe de Luca. Por eso
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata y de la Facultad de Filoso- viene la constitución del 26. Los pueblos vuelven a reaccionar y aparecen los
fía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En la primera, desde 1923, fue titular caudillos. Entonces surge Urquiza que es el federalismo, y el 51 los pueblos se
de la cátedra de Historia Constitucional. En la segunda, ocupó la cátedra de Historia de agrupan alrededor del caudillo. A pesar de no contar con la ciudad de Buenos
América, y dirigió el Instituto de Investigaciones Históricas (del cual fue el fundador), Aires, puede hacer la organización nacional porque lo apoyaba la república
aparte de ocupar el cargo de decano en dos oportunidades. Entre 1922 y 1927 fue entera, incluso la campaña de Buenos Aires. El país piensa y medita y en el 60
designado Secretario de Hacienda de la Municipalidad de la ciudad de Bs. As. Tam- puede y hace la organización general de la república.
bién fue diputado nacional en tres ocasiones (1936-1940 ; 1940-1943 ; 1946-1950) Esto es lo que se saca de los documentos y esto es lo que los hechos confirma-
Entre sus principales obras, podemos mencionar: Juan Agustín García, Histo- ron.". (Ravignani: 1926, Tomo I, pág. 253 - 254)
ria del Derecho Argentino (1919), Historia Constitucional de la República Argentina
(1926 -1930), Manual de Historia de la Civilización, La Constitución de 1.819(1926), " ¿Qué consecuencias trae aparejada esta situación ? ¿Quién es el que levanta
v la recopilación de fuentes titulada Asambleas Constituyentes Argentinas (1937 - la montonera ? El patrón, el caudillo que le asegura que va a comer ; así se
1940) explica la facilidad relativa con que se alza la montonera de Santa Fe, Corrien-
tes, Entre Ríos y la campaña de Buenos Aires y así se ve, también, aparecer el
"hacendado caudillo" que en Buenos Aires se llamará don Juan Manuel de
Historia Constitucional de la República Argentina13 Rosas.
Este suceso social repercute hondamente : aparecerán las montoneras de las
El libro es la publicación del curso de Historia Constitucional que Ravignani campañas que se volcarán sobre la ciudad.
dictó en la Universidad de la Plata, en 1925 (recordemos que la cátedra estaba a su Cuando el hambre acacia es cuando los pueblos se levantan.
cargo desde 1923). El libro abarca el período comprendido desde la "crisis de creci- Este movimiento de 1820 tiene todas las características de las crisis completas:
miento" del Virreinato hasta 1850, subdividiendo el periodo en : la etapa de la colonia, es económica, financiera y social.
la descomposición del orden colonial (1810- 1820), y finalmente, el período de 1820 Muchos autores han tratado de explicar el origen de las montoneras. Sarmien-
a 1850, en que la unidad nacional depende de los pactos interprovinciales. to en Civilización y Barbarie, y en Facundo, y (Francisco) Ramos Mejía en El
Debate... 7 1
70 -Ficha de Cátedra-
"Artigas había sido vencido en Tacuarembó, el 20 de enero, y rechazó el Trata-
cia. Con estos ingredientes de renovación, como dijéramos en páginas prece-
do del Pilar, no obstante que, por uno de sus artículos se invitaba especialmente
dentes, será posible explicarse, en forma objetiva, las causas del fracaso de la
al Capitán de la Banda Oriental a adherir al mismo la provincia de su manda, 'y
tentativa constituyente y el largo período en que los argentinos solo nos unire-
cuya incorporación a las demás - se lee en el Tratado - se miraría con un digno
mos mediante el sistema de pactos". (Ravignani: 1950, pág. 63 - 65)
acontecimiento'.
(...)
Se había producido un cambio político, pues mientras Artigas aspiraba a que se
Ricardo Levene (1885 - 1959)
declarase la guerra a los portugueses, en el Tratado se adoptaba el plan de
defensa de la integridad territorial, de eficacia indudable en mérito a los recur-
Graduado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de
sos que Buenos Aires se obligaba a suministrar.
Buenos Aires, desempeñó una extensa carrera docente, sobre todo en torno a las facul-
Desde el establecimiento del primer gobierno, en 1810, hombres representati-
tades de Derecho y Filosofía y Letras de la UBA, así como en la a Facultad de Huma-
vos - con amplia visión patriótica - defendieron celosamente la integridad de la
nidades de la Plata, de la cual fue su fundador y su decano en dos períodos. También
nación contra todo ataque extranjero.
creó y dirigió la Biblioteca de Humanidades, y la revista del mismo nombre, encarga-
La actitud resuelta de los caudillos, en 1820, en defensa del territorio, es la
da de la publicación de numerosos títulos de autores relacionados a la Nueva Escuela
reacción contra la censurable política de algunas autoridades que habían ges-
Histórica. Presidió la Academia Nacional de la Historia y el Archivo Histórico de la
tionado y continuaban gestionando, la intervención extranjera". (Levene: 1954,
Provincia de Buenos Aires.
pág. 45)
Entre algunas de sus obras podemos mencionar: Los orígenes de la democracia
argentina (1911); Ensayo histórico sobre la revolución de Mayo y Mariano Moreno
(1920 -1921); Introducción a la historia del derecho Indiano (1924); La anarquía de
1820 en Buenos Aires, desde el punto de vista institucional (1932); Los primeros do-
cumentos de nuestro federalismo político (1933). También ha sido el autor y director
del proyecto de Historia de la Nación Argentina, de la Academia Nacional de la Histo-
ria.
1
Ravignani, Emilio, Historia Constitucional de la República Argentina, Peuser, Bs
As, 1926.
2
Ravignani, Emilio, El congreso nacional de 1824 - 1827. La convención nacional
de 1828 - 1829, en Levene Ricardo (director), Historia de la Nación Argentina,
El Ateneo, Buenos Aires, 1950
3
Levene, Ricardo, La Anarquía de 1820 y la iniciación de la vida pública de Ro-
sas, Unión de Editores Latinos SRL, Bs As, 1954.
74 -Ficha de Cátedra-
Debate... 7 5
En su surgimiento, en la década del 30, el revisionismo invita a la élite dirigen-
te a una autocrítica que le permita recuperar el poder que ha perdido. Los autores de los años 60 impide hacer una rígida caracterización de los representantes de esta
parten de la critica al sistema democrático del gobierno yrigoyenista y a la élite diri- etapa. Rodolfo Ortega Peña y Luis Duhalde se reconocen como pertenecientes al mo-
gente. Al primero le cuestionan el haber entregado a las masas el poder directivo que vimiento. Otros historiadores se han acercado al revisionismo en ciertos momentos de
corresponde a la elite. A esta, que comienza a ser llamada oligarquía, la denuncia por su trayectoria, sin embargo, no podrían definirse como representantes de la tradición;
haber renunciado a su naturaleza dirigente para someterse a los intereses extranjeros. ellos son José Abelardo Ramos, Eduardo Astesano y Rodolfo Puiggrós, entre otros.
El conflicto es leído desde una perspectiva ideológica en la cual la causa de esta falta La complejidad de estos años se aborda en el apartado de los años 60.
de autonomía de la élite es el desprecio por la cultura autóctona y por la de los conquis-
tadores españoles. Esta actitud tiene una continuidad histórica en la política que desde
Rivadavia perjudica al país. Los autores buscan en la historia un ejemplo alternativo a Autores y textos
esta línea política dominante y rescatan a Rosas como la experiencia política más I. Julio Irazusta (Gualeguaychú, Prov. de Entre Ríos, 1899 - 1982)
valiosa y eficaz que ofrece desde el pasado un ejemplo de equilibrio político surgido
de la colaboración entre jefe, minoría ilustrada y masa. Esto habría sido posible por- Historiador y ensayista. Cursó sus estudios en la Facultad de Derecho en la
que él compartía con las masas su lealtad a la nación. El caudillo aparece asegurando Universidad de Buenos Aires. Abandonó esta carrera y cursó en la Universidad de
el orden político y la defensa de la nacionalidad pues la clase dirigente ha renunciado Oxford estudios de filosofía y latín. En Roma se especializó en literatura española,
a su papel. Los autores exponentes de este período son Julio Irazusta, Carlos Ibarguren, francesa, ingles e italiana; historia europea clásica y moderna. En 1938 obtuvo el Pre-
Ernesto Palacio, entre otros. mio Mundial de Literatura. Fue diputado por Entre Ríos (1939-1943). Perteneció al
Durante los años de la segunda guerra mundial y del gobierno peronista se Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y a la Sociedad de His-
produce un giro en el revisionismo. Junto con la reivindicación de la figura de Rosas y toria Argentina. Colaboró en las siguientes revistas, entre otras: del Instituto J.M. de
la puesta en cuestión de las "verdades" de la historiografía tradicional, el revisionismo Rosas, Historia, Sur, Criterio, La voz del Plata.
comienza a interesarse por los estudios económicos. Así las obras comienzan a cen- Figuran entre sus obras: Ensayo sobre Rosas en el Centenario de la suma del
trarse el estudio de la gestión económico-financiera del gobierno rosista. En 1939 poder, Argentina y el Imperialismo Británico (en colaboración con Rodolfo Irazusta);
comienza a publicarse la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Ma- Vida Política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia (1947); Ensa-
nuel de Rosas que hace eco de esta nueva tendencia. También cambia la lectura de yos Históricos (1950); Las dificultades de la historia científica (1955); Perón y la
algunos historiadores con respecto a la élite dirigente. Uno de los representantes cen- crisis Argentina (1956).
trales de estos años, José María Rosa, llega a afirmar que la Argentina nunca tuvo élite
dirigente.
El debilitamiento del aparato institucional de la historia académica y el recam- Ensayos Históricos"
bio de los elencos en las instituciones que provoca el peronismo en el ámbito académi-
co no hace sino fortalecer la vigencia del movimiento revisionista. En la nueva coyun- Esta obra es una recopilación de ensayos del autor en los cuales recorre su
tura que se abre a la caída del peronismo ya no es posible ver en un jefe político de lectura de la sociedad argentina desde la crisis del año 20 hasta la caída de Rosas.
gran autoridad la solución del conflicto entre élite y masa sino la intensificación del Irazusta cuestiona no solo el sometimiento económico de la oligarquía a Gran Bretaña,
mismo. El gobierno de la Revolución libertadora redefine las alineaciones histórico- sino también el sometimiento cultural que ha llevado a un importante sector de la élite
políticas identificándose a si mismo con la línea antirrosista Mayo-Caseros y, por con- a leer al país con una matriz extranjera. Esta política encarnada en la figura de Rivadavia
siguiente, al gobierno peronista con la tradición rosista. De esta manera, el revisionismo se continúa en el presente con consecuencias alarmantes para el país. Rosas es rescata-
queda alineado junto al peronismo. do por el autor como una opción a la tradición extranjerizante antinacional. La lectura
En esta etapa atrae intelectuales de izquierda que imprimen nuevas ideas al histórica busca despertar en la clase dirigente una autocrítica que le permita reencauzar
movimiento. El período rosista es dejado de lado y se estudian períodos más cercanos. su actuación y así cumplir con la función dirigente que le corresponde.
Los autores buscan llegar a un público más amplio e intentan encontrar en la lectura
del pasado nacional indicios del rumbo que debe seguir el peronismo. La complejidad "[...] acabé por formarme una idea de aquella crisis decisiva, que llegué a ver
claramente como un hilo demarcatorio entre dos épocas: la década inicial de la
76 -Ficha de Cátedra-
Debate... 77
capacidad para ser libre de todo poder extraño, como todas las otras en que una
independencia, en que la autoridad del Estado fundado por los españoles en la
colectividad logró crear una nación soberana. La segunda: Que enseñó a tomar
región llamada a ser nuestra patria se disgregó por los errores de quienes suce-
el país como es y no como lo sueñan los políticos visionarios. La tercera: Que
dieron al virrey sin comprender del todo bien el sentido de su misión, y el
nos señaló el camino de la colaboración entre todos los elementos de la socie-
período subsiguiente, en que los argentinos emancipados debieron reconstruir
dad como indispensable condición de independencia. [...]
penosamente el estado nacional despedazado:" (Irazusta, Ensayos históricos,
[...] Por lo que la más trascendental enseñanza de la experiencia rosista es que
pp. 12)
no se puede ni pensar una empresa semejante a la suya, sin buscar la solidari-
dad nacional, la armonía entre el jefe, la élite y la masa." (Irazusta, Ensayos
"Rosas es la clave de la historia argentina. No es que de su experiencia política
históricos, pp. 25-27)
queramos deducir una enseñanza sobre la forma de gobierno que convendría al
país. No. Porque su tarea no fué de las que ofrecen modelos para la instauración
"Rosas me parece haber llenado, hasta donde se lo permitieron las circuns-
de una convivencia civilizada. Pero de los principios que estaban en lucha en la
tancias, el ideal del gobierno. El bien que este postula necesariamente, de nin-
guerra civil, el de la integridad territorial que defendía Rosas, y el de la civiliza-
guna manera mejor se alcanza que por la armónica colaboración de todos los
ción, que invocaban sus enemigos, el primero era primordial, y el segundo,
elementos que componen la sociedad. [...] Y esa colaboración es lo que se
secundario." (Irazusta, Ensayos históricos, pp. 15)
llama sistema de gobierno mixto, que es el mejor, sobre todo por no ser sistema
y desposarse mejor que ninguno con las líneas de una realidad particular y
" No solo no dejó a la Argentina más chica de lo que la encontró sino que
mudable como es la práctica [...]." (Irazusta:1950:pp.41)
impidió ulteriores desmembraciones procuradas por sus enemigos internos y
externos; y a una unidad virtual del cuerpo de la nación, sustituyó una unidad
real. Como lo probó Alberdi, repito, afianzó definitivamente la autoridad del
"Entre la Revolución que derrocó a Balcarce y la reelección de Rosas, la divi-
Estado argentino, comprometido durante la lucha por la independencia. Ense-
sión del partido federal se hizo ten honda, que la unidad y la integridad del país,
ñó a obedecer. [...] logró inculcar a muchos ciudadanos perturbados por la re-
asociadas a su suerte, volviéronse a ver sumamente comprometidas.
volución emancipadora, la posibilidad y las ventajas de la solidaridad nacio-
Rosas no contaba con Santa Fe, ni con las provincias que dependían de ella,
nal". (Irazusta, Ensayos históricos, pp.24).
Córdoba, Entre Ríos, gobernadas por Reinafé y Echagüe respectivamente, ambos
feudatarios de don Estanislao López. En Corrientes seguía predominando la
" Mejor que el saldo de su acción, fue todavía la enseñanza que dejó. No me influencia de don Pedro Ferré, federal, pero uno de los primeros enemigos de
refiero a la forma de gobierno, a no ser en el aspecto señalado, de la colabora- los autores también federales del pacto de enero. En el norte, don Alejandro
ción de todos los elementos sociales: jefe, minoría ilustrada y masa, nunca tan Heredia, sea por lo que fuere, fomentaba las intrigas de los unitarios contra sus
bien logrado entre nosotros como entonces. [...] Por otro lado, mal haríamos en rivales federales de la región, se codeaba con los liberales y toleraba las restau-
deducir de la experiencia rosista un esquema intelectual utilizable para orien- raciones unitarias que se iban produciendo en las provincias vecinas, por ejem-
tarnos sobre la organización regular del país. Rosas jamás cometió el error tan plo en Catamarca. En San Juan se formaba un foco de unitarios tapados, al
difundido entre los caudillos de su tipo [...] de confundir lo oportuno con lo amparo de un federal tibio que después defeccionó abiertamente, Yanzón. En
eterno. El mismo consideraba al suyo como un régimen de emergencia. Y la medio de los grandes caudillos Heredia y López - a punto de ceder a la intriga
circunstancia de que en vente años no considerase llegado el momento de ter- unitaria - Ibarra se mantenía expectante en Santiago del Estero, sin duda dis-
minarla, puede ser un error, pero no lo es de principio. [...] aquella experiencia puesto a plegarse al partido vencedor. Los países vecinos y las potencias euro-
pudo servirnos, más de lo que sirvió a los llamados organizadores de la nación peas tenían parte en casi todas esas intrigas.
para darnos una carta fundamental sobre la base de la autoridad que él había
consolidado. Pero como se interrumpió, además de lo dicho solo podemos agre- A mediados del primer semestre de 1834, el hombre que antes de un año
gar enseñanzas de otra especie. recibió la suma del poder, y que con ella se adueñó de todo el país, estaba en la
situación más apurada que conoció en el curso de su vida, excepto el momento
Aunque no menos preciosas. La primera: Que confirmó la dejada por la gue- que siguió a la derrota de Dorrego en Navarro. Sus únicos elementos eran el
rra de independencia, de que nuestra región del mundo tiene insospechada
Debate... 79
78 -Ficha de Cátedra-
ejército de operaciones contra los indios enemigos, la situación de Cuyo y su teniendo a la ley de su parte, la amplia jurisdicción de una magistratura nacio-
propio prestigio personal en Buenos Aires (ciudad y campaña) y un sector de la nal suprema. [...].
opinión nacional. El Poder Ejecutivo de su provincia le era [...] contrario [...]. Este plan comenzó a realizarse desde la primera gobernación de Rosas, cuyas
[...]. La legislatura provincial que le era sin duda adicta puesto que lo eligió facultades extraordinarias son contemporáneas del proyecto de pacto litoral."
para suceder a Viamonte; repitió su elección varias veces y luego volvió las (Irazusta, Ensayos históricos, pp.68-69)
miradas a sus parientes y amigos. Pero no le dio lo que el buscaba con sus
renuncias reiteradas: la suma del poder. "La suma del poder no era necesaria solamente par contrarrestar la violenta
¿Cómo lo obtuvo seis meses después? [...] La necesidad de la suma del poder oposición de los unitarios, peligrosísima dentro de la lentitud de las formas
pareció evidente a todos después de la conflagración del Norte, seguida por el regulares; y para hacer encargo de las Relaciones Exteriores a una magistratura
asesinato de Quiroga. Y lejos de ser impuesta solo por Rosas, como se dice nacional suprema [...]. También se necesitaba para volver al antiguo régimen
generalmente también fue impuesta por las circunstancias." (Irazusta: 1950:46- social, superando el hibridismo de la legislación, sin desafiar imprudentemen-
47) te a la opinión del país. El liberalismo que se quería eliminar del régimen civil,
lo mismo que del político, estaba asociado por lazos de origen a la independen-
"Sostengo que el régimen esa discrecional, pero no arbitrario; que era una or- cia nacional. [...]
ganización, no constitucional pero si empírica, como la inglesa; que ella conso- La suma del poder entregado a un hombre bien elegido era pues el instrumen-
lidó la unidad del país, y que pudo darnos la grandeza, de no haber sido subver- to más apto para la realización del plan delicado y trascendente concebido por
tida por sus vencedores." (Irazusta, Ensayos históricos, pp.14). los hombres de 1835. [...].
"El discrecionalismo era de la índole de la autoridad en el régimen colonial. La suma del poder era reforma, no vacancia de ley. Negarlo equivale a soste-
Los primeros gobiernos patrios ejerciéronlo implícitamente. Las facultades ex- ner que las grandes monarquías europeas (la francesa, la española, la inglesa
traordinarias aparecen en algunos documentos nacionales primitivos de legis- antes del parlamentarismo fueron regímenes de pura arbitrariedad. [...] El cali-
lación política como recurso de excepción. [...] el hecho de que el recurso ex- ficativo de tirano no es aceptable sino en el sentido que la palabra tenía históri-
traordinario esté previsto en todas las constituciones provinciales anteriores al camente en Grecia, donde el tirano era un caudillo popular [...]. Porque la suma
53, mientras son pocas las que establecen la división de poderes, revela que el del poder [...]. Fue legítima, pues votada por una legislatura de reducida base
discrecionalismo era más importante en nuestro régimen político que la limita- electoral, sería luego ratificada por un plebiscito. Fue generosa, pues lejos de
ción de la jurisdicción ejecutiva. ejercerse su discrecionalismo en beneficio particular del gobernante, aquél en-
Discrecionalismo no es arbitrariedad. [...] hay discrecionalismo cuando esa tró al gobierno siendo el hombre más rico del país y lo abandonó sin pensar en
voluntad (del jefe del Estado) opera de modo supletorio o correctivo, en los las confiscaciones que le esperaban sin duda.
casos que la ley no prevé ni puede prever, o para corregir leyes malas, y se La suma del poder coexistió con el régimen representativo. En lo esencial de
decide por la razón. [...]. éste - las finanzas - no hubo suma del poder. En lo demás, el dictador trataba
Estas distinciones debían ser elementales para los hombres de formación colo- de hacer sancionar sus actos por la legislatura, salvo para aquellas decisiones
nial que, en minoría no sólo en el país sino también dentro del partido federal, cuya tremenda responsabilidad la ley había encomendado a su sola concien-
procuraron la suma del poder y acompañaron a Rosas durante su gobierno cia." (Irazusta: 1950:72-73)
[...].[...].
Además de discrecionalistas - como los designaba don Vicente Fidel López
- eran centralistas. Muchos de ellos habían formado parte de los primeros go- II. José María Rosa (Buenos Aires, 1906)
biernos nacionales posteriores a la Independencia y gobernado como se propo-
nían hacerlo en 1835. [...] Su plan consistió en redactar un pacto entre la confe- Se graduó en la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Fue profesor en La
deración que una vez aceptado por las provincias no les permitiese nunca más Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata, profesor de Historia
salirse de la unión; y por el encargo de las Relaciones Exteriores confiado a un Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Plata y profesor adjunto en la
gobernador de Buenos Aires crear, a las buenas o a las malas, pero siempre Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Desempeñó cargos públicos en la
"Rosas fue al gobierno en 1829 como hombre "de orden". No era un político, y
llegaba a las posiciones públicas como consecuencia de sus actividades priva-
das. Era el hombre serio, de trabajo y de acción, de quien se esperaba restaura-
ría el imperio de "las leyes" tan conculcadas hasta entonces". Sabíase que el
"Restaurador de las leyes" no toleraría ninguna infracción a ellas, de la misma
manera que el estanciero de "los Cerrillos" no aceptaba tergiversaciones a sus
reglamentos camperos.
Pero Rosas era algo más que un hombre de orden. Era el argentino por excelen-
cia, en quien se encarnaban todas las virtudes y posibilidades de la raza criolla.
Al elegirlo gobernador en las difíciles circunstancias del año, pretendíase al
único defensor posible de la nacionalidad." (Rosa, Defensa y pérdida de...,
pp. 107)
1
Halperín Donghi, Tulio, El revisionismo histórico argentino, Buenos Aires, Huemul,
1967 (Cuarta edición).
2
Irazusta, Julio, Ensayos históricos, Buenos Aires, La voz del Plata, 1950.
3
Rosa, José María, Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, Buenos
Aires, Huemul, 1967 (Cuarta Edición).
A fines de los años 50 se manifestó una nueva coyuntura político social a nivel
nacional e internacional que influyó en el pensamiento de los intelectuales. El cambio
sociopolítico que implicó el peronismo no se disolvió con la Revolución Libertadora
que derrocó al gobierno de Perón. Como comentamos en el apartado del revisionismo
esta implicó redefiniciones del marco político basando su legitimidad en presentarse
como la continuación de la línea histórica Mayo-Caseros. Excediendo las fronteras
nacionales, el triunfo de la Revolución Cubana fortaleció las esperanzas de una revo-
lución socialista posible. Inmersos dentro de este nuevo escenario, los intelectuales
reorientaron sus reflexiones.
El peronismo llevó al centro de la problemática historiográfica la relación lí-
der- masa. Los autores aquí agrupados comparten esta preocupación. Sin embargo
existen profundas diferencias en la lectura del proceso que están relacionadas con el
compromiso político que adoptaron en su realidad.
Aquellos que pertenecían a la militancia peronista buscaron encontrar respues-
tas históricas al rumbo que debía tomar el movimiento. Autores revisionistas como
Rodolfo Ortega Peña y Luis Duhalde consideraron a las masas el elemento central de
la dinámica histórica. A partir de esta concepción adquirió sentido el papel del líder,
que apareció representando en el siglo XX al caudillo del siglo XIX.
Compartiendo una concepción nacional popular con el revisionismo, algunos
intelectuales de izquierda de distintas tendencias como Rodolfo Puiggrós y Abelardo
Debate... 8 7
86 -Ficha de Cátedra-
consumo personal del productor se satisface con productos que compra en el
Historia económica del Río de la Plata21 (1946)
mercado." (Puiggrós; 1953: 344 - 345)
Puiggrós analiza la historia de los tres países (Argentina, Paraguay y Uruguay)
"El caudillo bonaerense, a diferencia de los primeros patriotas, no se interesó
vinculados al Río de la Plata, en donde convergen y divergen sus intereses, desde los
en lo más mínimo por atraer al país la técnica y la cultura europeas. Las odiaba
orígenes hasta la federalización de la ciudad de Buenos Aires.
y repelía. Ni se interesó por crear un mercado nacional. Las provincias eran
tributarias de Buenos Aires y los grifos de la aduana porteña se abrían y cerra-
"Las relaciones de Juan Manuel de Rosas con las autoridades se desarrollaron
ban sin tenerlas para nada en cuenta.
así, plácidamente, salvo los pequeños enfriamientos que hemos referido, sin
No significó para nosotros lo que para Rusia el genio turbulento de Pedro el
que la ley de enfiteusis consiguiera amargar a los estancieros, hasta el momen-
Grande, quien volcó a manos llenas en las atrasadas estepas ciencias y artes de
to en que al presidente Rivadavia se le ocurrió capitalizar una parte de la pro-
Europa Occidental. Era un político chato, sin imaginación, apegado al atraso y
vincia de Buenos Aires. El estanciero de Los Cerrillos movió todas sus influen-
prendido como un avaro al supremo recurso de su gobierno: La aduana de cias para impedir que ese hecho se consumara: hizo circular por la campaña un
Buenos Aires. memorial con firmas contra el proyecto y se carteó con los caudillos del inte-
Acentuó los localismos y antagonismos provinciales para mantener el predo- rior. La palabra federación afloró a sus labios. Las provincias comenzaron a
minio asfixiante de la provincia que gobernaba; rechazó la técnica para impe- creer en él y depositaron todas las esperanzas en el cabecilla del "ilustre genio
dir que la vieja estancia fuese reemplazada por la colonia agrícola; y cerró las de los hacendados", poderoso señor que hacía tambalear el poder presidencial.
puertas del país a las inversiones productivas del capital extranjero no en de- Los hechos económicos, tan porfiados como todos los hechos, llevaron al
fensa de los intereses nacionales, sino para imposibilitar la transformación or- saladerista y estanciero a ocuparse de política, malgré lui. Y los hechos econó-
gánica que el capital extranjero podía operar. micos -¡oh, el puerto de Buenos Aires a orillas del caudaloso Plata!- harían de
Su ideal político se reducía a eternizar la existencia pastoril en las campañas. él el patrón de las provincias". (Puiggrós; 1966: 131-132)
Ese ideal se traducía prácticamente en la paralización de las fuerzas producti-
vas nacionales y en la intensificación de nuestra dependencia de la industria y
"Pueblo y oligarquía", es el primer tomo de Historia crítica de los partidos
el comercio europeos. ¿Cómo se iban a vestir, a disponer de los elementales
políticos argentinos (en seis volúmenes) en donde da un panorama de hechos y
utensilios, a vivir una existencia mínimamente civilizada los habitantes de una personajes de la historia político social argentina del siglo XIX y primera década del
tierra que casi no producía más carne, cueros, sebo y crines? Tenía que ir fatal- XX, desde la revolución de Mayo, la anarquía, Rosas y los caudillos, hasta la organi-
mente al encuentro de los comerciantes a adquirir el resto. Al menor desarrollo zación nacional, Mitre, Roca, la Revolución del 90 y el gobierno de la oligarquía
de la producción propia, correspondía mayor dependencia de la producción tradicional
extranjera. Este axioma no se puede destruir con absurdas y torpes referencias
a los "hábitos sencillos", a las "costumbres patriarcales", al "plácido estado
"Desde la independencia política hasta la organización nacional se extendió un
natural". No quedaban más que dos caminos: retroceder al nivel de vida más
agitado período de luchas civiles, dividiéndose los argentinos en unitarios y
primitivo y reducir las necesidades a lo indispensable que producía la tierra o federales. Cada uno proponía la organización del país a su manera. Los unita-
"imitar" a los europeos y subordinarse a su industria y comercio. Había un rios representaban a la burguesía comercial de la ciudad de Buenos Aires, con
tercer camino: apresurar la transformación orgánica del país hacia un nivel su red de agentes y comerciantes minoristas del interior, y tenían el apoyo de
superior e impulsar su progreso económico, político y social. Pero este camino los jefes de los ejércitos de línea que quedaron después de la Guerra del Brasil,
suponía la desarticulación y caída del régimen rosista." (Puiggrós; 1953: 350 - en lucha infructuosa contra las montoneras. Adherían a los federales los caudi-
352) llos de provincia, dueños de vidas y haciendas, defensores de los intereses de
ganaderos, agricultores y artesanos, jefes naturales de las masas en la guerra de
montoneras contra las pretensiones hegemónicas y monopolistas de los comer-
ciantes de Buenos Aires y su puerto único."
88 -Ficha de Cátedra-
Debate... 89
(...) Con excepción del Paraguay (que se introvertió y aisló en un orgulloso Entre su itinerario político se puede destacar la creación del Frente de Izquierda
intento de autodesarrollo absoluto) y de la Banda Oriental (cuya salida propia popular(FIP)
por su amplia costa al vasto océano la independizaba del puerto argentino), las Ramos comparte con Puiggrós, la incorporación de elementos nacionalistas y
provincias no podían subsistir abandonadas en sus propias tuerzas y necesita- populistas a la lectura marxista..
ban como del oxígeno del comercio que solamente podían realizar a través de En su bibliografía se destaca: América latina: Un país (1949); Revolución y
Buenos Aires, pero a la vez la dictadura económica del puerto único, las conde- Contrarrevolución en la Argentina (1957); con el seudónimo de Víctor Guerrero pu-
naba a la deformación y a la miseria, por más que se la sirvieran adornada de blicó De octubre a Setiembre (1959); Historia política del Ejército argentino (1959);
constituciones unitarias, instrumentos de una minoría oligárquica que aspiraba El Partido comunista en la Política Argentina. Su historia y su crítica (1962), La
a gobernar "por el pueblo, sin el pueblo y a pesar del pueblo", según palabras lucha por un partido revolucionario (1964).
de Esteban Echeverría (Dogma Socialista, Universidad de La Plata, 1940, p.94).
Los caudillos, al frente de las masas, resistieron en las provincias los planes
hegemónicos de la burguesía comercial porteña. Hasta hoy los ideólogos del Las masas y las lanzas22
liberalismo burgués no se lo perdonan.
El autor de Las dos políticas (atribuido a José Hernández), coincidiendo con "Las masas y las lanzas", es el primer tomo de Revolución y Contrarrevolución
Juan Bautista Alberdi, descubrió la razón de ser de los caudillos en la confisca- donde el autor intenta abarcar el conjunto de la historia argentina, desde la Revolución
ción de las riquezas provinciales por los comerciantes porteños, representados de Mayo hasta el Gobierno de Mitre, revalorizando el papel de los caudillos.
por el partido unitario. Ya antes, Echeverría hacía notar que este partido carecía La tercera edición de la editorial Plus Ultra de 1961 incluye, ademas de otros
de bases de masas y era "antipático por sus arranques soberbios de exclusivismos agregados, un capítulo dedicado a Artigas.
y supremacía "mientras que el partido federal "se apoya en las masas populares
y es la expresión genuina de sus instintos". "Cabe aquí introducir otro interrogante: ¿por qué se falsifica la historia argen-
Echeverría comprendió que la organización nacional era imposible sin aceptar tina? ¿Cuál es la causa de que los alumnos de la escuela primaria y del bachille-
"la civilización europea", pero que debíamos entrar en ella con espíritu crítico rato se hastíen al estudiar nuestro pasado, acribillado de imprecisas batallas,
y propósitos de superarla, sin encandilarnos como los unitarios que todo lo fechas misteriosas o héroes abstractos? Debe existir alguna razón valedera para
esperaban del Viejo Mundo y sacrificaban los intereses sociales a los princi- que los argentinos ignoren su propia historia y se les antoje una especie de caos
pios abstractos. Intuyó que la organización y el desarrollo de la sociedad argen- sin sentido.
tina dependían de causas internas y no de la mera acción principista o económi- Pero la respuesta no es difícil de encontrar. Un poder muy específico, la oli-
ca de causas externas." (Puiggrós; 1965: 61- 62) garquía terrateniente, comercial y financiera del puerto de Buenos Aires tomó
el control de las Provincias Unidas al estallar la Revolución de Mayo. De algu-
na manera se las arregló para mantenerlo en sus manos hasta hoy. Esa oligar-
II. Ramos, Jorge Abelardo (1921-1994) quía, estrechamente asociada al Imperio británico sufrió raros eclipses en el
disfrute pleno de su influencia.
Intelectual, periodista. En 1941 formó parte del Comité Ejecutivo. Del Partido Pero lo cierto es que los grandes argentinos que se interpusieron en su camino
Obrero de la Revolución Socialista. Hacia 1945- 1947 organiza el grupo que edita la fueron en definitiva derrotados: Mariano Moreno, San Martín, Rosas, los cau-
revista "Octubre" en la que defiende la problemática de la "liberación nacional" y se dillos de provincia, bajo cierto punto de vista el general Roca, el doctor Hipólito
vincula con el peronismo emergente. Este grupo, integrado por personas de creencias Yrigoyen y el general Perón.
trotskistas como Ramos, ex forjistas y otros nacionalistas populares llegaron a ser Si bien fue excluida muchas veces del poder político directo, esa oligarquía
conocidos como "izquierda nacional" Aunque nunca se constituyeron como una or- conservó intacto durante mucho tiempo su poder económico. Al cabo, debió
ganización de carácter político ni llevaron a cabo un intento serio de penetración en la compartirlo con un nuevo socio exigente y perverso, el capital extranjero radi-
clase obrera, desplegaron una intensa actividad de difusión y propaganda. En 1955, cado en la gran industria y en la especulación financiera." (Ramos; 1974: 10 -
después de la caída de Perón, integró la dirección del Partido Socialista de la Rev. Nac. 11)
"Este riojano de origen sanjuanino es pura voluntad y coraje. Pura vida. Es el El caudillo recibe dirección de las masa. Las masas se mueven espontáneamen-
amigo querido por Severa Villafañe. Pero también es mucho más. No es la te - aunque esa espontaneidad no es ciega, y recibe dirección de la propia nece-
barbarie encamada. Aunque por "barbarie" abarquemos a quienes integran esos sidad de las masas -. Los movimientos nacionales se dan sus caudillos. [...]
"movimientos espontáneos" de las "campañas pastoriles", como decía el
"Nuestra hipótesis inicial es, pues, que existe una relación entre la pertenencia "Finalmente, la montonera del caudillo -cuando efectivamente la tuvo, porque,
a un determinado estrato social y la identificación con los intereses de ese estra- en contra de lo que se cree, no fue un fenómeno generalizado- se nutrió, en
to en el ejercicio del liderazgo. Más aún: que esa relación vincula una estructu- medida considerable, de una población marginal que encontró allí una forma
ra de poder específica, e históricamente determinada, con una de las estructuras de vida y a veces quizás una carrera."
sociales básicas: el sistema de clases de una sociedad global también específi-
ca, de modo que existiría una decisiva unidad de intereses entre los personeros
del liderazgo y la clase social a la que pertenecen." (Zorrilla; 1972: 17) VI. Lynch, John (1927)
"El liderazgo rosista, en particular, significó la subordinación de los caudillos Historiador e investigador británico. En la actualidad se desempeña como pro-
regionales y la consolidación de un centro hegemónico vigoroso cuyo asiento fesor de la Universidad de Londres.
no podía ser otro que la ciudad de Buenos Aires y su hinterland." (Zorrilla; Entre algunas de sus obras: Administración colonial española 1782-1810: El
1972: 173) sistema de intendencia en el Virreinato del Río de la Plata (1962), Juan Manuel de
Rosas 1829-1852 (1984); Las Revoluciones hispanoamericanas 1808-1826, (1979);
"Así, el deterioro paulatino del poder central entre 1810 y 1820 es, al mismo Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850 (1993).
tiempo el requisito para la constitución de los poderes regionales o provincia-
les, ejercidos finalmente con total autonomía por el caudillo. El vacío
institucional, la movilización política de las capas inferiores de la estratifica- Caudillos en Hispanoamérica, 1800-185027
ción social, y la intensa militarización, fueron también efectos de la revolución
y, desde otra vertiente, se unieron al desarrollo de los conflictos intra e En Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850; intenta explicar los orígenes, la
interrregionales, intra e interclase (conflictos entre clases de provincias dife- naturaleza y el significado del caudillismo, entendiéndolo como parte de un proceso
rentes), para generar el fenómeno de los caudillos. Esto importó la formulación histórico, en el que estos dirigentes personalistas acumulaban funciones y poder res-
de una alianza de clases que tuvo componentes y profundidad variables según pondiendo a intereses específicos. Este autor concibe el "caudillismo" como una
cada región y provincia, pero que en casi todos implicó una clara participación clase especial de "clientelismo;" que se define como una forma de relación político -
popular, bajo la dirección política de uno de los sectores de la clase alta. Esta social entre grupos de patrones y clientes que compiten por el poder y la riqueza. El
alianza que tiene lugar en el contexto de un capitalismo ruralizado, cuyo flanco caudillismo de Lynch esboza un contexto político caracterizado por la ausencia de
comercial y fundamentalmente urbano se halla gravemente afectado por la guerra instituciones, por la hegemonía de la clase terrateniente, y por la prevalencia de rela-
de la independencia y la misma guerra civil, es lo que denominamos "populismo ciones de dependencia personal.
oligárquico".
Debate... 111
110 -Ficha de Cátedra-
indígena y negro, así como también por la poderosa influencia que el clero masa se individualizaba, generalmente, por cierta excelencia en el ejercicio de
ejercía en esos medios. las misma vitudes que ella admiraba: era el más valiente, el más audaz, el más
[...] diestro. Esas cualidades no valían por si, sino agregadas a ciertas dotes natura-
Contrario a la democracia doctrinaria y orgánica encuadrada dentro de los prin- les de mando. El caudillo no recibía su consagración como jefe por ningún acto
cipios liberales, propugnada por los hombres de Buenos Aires, comenzó a es- expreso de carácter jurídico, o mejor dicho, poseía la autoridad de tal, al mar-
bozarse otro sistema de ideales. Como no provenía de la reflexión sistemática gen de los actos jurídicos a que pudiera apelar para legitimar su autoridad de
ni se apoyaba en doctrina alguna, sus características fueron su imprecisión y su hecho: las eleccciones o plebiscitos. Lo fundamental era la obediencia que ha-
resistencia a toda formulación estricta; pero tenía en cambio la fuerza de las bía conquistado por si, la que le prestaban por el reconocimiento de su innata
convicciones seculares y el vigor de las reacciones primigenias. Era, eso si, un calidad de jefe.
sistema, proque, en sus diversas manifestaciones revelaba una profunda unidad Esa autoridad se basaba no solo en las vitudes personales de hombre de comba-
interior, y de esa actitud espiritual provenía su fuerza y su irrecdutibilidad. El te y hombre de campo; se apoyaba asimismo en cierta premeditada actitud
error de los liberales de Buenos Aires consistió en creer que el conflicto que mediante la cual las masas rurales llegaban a considerar a su caudillo como
amenazaba provenía de la oposición entre dos doctrinas; es mucho más grave, dotado de poderes insólitos. "Quiroga -cuenta el general Paz- era tenido por un
porque consistía en una lucha entre una doctrina y un sentimiento, y la posibi- hombre inspirado; tenía espíritus familiares que penetraban en todas partes y
lidad de conciliación solo podía darla el tiempo. obedecían a sus mandatos; tenía un célebre caballo moro, que, a semejanza de
[...] la serva del Sertorio, le revelaba las cosas mas ocultas y le daba los más saluda-
Pero tan reacia como se manifestara la masa criolla a entrar por la vía de la bles consejos; tenía escuadrones de hombres que cuando se les ordenaba se
organización institucional, el fundamento de su actitud política era un senti- convertían en fieras, y otros mil absurdos de este género". En mayor o menor
miento democrático auténtico. El criollo estaba acostumbrado a gozar de una medida, casi todos los caudillos cuidaban su prestigio y se valían, acaso, de su
inmensa libertad individual; la que aseguraba el desierto, aún cuando fuera a penetración psicológica para demostrar su superioridad. De este modo, llenos
costa de su total exclusión de la vida pública, manejada desde las ciudades. de recursos y posibilidades, los caudillos afirmaban su dominio sobre las masas
Con el triunfo del movimiento revolucionario, el criollaje quiso trasladar a la populares, y solo secundariamente necesitaban la corroboración legal de sus
vida política este sentimeinto de libertad indómita para el que parecía coacción títulos. "Hubieran ido en derecha a hacerse matar para probarle su convenci-
la mera sujeción a la ley. miento y su adhesión", dice el mismo Paz refiriéndose a la fidelidad que tenían
los gauchos salteños hacia Güemes.
Lo que originaba esta fidelidad era la convicción, fundada o no, de que el cau-
dillo defendía los intereses de la colectividad regional. Habían levantado la
Los caudillos bandera de la autonomía contra el predominio de Buenos Aires, y la bandera de
las tradiciones vernáculas contra las ideas renovadoras de los grupos ilustra-
"Los caudillos fueron los conductores de las masas populares de las provin- dos. Pero, aun así, podría sospecharse que no hubieran logrado la autoridad
cias. Ajenos, en general, a todas las sutilezas que suponía el ejercicio del poder discrecional que alcanzaron si no se hubiesen conducido con extrema habilidad
dentro de la concepción de los grupos ilustrados, poseían algunos caracteres en la orientación de los sentimientos populares. En efecto, los caudillos se apo-
que evidenciaban su inequívoca aptitud para polarizar las simpatías y excitar la yaron en la masa y consiguieron su adhesión exacerbando el sentimiento de
admiración. Por eso fueron los jefes populares, que si llegaban al poder por la clase. Brackenridge había señalado que sostenía a Artigas "el pueblo llamado
violencia y no poseían título jurídico para ejercerlo, tenían en cambio una tácita gauchesco", y agregaba que la "parte respetable de la comunidad esta lejos de
adhesión de ciertos núcleos que los respaldaban y los sostenían. la unanimidad en su sosten", esta actitud se advirtió luego con respecto a todos
El secreto de esa adhesión residía en la afinidad entre el caudillo y las masas los otros caudillos, y aseguró un sólido fundamento a su autoridad, que en vano
populares. El caudillo pertenecía casi siempre a esa misma capa social; partici- pretendían quebrantar las minorías cultas de las ciudades.
paba del mismo tipo de vida y rechazaba con la misma aversión las formas Ese apoyo no era solo adhesión moral y tácita aprobación de su política. Las
evolucionadas de convivencia que se le quisieron imponer; y en el seno de esa masas populares proporcionaron a los caudillos la fuerza material, las tropas
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