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HISTORIA ARGENTINA I (1776-1862)

Debate sobre caudillismo


en la Historiografía Argentina
Clara Cardinal
Martín Cuesta
Verónica Martínez Tami
Mauro Pasqualini
ÍNDICE

Presentación 7

Los Inicios 9

Algunas miradas a principios de siglo 39

La Nueva Escuela Histórica 65

Los caudillos vistos por el Revisionismo 75

Desde mediados de los cincuenta en adelante , 85

Bibliografía del Dossier . 121


Este dossier ha sido realizado por los alumnos adscriptos a la cátedra de "His-
toria Argentina I, 1776-1862" (B). Desde su incorporación, a mediados de 1999, rea-
lizamos un seminario interno sobre el tema "Caudillismos en la historiografía argenti-
na" cuyo objetivo central era profundizar en un tema clave del período. Pensamos
también que la experiencia debería servir para elaborar un material para los alumnos
de la materia que ponemos ahora a su disposición. En la base del mismo se encuentra
la preocupación por acercar a los estudiantes a las diversas maneras en que la
historiografía ha tratado temas importantes de la historia argentina. La falta de tiempo
y los límites que debemos imponernos en las lecturas obligatorias que incorporamos al
programa de la materia, casi siempre nos llevan a retener trabajos más o menos recien-
tes que recogen una larga experiencia de investigación y debates previos. Pero difícil-
mente podemos poner en contacto directo a los alumnos con esa literatura previa en la
que se apoya y con la que discute la más reciente. Con este dossier no pretendemos
solucionar este problema, que sólo se puede abordar con una lectura integral de las
obras, sino apenas acercarlos a algunos fragmentos de una vasta labor historiográfica,
que nos parecieron significativos.
La cátedra ha trabajado intensamente para llegar a este resultado, y en especial
los cuatro adscriptos que firman el dossier. Pensamos que la experiencia ha sido posi-
tiva e invitamos a los lectores a hacernos llegar sus opiniones sobre el trabajo y la
manera de mejorarlo.

Jorge Gelman

Debate... 5
PRESENTACIÓN

El presente dossier ha sido concebido dentro de un seminario de la cátedra


Historia Argentina I "B" sobre caudillismo, y por lo tanto es producto de diferentes
discusiones y aportes. Pretende ser una introducción a la manera en que el tema ha
sido abordado en diferentes contextos históricos, a través de distintas perspectivas
historiográficas y de diversos paradigmas intelectuales, que sirva tanto para observar
los cambios en el abordaje del caudillismo, como para evaluar las visiones más recien-
tes sobre el particular.
Dicho esto, se hacen necesarias algunas aclaraciones. En primer lugar, en cuanto
a la clasificación de las obras y los autores seleccionados. En este sentido, es necesario
precisar que el procedimiento seguido se ha basado en clasificaciones generales ya
consagradas, que delimitan determinadas líneas historiográficas y perspectivas inte-
lectuales de acuerdo a criterios que exceden el tema aquí tratado. Se ha considerado
ésta la mejor manera de proceder, dado que otra forma de agrupar el material aquí
expuesto, que se centre exclusivamente en la visión del caudillismo, hubiera requerido
un trabajo más exhaustivo, que excedía los objetivos del presente dossier. Al mismo
tiempo, esto hubiera relegado a los autores que han abordado el tema indirectamente.
Tocará al lector, por lo tanto, el trabajo de hacer el balance acerca de las diferencias y
continuidades que encuentre por sobre las clasificaciones aquí reproducidas.
En segundo lugar, en cuanto a los autores escogidos, es necesario alertar sobre
el hecho de que la presente selección, debido a su carácter introductorio, no ha preten-
dido ser exhaustiva. De esta manera, si bien se han elegido o bien a autores represen-
tativos de ciertas corrientes, o bien a autores que han tratado el tema con especial
interés, no son pocos los nombres que no han encontrado lugar en estas páginas. Esto

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también es cierto para los enfoques más recientes sobre el tema, puesto que se ha
decidido no engrosar el presente trabajo con historiadores cuya lectura es más accesi-
ble y actual, como es el caso de autores tales como Tulio Halperín Donghi y José
Carlos Chiaramonte.
Consideramos que estas aclaraciones son necesarias para la lectura de los si-
guientes textos, dado que entendemos que circunscribir las miradas sobre el tema so-
lamente a los autores expuestos aquí, puede tener un efecto contraproducente sobre el
cual queremos alertar. Esperamos asimismo que lo expuesto más adelante sirva tam-
bién como una introducción a la compleja relación entre la problemática propuesta y
las diferentes trayectorias políticas e intelectuales desde la que ha sido abordada.

Los responsables

LOS INICIOS

Un fenómeno como el caudillismo, característico tanto de la Argentina como


de Sudamérica, no podía pasar desapercibido para sus contemporáneos. Como ejem-
plo de ello, en esta primera parte se presentarán cinco autores, que se preguntan tanto
acerca de las causas de su surgimiento, así como por las características de su liderazgo
y las consecuencias de este tipo de sistema político. Cabe advertir que los cinco auto-
res estudian el tema desde una mirada mas bien crítica. Todos ellos fueron opositores
a los regímenes de la primera mitad del siglo XIX y (salvo Paz que muere en 1854),
tendrán amplia repercusión en el período que sigue a la caída de Rosas; su discurso se
funda en una crítica más o menos radical del pasado inmediato, en el cual el caudillismo
habría sido dominante.
Si bien los cinco autores participaron de la oposición a Rosas, cuatro de ellos
(Alberdi, Sarmiento, Mitre y López) tienen experiencias comunes: fueron partícipes
de la generación del '37, estuvieron exiliados, y comparten una mirada hacia los mo-
delos europeos característica de ciertos círculos intelectuales de la segunda mitad del
siglo XIX. Asimismo asocian el fenómeno del caudillismo con un vacío institucional,
una ruralización del poder, y el uso de la violencia como modo de competencia políti-
ca.
José María Paz se diferencia en el grupo desde el punto de vista cronológico,
tanto por su fecha de nacimiento, como por su participación más temprana en el acon-
tecer político de! país; sin olvidar que comienza sus "Memorias..." desde su cautiverio
en 1831. Por ello, suele ser visto como un miembro de la "vieja guardia" por los otros
autores. Se lo puede observar desde una postura mas cercana a la de un protagonista
que analiza la historia en que ha participado.

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En cambio, Sarmiento parte de la biografía de Quiroga para realizar un profun- contra Rosas. Regresó a Buenos Aires después de la Batalla de Caseros, y luego se
do análisis de la realidad argentina, proyectándola hacia el futuro. Para él, parecería retiró a la vida privada, continuando sus Memorias, que se publicaron después de su
existir una doble determinación del poder de los caudillos; una espacial, como expre- muerte.
sión de la barbarie gaucha, que se origina en el desierto, espacio social donde la vio-
lencia es una forma de vida. Y una histórica, como resultado "natural" de la experien-
cia revolucionaria, por la fragmentación de la soberanía política y del surgimiento de
Memorias póstumas del General José María Paz2
nuevas pasiones faccionarias.
Alberdi, por su parte, entendió el caudillismo como una forma de política. Pero Estas memorias pueden considerarse más bien como una fuente, donde el autor
su pensamiento sobre el tema fue cambiando a lo largo de su vida. En sus primeras relata sus experiencias en clave política y militar. Abundan los relatos de batallas con
obras fue mas bien crítico hacia esta forma política; entre otros tópicos, remarcó el uso especial énfasis en estrategias y sucesos. Del relato de su cautiverio y cuasilibertad,
de la violencia por parte de los caudillos para acallar la oposición. Pero ya en la segun- surgen interesante reflexiones acerca de la vida durante el gobierno de Rosas, así como
da mitad del siglo XIX, rescató el valor del caudillismo como forma de representa- la evidente postura crítica del autor hacia el rosismo.
ción, en oposición a otras formas políticas. Esta concepción política del caudillismo, Los fragmentos que se presentan son parte del capítulo "La guerra de los caudi-
que es la que se presenta en este trabajo, generó un interesante debate con Mitre y llos", que comienza explicando las causas del convulsionado año 1820, durante la
Sarmiento. campaña de los caudillos del Litoral contra el Directorio del Gral. Rondeau, partici-
Por último, se presentan a López y Mitre, con quienes comienza la historiografía pando Paz en las tropas directoriales.
argentina. Estos iniciaron un debate acerca de la disciplina histórica, confrontando
desde las interpretaciones, hasta los métodos y la filosofía de la historia. Con respecto "En las creencias populares con respecto a Quiroga, hallé también un enemigo
al tema de este dossier, ambos reconocen el origen del caudillismo en la anarquía del fuerte a quien combatir; cuando digo populares, hablo de la campaña, donde
año 1820. Se pueden destacar dos conceptos en sus obras: la anarquía y la montonera. esas creencias habían echado raíces. En algunas partes no sólo afectaban a la
Anarquía en tanto ausencia de autoridad central y la imposibilidad de contrarrestar la última clase de la sociedad. [...] Quiroga era tenido por hombre inspirado;
irrupción de las masas. Y siempre pensando el debate desde el caudillismo en el proce- tenía espíritus familiares que penetraban en todas partes y que obedecían sus
so de construcción del Estado Nacional. Como diferencia, es posible decir que para mandatos; tenía un célebre caballo moro (así llaman al caballo de un color gris)
López la guerra social desató la barbarie, la desorganización y criminalidad sin solu- que, a semejanza de la cierva de Sertorio, le revelaba las cosas más ocultas y le
ción; el caudillismo era todo negativo, era corrosivo a la Nación. Mientras que para daba los más saludables consejos; tenía escuadrones de hombres que, cuando
Mitre, el caudillismo representaba intereses democrático-igualitarios que canalizados les ordenaba, se convertían en fieras, y otros mil absurdos de este género. Ci-
por instituciones republicanas-liberales podían contribuir a la formación de la nación.1 taré algunos hechos ligeramente, que prueban lo que he indicado.
Conversando un día con un paisano de la campaña, y queriendo disuadirle de
su error, me dijo: 'Señor, piense usted lo que quiera, pero la experiencia de
Autores y textos años nos enseña que el señor Quiroga es invencible en la guerra, en el juego (y,
I. Paz, José María bajando la voz, añadió), en el amor. Así es que no hay ejemplar de batalla que
no haya ganado; partida de juego que haya perdido; (y, volviendo a bajar la
Nació en Córdoba el 9 de septiembre de 1791 y murió en Buenos Aires el 22 de voz) ni mujer que haya solicitado, a quien n o ' haya vencido." Como era consi-
octubre de 1854. Inició estudios en Derecho, que abandonó por la carrera militar. guiente, me eché a reír con muy buenas ganas; pero el paisano ni perdió su
Participó en las campañas de Independencia, donde perdió una mano, lo que le valió el seriedad, ni cedió un punto de su creencia.
apodo del "manco Paz". También participó en la Campaña del Brasil y en las Guerras Cuando me preparaba para esperar a Quiroga, antes de la Tablada, ordené al
Civiles. Fue capturado por las tropas del Gobernador López en 1831, permaneciendo comandante don Camilo Isleño, de quien ya he hecho mención, que trajese un
preso hasta 1839, cuando fue trasladado a Buenos Aires en libertad, bajo condiciones escuadrón a reunirse al ejército, que se hallaba a la sazón en el Ojo de Agua,
de seguridad especiales. De allí consiguió evadirse, para participar en las campañas porque por esa parte amagaba el enemigo. A muy corta distancia, a la noche
antes de incorporárseme, desertaron ciento veinte hombres de él, quedando

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solamente treinta, con que se me incorporó al otro día. Cuando le pregunté la aumentar algunas palabras, para desengañar a aquel hombre, pero estaba tan
causa de un proceder tan extraño, lo atribuyó a miedo de los milicianos a las preocupado que me persuadí que ello era imposible.
tropas de Quiroga. Habiéndole dicho que de qué provenía ese miedo, siendo {...]
así que los cordobeses tenían dos brazos y un corazón como los riojanos, bal- La derrota de la Tablada quebró de un modo muy notable ese prestigio que le
buceó algunas expresiones, cuya explicación quería absolutamente saber. Me daba la más bárbara superstición. Cuando volvió para ser otra vez derrotado en
contestó que habían hecho concebir a los paisanos que Quiroga traía entre sus Oncativo, ya no se habló más del caballo moro ni de espíritus familiares; pien-
tropas cuatrocientos capiangos, lo que no podía menos que hacer temblar a so también que los jugadores y el bello sexo pudieron creerse a cubierto de su
aquellos. Nuevo asombro por mi parte; nuevo embarazo por la suya; otra vez irresistible poder. Por estas razones, he creído siempre que la victoria de la
exigencia por la mía; y, finalmente, la explicación que le pedía. Los capiangos, Tablada fue de una importancia política que jamás se ha apreciado bastante.
según él, o según lo entendían los milicianos, eran unos hombres que tenían la Mediante ella dieron aquellos pueblos un paso muy avanzado hacia la civiliza-
sobrehumana facultad de convertirse, cuando lo querían, en ferocísimos tigres, ción, cuando sin ella hubieran retrocedido a la más estúpida barbarie y al des-
"y ya ve usted que cuatrocientas fieras lanzadas de noche un campamento aca- potismo más tenebroso." (Paz; 1917; 210-215)
barán con él irremediablemente". Tan solemne y grosero desatino no tenía más
contestación que el desprecio o el ridículo; ambas cosas empleé, pero Isleño
conservó su impasibilidad, sin que pudiese conjeturar si él participaba de la [explica la campaña de López sobre Córdoba]
creencia de sus soldados, o si sólo manifestaba dar algún valor a la especie para
disimular la participación que pudo haber tenido en su deserción; todo pudo "Me he detenido de propósito en los detalles de esta corta y poco importante
ser. campaña para dar a conocer de una vez la táctica y modo de combatir de las
Un sujeto de los principales de la sierra, comandante de milicias, Güemes Cam- montoneras, que acaudillaba en jefe el proto-caudillo don José de Artigas, me-
pero, había hecho toda la campaña que precedió a la acción de la Tablada, con diante la cual obtuvieron considerables victorias sobre las tropas de Buenos
Bustos y Quiroga; vencidos éstos, se había retirado a su departamento, y des- Aires. En el primer ensayo que tuvieron con el ejército, que se decía auxiliar
pués de algún tiempo que se conservó en rebeldía, fue hecho prisionero y cayó del Perú, aprendieron a respetarlo, y su general, el digno Belgrano, fue si no me
en mi poder. Un día, estando comiendo, algunos oficiales tocaron el punto de engaño, un objeto de respeto y estimación para los mismos montoneros.
la pretendida inteligencia de Quiroga con seres sobrehumanos, que le revela- Muchos han tratado de profundizar esta materia, para encontrar las verdaderas
ban las cosas secretas y vaticinaban lo futuro. Todos se reían, tanto más cuanto causas de los desastres de nuestras tropas, frecuentemente batidas por paisanos,
Güemes Campero callaba, evitando decir su modo de pensar. Rodando la con- muchas veces mal armados y peor dirigidos. Con este fin, no ha faltado quien
versación, en que yo también tomé parte, vino a caer en el célebre caballo pondere la inepcia de nuestros generales, la cobardía de nuestros oficiales, y,
moro, confidente, consejero y adivino de dicho general. Entonces fue general más que todo, la superioridad de la invención y del valor de los caudillos, que
la carcajada y la mofa, en términos que picó a Güemes Campero, que ya no capitaneaban esas masas irregulares, a las que tan propiamente se bautizó
pudo continuar con su estudiada reserva; se revistió, pues, de toda la formali- montoneras. (Paz: 1917; 322-323)
dad de que era capaz, y tomando el tono más solemne, dijo: "Señores, digan [...]
ustedes lo que quieran, rían cuanto se les antoje; pero lo que yo puedo asegurar Sin considerar positivamente esta nueva organización, diré que no me parece
es que el caballo moro se indispuso terriblemente con su amo el día de la acción propio de las circunstancias en que fue adoptada. La montonera, aunque com-
de la Tablada, porque no siguió el consejo que le dió de evitar la batalla ese día; puesta de tropas irregulares, estaba poseída de un entusiasmo extraordinario, el
y en prueba de ello soy testigo ocular que, habiendo querido poco después del que unido al brío y valor de nuestros campesinos, les daba una ventaja en los
combate mudar caballo y montarlo (el general Quiroga no cabalgó el moro en combates individuales (digámoslo así) al arma blanca, que es la que regularmente
esa batalla), no permitió que lo enfrenasen por más esfuerzos que se hicieron, se emplea en los ataques de caballería. Por otra parte, esos grandes cuerpos de
siendo yo mismo uno de los que procuré hacerlo, y todo esto era para manifes- esta arma, improvisados para oponerles, ya se compusiesen de milicianos, ya
tar su irritación por el desprecio que el general hizo de sus avisos." Traté de de tropas de linea recientemente creadas, no podían tener ni la posesión ni la
instrucción convenientes para las maniobras; de modo que las batallas se redu-

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cían a choques bruscos y desordenados, en que se combatía casi individualmente.
De aquí resultó que los montoneros daban tanta importancia a lo que llamaban esa agitación, clasificándolo de salvajismo; más, en tal caso, deberán culpar al
entrevero; expresión que estuvo en uso y que era repetida con énfasis por per- estado de nuestra sociedad, porque no podrá negarse que era la masa de la
sonas de mas altura. población la que reclamaba el cambio. Para ello debe advertirse que esa resis-
Para comprender el ardiente entusiasmo que animaba a los montoneros, forzo- tencia, esas tendencias, esa guerra, no eran el efecto de un momento de falso
so es referirnos al estado de nuestra naciente civilización. Atendido él, les fue entusiasmo, como el que produjo muchos errores en Francia; no era tampoco
muy fácil a los caudillos sublevar la parte ignorante contra la más ilustrada, a una equivocación pasajera, que luego se rectifica; era una convicción, errónea
los pobres contra los ricos, y con este odio venían a confundirse los celos que, si se quiere, pero profunda y arraigada. De otro modo sería imposible explicar
justa o injustamente, inspiraba a muchos la preponderancia de Buenos Aires. la constancia y bravura con que durante muchos años sostuvieron la guerra,
Aun diré mas, que quizá fue la causa más poderosa las fuertes prevenciones hasta triunfar en ella." (Paz; 1917; 339)
que habían engendrado en el paisanaje la indisciplina y altanería de las tropas
de los primeros ejércitos y las exacciones gravosas a que los sujetaban.
Llegó a ser tan poderoso en las montoneras y sus jefes ese sentimiento de opo- II. Sarmiento, Domingo Faustino
sición al gobierno y a las tropas regladas, que sofocó hasta el noble entusiasmo
de la independencia: nadie se acordaba de los ejércitos españoles, que amagaban Nació en San Juan el 15 de febrero de 1811 y murió en Asunción (Paraguay) el
por diferentes puntos, y es seguro que se hubiesen reconciliado los ánimos. 11 de septiembre de 1888. Tras la invasión de Facundo Quiroga a la provincia de San
Quizá cuando la conquista se hubiese avanzado mucho, la magnitud del peligro Juan, debió exilarse en Chile. Tras la muerte del caudillo riojano, regresa a San Juan.
nos hubiera reunido. En 1840 nuevamente debió emigrar a Chile. Allí despliega una gran actividad, escri-
Debo exceptuar a la provincia de Salta, que pago también su tributo a las dis- biendo para varios periódicos y en 1845 escribe su famosa obra "Civilización y Barba-
cordias civiles y que, como hemos visto, hizo una guerra encarnizada al ejérci- rie. Vida de Juan Facundo Quiroga"; viajó, por comisión del gobierno chileno, por
to del general Rondeau, pero nunca debilito su ardor patriótico. (Paz: 1917; diversos países. En 1851 regresó a Buenos Aires con el ejército que derrotaría a Rosas
324-325) en Caseros, pero por disidencias con el jefe entrerriano, emigra a Brasil. Del Brasil
pasó a Chile, donde también se encontraba Juan Bautista Alberdi, con quien disputó
acerca del rol y las posiciones de Urquiza. Volvió a la Argentina en 1855, participando
[explica la desunión de las Provincias Unidas hacia 1819] activamente en política, y realizando también misiones diplomáticas al extranjero. En
1868 fue elegido Presidente de la República (1868-1874). Después de su presidencia,
Las ideas de Federación, que se confundían con las de independencia de las ocupó varios cargos públicos y continuó con su tarea de periodista. Mas tarde, retirado
provincias, eran proclamadas por Artigas y sus tenientes y hallaban eco hasta de la política activa se radica en la capital de Paraguay.
en los mas recónditos ámbitos de la República. Desde entonces se preparaba la Obras destacadas: Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga;
separación de la Banda Oriental, que vino luego a tener efecto, a pesar de la Recuerdos de Provincia; Argirópolis; Las ciento y una (donde contesta las Cartas
conquista que hicieron de ella los portugueses. Es fuera de duda que, sin la Quillotanas de Alberdi).
excitación y cooperación de los orientales, hubiera sido posible al Gobierno
detener el torrente y hacerse obedecer.
Debe agregarse el espíritu de democracia que se agitaba en todas partes. Era un Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga3 (1845)
ejemplo muy seductor ver a esos gauchos de la Banda Oriental, Entre Ríos y
Santa Fe, dando la ley a las otras clases de la sociedad, para que no deseasen Más conocida como el "Facundo", quizá la obra más famosa de Sarmiento, es
imitarlo los gauchos de las otras provincias. Lo era también para los que se toda una semblanza de la Argentina en la primera mitad del siglo XIX. Se podría decir
creían indicados para acaudillarlos, ver a Artigas, Ramírez y López entroniza- que la hipótesis con la que el autor explica la realidad política y social del país es una
dos por el voto de esos mismos gauchos y legislando a su antojo. Acaso se me antinomia, cultural tanto como geográfica, no resuelta completamente en su tiempo:
censurará que haya llamado espíritu democrático al que en gran parte causaba las ciudades (civilización) y la campaña (barbarie). En las primeras Sarmiento ubica la
cultura "ilustrada", europea, culta, como elemento pujante y moderno que inserta al

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país en el siglo XIX; la segunda, tratada históricamente como "medieval", no pasa de normal, único, a mi juicio, en el mundo, y el solo basta para explicar toda
ser el refugio de las pasiones embrionarias, de la ignorancia, la brutalidad, y del odio nuestra revolución. Había, antes de 1810, en la República Argentina, dos socie-
hacia las ciudades. Esta es la idea que ilustra magníficamente con la figura del caudillo dades distintas, rivales e incompatibles, dos civilizaciones diversas: la una, es-
riojano Facundo Quiroga. Es en esta clave como se puede entender el libro, que comien- pañola, europea, culta, y la otra, bárbara, americana, casi indígena; y la revolu-
za con una descripción geográfica y social. Luego se detiene en la Revolución de ción de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos
1810, entendida como movimiento de las ciudades, para después analizar la biografía maneras distintas de ser de un pueblo, se pusiesen en presencia una de otra, se
del caudillo riojano y su contexto provincial. A partir de allí estudia la participación de acometiesen y, después de largos años de luchas, la una absorbiese a la otra. He
este en la vida política y en las guerras civiles. Finalmente, termina con una mirada indicado la asociación normal de la campaña, la desasociación. Peor mil veces
hacia el régimen rosista y su posible futuro; capítulo que titula significativamente "Pre- que la tribu nómade; he mostrado la asociación ficticia, en la desocupación; la
sente y porvenir". formación de las reputaciones gauchas: valor, arrojo, destreza, violencias y
oposición a la justicia regular, a la justicia civil de la ciudad. Este fenómeno de
Capitulo 3: Asociación - La pulpería organización social existía en 1810, existe aún, modificado en muchos puntos,
modificándose lentamente en otros e intacto en muchos aún. Estos focos de
reunión del gauchaje valiente, ignorante, libre y desocupado, estaban disemi-
"El caudillo argentino es un Mahoma, que pudiera, a su antojo, cambiar la
nados a millares en la campaña. La revolución de 1810 llevó a todas partes, el
religión dominante y forjar una nueva. Tiene todos los poderes: su injusticia es
movimiento y el rumor de las armas. La vida pública, que hasta entonces había
una desgracia para su víctima, pero no un abuso de su parte porque él puede ser
faltado a esta asociación araberromana, entró en todas las ventas, y el movi-
injusto; mas todavía; él ha de ser injusto necesariamente; siempre lo ha sido.
miento revolucionario trajo, al fin, la asociación bélica en la montonera provin-
Lo que digo del juez es aplicable al comandante de campaña. Este es un perso-
cial, hija legítima de la venta y de la estancia, enemiga de la ciudad y del ejér-
naje de la más alta categoría que el primero, y en quién han de reunirse, en más
cito patriota revolucionario. Desenvolviéndose los acontecimientos, veremos
alto grado, las cualidades de reputación y antecedentes de aquel. Todavía una
las montoneras provinciales con sus caudillos a la cabeza; en Facundo Quiroga,
circunstancia nueva agrava, lejos de disminuir, el mal. El gobierno de las ciu-
últimamente triunfante en todas partes, la campaña sobre las ciudades, formar-
dades es el que da el título de comandante de campaña; pero como esta última se al fin, el Gobierno central, unitario, despótico, del estanciero don Juan Ma-
es débil en el campo, sin influencias y sin adictos, el Gobierno hecha mano de nuel de Rosas, que clava en la culta Buenos Aires, el cuchillo del gaucho y
los hombres que mas temor le inspiran, para encomendarles este empleo, a fin destruye la obra de siglos, la civilización, las leyes y la libertad." (Sarmiento:
de tenerlos en obediencia; manera muy conocida de proceder de todos los go- 1967; 59-60)
biernos débiles, y que alejan el mal del momento presente, para que se produz-
ca mas tarde en dimensiones colosales. Así, el Gobierno Papal hace transaccio-
nes con los bandidos, a quienes da empleos en Roma, estimulando con esto el Capítulo 4: Revolución de 1810
bandalaje y creándole un porvenir seguro; así el Sultán concedía a Mehemet-
Alí la investidura de bajá de Egipto, para tener que reconocerlo mas tarde rey "Este movimiento espontáneo de las campañas pastoriles fue tan ingenuo en
hereditario, a trueque de que no lo destronase. Es singular que todos los caudi- sus primitivas manifestaciones, tan genial y tan expresivo de su espíritu y ten-
llos de la revolución argentina han sido Comandantes de Campaña. López e dencias, que abisma, hoy, el candor de los partidos de las ciudades que lo asi-
Ibarra, Artigas y Güemes, Facundo y Rosas. Es el punto de partida de las ambi- milaron a su causa y lo bautizaron con los nombres políticos que a ellos los
ciones. Rosas cuando hubo apoderádose de la ciudad, exterminó a todos los dividían. La fuerza que sostenía a Artigas, en Entre Ríos, era la misma que, en
comandantes que lo habían elevado, entregando este influyente cargo a hom- Santa Fe, a López; en Santiago a Ibarra; en los Llanos a Facundo. El individua-
bres vulgares que no pudiesen seguir el camino que él había traído: Pajarito, lismo constituía su esencia, el caballo, su arma exclusiva, la pampa inmensa, su
Celarrayán, Arbolito, Pancho el Ñato y Molina, eran otros tantos comandantes teatro. Las hordas beduinas que hoy importunan con su algazara y depredacio-
de que Rosas purgó el país." (Sarmiento: 1967; 58-59) nes las fronteras de la Argelia dan una idea exacta de la montonera argentina,
"La vida de los campos argentinos, tal como la he mostrado, no es un acci- de que se han servido hombres sagaces o malvados insignes. La misma lucha
dente vulgar: es un orden de cosas, un sistema de asociación característico, de civilización y barbarie de la ciudad y el desierto existe hoy en África; los

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da y miraba por entre las cejas, como el Alí Bajá de Monvoisin. El Caín que
mismos personajes, el mismo espíritu, la misma estrategia indisciplinada, entre representaba la famosa Compañía Ravel me despierta la imagen de Quiroga,
la horda y la montonera. Masas inmensas de jinetes que vagan por el desierto, quitando las posiciones artísticas de la estatuaria, que no le convienen. Por lo
ofreciendo el combate a las fuerzas disciplinadas de las ciudades, si se sienten demás, su fisonomía era regular, y el pálido moreno de su tez sentaba bien, a las
superiores en fuerza, disipándose como las nubes de cosacos, en todas direc- sombras espesas en que quedaba encerrada.
ciones, si el combate es igual siquiera, para reunirse de nuevo, caer de improvi- La estructura de su cabeza revelaba, sin embargo, bajo esta cubierta selvática,
so sobre los que duermen, arrebatarles los caballos, matar los rezagados y las la organización privilegiada de los hombres nacidos para mandar. Quiroga
partidas avanzadas; presentes siempre intangibles por su falta de cohesión, dé- poseía esas cualidades naturales que hicieron del estudiante de Brienne, el ge-
biles en el combate, pero fuertes e invencibles en una larga campaña, en que al nio de la Francia, y del mameluco obscuro que se batía con los franceses en las
fin, la fuerza organizada, el ejército, sucumbe diezmado por los encuentros Pirámides, el virrey de Egipto. La sociedad en que nacen da a estos caracteres
parciales, las sorpresas, la fatiga, la extenuación. la manera especial de manifestarse: sublimes, clásicos, por decirlo así, van al
La montonera, tal como apareció en los primeros días de la República bajo las frente de la humanidad civilizada en unas partes; terrible, sanguinarios y mal-
órdenes de Artigas, presentó ya ese carácter de ferocidad brutal y ese espíritu vados, son, en otras, su mancha, su oprobio.
terrorista que al inmortal bandido, al estanciero de Buenos Aires, estaba reser- Facundo Quiroga fue hijo de un sanjuanino de humilde condición, pero que,
vado convertir en un sistema de legislación aplicado a la sociedad culta, y presen- avecindado en los Llanos de La Rioja, había adquirido en el pastoreo, una re-
tarlo, en nombre de la América avergonzada, a la contemplación de Europa. gular fortuna. El año 1799 fue enviado Facundo a la patria de su padre, a recibir
Rosas no ha inventado nada; su talento ha consistido solo en plagiar a sus ante- la educación limitada que podía adquirirse en las escuelas: leer y escribir. Cuando
cesores y hacer de los instintos brutales de las masas ignorantes, un sistema un hombre llega a ocupar las cien trompetas de la fama con el ruido de sus
meditado y coordinado fríamente." (Sarmiento: 1967; 63-64) hechos, la curiosidad o el espíritu de investigación van hasta rastrear la insigni-
"La guerra de la Revolución Argentina ha sido doble: 1o guerra de las ciudades, ficante vida del niño, para anudarla a la biografía del héroe, y no pocas veces,
iniciadas en la cultura europea, contra los españoles, a fin de dar mayor ensan- entre fábulas inventadas por la adulación, se encuentran ya en germen, en ella,
che a esa cultura, y 2o guerra de los caudillos contra las ciudades, a fin de los rasgos característicos del personaje histórico.
librarse de toda sujeción civil y desenvolver su carácter y su odio contra la Cuéntase de Alcibíades, que, jugando en la calle, se tendía a lo largo del pavi-
civilización." (Sarmiento: 1967; 65) mento, para contrariar a un cochero, que le prevenía que se quitase del paso a
fin de no atrepellarlo; de Napoleón, que dominaba a sus condiscípulos y se
Capítulo 5: Vida de Juan Facundo Quiroga atrincheraba en su cuarto de estudiante, para resistir a un ultraje. De Facundo
se refieren, hoy, varias anécdotas, muchas de las cuales lo revelan todo entero.
"También a él lo llamaron el Tigre de los Llanos [...] Facundo, porque así lo En la casa de sus huéspedes, jamás se consiguió sentarlo a la mesa común; en la
llamaron largo tiempo los pueblos del interior; el general don Facundo Quiroga, escuela, era altivo, huraño y solitario; no se mezclaba con los demás sino para
el Excelentísimo brigadier general don Juan Facundo Quiroga, todo eso vino encabezar en actos de rebelión y para darles de golpes. El magister cansado de
después, cuando la sociedad lo recibió en su seno y la victoria lo hubo corona- luchar en este carácter indomable, se provee, una vez, de un látigo nuevo y
do de laureles; Facundo, pues, era de estatura baja y fornida; sus anchas espal- duro, y enseñándolo a los niños, aterrados, "este es -les dice- para estrenarlo en
das sostenían sobre un cuello corto, una cabeza bien formada, cubierta de pelo Facundo". Facundo, de edad de once años, oye esta amenaza, y al día siguiente,
espesísimo, negro y ensortijado. Su cara, un poco ovalada, estaba hundida en la pone a prueba. No sabe la lección, pero pide al maestro que se la tome en
medio de un bosque de pelo, a que correspondía una barba igualmente espesa, persona, porque el pasante lo quiere mal. El maestro condesciende; Facundo
igualmente crespa y negra, que subía hasta los juanetes, bastante pronunciados, comete un error, comete dos, tres, cuatro; entonces el maestro hace uso del
para descubrir una voluntad firme y tenaz. látigo, y Facundo, que todo lo ha calculado, hasta la debilidad de la silla en que
Sus ojos negros, llenos de fuego y sombreados por pobladas cejas, causaban su maestro está sentado, dale una bofetada, vuélcalo de espaldas, y entre el
una sensación involuntaria de terror en aquellos sobre quienes, alguna vez, alboroto que esta escena suscita, toma la calle y va a esconderse en ciertos
llegaban a fijarse; porque Facundo no miraba nunca de frente, y por hábito, por
arte, por deseo de hacerse siempre temible, tenía de ordinario la cabeza inclina-

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18 -Ficha de Cátedra-
parrones de una viña, de donde no se le saca sino después de tres días. ¿No es chanza en momentos en que él no estaba para chanzas; a una mujer, en Mendoza,
ya el caudillo que va a desafiar, más tarde, a la sociedad entera? que le había dicho al paso, "Adiós, mi general', cuando él iba enfurecido por-
que no había conseguido intimidar a un vecino tan pacífico, tan juicioso, como
[Sarmiento continúa describiendo diversos hechos de Facundo en otras ciudades del era valiente y gaucho, doscientos azotes.
interior] Facundo reaparece después en Buenos Aires, donde en 1810 es enrolado, como
recluta, en el regimiento de Arribeños que mandaba el general Ocampo, su
Lo más ordenado que de esta vida obscura y errante he podido recoger, es lo compatriota, después Presidente de Charcas. La carrera gloriosa de las armas
siguiente: Hacía el año 1806 vino a Chile, con un cargamento de grana, de se abría para él, con los primeros rayos del sol de mayo; y no hay duda, que con
cuenta de sus padres. Jugólo con la tropa y los troperos, que eran esclavos de su el temple de alma de que estaba dotado, con sus instintos de destrucción y
casa. Solía llevar a San Juan y Mendoza, arreos de ganado a la estancia paterna, carnicería, Facundo, moralizado por la disciplina y ennoblecido por la sublimi-
que tenían siempre la misma suerte, por que en Facundo, era el juego una pa- dad del objeto de la lucha, habría vuelto un día del Perú, Chile o Bolivia, uno de
sión feroz, ardiente, que le resecaba las entrañas. Estas adquisiciones y pérdi- los generales de la República Argentina, como tantos otros valientes gauchos,
das sucesivas debieron cansar las larguezas paternales, porque, al fin, interrum- que principiaron su carrera desde el humilde puesto de soldado. Pero el alma
pió toda relación amigable con su familia. rebelde de Quiroga no podía sufrir el yugo de la disciplina, el orden del cuartel,
Cuando era ya el terror de la República, preguntábale uno de sus cortesanos: " ni la demora de los ascensos. Se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe,
¿Cuál es, general, la parada más grande que ha hecho en su vida?" "Setenta a crearse él solo, a despecho de la sociedad civilizada y en hostilidad con ella,
pesos" -contestó Quiroga con indiferencia; acababa de ganar, sin embargo, una una carrera a su modo, asociando el valor y el crimen, el gobierno y la desorga-
de doscientas onzas. Era, según lo explicó después, que en su juventud, no nización. Más tarde, fue reclutado para el ejército de los Andes y enrolado en
teniendo sino setenta pesos los había perdido juntos a una sota. los Granaderos a caballo: un teniente García, lo tomó de asistente, y bien pron-
Pero este hecho tiene su historia característica. Trabajaba de peón en Mendoza, to, la deserción dejó un vacío en aquellas gloriosas filas. Después, Quiroga,
en la hacienda de una señora, sita aquélla en el Plumerillo. Facundo se hacía como Rosas, como todas esas víboras que han medrado a la sombra de los
notar, hacía un año, por su puntualidad en salir al trabajo y por la influencia y laureles de la patria, se ha hecho notar por su odio a los militares de la Indepen-
predominio que ejercía sobre los demás peones. Cuando éstos querían hacer dencia, en los que uno y otro han hecho una horrible matanza.
falla para dedicar el día a una borrachera, se entendían con Facundo, quien lo Facundo, desertando de Buenos Aires, se encamina a las provincias con tres
avisaba a la señora, prometiéndole responder de la asistencia de todos al día compañeros. Una partida le da alcance: hace frente, libra una verdadera batalla,
siguiente, la que era siempre puntual. Por esta intercesión llamábanle los peo- dando muerte a cuatro o cinco, puede continuar su camino, abriéndose paso,
nes, el Padre. Facundo, al fin de un año de trabajo asiduo, pidió su salario, que
todavía, a puñaladas, por entre otras partidas que hasta San Luis le salen al
ascendía a setenta pesos, montó en su caballo sin saber adónde iba, vio gente en
paso. Más tarde, debía recorrer este mismo camino con un puñado de hombres,
una pulpería, desmontóse y alargando la mano sobre el grupo que rodeaba al
disolver ejércitos en lugar de partidas e ir hasta la Ciudadela famosa de Tucumán,
tallador, puso sus setenta pesos en una carta: perdiólos y montó de nuevo, mar-
a borrar los últimos restos de la República y del orden civil.
chando sin dirección fija, hasta que a poco andar, un juez Toledo, que acertaba
Facundo reaparece en los Llanos, en la casa paterna. A esta época se refiere un
a pasar a la sazón, le detuvo para pedirle su papeleta de conchavo. Facundo
suceso que está muy válido y del que nadie duda, Sin embargo, en uno de los
aproximó su caballo en ademán de entregársela, afectó buscar algo en el bolsi-
manuscritos que consulto, interrogado su autor sobre este mismo hecho, con-
llo, y dejó tendido al juez de una puñalada. ¿Se vengaba en el juez, de la recien-
testa: "que no sabe que Quiroga haya tratado nunca de arrancar a sus padres
te pérdida? ¿Quería sólo saciar el encono de gaucho malo contra la autoridad
civil y añadir este nuevo hecho al brillo de su naciente fama? Lo uno y lo otro. dinero por la fuerza"; y contra la tradición constante, contra el asentimiento
Estas venganzas sobre el primer objeto que se presentaba, son frecuentes en su general, quiero atenerme a este dato contradictorio. ¡Lo contrario es horrible!
vida. Cuando se apellidaba general y tenía coroneles a sus órdenes, hacía dar Cuéntase qué habiéndose negado su padre a darle una suma de dinero que le
en su casa, en San Juan, doscientos azotes a uno de ellos, por haberle ganado pedía, acechó el momento en que padre y madre dormían la siesta, para poner
mal, decía Facundo; a un joven, doscientos azotes, por haberse permitido una aldaba a la pieza donde estaban y prender fuego al techo de pajas con que están
cubiertas, por lo general las habitaciones de los Llanos.

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Pero lo que hay de averiguado es que su padre pidió una vez, al Gobierno de La Aquí termina la vida privada de Quiroga, de la que he omitido una larga serie
Rioja, que lo prendieran para contener sus demasías, que Facundo, antes de de hechos que sólo pintan el mal carácter, la mala educación y los instintos
fugarse de los Llanos, fue a la ciudad de La Rioja, donde a la sazón se hallaba feroces y sanguinarios de que estaba dotado. Sólo he hecho uso de aquellos
aquél, y cayendo de improviso sobre él, le dio una bofetada, diciéndole: "¿Us- que explican el carácter de la lucha de aquellos que entran en proporciones
ted me ha mandado prender? ¡Tome, mándeme prender ahora!", con lo cual distintas, pero formados de elementos análogos, en el tipo de los caudillos de
montó en su caballo y partió a galope para el campo. Pasado un año, preséntase las campañas, que han logrado, al fin, sofocar la civilización de las ciudades, y
de nuevo en la casa Paterna, échase a los pies del anciano ultrajado, confunden que, últimamente, han venido a completarse en Rosas, el legislador de esta
ambos sus sollozos, y entre protestas de enmienda del hijo y las reconven- civilización tártara, que ha ostentado toda su antipatía a la civilización europea,
ciones del padre, la paz queda restablecida, aunque sobre base tan deleznable y en torpezas y atrocidades sin nombre aún en la Historia.
efímera. Pero aún quédame algo por notar en el carácter y espíritu de esta columna de la
Pero su carácter y hábitos desordenados no cambian, y las carreras, el juego, las Federación. Un hombre iletrado, un compañero de infancia y de juventud de
correrías del campo, son el teatro de nuevas violencias, de nuevas puñaladas y Quiroga, que me ha suministrado muchos de los hechos que dejo referidos, me
agresiones, hasta llegar, al fin a hacerse intolerable e insegura para todos su incluye en su manuscrito, hablando de los primeros años de Quiroga, estos
posición. Entonces, un gran pensamiento viene a apoderarse de su espíritu, y lo datos curiosos: "que no era ladrón antes de figurar como hombre público; que
anuncia sin empacho. El desertor de los Arribeños, el soldado de Granaderos a nunca robó, aun en sus mayores necesidades; que no sólo gustaba de pelear,
caballo, que no ha querido inmortalizarse en Chacabuco y en Maipú, resuelve sino que pagaba por hacerlo y por insultar al más pintado; que tenía mucha
ir a reunirse a la montonera de Ramírez, vastago de la de Artigas, y cuya cele- aversión a los hombres decentes; que no sabía tomar licor nunca; que de joven
bridad en crímenes y en odio las ciudades a que hace la guerra, ha llegado hasta era muy reservado, y no sólo quería infundir miedo, sino aterrar, para lo que
los Llanos y tiene llenos de espanto a los gobiernos. Facundo parte a asociarse hacía entender a hombres de su confianza, que tenía agoreros o era adivino;
a aquellos filibusteros de la Pampa, y acaso la conciencia del refuerzo que va a que con los que tenía relación, los trataba como esclavos; que jamás se ha
dar a aquellos destructores, alarma a sus compatriotas, que instruyen a las auto- confesado, rezado ni oído misa; que cuando estuvo de general, lo vio una vez
ridades de San Luis, por donde debía pasar, del designio infernal que lo guía. en misa; que él mismo le decía que no creía en nada". El candor con que estas
Dupuy, gobernador entonces (1818), lo hace aprehender, y por algún tiempo, palabras están escritas revela su verdad.
permanece confundido entre los criminales que la cárcel encierra. Esta cárcel Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en
de San Luis, empero, debía ser el primer escalón que había de conducirlo a la ellos el hombre grande, el hombre de genio, a su pesar, sin saberlo él, el César,
altura a que más tarde llegó. San Martín había hecho conducir a San Luis, un el Tamerlán, el Mahoma. Ha nacido así, y no es culpa suya; descenderá en las
gran número de oficiales españoles de todas graduaciones, de los que habían escalas sociales para mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciu-
sido tomados prisioneros en Chile. Sea hostigados por las humillaciones y su- dad, la partida de la policía. Si le ofrecen una plaza en los ejércitos la desdeña-
frimientos, sea que previesen la posibilidad de reunirse de nuevo a los ejércitos rá, porque no tiene paciencia para aguardar los ascensos; porque hay mucha
españoles, el depósito de prisioneros se sublevó un día, y abrió las puertas de sujeción muchas trabas puestas a la independencia individual: hay generales
los calabozos de reos ordinarios, a fin de que les prestasen ayuda para la común que pesan sobre él, hay una casaca que oprime el cuerpo, y una táctica que
evasión. Facundo era uno de estos reos y no bien se vio desembarazado de las regla los pasos; ¡todo esto es insufrible! La vida de a caballo, la vida de peligros
prisiones, cuando, enarbolando el macho de los grillos, abre el cráneo al espa- y emociones fuertes, han acerado su espíritu y endurecido su corazón; tiene
ñol mismo que se los ha quitado, y yendo por entre el grupo de los amotinados, odio invencible, instintivo, contra las leyes que lo han perseguido, contra los
deja una ancha calle sembrada de cadáveres, en el espacio que ha querido co- jueces que lo han condenado, contra toda esa sociedad y esa organización a que
rrer. Dícese que el arma de que hizo uso fue una bayoneta, y que los muertos no se ha sustraído desde la infancia y que lo mira con prevención y menosprecio.
pasaron de tres. Quiroga, empero, hablaba siempre del macho de los grillos y Aquí se eslabona insensiblemente el lema de este capítulo: "Es el hombre de la
de catorce muertos. Naturaleza que no ha aprendido aún a contener o a disfrazar sus pasiones, que
las muestra en toda su energía, entregándose a toda su impetuosidad. Este es el
carácter original del género humano"; y así se muestra en las campañas pasto-

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ras de la República Argentina. Facundo es un tipo de la barbarie primitiva: no Habíanse robado algunas prendas de la montura de un soldado, y todas las
conoció sujeción de ningún género; su cólera era la de las fieras: la melena de pesquisas habían sido inútiles para descubrir al ladrón. Facundo hace formar la
sus renegridos y ensortijados cabellos caía sobre su frente y sus ojos en guede- tropa y que desfile por delante de él, que está con los brazos cruzados, la mira-
jas como las serpientes de la cabeza de Medusa; su voz se enronquecía, y sus da fija, escudriñadora, terrible. Antes ha dicho: "Yo sé quién es", con una segu-
miradas se convertían en puñaladas. Dominado por la cólera, mataba a patadas, ridad que nada desmiente. Empiezan a desfilar, desfilan muchos, y Quiroga
estrellándole los sesos a N. por una disputa de juego; arrancaba ambas orejas a permanece inmóvil; es la estatua de Júpiter Tonante, es la imagen del Dios del
su querida porque le pedía, una vez, 30 pesos para celebrar un matrimonio Juicio Final. De repente, se abalanza sobre uno, le agarra del brazo y le dice,
consentido por él; y abría a su hijo Juan la cabeza de un hachazo, porque no con voz breve y seca: "¿Dónde está la montura?" -"Allí, señor -contesta, seña-
había forma de hacerlo callar; daba de bofetadas, en Tucumán, a una linda lando un bosquecillo." Cuatro tiradores" -grita entonces Quiroga.
señorita a quien ni seducir ni forzar podía. En todos sus actos mostrábase el ¿Qué revelación era ésta? La del terror y la del crimen, hecha ante un hombre
hombre bestia aún, sin ser por eso estúpido y sin carecer de elevación de miras. sagaz. Estaba, otra vez, un gaucho respondiendo a los cargos que se le hacían
Incapaz de hacerse admirar o estimar, gustaba de ser temido; pero este gusto por un robo; Facundo le interrumpe, diciendo: "Ya este picaro está mintiendo;
era exclusivo, dominante, hasta el punto de arreglar todas las acciones de su ¡a ver..., cien azotes...!" Cuando el reo hubo salido, Quiroga dijo a alguno que
vida para producir el terror entorno suyo, sobre los pueblos como sobre los se hallaba presente: "Vea, patrón, cuando un gaucho, al hablar, esté haciendo
soldados, sobre la víctima que iba a ser ejecutada, como sobre su mujer y sus marcas con el pie es señal que está mintiendo". Con los azotes, el gaucho contó
hijos. En la incapacidad de manejar los resortes del gobierno civil, ponía el la historia como debía de ser, esto es, que se había robado una yunta de bueyes.
terror como expediente para suplir el patriotismo y la abnegación; ignorante, Necesitaba otra vez, y había pedido, un hombre resuelto, audaz, para confiarle
rodeábase de misterios y haciéndose impenetrable, valiéndose de una sagaci- una misión peligrosa. Escribía Quiroga, cuando le trajeron el hombre; levanta
dad natural, una capacidad de observación no común y de la credulidad del la cara después de habérselo anunciado varias veces, lo mira y dice, continuan-
vulgo, fingía una presciencia de los acontecimientos que le daba prestigio y do de escribir: "¡Eh!... ¡Ese es un miserable! ¡Pido un hombre valiente y arro-
reputación entre las gentes vulgares. jado!" Averiguóse en efecto, que era un patán.
Es inagotable el repertorio de anécdotas de que está llena la memoria de los De estos hechos hay a centenares en la vida de Facundo. Y que, al paso que
pueblos, con respecto a Quiroga; sus dichos, sus expedientes, tienen un sello de descubren un hombre superior, han servido eficazmente para labrarle una repu-
originalidad que le daban ciertos visos orientales, cierta tintura de sabiduría tación misteriosa, entre hombres groseros, que llegaban a atribuirle poderes
salomónica en el concepto de la plebe. ¿Qué diferencia hay, en efecto, entre sobrenaturales. (Sarmiento: 1967; 75-86)
aquel famoso expediente de mandar partir en dos, el niño disputado a fin de
descubrir la verdadera madre, y este otro para encontrar un ladrón? Entre los Capítulo 15: Presente y porvenir
individuos que formaban una compañía, habíase robado un objeto y todas las
diligencias practicadas para descubrir al ladrón habían sido infructuosas. Quiroga "Pero no se vaya a creer, que Rosas no ha conseguido hacer progresar la Repú-
forma la tropa, hace cortar tantas varitas de igual tamaño cuantos soldados blica que despedaza, no; es un grande y poderoso instrumento de la Providen-
había, hace en seguida que se distribuyan a cada uno y luego, con voz segura, cia, que realiza todo lo que al porvenir de la patria interesa. Ved como. Existía
dice: "Aquél cuya varita amanezca mañana más grande que las demás, ése es el antes de él y de Quiroga, el espíritu federal en las provincias, en las ciudades,
ladrón". Al día siguiente fórmase de nuevo la tropa, y Quiroga procede a la en los federales y en los unitarios mismos; él lo extingue, y organiza en prove-
verificación y comparación de las varitas. Un soldado hay, empero, cuya vara cho suyo, el sistema unitario que Rivadavia quería en provecho de todos. Hoy
aparece más corta que las otras. "¡Miserable! -le grita Facundo, con voz aterrante- todos esos caudillejos del interior, degradados, envilecidos, tiemblan de
, ¡tú eres!..." Y, en efecto, él era. Su turbación lo dejaba conocer demasiado. El desagradarlo y no respiran sin su consentimiento. La idea de los unitarios está
expediente es sencillo: el crédulo gaucho, temiendo que, efectivamente, crecie- realizada; solo está de más el tirano; el día que un Gobierno se establezca,
se su varita, le había cortado un pedazo. Pero se necesita cierta superioridad y hallará las resistencias locales vencidas y todo dispuesto para la unión."
cierto conocimiento de la naturaleza humana, para valerse de estos medios. (Sarmiento: 1967; 242-243)

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III. Alberdi, Juan Bautista opuestos a los de Mitre, apoyados ambos en la historia argentina y mundial. La visión
del caudillismo que se observa en esta obra se explica por la fecha en que fue redacta-
Nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810 y murió en París el 18 de junio de da, correspondiendo a una visión mas cercana a la oposición a Buenos Aires desde el
1884. Realizó estudios en Buenos Aires, donde se vincula con Esteban Echeverría y interior.
Juan M. Gutiérrez, con quienes fundó el Salón Literario en 1837. En 1838 se graduó
en Derecho, emigrando después a Montevideo para escapar del régimen rosista. Allí XXVIII. El caudillaje es la democracia mal organizada. Como suprimirla según la
comenzó su larga carrera como escritor y político. Después de viajar por Europa, en idea de Belgrano
1843 se establece en Chile, retornando al país después de Caseros. Participó en el
gobierno de la Confederación como Enviado Plenipotenciario en el Exterior, hasta ¿Qué es el caudillo en Sud América, según los hechos de que Mitre es exposi-
1861. Entonces decidió radicarse en París, emigrando a Londres con ocasión de la tor, más bien que según la palabra de su narración? ¿A quiénes acaudilla? ¿De
Guerra Franco-prusiana (1871). Electo diputado por Tucumán en 1878, regresó al quiénes es caudillo? ¿Quién lo constituye, quién lo crea, quién le da poder y
país para ocupar su banca. En 1881, afectado por las críticas de sus adversarios, regre- autoridad? La voluntad de la multitud popular, la elección del pueblo. Es el jefe
sa finalmente a Europa. de las masas, elegido directamente por ellas, sin ingerencia del poder oficial, en
Se debe aclarar que Alberdi, quizá en consonancia con las alternativas de su virtud de la soberanía de que la revolución ha investido al pueblo todo, culto e
biografía, fue modificando su postura acerca de varios temas, entre ellos, sobre los inculto; es el órgano y brazo inmediato del pueblo, en una palabra, el favorito
caudillos. Así, es posible encontrar un sus obras "tempranas" una visión crítica acerca de la democracia.
de los caudillos, que se ve modificada en las obras de su período de participación en la
Confederación Argentina del lado de Urquiza. Es posible que sea a partir de ese mo- [...]
mento que comienza a ver al caudillo como una expresión del interior, que se opone a Así, el caudillaje aparece en América en la democracia, se desenvuelve y mar-
las apetencias de Buenos Aires. Es en esta clave como se pueden entender los frag- cha con ella.
mentos presentados mas adelante. Artigas, López, Güemes, Quiroga, Rosas, Peñaloza, como jefes, como cabezas
Entre sus numerosas obras, se destaca Las Bases para la organización política y autoridades, son obra del pueblo, su personificación mas espontánea y genui-
de la Confederación Argentina, de gran influencia en la Constitución Nacional Argen- na. Sin más título que ese, sin finanzas, sin recursos, ellos han arrastrado o
tina. De sus obras polémicas, las Cartas Quillotanas, fruto de su discusión con Sar- guiado al pueblo con más poder que los gobiernos. Aparecen con la revolución
miento en Chile, y Grandes y pequeños hombres del Plata, escrito a mediados de la americana: son sus primeros soldados. (Alberdi: 1974; 154-155)
década de 1870. Son los jefes elegidos por la voluntad del pueblo, sustituidos a los jefes elegi-
dos por la voluntad de los reyes.
¿Porqué tienen mala fama? ¿A qué deben su descrédito? Sus violencias y su
Grandes y pequeños hombres del Plata4. arbitrariedad innegables fueron el pretexto. Vastagos e instrumentos de una
(Primera edición, Garnier, París, 1912) revolución fundamental, no podían ser dechados de disciplina; no lo son en
ninguna parte los jefes de una democracia que no se ha constituido definitiva-
Esta obra es escrita en los años posteriores a la Guerra del Paraguay, y es una mente.
refutación a la Historia del General Belgrano y de la independencia argentina de Veamos a Artigas, su prototipo. Artigas figura entre los primeros que dan el
Bartolomé Mitre, así como de su accionar como presidente-historiador, y una conti- grito de libertad y es el brazo fuerte que sustrae la Banda Oriental al poder
nuación de la polémica con Sarmiento. Con Mitre, discute primeramente su labor en el español. ¿Qué quiere en seguida? Lo mismo que Buenos Aires ha concedido al
cargo de Presidente y como político de oposición. En segundo lugar refuta muchas de doctor Francia, jefe del Paraguay, sin haber hecho lo que la Banda Oriental y
las posiciones de Mitre con respecto a su visión e interpretación de la historia argenti- Artigas por la libertad: la autonomía de la provincia, en virtud del nuevo prin-
na, así como sus reflexiones teóricas. Así, discute la dicotomía entre dos "supuestos" cipio formulado por Moreno sobre la soberanía inmediata del pueblo. ¿Qué
principios de democracia y el concepto de república. Puede suponerse que la visión de hace Buenos Aires? Lo pone fuera de la ley. De ahí la lucha, y, al favor de ella,
Alberdi implica otros puntos de partida para la organización política de la Argentina, la patria arrancada por Artigas a los españoles, cae de nuevo en manos de los

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portugueses. Colocad en el puesto de Artigas al mas noble corazón del mundo, XXX. Si el caudillaje es producto de la democracia bárbara, el despotismo es produc-
y su nobleza misma lo hará feroz, al verse sin patria, bajo tres enemigos que se to de la democracia inteligente
disputan su dominación. En efecto, ¿qué quería Artigas? Ni portugueses, ni
españoles, ni porteños. ¿Era eso un crimen? Eso es lo que hoy existe inspirado No pudiendo negarse que el caudillaje, es en el Plata, nación con la democracia
más tarde por la libre Inglaterra y sostenido hoy por todo el mundo culto. No es y por ella, los demócratas que lo atacan, para eludir el cargo de inconsecuencia,
ese el único triunfo de civilización de los caudillos. lo atribuyen a la democracia bárbara o semi-bárbara.
[...] Ellos admiten dos democracias, una bárbara, es decir, popular, indisciplinada,
¿Qué querían Güemes, Ramírez, López, Ibarra, Quiroga, etcétera? La Federa- tumultuosa, como la condición del pueblo en todas partes; otra inteligente, es
ción, de que Buenos Aires había dado la doctrina y el ejemplo; la autonomía decir, antipopular, reglada, disciplinada, en una palabra, la democracia militar,
provincial, a falta del poder nacional, que Buenos Aires desconoció y estorbó la democracia oficial o del gobierno, la democracia de línea, el ejército, en fin
pertinazmente, bajo un pretexto u otro. Esa autonomía era el significado prác- antítesis del pueblo, que significa indisciplina y tumulto, como la indisciplina
tico de la libertad de los pueblos disputados a España. (Alberdi: 1974; 156- significa barbarie, para el militar y para Mitre que, imbuido en lecturas milita-
157) res, juzga del orden político por el orden militar, y cree de buena fe que el tipo
de un Estado libre, es su Ejército libertador.
Así, siguiendo los pasos de Belgrano y de la revolución en la Banda Oriental,
XXIX. El caudillaje es la democracia en forma republicana. observa que, en marzo de 1811, antes que el general saliera del Paraguay, una
parte de la campaña de la Banda Oriental se insurreccionaba espontáneamente,
Los caudillos son la democracia. Como el producto no es agradable, los demó- levantando la bandera de la revolución [contra España]. "La humilde Capilla
cratas lo atribuyen a la democracia bárbara. ¿Cuál es esta? La democracia del de Mercedes dió el primer grito, pronunciándose el 28 de marzo, y levantando
pueblo más numeroso y menos instruido y rico, antítesis de la democracia del tropas que se pusieron inmediatamente a las órdenes de la Junta [de Buenos
ejército de línea y del pueblo instruido y rico, que es minoría en América más Aires]. Su ejemplo fue seguido por todos los pueblos situados sobre la margen
que en Europa. Luego los caudillos son los representantes mas naturales de la izquierda del Uruguay, obligando a los españoles a encerrarse dentro de los
democracia de Sud América como ella es pobre, atrasada, indigente. muros de la Colonia. El instinto popular dirigía aquellas masas conmovidas por
En esto convienen Mitre y Sarmiento con Belgrano; y, sobre todo, esto está el soplo de la revolución, y de su seno surgieron caudillos, que se disputaban la
comprobado por la realidad de los hechos bien constituidos. supremacía (de honra del peligro lo mismo que del poder) sin tener ninguno de
ellos la capacidad ni la energía suficiente para dominarlos. Belgrano era el
Si la democracia, es decir, si el pueblo soberano, no puede ejercer directamente hombre indicado para capitanear aquel movimiento". (Mitre: 1887; t.1,347, en
su soberanía sino por delegación, no hay más que tres formas de delegación; o Alberdi: 1974; 165-166)
en jefes, como los caudillos, que representen la democracia inculta de las cam-
pañas; o en jefes como los hombres de principios, que no son sino los caudillos
de la democracia de las ciudades; o en delegados inamovibles e irrevocables,
con el título de soberanos, como ha hecho la democracia o la revolución demo- IV. López, Vicente Fidel
crática en Francia, en Inglaterra, en Italia, en Grecia, en Bélgica, etc (Alberdi:
1974; 161-163) Nació en Buenos Aires en 1815 y murió allí en 1903. Hijo de Vicente López y
Planes, su familia participó activamente en las luchas políticas de su tiempo, por lo
cual debió exilarse la familia al Uruguay en el año 1829, regresando al poco tiempo.
Se recibió de Doctor en Derecho en 1837, participando activamente en los círculos
académicos del momento. Formó parte de la "Asociación de Mayo" y el "Salón Lite-
rario". Emigró a Córdoba en 1840, pasando luego a Chile, donde actuó como periodis-
ta y docente. En 1845 escribe un reconocido ensayo histórico para su tesis de la Facul-

28 -Ficha de Cátedra- Debate... 29


tad de Humanidades. Regresó a Buenos Aires después de Caseros, ocupando varios vagancia, haciendo de peones o de bandoleros a su capricho." (López: 1893;
cargos públicos en el gobierno de su padre. Tras la escisión de Buenos Aires, emigra a 15)
Montevideo, de donde retorna luego de Pavón. A partir de entonces trabajó intensa-
mente como abogado y periodista, dedicándose también a la política. Nuevamente
ocupó diversos cargos (Rector de la Universidad, Presidente del Banco Provincia, [explica las divisiones en partidos de las "burguesías" provinciales entre "oficialistas"
Ministro de Hacienda, etc.). Después de 1890, se aleja de la política activa, abocándo- y un partido "liberal" pro-unionista con Buenos Aires]
se de lleno a la actividad intelectual. Sostuvo con Mitre una aguda y extensa polémica
sobre el método histórico y la disciplina en sí misma. Sus críticos le han señalanado "Y aun no era todo... Con esos grupos de un tinte liberal que buscaban el nacio-
defectos de improvisador, de escaso rigor crítico en su trabajo con las fuentes, pero se nalismo solo como un medio de triunfo local, coexistía también en cada pro-
le ha reconocido su aptitud para dar vida al pasado y dar relieve y color a los aconteci- vincia un partido oficial: o si se quiere -una agrupación de recalcitrantes y
mientos relatados. parásitos, obstinados en sus preocupaciones coloniales, escandalizados al rui-
Entre sus obras se pueden destacar: El conflicto y la entrevista de Guayaquil do de las ideas liberales, reacios por atraso y por ignorancia a toda reforma;
(1884), Introducción a la Historia de la Revolución Argentina (1881); La Revolución para quienes el mundo era algo ajeno y sustancialmente contrario a la aldea en
Argentina (1881); Historia de la República Argentina (1883-1893 en 10 volúmenes); que sus padres los habían incubado. Para todos estos, el caudillo provinciano a
Compendio de la Historia Argentina (1889-1890), para nivel eductivo secundario; que estaban adheridos era el contrafuerte de la situación local respectiva y el
Debate Histórico (1882), donde polemiza con Mitre; así como la edición de los Acuer- ídolo de su patriotismo.
dos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (1569-1643). La autoridad de este caudillo, especie de señor feudal encastillado en su nido o
aldea provincial, estribaba sólidamente establecida por estas mismas causas en
la sociabilidad embrionaria que allí formaban las masas, no diremos vagabun-
Historia de la República Argentina5 das, pero diremos holgazanas, embrutecidas, que vivían aposentadas en los
Cap. "El congreso y los caudillos provinciales " suburbios, o que vegetaban en la inercia de la vida desocupada desparramadas
alrededor, en campos incultos, sin jurisdicción coercitiva, sin radio jurídico y
Esta obra se compone de diez tomos, en los cuales López comienza con la sin más límite territorial que las vastas pampas, o las desiertas selvas que las
colonización española, para terminar con el fin del gobierno de Rosas. Su estilo aislaban del mundo por todos sus costados. Así estaban nuestras provincias.
es narrativo, con hincapié en los acontecimientos políticos, sus causas y conse- Entre ellas, como en todas las poblaciones rudimentarias, la libertad del indivi-
cuencias. duo era absoluta; no trabajaba sino a caballo, y por excepción en pequeños
Los párrafos seleccionados corresponden a una semblanza del surgimiento de sembrados de maíz para alimentarse; y aún en esto, así como en todo lo que era
los caudillos en la Argentina, y la situación política en la cual se insertan estos industria manual, tegidos, y medios de sostener el comercio interprovincial,
caudillos. Esta situación es la del Congreso Constituyente de 1819, que sancio- eran las mugeres de la familia las que desempeñaban esos deberes. Claro es que
na una constitución con rasgos "aristocráticos", que es rechazada por las pro- hablamos de las masas tomadas en general, y no del movimiento productivo y
vincias; quienes también terminan por rechazar el régimen directorial. comercial que sostenían las burguesías cultas de cada provincia, y los agentes
"En las planicies remotas y en los valles recónditos allá en las montañas andinas, intermediarios que ponían en acción.
vivían agrupaciones inorgánicas mal conocidas, de gente semi-bárbaras, inca- Tal era el terreno en que se afirmaba el poder militar y la popularidad del cau-
paces de comprender la autoridad tutelar de la ley; y devotas por pobreza y por dillo gobernador de la provincia.
ignorancia al caudillo comarcano que aprovechara un buen momento para po- De ahí provenía naturalmente que en el corazón de estas agrupaciones, el pa-
nerlas en acción. Del mismo modo, en los incultos e inexplorables campos de triotismo fuese un sentimiento fragmentario, incoherente, nacido de ese instin-
las pampas del sur, Buenos Aires tenía treinta o cuarenta mil gauchos, dueños to huraño que poniendo su esfera de acción encerrada en cada villorrio local,
absolutos del caballo, desprendidos de todo orden administrativo; que vivían consagra su culto idolátrico a la prestigiosa figura del gefe, o caudillo, que por
en una independencia personal sin más tarea que la de volcar y desollar toros, sus calidades y sus vicios, ha llegado a unificarse con el sentimiento popular.
recorrer las solitarias estancias en busca de un conchabo intermitente con la "Con la opinión de los Pueblos" como enfáticamente decían nuestros héroes de

30 -Ficha de Cátedra- Debate... 31


provincia en aquel desventurado tiempo de su predominio." (López: 1893; 344- Estos nombres verdaderamente célebres bajo otros aspectos, ejercieron una
346) grande influencia sobre los destinos de los pueblos del Río de la Plata; su vida
está rodeada de incidentes mas dramáticos, son los representantes de las ten-
dencias dominadoras de la barbarie, y sus acciones llevan el sello de la energía
V. Mitre, Bartolomé de los tiempos primitivos.
Pueden servir de lección para los venideros, la vida de Artigas, el Atila del
Nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821 y murió en Buenos Aires el 19 de caudillaje; la de López, levantando en lanzas sangrientas y proclamando entre
enero de 1906. Participó activamente de las luchas contra Rosas, lo que lo llevó a el pillaje y la matanza los principios de Washington, que deshonraba; la de
emigrar muy joven a Montevideo en 1839. En 1846 se trasladó a Bolivia. En 1852 se Quiroga, el flagelo de Dios en las provincias del interior; la de Ramírez, caudi-
incorpora a las fuerzas de Urquiza contra Rosas. Participó activamente en los gobier- llo impetuoso, armado de la espada y de la tea del genio del mal; la de Aldao, el
nos del Estado de Buenos Aires. Siendo elegido Presidente de la República (1862- fraile apóstata, tirano de la escuela de los Borgias; y la de Ibarra, cacique feroz,
1868), en 1865 encabezó la Guerra de la Triple Alianza. Fue fundador del Diario "La inmortal como Iván el terrible por sus crímenes y por sus crueldades inaudi-
Nación". Se retiró transitoriamente de la política activa en 1868, para regresar como tas." (Mitre; 1942: 22-23)
candidato a presidente en 1874, siendo derrotado en las elecciones. Acto seguido, se
alzó en armas, siendo también derrotado y desterrado al Uruguay, de donde regresó
tras un indulto. Fue partícipe del movimiento revolucionario de 1890, y nuevamente Historia del General Belgrano y de la independencia argentina7, (1887)
candidato a la presidencia en 1892, declinando su candidatura para poner fin a los
problemas políticos del momento. Se lo considera uno de los autores fundadores de la La "Historia del Gral. Belgrano..." apareció en fascículos encuadernables a
historiografía argentina. partir de octubre de 1858. En ella, Mitre confecciona un relato de la vida del General
Obras históricas destacadas: Historia de San Martín y de la emancipación ame- Belgrano, donde los acontecimientos son mostrados tanto para ilustrar y enseñar las
ricana; Historia del Gral. Belgrano y de la independencia argentina; Galería de Ce- cualidades morales y éticas de este personaje, como para ofrecer una visión e interpre-
lebridades Argentinas; Comprobaciones históricas (donde sostuvo una interesante po- tación sobre la historia argentina y la construcción de la nación. Los fragmentos pre-
lémica con Vicente Fidel López sobre el método y fines de la ciencia histórica). sentados corresponden a los años críticos de mediados de la década de 1810.

"Por este tiempo empezó a distinguirse el teniente coronel don Martín Güemes,
Galería de celebridades argentinas6 (1857) que fue quien relevó a Dorrego como jefe de vanguardia. Este caudillo, desti-
nado a adquirir una gloriosa a la vez que triste celebridad, hacía parte entonces
La "Galería de celebridades" es una obra colectiva, donde se intenta fundar un de la oficialidad del ejército auxiliar; y aunque educado y perteneciente a una
panteón de héroes-modelos de la nueva nación. Claramente esta compuesta con un fin notable familia de Salta, manifestó siempre una tendencia a halagar las pasio-
cívico-pedagógico, donde se exponen las biografías de personajes históricos argenti- nes de las multitudes para conquistarse su afecto, y dividirlas de las clases cul-
nos, quizá en tanto partícipes de la construcción de la nación en la clave historiográfica tas de la sociedad, haciendo de ellas el pedestal de su elevación. Era Güemes un
de Mitre. En esta etapa la visión de Mitre es negativa sobre el conjunto del caudillismo arrogante oficial...
(en relación estrecha con el conflicto contemporáneo entre la Confederación y el Esta-
do de Buenos Aires). Esta visión se matizará en las obras posteriores, ya con el país [Mitre relata los servicios militares de Güemes]
unificado.
He aquí el retrato que de él hace el general Paz, que le conoció particularmente:
"Pero tenemos otro género de celebridades, que aunque no merezcan como los "Poseía esa elocuencia peculiar que arrastra las masas. Principió por identifi-
anteriores, las bendiciones de la posteridad agradecida, se presentarán a sus carse con ellas, adoptando su traje en la forma, pero no en la materia porque era
ojos con el resplandor siniestro de aquella soberbia figura de Milton, que pre- lujoso en un sentido, y afectando las maneras de aquellas gentes poco civiliza-
tendía arrastrar en su caída las estrellas del firmamento. das. Cuando proclamaba, solía hacer retirar todas las personas de educación, y

32 -Ficha de Cátedra- Debate... 33


libertad, y que la mayoría del pueblo de Buenos Aires, que sufría con impa-
aun a sus ayudantes, porque sin duda se avergonzaba de que presenciaran la
ciencia la dominación de Alvear, no rechazaba." (Mitre; 1887: II, pp. 238-239)
impudencia con que excitaba a aquellas pobres gentes a la rebelión contra la
"Mientras tanto, la revolución interna, más ingobernable cada día, seguía su
otra clase de la sociedad. Este caudillo, este demagogo, este tribuno, este ora-
curso fatal. Efecto de nuevas fuerzas vivas que se chocaban, se neutralizaban o
dor, carecía hasta cierto punto del órgano material de la voz, pues era gangoso;
se combinaban sin concierto; producto de instintos selváticos de independen-
sin embargo, tenía para los gauchos tal unción en sus palabras y una elocuencia
cia individual, y de reglas teóricas de disciplina legal; antagonismo de oligar-
tan persuasiva, que hubieran ido en derechura a hacerse matar para probarle su
quía y democracia, complicación de rivalidades locales, de ambiciones perso-
convencimiento y su adhesión. Relajado en sus costumbres, poco sobrio, hasta
nales, de pasiones egoístas o tumultuosas, de movimientos convulsivos de las
carecía de valor personal, pues nunca se presentaba en el peligro. No obstante,
masas ignorantes y de errores de los hombres ilustrados, de falta de cohesión
era adorado de los gauchos, que no veían en su ídolo sino al representante de la
social y coherencia política, desequilibrio de fuerzas morales materiales, la re-
ínfima clase, al protector y padre de los pobres, como le llamaban; y también,
volución interna, revestía constitutivamente la forma innata de la república
porque es preciso decirlo, al patriota sincero y decidido por la independencia,
democrática que con ardor a la independencia nacional. A veces estas se des-
porque Güemes lo era en alto grado". Tal era el hombre que poniéndose al
perdiciaban en el vacío sin producir ningún resultado útil, como sucedía con las
frente de la resistencia popular contra los invasores, convirtió en soldados a
resistencias latentes de las localidades; otras, concurrían directamente al mal,
todos los habitantes del país, y cooperó más eficazmente que las tropas regula-
tendiendo brutalmente a la disgregación y debilitaban el organismo político y
rizadas a paralizar las operaciones del enemigo, y encender en todos los cora-
social, como sucedía con las que dirigía Artigas, obedeciendo a un instinto
zones el entusiasmo por la revolución, neutralizando así el efecto de las recien-
salvaje de destrucción, de odio y de dominio estéril, que no entrañaba ningún
tes derrotas de sus armas." (Mitre; 1887: II, pp. 192-193)
principio social. A veces esas fuerzas antagónicas al orden normal, mientras
"Mientras tanto, Artigas, con el título de Jefe de los Orientales y Protector de
por una parte fomentaban la anarquía y descentralizaban el poder general loca-
los Pueblos Libres, consolidaba su dominio en Entre Ríos y Corrientes, eleva-
lizando el desorden gubernativo, por la otra concurrían al triunfo de la revolu-
das al rango de provincias confederadas independientes, conquistando a su sis-
ción, manteniendo el vínculo nacional, prontas siempre a combatir contra el
tema otros pueblos seducidos por sus promesas, o estimulados por los celos
enemigo común. Ésta era la actitud de Salta en aquella época bajo la domina-
con la capital. Santa Fe, tenencia de gobierno de la provincia de Buenos Aires,
ción de su caudillo Güemes, en presencia de la nación, del gobierno general,
se declaró también independiente, casi al mismo tiempo que la provincia de
del ejército situado en Humahuaca, de los demás caudillos que hacían guerra a
Córdoba levantaba el estandarte del federalismo. No era una idea la que impul-
Buenos Aires, y de los realistas que amenazaban invadir otra vez el territorio
saba a los pueblos a lanzarse en este camino: era un instinto ciego en las masas,
argentino. Mezcla de localismo estrecho y patriotismo nativo, de autonomía y
y una ambición bastarda en sus directores, lo que producía este desordenado
nacionalismo, de ambición bastarda de mando personal y de aspiraciones ele-
movimiento. Seducidos por el ejemplo del Paraguay y de la Banda Oriental,
vadas en el sentido de la causa americana, de arbitrariedad brutal y de una
que se habían declarado independientes y proclamado un sistema de federación
incontestable autoridad moral hija de la popularidad, con más pasiones que
semibárbaro, de que no se daban cuenta clara, a lo que aspiraban era a hacer
ideas y más instintos que propósitos claros en el sentido político, el caudillaje
una manifestación de su autonomía; a rehuir los sacrificios comunes en favor
de Güemes en Salta era, con todos sus vicios, una fuerza viva al servicio de la
de la lucha exterior, limitando su defensa al círculo de la localidad; y a elevar
revolución, y tal como era había que admitirla, so pena de perderla o ponerla en
sin condiciones, sin ley, ni regla alguna, a los caudillos que debían representar-
contra. Tal hubo de suceder en esta ocasión, en que puesto en contacto el
los, esto es cuando no aceptaban los procónsules impuestos por el Protector,
caudillaje de Güemes con el ejército nacional, el conflicto se produjo como va
como sucedía en Entre Ríos y Corrientes. Esta federación, sin más base que la
a verse, dando origen a un desenvolvimiento de sucesos extraños, cuya síntesis
fuerza, y sin más vínculo que el de los instintos comunes de las masas agitadas,
acabamos de exponer. "(Mitre; 1887:II,293-294)
no era en realidad sino una liga de mandones, dueños de vida y haciendas, que
explotaban las aspiraciones de las multitudes, sometidos más o menos estos "Las multitudes campesinas desagregadas, semibárbaras, que aunque segrega-
mismos a la dominación despótica y absoluta de Artigas, según era menor o das hasta entonces de la vida social y política, constituyen una entidad por el
mayor la distancia a que se hallaban del andar del nuevo Atila. Tal era el número y que reconocen la ley del territorio al cual están identificadas, se agru-
movimiento vandálico que el Cabildo de la capital llamaba en apoyo de la pan por afinidades y se incorporan al movimiento general, y surge con ellas un

Debate... 3 5
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organización constitutiva que unos anhelaban por instinto y otros buscaban en
individualismo marcado y persistente, que llevaba en sí una fuerza explosiva.
el orden superior de las ideas.
Compelidas o apasionadas las masas campesinas, siguen el movimiento revo-
Este movimiento desordenado de la democracia semibárbara, esta anarquía
lucionario, interpretándolo, aplicándolo a su manera hacen brotar otra revolu-
multiforme, este estallido de fuerzas explosivas, estas aspiraciones vagas hacia
ción social del seno mismo de la revolución política, cada cual con su objetivo
un ideal inconsciente, esta intervención de pasiones tumultuosas, de ambiciones
y persiguiendo cada una de ellas un ideal, que procura hacer prevalecer por
bastardas, esta acción disolvente del bandolerismo revistiendo formas políti-
medios análogos a sus fines, en que interviene la acción recíproca de las fuer-
cas, pudo haberse prevenido en parte o regularizado hasta cierto punto; pero no
zas vitales y de las pasiones encendidas, aunque visiblemente un principio su-
era posible eliminarlo del todo, dadas las condiciones y los antecedentes revo-
perior domine su antagonismo. Estas dos revoluciones gemelas, confundidas
lucionarios. Precisamente porque fue una revolución y no una simple muta-
algunas veces en su dualismo, y divididas otras, combinan sus fuerzas, se neu-
ción de escena o evolución normal; porque era condición de vida y de progreso
tralizan, se chocan y concurren unidas a la disolución de la sociedad vieja,
destruir lo viejo y crear lo nuevo dentro de elementos orgánicos; porque este
prolongando los dolores de la comunidad, y malgastan sus elementos vitales
resultado no podía alcanzarse sino revolucionando la sociedad entera, precisa-
por los medios puestos en juego así para el bien como para el mal. Éste era el
mente por eso, no era posible eliminar las fuerzas incoherentes que debían pro-
resultado natural de un movimiento en que, la mayoría ignorantes llamada a
ducir ese resultado, con todos sus inconvenientes, con todos sus dolores y con
obrar y combatir y por lo tanto a influir de hecho, y por consecuencia a pensar
todos sus deplorables extravíos.
como podía y sabía para ejercer esas funciones, no se hallaba al nivel de la
inteligencia primero concibió la revolución, la llevó a cabo y la organizó civil- En medio de su desorden real y de su tendencia anárquica y disolvente, aquel
mente, contando para hacerla triunfar con fuerzas que estimó poderosas, pero movimiento extrañaba un principio vital, tenía una cohesión relativa y obede-
cuya energía no pudo calcular bien de antemano. De este desnivel era consecuen- cía a una ley, en sus fenómenos de descomposición y precomposición. La
cia lógica la reacción de las masas plebeyas, su insurrección, y la anarquía amplitud de sus estremecimientos orgánicos, diseñó los contornos de una na-
también; así como lo era la acción constante de las fuerzas unificadoras, cionalidad marcada, estableciendo su unidad moral por la solidaridad del do-
reguladoras, y conservadoras, que imprimían movimiento a la máquina del go- lor. Su espontaneidad democrática, reveló la forma innata de la república ha-
bierno general, resistiendo a la disolución interna y combatiendo contra los ciendo imposible el establecimiento de una monarquía artificial con que soña-
enemigos externos. ban los pensadores fatigados. Socavando por espíritu de destrucción los ci-
mientos de la sociedad política, echó por tierra la vetusta armazón del mundo
Llamadas las masas sin preparación a tomar parte en el gobierno, era natural colonial, y obligó a los políticos a levantar una nueva fábrica sobre sus ruinas,
que la tomaran de hecho, primero en la guerra, luego en la política militante, y rompiendo con las tradiciones del pasado. Guiado por un instinto ciego de exa-
crearan según sus nociones, poderes a imagen y semejanza suya, que represen- gerada independencia, de individualismo casi salvaje y de disgregación
tasen sus instintos enérgicos o brutales, que a veces rayaban en el fanatismo. brutal."(Mitre; 1887 : III, pp, 30-33).
Tal fue el origen de los caudillos populares de la anarquía argentina. Estos
caudillos, elegidos unos, impuestos otros, salidos de la misma masa, partici-
pando de las mismas pasiones, se hicieron la encarnación de esa democracia
indisciplinada, semibárbara, con vitalismo propio en algunas partes, con ten-
dencias puramente vandálicas y disolventes en otras, pero siempre vivaz y ro-
busta como un elemento indígena. Los caudillos, al absorber la fuerza de las
masas se convirtieron en mandones irresponsables, se perpetuaron por la vio-
lencia en el poder, y arbitros de las voluntades de sus subordinados los arrastra-
ron tras sí, y los condujeron al campo de la guerra civil o en contra del enemigo
exterior, desmoronando con ellos la sociedad vieja a la par que agotaban las
fuentes de la vida común y comprometían el éxito de la lucha por la indepen-
dencia, rebajando el nivel político y moral de los pueblos, y dificultando la

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NOTAS

1 Véase: Goldman, Noemí y Salvatore, Ricardo (comp.), Caudillismos rioplatenses.


Nuevas miradas a un viejo problema, Eudeba, Buenos Aires, 1998; Halperín
Donghi, Tulio, Ensayos de historiografía, El cielo por asalto, Buenos Aires, 1996;
y Myers, Jorge, "La revolución de las ideas: la generación romántica de 1837 en la
cultura y política argentinas", en Nueva Historia Argentina, tomo 3, pp. 381-445.
2
Paz, José María, Memorias póstumas del General José María Paz, La Cultura,
Buenos Aires, 1917, tomo I.
3
Sarmiento, Domingo F., Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga,
CEAL, Buenos Aires, 1967.
4
Alberdi, Juan Bautista, Grandes y pequeños hombres del Plata, Buenos Aires,
Plus Ultra, 1974.
5
Lopez, V.F, Historia de la República Argentina, Casavalle, Buenos Aires, 1893, ALGUNAS MIRADAS DE PRINCIPIOS DE SIGLO
Tomo IX.
6
Mitre Bartolomé, "Introducción" en Galería de Celebridades Argentinas, en Idem, En el período comprendido entre finales del siglo XIX y la primera década del
Obras Completas, Buenos Aires, 1942. XX, surgen una serie de obras sobre temas históricos, que podemos dividir en dos
7
Mitre, Bartolomé, Historia del General Belgrano y de la independencia argenti- grupos.
na, Lajouane, Buenos Aires, 1887. En primer lugar, podemos ubicar a intelectuales como Ernesto Quesada, Fran-
cisco y José María Ramos Mejía, Lucas Ayarragaray, Joaquín V. Gonzalez, Juan
Agustín García, José Ingenieros y Carlos O. Bunge. Existe un amplio consenso en
considerar a estos autores como una variante autóctona del positivismo. Sus rasgos
centrales provienen del contexto de producción de sus obras, signado tanto por la
preocupación en torno a la inmigración masiva, como por aquello que en el lenguaje
de la época se llamó la "cuestión social". Esta clase de conflictos, que serán vividos
como efectos no deseados de aquel "progreso" iniciado por la generación de Mitre y
Sarmiento y consolidado en la década del 80, no dejarán de tener influencia en el tema
que aquí nos ocupa: el de los caudillos. A este respecto, hemos seleccionado tres
nombres que han dado especial importancia al tema : Lucas Ayarragaray, José María
Ramos Mejía y José Ingenieros.
Comparados con la perspectiva de B. Mitre y V. F. López, se opera en estos
autores un cambio importante: el enfoque central en el tema de los caudillos ya no será
desde el punto de vista de su contribución o falta de contribución a la conformación
del Estado Nacional, sino que se estudiará el fenómeno del caudillismo en cuanto
forma de liderazgo. Eso llevará a poner especial atención a la descripción de las rela-
ciones entre los líderes y las multitudes que encabezan, así como también al medio en
el cual emerge esta peculiar relación. De esta manera, más que a la labor historiográfica
de Mitre, estas obras se ubicarán más cerca de las observaciones de Sarmiento, quien
38 -Ficha de Cátedra-

Debate... 39
ya había enunciado la centralidad del ámbito rural para explicar la emergencia de los Medicina y de la Academia Nacional de la Historia. Colaboró en distintos diarios de
caudillos. Bs. As., como "Sud América", "El Nacional", y "El País"; así como en la "Revista de
Al mismo tiempo, una característica no menor en estos autores, y que los dife- Medicina Legal y Mental" (dirigida por José Ingenieros).
rencia claramente de la generación anterior, va a ser la fusión de la historiografía con Entre su bibliografía podemos mencionar: Pasiones (1893), La anarquía ar-
otras disciplinas, como por ejemplo la psicología o la biología. Esto, que es una clara gentina y el caudillismo (1904), La Iglesia en América y la Dominación Española
marca de época, va a ser producto de que para estos autores las realidades estudiadas (1904), Socialismo Argentino y Legislación Obrera (1912) y Dos Mundos (novela,
requieren para su comprensión un armazón teórico complejo, que convivirá no sin 1926)
tensiones con el relato y las explicaciones más propiamente históricas. Esta caracterís-
tica tiene implícita una diferencia más profunda : mientras en la tradición anterior se
hacía énfasis en la voluntad política y en la narración de los acontecimientos políticos, La anarquía argentina y el caudillismo. Estudio psicológico de los orígenes nacio-
en esta nueva mirada la confianza en la voluntad subjetiva será relativizada, explicán- nales hasta el año XXLX (1904)8
dose los acontecimientos a partir de otros fenómenos : la herencia biológica, las deter-
minaciones del ambiente, la psicología de los actores en cuestión, la psicología de las En este libro, Ayarragaray busca las causas o condiciones de posibilidad del
masas, etc. caudillismo, fenómeno que, como se desprenderá de la lectura de los siguientes párra-
Estos dos puntos (el alejamiento de la narración y la investigación en torno a fos, es juzgado unilateralmente, aunque reconociendo diferenciaciones internas. En
los acontecimientos históricos, junto con el constante recurso a paradigmas hoy consi- su análisis, el autor reniega detenerse en "las formas externas y aparentes de los acon-
derados ajenos a las ciencias sociales), han sido considerados como las causas de que tecimientos", para concentrarse en lo que él considera las causas profundas que gene-
no se haya consolidado en torno a estos autores una escuela específicamente ran los mismos.
historiográfica (Halperín : 1996, pág. 55).
La otra perspectiva que surgirá en la época, aparece con la obra de David Peña
(parte de la cual presentamos más adelante) y pronto será continuada por autores "Las modalidades, que desde sus orígenes reveló nuestro espíritu político,
como Luis V. Varela y Juan A. González Calderón. En este caso, el estudio de los sustentábanse en la constitución hereditaria, y sus rasgos fundamentales en la
caudillos seguirá más próximo a la corriente historiográfica clásica, pero con una alte- complexión histórica española y colonial. Allí se encuentran los sedimentos
ración fundamental: a diferencia del enfoque predominante de la generación anterior, graníticos, que dieron el declive definitivo a las disposiciones de nuestra men-
estos autores rescatarán el papel de los caudillos en la formación del orden constitu- talidad de ciudadanos.
cional. ...)
Se instalará en estos años, por lo tanto, lo que en la década del 20 será profun- En consecuencia, para discernir con claridad la anarquía argentina y el
dizado desde la llamada "Nueva Escuela Histórica", sobre todo por Emilio Ravignani; caudillismo, que es su expresión natural, debemos analizar la índole del genio
aunque también se ha visto en D. Peña un adelanto de lo que en la década del 30 será político castellano, el cual una vez aquilatado, nos dará la sustancia que nutrió
un lugar común del llamado revisionismo histórico. el rudo espíritu del nuestro". (Ayarragaray: 1904, Págs. 1 y 2)

"Pero los trastornos cada día más profundos, concluyeron por suscitar un sen-
Autores y textos timiento difuso de conservación, arraigado principalmente en la clase laborio-
sa, la cual, con el refinamiento de las costumbres y los recursos acumulados,
I. Lucas Ayarragaray (Paraná 1861 - Buenos Aires 1944)
aspiraba a gozar el fruto de sus afanes.
Es cierto que esas aspiraciones eran reducidas ; ellas no reclamaban libertades
Médico doctorado en 1884 con una tesis sobre "La imaginación y las pasiones
políticas dignas de una democracia, sino garantías rudimentarias, casi policiales,
como causa de las enfermedades", Ayarragaray fue secretario del Departamento Na-
que ampararan sus intereses y sus vidas. Y cuando sustentado por ese espíritu
cional de Higiene, ministro de Gobierno de Entre Ríos y diputado nacional por esa
de estabilidad surge un caudillo, que impone las embrionarias garantías recla-
provincia durante dos períodos, a partir de 1891. Formó parte de la Academia de

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madas, ellas no alcanzan sino a los banderizos y enriquecidos pelucones, que nativas. El caudillo no discrepa, pues, del espíritu general del país, es ¿[perso-
asienten a su poder omnímodo sustentándolo con el acatamiento de su silencio. naje reinante de Taine.
Ese corto sentimiento político y utilitario, natural por otra parte, en un país Conocida la situación, el caos formado de preocupaciones, hábitos y abusos
desgarrado por la anarquía, dio base para la consolidación del régimen de los consolidados, destácase el caudillo, quien en virtud de las leyes del mimetismo
gobiernos fuertes y del absolutismo de los caudillos". (Ayarragaray: 1904, pág. psíquico, armoniza por sus ideas y pasiones, con el ambiente moral, dentro de
50) cuya influencia actúa.
(...)
"Conjuntamente con el desarrollo económico de la campaña, se desarrolla tam- En la tradición y en los hábitos imperantes, halló los abusos y desmanes, que
bién la importancia política de las mismas; a ese resultado coadyuva, como lo sirvieron de resorte a su política. Poco tuvo que inventar : exageró y modificó
tenemos manifestado, el sofisma del sufragio universal, que busca allá sus y sistematizó procedimientos. En una palabra, dio esplendor a las monstruosas
elementos y que, por intermedio del estanciero prestigioso o politiquero, del extralimitaciones que desde nuestros orígenes implantó el fraude y el desorden,
comandante militar, empiezan las influencias rurales a inmiscuirse en las lu- en las costumbres políticas argentinas". (Ayarragaray: 1904, pág. 95 - 97)
chas de prepotencia personal, que hasta entonces habían desgarrado solamente
las facciones urbanas. "El caudillo, pues, desempeña la función del momento, él hace pie firme y
La irrupción del analfabetismo de las campañas, completó la subversión defi- defiende su campanario, contra las incursiones depredadoras de los caudillos
nitiva de la vida política argentina, y sus montoneras electorales, dieron oca- vecinos, que talan, matan e incendian, invocando los ideales federales y unita-
sión propicia, a la consolidación del cesarismo mestizo de los dominadores, del rios, y limpia a las veces, de bandoleros y enemigos políticos la comarca, a
tipo moral y político de Artigas, López, Facundo, Ramírez, Bustos y Rosas. punto que era posible atravesar sin gran peligro, los dominios de Artigas o
Toda la masa inferior de la población, que el pronunciamiento permanente y el Ramírez, "con petacas llenas de onzas de oro".
sistema de violencia puso en auge, se siente reforzada por la montonera electo- A su vez es el heraldo y el cruzado de la cavilosidad lugareña de la aldea, de la
ral. Y a esos elementos rústicos, que no eran los peores, se incorporan igual- autonomía; sentimiento tanto más fanático y vivaz, cuanto es más reducido y
mente todos los elementos menudos y flotantes, tan numerosos siempre en un mísero, el radio territorial en el cual impera.
país nuevo, desmoralizado por la guerra nacional y la civil". (Ayarragaray: 1904, El desierto y la falta casi absoluta de intereses económicos, dislocan natural-
pág. 53 - 54) mente el organismo político en subdivisiones regionales, que no tenían otra
capacidad autonómica, que su extensión territorial y la dilatada arrogancia del
"En esta democracia demagógica, el sufragio universal, el más inadecuado de caudillo, cuya estrechez lugareña de pensamiento, no volaba más allá del cam-
todos los sistemas, consolidó la subversión de ideas y clases, y excitó la demen- panario.
cia anárquica y el caudillaje militarista. Cada clan, era naturalmente una patria, con su himno, su piquete, su escudo, su
Reconozcamos, sin embargo, que ese régimen letal para nuestros destinos, se bandera, revestido también con la misión interprovincial de invadir las aldeas
impuso como una fatalidad de las deficiencias morales y políticas, de una so- vecinas, para libertarlas, si eran gobernadas por mandones, que no ostentaban
ciedad rudimentaria, sin antecedentes, ni gerarquía (sic), y fue en realidad, el vincha del mismo color de la suya. Porque el espíritu anárquico y cantonalista,
hermano gemelo de la revolución". (Ayarragaray: 1904, pág 55) fue fruto natural de la ausencia de clases conservadoras y cultas y de intereses
económicos, que contuvieran los ímpetus subversivos y violentos de la barba-
"Bajo la acción de las deficiencias de población, de ideas, de intereses econó- rie y la ociosidad aldeana". (Ayarragaray: 1904, págs. 114-115)
micos y de cultura moral, se forja el tipo nacional militante : insubordinado y
cívicamente incapaz ! "¿Qué frutos hicieron sazonar las doctrinas casi académicas, que los folletinistas
El caudillo, es el exponente del genio violento y absolutista de nuestro régimen de la época, solían episódicamente difundir, en un país perturbado y desierto?
político; representa la media de las ideas y pasiones predominantes, y pone en Esas corrientes de propaganda, se deslizaban sin penetrar los rudos y
juego los procedimientos corrientes y consagrados. En armonía con los intere- embrionarios cerebros de la población, casi en su totalidad mestiza e inculta,
ses incipientes del estado social, son también incipientes las funciones guber- que poblaba los arrabales de las aldeas y las soledades del interior y del litoral.

42 -Ficha de Cátedra- Debate... 4 3


Si alguna cimiente germina lo hace a su manera, en una vegetación enmaraña- las exterioridades legales, como cuadra a las formas astutas de la criminalidad
da y rastrera, para desgarrar los estatutos y los poderes regulares. política, en el período caudillesco de la acción intelectual. (Ayarragaray: 1904,
Pero una vez, que el fanatismo intelectual de la idea única, llegó a embargar el págs. 126 - 127)
espíritu rudimentario del caudillo y de la multitud, cuya acción dirigía, asume
una orientación fanática y rígida ¿no es esta misma estrechez de pensamiento, "Pero en definitiva, las entidades que forja nuestro estado faccioso, el caudillo
en esta sensibilidad rudimentaria y obtusa, que sino permite percibir las vastas manso y el de humor violento, se dividieron alternativamente el imperio de la
verdades, da en cambio el sentido menudo y vulgar, capaz de impulsar la vida política argentina, predominando el primero, cada vez que la violencia se
acción del caudillo en armonía con el instinto inferior y obscuro de la muche- desacredita, y con ella, los recipes de regeneración heroica, que aplicaba sin
dumbre y donde está el secreto de su prepotencia ? ¿No fue acaso esa fuerza, la tara, ni medida, nuestro jacobinismo ingenuo. El mismo temperamento radical,
que forjó nuestras colectividades embrionarias, como una emanación de pasio- que solía entregar todo a la fuerza y a la rebelión, todo lo espera enseguida, del
nes e intereses? acatamiento ciego y pasivo.

(...) (...)

En semejante estado de espíritu, es preciso buscar muchos de los secretos de la ¿Qué falta entonces en el ambiente perturbado por la disolución de las fuerzas
psicología de la anarquía y del caudillismo de Artigas, Carreras, Facundo, sociales ? Un jefe de clan político, que no confisca, ni atrepella por fanatismo
Ramírez o Rosas, que tienen a las veces, la ceguera y la violencia de los "azotes de sistema, ni por lógica de odios, y que en un rincón oscuro, roe su trozo de
de Dios". poder indisputado. Despliega su acción en una política flemática y amorfa, y
Sus cerebros eran vírgenes, casi semi bárbaros, y el simplismo de sus concep- dentro de la mediocridad del patriciado mestizo de su grey, López y Bustos,
tos y de su fe, no había sido aun dislocado, ni por el choque de la teorías adver- por ejemplo, tipos representativos de la especie, hacen el fraude menudo en su
sas, ni por la amplitud de conocimientos y desengaños, frutos de la experien- balanza falsa, con apariencias legales.
cia". (Ayarragaray:1904, págs. 123 - 125) El mismo sistema hipócrita erige Rosas, cuando atraviesa en sus primeras épo-
cas de gobierno, el período psicológico de mansedumbre animal, por cálculo
"Se percibe claramente, en nuestra historia política, este descenso evolutivo de primero y también por desconfianza del poder de sus garras, y de la pasividad
la violencia caudillesca y anárquica, a medida, que las tendencias impulsivas del rebaño, sobre el cual disponíase lanzarse.
de la pasión sincera de la idea única, se transforma y multiplica, bajo la presión
difusa de la cultura general, del acrecentamiento de las fuerzas económicas y (...)
del principismo constitucional
El espíritu de doblez y de astucia felina propio de las naturalezas profundamen-
El criterio simplista y faccioso que, consideraba los fines dentro de un sistema
te inferiores, irrumpe en el carácter del mandatario caudillesco sudamericano,
absolutista y en perspectivas inalterables, es atenuado por un vago escepticis-
desde las primeras épocas de nuestra historia.
mo utilitario, modificador eficaz de la mentalidad de los partidos y del caudillo.
Esta faz de relativa mansedumbre, que fue la más constante modalidad, que
Entonces, la vieja entidad se disgrega en parte, fundiéndose en un tipo de ins-
asumió ante nosotros la prepotencia personalista, se ha sustraído casi por com-
tintos y de procedimientos más regulares. El caudillismo y la anarquía, pasan
pleto al estudio, fa(s)cinada nuestra atención por la actividad osada y trágica,
de las formas violentas y musculares, a las formas astutas e intelectuales.
de su congénere, el caudillo violento.
La evolución es notoria, y sus rasgos se acentúan a medida que la civilización
avanza, atenuando los rudos contornos de las pasiones primitivas. Disminuida En realidad, uno y otro tipo se confunden, en la afinidad de cualidades funda-
la impulsividad, se transforman los hábitos ; dejan los caudillos su ser agresi- mentales, que emergen de un fondo psicológico común. Hace confluencia en el
vos y brutales, héroes de asonadas y montoneras, como cuadraba al estado de espíritu del uno y del otro, la doble corriente moral, de los elementos étnicos
acción muscular, para maquinar sordamente con el fraude, la intriga menuda, constitutivos de la raza; de un lado la pasividad y doblez del indígena, y del
la corrupción, el falseamiento de la ley, y acometer la usurpación, conservando otro la índole taimada y el humor violento, del gaucho degenerado".
(Ayarragaray: 1904, págs. 129- 131)

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"Nuestras ideas confusas, nuestras costumbres públicas, nuestras dictaduras, y
modalidades varias, fueron otras tantas manifestaciones sociales, del hibridismo II. José Ingenieros (1877 - 1925)
de raza. La gauchocracia tuvo en esas disposiciones étnicas su base consuetu-
dinaria, y el cesarismo indígena de los caudillos, tomó su potencia y la expre- Si bien nació en Palermo, Italia, y pasó la mayor parte de su infancia en Mon-
sión de sus procedimientos y pasiones, en esa mentalidad colectiva. Los abusos tevideo, la formación intelectual de Ingenieros comenzó en el Colegio Nacional de
y las violencias más torpes de la política criolla, nutrieron sus ideas y reclutaron Buenos Aires y se profundizó en la Facultad de Medicina, graduándose como médico
sus elementos, en gran mayoría, entre los elementos mestizos. en 1900. Es posible que sus primeras vinculaciones con el socialismo sean influencia
En esas capas cimentó sus columnas el caudillismo. familiar :su padre había estado relacionado con la Primera Internacional en Italia, en
donde dirigía un diario socialista. Así es como en 1897 encontramos a Ingenieros
El régimen rosista, fue fue entusiastamente apoyado por las clases mestizas de
junto a Leopoldo Lugones, dirigiendo el diario La Montaña, de tendencia
la sociedad argentina; en ellas tuvo sus correligionarios de corazón y sus afínes
anarcosindicalista.
morales y étnicos.
Esta experiencia no durará mucho tiempo, sobre todo a medida que Ingenieros
Si muchos elementos superiores, étnicamente considerados, fueron cómplices
cambie de ambiente institucional: hacia 1899 abandona su militancia en el Partido
y dóciles colaboradores en aquella dictadura, por ello no se invalida nuestra
Socialista y hacia 1900 ejerce como jefe de clínica del Servicio de Observación de
tesis. Esa cooperación obedeció a causas diversas. Fuera de los motivos
Alienados de la Policía de Buenos Aires. Hacia 1907 dirige el Instituto de Criminología
episódicos y privados, que con tanta frecuencia determinan las actitudes políti-
anexo a la penitenciaria nacional. Dirigió las revistas Archivos de criminología, medi-
cas, hizo a muchos ciudadanos plegarse al régimen, el cansancio del desorden,
cina legal y psiquiatría (1902 - 1913), aparte de la Revista de Filosofía (1915 - 1929)
el espíritu de conservación y utilitario, la abnegación partidista y las antiguas
vinculaciones con el dictador. Pero en último caso, esas cooperaciones, fueron Entre sus obras podemos mencionar: Simulación de la Locura (1903);
individuales, sin un sentimiento expontáneo (sic) y leal de adhesión, como las Criminología (1907); Sociología Argentina (1908); Principios de Psicología (1911);
promovió el rosismo, en las clases mestizas. El Hombre Mediocre (1913); La Evolución de las Ideas Argentinas (1918) entre otras.
Existió, pues, en la constitución de la mentalidad argentina, un fuerte hibridismo,
traducido en una doble tendencia, porque simbólicamente podemos imaginar
al mestizo, como un fauno moral: mitad indígena, mitad castellano. En este Sociología Argentina9
conflicto de temperamentos, se siente la anarquía de la turbulencia castellana,
disociada por pasiva docilidad del aborigen. Como su título lo indica, este trabajo no pretende ser una obra de historiografía,
sino que busca fundar una sociología que dé cuenta de los distintos estadios por los
Precisamente en la pugna de esos dobles instintos, reposaron los factores más
poderosos de la anarquía criolla y de la incapacidad nacional para practicar el que ha atravesado la sociedad argentina, señalando las causas esenciales de dicha evo-
sistema democrático representativo. La incongruencia era radical, en las dispo- lución. Estas etapas cubren la siguiente trayectoria : en el plano nacional, se trata de la
siciones de la personalidad de la raza, forjada por la conquista; el producto evolución desde la barbarie indígena hacia la civilización de tipo europeo; y en el
bastardeóse en su compexión fisiológica ; dejó de ser indígena, sin llegar a ser plano internacional, la evolución del feudalismo colonial hacia el solidarismo demo-
europeo. Constituyóse, por el aborto de dos frutos. crático.
Aunque publicado en 1908, Sociología Argentina es una recopilación de ensa-
Con semejate contextura, ¿cuándo salvarán las repúblicas hispanoamericanas
su edad caudillesca, para alcanzar un periodo de estabilidad institucional ? Más yos y ponencias que Ingenieros había presentado anteriormente, en distintos ámbitos.
que un problema político, envuelve esta tesis un problema antropológico" Los párrafos que extractamos en primer lugar (a) corresponden al segundo capítulo de
(Ayarragaray: 1904, pág. 295 - 297) dicho libro, capítulo que originalmente llevó el título "El determinismo económico en
la evolución latinoamericana", y que se presentó como ponencia al Congreso Científi-
co de Montevideo en 1901. En la edición de 1908, recibió el nombre de "La evolución
sociológica argentina".
Posteriormente (b), presentamos las críticas que Ingenieros expuso sobre el
libro de Lucas Ayarragaray. Originalmente, el capítulo apareció en forma de reseña en
la Revista de Derecho, Historia y Letras, 1904.

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Debate... 47
la revolución argentina, con Moreno, con la asamblea del año trece, con
a) La visión del caudillismo en Ingenieros
Rivadavia.
"Los blancos nativos, políticamente libres, se encontraron desorientados con el
(...)
programa de reemplazar a los españoles de los empleos de la administración y
usufructuar de los productos naturales de la tierra, haciéndola trabajar por los
En primer lugar apareció el conflicto entre la anarquía revolucionaria y el feu-
mestizos y formando con ellos los ejércitos famosos de que habla el general
dalismo colonial. El caudillismo inorgánico vino a resolverse en la sistemati-
Paz en sus Memorias. Durante los primeros veinte años de vida política argen-
zación del feudalismo, cuyo exponente político fue el caudillismo organizado.
tina (1810-1830), la ausencia de intereses económicos homogéneos engendró
Esta primera evolución de la política argentina, representada por el
la más completa desorganización política; ésta fue la base de una política
engranamiento y la subordinación gradual de los pequeños señores feudales,
personalista y caótica que los historiadores llaman "la anarquía argentina". Ese
fue una verdadera restauración colonial y tuvo su personaje representativo en
régimen fue un feudalismo bárbaro. Los propietarios de la tierra eran señores
el progresista estanciero Juan Manuel de Rosas. En este sentido puede decirse
en sus dominios : resumían en su propia persona la autoridad política y el privi-
que él agrupó, sin constituirlos en nacionalidad, a los señores feudales de las
legio económico. El latifundio fue al mismo tiempo la causa primordial del
provincias, invistiendo su representación para las relaciones exteriores. Su go-
caciquismo y de la aniquilación político - económica del proletariado rural.
bierno fue la vuelta del orden de cosas vigentes en la sociedad colonial y la
Los señores feudales tenían el nombre de caudillos, agrupándose los más débi-
derrota de todos los principios e ideales que habían inspirado la Revolución ; el
les en torno de los más poderosos para constituir facciones políticas inorgánicas,
partido conservador y el partido católico fueron sus puntuales, encubriéndose
no movidas por intereses e ideales comunes, sino por pasiones personales y
con la bandera federal de Dorrego, que había sido tan revolucionario como
necesidades de terruño. Este régimen político, llamado caudillismo (...) fue la
Moreno y Rivadavia. Conviene advertir que, después de vencerlo en Caseros
natural superestructura política de un régimen económico feudal. Cuando la
(1852), sus enemigos políticos han desfigurado su rol histórico, presentándolo
acción política no está determinada por intereses comunes, la influencia perso-
simplemente como un tirano implacable ; aunque tuvo los defectos políticos de
nal de los jefes es la única fuerza que orienta a las facciones para disputarse el
su época, y empleó procedimientos más extremos que los de sus propios ene-
ejercicio del poder.
migos, Rosas fue, ante todo y sobre todo, un restaurador del antiguo régimen,
La característica de este régimen es la ausencia de intereses económicos dife- contra el nuevo propiciado por la Revolución de Mayo. Fue nuestro Fernando
renciados, debida a la falta de una organización cualquiera del trabajo produc- VII con análogos cómplices y los mismos horrores.
tivo. No existen verdaderos partidos políticos sino influencias personales fun- (...)
dadas en la riqueza o en la audacia de los caudillos.
Un hecho fundamental parece innegable : los intereses de las oligarquías colo-
Cuando el comercio de frutos del país comienza a organizarse, defínense vaga- niales eran los más importantes en la vida argentina; por eso les correspondió
mente en él diversos intereses económicos; el régimen del feudalismo inorgá- lógicamente el predominio político sobre la minoría metropolitana que había
nico se transforma en feudalismo organizado. A la "anarquía de los caudillos" concebido la Revolución de Mayo como una cambio de régimen y no como
se substituye el "régimen caudillista organizado" que, en cierto modo, refleja la una cambio de gobernantes.
parte más importante de los intereses económicos en formación.
El proletariado rural, ignorantísimo y compuesto de mestizos, sirvió en esta
Estos devienen orgánicos cuando la agricultura y la ganadería se desarrollan
lucha a sus patrones inmediatos y decidió el triunfo de la clase feudal.
metódicamente reemplazando el primitivo pastoreo por la estancia; se acen-
El caudillismo anárquico, en suma, representó una forma política de transición,
túan más tarde cuando se inicia la vida industrial y se desarrolla el comercio. El
propia de un agregado social cuya constitución estaba en vías de definirse.
exponente más significativo de estas nuevas actividades fue Juan Manuel de
(...)Este conflicto ha sido muy diversamente interpretado ; para García, Ramos
Rosas, propietario, socio y administrador de las más grandes estancias, que en
Mejía y Justo las luchas civiles fueron una lucha de clases ; el federalismo ("bar-
cierto momento llegó a formar un verdadero trust del negocio de haciendas.
barie" de Sarmiento") presentó al proletariado y el unitarismo (civilización) a
Esa fue la causa esencial de su prestigio entre las clases conservadoras, enemi-
la burguesía naciente. Paz ha sido diestramente citado en favor de esa tesis. A
gas militantes de los principios teóricos en cuyo nombre se había desenvuelto
tal criterio puede oponerse otra interpretación, que continuamos considerando

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48 -Ficha de Cátedra-
Falta de organización económica, ausencia de intereses comunes, encontra-
más exacta. Esas luchas no fueron entre la burguesía naciente, deseosa de afir- mos esa fórmula económica detrás de la anarquía política.
mar su poderío de clase, y las multitudes desheredadas que defendían la barba- En la masa inorgánica comienzan a diferenciarse dos tipos sociales: el terrate-
rie agonizante; fueron luchas entre dos facciones oligárquicas que se disputa- niente (preludiando la burguesía rural) y el artesano (preludiando la futura bur-
ban el poder en el nuevo estado político : la una tendía a restaurar el régimen guesía industrial); estos grupos tienen intereses definidos, desean la restaura-
colonial, sistema conveniente para la clase feudal, y la otra representaba la ción de un régimen de orden para defender esos intereses; siendo prematura la
tendencia económica propia de una minoría radicada en la única aduana natu- formación de partidos que los encarnen, limítanse a propiciar y aceptar la pro-
ral del país. La primera tuvo el apoyo del proletariado rural, siervo obligado de tección del Restaurador. Cuando salen de la anarquía económica y se definen
sus caudillos; los primeros ejércitos de Rosas fueron las "peonadas" de sus sus intereses, huyen de la anarquía política; en la imposibilidad de crear par-
estancias, los famosos colorados del monte". (Ingenieros: 1957, pág. 40 -46) tidos que sean el exponente de sus intereses, aceptan la tutela del caudillo
pacificador que los salva de la anarquía. Como estos núcleos son muy peque-
ños durante el primer cuarto del siglo XIX, no consiguen modificar la fisono-
b) Sobre la obra de Ayarragaray mía conjunta de la época, pero preparan los nuevos conflictos de intereses que
desplegarán a la ciudad aduanera y comerciante contra las campañas feudales.
"Procedamos con orden. Ayarragaray, en su obligado paralelo entre ambas co- El caudillismo es el exponente político de la anarquía. Llamamos caudillismo
lonizaciones de América, olvida confrontar el estado de evolución económica al ejercicio de la autoridad personal con independencia de toda representación
alcanzado por las dos metrópolis, el desenvolvimiento de los medios producti- de intereses colectivos; anarquía, a la falta de intereses comunes dentro de un
vos en ambas colonias, las condiciones de circulación de las riquezas naturales, mismo agregado político.
la posición geográfica de las diversas zonas de cada colonización, la rapidez Así vemos que la atenuación de la anarquía y del caudillismo comienza cuando
con que se opera la desaparición de la tierra libre en ambas colonias: factores se definen dentro del país grandes tendencias de intereses; la anarquía y el
que le habrían explicado la diversidad de las resultantes con mayor verdad y caudillismo son formas políticas transitorias, propias de una agregado social
eficacia que las instituciones y la educación política, hechos secundarios y con- cuya constitución económica empieza a concretarse. En cuanto se definen las
comitantes con el desenvolvimiento económico. primeras divergencias de intereses se plantea el primer problema; la cohesión
Si la independencia encontró a los Estados Unidos preparados para sus institu- de una burguesía feudal crea el conflicto: a menudo inconsciente para sus acto-
ciones democráticas, fue porque la tierra pertenecía a los colonos y los sistemas res, mas no por eso menos verdadero en su determinismo.
productivos estaban desarrollados por una colonización encaminada a explotar Ayarragaray presiente algunas de estas nociones, pero no logra formularlas
inteligentemente las colonias: había intereses organizados que la política de- con precisión. Tiene frases que podrían ser grandes síntesis en un libro escrito
bía tutelar. En cambio, España practicó en sus colonias una explotación empí- con otro criterio: "Conjuntamente con el desarrollo económico de las campa-
rica y de rapiña, distribuyó la tierra a propietarios que no la trabajaban ni la ñas, se desarrolla la importancia política de las mismas". Es una afirmación
dejaban trabajar a otros, no organizó producción alguna, no creó fuerzas ni empírica, pero podría ser el fruto de un estudio especial: en vez de afirmar
intereses ligados a la riqueza de las colonias, contentándose con llevar cuanto acertando, se podría demostrar. Nosotros, por ejemplo, formularíamos de otro
más fuese posible a las arcas de España o al bolsillo de los españoles. En nues- modo ese concepto: "Cuando en el seno de la anarquía económica (y política)
tro coloniaje teníamos una constitución económica enteramente "bárbara", pre- argentina comienzan a definirse intereses comunes a su población rural - o a los
dominando la explotación desorganizada de las riquezas naturales, mediante propietarios rurales, o a la clase feudal -, estos intereses definidos y comunes
procedimientos primitivos. Los criollos eran vasallos de señores feudales ex- determinan una acción política de las campañas, orientada en el sentido más
tranjeros. Al salir de la dominación española no existe en el país una produc- propicio a la defensa de sus intereses nacientes". Es el mismo concepto, sin
ción organizada, ni hay intereses comunes que requieran ser tutelados por de- duda; pero mientras la cita de Ayarragaray revela un carácter de adivinación, la
terminadas tendencias políticas; la constitución económica es indefinida, nueva forma traduce un pensamiento concreto y definitivo, inducido a posteriori,
heterogénea: no hay solidaridad política donde no hay intereses solidarios. después de analizar las condiciones de desarrollo propias de nuestra clase feu-
En la base misma de la anarquía política descubrimos la anarquía económica, dal". (Ingenieros: 1957, págs. 118 - 120)
sirviéndole de substratum.

Debate... 5 1
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"Ayarragaray no se preocupa de buscar el fenómeno esencial, oculto tras la
caótica apariencia de la anarquía argentina; por eso da mayor importancia a los Cuando la producción se organiza, definiéndose intereses económicos, el
factores psicológicos sobre los mesológicos en la génesis de la política caudillista. caudillismo tiende a ser substituido por partidos políticos que encamen esos
Ve el hombre, la acción del individuo y de las multitudes, sin descender a las intereses.
causas que determinan su conducta. El sentimiento que mueve a las masas y Estas nociones generales son silenciadas por Ayarragaray, aunque las intuyó
consolida a los caudillos no es un móvil sociológico primitivo, es el reflejo de Sarmiento, con vaguedad un tanto nebulosa.
ciertas condiciones de hecho sobre los cerebros, el índice revelador de una Podríamos, en suma, definir nuestro concepto en esta fórmula : La evolución
ausencia de intereses materiales que muevan la acción colectiva". (Ingenie- del sistema político caudillista es correlativa a la de todo el agregado social y
ros:1957pág. 127) está subordinada a las transformaciones de la "substructura " económica de
la sociedad.
"En vano buscamos en la obra de Ayarragaray la clave de esta evolución del El caudillismo comienza a evolucionar a medida que la vida económica se
caudillismo. Su libro es descriptivo, escaso de interpretaciones. Describe los organiza: el país se civiliza, para usar el exacto vocablo de Sarmiento.
orígenes del caudillismo, presentando un cuadro óptimo de sus manifestacio- Al pasar del régimen feudal al régimen agropecuario, los intereses económicos
nes primeras, pero no indaga su génesis fundamental, oculta detrás de esas se definen por la industrialización de la agricultura y la ganadería, en reempla-
exterioridades : vemos la hora en el cuadrante, pero no en el engranaje que zo del pastoreo espontáneo, y por el desarrollo de las industrias. Estos fenóme-
pone en movimiento el minutero. Luego exhibe los caracteres del ambiente nos se producen (a igualdad de condiciones propias de la tierra) en aquellos
anárquico, donde florece el caudillismo y los rasgos de psicología política que centros urbanos y sus inmediaciones, cuya situación geográfica facilita la cir-
caracterizan la época; muy bien descrito, igualmente. Como consecuencia de culación de los productos. Por eso, en cierto momento, Buenos Aires está en
estas dos premisas, Ayarragaray enuncia los caracteres evolutivos del vías de civilizarse, mientras el interior permanece en la barbarie feudal. Enton-
caudillismo, aunque no explica la base sociológica de esa evolución. Prescindi- ces comienza la evolución del caudillismo violento hacia el "manso intelec-
mos, por ahora, de criticar el propósito político, un tanto panfletario, que deslu- tual". La opinión de Ayarragaray está formulada sesenta años antes por Sar-
ce todo el libro ; no es posible confeccionar obras de ciencia social cuando la miento en estas clarísimas palabras : "Facundo, provinciano, bárbaro, valiente,
mano que escribe está inhibida de una pasión militante. Es disculpable, en este audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él:
caso, por tratarse de un partidario del más genuino representante del "período por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pa-
caudillesco de la acción intelectual", el doctor Pellegrini. Procedamos con or- sión y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un
den, para no incurrir en las mismas deficiencias criticadas, y consignemos las Maquiavelo" (Introducción al Facundo, 1845). Sarmiento no necesitó conocer
premisas fundamentales, expuestas en los títulos precedentes. a Roca para formular esa teoría y endosarle sus consecuencias.
1o La falta de unidad de intereses determina un estado de anarquía económica, Donde hay evolución económico social el caudillismo se transforma. En cuan-
que es la "substrucrura" del caudillismo político. to se definen intereses, los partidos políticos tienden a defenderlos, siguiendo a
individuos que los representan y no a caudillos sin más representación que su
2o La "superestructura" política del ambiente anárquico es el caudillismo; cuando
prestigio social.
la acción de los grupos no es determinada por intereses colectivos, la influencia
personal del caudillo es el único vínculo que solidariza la acción. Los caudillos de la anarquía argentina, hasta el año treinta son puros; Rosas es
3o El engranaje y subordinación recíproca de los caudillos constituye un siste- ya un caudillo evolucionado : representa los intereses de los terratenientes y
ma político especial: el caudillismo. los estancieros que componen la clase conservadora (que se titula federal), contra
De estas premisas, anteriormente demostradas, inducimos dos consecuencias la oligarquía porteña que tiene en sus manos la gran aduana del país (que se
primordiales: titula unitaria). En este sentido, Rosas, a pesar de sus errores, si no organiza la
La condición esencial del caudillismo argentino se la ausencia de intereses eco- nacionalidad, unifica, por lo menos, el país feudal.
nómicos definidos, debida a la falta de producción organizada. Donde persiste el ambiente económico primitivo debe lógicamente persistir el
caudillismo con sus caracteres iniciales; es el corolario de nuestra teoría. En
ningún país americano persiste la anarquía económica, tal como la tuvimos
nosotros de 1810 a 1830 ; por eso no encontramos en parte alguna el primitivo

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Debate... 5 3
caudillaje violento e inorgánico, sin más fuerza de cohesión que el amor al
La de las tiranías o por otro lado, del año 20, sale de los litorales del Rio de la
caudillo.
Plata, y es india, heterogénea como ninguna y completamente inculta, es casi
(...)
autóctona mestiza - española en parte, y constituida por el hombre de la natura-
La anarquía y el caudillismo surgen, pues, de ciertas condiciones del medio leza que se ha formado en la soledad y el aislamiento de los desiertos inmensos
económico - social. Donde ellas existen (aparte circunstancias especiales de modo y y en los montes sin fin de las costas dilatadas, que les permiten reproducirse por
lugar) el caudillismo es posible y representa el sistema político normal; cuando ellas la fecundidad extraordinaria que es la ley de su fisiología. Esta desencadénase,
desaparecen, el caudillismo se atenúa progresivamente, suplantado por una política luego, sobre las ciudades, como rueda el Paraná, que le dio la vida de sus aguas,
orientada según los diversos intereses que se definen en a constitución económica del el calor de su atmósfera fecunda, y que después de haber recorrido inmensas
agregado social". (Ingenieros: 1957, pág. 128 a 130) soledades y atravesado selvas impenetrables, abandona bruscamente la región
montañosa, y cambiando de nivel, con estrépito, entra vibrante, saltando por
cataratas inmensas para inundar como un torrente la llanura que alegre sonríe
III. José María Ramos Mejía (1849 -1914) al recibirlo en su seno.
Dentro de la evolución restringida de semejante organismo tan transitorio,
Miembro de una familia tradicional de la provincia de Buenos Aires, J.M Ra-
Facundo representa un primer grado de rusticidad, porque es genuina expre-
mos Mejía se doctoró como médico en 1879, desplegando una vasta tarea científica,
sión de la barbarie sanguínea e impulsiva de la multitud de los campos ; Artigas,
política y cultural. Creador de la Asistencia Pública, del Departamento de Higiene,
más malo que bárbaro, y con fuerte aspecto tenebroso, más que un primitivo es
de la cátedra de Neuropatología, y del Círculo Médico Argentino, ocupará una banca
un delincuente común ; Ramirez marca cierto grado de urbanización (no diré
de diputado entre 1888 y 1892. Su cargo de más importancia, sin embargo, será la
de civilización todavía) algo más acentuado, pero no es aún el pletógeno bicéfalo
dirección del Consejo Nacional de Educación, cargo que mantendrá hasta 1912.
que acumula las simpatías de las chusmas de la campaña y de las ciudades : le
Entre sus principales obras podemos mencionar: La neurosis de los hombres falta el pulmón apropiado para respirar alternativamente la atmósfera moral de
célebres en la historia argentina (1878); La locura en la historia (1895), Las multitu- ambas ; todavía se asfixia en el poblado. Rosas es casi un vertebrado, en el
des argentinas (1899), y Rosas y su tiempo (1907). sentido de una final perfección en ese transformismo mental lleno de sorpre-
sas ; era, como dije antes, una expresión de las dos multitudes ; de la multitud
decrépita de la ciudad fatigada, y de la barbarie rural, exuberante de sangre
Las multitudes argentinas10. (1899) oxigenada, de músculos espesos de troglodita, de nervios vírgenes y excitables".
(Ramos Mejía: 1934,págs. 239 - 240)
Si bien el libro apareció publicado independientemente en 1899, en las edicio-
nes posteriores apareció como introducción a la obra "Rosas y su tiempo". Esto se
debe a que en Las multitudes... Ramos Mejía ensaya una explicación de la "Tiranía"
Rosas y su tiempo11 (1907)
rosista basádose en el concepto de "multitud", por entonces muy en boga debido a la
influencia del médico, psicólogo y sociólogo francés Gustave Le Bon. Desde este
En Rosas y su tiempo, el autor busca una acercamiento al período rosista que
enfoque, se concebía la multitud como un fenómeno digno de estudiarse en sí mismo,
comienza centrándose en las particularidades psicológicas del personaje (característi-
a parte de atribuírsele la causalidad de procesos políticos más generales.
cas que son a su vez explicadas desde la transmisión hereditaria), para poco a poco dar
más lugar, hacia finales del libro, a elementos más generales que definen la época. Por
"(...) La multitud de la colonia y el virreinato se organiza en las ciudades y es,
supuesto, la relación entre líder y plebe ocupa un lugar importante.
al principio, genuinamente española. Conserva sus caracteres hasta que por
lenta y necesaria evolución se forma la que va a actuar en la emancipación, en
"Me quiero referir a Facundo Quiroga. Todavía la vida psíquica es en él limita-
cuyo seno, como se sabe, se resisten a entrar las clases superiores, que son al
da, cuando se le compara con el ave y el mamífero que vendrán después y
principio completamente antipletógenas.
cuyas facultades servidas por órganos mejor adaptados verán más lejos y senti-
rán mejor. Parecía haberse asimilado como ningún otro el alma del populacho

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Debate... 5 5
y la naturaleza argentina ambiente; ser como la expresión deforme del país en tinto de la reacción vital. Como se ha visto, el tizne de "plebeyo y de guarango"
el momento caótico de la formación. Por eso me produce la sensación de algo con que la sediciente aristocracia los había bautizado desde sus primeras coli-
brotado del suelo mismo ; representa la expresión de la delincuencia argentina siones con el partido directorial de Alvear y Pueyrredón, tomaba con esta fran-
de su tiempo, de sus vicios, así como de sus virtudes sui generis y de los vagos ca y decidida incorporación de la plebe en la gestión de los negocios públicos,
impulsos hacia confusos ideales, que el alma popular adivina con el olfato más un tinte subido de provocación, que hacía insalvable el abismo abierto entre
que con la inteligencia. ambas estructuras. Los sucesos diéronle de aliado todo ese sedimento de hom-
Amamantado a los pechos de su tierra, todo lo practica como lo haría el bruto bres que, por preocupaciones personales concurrentes con las del populacho,
recién entrado dentro de la humana forma. No se me ocurre otra cosa para por resabios de educación y de carácter o por incidentes de la vida social, iba
imaginármelo de bulto que evocar algún rincón lujuriante y solemne del terri- quedando fuera ; masa atrasada e incoherente dentro de las formas francamen-
torio magallánico, tan argentino como el resto, pero donde la naturaleza es más te desenvueltas y atrevidas en que el partido neo directorial había emprendido
abrupta que el escenario que animó con su., acciones, tal era de genuina esa la reforma completa del orden político y del estado social de la Provincia de
organización embriagada por su propia exuberancia de vida. Una flora extra- Buenos Aires. Ellos eran los que en las fiestas populares se codeaban en las
ña, una fauna de impulsivos animales le siente uno adentro. Su barba adusta se mayores intimidades con la plebe, hacían de corifeos o se ponían delante en los
parecía a las algas inmensas y lozanas que pasean los canales de la Tierra del discursos y manifestaciones puramente verbales (porque eran tímidos) del en-
Fuego, enredando en sus raíces complicadas un mundo variado de extraña tusiasmo metropolitano. De esa manera, dicha masa, al principio informe, fue
animalidad ; sus ojos pardos obscuros, semejaban la luz de ciertos días rojizos poco a poco haciéndose homogénea y compacta hasta adquirir una verdadera
de las tierras australes; y la voz, esa voz que no la olvidó jamás el oído humano personalidad, que Rosas acabó de forjar vigorosamente.
que la oyó airada alguna vez, era el trueno como se siente allí, magnificado por Era lógica la persistencia de este patriotismo de la ciudad, y entre estas clases,
la inmensa concavidad acústica del monte y del agua, que en el eco sonoro él conquistaba cada día mayor vigor e intolerancia. Su eficacia tornólo después
devuelve el menor ruido centuplicado. ¿No tenía Facundo Quiroga algunas incontrastable para sus fines de opresión. Un patriotismo que poseía, como
veces, muchas veces, la desolación de esos paisajes aridísimos de la costa núcleo motor; un odio, el odio al extranjero, y un amor, el amor a su país,
patagónica, las luces vivideras y de rayos reflejos difundidas en aquellos para- entendiendo por tal la ciudad y su campaña, y en cuya virtud se le veía hacer
jes por el sol al atravesar la niebla y reflejarse sobre el cielo azulado de la frecuentemente distingos curiosos entre el hijo del país, es decir, él y el cordo-
montaña cubierta de eterna blancura ?" (Ramos Mejía: 1953, Tomo I págs. 202 bés o el salteño, los cuales, según ese concepto, no pertenecían a la misma
-204) tierra. Como sentimiento no era al fin sino una transformación, mejor dicho,
una desvirtuación del patriotismo antiguo de la buena estirpe, entonces reasumido
en el odio al intruso español y a las naciones europeas colaboradoras eficaces
"El pueblo, ayudado por su natural daltonismo político, juzgaba como siempre
de la corona de España en sus gestiones contra América. Las guerras civiles
los hechos, más por el sentimiento que por la razón. No pudiendo pensar sino pervirtieron más su sentido, y el concepto del patriotismo se achicó mayormen-
por imágenes y símbolos, no se dejaba impresionar por abstracciones confusas. te, hasta que un tipo psicológico lo personifica y hace de él la función de su
(..) Por su propio sentir, y por las torcidas informaciones que los interesados le cariño y de los fines de la vida, encerrándolo dentro de los muros de la ciudad
transmitían, se iba ya acostumbrando a percibir confusamente todos aquellos predilecta. Con arreglo a las caprichosas modificaciones de la geografía políti-
sucesos que después de 1820 habían arrebatado a Bs. As. el rango de capital ca y de los odios que sus vicisitudes provoca, la condición de extranjero se va
nacional y mortificado el orgullo de su glorioso municipio (...) luego convirtiendo para este pueblo en un estigma, exaltándolo cada vez más,
Las invasiones de los caudillos, percibíalas su imaginación sencillamente bajo hasta llegar a 1829, en que se le siente hidrópico de iras y supersticiones, hon-
la forma elemental del robo a mano armada. El propósito político quedaba damente ofendido por las reformas con que lo flagela el gobierno "extranjerista"
desteñido ante el hecho brutal del saqueo, y la resistencia suya era, así conside- de Rivadavia, cuyo desprestigio en la plebe, no tuvo igual en toda la historia de
rada, nada más que como un accidente de la propia defensa. Los escándalos de América". (Ramos Mejía: 1953, Tomo II págs. 9 - 14)
Salto, las obscuridades del "Negocio Pacífico", las frecuentes arreadas de va-
cas, verificadas por Ramírez y López, habían colmado la medida y despertado
vigoroso, absorbente e inhibitorio de toda otra operación mental, el ciego ins-

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"Se divertían en la misma forma desbordante con que admiraban, la misma
temibilidad con que odiaban y agredían. Su entrenamiento favorito era el Car- (...)
naval. La licencia y la impunidad, usada durante esos tres mortales días, se
hacían sentir sobre las clases cultas con crueldad y permitía ejercer todas sus "El "Carnaval de Rosas", como se le ha llamado después, era la institución
pequeñas venganzas : entrar a las casas hasta los dormitorios, manosear las popular por excelencia. El estado de cultura y la libertad usada por el pueblo
mujeres, cortar los faldones de las levitas y castigar la soberbia de las señoras y bajo, está pintado allí con viva elocuencia. Llegó a tal punto el brutal desborde,
cajetillas. que el mismo dictador se vio obligado a reglamentarlo en un decreto lleno de
Como Rosas había reemplazado la antigua procesión cívica de la fiesta patria considerandos, en el cual él mismo revelaba cierto respetuoso temor ante el
por el abigarrado cortejo de negros que iban a aclamarlo, inundaban en esos empuje del indomable populacho. Si alguna diversión, en los anales de la locu-
días la ciudad multitud de comparsas que, al son de pintarrajeados y largos ra, ha superado a las bacanales, ha sido aquella, sin duda alguna. Este extraño
tambores, cruzaban las calles tocando monótonamente, no diré una música, género de sport concentraba todo el fuego de las pasiones populares, y en
sino un ruido del más desastroso efecto, que resonaba melancólicamente en los ocasiones debió ser una especie de emuntorio que daba escape a todas las fuer-
oídos y en el corazón de los espectadores. Los rítmicos gruñidos de esos músi- zas reprimidas durante el curso del año por la disciplina y el trabajo. Era nece-
cos en delirio, dejaban una impresión dolorosa en el espíritu, porque aún cuan- sario ver aquella plebe usando del placer, para explicársela en la venganza y el
do el negro, como ya he dicho, no era sanguinario ni cruel, la extraña mascara- motín". (Ramos Mejía: 1953, Tomo II, págs. 59 - 64)
da sugería el presentimiento de lo que serían aquellas pobres bestias una vez
enceladas por la acción de su chicha favorita o por el cebo apetitoso del saqueo,
consentido y protegido por la tutela del Restaurador. Sudorosos y fatigados por IV. David Peña (1862 -1930)
larga peregrinación, marchaban, sin embargo, con cierto desembarazo vertigi-
noso, imprimiendo al cuerpo movimientos de una lascivia solemne y grotesca. Periodista, dramaturgo e historiador nacido en Rosario, se ocupó desde tem-
Las negras, muchas de ellas jóvenes y esbeltas, luciendo las desnudeces de sus prano de asuntos ligados a la esfera pública. Colaboró en "El Nacional" de Sarmien-
carnes bien nutridas, revelaban en sus formas abundantes y en sus rostros ale- to; "La Libertad" de Manuel Bilbao y en "Sud América" de Carlos Pellegrini. Fundó
gres, un ánimo satisfecho y despreocupado. Las gráciles Venus exponían con y dirigió el diario "La nueva Epoca" en Santa Fe; y "La Epoca"y "La Revista
indolencia las mamas rotundas como una expresión de su poder fecundante : Argentina", en Rosario. Hacia fines de siglo se traslada a Buenos Aires, alternando
parecían grandes racimos de uva negra y de ágata estriado de oro, y sus bocas su actividad entre el periodismo, la historia y el teatro. En estos años fundará "Diario
golosas de vendimiadoras untadas de hez, prorrumpían en gritos de triunfo. La Nuevo" (1904) y la revista literaria "Atlántida" (1911)
alegría del festín futuro, entrevista en las alucinaciones de la embriaguez, sube En 1906 Peña es aceptado en la Junta de Historia y Numismática (fundada
a los corazones en forma de sordo murmullo, de himnos monótonos que seme- por Mitre en 1893), aunque luego de extensos debates, y de la renuncia de uno de sus
jan largos rumores de huracán y las espesas nubes de polvo que levanta el miembros (Juan J. Biedma), en disconformidad con la decisión..
tropel, parecen dibujar las divinidades de aquel amor silvestre que de pie, sobre Entre algunas de sus obras, podemos mencionar: Juan Facundo Quiroga (bio-
invisibles zócalos, saludan su himeneo con la Federación. En ese despliegue grafía, 1904); Facundo (1906, teatro); Historia de las leyes de la Nación Argentina
palpitante de vida, derramada así en la alegría de las horas luminosas para ellos, (1916).
parecían expresar en la desverguenza de su temperamento, el sentimiento y la
soberbia con que la tiranía se ejercía sobre las altas clases. Ambos sexos iban
vestidos pintorescamente con abundancia de trapos rojos, combinado el negro Juan Facundo Quiroga11 (1904)
relumbrante de sus brazos y el de sus hombros movedizos. El viento de los
himnos lúgubres, como dice el viejo Esquilo, parecía conmover el obscuro La obra es producto de una serie de conferencias dadas por Peña en la Facultad
turbión infatigable, que solo articulaba palabra humana cuando lanzaba a grito de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en 1903. Entre sus puntos
herido el Viva el Restaurador ¡Mueran los salvajes asquerosos, inmundos uni- centrales, el libro de Peña impugna el carácter historiográfico del Facundo de Sar-
tarios ! (...) miento, apoyándose más en ciertas impresiones de Valentín Alsina. A diferencia de

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las obras extractadas más arriba, Peña presta más atención a los acontecimientos y a cía dotado de una altivez pensadora o sea de carácter mental. Si el párrafo es
los personajes involucrados. Al mismo tiempo, si bien no se presenta una generaliza- por Quiroga, como pudiera ¿que diría Ingenieros, si le pidiéramos las señas del
ción sistematizada acerca del caudillismo, se sugieren algunos perfiles que contrastan rey de Facundo? Facundo no es montonero tampoco, no hace guerra de
con la valoración del fenómeno presente en los enfoques anteriores, aparte de propo- montonera, como se desprende del texto de este libro.
ner una explicación en tomo a las circunstancias históricas concretas en que surgen los (...)
caudillos. Esto de bárbaros son puras ganas de tenerlos, a fin de parecernos a Roma. (...)"
(Peña: 1999, pág. 30)
"Cuando se considera que Juan Facundo Quiroga es el tipo simbólico de la
resistencia a Rosas; que jamás estuvo a su servicio; que es el primero en prever "¿Qué es un caudillo?
su tiranía y que su inmolación procede precisamente de una especie de antago- Es la cabeza dirigente de una agrupación, llámese tribu errante o pueblo civili-
nismo innato con el gobernante del Plata, demostrado en los mil hechos que zado. La humanidad, comparada a rebaño por su tendencia a vivir en apretada
vamos a ocuparnos y en su aspiración final por organizar y constituir el país, no agrupación, se sometió a este pastor en todas sus edades, bajo todas las latitu-
acertamos a definir la unión que entre ellos crea Sarmiento, pues si hay una des, en la paz y en la guerra, en todas las ocasiones de su historia.
amalgama imposible es la de estos dos viajeros de la historia en un período Nuestro país tuvo caudillos apenas se diseñó su socialidad, con vigorosos e
igual, pero separados por su origen y por su propia colosal soberbia y potestad. interesantes contornos propios, no apreciados aún por los elegantes observado-
res de ciudad, que a usar una expresión de Izoulet, no conocen otro factor
(...) engendrador de fenómenos sociales que la élite.
Para aquel caudillo, símbolo de las masas que ellas creaban a su imagen y
semejanza, como alguien ha dicho ; que representaban sus instintos en la gue-
"...Yo me propongo, llevar a la fe vuestra, con la fuerza de la mía, que Quiroga
rra o en el gobierno, no ha habido de parte del pensador que ha sobrevenido y
no merece ser considerado como valuarte de ningún despotismo ; y que el sa-
ocupado el lugar de sus acciones, sino la palabra enfermiza de sus prejuicios,
crificio de su vida batalladora se debió lógicamente a su visible resistencia a
de los rencores heredados.
poner sus diez años de combates como pedestal de una ambición que no fuera
(...)
la de organizar definitivamente la república". (Peña: 1999, págs. 29 - 32)
¿Cómo se forman los caudillos ?¿Cuál es la ley que les da origen ? Materia es
ésta por demás interesante, que nos llevaría al estudio de las raíces hondas de la
"Más que de unión, el libro de Sarmiento ha engendrado en los espíritus dóci-
psicología popular argentina, y después de regresar de incursiones a la heren-
les o fascinados la idea de sumisión de Quiroga respecto a Rosas, aún forman-
cia, nos detendría en las condiciones del ambiente, de la influencia física y del
do parte esos espíritus de personalidades tan apreciables como la de José Inge-
factor económico, tan poderoso en la producción de los hechos del hombre.
nieros. Yo tengo para mí que no se puede intentar la crítica, mucho menos la
Dramatizando el tema, quizás hubiéramos de considerarlo en el estudio de los
sociología en la historia, sin conocer antes los hechos, es decir, la historia. ¿Como
primeros Adelantados que transportan a América la típica España señorial ,
es posible la sentencia sin los hechos?
autoritaria y cruel, y poniéndolos delante de la raza sometida, dada a la domes-
Tomo al azar este sólo párrafo de un valioso artículo de Ingenieros sobre el ticidad, sorprenderíamoslos en el engendro de este producto vivaz que abre los
libro de Ayarragary "Hay cierta concordancia entre ese estado social y el feu- ojos ante la amplia, desnuda, portentosa naturaleza que le enseña y transmite
dalismo; el caudillo montonero es un señorzuelo sin títulos, con un rancho o sus misterios al nacer.
una estancia por castillo, que va rodeado por sus vasallos a defender las armas
de su rey : Artigas, Facundo, Ramírez. En cierto momento la mano superior de Este estudio está iniciado ya por muchos. Al esbozaros la vida de un caudillo
un Rosas empuña todas las riendas, unce los bárbaros a su carro escarlata y se mi mayor preocupación es, entonces, suministrar elementos reales a los que lo
arroja desenfrenadamente a llenar un largo ciclo en los torneos olímpicos de han de proseguir, apartándome, de intento, de ese género de disertaciones más
nuestra historia civilizada." propias de la psicología que de la crítica histórica. Con todo, permitidme esta
pequeña digresión, no reñida con mi plan.
Hay aquí un montón de sacrificios en homenaje a este convencionalismo que
perdura como una tiranía intelectual, tanto más asombroso en quien nos pare-

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A la vez de esforzarse, como ya hemos visto, los pobres pueblos del interior en tibie cuando los prohombres del país hacen pública su veleidad monárquica.
aportar su sangre y sus ahorros en favor de la causa de la independencia propia Prepáranse desde ese momento las turbulencias, las sublevaciones, las deser-
y ajena, los hombres dirigentes, esparcidos en el Congreso, en el Poder Ejecu- ciones, las revueltas. Se esparce a sus modos, acá y allá, en el campamento y
tivo y en el Ejército, trabajaban con cierta clandestinidad por la forma monár- fuera de él, la versión de que todo consiste en cambiar un rey por otro rey."
quica, dentro y fuera de las provincias unidas. No era posible el misterio por- (Peña: 1999, págs. 51 a 56)
que en el seno del Ejército, por ejemplo, se agitaban espíritus oriundos de la
clase popular que estaban en contacto directo con el más sincero propagandista
de la monarquía incásica, y ya eran corrientes las versiones de los esfuerzos de
Belgrano por atraer a estas ideas a hombres como Artigas, al que más tarde
tendría que repudiar.
Aun Rivadavia, que tan radicalmente rechazara en 1812 la atrevida insinuación
de San Martín en tal sentido, a punto de provocar con él un incidente personal,
se dobla ante la pujante fuerza de los acontecimientos y trabaja en Europa por
la fórmula monárquica.
(...)
Si los ejércitos comandados por los grandes generales solo se proponían hacer-
les cambiar de amo ; si a la monarquía de España la sustituían con la de un inca
recamado de plumas y pedrerías, o la de un príncipe extranjero, de idioma
extraño, etcétera, no había para qué seguir aportándoles vidas y haciendas. O la
suerte de la patria estaba en manos de ciegos, o a un mal menor sucedería otro
mucho mayor. En vano será que les pidáis reposo y ecuanimidad de juicio. No
dominan uno solo de los principios de las ciencias que gobiernan a las nacio-
nes. Y mucho será si no os declaran que esa ciencia no existe, al ver aquel
montón de sabios ofreciendo de puerta en puerta la soberanía y el destino de la
patria que ellos llevan en el fondo de sus entrañas. Ellos, los humildes, los sin
luces, los privados de civilización, sentían el férvido amor de la patria de otro
modo. Jamás por jamás se consumaría el crimen de volver a atar la república al
carro de monarca alguno ¡Antes desaparecería en sus cenizas cuanto existe!
Tengo por verdad señores, que del trascendental error de aquella hora, verda-
deramente histórica, de nuestros grandes hombres, nacieron los caudillos ar-
gentinos, o sea esa encarnación de fuerza autónoma que suplanta a la fuerza
pensadora pero sin carácter, ilustrada pero desprovista del de ese influjo singu-
lar que no requiere el hechizo intelectual sino el denuedo.
Cuando los hombres sin instrucción advierten de que los más inteligentes yerran,
no hay poder que los mantenga atados a su error. Cae la aureola, y todo esfuer-
zo a nombre de la disciplina no será sino una violencia desafiadora de su férrea
voluntad.
En este momento señalo muy de paso mi concepto acerca del origen del
caudillismo argentino. Pero os lo entrego a vuestra reflexión, pues es interesan-
te dar con la hora y el motivo del nacimiento de esa entidad nueva, sólo percep-

62 -Ficha de Cátedra- Debate... 6 3


NOTAS

Ayarragaray, Lucas, La Anarquía Argentina y el Caudillismo. Estudio psicológi-


co de los orígenes nacionales hasta el año XXIX, Editorial Félix Lajouane y C, Bs

Ingenieros, José, Sociología Argentina, Elmer Editor, Bs As, 1957.


Ramos Mejía, José María, Las Multitudes Argentinas, Talleres Gráficos Argenti-
nos L.J. Rosso, Bs As, 1934.

Ramos Mejía, José María, Rosas y su tiempo, WM Jackson editores, Bs As, 1953.
Peña, David, Juan Facundo Quiroga, Emecé, 1999.

LA NUEVA ESCUELA HISTÓRICA

Hacia la segunda década de este siglo, surgen una serie de nombres que darán
origen a lo que Juan Agustín García denominó, en 1916, Nueva Escuela Histórica.
Entre estos nombres, podemos mencionar a: Ricardo Levene, Emilio Ravignani,
Rómulo Carbia, Diego Luis Molinari y Luis María Torres. Las principales líneas
defínitorias de esta Escuela serán el adjudicar un papel fundamental a la metodología
del trabajo con fuentes (siguiendo el método de Ernst Bernheim), así como también la
profesionalización y la especialización del trabajo del historiador. En cuanto a esto
último, la diferencia con los autores caracterizados como "positivistas" en el apartado
anterior no puede ser menos que elocuente : sí entre aquellos se trataba en general de
médicos que acudían a la investigación histórica para elaborar explicaciones basadas
en la biología, la psicología o la sociología; el caso de los miembros de la Nueva
Escuela Histórica será muy distinto. Se trata de docentes vinculados a la enseñanza de
la historia en el ámbito universitario que, si bien en su mayoría eran graduados en
Derecho, buscarán especializar la disciplina historiográfica centrándose en el trabajo
de archivo y en la publicación y divulgación de fuentes inéditas. Al mismo tiempo, sus
obras tendrán un carácter más restringido, concentrándose en los hechos puntuales y
en la narración de los acontecimientos político - institucionales.
Los integrantes de la Nueva Escuela Histórica, en general, estuvieron vincula-
dos a la Universidad Nacional de La Plata y la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires (en donde se forma, en 1921, el Instituto de Investiga-
ciones Históricas), espacios en los que desempeñaron un papel hegemónico.
En cuanto a los estudios relacionados a los caudillos, se ha visto en Emilio
Ravignani (Buchbinder: 1993; 1998) la continuación y profundización de la perspecti-

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Debate... 65
va ya insinuada por David Peña y otros, a principios de siglo. Y es que la percepción "La lectura de abundantes documentos de 1810 a 1815 y de 1815 a 1820, pro-
de Ravignani sobre la acción de los caudillos se instala dentro de una revalorización duce una impresión íntima verdaderamente interesante. Los primeros momen-
del federalismo que marca contrastes y armonías con la visión clasica propuesta por tos son temerosos, de tanteo, no se sabe adonde se va; vienen luego los des-
Bartolomé Mitre y Vicente F. López. Contrastes, poique se verá en la acción del aciertos, la falta de auscultación de la opinión, el desorden, los errores, la
federalismo no un elemento disolvente de la nacionalidad, sino una fuerza que, incor- ruptura de todo vínculo con España. Y después vemos surgir estas figuras inte-
porándose tras la crisis de 1820, dará un empuje renovado al proceso que culmina en resantes - como las de Artigas y San Martín - que persiguen dos principios: la
1853, con la organización constitucional. Y continuidades, porque al mismo tiempo, INDEPENDENCIA y la CONSTITUCIÓN. Hay falta de ideales definidos: no
Ravignani conservará de la visión de Mitre y López la idea de la preexistencia de la hay visión de las cosas. Viene el año 1815 y entonces se concreta un ambiente
nación con respecto a las provincias, aunque subrayando la armonía entre nación y de orientación que va a dar a los hombres conciencia exacta de la situación,
autonomía provincial. Es en este marco, por lo tanto, que la acción de los caudillos llevándolos hacia la independencia y la constitución. Por eso manifiesta el Ca-
será evaluada. bildo que "por primera vez parece respirarse el dulce aire de la suspirada liber-
tad". Recién se les dice a los pueblos dejémonos de Femando VII; rompamos
estos vínculos ! Entonces este proceso del año 15 al 21 se hace claro; al año
Autores y textos siguiente se declara la independencia; pero en seguida viene el otro principio :
I. Emilio Ravignani (1896 -1954) la constitución ; y nace la Constitución unitaria de 1819. Los pueblos vuelven a
reaccionar y estalla la crisis del año 20 que quiere que sea republicana y de
Aunque graduado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Ai- tendencia federal, en tanto que los unitarios creen que debe ser republicana
res, ¡a obra intelectual de Ravignani se forjó en estrecha relación con la Facultad de pero unitaria. Podría tal vez ser monárquica con un príncipe de Luca. Por eso
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata y de la Facultad de Filoso- viene la constitución del 26. Los pueblos vuelven a reaccionar y aparecen los
fía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En la primera, desde 1923, fue titular caudillos. Entonces surge Urquiza que es el federalismo, y el 51 los pueblos se
de la cátedra de Historia Constitucional. En la segunda, ocupó la cátedra de Historia de agrupan alrededor del caudillo. A pesar de no contar con la ciudad de Buenos
América, y dirigió el Instituto de Investigaciones Históricas (del cual fue el fundador), Aires, puede hacer la organización nacional porque lo apoyaba la república
aparte de ocupar el cargo de decano en dos oportunidades. Entre 1922 y 1927 fue entera, incluso la campaña de Buenos Aires. El país piensa y medita y en el 60
designado Secretario de Hacienda de la Municipalidad de la ciudad de Bs. As. Tam- puede y hace la organización general de la república.
bién fue diputado nacional en tres ocasiones (1936-1940 ; 1940-1943 ; 1946-1950) Esto es lo que se saca de los documentos y esto es lo que los hechos confirma-
Entre sus principales obras, podemos mencionar: Juan Agustín García, Histo- ron.". (Ravignani: 1926, Tomo I, pág. 253 - 254)
ria del Derecho Argentino (1919), Historia Constitucional de la República Argentina
(1926 -1930), Manual de Historia de la Civilización, La Constitución de 1.819(1926), " ¿Qué consecuencias trae aparejada esta situación ? ¿Quién es el que levanta
v la recopilación de fuentes titulada Asambleas Constituyentes Argentinas (1937 - la montonera ? El patrón, el caudillo que le asegura que va a comer ; así se
1940) explica la facilidad relativa con que se alza la montonera de Santa Fe, Corrien-
tes, Entre Ríos y la campaña de Buenos Aires y así se ve, también, aparecer el
"hacendado caudillo" que en Buenos Aires se llamará don Juan Manuel de
Historia Constitucional de la República Argentina13 Rosas.
Este suceso social repercute hondamente : aparecerán las montoneras de las
El libro es la publicación del curso de Historia Constitucional que Ravignani campañas que se volcarán sobre la ciudad.
dictó en la Universidad de la Plata, en 1925 (recordemos que la cátedra estaba a su Cuando el hambre acacia es cuando los pueblos se levantan.
cargo desde 1923). El libro abarca el período comprendido desde la "crisis de creci- Este movimiento de 1820 tiene todas las características de las crisis completas:
miento" del Virreinato hasta 1850, subdividiendo el periodo en : la etapa de la colonia, es económica, financiera y social.
la descomposición del orden colonial (1810- 1820), y finalmente, el período de 1820 Muchos autores han tratado de explicar el origen de las montoneras. Sarmien-
a 1850, en que la unidad nacional depende de los pactos interprovinciales. to en Civilización y Barbarie, y en Facundo, y (Francisco) Ramos Mejía en El

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Federalismo Argentino. Según unos, las montoneras nacieron porque fue pues- El artículo 19, de hondo significado político y social, consagra la voz "caudi-
to el indio sobre el caballo y después le dieron una lanza. Pero se olvidan que el llo" para designar al gobernante, y la estampa en el texto mismo de la constitu-
gaucho de entonces usa barba y acompaña al hacendado ¿cuándo el indio tiene ción. Dice:
barba ? La montonera está formada por la misma masa mestiza - blanca con la
cual se organizaron los ejércitos de todas la guerras internas argentinas. No es Siendo uno de los actos más esenciales de la libertad del hombre el nom-
la masa que compuso el ejército de la Independencia cuya tropa estaba formada bramiento de su caudillo, reunidos en el orden que expresa el artículo an-
de negros y mulatos, la oficialidad de blancos y la caballería de blancos - terior, elegirán personalmente al que deba emplearse en el gobierno...
mestizos.
Los veteranos de la ciudad forman con las tropas de la Independencia que eran ¿De qué manera ? ¿Por votación secreta? No.
unitarias; y la masa de la campaña se incorpora a las montoneras que eran
federales. ...firmando acta subscripta por sí mismos u otros, no sabiéndolo hacer.
El historiador Vicente F. López piensa de otra manera. El doctor Juan Alvarez,
en un trabajo titulado Las guerras civiles argentinas abre un horizonte moder- Podían votar, pues, los analfabetos.
no a estas especulaciones; es una obra que conviene leer. (...)
En síntesis: este es el fondo del cuadro sobre el cual van a desenvolverse los El procedimiento electoral es, en síntesis, el siguiente :
sucesos". (Ravignani: 1926,Tomo I, 306 - 307) Reunido el pueblo, expresa su voto asentándolo en actas que después retendrá
la autoridad del comicio, sea el comandante o sea el individuo del Cabildo.
"He aquí, citadas en serie, las diferentes constituciones que surgen durante el Terminada esta primera parte, se procede a elegir comisarios que desempeña-
período comprendido entre 1819 y 1825, es decir, inmediatamente después de rán las funciones de escrutadores y electores. Estos comisarios recibirán de las
sancionarse la constitución nacional unitaria y en los comienzos del funciona- autoridades del comicio las actas firmadas; harán el recuento de los votos asen-
miento del Congreso Nacional de Buenos Aires de 1824 - 1827. tados en las mismas y una vez hecho el cómputo total, proclamarán el candida-
(...) to triunfante y le darán posesión del mando. Es un sistema electoral sui generis.
La constitución de Santa Fe, de 1819, presenta, sin embargo, características de En lo judicial, esta constitución confiere al "caudillo", es decir al gobernador,
tal índole, que conviene destacarlas, aunque sea al pasar. la enorme facultad de "sentenciar, revocar o confirmar en apelación, todas las
(...) causas civiles y criminales, a excepción de aquellas que son de privativo cono-
cimiento".
En caso de ausencia o muerte del gobernador, el mando de la provincia recaerá Esta facultad equivale al derecho de vida y muere sobre los demás." (Ravignani:
en el Cabildo, pero en el último caso deberá proceder, en el término de doce 1926, Tomo I, Pág. 349-351)
días, a pasar las órdenes correspondientes al territorio para la "elección del que
deba reemplazarlo".
Preciso es reconocer que la "corporación del muy noble e ilustre Cabildo" no El Congreso Nacional de 1824-1827. La Convención Nacional de 1928 - 1829.
se vio molestada con frecuencia en lo tocante a este punto pues don Estanislao Inconstitución y Régimen de pactos. (Cap. I, Volumen VII, Sección Primera, de la
López gobernó la provincia desde que se sancionó esta constitución hasta que Historia de la Nación Argentina)14
murió en 1838, con varias intermitencias de delegaciones de mando.
El gobierno ¿como se elige ? El capítulo se centra en el Congreso Constituyente de 1824 -1827, para lo cual
Los ciudadanos se reunirán en la cabeza de sus departamentos en la campaña, hace un repaso del período que se abre con la crisis de 1820. La hipótesis principal del
presididos por sus comandantes respectivos y en la capital, en sus cuarteles, por artículo consiste en que la emergencia del federalismo no es un elemento disolvente de
un individuo del Cabildo o alcalde de barrio, en su defecto. En decir, que el la nación, sino que es una de las fuerzas que permitirán la consagración del orden
acto eleccionario era presidido por dos autoridades distintas, según se trate de jurídico logrado en 1853. Al mismo tiempo, postula que la emergencia de las provin-
la campaña o de la ciudad.

68 -Ficha de Cátedra- Debate... 69


cias como realidad institucional y de facto, entre 1819 y 1825, es armónica con el za de vacas, llegándose a suprimir los saladeros existentes en la zona de Quilmes
anhelo de unificación nacional. hasta la Ensenada. La despoblación de las campañas se fue acentuando, y los
proletarios, que vivían única y exclusivamente del beneficio del ganado, el
gaucho - no el de leyenda sin el del trabajo -, en un momento determinado, se
"La guerra de la emancipación contra la Metrópoli corre paralela con una gue-
encuentra carente en absoluto de alimentos porque el estanciero está en crisis.
rra compleja y encarnizada contra los restos del sistema colonial. Aquí es el
Fue entonces cuando el habitante de las zonas rurales se ve obligado a rodear al
caso de decir que, a pesar de la influencia de las ideas liberales para la implan-
personaje que le ofrecía el sustento; sería algo así como el cliente de los roma-
tación de medidas revolucionarias, en algunos hombres dirigentes del gobierno
nos que seguiría incondicionalmente al patrón, porque este le aseguraba los
aun perduraba un substratum imborrable de centralismo político - administrati-
medios indispensables para vivir. El dueño de la estancia se convierte en ele-
vo. No acaecía esto en alguna parte de la masa social y en sus orientadores : los
mento dirigente, y al dominio económico se le agregará el político. Muchos
caudillos". (Ravignani: 1950, pág. 44)
hombres lo admirarán, estimulando su vanidad y deseo de mando, erigiéndose
de este modo en caudillo surgido por el apoyo del elemento proletario, a quien
"Algunos autores que han estudiado el largo período de Rosas, con criterio
necesita asegurarle, por lo menos, el sustento diario, de forma tal de que no se
siempre apasionado, se han olvidado de estimar en toda su profundidad el nue-
muera de hambre. Tenemos la prueba concreta, en el año de 1820, cuando se
vo factor predominante que aparece, en el escenario político del país con el
firmó el tratado entre Buenos Aires y Santa Fe, en la estancia Benegas, tratado
nombre de caudillo. Esta expresión, que encierra una valorización despectiva,
en el que se estipuló una indemnización de cabezas de ganado. Fue de ese
dentro de nuestra realidad histórica, denota un elemento que es necesario con-
entonces que se ve surgir un personaje, el único que podía cumplir el compro-
siderarlo tanto en su aspecto negativo como positivo. Mas si nos trasladamos al
miso por parte de Buenos Aires : don Juan Manuel de Rosas. Este, con el aporte
periodo cuyo estudio realizamos a continuación y lo hacemos con un preciso
de los hacendados y de su propio patrimonio, solventa la obligación contraída,
sentido de contemporaneidad, hallaremos que esa expresión era aceptable apa-
en el año 1821, entrega a Estanislao López, miles de cabezas para repoblar los
reciendo en manifiestos, documentos públicos y hasta en textos constituciona-
campos de Santa Fe. Así aparece, como un ejemplo de la época, el caudillo que
les.
dominará no solo a Buenos Aires, sino a la República, durante veinte años,
El caudillos se convertirá en el conductor, en la personificación de los senti- sobre la base de la riqueza ganadera.
mientos de las masas del campo y de una parte de las ciudades, a quienes los
hombres cultos llamarán la canalla. Para nuestra demostración cabal, es nece- El empobrecimiento del país y de su población, debían influir en las finanzas
sario darle a este producto genuino de nuestra vida social, el lugar que realmen- de Estado. Estas, ante el balance desfavorable del comercio y los gastos de la
te le corresponde. No bastará para ello limitarse a una simple enunciación del guerra de la independencia y de las luchas civiles, se resienten notablemente y
hecho : debe buscarse la raíz y la substancia que lo alimentó. Al efecto, debe- la moneda metálica, patrón de medida, es reemplazada por otra, fiducidaria,
mos referirnos a la situación económica del país, desde el punto de vista de la produciéndose, así, el empapelamiento, en virtud de la emisión de bonos de
población y en las regiones en que aparecieron los diversos tipos de montoneras. Estado sin la garantía de los depósitos en oro (...)
Debe tenerse presente que la ganadería fue la principal fuente de recursos. El (...)
comercio internacional, especialmente el mantenido con gran Bretaña, produjo "Por último, la familia, la vida religiosa, las costumbres, la seguridad indivi-
una enorme extracción de productos derivados de la ganadería : cueros, astas, dual y patrimonial se encuentran profundamente afectadas y resultará muy di-
huesos, carnes saladas y sebos. La industria ganadera no estaba racionalmente fícil enquiciar la situación de desorden mediante instituciones rígidas, de ca-
organizada. La explotación se hizo sin plan, y la crisis debía sobrevenir fatal- rácter constitucional.
mente. Nada traduce mejor nuevas manifestaciones de vida colectiva como las varia-
ciones que se operan en el lenguaje y el consenso general que adquieren deter-
(...)
minados términos o palabras. A partir del año 1820, y en todo el período que
La región de la llanura, la pampa geográfica que se extiende hasta el Chaco, el
vamos a estudiar, toman categoría de importancia, expresiones como ser : Pue-
sur de Córdoba y la región mesopotámica, serán en adelante las grandes pro-
blos, Caudillos, Ilustración, Canallas, Unitarios, Federales y Confederación,
ductoras de ganado. Para defender esta, riqueza, que amenazaba perecer, se
etc, etc, que son condensaciones mentales denotadoras de una nueva conscien-
dictaron medidas, durante el gobierno de Pueyrredón, prohibitivas de la matan-

Debate... 7 1
70 -Ficha de Cátedra-
"Artigas había sido vencido en Tacuarembó, el 20 de enero, y rechazó el Trata-
cia. Con estos ingredientes de renovación, como dijéramos en páginas prece-
do del Pilar, no obstante que, por uno de sus artículos se invitaba especialmente
dentes, será posible explicarse, en forma objetiva, las causas del fracaso de la
al Capitán de la Banda Oriental a adherir al mismo la provincia de su manda, 'y
tentativa constituyente y el largo período en que los argentinos solo nos unire-
cuya incorporación a las demás - se lee en el Tratado - se miraría con un digno
mos mediante el sistema de pactos". (Ravignani: 1950, pág. 63 - 65)
acontecimiento'.
(...)
Se había producido un cambio político, pues mientras Artigas aspiraba a que se
Ricardo Levene (1885 - 1959)
declarase la guerra a los portugueses, en el Tratado se adoptaba el plan de
defensa de la integridad territorial, de eficacia indudable en mérito a los recur-
Graduado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de
sos que Buenos Aires se obligaba a suministrar.
Buenos Aires, desempeñó una extensa carrera docente, sobre todo en torno a las facul-
Desde el establecimiento del primer gobierno, en 1810, hombres representati-
tades de Derecho y Filosofía y Letras de la UBA, así como en la a Facultad de Huma-
vos - con amplia visión patriótica - defendieron celosamente la integridad de la
nidades de la Plata, de la cual fue su fundador y su decano en dos períodos. También
nación contra todo ataque extranjero.
creó y dirigió la Biblioteca de Humanidades, y la revista del mismo nombre, encarga-
La actitud resuelta de los caudillos, en 1820, en defensa del territorio, es la
da de la publicación de numerosos títulos de autores relacionados a la Nueva Escuela
reacción contra la censurable política de algunas autoridades que habían ges-
Histórica. Presidió la Academia Nacional de la Historia y el Archivo Histórico de la
tionado y continuaban gestionando, la intervención extranjera". (Levene: 1954,
Provincia de Buenos Aires.
pág. 45)
Entre algunas de sus obras podemos mencionar: Los orígenes de la democracia
argentina (1911); Ensayo histórico sobre la revolución de Mayo y Mariano Moreno
(1920 -1921); Introducción a la historia del derecho Indiano (1924); La anarquía de
1820 en Buenos Aires, desde el punto de vista institucional (1932); Los primeros do-
cumentos de nuestro federalismo político (1933). También ha sido el autor y director
del proyecto de Historia de la Nación Argentina, de la Academia Nacional de la Histo-
ria.

La anarquía de 1820 y la iniciación de la vida pública de Rosas15

El libro es una descripción cronológica estrictamente ligada a lo político -


institucional. Cubre el período entre 1820 y mediados de la década, centrándose en la
forma en que toma preeminencia la figura de Juan Manuel de Rosas.

"Para comprender la aparición histórica de Rosas es necesario seguir su proce-


so formativo relacionándolo estrechamente con los sucesos de 1820. En esa
etapa, Rosas representó la autoridad , la propiedad y el orden contra la anar-
quía.
No representaba la campaña únicamente, como se ha dicho, sino la unidad de la
ciudad y el campo, y en medio de la guerra civil entre ambas partes y de la
guerra con los indios para la conquista del desierto, afirmó que los hijos de la
Provincia deseaban verse regidos por un mismo gobierno". (Levene: 1954, pág.
7)

72 -Ficha de Cátedra- Debate... 73


NOTAS

1
Ravignani, Emilio, Historia Constitucional de la República Argentina, Peuser, Bs
As, 1926.
2
Ravignani, Emilio, El congreso nacional de 1824 - 1827. La convención nacional
de 1828 - 1829, en Levene Ricardo (director), Historia de la Nación Argentina,
El Ateneo, Buenos Aires, 1950
3
Levene, Ricardo, La Anarquía de 1820 y la iniciación de la vida pública de Ro-
sas, Unión de Editores Latinos SRL, Bs As, 1954.

LOS CAUDILLOS VISTOS POR EL REVISIONISMO

En los años 30 un conjunto de escritores abordaron el estudio de la historia


argentina y se declararon exponentes de una nueva corriente historiográfica que se
definía ante todo por su oposición a la interpretación de la historia académica. Adver-
tían sobre una conspiración silenciosa que, desde las Universidades, ocultaba la verda-
dera historia del país. Por esta razón buscaron combatirla en donde esta alcanzó su
mayor eficiencia: en la creación de un Panteón de Héroes nacionales a imitar.16
La caracterización de esta empresa intelectual es difícil por la heterogeneidad
de sus escritos. Sin embargo, existe un elemento compartido entre sus miembros que
es el intento de servir a través de sus interpretaciones históricas a las causas políticas
que defienden en la realidad nacional. No puede comprenderse el revisionismo si no
se tiene en cuenta el contexto político desde el cual los autores preguntan a la historia
las soluciones posibles para el callejón sin salida en el que consideran está el país. La
historia es leída a través del prisma de las lealtades ideológicas. El revisionismo no
solo busca soluciones para el presente nacional sino que también denuncia responsa-
bles históricos de lo que considera una Argentina en decadencia.
En su lectura de la historia propone una nueva interpretación de la Argentina
posrevolucionaria centrada en dos aspectos principales: la tensión entre minoría ilus-
trada y masa y la oposición entre partidarios y enemigos del sometimiento económico
al extranjero. Si bien la interpretación va sufriendo algunas transformaciones a causa
del devenir político nacional, el nacionalismo, el antiimperialismo y el americanismo
son valores inherentes y centrales en las obras de esta tradición.
A continuación se detallan los distintos giros que sufre esta corriente a partir de
la evolución de la realidad nacional.

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Debate... 7 5
En su surgimiento, en la década del 30, el revisionismo invita a la élite dirigen-
te a una autocrítica que le permita recuperar el poder que ha perdido. Los autores de los años 60 impide hacer una rígida caracterización de los representantes de esta
parten de la critica al sistema democrático del gobierno yrigoyenista y a la élite diri- etapa. Rodolfo Ortega Peña y Luis Duhalde se reconocen como pertenecientes al mo-
gente. Al primero le cuestionan el haber entregado a las masas el poder directivo que vimiento. Otros historiadores se han acercado al revisionismo en ciertos momentos de
corresponde a la elite. A esta, que comienza a ser llamada oligarquía, la denuncia por su trayectoria, sin embargo, no podrían definirse como representantes de la tradición;
haber renunciado a su naturaleza dirigente para someterse a los intereses extranjeros. ellos son José Abelardo Ramos, Eduardo Astesano y Rodolfo Puiggrós, entre otros.
El conflicto es leído desde una perspectiva ideológica en la cual la causa de esta falta La complejidad de estos años se aborda en el apartado de los años 60.
de autonomía de la élite es el desprecio por la cultura autóctona y por la de los conquis-
tadores españoles. Esta actitud tiene una continuidad histórica en la política que desde
Rivadavia perjudica al país. Los autores buscan en la historia un ejemplo alternativo a Autores y textos
esta línea política dominante y rescatan a Rosas como la experiencia política más I. Julio Irazusta (Gualeguaychú, Prov. de Entre Ríos, 1899 - 1982)
valiosa y eficaz que ofrece desde el pasado un ejemplo de equilibrio político surgido
de la colaboración entre jefe, minoría ilustrada y masa. Esto habría sido posible por- Historiador y ensayista. Cursó sus estudios en la Facultad de Derecho en la
que él compartía con las masas su lealtad a la nación. El caudillo aparece asegurando Universidad de Buenos Aires. Abandonó esta carrera y cursó en la Universidad de
el orden político y la defensa de la nacionalidad pues la clase dirigente ha renunciado Oxford estudios de filosofía y latín. En Roma se especializó en literatura española,
a su papel. Los autores exponentes de este período son Julio Irazusta, Carlos Ibarguren, francesa, ingles e italiana; historia europea clásica y moderna. En 1938 obtuvo el Pre-
Ernesto Palacio, entre otros. mio Mundial de Literatura. Fue diputado por Entre Ríos (1939-1943). Perteneció al
Durante los años de la segunda guerra mundial y del gobierno peronista se Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y a la Sociedad de His-
produce un giro en el revisionismo. Junto con la reivindicación de la figura de Rosas y toria Argentina. Colaboró en las siguientes revistas, entre otras: del Instituto J.M. de
la puesta en cuestión de las "verdades" de la historiografía tradicional, el revisionismo Rosas, Historia, Sur, Criterio, La voz del Plata.
comienza a interesarse por los estudios económicos. Así las obras comienzan a cen- Figuran entre sus obras: Ensayo sobre Rosas en el Centenario de la suma del
trarse el estudio de la gestión económico-financiera del gobierno rosista. En 1939 poder, Argentina y el Imperialismo Británico (en colaboración con Rodolfo Irazusta);
comienza a publicarse la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Ma- Vida Política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia (1947); Ensa-
nuel de Rosas que hace eco de esta nueva tendencia. También cambia la lectura de yos Históricos (1950); Las dificultades de la historia científica (1955); Perón y la
algunos historiadores con respecto a la élite dirigente. Uno de los representantes cen- crisis Argentina (1956).
trales de estos años, José María Rosa, llega a afirmar que la Argentina nunca tuvo élite
dirigente.
El debilitamiento del aparato institucional de la historia académica y el recam- Ensayos Históricos"
bio de los elencos en las instituciones que provoca el peronismo en el ámbito académi-
co no hace sino fortalecer la vigencia del movimiento revisionista. En la nueva coyun- Esta obra es una recopilación de ensayos del autor en los cuales recorre su
tura que se abre a la caída del peronismo ya no es posible ver en un jefe político de lectura de la sociedad argentina desde la crisis del año 20 hasta la caída de Rosas.
gran autoridad la solución del conflicto entre élite y masa sino la intensificación del Irazusta cuestiona no solo el sometimiento económico de la oligarquía a Gran Bretaña,
mismo. El gobierno de la Revolución libertadora redefine las alineaciones histórico- sino también el sometimiento cultural que ha llevado a un importante sector de la élite
políticas identificándose a si mismo con la línea antirrosista Mayo-Caseros y, por con- a leer al país con una matriz extranjera. Esta política encarnada en la figura de Rivadavia
siguiente, al gobierno peronista con la tradición rosista. De esta manera, el revisionismo se continúa en el presente con consecuencias alarmantes para el país. Rosas es rescata-
queda alineado junto al peronismo. do por el autor como una opción a la tradición extranjerizante antinacional. La lectura
En esta etapa atrae intelectuales de izquierda que imprimen nuevas ideas al histórica busca despertar en la clase dirigente una autocrítica que le permita reencauzar
movimiento. El período rosista es dejado de lado y se estudian períodos más cercanos. su actuación y así cumplir con la función dirigente que le corresponde.
Los autores buscan llegar a un público más amplio e intentan encontrar en la lectura
del pasado nacional indicios del rumbo que debe seguir el peronismo. La complejidad "[...] acabé por formarme una idea de aquella crisis decisiva, que llegué a ver
claramente como un hilo demarcatorio entre dos épocas: la década inicial de la

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Debate... 77
capacidad para ser libre de todo poder extraño, como todas las otras en que una
independencia, en que la autoridad del Estado fundado por los españoles en la
colectividad logró crear una nación soberana. La segunda: Que enseñó a tomar
región llamada a ser nuestra patria se disgregó por los errores de quienes suce-
el país como es y no como lo sueñan los políticos visionarios. La tercera: Que
dieron al virrey sin comprender del todo bien el sentido de su misión, y el
nos señaló el camino de la colaboración entre todos los elementos de la socie-
período subsiguiente, en que los argentinos emancipados debieron reconstruir
dad como indispensable condición de independencia. [...]
penosamente el estado nacional despedazado:" (Irazusta, Ensayos históricos,
[...] Por lo que la más trascendental enseñanza de la experiencia rosista es que
pp. 12)
no se puede ni pensar una empresa semejante a la suya, sin buscar la solidari-
dad nacional, la armonía entre el jefe, la élite y la masa." (Irazusta, Ensayos
"Rosas es la clave de la historia argentina. No es que de su experiencia política
históricos, pp. 25-27)
queramos deducir una enseñanza sobre la forma de gobierno que convendría al
país. No. Porque su tarea no fué de las que ofrecen modelos para la instauración
"Rosas me parece haber llenado, hasta donde se lo permitieron las circuns-
de una convivencia civilizada. Pero de los principios que estaban en lucha en la
tancias, el ideal del gobierno. El bien que este postula necesariamente, de nin-
guerra civil, el de la integridad territorial que defendía Rosas, y el de la civiliza-
guna manera mejor se alcanza que por la armónica colaboración de todos los
ción, que invocaban sus enemigos, el primero era primordial, y el segundo,
elementos que componen la sociedad. [...] Y esa colaboración es lo que se
secundario." (Irazusta, Ensayos históricos, pp. 15)
llama sistema de gobierno mixto, que es el mejor, sobre todo por no ser sistema
y desposarse mejor que ninguno con las líneas de una realidad particular y
" No solo no dejó a la Argentina más chica de lo que la encontró sino que
mudable como es la práctica [...]." (Irazusta:1950:pp.41)
impidió ulteriores desmembraciones procuradas por sus enemigos internos y
externos; y a una unidad virtual del cuerpo de la nación, sustituyó una unidad
real. Como lo probó Alberdi, repito, afianzó definitivamente la autoridad del
"Entre la Revolución que derrocó a Balcarce y la reelección de Rosas, la divi-
Estado argentino, comprometido durante la lucha por la independencia. Ense-
sión del partido federal se hizo ten honda, que la unidad y la integridad del país,
ñó a obedecer. [...] logró inculcar a muchos ciudadanos perturbados por la re-
asociadas a su suerte, volviéronse a ver sumamente comprometidas.
volución emancipadora, la posibilidad y las ventajas de la solidaridad nacio-
Rosas no contaba con Santa Fe, ni con las provincias que dependían de ella,
nal". (Irazusta, Ensayos históricos, pp.24).
Córdoba, Entre Ríos, gobernadas por Reinafé y Echagüe respectivamente, ambos
feudatarios de don Estanislao López. En Corrientes seguía predominando la
" Mejor que el saldo de su acción, fue todavía la enseñanza que dejó. No me influencia de don Pedro Ferré, federal, pero uno de los primeros enemigos de
refiero a la forma de gobierno, a no ser en el aspecto señalado, de la colabora- los autores también federales del pacto de enero. En el norte, don Alejandro
ción de todos los elementos sociales: jefe, minoría ilustrada y masa, nunca tan Heredia, sea por lo que fuere, fomentaba las intrigas de los unitarios contra sus
bien logrado entre nosotros como entonces. [...] Por otro lado, mal haríamos en rivales federales de la región, se codeaba con los liberales y toleraba las restau-
deducir de la experiencia rosista un esquema intelectual utilizable para orien- raciones unitarias que se iban produciendo en las provincias vecinas, por ejem-
tarnos sobre la organización regular del país. Rosas jamás cometió el error tan plo en Catamarca. En San Juan se formaba un foco de unitarios tapados, al
difundido entre los caudillos de su tipo [...] de confundir lo oportuno con lo amparo de un federal tibio que después defeccionó abiertamente, Yanzón. En
eterno. El mismo consideraba al suyo como un régimen de emergencia. Y la medio de los grandes caudillos Heredia y López - a punto de ceder a la intriga
circunstancia de que en vente años no considerase llegado el momento de ter- unitaria - Ibarra se mantenía expectante en Santiago del Estero, sin duda dis-
minarla, puede ser un error, pero no lo es de principio. [...] aquella experiencia puesto a plegarse al partido vencedor. Los países vecinos y las potencias euro-
pudo servirnos, más de lo que sirvió a los llamados organizadores de la nación peas tenían parte en casi todas esas intrigas.
para darnos una carta fundamental sobre la base de la autoridad que él había
consolidado. Pero como se interrumpió, además de lo dicho solo podemos agre- A mediados del primer semestre de 1834, el hombre que antes de un año
gar enseñanzas de otra especie. recibió la suma del poder, y que con ella se adueñó de todo el país, estaba en la
situación más apurada que conoció en el curso de su vida, excepto el momento
Aunque no menos preciosas. La primera: Que confirmó la dejada por la gue- que siguió a la derrota de Dorrego en Navarro. Sus únicos elementos eran el
rra de independencia, de que nuestra región del mundo tiene insospechada

Debate... 79
78 -Ficha de Cátedra-
ejército de operaciones contra los indios enemigos, la situación de Cuyo y su teniendo a la ley de su parte, la amplia jurisdicción de una magistratura nacio-
propio prestigio personal en Buenos Aires (ciudad y campaña) y un sector de la nal suprema. [...].
opinión nacional. El Poder Ejecutivo de su provincia le era [...] contrario [...]. Este plan comenzó a realizarse desde la primera gobernación de Rosas, cuyas
[...]. La legislatura provincial que le era sin duda adicta puesto que lo eligió facultades extraordinarias son contemporáneas del proyecto de pacto litoral."
para suceder a Viamonte; repitió su elección varias veces y luego volvió las (Irazusta, Ensayos históricos, pp.68-69)
miradas a sus parientes y amigos. Pero no le dio lo que el buscaba con sus
renuncias reiteradas: la suma del poder. "La suma del poder no era necesaria solamente par contrarrestar la violenta
¿Cómo lo obtuvo seis meses después? [...] La necesidad de la suma del poder oposición de los unitarios, peligrosísima dentro de la lentitud de las formas
pareció evidente a todos después de la conflagración del Norte, seguida por el regulares; y para hacer encargo de las Relaciones Exteriores a una magistratura
asesinato de Quiroga. Y lejos de ser impuesta solo por Rosas, como se dice nacional suprema [...]. También se necesitaba para volver al antiguo régimen
generalmente también fue impuesta por las circunstancias." (Irazusta: 1950:46- social, superando el hibridismo de la legislación, sin desafiar imprudentemen-
47) te a la opinión del país. El liberalismo que se quería eliminar del régimen civil,
lo mismo que del político, estaba asociado por lazos de origen a la independen-
"Sostengo que el régimen esa discrecional, pero no arbitrario; que era una or- cia nacional. [...]
ganización, no constitucional pero si empírica, como la inglesa; que ella conso- La suma del poder entregado a un hombre bien elegido era pues el instrumen-
lidó la unidad del país, y que pudo darnos la grandeza, de no haber sido subver- to más apto para la realización del plan delicado y trascendente concebido por
tida por sus vencedores." (Irazusta, Ensayos históricos, pp.14). los hombres de 1835. [...].
"El discrecionalismo era de la índole de la autoridad en el régimen colonial. La suma del poder era reforma, no vacancia de ley. Negarlo equivale a soste-
Los primeros gobiernos patrios ejerciéronlo implícitamente. Las facultades ex- ner que las grandes monarquías europeas (la francesa, la española, la inglesa
traordinarias aparecen en algunos documentos nacionales primitivos de legis- antes del parlamentarismo fueron regímenes de pura arbitrariedad. [...] El cali-
lación política como recurso de excepción. [...] el hecho de que el recurso ex- ficativo de tirano no es aceptable sino en el sentido que la palabra tenía históri-
traordinario esté previsto en todas las constituciones provinciales anteriores al camente en Grecia, donde el tirano era un caudillo popular [...]. Porque la suma
53, mientras son pocas las que establecen la división de poderes, revela que el del poder [...]. Fue legítima, pues votada por una legislatura de reducida base
discrecionalismo era más importante en nuestro régimen político que la limita- electoral, sería luego ratificada por un plebiscito. Fue generosa, pues lejos de
ción de la jurisdicción ejecutiva. ejercerse su discrecionalismo en beneficio particular del gobernante, aquél en-
Discrecionalismo no es arbitrariedad. [...] hay discrecionalismo cuando esa tró al gobierno siendo el hombre más rico del país y lo abandonó sin pensar en
voluntad (del jefe del Estado) opera de modo supletorio o correctivo, en los las confiscaciones que le esperaban sin duda.
casos que la ley no prevé ni puede prever, o para corregir leyes malas, y se La suma del poder coexistió con el régimen representativo. En lo esencial de
decide por la razón. [...]. éste - las finanzas - no hubo suma del poder. En lo demás, el dictador trataba
Estas distinciones debían ser elementales para los hombres de formación colo- de hacer sancionar sus actos por la legislatura, salvo para aquellas decisiones
nial que, en minoría no sólo en el país sino también dentro del partido federal, cuya tremenda responsabilidad la ley había encomendado a su sola concien-
procuraron la suma del poder y acompañaron a Rosas durante su gobierno cia." (Irazusta: 1950:72-73)
[...].[...].
Además de discrecionalistas - como los designaba don Vicente Fidel López
- eran centralistas. Muchos de ellos habían formado parte de los primeros go- II. José María Rosa (Buenos Aires, 1906)
biernos nacionales posteriores a la Independencia y gobernado como se propo-
nían hacerlo en 1835. [...] Su plan consistió en redactar un pacto entre la confe- Se graduó en la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Fue profesor en La
deración que una vez aceptado por las provincias no les permitiese nunca más Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de La Plata, profesor de Historia
salirse de la unión; y por el encargo de las Relaciones Exteriores confiado a un Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Plata y profesor adjunto en la
gobernador de Buenos Aires crear, a las buenas o a las malas, pero siempre Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Desempeñó cargos públicos en la

80 -Ficha de Cátedra- Debate... 8 1


Provincia de Santa Fe en las décadas del 30 y el 40. Fundó en Santa Fe el Instituto de y dispuesto una flota de barcos que transportaba sus productos hasta el merca-
Estudios Federalistas. Fue presidente del Instituto de Investigaciones Históricas Juan do consumidor.[...].
Manuel de Rosas. Su adhesión política al peronismo lo condujo a ser el historiador de En sus estancias el gringo era bien recibido, pero a condición de trabajar a lo
ese movimiento. Buscó renovar al revisionismo y al peronismo. En los años 50 y 60, criollo: con lealtad hacia el patrón y los compañeros y sin hacerle asco a las
fue unos de los propulsores del equilibrio entre viejos y nuevos miembros de la co- jornadas duras. Trabajo que ha sido llamado despectivamente "feudal" [...].
rriente revisionista. Pero esta semejanza con el feudalismo es solamente superficial, pues la "estan-
Figuran entre sus obras: Interpretación religiosa de la historia (1937); Defensa cia" es una estructura capitalista [...]." (Rosa, Defensa y pérdida de..., pp. 108)
y pérdida de nuestra independencia económica (1942); La misión García en 1815
ante Lord Strangford (1951); El Cóndor ciego (1952); Nos los representantes del "Buenos Aires ha encontrado ¡por fin! a su caudillo. El litoral y el interior hacía
pueblo (1955). años que tenían los suyos: López y Quiroga. Y el formidable triunvirato se
aprestaba a batir los últimos restos del unitarismo - la liga encabezada por el
General Paz - y construir la república en base a las realidades provinciales, es
Defensa y pérdida de nuestra soberanía económica18 decir federalmente. Esa política llevó al Pacto Federal de 1831." (Rosa: 1967,
pág. 110).
A partir de la dicotomía élite extranjerizante y Rosas defensor de lo nacional
realiza una lectura económico social del período rosista. Rosas es mostrado, por un
lado, como el defensor de los intereses nacionales frente a las agresiones de Francia e
Inglaterra; por otro lado, beneficiando a las clases populares a través de medidas pro-
tectoras y redistributivas.

"Rosas fue al gobierno en 1829 como hombre "de orden". No era un político, y
llegaba a las posiciones públicas como consecuencia de sus actividades priva-
das. Era el hombre serio, de trabajo y de acción, de quien se esperaba restaura-
ría el imperio de "las leyes" tan conculcadas hasta entonces". Sabíase que el
"Restaurador de las leyes" no toleraría ninguna infracción a ellas, de la misma
manera que el estanciero de "los Cerrillos" no aceptaba tergiversaciones a sus
reglamentos camperos.
Pero Rosas era algo más que un hombre de orden. Era el argentino por excelen-
cia, en quien se encarnaban todas las virtudes y posibilidades de la raza criolla.
Al elegirlo gobernador en las difíciles circunstancias del año, pretendíase al
único defensor posible de la nacionalidad." (Rosa, Defensa y pérdida de...,
pp. 107)

"La política económica de Rosas tenía que diferir fundamentalmente de la de


Rivadavia. Rosas no era tan ingenuo como para creer en el desinterés de la
ayuda extranjera [...]. Argentino de cuerpo y alma creyó firmemente en la ca-
pacidad y competencia de su raza. ¡Si el mismo era un ejemplo de las grandes
cualidades de trabajo y de progreso que tenía el criollo. Hombre de empresa,
había llenado la pampa con magníficas estancias productivas, fundado saladeros

82 -Ficha de Cátedra- Debate... 8 3


NOTAS

1
Halperín Donghi, Tulio, El revisionismo histórico argentino, Buenos Aires, Huemul,
1967 (Cuarta edición).
2
Irazusta, Julio, Ensayos históricos, Buenos Aires, La voz del Plata, 1950.
3
Rosa, José María, Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, Buenos
Aires, Huemul, 1967 (Cuarta Edición).

DESDE MEDIADOS DE LOS


CINCUENTA EN ADELANTE

A fines de los años 50 se manifestó una nueva coyuntura político social a nivel
nacional e internacional que influyó en el pensamiento de los intelectuales. El cambio
sociopolítico que implicó el peronismo no se disolvió con la Revolución Libertadora
que derrocó al gobierno de Perón. Como comentamos en el apartado del revisionismo
esta implicó redefiniciones del marco político basando su legitimidad en presentarse
como la continuación de la línea histórica Mayo-Caseros. Excediendo las fronteras
nacionales, el triunfo de la Revolución Cubana fortaleció las esperanzas de una revo-
lución socialista posible. Inmersos dentro de este nuevo escenario, los intelectuales
reorientaron sus reflexiones.
El peronismo llevó al centro de la problemática historiográfica la relación lí-
der- masa. Los autores aquí agrupados comparten esta preocupación. Sin embargo
existen profundas diferencias en la lectura del proceso que están relacionadas con el
compromiso político que adoptaron en su realidad.
Aquellos que pertenecían a la militancia peronista buscaron encontrar respues-
tas históricas al rumbo que debía tomar el movimiento. Autores revisionistas como
Rodolfo Ortega Peña y Luis Duhalde consideraron a las masas el elemento central de
la dinámica histórica. A partir de esta concepción adquirió sentido el papel del líder,
que apareció representando en el siglo XX al caudillo del siglo XIX.
Compartiendo una concepción nacional popular con el revisionismo, algunos
intelectuales de izquierda de distintas tendencias como Rodolfo Puiggrós y Abelardo

84 -Ficha de Cátedra- Debate... 8 5


Universidad de Buenos Aires en mayo-octubre de 1973, antes de tomar partido por la
organización Montoneros, en donde, desde 1977 hasta su muerte, se desempeñó como
Ramos, se vieron influenciados por el peronismo. Intentaron comprender la relación primer secretario de la Rama de Profesionales, Intelectuales y Artistas.
líder-masa preocupados por el desencuentro de la izquierda tradicional con las masas. Puiggrós comparte con otros intelectuales de la época el desencuentro de la
No todos los intelectuales de izquierda coincidieron en esta lectura. Milcíades izquierda tradicional con las masas populares. Las claves de esta modalidad serán el
Peña analizó esta problemática considerando como herramienta conceptual central la antiliberalismo, el nacionalismo (que para distinguirse del nacionalismo elitista se lo
lucha de clases. denominará "nacionalismo popular revolucionario") y el antiimperialismo.
En el ámbito académico ligado a la disciplina histórica, exigido por una reno- Entre algunas de sus obras se encuentran: De la Colonia a la Revolución (1940)
vación temática y de una mayor profesionalización19, la conflictiva relación entre el (2o Ed. 1943, 3o Ed. 1948); Los caudillos de la Revolución de Mayo (1942); Rosas el
líder y la masa fue abordada buscando comprender esta nueva realidad para la cual no pequeño (1944); Historia económica del Río de la Plata (1946,2° Ed.1948), Historia
reconocían retorno. crítica de los Partidos Políticos Argentinos (1956); Pueblo y oligarquía (1965).
Romero aborda el estudio de las ideas en la Argentina, centrándose en el estu-
dio de las mentalidades. Su enfoque iniciará una nueva corriente historiográfica en el
ámbito académico. Sobre Rosas
Barba no abordó directamente este fenómeno sino a través de un conflicto re- Rosas, el pequeño20 (1943)
gional de intereses contrapuestos: porteños y provinciales. Los caudillos representan
para este autor, los intereses económicos de las clases dominantes de los espacios En este libro, de su etapa comunista, Puiggrós busca responder a la ofensiva
mencionados. del naciente revisionismo, especialmente a las obras de Manuel Gálvez y Julio Irazusta,
Un historiador extranjero, John Lynch, investigó esta problemática e hizo hin-
capié en la relación clientelar existente entre el líder, asociado a la figura del patrón, y "La campaña bonaerense pasaba por una etapa de transición entre la vieja es-
la masa. tancia rosista (sin alambrados, sin selección en las crias, orientada a producir
Se suman al estudio de esta cuestión los aportes de la sociología, disciplina que carne para un tasajo inferior destinado al consumo de los negros de América,
adquirió mayor relevancia institucional a partir de las investigaciones de Gino Germani. etc.) y la nueva estancia orientada hacia el mercado europeo. Mientras en el
En este marco se insertan los trabajos de Rubén Zorrilla que intentó comprender el interior del país la economía doméstica prolongaba dificultosamente su exis-
caudillismo a partir de un modelo sociológico centrado en las estructuras sociales que tencia, en la Provincia de Buenos Aires sólo podía abrirse paso la economía
lo hicieron posible. capitalista en la medida que se roturasen y cultivaran las tierras, se dividieran
Antes de abordar la lectura de los textos es necesario aclarar que, a diferencia las propiedades, se invirtiera dinero en la explotación agrícola (semillas, instru-
de las secciones previas, los autores han sido ordenados de acuerdo a un criterio mentos, fuerza de trabajo, arriendo o compra del campo), nacieran nuevas cla-
cronológico. La elección de esta estructura se debe no solo a la mencionada compleji- ses sociales (terratenientes capitalistas, arrendatarios capitalistas y obreros agrí-
dad del período, sino a un objetivo mayor, que es poder representar los debates y colas) y se desarrollara la renta territorial. Para que esta profunda transforma-
diálogos entre los intelectuales del período. ción de la campaña bonaerense se realizara era necesario que la agricultura y la
ganadería se subordinasen al capital, o en otros términos, que la produccción
capitalista las moldease adaptándolas a su propio carácter.
Los autores No hay que confundir la economía mercantil simple, generalizada en la Provin-
I. Rodolfo Puiggrós, (1906-La Habana 1980) cia de Buenos Aires durante la época que consideramos, con la economía capi-
talista, que es el resultado inevitable del desarrollo de la economía mercantil.
Historiador, político, periodista y profesor universitario. Fue redactor del dia- En la economía mercantil simple se destinan a la venta los excedentes de pro-
rio Crítica y militante del Partido Comunista.. A partir de 1946, momento en que es ducción, los sobrantes después de satisfechas las necesidades de la familia o
expulsado de este partido, se intensifican en su obra los motivos nacionales-populis- grupo productor. En la economía capitalista (resultado inevitable de la econo-
mía mercantil desarrollada) la producción se orienta totalmente a la venta, y el
tas que se fusionan a su punto de vista marxista. En los 50, lidera el MOC (Movimien-
to Obrero Comunista), uno de los grupos izquierdistas de la época. Fue rector de la

Debate... 8 7

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consumo personal del productor se satisface con productos que compra en el
Historia económica del Río de la Plata21 (1946)
mercado." (Puiggrós; 1953: 344 - 345)
Puiggrós analiza la historia de los tres países (Argentina, Paraguay y Uruguay)
"El caudillo bonaerense, a diferencia de los primeros patriotas, no se interesó
vinculados al Río de la Plata, en donde convergen y divergen sus intereses, desde los
en lo más mínimo por atraer al país la técnica y la cultura europeas. Las odiaba
orígenes hasta la federalización de la ciudad de Buenos Aires.
y repelía. Ni se interesó por crear un mercado nacional. Las provincias eran
tributarias de Buenos Aires y los grifos de la aduana porteña se abrían y cerra-
"Las relaciones de Juan Manuel de Rosas con las autoridades se desarrollaron
ban sin tenerlas para nada en cuenta.
así, plácidamente, salvo los pequeños enfriamientos que hemos referido, sin
No significó para nosotros lo que para Rusia el genio turbulento de Pedro el
que la ley de enfiteusis consiguiera amargar a los estancieros, hasta el momen-
Grande, quien volcó a manos llenas en las atrasadas estepas ciencias y artes de
to en que al presidente Rivadavia se le ocurrió capitalizar una parte de la pro-
Europa Occidental. Era un político chato, sin imaginación, apegado al atraso y
vincia de Buenos Aires. El estanciero de Los Cerrillos movió todas sus influen-
prendido como un avaro al supremo recurso de su gobierno: La aduana de cias para impedir que ese hecho se consumara: hizo circular por la campaña un
Buenos Aires. memorial con firmas contra el proyecto y se carteó con los caudillos del inte-
Acentuó los localismos y antagonismos provinciales para mantener el predo- rior. La palabra federación afloró a sus labios. Las provincias comenzaron a
minio asfixiante de la provincia que gobernaba; rechazó la técnica para impe- creer en él y depositaron todas las esperanzas en el cabecilla del "ilustre genio
dir que la vieja estancia fuese reemplazada por la colonia agrícola; y cerró las de los hacendados", poderoso señor que hacía tambalear el poder presidencial.
puertas del país a las inversiones productivas del capital extranjero no en de- Los hechos económicos, tan porfiados como todos los hechos, llevaron al
fensa de los intereses nacionales, sino para imposibilitar la transformación or- saladerista y estanciero a ocuparse de política, malgré lui. Y los hechos econó-
gánica que el capital extranjero podía operar. micos -¡oh, el puerto de Buenos Aires a orillas del caudaloso Plata!- harían de
Su ideal político se reducía a eternizar la existencia pastoril en las campañas. él el patrón de las provincias". (Puiggrós; 1966: 131-132)
Ese ideal se traducía prácticamente en la paralización de las fuerzas producti-
vas nacionales y en la intensificación de nuestra dependencia de la industria y
"Pueblo y oligarquía", es el primer tomo de Historia crítica de los partidos
el comercio europeos. ¿Cómo se iban a vestir, a disponer de los elementales
políticos argentinos (en seis volúmenes) en donde da un panorama de hechos y
utensilios, a vivir una existencia mínimamente civilizada los habitantes de una personajes de la historia político social argentina del siglo XIX y primera década del
tierra que casi no producía más carne, cueros, sebo y crines? Tenía que ir fatal- XX, desde la revolución de Mayo, la anarquía, Rosas y los caudillos, hasta la organi-
mente al encuentro de los comerciantes a adquirir el resto. Al menor desarrollo zación nacional, Mitre, Roca, la Revolución del 90 y el gobierno de la oligarquía
de la producción propia, correspondía mayor dependencia de la producción tradicional
extranjera. Este axioma no se puede destruir con absurdas y torpes referencias
a los "hábitos sencillos", a las "costumbres patriarcales", al "plácido estado
"Desde la independencia política hasta la organización nacional se extendió un
natural". No quedaban más que dos caminos: retroceder al nivel de vida más
agitado período de luchas civiles, dividiéndose los argentinos en unitarios y
primitivo y reducir las necesidades a lo indispensable que producía la tierra o federales. Cada uno proponía la organización del país a su manera. Los unita-
"imitar" a los europeos y subordinarse a su industria y comercio. Había un rios representaban a la burguesía comercial de la ciudad de Buenos Aires, con
tercer camino: apresurar la transformación orgánica del país hacia un nivel su red de agentes y comerciantes minoristas del interior, y tenían el apoyo de
superior e impulsar su progreso económico, político y social. Pero este camino los jefes de los ejércitos de línea que quedaron después de la Guerra del Brasil,
suponía la desarticulación y caída del régimen rosista." (Puiggrós; 1953: 350 - en lucha infructuosa contra las montoneras. Adherían a los federales los caudi-
352) llos de provincia, dueños de vidas y haciendas, defensores de los intereses de
ganaderos, agricultores y artesanos, jefes naturales de las masas en la guerra de
montoneras contra las pretensiones hegemónicas y monopolistas de los comer-
ciantes de Buenos Aires y su puerto único."

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Debate... 89
(...) Con excepción del Paraguay (que se introvertió y aisló en un orgulloso Entre su itinerario político se puede destacar la creación del Frente de Izquierda
intento de autodesarrollo absoluto) y de la Banda Oriental (cuya salida propia popular(FIP)
por su amplia costa al vasto océano la independizaba del puerto argentino), las Ramos comparte con Puiggrós, la incorporación de elementos nacionalistas y
provincias no podían subsistir abandonadas en sus propias tuerzas y necesita- populistas a la lectura marxista..
ban como del oxígeno del comercio que solamente podían realizar a través de En su bibliografía se destaca: América latina: Un país (1949); Revolución y
Buenos Aires, pero a la vez la dictadura económica del puerto único, las conde- Contrarrevolución en la Argentina (1957); con el seudónimo de Víctor Guerrero pu-
naba a la deformación y a la miseria, por más que se la sirvieran adornada de blicó De octubre a Setiembre (1959); Historia política del Ejército argentino (1959);
constituciones unitarias, instrumentos de una minoría oligárquica que aspiraba El Partido comunista en la Política Argentina. Su historia y su crítica (1962), La
a gobernar "por el pueblo, sin el pueblo y a pesar del pueblo", según palabras lucha por un partido revolucionario (1964).
de Esteban Echeverría (Dogma Socialista, Universidad de La Plata, 1940, p.94).
Los caudillos, al frente de las masas, resistieron en las provincias los planes
hegemónicos de la burguesía comercial porteña. Hasta hoy los ideólogos del Las masas y las lanzas22
liberalismo burgués no se lo perdonan.
El autor de Las dos políticas (atribuido a José Hernández), coincidiendo con "Las masas y las lanzas", es el primer tomo de Revolución y Contrarrevolución
Juan Bautista Alberdi, descubrió la razón de ser de los caudillos en la confisca- donde el autor intenta abarcar el conjunto de la historia argentina, desde la Revolución
ción de las riquezas provinciales por los comerciantes porteños, representados de Mayo hasta el Gobierno de Mitre, revalorizando el papel de los caudillos.
por el partido unitario. Ya antes, Echeverría hacía notar que este partido carecía La tercera edición de la editorial Plus Ultra de 1961 incluye, ademas de otros
de bases de masas y era "antipático por sus arranques soberbios de exclusivismos agregados, un capítulo dedicado a Artigas.
y supremacía "mientras que el partido federal "se apoya en las masas populares
y es la expresión genuina de sus instintos". "Cabe aquí introducir otro interrogante: ¿por qué se falsifica la historia argen-
Echeverría comprendió que la organización nacional era imposible sin aceptar tina? ¿Cuál es la causa de que los alumnos de la escuela primaria y del bachille-
"la civilización europea", pero que debíamos entrar en ella con espíritu crítico rato se hastíen al estudiar nuestro pasado, acribillado de imprecisas batallas,
y propósitos de superarla, sin encandilarnos como los unitarios que todo lo fechas misteriosas o héroes abstractos? Debe existir alguna razón valedera para
esperaban del Viejo Mundo y sacrificaban los intereses sociales a los princi- que los argentinos ignoren su propia historia y se les antoje una especie de caos
pios abstractos. Intuyó que la organización y el desarrollo de la sociedad argen- sin sentido.
tina dependían de causas internas y no de la mera acción principista o económi- Pero la respuesta no es difícil de encontrar. Un poder muy específico, la oli-
ca de causas externas." (Puiggrós; 1965: 61- 62) garquía terrateniente, comercial y financiera del puerto de Buenos Aires tomó
el control de las Provincias Unidas al estallar la Revolución de Mayo. De algu-
na manera se las arregló para mantenerlo en sus manos hasta hoy. Esa oligar-
II. Ramos, Jorge Abelardo (1921-1994) quía, estrechamente asociada al Imperio británico sufrió raros eclipses en el
disfrute pleno de su influencia.
Intelectual, periodista. En 1941 formó parte del Comité Ejecutivo. Del Partido Pero lo cierto es que los grandes argentinos que se interpusieron en su camino
Obrero de la Revolución Socialista. Hacia 1945- 1947 organiza el grupo que edita la fueron en definitiva derrotados: Mariano Moreno, San Martín, Rosas, los cau-
revista "Octubre" en la que defiende la problemática de la "liberación nacional" y se dillos de provincia, bajo cierto punto de vista el general Roca, el doctor Hipólito
vincula con el peronismo emergente. Este grupo, integrado por personas de creencias Yrigoyen y el general Perón.
trotskistas como Ramos, ex forjistas y otros nacionalistas populares llegaron a ser Si bien fue excluida muchas veces del poder político directo, esa oligarquía
conocidos como "izquierda nacional" Aunque nunca se constituyeron como una or- conservó intacto durante mucho tiempo su poder económico. Al cabo, debió
ganización de carácter político ni llevaron a cabo un intento serio de penetración en la compartirlo con un nuevo socio exigente y perverso, el capital extranjero radi-
clase obrera, desplegaron una intensa actividad de difusión y propaganda. En 1955, cado en la gran industria y en la especulación financiera." (Ramos; 1974: 10 -
después de la caída de Perón, integró la dirección del Partido Socialista de la Rev. Nac. 11)

90 -Ficha de Cátedra- Debate... 9 1


"La consideración oficial de la palabra "caudillo" la ha relegado a una sinoni- levantó para resistir con las armas en la mano, primero a los españoles, luego a
mia puramente lujuriosa. Los héroes de las masas y las lanzas han sido lapidados los portugueses y al mismo tiempo a la burguesía comercial del puerto de Bue-
por la oligarquía triunfante. Gauchos, caudillos y montoneros fueron degrada- nos Aires y Montevideo, compuesta en su mayor parte de extranjeros.
dos a la condición de ladrones de ganado, de meros delincuentes armados, Consideróse siempre como un caudillo argentino." (Ramos; 1974: 61)
indignos de análisis. Las arengas ecuestres de los próceres adictos bastaron
para narrar una historia confusa y heroica, simplificada hasta el hastío con fór-
mulas en las que todo el mundo ha dejado de creer: barbarie o civilización, Sobre Rosas
Mayo y Caseros, Organización Nacional o Anarquía, Libertad o despotismo."
(Ramos; 1974:45) "Jefe militar de la campaña, protector de gauchos en desgracia, diplomático
sagaz con la indiada, el prestigio rural de Rosas era inmenso cuando subió al
"El fundamento profundo de esta coincidencia entre tendencias en apariencia poder y lo sobrevivió. Por otra parte, la esencia de su política seria defender los
tan dispares debe buscarse en que el sistema oligárquico -de ayer y de hoy intereses globales de la provincia de Buenos Aires frente a los "trece ranchos".
encontró en la ciudad de Buenos Aires su plataforma material, su nexo con el En tal sentido puede afirmarse que contó con el apoyo unánime de todas las
capital extranjero y su poderosa influencia cultural. La ciudad-puerto, desde fuerzas bonaerenses: del pueblo rural, por gaucho; de los artesanos urbanos por
los tiempos de la pandilla del Barranco, concentró en sus límites la mayor parte proteccionista; de los estancieros, por ser uno de los suyos. A la burguesía
de la riqueza y la cultura del país, del cual se nutría, y este hecho fue decisivo comercial la dejó enriquecer, al mantener el monopolio del puerto, pero la apartó
para la modelación de los partidos políticos y la falsificación de la historia. de la política sin miramientos.
Foco de civilización vuelto de espaldas al país hambriento, Buenos Aires fue Juan Manuel de Rosas fue la primera expresión capitalista en la Argentina. Se
durante más de un siglo la Shan-gai, la Calcuta, Río o Saigón de América Lati- trataba de un capitalismo agrario, ligado a la producción de cuero para la in-
na, plataforma dilecta de los intereses antinacionales. Para perpetuar sus privi- dustria europea y de carne exportable destinada a ser consumida por los escla-
legios presentes, los partidos debieron modificar el pasado y, al difamar a las vos del Brasil, los Estados Unidos y las Antillas. Esta fue la primera industria
masas populares de hoy, unos con argumentos liberales, otros con grotescas aparecida en la provincia de Buenos Aires organizada de manera capitalista."
imitaciones verbales del materialismo dialéctico, pero todos unidos en el desig- (Ramos; 1974: 133)
nio de proscribir de la vida histórica real a la multitud creadora. Ayer gaucha,
montonera o "bárbara", luego simple peonaje realengo y hoy clase obrera in- "Rosas tomó el poder en nombre de los ganaderos y creó un equilibrio que, por
dustrial, esas masas populares argentinas reactuaron sobre la historia escrita y inestable que fuese, duró casi veinte años. Para mantenerse en él debió doble-
dejaron su marca en la historia verdadera, aquella que está por escribirse y que gar la resistencia de la burguesía comercial porteña. Le permitió que ganara
la inteligencia revolucionaria debe generalizar sin miedo en una nueva formu- dinero, aunque le quitó toda participación política en los asuntos públicos. Sub-
lación que abrace al país desconocido." vencionó a los caudillos, los enfrentó entre sí, los corrompió, o los aniquiló en
(Ramos; 1974: 50) una paciente labor de décadas. Para su clase conservó el control de la aduana,
patrimonio de todos los argentinos. En esto último coincidía con los unitarios y
"Los caudillos, expresión política de las masas de la campaña, se transforma- la burguesía comercial porteña.
ron en generales. Y los antiguos guerreros de la independencia, de regreso a la
tierra natal, se convirtieron en caudillos de sus provincias respectivas. La le- (...)
yenda de su barbarie no ha resistido el análisis, aunque sus triunfos militares
fueron simétricos a su muerte literaria, consumada por la pluma del unitarismo "No caeremos en la simpleza de explicar la política y la personalidad de Rosas
rivadaviano o mitrista, generalmente a sueldo de las escuadras extranjeras o de apelando únicamente a sus fundamentos económicos de clase. En la vida polí-
los tenderos enriquecidos de Buenos Aires. Por eso José Gervasio de Artigas ha tica de Rosas, en sus actitudes de altivez o desprecio por las intrigas del capital
sido estigmatizado en nuestra literatura histórica como la encarnación del sal- extranjero y sus lacayos unitarios, se encierra parte del espíritu nacional, que
vajismo gaucho. Al frente de los peones y gauchos de la provincia Oriental se los ganaderos del siglo pasado encarnaban en alto grado. Este "espíritu", del

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mismo modo que las "ideas", actúa como factor derivado pero independiente Participó en las revistas Frente Proletario (periódico del GOM), La Verdad
en el proceso histórico del que es, en muchas ocasiones, agente activo y funda- (órgano de prensa de la sección bonaerense del PSRN), Estrategia de la Emancipa-
mental. Dicho "nacionalismo bonaerense" defensivo reconoce diversas causas: ción Nacional (1957-1958), Liberación nacional y social (1960-1961), Revista de la
propiedad de los medios de producción, tradición española, vinculación estre- Liberación (1963 -1964) y Fichas de Investigación Económica y Social (1964 -1965).
cha a la pampa, relación con el extranjero en condición de socio menor, no de Muchos de los artículos de esta última revista fueron publicados posteriormente en
mero instrumento." (Ramos; 1974: 137 - 138) forma de libro, como es el caso de Industria, Burguesía Industrial y Liberación Nacio-
"Como Rosas expresaba en cierto modo una tendencia nacional -sobre todo en nal (en donde polemiza con Abelardo Ramos), como también Industrialización y Cla-
relación con el unitarismo ciego y colonialista- el odio faccioso ha llegado a ses Sociales en la Argentina.
negar, en nuestros días la función desempeñada por la ley de Aduanas de 1835. La redacción de la obra historiográfica de Peña se realizó entre 1955 y 1957
Por ignorancia pura y por un sospechoso antirosismo, argúyese que dicha ley - (nótese que apenas tenía entre 22 y 24 años). La misma fue editada post mortem, entre
dictada por Rosas y que siendo forzosamente emanada de la legislación bonae- fines de la década del 60 y comienzos del 70. Los párrafos transcriptos más abajo,
rense tenía, sin embargo, alcances nacionales- no beneficiaba sino a los artesa- están extraídos de volúmenes que forman parte de un proyecto más general: el plan de
nos de la provincia de Buenos Aires, descuidando el florecimiento de las indus- Peña consistía en elaborar una Historia del Pueblo Argentino desde la conquista hasta
trias artesanales del interior. el peronismo. Esta obra consta de los siguientes volúmenes: Antes de Mayo (de la
Recaemos aquí en uno de esos casos de "antirosismo" cipayo, tanto o más conquista a la independencia), El Paraíso Terrateniente (desde la revolución de la
pernicioso que el "rosismo" idolátrico del nacionalismo aristocrático. La ver- independencia hasta el periodo inmediatamente posterior a Caseros), La Era de Mitre
dad es que la mencionada ley de Aduanas expresa uno de los más interesantes (de Caseros a la guerra del Paraguay), De Mitre a Roca (de la guerra del Paraguay
aspectos de la política rosista." (Ramos; 1974: 139) hasta las presidencias de Roca), Alberdi, Sarmiento, el 90 y Masas, caudillos y elites
(de Yrigoyen a Perón). Como podrá apreciar el lector en algunos tramos de los si-
"Si bien Rosas rechazó las exigencias del comercio importador y del capital guientes párrafos, los temas centrales de su obra se insertan en una triple crítica, tanto
extranjero, interesado en el mercado interno argentino, promulgando la ley de a ciertos lugares comunes de la historiografía oficial, como a sus críticos revisionistas,
Aduanas de 1835, no es menos cierto que nada hizo para tecnificar nuestras como a las versiones más tradicionales del marxismo.
primitivas industrias territoriales y buscar en el país una nueva base de
sustentación acorde con el desarrollo mundial del capitalismo. El "nacionalis-
mo" de Rosas estaba limitado por la resringida base de clase en cuyos límites se El paraíso terrateniente23
movía." (Ramos; 1974: 143)
Este volumen se divide en las siguientes secciones : de la Revolución al Rosismo,
el período Rosista, y de Caseros al 11 de Septiembre de 1852. Dentro de la preocupa-
III. Milcíades Peña (1933-1965) ción que unifica el proyecto historiográfico de Peña, los distintos períodos son anali-
zados teniendo en cuenta los intereses de las distintas clases sociales (fundamental-
Desde muy joven se vinculó a la militancia política, acercándose al Partido mente la burguesía terrateniente y la burguesía comercial). Como observará el lector,
Socialista, del cual se desvinculará en 1947, para ingresar a las filas del GOM (Grupo tanto el fenómeno del caudillismo como el del rosismo serán analizados desde esta
Obrero Marxista, de orientación trotskista, que en 1949 comenzará a llamarse POR: perspectiva.
Partido Obrero Revolucionario) liderado por Nahuel Moreno. En el marco de las exi-
gencias de interpretación que el peronismo planteaba a la izquierda, este grupo ingresa "Los Caudillos: Oligarquía con Apoyo Popular.
hacia 1953 en el PSRN (Partido Socialista de la Revolución Nacional), buscando un
acercamiento crítico con el movimiento peronista, política que luego se conocerá con Los caudillos eran jefes bonapartistas -diríamos hoy- de las clases dominantes
el nombre de "entrismo". Su temprana muerte (se suicidó en diciembre de 1965) dejó del Litoral y el Interior en lucha contra la oligarquía porteña. Los caudillos se
inacabada una de las interpretaciones más originales sobre la historia argentina. apoyaban en el gauchaje y en las masas desposeídas del Interior porque ése era
el único elemento con que contaban para oponer al ejército de línea porteño. Y

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es comprensible que, apoyados en la masa, hayan asustado, e incluso hostiga- te en una estancia, pero luego se mantenía al margen de la producción. La
do, no solo a las clases dominantes porteñas, sino a las clases dominantes del oligarquía porteña, comerciantes y estancieros, coincidían - con diferencias de
Interior cuyos intereses antagónicos con los de Buenos Aires defendían las táctica - en afianzar la estructura capitalista de la nación a costa de todos los
montoneras. (...). Pero de todo esto no se desprende nada en favor de la temera- elementos precapitalistas. Su propósito era liquidar al gaucho privándolo del
ria afirmación de que "apoyándose en las clases más bajas y oprimidas, los libre usufructo de la carne y obligándolo por la fuerza a proletarizarse, em-
caudillos montoneros atacaban a las clases dominantes de la sociedad" (Puiggros, pleándose en estancias o saladeros. Y era también propósito de la oligarquía
Herencia, 15). Los caudillos pertenecían por origen e intereses a estas clases porteña ampliar su intercambio con el extranjero aumentando las importacio-
dominantes. "Ninguno de nuestros caudillos fue gaucho por la simplísima ra- nes a expensas de las industrias del Interior. Estos objetivos eran, desde luego,
zón que todos, sin excepción quizás, comenzaron o al menos terminaron como antipopulares y solo contaban con el apoyo de la oligarquía porteña, que se
patronos estancieros... ¿Quién pudo animarse entonces a ver que había una in- beneficiaba con su realización, y con el apoyo de los escasos núcleos comercia-
salvable antinomia entre los gauchos y los caudillos fuesen estos doctores o les del Interior que se habían enfeudado a ella, y de la pequeña burguesía
comandantes de campaña? (Franco, Rosas) (...). intelectualizante de Buenos Aires. La política de la oligarquía porteña era, en
Es pura novela la afirmación de que las masas participaban en la montonera síntesis, ampliar y profundizar su acumulación capitalista, mientras que todo
"con sus reivindicaciones propias ; tierra y pan" (Puiggros, Caudillos, 126). Si el resto del país deseaba proseguir tranquilamente reproduciendo el modo de
hubiera agregado "paz" los propósitos de las montoneras hubieran sido los producción y de vida existentes. (Peña: 1972, págs. 25 a 28)
mismos que las consignas bolcheviques de 1917 y el novelón histórico hubiera
resultado más bonito y conmovedor, pero no por ello más verídico. Las masas
montoneras querían, desde luego, pan. Y precisamente engrosaban la montonera Sobre Rosas
porque las antiguas modalidades de producción estaban destruidas y no podían
ya ganarse su pan como tradicionalmente lo hacían. Pero "tierra" no buscaban "Como se ve, tanto los odiadores epilépticos y profesionales de Don Juan Ma-
ni les interesaba. A los gauchos del Litoral ofrecerles una parcela hubiera sido nuel como sus fervorosos feligreses prefieren atacar o defender al personaje, en
insultarlos. A los trabajadores del Interior no era tierra lo que les hacía falta, todo caso su política, pero prescindiendo siempre de los intereses de clase disi-
sino protección aduanera para sus industrias regionales. Las montoneras no mulados detrás de ellos. Y esto no es por casualidad. Los enemigos no pueden
apollaban consigo un nuevo orden de producción. Se oponían a la oligarquía atacar a la clase que Rosas representaba, porque esa clase conserva hoy todo su
porteña, pero no podían contraponer ningún régimen de producción distinto a poder y está muy dispuesta a premiar las bien escritas tiradas contra la Mazor-
aquel en que se fundaba el poderío de la oligarquía porteña. Las montoneras no ca, pero no acepta impunemente las alusiones a las hectáreas que secuestró al
eran progresivas en el sentido hegeliano de la palabra, es decir, no significa- amparo de la divisa color hemorragia. Por otra parte los apologistas del Restau-
ban el tránsito a otro sistema social. En este sentido - y en este solo - las rador de las leyes han demostrado en muchos trabajos que la oligarquía argen-
montoneras argentinas se parecen a las insurrecciones cosacas de Pugachev y tina es una clase vendepatria y si aceptaran que Rosas fue un político de esa
Stenka Razin contra el zarismo moscovita. Como éstos, si las montoneras hu- clase no podrían casar el cipayismo de la clase con el supuesto nacionalismo de
bieran aplastado a Buenos Aires poniéndose a la cabeza de la Nación, se hubie- su político. Por eso los apologistas más hábiles pretenden que Rosas "estuvo
ran visto forzadas a reconstruir lo destruido, porque no podían organizar la siempre solo" (Sierra, 430) es decir, sin que ninguna clase del país sustentara su
sociedad de ningún otro modo. poder, que al parecer emanaba directamente de Dios "que se ve que nos quiere
Por otra parte, las montoneras eran indiscutiblemente fuerzas democráticas. No mucho" como decía devotamente Don Juan Manuel. Los grandes bonetes de la
democrático - burguesas, sino democráticas en el sentido de que representaban industria ganadera y saladeril y del comercio no eran los que estaban detrás de
a la mayoría del país en su lucha contra la oligarquía. La estructura de la colo- Rosas sino, que constituían tan solo "la estructura ornamental del régimen"
nia había sido decisivamente capitalista, pero con grandes sectores (Palacio, II, 16). En todo caso, Rosas fue el adorno de los ganaderos y
precapitalistas. Ejemplos claros eran las industrias familiares del interior y la saladeristas, que antes, durante y después de Rosas no eran un "ornamento",
población flotante de las campañas, que se vinculaba al circuito capitalista cuan- sino los dueños de las tierras, de las vacas y del país. (Peña: 1972, pág. 56 57)
do entregaba el cuero de la vaca volteada o se conchababa muy transitoriamen-

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"La Acumulación del Capital Agropecuario en la Pampa estancieril, pero es falso en general, ya que Rosas protege y fomenta el desarro-
llo de la marina mercante, que interesaba a los requerimientos específicos de la
Rosas constituye una etapa decisiva en el desarrollo del capitalismo argentino estancia y el saladero. La Ley de aduanas de 1835 establecía una protección
tal cual es, vale decir, capitalismo atrasado, semi - colonial, esencialmente efectiva a la marina mercante nacional." (Peña: 1972, pág. 58 - 60)
agropecuario. Bajo el gobierno de Rosas los estancieros de Buenos Aires - y en
menor medida los del Litoral - acrecientan y consolidan su acumulación de
tierras, vacas, peones y patacones, es decir, acrecientan y consolidan la acumu- "(...) Rosas hizo avanzar un largo trecho la proletarización del gaucho con una
lación de su capital, que está íntimamente ligado a la producción nacional, que política doble, de perseguirlo implacablemente en cuanto gaucho (en 1852
no depende de la industria extranjera, como el capital comercial, y que habrá mandó quemar los pajonales para desencovar desertores) , y protegiéndolo
de ser por mucho tiempo la columna vertebral del capitalismo argentino. Por- mediante un sistema paternalista en cuanto peón de estancia o saladero. El gau-
que en la Argentina - a diferencia de lo que ocurre en Europa - el capitalismo, cho que vagaba con su caballo por la pampa, sin preocuparse mucho por el
y sobre todo el capitalismo vinculado a la producción va del campo a la ciudad, registro de propiedad de las vacas y tierras que cruzaba, era perseguido impla-
no a la inversa. Las grandes fortunas originadas en la producción no brotan de cablemente por Don Juan Manuel - estanciero o gobernante. Pero cuando aban-
la industria -puramente artesanal- sino de la ganadería, o de esa industria ínti- donaba su caballo y su independencia, cuando se conchababa como peón de
mamente vinculada a ella, que es el saladero. Rosas pertenecía - y era uno de estancia o saladero, entonces podía esperar un buen salario y la protección del
los más poderosos integrantes - a esa clase capitalista nacional; capitalista, omnipresente patrón, que hasta lo utilizaba para combatir a sus enemigos y le
pese a toda la charlatanería que pretende asignarle un carácter "feudal". Feu- hacía sentir ejecutor y sostén de la política federal". (Peña: 1972, pág. 63, 64)
dal, o de rasgos feudales, podía ser la modalidad con que el patrón estanciero
castigaba o recompensaba a sus peones. Pero la esencia económica de esa rela- "Para realizar su política de acumulación capitalista y barrer los obstáculos
ción era capitalista, era la relación contractual entre el proletario carente de internos y externos que se le oponían, Rosas implantó una dictadura totalitaria,
medios de producción y el propietario de la estancia que alquilaba la fuerza de que controlaba todos los aspectos de la vida nacional y sobre todo de la provin-
trabajo del peón a cambio de un salario. (...) En realidad, Rosas contribuyó a cia de Buenos Aires. Pero si era dictatorial su gobierno, no era en modo alguno
desarrollar e hipertrofiar - como convenía a su clase - ,1a principal actividad impopular. La coyuntura histórica le permitió a Rosas disponer del cálido apo-
capitalista del país, es decir, la estancia y el saladero. Por cierto que no se yo de las clases trabajadoras a quienes explotaba, pero ofrecía protección y
interesó un ardite en fomentar la agricultura, ni la industria, por la sencilla ocupación dentro de sus vastas empresas estanciero - saladeriles. El partido
razón de que el desarrollo del capitalismo industrial no le interesaba en lo más unitario reclutaba sus simpatías entre la gente decente, que vestía de frac y,
mínimo a los estancieros - ni a la burguesía comercial. Y si solo calificásemos según el historiador Vicente Fidel López, incluía al alto y pequeño comercio, a
como capitalistas a los gobiernos que contribuyeron a desarrollar el capitalis- los letrados, tinterillos, estudiantes y pequeños tenderos. Los estancieros fede-
mo industrial, entonces resultaría que hasta 1930 no hubo entre nosotros nin- rales, en cambio, arrastraban tras de sí al populacho trabajador del campo y los
gún gobierno que estimulase es desarrollo capitalista del país. Porque la políti- suburbios, gente de poncho a quienes los unitarios despreciaban con esta reve-
ca tradicional del Estado Argentino después de caído Rosas fue la misma que la ladora copla, que alude a la ínfima posición social de los que apoyaban al go-
de Rosas : desarrollar y proteger la ganadería complementada con la agricultu-
bierna federal:
ra cuando así convino a los propietarios de la tierra. Y no se diga que la estan-
cia no era capitalista bajo Rosas porque no se conocía el alambrado y sí des-
Viva el poder y el hombre en que se estriba
pués de Caseros porque aquel se difundió, ya que tanto antes como después de
que vivan sus ilustres defensores
Caseros la esencia de la estancia (explotación con personas asalariadas, pro-
los mulatos, los negros changadores,
ducción para el mercado) fue la misma. Ni se insista tampoco en esa puerilidad
los de poncho, qué linda comitiva !
de que Rosas no desarrollaba el capitalismo porque no impulsaba el desarrollo
de los medios de comunicación (Puiggros, 48). Lo cual es cierto en lo que se
(El Liberal, mayo 7, 1828)
refiere a los ferrocarriles, que por entonces en nada interesaban al capitalismo

98 -Ficha de Cátedra- Debate... 99


Desde luego, fue popular entre los estancieros y saladeristas , y después de 1974 por "De Frente". Fueron miembros del Centro de Estudios Históricos "Felipe
caído Rivadavia, aún entre la burguesía comercial, que sólo pedía tranquilidad y orden Várela" y dirigieron la revista "La Unión Americana". Ambos eran órganos de la
y apoyaba a todos los gobiernos que lo asegurasen. (Ibarguren, Rosas, 163). La lista de Izquierda Peronista. Crecientemente crítico del gobierno y de montoneros por esos
rosistas de alta ubicación social que publica Saldías es reveladora. Toda la oligarquía años Ortega Peña se incorporó al PB, acompañó sus distintas rupturas hasta incorpo-
argentina está allí (...)" rarse con un pequeño sector al FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo),
(...) El aparato policial del rosismo no estaba dirigido contra las masas, sino hegemonizado por el PRT-ERP. Ortega Peña fue electo diputado suplente del PJ por la
que más bien se apoyaba en estas para combatir la oposición. Los mejores Capital en marzo del 73. Fue asesinado el 31 de julio del 74 por la Triple A, en el
testimonios de la época, provenientes de los más talentosos enemigos de Ro- primer atentado que reivindicó esa agrupación paraestatal. Duhalde se exilió en el 76.
sas, coinciden en señalar que el bajo pueblo lo respaldaba. "Y debo decirlo en En 1989-90 fue director de "Nuevo Sur". En 1994 fue elegido juez de Cámara en los
obsequio de la verdad histórica - proclamaba Sarmiento - nunca hubo gobierno Tribunales Orales de la Capital Federal.
más popular , más deseado ni más bien sostenido por la opinión" (Facundo,
251). "Rosas - afirma en 1875 - era un republicano que ponía en juego todos
los artificios del sistema popular representativo. Era la expresión de la voluntad Facundo y la montonera24
del pueblo, y en verdad que las actas de elecciones así lo demuestran. No todo
era terror, no todo era superchería. Grandes y poderosos ejércitos lo sirvieron Los autores estudian la nueva colonización de las Provincias Unidas del Río de
años y años impagos. Entusiasmo, verdadero entusiasmo, era el de millares que la Plata dentro de un marco de dominación británica continental. Gran Bretaña apoya
lo proclamaban Héroe del Desierto y el Grande Americano. Rosas era popular las independencias americanas, pero a cambio ata financieramente a estos países a una
(Obras XXXV, 325). Y Alberdi, cuando aún vivía en Buenos Aires, escribió nueva situación de subordinación. Desde esta concepción estudian las negociaciones
que "Rosas no es un déspota que duerme sobre bayonetas mercenarias. Es un por la explotación de las minas de Famatina. Esta historia es la de la Resistencia a la
representante que descansa sobre la buena fe, sobre el corazón del pueblo. Y nueva dominación. Las masas riojanas que son vistas como un sujeto suprahistórico,
por pueblo no entendemos aquí la clase pensadora, la clase propietaria única- espontáneo y verdadero, que se dan a su caudillo Facundo Quiroga, y protagonizan un
mente, sino también la universalidad, la mayoría, la multitud, la plebe" (Frag- capítulo de la Resistencia Nacional a la Penetración Británica.
mento, 72)" (Peña: 1972, pág. 65 - 67)

"Las posibilidades de ¡as masas riojanas, que ya comenzaban a producir un


IV. Rodolfo Ortega Peña (Buenos Aires, 1935 - 1974) y Eduardo Luis Duhalde nuevo tipo de hombre como Facundo, tan opuesto al descreído Rivadavia,
(1939) habrían de proyectarse vigorosamente en las duras luchas de 1826 y 1827.
Ese hombre que en 1820 obtiene de los Ocampo el titulo de Sargento Mayor
Abogados e historiadores. Se recibieron de abogados hacia 1960 en la Facultad de las milicias de los Llanos "con la influencia y la autoridad de Comandante
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. El primero estuvo de Campaña", luchará junto a sus hombres por la defensa de las minas. Pe-
cerca del frondizismo y después ingresó al PC. Ambos se sumaron a los sectores learán por la salvación de la vida económica de la provincia, pero fundamen-
combativos de la resistencia peronista desde 1961. Fueron abogados de la CGT y más talmente opondrán una tenaz y heroica resistencia nacional a la vergonzosa
tarde de presos políticos y sociales. Se destacaron entre los principales abogados de enajenación de la soberanía patria, que intentaban ¡os extranjerizantes "hom-
organismos de DDHH durante la dictadura Onganía-Lanusse. Ejercieron el periodis- bres del progreso" ". (Pp. 25)
mo en distintos medios nacionalistas y de izquierda. Estuvieron fuertemente ligados al
ala izquierda peronista en sus sectores más radicalizados: CGTA (Confederación Ge- "[...] En los países semi-coloniales, por ejemplo, en las emergentes Provincias
neral del Trabajo de los Argentinos) y PB (Peronismo de Base). Ortega Peña fue direc- unidas de la era rivadaviana, "surgieron una serie de instituciones totalmente
tor interventor del Instituto de Historia Argentina Ravignani, de la UBA. Ejercieron inadecuadas para los verdaderos intereses locales, es decir absolutamente no
cargos en la Facultad de Derecho, donde les pidieron la renuncia luego de la caída de coincidentes con esta realidad. A la realidad que se adecuaban, en cambio, era
Cámpora. Durante 1973 fundaron y dirigieron la revista "Militancia", reemplazada en a la del Imperio Británico. Esa fue nuestra participación, con la "Reforma"

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rivadaviano-iluminista, en la Historia Universal, hasta que la montonera y el sanjuanino partidario de las ciudades que no se fundaron y de los capitales que
gauchaje invirtieron patrióticamente el signo de nuestro destino." (Ortega Peña no llegarían.
y Duhalde: 1968,40) [...]
¿Por qué peleaba Facundo? ¿Lo sabía él mismo? ¿Era acaso por el oro? [...]
"Si las minas de La Rioja constituían la clave de la vida económica de la Puro coraje desde la vida hasta la muerte. ¿Pudo ser el lucro personal su moti-
provincia y Facundo era el arbitro e intérprete del contrato que debía regular su vación para la guerra? [...]
explotación, esto equivalía - como bien lo señala Pedro de Paoli - a sostener
que el poder del caudillo era muy grande. Sombra terrible de Facundo - escribe Sarmiento , [...]. Tu posees el secreto:
¿Cómo había surgido ese poderío? Hacia principios del siglo XIX, en los Lla- ¡revélanoslo!
nos, es decir, la Sierra de los Llanos, "conjunto de modestas cadenas de sierras
en medio de la estepa del este riojano", con breves pero abundantes oasis, se Efectivamente, Facundo Quiroga posee el secreto. Pero la historiografía oficial
comienza a criar ganado. Especialmente lanares y mulares y hasta cabras , que se encargó de ocultárnoslo." (Ortega Peña y Duhalde: 1968, 181-182)
se comercializan con Chile y el Alto Perú. [...].
La vida económica llanista - argumenta Tulio Halperín Donghi - prepara un
foco de poder militar. La "militarización de la vida local", con abundancia de Testimonio del exgobernador riojano Baltasar Agüero en el que reconoce al
hombres ligados a raíz de la explotación ganadera y su movilidad a lo largo de "General Quiroga" "su poder" que "servía al magistrado de una garantía que
las provincias, condicionan la aparición del caudillo, por razones económicas y haría innecesaria la inversión de sumas considerables para sostener la fuerza
bélicas. veterana que antes existía":
Y si bien en el oeste riojano "hay agricultura de viñas y cereales de invernada"
es indudable que, tras la independencia, el mineral de Famatina y su "Esa "garantía" ofrecida por Facundo no era precisamente la de su fortuna. Era
amonedación surgen, con toda evidencia, como el sustituto inmejorable de la la del poder real del caudillo sobre "la fuerza veterana", es decir sobre las
perdida Ceca de Potosí. masas riojanas que integraban el ejército montonero.
Este criollo corajudo, jugador, hombre de pasiones y odios fuertes, aparece "Poder Real" en la Argentina del siglo XIX significaba sólo dos posibilida-
entonces junto con los otros comandantes, pero con mayor jerarquía que ellos des: o ligarse a las potencias europeas, para servir a su proyecto de expan-
desde 1823, tras la derrota de Nicolás Dávila como el encargado de lo que se sión colonialista o convertirse en caudillo de masas para detener aquel pro-
considera la columna vertebral de la vida económica de riojana: las minas del vecto e imponer una salida verdaderamente nacional
Cerro de Famatina. [...]
[...] su defensa de la provincia, frente a la penetración extranjera, será lo que lo "Poder" con las masas era ser su caudillo. Pero la forma concreta de asunción
irá afirmando inexorablemente en su notable papel de caudillo de la montonera. del caudillaje era el poder militar (comandancia de campaña) o el eclesiástico.
Y además porque, como decía el gran enemigo de la montonera, el sanjuanino Facundo emergerá de la primera forma.
Sarmiento: "Todos los caudillos de la revolución argentina han sido coman- [...].
dantes de campaña. López, Ibarra, Artigas, Güemes, Facundo, Rosas". Se tra- El caudillo con su comandancia se irá convirtiendo en "foco de reunión del
taba de asumir la posibilidad de efectuar la experiencia de las masas desde el gauchaje".
poder, el poder propio del mando militar. Facundo lo sabía." (Ortega Peña y [...]
Duhalde: 1968,58-59) Pero ¿cómo se transforma el "hombre fuerte" en verdadero caudillo?.

"Este riojano de origen sanjuanino es pura voluntad y coraje. Pura vida. Es el El caudillo recibe dirección de las masa. Las masas se mueven espontáneamen-
amigo querido por Severa Villafañe. Pero también es mucho más. No es la te - aunque esa espontaneidad no es ciega, y recibe dirección de la propia nece-
barbarie encamada. Aunque por "barbarie" abarquemos a quienes integran esos sidad de las masas -. Los movimientos nacionales se dan sus caudillos. [...]
"movimientos espontáneos" de las "campañas pastoriles", como decía el

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Cuando las masas del siglo XIX se transforman en el siglo XX en masas de "El caudillismo es una eclosión de la espontaneidad política en el marco
trabajadores organizados, el caudillo deja el paso al líder. El líder da mayor caleidoscópico de las tensiones desencadenadas por esa lucha perpetua. Emerge,
direccionalidad al proceso. Es una expresión racional del proceso. [...]. (Orte- por lo tanto, en los intersticios que deja la articulación de lo institucional con lo
ga Peña y Duhalde: 1968, 188-190) no institucional. Lo típico del caudillo es entonces el ejercicio de un poder
político no institucionalizado. Y esto ocurre cuando la institucionalidad políti-
ca se agrieta o se disuelve, total o parcialmente, permitiendo el avance de la
V. Zorrilla, Rubén H. (1927) masa de acciones sociales no institucionales. Allí donde lo institucional fracasa
en conservar o reconstituir el orden político alterado o deshecho, el caudillo se
Sociólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1963 ha sido encarga de proponer y crear por la fuerza su propio orden. El poder no
docente en varias universidades. Entre 1968 y 1983 fue director del Instituto de Socio- institucionalizado puede ser efectivamente tal si hay apoyándolo una fuerza
logía de la Universidad de Belgrano, donde elaboró varios informes de investigación y militar o paramilitar. De ahí el carácter represivo, violento y arbitrario, de su-
colaboró con revistas como Nova Americana, de Turín, Historia; Libertas; Ideas; etc. gerencias barbarizantes, que tiene el caudillo a la vista crítica del observador.
Entre sus últimas publicaciones se encuentra El Fenómeno Menem (1994). De ahí también que el poder absoluto que supone descanse en ciertas cualida-
des personales, visualizadas por el séquito de sus seguidores y por las masas
populares." (Zorrilla; 1979: 141)
Estructura social y caudillismo en la argentina, 1810-187025
"Cualquiera sea el caudillo, su política se mantuvo dentro de lo que he denomi-
"En este artículo supondremos que la sociedad global en la que se gesta el
nado contexto político oligárquico. Esto significó que la política se reservara a
caudillismo en la Argentina de 1810-1870 puede definirse como constituyendo
los miembros de la clase decente y que solo dentro de ella se seleccionara el
una estructura tradicional, según la conocida oposición con la sociedad moder-
liderazgo. El caudillo, sin embargo, impuso un elemento modernizante en la
na. Este enfoque -que importa una clasificación de las sociedades en el más alto
dinámica de ese contexto: creó, con variantes a veces notables, lo que llamo
nivel macro- me parece altamente aceptable como primera tentativa de acerca- populismo oligárquico. En el curso de la lucha intraoligárquica, el caudillo
miento al problema. No desconoce, además que tanto lo tradicional como lo llamó a los sectores populares para romper el equilibrio interno en su propio
moderno incluye una amplia gama de estructuras societales diferentes, lo que beneficio. A pesar de este llamamiento, que dio color y calor populista a su
exigiría una cuidadosa subclasificación. liderazgo, siempre se encarnó en los miembros de la clase decente, y entre
Una de las consecuencias de la postulada relación entre caudillismo y sociedad ellos, casi siempre en los de fortuna más elevada. Cuando el contexto oligárquico
tradicional es que cuando ésta acelera su metamorfosis - acuciada por las inci- se modifica y la sociedad argentina inicia su tránsito a la modernidad - precisa-
taciones cada vez más intensas de la revolución industrial y la gestación de un mente hacia 1870- la aparición de una nueva clase media y de la clase obrera
mercado mundial integrado- hasta formar su estructura global en moderna, con tornan cada vez menos viable el ejercicio del populismo oligárquico. Hace
sus fenómenos de participación creciente y masiva en el área de la política- el posible, en cambio, el desarrollo del populismo burgués y los primeros conatos
caudillismo típico del período 1810 (momento de la revolución de la indepen- de un mesianismo de expresión fundamentalmente política." (Zorrilla; 1979:
dencia)- 1870 (año tentativo para cifrar aproximadamente el agotamiento del 147)
caudillismo clásico) desaparece, dando lugar entonces a nuevas estructuras de
liderazgo, y por eso mismo, a tipos de caudillos políticos totalmente diferentes.
"El liderazgo caudillista argentino combina, en síntesis, elementos disímiles.
(Zorrilla; 1979: 137 - 138)
Cualquier pretensión de obviarlos en beneficio de fórmulas simplificadoras y
esterilizantes, como la de que la estructura determina la superestructura, o se-
"Supondremos - y esta es una hipótesis metodológica esencial, con la que jus-
mejantes, dejará de lado apoyos racionales irremplazables para entender un
tifico una grave reducción en el ámbito expositivo- que las condiciones estruc-
turales, cualquiera sea su naturaleza y magnitud, son todas, conjuntamente con-
dición necesaria (aunque no suficiente) y algunas contribuyentes, para la emer-
gencia del caudillismo argentino." (Zorrilla; 1979: 140)

104 -Ficha de Cátedra- Debate... 105


fenómeno político capital, tanto para la historia argentina y americana, como
para la teoría sociológica de más elevado nivel." (Zorrilla; 1979: 163-164) Oligárquico, por una parte, porque las decisiones políticas fundamentales se
toman en el seno de un grupo de la clase alta, cuya base hegemónica se apoya
preponderantemente en la explotación ganadera. Populista, porque si bien la
Extracción social de los caudillos 1810-187026 participación de las clases inferiores es irrebatible - al menos hasta 1835- ella
tiene lugar en el marco de un dominio, igualmente irrebatible, de la dirección
En este libro se analizan las condiciones sociales, discriminadas según estruc- oligárquica. Esta es la que fija metas y toma medidas, y es natural que, en unas
turas que hicieron posible el desarrollo del caudillismo en la Argentina que origina la y otras, se cifren los intereses de la oligarquía provincial. Las clases populares
Revolución de 1810. El autor realiza interpretaciones sobre las relaciones entre el operan de meros apoyos a esas decisiones capitales, en las que no tienen ningu-
poder político y el contexto global y regional en el que actúa. Se distinguen tipos y na participación y sobre las cuales, por lo mismo no pueden ejercer ningún
situaciones de liderazgos y conflictos. control." (Zorrilla; 1972: 180- 181)

"Nuestra hipótesis inicial es, pues, que existe una relación entre la pertenencia "Finalmente, la montonera del caudillo -cuando efectivamente la tuvo, porque,
a un determinado estrato social y la identificación con los intereses de ese estra- en contra de lo que se cree, no fue un fenómeno generalizado- se nutrió, en
to en el ejercicio del liderazgo. Más aún: que esa relación vincula una estructu- medida considerable, de una población marginal que encontró allí una forma
ra de poder específica, e históricamente determinada, con una de las estructuras de vida y a veces quizás una carrera."
sociales básicas: el sistema de clases de una sociedad global también específi-
ca, de modo que existiría una decisiva unidad de intereses entre los personeros
del liderazgo y la clase social a la que pertenecen." (Zorrilla; 1972: 17) VI. Lynch, John (1927)

"El liderazgo rosista, en particular, significó la subordinación de los caudillos Historiador e investigador británico. En la actualidad se desempeña como pro-
regionales y la consolidación de un centro hegemónico vigoroso cuyo asiento fesor de la Universidad de Londres.
no podía ser otro que la ciudad de Buenos Aires y su hinterland." (Zorrilla; Entre algunas de sus obras: Administración colonial española 1782-1810: El
1972: 173) sistema de intendencia en el Virreinato del Río de la Plata (1962), Juan Manuel de
Rosas 1829-1852 (1984); Las Revoluciones hispanoamericanas 1808-1826, (1979);
"Así, el deterioro paulatino del poder central entre 1810 y 1820 es, al mismo Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850 (1993).
tiempo el requisito para la constitución de los poderes regionales o provincia-
les, ejercidos finalmente con total autonomía por el caudillo. El vacío
institucional, la movilización política de las capas inferiores de la estratifica- Caudillos en Hispanoamérica, 1800-185027
ción social, y la intensa militarización, fueron también efectos de la revolución
y, desde otra vertiente, se unieron al desarrollo de los conflictos intra e En Caudillos en Hispanoamérica, 1800-1850; intenta explicar los orígenes, la
interrregionales, intra e interclase (conflictos entre clases de provincias dife- naturaleza y el significado del caudillismo, entendiéndolo como parte de un proceso
rentes), para generar el fenómeno de los caudillos. Esto importó la formulación histórico, en el que estos dirigentes personalistas acumulaban funciones y poder res-
de una alianza de clases que tuvo componentes y profundidad variables según pondiendo a intereses específicos. Este autor concibe el "caudillismo" como una
cada región y provincia, pero que en casi todos implicó una clara participación clase especial de "clientelismo;" que se define como una forma de relación político -
popular, bajo la dirección política de uno de los sectores de la clase alta. Esta social entre grupos de patrones y clientes que compiten por el poder y la riqueza. El
alianza que tiene lugar en el contexto de un capitalismo ruralizado, cuyo flanco caudillismo de Lynch esboza un contexto político caracterizado por la ausencia de
comercial y fundamentalmente urbano se halla gravemente afectado por la guerra instituciones, por la hegemonía de la clase terrateniente, y por la prevalencia de rela-
de la independencia y la misma guerra civil, es lo que denominamos "populismo ciones de dependencia personal.
oligárquico".

106 -Ficha de Cátedra-


Debate... 107
"El caudillo poseía tres rasgos básicos definitorios: una base económica, una "La estructura de estas relaciones seguía el esquema terrateniente-campesino.
implantación social y un proyecto político". El propietario de las tierras quería el trabajo de su clientela y, al mismo tiempo,
(...) su obediencia, lealtad y respeto. Por su parte, el campesino buscaba un mínimo
de seguridad física y social: tierra, crédito, medios de subsistencia y protec-
" Entre todos estos individuos cabe establecer un denominador común: se trata ción." (Lynch; 1993: 18-21)
del deseo de obtener poder y riqueza mediante el uso de las armas. El progreso
de sus actividades era inversamente proporcional al grado de solidez del esta- "Cuando el estado colonial se derrumbó y las instituciones perecieron con él,
do. En aquellas sociedades en las que el desarrollo institucional aún se encon- los diferentes grupos sociales compitieron entre sí para llenar el vacío que se
traba en fase embrionaria, el caudillismo se encargaba de llenar los vacíos de había producido. Las guerras de la independencia incluyeron en su seno dos
poder". proceso distintos: el constitucionalismo de los políticos y el poder personali-
(...) zado de los caudillos. Ambos luchaban con dos ejércitos diferentes: las fuerzas
"Impulsado por las cualidades propias del liderazgo, teniendo el apoyo de una regulares y las guerrillas locales. En parte eran aliados y en parte eran rivales."
extensa familia y progresando mediante una creciente influencia personal y la (Lynch; 1993: 59 - 60)
realización de actos oportunamente intimidatorios, el caudillo establecía una
"clientela", que se ocuparía tanto de conducirle al poder como de mantenerle "Fue en el transcurso de aquellos años al servicio del gobierno revolucionario
en dicho puesto. El núcleo de esta "clientela" restaba conformado por una ban- en los que hombres como Quiroga, ya por entonces poderosos terratenientes,
da de hombres armados. Asimismo, "la periferia" incluía una red de individuos adquirieron credenciales militares y políticas, y se convirtieron (sic) "señores
dependientes y una serie de partidarios que desempeñaban diferentes papeles y de horca y cuchillo". En esta etapa, el caudillo surgió como una figura que no
cumplían ciertas tareas. Todo el conjunto permanecía unido mediante el víncu- estaba enfrentada con la estructura del poder central, sino que fue un producto
lo patrón-cliente, mecanismo esencial del sistema caudillista. Esta relación puede más de dicha estructura." (Lynch; 1993: 65 - 66)
definirse como el intercambio personal e informal de recursos-económicos o
políticos- entre partes cuya situación resulta marcadamente desigual. Cada una Los hombres de estado tales como Bolívar, Santander, San Martín y Rivadavia
de estas partes procuraba avanzar en el cumplimiento de sus propios intereses no fueron caudillos, sino individuos que intentaron implantar órganos ejecuti-
mediante el ofrecimiento de aquello que estaba bajo su control -hombres, ar- vos de gobierno en un marco legal e institucional. Todos ellos carecían de una
mas y suministros. La lealtad personal y -allí donde existían- los lazos de pa-
base de poder económica personalizada o de apoyos sociales. Se trataba de
rentesco, contribuían a estrechar aún más los vínculos entre ambas instancias,
políticos profesionales o soldados, que siguieron el camino de la revolución y
que constituían relaciones puramente informales, ya que no existía ninguna
sus secuelas. Aun sin ser militaristas, preferían los ejércitos regulares a las ban-
clase de contrato legal, sino que , a menudo, dichos lazos comportaban una
das armadas. Por otra parte, contemplaban al gobierno como una serie de ac-
invitación a realizar actividades fuera de la ley.
tuaciones políticas enmarcadas en un corpus legislativo, no el patronazgo diri-
Sin embargo, existía un elemento de obligación permanente en esta clase de gido a los grupos de intereses. Los caudillos, en cambio, estaban limitados por
tratos y no resultaba nada fácil el revocar sus efectos, incluso cuando entraba dos clases de restricciones. Existía un gran vacío cultural que los distinguía de
en franca contradicción con otras lealtades. Estas relaciones establecieron una los líderes de primera fila: no poseían una visión del cambio político y del
organización de carácter vertical y contribuyeron a minar las agrupaciones de progreso constitucional. Asimismo, sus propias condiciones contribuían a re-
carácter horizontal o los lazos clasistas, especialmente aquellos que existían ducir su radio de acción, ya que procedían de una base de poder familiar de
entre los propios clientes. carácter regional que definía claramente los límites y los objetivos de su políti-
Los vínculos existentes en las relaciones patrón-cliente se basaban en desigual- ca y su autoridad. Normalmente, el poder regional derivaba de la posesión de la
dades claras y manifiestas en cuanto a sus respectivos grados de poder y rique- tierra y el control de la mano de obra, y era empleado para proteger los recursos
za. En este sentido, los patrones solían monopolizar determinados recursos que de la región, incluso, si era preciso, en contra de las acciones del centro. Un
resultaban de vital importancia para los clientes." caudillo precisaba imperiosamente acceder a la tierra y al patronazgo -las con-
(...) diciones indispensables para edificar una estructura de poder político."

108 -Ficha de Cátedra- Debate... 109


rados para el contexto europeo al análisis de la historia latinoamericana y argentina.
(...) Fundador de una corriente historiográfica en la Argentina, denominada Renovación
"Tras una década de conflictos entre la capital y las provincias, entre el centra- Histórica.
lismo y las reivindicaciones regionales, entre unitarios y federales, el entorno
político del Río de la Plata sufrió un colapso. Comenzaron a proliferar las repú-
blicas independientes, preparándose para luchar por su existencia y llevar el Las ideas políticas en la Argentina10
conflicto hasta el propio Buenos Aires. Los caudillos provinciales - Estanislao
López en Santa Fe y Francisco Ramírez en Entre Ríos- se pusieron al frente de Esta es la primera obra de Romero en que aborda la historia argentina, con todo
sus hordas de gauchos, los montoneros, y marcharon contra la capital. el rigor metodológico de su experiencia en la historia europea. Así, en Las ideas...
El 1 de febrero de 1820 derrotaron a las fuerzas de Buenos Aires en la batalla razona y continúa la interpretación del pasado nacional propuesta por los clásicos de la
de Cepeda y destruyeron el directorio, el congreso y cualquier vestigio de auto- historiografía argentina (Mitre, Sarmiento, etc.). Pero Romero rompe la tradicional
ridad centralista. En los meses que siguieron, Buenos Aires se sumergió en una periodización por presidencias, para explicar los procesos argentinos con otros crite-
anarquía casi total. Los unitarios fueron humillados, mientras que tanto los rios (por ejemplo, introduce el término de era aluvial). Las ideas, para Romero, son
individuos como sus haciendas estuvieron a merced de los caudillos, los gau- tanto los pensamientos puros, como aquellos que están en el fondo, bastardeados, en el
chos y la indiada." (Lynch; 1993: 119 - 120) marco de una dicotomía política básica: el principio liberal vs. el principio autorita-
rio."
"Rosas era el gran patrón y los terratenientes constituían su clientela. En este Considerándose parte de la vieja tradición liberal, presenta en el epílogo su
sentido, el rosismo consistía en una serie de intereses creados antes que en una posición, a modo de advertencia al lector, para "corregir" las posibles falencias al
ideología y creció conjuntamente con la provincia. Salvo las personas que per- principio de objetividad; principio que según Romero, se alcanza tomando los
tenecían a los grupos dominantes, no había nadie que pudiese hacer uso de correspondientes recaudos metodológicos30.
estos derechos." (Lynch; 1993: 128) Los fragmentos que se presentan a continuación, corresponden a la Parte Se-
gunda "La era criolla", capítulo IV: "La línea de la democracia inorgánica"; como
"El caudillismo de Rosas, entendió así (sic), emergió en el ciclo de conflictos contraposición a la democracia doctrinaria "liberal". 102-118.
que caracterizaron la política argentina de los años 1820 a 1829; se desarrolló
como respuesta a los progresos de sus enemigos políticos, creció en fuerza y Las raíces de la democracia inorgánica
legitimidad hasta que estuvo más cerca de su meta durante la guerra de 1828-
1829. Y lo condujo al gobierno, en donde permaneció por espacio de veinte "En efecto, por muy violenta que fuera la scaudida y por muy vigoroso que
años. Cada uno de los bandos acusó al contrario de terrorismo, pero ambos lo apareciera el nuevo ideal de libertad, obraban en el pueblo ciertas formas men-
practicaron como último recurso. El caudillo era el padre y el hijo de la violen- tales conformadas a través de los siglos y fundidas en su espíritu de modo
cia. El estado rosista fue erigido a imagen y semejanza de la estancia, y la indisoluble. Si el movimiento de Mayo encontró la adhesión de la mayoría en
misma sociedad fue construida bajo la relación patrón- peón. Rosas era el pa- cuanto significado una finalidad, revivió muy pronto un duro revés en cuanto
trón supremo que daba seguridad como parte de sus servicios." (Lynch; 1993: en expresión y forma de sus contenidos. Y frente a la democracia orgánica y
314) doctrinaria se irguieron los resabios del espíritu colonial tal como sobrevivía en
las masas rurales y, en general, en todo el interior, guiadas por un vivo senti-
miento antiliberal. Influía en la perduración de esta actitud aquella peculiar
VIL Romero, José Luis (1909-1977) forma de convivencia de los medios rurales que ya hemos señalado, y que
tendía a la creación espontánea de regímenes autoritarios, en pequeña escala si
Enseñó en varias universidades del país y del exterior. Fue Rector de la UBA se quiere, pero con un vigencia que no podía dejar de conformar el tempera-
(1955-56), decano de la Facultad de Filosofía y Letras (1962-65), y director del Centro mento político de las masas. E influía con mayor vigor aun en el sentimiento
de Estudios de Historia Social (1958-65). Especializado en la Edad Media, extendió religioso, robustecido por una genuina tendencia a la superstición, de origen
sus estudios a todo el proceso histórico occidental. Además, aplicó los criterios elabo-

Debate... 111
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indígena y negro, así como también por la poderosa influencia que el clero masa se individualizaba, generalmente, por cierta excelencia en el ejercicio de
ejercía en esos medios. las misma vitudes que ella admiraba: era el más valiente, el más audaz, el más
[...] diestro. Esas cualidades no valían por si, sino agregadas a ciertas dotes natura-
Contrario a la democracia doctrinaria y orgánica encuadrada dentro de los prin- les de mando. El caudillo no recibía su consagración como jefe por ningún acto
cipios liberales, propugnada por los hombres de Buenos Aires, comenzó a es- expreso de carácter jurídico, o mejor dicho, poseía la autoridad de tal, al mar-
bozarse otro sistema de ideales. Como no provenía de la reflexión sistemática gen de los actos jurídicos a que pudiera apelar para legitimar su autoridad de
ni se apoyaba en doctrina alguna, sus características fueron su imprecisión y su hecho: las eleccciones o plebiscitos. Lo fundamental era la obediencia que ha-
resistencia a toda formulación estricta; pero tenía en cambio la fuerza de las bía conquistado por si, la que le prestaban por el reconocimiento de su innata
convicciones seculares y el vigor de las reacciones primigenias. Era, eso si, un calidad de jefe.
sistema, proque, en sus diversas manifestaciones revelaba una profunda unidad Esa autoridad se basaba no solo en las vitudes personales de hombre de comba-
interior, y de esa actitud espiritual provenía su fuerza y su irrecdutibilidad. El te y hombre de campo; se apoyaba asimismo en cierta premeditada actitud
error de los liberales de Buenos Aires consistió en creer que el conflicto que mediante la cual las masas rurales llegaban a considerar a su caudillo como
amenazaba provenía de la oposición entre dos doctrinas; es mucho más grave, dotado de poderes insólitos. "Quiroga -cuenta el general Paz- era tenido por un
porque consistía en una lucha entre una doctrina y un sentimiento, y la posibi- hombre inspirado; tenía espíritus familiares que penetraban en todas partes y
lidad de conciliación solo podía darla el tiempo. obedecían a sus mandatos; tenía un célebre caballo moro, que, a semejanza de
[...] la serva del Sertorio, le revelaba las cosas mas ocultas y le daba los más saluda-
Pero tan reacia como se manifestara la masa criolla a entrar por la vía de la bles consejos; tenía escuadrones de hombres que cuando se les ordenaba se
organización institucional, el fundamento de su actitud política era un senti- convertían en fieras, y otros mil absurdos de este género". En mayor o menor
miento democrático auténtico. El criollo estaba acostumbrado a gozar de una medida, casi todos los caudillos cuidaban su prestigio y se valían, acaso, de su
inmensa libertad individual; la que aseguraba el desierto, aún cuando fuera a penetración psicológica para demostrar su superioridad. De este modo, llenos
costa de su total exclusión de la vida pública, manejada desde las ciudades. de recursos y posibilidades, los caudillos afirmaban su dominio sobre las masas
Con el triunfo del movimiento revolucionario, el criollaje quiso trasladar a la populares, y solo secundariamente necesitaban la corroboración legal de sus
vida política este sentimeinto de libertad indómita para el que parecía coacción títulos. "Hubieran ido en derecha a hacerse matar para probarle su convenci-
la mera sujeción a la ley. miento y su adhesión", dice el mismo Paz refiriéndose a la fidelidad que tenían
los gauchos salteños hacia Güemes.
Lo que originaba esta fidelidad era la convicción, fundada o no, de que el cau-
dillo defendía los intereses de la colectividad regional. Habían levantado la
Los caudillos bandera de la autonomía contra el predominio de Buenos Aires, y la bandera de
las tradiciones vernáculas contra las ideas renovadoras de los grupos ilustra-
"Los caudillos fueron los conductores de las masas populares de las provin- dos. Pero, aun así, podría sospecharse que no hubieran logrado la autoridad
cias. Ajenos, en general, a todas las sutilezas que suponía el ejercicio del poder discrecional que alcanzaron si no se hubiesen conducido con extrema habilidad
dentro de la concepción de los grupos ilustrados, poseían algunos caracteres en la orientación de los sentimientos populares. En efecto, los caudillos se apo-
que evidenciaban su inequívoca aptitud para polarizar las simpatías y excitar la yaron en la masa y consiguieron su adhesión exacerbando el sentimiento de
admiración. Por eso fueron los jefes populares, que si llegaban al poder por la clase. Brackenridge había señalado que sostenía a Artigas "el pueblo llamado
violencia y no poseían título jurídico para ejercerlo, tenían en cambio una tácita gauchesco", y agregaba que la "parte respetable de la comunidad esta lejos de
adhesión de ciertos núcleos que los respaldaban y los sostenían. la unanimidad en su sosten", esta actitud se advirtió luego con respecto a todos
El secreto de esa adhesión residía en la afinidad entre el caudillo y las masas los otros caudillos, y aseguró un sólido fundamento a su autoridad, que en vano
populares. El caudillo pertenecía casi siempre a esa misma capa social; partici- pretendían quebrantar las minorías cultas de las ciudades.
paba del mismo tipo de vida y rechazaba con la misma aversión las formas Ese apoyo no era solo adhesión moral y tácita aprobación de su política. Las
evolucionadas de convivencia que se le quisieron imponer; y en el seno de esa masas populares proporcionaron a los caudillos la fuerza material, las tropas

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irregulares que llamaron "montoneras", gracias a las cuales su poder se conso- VIII. Enrique Barba
lidó y adquirió muy pronto caracteres de dictadura militar. En 1826, el diputa-
do por Entre Ríos al Congreso, Lucio Mansilla, decía refiriéndose a los pueblos (La Plata 1909-1988) Historiador. Se graduó de profesor de Historia Argentina
del litoral, auno de los cuales pertenecía: " estos pueblos no se gobiernan bajo en la Facultad de Humanidades de La Plata en 1932. Fue becado para realizar sus
ningún sistema de gobierno sino por la espada militar". Así, lo que en un prin- estudios de doctorado en España. De regreso al país. Dictó clases de Historia Argenti-
cipio era la defensa de los intereses regionales y de las aspiraciones populares, na y Americana en La Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la
se tornaba muy pronto, en casi todos los casos, autocracia discrecional; y, en ciudad de La Plata (1932-1952); fue Vicedecano en 1945 y decano en 1961 de dicha
las manos del caudillo, el gobierno se convertía en el ejercicio de una autoridad Universidad. Fue director honorario del Archivo Histórico de la Provincia de Bs. As.
paternal, en la que coexistían la bonhomia y la crueldad, la generosa protección y profesor de Historia Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires.
de los humildes y la defensa rapaz de los propios intereses, y, en fin, el recono- Dirigió la Revista Historia. Colaboró en la Revista Historia de América y en la Revista
cimiento de la soberanía popular y la usurpación efectiva del mando. de la Universidad Nacional de La Plata. Desde 1952 fue miembro de la Academia
Sin duda, los caudillos perpetuaron, a su manera, el sentimiento republicano. Nacional de la Historia ocupando la presidencia de dicha institución en los años 80.
Pero, en casi todos los casos, representaron una reacción antiliberal, manifesta- Entre sus obras podemos destacar: Historia de la Nación Argentina (colabora-
da, sobre todo, en el desprecio por las formas racionales de la delegación del ción en tomos VII y VIII), Don Pedro de Cevallos, Confusas ideas políticas de Rosas,
poder. El caudillo se sentía "hombre representativo" y así lo sentían también, La misión mediadora de Quiroga al norte del país, Los jefes federales ante la separa-
en muchos casos, las masas que lo apoyaban. Pero nada, sino la intuición inme- ción de Jujuy, Las relaciones de Buenos Aires con la Confederación Argentina; Cómo
diata, podía justificar la delegación de la soberanía popular en tales mandata- llega Juan Manuel de Rosas al poder; Unitarismo, federalismo, rosismo.
rios, porque se subestimaron los mecanismos institucionales que hubieron po-
dido servir para tal fin. Por eso, aunque en algunos casos estuviera efectiva-
mente respaldada por la adhesión popular, la autoridad de los caudillos fue Unitarismo, federalismo, rosismo12 (1972)
siempre de hecho, y su política siempre autoritaria y de corte "realista", en el
sentido técnico del vocablo. Es innegable que había en el fondo de esta actitud La guerra civil sostenida desde 1813 hasta 1831 estaba movida por intereses
de las masas y de sus jefes un profundo amor a la libertad primitiva y cierto regionales. Estos fueron los que delimitaron los campos del unitarismo y el federalismo.
radical sentimiento democrático; pero no es menos cierto que el ejercicio de El federalismo es el proyecto nacional de las provincias que se opone a los intereses de
esa democracia inorgánica y el goce de esa libertad sin freno no ofrecían garan- Buenos Aires. A partir de esta lectura Barba sostiene que Rosas, fiel a sus intereses
tía alguna como régimen permanente; los caudillos, que fueron banderas de porteños, acabó con el federalismo y con su expresión político-regional: los caudillos.
legítimas reinvindicaciones populares, se tornaron bien pronto usufructuarios
ilegítimos del poder y defendieron sus privilegios con bárbara energía. "[...] Todas las provincias, todos los caudillos, expresaron, unos en forma más
Caudillos de este tipo -aún cuando con sensibles variantes locales- fueron los explícita que otros, su voluntad de constituir el país. Solo Buenos Aires se
que organizaron las provincias después de la disgregación del Estado Nacional oponía al voto general de los caudillos. O daba constitución unitaria o no acce-
en 1820. Algunos, como Estanislao López en Santa Fe, habían otorgado día a que se convocase a un Congreso general constituyente. [...]
graciosamente a sus provincias constituciones liberales; pero la mayoría man- Naturalmente que no movía a las provincias y a los caudillos un prurito forma-
tuvieron su poder de hecho y, si organizaron constitucionalmente sus Estados, lista y académico. No eran constitucionalistas porque los dominara una irresis-
excedieron en la preactiva las restricciones legales con su autoridad omnímoda. tible vocación por el derecho. Creían ver en la Constitución un instrumento
Ninguno, sin embargo, negó de modo explícito que la disgregación nacional hábil que creando instituciones y poderes, desligando jusrisdicciones, preci-
fuera otra cosa que una situación pasajera, y se vislumbraba en el fondo de su sando lo que pertenecía a la Nación y lo que correspondía a las provincias,
conducta política la perduración de la conciencia de la nacionalidad. Esta con- pudiera frenar los arrestos de Buenos Aires. (Barba: 1982:32-33)
ciencia salvó al país y permitió que, andando el tiempo, se intentara de nuevo la
organización de la nación como unidad.
"El período que corre de 1819 a 1825 - dice Ravignani - revela cómo se
estructuran las instituciones provinciales, lo cual tuvo muy en cuenta el Con-

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greso al instalarse y después desconoció". Este es el período también en que las "Rosas no podía llamarse a engaño acerca de la posición de las provincias en
provincias se unen entre si por pactos. Con el tiempo las diferencias entre los los que respecta a la organización nacional. Querían Congreso General y Con»
mal llamados federales porteños y los provincianos han adquirido contornos titución." (Barba; 1980:84)
ideológicos. Buenos Aires entiende por federación "la unión constitucional de
estados en una sola nación, bajo un solo gobierno central que preside los gran- "El partido federal doctrinario había conquistado a la juventud porteña, "y las
des negocios de la guerra, la paz, de la tregua y de las relaciones con otras palabras Constitución, Libertad, Instituciones, suenan por todas partes. [...]
naciones". Rosas y su partido tenían evidente talento político y la suficiente disposición
Además de la política de los pactos este es el tiempo de la aparición de los para adaptarse a las circunstancias. Sabían de que manera se había hecho carne
caudillos provinciales. Desde el punto de vista demográfico la campaña estaba en el país y en la provincia, la necesidad de una Constitución; pues bien, he
más poblada que la ciudad y en ocasiones más fuerte que ella. Las pequeñas aquí que de buenas a primeras ese grupo, que siempre había estado en contra de
oligarquías rurales o sus delegados se instalan en la Junta de Representantes y ella, aparece públicamente como el propulsor de la organización constitucio-
el caudillo en el sitial de gobernador. El caudillo, señor de otros pequeños se- nal. Por supuesto que la actitud no era sincera. Contaba con que era un golpe de
ñores, aunque en ocasiones tiene su origen en la ciudad, domina la más de las efecto y pensaba con ello neutralizar la opinión que el grupo liberal iba consi-
veces o dominará grandes intereses rurales. La población pobre a la que la ley guiendo a favor de un sincero anhelo de organización del país." (Barba: 1982:85-
86)
federal de vagos de Oliden, u otra equivalente, pone a disposición de los pro-
pietarios, forma en algunas oportunidades el ejército particular del caudillo con
el que inicia la carrera de poder." (Barba: 1982:46-47) "Rosas y su grupo dieron forma en Buenos aires a un federalismo sui generis
que lograron imponer al resto del país. Para ello el grupo debió vencer los
"[...] Los federales porteños, en verdad me refiero, a los de acción y que cons- siguientes obstáculos. En el orden interno eliminar la influencia dorreguista,
tituirán el grupo rosista, estaban en contra de quienes no bregaron firmemente democrática y popular, contraria a las facultades extraordinarias y que mirando
a favor de sus intereses. Los federales principistas, los doctrinarios, como los por la igualdad de las provincias, en igualdad de condiciones, naturalmente,
llamará despectivamente Rosas, se oponen a la política centralista del grupo bregando por la organización nacional por medio de una Constitución. Rosas
rivadaviano. Y esos federales doctrinarios, de Buenos Aires todos ellos, Dorrego, en ese punto, era intransigente. La organización nacional significaba la crea-
Cavia, Moreno, Ugarteche, le harán el juego al federalismo rosista, luchando a ción de los poderes nacionales, de aduanas nacionales, de la independencia de
veces con los provincianos que, en buena parte, secundan en el congreso (de las provincias, dentro de lo compatible con el federalismo con respecto al go-
1926) al grupo unitario. Cuando, bien explotados los escondidos recelos de los bierno central. Se decidió entonces por apelar a la práctica de los subsidios a las
caudillos de provincia y en el momento en que estos se sienten perjudicados en provincias, domesticando y sujetando a los respectivos gobernadores a los dic-
sus particulares intereses, el grupo rosista tomará contacto con aquellos y esta- tados del de Buenos Aires. Con el manejo de las relaciones exteriores a las que
llará la tremenda lucha entre unitarios y federales." (Barba: 1982, 61) dio una extensión inusitada; con la dirección de los negocios de paz y guerra,
que usó con mayor largueza aún; disfrutando de las rentas de Aduana de Bue-
"[...] Es cierto que Dorrego era federal pero no lo es menos que era más que nos Aires; nada podían hacer los desunidos gobernadores provinciales que pres-
porteño, porteñísimo. Como tal no podía sustraerse a la vocación rectora de su tar acatamiento al desigual poder que habían contribuido a crear. Las numero-
provincia que lo arrastraba a evitar su Congreso que dictaría inmediatamente la sas reacciones contra Rosas muestran de qué manera las provincias se alian,
tratando de reconstruir regiones más poderosas capaces de enfrentar al
Constitución, por más federal que fuera. [,..]
porteñismo.
[...] Fueron las mismas provincias las que impidieron el triunfo provinciano
frustrando los intentos de Bustos. [...] Dorrego, odiado por todo el grupo En lo que se refiere al orden interprovincial Rosas se oponía al funcionamiento
directorial, que manejaba todo en Buenos Aires, fue elegido para mantener la de la Comisión representativa, pequeño Congreso encargado de convocar a las
preeminencia de los porteños en la dirección política nacional. (Barba: 1982:66- Provincias a Congreso Constituyente; debía imponerse sobre los caudilllos que
67) exigían Constitución y terminar con las pretensiones de Ferré o de quienes
pensaban como él en lo tocante a legislación aduanera." (Barba: 1982: 90)

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La intervención de Rosas terminaba con el federalismo, López [... ] Lo mismo
"Se cita como muestra de patriotismo de los caudillos el hecho de que reclama- que Pascual Echagüe gobernador de Entre Ríos, opinaba que sindicado Reinafé
ran una constitución nacional y se acusa a Rosas de falta de sensibilidad patrió- como culpable del asesinato de Quiroga fueran otras las autoridades provincia-
tica al negarla. El planteo es absurdo. Ni los caudillos eran más patriotas por- les, no Rosas, quienes se dirigieran a la Sala de Representantes de Córdoba
que pidieran constitución, ni Rosas lo era menos porque no accediera. [...] Los pidiendo la deposición del gobernador. Rosas, hipertrofiando las atribuciones
caudillos pedían constitución por la misma razón que la piden los hombres del conferidas por las provincias, invoca su carácter de Encargado de las relacio-
mundo desde que se inventaron las constituciones. Para saber qué es lo que nes exteriores y exige ser el juez de los Reinafé. Impone su criterio y con ello la
tenían que hacer, lo mismo que no se debía hacer. Puede que sea por los mis- tiranía nacional en Buenos Aires aprisiona a todo el país.
mos motivos por los que Rosas pidió constitución cuando estuvo a punto, en El año 1835 significa la liquidación del federalismo provincialista que en nues-
1833, de tener que convertirse en opositor al gobierno de Balcarce: para gozar tro país no pasó de ser una aspiración." (Barba: 1982:109-110)
de las garantías que él les negaba a los otros. [...] Pero pongámonos de acuer-
do. ¿Es cierto que el país entero era federal? Y entonces ¿por qué no lo era de
verdad? Al fin y al cabo sobre la escoria subyacente de la política cada provin-
cia deseaba realizarse e integranrse dentro de un régimen federal. Se dirá que el
Tratado del 4 de enero de 1831 era la Constitución empírica del federalismo. El
jueguito ya había sido calado por los gobernadores de provincias. En definitiva
y por él, todo había quedado en manos del gobernador de Buenos Aires. Rosas
había hecho del manejo de las relaciones exteriores, poder delegado de las
provincias, un Ejecutivo nacional a su antojo. Las provincias habían delegado
ese poder hasta el momento en que el país estuviese organizado constitucional-
mente. Rosas, por supuesto, puso todo el peso de su prestigio y todo el peso de
la fuerza de Buenos Aires para impedirla. Luego los gobernadores domestica-
dos lo nombraron Jefe Supremo de la República, pero el deseo de Constitución
nunca fue sofocado. Es decir, que por encima de las apetencias personales de
los caudillos alentaba la vieja preocupación provinciana de liberarse del
porteñismo, cosa que ingenuamente pensaban vendría por el lado de la Consti-
tución." (Barba: 1980: nota a 95-96)

"Rosas había formado su propio partido, conservando el nombre pero no los


principios del federal. Comenzó la jefatura personal y omnímoda del partido y
preparó su vuelta al poder en forma maestra. Estaba en eso cuando un suceso
que conmovió toda la República precipitó los acontecimientos. Me refiero al
asesinato de Quiroga en Barranca Yaco." (Barba: 1982:105)

"Con el asesinato de Quiroga, diestramente explotado por Rosas, se presentó la


circunstancia esperada por el dictador porteño para reajustar el federalismo de
Buenos Aires del que se proclamaba jefe único e indiscutible.
Le permitió, además, desenvolver su plan de hegemonía en toda la República.
[...] Veamos cómo va, poco a poco, ajustando los resortes del despotismo.

1 1 8 -Ficha de Cátedra- Debate... 1 1 9


NOTAS BIBLIOGRAFÍA DEL DOSSIER

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La presente publicación se terminó de imprimir


en los talleres gráficos de la Facultad de Filosofía y Letras,
en el mes de mayo de 2001.

124 -Ficha de Cátedra-

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