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MEDITATIO CONTEMPLATIO
Si la escuela de la catequesis estuviera orientada bíblica y Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a
teológicamente, el misterio de la Trinidad, con olvidarme de mí por completo para establecerme en ti,
todas sus explicaciones y aplicaciones adaptadas-a-la vida, inmóvil y apacible como si ya mi alma estuviera en la
debería ocupar un puesto fundamental. Por consiguiente, eternidad; que nada pueda turbar mi paz ni hacerme salir de
sería menester enseñar que la Trinidad, mediante la fe- ti, oh mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos
esperanza-caridad, arraiga propiamente en la memoria- en la profundidad de tu misterio. Pacifica
intelecto-voluntad, porque la fe infusa es mi alma, haz en ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu
«verdaderamente» una participación en el conocimiento que reposo; que yo no te deje en ella nunca a solas;
Dios-Padre tiene de sí mismo (= el Hijo), y la caridad infusa es que yo esté allí enteramente, completamente despierta
«verdaderamente» una participación en el amo r del Padre y en mi fe, toda adoración, completamente entregada a tu
del Hijo (= el Espíritu Santo). Por eso debe explicarse que el acción creadora.
bautizado, con la fe, conoce a Dios «como» Dios se conoce a Oh mi Cristo amado, crucificado por amor, yo quisiera ser una
sí mismo y, con la caridad, ama a Dios «como» Dios se ama a esposa para tu corazón; quisiera cubrirte
sí mismo: y ese conocimiento-amor reproducen y son de gloria, quisiera amarte hasta morir. Pero siento mí
impotencia y te pido que me revistas de ti mismo, que Por lo que se refiere a nuestros deberes con nuestros Huéspedes,
identifiques mi alma con todos los movimientos de tu diremos que han de ser tratados como trataríamos a
alma, que me sumerjas, que me invadas, que me sustituyas, a n huésped de gran consideración: cuando llega un huésped
limpiamos la casa; eliminamos todo aquello que pueda ofender
fin de que mi vida no sea más que una irradiación de tu vida.
la consideración que le debemos; la adornamos con flores,
Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.
alfombras; le acompañamos, le rodeamos de mil atenciones y
Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi sorpresas; le ofrecemos regalos... N o se trata más que de aplicar
vida escuchándote, quiero convertirme totalmente en esta estrategia. Antes que nada hay que llevar cuidad o con la
deseo de saber para aprender todo de ti; y después, a limpieza «exterior» del cuerpo: yo diría casi que el modo de
través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas vestir-tratar-hablar debe estar marcad o por un cierto señorío
las impotencias, quiero fijarte siempre y permanecer elegancia. Así, la madre debe tratar con el máximo respeto
bajo tu gran luz; oh mi Astro amado, fascíname para -mejor aún, con veneración - el cuerpo de su hijo, debe vestirlo
que ya no pueda salir de tu resplandor. bien, antes que nada porque es templo del Espíritu. Una nueva
mentalidad debe inspirar-orientar todas las relaciones sociales
Oh Fuego que consume, Espíritu de amor, ven a mí a
del bautizado. Como es obvio, también la práctica de las catorce
fin de que se produzca en mi alma como una encarnación del
obras de misericordia adquiere una nueva luz que -digámoslo
Verbo; que yo le sea una humanidad añadida en la que él también - las «sacramentaliza». En segundo lugar - y esto es aún
renueve todo su misterio. Y tú, Padre, inclínate sobre tu más importante-, debemos purificar nuestra alma de todo lo que
pobre y pequeña criatura, cúbrela con tu sombra, no veas en pueda disgustar a la Trinidad que inhabita, como el ejercicio del
ella más que al Bien amado en el que has puesto todas tus egoísmo en su triple forma del tener-gozar-poder, que, a su vez,
complacencias. se ramifican en los siete vicios capitales. Tenemos asimismo el
Oh mis «Tres», mi Todo, mi Beatitud, Soledad infinita, deber de acompañar a nuestros tres Huéspedes con el silencio
Inmensidad en que me pierdo, yo me entrego a ti recogimiento: abandonar al huésped es falta de educación...
(A. Dagnino, La vita cristiana o ¡I mistero pasquale del Cristo
como una presa, entiérrate en mí para que yo me entierre en
místico, Cinisello B. 71988, pp. 153-156).
ti, esperando ir a contemplar en tu luz el abismo de tu
grandeza (Isabel de la Trinidad, «Oración a la Santísima
Trinidad», en A. Hamman, Compendio de la
oración cristiana, Edicep, Valencia 1990, p. 204).
ACTIO
Repite y medita hoy el gesto de la señal de la cruz:
«En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».