Cosmopolítica como “cosmoética”: del universalismo occidental a las políticas de un
mundo-común. (Joan Picas Contreras)
Diego Cabezas
En el presente texto Picas (2010) no plantea como la Cosmopolítica debe ser
entendida como una cosmoética, una moral del mundo común, una que vaya más allá de la concepción antropocéntrica que sólo considera a los seres humanos como sujetos de derecho. En esta visión de la cosmopolítica se pone el acento en los modos de coexsistencia que pueden ser posibles, sin jerarquías, entre seres humanos y entidades no-humanas, quienes estarían ensamblados entre sí. Entonces, está se propone como un camino hacia la construcción de otras alternativas de política que considere las resistencias de lo no- humano en conjunto con lo humano, dando un paso hacia adelante en la creación conjunta de una totalidad-pluralidad, siempre inacabada, superando la oposición sociedad- naturaleza. Desde sus inicios la cosmopolítica se formuló como una filosofía moral y teoría del derecho, sin incluir la vertiente política, por lo que se planteaba como una universalidad más diferencias basada en la interdependencia planetaria. Esta se planteaba como una superación del concepto de globalización que se centraba en el plano económico de esta interdependencia. Sin embargo, el autor nos llama a una radicalización de la cosmopolítica en donde se vinculen en un único colectivo humanos y no-humanos, no sólo preocupándose de la igualdad entre personas, sino que también la del mundo natural en interconexión con el social. Esta nueva concepción interviene radicalmente las bases epistemológicas del pensamiento occidental, cuestionando los fundamentos antropocéntricos que han dominado las ciencias sociales, develando la “colonialidad del poder y el saber”. La cosmopolítica, desde sus inicios, ha sido dotado de un idealismo humanista. Por una parte desde el cosmopolismo ilistrado, Diogenes lo considera como la ausencia de vínculos con un lugar concreto y la posibilidad de alcanzar lo universal, aspirando a establecer lazos con la humanidad en general; Zenón de Citio lo propone como la idea de que todos los seres humanos son ciudadanos de un mismo mundo; los estoicos como que el todo está en el todo, y el universo es uno y continuo; Francisco de Vitoria lo trabaja hacia el derecho de las gentes; Kant lo pone al servicio de la regulación del espacio público internacional, la coexistencia entre estados y el derecho internacional de los seres humanos a autogobernarse. A partir de estas concepciones nace el internacionalismo del movimiento obrero, quienes afirman que “los trabajadores no tienen patria”. Posteriormente, como consecuencia del fracaso del cosmopolitanismo que sufrió dos guerras mundiales se retoma el projecto Kantiano para la construcción de un orden mundial fundado sobre principios constitucionales y democráticos. En nuestra época se impone el derecho cosmopolítico que se percibe como eficaz para contrarestar los peligros ecológicos, del terrorismo de la inseguridad y del desarrollo económico. Ante lo anterior, Beck propone otra mirada, que considera la cosmopolitización como un proceso multidimensional, el cual modifica irreversiblemente la naturaleza histórica de los mundos sociales y la relevancia de los estados en estos mundos. En este sentido nacerían múltiples cosmopolitanismos con múltiples actores. Desde esta perspectiva, habría que superar la desproporción entre la dimensión mundial de los problemas y el localismo/provincialismo de los medios utilizados para afrontarlos; por tanto sería imprescindible la cooperación entre pueblos para la creación de una esfera pública internacional y una transformación a escala planetaria. Lo anterior tiene como necesidad el repensar las bases organizativas que permitan que los agentes que están fuera del sistema corporativo puedan aparecer en el escenario del diseño social, los otros, los subalternos. El autor cuestiona, de la visión de Beck, que para éste la naturaleza, el mundo, el cosmos, simplemente están aquí y no se les da importancia, no participan en él. Por tanto, este cosmopolitanismo no sería más que la ampliación del humanismo. Para Picas no es suficiente integrar a los otros, es fundamental componer un mundo común con los no-humanos, no solo las entidades naturales, sino también tecnológicas artefactuales, organizativas, simbólicas, entre otras. Entonces mas que el reconocimiento de la diversidad en lo universal, este cosmopolitanismo debe abrirse a las realidades múltiples, que no imponga distinciones entre sujeto y objeto. Así se consideraría, el cosmos, como todo lo que hay, estando abierto al conjunto de entidades no-humanas que intervienen y participan en las acciones de los seres humanos y componen su entorno. Se entiende entonces, que lo que planteaba Beck respondía a circunstancias históricas y sociales, en cambio en el cosmopolitanismo que propone Picas está dotado de una elección ética más amplia, un propósito fundamentado en una ética.