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VIERNES SANTO

Celebración de la Pasión del Señor


Conmemoración de la muerte del Señor, día de luto, pero no de luto de desastre, sino
de victoria: Jesús murió venciendo a la muerte, derrotando al demonio, expiando por
los pecados a la humanidad entera.

Rito de entrada

Monición ambiental
No se hace canto de entrada.

El Presidente, revestido con capa pluvial roja, se postra rostro en tierra o si se juzga mejor, se
arrodilla, y todos oran en silencio durante algún espacio de tiempo. Después el Presidente se dirige a
la sede, donde con las manos juntas, dice una de las siguientes oraciones:

Esto se omite si el que preside es el responsable, y se pasa directo a la oración.

Oración
No se dice: Oremos

Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas:
santifica a tus hijos
y protégelos siempre,
pues Jesucristo, tu Hijo,
en favor nuestro
instituyó por medio de su sangre
el misterio pascual.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

O bien:

Oh Dios, tu Hijo, Jesucristo,


Señor nuestro,

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por medio de su pasión ha destruido la muerte
que, como consecuencia del antiguo pecado,
a todos los hombres alcanza.
Concédenos hacernos semejantes a él.
De este modo, los que hemos llevado grabada,
por exigencia de la naturaleza humana
la imagen de Adán, el hombre terreno,
llevaremos grabada en adelante,
por la acción santificadora de tu gracia,
la imagen de Jesucristo, el hombre celestial.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén

Liturgia de la Palabra

Monición a la primera lectura

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 52, 13-53, 12

He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado


sobremanera. Así como se asombraron de él muchos -pues tan desfigurado
tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana – otro
tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán los reyes la boca,
pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán.

¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién se le


reveló? Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No
tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos
estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de
dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le
tuvimos en cuenta.

¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los
que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y
humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras
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culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales
hemos sido curados.

Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y
Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se
humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y
como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la
boca.

Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se


preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su
pueblo ha sido herido; y se puso su sepultura entre los malvados y con los
ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca.

Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en


expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh
se cumplirá por su mano. Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará.
Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él
soportará.

Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá
despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue
contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.

Palabra de Dios

Canto (Elí, Elí)

Monición a la segunda lectura

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos:

Teniendo, pues, tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos - Jesús, el Hijo
de Dios - mantengamos firmes la fe que profesamos. Pues no tenemos un
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Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino
probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.

Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de


alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna. El cual,
habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con
poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue
escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció
experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa
de salvación eterna para todos los que le obedecen.
Palabra de Dios

Canto (3º o 4º canto del siervo de Yahvéh, o El mismo Dios que dijo)

Monición al Evangelio
La proclamación del Evangelio es de LA PASION SEGÚN SAN JUAN. En ella nos presenta a Jesús
glorioso como Rey, puesto que en su Kenosis, Juan ve su ascensión.

EVANGELIO

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1- 19, 42


No se responde “Gloria a Ti, Señor”

C. En aquel tiempo, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente
Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.
Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se
había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega
allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y
fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le
iba a suceder, se adelanta y les pregunta:

 « ¿A quién buscáis?»

C. Le contestaron:

S. «A Jesús el Nazareno.»

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C. Díceles Jesús:

 « Yo soy.»

C. Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo:
«Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo:

 « ¿A quién buscáis?»

C. Le contestaron:

S. «A Jesús el Nazareno».

C. Respondió Jesús:

 « Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar


a éstos.»

C. Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he
perdido a ninguno.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo
del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba
Malco. Jesús dijo a Pedro:

 « Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la


voy a beber?»

C. Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a


Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suegro de
Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los
judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo.

Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era


conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo
Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces

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salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la
portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro:

S. « ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»

C. Dice él:

S. «No lo soy.»

C. Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía
frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.

El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina.


Jesús le respondió:

 « He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en


la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he
hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me
han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.»

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a
Jesús, diciendo:

S. « ¿Así contestas al Sumo Sacerdote?»

C. Jesús le respondió:

 « Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien,


¿por qué me pegas?»

C. Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás.

Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron:

S. « ¿No eres tú también de sus discípulos?»

C. El lo negó diciendo:

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S. «No lo soy.»

C. Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro
había cortado la oreja, le dice:

S. « ¿No te vi yo en el huerto con él?»

C. Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo.

De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos


no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la
Pascua. Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo:

S. « ¿Qué acusación traéis contra este hombre?»

C. Ellos le respondieron:

S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado.»

C. Pilato replicó:

S. «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley.»

C. Los judíos replicaron:

S. «Nosotros no podemos dar muerte a nadie.»

C. Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte
iba a morir.

Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo:

S. « ¿Eres tú el Rey de los judíos?»

C. Respondió Jesús:

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 « ¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?»

C. Pilato respondió:

S. « ¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han


entregado a mí. ¿Qué has hecho?»

C. Respondió Jesús:

 « Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi


gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero
mi Reino no es de aquí.»

C. Entonces Pilato le dijo:

S. « ¿Luego tú eres Rey?»

C. Respondió Jesús:

 « Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he
venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la
verdad, escucha mi voz.»

C. Le dice Pilato:

S. « ¿Qué es la verdad?»

C. Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo:

S. «Yo no encuentro ningún delito en él. Pero es costumbre entre vosotros


que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os
ponga en libertad al Rey de los judíos?»

C. Ellos volvieron a gritar diciendo:

S. « ¡A ése, no; a Barrabás!»

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C. Barrabás era un salteador.

Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los soldados trenzaron


una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un
manto de púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. «Salve, Rey de los judíos.»

C. Y le daban bofetadas.

Volvió a salir Pilato y les dijo:

S. «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito
en él.»

C. Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de


púrpura. Díceles Pilato:

S. «Aquí tenéis al hombre.»

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. « ¡Crucifícalo, crucifícalo!»

C. Les dice Pilato:

S. «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en


él.»

C. Los judíos le replicaron:

S. «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene
por Hijo de Dios.»

C. Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar
en el pretorio y dijo a Jesús:

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S. « ¿De dónde eres tú?»

C. Pero Jesús no le dio respuesta.

Dícele Pilato:

S. « ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder


para crucificarte?»

C. Respondió Jesús:

 « No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de


arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado.»

C. Desde entonces Pilato trataba de librarle. Pero los judíos gritaron:

S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se
enfrenta al César.»

C. Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en


el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la
Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta.

Dice Pilato a los judíos:

S. «Aquí tenéis a vuestro Rey.»

C. Ellos gritaron:

S. « ¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!»

C. Les dice Pilato:

S. « ¿A vuestro Rey voy a crucificar?»

C. Replicaron los sumos sacerdotes:

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S. «No tenemos más rey que el César.»

C. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a


Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario,
que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a otros
dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Pilato redactó también una
inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el
Rey de los judíos.»

Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había


sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en
hebreo, latín y griego.

Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. «No escribas: "El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey
de los judíos".»

C. Pilato respondió:

S. «Lo que he escrito, lo he escrito.»

C. Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos,


con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica.
La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se
dijeron:

S. «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.»

C. Para que se cumpliera la Escritura: «Se han repartido mis vestidos, han
echado a suertes mi túnica.» Y esto es lo que hicieron los soldados.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre,


María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y
junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:

 « Mujer, ahí tienes a tu hijo.»

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C. Luego dice al discípulo:

 « Ahí tienes a tu madre.»

C. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que
se cumpliera la Escritura, dice:

 « Tengo sed.»

C. Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo
una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando
tomó Jesús el vinagre, dijo:

 « Todo está cumplido.»

C. E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

C. Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los
cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne -
rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron,
pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro
crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no
le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el
costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo
atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para
que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera
la Escritura: «No se le quebrará hueso alguno.» Y también otra Escritura
dice: «Mirarán al que traspasaron.»

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque


en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar
el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su

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cuerpo. Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a
verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas,


conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido
crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que
nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la
Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

Palabra del Señor.

Ecos de la Palabra
Se deja un momento para que se puedan dar ecos de la Palabra de Dios.

Homilía del Presidente

Oración universal
Solemnes peticiones que interpretan la mente y los sentimientos de Jesús, quien murió
por todos los hombres sin excepción alguna, por eso en esta oración tiene presentes a
todos con todas las necesidades humanas.
Hoy es el día del redentor del mundo, cuando desde la Cruz comenzó a convocar
todas las cosas para realizar el nuevo hombre en el cielo y la nueva tierra. Que
nuestra oración sea como la del corazón de Cristo: universal y ferviente.

La liturgia de la palabra se concluye con la oración universal, que se hace de este modo: el diácono,
o en su ausencia, el responsable, desde el ambón, dice la invitación que expresa la intención.
Después todos oran en silencio durante un espacio de tiempo, y seguidamente el Presidente, desde la
sede, con las manos extendidas, dice la oración.

Si el que preside es el responsable, él hace la invitación y luego continúa con la oración.

I. Por la santa Iglesia

Oremos, hermanos,
por la Iglesia santa de Dios,
para que el Señor le dé la paz,
la mantenga en la unidad,
la proteja en toda la tierra,
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y a todos nos conceda
una vida confiada y serena,
para gloria de Dios, Padre todopoderoso.
Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


que en Cristo manifiestas tu gloria
a todas las naciones,
vela solícito por la obra de tu amor,
para que la Iglesia, extendida por todo el mundo,
persevere con fe inquebrantable
en la confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

II. Por el Papa

Oremos también por nuestro Santo Padre el papa N.,


para que Dios,
que lo llamó al orden episcopal,
lo asista y proteja para bien de la
Iglesia, como guía del pueblo santo de Dios.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


cuya sabiduría gobierna todas las cosas,
atiende bondadoso nuestras súplicas
y protege al Papa,
para que el pueblo cristiano,
gobernado por ti
bajo el cayado del Sumo Pontífice,
progrese siempre en la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

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III. Por todos los ministros y por los fieles

Oremos también por nuestro arzobispo N.,


por todos los obispos, presbíteros y diáconos,
y por todos los miembros del pueblo santo de Dios.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


cuyo Espíritu santifica y gobierna
todo el cuerpo de la Iglesia,
escucha las súplicas
que te dirigimos por todos sus ministros,
para que, con la ayuda de tu gracia,
cada uno te sirva fielmente
en la vocación a que le has llamado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

IV. Por los catecúmenos.

Oremos también por los catecúmenos,


para que Dios nuestro Señor
los ilumine interiormente,
les abra con amor las puertas de la Iglesia,
y así encuentren en el bautismo
el perdón de sus pecados
y la incorporación plena a Cristo, nuestro Señor.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


que haces fecunda a tu Iglesia
dándole constantemente nuevos hijos,
acrecienta la fe y la sabiduría
de los catecúmenos,
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para que, al renacer en la fuente bautismal,
sean contados entre los hijos de adopción.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

V. Por la unidad de los cristianos.

Oremos también por todos aquellos hermanos nuestros


que creen en Cristo,
para que Dios nuestro Señor
asista y congregue en una sola Iglesia
a cuantos viven de acuerdo con la verdad que han conocido.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


que vas reuniendo a tus hijos dispersos
y velas por la unidad ya lograda,
mira con amor a toda la grey que sigue a Cristo,
para que la integridad de la fe
y el vínculo de la caridad
congregue en una sola Iglesia
a los que consagró un solo bautismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

VI. Por los judíos.

Oremos también por el pueblo judío,


el primero a quien Dios habló
desde antiguo por los profetas,
para que el Señor acreciente en ellos el amor de su nombre
y la fidelidad a la alianza
que selló con sus padres.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

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Dios todopoderoso y eterno,
que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia,
escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia,
para que el pueblo de la primera alianza
llegue a conseguir en plenitud la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

VII. Por los que no creen en Cristo.

Oremos también por los que no creen en Cristo,


para que, iluminados por el Espíritu Santo,
encuentren también ellos el camino de la salvación.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


concede a quienes no creen en Cristo
que, viviendo con sinceridad ante ti,
lleguen al conocimiento pleno de la verdad,
y a nosotros concédenos también
que, progresando en la caridad fraterna
y en el deseo de conocerte más,
seamos ante el mundo
testigos más convincentes de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

VIII. Por los que no creen en Dios.

Oremos también por los que no admiten a Dios,


para que por la rectitud y sinceridad de su vida
alcancen el premio de llegar a él.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

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Dios todopoderoso y eterno,
que creaste a todos los hombres
para que te busquen
y, cuando te encuentren, descansen en ti,
concédeles que, en medio de sus dificultades,
los signos de tu amor
y el testimonio de los creyentes
les lleven al gozo de reconocerte como Dios
y Padre de todos los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

IX. Por los gobernantes.

Oremos también por los gobernantes de todas las naciones,


para que Dios nuestro Señor,
según sus designios,
les guíe en sus pensamientos y decisiones
hacia la paz y libertad de todos los hombres.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


que tienes en tus manos
el destino de todos los hombres
y los derechos de todos los pueblos,
asiste a los que gobiernan,
para que, por tu gracia,
se logre en todas las naciones
la paz, el desarrollo
y la libertad religiosa de todos los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

X. Por los que se encuentran en alguna tribulación.


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Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso,
por todos los que en el mundo
sufren las consecuencias del pecado,
para que cure a los enfermos,
dé alimento a los que padecen hambre,
libere de la injusticia a los perseguidos,
redima a los encarcelados,
conceda volver a casa a los emigrantes y desterrados,
proteja a los que viajan,
y dé la salvación a los moribundos.

Oración en silencio. Prosigue el Presidente:

Dios todopoderoso y eterno,


consuelo de los que lloran
y fuerza de los que sufren,
lleguen hasta ti las súplicas
de quienes te invocan en la tribulación,
para que sientan en sus adversidades
la ayuda de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

No hay peticiones individuales.

Monición a la Adoración de la Cruz

Adoración de la santa Cruz


Se besará la cruz gloriosa que es el “Rostro Radiante del Amor del Padre”. Por tres
veces nos invita el Presidente (o el responsable) a adorar este instrumento de la Cruz:
“Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. Después
de responder: “venid adorarlo”, nos arrodillamos para besar la cruz, veamos en ella
nuestra propia cruz, la que Dios nos ha puesto en nuestras vidas y con la que nos
hace toda una historia de salvación, y Cristo al morir en una cruz, nos la ha
ensalzado y hecho gloriosa. Ese beso a la Cruz de Jesús, es aceptar tu cruz, aceptar la
voluntad del Padre en nuestra vida concreta, es decir, Amén.

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Acabada la oración universal, tiene lugar la solemne adoración de la Santa Cruz. El Presidente o el
responsable, si fuera el que preside, se dirige a la puerta de la sala donde toma la Cruz y entra con
ella acompañado por dos hermanos con los ciriales, uno a cada lado. En la puerta de la sala, en el
centro de la misma y entre la sede y el ambón presenta la Cruz a la comunidad cantando lo siguiente:

“Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del


mundo."

A la que todos responden:

R/. "Venid a adorarlo.”,


Y después de cada una de las respuestas se arrodillan y la adoran en silencio durante unos momentos,
como se ha indicado antes.

Beso de la Cruz
Seguidamente, la Cruz de la Comunidad se puede colocar en el suelo apoyando la parte superior en
la sede, o encima de ésta apoyada la parte superior en el respaldo, o también la puede sujetar el
Presidente sentado en la sede. Delante de la misma se pone un cojín para el momento de arrodillarse.
Luego el Presidente y los hermanos de la comunidad se acercan y arrodillándose ante la Cruz la
besan, de tal manera que cada hermano camine hacia la cruz sin necesidad de hacer paradas, se
arrodille, bese la cruz y regrese a su lugar y así toda la asamblea.

Durante la adoración la asamblea, sentada canta algún canto apropiado, como el “Himno a la Cruz
gloriosa” u otro.

La adoración se hace uno a uno, sin hileras. Al final de la adoración, la cruz queda en la sala y se
continúa con el Padre nuestro.

El Presidente, teniendo las manos juntas dice en voz alta:

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza,


nos atrevemos a decir:

Padre Nuestro

Luego, para despedir a la asamblea, el Presidente, con las manos extendidas sobre ella, dice la
siguiente oración:

Que tu bendición, Señor,


descienda con abundancia sobre este pueblo,
que ha celebrado la muerte de tu Hijo

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con la esperanza de su santa resurrección;
venga sobre él tu perdón,
concédele tu consuelo,
acrecienta su fe,
y consolida en él la redención eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R/. Amén.
Esto se omite si el que preside es el responsable, y se pasa directamente a la proclamación del
ayuno.

Proclamación del ayuno pascual

En la tradición más antigua de la Iglesia encontramos un ayuno total: “En la Pascua


no se come nada antes de realizar la oblación. Nosotros ayunamos un día, en otras
partes dos días y en algunos lugares más. En la noche del sábado, domingo, nos
reunimos y en medio de la noche rompemos el ayuno con alegría.” (Tertuliano).
El sentido del ayuno pascual es fundamentalmente sacramental y escatológico y no
ascético o penitencial. Este ayuno posee la fuerza de signo, y nos ayuda a vivir
sacramentalmente la muerte y, rompiendo el ayuno en la alegría del alba, la
resurrección. Así, la Eucaristía de la Vigilia Pascual, rompe el ayuno, e inaugura el
banquete, la fiesta, el reposo del domingo, sacramento del reposo eterno.
Por eso el ayuno lo hacemos comenzando el Viernes Santo continuarlo todo el sábado
para romperlo en el alba de la Resurrección.
A continuación se proclama el ayuno, hasta la Vigilia Pascual. Este ayuno no está dentro de la
cuaresma (que ya acabó) y tiene el sentido de ayudarnos a estar vigilantes, esperando la
Resurrección, más que una ascesis penitencial.

No se hace el rito de la paz, ni bendición, ni canto de salida.

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SIGNOS NECESARIOS:
 Alba, cíngulo, estola y capa roja
 Cubre atril rojo
 Ambón
 cruz sola
 alfombra
 almohadilla roja para colocar la cruz
 purificador
 Biblia
 02 candelabros con velas
 Ritual

Cantos Sugeridos:
 Himno a la Cruz Gloriosa
 Eli Lama Sabactani
 Hijas de Jerusalén
 Himno a la Kénosis
 Extiendo mis manos
 No hay en el parecer
 Oh Jesús amor mío
 Señor, Ayúdame a no dudar de ti
 Sola a Solo
 Te verán los Reyes
 Mucho me han perseguido
 Improperios
 Dichoso el hombre
 He aquí mi siervo
 María Madre de la Iglesia
 Lagarero
 De profundis

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