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DELITOS DESEGUNDO
FALSEDAD
1
Pacheco, op. cit., t. 2º, p. 258.
2
Cuello Calón, op. cit., t. 2º, p. 302, cita Nº 1.
3
Muñoz Conde, op. cit., p. 659.
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Feuerbach, haciendo referencia al juramento de purificación a que se podía
someter al sospechoso en los antiguos sistemas procesales, expresa: “imponiéndolo
se extorsiona la confesión por vía del temor a la pena divina que recaería sobre el
perjurio” (Tratado, p. 360).
5
Muñoz Conde, op. cit., p. 654. Util es señalar que al comentar la acusación
falsa precisa que si bien el honor resulta lesionado con la comisión de este delito, el
bien jurídico preferentemente protegido es la administración de justicia (p. 655).
6
Orts, op. cit., p. 286.
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Cfr. Etcheberry, op. cit., t. IV, p. 185.
8
Véase López Barja de Quiroga, op. cit., t. 3º, p. 40, a quien se ha seguido en
los comentarios sobre el bien jurídico.
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López Barja de Quiroga, op. cit., t. 3º, p. 37.
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Etcheberry, D.P., t. IV, p. 185.
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Bustos, op. cit., p. 427.
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Bustos, op. cit., p. 428.
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FALSEDADES VERTIDAS EN EL PROCESO. EL PERJURIO. ACUSACIÓN CALUMNIOSA, ETC.
conforme al art. 261 bis. El art. 206 requiere que el testigo decla-
re “ante el tribunal” para que pueda cometer el delito de falso
testimonio, y el fiscal no lo es.
La situación es distinta cuando el testigo declara en el marco
del juicio oral (ordinario o simplificado) o de algún otro pro-
cedimiento reglado en el Código del Ramo o las leyes que lo
complementan y ante un tribunal, sea un juez de garantía o un
tribunal oral. En esta hipótesis el testigo debe –antes de decla-
rar– prestar juramento o prometer decir la verdad de acuerdo
a lo señalado por el art. 306 del Código Procesal Penal y, si
miente, puede incurrir en el delito de falso testimonio sancio-
nado en el art. 206. Esta figura también puede configurarse si el
testigo presta declaración mendaz en cualquiera de las alterna-
tivas de anticipación de la prueba testimonial a que se refieren
los arts. 191 y 192 del Código Procesal Penal. El delito de falso
testimonio en materia penal, debido a la oralidad del procedi-
miento, se consuma desde que el testigo ha puesto término a
su declaración, pues no se exige acta, firma u otra formalidad;
por la misma razón ha de descartarse la posibilidad de etapas
imperfectas, como la tentativa o la frustración.
Los peritos
Son personas con conocimientos especiales sobre alguna ciencia
o arte, que dan su opinión en relación a hechos o materias que
interesan para el esclarecimiento de los asuntos sobre que versa
el proceso. Esta necesidad o conveniencia de contar con la opi-
nión de peritos puede tener lugar tanto en el proceso civil como
en el penal, pero ofrece en cada caso modalidades diversas.
Conforme al art. 409 del C.P.C. se oirá informe de perito “en
todos aquellos casos en que la ley así lo disponga” y la designa-
ción de los mismos en el proceso civil se sujeta a la metodología
que precisa en el art. 414 del Código recién citado. Designado
el perito, este debe aceptar el cargo y prestar juramento de des-
empeñarlo con fidelidad (art. 4l7 de C.P.C.) Como el procedi-
miento civil vigente es escrito, el perito evacua su informe de la
misma manera, el que se agrega al expediente respectivo. Es en
el referido informe donde el perito puede incurrir en falsedad
y, si lo hace, es autor del delito de falsedad sancionado por el
art. 206. No se trata de que manifieste un criterio divergente al
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Cfr. Labatut, D.P., t. 2º, p. 69; Bustos, op. cit., p. 428.
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Etcheberry, D.P., t. IV, p. 190.
15
No obstante lo señalado, autores como Etcheberry sostienen que conforme
al sistema nacional el testigo debe “dar razón de sus dichos”, precisar cómo le
constan los hechos, de modo que si miente en cuanto a ese aspecto (sostener que
presenció los acontecimientos, aunque no haya estado presente cuando ocurrie-
ron), incurriría en falsedad (D.P., t. IV, p. 190).
16
López Barja de Quiroga, t. III, p. 47.
17
Cfr. Labatut, D.P., t. 2º, p. 60; Córdoba Roda, op. cit., t. 3º, pp. 1112-1113; López
Barja de Quiroga, op. cit., t. III, p. 47. En contra de tal opinión, Etcheberry, que –siguien-
do a Cuello Calón y a Quintano– estima que sí habría falsedad (D.P., t. IV, p. 190).
18
Opina en forma distinta Etcheberry, para quien en estos casos habría falso
testimonio al considerar la declaración como una unidad (D.P., t. IV, p. 190).
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19
Orts, op. cit., p. 287.
20
Véase Repertorio, p. 111.
21
Esta afirmación es controvertible; autores como López Barja de Quiroga
estiman que es posible el dolo eventual en estos delitos (op. cit., t. 3º, p. 54).
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La retractación oportuna
El inc. segundo del art. 208 señala que la retractación oportuna
“es aquella que tiene lugar ante el juez en condiciones de tiempo
y forma adecuados por el tribunal que debe resolver la causa”. De
consiguiente, el testigo, perito o intérprete que ha incurrido en
falsedad durante el proceso, puede retractarse de ello ante el juez
que debe pronunciarse sobre el juicio. Esa retractación para que
tenga efectos en su beneficio debe cumplir con las condiciones
de ser formal y oportunamente expresada. Esto último involucra
que la retractación debe ser manifestada procesalmente de ma-
nera adecuada y válida en la causa y en tiempo que permita ser
considerada por el tribunal en el momento en que le corresponda
pronunciarse sobre el proceso.
La retractación oportuna puede operar tanto en el delito de
falso testimonio en que pueden incurrir los testigos, peritos o intér-
pretes, como en la hipótesis del delito de presentación de pruebas
falsas, el que se comentará más adelante (véase el párrafo 62). Debe
destacarse que la retractación procede tanto en causas civiles como
penales, con las consecuencias que se señalan a continuación.
El efecto general de la retractación consiste en que puede ser
considerada como una atenuante muy calificada, lo que significa,
conforme al art. 68 bis, que se autoriza al juez para imponer la pena
correspondiente al delito rebajada en un grado al mínimo señalado
por la ley. Excepcionalmente la retractación puede tener un efecto
más trascendente: eximir de “responsabilidad penal en casos califi-
cados” al autor de la falsedad, siempre que esa retractación, por “su
importancia para el esclarecimiento de los hechos y la gravedad de
los potenciales efectos de su omisión así lo justifiquen”.
Si bien es cierto que esta institución desde una perspectiva
político-criminal tiene efectos favorables, la exigencia de los
elementos normativos que presupone –importancia y gravedad
de los potenciales efectos– hacen compleja su aplicación como
eximente de responsabilidad penal.
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22
Cfr. Orts, op. cit., p. 291.
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El delito de perjurio
59. CONCEPTO DE LA FIGURA PENAL
23
Muñoz Conde, op. cit., p. 66; Córdoba Roda, op. cit., t. 3º, p. 131.
24
Córdoba Roda, op. cit., t. 3º, p. 1131, aunque a juicio de este autor la
diversidad de “destinatarios obstará a la aplicación de la regulación del delito
continuado”, criterio que aquí no se comparte.
25
Cfr. López Barja de Quiroga, op. cit., t. 3º, p. 55; Etcheberry, D.P., t. IV, p. 193.
26
Véase supra, nota 15 de este capítulo.
27
Labatut, D.P., t. 2º, p. 71.
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28
Soler, D.P., t. V, pp. 258-259; Etcheberry, D.P., t. IV, p. 194.
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29
Cfr. Etcheberry, D.P., t. IV, p. 193.
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Cfr. Bustos, op. cit., pp. 429-430.
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31
Véase supra, Nos 28, 29, 50.
32
El art. 207 emplea las palabras “otros medios de prueba”, de modo que
se comprenden todos los medios probatorios considerados por la ley, como las
grabaciones de audio o video, entre otras, en que se refiere el art. 323 del Código
Procesal Penal.
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R.D.J., t. IV, 1958, 2ª parte, sec. 4ª, p. 129.
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Tipo objetivo
El comportamiento prohibido consiste en suministrar anteceden-
tes falsos durante la investigación dirigidos a impedir o entrabar
la determinación de las circunstancias del hecho (cómo ocurrió)
o de quiénes serían sus responsables (autores, cómplices o en-
cubridores). Se trata de un delito de acción, que requiere un
comportamiento activo del autor, “aportación de antecedentes
falsos”, que margina la posibilidad de que se cometa mediante
omisión. La expresión “antecedentes” es amplia y no queda res-
tringida sólo a los elementos probatorios, pueden o no consistir
en medios de acreditación, quedan por consiguiente compren-
didas modalidades diversas, tales como suministrar pistas falsas
o distractivas, entre otras.
Tampoco es necesario que los antecedentes sean presentados
ante el Ministerio Público directamente, es suficiente que sean
aportados en una investigación judicial, y entre quienes pueden re-
cibirlos también están las fuerzas policiales. Lo importante radica
en que –en el hecho– esa aportación induzca al fiscal a “realizar u
omitir actuaciones de investigación”. Se está, en consecuencia, ante
un delito de resultado, pues se exige un doble efecto: esto es, que
se lleven a cabo por el fiscal, o no se lleven debiendo haberlo sido,
actuaciones de investigación y, además, que objetivamente se haya
obstaculizado gravemente la investigación. Por otra parte, no se
exige que el tribunal acoja tales actuaciones o que se cumplan; el
tipo penal se consuma con la simple petición del fiscal en el senti-
do indicado o que incurra en la omisión anotada; las expresiones
empleadas por el inc. segundo del art. 269 bis son indiciarias al
respecto, basta que los antecedentes falsos lleven al fiscal a “solici-
tar una medida”, a “deducir una acusación”.
El legislador en todo caso fue cauteloso al tipificar este delito,
pues no sólo exige que los antecedentes falsos creen un entorpe-
cimiento de cualquier clase en la investigación, éste debe ser “gra-
ve”, o sea considerable, importante. Esta valoración del tribunal
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FALSEDADES VERTIDAS EN EL PROCESO. EL PERJURIO. ACUSACIÓN CALUMNIOSA, ETC.
El tipo subjetivo
El autor debe actuar con dolo directo, el eventual queda descar-
tado porque el sujeto activo requiere de una doble intencionali-
dad: a) la de entorpecer gravemente la investigación y
b) aportar antecedentes falsos con conocimiento de que tie-
nen esa calidad. La ausencia de cualquiera de esas condiciones
subjetivas descarta el dolo y, por lo tanto, el delito.
El sujeto activo
No se requieren condiciones especiales para ser autor de la
figura en estudio, se trata de un delito común que puede ser
cometido por cualquiera persona, no se necesita tener la calidad
de interviniente en el proceso, su autor puede ser un tercero
y aun un abogado, sea que represente a alguna de las partes o
no tenga esa calidad, el inciso tercero del artículo 269 bis no lo
estima necesario, como se señalará más adelante. No obstante,
existen ciertas limitaciones, no pueden ser autores el imputado
en el proceso ni las personas enumeradas en el art. 17 del Códi-
go Penal, que se refiere a los que no deben ser castigados como
encubridores, como tampoco los señalados en el art. 302 del
Código Procesal Penal, esto es, a los que libera de la obligación
de declarar ante el tribunal.
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La retractación
Esta institución se regla en los incs. cuarto y quinto del
art. 269 bis: “La retractación oportuna de quien hubiere incurri-
do en las conductas de que trata el presente artículo constituirá
circunstancia atenuante. Tratándose de las situaciones a que se
refiere el inciso segundo, la atenuante se considerará como muy
calificada, en los términos del art. 68 bis.
Aquella que se produjere en condiciones de tiempo y forma
adecuados para ser considerada por el tribunal que debiere
resolver alguna medida solicitada en virtud de los antecedentes
falsos aportados o, en su caso, aquella que tuviere lugar durante
la vigencia de la medida cautelar decretada en virtud de los ante-
cedentes falsos aportados y que condujere a su alzamiento o, en
su caso, la que ocurra antes del pronunciamiento de la sentencia
o de la decisión de absolución o condena, según corresponda”.
Retractarse es desdecirse, rectificar aquello que se ha expresado.
Constituye una circunstancia atenuante de la responsabilidad si ha
sido oportuna, con los efectos propios de una circunstancia de tal natu-
raleza conforme a los principios generales. No obstante, puede cons-
tituirse como una atenuante calificada en los términos del art. 68 bis
(permite rebajar en un grado la pena), cuando la retractación se
refiere a la aportación de antecedentes falsos que conduzcan al fiscal
a solicitar medidas cautelares o deducir una acusación infundada.
Para que la retractación se considere como atenuante, debe
cumplir con la condición de ser oportuna conforme lo expresa el
inc. cuarto del art. 269 bis, o sea “aquella que se produjere en condicio-
nes de tiempo y forma adecuado para ser considerada por el tribunal que
debiere resolver” en alguna de las siguientes tres situaciones:
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Exención de responsabilidad
El inc. final del art. 269 bis establece una exención de responsa-
bilidad para el que presenta antecedentes falsos en los siguientes
términos: “Estarán exentas de las penas que establece este artículo,
las personas a que se refieren el inciso final del artículo 17 de este
Código y el artículo 302 del Código Procesal Penal”. En la primera
disposición citada se hace referencia al cónyuge y a ciertos parien-
tes a los que se eximen de pena si actúan como encubridores y, la
segunda, a aquellos parientes y cónyuge del imputado que no están
obligados a declarar en el proceso que afecta a este último.
Esta exención de responsabilidad tiene como fundamentos
los mismos principios que inspiran los preceptos recién citados.
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34
Pacheco, op. cit., t. 2º, p. 348.
35
Actas de Comisión Redactora, Nº 45, de 16 de junio de 1871, y Nº 170, de
8 de octubre de 1873.
36
Cfr. Muñoz Conde, op. cit., p. 655; López Barja de Quiroga, op. cit., t. 3º,
p. 15; Orts, op. cit., p. 280; Córdoba Roda, op. cit., t. 3º, p. 1087.
37
Así, Bustos, op. cit., p. 424.
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Córdoba Roda, op. cit., t. 3º, p. 1093.
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39
Véase t. III, párrafo 16.7, B.-c).
40
En la forma señalada opina Etcheberry (D.P., t. IV, p. 198). Esta opinión no se
comparte, por cuanto el art. 211 no permite hacer distinción en el sentido indicado,
como sucede en otras legislaciones donde se limita expresamente el tipo penal a los
delitos perseguibles de oficio, v. gr., el art. 325 del Código Penal español.
41
Labatut, D.P., t. 2º, p. 72.
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Hay opiniones discrepantes en este punto. Véase Etcheberry (D.P., t. IV,
p. 198); Córdoba Roda (op. cit., t. 3º, pp. 1092-1093); López Barja de Quiroga (op.
cit., t. 3º, pp. 16-17); Muñoz Conde (op. cit., p. 657).
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43
Cfr. Schweitzer, Miguel, “El delito de acusación o denuncia calumniosa”
(Revista de Ciencias Penales, año 1937, t. 3º, p. 357); Labatut D.P., t. 2º, p. 72;
Etcheberry, D.P., t. IV, p. 199.
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Véase t. III, pp. 191 y ss.
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71. PENALIDAD
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45
Orts, op. cit., p. 274.
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No deja de ser sorprendente que el ejercicio habitual de las profesiones
de médico, cirujano, farmacéutico y dentista, sin título, constituya una mera falta,
cuando conforme al art. 213 el que fingiere serlo y realiza una sola actividad en
tal sentido es castigado como autor del delito descrito en el art. 213, vale decir,
ejercicio ilegal de una profesión. Conforme a las Actas de la Comisión Redactora
(Nº 46, de 30 de junio de 1871), el precepto contenido en el art. 213 –art. 209 pri-
mitivamente– se refería “al que se fingiere autoridad, empleado público o profesor de
una facultad que requiera título…”, y no como hace el actual art. 213 que sanciona
al que finge ser “titular de una profesión que, por disposición de la ley, requiere
título o el cumplimiento de determinados requisitos…”. En otros términos, en esa
disposición se sancionaba únicamente al que fingía ser profesor de una facultad y
no de otras profesiones titulares. Parece ser que la Comisión nunca pensó penalizar
el ejercicio de estas otras profesiones titulares como delito y por ello no lo expresó
en el texto que propuso al Ejecutivo, pues en la Sesión Nº 109, de 16 de agosto de
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75. CONCURSOS
1872, al determinar el contenido del art. 479 Nº 7, que corresponde al del art. 494
Nº 8 actualmente vigente, dejaron constancia de que no se pretendía castigar como
falta el ejercicio de cualquiera profesión que requiriera título, “sino de aquellos actos
que ataquen a la seguridad o salubridad pública”, por lo que se acordó “limitar el
número citado (hoy el Nº 8) a las profesiones de médico, cirujano, farmacéutico i
flebótomo, exigiéndose que la falta sea habitual…”. Es posible que en el Congreso se
haya modificado la redacción del primitivo art. 209 (hoy 213) y no se haya reparado
en el tenor del Nº 7 del art. 479 (hoy 494 Nº 8), creando así la anómala situación
que existe en la actualidad.
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hipótesis del art. 213, donde el sujeto activo debe carecer de esa
calidad y se limita a fingirla.
Existen situaciones donde fingir ser autoridad o funcionario
constituye un elemento de algunos tipos penales, hipótesis en las
cuales no corresponde sancionar esa simulación separadamente.
Tal sucede con el delito descrito en el art. 439, el robo con vio-
lencia o intimidación en las personas, que asimila a la violencia
las conductas de alegar orden falsa de alguna autoridad, fingirse
ministro de justicia o funcionario público. Igual situación se
presenta en el art. 440 Nº 3, que califica como fuerza la conducta
del autor cuando simula ser autoridad, para facilitar su entrada
al lugar habitado y apropiarse de los bienes que encuentre en
ese lugar.
No obstante lo señalado, el ejercicio ilegítimo de ciertas profe-
siones conforma delitos específicos diversos, que prefieren en su
aplicación a la figura general sancionada en el art. 213 en estudio.
Tal sucede, entre otros casos, con el sujeto que realiza actos propios
de la profesión de médico cirujano y, en general, de las profesiones
relativas a la ciencia o arte de precaver y curar las enfermedades
del cuerpo humano, que sí sanciona aunque se lleve a cabo a título
gratuito por el art. 313 a). La Ley Nº 18.120, en su art. 3º castiga la
ejecución de actos inherentes a la profesión de abogado sin tener
el título correspondiente, o representar a otro como procurador sin
cumplir con las condiciones que se exigen para ello.
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Cfr. Labatut, D.P., t. 2º, p. 75; Etcheberry, D.P., t. IV, p. 201.
48
Véase el párrafo Nº 19.2 c) del t. III de esta obra.
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