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El significado de Hridaya, el Corazón Espiritual

«La única belleza que perdura es la belleza del Corazón» –


Rumi
Hridaya, el Corazón Espiritual, es nuestra naturaleza última
y esencial, la inefable dimensión de nuestro ser. Se trata de
otro nombre para referirse al Ser Supremo, o atman, como
se le llama en la tradición yóguica. El Corazón Espiritual es
la Conciencia Suprema, el sujeto último de conocimiento, el
Yo puro. Constituye la Conciencia Testigo, ese íntimo
observador de todos nuestros pensamientos, emociones y
sensaciones; el testigo tanto de la mente como del universo
en sus dimensiones internas y externas.
A través de la práctica de la meditación, se revela una
comprensión más y más profunda acerca del verdadero
significado del Corazón Espiritual. Al principio, el Corazón
constituye un objeto de meditación, después se torna un
medio para el conocimiento y, por último, se revela en su
naturaleza verdadera, como aquello que realmente es.
«En las tradiciones espirituales de la India, como en otros
lugares, el “corazón” se refiere no tanto al órgano físico
como a una estructura psicoespiritual que se corresponde
con el músculo del corazón en el plano material. Yoguis y
místicos celebran este corazón espiritual como el asiento
del Ser trascendental. Se le denomina hrid, hridaya o hrit-
padma (“el corazón de loto”). A menudo se hace referencia
a él como la “cueva” secreta (guha) en la que el yogui debe
dominar su mente. En algunas escuela, especialmente
Shaivismo Kashmir, la palabra hridaya se refiere también a
la Realidad última» -Georg Feurstein.
Por consiguiente, el Corazón Espiritual o el Corazón (con C
mayúscula) puede variar de significado en función del
contexto de uso o de diversas correlaciones. Sin embargo,
pese a que esta noción parezca compleja, no debemos
perdernos en la trampa de los puros conceptos.
La simplicidad absoluta es la naturaleza del Corazón
Simplemente dirija su atención al área del pecho. Esa
vibración leve y discreta que se despierta justo ahí, en
ausencia de cualquier pensamiento, en la quietud de la
mente, constituye el comienzo de un sagrado temblor, la
mayor experiencia directa del Corazón Espiritual. Por favor,
relájese, tómese su tiempo y cierre los ojos durante
algunos segundos mientras permite que surja esta
vibración… ¿Puede sentirla?
Este sutil llamado del Infinito, que irradia desde el área del
pecho, es la representación más expresiva e íntima del
Corazón. Por favor, ábrase a este sagrado temblor del
Corazón, pues contenido en su interior se halla la calidez
comunicativa de la Verdad. Sin ello, todo lo subsiguiente no
sería más que «alimento para la mente» o información
inerte, simplemente. La verdadera esencia del Corazón
Espiritual reside exactamente en este temblor, en esta tan
íntima vibración. Concédase el tiempo y la paz para sentirla
profundamente.
En la simplicidad de esta vibración reside la frescura de la
revelación – una revelación que procede del «interior»,
incluso cuando la información parece provenir del
«exterior».
La simplicidad de esta vibración, de este sagrado temblor
del Corazón, constituye el «espíritu» de este tipo de
información.
El significado del Corazón Espiritual
Por otro lado, el Corazón Espiritual se puede observar a
través de multitud de rasgos simbólicos y la sustancia de
cada uno de ellos. Cada uno guarda su importancia y, en
realidad, el viaje espiritual completo se puede describir a
través de ellos.
1) La esencia fundamental del Corazón Espiritual
El Corazón Espiritual es nuestra naturaleza última y
verdadera, la inefable dimensión de nuestro ser. Es otro
nombre para referirse al Ser Supremo, o atman, la
Conciencia Testigo, como se ha mencionado
anteriormente.
2) El Corazón Espiritual constituye la Realidad Última
La Realidad Última es trascendente e inmanente en
cualquier aspecto del Macrocosmos. Constituye la esencia
última de todo. Es una condición que trasciende la
dualidad.
«El Corazón del ser humano y el Corazón del Cosmos son
uno». A través de la madurez espiritual, el Corazón se
revela como algo más que una dimensión individual de
nuestro ser, tras la cual éste cesa de expresarse en
términos duales. Representa la totalidad en la que Sujeto y
Objeto, el testigo y el atestiguado, son uno. Concebido
como conciencia, el Corazón es ilimitado.
Es la Luz Infinita. También constituye la libertad y
espontaneidad absolutas de esta Luz de la conciencia que
se nos presenta en diferentes formas de manifestación.
El Corazón como la Conciencia Suprema es como un
océano, que se refleja de forma simultánea como la
vastedad del mar y las diferentes formas de sus olas. De
igual modo, la conciencia del Corazón Espiritual es un
camino completo en sí mismo. Puede conducir a un
conocimiento directo integrador de todas las energías, la
totalidad de la manifestación; pero al mismo tiempo, revela
la Trascendencia Última Suprema.
3) El Corazón Espiritual es un órgano espiritual de
conocimiento directo sui generis
En ocasiones se entiende el Corazón como un medio de
revelación. Asimismo, constituye un órgano de purificación,
reintegración y transfiguración del ser. Por ejemplo, para
un/a tántrico/a todo aquello que genera placer sintoniza el
Corazón, concebido como el instrumento cósmico de la
conciencia.
Mediante el desapego de cualquier preferencia individual
se produce una sublimación espontánea del Corazón. En
este sentido, cada sensación se purifica y, a continuación,
se ofrece al espacio infinito del Corazón.
4) El Corazón constituye un punto de inflexión
El Corazón es el puente entre lo finito y lo infinito, lo
personal y lo transpersonal, el presente y la eternidad. Es
apertura hacia la Totalidad. En este aspecto, el Corazón
constituye nuestra principal oportunidad para trascender las
limitaciones de la individualidad.
Esta función del Corazón lo convierte en un territorio
fronterizo, dado que contiene de forma simultánea las
características de la Realidad Última y de las realidades
finitas. El Corazón interno constituye un portal para la
experiencia directa de aquello que se denomina «espíritu»,
conciencia – conceptos que fácilmente eluden toda
definición.
5) El Corazón Espiritual supone una guía interna que
revela la Verdad Última
Sigue sus impulsos como forma de redención.
6) El Corazón es la fuente de toda la Creación y el
punto final de todas las energías
Por consiguiente, con frecuencia se le considera fuente de
inmortalidad. La capacidad desbordante del Corazón como
Amor puro y Existencia Pura constituye en sí misma la
señal de la realización:
«En el centro de mi Corazón,
una estrella apareció
y los siete cielos se perdieron
en su brillo». – Rumi
7) El Corazón Espiritual es la morada de todos los
misterios profundos
Contiene el secreto de su realeza mística. Constituye la
fuente de un sobrecogimiento espontáneo que genera la
intuición de la existencia de Dios. En la tradición yóguica,
este atributo se denomina ghua, la «cueva del Corazón».
De hecho, el Corazón posee ciertas funciones sutiles
imperceptibles para aquellos/as que no pretenden vivir sus
vidas de forma profunda, espiritual. Permanece como
terreno desconocido para aquel que ignora el reino interior
en el que el Corazón es el núcleo.
8) El Corazón es el Vacío Absoluto
«Nuestra propia conducta es el despertar:
no hay otro Buddha sino el Corazón.
Todos los fenómenos no son nada, sino el Corazón». -Tao
Sin
René Guénon afirmó que «la Paz del vació», la «Gran Paz»
(Es-Sakinah) del esoterismo islámico entendida como la
presencia divina del Centro del ser, se ha representado de
forma simbólica en todas las tradiciones mediante el
Corazón. En la tradición yóguica, se expresa mediante hrid
akasha, el espacio infinito del Corazón.
9) El Corazón es el sagrado temblor, la expresión de la
aspiración pura, absoluta
Los sufíes, shaivistas, vedantas, isihastas, etc.
respondieron al mismo llamado del Corazón y expresaron
el mismo ímpetu, impulso, anhelo y aspiración pura por
Dios, más allá de las formas específicas de adoración, más
allá de los conceptos y nombres de dicha Realidad.
Todos ellos lo percibieron como el sagrado temblor
vibrando en ellos y en todas partes. Del Corazón emana un
sentido de Verdad, un sentido de Existencia Pura.
Convirtiendo al Corazón en símbolo de lo sagrado, sin duda
las religiones han expresado esta misma idea.
El Corazón Espiritual no es sólo el alma, la actividad
psíquica
Se considera al Corazón como el asiento de los
sentimientos, de la actividad psíquica. Pero ésta no es más
que una dimensión relativa e individual del Corazón.
El mundo de las emociones individuales, el alma humana,
ha de ser superado mediante el desapego para que se
revele el verdadero significado universal del Corazón. De
este modo, atman, el Corazón Espiritual, no tiene
dimensiones física ni mental como tales y no se expresa
más que como un mero temblor que se transfigura. Pero
como dicen los yoguis: Dios existe de forma incuestionable
y sólo Él es real.
El Corazón Espiritual no es el chakra Anahata
Según la tradición tántrica, el chakra Anahata, el chakra del
corazón, simplemente es un nivel o dimensión de nuestro
ser y de toda la manifestación. El Corazón Espiritual es
más que eso. El Corazón Espiritual no es simplemente una
chispa de Dios; el Corazón Espiritual es Dios.
La relación entre atman y Brahman es de unidad. Los
yoguis jnana solían expresar esta visión paradójica
diciendo que atman (el Corazón Espiritual) y Brahman (lo
Absoluto) son uno. «Este atman es Brahman», también
conocido como «Ayamatma Brahma», es una de las cuatro
mahavakya o grandes afirmaciones (se podrían considerar
sugerencias o ideas poderosas) de las tradiciones védicas
y upanishádicas.
La clave para comprender la naturaleza de la Unidad
esencial del Universo es ver nuestro Corazón -nuestro Ser
eterno, inmortal- idéntico a Brahman. Otra mahavakya
aparece en el Upanishad Chandogya: «Tat tvam asi», que
significa que la Realidad Última, Brahman, es lo que
somos. De este modo, el Corazón Espiritual no es
simplemente un reflejo de todo. Constituye la Conciencia
Suprema, la esencia de todas las cosas, el trasfondo de la
existencia.
La Totalidad, la Unidad, somos completamente nosotros.
En la meditación para la Revelación del Corazón Espiritual,
a todos se nos está revelando el mismo Corazón, el mismo
Ser Divino, la misma Realidad Última. El Corazón del ser
humano y el Corazón del mundo son un solo Corazón.
Éste es nuestro enfoque en el Yoga del Corazón Espiritual,
en nuestros retiros y talleres. Tratamos de aportar la
inspiración para posibilitar la entrega al Corazón, a la
Realidad Suprema, a Dios (pero Dios experimentado más
allá de cualquier concepto o denominación religiosa). En
este sentido, adquirimos conciencia de nuestra
identificación con la Integridad, con la totalidad de la Vida.
¿Dónde debemos ubicar nuestro foco de atención?
Según Ramana Maharshi, el gran maestro Advaita, «El
dorado átomo del Ser se ha de encontrar en la cámara
derecha del corazón, aproximadamente a un dedo de
distancia de la línea central del cuerpo. Aquí reside el
Corazón, el Corazón Espiritual dinámico. Se le demonima
hridaya, está ubicado en el lado derecho del pecho y es
claramente visible para el ojo interno de un experto en el
Camino Espiritual. Mediante la meditación puede aprender
a encontrar el Ser en la cueva de este Corazón».
La palabra hridaya es un compuesto de hrid y ayam,
que significan respectivamente «centro» o «corazón» y
«esto».
La práctica espirtual recomendada por Ramana
Maharshi
Si aceptamos la existencia de esta área de nuestro cuerpo,
que tiene un lugar privilegiado para la revelación de lo que
realmente somos, entonces, como señaló Ramana
Maharshi, la consecuencia lógica es que éste es el punto
fundamental en el que nuestra mente debe enfocarse en la
práctica de la concentración o durante las meditaciones.
Ramana sintetizó su visión del siguiente modo:
«Aquello que es esencial en cualquier sadhana (práctica
espiritual) es intentar traer de vuelta a la mente alborotada
y arreglarla en una sola cosa. Entonces, ¿por qué no se la
podría traer de vuelta y arreglarla en la Autoatención (en
este sentimiento de “Yo”)? Simplemente eso consitituye la
Autoindagación (atma vichara). ¡Eso es todo lo que hay que
hacer!».
¿Dónde debería residir el lugar natural de la Conciencia
Testigo?
Cuando reconocemos la necesidad de ser conscientes de
nosotros mismos -de mantener una Conciencia Testigo-
como actitud espiritual fundamental, es mejor que nos
centremos en la región central del pecho. Ésta es una
acción importante y nos ayudará a entender con mayor
claridad que la conciencia esencial de nuestro propio ser no
es una función de la razón. No es la mente ni un producto
de la mente, tampoco los pensamientos ordinarios, sino un
resplandor que emana de la región del pecho.
Ubicar el asiento de la Conciencia Testigo en el cerebro es
una actitud esteril. El testigo último no es la mente o un
pensamiento particular. Podemos imaginarnos un testigo
de nuestros pensamientos y, a continuación, con gran
facilidad, también podemos imaginar otro testigo de ese
primer testigo de nuestros pensamientos, y después otro
testigo del testigo del testigo, y así sucesivamente.
La mente puede jugar al juego de atestiguar el Infinito. Sólo
si ubicamos la Conciencia Testigo en el Corazón Espiritual,
en ese lugar de profunda intimidad desde el cual surge la
intuición de quiénes somos, podemos entonces adquirir
conciencia de la presencia del Testigo último. Este asunto
no debe ser analizado de forma teórica por la mente. Esto
se revela en la meditación.
La infinitud del Corazón espiritual es absoluta
El Corazón es ilimitado y, dado que carece de forma, puede
contener la totalidad.
Resulta importante percatarse de que la relación entre algo
infinito, atman, el Ser Divino, con algo finito, como por
ejemplo el cuerpo físico o un punto sobre o dentro del
cuerpo físico, sólo puede ser una tarea relativa. Sabios
como Ramana Maharshi afirman que la conciencia de la
Infinitud Suprema no se puede ubicar en un lugar
determinado en el cuerpo y que en el estado de divina
expansión, de sumergirse en el divino océano de la
Conciencia, ya no se puede hablar de cabeza, brazos,
cuerpo ni otras áreas.
Sin embargo, Ramana considera que en el momento de
regresar a la conciencia del cuerpo físico, cuando
recuperamos la conciencia de nuestro cuerpo físico,
perdura un recuerdo de ese estado y parece estar
conectado al área del corazón físico, en la parte central del
pecho, ligeramente hacia la derecha. Esa Infinitud Divina
puede volver a encontrarse fácilmente centrándonos en la
región del corazón. Los místicos cristianos también hablan
de bajar la mente al Corazón.
El Corazón es el objeto, el medio y el Sujeto de
meditación
En este retiro, el objeto de meditación no es la respiración
ni las sensaciones corporales, los sentimientos o la mente
como en otros retiros, sino el Corazón Espiritual, atman, el
Ser Divino.
Sin embargo, a medida que la meditación gana en
profundidad, el Corazón Espiritual cesa de ser simplemente
un objeto de meditación. Comenzaremos a ser conscientes
de que también es el Sujeto, la Conciencia Testigo, el
propio Ser profundo e íntimo, la propia fuente de nuestro
proceso meditativo.
Esto nos ayudará a conocer directamente otro enfoque
sobre la meditación y la espiritualidad.
El Corazón se convertirá al mismo tiempo en la fuente de
atención (el conocedor), en el instrumento de conocimiento
y en el objeto de conocimiento. Este tipo de meditación es
un proceso que comienza en el Corazón y regresa al
Corazón.
La relación entre la mente y el Corazón: ¿conquista o
entrega?
«Grandes ideas proceden del Corazón». – Blaise Pascal
La Divina Realidad de la Existencia, el presente, el «Yo
soy», reside en el Corazón; el ser humano cerebral es
un ser humano limitado.
En general, la actividad de la mente está gobernada por la
intencionalidad y, de forma implícita, se produce un
movimiento gobernado por el ego. Se trata de una actividad
que quiere acaparar información y «conquistar», mantener
el control sobre los objetos de su actividad y el proceso del
autoconocimiento. Cuando retiramos los sentidos
(pratyahara) y nos centramos en el área del pecho,
buscando los aspectos más profundos de nuestro ser,
comenzamos a buscar «el interior» en detrimento de «el
exterior».
De este modo, pasamos de la habitual actitud de
«conquista» de la mente a una disposición receptiva,
contemplativa. Se trata de un tipo de entrega que implica
lucidez, discernimiento, vigilancia.
Ahí todavía se puede hablar de acción, pero de una
naturaleza completamente distinta. Es algo más próximo al
resplandor de la presencia pura, no una acción del ego.
La última dualidad que existe en meditación: ¡el vacío en la
mente y la plenitud de la totalidad en el Corazón!
¿Cómo podemos generar un órgano de percepción
sutil?
En esta fase, la atención no procede sólo de la mente. Se
convierte en una atención de un órgano cognitivo superior
sui generis. Se trata de un órgano de un conocimiento no
mediado jnana, que aporta una íntima intuición sobre
aquello que realmente somos. Este nuevo órgano de
conocimiento se forma mediante una identidad funcional
entre los atributos de la mente y los del Corazón.
La atención del Corazón-mente implica una actitud de
espera, una orientación hacia un estado que trasciende la
mente racional, una esfera de paz, de sacralidad.
En consecuencia, la premisa del estado de entrega se crea
mediante una atención activa, superior, en la que, como ya
se ha mencionado anteriormente, el Corazón Espiritual es
al mismo tiempo la fuente de conocimiento (el conocedor),
el medio de atención (este órgano sutil de Conocimiento
Espiritual) y el objetivo de nuestra atención (el ojeto de
atención).
De este modo, se puede hablar de una atención que
emana desde el Corazón y finaliza en el Corazón. Pero en
este viaje desde nuestro Corazón individual al Corazón de
Dios, en este Conocimiento, jnana, adquirimos conciencia
de que todo está incluido, la totalidad de la Creacion,
Brahman, lo Absoluto en sí mismo.
A esto le sigue que el Conocimiento verdadero, jnana,
reside en el Corazón, en el propio núcleo de nuestro ser. La
revelación del Corazón Espiritual lleva a esta sabiduría a
penetrar completamente nuestro ser y, por tanto, nos
ilumina con su brillo.
«El ignorante piensa que el Ser puede ser conocido a
través del intelecto, pero el iluminado sabe que él está más
allá de la dualidad del conocedor y lo conocido». –
Upanishad Kena
La unidad entre Bhakti, Amor y Jnana, Conocimiento
no mediado
La mejor forma de mantener la conciencia del Corazón
Espiritual es amar. Por esta razón, jnana, el conocimiento
directo, está tan relacionado con bhakti, que significa amor,
devoción, entusiasmo, fervor, sinceridad, ardor, adoración,
éxtasis.
«Dios nace en el Corazón y el Corazón nace en Dios»,
como dijo el gran místico cristiano Meister Eckhart. Esta
visión nos conduce a la comprensión de que no hay nada
que buscar en el interior ni en el exterior. Dios ya está ahí.
La Bienaventuranza de la Existencia Pura, sat, expande el
alma y la comprensión. La Realidad Divina desvela un
misterio de amor-conciencia.
«El intelecto del Corazón» en la práctica espiritual
cristiana
En la espiritualidad cristiana, y para los Padres del
Desierto, el Corazón no es simplemente un órgano físico,
sino el centro espiritual del ser humano, su ser más
profundo y verdadero, o el santuario interior, al que sólo se
puede acceder a través del sacrificio de la individualidad,
en el que el misterio de la unión entre lo divino y lo humano
se consuma.
En la visión de los Padres del Desierto, existe un órgano de
contemplación conocido como «el ojo del Corazón» o «el
intelecto del Corazón», nous. Este nous reside «en las
profundidades del alma» y representa el aspecto más
interno del Corazón.
Para ellos, nous, «el intelecto del Corazón», es la facultad
más elevada del ser humano a través de la cual puede
conocer a Dios o las esencias internas a través de medios
de percepción espiritual o aprehensión directa (St. Isaac el
Sirio empleó el término «cognición simple»).
«El intelecto del Corazón» no funciona formulando
conceptos abstractos y no llega a conclusiones mediante la
razón deductiva. Comprende la Verdad Divina a través de
la experiencia inmediata o la intuición.
La importancia de «custodiar el Corazón»
Para los Padres del Desierto, nipsis o «custodiar el
Corazón», la vigilancia, representa la sobriedad espiritual,
un estado de alerta, de vigilancia. Implica una actitud atenta
en la que de forma casi permanente somos conscientes del
Corazón.
El principal manual de sus tradiciones es El Filokalia (una
colección de textos sobre las disciplinas de la oración
cristiana y una vida dedicada a Dios), que significa «Amor
por la Belleza» La belleza se entiende como una fuente de
vida trascendente y la revelación de la Verdad.
El título griego para El Philokalia es El Filokalia de los
Padres Nípticos, es decir, de los Padres que practicaban la
virtud de la vigilancia. Esto muestra cuán central era para
ellos la conciencia del Corazón Espiritual.
Se promueve la misma actitud en Hridaya Yoga, en
nuestros retiros y workshops.
El Ojo del Corazón
La expresión «el Ojo del Corazón» aparece también en la
tradición sufí. Aquí, representa la apertura hacia lo Divino,
el ojo a través del cual se puede observar la profundidad de
Corazón y a través del cual el Corazón puede conocer la
Realidad Divina Suprema. Según esta descripción,
podemos imaginar que este ojo del Corazón tiene dos
caras:
a) Una está orientada hacia el «interior» a través del cual el
meditador/a puede «ver» las profundidades infinitas del
Corazón;
b) La otra está orientada hacia el «exterior». Ésta
constituye el ojo a través del cual el Sujeto Supremo, el
conocedor interno, Dios, o la Conciencia Testigo está
atestiguando el mundo.
Para estas tradiciones, este lugar, en lo profundo del
Corazón, constituye el símbolo del punto de contacto con
Dios.
Cultivar el Corazón es una necesidad espiritual
fundamental
El gran místico sufí y poeta Rumi afirmó:
«Hay una vela en tu corazón,
lista para ser prendida.
Hay un vacío en tu alma,
listo para ser llenado.
Lo sientes, ¿verdad?
Sientes la separación
del Amado.
Invítale a que te llene,
abraza el fuego.
Recuérdaselo a aquellos que te dicen lo contrario».
Del mismo modo en que la mente ha sido educada en la
escuela a través de un proceso de educación, nuestro
Corazón (considerado aquí como el órgano de percepción
espiritual) necesita ser cultivado. En el ámbito del Corazón,
la mayor parte de nosotros somos en cierta forma o
totalmente analfabetos.
Por supuesto, el proceso es diferente porque los atributos
son diferentes. El arte y la contemplación constituyen
algunas de las formas para cultivar el Corazón Espiritual,
pero el mejor método para la revelación del Corazón
Espiritual y el Amor es a través de la meditación.
Cualquier escuela espiritual auténtica debe inducir o
incluso «enseñar» los principios sagrados del reino del
Corazón: amor puro, anhelo, fervor, el sagrado temblor,
la aspiración a Dios.
Un retiro para la revelación del Corazón Espiritual se puede
comparar en algunos aspectos con un ritual de iniciación.
El papel de los rituales más importantes en las tradiciones
antiguas fue el de eliminar la tendencia discursiva y
reflectiva de la mente y disolver la fuerza de la
identificación, que mantiene vivo la ciudadela de la
individualidad.
En esos momentos, era necesario un silencio absoluto de
la mente antes de entrar en el santuario (que se
corresponde con la cámara secreta del Corazón). Era así
como los iniciados/as podían sobreponerse a sus egos, a
su existencia personal, para ir al encuentro de aquello que
denominaban el Ser del Ser, la Esencia Suprema.
Diferencias entre intuición y reflexión
El Corazón es un órgano sutil de sabiduría, del así llamado
«intelecto trascendente». Se ha afirmado que: «La mente
racional no puede comprender el razonamiento del
Corazón». Dado que no puede ser comprendido por la
mente racional, el papel del Corazón Espiritual se ignora e
incluso se niega. Al refutar la intuición espiritual, que
proviene del Corazón, centrándonos sólo en la razón, el
papel iluminador del Corazón queda abolido. Al
pensamiento racional se le denomina reflexión porque, de
hecho, es una reflexión de la energía del Corazón. Debido
a esto, las tradiciones antiguas consideraban la razón, la
racionalidad, simplemente una capacidad para el
conocimiento mediado reflejo.
La mente sabe a través de un proceso de adquisición
de información. El Corazón sabe a través de la entrega,
de la confianza, de la dicha.
El conocimiento de la mente es sequencial, el
conocimiento del Corazón es instantáneo, indiviso. Es
revelacion. Es holístico. Revela advaita, la no-dualidad.
Las «luminarias» de la conciencia
Se han establecido analogías entre el Sol y la Luna, por un
lado, y entre el Corazón y la mente, por otro. En el
hinduismo la mente se denomina chandra mandala, «el
círculo de la luna», y el Corazón, surya mandala, «el círculo
del sol.»
Incluso las características correspondientes a cada uno de
estos dos órganos son simbólicas en y sobre ellos mismos:
radiante presencia en el Corazón y reflexión, inteligencia
discursiva de la mente. De hecho, la mente es simplemente
una herramienta para nuestra adaptación al mundo.
La intuicion, que procede del Corazón, es divina, ya que
representa una participación directa en la sabiduría
espiritual universal.
El Corazón, en calidad de Sol Espiritual, es una imagen del
Centro. Se le considera el lugar de la revelación, el centro
vital del ser y la fuente de la más profunda intuición. El
Corazón es un órgano «teofánico» (la teofanía es una
manifestación visible de Dios para la humanidad). Es un
símbolo sagrado por excelencia.
La mente es, por tanto, un instrumento imperfecto con una
habilidad inherente para comprender y realizar atman.
«La verdad del Ser no puede proceder de aquel que no ha
realizado qué es el Ser. El intelecto no puede revelar el Ser
más allá de la dualidad de sujeto y objeto». -Ramana
Maharshi.
La fuente de energía de la individualidad
De acuerdo con Ramana Maharshi (según la tradición
Vedanta Advaita), esta energía sutil primordial asciende
desde el Corazón a la mente a través de un canal de
energía (conocido como atma nadi). Aquí alimenta el
proceso de pensamiento y, de forma implícita, la conciencia
individual con todos sus apegos y esperanzas, ilusiones y
sufrimiento. Ésta es la razón por la que la metne se
visualiza como la Luna que simplemente refleja la luz del
corazón del Sol.
Regresando al Corazón, todo sonido vano del mundo se
acalla…
El Corazón es un santuario de silencio.
Ahí, en la más sagrada intimidad y soledad de la «cueva
del Corazón», los humores de la individualidad se
desvanecen y la conciencia de unidad se revela. Ahí, el
mundo y el ser humano son uno. De este modo, de forma
paradójica, la soledad y la intimidad del Corazón revelan la
Unidad esencial de toda la existencia.
¿Qué es Hridaya Yoga?
En nuestros tiempos, la conexión entre nuestra inteligencia
intuitiva superior y el Corazón prácticamente se ha
olvidado. Incluso si aceptamos la idea de la existencia del
Corazón Espiritual de forma general, tendemos a aceptarla
simbólicamente.
El Yoga del Corazón Espiritual y el Retiro Hridaya para la
revelación del Corazón Espiritual parten de la premisa de
que las ideas tradicionales acerca del Corazón Espiritual
pueden y deben aplicarse de formas muy concretas y
prácticas. El Corazón, concebido como órgano de
conocimiento directo, puede y debe entrenarse de forma
constante para aumentar su pureza y capacidad de Amar,
atestiguar, entregarse…
De este modo, los límites entre la individualidad se
desvanecen y a través del reconocimiento de su atributo
fundamental como entrada al Infinito, el Ser Supremo,
atman, se revela.

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