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CAPÍTULO I

1. MARCO TEÓRICO

a) La Espiritualidad y el hombre.-

La filosofía oriental (hinduista - budista) siempre ha estado enfocado en la

relación del hombre con su espiritualidad, ya que así podría encontrar una

comunión entre lo externo e interno (su yo interior, su mente) alcanzado así

la anhelada paz interior.

Dichas creencias estaban relacionadas a la mente o pensamientos, pues

estos eran un conducto para una conexión mística entre cuerpo y mente,

mediante el cual lograrían en un principio no solo interiorizar sus

pensamientos, si no retratarlos de tal forma que no solo podrían trasformar

su interior, si no lograr descubrir dentro de ellos mismos un poder espiritual

que fuera de beneficio para todos, y encontrar así la esencia de su propia

mente.

Para ello recurrían a un estado de conciencia, de calma para la mente, esta

práctica ancestral es llamada meditación, es un estado de relajación no solo

mental si no físico, utilizado para lograr un control y paz total en nuestros

pensamientos. Esta práctica no es generalmente dogmática ya que según el


zen, “Meditar es la condición natural de la conciencia humana, capaz de

comprender por sí sola el significado de su existencia”.

Entonces podemos deducir que la meditación tiene una relación directa con

nuestras raíces espirituales, pues esta práctica está fuertemente influenciada

por los hinduistas y budistas dentro del contexto religioso o espiritual, los

practicantes creen que la meditación abre la mente a la influencia divina o

sirve como una forma de oración o culto. El objetivo de la meditación es una

mayor comprensión, a menudo puramente intuitiva, de las verdades

espirituales.
b) Mándala una representación artística más allá

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