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INTRODUCCIÓN

Para el ser humano comunicarse es algo primordial, desde el nacimiento se observan hitos
y conductas que van dando pie al desarrollo de la comunicación y de las habilidades de
interacción social, se observa interés por el otro y el intento de modificar el ambiente que
le rodea, conjuntamente se desarrolla la capacidad de exploración de objetos que propicia
la adquisición de los conceptos de realidad, flexibilidad e imaginabilidad (MINSAL, 2011).
Estas habilidades forman los pilares que caracterizan al ser humano y lo guían en su
adaptación a la sociedad en la que se desenvuelve.
No obstante, en los niños que presentan Transtorno del Espectro Autista (TEA) que
corresponden a 1 de cada 150 niños (Quijada, C., 2008), estas características se encuentran
descendidas, limitadas o incluso ausentes, lo que provoca diversas dificultades tanto en el
niño como para su familia, su escuela y en un futuro para su trabajo.
El propósito de esta revisión es abordar el Trastorno del Espectro Autista, señalar sus
características, etiología, diagnóstico, evaluación e intervención para los niños que
presentan este trastorno.
TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA
Leo Kanner en el año 1943, describió por primera vez el trastorno autista (TA) actualmente
denominado Trastorno en el Espectro Autista (TEA) (Quijada, C., 2008; MINEDUC, 2005).
Con el paso del tiempo ha presentado diferentes definiciones, ha pasado de ser considerado
un trastorno presentado sólo en la infancia a ser una condición que se mantendrá a lo largo
de la vida de quien la presente.
Actualmente, la definición que se maneja es la entregada por el Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mental (DSM-V) publicado el año 2013, en donde se presenta
como Trastorno del espectro del autismo y lo caracteriza como deficiencias persistentes en
la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, manifestado por:
1. Deficiencias en la reciprocidad socioemocional, por ejemplo, desde un acercamiento
social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos pasando por la
disminución en intereses, emociones o afectos compartidos hasta el fracaso en iniciar o
responder a interacciones sociales.
2. Deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción
social, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada pasando por
anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la comprensión y el
uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
3. Deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones, varían, por
ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales
pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la
ausencia de interés por otras personas.
Además, señala que este trastorno también se manifiesta con patrones restrictivos y
repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan en dos o más
de los siguientes puntos:
1. Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos (p. ej.,
estereotipias motoras simples, alineación de los juguetes o cambio de lugar de los objetos,
ecolalia, frases idiosincrásicas).
2. Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de
comportamiento verbal o no verbal (p. ej., gran angustia frente a cambios pequeños,
dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo,
necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
3. Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de
interés (p. ej., fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente
circunscritos o perseverantes).
4. Hiper- o hiporeactividad a los estimulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos
sensoriales del entorno (p. ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta
adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos,
fascinación visual por las luces o el movimiento).
El DSM-5 también destaca que los síntomas deben de estar presentes en las primeras fases
del período de desarrollo (pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda
social supera las capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias
aprendidas en fases posteriores de la vida). Y que dichos síntomas causan un deterioro
clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento
habitual.
Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del
desarrollo intelectual) o por el retraso global del desarrollo. A pesar de esto, se destaca que
la discapacidad intelectual y el trastorno del espectro del autismo con frecuencia coinciden;
para hacer diagnósticos de comorbilidades de un trastorno del espectro del autismo y
discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para
el nivel general de desarrollo. Por lo cual, es de suma importancia especificar si el TEA se
presenta con o sin déficit intelectual acompañante, con o sin deterioro del lenguaje
acompañante, o si se encuentra o no asociado a una afección médica o genética, o a un
factor ambiental conocidos o asociado a otro trastorno del desarrollo neurológico, mental
o del comportamiento. También debe especificarse el nivel de severidad:
- Nivel 1: necesita ayuda
- Nivel 2: necesita ayuda notable
- Nivel 3: necesita ayuda muy notable
Esta información es de suma importancia, ya que a partir de esta los profesionales que
componen el equipo multidismensional que intervienen a los niños, adolescentes y adultos
con TEA, ya sean neurólogo, psiquiatra, psicólogo, fonoaudiólogo, terapeuta ocupacional,
entre otros, podrán entregar un tratamiento de mejor calidad y acorde a las habilidades y
necesidades del usuario.
EPIDEMIOLOGÍA
Según la encuesta Nacional de Discapacidad (2004), del total de la población chilena, que
asciende a 15 millones de habitantes según el último Censo, 15.500 personas, es decir, uno
de cada mil chilenos presenta discapacidad por trastornos severos de la comunicación.
ETIOLOGÍA
Este trastorno no presenta un gen específico relacionado a su presencia. A pesar de esto se
sabe que el TEA es una enfermedad poligénica con alto índice de hereditabilidad. Se
describe asociado a genes que codifican proteínas que trasmiten señales entre sistemas
celulares relacionadas con proliferación, motilidad, diferenciación, con el crecimiento de
conexiones y con la sobrevivencia celular. En investigaciones del cromosoma 7q 31
relacionado con las mini columnas cerebrales en TEA se encontró asociación del gen
receptor MET de tirosina kinasa en el desarrollo neocortical y cerebeloso, sistema inmune
y gastrointestinal.
EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO
Para establecer el diagnóstico, se debe realizar una anamnesis lo más profunda posible, en
donde los padres o cuidadores deben entregar la mayor información con respecto a lo que
se le pregunta. Posterior a esto, se evalúan diferentes ámbitos desde lo sensorial, social
lingüístico hasta su desempeño personal y familiar. Para lo cual, los profesionales
competentes aplican diversas pruebas, test o pautas, dentro de las que se encuentran los
test de Screening (CHAT, MCHAT) que pueden ser aplicados en edades tan tempranas como
los 12-16 meses, las pautas de cotejo de señales de alerta de TEA, el Q-CHAT, ADOS-G
(Escala de Observación Diagnostica del autismo- Genérica), la Escala de evaluación del
Autismo infantil (CARS) también se encuentran los protocolos informales, evaluaciones
mediante el juego u observación directa de la conducta (MINSAL, 2011)
Existen casos en que los niños con TEA tienen un período de desarrollo normal sin signos de
trastorno en el desarrollo por lo que la detección debería empezar a los 18 meses de edad
y ser repetido a los 24 y 36 meses. El diagnóstico de TEA puede ser hecho a los 14 meses de
vida, pero puede no mantenerse hasta en un tercio de los niños diagnosticados antes de los
3 años de edad
INTERVENCIÓN
Con respecto a la intervención, existen diferentes estrategias para tratar a los usuarios que
presentan TEA (Antilén, 2017; Sánchez, M., y otros, 2015), que en general se encuentran
enfocadas a fomentar una mayor funcionalidad en los contextos en los que se desenvuelve
la persona en cuestión. Dentro de las estrategias que se encuentran:
- ABA (Análisis del Comportamiento Aplicado): Terapia basada en el análisis
conductual aplicado. Uso de técnicas y principios conductuales para lograr un
cambio significativo y positivo en el comportamiento. Su objetivo es enseñar nuevas
habilidades, generalizarlas y reducir comportamientos no deseados, mediante el
uso de refuerzos o interacciones positivas.
- FloorTime (Intervención del Desarrollo basada en las Relaciones y las Diferencias
Individuales): Series de técnicas para ayudar a padres/profesionales en torno a la
comunicación fomentando la capacidad interactiva y de desarrollo del niño. Se
trabaja la habilidad de abrir/cerrar círculos de comunicación, mediante interacción
no estructurada, basadas en los propios intereses del niño.
- Integración sensorial: Dirigido a las funciones corporales, habilidades perceptivas
motoras, la regulación cognitiva y emocional. Basado en los patrones de
procesamiento sensorial, bajo la idea de menos a más, fomentando una integración
paulatina. Su importancia recae en que el 90% de los niños con TEA presentan
dificultades en este nivel.
- TEACHH Tratamiento y educación de niños autistas y con problemas de
comunicación, y su familia. Integra todas las habilidades. Se enfoca en incrementar:
Interacción social en entornos naturales y diversos contextos, calidad de vida
familiar, lenguaje y comunicación, nivel académico y ampliar los intereses del
usuario.
CONCLUSIÓN
En síntesis el trastorno del espectro autista, afecta en diversos ámbitos a la persona que lo
presenta, y no solo a ella sino a toda su familia y quienes le rodean. Por lo mismo es
necesario que se realice una detección temprana y un abordaje multidisciplinario con
profesionales competentes y comprometidos con la calidad de vida del usuario, que
cuenten con los conocimientos necesarios con respecto a las diversas estrategias que
pueden ser utilizadas para un tratamiento acorde a las necesidades y habilidades de cada
persona, pues no se debe olvidar que cada usuario es un ser único y que a pesar de
compartir un diagnóstico pueden ser muy diferentes entre sí.
BIBLIOGRAFÍA
• Sánchez, M., Martínez, E., Moriana, J., Luque, B. y Alós, F. (2015). Psicología
educativa: la atención temprana en los trastornos del espectro autista (TEA).
Elsevier, 21,55-63.
• American Psychiatric Association. (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mental (DSM-V). Estados Unidos
• Antilén. (2017). Curso técnico-práctico: “Abordaje Integral del Trastorno del
Espectro Autista”. Chillán, Chile
• MINSAL (2011). Guía de práctica clínica. Detección y diagnóstico oportuno del
Trastorno del Espectro Autista. Chile.
• Quijada, C (2008). Espectro Autista. Revista Chilena de pediatría. Chile

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