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El cambio climático que empujó a

los humanos a conquistar el mundo


Tres artículos sugieren que un entorno cambiante hizo que ya hace
300.000 años los primeros humanos utilizaban pigmentos con intención
simbólica y comerciaban

https://elpais.com/elpais/2018/03/15/ciencia/1521139094_739880.html

Rick Pots, en los yacimientos de Olorgesailie INSTITUCIÓN SMITHSONIANA

Cuando Charles Darwin planteó su teoría de la evolución, se dio cuenta de


que necesitaba el tiempo profundo. Para un humano, que vive menos de un
siglo, es difícil imaginar la dimensión temporal en la que opera la selección
natural para convertir algo parecido a un mono en alguien capaz de leer un
periódico. Incluso acercarse al periodo en que comenzó a aparecer nuestra
especie requiere imaginar una escala de miles de vidas humanas.

Con ese salto en mente, nos podemos trasladar a las llanuras aluviales que
ocupaban hace 800.000 años (al menos 10.000 vidas humanas) los
yacimientos de Olorgesailie, en el sur de Kenia. Según reconstruyen tres
artículos que se publican esta semana en la revista Science, en aquel tiempo,
el clima se volvió más cambiante, las fluctuaciones entre periodos áridos y
húmedos se hizo más frecuente y la región empezó a mutar en una
gigantesca pradera. Los cambios comenzaron a afectar a los habitantes de la
zona y muchos grandes mamíferos, como algunas especies de elefantes y
caballos, se extinguieron y fueron sustituidos por animales de menor
tamaño. Nuestros parientes de la época también debieron sentir la presión y,
al ritmo pausado que marca la evolución, comenzaron a convertirse en otra
cosa.
Los humanos ya comerciaban con grupos distantes para
obtener obsidiana para hacer herramientas y pigmentos

En un artículo liderado por Richard Potts, de la Institución Smithsoniana, se


muestra el efecto de medio millón de años de alimentación incierta y
volcanes y terremotos que crearon un nuevo paisaje. Las grandes piedras
talladas con material local, menos sofisticadas y empleadas para multitud de
tareas fueron sustituidas hace unos 320.000 años por obsidiana llegada de
lejos, en ocasiones de hasta casi 90 kilómetros de distancia. Estas
herramientas, que además eran más sofisticadas, son una señal de la mayor
movilidad de aquellos humanos y de un posible comercio incipiente.

Diversas herramientas de
piedra de hace 320.000 años INSTITUCIÓN SMITHSONIANA

“Creemos que los cambios tecnológicos y las interacciones entre grupos


sociales distantes debe haber implicado cambios en las capacidades
mentales”, afirma Potts. “La tecnología de la Edad de Piedra intermedia
requería una planificación cuidadosa de la elaboración de herramientas, algo
que incluye la capacidad para predecir el tamaño y la forma exacta de las
lascas arrancadas de un núcleo de piedra cuidadosamente preparado. Esta
capacidad para planificar no resulta evidente en las hachas de mano
Achelenses del periodo anterior”, añade. “Además, las pruebas de traslado a
larga distancia de grandes cantidades de roca obsidiana muy afilada y
valiosa, desde diferentes lugares y direcciones, requirió casi con certeza
interacciones con grupos sociales alejados”, continúa. “Este comportamiento
significa que estos humanos primitivos en particular eran capaces de
desarrollar y guardar un mapa mental de su entorno físico y social, algo que
requirió señales simbólicas, posiblemente pintándose la piel o tiñéndose el
pelo, para indicar alianzas y conexiones entre grupos”, concluye.

En la región no se han encontrado restos de los individuos que tallaron


aquellas rocas y hasta hace poco no se conocían fósiles de Homo sapiens con
la edad de esas herramientas. Sin embargo, el hallazgo de parte de un cráneo
en el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos, con 315.000 años de edad,
puede dar una idea de quienes fueron los autores del cambio tecnológico
descubierto en Kenia. Por aquellos vestigios hay indicios “de que la forma de
la bóveda craneal está entre los homínidos del Pleistoceno medio, conocidos
como Homo heidelbergensis y datados en unos 500.000 años, y los fósiles
mucho más recientes de Homo sapiens de África oriental datados en
200.000 años y menos”, señala Mohamed Sahnouni, paleontólogo del Centro
Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos.

Los pigmentos serían el indicio más antiguo que se tiene


de pensamiento simbólico

La hipótesis de Potts de unos humanos viajeros y comerciantes, aunque sea


de una manera rudimentaria, hace más de 3.000 siglos, se sustenta también
en un segundo artículo publicado en Science. En un trabajo liderado por
Alison Brooks, profesora de la Universidad George Washington (EEUU), se
incluyen más pruebas de la transición desde unas herramientas toscas y
pesadas, elaboradas con roca volcánica de origen local, encontradas hace
medio millón de años, hasta otras más pequeñas y refinadas elaboradas en
casi la mitad de los casos con obsidiana importada. Pero la roca no era la
única importación de aquellos supervivientes del cambio climático. Allí
también había rocas exóticas, verdes, marrones y blancas que se utilizarían
para la comunicación simbólica o, incluso, como señal de estatus para
diferenciar a unos individuos de otros.

“Creo que nuestros hallazgos implican que los primeros Homo sapiens o sus
inmediatos predecesores habían desarrollado una capacidad excepcional
para el aprendizaje cultural”, cuenta Potts. En su opinión, los humanos que
después llegaron a Europa y dejaron obras de arte en cuevas como las de
Altamira o Lascaux “emplearon este mismo don para el aprendizaje cultural
para convertirse en artistas o artesanos, desarrollar vidas sociales complejas
y convertirse en más de 7.300 millones de personas asentadas en casi todos
los entornos de la Tierra actual”.

“La implicación de estos nuevos descubrimientos en Olorgesailie, de hace


más de 300.000 años, muestra que los signos de comportamiento moderno
relacionados con actividades simbólicas como el uso de ocre rojo existían
mucho antes de lo que se sabía”, apunta Sahnouni. Sin embargo, las pinturas
de Altamira y las figuras talladas europeas muestran la explosión del
comportamiento simbólico, que llegó mucho después, y sus autores eran
iguales que los humanos actuales”, concluye.

El cambio climático habría obligado a los humanos a


desarrollar nuevas tecnologías y otra cultura simbólica
para sobrevivir

Este relato, como sucede casi siempre cuando se trata de reconstruir lo


sucedido hace tanto tiempo, también plantea dudas. Manuel Domínguez-
Rodrigo, antropólogo de la Universidad Complutense, recuerda que hay
otros yacimientos en África, como el tanzano de Ndutu, citado en uno de los
artículos publicados hoy, en los que se encontraron herramientas de la Edad
de Piedra intermedia aún más antiguos, de hasta 380.000 años. “Como son
dataciones más antiguas, ponen en duda que sean buenas, pero creo que se
deberían comprobar antes de afirmar que estas son [las herramientas de
este tipo] más antiguas de África del este.
El investigador, con una amplia experiencia en yacimientos africanos,
plantea también que la existencia de esta tecnología más avanzada en
tiempos anteriores cuestiona que se asocie la aparición de Homo sapiens al
cambio climático que se produjo hace 300.000 años. Incluso duda de que
esta tecnología avanzada se deba asociar necesariamente a miembros
primitivos de nuestra especie. “En los lechos de Ndutu hay tecnología MSA
[de la edad de piedra intermedia] a Homo heidelbergensis”, asegura. Por
último, señala que no se sabe si los pigmentos descritos en Science se usaban
necesariamente de forma simbólica. “Estos pigmentos existen de forma
natural asociados a sedimentos aluviales. Hay pigmentos de más de un
millón de años en Olduvai y no podemos afirmar que se utilizasen de forma
simbólica”, añade.

Las dudas de Domínguez-Rodrigo se deben en buena medida a la falta de


piezas con las que reconstruir el rompecabezas del linaje humano. La
aparición de nuevos fósiles y nuevas tecnologías han cambiado nuestra
visión de los neandertales, que en pocas décadas han pasado de ser
paradigma de brutalidad a convertirse en humanos de pleno derecho y
parientes. El trabajo en África, la cuna de nuestra especie, excavando
literalmente en nuestros orígenes, seguirá haciéndonos cambiar de opinión
para conocer mejor quienes somos.

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