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EJE TEMÁTICO DOS 1

REGIMEN PATRIMONIAL – MATRIMONIAL ARGENTINO

Características
Según Krasnow son:
- Convencional no pleno: ya que permite que la pareja antes o en el acto de celebración del matrimonio
opte por cualquiera de las dos regímenes que ofrece el sistema: comunidad de ganancias o separación de bienes.
Ante la falta de opción, funcionará por vía supletoria la comunidad de ganancias.
- Mutable: durante la vigencia del matrimonio, los cónyuges pueden cambiar de régimen la cantidad de
veces que lo consideren necesario, con la única limitación que permanezcan en el mismo régimen al menos un
año. Es decir que al momento de la celebración del matrimonio pueden optar los cónyuges por el régimen de
comunidad y transcurrido al menos un año, a través de una convención matrimonial, mutar al régimen de
separación de bienes o viceversa.
- Limitación a la autonomía de la voluntad: si bien los cónyuges tienen autonomía de la voluntad para
la elección del régimen antes o durante la celebración del matrimonio e incluso la facultad de modificar de
régimen durante la vigencia del matrimonio, la ley impone un régimen primario que es aplicable a ambos
regímenes

Régimen primario
Si bien el Código Civil y Comercial confiere a los contrayentes la posibilidad de optar entre dos regímenes
patrimoniales – matrimoniales, es decir, el régimen de comunidad (régimen supletorio) o régimen de separación
de bienes, se ha establecido un régimen primario.
El régimen primario implica una serie de normas que se imponen por sobre la voluntad de los esposos y que se
aplican independientemente del régimen patrimonial – matrimonial elegido, es decir, son normas de orden
público que se aplican ya sea que los cónyuges hayan optado por el régimen de separación de bienes o se
encuentren en el régimen de comunidad.
Estas disposiciones son inderogables por convención de los cónyuges

Deber de contribución
Los cónyuges deben contribuir a su propio sostenimiento, el del hogar y el de los hijos comunes, en proporción a
sus recursos. Esta obligación se extiende a las necesidades de los hijos menores de edad, con capacidad
restringida, o con discapacidad de uno de los cónyuges que conviven con ellos.
El cónyuge que no da cumplimiento a esta obligación puede ser demandado judicialmente por el otro para que lo
haga, debiéndose considerar que el trabajo en el hogar es computable como contribución a las cargas (Art. 455).
En relación a esta disposición, Marisa Herrera expresa:
- Bajo esta norma se protege al grupo familiar más próximo, al exigirle a los esposos efectuar erogaciones
para su propio sostenimiento, el del hogar conyugal, y el de los hijos del matrimonio, conforme sus
recursos.
- Los sujetos beneficiarios son los hijos menores de edad, con capacidad restringida o con discapacidad,
incluso cuando ellos sean hijos de uno solo de los integrantes de la unión marital, siempre que se
cumplan dos condiciones: a) los beneficiarios deben vivir bajo el mismo techo con la pareja matrimonial.
b) los beneficiarios deben ser menores de edad, con capacidad restringida o padecer algún tipo de
discapacidad.
- Cualquiera de los cónyuges está legitimado para iniciar acción judicial contra el otro cónyuge que no dé
cumplimiento con la disposición bajo análisis.

El asentimiento conyugal: actos comprendidos, requisitos, autorización judicial


El “asentimiento” significa la conformidad de un tercero que no es parte. La calidad de tercero del cónyuge
asentidor cuando interviene como tal en un acto de disposición onerosa practicado por su consorte, sólo tiene el
sentido de que se notifica del acto y que hasta ese momento no tiene nada que oponer, pero de ninguna manera
implica reconocer la onerosidad o la sinceridad del acto.
Esta conformidad del cónyuge no contratante del acto, es requerida a los fines de la validez de ciertos actos, sea
cual sea el régimen patrimonial – matrimonial bajo el que se encuentren los cónyuges.
En este sentido, el art. 456 del CCyCN establece:
Ninguno de los cónyuges puede, sin el asentimiento del otro, disponer de los derechos sobre la vivienda familiar,
ni de los muebles indispensables de ésta, ni transportarlos fuera de ella. El que no ha dado su asentimiento
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puede demandar la nulidad del acto o la restitución de los muebles dentro del plazo de caducidad de seis meses
de haberlo conocido, pero no más allá de seis meses de la extinción del régimen matrimonial”.
La vivienda familiar no puede ser ejecutada por deudas contraídas después de la celebración del matrimonio,
excepto que lo hayan sido por ambos cónyuges conjuntamente o por uno de ellos con el asentimiento del otro.

Requisitos del asentimiento


El asentimiento “debe versar sobre el acto en sí y sus elementos constitutivos”.
Es decir que: se impone un conocimiento efectivo del contenido que sólo se adquiere a través de la información y
de la transparencia que le permitan al cónyuge que asiente valorar la conveniencia del acto, particularmente en
un contexto intrafamiliar (posición vital), en el cual puedan presentarse supuestos de “influencia injusta o de
abuso de posición

Responsabilidad solidaria por las deudas


El régimen primario, bajo el principio de solidaridad familiar que inspira el Código Civil y Comercial, ha introducido
novedosas modificaciones al régimen de deudas, sea cual sea el régimen patrimonial – matrimonial bajo el que se
encuentre los cónyuges.
En este sentido, el Art. 461 del CCyCN establece que: “los cónyuges responden solidariamente por: Las
obligaciones contraídas por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y
la educación de los hijos”. Es el deber de contribución. “Fuera de esos casos, y excepto disposición en contrario
del régimen matrimonial, ninguno de los cónyuges responde por las obligaciones del otro”.
Entonces, podemos concluir que, como principio general, se consagra el principio de separación de deudas, en el
cual cada cónyuge responde con sus bienes propios y los gananciales que administra (en el caso de el régimen de
comunidad) y con sus bienes personales (en el caso del régimen de separación de bienes) por sus deudas
personales, con la excepción de que la responsabilidad será solidaria, es decir que el acreedor podrá atacar los
bienes de cualquiera de los cónyuges, cuando la deuda haya sido contraída para “solventar las necesidades
ordinarias del hogar o el sostenimiento o la educación de los hijos comunes

Régimen de comunidad. Carácter supletorio


Los cónyuges pueden optar por el régimen patrimonial – matrimonial que regulará sus relaciones patrimoniales,
pudiendo optar por el régimen de separación o de comunidad. Asimismo, se establece un marco normativo que
funcionará como régimen supletorio a falta de opción, este es el régimen de comunidad.
Así, entonces: a falta de opción hecha en la convención matrimonial, los cónyuges quedan sometidos desde la
celebración del matrimonio al régimen de comunidad de ganancias. No puede estipularse que la comunidad
comience antes o después, excepto el caso de cambio de régimen matrimonial

Bienes propios y gananciales de los cónyuges. Prueba del carácter de los bienes
En el régimen de comunidad, el sistema de calificación de los bienes según sean propios o gananciales, reviste
gran importancia sobre cuestiones impositivas, la responsabilidad por las deudas de los cónyuges, la
determinación de los bienes que integraran el acervo hereditario y porque determina sobre qué bienes los
esposos tendrán derecho exclusivo de propiedad (bienes propios) y cuáles serán objeto de partición por mitades
una vez extinguida la comunidad (bienes gananciales).

Bienes propios
El art. 464 establece cuáles son los bienes propios de los cónyuges. Para mayor comprensión, los agruparemos
según distintos criterios:
Son bienes propios de cada uno de los cónyuges:
I) Los bienes aportados al matrimonio
a) los bienes de los cuales los cónyuges tienen la propiedad, otro derecho real o la posesión al tiempo de la
iniciación de la comunidad;
II) Los bienes adquiridos a título gratuito
b) los adquiridos durante la comunidad por herencia, legado o donación, aunque sea conjuntamente por ambos,
y excepto la recompensa debida a la comunidad por los cargos soportados por ésta.
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Los recibidos conjuntamente por herencia, legado o donación se reputan propios por mitades, excepto que el
testador o el donante hayan designado partes determinadas.
No son propios los bienes recibidos por donaciones remuneratorias, excepto que los servicios que dieron lugar a
ellas hubieran sido prestados antes de la iniciación de la comunidad. En caso de que el valor de lo donado exceda
de una equitativa remuneración de los servicios recibidos, la comunidad debe recompensa al donatario por el
exceso;
III) Los bienes adquiridos por subrogación real con otros bienes propios.
c) los adquiridos por permuta con otro bien propio, mediante la inversión de dinero propio, o la reinversión del
producto de la venta de bienes propios, sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad si hay un saldo
soportado por ésta. Sin embargo, si el saldo es superior al valor el aporte propio, el nuevo bien es ganancial, sin
perjuicio de la recompensa debida al cónyuge propietario;
d) los créditos o indemnizaciones que subrogan en el patrimonio de uno de los cónyuges a otro bien propio;
e) los productos de los bienes propios, con excepción de los de las canteras y minas;
f) las crías de los ganados propios que reemplazan en el plantel a los animales que faltan por cualquier causa. Sin
embargo, si se ha mejorado la calidad del ganado originario, las crías son gananciales y la comunidad debe al
cónyuge propietario recompensa por el valor del ganado propio aportado;
IV) Los bienes adquiridos por título o causa anterior al matrimonio.
g) los adquiridos durante la comunidad, aunque sea a título oneroso, si el derecho de incorporarlos al patrimonio
ya existía al tiempo de su iniciación;
h) los adquiridos en virtud de un acto anterior a la comunidad viciado de nulidad relativa, confirmado durante
ella;
i) los originariamente propios que vuelven al patrimonio del cónyuge por nulidad, resolución, rescisión o
revocación de un acto jurídico;
V) Los adquiridos por accesión
j) los incorporados por accesión a las cosas propias, sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad por el
valor de las mejoras o adquisiciones hechas con dinero de ella;
VI) los adquiridos por un supuesto especial de accesión
k) las partes indivisas adquiridas por cualquier título por el cónyuge que ya era propietario de una parte indivisa
de un bien al comenzar la comunidad, o que la adquirió durante ésta en calidad de propia, así como los valores
nuevos y otros acrecimientos de los valores mobiliarios propios, sin perjuicio de la recompensa debida a la
comunidad en caso de haberse invertido bienes de ésta para la adquisición;
l) la plena propiedad de bienes cuya nuda propiedad se adquirió antes del comienzo de la comunidad, si el
usufructo se extingue durante ella, así como la de los bienes gravados con otros derechos reales que se
extinguen durante la comunidad, sin perjuicio del derecho a recompensa si para extinguir el usufructo o los otros
derechos reales se emplean bienes gananciales;
VII) los bienes propios por su naturaleza.
m) las ropas y los objetos de uso personal de uno de los cónyuges, sin perjuicio de la recompensa debida a la
comunidad si son de gran valor y se adquirieron con bienes de ésta; y los necesarios para el ejercicio de su
trabajo o profesión, sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad si fueron adquiridos con bienes
gananciales;
n) las indemnizaciones por consecuencias no patrimoniales y por daño físico causado a la persona del cónyuge,
excepto la del lucro cesante correspondiente a ingresos que habrían sido gananciales;
ñ) el derecho a jubilación o pensión, y el derecho a alimentos, sin perjuicio del carácter ganancial de las cuotas
devengadas durante la comunidad y, en general, todos los derechos inherentes a la persona;
VIII) la situación especial de la propiedad intelectual e industrial.
o) la propiedad intelectual, artística o industrial, si la obra intelectual ha sido publicada o interpretada por primera
vez, la obra artística ha sido concluida, o el invento, la marca o el diseño industrial han sido patentados o
registrados antes del comienzo de la comunidad. El derecho moral sobre la obra intelectual es siempre personal
del autor.
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Bienes gananciales
los bienes gananciales son aquellos incorporados al patrimonio de uno o ambos esposos durante el régimen de
comunidad por causa onerosa, siempre que no corresponda calificarlos como propios, presumiéndose la
ganancialidad de los bienes existentes a la culminación del régimen.
Son bienes gananciales:
a) los creados, adquiridos por título oneroso o comenzados a poseer durante la comunidad por uno u otro de los
cónyuges, o por ambos en conjunto
b) los adquiridos durante la comunidad por hechos de azar, como lotería, juego, apuestas, o hallazgo de tesoro;
c) los frutos naturales, industriales o civiles de los bienes propios y gananciales, devengados durante la
comunidad;
d) los frutos civiles de la profesión, trabajo, comercio o industria de uno u otro cónyuge, devengados durante la
comunidad;
e) lo devengado durante la comunidad como consecuencia del derecho de usufructo de carácter propio;
f) los bienes adquiridos después de la extinción de la comunidad por permuta con otro bien ganancial, mediante
la inversión de dinero ganancial, o la reinversión del producto de la venta de bienes gananciales, sin perjuicio de
la recompensa debida al cónyuge si hay un saldo soportado por su patrimonio propio. Sin embargo, si el saldo es
superior al valor del aporte ganancial, el nuevo bien es propio, sin perjuicio de la recompensa debida a la
comunidad;
g) los créditos o indemnizaciones que subrogan a otro bien ganancial;
h) los productos de los bienes gananciales, y los de las canteras y minas propias, extraídos durante la comunidad;
i) las crías de los ganados gananciales que reemplazan en el plantel a los animales que faltan por cualquier causa
y las crías de los ganados propios que excedan el plantel original;
j) los adquiridos después de la extinción de la comunidad, si el derecho de incorporarlos al patrimonio había sido
adquirido a título oneroso durante ella;
k) los adquiridos por título oneroso durante la comunidad en virtud de un acto viciado de nulidad relativa,
confirmado después de la disolución de aquélla;
l) los originariamente gananciales que vuelven al patrimonio ganancial del cónyuge por nulidad, resolución,
rescisión o revocación de un acto jurídico;
m) los incorporados por accesión a las cosas gananciales, sin perjuicio de la recompensa debida al cónyuge por el
valor de las mejoras o adquisiciones hechas con sus bienes propios;
n) las partes indivisas adquiridas por cualquier título por el cónyuge que ya era propietario de una parte indivisa
de carácter ganancial de un bien al extinguirse la comunidad, sin perjuicio de la recompensa debida al cónyuge
en caso de haberse invertido bienes propios de éste para la adquisición;
ñ) la plena propiedad de bienes cuya nuda propiedad se adquirió a título oneroso durante la comunidad, si el
usufructo se consolida después de su extinción, así como la de los bienes gravados con derechos reales que se
extinguen después de aquélla, sin perjuicio del derecho a recompensa si para extinguir el usufructo o los otros
derechos reales se emplean bienes propios.
No son gananciales las indemnizaciones percibidas por la muerte del otro cónyuge, incluso las provenientes de un
contrato de seguro, sin perjuicio, en este caso, de la recompensa debida a la comunidad por las primas pagadas
con dinero de ésta.

Gestión de los bienes en la comunidad. La intervención del cónyuge no titular: carácter,


fundamentos, fines, actos y bienes comprendidos. Sanción por falta de asentimiento. Bienes
adquiridos conjuntamente. Prueba. Fraude
En nuestro ordenamiento jurídico, calificamos a la gestión de los bienes como una gestión separada con
tendencia a la gestión conjunta. Ello pues en principio cada cónyuge tiene la libre administración y disposición de
los bienes propios y gananciales que adquiere a título legítimo, requiriéndose el asentimiento conyugal para
ciertos actos de disposición y gravamen (de ahí la tendencia a la gestión conjunta).
La gestión de los bienes en el régimen de comunidad variará según se trate de bienes propios o gananciales de
los cónyuges.
Respecto a los bienes propios, el Art. 469 CCyCN establece que “cada uno de los cónyuges tiene la libre
administración y disposición de sus bienes propios.
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En este sentido, tenemos un principio general que es que cada cónyuge “tiene la libre administración y
disposición de sus bienes propios”, excepto para “disponer de los derechos sobre la vivienda familiar, ni de los
muebles indispensables de ésta, ni transportarlos fuera de ella”, sin el asentimiento del otro cónyuge. Como
vemos, esta limitación está impuesta por el régimen primario protegiendo la vivienda como derecho humano.

Respecto a los bienes gananciales, el art. 470 establece que “la administración y disposición de los bienes
gananciales corresponde al cónyuge que los ha adquirido”.
Es decir, que nuevamente como principio general el ordenamiento jurídico recepta la libre administración y
disposición de los bienes gananciales que cada cónyuge haya adquirido. Sin embargo, y como excepción, es
necesario el asentimiento del otro para enajenar o gravar:
a. los bienes registrables;
b. las acciones nominativas no endosables y las no cartulares (los que constan en un documento), con excepción
de las autorizadas para la oferta pública, (…)
c. las participaciones en sociedades no exceptuadas en el inciso anterior;
d. los establecimientos comerciales, industriales o agropecuarios.
También requieren asentimiento las promesas de los actos comprendidos en los incisos anteriores.
El cónyuge que no ha dado su asentimiento puede demandar la nulidad del acto o la restitución de los muebles
dentro del plazo de caducidad de seis meses de haberlo conocido, pero no más allá de seis meses de la extinción
del régimen matrimonial.
Al asentimiento y a su omisión se aplican las normas de los artículos 456 a 459, es decir que respecto a ello nos
remitimos a los ya desarrollados en el apartado del régimen primario.

Bienes adquiridos conjuntamente


Es momento de analizar qué sucede respecto a la gestión de los bienes cuando éstos han sido adquiridos
conjuntamente por ambos cónyuges.
Esta situación es resuelta por el art. 471 que establece:
la administración y disposición de los bienes adquiridos conjuntamente por los cónyuges corresponde en conjunto
a ambos, cualquiera que sea la importancia de la parte correspondiente a cada uno. En caso de disenso entre
ellos, el que toma la iniciativa del acto puede requerir que se lo autorice judicialmente en los términos del artículo
458.
Es decir se aplican las reglas respecto a la solicitud de autorización judicial cuando un cónyuge no puede o no
quiere prestar asentimiento para un acto que así lo requiere.
A las partes indivisas de dichos bienes se aplican los dos artículos anteriores.
A las cosas se aplican las normas del condominio en todo lo no previsto en este artículo. Si alguno de los
cónyuges solicita la división de un condominio, el juez de la causa puede negarla si afecta el interés familiar
personales y comunes de los cónyuges.

Caracterización. Responsabilidad. Bienes ejecutables


Como principio general, las deudas son personales de cada cónyuge, así el Art. 467 establece: “cada uno de los
cónyuges responde frente a sus acreedores con todos sus bienes propios y los gananciales por él adquiridos”.
Asimismo, se expresa que “por los gastos de conservación y reparación de los bienes gananciales responde
también el cónyuge que no contrajo la deuda, pero sólo con sus bienes gananciales”.
Queda así regulado el aspecto interno de la obligación, es decir, aquel que rige las relaciones entre los cónyuges
consagrando a su vez, el principio de recompensa en el art. 468, expresando que el cónyuge cuya deuda
personal fue solventada con fondos gananciales, debe recompensa a la comunidad, y esta debe recompensa al
cónyuge que solventó con fondos propios deudas de la comunidad.
Sin embargo, a este artículo hay que analizarlo conforme al Art. 461 que establece que “los cónyuges responden
solidariamente por las obligaciones contraídas por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del
hogar o el sostenimiento y la educación de los hijos de conformidad con lo dispuesto en el artículo 455”(Art. que
se refiere al deber de contribución).
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Régimen de separación de bienes


El régimen de separación personal, por el cual pueden optar los cónyuges, se caracteriza por ser un régimen en
el cual la celebración del matrimonio no influye en la titularidad de los bienes que pertenecen a cada cónyuge,
conservando éstos todos los derechos de administración y disposición, sin injerencia del otro cónyuge.
Sin embargo, debemos recordar que esta libertad que tienen los cónyuges para administrar y disponer de sus
bienes están limitados por el régimen primario, el cual, como vimos, es aplicable sea que los cónyuges estén bajo
el régimen de comunidad o bajo el de separación de bienes.

Gestión de los bienes. Prueba. Cese. Falta de acuerdo


“En el régimen de separación de bienes, cada uno de los cónyuges conserva la libre administración y disposición
de sus bienes personales, excepto lo dispuesto en el artículo 456”. Es decir, uno de los cónyuges no puede
disponer de los derechos sobre la vivienda familiar, ni de los muebles indispensables de ésta, ni transportarlos
fuera de ella sin el asentimiento de su cónyuge.
Respecto a las deudas, el art. 505 establece que “cada uno de ellos responde por las deudas por él contraídas,
excepto lo dispuesto en el artículo 461”. Es decir, “los cónyuges responden solidariamente por las obligaciones
contraídas por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y la educación
de los hijos”.

Prueba de la propiedad de los bienes (art. 506)


El art. 506 establece que “Cada uno de los cónyuges puede demostrar la propiedad exclusiva de un bien por
todos los medios de prueba. Los bienes cuya propiedad exclusiva no se pueda demostrar, se presume que
pertenecen a ambos cónyuges por mitades”.

Cese del régimen (art. 507)


El art. 507 establece que “Cesa la separación de bienes por la disolución del matrimonio y por la modificación del
régimen convenido entre los cónyuges” (es decir cuando se opta por el régimen de comunidad).

Falta de acuerdo (art. 508)


En caso de existir bienes indivisos entre los cónyuges será necesario proceder a su partición. En este caso, si
existe acuerdo entre las partes, y éstas son plenamente capaces, prima la autonomía de la voluntad. De lo
contrario, no habiendo acuerdo o si las partes no fueran plenamente capaces, “la partición de los bienes indivisos
se hace en la forma prescripta para la partición de herencias”

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