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ReJexiones sobre
la imitación del arte
griego en la pintura
y la escultura
PENÍNSULA
BARCELONA
En la traducción del presente volumen hemos utilizado la edición NOTA SOBRE LA EDICIóN
de Ludwig Uhlig publicada por Editorial Reclam de Stuttgart
en 1969, en su reedición de 1977.
Título original alemán: Cedanka über die Nachahmung
der gnechischa Werk in der Malerk und Bildhauerkunst (1754).
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roído por el hambre ha caído en la hinchazdn; quien
ha querido evitar la hinchazón incurrió en la escua- sible, en sus cuidados y su aflicción, a todo estimulo
lidez. procedente de1 exterior. Se podría suponer que e1 ar-
Es tal vez Miguel Angel el único del que se podria tista ha querido representar a la heroína en el ins-
decir que se alzó a la altura de la Antigüedad; pero tante doloroso en el que le era anunciada su expul-
sólo en las figuras acusadamente musculosas, en 10s sión a la isla de Pandataria.
cuerpos de la época heroica; no en las tiernas figu- Las tres Vestales lS son doblemente dignas de ad-
ras juveniles, ni en las figuras femeninas, que en sus miración. Son, ante todo, los primeros descubrimien-
manos han sido convertidas en amazonas. tos de Herculano; pero lo que les da todavía más
El artista griego, por el contrario, ha trazado su valor es el gran estilo de sus vestidos. En este domi-
contorno en cada figura como con la punta de un nio del arte se hallan las tres, pero en particular la
cabello, y ello incluso en los trabajos más delicados de tamaño mayor que el natural, a la altura de la
y laboriosos como lo son las piedras grabadas. Con- Flora Farnesina y de otras obras griegas de primer
sidérense el Diomedes y el Perseo de Dioscórides, el rango. Las dos restantes, de tamaño natural, son tan
Hércules con Iole, de la mano de Teucro, y se admi- semejantes entre sí que parecen ser obra de una sola
rará a los griegos como inimitables en ello. y misma mano; únicamente se diferencian en la ca-
Parrasio está generalmente considerado como el beza y en el tocado del cabello. Así, puesto que todas
mejor en lo que al contorno se refiere. las copias son más duras y más frías que sus mode-
Incluso bajo las vestimentas de las figuras griegas los, estas dos estatuas debieron ser realizadas por la
domina, como pric~ritaria intención del artista, un mejor mano, sin duda por el mismo maestro a partir
modélico contorno que muestre, tanto a través del de su propia obra, tal como afirma un crítico de arte
mármol como a travCs de un vestido de la isla de griego; en lo que atañe a la vestimenta, sin embargo,
Cos," la bella estructura del cuerpo. de ninguna de las dos se podrá decir que sea copia
De entre las Antigüedades Reales de Dresde, la de la otra.
Agripina, ejecutada en el estilo elevado, y las tres Ningún velo cubre la cabeza de estas dos figuras,
Vestales, merecen ser aquí citadas como grandes mo- pero ello no va contra el título de vestales que les
delos. Probablemente, esta Agripina no es la madre hemos atribuido, pues está probado que en otros
de Nerón, sino una Agripina más antigua, una espo- lugares se encuentran también sacerdotisas de Vesta '
sa de Germánico. Guarda una gran semejanza con sin velo. O más bien parece, a la vista de los marca-
una estatua erguida, presumiblemente de esta última dos pliegues del vestido al dorso del cuello, que el
Agripina, en el vestíbulo de la biblioteca de San Mar- velo, que no es una parte separada del vestido como
cos en Venecia. La nuestra es una figura sentada, de se ve en la mayor de las vestales, está retirado por
mayor tamaño que el natural, cuya cabeza reposa en detrás.
la mano derecha. Su hermoso rostro muestra un alma Conviene hacer saber al mundo que fueron estas
inmersa en profundas reflexiones que parece insen- tres obras divinas las que mostraron los primeros
14. En la isla de Cos se confeccionaban los vestidos de un 15. Tales estatuas ya no son hoy consideradas como ves-
tejido semejante a un velo, a través del cual se transparen- tales, sino como monumentos funerarios de mujeres de Her-
taba el cuerpo. culano. Esta ciudad fue, igual que Pompeya, destruida por
una erupción del Vesubio en el año 79 después de Cristo.
«a quien Polícleto dio la medida y Fidias el cincel»,
indicios que llevaron, posteriormente, al descubri-
miento de los tesoros enterrados de la ciudad de Her-
culano.
Ciertamente, salieron a la luz del día cuando su reprodujo en arcilla las tres Vestales con el cuidado
recucrdo yacía enterrado en el olvido, al igual que más minucioso, para compensar de esta manera la
la misma ciudad sepultada bajo sus propias ruinas; pérdida de aquéllas. Las siguió algunos años más tar-
en una época donde el triste destino que encontró de y llenó Dresde con inmortales obras, propias de
este lugar era únicamente conocido por la noticia que su arte; pero incluso en estas obras las sacerdotisas
da Plinio el Joven acerca de la muerte de su primo, siguieron siendo, hasta su vejez, sus modelos para la
sobrevenida en la destrucción de Herculano. draperie, que era su fuerte, lo cual permite a la vez
Estas grandes obras maestras del arte griego fue- presuponer fundadamente su excelencia.
ron trasladadas al cielo alemán, y allí eran admiradas Se entiende por draperie todo lo que el arte nos
cuando Nápoles, hasta lo que se ha podido saber, no enseña acerca del cubrimiento del desnudo en las fi-
tenía la suerte de poder exhibir ni un solo monumen- guras y sobre los pliegues de sus vestidos. Tras la
to de Herculano. bella naturaleza y el noble contorno, esta ciencia es
fistos fueron hallados en el año 1706, en Portici, la tercera cualidad que hace superiores las obras de
cerca de Nápoles, en una bóveda sepultada bajo los la Antigüedad.
escombros cuando se excavaban los cimientos de una La draperie de las Vestales es del más elevado es-
casa de campo del príncipe de Elbeuf; y se convir- tilo: los pequeños pliegues nacen de una suave ondu-
tieron, inmediatamente después, junto a otras esta- lación de las grandes superficies, en las cuales vuel-
tuas de mármol y de bronce allí mismo descubiertas, ven a perderse con una libertad noble y una dulce
en propiedad del príncipe Eugenio en Viena. armonía del conjunto, sin ocultar el bello contorno
Deseando tener un lugar donde tales obras pudie- del desnudo que aparece ante los ojos sin violencia.
ran ser expuestas de la mejor manera, este gran co- ¡Qué pocos hay, entre los maestros modernos, que
nocedor de las artes hizo edificar, principalmente sean irreprochables en este aspecto del arte!
para estas tres figuras, una Sala terrena donde halla- Pero es preciso hacer justicia a algunos grandes
ron su lugar junto a algunas otras estatuas. Cuando artistas de la época moderna, a los pintores en par-
aún no se hablaba sino muy vagamente de su venta, ticular, que en ciertos casos se han desviado, sin me-
ya la totalidad de la Academia y todos los artistas de iloscabo de la naturaleza y la verdad, del camino se-
Viena parecieron, de algún modo, sublevarse; y todos guido ordinariamente por los maestros griegos en el
y cada uno siguieron con la mirada triste el traslado vestido de sus figuras. La draperie de los griegos está
de aquellas estatuas cuando fueron llevadas de Viena elaborada, la mayoría de las veces, a partir de unos
a Dresde. hábitos húmedos y estrechos que, en consecuencia,
Antes de que esto sucediera, el célebre Mattielli,'6 como saben los artistas, se adhieren ajustadamente
a la piel y al cuerpo, dejando ver su desnudez. Toda
16. Lorenzo Mattielli (1688-1748), escultor italiano que tra- la indumentaria exterior de la mujer griega era de
bajó primero en Viena y, a partir de 1743, en Dresde, donde un ligerísimo tejido, y es por ello por lo que se la
habia realizado, entre otras cosas, las estatutas de la iglesia llamaba peplum, es decir, velo.
de la Corte.
/ Las obras en relieve de los Antiguos muestran que
o siempre reprodujeron los vestidos con delicados
pliegues; esto pueden confirmarlo las pinturas anti-
guas, principalmente los retratos de bustos y el her-
moso Caracalla de las Antigüedades Reales de Dresde.
más violentos sufrimientos. El dolor, que se mani-
fiesta en cada uno de los músculos y los tendones del
cuerpo y que, aun sin considerar el rostro y las res-
tantes partes, se cree casi sentir en uno mismo a la
En la época moderna se ha hecho necesario poner sola vista del bajo vientre dolorosamente replegado;
un vestido sobre otro, pesados vestidos a veces, que este dolor, decía, no se exterioriza, sin embargo, en el
no pueden caer formando pliegues tan suaves y on- menor rasgo de violencia en el rostro ni en el con-
dulantes como lo son los de los Antiguos. Consecuen- junto de su actitud. Laocoonte no profiere los horrí-
temente, ello dio lugar a una nueva manera de tratar sonos gritos de aquel que cantó Virgilio: la abertura
las grandes superficies de los ropajes, manera en la de la boca no lo permite; se trata más bien de un
cual el maestro puede mostrar su sabiduría a la mis- gemido angustioso y acongojado como el que descri-
ma altura que en el estilo habitual de los Antiguos. be Sadoleto.18 El dolor del cuerpo y la grandeza del
En este aspecto, Carlo Maratta y Francesco Soli- alma están repartidos, y en cierto modo compensa-
mena pueden ser considerados como los más gran- dos, con el mismo vigor por la entera estructura de
des. La nueva escuela veneciana, en su intento de ir la figura. Laocoonte sufre, pero sufre como el Filoc-
más lejos, ha exagerado este estilo y así, en tanto no tetes l9 de Sófocles: su miseria nos alcanza hasta el
se ha interesado sino por las grandes superficies, sus alma, pero desearíamos poder soportar la miseria
vestidos han quedado rígidos y tiesos. como este gran hombre.
En fin, el carácter general en que reside la su- La expresión de tan grande alma sobrepasa con
!perioridad de las obras de arte griegas es el de una mucho la representación de la bella naturaleza. El
noble sencillez y una serena grandeza, tanto en la ac-
! titud como en la expresión. Así como las profundi- 11, pp. 222-224). La ~desaprobatoriamirada de soslayon con la
dades del mar permanecen siempre en calma por muy que Winckelmann menciona aquí esta cuestión provocó la ré-
furiosa que la superficie pueda estar, también la ex- plica de LESSING,y dio como resultado el punto de partida
presión en las figuras de los griegos revela, en el seno para su escrito acerca de Laocoonte, o sobre los límites de
ta pintura y ta poesía ( o . c., en particular el capítulo pri-
de todas las pasiones, un alma grande y equilibrada. mero).
Tal es el alma que se revela en el rostro de La* 18. Jacopo SADOLJZOdedicó al grupo de mármol, a la sa-
coonte17 -y no sólo en el rostro- dentro de los zón hallado, el poema en latín Dc Lnocoontis statua, en el
cual las manifestaciones de dolor de Laocoonte son descritas
como un gemido (VV.23 y SS.,52) y una jadeante queja (v. 28).
17. Este grupo en mármol, que muestra a Laocoonte y a El poema se encuentra impreso en el Laocoonte de LESSING,
sus dos hijos enroscados por dos serpientes, fue presurni- en una nota a pie de página (o. c., pp. 101 y SS.).
blemente realizado por Agesandro, Polidoro y Atenodoro de 19. Filoctetes, que había heredado el arco de su amigo
Rodas en el siglo I antes de Cristo. Se hallaba ubicado en Heracles, fue mordido por una serpiente durante la expedi-
Roma, donde en 1506 fue redescubierto y trasladado al Va- ción griega hacia Troya y tuvo que detenerse en la isla de
ticano (cf. la obra monográíica de Helmut SICHTERMANN en Lemnos, ya que su herida despedía un hedor insoportable.
Reclam UB, núm. B9101). Dado que VIRCILIO, en su Eneida (11, Allí vivió penosamente hasta que Odiseo y Neoptólemo le re-
pp. 213-224), había representado de una manera semejante el cogieron y le llevaron, junto con su arco, a Troya. De ello se
mortal combate de Laocoonte, se ha supuesto que el poeta c e hace eco la tragedia FiIoctetes, de S~FUCLES. LESSINGlo dis-
nocía la escultura. En Virgilio la lucha tiene lugar, sin duda, cute detalladamente en su Laoco~nte(o. c., cap. IV, en par-
bajo el ahom'sono gemido. de Laocoonte (VIRGILIO,Eneida, ticular PP. 66 y SS,).
son propios a ella y no a ninguna otra, de modo que
artista debía sentir en sí mismo la fucrza del cspí- pueda ser representada calma, pero activa; serena,
ritu que imprimía en su mármol. Grecia reunía al pero no indiferente ni adormecida.
artista y al sabio en una misma persona, y contó con El gusto más común de los artistas de nuestros
más de un Metrodor0.m La sabiduría tendía la mano días, en especial de los que empiezan, es exactamen-
al arte e infundía a sus figuras almas fuera de lo te el contrario; y su finalidad última es la opuesta.
común. Nada merece su aprobación, sino aquellas obras en
Bajo una vestimenta como la que el artista hu- donde predominan actitudes y acciones extraordina-
biera dcbido proporcionar a Laocoonte en calidad de rias, acompañadas de un insolente ardor, que decla-
sacerdote, su dolor no nos habría de resultar ni la ran ejecutadas con espíritu y, como ellos dicen, con
mitad de sensible. Bernini pretendió incluso haber franchetza. El favorito de sus conceptos es el con-
descubierto, en la rigidez de uno dc los músculos de traste:* al que consideran la suma de todas las cua-
Laocoonte, cl comienzo de la acción del veneno de lidades que ellos imaginan de una perfecta obra de
la serpiente. arte. Reclaman de sus figuras un alma que, como un
Todas las acciones y actitudes de las figuras grie- cometa, se desvíe de su órbita; quisieran ver en cada
gas que no llevaban la impronta de cse carácter de sa- figura un AyaxZ3y un C a p a n e ~ . ~ ~
biduría, sino que resultaban demasiado fogosas y vio- Como los seres humanos, también las bellas artes
lentas, caían en el error que los antiguos artistas pasan por una fase de juventud, y se diría que éstas
llamaban p a r ~ n t i r s o . ~ ~ se asemejaron, en sus inicios, a los artistas, quienes
Cuanto más descansada es la actitud del cuerpo, al principio sólo gustan de lo tonitronante, lo asom-
tanto más apta para mostrar el verdadero carácter broso. Tal era la forma que representaba la musa
del alma: en las actitudes que se apartan demasiado trágica de Esquilo, y así es como su Agamenón, a
de la del reposo, el alma no se halla eil el estado que causa de sus hipérboles, se ha hecho en cierta medi-
le sería m6s propio, sino en uno de violencia y de da mucho más oscuro que todo lo que escribió He-
constricción. El alma se reconoce con mayor clari- riíclito. Quizá los pintores griegos no dibujaron de
dad y más característicamente en las pasiones vio- una forma diferente a como su primer gran poeta trá-
lentas; pero es grande y noble en estado de reposo, gico escribió.
de equilibrio. En el Laocoonte, la sola representa- Todas las acciones humanas comienzan con lo for-
ción del dolor habría sido parentirso; por ello el ar- zado, lo efímero; lo equilibrado, lo fundamental, no
tista, con el fin de aunar lo noble y lo característico se da sino en último término. Este estado final, sin
del alma, hace a Laocoonte llevar a cabo la acción
que más se aproximaba, en medio de semejante do- 22: Contraposición, contraste. En las artes plásticas, pose
lor, al estado de reposo. En este reposo, no obstante, con acentuada oposición entre la pierna de apoyo y la pierna
en movimiento y, en correspondencia con ello, una postura
debe el alma ser caracterizada con los rasgos que lc corporal asimétrica.
23. Ayax, el más fuerte y feroz héroe griego de la guerra
20. Metrodoro de Atenas, pintor y filósofo, acudió a Roma de Troya, rival de Odiseo, aniquiló a un rebaño de ovejas
en el año 168 antes de Cristo con el fin de educar a los hijos en un arrebato de locura y se quitó luego la vida.
dc 1,. Emilio Paulo y enaltecer, como pintor, su triiinfo. 24. Capaneo, uno de los Siete contra Tebas; durante el
21. Parentirsis, en realidad pareiztirso, fue en su origen, sitio de la ciudad, un rayo enviado por Zeus le arrojó de la
como ya LESSINGestableci6 ( o . c., p. 207), una categoría de la escalera de asalto por la que trepaba.
retórica que aludía a un pa.thos exagerzdo e impropio.
embargo, requiere de tiempo para ser admirado; es pales del Atila de Rafael, que muchos consideran fal-
propio sólo de los grandes maestros: las pasiones tas de vida, nos parecerán altamente sublimes y lle-
violentas son de provecho incluso para sus propios nas de sentido. El obispo de Roma, que hace desistir
discípulos. al rey de los hunos de su proyecto de marchar sobre
Los artistas prudentes saben lo difícil que es re- esta ciudad, aparece no con los gestos y los adema-
presentar lo que en apariencia puede ser imitado, nes propios de un orador, sino como un hombre ve-
nerable, lleno el rostro de una seguridad divina, como
ut sibi quivis aquel que nos describe Virgilio.
Speret idem, sudet multum frustraque laboret
Ausus idem. Tum pietate gravem ac meritis si forte virum quem
Conspexere, silent arrectisque auribus adstant.
Eneida. I.%
El gran dibujante La Fage no ha logrado alcanzar
el gusto de los Antiguos. Todo en sus obras está en Los dos apóstoles no gravitan en las nubes como án-
movimiento; en su contemplación, la atención se di- geles exterminadores, sino, si se nos permite compa-
vide y dispersa como en una reunión de sociedad don- rar lo sagrado con lo profano, como el Júpiter de
de todas las personas quisieran hablar a un tiempo. Homero, que hace temblar el Olimpo con sólo un
La noble sencillez y la serena grandeza de las es- leve movimiento de Bus párpados.
tatuas griegas son a la vez el auténtico carácter dis- Algardi, en su célebre representación de la misma
tintivo de los escritos de su mejor época, de los es- historia, en el bajorrelieve de un altar de la iglesia de
critos de la escuela de Sócrates; y son éstas las pro- San Pedro en Roma, no dio o no supo dar a las fi-
piedades que constituyen la superior grandeza de guras de sus apóstoles la impresionante serenidad
Rafael, grandeza que alcanzó en virtud de la imita- que les confirió su gran predecesor. En éste aparecen
ción de los Antiguos. como ministros plenipotenciarios del Señor de los
Se requería un alma tan bella como lo fue la suya, ejércitos; en aquél, como mortales guerreros con
en tan bello cuerpo, para sentir y descubrir antes armas humanas.
que nadie en la época moderna el verdadero carácter ¡Qué pocos son los conocedores que ha encontra-
de los Antiguos, lo que supuso su mayor fortuna ya do el hermoso San Miguel de Guido en la iglesia de
en una edad en la que las almas comunes y a medio los Capuchinos de Roma, conocedores capaces de
formar permanecen aún insensibles a la verdadera comprender la grandeza que el artista dio a su arcán-
grandeza. gel! El San Miguel de Conca ha sido declarado supe-
Es con una mirada que haya aprendido a sentir rior a éste porque su rostro expresa indignación y
estas bellezas, es con este verdadero gusto de la An- afán de venganza, mientras que el otro, tras haber
tigüedad como hay que aproximarse a sus obras. Sólo abatido al enemigo de Dios y de los hombres, levita
entonces la calma y la serenidad de las figuras princi- sobre él sin encono, con gesto sereno y apacible.
25. .de suerte que cualquiera que espere lo mismo, mu- 26. asi ven acaso un hombre piadoso y de mérito. paran-
cho sude y se esfuerce en vanQ íil intentarl~m.HOWIO,Ars Eneida, 1, pp. 151 y
se y callan y aguzan sus gidosm, VIRGILIO,
poetica, PP. 40-243, siguientes,
Igualmente tranquilo y sosegado pinta el poeta
inglés al ángel vengador en su vuelo sobre Gran Bre- La veneración de santa Bárbara hacia la madon-
taña, y con él compara al héroe de su Campaña, el na, más sensible y conmovedora merced a sus bellas
vencedor de B1enheim.n manos apretadas contra su pecho, es en el santo ex-
La Galería Real de Pinturas de Dresde cuenta des- presada con la ayuda del movimiento de una sola
de ahora entre sus tesoros con una valiosa obra de la mano. El éxtasis del santo nos es pintado igualmente
mano de Rafael y, como Vasari y algunos otros ates- por ese mismo gesto que el artista, en aras de una ma-
tiguan, posiblemente de su mejor época. Una madon- yor variedad, ha querido atribuir a la fuerza mascu-
na con el niño, san Sixto y santa Bárbara arrodilla- lina antes que a la reserva púdica de la mujer.
dos a ambos lados, junto- a dos ángeles en primer El tiempo, sin duda, ha privado a esta pintura
plan02~ de mucho de su brillo aparente y ha atenuado, en
Dicho cuadro formaba parte del altar mayor del parte, la fuerza de sus colores; pero el alma que el
convento de San Sixto, en Piacenza. Amantes y cono- creador infundió a la obra con sus manos la vivi-
cedores del arte acudían allí para ver este Rafael, fica todavía hoy.
igual que se viajaba a Tespias tan sólo para contem- Todos aquellos que se acerquen a esta pintura y a
plar el bello Cupido de la mano de Praxíteles. otras obras de Rafael con la esperanza de hallar las
Véase la madonna con su rostro lleno de inocen- pequeñas bellezas que tanto valor dan a los trabajos
cia y, a la vez, de una grandeza más que femenina, de los pintores holandeses: la aplicación meticulosa
en una santa y sosegada actitud, con esa serenidad de un Netscher o un Dou, la carne marfileña de un
que los Antiguos hacían prevalecer en las imágenes Van den Werff, o incluso la relamida manera de al-
de sus divinidades. ¡Qué grande y noble es todo el gunos de nuestros contemporáneos compatriotas de
contorno! Rafael; todos aquéllos, decía, en vano buscarán en
El niño en sus brazos se eleva por encima de los Rafael al gran Rafael.
niños comunes, merced a un rostro en el que su ino- Tras el estudio de la bella naturaleza, del contor-
cencia infantil parece atravesada por la luz de un no, de la draperie, de la noble sencillez y de la serena
rayo de divinidad. grandeza en las obras de los maestros griegos, los
Bajo la madonna, arrodillada a su lado, la santa artistas deberían necesariamente dirigir su atención
la adora en la intimidad de su alma; lejos, empero, hacia la manera en que trabajaban, con el fin de ob-
de la majestad de la figura principal, el gran maestro tener un mayor éxito en su imitación.
ha compensado esta inferioridad mediante el dulce Es sabido que los griegos, las más de las veces,
encanto de su rostro. hacían sus primeros modelos en cera; en su lugar, los
Frente a ella, el santo es el más venerable de los maestros modernos han adoptado la arcilla y otras
ancianos, con un rostro cuyos rasgos parecen testi- semejantes materias maleables: las encontraban, par-
moniar una juventud consagrada a Dios. ticularmente para representar la carne, más apropia-
das que la cera, que les parecía para ello demasiado
viscosa y resistente.
27. El poema The Campnign (1704), de Joseph ADDISON, No se pretende afirmar con esto que el modelado
celebraba la victoria de Marlborough en Blenheim (Blindheim
bei Hochstadt). en arcilla húmeda haya sido desconocido por los grie-
28. La Mndon?ia Sixtiiza fue llevaba a Dresde en 1753. gos o no fuera habitual entre ellos. Se conoce inclu-
so el nombre del que lo ensayó por vez primera. Di-
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butades de Sigeo es el primer maestro en figuras de
arcilla, y Arquesilao, el amigo del gran Lúculo, se El procedimiento más habitual de nuestros escul-
hizo célebre más por sus modelos de arcilla que por tores consiste en lo siguiente: después de haber estu-
sus mismas obras. Hizo para Lúculo una figura de diado su modelo convenientemente y a fondo, y des-
arcilla que representaba la felicidad, que éste le ha- pués de haberle dado la mejor forma posible, se tra-
bía encargado por 60.000 sextercios; el caballero Oc- zan en él líneas horizontales y perpendiculares de
tavio le ofreció un talento por el simple modelo en modo que se corten las unas y las otras. Proceden
yeso de una gran taza que pretendía hacer reproducir a continuación de la misma manera que para re-
en oro. ducir o ampliar una pintura por medio de una re-
La arcilla era la materia más conveniente para jilla cuadriculada, y las líneas recíprocamente en-
modelar figuras mientras conservaba su humedad. trecortadas son, en igual número, trasladadas a la
Pero la pierde cuando se reseca o es cocida; de ello piedra.
resulta que las partes más compactas se aprietan y De tal manera, las superficies de cada pequeño
la figura pierde volumen y pasa a ocupar un espacio cuadrado del modelo y de cada gran cuadrado corres-
más angosto. Si la figura sufriera esta disminución pondiente en la piedra mantienen una misma pro-
en el mismo grado en todos sus puntos y en cada porción. Sin embargo, comoquiera que esto no per-
una de sus partes, las proporciones, si bien reducidas, mite determinar la cantidad de materia de cada cua-
seguinan siendo las mismas. Pero las piezas menores drado de la figura ni, por lo tanto, indicar con preci-
se resecan más rápidamente que las grandes y el cuer- sión en la piedra la medida exacta de los relieves y
po de la estatua, en tanto es la parte más volumino- las concavidades del modelo, el artista, consecuente-
sa, en último lugar; de tal modo. aquéllas perderán, mente, podrá en efecto dar a su futura figura, en una
en el mismo tiempo, más volumen que ésta. cierta relación, las proporciones del modelo, pero, no
La cera no tieqe este inconveniente; no disminuye obstante, al tener que fiarlo todo únicamente en sus
de volumen y se le puede dar, por otros medios, el impresiones visuales, persistirá en la duda de si ha
pulido de la carne que el modelado no consigue sino penetrado su piedra en exceso o bien se ha quedado
fatigosamente. corto, si ha vaciado demasiada o demasiado poca
Se hace el modelo en arcilla; se lo moldea en masa en relación a su modelo.
yeso, y a continuación se lo vierte en cera. Además, ni el contorno exterior, ni tampoco el que
Pero la peculiar manera griega de realizar sus mo- a menudo insinúa únicamente, como en un soplo
deIos no parece haber sido la que se ha hecho habi- las partes interiores del modelo, o las más próximas
tual entre la mayor parte de los artistas de nuestros al centro, pueden ser determinados por el artista me-
días. En las antiguas estatuas de mármol se mani- diante líneas que dibujen en su piedra, de un modo
fiestan por doquier la seguridad y la confianza del seguro y sin el menor desvío, unos idénticos con-
maestro, y difícilmente se podna mostrar, incluso en tornos.
las obras de inferior rango, algún lugar en el que el A esto se añade el hecho de que, en una obra de
cincel haya extraído demasiado mármol. Esta mano grandes dimensiones que el escultor no puede rea-
segura y exacta de los griegos tuvo que estar necesa- lizar solo, ha de echar mano de sus ayudantes, que
riamente guiada por reglas más precisas y más fide- no siempre son capaces de ejecutar los propósitos
dignas que las actualmente utilimdas. del maestro. Así sucede que, una vez algo ha sido
vaciado, al resultar imposible establecer de este modo
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los límites de cada depresión, el yerro es irrepa-
rable. artista los contornos de la figura, como no sea, en
A este propósito, se debe observar en general que todo caso, de una manera muy dudosa; así, en los
el escultor que, desde la primera elaboración a que menores desvíos respecto a la superficie principal se
somete a su piedra, hace penetrar su instrumento verá a cada instante sin hilo conductor y sin recursos.
hasta el límite que han de alcanzar las cavidades, en Es bien comprensible que incluso las verdaderas
lugar de buscarlas poco a poco, de tal modo que no proporciones de las figuras sean, por este procedi-
reciban la profundidad deseada sino en un último miento, difíciles de hallar: se buscan por medio de
retoque, este escultor, digo, no podrá jamás corregir líneas horizontales que cortan los hilos de plomo.
SUS errores. Pero los rayos de luz, provenientes de los cuadrados
Surge aquí, por lo demás, un inconveniente esen- así formados por las líneas de fuga de la figura, nos
cial, a saber, que las líneas trasladadas a la piedra llegan a los ojos con un ángulo tanto más pronun-
son borradas a cada instante por el cincel y han de ciado y, en consecuencia, nos parecerán tanto más
ser de nuevo trazadas y completadas, no sin el cui- grandes cuanto los cuadrados estén situados más
dado de no desviarse de las primitivas. arriba o más abajo en relación a nuestro punto de
Así pues, la incertidumbre de este proceder obli- vista.
gó a los artistas a buscar un camino más seguro; Para la reproducción de las estatuas antiguas, en
el que descubrió la Academia francesa de Roma, uti- las que no es posible proceder al gusto de cada uno,
lizado al principio para copiar las estatuas antiguas, los hilos de plomo conservan hasta ahora todavía su
fue adoptado por muchos escultores incluso para tra- valor: no se ha podido hacer este trabajo más fácil
bajar a partir de modelos. y seguro; no obstante, para trabajar a partir de un
Se trata de lo siguiente: se fija sobre la estatua modelo no es este procedimiento, por las razones in-
que se pretende copiar, conforme a sus proporciones, dicadas, lo suficientemente preciso.
un cuadrado del que se dejan caer hilos de plomo Miguel Angel tomó un camino antes de él desco-
equidistantes los unos de los otros. Con la ayuda de nocido, y resulta sin duda asombroso, puesto que los
estos hilos, se marcan los puntos más exteriores de escultores lo veneran como su gran maestro, que nin-
la figura más distintamente de lo que lo pueden ha- guno de ellos haya seguido su ejemplo.
cer, mediante el otro procedimiento, las líneas traza- Este Fidias de la época moderna, el más grande
das sobre la superficie, donde todos los puntos son después de los griegos, siguió, como sería de supo-
máximamente exteriores. Estos hilos, además, ofre- ner, las verdaderas huellas de sus grandes maestros:
cen al artista una más concreta medida de algunos al menos no se ha tenido conocimiento de ningún
de los relieves y concavidades más pronunciados, otro medio para trasladar a la propia figura todos
merced a la graduada indicación de la distancia a los elementos del modelo y todas las bellezas que
que se encuentran de las partes cubiertas por los hi- puedan ser sensiblemente materializadas.
los; los cuales, por tanto, permiten al artista traba- Este procedimiento descubierto por Miguel Angel
jar con algo más de resolución. fue descrito por Vasari de una manera no del todo
Ahora bien, puesto que el movimiento de una 1í- correcta; según su concepción, se trataría de lo si-
nea curva no puede ser exactamente determinado por guiente: 29
una sola línea recta, este procedimiento no indica al
29. Para establecer su hipótesis, según la cual Miguel An-
Miguel Angel tomaba un recipiente lleno de agua, El artista tomaba un recipiente apropiado a la
en el que introducía su modelo de cera o de una ma- forma de la masa de la figura a esculpir. Supongá-
teria dura. A continuación, elevaba este modelo pro- moslo rectangular. Sobre la superficie de los lados
gresivamente hasta la superficie del agua. Así apare- de esta caja rectangular trazaba divisiones que tras-
cerían en primer lugar las partes superiores, mien- ladaba luego a su piedra en una mayor escala; mar-
tras las partes inferiores permanecían cubiertas has- caba, además, ciertas gradaciones, desde el tope su-
ta que finalmente el modelo entero quedase al des- perior hasta la base, en las caras interiores de la caja.
cubierto, fuera del agua. De esta manera, dice Vasa-
En ella introducía su modelo de materia pesada, o
ri, trabajaba Miguel Angel su mármol: señalaba pri- bien, si era un modelo de cera, lo fijaba sobre el
mero las partes de mayor relieve y, poco a poco, las fondo.
partes más rebajadas. Dis~oníasobre la caja una rejilla cuadriculada
Parece como si Vasari no se hubiera hecho una confor'me a las divisiones"establecidas, a partir de las
idea del todo clara acerca del método de su amigo; cuales trazaba líneas sobre su piedra y dibujaba su
o bien lo impreciso de su exposición obliga a repre-
figura, suponemos, inmediatamente después. Derra-
sentarse este procedimiento como algo diferente del
maba agua sobre su modelo hasta que alcanzase los
consignado por él.
puntos más extremos de las partes superiores; des-
La forma del recipiente de agua no queda lo bas-
tante claramente precisada por Vasari. Hubiera te- pués de haber señalado la parte que había de ocupar
la cúspide en su figura así dibujada, dejaba correr
nido que ser muy penoso elevar el modelo poco a
una cierta cantidad de agua con el fin de dejar al des-
poco, desde abajo, hasta sacarlo fuera del agua; ello
cubierto la parte más elevada del modelo, y comen-
supone muchas más condiciones de las que quiso
zaba entonces a trabajarla, tal cual aparecía, según
dar a conocer el biógrafo de los artistas.
Podemos estar seguros de que Miguel Angel estu- la proporción graduada. Si al mismo tiempo se hacía
dió a fondo el camino por él descubierto, bajo todos visible alguna otra parte del modelo, la trabajaba
los aspectos posibles, hasta acomodárselo convenien- igualmente sobre la figura en la medida en que se
temente. Procedió, con toda probabilidad, del modo hallase al descubierto; y de tal modo procedía con
que sigue: todas las partes superiores.
Dejaba escapar más agua hasta que las partes más
profundas estuviesen también al descubierto. Los
grados del recipiente le señalaban cada vez la altura
del agua escurrida, mientras la superficie del agua
gel habría fijado los contornos de sus modelos escultóricos
mediante la ayuda de una caja llena de agua, Winckelmann indicaba la línea extrema del fondo de las partes in-
pudo remitirse exclusivamente a una indicación de las Vite feriores. Un igual número de grados en su piedra
de' pittori de Giorgio VASARI, donde la determinación de los daba las medidas exactas.
contornos de las estatuas en base a la superficie del agua no El agua no le indicaba solamente las alturas y las
aparece, por lo demás, sino como una comparación ilustra- profundidades, sino también el contorno de su mo-
tiva y figurada. Por consiguiente, el procedimiento que con
tanto detalle se describe aquí es, probablemente, una pura delo; el espacio comprendido entre las caras interio-
invención de Winckelmann, o bien de su amigo Adam Frie- res de la caja y el contorno dibujado por la línea
drich Oeser, como ya supuso Carl JUSTI (Winckelmann und del agua, espacio cuyas dimensiones eran apuntadas
seine Zeitgenossen, 5a. ed., vol. 1, Colonia, 1956, pp. 474481). por los grados de las otras dos caras, determinaba
en cada punto la cantidad de materia que podía ex- das las posiciones posibles. Coiocado de perfil, mos-
traer. trará plenainente al artista lo que antes había esca-
Su obra había recibido ya su forma primera, pero pado a su mirada. Le mostrará también el contorno
exacta. La superficie del agua le había trazado una exterior de sus partes salieiltes y de las partes infe-
Iínea que pasaba por los puntos extremos de los sa- riores, y la entera sccción transversal.
lientes. Esta Iínea, a medida que el nivel del agua Todo ello, y la esperanza de una buena ejecución
descendía en el recipiente, descendía otro tanto en del trabajo, presupone un modelo realizado por nla-
el plano horizontal, y el artista había seguido este mo- nos de artista coniorme al verdadero gusto de la An-
vimiento con su cincel hasta allí donde el agua le tigüedad.
mostrara al descubierto el punto más profundo de
las partes salientes, punto que se confundía con las Tal fue el camino por el que Miguel Angel alcanzó
superficies del agua. Así, con cada grado reducido en la inmortalidad. Su renombre y los honorarios con
la caja de su modelo, había progresado en su figura que fue recompensado por sus obras le proporciona-
en un grado proporcionalmente más grande. De tal i.oil el ocio ilecesario para trabajar con tal cuidado.
modo, la Iínea del agua le había conducido hasta el Un artista de nuestros días que posea de la natu-
contorno más extremo de su figura, de suerte que raleza y de su propia dedicación los dones que han
ahora el modelo estaría ya fuera del agua. de permitirle destacar, y que encuentre este proce-
Su figura, pues, reclamaba una bella forma. De- diniienco exacto y verdadero, se verá obligado a tra-
rramaba de nuevo agua sobre su modelo hasta la bajar niás por el pan que por la gloria. Permanecerá
altura que le conviniese; contaba entonces los gra- por lo tanto en el csrril que le es habitual, en el cual
dos de la caja hasta la Iínea descrita por el agua y cree mostrar uila inayor habilidad, y persistirá en
determinaba así la altura de la parte superior. Colo- tomar conio regla su buen ojo adquirido mediante un
caba su regla en un plano perfectamente horizontal prolongado ejei-cicio.
en la misma parte superior de la figura y, partiendo Este buen ojo, que ha de constituir su guía prin-
del límite inferior de esta regla, tomaba las medidas cipal, ha termiriado por resultar bastante resolutivo
hasta las partes más profundas. Si hallaba un igual merced a uiios procediinientos prácticos que son, en
níimero de grados reducidos y grados mayores, obte- parte, altainente dudosos; jcuánto más penetrante y
nía una especie de determinación geométrica del vo- seguro no se habría hecho el ojo de haber sido edu-
lumen y hallaba la prueba de que había procedido cado desde su juveniud en reglas infalibles?
correctamente. Si los artistas, en sus cornieilzos, desde su más
Mediante la repetición de su trabajo, intentaba temprana' iiiiciación cn el trabajo en arcilla o en cual-
reproducir en su figura la presión y el movimiento quier otro material, fucsen iristruidos conforme al
de los m ú s c ~ ~ l o
y slos tendones, el pulso de los demás seguro rnC~odoque Miguel Aiigcl Iialló tras largas iri-
pequeños detalles del cuerpo y las más finas delica- vestigaciones, podrían esperar acercarse a los griegos
dezas del arte presentes en su modelo. El agua, que tanto como lo hizo él.
recubría incluso las partes más imperceptibles, se Todo lo que se puede decir en alabanza de las
ajustaba de la inanera más estrecha a su movimien- esculturas griegas valdría también, con toda proba-
to y le describía su contorno con la línea más exacta. bilidad, para su pintura. Sin embargo, el tiempo y el
Este procedimiento no impide dar al modelo to- furor destructivo de los hombres nos han privado de
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los medios de formular al respecto una sentencia tauro mientras los jóvenes atenienses le besan las
concluyente. manos y abrazan sus rodillas; la Flora acompañada
Se concede a los pintores griegos el dibujo y la de Hércules y de un fauno; la presunta sentencia
expresión, y eso es todo: se les niega la perspectiva, del decémviro Apio Claudio, todo ello, según el testi-
la composición y el colorido. Este juicio se funda, en monio ocular de un artista, está dibujado de un modo
parte, en las obras en bajorrelieve; en parte, en las a veces mediocre y a veces defectuoso. No sólo, como
pinturas antiguas (no se las puede llamar griegas) se asegura, la mayor parte de las cabezas carecen de
que se han descubierto en Roma y sus alrededores, expresión, sino que ni siquiera la de Apio presenta
bajo las bóvedas subterráneas de los palacios de Me- ni el menor buen rasgo característico.
cenas, de Tito, de Trajano y de los Antoninos, de las Pero ello es justamente la prueba de que se trata
que no se han conservado enteras más de treinta, no de pinturas ejecutadas por la mano de muy medio-
siendo algunas sino trabajos en mosaico. cres maestros, ya que la ciencia de las bellas propor-
Turnbull ha hecho acompañar su trabajo sobre ciones, del contorno y de la expresión, debió ser pro-
la pintura antigua de una colección de las obras más pia no sólo de los escultores griegos, sino también de
conocidas, dibujadas por Camillo Paderni y grabadas los buenos pintores.
por Mynde, las cuales dan por sí solas un valor úni- Estas virtudes artísticas, concebidas a la manera
co a su libro, cuyo espléndido papel ha sido por cier- de los antiguos pintores, dejan todavía a los moder-
to malgastado. Entre tales obras hay dos cuyos ori- nos un muy grande margen de mérito al respecto.
ginales se encuentran en el gabinete del célebre mé- En lo que se refiere a la perspectiva, el primer
dico Richard Meads, en Londres. rango les pertenece sin discusión; pese a todas las
Ya otros han señalado que Poussin estudió a fon- doctas apologías de los Antiguos, l a ventaja en esta
do las llamadas Bodas Aldobrandinas;" que se en- ciencia permanece del lado de los modernos. Las le-
cuentran todavía dibujos realizados por Annibale Car- yes del orden y de la composición, por grande que
racci a partir, se supone, de Marco Coriolano; y que fuese en ello el talento de Equión, no fueron conoci-
se pretendió haber hallado una gran semejanza en- das por los Antiguos sino parcial e imperfectamente,
tre las cabezas de las obras de Guido Reni y las del como pueden evidenciarlo las obras en relieve de las
célebre mosaico que representa el rapto de Europa. épocas en que las artes griegas florecieron en Roma.
Si tales frescos permitieran formular un juicio En cuanto al color, tanto las informaciones con-
fundado acerca de la pintura de los Antiguos, el exa- tenidas en los escritos de la Antigüedad, como lo que
men de los restos de este tipo induciría a cuestionar se puede ver en la pintura antigua que se ha conser-
también sus méritos en el dibujo y en la expresión. vado, parecen decidir igualmente en favor de los
Las pinturas con figuras de tamaño natural en las artistas modernos.
paredes del teatro de Herculano, pinturas que fueron Distintas clases de temas de la pintura han alcan-
trasladadas junto con los propios muros, no nos ofre- zado en los tiempos modernos un m á s alto grado de
cen, según se asegura, sino una pobre idea al respec- perfección. En la representación de animales y de
to. El Teseo representado como vencedor del Mino- paisajes, nuestros pintores, en todos los aspectos, han
superado a los antiguos. Las bellas especies animales,
30. Las bodas Aldobrandinas, un fresco del siglo I después propias de otros climas, no parecen haber sido cono-
de Cristo, fueron descubiertas en Roma en 1606. cidas por aquéllos; tal es, al menos, lo que se puede
conducirse como un poeta y trata de pintar figuras J,
deducir a partir de algunos casos particulares, como mediante imágenes, esto es, trata de pintar alegórica- j 1
el caballo de h4arco Aurelio, o los dos de Monte Ca- mente.
vallo, e incluso los supuestos caballos de Lisipo sobre La pintura se extiende así al ámbito de las cosas
\
el porte1 de la iglesia de San Marcos en Venecia, el que no son seilsibles; éstas son su fin supremo y, '
Toro Farnesio y los demás animales de este gruppo. como lo atestiguan los escritos de la Antigüedad, los
Puede aquí mencionarse de paso que los Antiguos, griegos se esforzaron en alcanzarlo. Parrasio, un pin-
como se ve en sus monedas o en los caballos de Ve- tor que describía el alma como lo hiciese Arístides,
necia, no observaron en sus caballos el movimiento ha podido incluso, según se dice, expresar el carácter
diametral de las patas. Algunos modernos, por igno- de todo un pueblo. Pintó a los atenienses tal como
rancia, les han imitado en esto, e incluso han sido eran, a la vez bondadosos y crueles, ligeros y obsti-
defendidos.
1
nados, bravos y cobardes. Si una tal representació
Nuestros paisajes, en particular los de los pintores parece posible, lo es únicamente por medio de la ale , ,,,
holandeses, deben su belleza sobre todo a la pintura goría, a través de imágenes que expresen nocione i
al óleo; sus colores adquirieron así más vigor, viveza generales.
y relieve, y la propia naturaleza, bajo un cielo más El artista se encuentra aquí como en un desierto.
denso y más húincdo, ha contribuido no poco a ex- Las lenguas de los indios salvajes, que carecen en
tender el dominio de este género artístico. gran medida de nociones de este género y que no po-
Estas ya mencionadas ventajas de los pintores mo- seen ninguna palabra con la que designar el conoci-
dernos sobre los antiguos, y alguna otra más, mere- miento, el espacio, la duración, etc., no son más po-
cerían ser mejor iluminadas mediante comprobacio- bres en tales signos que lo es la pintura de nuestro
nes más sólidas que las quc se han venido ofreciendo tiempo. El pintor cuyo pensamiento va más lejos
hasta la fecha. que su paleta desea poseer un bagaje de erudición
Queda por dar todavía un gran paso para la ex- al que poder acudir y del que poder tomar signos
pznsióil del dominio del arte. El artista que com:lema expresivos, sensiblemente materializados, de objetos
a apartarse de la senda común, o que en efecto se 11a que no son sensibles. No existe todavía una obra com-
desviado, intenta arriesgar ese paso; pero su pie se pleta en esta materia. Las tentativas llevadas a cabo
detiene en el lugar más escarpado del arte, y aquí hasta el presente no son apenas de consideración y
se ve privado dc toda ayuda. no alcanzan la altura de estos grandes designios. El
Las vidas de los santos, las fábulas y las mcta- artista sabrá en qué medida le satisfarán la Iconolo-
morfosis son los temas eternos y casi los únicos de gía de Ripa, o las I~?zágenessimbólicas de los pueblos
los pintores inodernos desde hace siglos: estos te- de la antigüedad, de Van H ~ o g h e . ~ '
inas han sido tratados de mil maneras y con mil ar- Éste es el motivo por el que los grandes pintores
tísticos refiilamientos, hasta el punto en que hartaz-
go y hastío acabarán necesariamente por apoderarse 31. Referencia a las dos colecciones de emblemas de Ce-
de los artistas sensatos y de los conocedores. sare RIP.~, Iconologia ovvero descrittione dell'irnagini univer-
Un artista cuya alma haya aprendido a pensar, sali cavati dell'antichith (1593), y de Romeyn DE HOOGHE, Hie-
no la deja inactiva y desocupada mientras represen- roglyphica of Merkbeelden der oude volkeren (1735, trad. ale-
ta una Dafne o un Apolo, un rapto dc Proserpina o mana de 1744, bajo el título: Hieroglyphica oder Denkbilder
der alten Volker).
dc Europa, u otros temas del mismo género. Intenta
no han escogido sino temas conocidos. Annibale Car- banzas cuyos más poderosos pensamientos responden
racci, en la Galería Farnesio, en lugar de haber re- a los nombres del calendario. Era éste el lugar opor-
presentado por medio de símbolos generales e imá- tuno para haber realizado algo grande y es asornbro-
genes sensibles, a la manera de un poeta alegórico, so, por cierto, que así no haya sido. Pero con todo,
los hechos y acontecimientos más célebres de la Casa aun cuando la divinizaci6n de un ministro hubiese
Farnesio, no desplegó aquí todo su talento sino en sido lo más idóneo como decoración para el más dis-
fábulas ya conocidas. tinguido techo del castillo real, puede en ella apre-
La Galería Real de Pinturas de Dresde encierra sin ciarse qué es lo que le ha faltado al pintor.
duda un tesoro en obras de los más grandes maes-
tros, lo que hace de ella tal vez la primera galería del
mundo, y su Majestad, en su calidad de más sabio
El artista necesita de una obra que contenga todas
aquellas imágenes y figuras sensibles que, extraídas
de la entera mitología, de los mejores poetas de los!
i 11, -L.-.
conocedor de las bellas artes, ha procedido a una es- tiempos antiguos y modernos, de la oculta sabiduría)
tricta selección para conservar únicamente las obras de muchos pueblos, de los monumentos de la ~ n - i
más perfectas en su género; sin embargo, ¡qué pocas tigiiedad en piedra, monedas y utensilios, sirvieron/
obras de asunto histórico se encuentran en este te- para conferir una forma poética a los conceptos m i - \
soro real! Y en cuanto a pinturas alegóricas o poéti- versales, Este abundante material habría de ser opor-
cas, todavía menos. tunamente distribuido en determinadas categorías y
El gran Rubens es con mucho, entre los artistas organizado, para instrucción de los artistas, median-
, de primer rango, el que más se ha arriesgado en gran- te aplicaciones e interpretaciones específicas para po-
des obras, como un sublime poeta, en el desierto ca- sibles casos p a r t i c ~ l a r e s . ~
mino de esta clase de pintura. La Galería de Luxem- Se abriría con ello, al mismo tiempo, un vasto
burgo, su mayor obra, ha sido dada a conocer al mun- campo a la imitación de los Antiguos, y se dotaría a
do entero de la mano de los más hábiles grabadores nuestras obras del -gusto sublime de las de la Anti-
en cobre?2 güedad.
Tras él, más recientemente, no es fácil que se haya El buen gusto en la ornamentación, desde los
emprendido y llevado a cabo, en este género, una tiempos en que su corrupción arrancara a Vitrubio
obra más sublime que la cúpula de la Biblioteca Im- tan amargos lamentos, se ha visto en nuestros días to-
perial de Viena, pintada por Daniel Gran,33grabada davía más deteriorado, en parte a causa de los gro-
en cobre por Sedelmayr. La apoteosis de Hércules, tescos puestos en boga por Morto, pintor oriundo de
alusión al cardenal Hércules de Fleury, pintada en Feltro, y también por las pinturas carentes de sen-
Versalles por Lemoyne, de la que Francia se vana- tido que pueblan nuestros aposentos; así, mediante
gloria como de la más grandiosa composición del una profundización en el estudio de la alegoría, po-
mundo, no es, comparada con la pintura sabia y llena dría el buen gusto ser purificado y ganar a un tiempo
de sentido del pintor alemán, sino una alegoría muy en inteligencia y en verdad.
común y de cortas miras: es como un canto de ala- Nuestras volutas y nuestras adorables rocallas en
32. Alusión al ciclo de pinturas sobre la vida de María, 34. El deseo aquí expresado por Winckelmann lo cumpli-
realizado por Rubens para el Palacio de Luxemburgo. ria más tarde, sólo en parte, en su Versuch eine Allegorie
33. Daniel Gran, 16941757, pintor vienes, maestro de Oeser. (1766).
forma de concha?S sin las que hoy día ningún orna-
mento es concebible, no resultan más naturales que velzlt aegri soirzrrzia, vaplae
los candelabros de Vitrubio, que soportaban peque- Filzgerlttlr species.
ños castillos y palacios. La alegoría podría aportar los HoR?'
conocimienios que habrían de permitir incluso hacer
los más pequeños ornamentos adecuados al lugar en Se priva así a la piniura de aquello en lo que con-' '+L.\.
, que se encuentran. sistc su mayor logro, esto es, la representación ded
cosas invisibles, pasadas y futuras.
Reddere pcrsonae scit convenerztia cuique. Pero las pinturas que en tal o cual lugar podrían
tcner una significación la pierden, junto con su efica-
HoR.~ cia, a causa del emplazamiento indiferente o poco
conveniente que se les asigna.
Las pinturas en los techos y sobre las puertas no El constructor de un nuevo edificio,
están ahí, en su mayor parte, sino para llenar su em-
plazamiento y para cubrir los lugares vacíos que no Dives agris, rlivcs yositis irz foeizore irztlmnzis,
es posible rellenar únicamente de dorados. No sólo
HoR?~
no tienen ninguna relación con la situación social y
la condición del propietario, sino que a menudo son
para é! un perjuicio. hará quizá disponer, sobre las altas puertas de sus
Por lo tanto, es el horror a los espacios vacíos el salas y sus habitaciones, pequeñas imágenes que se
que llena las paredes; y son pinturas vacías de pen- apartarán del punto de vista y las leyes de la perspec-
samiento las que por necesidad han de reemplazar l tiva. Sc trata en este caso de imágenes que forman
el vacío. 1
parte de ornamentos fijos o inmóviles, no de piezas
Ésta es la razón por la que el artista abandonado ciispucstas simciricamente formando un conjunto.
a su arbitrio escogía frecuentemente, a falta de imá- La elección de los ornamentos en la arquitectura
genes alegóricas, asuntos que más bien debían pare- no es a mcnudo más juiciosa: las armaduras y los
cer sátiras que hacen el honor a aquel a quien con- trofeos en un pabellón de caza 39 se encontrarán tan
sagraba su arte: y es acaso para ponerse al abrigo incómodos como Ganimedes y el águila, o Júpiter y
de este peligro p r lo que se pide al artista, con sutil Leda, en los relieves de las puertas de bronce en la
precaución, que represente imágenes que no signi- entrada de la basílica de San Pedro en Roma.
fiquen nada. Todas las artes tienen una dúplice finalidad: de-f
Incluso tales imágenes resultan a menudo difíciles ben agradar e instruir a la vez; tal es la razón por la/ iw"<'"
dc hallar, y finalmente que muchos de los más grandes pintores de paisajes)