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compiladora
Deseo y represión
Introducción
Débora D'Antonio IX
Autores 109
Bibliografía . 111
Introdu cción
Débora D'Antonio
fines del siglo x1x y principios del siglo xx. Abandonando el prisma de una
visión generalista y de carácter nacional centrada en las relaciones sociales,
en la opresión de clase y en el poder de las elites metropolitanas, estas
investigaciones sobre el E stado comenzaron a mostrar realidades menos
homogéneas y más contingentes y multiformes (Bergia 2015; Bohoslavsky
2005).
Respecto de la segunda parte del siglo xx, en términos generales, el
estudio sistemático del Estado asumió por parte de la historia como disci
plina, una perspectiva interpretativa centrada en la violencia que colocaba
más el énfasis en las rupturas que en las continuidades y que recuperaba,
de esta manera, las dicotomías teóricas planteadas en los años ochenta
por la ciencia política o la sociología. E ste aspecto se expresó tanto en el
análisis de los regímenes políticos, destacando diferencias tajantes entre
gobiernos constitucionales y militares, como en la acentuación exclusiva,
de los aspectos más traumáticos y clandestinos de la represión durante la
última dictadura militar. Asimismo los trabajos que analizaron el E stado
durante estos años y que lo conceptualizaron como E stado terrorista, se
ocuparon de los mecanismos y anclajes de la dinámica represiva clandestina
y de su combinación con la faz legal (Mi gnone y Con te Me Donell 2006), y
lo percibieron como una institución fuertemente monolítica y centralizada,
como se puede observar en el clásico libro de Duhalde (1999) .
En la última década el análisis de la represión estatal se pudo profundi
zar a partir del estudio de agencias estatales específicas y de nuevas fuentes
históricas que abandonaron su estatus de confidenciales y reservadas para
estar disponibles para la investigación. Una forma en que se manifiesta es
que quienes examinan los derroteros y la naturaleza de los centros clandes
tinos de detención, por ejemplo, los conciben no ya como instituciones ais
ladas sino como un eje ordenador de la política represiva estatal, pero ahora
en estrecha conexión con la sociedad en la que tuvieron lugar (Slatman
2011; Feierstein 2007, 2005; Calveiro 1998) . Una perspectiva que, por otro
lado, se vincula con aquellos estudios que ponderan los antecedentes sobre
la violencia política en el período anterior al golpe de E stado de marzo de
1976 (Franco 2012; lzaguirre 2009; Andújar y D'Antonio 2008) y con aquellas
otras investigaciones que a partir del examen de los aparatos represivos y
de control social del Estado nacional - tales como el Servicio Penitenciario
Federal, el Poder Judicial, la Morgue Judicial o las instituciones que se
ocupan de la minoridad - resaltan los enlaces entre los aspectos legales e
ilegales y entre las prácticas excepcionales de la represión clandestina y las
dinámicas institucionales y burocráticas regulares preexistentes (E idelman
20 12; D'Antonio y E idelman 2010; D'Antonio 2010; Villalta 2010; G araño
2008; Águila 2008; Tiscornia 2004; Sarrabayrouse Oliveira 2003 ) . Unos y
otros estudios muestran las fuertes líneas de continuidad entre diferentes
XII DÉBORA D'ANTONIO
Mora l católi ca y ce n s u ra mu n i c i pa l de
Las revistas e róti cas e n La c i u dad de
B u e n os Ai res du ra n te La década de l
sese n ta
Ariel Eidelman
Introducción
E ste artícu�o aborda el estudio de la represión estatal por parte de la
municipalidad porteña de las revistas eróticas, material gráfico considerado
como inmoral y obsceno durante una coyuntura política e institucional
particular en la Argentina: el golpe de Estado de junio de 1966. En particular
la primera fase del gobierno militar, etapa de implantación de su régimen
político e institucional, por parte de la autotitulada « Revolución Argenti
na». Se utilizan diferentes fuentes, como documentos oficiales, decretos
municipales, diarios porteños y revistas políticas de la época, como Primera
Plana y Confirmado.
Aunque el control y la censura de las publicaciones periódicas y revistas
calificadas como obscenas e inmorales era una actividad tradicional de las
instituciones de la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, el gobierno
militar debutó con una importante y amplia campaña de moralidad que
incluyó, entre sus aspectos fundamentales, el reforzamiento de la perse
cución de las revistas masculinas con contenido erótico o pornográfico,
denunciándolas insistentemente ante la sociedad argentina como una
herramienta de penetración del comunismo en la sociedad, a través de
la subversión de la moralidad pública y las buenas costumbres. Para los
oficiales del Ejército y las otras fuerzas armadas y también para sus aliados
civiles : los sectores conservadores y católicos, el sexo era un elemento
2 ARI E L EIDELMAN
peligroso, capaz de poner en riesgo el orden familiar y social, por lo que era
necesario controlarlo con suma atención.1
Como ha planteado Valeria Manzano, la campaña municipal de 1966
tenía un importante y directo antecedente de una campaña similar, e
incluso en algunos casos con los mismos protagonistas y funcionarios,
realizada en los años 1960 y 1961, durante la última parte de la presidencia
de Arturo Frondizi (Manzano 2005 ) . Por este motivo, el artículo buscará
antecedentes en los aparatos estatales y también en la actividad de los
grupos laicos católicos entre 1958 y 1962, para comprender mejor el carácter
de la actividad de control y censura realizada bajo la dictadura de Juan
Carlos On ganía. E ntendemos que la actividad de defensa de la moral y
las buenas costumbres realizada en el año 1966 constituye una coyuntura
relevante para afrontar un análisis de la represión estatal vinculada a la
sexualidad y al mismo tiempo de la circulación y consumo social de los
productos culturales con contenido sexual.
Como señalaba hace tiempo Andrés Avellaneda en un estudio de carác
ter fundacional sobre la censura cultural en nuestro país, «la historia de la
cultura es también la historia de la censura, un registro de negociaciones
solapadas o explícitas entre los productos culturales y el control del Estado»
(Avellaneda 1986, pág. 7) . Este autor ha destacado cómo para los defensores
de la moral y la censura, una cultura legítima se vinculaba con una sexuali
dad sana, en un sistema que liga sexualidad, familia, religión y seguridad
nacional (ibíd., págs. 19-20) .
Esa actividad de censura y control cultural se basaba en la calificación
como inmoral y presuntamente obscena de la representación gráfica del
desnudo femenino. Desde mediados del siglo XIX la fotografía erótica tenía
una larga tradición ya que había nacido junto con la fotografía como técnica
de reproducción masiva, y su desarrollo estuvo directamente vinculado a
la historia del desnudo femenino y del arte erótico en general. La difusión
en E uropa de las postales con fotografías de muj e res desnudas a fines
del siglo XIX y su consumo masivo durante la Primera G uerra Mundial
marcaron momentos de marcada expansión de la producción y consumo
de la imagen pornográfica, cuando tradicionalmente en la cultura europea
moderna la pornografía antes del siglo XIX había sido más escrita, como
aparece en forma paradigmática en la obra literaria y filosófica del Marqués
de S ade (1740-1814), por ejemplo, que visual. Durante todo el siglo XIX, la
imagen erótica ganó terreno en el arte erótico y pornográfico a partir de la
pintura, el dibujo y la fotografía. 2
1.- Agradezco las críticas, comentarios y discusiones que tuve y tengo con
las colegas del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de
Filosofia y Letras de la U BA.
2.- Sobre los estudios académicos actuales acerca del lugar de la pornografia
en la historia y la cultura contemporánea, se pueden consultar por ejemplo los
MORAL CATÓLICA Y CENSURA MUNICIPAL DE LAS REVISTAS • • • 3
trabajos de Williams (2014, 1989), Sigel (2013), Moulton (2013), Attwood (2011, 2002)
y Hunt (1993 ) . Respecto de la construcción y consumo de la imagen femenina,
remitimos a los trabajos de Solomon-Godeau (1996), Nead (1992) y Mulvey (1975).
Para un análisis de las postales con fotos pornográficas en Inglaterra y el mundo
atlántico desde fines del siglo x1x y hasta la Primera Guerra Mundial. Véase Sigel
(2000) .
4 ARI E L EIDE LMAN
Durante los primeros cinco meses del nuevo régimen, entre fines de julio
y noviembre de 1966, se llevó adelante una amplia campaña de defensa de
la moral en la ciudad de Buenos Aires para enfrentar lo que se consideraba
la degradación cultural y moral de la sociedad, pero especialmente de la
juventud, fuertemente asociada por los sectores conservadores a una se
xualidad más liberal y con menos prejuicios. Controlando la noche porteña
y en defensa del orden y la moral pública, la campaña fue implementada
por los inspectores municipales y la Policía Federal.6
En el mes de j ulio, el Poder Ejecutivo Nacional nombró como inten
dente municipal al coronel Eugenio Schettini. Este a su vez designó como
secretario de Abastecimiento y Policía Municipal al capitán de navío (re)
Enrique G reen Urien, cuñado del presidente, el teniente general Onganía y
ex jefe de la Policía Federal Argentina, entre febrero y setiembre de 1962.
También fue designado el comisario inspector (re) Luis Margaride al frente
de la Dirección de Inspección General de la comuna.
En la ceremonia en que asumió Margaride, el día 22 de julio, el secretario
de Abastecimiento G reen Urien se presentó a sí mismo como un católico
militante, señaló que respetaba la demás doctrinas religiosas, «siempre y
cuando respeten nuestro sistema religioso, político y moral» y agregó que
repudiaba y pensaba combatir «el liberalismo ateo, que busca la destrucción
de todo aquello que constituye los pilares de la argentinidad». Esos pilares
estaban representados por el respeto a los principios religiosos y morales y a
la tradición histórica. También dijo que «muchos habitantes están enfermos
de un mal que tiene dos caracteres: la inmoralidad y la cobardía física y
cívica». Sobre el funcionario que asumía como secretario municipal aseguró
que «de sus condiciones morales y de su capacidad podrán dar fe ustedes
mismos a breve plazo».7
El nuevo inspector general, Luis Margaride, era un católico educado por
los padres maronitas. Policía desde la década del cuarenta, había estudiado
en la Escuela de Mecánica de la Armada, pero ingresó en la Policía de la ciu
dad de Buenos Aires en el año 1932. En 1947 cuando era oficial inspector fue
enviado a Salta por su falta de adhesión al gobierno peronista. Ya comisario
regresó a la Capital en 1955, desempeñándose en las comisarías 26ª, 42ª y
44ª . Fue jefe de Seguridad y subdirector del penal de Villa Devoto. En 1961 y
durante la jefatura del capitán de navío (re) Recaredo Vázquez, se lo asignó
para dirigir la sección Seguridad Personal de la Policía Federal, desde donde
implementó una campaña permanente contra los hoteles alojamiento y
8.- «Buenos Aires. La noche se apaga», en Primera Plana, n.0 189, 9/08/66.
9.- «Luis Margaride: las buenas costumbres», en Con.firmado, n.0 59, 4/08/66.
8 ARIEL EIDE LMAN
10.- Véase « Buenos Aires. La noche se apaga», en Primera Plana, n.0 189,
9/08/1966 y « La nueva moral de Buenos Aires», en Confirmado, n. 0 60, 11/08/66.
11.- Véase «La agonía de los desnudos femeninos», en Primera Plana, n.º 190,
16/08/66.
12.- «Buenos Aires. La noche se apaga», en Primera Plana, n.0 189, 9/08/66.
MORAL CATÓLICA Y CENSURA MUNICIPAL DE LAS REVISTAS • • • 9
18.- El decreto municipal 115/58 está citado en Avellaneda (1986, pág. IS) .
19.- « La agonía de los desnudos femeninos», en Primera Plana, n.º 190,
16/08/66.
20.- Ibíd.
21.- Mucha de la información biográfica de Fasano fue tomada del libro
Quién es quién en la Argentina, de 1955.
MORAL CATÓLICA Y CENSURA MUNICI PAL DE LAS REVISTAS • • • 11
24.- Las Ligas de Padres y Madres de Familia, dos de las más importantes
organizaciones civiles de ideología confesional de vigilancia de las costumbres y los
valores morales en la década del sesenta en la Argentina, fueron creadas en 1951 por
monseñor M anuel Molerlo, ante el inminente conflicto de la I glesia con el Estado
peronista. Surgieron como desprendimientos de Acción C atólica y respondían a
la j erarquía eclesiástica. Véase Vázquez Lorda (2012, 2007) . Véase el Informativo
periodístico de la OASMO. Para toda América, n.º 1, págs. 3-5. Agradezco a Valería
Manzano por una copia de este material.
MORAL CATÓLICA Y CENSURA MUNICIPAL DE LAS REVISTAS • • • 13
25.- lbíd.
14 ARIE L EIDELMAN
Algunas conclusiones
Aunque en el marco de una campaña general de moralidad pública la
censura de la pornografía fue amplia e importante, especialmente en el
discurso de sus responsables y ejecutores materiales, la comparación con la
primera mitad de 1966 muestra que en realidad la cantidad de publicaciones
prohibidas no se incrementó. Entre enero y junio de ese año fueron prohi
bidas por inmorales en la ciudad de Buenos Aires unas 75 publicaciones y
en los seis meses siguientes 69. E sto colocando a julio, el primer mes del
gobierno del general Onganía y el mes con más calificaciones de todo el
año, unas veinte, del lado de la campaña de moralidad, cuando en realidad
los funcionarios municipales que la llevaron adelante fueron nombrados
recién en los últimos días de ese mes y para la prensa la campaña se lanzó
recién en agosto. Confrontando la segunda mitad de 1966 con los mismos
meses del año anterior, se ve un incremento en la cantidad de prohibiciones,
pero relativo, ya que entre julio y diciembre de 1965 fueron prohibidas unas
57 publicaciones.
Comparando el origen del material considerado corno pornográfico,
en el año 1965 hay una mayor diversidad de países de origen, con algunas
revistas procedentes de Italia, corno ABC o Nuova Alta Tensione, y de otros
países europeos corno Dinamarca, Suiza y Suecia, y es mucho menos signi
ficativo el peso del material estadounidense que al año siguiente, siendo la
mayoría de las publicaciones calificadas, revistas sensacionalistas de origen
nacional, como Ocurrió, Oiga, Así y Careo y varios números de revistas locales
con fotos eróticas corno Bichofeo, Cabeza Fresca, Reservada y Dinamita, entre
otras.
A pesar del celo puesto por los funcionarios municipales por erradicar
la pornografía de la ciudad de Buenos Aires la cantidad de publicaciones
periódicas calificadas corno inmorales y presuntamente obscenas no fue
MORAL CATÓLICA Y CENSURA MUNICIPAL DE LAS REVISTAS • • • 19
Setiembre 20 1 9 ARG /1 FR
Noviembre 3 2 ARG/ 1 FR
Agosto 15 1 5 EEUU
Octubre 10 1 0 EEUU
Diciembre 2 2 EEUU
1.- La referencia completa es: Archivo General de Ja Nación (AG N), Archivo
I ntermedio, Fondo Armada de la República Argentina, Sección Archivo, Serie
Sumarios por infracción al Código de Justicia Militar (fechas extremas 1900-2009) .
Mi encuentro con este archivo fue posibilitado por el personal del Archivo General
de la Nación - Archivo Intermedio - ante mi consulta sobre «fuentes que permitan
analizar la represión a la homosexualidad». A pesar de Ja especificidad de mi
pedido, me fue posibilitado este archivo que actualmente es fundamental para
mi investigación doctoral en curso.
SOCIABILIDAD HOMOERÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES:. . . 23
6.- Por ejemplo: «El drama del homosexual», Life en español, 26 de junio
de 1964; « E l m iedo a ser mujer», La Razón, 9 de agosto de 1964; « ¿ H ay 800.000
homosexuales en Argentina?», LEOPLAN, año 1965; «200.000 homosexuales», Extra,
agosto de 1965; «El problema de la homosexualidad», Panorama, 2 de j ulio de 1968;
«Homosexualidad», Nosotros y los otros, año 1970; « I nforme sobre homosexuales»,
Revista Confirmado, 10 de marzo de 1971; «No queremos ser invisibles», revista SIETE
DÍAS, abril de 1972. Agradezco a Marcelo Ferreyra y Javier Moscoso que posibilitaron
el acceso a sus propios archivos hemerográficos que, a su vez, son el resultado de
sus propios aportes y de otros anónimos.
7.- «¿Hay 800.000 homosexuales en Argentina?», LEOPLAN, año 1965, página
42. Énfasis en el original
SOCIABILIDAD HOMOERÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES: . . . 27
El tono ambiguo al que nos referimos producía cierta alarma entre los
círculos castrenses. En esa línea se expresaba un capitán de corbeta de la
Armada Argentina que consideraba que:
9.- ARA.a.scjm; paquete 14, carpeta 5.199, expediente 38.528 (año 1979),
bastardillas propias.
SOCIABI LI DAD HOMOE RÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES: . . . 29
«No recuerdo cómo fue que caí en este vicio, ni recuerdo la edad
que tenía cuando comencé a tener relaciones homosexuales;
sé que todavía usaba pantalones cortos. La primera vez que
practiqué el acto homosexual fue con un primo mío mayor que
yo».14
14.- ARA.a.scjm; paquete 14, carpeta 5.213, expediente 38.S65 (año 1970) .
15.- ARA.a.scjm; paquete 14, carpeta 5.213, expediente 3 8.S65 (año 1970) .
SOCIABILIDAD HOMOERÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES:. . . 31
17.- ARA.a.scj m; paquete 56; carpeta 5.358; expediente 33,498 (año 1970) .
18.- ARA.a.scjm; paquete 56; carpeta 5,358; expediente 33.498 (año 1970) .
19.- ARA.a.scjm; paquete 14; carpeta 5.199; expediente 38.S28 (año 1979) .
20.- Véase también: ARA.a.scjm, paquete 399, carpeta 5 .662, expediente
34.173 (año 1974); ARA.A.scjm, paquete 56, carpeta 5,358, expediente 33 .498 (año
1970); ARA.a.scjm, paquete 34, carpeta 5.168, expediente 3 8 .457 (año 1969) . En este
último, por ejemplo, se inicia la causa al imputado porque se lo acusa de «chuparle
el culo» a otro cabo con el objeto de «jorobar». Incluso el acto se realiza en presencia
de una decena de suboficiales en un buque a bordo de mar.
SOCIABILIDAD HOMOERÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES:. . . 33
para dar cuenta de la apropiación de los suj etos: una práctica connotada
virilmente por la apuesta física que implicaba también podía ser torcida
o resignificada con el objeto de generar una situación con connotaciones
homoeróticas.
En este apartado, hemos desplegado una reconstrucción posible de una
serie de representaciones y sentidos disponibles en torno a la homosexuali
dad. Hemos sugerido que cierta ambigüedad al respecto posiblemente
contribuyó a la construcción de sentidos no condenatorios y positivos
sobre la homosexualidad. Sin embargo, estos sentidos estaban disponibles
en un contexto abrumador de discursos en los medios gráficos y otras
publicaciones que contribuían a forjar una imagen patologizante y crimina
lizadora de la homosexualidad. Sin embargo, es esperable que este análisis
sugiera que estos discursos normalizadores y moralizantes estaban siendo
resignificados activamente por parte de los sujetos. A continuación, con este
mapeo de sentidos disponibles, nos proponemos recuperar las prácticas de
apropiación del espacio público urbano por parte de los varones que tenían
sexo con otros varones.
En las últimas décadas del siglo x1x y primeras del siglo xx, los espacios
de ocio de la ciudad de Buenos Aires se configuraron como primordialmente
masculinos. Tal como ha argumentado Ben (2007) , las características del
período en relación al mundo del trabajo, la estructura demográfica y la
composición familiar posibilitaron la configuración de una segregación
por género de la ciudad. S i bien es posible suponer que los propios sujetos
ponían en cuestión esta segre gación, el autor sostiene que «los bares en
particular eran el lugar masculino homosocial de esparcimiento por ex
celencia»21 (ibíd., pág. 442) . Del mismo modo, las prostitutas y las maricas
21.- Traducción de the streets were also almost exclusively masculine, and bars in
particular were the male homosocial location ofleisure par excellence.
34 MÁXIMO JAVIER FERNÁN DEZ
22.- ARA.a.scjm; paquete 276; carpeta 5.395; expediente 33.598 (año 1972) .
SOCIABILIDAD HOMOERÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES: . . . 3S
L
h.4 .S. HBf/N
.
L1 L E M
L1 L EM
25.- ARA.a.scjm; paquete 56; carpeta 5.358; expediente 33.498 (año 1970) .
26.- ARA.a.scjm; paquete 399, carpeta s.662, expediente 34.173 (año 1974) .
40 MÁXIMO JAVIER FERNÁNDEZ
Reflexiones finales
En este capítulo hemos intentado argumentar que la convivencia en el
espacio urbano de maricas y varones heterosexuales se mantuvo como una
característica de la sociabilidad masculina - más específicamente, de la
sociabilidad de los varones que tenían sexo entre sí - durante las décadas
de 1960 y 1970. E ste proceso fue posibilitado por los sentidos circulantes
que provenían tanto de los medios gráficos y publicaciones así como de
los propios sujetos. En este sentido, no fue un fenómeno generado «desde
arriba» sino que también fue activado «desde abajo». Los discursos pro
venientes de esas publicaciones por sí solos no agotan la explicación en
torno a la circulación de estos sentidos, sino que se debe tener en cuenta la
apropiación que realizaban los propios sujetos. Por ejemplo, sostener que,
de acuerdo al informe Kinsey, había 800 mil homosexuales en Argentina
pudo haber tenido un efecto contrario al objetivo inicialmente condena
torio del artículo anteriormente citado. En síntesis un posible lector con
27.- E ste dato lo aporta Juan José Sebrellí e n el documental Ante la ley
(Emiliano Jelicié y Pablo Klappenbach, 2013).
SOCIABILIDAD HOMOERÓTICA EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES:. . . 41
Catalina Trebisacce
Introd ucción
Los años sesenta y setenta estuvieron signados por aires de cambios y
de revoluciones, así como por las resistencias que estos suscitaron. Fueron
décadas de enfrentamientos entre fuerzas progresistas, revolucionarias y
conservadoras que se desplegaron en distintos órdenes de la existencia: en
la política, en la militancia, en el campo intelectual, en la industria cultural,
en la moral, en las costumbres, en la relaciones entre los géneros, en la
sexualidad, etc. El presente capítulo estará orientado a analizar la contienda
que tuvo lugar en el terreno de la sexualidad a partir de la interacción entre
ciertos discursos científicos que circularon en medios masivos, enmarcados
en lo que se dio en llamar «la revolución sexual», la militancia feminista y
el Frente de Liberación Homosexual.
Habitualmente asociada a la aparición de la pastilla anticonceptiva,
la «revolución sexual» supuso, en realidad, la emergencia de un universo
discursivo bastante más amplio y de mayor impacto. Ella conllevó la explo
siva y masiva circulación de narrativas tendientes a estudiar y a explicar la
sexualidad, especialmente la sexualidad femenina, desde una perspectiva
autodeclarada progresista. La «revolución sexual» auguró la llegada de
un tiempo otro para la sexualidad, tiempo de ocaso para los tabúes y de
celebración para los place res . S i n embargo, y a pesar de la legitimidad
que dichas narrativas habían conseguido en la capital porteña, agrupa-
44 CATALI NA TREBISACCE
allí que la sexualidad moderna abriera la posibilidad para que las mujeres
participaran de lo que antes solo era privilegio de los varones. Simultánea
y necesariamente, la virginidad femenina perdió su valor moral y comen
zaron a ser comunes los encuentros prematrimoniales . De modo que la
sexualidad no representaba ya la consumación del matrimonio sino un
espacio de exploración, de encuentro entre pretendidos/as pares (Cosse
201ob) . Con este nuevo paradigma de la sexualidad, dos de los discursos
científicos que adquirieron centralidad por s u estudio en torno al tema
fueron el psicoanálisis 2 y la sexología.3 Ambos discursos, provenientes de
geografías lejanas, tuvieron una buena acogida en el campo intelectual, cul
tural y académico de Buenos Aires, pero también, y especialmente, fueron
un furor en los medios masivos de comunicación. Y todo esto sucedió en
un momento de florecimiento de la industria editorial y de revistas, lo que
garantizó una difusión de aquellas ideas en ámbitos no especializados.4
lsabella Cosse explica que «la renovación periodística colocó a la sexualidad
en primer plano y la convirtió en un campo de batalla de la modernización
cultural» (ibíd., pág. 87) .
sobre sexualidad que, como se verá, por aquellos años interesaron a feministas y a
homosexuales militantes.
18.- Entrevista realizada por la autora en julio de 2009.
19.- Entrevista realizada por la autora en julio de 2009.
UNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA: • • . 55
20.- No contaron con esta suerte los varones homosexuales pues los
sexólogos/as vanguardistas de aquellos años, M asters y Johnson, mantenían
ciertos reparos frente a las prácticas homosexuales. Cuestión que imposibilitaba
convertirlos en aliados de la comunidad homosexual. S í, en cambio, lo fueron
los estudios de su antecesor Alfred Kinsey, quien había estado interesado
en despatologizar a la homosexualidad enfatizando el carácter más o menos
extendido de las prácticas homosexuales entre las personas autopercibidas como
heterosexuales . El FLH mecanografió, fotocopió y repartió varios pasajes de los
informes Kinsey.
21.- Naturaleza y evolución de la sexualidad femenina se editó en español en 1974
pero las feministas locales habían traducido algunos fragmentos. Los manuscritos
de estos fragmentos se encuentran en el archivo de Sara Torres.
22.- Para un estudio sobre el trabajo de Koedt, véase Gerhard (2001) .
23.- E ste era el modo en que reconceptualizaban la llamada «revolución
sexual».
56 CATALINA TREBISACCE
24.- Sobre las prácticas sexuales de los varones gays de los tempranos años
setenta el material bibliográfico es escaso. Sin embargo, pueden consultarse los
trabajos de Insausti (2011-2012), Rapisardi y Modarelli (2001) y el de M aximiliano
Fernández publicado en este libro.
25.- La información recopilada entre todas mis entrevistas (tanto a mujeres
de la UFA como del M LF) constata que la mayorías de las militantes heterosexuales
se encontraba separadas o en malos términos conyugales.
26.- Entrevista por la autora en julio de 2009.
UNA BATALLA SEXUAL EN LOS SETENTA: . • • 57
producir masturbación mecánicamente para ver qué pasaba con esto. Con
lo cual, maravilloso! O sea, hemos trabajado sobre nosotras mismas». 27
Los ejercicios de autoerotismo masturbartorio les permitían a las feminis
tas aumentar el conocimiento de sí mismas, de su propia sexualidad, al
tiempo que contrarrestaban los mandatos que las hacían dependiente de la
sexualidad del varón. 28
Dicho de otro modo, las feministas se aplicaron a un trabajo sobre la pro
pia sexualidad para lo que se sirvieron indiscutiblemente de los discursos
científicos modernos, pero también los cuestionaron. Los cuestionamientos
surgían de sus propias vivencias, experiencias afectivas y sexuales que
tenían ocasión de compartir en los grupos de estudio del G PS o en los
grupos de concienciación. 29 Puestas en común, sus experiencias eran la
base para producir un régimen de verdad(es) propio con el que disputaban
las verdades a los regímenes de la sexología y del psicoanálisis. En confe
rencias, feministas y homosexuales buscaban con sus intervenciones poner
en cortocircuito los discursos centrados en la complementariedad hetero
sexual de la pareja y la del pene-vagina. Reflexiona Marta sobre aquellas
intervenciones: « Pero no solo era el público el que quedaba impactado,
sino también los sexólogos que se quedaban locos porque eran la palabra
autorizada, que quedaba desautorizada! ».3º
Las feministas y los varones homosexuales disputaban, entonces, el ré
gimen de verdad de las scientiae sexualis del psiconálisis y la sexología desde
el desarrollo de lo que Foucault denominó un ars erótica que, descentrado
de la voluntad de saber de la ciencia, fundamenta las verdades del sexo a
partir de las propias experiencias.
era aún más insoportable para las mujeres lesbianas, las cuales componían
un número para nada desestimable en los grupos. En la UFA al menos tres
fi guras centrales eran lesbianas y padecían de igual modo el régimen de
normalidad (hetero) sexual imperante en el marco de la llamada «revolución
o liberación sexual». Una de ellas narró la violencia que recibía cuando
caminaba con su pareja (no declarada) por parte de los varones. Cuenta
que solían interpelarlas preguntando: - «¿Solas?» - « ¡ No, yo estoy con ella y
ella conmigo, no estamos solas! ».31 Sin embargo, esta situación no despertó
entre las lesbianas la necesidad o la convicción de que era imperiosa una
militancia específica. Tampoco de ello· las convencieron los militantes del
FLH.32
Varias fueron las razones por las cuales aquel feminismo se negó a
desarrollar una militancia en torno a la «homosexualidad femenina», para
usar la terminología de la época. En primer lugar, habría que insistir en
señalar que la llamada «revolución sexual» supuso el fortalecimiento de
la homosexualidad como un tabú infranqueable, como hemos visto. Tabú
del que no estuvieron exentas algunas de las propias militantes feministas.
Varias de las entrevistadas heterosexuales declararon que por aquel enton
ces mantenían fuertes prejuicios en torno a la homosexualidad e incluso
confesaron el temor de que la militancia feminista deviniera una excusa
de las lesbianas para conquistar a otras mujeres. Sin embargo, esta no era
la creencia de todas ni de la mayoría de las feministas, pero aún así todas
aceptaron que la «existencia lesbiana» fue silenciada - cuando no negada
en los ámbitos públicos.
Era bastante usual (y lo fue por mucho tiempo más) que las feministas
fueran acusadas de lesbianas con el fin de deslegitimar su militancia, lo que
habría desalentado a las feministas lesbianas de tratar el tema. Dando por
sentado esta interpretación, buena parte de la militancia posterior acusó a
las feministas de closeteras, de no tener el coraje de enfrentar este asunto.
Sin embargo, el problema del estigma social sobre la homosexualidad, al
exterior y al interior de los grupos, fue tan solo una de las razones que deben
considerarse para explicar la «invisibilización» de la existencia lesbiana en
las filas del feminismo. La explicación que le hace más justicia a la mayoría
de los testimonios versa en torno a la convicción ideológica de la irrelevancia
del objeto del deseo. M arta Miguelez, quien por entonces se encontraba
en pareja con otra militante feminista de la UFA, explica la s ituación de
esta manera: «No sé si esto es la fantasía o la idealización o qué de la UFA,
[pero el lesbianismo] no era necesario porque para nosotras el feminismo
Conclusiones
La «revolución sexual» en Argentina no significó solamente la legiti
mación social extendida de una sexualidad escindida de la reproducción
(razón por la que tampoco se circunscribió al consumo de la pastilla anti
conceptiva) . Ella implicó, principalmente, el despliegue massmediático de
discursos científicos (psicoanálisis y sexología) que procuraban develar la
«verdad» del sexo (orgásmico) . En el marco de la desatada obsesión por
conseguir la verdad del sexo, el psicoanálisis, la sexología y el periodismo
renovado entendieron que la clave de dicha verdad estaba enlazada a la
sexualidad femenina y al genuino amor heterosexual.
Innumerables notas en revistas y diarios de actualidad (re) produjeron,
en sus propias versiones, los regímenes de normalidad y de patología que
cada una de las scientiae sexualis producía. Ríos de tintas se destinaron a
remarcar la importancia del placer orgásmico en la sexualidad de las parejas
modernas, a caracterizar a la mujer «frígida y/o clitoriana» que se constituía
como el palo en la rueda para dicho modelo, a poner en valor la paridad y la
complementariedad de los sexos para el desarrollo de una sexualidad plena,
a condenar la atrofia del placer anal y clitoriano, etc.
E sta urdimbre o, mejor dicho, esta madeja enmarañada de sentidos
(massmediáticos) en torno a «la verdad» del sexo placentero despertaron
la necesidad de una resistencia y de una contestación por parte de las
feministas y de los militantes homosexuales.38 Ellas y ellos, desamparados
de ciencia y de representaciones sociales positivas, se abocaron a grupos
de estudio y de reflexión (de sus propias vivencias) para producir colectiva
y alternativamente sus verdad(es), nacidas de sus ars eróticas.
Feministas y homosexuales debieron, entonces, idear estrategias (nece
sariamente heterodoxas) para la confrontación y combate con los discursos
imperantes. Ensayaron pequeñas publicaciones alternativas pero también
practicaron intervenciones en los salones de difusión de los discursos pato-
Desde la década del cuarenta hasta los primeros años de este s iglo,
el E stado argentino persi guió y encarceló a los disidentes sexuales . Las
fuentes evidencian que la experiencia de las «maricas» en estas décadas es
de absoluta vulnerabilidad. Apresadas por la policía por el hecho de estar
prontuariadas como «amorales», se alternaban entre la calle y el pabellón
de homosexuales de la cárcel de Devoto, al cual la mayoría de las veces
eran remitidas con treinta días de arresto. Al salir en libertad, repudiadas
por parientes, perseguidas por vecinos e imposibilitadas de tener trabajos
formales, transitaban a hurtadillas por los arrabales escondiéndose de
la policía, hasta volver a ser detenidas a los pocos meses. E s pecialmente
durante el peronismo, muchas relatan haber pasado más de la mitad del
año hacinadas en cárceles y comisarías en las que el trato era cruento y las
condiciones de detención, deplorables (Acevedo 1985, pág. 216) .
El objetivo de este capítulo es trazar una genealogía de la persecución
estatal a los homosexuales en Argentina, revisando las reconstrucciones
de la memoria por parte del movimiento por la diversidad sexual desde
la transición democrática hasta la actualidad. E n los últimos años, este
elaboró n arrativas que enfatizaban el análisis de la persecución estatal
en la última dictadura militar y subestimaban la represión en el período
previo y posterior. Este artículo problematiza las hipótesis que plantean la
existencia de un plan sistemático de persecución, tortura y desaparición
de homosexuales y travestis durante la última dictadura militar. Por el
64 SANTIAGO JOAQUÍN INSAUSTI
Débora D'Antonio*
Introducción
Un conjunto de investigaciones académicas con diferentes proceden
cias disciplinares producidas en la Argentina entre las décadas del ochenta
y noventa han destacado que los integrantes de la última dictadura mi
litar argentina, encuadrados en la tradición del catolicismo integrista,
promovieron en declaraciones, normativas y disposiciones públicas un
escrupuloso statu quo de la moral sexual con un modelo centrado en la
familia como célula básica de la sociedad, en el matrimonio exclusivo entre
personas de sexo opuesto con roles de género complementarios y en las
madres como guardianas de las tradiciones nacionales (véase Varela Cid
yVicenes 1984; Avellaneda 1986; Chi rico 1986; File 1997; Palacio 1997; Laudano
1998) . Sin embargo la existencia de nuevos repositorios documentales
parecen contradecir este punto de vista, pues entre los años 1976 y 1983
el Estado nacional financió a un conjunto de películas que contrariaban
abiertamente lo que el régimen profesaba discursivamente en torno a las
cuestiones de género y sexuales. E n efecto, los censores dependientes del
Poder Ejecutivo Nacional en esta área, - aunque no sin tensiones, con
* .- La investigación que llevé adelante para escribir este articulo contó con el
apoyo económico de una beca que me otorgó el Fondo Nacional de las Artes durante
el año 2013.
84 DÉBORA D'ANTONIO
9,- Consultar Anales de Legislación Argentina, tomo XXIX, 1969, págs. 12-21.
E s importante subrayar que el sistema de censura que estableció este decreto
estuvo vigente hasta el año 1984 y no fue anulado ni siquiera durante los gobiernos
constitucionales del trienio 1973 a 1976. Su derogación se dispuso recién por ley
23.052, el 22/02/1984 durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Asimismo para la
investigadora De las Carreras de Kuntz (1997) este decreto ley del gobierno de
Onganía tuvo una clara inspiración en las normas españolas de censura franquista
del año 1963 y en la legislación francesa del año 1945.
10.- Véase expediente 751/1971. Archivo G etino obrante en la Escuela
Nacional de Experimentación y Realización (ENERC).
90 DÉBORA D'ANTONIO
Entre las décadas del treinta y del setenta como podemos ver, se crearon
y diferenciaron los aparatos de E stado vinculados con la i ndustri a cine
matográfica. Las distintas configuraciones que estos adquirieron fueron
impulsadas por las dinámicas políticas propias de cada coyuntura que a
veces reunían y otras veces enfrentaban a actores estatales (funcionarios,
censores, espías, calificadores católicos) con no estatales (cineastas, pro
ductores, actores, actrices, católicos) . En esta época de coacción espoleada
muchas veces por la movilización social, las agencias estatales se especiali
zaron en el control y la censura y a la vez estas se convirtieron en objetos
de disputa entre los distintos protagonistas del medio cinematográfico.
Con todo hubo márgenes para que distintos sectores si quisiesen, pudiesen
resistir y confrontar como para incidir en las prohibiciones, cortes o en el
congelamiento de algún proyecto.
Tato tuvo diferentes entredichos y roces con los miembros del consejo
asesor que querían cortar aún mucho más que lo que él se proponía. De mil
doscientos films que pasaron por sus manos, impidió de manera discrecio
nal que se vieran trescientos treinta y siete, siendo la mayoría de origen
extranjero, pues solía aseverar que de esta forma se favorecía a la industria
nacional.16 Según su punto de vista, si se prohibían al menos doscientas
películas extranjeras por año le implicaba a la Argentina un ahorro de no
menos de un millón y medio de dólares . En parte por ello casi todo el cine
extranjero se estrenaba con cortes o directamente no se estrenaba y eran
tan diversos los motivos como las formas en que se procedía (Varea 1999,
pág. 74) . La dictadura argentina aplicó un programa económico recesivo
y neoliberal pero paradój icamente implementó medidas para que en los
cines se exhibiese un cupo mínimo de películas de origen nacional.17
Retomando las formas que adquirió la calificación para los films, una vez
aprobada duraba diez años y si se introducían modificaciones en el proyecto
o en la película misma, los productores debían comenzar nuevamente el
trámite. Por este motivo a veces sucedía que antes de que se abriesen los
expedientes para la calificación definitiva, los directores o a veces los pro
ductores consultaban extraoficialmente a algún miembro del consejo asesor
o del Instituto por contar con algún margen de negociación o directamente
para autocensurarse. Con esta última modalidad, los directores mutilaban
parte de sus guiones o directamente quitaban las escenas más conflictivas
y se evitaban el rechazo de los censores como sucedió en el caso del film
Argentinísima, censurado por mostrar a reconocidos cantantes cercanos al
Partido Comunista como eran Mercedes Sosa y Horado Guaraní.18
16.- Films que hoy en día son considerados clásicos como El gran dictador
de Charles Chaplin, La ciudad de las mujeres de Federico Fellini, Novecento de
Bernardo Bertolucci o La escopeta nacional de G arcía Berlanga fueron prohibidos.
También se censuraron Cerca y demasiado lejos de Mariane Athne, La casa de la calle
Garibaldi de Peter Collinson e I como. . . Icaro de Herni Verneuil, la primera porque
la directora estaba haciendo otro film sobre exiliados argentinos en S uecia, la
segunda por hablar del secuestro de E ichman en Argentina, algo que los censores
consideraron inapropiado y la tercera por sus secuencias de manifestaciones y
atentados callejeros.
17.- La valoración de lo nacional se encuentra también en la petición que
el Comando en Jefe de la Fuerza Aérea en 1977 realizara al Instituto para que este
incluyera en la ley de Fomento la producción de por lo menos dos cortometrajes
relacionados con la actividad de la Fuerza Aérea. Véase este tema en Wolf (2001) .
Véase también la ley 17.741 o de ley de Fomento de la Actividad Cinematográfica
Nacional del 14/S/68 donde en otros temas se tratan las cuotas de pantalla para
largos, cortos y noticiarios argentinos.
18.- Es importante señalar que en acuerdo con la lógica desaparecedora que
desplegó el Estado terrorista, numerosas películas fueron retiradas completamente
de circulación como fue el caso de Los traidores (1972) de Raymundo Gleizer. También
LAS SEXY COMEDIAS EN LA FILMOG RAFÍA ARGE NTINA • • • 93
21.- Octavio Getino sostiene que el régimen militar se propuso por medio
de las prohibiciones y el aumento de precio de las entradas, expulsar de las salas de
los barrios a las mayorías populares y darle lugar a los sectores de las clases medias
altas. Getino (2005, pág. 73).
22.- Véase El Heraldo del Cinematografista de cine, n . 0 2.343 del 7/10/76 « De
cada tres personas, una dejó de ir al cine este año» y también Gociol e I nvernizzi
(2006, pág. 23) . La operación de reculturización que llevó adelante el régimen no solo
hizo que cayera la venta de entradas en los cines, sino que llevó a una disminución
estrepitosa de la venta de novelas (70 %), de libros de crítica y ensayo (90 %), de
discos (SO %) y de revistas (30 %) . Ese tema se desarrolla en Wolf (2001).
23.- Hoy en día sin embargo, la nueva historiografia alemana apunta a ver
m ayores matices y ambigüedades en el cine producido entre 1933 y 1945. Algunas
i nvestigaciones han mostrado que solo una pequeña parte de lo producido en la
industria cinematográfica de la etapa del nazismo se vinculó de manera directa con
la propaganda del régimen, dominando en el resto de las producciones, más que
los deseos de Goebbels, ministro de Propaganda del Reich, el respeto a los gustos
populares de los alemanes atravesado por la lógica de obtención de las ganancias .
24,- «El director Héctor Olivera afirmó ( . . . ) que la industria cinematográfica
era una de las más privilegiadas en materia de apoyo oficial económico». Confirmado,
n.0 513, de 1 de noviembre de 1979, citado en Posadas (2004) .
LAS SEXY COMEDIAS EN LA FILMOG RAFÍA ARG ENTINA • • . 95
a las fuerzas armadas, 25 los musicales para niños y adolescentes y las co
medias eróticas prohibidas para menores de 18 años, estos productos de
entretenimientos, identificaban al público con las estrellas de la pantalla
grande y daban lugar a la construcción de un mundo fantástico que alejaba
al espectador de la realidad, haciéndolo creer en una ilusión de libertad
verdaderamente inexistente. Algunas de estas producciones alcanzaron el
medio millón de espectadores y con pocas excepciones, fueron acompaña
das por las opiniones favorables de los críticos de los grandes medios de
comunicación como La Nación, Clarín, La prensa o Crónica e incluso en opor
tunidades por las mismas revistas especializadas en crítica cinematográfica
como es el caso del Heraldo del Cinematografista.26
Con respecto a las más de treinta comedias eróticas, en su gran mayoría
fueron producidas y distribuidas por Aries Cinematográfica SA. E sta em
presa obtuvo importantes apoyos por parte del gobierno militar, sobre todo
a partir del cierre en 1977 de los históricos estudios de la Sono Film. 27 E n
palabras del crítico Fernando Peña, Aries fue una productora pensada para
desarrollar un cine de tipo comercial que solo se proponía «idear productos
que pudieran venderse sobre la base de estrellas, tener olfato para percibir a
tiempo las tendencias rentables, permitirse algún riesgo de vez en cuando,
y desde luego, mantener una relación cordial con el poder» (Peña 2012,
pág. 186).28 E ntre los directores que crecieron de la mano de los éxitos
Representaciones e imaginarios
Como se adelantó al inicio de este capítulo los trabajos que abordaron la
construcción que hizo la dictadura militar sobre el género y la sexualidad,
resaltaron la existencia de un discurso fuertemente homogéneo y monolíti
co sobre los roles de lo masculino y lo femenino y sobre el lugar de la familia
como núcleo básico del orden social, pero no advirtieron sin embargo, los
vaivenes y contrariedades entre la política sexual y la política cultural. Me
interesa en este apartado ir más allá de lo meramente discursivo y destacar
las tensiones, matices y resultados que se manifestaron concretamente en
la filmografía. Examinaré para ello algunos fragmentos de las comedias
eróticas donde los discursos familiaristas y normalizantes del régimen
militar, se vieron particularmente interpelados por las imágenes y los nudos
de significación narrativa. Me detendré en un puñado de films estrenados
en los primeros años de este gobierno cuando se tenía por norte diseñar
una serie de estrategias políticas, j urídicas y culturales para legitimar la
política represiva.
Sostiene Slavoj Zizek que la pornografía es el género que se supone
«revela todo lo que hay allí para revelar, que no oculta nada, que lo registra
todo con una cámara directa y lo ofrece a nuestra vista» y que dej a al
espectador reducido a la condición de mirada-objeto paralizada (Zizek 1994,
págs. 35-38) . Catharine A. MacKinnon explica por su lado que la pornografía
«conecta la centralidad de la cosificación visual tanto con la excitación
masculina como con los modelos masculinos de conocimiento y verifica
ción, objetividad con cosificación» (Mackinnon 1987, pág. 144) . Ahora bien,
el núcleo de películas en análisis si bien estuvieron atravesadas por un
fuerte erotismo y una sexualidad manifiesta con muj e res sexualmente
disponibles, sobre todo teniendo en cuenta los parámetros de la época, sin
embargo, no alcanzaron a adentrarse en el ideal fantasmático de la obra
pornográfica, en buena medida porque de una u otra manera le exigían al
espectador un compromiso argumental que por más débil que este haya
sido, daba lugar a una empatía con los protagonistas. E stos films nunca
fueron encuadrados por los críticos y analistas ni siquiera como pornografía
blanda, sino simplemente como «muy subidas de tono» (Isaurralde 2005,
LAS SEXY COMEDIAS EN LA FILMOG RAFÍA ARGENTINA • • • 99
pág. 686, véase también Jakubowicz y Radetich 2006, pág. 140) . De hecho
algunos de los siguientes títulos parecen j ustificarlo: Los hombres piensan
solo en eso, La guerra de los sostenes (1976); Basta de mujeres, Las turistas quieren
guerra, Hay que parar la delantera (1977); Fotógrafo de señoras, Mi mujer no es mi
señora, Con mi mujer no puedo, Encuentros muy cercanos con señoras de cualquier
tipo y Cuatro pícaros bomberos (1978); Custodio de señoras, Expertos en pinchazos,
Donde duermen dos duermen tres, Hotel de señoritas, La noche viene movida, Así no
hay cama que aguante y el Crucero de placer (1979); A los cirujanos se les va la mano,
Una viuda descocada, Departamento compartido y Te rompo el rating (1980); Las
mujeres son cosa de guapos, Amante para dos y Abierto día y noche (1981) .
Como un tópico recurrente estas películas centraron su argumento en
la cuestión de la infidelidad y en cómo el sexo y el amor son presentados
una y otra vez como mutuamente excluyentes. Entre ellas una que compitió
j unto a otras siete de similares características en las carteleras de todo el
país durante el año 1977 fue Basta de mujeres del director Hugo Moser.
31.- Véase Valdez (2006) . Valeria Manzano sostiene que los traseros
cubiertos por los blue jeans durante los años sesenta y setenta no solo ocuparon
el lugar de intersección entre el cuerpo joven y el erotismo, sino que centralmente
formaron parte de una erotización más amplia de la cultura visual. Véase Manzano
(2009, pág. 340).
32.- Siete Días, 24 de junio de 1977
33.- Crónica, 31 de mayo de 1977.
102 DÉBORA O'ANTONIO
presencia permanente las bromas con doble sentido que ponen el acento
en una sexualidad explícita que se afirma tanto en un plano discursivo,
como en un plano visual. Si en el primer caso en algunas de las escenas, se
lo ve al actor Jorge Porcel en una visita a la ciudad hablándoles a las turistas
de la Av. 9 de Julio como la más ancha del mundo y la avenida Rivadavia
como la más larga haciendo alusión a su órgano sexual, en el segundo
caso se muestra a los dos amigos en un albergue transitorio con mujeres
extranjeras semidesnudas que piden ser «destrozadas» sexualmente por
ellos. Solo en el plano de la fantasía los dos amigos se animan a expresar
distintas modalidades del deseo como cuando Alberto cree estar en un hotel
alojamiento disfrutando del sexo con muchas mujeres a la vez o cuando
Jorge se imagina teniendo relaciones sexuales con una vaca becerra «bien
bañadita, perfumadita y con media negras y tacos altos».
En este esquema narrativo, surge una cuestión novedosa que se expresa
en la devaluación de la figura del padre, al ser estos varones representados
LAS SEXY COMEDIAS EN LA FILMOGRAFÍA ARG ENTINA . . • 103
Figura 5.3 Los hombres sólo piensan en sexo ¿pero qué tipo de sexo? En el
-
34.- La película está basada en la obra teatral ¿Será virgen mi marido? de José
Dominiani, de allí la reformulación del título del film que remite a la impotencia de
concretar el acto sexual.
35.- Clarín, 7 de junio de 1981.
LAS SEXY COMEDIAS EN LA FILMOG RAFÍA ARG ENTINA • • • 105
CON MI MUJER_
NO PUEDO
JULIO DE
GRAZIA--.'"MAÁK:luffA GALLEGOS
��.!,A�!�DAL���fAAE� .,.,10
en el matrimonio.
Conclusiones
La última dictadura militar tuvo sin lugar a dudas una política de control
y censura cultural sobre los productos cinematográficos que franqueaban
los límites de Jo decible en tanto desde la propia perspectiva castrense se
viese amenazada la seguridad del país. Si bien hubo un homogéneo discurso
sobre el género y la sexualidad, las comedias para adultos calificadas como
prohibidas para mayores de 18 años, mostraron un aspecto del erotismo y lo
sexual que contrariaban explícitamente al discurso oficial. ¿ E stas películas
se desarrollaron en los márgenes del sistema de control evadiendo lo que el
gobierno militar estimuló en el plano de la política cultural? o ¿reflejaron a
su manera el impacto que tuvo la revolución sexual de los años sesenta en la
vida cotidiana, motivo por el cual, más allá de las prescripciones de la moral
familiar y sexual, el gobierno no pudo alterar este proceso sociocultural en
marcha?
Lo que me propuse demostrar en este artículo es que el Estado no estuvo
ajeno a este complejo proceso ya que financió a muchas de estas películas .
Tampoco a los aparatos de censura se les «escapó» la producción de casi un
tercio del volumen total del cine de esos años. De hecho se cortaban o di
rectamente prohibían mucho más films extranjeros que versaban sobre los
mismos temas tratados en las comedias eróticas producidas en el mercado
local.
Mi perspectiva respecto del desdoblamiento entre el discurso moralista
y estas películas que lo contrariaban, es que este existió como un subefecto
de una política represiva que el Estado terrorista llevó adelante en un
terreno más amplio que el cultural. E sta lógica escindida se desplegó en
varios niveles como por ejemplo en la sistemática desaparición de personas
a manos de las fuerzas de seguridad y en la negación de esas prácticas re
presivas por parte de los funcionarios del régimen; en la existencia de miles
de personas presas y en la cerrazón del gobierno a reconocer esta presencia
masiva en las cárceles legalizadas o en la reivindicación de las madres como
depositarias de la tradición familiar, a la par que se les apropiaba y sustituía
la identidad de sus niños y niñas.
LAS SEXY COMEDIAS EN LA FI LMOG RAFÍA ARG ENTINA . • . 107
36.- También habla de censura sin control (Guarini 2003, pág. 30) .
37.- G etino autorizó en 1973 la exhibición del El último tango en París de
Bernardo Bertolucci y supuestamente por esto fue perseguido. Véase « Declaración
pública de Octavio G etino» (Perú, mayo de 1980) . Archivo Getino. Véase también
« Proseguirá la causa por El último tango en París». La Nación, 16 de agosto de 1978.
108 DÉBORA D'ANTONIO
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Í n di ce de a u tores