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ingratitud. Fedro, desde luego, no lo incluyó entre las fábulas de su traducción
latina de Esopo.
La edición inglesa correspondiente a esta fábula en la edición de Perry es la
número 563 de la que también hay versiones en latín:
Fábula 563 edicion inglesa de Perry: THE SHEPHERD AND THE LION
Perry 563 While he was wandering in the fields, a lion got a thorn stuck in his
paw. He immediately went to a shepherd, wagging his tail as he said, 'Don't be
afraid! I have come to ask your help; I'm not looking for food.' The lion then lifted
his paw and placed it in the man's lap. The shepherd pulled out the thorn from
the lion's paw and the lion went back into the woods. Later on, the shepherd
was falsely accused of a crime and at the next public games he was released
from jail and thrown to the beasts. As the wild animals rushed upon him from all
sides, the lion recognized that this was the same man who had healed him.
Once again the lion raised his paw and placed it in the shepherd's lap. When
the king understood what had happened, he commanded that the lion be
spared and that the gentle shepherd be sent back home to his family.
When a man acts righteously, he can never be defeated by the punishments
inflicted on him by his enemies.
Leo errans spinam calcauit, et illico ad Pastorem cauda blandiens uenit; cui ait :
Non perturberis, auxilium a te imploro; non indigeo esca. Sublatum Hominis
posuit in gremio pedem. Pastor spinam exemit pede. Redit in siluas Leo. Post
autem Pastor falso incusatur crimine, et ludis proximis emissis bestiis proiicitur.
Passim dum discurrunt ferae, agnouit Leo, qui fuerat medicinatus, qui pridem
fuerat. Sublatum rursus Pastori ponit in gremio pedem. Hoc Rex ut cognouit,
Leoni iussit parci et mansuetum Pastorem dimitti parentibus.
Quia bene gerenti nunquam poterunt aduersariorum praeualere supplicia.
The Latin text of Ademar shown here is taken from Léopold Hervieux, Les fabulistes latins
depuis le siècle d'Auguste jusqu'à la. fin du Moyen-Age (1893-1899).
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Leo linquens pecora sequitur Pastorem,
Cauda sibi blandiens et signans amorem.
Claudi pedis indicat vulnus et languorem.
Condoluit Pastor, et cernit inesse dolorem.
Moralitas.
Rationis regula recte comprobatur:
Utriusque miserens uterque salvatur,
Quod suo benefico quisquis obligatur,
Ut benefactori per nos merces tribuatur.
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Leo linquens pecora sequitur pastorem,
Cauda sibi blandiens et signans amorem,
Claudi pedis indicat vulnus et languorem;
Condoluit pastor, et cernit inesse dolorem.
Qui tandem novaculam morbo procuravit,
Spinam secans extrahit, et pedem sanavit,
Omnem tergens maculam saniem purgavit;
Et leo sanatus ad propria tecta meavit.
Accidit ut postea leo caperetur,
Et in amphitheatro captus clauderetur,
Ut coram pincipibus ludens rideretur.
Et dampnandorum mortis vindex gereretur.
Non multum post talia pastor deprensatur,
Et convictus crimine vinclis religatur;
Bestiarum dentibus præda præparatur,
Et leo prædictus mox ad sibi missa paratur.
Leo noscens medicum pastorem terreri
Cœpit, et protinus parcens misereri;
Hinc abegit bestias, volens hunc tueri,
Nex permiset eum puopuam læsore moveri.
Custos carcerarius audit regientis
Rugitum leunculi pastorem tuentis:
Pastor narrat meriti casum præcedentis,
Atque leonis ope se salvatum miserentis.
MORALITAS.
Utriusque miserens uterque salvatur:
Rationis regula sic recte comprobatur;
Quod suo benefico quisquis obligatur,
Ut benefactori per nos merces tribuatur.
La historia nos la cuenta por primera vez en un texto escrito que conservamos
de Aulo Gelio (vivió en el siglo II d.C.), en sus Noctes Atticae, V, 14. Según Aulo
Gelio, la historia la pone en boca de un tal Apión, que dice que él vió
personalmente el suceso.
Muy probablemente el suceso fue una invención del tal Apión, aunque inspirado
por la realidad de las “venationes” o cacerías que los romanos celebraban en el
anfiteatro entre otros espectáculos sangrientos. Es este tema de las venationes
un asunto al que en algunas ocasiones algunos escritores han dedicado su
atención. Marcial, por supuesto, hace numerosas referencias precisamente en
su Libro de los espectáculos. (Liber spectaculorum). Probablemente el tal Apión
observó en unos juegos reales cómo un león salvó la vida a uno de sus
cuidadores, tal como nos cuenta Séneca en De beneficiis, 2,19.
Vimos en el anfiteatro a un león que protegió del ataque de las
fieras a uno de los cuidadores que reconoció porque en otro tiempo
había sido su dueño.
Leonem in amphitheatro spectauimus, qui unum e bestiariis agnitum, quum
quondam eius fuisset magister, protexit ab impetu bestiarum.
Y en ello se inspiró, recogiendo un cuento tradicional que ya circulaba por el
antiguo Egipto.
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Claudio Eliano (ca. 175-ca 235), orador y profesor romano que escribía en
griego, recoge la historia de Androcles en su De Natura Animalium, 7, 48; daré
sólo el comienzo de su texto, en su versión latina, prácticamente idéntico al que
luego reproduciré de Aulo Gelio:
Luego este tema de “el león agradecido” se repitió durante la Edad Media, por
ejemplo, Ademar de Chabannes lo relata en el siglo XI; Chrétien de Troyes
escribe la novela Yvain el caballero del león en la que el caballero ayuda a un
león y luego el león, que permanece a su lado, es un ejemplo de honor y amistad.
Y aparece también en leyendas de la vida de algunos santos como san
Gerásimo, San jerónimo que también extrajo una espina de la pata de un león al
que así domesticó, etc.
En los siglos XV, XVI, XVII Aulo Gelio tuvo un gran éxito en Europa.
En 1484 William Caxton tradujo al inglés un códice latino en el que se
encontraba la fábula «Of the lyon &of the pastour». Montaigne (1533-
1592) también cuenta en sus Ensayos la historia del león y el Esclavo.
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Modernamente es famosa una obra de teatro de Bernard Shaw titulada
precisamente así, Androcles y el león, en la que el autor inglés en realidad trata
de manera peculiar y humorística sobre los orígenes del cristianismo y las
persecuciones de los cristianos, todo ello con poco rigor histórico. En su
comedia Androcles es un cristiano conducido al Coliseo.
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Yo mismo leí la historia de niño probablemente en algunos libros de historias
edificantes; naturalmente Androcles era un cristiano arrojado a las fieras.
Aunque el relato de Gelio, Noctes Atticae, V,14 es un tanto largo, lo transcribo
entero para que el lector tenga un conocimiento directo de la fuente:
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busqué refugio inaccesible entre las arenas y los desiertos, decidido
a darme la muerte de cualquier manera si llegaba a carecer de
alimento. Caminaba bajo los abrasadores rayos del sol de
Mediodía, cuando encontré en mi camino una caverna aislada
y profunda, en la que entré y me oculté. Apenas había entrado,
cuando vi un león que tomaba el mismo camino. El animal tenía
una pata ensangrentada y andaba con dificultad, quejándose y
gimiendo como si padeciese violentos dolores. Aterróme al pronto
su presencia; pero en cuanto entró el león en la caverna, que, como
vi en el acto, era su ordinaria guarida, y me vió ocultándome en el
fondo, acercóse con aspecto,", dulce y sumiso, levantó la pata,
presentándomela, y parecía que me demandaba socorro. Cogíla con
la mano, le arranqué una espina muy gruesa que se había clavado,
apreté para que saliese la carne corrompida, y cada vez más
tranquilo, atendiendo cuidadosamente a la operación, conseguí
purificar y secar por completo la herida. Entonces el león, al que
había aliviado y librado de sus sufrimientos, se acostó y se durmió,
dejándome la pata entre las manos. Desde aquel día vivimos juntos,
habitando durante tres años la misma caverna y compartiendo los
mismos alimentos. Cuando regresaba de sus cacerías, traíame los
mejores trozos de las presas que había cogido, y como carecía de
fuego, los asaba yo al sol a la hora de mediodía. Sin embargo,
habiéndome cansado de aquel género de vida, un día, mientras el
león estaba cazando, me alejé de la caverna. Después de tres días de
marcha, encontróme un grupo de soldados, que se apoderaron de
mí; traído a Roma, comparecí ante mi amo, que en el acto dictó mi
sentencia de muerte, condenándome a ser entregado a las fieras.
Veo que el león fué cogido también después de nuestra separación,
y ahora, alegre al encontrar a su bienhechor, me muestra su
agradecimiento.» Tal fué, según Apión, el relato de Androclo. En
seguida se escribió su aventura en una tablilla, que se hizo circular
entre los espectadores, concediéndose perdón al esclavo, a petición
de todos, y además quiso el pueblo que se le regalase el león. Más
adelante le vi, dice el autor, teniendo atado al león con una endeble
correa, paseando por todas las calles de la ciudad; dábanle dinero,
arrojaban flores al león, y por todas partes exclamaban: «Ved al
león que dió hospitalidad a un hombre; ved al hombre que curó al
león». (Traducción de Francisco Navarro y Calvo)
Quod Apion, doctus homo, qui Plistonices appellatus est, vidisse se Romae
scripsit recognitionem inter sese mutuam ex vetere notitia hominis et leonis ...
APION, qui Plistonices appellatus est, litteris homo multis praeditus rerumque
Graecarum plurima atque varia scientia fuit. Eius libri non incelebres
feruntur, quibus omnium ferme quae mirifica in Aegypto visuntur
audiunturque historia comprehenditur. Sed in his quae vel audisse vel legisse
sese dicit, fortassean vitio studioque ostentationis sit loquacior—est enim sane
quam in praedicandis doctrinis sui venditator—hoc autem, quod in libro
Aegyptiacorum quinto scripsit, neque audisse neque legisse, sed ipsum sese in
urbe Roma vidisse oculis suis confirmat.
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“In Circo Maximo,” inquit, “venationis amplissimae pugna populo dabatur.
Eius rei, Romae cum forte essem, spectator,” inquit, “fui. Multae ibi saevientes
ferae, magnitudines bestiarum excellentes omniumque invisitata aut forma
erat aut ferocia. Sed praeter alia omnia leonum,” inquit, “ immanitas
admirationi fuit praeterque omnis ceteros unus. Is unus leo corporis impetu et
vastitudine terrificoque fremitu et sonoro, toris comisque cervicum
fluctuantibus, animos oculosque omnium in sese converterat. Introductus erat
inter compluris ceteros ad pugnam bestiarum datos servus viri consularis; ei
servo Androclus nomen fuit. Hunc ille leo ubi vidit procul, repente,” inquit,
“quasi admirans stetit ac deinde sensim atque placide, tamquam
noscitabundus, ad hominem accedit. tum caudam more atque ritu adulantium
canum clementer et blande movet hominisque se corpori adiungit cruraque
eius et manus, prope iam exanimati metu, lingua leniter demulcet. Homo
Androclus inter illa tam atrocis ferae blandimenta amissum animum
recuperat, paulatim oculos ad contuendum leonem refert. Tum quasi mutua
recognitione facta laetos,” inquit, “et gratulabundos videres hominem et
leonem.”
Ea re prorsus tam admirabili maximos populi clamores excitatos dicit,
accersitumque a C. Caesare Androclum quaesitamque causam cur illi
atrocissimus leo uni parsisset. Ibi Androclus rem mirificam narrat atque
admirandam. “Cum provinciam,” inquit, “Africam proconsulari imperio meus
dominus obtineret, ego ibi iniquis eius et cotidianis verberibus ad fugam sum
coactus et, ut mihi a domino, terrae illius praeside, tutiores latebrae forent, in
camporum et arenarum solitudines concessi ac, si defuisset cibus, consilium
fuit mortem aliquo pacto quaerere. Tum sole medio,” inquit, “rabido et
flagranti specum quandam nanctus remotam latebrosamque, in eam me
penetro et recondo. Neque multo post ad eandem specum venit hic leo, debili
uno et cruento pede, gemitus edens et murmura, dolorem cruciatumque
vulneris commiserantia.” Atque illic primo quidem conspectu advenientis
leonis territum sibi et pavefactum animum dixit. “Sed postquam introgressus,”
inquit, “leo, uti re ipsa apparuit, in habitaculum illud suum, videt me procul
delitescentem, mitis et mansues accessit et sublatum pedem ostendere mihi et
porgere quasi opis petendae gratia visus est. Ibi,” inquit, “ego stirpem
ingentem, vestigio pedis eius haerentem, revelli conceptamque saniem volnere
intimo expressi accuratiusque sine magna iam formidine siccavi penitus atque
detersi cruorem. Illa tunc mea opera et medella levatus, pede in manibus meis
posito, recubuit et quievit atque ex eo die triennium totum ego et leo in eadem
specu eodemque et victu viximus. Nam, quas venabatur feras, membra
opimiora ad specum mihi subgerebat, quae ego, ignis copiam non habens,
meridiano sole torrens edebam. Sed ubi me,” inquit, “vitae illius ” ferinae iam
pertaesum est, leone in venatum profecto, reliqui specum et viam ferme tridui
permensus a militibus visus adprehensusque sum et ad dominum ex Africa
Romam deductus. Is me statim rei capitalis damnandum dandumque ad
bestias curavit. Intellego autem,” inquit, “hunc quoque leonem, me tunc
separato captum, gratiam mihi nunc beneficii et medicinae referre.”
Haec Apion dixisse Androclum tradit, eaque omnia scripta circumlataque
tabula populo declarata, atque ideo cunctis petentibus dimissum Androclum et
poena solutum leonemque ei suffragiis populi donatum. “Postea,” inquit,
“videbamus Androclum et leonem, loro tenui revinctum, urbe tota circum
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tabernas ire, donari aere Androclum, floribus spargi leonem, omnes ubique
obvios dicere: ' Hic est leo hospes hominis, hic est homo medicus leonis.'”
μνήμην δὲ παρακολουθεῖν καὶ τοῖς ζῴοις, καὶ ἴδιον αὐτῶν καὶ τοῦτο εἶναι
χωρὶς τῆς ἐς αὐτὴν τέχνης τε καὶ σοφίας, ἣν τερατευόμενοί τινες ἐπινοῆσαι
κομπάζουσι, τεκμηριοῖ καὶ ἐκεῖνα. τὸν δεσπότην ὄντα τῶν ἐκ τῆς
Ῥωμαίων βουλῆς ἀπέδρα Ἀνδροκλῆς ὄνομα, οἰκέτης τὴν τύχην, ὅ τι
κακουργήσας καὶ ἡλίκον οὐκ οἶδα εἰπεῖν. ἧκε δ᾽ οὖν ἐς τὴν Λιβύην, καὶ
τὰς μὲν πόλεις ἀπελίμπανε, καὶ τοῦτο δὴ τὸ λεγόμενον ἄστροις αὐτὰς
ἐσημαίνετο, προῄει δὲ ἐς τὴν ἐρήμην. φρυγόμενος δὲ ὑπὸ πολλῆς καὶ
διαπύρου τῆς ἀκτῖνος, ἀσμένως ὕπαντρόν τινα πέτραν ὑποδραμὼν
ἡσύχαζε: λέοντος δὲ ἄρα κοίτη ἥδε ἡ πέτρα ἦν. ἐπάνεισι τοίνυν ἐκ θήρας ὁ
λέων, σκόλοπι βιαίῳ περιπαρεὶς καὶ κολαζόμενος, καὶ ἐντυχὼν τῷ νεανίᾳ
εἶδεν αὐτὸν πράως, καὶ σαίνειν ἤρξατο, καὶ προύτεινε τὸν πόδα, καὶ ἐδεῖτο
ὡς ἠδύνατο ἐξαιρεθῆναι τὸν σκόλοπα. ὃ δὲ τὰ μὲν πρῶτα κατέπτηξεν:
ἐπεὶ δὲ πρᾶον τὸν θῆρα ἐθεάσατο καὶ τὸ κατὰ τὸν πόδα συνεῖδε πάθος,
ἐξεῖλε τὸ λυποῦν τοῦ ποδός, καὶ τῆς ὀδύνης ἀπήλλαξεν. ἡσθεὶς οὖν τῇ
θεραπείᾳ ὁ λέων ἰατρεῖά οἱ ἐκτίνων ξένον τε ἐνόμιζε καὶ φίλον, καὶ [p.
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ἑαυτῷ ὤπτα: καὶ κοινῆς ἀπέλαυον τραπέζης κατὰ φύσιν τὴν αὑτοῦ
ἑκάτερος. καὶ τριῶν μὲν ἐτῶν τὸν τρόπον τοῦτον διεβίωσεν ὁ Ἀνδροκλῆς:
εἶτα ὑπεράγαν κουριῶν καὶ ὀδαξησμῷ βιαίῳ κατειλημμένος τὸν μὲν
λέοντα ἀπολιμπάνει, ἑαυτὸν δὲ μεθίησι τῇ τύχη. εἶτα ἀλώμενον αὐτὸν
συλλαβόντες καὶ ὅτου εἴη πυθόμενοι ἐς τὴν Ῥώμην τῷ δεσπότῃ δήσαντες
ἀποπέμπουσιν. ὃ δὲ ἐφ᾽ οἷς ἠδικήθη εὐθύνει τὸν οἰκέτην, καὶ κατεγνώσθη
ἐκεῖνος θηρίοις βορὰ παραδοθῆναι. ἐθηράθη δέ πως καὶ ὁ Λίβυς ἐκεῖνος
λέων καὶ ἀφείθη ἐν τῷ θεάτρῳ, καὶ ὁ νεανίας δὲ ὡς ἀπολούμενος ὅ ποτε
αὐτῷ ἐκείνῳ τῷ λέοντι σύνοικός τε καὶ σύσκηνος γεγενημένος. καὶ ὁ μὲν
ἄνθρωπος οὐκ ἐγνώρισε τὸν θῆρα, ἐκεῖνος δὲ παραχρῆμα ἀνέγνω τὸν
ἄνθρωπον, καὶ ἔσαινεν αὐτόν, καὶ ὑποκλίνας τὸ πᾶν σῶμα ἔρριπτό οἱ
παρὰ τοῖς ποσίν. ὀψὲ δὲ καὶ ὁ Ἀνδροκλῆς ἐγνώρισε τὸν ἑαυτοῦ ξένον, καὶ
περιλαβὼν τὸν λέοντα ὡς ἥκοντα ἑταῖρον ἐξ ἀποδημίας κατησπάζετο. ἐπεὶ
δὲ ἐδόκει γόης, ἐφείθη οἱ καὶ πάρδαλις. ὁρμώσης δὲ αὐτῆς ἐπὶ τὸν
Ἀνδροκλέα, ὁ λέων ἀμύνων τῷ ποτε ἰασαμένῳ, καὶ κοινῆς τραπέζης
μεμνημένος διασπᾷ τὴν πάρδαλιν. οἷα τοίνυν εἰκὸς οἱ θεώμενοι
ἐκπλήττονται, καὶ ὁ διδοὺς τὰς θέας καλεῖ τὸν Ἀνδροκλέα, καὶ τὸ πᾶν
μανθάνει. καὶ θροῦς ἐς τὸ πλῆθος διαρρεῖ, καὶ τὸ σαφὲς ὁ δῆμος μαθόντες
ἐλευθέρους ἐκβοῶσιν ἀφεῖσθαι καὶ τὸν ἄνδρα καὶ τὸν λέοντα. ἴδιον δὴ
τῶν ζῴων καὶ ἡ μνήμη. καὶ συνῳδὸν τοῖς προειρημένοις καὶ ἐς τὸ αὐτὸ δέ
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ἐστιν εὕδοντος ἐν τῇ Σάμῳ ἐπὶ τοῦ κεχηνότος Διονύσου νομίζοιτο ἂν καὶ
τὸ φωλιὸν εἰδέναι. καὶ [p. 200] τοῦτο ἀκουέτω Ἐρατοσθένους τε καὶ
Εὐφορίωνος καὶ ἄλλων περιηγουμένων αὐτό.
Claudii Aeliani de natura animalium libri xvii, varia historia, epistolae, fragmenta, Vol
1. Aelian. Rudolf Hercher. In Aedibus B.G. Teubneri. Lipsiae. 1864. Keyboarding.
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traduccion dela editorial akal
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En el cine ANDROCLES AND THE LION, 1952
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TÍTULO ORIGINAL ANDROCLES AND THE LION
TÍTULO DEL CARTEL ANDROCLES Y EL LEON
DIRECTOR CHESTER ERSKINE
AÑO 1952
NACIONALIDAD PELÍCULA USA
GÉNERO HISTORICA
COMPAÑÍA RKO
REPARTO JEAN SIMMONS
VICTOR MATURE
ALAN YOUNG
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