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ELÉVENSE A LA ALTURA DE SU LLAMAMIENTO

El Señor le guiará por revelación de la misma forma en que lo llamó.


Debe pedir con fe para recibir revelación y saber qué debe hacer.

No hace mucho, un joven al que no conocía se me acercó en un lugar


abarrotado de personas y me dijo calladamente pero con gran firmeza: “
Élder Eyring, acabo de ser llamado como presidente del quórum
de élderes. ¿Qué consejo podría darme?”. Yo sabía que no podía
darle allí lo que él precisaba saber y pensar, con la gente pasando a
nuestro lado, así que le dije: “Le daré mi consejo en la conferencia
general”.

Este joven no es el único que desea ayuda. Cada semana se llama a


miles de miembros de la Iglesia de todo el mundo a prestar servicio y
muchos de ellos son recién conversos. La variedad de sus llamamientos
es grande, y la variedad de su experiencia previa en la Iglesia es aún
mayor. Si usted es uno de los que llama, capacita o simplemente cuida de
esas personas, como lo hacemos todos nosotros, hay ciertas cosas que
debe saber sobre cómo ayudarles a tener éxito.

Primero debe asegurarse de que ellos reciban un manual de


instrucciones, de lecciones o los registros que deban llevar. Incluso puede
darles una lista de las horas y los lugares de las reuniones a las que
deban asistir. Después, puede ocuparse de hablarles de cómo se va a
evaluar su labor, cuando perciba cierta preocupación en sus ojos.

Hasta el más nuevo de los miembros de la Iglesia sabe que el


llamamiento a servir debe ser, principalmente, un asunto del
corazón. Llegamos a conocer al Maestro al entregarle por
completo nuestro corazón y guardar Sus mandamientos. Con el
tiempo, nuestro corazón cambia y llegamos a ser como Él. Por
tanto, existe una manera mejor de ayudar a los que reciben un
llamamiento que darles una descripción de lo que tienen que hacer.

Lo que necesitarán, mucho más que una capacitación en sus tareas, es


ver con ojos espirituales lo que significa ser llamados a servir en
la Iglesia restaurada de Jesucristo. Ésta constituye el reino de Dios
sobre la tierra, y debido a ello, tiene un poder que sobrepasa
cualquier otra actividad en que los hombres puedan tomar parte.
Ese poder depende de la fe de aquellos a quienes se llama a servir
en esta Iglesia.

Por tanto, doy mi consejo a todo hombre o mujer, jovencita o joven que
haya sido llamado o que sea llamado en el futuro. Hay algunas cosas
cuya veracidad deberá llegar a conocer. Intentaré expresarlas con
palabras, pero sólo el Señor, por medio del Espíritu Santo, puede
manifestarlas a lo más profundo de su corazón. Ellas son:

1.- En primer lugar, usted es llamado por Dios. El Señor le


conoce. Él sabe a quién desea que sirva en cada responsabilidad
de Su Iglesia. Él le escogió y ha preparado la manera de poder
extenderle su llamamiento. Él restauró las llaves del sacerdocio a José
Smith, las cuales han pasado por una línea sin interrupción hasta el
presidente Hinckley. Mediante esas llaves, se han dado llaves a otros
siervos del sacerdocio para presidir en estacas y barrios, en distritos y
ramas. Fue por conducto de esas llaves que el Señor le ha llamado; esas
llaves llevan consigo el derecho a la revelación, y ésta se recibe
en respuesta a la oración. La persona que fue inspirada a
recomendarle para su llamamiento NO lo hizo porque usted le
cayera bien o necesitara a alguien para llevar a cabo una
determinada tarea. Esas personas oraron y recibieron la
respuesta de que era a usted a quien se debía llamar.

La persona que le extendió el llamamiento no lo hizo simplemente porque


sabía que usted era digno y estaba dispuesto a servir, sino que oró para
conocer la voluntad del Señor con respecto a usted. Fueron la
ORACIÓN Y LA REVELACIÓN dada a los siervos autorizados del
Señor lo que le trajeron a este punto. Su llamamiento es un ejemplo
de la fuente de poder exclusiva de la Iglesia del Señor. Los hombres y
las mujeres son llamados por Dios, por profecía y la imposición
de manos, por aquellos a quienes Él ha autorizado.

Se le ha llamado para REPRESENTAR AL SALVADOR. Cuando usted


TESTIFICA, su voz es la de Él, sus manos que auxilian son las de
Él. Su LABOR consiste en BENDECIR A LOS HIJOS ESPIRITUALES
DE SU PADRE CON LA OPORTUNIDAD DE ESCOGER LA VIDA
ETERNA.
Por tanto, su llamamiento consiste en BENDECIR VIDAS, y esto es
así aún en las tareas más sencillas que le hayan sido asignadas o
en los momentos en los que podría estar haciendo algo
aparentemente sin relación alguna con su llamamiento. Su forma
de sonreír o la manera de ofrecer ayuda a alguien puede edificar
la fe de esa persona; y tanto su forma de hablar como su
comportamiento pueden destruir la fe.

Su llamamiento tiene consecuencias eternas para otras personas


y para usted. Puede que en el mundo venidero miles de personas
le llamen bienaventurado, un número mayor de las que usted
haya servido aquí, pues serán los antepasados y los
descendientes de aquellos que escogieron la vida eterna gracias
a algo que usted dijo, hizo o incluso fue. Si alguien rechaza la
invitación del Salvador porque usted no hizo todo lo que pudiera
haber hecho, el pesar de ellos será el suyo. No hay llamamientos
pequeños en lo referente a representar al Señor. Su llamamiento
conlleva una seria responsabilidad, pero NO debe temer porque su
llamamiento también trae consigo grandes promesas.

2.- Una de esas promesas es la segunda cosa que precisa saber; y es


que el Señor LE GUIARÁ POR REVELACIÓN DE LA MISMA FORMA
EN QUE LO LLAMÓ. Debe PEDIR CON FE PARA RECIBIR
REVELACIÓN Y SABER QUÉ DEBE HACER. Acompaña al llamamiento
la promesa de que tendrá respuestas, pero esa guía la recibirá SÓLO
CUANDO EL SEÑOR TENGA LA CERTEZA DE QUE USTED VA A
OBEDECER. Para conocer SU VOLUNTAD, usted debe estar
comprometido a obedecerla. Las palabras “hágase tu voluntad”,
escritas en el corazón, son la puerta que conduce a la revelación.

LA RESPUESTA SE RECIBE POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO, y


precisará esta guía con frecuencia. Para disfrutar de la compañía del
Espíritu Santo, usted debe ser DIGNO, PURIFICADO POR MEDIO
DE LA EXPIACIÓN DE JESUCRISTO. En consecuencia, la
OBEDIENCIA A LOS MANDAMIENTOS, el deseo y sus súplicas
determinarán la claridad con que el Maestro podrá guiarle por
conducto de las respuestas a sus oraciones.
Con frecuencia las respuestas las recibirá durante el ESTUDIO DE
LAS ESCRITURAS. Éstas contienen relatos de los hechos del Salvador
durante Su ministerio terrenal y la guía que brindó a Sus siervos. Las
Escrituras contienen doctrina que se aplica a cada momento y a
cada situación. El meditar en las Escrituras le ayudará a hacer las
preguntas adecuadas al orar, y, tan cierto como que los cielos se abrieron
para José Smith tras meditar las Escrituras con fe, Dios dará
respuesta a sus oraciones y le llevará de la mano.

3.-Hay una tercera cosa que debe saber: Así como Dios le
llamó y le guiará, Él le magnificará. Usted va a necesitar que Él le
magnifique. Seguramente tendrá oposición en su llamamiento, pero
está al servicio del Maestro, es Su representante y hay vidas
eternas que dependen de usted. Él enfrentó la oposición y dijo que
ése sería el destino de todos a los que llamara. Las fuerzas combinadas
en contra de usted no sólo buscarán frustrar su labor, sino destruirle
espiritualmente. El apóstol Pablo lo describió de esta manera: “Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo…”1.

Habrá ocasiones en las que se sienta abrumado. Uno de los ataques que
recibirá será mediante el sentimiento de que usted resulta
inadecuado; y sí, es inadecuado para aceptar el llamamiento de
representar al Salvador únicamente con sus propias fuerzas;
pero usted tiene acceso a más que sus facultades naturales y no
trabaja solo.

El Señor magnificará lo que usted diga y haga a los ojos de la gente a la


que preste servicio. Él enviará el Espíritu Santo para manifestarles que lo
que usted ha dicho es verdad. Sus palabras y hechos portarán esperanza
y brindarán dirección a la gente más allá de su capacidad natural y de su
propio entendimiento. Ese milagro ha sido la marca distintiva de la Iglesia
del Señor en cada dispensación, y está tan integrada en su llamamiento
que puede que usted hasta la dé por sentado.

EXPERIENCIA del presidente


El día de su relevo le enseñará una gran lección. El día de mi relevo como
obispo, uno de los miembros del barrio fue luego hasta mi casa y me
dijo: “Sé que ya no es más mi obispo pero, ¿podríamos hablar
una vez más? Usted siempre me ha dicho las palabras que
necesitaba escuchar y me ha dado tan buenos consejos. El nuevo
obispo no me conoce tan bien como usted. ¿Podríamos hablar
una vez más?”.

Accedí, aunque algo reacio. El miembro se sentó en una silla enfrente de


mí, de forma idéntica a los cientos de veces que había entrevistado a los
miembros del barrio como un juez en Israel. Comenzó la conversación y
llegó el momento en el que se hizo necesario el consejo. Yo esperaba que
las ideas, las palabras y los sentimientos fluyeran a mi mente, como
siempre había sucedido.

Pero no recibí nada. En mi corazón y en mi mente sólo había silencio.


Tras unos instantes dije: “Lo siento. Aprecio su amabilidad y su
confianza, pero me temo no poder ayudarle”.

Cuando se le releve de su llamamiento sabrá lo que yo supe entonces.


Dios magnifica a los que Él llama, incluso en lo que para usted
parezca un servicio pequeño e insignificante. Usted tendrá el don
de ver que su servicio sea magnificado, y DÉ LAS GRACIAS
mientras sea suyo, PUES CUANDO YA NO LO TENGA, llegará a
APRECIARLO MÁS DE LO QUE PUEDA IMAGINARSE.

El Señor no sólo magnificará el poder de sus esfuerzos, sino que


trabajará a su lado. Sus palabras, dirigidas a cuatro misioneros llamados
por medio del profeta José Smith a realizar una tarea difícil, dan valor a
todo el que Él llama en Su reino: “…y yo mismo los acompañaré y
estaré entre ellos; y soy su intercesor ante el Padre, y nada
prevalecerá en contra de ellos”2.

En virtud de que el Salvador es un ser resucitado y glorificado, no está


físicamente con cada uno de Sus siervos en todo momento. Pero es
perfectamente consciente de ellos y de sus circunstancias, y puede
intervenir con Su poder. Es por ello que puede prometerle: “Y quienes os
reciban, allí estaré yo también, porque iré delante de vuestra faz. Estaré
a vuestra diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará en vuestro
corazón, y mis ángeles alrededor de vosotros, para sosteneros”3.
Éste es otro modo que tiene el Señor de magnificarle en el llamamiento
de servirle. EN OCASIONES, INCLUSO MUCHAS VECES, USTED
SENTIRÁ QUE NO PUEDE HACER TODO LO QUE QUISIERA. La
pesada carga de sus responsabilidades le parecerá inmensa; le
preocupará no poder pasar más tiempo con su familia; se
preguntará cómo puede hallar tiempo y energías para cumplir con sus
demás responsabilidades aparte de la familia y el llamamiento. Puede que
llegue a sentirse desanimado o incluso culpable después de haber
hecho todo lo posible para cumplir con sus obligaciones. Yo he
tenido días y noches así. Permítame decirle lo que aprendí.

SI PIENSO ÚNICAMENTE EN MI PROPIO RENDIMIENTO, MI


TRISTEZA SE ACRECIENTA. PERO CUANDO RECUERDO QUE EL
SEÑOR PROMETIÓ QUE SU PODER ESTARÍA CONMIGO, EMPIEZO
A BUSCAR EVIDENCIAS DE SU OBRA EN LA VIDA DE LAS
PERSONAS A LAS QUE SIRVO, Y ORO PARA PODER VER CON
OJOS ESPIRITUALES LOS EFECTOS DE SU PODER.

Entonces, invariablemente, los rostros de estas personas comienzan a


fluir a mi mente. Recuerdo el brillo de los ojos de un niño cuyo corazón
recibió alivio, las lágrimas de felicidad en el rostro de una niña de la
última fila de una clase de Escuela Dominical que yo impartía, o el
problema que se resolvió antes de tener tiempo de atenderlo. Entonces
sé que he hecho bastante para que se cumpla una vez más la
promesa dada por medio de José Smith: “Por tanto, muy
queridos hermanos, hagamos con BUEN ÁNIMO cuanta cosa esté
a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos,
con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y
que se revele su brazo”4.

Puede tener la total certeza de que El Señor multiplicará muchas veces el


poder de usted. Todo lo que Él le pide es que dé el mejor de sus
esfuerzos y le entregue todo su corazón. HÁGALO CON BUEN ÁNIMO
Y LA ORACIÓN DE FE. El Padre y Su Hijo Amado enviarán el Espíritu
Santo para ser su compañero y guiarle; sus esfuerzos se magnificarán en
la vida de la gente a la que usted sirva y, cuando mire hacia atrás a lo
que ahora pueden parecer momentos difíciles de servicio y sacrificio, EL
SACRIFICIO SE HABRÁ CONVERTIDO EN UNA BENDICIÓN Y
USTED SABRÁ QUE HA VISTO EL BRAZO DE DIOS DANDO AYUDA
A LOS QUE USTED HA SERVIDO EN SU NOMBRE, Y AYUDÁNDOLE
TAMBIÉN A USTED.

Sé que Dios el Padre vive. Él oye y contesta nuestras oraciones. Aquellos


a quienes servimos son Sus hijos espirituales. Ésta es la Iglesia verdadera
de Jesucristo. Él es el único nombre mediante el cual se pueden santificar
los hijos del Padre y lograr la vida eterna. Las llaves del sacerdocio las
ejerce el profeta viviente del Señor, Gordon B. Hinckley.

Testifico que el Salvador vive y dirige Su Iglesia. Lo sé. Soy un testigo


para Él y por Él. Él le observa y aprecia el servicio fiel que usted brinda
en la obra a la que le ha llamado.

En el nombre de Jesucristo. Amén.

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