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TIPOS DE GARANTÍAS FINANCIERAS EDUCACIÓN FINANCIERA HIPOTECAS

De todos es sabido que hay muchos tipos de productos financieros. En el mercado actual hay una
gran diversidad de condiciones que hacen que contemos con un abanico increíble de posibilidades
a la hora de invertir. En contraposición con esto, son sólo tres las posibles garantías o ases en la
manga más frecuentes, garantías que se guardan los que ceden los derechos o el dinero en una
operación financiera.

Las garantías financieras se consideran destinadas a garantizar el cumplimiento de las obligaciones


adquiridas, y varían dependiendo de cuál sea el activo o las condiciones exactas que se suscriban
entre el prestamista y el prestatario.

Es muy habitual que sepamos su nombre pero no sepamos realmente en qué consisten, así que
vamos a intentar explicar cada una de estas tres garantías financieras:

– Aval: la figura del avalista, pudiendo ser una persona física o jurídica, plantea el caso más común
de todos. Si se produce una situación de impago por parte del primer pagador, y por tanto no se
hace cargo de la deuda, el avalista tendrá que hacerse cargo de la misma, y así sucesivamente con
todos los avalistas que suscribieran la garantía original (pueden ser uno o varios).

– Hipoteca: la entidad financiera con la que hayamos suscrito nuestro activo financiero podrá
hacerse con una propiedad personal como garantía en caso de que se produzca un impago.
Normalmente hablamos de bienes inmuebles, aunque en ocasiones se puede dar el caso de bienes
muebles o inembargables bajo inspección judicial.

– Fianza o pignoración: es la menos usada, pero es una garantía que se deposita de forma anterior
a la suscripción del contrato, haciendo una figura similar a la de un aval voluntario. Su uso está
muy generalizado como señal de confianza para el alquiler de diversos tipos de inmovilizado, ya
que es un seguro con el que el arrendatario cuenta desde el primer momento.

Si valoramos estas garantías financieras en los tiempos actuales hay que tener en cuenta que
tienen un lado positivo y uno negativo para cualquier agente financiero que necesite actuar en
una operación y le exijan una garantía. Aunque las garantías financieras surgen para cubrir las
necesidades de los agentes ante la seguridad en el mercado, no por ello siempre son buenas para
todos nosotros.
Las garantías financieras poseen un lado positivo porque pueden protegernos ante algún tipo de
acciones financieras con cierto riesgo, pero también un lado negativo, ya que si no somos capaces
de conseguir un nivel económico suficiente para adquirir cierta garantía o los avales necesarios,
puede que nos veamos perjudicados como agentes financieros a la hora de conseguir un activo
que estamos necesitando.

Normalmente, podemos conseguir una mejoría de las condiciones si llegamos a un acuerdo


cerrado respecto a las garantías con nuestro prestatario. En la mayoría de las ocasiones, aunque se
produzca una mejoría de dichas condiciones no seremos capaces de llegar a un nivel de
financiación previa mínima requerida para conseguir hacer frente al pago de las estas garantías.

Las garantías, por tanto, son seguros necesarios, situadas dentro del libre mercado, aunque en
ocasiones puedan perjudicarnos de forma directa para conseguir cierto activo ya que no
dispongamos de las condiciones necesarias para suscribir una garantía financiera.
Conoce qué son las garantías financieras
HSBC Banca de Empresas

Las garantías permiten al sistema financiero mitigar los problemas de incumplimiento de pago por parte
de los prestatarios.

Las garantías financieras están destinadas a garantizar el cumplimiento de las


obligaciones adquiridas, y varían dependiendo de cuál sea el activo o las condiciones
exactas que se suscriban entre la entidad financiera y el prestatario.
La conveniencia de las garantías financieras para reforzar la eficiencia y la estabilidad
del mercado financiero ha sido puesta de relieve por la International Swaps and
Derivatives Association (ISDA), asociación que agrupa a las principales entidades
financieras que operan en los mercados internacionales.

Las garantías financieras aseguran a las entidades financieras acreedoras una


cobertura segura y eficiente, sometida al simple acuerdo de voluntades. Pero también
tiene ventajas para los deudores, pues les facilitan el acceso al crédito en mejores
condiciones. De ahí la tendencia hacia su uso generalizado, más allá de las
previsiones iniciales de limitar su aplicación a las relaciones interbancarias.

Las garantías exigidas al formalizar un préstamo, varían en función de la cuantía


financiada. Las garantías más usadas en el mundo empresarial son:
GARANTÍAS REALES O HIPOTECA
Se engloban en esta denominación aquellas garantías que recaen sobre operaciones
con un plazo de amortización superior a 10 años. Es este caso la garantía es el
inmueble sobre el que recae el préstamo. Esto significa que si usted deja de pagar, el
prestamista tendrá la potestad de embargar el inmueble como forma de pago.

GARANTÍAS PERSONALES
En esta modalidad de garantía se engloban los préstamos que no recaen sobre un
inmueble. Hablamos por lo tanto de los préstamos al consumo o préstamos
personales, que son concedidos en base a nuestro historial de crédito, la solvencia
demostrable y los avalistas presentados en caso de ser necesarios.

GARANTÍAS PIGNORACIÓN
Es la menos usada, pero es una garantía que se deposita de forma anterior a la
suscripción del contrato, haciendo una figura similar a la de un aval voluntario. Su uso
está muy generalizado como señal de confianza para el alquiler de diversos tipos de
inmovilizado, ya que es un seguro con el que el arrendatario cuenta desde el primer
momento.

Durante el tiempo que dure la pignoración de saldos o garantía, éstos estarán


remunerados a través de un depósito bancario.

AVAL
En esta ocasión la garantía no es financiera ni inmobiliaria. Se trata de la implicación
de terceras personas que responderán de igual forma que el titular frente a la deuda
contraída.

La solicitud de avales se produce cuando la capacidad de pago del prestatario está


muy ajustada y supone un riesgo de impago potencial.

Se trata de asegurar la devolución del importe prestado más los intereses generados.
El análisis adecuado y responsable de su situación financiera, basado en criterios de
evaluación de endeudamiento ya asumido, proyecciones de percepción de ingresos y
la cobertura de posibles eventualidades, así como la solicitud del financiamiento
estrictamente necesario y la correcta elección de la entidad prestamista, son las claves
para evitar incurrir en un impago que supondría una debacle no sólo para su historial
de crédito, sino también para su economía familiar y personal.

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