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¿Cuál es la diferencia entre la propuesta de Hokheimer y Dewey al respecto del pensamiento?

Hokheimer se opone al pragmatismo y al instrumentalismo propio del pensamiento de Dewey. Hokheimer


relaciona al pragmatismo con razón instrumental a lo que identifica como una racionalidad medios-fines,
exenta de potencialidades críticas.
Hokheimer tiene un pensamiento influenciado por la teoría crítica, por lo que expone la irracionalidad de
la racionalidad del sistema social, político, cultural y económico (sistema capitalista), que estaba basado en
una racionalidad instrumental y estratégica que limitaban la capacidad crítica y reflexiva, lo que propiciaba
una cultura manipulada y poco reflexiva que justificaba un sistema de dominación y explotación del hombre
por el hombre.
El auge de la racionalidad instrumental en la modernidad es, entonces, resultado final de una tendencia
histórico-universal hacia la formalización de la razón y el incremento del dominio técnico sobre la
naturaleza. La primacía del sujeto, la subordinación del mundo objetivo a la racionalidad instrumental, es
el fin y resultado de la formalización de la razón. Este proceso, empero, comporta un ciclo de regresión que
pone en entredicho la propia libertad del sujeto.

Horkheimer, por un lado, presupone que la racionalidad instrumental es constitutiva de la razón como tal,
pero a la vez tiende a identificarla como fuente de la dominación social

Pensamiento de Dewey:
El rasgo principal del pragmatismo es la conexión inseparable entre cognición y propósito racional. La
acción humana, racional, es siempre una acción que persigue un fin y está sujeta a autocontrol. Para
Dewey es fundamental la noción de acción inteligente, y los valores son precisamente placeres que son
consecuencia de la acción inteligente.
Para Dewey, la utilidad se refiere a aquello que sirve para organizar el modo de pensar. Según el
instrumentalismo, el pensamiento da lugar a actos que modifican los hechos futuros haciéndolos más
razonables y adecuados a los fines que nos proponemos.

El pragmatismo se basa en que todo lo teórico tiene que tener algún fin práctico, sino no sirve. La relación Sujeto
Objeto tiene que tener coherencia, es decir, una coherencia entre lo teórico-práctico y el pensamiento-lenguaje, para
los pragmatistas, la verdad y la bondad deben ser medidas de acuerdo con el éxito que tengan en la práctica. En otras
palabras, el pragmatismo se basa en la utilidad, siendo la utilidad la base de todo. Como lo central es lo que lleve al
éxito mediante la comprobada eficiencia instrumental, en lo educativo hay una gran preferencia por el
descubrimiento, la investigación y la innovación, de modo que se sobre enfatiza lo técnico en tanto útil para producir
bienestar material de forma eficiente y necesaria.

Según el instrumentalismo, el pensamiento consiste en la formulación de planes o esquemas de acciones directas o


de respuestas e ideas no expresadas; los objetivos del pensamiento son incrementar la experiencia y resolver los
problemas de un modo satisfactorio. Las ideas y el sólo tienen importancia en la medida en que sean elementos útiles
durante el desarrollo de la experiencia.

Según la teoría crítica:

Dewey se alzaba contra la transformación revolucionaria de la sociedad, pretendiendo que la sociedad podía ser
“transformada” por medio de la educación escolar especialmente organizada al efecto. Su sistema pedagógico
reemplaza la enseñanza de los elementos de la ciencia a los escolares por el “cultivo”, en éstos, de las cualidades del
hombre de negocios. A la concepción revolucionaria de la libertad por la liberación de los trabajadores oprimidos y
explotados, Dewey oponía la ficción individualista burguesa de la “libertad de la personalidad”, lo cual sirve para
disimular la libertad de explotación.
¿Cómo ha incidido en América Latina la posición expresada como teoría desde el pensamiento
crítico?

La filosofía y el pensamiento crítico aluden al pensamiento inaugura-do por la filosofía de Marx y


proseguido por la Escuela de Frankfurt. La noción de crítica crea una especie de desestructuración de la
tradición y del legado histórico-filosófico de nuestra América, de las filosofías conservadoras, de las
tradicionales e, incluso, de las revolucionarias: socialistas, anarco socialistas y marxistas.
Las experiencias totalitarias y excluyentes de finales del siglo XX han provocado en el siglo XXI la
necesidad de revalorizar la democracia. Sin embargo, la desaparición de alternativas revolucionarias de
cambio, las dinámicas del mercado y la globalización de las comunicaciones parecen alterar la naturaleza
de la democracia, cambiando sus condiciones y quedando pendiente su redefinición.
El pensamiento crítico nos ha dado miras para este horizonte tan desolador, puede decirse que la única vía
para el cambio de la situación social injusta existente en América Latina requiere de una la lucha política
concebida como la forma del quehacer humano donde la política y la lucha por la democracia deberán ser
la fuerza que impulse los movimientos sociales.
La realidad vivida plantea una serie de interrogantes sobre problemas que no han sido resueltos: la
democracia, la justicia, la equidad, la igualdad y la solidaridad humana con los explotados, los excluidos,
los miserables, los hambrientos... Para comenzar a resolverlos se requiere de una ética de las emergencias
que contrarreste las situaciones extremas que se viven en el mundo global.
Desde una noción de la praxis de las comunidades, de las organizaciones colectivas, de género, se requiere
revisar los métodos, las metodologías, las construcciones epistemológicas capa-ces de explicar nuestra
realidad histórica y social como seres en el mundo para abrir nuevos espacios para la compresión del saber
popular, comunitario y colectivo. Para ello, es necesaria la crítica al eurocentrismo, que permita realizar
efectuar la crítica al concepto de colonial dad del poder y del saber de la teoría crítica del pensamiento
latinoamericano; la desconstrucción del desarrollo en América Latina; examinar teorías de la dependencia,
de la liberación.
Descolonizarnos epistemológica e ideológicamente puede constituir la base para la emancipación
intelectual y del colonialismo mental. Así pues, nuestro pensamiento dejará de ser siervo de la filosofía, de
la ciencia y de la tecnología occidental, para plantear y analizar los problemas desde nuestra realidad, con
aportaciones al cono-cimiento mundial.

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