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La violencia no favorece a los trabajadores, sino que los perjudica. Pero llamar
violencia a cualquier acto de fuerza de los trabajadores es una mentira grave y
una injusticia. Violencia puede llamarse a los actos que provocan sangre, a los
que rompen cristales, a los que pintan paredes, estas últimas, menores que la
violencia de sangre. Pero no puede llamarse violencia a detener la circulación
para exigir derechos no reconocidos y no pagados; tampoco puede darse ese
nombre a una huelga realizada sin violencia, aunque se haga con presión y
lucha. En la historia de la industrialización y del movimiento obrero las mayores
violencias las han ejercido los dueños del capital, con sueldos bajos y
condiciones de trabajo inaceptables, a veces además con golpes y derramamiento
de sangre. Los derechos de los trabajadores han sido reprimidos y aplastados,
unas veces con violencia económica y laboral de consecuencias vitales para toda la
familia, y otras, con esa misma violencia más la violencia de golpes, sangre y
cárceles. La historia del movimiento obrero está jalonada de mártires,
numerosos y gloriosos, que han aportado grandes bienes a la humanidad,
tanto a la justicia como a la libertad. El día 1º de mayo celebramos a esos
mártires y sus conquistas sociales y humanitarias, que hoy está suprimiendo
el Capital, con los mismos métodos de siempre: la violencia laboral y económica
más el despido.
En varios países los sindicatos han desaparecido, excepto los del gobierno y la
Iglesia. El derecho de sindicación está reconocido por las Naciones Unidas. La
mayoría de los países lo han firmado y han reconocido ese derecho. El concilio
Vaticano II lo ha reconocido también en la Constitución pastoral Gaudium et
spes (Iglesia y mundo). León XIII tuvo sus vacilaciones ante la insistencia de los
católicos de mentalidad conservadora –los del antiguo régimen-, pero finalmente
los reconoció. Ahí están desde entonces, aunque muchos católicos desconozcan
la doctrina social, que es quizás el cuerpo doctrinal más progresista del
momento presente.