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Rusia: La multipolaridad internacional se consolida

Kevin Siza Iglesias

Este 18 de Marzo, se llevaron a cabo en Rusia las elecciones presidenciales para elegir el nuevo inquilino
del Palacio del Kremlim. Los resultados, que dieron como ganador por cuarta ocasión a Vladimir Putin,
eran previsibles. Con el 76, 66 % de los votos totales (52.200.000), el ex agente de la KGB consolida su
liderazgo al frente de la nación euroasiática, ampliando de manera significativa su respaldo popular
representado en un incremento del 14 % de su caudal electoral desde su primera elección como primer
mandatario, en el año 2000.

Las elecciones, se desarrollaron en un contexto lleno de complejidades y tensiones. Al cumplirse el 4º


Aniversario de la anexión de la región de Crimea a Rusia, que despertó un entusiasta sentimiento
nacionalista en gran parte de la población, Putin ha logrado recuperar para su país un papel destacado y
protagónico dentro del tablero internacional, lo que ha significado un re posicionamiento geopolítico de
Rusia bajo su conducción. En esta dirección, se inscriben las conflictivas relaciones que durante gran
parte de su gestión ha mantenido con Occidente y que se han convertido en el acicate fundamental para
erigirse en un “Presidente fuerte, para una Rusia fuerte”, como rezaba su eslogan de campaña.

Desde el inicio de su primer mandato, Putin ha abogado por la multipolaridad en las relaciones
internacionales, cuestionando de forma categórica el hegemonismo de los Estados Unidos. Así, junto a
países como Brasil, India, China y más recientemente Sudáfrica, constituyó hacia el año 2008 el bloque
denominado BRICS, que agrupa a esas economías “emergentes”, colocando el acento en las relaciones
sur – sur y convirtiéndose en un contrapeso a la agenda económica y política del imperialismo
norteamericano y europeo.

Especial atención, merece el papel jugado por Putin y su país en los conflictos Ucraniano y Sirio. En el
primero, luego de las protestas conocidas como Maidan (plaza) y el Golpe de Estado contra Víctor
Yanukóvich, promovido por el parlamento tras la negativa de éste de suscribir un Acuerdo de Asociación
y Libre Comercio con la UE en 2013, Rusia entró en escena a inicios del siguiente año denunciando el
golpe y atendiendo el llamado de las autoridades de la región de Crimea, desplegó fuerzas armadas que
tomaron sedes de gobierno y aeropuertos, con lo que el parlamento declaró su independencia de
Ucrania y convocó un referendo que, con una mayoría aplastante (96,7 %) aprobó la unificación
territorial con Rusia, tras lo cual se aprobó un acuerdo de adhesión, asegurando la continuidad de su
base naval de Sebastopol y con ella, su presencia en el Mar Mediterráneo. En el segundo, posterior a la
intensificación de protestas contra el Presidente Bashar Al – Asad, en 2011 se agudizó un conflicto
político que evolucionó rápidamente a guerra civil, impulsada por extremistas “rebeldes” del Estado
Islámico, que contaban con el apoyo de Occidente y quienes exigían la caída del gobernante socialista.
Tras varios años de confrontación, hoy el Ejército Sirio con la ayuda de las tropas rusas han logrado
neutralizar al EI y han cambiado el equilibrio de fuerzas en Medio Oriente, como lo reconoció el ex
Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson a fines del año pasado, lo que hace que Rusia tenga
una posición de mayor influencia sobre esta zona estratégica.

A lo anterior, se sumaron las recientes denuncias hechas por Londres, alrededor del supuesto asesinato
del ex espía ruso Serguei Skripal y su hija con gases Novishok, atribuido al gobierno de Putin, lo que ha
convulsionado sus relaciones y generado la expulsión de 23 diplomáticos rusos de territorio británico, la
más grave medida tomada por los británicos desde hace varias décadas. Tales acusaciones, fueron
calificadas por la portavoz de la diplomacia rusa, María Sarajova, como “un espectáculo circense” en el
marco del escenario electoral del pasado domingo.

A nivel interno, la administración Putin ha logrado reducir ostensiblemente la pobreza, pese a lo cual
continúa por debajo de la media de las grandes potencias; se ha posibilitado el crecimiento sostenido de
los salarios de la población rusa y con él, la ampliación del consumo, sólo afectado por la caída de los
precios del petróleo, su principal fuente de ingresos; pero quizá, lo más importante, ha sido la
construcción de un consenso mayoritario en torno suyo, a partir de la reivindicación de los valores y de
la propia historia rusa.

Así las cosas, las elecciones del pasado domingo ratificaron la legitimidad que se ha construido, toda vez
que, pese a una leve disminución, la participación ciudadana en los comicios alcanzó el 67, 47 %,
derrotando el boicot a la elección convocado por el opositor Alexei Navalni, condenado por un tribunal
ruso por malversación de fondos y quien aún inhabilitado, aspiraba a la primera magistratura. La justa
electoral, contó también con la participación de Pável Grudinin, del Partido Comunista (11, 8 %), Vladímir
Zhirinovsky, del Partido Liberal Demócrata (5, 66%), Ksenia Sobchak, única mujer en la contienda, del
Partido Iniciativa ciudadana (1, 67 %) y Grigori Yavlinsky del Partido Yabloko con 1, 04%.

Los resultados del 18 de Marzo, ratifican la confianza del pueblo ruso en una figura que ha recuperado la
confianza de la ciudadanía en las instituciones y en un proyecto de nación, que ha sido exitoso en el
terreno económico, social y militar y que ha priorizado unas relaciones internacionales basadas en la
autodeterminación de los pueblos y el respeto por su soberanía. “Rusia está condenada al éxito.
Debemos mantener la unidad", afirmó Putin tras conocerse los primeros resultados electorales, que lo
harán permanecer como inquilino del Kremlim hasta el 2024.

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