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INTRODUCCIÓN

La enfermería es una profesión que se encarga del cuidado y la atención de la salud del
ser humano. Es una de las tareas dificultosas y estresantes a la que un individuo puede
enfrentarse vocacionalmente, ya que implica hallarse inmerso en un ambiente donde se
convive con el dolor y la muerte. La eficiencia en el cuidado del paciente depende de la
formación académica, las experiencias vividas y la capacidad física y mental que tenga
el profesional que lo atiende, al mismo tiempo que este debe cubrir sus propias
necesidades: reconocimiento laboral, como estímulo necesario; estados físico y de
ánimo; cuidados, salud, comodidad y autoestima para poder rendir y ejercer
correctamente su trabajo. Enfermería atiende al paciente las 24 horas del día y con
frecuencia entra en contacto con familiares y amigos del mismo, razón por la cual precisa
de buena presencia, ser reconocido en su buen trato y amabilidad en el trabajo. Es una
profesión que amerita crédito a partir de la identidad y el reconocimiento del personal,
así como su diferenciación hacia los otros.
“SENESCENCIAS PLACENTARIA-INSUFICIENCIA PLACENTARIA”

INTRODUCCION:
Clínicamente definiremos el síndrome de
insuficiencia placentaria por las pruebas
diagnósticas que encontremos alteradas,
anomalías ecográficas, cardiotocográficas y
endocrinas4,6,8, ya que éstas se ven
alteradas cuando lo hace la función nutritiva
placentaria, o incluso cundo observamos un
sufrimiento fetal o muerte fetal de causa
desconocida, o el nacimiento de un niño
inmaduro para su fecha gestacional.

Es decir, la placenta se comporta a la vez como el pulmón, el riñón, el intestino, el sistema


excretor y el aparato reticuloendotelial del feto, y se produce un fallo multiorgánico
funcional en el feto cuando la placenta se comporta de forma incompetente,
estableciéndose un síndrome de deprivación fetal que afecta a todos y a cada uno de los
aspectos de la fisiología fetal. Sin embargo, dentro de esta unidad del síndrome de
insuficiencia placentaria se reconocen dos variedades:

1. Insuficiencia placentaria aguda: que determina hipoxia fetal intra o anteparto, y


puede provocar la muerte intraútero por la hipoxia, o al menos un niño que ha
sufrido un grave compromiso de su oxigenación.
2. Insuficiencia placentaria crónica: que actúa durante todo el embarazo, restando al
feto el aporte suficiente de nutrientes y comprometiendo, por ello, su desarrollo.

CAUSAS QUE IMPLICAN UN DÉFICIT DE INTERCAMBIO FETOMATERNO

 Causas de origen materno


Causas que se caracterizan por una disminución del flujo sanguíneo en el espacio
intervelloso, o por una mala calidad de la oxigenación de la sangre.
1. Hipertensión arterial (HTA), tanto crónica como la inducida por el embarazo.
Se producen tanto lesiones cardiovasculares sistémicas como una
disminución del número del calibre de las arterias uterinas que vascularizan
la placenta, con la consiguiente disminución del flujo uterino que produciría
una insuficiencia placentaria
2. Hipotensión arterial. Ocasiona situaciones en las que se produciría un déficit
de perfusión arterial a la placenta, como son: hemorragia aguda del
embarazo, fármacos hipotensores, síndrome de decúbito supino (embarazo
múltiple, hidramnios, etc.). En estas situaciones se produciría un síndrome de
insuficiencia placentaria por la falta de aporte sanguí- neo por parte de la
madre.
3. Situaciones que condicionan una hipoxia materna crónica Aunque el flujo
sanguíneo sea normal, las condiciones de oxigenación son deficientes; esto
acontece en cardiopatías, insuficiencia respiratoria o anemia grave.
4. Causas que condicionan una acidosis metabólica materna:
Diabetes mellitus tipo 1 descompensada. Hay que tener en cuenta que la
diabetes puede producir afección placentaria y aparición de una insuficiencia
por un doble mecanismo: por una descompensación metabólica o por las
complicaciones vasculares que produce una angiopatía con posterior
isquemia y reducción del flujo uteroplacentario, que puede llevar a la hipoxia
e incluso a la muerte fetal.
Insuficiencia renal.
Otros trastornos metabólicos importantes.
5. Vasculopatías por enfermedades autoinmunes maternas. Esclerodermia,
dermatomiositis, síndrome deSharp, panarteritis nodosa (PAN), lupus
eritematoso sistémico (LES).

 Causas de origen placentario

Alteraciones anatómicas o funcionales propias de la placenta que pueden alterar el


intercambio fetomaterno.
1. Desprendimiento placentario; placenta previa; infartos placentarios.
2. Corioangioma placentario.
3. Todas las causas que sean susceptibles de producir un CIR.
4. Senescencia placentaria; embarazo prolongado: cuando una gestación
excede de 42 semanas puede producirse un compromiso del flujo sanguíneo
úteroplacentario y en consecuencia un síndrome de posmadurez3 .
Senescencia. Placenta caracterizada por calcificaciones, infartos y depósitos
de fibrina, junto con vellosidades con capilares escasos, sinusoidales y
dilatados, que puede llevar a comprometer la oxigenación fetal7 .
5. Causas de origen funicular: nudo verdadero, cordón corto, circulares,
prolapso de cordón y alteraciones anatómicas funiculares.

 Causas propias uterinas

Malformaciones o tumores uterinos que comprometan el funcionamiento


placentario.

 Causas de origen fetal


Isoinmunización RH, transfusión fetofetal en embarazo múltiple, síndrome
nefrótico congénito, enfermedades de depósito (gangliosidosis, mucolipidosis).
 Infecciones fetoplacentarias.
1. Infecciones bacterianas:los gérmenes más frecuentes son
enterobacterias, estreptococos y Lysteria.
2. Infecciones parasitarias: toxoplasmosis.
3. Infecciones virales: citomegalovirus, parvovirus B19, entre otros.

Recordemos que la placenta es un órgano que se forma dentro del útero


durante el embarazo y que ayuda a nutrir al bebé y a filtrar el exceso de deshechos que
se van generando durante los tres trimestres.
Pero la placenta no tiene una vida ilimitada en sus funciones sino que va evolucionando,
madurando, y podría llegar a “envejecer”. La duración de la placenta en sus plenas
funciones normalmente no acaba antes de que se produzca el parto.
Sin embargo, en algunas ocasiones en las que se supera la fecha prevista del parto o
debido a ciertas anomalías puede darse el riesgo de que haya placenta vieja, de que este
órgano haya envejecido y no pueda cumplir sus funciones plenamente.
Cuando la vida de la placenta culmina su funcionamiento se ve afectado y se forman
unas calcificaciones, que en ocasiones se pueden aprecian en una ecografía. Pero éstas
no siempre quieren decir que no esté funcionando bien o que no nutra al bebé, ya que
la placenta puede seguir cumpliendo su función a pesar que se noten estas
calcificaciones.
De todos modos, que una placenta envejezca es normal y les sucede a todas las mujeres
que llevan un embarazo no premauro. Hay distintos grados de envejecimiento y, ante el
riesgo de que la placenta ya no esté cumpliendo bien sus funciones, el parto se retrasa
y el bebé no se alimente como cabría esperar los médicos pueden plantearse inducir el
parto.
Hay algunos factores que podrían producir que la placenta envejeciera antes, como la
hipertensión materna, enfermedades renales, vasculares o el síndrome
antifosfolipídico, una enfermedad que afecta al sistema inmunológico y que provoca
que el organismo materno cree anticuerpos que atacan a la placenta.
En resumen, la placenta envejecida, vieja o hipermadura se produce cuando sus
funciones de nutrir y proteger al bebé se ven disminuidas porque se alarga su vida al
retrasarse la fecha prevista del parto o porque hay alguna anomalía materna que afecta
su correcto funcionamiento.
“DPP (DESPRENDIMIENTO PREMATURO DE LA PLACENTA)”

El desprendimiento prematuro de la placenta


(DPP), también conocido como placenta
abrupta o separación placentaria, es una
complicación poco común, pero grave en el
embarazo, donde la placenta se separa parcial
o totalmente del útero antes del nacimiento
El DPP es un problema potencialmente fatal
debido a la pérdida de contacto entre la
placenta y el útero no sólo puede privar al
bebé de oxígeno y nutrientes, sino también
causar sangrado, llevando a una pérdida
masiva de sangre de la madre.
En este artículo vamos a explicar lo que es el desprendimiento prematuro placentario,
cuáles son las causas, los síntomas y las opciones de tratamiento.

¿Qué es el desprendimiento prematuro placentario?


La placenta es un órgano materno fetal que solamente existe durante el embarazo.
Su principal función es proporcionar oxígeno y nutrientes al feto a través del
intercambio de sangre con la madre.
La placenta tiene dos caras, una que se pega a la pared del útero, unida a cientos de
vasos sanguíneos maternos, y otra dedicada al feto, que es donde se conecta el
cordón umbilical. Por lo tanto, la placenta actúa como un puente entre la circulación
de la sangre de la madre y el feto.

Causas del desprendimiento prematuro de placenta


Las causas del desprendimiento placentario todavía no fueran totalmente aclaradas.
Sabemos que traumas abdominales pueden ser una de las razones, pero solamente
una pequeña proporción de todos los DPP (cerca de 9% de los casos) están
relacionados con eventos mecánicos repentinos, como trauma abdominal
embotado, descompresión uterina rápida o aceleración-desaceleración del útero,
como ocurre en accidentes automovilísticos.
Aunque no podamos explicar en detalles los mecanismos fisiopatológicos que llevan
a la separación prematura de la placenta, conocimos varios de sus factores de riesgo.
Los más importantes son:
 Hipertensión arterial – alrededor del 40% de los casos de DPP ocurren en
mujeres embarazadas hipertensas.
 Preeclampsia o eclampsia – embarazadas con preeclampsia tienen hasta 5
veces más riesgo de tener desprendimiento de la placenta.
 Uso de cocaína – el consumo de cocaína aumenta el riesgo de placenta
abrupta en hasta 10 veces.
 Tabaquismo – mujeres embarazadas que fuman son aproximadamente 2,5
veces más propensas a tener DPP
 Desprendimiento prematuro en embarazo anterior – el más importante
factor de riesgo para la abrupción placentaria es ya haber tenido un
desprendimiento en un embarazo previo. En estas mujeres embarazadas, el
riesgo de placenta abrupta es 12 veces mayor.
 Rotura temprana de la bolsa de agua – durante el embarazo, el feto está
dentro de la bolsa amniótica, que es una especie de bolsa llenada por líquido
amniótico. La rotura de la bolsa antes de la hora del parto es un importante
factor de riesgo para DPP ya que el rápido vaciamiento del líquido causa
súbita descompresión del útero, favoreciendo su desprendimiento.
 Edad superior a 40 años – cuanto más edad tiene la mujer embarazada,
mayor será el riesgo de placenta abrupta. La separación prematura de
placenta es más común en mujeres embarazadas con más de 40 años, pero
el riesgo ya empieza a subir a partir de los 35 años.
 Disturbios de la coagulación sanguínea – cualquier condición que
perjudique la capacidad de la sangre coagular aumenta el riesgo de
desprendimiento de la placenta.
 Amniocentesis – una de las posibles complicaciones de la amniocentesis, un
procedimiento médico en que se retira una muestra de líquido amniótico
para su análisis, es la ocurrencia de sangrado retroplacentario, lo que
aumenta el riesgo de desprendimiento de la placenta.
 Embarazo gemelar – la súbita descompresión uterina después del
nacimiento del primer bebé puede causar el desprendimiento de la placenta
mientras el segundo bebé está todavía dentro del útero.

SÍNTOMAS DEL DESPRENDIMIENTO DE LA PLACENTA


El desprendimiento placentario ocurre generalmente en el último trimestre del
embarazo, especialmente en las últimas semanas antes del nacimiento.
Los clásicos signos y síntomas de la placenta abrupta son:

 Sangrado vaginal – 80%.


 Dolor abdominal o lumbar – 70%.
 Contracciones uterinas de fuerte intensidad y gran frecuencias – 35%.
Un 80% de las mujeres embarazadas con DPP presentan sangrado vaginal. Sin
embargo, también hay casos de desprendimiento en la que la sangre está atrapada
entre la placenta y el útero, no habiendo ninguna exteriorización de la misma a
través de la vagina. Estos casos son más peligrosos, ya que el sangrado puede ser
voluminoso y la mujer embarazada no tiene conocimiento sobre eso. Por lo tanto, la
cantidad de sangre que sale por la vagina no necesariamente coincide con la
cantidad de sangre que se está perdiendo. Es muy posible que la madre entre en
shock circulatorio debido a una masiva pierda sanguínea mostrando ninguno o
solamente un discreto sangrado vaginal.
COMPLICACIONES DE LA PLACENTA ABRUPTA
El desprendimiento placentario puede ocasionar graves problemas tanto para la
madre como para el bebé.
Para la madre, el desprendimiento de la placenta puede causar:
 Shock circulatorio debido a la pérdida de sangre.
 Cambios de la coagulación de la sangre (coagulación intravascular
diseminada).
 Anemia severa que requiere transfusión de sangre.
 Fallo renal y de otros órganos.
Después del nacimiento del bebé, es probable que el lugar donde la placenta estaba
pegada permanezca sangrando. Si no se puede controlar este sangrado, la
extirpación quirúrgica del útero (histerectomía) puede ser necesaria.
Para el bebé, el desprendimiento de la placenta puede llevar a:
 Sufrimiento fetal – privación de oxígeno y nutrientes.
 Nacimiento prematuro.
 Muerte fetal.
CLASIFICACIÓN DEL DESPRENDIMIENTO PREMATURO DE LA PLACENTA
Se puede clasificarse el DPP en 4 clases, según su gravedad:
 Clase 0 – DPP asintomático
La clase 0 ocurre cuando el embarazo transcurre sin problemas y el médico descubre
que hubo un desprendimiento de la placenta después del parto al observar la
existencia de coágulos de sangre adheridos a la placenta.
 Clase 1 – DPP Leve (aproximadamente un 48% de los casos)
Se clasifican como clase 1 los casos en que el sangrado vaginal es nulo o solamente
discreto, el útero no se presenta contraído y no hay cambios en el ritmo cardíaco o
en la presión arterial de la madre. También, en estos casos, no hay ningún grado de
sufrimiento para el feto.
Los niveles de fibrinógeno, que es una prueba que ayuda a identificar problemas en
la coagulación, son normales en la clase 1.
 Clase 2 – DPP moderado (aproximadamente un 27% de los casos)
Se clasifican como clase 2 los casos en que el sangrado vaginal está ausente o
moderado, el útero se contrae moderadamente, la madre tiene aumento de su ritmo
cardíaco y la presión arterial puede presentar episodios de caída cuando la paciente
está de pie. En estos casos, el bebé muestra signos de sufrimiento fetal.
Los niveles sanguíneos de fibrinógeno suelen estar reducidos.
 Clase 3 – DPP severo (aproximadamente un 24% de los casos)
Se clasifican como clase 3 los casos en que el sangrado vaginal está ausente o
intenso, el útero se contrae, la madre presenta shock circulatorio y el feto evoluciona
para la muerte.
Los niveles de fibrinógeno son muy bajos y la madre suele presentar dificultades para
coagular la sangre.
DIAGNÓSTICO DEL DESPRENDIMIENTO PREMATURO DA PLACENTA
El diagnóstico del DPP se realiza a través de los resultados clínicos, pero exámenes
de imagen y de laboratorio pueden ser utilizados para reforzar la sospecha clínica.
La presencia de sangrado vaginal asociado con dolor abdominal y un útero muy
rígido al examen ginecológico habla fuertemente a favor de la separación de la
placenta. Anormalidades de la frecuencia cardíaca fetal, hipotensión materna o
signos de coagulación intravascular diseminada (hemorragia, anemia, fibrinógeno
bajo y cambios en las pruebas de coagulación) aumentan aún más la posibilidad del
diagnóstico.
La ecografía es útil para identificar hematoma retroplacentario y para excluir otros
problemas que pueden también cursar con sangrado vaginal y dolor abdominal.
TRATAMIENTO DEL DESPRENDIMIENTO PREMATURO DE LA PLACENTA
La conducta ante un desprendimiento placentario varía según la severidad del
cuadro, la edad gestacional del feto y de las condiciones clínicas de la madre del
bebé.
1- Feto muerto
Si el desprendimiento placentario ha sido serio y el feto no ha resistido, el
nacimiento debe ser inducido para evitar que ocurran complicaciones. Si la madre
está clínicamente estable, el parto puede ser vaginal. Si la madre está inestable, el
parto se realiza por cesárea .
2- Feto vivo, pero con signos de sufrimiento
La conducta médica correcta es inducir el trabajo de parto a través de una cesárea.
No existe tratamiento para la placenta volver a unirse al útero, así que si el bebé está
en peligro de muerte debido a la privación de oxígeno, la única solución es quitarlo
tan pronto como sea posible del útero, sin importar la edad gestacional. Si el
embarazo tiene menos de 34 semanas, el bebé va a necesitar
invariablemente permanecer en la unidad de cuidados intensivos neonatal en los
primeros días de vida.
3- Feto vivo, con más de 34 semanas y no hay signos de sufrimiento
Si el embarazo tiene menos de 34 semanas, lo más seguro es inducir el trabajo de
parto a corto plazo, incluso si el bebé no muestra signos de sufrimiento en ese
momento. Desprendimientos pequeños pueden convertirse súbitamente en
grandes desprendimientos.
En los casos de DPP con episodio de sangrado mínimo y aislado, que no va a suceder
otra vez, y ausencia de otros signos y síntomas de gravedad, algunos obstetras están
tratando de llevar el embarazo hasta la 37ª semana.
4- Feto vivo, con menos de 34 semanas y no hay signos de sufrimiento
Si la madre y el feto están bien, el desprendimiento es pequeño y no hay ningún
signo de hemorragia continua, la conducta más utilizada es la hospitalización de la
madre para la vigilancia. Se administran corticoides para acelerar la maduración
pulmonar fetal, que aumenta la probabilidad de supervivencia caso haya un parto
prematuro inducido en las próximas semanas.
“PREECLAMPSIA”
La preeclampsia es una afección propia de las mujeres embarazadas, que se caracteriza
por la aparición de hipertensión arterial y proteinuria, es decir, presencia de proteínas
en la orina. Si solo se manifiesta uno de los dos signos, por ejemplo, hipertensión
arterial, no se puede decir que la embarazada padezca preeclampsia. En realidad, estos
signos funcionan como alarmas que indican que algo no va bien en el sistema arterial de
la futura madre, lo que exige un control de sus cifras de tensión para evitar que
desemboque en otras complicaciones que son el verdadero peligro de la preeclampsia,
entre ellas la eclampsia.

¿Por qué es tan grave la preeclampsia?


Como se ha descrito anteriormente, la preeclampsia es más que una hipertensión
arterial durante el embarazo que daña a los riñones provocando la pérdida de
proteínas por la orina. El problema es que no solo se dañan los riñones durante el
curso de la preeclampsia, sino que también hay afectación de otros órganos como
el hígado, el cerebro y la propia sangre. Si no se controla la hipertensión comienzan
a aparecer complicaciones que ponen en peligro la vida de la madre y del feto.
Hoy en día la mortalidad y el desarrollo de complicaciones posteriores a la
preeclampsia no son tan frecuentes como lo eran hace décadas. Una embarazada
con un buen control médico, un tratamiento apropiado, y una vida saludable, es muy
raro que pueda sufrir una eclampsia grave.

CAUSAS
Es más que una hipertensión arterial durante el embarazo que daña a los riñones
provocando la pérdida de proteínas por la orina. Si no se controla, sus complicaciones
pondrán en peligro a la madre y al feto.
Durante siglos, la causa de la preeclampsia ha sido desconocida, o se le han atribuido
orígenes místicos; ya en el siglo XX comenzaron a desarrollarse estudios que identificaron
los principales factores de riesgo que favorecen el desarrollo de este trastorno, que son:

a. Factores de riesgo de preeclampia relacionados con la genética

 Tener familiares (madre o abuela) que hayan padecido preeclampsia en


alguno de sus embarazos.
 Haber padecido preeclampsia en algún embarazo previo.

b. Factores de riesgo de preeclampia relacionados con el sistema inmunitario

 Poco tiempo de exposición al semen de la pareja. Esto ocurre cuando el


padre del bebé es una pareja nueva, o cuando se utilizan métodos
contraceptivos de barrera.

c. Factores de riesgo de preeclampia relacionados con la madre

 Edad avanzada o adolescentes.


 Primer embarazo.
 Obesidad y diabetes.
 Tabaquismo.
 Sufrir estrés o realizar trabajos pesados.
 Padecer enfermedades renales, inmunológicas, o alteraciones de la
coagulación.

d. Factores de riesgo de preeclampia relacionados con el propio embarazo

 Embarazo múltiple.
 Mola vesicular.
 Anomalías fetales congénitas.
 Padecer una infección urinaria durante el embarazo.

Por supuesto, todos estos factores no son determinantes, es decir, ninguno por sí solo o
combinados pueden causar preeclampsia de forma inexorable, sino que simplemente están
relacionados con su aparición. Gracias a la identificación de estos factores y a diferentes
estudios biológicos, se puede dar una explicación sencilla de por qué se desarrolla esta
enfermedad.

SINTOMAS:
Los síntomas de una embarazada con preeclampsia pueden pasar inadvertidos
porque no siente nada. La preeclampsia no produce síntomas, pero sí pueden
producirlos las cifras elevadas de tensión arterial o la afectación secundaria de esta
en otros órganos como el riñón, el corazón o la visión. Por eso son tan importantes
los controles médicos que se realizan durante el embarazo.

Sólo si la preeclampsia es muy grave y la embarazada va a desarrollar eclampsia en


las próximas horas, aparecen síntomas diversos, como:
 Dolor de cabeza (casi siempre localizado en la nuca). Generalmente es debido
a las cifras elevadas de tensión arterial, por tanto puede ser más intenso
cuanto mayor sean estas cifras.

 Edemas: son el resultado de la retención de líquido, tanto en las piernas


como incluso en los párpados, debido a la pérdida de proteínas por la orina,
lo que provoca que este liquido salga del interior de las células al exterior de
las mismas.

 Aumento de peso: la retención de líquidos provocará que el peso de la


embarazada se vea incrementado.

 Somnolencia.

 Desorientación y mareos.

 Alteraciones en la visión (ver lucecitas o puntos negros).

 Náuseas, vómitos, dolor en la tripa (como si la apretase un cinturón), que


deben diferenciarse de las náuseas propias del embarazo.

 Sensación de falta de aire. En algunos casos de especial gravedad, las


pacientes pueden desarrollar una retención de líquidos a nivel pulmonar por
mal funcionamiento del corazón (insuficiencia cardiaca) lo que conlleva un
mal pronóstico y requiere de un tratamiento urgente en unidades especiales
de cuidados intensivos.

COMPLICACIONES

Las complicaciones que puede ocasionar la preeclampsia son varias; las más
importantes son el síndrome HELLP y la eclampsia, pero hay más.
Síndrome HELLP.

Es una complicación rara que afecta sobre todo a la sangre y al hígado. Se


caracteriza por provocar a la embarazada:
 Rotura de los glóbulos rojos dentro de los vasos sanguíneos.
 Déficit de plaquetas.
 Transaminasas y bilirrubina elevadas en la analítica sanguínea.
Los síntomas que suele padecer la paciente son dolor abdominal en la boca del
estómago y más a la derecha, cerca de las costillas, que es donde está el hígado,
náuseas, vómitos, dolor de cabeza y diarrea.

Eclampsia
Es la consecuencia de una preeclampsia mal tratada o imposible de controlar. El
50% de las eclampsias sucede durante el embarazo, el 15% durante el parto, y el
resto en las primeras horas del puerperio. Ocurre cuando la contracción difusa
de los vasos sanguíneos es tan grande que el paso de sangre a través de ellos es
escaso y se producen microinfartos. El órgano más importante que se ve
afectado en la eclampsia es el cerebro, tanto es así que se producen convulsiones
y coma, lo que se conoce como ataque eclámptico. El ataque eclámptico tiene
varias fases:
 Fase prodrómica: la embarazada comienza a notar síntomas idénticos a los
descritos anteriormente en la preeclampsia grave.
 Fase de invasión: dura menos de treinta segundos; la mujer mueve la cabeza de
un lado a otro y mueve los músculos de la cara.
 Fase de contracción tónica: dura de quince a veinte segundos; se contraen todos
los músculos, y la embarazada queda con el tronco rígido, los brazos pegados a
él, el cuello estirado hacia atrás, la boca fuertemente cerrada y la respiración
paralizada en espiración forzada.
 Fase de contracciones clónicas: dura uno o dos minutos, y durante este lapso de
tiempo se contrae y relaja intermitentemente todo el cuerpo. Los hombros y la
cabeza se mueven hacia atrás en sacudidas, y sale una espuma blanquecina de
la boca. Poco a poco las sacudidas son menos frecuentes hasta que desaparecen.
Los antiguos griegos comparaban estas sacudidas a los destellos de los rayos (eso
significa eklampsis).
 Fase de coma: la embarazada queda inconsciente, inmóvil, y respira con
dificultad. La recuperación del coma es muy lenta y después no recuerda nada
de lo que ha pasado.
Otras complicaciones también frecuentes pero menos graves son:
 Edema pulmonar: los pulmones se encharcan de sangre, ya que el corazón no es
capaz de expulsar la sangre de los mismos.
 Fracaso renal: el daño en los riñones es tan grande que dejan de funcionar y no
se produce orina.
 Shock circulatorio: al producirse el parto, las toxinas que provocan la
constricción difusa de los vasos sanguíneos desaparecen, y las arterias se dilatan
hasta su estado normal. Sin embargo, la cantidad de sangre ha disminuido y en
ocasiones no hay suficiente.
 Rotura hepática: se producen hemorragias dentro del hígado, que lo distienden
e incluso pueden provocar su rotura desde dentro.

DIAGNOSTICO:
La preeclampsia se puede detectar en los controles médicos que se realizan a todas las
embarazadas, en los que, de forma sistemática, se les mide la tensión arterial y se analiza la
orina en busca de proteínas. Las pruebas salen alteradas cuando:

 Hay hipertensión si la cifra de presión arterial sistólica es igual o superior a 140 mmHg,
o la diastólica es igual o superior a 90 mmHg. También se considera hipertensión a
la elevación de 30 mmHg de la presión sistólica, o de 15 mmHg de la diastólica sobre
la tensión arterial anterior al embarazo, o antes de las 20 semanas de embarazo.
 Existe proteinuria cuando hay 300 mg o más de proteínas por litro de orina recogida
durante 24 horas. También se pueden utilizar tiritas reactivas.

Con estos datos se puede determinar el grado de gravedad de la preeclampsia:

Preeclampsia leve

 Hipertensión de 165-140 mmHg / 105-90 mmHg.

 Proteinuria de 300 mg - 5 g por litro de orina de 24 horas.

 Tobillos y piernas hinchadas por edemas (aunque esto puede ocurrir en embarazos
normales).

Preeclampsia grave

 Hipertensión de más de 165 mmHg / 105 mmHg.

 Proteinuria de más de 5 g por litro de orina de 24 horas.

 Hinchazón generalizada y visible por edemas, incluso cuando la futura madre está
acostada en la cama.

 Fallo renal, que se detecta por orinar poco (menos de 500 mL en un día) y alteraciones
analíticas (aumento de la creatinina).

 Fallo hepático, que se detecta por aumento de las transaminasas en los análisis de
sangre.

TRATAMIENTO
Lo ideal es detectar a tiempo a las mujeres que padecen preeclampsia, y
tratarlas para controlar su hipertensión y evitar así las posibles complicaciones,
que son más difíciles de controlar y ponen en peligro la vida de la madre y del
feto.
En general, toda embarazada con preeclampsia, aunque sea leve, debe ingresar
en el hospital. Allí se medirá su tensión arterial cuatro veces al día, se realizarán
análisis de orina y de sangre dos veces por semana, y cada dos días se realizará
una ecografía al feto y un registro cardiotocográfico.
Se pueden concretar algunas medidas terapéuticas, según sea la gravedad de la
preeclampsia o para sus complicaciones:
Preeclampsia leve
La embarazada debe hacer reposo absoluto, tumbada sobre el lado izquierdo
preferiblemente. Se ha demostrado que sólo con esta medida la tensión arterial
desciende hasta los valores normales en la mayoría de los casos. Si no es así, se
puede comenzar el tratamiento con antihipertensivos en forma de pastillas,
como la hidralazina o el nifedipino. Cuando se alcanza la semana 37 de
gestación, se procede a la interrupción del embarazo provocando el parto
(mejor por vía vaginal que por cesárea).
Preeclampsia grave
Es una situación crítica ya que, como se ha comentado antes, es el preludio de
la eclampsia y de otras complicaciones. Lo ideal es la interrupción inmediata del
embarazo, pero como esto no siempre es posible, se debe instaurar un
tratamiento.
En primer lugar se realiza un estudio físico y analítico para conocer el estado de
gravedad de la embarazada. Después se procede a controlar la hipertensión
arterial con antihipertensivos como la hidralazina o el diazóxido, pero en este
caso se suministran por vía intravenosa. Al mismo tiempo, se impide la
progresión del ataque eclámptico con sedación; el fármaco más útil es el
sulfato de magnesio.
Síndrome HELLP
Debido a su gravedad la solución más efectiva es la interrupción del embarazo.
Cuando esto no es posible se debe administrar un tratamiento que mantenga
fuera de peligro a la mujer hasta que se induzca el parto por vía vaginal o
cesárea.
El tratamiento consiste en “reparar” las alteraciones sanguíneas haciendo
transfusiones de sangre con el objetivo de aumentar el número de plaquetas y
de glóbulos rojos. También se suministran corticoides que contribuyen a
incrementar el número de plaquetas de la mujer, y además aceleran la
maduración pulmonar del feto.
Además de estas medidas se debe controlar la tensión arterial y el posible
ataque eclámptico como se hace en la preeclampsia grave.
Eclampsia
Una mujer con eclampsia debe ser atendida en una unidad de cuidados
intensivos obstétricos, donde hay apoyo de anestesistas y reanimadores. Solo
los médicos saben cómo sujetar a la paciente durante las convulsiones y cómo
evitar que se muerda la lengua; una persona sin conocimientos en medicina no
debe intervenir nunca en una convulsión, sea del tipo que sea.
El control de la hipertensión arterial y de los ataques eclámpticos es idéntico al
de la preeclampsia grave y, por supuesto, se procura interrumpir el embarazo
siempre que sea posible y que la mujer esté fuera de peligro.

PREVENCION:
Aunque muchos de los factores de riesgo de la preeclampsia no se pueden modificar
(la genética, la edad…), otros sí son modificables y además hay medidas generales que se
sabe que previenen el desarrollo de una posible preeclampsia:
 No fumar: el tabaco aumenta las cifras de tensión arterial al dañar los vasos
sanguíneos.

 Mantener un peso adecuado: el sobrepeso y la obesidad favorecen las alteraciones


metabólicas que producen hipertensión arterial y diabetes gestacional.

 Evitar el estrés: aunque una embarazada no está limitada en su vida diaria, sí debe
mantener un reposo relativo.

 Dieta rica en calcio: consumir dos o tres gramos de calcio diarios a partir del primer
trimestre de embarazo parece que disminuye el riesgo de padecer preeclampsia.
Todavía no está claro si merece la pena administrar suplementos de calcio a las
embarazadas en forma de pastillas o píldoras, ya que existen estudios a favor y en
contra de ello.

 Complementos de ácido fólico: esta sustancia es capaz de reducir el riesgo de


preeclampsia, ya que disminuye la concentración de homocisteína en sangre, que
es una de las “toxinas” que aumenta. Además, evita malformaciones embrionarias
como la espina bífida.

 Dieta rica en antioxidantes: la vitamina C y la vitamina E son potentes antioxidantes


que eliminan radicales libres y otras sustancias que forman parte de las “toxinas”
antes comentadas. La vitamina E se encuentra sobre todo en vegetales de hoja
verde (acelgas, espinacas, brócoli...), cereales y frutos secos. La vitamina C es
abundante en cítricos y otras frutas (naranja, pomelo, kiwi, frambuesa...).

 Dieta rica en pescado azul: este tipo de pescado es rico en vitaminas y en ácidos
grasos omega 3, que tienen un papel esencial en la protección del endotelio que
recubre el interior de los vasos sanguíneos.

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