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1. Introducción
De una forma en extremo resumida, se puede entender el estado del arte como el
estado último en que se encuentra la investigación académica o científica, en torno
a una tecnología, teoría, método o cualquier conjunto de expresiones artísticas y
culturales. Es decir, el límite histórico en cual se sitúan los avances y las
investigaciones. En el contexto del trabajo de investigación académica se hace
referencia a una revisión sintetizada y cronológica de lo que se ha dicho respecto al
tema de investigación. Es posible localizar el origen de la expresión,
específicamente, en el libro primero de la Metafísica de Aristóteles (1933), con el fin
de esbozar una distinción entre ciencias y artes, con sus diferentes aplicaciones y
finalidades, respectivamente.
El objeto de este trabajo es presentar el estado del arte de la célebre pintura “Las
Meninas” del español Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660), la cual
data de 1656 y es considerada como la obra cumbre de Velázquez. Se ha escogido
esta obra por su inmenso valor histórico, su complejidad subyacente y por la
inmensa influencia que ha ejercido en los círculos académicos del arte y de la
cultura en general (Bennassar 2012; Brown 1986; Garrido 1992; Morán y Sánchez
1999). El cuerpo del ensayo se compone de un esbozo biográfico del autor, seguido
de una revisión cronológica de aportaciones a la interpretación y análisis de la
mencionada obra. Terminando con las conclusiones generales obtenidas de la
investigación.
2. Objetivo General: Conocer, describir y analizar la pintura barroca “Las Meninas”
del pintor español Diego Velázquez.
3. Objetivos Específicos:
4. Justificación Personal: Tomé como investigación esta obra debido a que es una
pieza representativa, emblemática y sumamente relevante en la pintura e historia
del arte, me es gustosa y con características de genialidad, me parece que posee
una portentosa composición al igual que la disposición, goza de estudio y
complejidad, me impresiona como es capturado el instante, el realismo con el que
está manejado, el movimiento que emana de ella, el orden de los personajes y cómo
están situados de una manera bella, equilibrada, y su carácter enigmático, que, a
su vez, aparenta sencillez, y que simultáneamente oculta un sin número de códigos
por descifrar. Transmite y es fantástica, habla por sí sola, pone de manifiesto
variadas cosas en juego, sencillamente es bella y misteriosa.
5. Justificación Académica: El motivo por el cual elegí investigar sobre la obra Las
Meninas de Diego Velázquez, es para conocer, mostrar y recopilar información en
cuanto a la interpretación de la obra con referencia a sus personajes que aparecen
en ésta, la composición, simbología, debido a que es una obra cumbre de la pintura
e historia del arte. Es de gran relevancia por su gran realismo, la instaneidad y
cotidianidad como lo sostiene el tratadista español Antonio Palomino y el filósofo
español Ortega y Gasset, o el historiador de arte Carl Justi quien interpretaba este
cuadro como una escena cotidiana, causal de la época. Su importancia también
radica en reconocerla como como un manifiesto de la pintura como arte liberal,
como Charles de Tolnay, quién veía el cuadro a modo de “alegoría de la creación
artística”. Esta idea es reforzada por los cuadros que aparecen detrás, en el fondo
y por la inclusión del propio pintor en el interior del cuadro, Velázquez buscaba
enaltecer su arte y su condición de noble.
Uno de los principales exponentes del periodo barroco. Nacido en Sevilla, España
en 1599 y fuente de inspiración para innumerables artistas de la talla de Manet,
Picasso o Bacon (Calvo 1999), por mencionar algunos. Conducido bajo la tutela del
vertiginoso pintor español Francisco de Herrera (1576-1656), Velázquez logró
explotar su talento natural para la pintura e incluso filosofía y lingüística (Brown,
2008). Sus primeros trabajos se enmarcan en el realismo, destacando las obras
Vieja friendo huevos (1618), Adoración de los Reyes (1619) y Jesús y los peregrinos
de Emaús (1626). Son famosos también sus retratos del poeta Luis de Góngora
(1561-1627) o del Rey Felipe IV de España (1605-1665). Igualmente importante es
su obra Los borrachos (1628-29) donde representa al dios griego Dionisio en un
éxtasis de embriaguez y desenfreno. Dicha obra ejerció una fuerte influencia en el
pintor italiano renacentista Taddeo Zuccari (1529-1566) (Vlieghe, 1998). Son
también conocidas las obras de su llamado periodo italiano, sus retratos del Papa
Inocencio X, del miembro de la Corte Real Española Pablo de Valladolid o sus
representaciones de las actividades militares españolas en su obra La rendición de
Breda (1634-35). Pero ninguna obra de Velázquez ha causado tanta repercusión y
trascendencia histórica como su magnum opus Las Meninas (1656).
Etapa sevillana (1610 - 1623) A los once años inició sus estudios de pintura con
Herrera el Viejo y meses después pasó al taller de Francisco Pacheco, donde
permaneció hasta conseguir el título de pintor, seis años más tarde. A los diecinueve
años se casó con Juana, hija de su maestro, y empezó a ejercer el oficio de pintor.
En esta etapa, pinta de forma valiente. Sus dibujos son enérgicos y denota una
gran destreza al pintar bodegones. Las pinceladas son cortas y escuetas, la paleta
oscura y en sus cuadros predominan los tonos apagados y cálidos, especialmente
los colores terrosos. En 1618 pinta el cuadro Vieja friendo huevos y en 1619 el
Aguador de Sevilla. Las composiciones de esta época son de gran sobriedad y
sencillez. Utiliza la luz a la manera tenebrista, con un solo foco que ilumina
violentamente las figuras.
En 1622 viaja a Madrid por primera vez. El canónigo sevillano Fonseca le presentó
al conde-duque de Olivares y pinta el retrato de Góngora. Visita el Escorial, los
palacios de El Pardo y Aranjuez, y conoce así las colecciones reales de pintura.
Primera etapa madrileña (1623 - 1628) Vuelve a Madrid reclamado por el conde-
duque de Olivares. En esta ocasión pinta al rey Felipe IV, que queda complacido y
le nombra pintor de cámara. Velázquez se traslada a Madrid con su familia,
instalándose en palacio donde tendrá casa y taller hasta su muerte. Trabajará para
el rey con libertad, engrandeciéndose como pintor y como dignatario de la corte.
Tuvo hasta cuatro cargos palatinos: pintor de cámara, ujier de cámara,
superintendente de obras particulares y aposentador mayor. El rey, su gran
protector, lo ennobleció con el hábito de Caballero de Santiago, distinción que
Velázquez había deseado mucho.
Primer viaje a Italia (1629) Animado por Rubens, en misión diplomática en España,
viaja a Italia. En Venecia, Roma, Nápoles... conoce distintas corrientes artísticas
que harán de él, a su vuelta al año siguiente, un pintor completamente formado.
Las noticias referentes a este viaje nos reflejan a un Velázquez intelectual, muy
preocupado por su formación pictórica. Su técnica se enriquece con el conocimiento
directo de los maestros italianos (Tintoretto, Miguel Ángel, Rafael) lo que se
evidencia en sus modelados anatómicos, en la luz suave y armónica claridad de su
paleta, en los estudios de luces y en las composiciones más estructuradas y
complejas. De Italia trae dos obras magistrales, La túnica de José ( en El Escorial)
y La fragua de Vulcano (en el Museo del Prado).
Segunda etapa madrileña (1631 - 1649)
Velázquez, que sentía gran nostalgia de Italia por su atractivo ambiente pictórico,
es enviado oficialmente por el rey a comprar pintura italiana y escultura clásica para
las colecciones reales y a contratar pintores y decoradores fresquistas. Pinta allí
algunas obras importantes que lo sitúan en un lugar descollante entre los pintores
barrocos. Sorprenden los retratos del papa Inocencio X, el de Juan Pareja, la Venus
del espejo, los paisajes de la villa Medici... Es una etapa muy creativa y grata para
el pintor, que retrasa todo lo posible su vuelta a España, aunque es reclamado
repetidas veces por el rey.
Nueve son los personajes –exceptuado a los monarcas- que aparecen en el cuadro,
desde el autorretrato del pintor y el cortesano cuya silueta se recorta en la puerta
del fondo hasta el enano Nicolás Pertusato, que con su gesto de darle una patada
al perro ofrece el único detalle propio de la espontaneidad infantil.
Las meninas o La familia de Felipe IV (detalle)
Faltaría ver aún que es lo que está pintando Velázquez en la tela que se sitúa de
espaldas al espectador: la imagen de una tela virgen y la mano de un pintor con su
paleta y pinceles se remonta a la idea aristotélica de presentar el entendimiento
como una tabula rasa. Del mismo modo, la enigmática tela tiene la finalidad en esta
pintura de atraer la atención del espectador para obligarle a interrogarse sobre cuál
es el elemento de mayor importancia dentro de la composición.
Esta idea también sería subrayada por el significado intrínseco de los dos cuadros
colgados en la pared del fondo, que representan sendas obras pintadas por el yerno
y discípulo de Velázquez, Martínez del Mazo, sobre modelos de Rubens y Jordaens.
Su temática versa sobre el triunfo del arte por encima de la artesanía y los oficios
manuales, considerados secundarios e impropios de un caballero. En la última
instancia, pues, el cuadro es un homenaje cortesano del pintor a los monarcas y un
nada disimulado acto de adulación, ya que la nobleza de la pintura, además de la
exención de impuestos, comprobaba una concepción según la cual la actividad del
pintor consistía en idear, en inventar, mientras que la ejecución era secundaria. En
este sentido, Las Meninas no sería el resultado de una imitación del natural, sino la
representación de una idea interior. Esto, probablemente, explicaría la actitud del
propio Velázquez dentro del cuadro, que no está pintado –es decir, aplicando el
pincel en la tela- sino pensando, contemplando el disegno interno de la obra.
VIII. Durante una visita que realizaron el pintor español Salvador Dalí y el poeta
francés Jean Cocteau al Museo del Prado, un reportero les hizo la pregunta: ¿Que
salvarían en caso de incendio del Museo? A lo que Cocteau respondió el fuego,
mientras que Dalí respondió el aire de Las meninas (Sureda 2009).
3. Referencias
Altman, Simon. 2013. “The illusion of mirrors: Velázquez´s Las Meninas”, European
Review, 21, 1-9.
Foucault, Michel. 1964. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias.
Buenos Aires: Siglo XXI.
Garrido, Carlos. 1992. Velázquez, técnica y evolución. Madrid: Museo del Prado.
Justi, Carmen. 1999. Velázquez y su siglo. Madrid: Editorial Istmo
Morales y Marín, José. 1989. Historia Universal del Arte: Barroco y Rococó.
Barcelona: Editorial Planeta.
Vlieghe, Hans. 1998. Flemish art and architecture: 1585–1700, New Haven: Yale
University Press.
White, John. 1969. Diego Velázquez: painter and courtier, London: Hamish
Hamilton.