Professional Documents
Culture Documents
Resumen
Con esta presentación se pretende desactivar un concepto muy
popular, como es la solicitud a una crítica constructiva por parte de
un actor social, como pueden ser los psicólogos.
Palabras clave: crítica constructiva, crítica destructiva, dirigentes,
psicólogos.
Abstract
This article is intended to disable a popular concept, as is the
request to constructive criticism from a social actor, such as
psychologists.
Keywords: constructive critique, destructive critique, leaders,
psychologists.
La crítica en la psicología
En este lugar nos estaremos ocupando en dedicar una especial atención
a todos aquellos colegas profesionales que, de una manera u otra, en un
lugar u otro, realizan sus actividades profesionales. Esto se da tanto ya
sea que asuman cargos de conducción en instituciones hospitalarias o
que lo hagan con funciones jerárquicas en áreas administrativas de la
salud, como pueden ser ministerios, direcciones, y hasta en las
consultas del diván. Y ni que decir de cuando los psicólogos nos
hacemos cargo de una cátedra universitaria, entonces, luego de saludar
a los alumnos les decimos que estamos abiertos a las críticas... siempre
que ellas sean constructivas.
212
Crítica a la crítica constructiva 213
(1)
Sobre esto estoy pensando con el antiguo criterio de salud pública, el que fuera adoptado por la
Revolución Francesa de 1789 y retomado por la de 1848.
(2)
Las que de cualquier forma – sin dudas– se le harán, aunque no las reclame el protagonista.
tal modo resultan ser destructivas todas aquellas críticas que ponen los
puntos sobre las íes, que les duelan a los destinatarios y hasta que
pueden llegar a ser mordaces en cuanto al uso del recurso del tropos de
la ironía con que destaca a ese quehacer criticado.
Una anécdota
Para ilustrar esto me voy a permitir relatar una experiencia –por demás
jocosa– que me ocurriera hace más de 50 años, cuando aún era un
pichón de estudiante de grado para recibirme de psicólogo. Por aquel
entonces tenía un gran amigo, estudiante de física, y él
permanentemente se burlaba y reía de lo que yo estaba estudiando
diciéndome que lo que hacíamos era actuar sobre algo intangible, como
lo que él definía como el “alma” a la cual nadie puede ver ni tocar. Un
día su insistencia colmó mi paciencia y le pregunté dónde estaba la
electricidad. Frente a esto me respondió, con suma rapidez, con un
conjunto de explicaciones inentendibles para mi pobre condición de lego
en temas tan ríspidos que sólo los puede comprender gente muy
inteligente. Luego de escuchar su interesante explicación –atenta y
pacientemente– no pude menos que preguntarle si era posible ver la
El contenido, no el continente
El contenido de la crítica es el que debe ocupar, principalmente, el foco
atencional del destinatario, siendo inútil todo esfuerzo. Si es que se ha
perdido dicho foco dedicándolo a gastar el tiempo en preocuparse por el
estudio del continente que, por lo demás –es o puede llegar a ser– de
naturaleza espuria.
Resulta harto común observar que desde algunas posiciones
sociales que bien se pueden juzgar como pacatas, acartonadas,
recoletas y hasta victorianas, se critica a aquellas críticas que son
hechas por quienes utilizan un lenguaje irónico –que hay que tener la
capacidad intelectual suficiente como para descifrarlo– , sórdido y hasta
a veces soez, señalándose –por otra parte– que el imputado por los
dichos de las críticas suelen afirmar –casi textualmente que él “no va a
responder a tan bajos niveles de discusión por la forma en que está
expresada, ya que la misma es improcedente y darle una respuesta
significa rebajarse al nivel de quien emitió el juicio”.
Este es un hermoso argumento –aunque sin dudas es hipócrita y
falaz– para escapar al compromiso de tener que hacer el análisis de lo
que se ha dicho y, de tal forma, responder al contenido crítico que se ha
hecho bajo una forma no académica –o no acartonada– de expresión
verbal. Pero de esa manera no se puede obtener ni una reparación ni
una discusión abierta y franca acerca del contenido expresado en la
crítica por parte de quien la haya realizado.
Estimo que lo importante en el hecho de criticar no es el continente
(el cómo se lo ha dicho) sino el contenido (que es lo que se dice); no es el
acontecer formal lo que ha de primar cuando se tienen argumentos de
respuesta, sino el objetivo al que se apuntó con la crítica. Sobre el
contenido de la crítica es sobre lo que hay que detenerse a fin de
superar formalismos decimonónicos que por hacer “como que miran” el
árbol que no permite ver al bosque frondoso, que es donde está el
meollo de la cuestión.
Las críticas –sin adjetivos calificativos de naturaleza alguna– es por
si misma saludable para la vida en democracia y bajo el amparo de las
instituciones republicanas, ya que con ellas se facilitan nuevos ángulos
–o encuadres ideológicos, si se quiere– para la observación de la
realidad que se trate tengamos ante nuestra mirada. Aquellas críticas
que fueron calificadas –de manera apresurada y, lo que es peor,
malintencionadamente– de destructivas no tienen por qué ser temibles,
ya que si son falsas se autodestruyen y si son verdaderas o tienen
elementos suficientes que confirmen su certeza, resultan ser atendibles
en sus argumentaciones. Esto es en cuanto ellas pueden facilitar la
posibilidad de hacer una observación del fenómeno desde otro ángulo a
la gestión o del quehacer que se ha venido realizando.
Referencias
Bunge, M. (2014). Entre dos mundos. Memorias. Barcelona: Gedisa.
Carpintero, E. y Vainer, A. (2004) Las huellas de la memoria. Tomo I.
Buenos Aires: Topía.
________________________________________