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3 ATO FICCIONAL, RELATO FACTUAL. jenen un sentido (y aun cuando tengan va- ‘ios), laafarratologij —en su vertiente rematica, como estudio del discurso-nacrativo, jente temSiica, como-andlisis de Tas sucesiones de acontecimientos y acciones relatados por + dicho discurso— deberla ocuparse de todas las clases de relatos, fiecionales 0 rid, Ahora bien, resulta de todo punto evidente que hasta ahora las dos ramas de la narratologia han dedicado una atencién casi exclusiva a Tos ritmos y a los objetos del relato de ficcidn' y ello no por una simple eleceién empirica que no pre- jugara en nada aspectos momentinea y explicitamente preteri- dos, sino como en virtud de una prelaciéa implicita que hipos- iclalo fiecional en relato por excelencia 0 en modelo de ». Los pocos investiyadores —un Paul Ricoeur, un Hay- c, un Paul Veyne, por ejemplo— que se han interesado por las figuras 0 las intrigas del relato histérico lo han hecho den Whi 1. WW Jo ha abtersada Paul Ricoeue, Tomato Rei lars, Sel BK, surmendenie de xe estado de nea nitoduction& Pansy ysuciate dt en (60, venture snioogtn, as, Sei 18S, 9 we gout de Maite (90), Le Druin feonent eta lange, Pat, Sey 984 Ei pira, pseu ko ruy geal, nose Fete sina 3 Tos elatos de Ficin yelagun, pete 4 una anthesis ini ete anelto histrcon yaslto fate, pasa por alt completamente os asgeces martes dl ds. is isto ehazadoe i fine como ana denon ogi dl ilo (Again Tit) 1 lesealociado en nombre de Tor priscipios de ln excel france, puesta ala Histor Ihsan oe asontccimentos, que poseiorment 33 desde el punto de vist ralidad, etéria, epistemologla; y Jean-Frangois Lyotard, al eplic a de otra disciplina: filosofia dela tempo- car al relato periodistico de la muerte de u gorias del Discurso det relao, pretendia m las fronteras de la ficeién, Alora bien, se la fase en que nos encontramos, ites la narratologia ficcional, es dudoso qué nos pe de-unrestudio especttco del ralato facta. iuier caso, no cabe dida de que tio puede dejar indefinidanneste de pre guntarse por la aplicabllidac-te us resultados, of fe us ‘THElOttes, uma esfern que nunca ha explorado de verdad antes de-anexiondrsela en silencio, sin examen ni justificacién. — ~~ Al decit es0, me doy, evidehtemente, golpes de pecho, pucs encl pasado ttulé Discurso del relato un estudio manif limitado al relato de fiecién y no hace mucho reincic discurso del relafo, pese a una protesta de principio uso demasiado unilateral de lo que no queda mas remedio que lamar una narratologia limitada, Sin embargo, no tengo inten: cién —ni, por To demés, dispongo de los medios para ello— de emprender aqui el estudio, en cierto modo sistemético, de las caracteristicas propias del discurso del relato factual: sevia ne- cesaria una vasta investigaciGn de précticas como la historia, la bbiografia, el diario insimo, el relato de prensa, el isforme de po- licfa, 1a narratio judicial, el cotilleo cotidiano'y otras formas de lorque Malfarmé tlamaba ef wreportaje universal» o, al menos, el andliss sistemdtico de un gran texto considerado tipico como las Confesiones 0 la Historia de la Revolucién Francesa. Qui- # 2. afte économie Hbldnale un ipo marae (99), en Des pasts pulonnes, ats, Doral, 190. 3. Atala de otro meer, vaya empler ag eta que nat i depo ‘le tous ambitn acm conssteen an eneadenaicno de hechos) ara eva leu | sostserdizo las tcicones negative (on clon, non fcieane) tue fea y pers petdan€ peviepin que pecsamene dese nupney, 1. Nouveau Dicours drt, Pari, Sev 1B, 9. 5. Soe este lino tet, vate Ann Rig, «Dis hitorignes, Poin 78, sepiove de 198. nv bere por Hayden White str teeta menos ot ios pecedimieniosaraivor que por le medos de seodcidn dl enon coon ao etn come eerily ateteamente) er opetva yp no erates a {do porlaanipacidn. Enron edie partite ogenescon hay gue mensions fm bien at obeeicones de Pipe Lalee saree vorden del eno en Ler Mote Sa 54 a ‘a mas bien, a titulo provisional y de forma mas te6rica o me ros aprioristica, examinar las razones que podrian tener el.cla to factual y el relato Ticeional® para comportarse de forma di ferenter Tahistoria que arelatans por el simple hecho de que dicha historia sea (considerada) en wn caso averdaderan yen el otto ficticia, es decir, iventada por quien actualmente la cuenta o por algin otfo de quien Ia hereda, Preciso: «onsi- deradan, ya que ocurre a veces que un historiador invente ua deal ne una «intrigan o que un novelista se inspire en uun suceso; lo que cuenta en este caso os el estatute oficial del jexto y sw horizonte de Jectura A la pertinencia de semejante intento se opone la opinién, ntee otras, de un John Searlepara quien a priori eno hay pro” { textual, sinfictier 9 semantiea ni, por consiguiente, na || rracoldgica] que permita identificar un fexto Como-obra de Tie | cida»,? porque el relato de fiectén es un puro y simp |, Hagimiznto 0 simulactén det relato factual, en que el novelist, ejemplo, hace sencillamente como que (pretend) cuenta una " historia verdadéra, sin aspirar en serio al erédito del lector, per Sin dejar ta menor huella en su texto de ose cardcter no siul do en serio. Pero fo menos que podemos decir es que esa opi- ai6n no es Compartida universalimente. Choca por ejemplo con Ia de Kate Hamburges quien linia a esfera dl eFingimien- itu (le Pic eutbiogrohgve, Ps Sel 1998) y tate Daniel Madea sabe Is Sioned ma crn stn en biota Dogan, Pai, PUE, 1983, pp. 149158) “Por raras evens, oy 4 jr ead fn artes po ee lo, dada ance no verbal (pr jel, ee ine tod) e a Beco ede pevincoca ones aso y Ta enstente ene Hiraras(eanBnica)y no itrarns (pope Ine, fires, ec), demado dadors para evel ep coe, lg dor ee en 9.10. ‘ ngsime sn gos lies, ca 1 es fomes pies ou estes. Vase camara cea essed ata abv Tx potas metodolgios dela narra Tops enfenn Mare Seeley wPeton fet et narraonn. Sin pe munease como Sea su sands dal eon ctwobiographieen Pron, Pats, Colin, 24). Lat Sierncae ae inodujn en 197 (Le Pate autblographlgue, en partic en Ie p26) Ye hears ver sn eld pasta, par tnt, no popismente neal 55 to» (Finglertheit) exclusivamente a la novela en primera perso- ‘pa —simulaci iistinguible de elute sutebiogritc sate ible del relato autobiogrdfico-autén tico— y advierte, al contrari i Ae ‘entercera persona) indie deTiccionalida yor comodidad, y tras, voy a seguir aqui el procedimienta puesto a prueba en Discurso det relato, que examina sucesivamente las cuestiones de orden, ve- locidad, frecuencia, modo y vor Orden 22, En 1972 me precipité un poco al escribir que el relato fol- Klérico segula un orden nvis respetuoso de la cronologia de los acontecimientos que el de la tradicién literaria iniciada por la Mfada, con conocimiento in medias res y analepsis compl Me incliné un poco hacia una vertiente en Nuevo discurso del releto, al observar que el uso de las anacronias se inicia mas bien en la Odisea y se perpetuarfa més en el género novelesco que en la tradicién épica, Entretanto, Barbara Hécrnstein Smith, en un art{culo muy interesante que descubri posteriormente,” me induce a inclinarme hacia la otra vertiente, al argiir «no sélo que el orden rigurosamente cronol6gico es tan raro en os rela- tos folkl6ricos como en cualquier tradicién literaria, sino tam: ign que es practicamente imposible para cualquier narrador mantenerlo en un enunciado de una Jongitud que no sea mini- ma, En otros términos, por Ia naturaleza misma del discurso, la falta de linealidad es mds la regla que la excepcién en cl rela to. ¥, por esa misma raz6n sin duda, Ia “‘progresién” histérica esté probablemente més préxima a lo inverso de lo que supone Genette: en la medida en que pudiera observarse un orden per 9, aNactve esons, Narelve Theories, Cites Igy, otto de 18. ro 29.286 Tata eliesapunta a vena fontnjon de nara csi ent {ee Soya Caiman ye mo, eheiiia de Neon Good, sista Bs. i po D9. Une resucts d= Goodman ae Ting aa he Teds) yom CIR Fin aparece la misma evita, verann de VEL pp 1.608 56 nte cronolégico, no serfa verosimilmente sino en textos dinaziamente claborados, “artisticos”” y “literarios’».! ingiana tal vez sea tan excesiva como la hi- que invierte y, naturalmente, mi intencién no era la de lecer una «progresiénn histériea oponiendo la anacronia homérica a Ia supuesta Iinealidad de los cuentos recopilacdos... ipor Perrault o por Grima! De todos modos, esa confrontacion hho opone sino dos o tres géneros (cuento, epopeya-novela) den- {ro de Ia esfera ficcional, Pero conservo de esa critica la idea de {que ningdn narrador, ni siquiera fuera de ta ficcién, ni siquiera Tuera de la literatura, oral o escrita, puede obligarse naturalmente una comparacién mis precisa no puede ser sino asunto de esta- distias, que revelarlan probablemente ritmos my diversos se- giin las épocas, los autores, las obras singulares, pero también segtin los géneras ficcionales y factuales, lo quc indicarla, desde se punto de vista, menos parentesco entre todos los tpos fc- Sonales, por un lado, 7 todos los tipos Factuaes, por otro, que tne tal po ficcionaly tal tipo factual; podriamos decir al azar: | ent ln novela-diacio el carfo auténtic, Mi azar» no és to- {aliments inocente y este ejemplo sugiere —espero— una reserva importante que prefier...rscrvar para més adelante ) pero el aticulo de Barbara Herenstein Smith plantea deotra | forma, mis radical, la cuestion de las diferencias entre fccién J yo ficeida en su tratamiento de la cronologta: Ia autora se pre- \ ‘junta si y cuando la comparacidn (efectivamente postulada por la narratologia) es posible entre ef orden de Ia historia y cl det Jy telato y responde que lo es sdlo cuando la critica dispone, fuera | det propio relato, de una fuente independiente de informacion sobre la sucesién temporal de los acontecimientos «rclatados», sin la cual no puede sino recibir y registrar sin discusién dichos ncontecimientos en el orden en que el relato se los aporta. Se- giin Herrnstein Smith, esa disponibilidad no esta presente sino to, ram. 7 en dos casos: el de obras de ficeién derivadas de una obra ant rior —por ejemplo, Ia versién més reciente de Centcienta— y el de obras no ficcionales, ales como el relato histrico, En e503 ‘nicos casos, dice nuestra autora, etiene cierto sentido Gecir que tun relato dado ha modificado la sucesidn de un conjunto dado de acontecimientos 0 los acontecimientos de una} dadan.!' Dicho de otro modo: en esos tinicos casos 4 © podemos disponer de al menos dos relatos, ¢] primi cuales puede considerarse la fuente del segundo, nol6gico el orden de historia, que da idea de las posibles siones qite presenta, con relacién a él, cl orden del (segundo) re ato. Barbara Herrnstein Smith esté tan convencida de la imposibilidad de otro procedimiento, que no teme We hecho, sospechamos que es0s dos tipos de relato (ta relacién bi tériea y ef cuento tradicional {fwice-told tale}) forman el para- digma inconsciente del narratSlogo, to que explica, como con: trapartida, su necesidad de suponer estructuras de intriga 0 historias subyacentes para explicar las sucesiones temporales de Jos relatos, muy diferentes, que estudia con mayor detenimien to, a saber: de las obras de ficcidn literaria.» Hipdtesis totalmente gratuita y que no corrobora en absoluto la historia de la disci- plina, pues los narratélogos que, desde Propp, han trabajado on los relatos tradicfonales ~-como el cuento popular— ape- nas se han ocupado de su aspecto cronolégico (ni, mas en gene~ ral, de su forma narrativa) y, reciprocamente, los especialistas de narratologta formal, desde Lubbock y Forster, no han dado apenas sefiales de interés (ja no ser muy «inconscienten!) por {3 tipo de relatos ficcionales y adn menos, como yo nos lo re- prochaba hace un instante, por el relato histérico. Pero, sobre todo, Ia eritica de Hecrastein Smith (los narra- télogos hablan de anacronias a propésito de textos de ficcién original en que la comparacién entre el orden del relato y el or- den de ia historia es por definicién imposible) olvida 0 pasa por alto un fendmeno esencial, que yo recuerdo en Nuevo discurso del relato" y que subraya Nelson Goodman para defender su propio uso del concepto (si no del término) de anacronia. Diz um en, 58 cho fenémeno es el de que la mayorfa de las analepsis y las pro- resis, en ficcion original y en otros casos, son oxa explcitas, os decir, seftaladas como tales por el texto mismo mediante di tensa niaccas verbyales («La condesa no sobrevivis sino por muy poco tienspo a Fabrice, a 4 aba y que silo pas6 un ato en su Cartajas), ora impleitas, pero evidentes gracias a nuestro conocimiento sausal en general» (capitulo n: Ja con ddesa anuere de pena; capitulo + 1: Fabrice moere en su Cartu, Sos, insiste Goodman, «la distorsion no es En los dos en relacion con un orden de los acontecimientos absohuto ¢ in- Gependicnte de todas las versiones, sino con relacién a lo que esta version misma dice ser el orcden de los acontecimientosy." ¥, cuarulo por excepcidn el texto (como en Robbe-Grillet, por gjemplo) no declara ni directamente (por indicacién verbal) ni nuizectamente (por motivo de inferencia) cules el orden de los 20: intos, el narratdlogo no puede hacer otra cosa, evi- dente: que observar, sin olra hipdtesis, el cardcter wacrd- nico» del relato ¢ inclinarse ante su disposicién. No se puede, den de los aconte- io oner el relato factual, en el que el Gimientos estaria dado mediante otras fuentes, al relato fice nal, en el que seria por principio incognoscible y en el gui anaeronias sesian, por consiguiente, indilucidables: salvo reti- cencias excepeionales, las anacronias del relato de ficcién apa- nse te declaradas o sugeridas por el propio relato, al mismo modo, por lo demas, que las del reiato factual. En otros términos y para indicar a Ia vez un punto de coincidencia yun punto de desacuerdo con Barbara Hermstein Smith, relato usin ia Ls Ite Reson ngs es me Senin ta cade ian y snr dleta tren er sane cana quarts toma del ty give ses: Dstt seen ata tx tomasn coves dei, so gue sent shelton skp se api ena. 1S Bw rat, Se 92.18 ia. Fiera ere, ae, soo tora tance en Pure ar Sl 5.1), ee eae ae a posind de mess nao elo ion eRe Sine! 39 ficcional y relato factual no se distinguen en gran medida ni per | su us0 de fas anacrontas ni por la forma como las staan | Velocidad Voy a ampliar al ca cipio postulado por Hermsicin Smith a giin relato, ficcional o no, literario 0 10, poder ni, por tanto, la obliga: rigurosamente sincrénica con nes, atninoraciones,clipsis © letenciones dos muy variables, en el relato de ficcié rio del relato factual y estin regidas en la ley de la cficacia y la economnfa y por el el narrador de la importancia relaiiva de los mor poco en este caso hay, pues, dif a priori entre los dos tipos. No obstante, Kate Hamburge fica, y con razén, entre los indicios de Ficcionalidad cia de escenas detalladas, de didlogos co y literalmente, y de descripciones extensas."” Nada d es, hablando propiamente, imposible ni esté pro quién?) en el relato hist6rico, pero la presencia de mientos excede un poco su verosimilitud («{Cémo lo sabe us- ted?) y, por tanto (ya volveré a hablar de ello), comunica al lector una impresién —justificada— de «ficcionalizacién». 16, Mas en genera, me vein un pico peri el akance de rien digi por erniin Sno que en autre ama et ealemon deta ara‘. La formula buona de spect ntenchonalmente pags, ave propane —eaetor vas ae Comin cae apna ae wget hero (2 nee na erecta eine, alstema de Diecnare du fl (sora ll, e498) 90, por lodenksnaiietanente alta, sin rinara en relia, y no tengo not toe haya encontada cjcione en mi nega naetogos, Advts prtertamest Heres, por sur, en foe de una poveiia moma eo no a veo Tana Jo mds eno pot rma mi nb itn, 17. Disngadn on, excen xn factor de amino de simo ya es de pautsnreatvaa menos qe se atibiy Ta aetividse perce de enone co ‘ao iuslinente va, spin Hamburger, pare un indo ina 60 eee Frecuencia El recurso al relato iterativo, que es stricto sensu un fend: meno de frecuencia, es de forma mas amplia un medio de acele acién del relato: aceleracién por silepsis identi acontecimientos postulados como relativamente semejantes («To dos los domingos...»). En ese sentido es evidente que el relato factual no tiene ninguna ra760 relato de ficci6n y un géner tro de ésta, Ia aucobiogeatfa— hace de &1 un uso observad jos especialistas." La relacién entze si aariable segtin los relatos de ficeién, no p: ninguna diferencia notable, cuando pasa: ‘ipo ficcional al oto. A menos de considerar, como propone Philippe Lejeu- curso al iterutivo en Proust y, en particular, -omo una sefal de imitacién de fos ritmos carac -os de [a autobiografia, es decir, como un préstamo del tipo ‘lal tipo factual o tal vez, mas pre fiecional (fa novela pscudoautobiografica) a un tipo factual (Ia autobiograffa auténtica), Pero esa hipdtesis, muy plausible, nos reiite a un fenémeno de intercambio entre los dos tipos cuyo examen prefiero aplazar una ver. més, senta, pues, @ priori, Modo sulo del modo se 0s e508 Resulta totalmente natural que en el cap conceniren Ia mayaria de los Indices textuales ¢ pin Kite lamburger, de Ia fiecién nar ya que 10 ‘asintomasy remiten an mismo rasgo especifico, que es ol acce so directo a la subjetividad de los personajes. sa relucién, cho sea de paso, plantea Ia paradoja de-una poética que enlaza con la tradicién aristotéliea (dlefinicién de la literatura, en Jo esen: cial, por el rasgo tematico de la ficcionalidad), pero por el ro: deo de una definicién aparentemente formalista de Ia ficcién los rasgos del relato fiecional son efectivamente de indole mor- ologica, pero dichos rasgos no son sino efectos, cuya causa es ® ye Lejeune, Le Pace antobographiqu, p18 6 ee ENE SS TE LET A BE STE €l carder fecional del rato, es deci, el caticterimaginaio eos personajes que constuyen su ayo-orgenns Sis cin arate sd cero deo ah subd Dréjimo es un sr fstiio(o natavo come ftct sve Unt de tn personaje bistérco coma! Napoledn de Ouera y pa) ct Ys pensarsentos imag el autora medida qus fing com de sentiniento de pensamicnto atribsideg, sin cblpacin de Justfeaciin {Qué sate asted al cespclot), a steeesosn mmondlogo interior y el vis carncteristcay mts efean de tod pues impregna en skin instancia la totlidad del iscreo de fos tempos del pasado de los deletios temporal o espa elales, en frases como aM" recorria por ulin vez €l puerto turopen, pues manana su bacco paris para Ames Camo se ha observado con Tresveneta, esa descripeibn del relato hipostasia un tipo particular: Ia novela de ls silos xix buye a entrar en un pequetio nimero de personajes, o incluso éenvuno Golo, un relato del que el satrador, @ orton el auto Sepin el desto de un Plauber, parecs aorentarse compietamen- te Aun cuando se pueda debatrinfiitamente sw prado de pe- sencia en fos relatos no Tieconales, 0 incluso no bears, esos Bros subjetivizantes son niscutblemente mas saturates en el Feito de eeidny hay razoncsvaligas pars considera, ai aque con algunos matics, rasgos elstintivos de ta diferencia en toe fos dos tipos, Pero (eonirarinmente a Kate Tarbaraer qe no dice nada al respecto) yo dirs lo mismo de la aetitud nara ta invert, queen el pasado Baateefocrlaacidn externa y ae coisise on abstenerse de foda incursion cn a subjetividad de Tos personajes, para no comnicar sino sus hechosy gests, vis tos desde el exterior sin es{uerzo alguno de explieacin. De He mingway a Robbe-Crillet, ora clase de relato wobjetivon me po- rece tan UipieamenteFieignal com el anterior y esas des formas simétreas de focalizacidncarsctrizan juntas el lato de fcion como opucsto a la actitud ordinaci del velato factual, que no 2 ak poledn erefa que Kutu- niediante una pr dn («Napotedn ereia se- s que el novelista, al No olvido que esos 3s de formas rel: 5 tipos de focalizacién son caracte- ivamente recientes del relato de ficcion icas —épicas o novelescas— corresponden, focalizada 0 de «focalizacién cero», en que elaciéa a «punto de vista» alguno ya volu nto de todos sus personajes. Pero semejante actitu ne cae ificadla Ro es menos deroy is otras veridicidad del relato factual: no co- car sino fo que se sabe, pero todo lo que se sabe, que sea decir cémo se sabe. Lo es mas incluso, con toda 16- fa que hay, cuantitativamente, ms inverosimilitud en co- nocer los pensamientos de todos que sélo los de uno (pero bas- ta con inventarla todo). Deduzcamos, pues, que el modo es, en efecto y en principio (repito: en principio), un revelador del ca al ¢ ficcional de un relato y, por tanto, un punto de divergencia narratol6gica entre tos dos tipos. Naturalmente, para Kite Hamburger, quien excluye de la a ficcional la novela en primera persona, esa divergencia no ‘onales. Pero puede ejere: Dorritt Cohn fo en el ao-prot busca del tiempo perdido) y Philippe Lejeune, que matiza de li- bro en libro su diagndstica inicial de indiscernibilidad, ve hoy en esa alternativa un indicio, at menos tendencial («No se U sino de una dominanten), de distincién entre la autobiografia iténtica, que acentiia mas la «voz de un narrador» (ejemplo! xncy fui el titimo de ocho «Naci cuando 19, Lo Troasprenceinivieure (97), Pai, Sil 198 63 atone) yf Hein peudosuobiogen, gu sud eo alizar en experiencia de un personajen (ejemplo: «El ceo Se habla aleado al menos dier mets, Yo per ; sla pris...) Eso equivale, y con toda legitimidad, 4 amp al relato personal ese criterio tipico de ficcionalidad que es la focalizaciOn interna : Vor Los caracteres de la vor narrativa se reducen en lo esencial f distinciones de tiempo, «persona» y nivel. No me parece que Ia situaci6n temporal del acto narrativo sea a priori diferente en Ia ficci6n y en los demds casos: el relato factual conoce también la narracién ulterior (es también la mas frecuente en este caso), anterior (relato profético o predictivo), simulténea (reportaje), pero también intercalada, por ejemplo en el diario intimo. La distincién de «personan, es decir, la oposicién entee relatos he: terodiegético y homodiegético, se da tanto en el relato factual (historia/memorias) como en ¢! relato ficcional. La distincion de nivel es seguramente la mds pertinente en este caso, pues Ja preoeupacién por la verosimilitud o la simplicidad aleja ge- neralmente el relato factual de un recurso demasiado utilizado cn las narraciones de segundo grado: cuesta imaginar a un his- toriador o a un memorialista que ceda a uno de sus «persona- jes» Ja tarea de asumir una parte importante de su relato y des- de Tucidides sabemos cuantos problemas plantea al primero la simple transmisién de un discurso un poco extenso. La pre sencia del relato metadiegético es, pues, un indicio bastante plausible de ficcionalidad, aun cuando sti ausencia no indique nada. ‘No estoy seguro de permanecer dentro de los limites de la esfera propiamente narratolégiea al evocar, en relacién con las cucstiones de voz («:Quin habla?n), el tema, siempre espinoso, de las relaciones entre narrador y autor. Philippe Lejeune ha mos trado perfectamente que la autobiografia canénica se caracteri- za por la identidad autor = narrador = personaje y reserva para 2, aLe pate autobiogaphige (ib (19), en Mow eur als, Sail, 86 aso part Result esa rela dela autobio, afia «en tercera personay la fér- posibilidades que crea disociacién de personaje y narrador 0 tautoldgicamente), en la fice sgimen narrativo heterodiegético, como P) define el régimen homodiegético. La diso- J’ personaje (A # P) define el régimen (temati- (heterodiegética como en Tom u homodiegética como en Gil Blas) o factual (generalmente gética, como en la historia o en la biografia, pues en | régimen homodiegético supondria que el autor alti- lato a su epersonajen, como Yourcenar a Adriano, lo que induce inevitablemente —ya volveré a referitme a cllo~ un cfecto de fiecidn), como su identidad (A = P) define el de la autobiografia (homodiegélica o heterodiegétiea). Falta por exa- ‘minat la relacién entire ef autor y el narrador. Me parece que su identidad rigurosa (A = N), en la medida en que podamos es- tableceria, define el relato factual, aquel en que, en los términos de Scarle, el autor asume la plena responsabilidad de las aser- ciones de su relato y, por consiguiente, no concede autonomla guna 2 narrador alguno. A la inversa, su disociacién (A N) ne Ia ficcidn, es decir, un tipo de relato cuya veracidad no asume en serio cl autor; también en este caso la relacién me parece tautolégica: decir, como Searle, que el autor (por ejem- fits Balane) no responds tn gets de (ac nertenas de a rlthe (por ejemplo, la existencia de Eugine Rastignac) o decir que de- bemos remitirlas a una funcién o instancia implicita distinta de él (eI narrador de Papd Goriot) es decir lo mismo de dos formas 21, be Prete antobiagrephiquey Je est wn ontre, Pats, Sei, 980. Pero a Torna ee econalidad me Propuestas aque exclusion responeabidad 22, a lo medida, natralent, eh ‘erica den eto de hecho, Un ato ave derunciaa a eada tas eng, seria de una enoacacion perfec nla A = NM, Cievasnareaionee mediesles preseaton un muy amino wEl even de a oeniny internet ots coma el esbaza de una coariada hiner texval Pan nit un Felalp que noe iventadon) ora ocho una denegacidn graciosamentehipbeia fo oy 90 aon a die, es elton 65 distntas, entre las cuales slo elegimas en fare de economia y segiin las necesidade De esa form ue biografia en tercera persona» telato factual, sobre todo si ad Smith que la ficcionalidad se dad de Ja narracién como p: ven claramente los incom: de «personan, que induce a asignar ia ¢ terio extrctamente gramatical, a la Autobiograf Toklas, a los Comentarios de Addams. Bl nartador de De bello galico es parente y tan vacia, que seguramente seria mai gue ese relato ¢s asumido por César hablando co: (Figuradamente) de si mismo en tereera persona Se trata de un relato homodiegético y factual del = P. Pn Toklas la narradora es, al contrario, tan manifie istinta de la autora como en Adriano, ya que lleva istinto y se trata de una persona cuya existencia historica esté confirmada. Y como en su relato la vida de Gertrude Stein y Ja suya se mezclan inevitablemente, podemos iguaimente decir Que el titulo es (ficcionalmente) veridi nor duda no de una biografia de St por ésta a Toklas, sino mas sen: fia de Toklas escrita por Stein,2* lo que on lo esencial caso narratol6gico al de las Memorias de Adriano. encontrar un caso verdaderamente puro de autobiogr rodiegética en que un autor atribuirfa el relato de su vida a un bidgrafo no testigo y, para mayor seguridad, varios siglos poste- rior. Me parece que Borges, que siempre se’prestaba a las hipd- tesis teratolégicas, redact6 con esa intencién un articulo sobre 41 de una supuesta enciclopedia futura.®® Aun sin errores ai in- de Alice B. ian de Henry 23, ela fcc esencil de Ins novelas no ay que busca en ainsi los penonses, ls bjeos y ls aconteimientoe menciontdos, sino eo nines de 8 opia mend. En os troy, en una novela en un azn, el eo de contac OMe finest, e aco de describ pesonasyeteise a hgaes, eso que es Hticio (On the Margins of Discouree, The University of Chicago Pes, 1978 5.29), 24 CI, Lejeune Je et un eure, p. $3 ys 28, «Bplogon, Obra commlees, Buenos Ars, Gmc, 114, p. 143 paced 66

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