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Espacios del Saber Paolo Virno

l. Paul Vtrilio, Un paisaje de acontecimientos.


2.Jacques Derrida, Resistencias del psicoanálisis.
3. Terry Eagleton, Las ilusiones del posmodernismo.
4. Simon Critchley y otros, Desconstrucción y pragmatismo.
5. Catherine Millot, Gide-Genet-Mishima.
6. Fredric Jameson y Slavoj Zizek, Estudios culturales.
Reflexiones sobre el multículturalismo.
7. Nicolá~ Casullo, Modernidad y cultura crítica.
8. Slavoj Zizek, Porque no saben lo que hacen.
9. Elisabeth Roudinesco y otros, Pensar la locura.
10. Valentin N. Voloshinov, Freudismo.
11. Corinn__e Enaudeau, La paradoja de la representación.
El recuerdo del presente
12. Slavoj Zizek, Mirando al sesgo.
13. Jacques Derrida, La verdad en pintura. Ensayo sobre el tiempo histórico
14. Gregorio Kaminsky; Escrituras inteiferidas.
15. W. Rowe, A. Louis y C. Canaparo (comps.), Jorge Luis
Borges: Intervenciones sobre pensamiento y literatura.
16. Raymond Williams, El campo y la ciudad.
17. Massimo Cacciari, El dios que baila.
18. L. Ferry y A. Renaut, Heidegger y los modernos.
19. M. Maffesoli, El instante eterno.
20. Slavoj ZiZek, El espinoso sujeto.
21. Alain Mine,www.capitalismo.net.
22. Andrea Giunta, Vanguardia, internacionalismo y política.
23.Jacques Derrida, Estados de ánimo del psicoanálisis.
24. José T. Martínez (comp.), Observatorio siglo XXI.
25. Eduardo Grüner, El fin de las pequeñas historias.
26. Paul Vtrilio, El procedimiento silencio.
27. Michel Onfray, Cinismos.
28. Alain Finkielkraut, Una voz viene de la otra orilla.
29. Slavoj Zizek, Las metástasis del goce.
30. Ignacio Lewkowicz, Sucesos argentinos. Cacerolazo y
subjetividad postestatal.
31. Ricardo F orster, Crítica y sospecha.

Barcel~~~2c~ ~11~
32. David Oubiña (comp.),Jean-Luc Godard: el pensamiento del cine.
34. Paolo Vtmo, El recuerdo del presente. Buenos Aires -
35. Antonio Negri y otros, Diálogo sobre la globalización, la multitud
y la e."'periencia argentina.
64 Paolo Virno

reconocimiento que nos hace sentir, al mismo tiempo,


actores y espectadores de nuestra vida. Es entonces que,
2. Temporalidad de la
según Bergson, "asistimos a los propios movimientos, a
los propios pensamientos, a las propias acciones", lle-
potencia, potencialidad
.
del
gando a escindimos "en dos personajes, uno de los cuales tiempo
se ofrece en espectáculo al otro". 48 Lejos de referirse sola-
mente al creciente consumo de mercancías culturales,
la noción de espectáculo concierne en primer lugar a la No nos es posible pensar en aquello que pei-dura en
inclinación post-histórica a mirarse vivir. Dicho de otro el tiempo, )' de cuya simultaneidad con aquello que
modo: el espectáculo es la forma que asume el déja vu, cambia surge el concepto del cambio.
apenas deviene fenómeno exterior, suprapersonal, LV1MANUEL K>\J\'T

público. La sociedad del espectáculo ofrece a hombres


y mujeres la "exposición universal" de su propio poder- PREMISA
hacer, poder-decir, poder-ser, reducidos, sin embargo,
a hechos realizados, palabras dichas, actos ya efectuados. En la primera parte del libro he procurado esclare-
Reducidos, en suma, a objetos del modernariato. cer la génesis y el significado de la idea, exquisitamente
contemporánea, del "fin de la Historia". Para efectuar
esta tarea hemos debido definir (de modo aproximado
aunque no vago) aquello de donde surge la postulación
del desastre: el tiempo en cuanto tiempo histórico, preci-
samente. El "fin de la Historia", este estado de ánimo
que distingue a nuestra época (constituyendo de este
modo, a su vez, un índice histórico), puede ser explica-
do sólo si se investiga a fondo el concepto mismo de
historicidad. Sólo si nos empeñamos en nominar las con-
diciones fundamentales que tornan históricos a los así
llamados "hechos históricos", y a todos los aspectos,
incluso los más insignificantes, de la experiencia. Invo-
c~r como causa el concepto de historicidad ha signifi-
cado un llamativo ensanchamiento de la búsqueda. Por
otra parte, ¿cómo dar cuenta del tiempo histórico, de
su peculiar estatuto, de su surgimiento y eventual decli-
48. Bergson, Il ricordo del p1·ese11te, ob. cit., p. 109.
66 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 67

nación, sin bosquejar al menos alguna hipótesis pertinen- la urdimbre. Volvamos a prestar atención ~l más recu-
te sobre la estructura de la temporalidad en general?. rrente de dichos hilos. Recordar el presente significa
Es posible que algunos lectores no hayan prestado considerar al "ahora" como un "entonces", introducién-
atención a la progresiva ampliación del campo de inda- dolo así en un pasado sui generis (no cronológico, inde-
gación. O, peor, que la hayan padecido con irritación, finido, formal). Este pasado, en el cual el recuerdo ubi-
juzgándola como una torpeza que enturbia y daña una ca al evento que estamos viviendo en este momento, es
trama discursiva que de otro modo sería briosa y esti- la potencia o la facultad subyacente al mismo evento (la
mulante. Si han estado animados por una actitud bene- lengua si se trata de un diálogo; la fuerza de trabajo si
volente pueden haber saboreado el análisis del déja vu está en juego un proceso productivo, etcétera); recípro-
como una agudeza inteligente o un bosquejo impresio- camente, la potencia es un pasado no cronológico, inde-
nista. Paciencia: nunca falta el que mira sin ver. Es cier- finido, formal. El recuerdo del presente permite, por
to, sin embargo, que las siguientes páginas no están de- ende, tomar en el evento en curso tanto al acto como a
dicadas a ese tipo de lectores. El resto del libro está di- la potencia, tanto a la ejecución determinada como a la
rigido, sobre todo, a aquellos que, habiendo compren- facultad genérica.
dido bien cuál es la apuesta en juego, están decididos a En esta secuencia argumentativa, el punto más deli-
no permitir que al autor le salga barato. A aquellos que cado y cargado de consecuencias está constituido, sin
prefieren largamente un fracaso sin defenderse al arte ninguna duda, por la equiparación de potencia y pasado. Es
de moverse con alusiones prudentes. A aquellos, por lo evidente que semejante equiparación no deja inmuta-
tanto, que exigen fundament6s'más sólidos para las te- bles a los términos sobre los cuales opera. Rápidamente
sis planteadas hasta ahora, como asimismo una discu- uno se pregunta: ¿cómo se transforma el propio con-
sión detallada de sus implicancias. A lectores impiado- cepto de potencia, dado que se ha temporalizado radi-
sos e incluso malévolos, que sepan, sin embargo, cuánta calmente? Y luego: ¿qué peso posee, en el modo de con-
sutileza y cuánta paciencia son necesarias para llegar al cebir la temporalidad en general, aquel pasado no cro-
grano. nológico que es la potencia en cuanto tal? Ambas cues-
El punto de partida de las páginas precedentes ha tiones han quedado, sin embargo, descuidadas, en se-
sido el recuerdo del presente; con la convicción de que gundo plano. Y el motivo es simple: la equiparación de
este fenómeno mnésico básico revela de modo ejem- potencia y pasado, antes que gozar de un tratamiento
plar la naturaleza del tiempo histórico y constituye una autónomo, ha aparecido a mitad de camino en un análi-
vía de acceso privilegiada a la historicidad de la· expe- sis que colocaba en otro lugar su propio centro de gra-
riencia. Círculos concéntricos de tamaño progresiva- vedad. No ha sido nada más, en suma, que un anillo
mente mayor son trazados alrededor del punto de par- intermedio auxiliar en la cadena destinada a relacionar
tida, para desenredar los diversos hilos que componen críticamente la patología del déja vu con el presunto "fin
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69
de la Historia". De modo que aquello que quizá sea el sencia y lo inactual, la concomitancia y la diacronía? Ade-
muro maestro de toda la construcción se ha empeque- más,: ¿es realme~te p!ausible la opinión de Heidegger
ñecido hasta tomar el aspecto de un utensilio. segun la cual la historia echa sus raíces en la muerte? La
El inconveniente parecía tolerable cuando necesitá- respuesta a estas preguntas debería preparar el terreno
bamos exponer todo rápidamente y sin brechas, brin- para la ulterior discusión sobre el materialismo históri-
dando una constelación conceptual algo enmarañada en co: mejor aún, sobre los senderos que es oportuno re-
cuanto al campo histórico. Se ha tratado, sí, de un in- correr para salvaguardar las instancias y cumplir las pro-
conveniente: nada menos que el de favorecer o justifi- mesas de esa discusión.
car algún malentendido. Podría creerse, por ejemplo, Digam~s u~a vez más: lo que sigue es una repetición,
que la potencia coincide con el pasado, o sea, que gana en. otros termmos, de los problemas percibidos en la
una aureola temporal sólo porque, en el recuerdo del pnmera parte del libro. Es evidente que toda repetición
presente, ella deviene objeto de la memoria. Como se auténtica i.mplica la intro~ucción de otros argumentos,
verá, lo cierto es justo lo contrario: sólo porque es, en sí nuevas tesis y puntos de vista que habían sido descuida-
misma, pasado, la potencia se manifiesta ejemplarmen- dos. Queda firme aún el hecho de que los desarrollos
te en un fenómeno mnésico como el recuerdo del pre- ulteriores, consentidos por el orden expositivo modifi-
sente. A fin de evitar equívocos de este tipo es oportu- cado, alcanzan su objetivo sólo si permiten reconocer
no, ahora, invertir el orden de las argumentaciones para aquel que ya estaba contenido en las páginas preceden-
resituar ese orden sobre sus pies. tes; sólo si en última instancia revelan ser, a despecho
Es preciso primero determinar de modo explícito y de .t~~a ,,apari~ncia opuesta, nada más que una "re-
sistemático la dimensión temporal de la potencia (de la peticion , precisamente.
facultad, de la lengua, etcétera). Ya se ha señalado que
determinar la dimensión temporal de la potencía no es
algo diferente de reformular ampliamente el concepto. 1. TRANSCURSO CRONOLÓGICO, ORDEN TEMPORAL
El segundo paso consiste en mostrar cómo y por qué el
pasado en cuanto potencia (o, aunque es lo mismo, la Potencia y acto son dos conceptos imprescindibles
potencia en cuanto pasado) representa aquel "tiempo ori- para toda reflexión sobre la temporalidad. Este par de
ginario", fundamento de la habitual secuencia cronoló- conceptos constituye, según Aristóteles, la fuente y ga-
gica, que la filosofía contemporánea ha identificado, en rantía del devenir. Aun implicándose recíprocamente
cambio, con el porvenir. Sólo llegado a este punto se ampos términos permanecen bien diferentes, irreducti~
afrontará desde el principio, sobre otra base y con más bles el uno al otro: por esto, algo que no existe puede
aliento, el tema de la historicidad. ¿Qué es, finalmente, todavía tener inicio, mientras que algo que existe puede
un simple mo11iento histórico? ¿Cómo juegan en él la pre- todavía finalizar; por esto, los entes se alteran, mutan,
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transcurren. Si el ser potencial coincidiese con el ac- de superar). ¿Potencia y acto se instalan en el tiempo,
tual, "toda generación y corrupción de las cosas .sería inscribiéndose como "antes" y "después" empíricos al
absolutamente imposible ( ...)y sería falso hablar de cosas interior del decurso cronológico? ¿O estructuran y ex-
pasadas y futuras" .1 tienden el tiempo en cuanto tal, ordenándolo según el
Potencia y acto son la matriz del devenir porque su doble eje del "antes" y el "después"? ¿Se suceden en cali-
relación, que se identifica con su diferencia, es, en sí dad de anterior y posterior, o abren (y cuajan en sí mis-
misma, una relación (o una diferencia) temporal. Poten- mos) las dimensiones de la anterioridad y de la posterio-
cial es aquello que no está todavía en acto (pero puede ridad, por las que se definen todas las sucesiones? ¿Es-
estarlo); actual es aquello que ya no está más en poten- tán articulados temporalmente, o instituyen ellos mis-
cia (pero ha estado). Este par exhibe la articulación de mos las articulaciones a las que parecen sujetos? En sín-
anterior y posterior, precedente y sucesivo, pasado y pre- tesis: ¿se trata de conceptos tempornlizados, o de con-
sente. Los dos modos de ser se distinguen como antes y ceptos temporalizantes?
después, sobre la base de las diversas posiciones que ocu- Nada sería más erróneo que inclinarse unilateralmen-
pan en el flujo del tiempo, pero la posición temporal de te por una de estas dos interpretaciones. Ya q~e son el
cada término no se establece por un cómputo objetivo presupuesto del devenir, potencia y acto no se a1ustan al
mediante el reloj o el calendario, sino que depende úni- rol de simples fenómenos devenidos. Por otra parte, ya
camente de la posición del otro: se correlacionan por que se disponen también en la secuencia. cronológica,
oposición. La potencia es potencia en referencia a un ocupando un lugar empíricamente determmable, no son
acto determinado, como lo anterior es anterior en refe- meros vestigios de un "tiempo originario", extraño a la
rencia a un cierto posterior. Potencia y acto, distinguién- experiencia temporalizada. Las buenas razones a favor
dose en cuanto "antes" y "después", se definen recípro- de un aspecto, por numerosas e incontrastables que sean,
camente. No se puede explicar qué es el acto si se lo no eliminan a aquellas que corroboran el aspecto con-
separa de la potencia: por los mismos motivos que im- trario. Lo que realmente cuenta es quizá, precisamente,
piden la comprensión del "después" sin un implícito esta ambigüedad. La afirmación equívoca sobre la fili-
1
acercamiento al "antes". grana temporal de los conceptos de potencia ~ acto re-
Decir que potencia y acto son conceptos temporales sulta, finalmente, más adecuada que presumir de una
es una afirmación indudable, pero equívoca. En efecto, i precisión en un único sentido.
nos hallamos súbitamente ante una alternativa (un poco Potencia y acto son tan temporalizados como tem-
escolástica, ciertamente, pero no por ello menos difícil poralizantes. Ocupan una cierta posición ei: el transcu-
1
rrir del tiempo, pero, por otra parte, determman su pro-
1. F. Brentano, Sui moltepHci significati del!'essere secondoAristotele (1862), pio posicionamiento. Conciernen tanto al decttrso cro-
ed. it. a cargo de G. Reale, Milán, Vita e Pensiero, 1995, pp. 58-59. Con
estas palabras Brentano parafrasea e interpreta a Aristóteles, l'vletajisíca, nológico como al orden temporal. Pero constatar su na-
IX, 1047 a 10-14. turaleza anfibia no es, sin embargo, suficiente. De por
1
72 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 73

sí, la suma de los diversos aspectos no es más esclarece- cribe Aristóte~es: "el acto es el existir de la cosa, aunque
dora del perentorio aut-aut [o lo uno o lo otro], que, en no en el sentido en que decimos que es en potencia:
cambio, los bifurca y contrapone. El punto decisivo resi- (... ) llamamos pensador también a aquel que no está
de, más bien, en averiguar cuál es el nexo entre la manera especulando, aunque tenga capacidad de especular; pero
específica mediante la cual potencia y acto se dan en el llamamos acto al otro modo de ser de la cosa".2 Este
tiempo, y la manera igualmente específica por la cual de- modo de ser ulterior se resuelve en una determinación
terminan el tiempo. Punto decisivo éste, a la luz de la temporal: el pensador en acto es aquel que, además de
siguiente hipótesis: el par en cuestión no es sólo tempo- tener la facultad de meditar, está meditando en este mo-
ralizado ni sólo temporalizante, porque su peculiar conte- mento. Lo actual es a lo potencial corno el ahora al no-
nido consiste precisamente en la articulación o intersec- ahora, .la presencia a la latencia, un lapso de tiempo cir-
ción de los dos aspectos. Dicho de otro modo: la relación cunscrito y mensurable a una duración indefinida.
entre potencia y acto es, sobre todo, una relación entre el Estar en acto significa estar presente. El vocablo "ac-
decurso cronológico y el orden temporal, posición y posi- tualidad", que en el uso común indica el momento en el
cionamiento, "antes" (o "luego") empírico y horizonte cual se está, el hoy, ha suscitado las quejas de los puris-
de la anterioridad (o de la posterioridad). De modo que, tas, ya que, por su procedencia de actualitas (es decir de
en tal relación, más aún que un cierto recorrido y un cierto en~rg_heia, "acto"), debería designar ante todo al c~m­
ordenamiento, habría que enfocar el orden de aquello que phrn1ento de una posibilidad, la manifestación de una
transcurre y el decurso de aquello que ordena. facultad, en suma, una realización. Sin embargo, bajo el
perfil conceptual, es absolutamente claro este desliza-
miento de una acepción a la otra. En el término "actua-
2. PRESENCIA E INACTUALIDAD lidad" necesitarnos aprehender el vínculo convincente
e!
entre "ahora" y la salida de un estado de potenciali-
El acto sucede siempre en el tiempo. Todo acto sin- dad. Solo aquello que se actúa es, plenamente, actual.
gular está situado cronológicamente, es decir, resulta ~os act?s ganan la prerrogativa temporal de la presen-
anterior o posterior o concomitante respecto de algún cia en virtud de s~ relac~ón negativa con el ser potencial
otro acto. Se introduce en la sucesión y converge en la (el cual, en cambio, es siempre latente o inactual). Justa-
simultaneidad. Pertenece a una serie (la serie de los ac- mente porque ya no son más potencia (y por lo tanto,
tos que, sucediéndose, se correlacionan con diversos ya no son un no-ahora), ellos se instalan en el decurso
"ahora") y concurre a la formación de un conjunto (el cronológico como tantos "ahora", estableciendo rela-
conjunto de los actos que, coexistiendo, se correlacio- ci~nes recíprocas de anterioridad y posterioridad. Cual-
nan en un único y mismo "ahora"). El acto sucede en el qmera sea el lugar que ocupe en el flujo del tiempo, el
tiempo porque se identifica con un "ahora" y lo cualifi-
ca; porque es, en sí mismo, un índice del presente. Es- 2. Aristóteles, Metrifisicn, IX, 1048 a 30-35.
74
Paolo Vinzo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 75
acto mantiene el carácter de "ahora", mantiene inalte-
rada la marca de la presencia (contrapuesta a la latencia detallada y coherente. Es cierto, naturalmente, q~e en
de lo potencial, no ya al ayer o al mañana). El pasado muchos casos somos propensos a colocar la potencia en
cronológico está constituido por antiruas actualidades· la sucesión empírica, representándola como algo que
el futuro, por actualidades por venir. Lab
memoria y la' era "inmediatamente antes" (el calor respecto de la que-
espera de un acto son, de todos modos, memoria y es- madura), o que permanece "aún" (la facul:~~ de P:~;
pera de aquello que fue o será esencialmente presente. crear en un hombre anciano), o que aparee.era . ?espues .
El acto es siempre objeto de una percepción. Pero la Más aún: no es difícil constatar que la ub1cac1on del s~r
perc~pción de un acto es siempre, en pri~er lugar, per-. potencial en un tiempo determinado es la consecuencia
ce?c1ón de una posición o de un aspecto temporal. Si se de un calamitoso quid pro quo: ella ocurre, de hecho,
asiste a un evento (por ejemplo, a la construcción de siempre que este ser es asimilado a ... u? ser actual. .
una casa} sin observar las categorías de potencia y acto, Si un ente en acto (un bloque de marmol) es consi-
se tendra una percepción bien definida bajo el perfil del derado también, desde otra perspectiva, al~o virr_ual (una
contenido; pero si el evento al cual se asiste es sobreen- estatua esculpida), puede decirse que tal Vlftuahd~d su-
tendido como un acto (es decir, como algo que ha deja- cede en el tiempo. Bien mirado, sin embargo, el marmol
do de ser potencial), el aspecto sobresaliente ya no es está situado en el decurso cronológico sólo por a9u~llo
que posee de actual. La ubicación temporal, atn b~1d~
más la presencia de una percepción, sino la percepción de 1
injustamente al ser potencial, pertenece en. camo10. al
la presencia. Del mismo modo, si nos referimos a una
serie de eventos concatenados (por ejemplo, a las notas acto con el cual aquél convive: un acto cualqmera, o~via­
de la melodía que estoy escuchando) como a una serie nzente anterior o posterior a los semejantes. A~emas, la
de progresivas actuaciones, no se trata tanto de una suce- potencia parece situada en un tiempo determmado en
sión de percepciones como de la percepción de la sucesión. cuanto su concepto sea próximo, y hasta yuxtapuesto, a
El concepto de acto, explicitando la presencia o actuali- aquel de causa o a ese otro de. efecto: ~a relació? ~ausal,
dad de todo evento, ofrece a la percepción el esquema para que sin duda implica una art1culac1on cronolo~1ca, no
figurarse el "ahora" como tal (o la sucesión de los "ahora"). concierne a la potencia sino tan sólo a dos o mas actos.
La temporalidad de la potencia constituye un pro- Escribe .Aristóteles: "el hombre deriva de un ~ombre
blema. Pues esta última, de por sí, no se da en el tiempo. en acto el músico de un músico en acto; hay siempre
' que precede, y ese motor aene ' ,
¿Cuál sería, efectivamente, la unidad de medida cro~o­ un motor estar ya en
lógica requerida para calcular el constante no-ahora en acto".3 Si ciertamente no es causa de algo, tampoco pue-
que consiste la potencia? ¿Qué lugar ocupan, en el fluir de decirse que la potencia se insinúa en el tiempo.~on la
de los "ahora", la capacidad de caminar o de construir la semblanza del efecto. El resultado de la generac1on .~º
facultad de pensar o de hablar, la disposición a padece; el es un hombre potencial, sino un niño en acto. Tamb1en
frío o a gozar placeres? Parece exduida una respuesta
3. Ibíd., IX, 1049 b 25-27.
76 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 77

el efecto, en cuanto tal, es siempre una perfecta actuali- Pero, ¿qué cosa permanece sin ser nunca actual? Man-
dad. La potencia es presupuesta o colateral a la cadena teniéndonos en el terreno de las consideraciones preli-
causal, la rodea como un halo, hace de trasfondo a su minares, es válido arriesgar una indicación unívoca. Lo
desenvolvimiento: pero de ningún modo es un estadio que perdura como no-ahora es el tiem,po en su conjunto, el
o un componente. tiempo en cuanto un todo unitario, el tiempo por ente-
La potencia, de por sí, no sucede en el tiempo. Su ro, en cuyo interior se dan sucesiones y simultaneida-
trama -integralmente temporal, pero, por lo dicho, no des. Él consiente el devenir y el cambio, pero, en sí mis-
cronológica- escapa de quien pretende aferrarla con un mo, permanece y no muta. No se instala ciertamente en
repentino golpe de mano. Es conveniente limitarnos por un "ahora" específico, pero ni siquiera equivale a la suma
el momento a algunas observaciones intuitivas, cada una total de los "ahora" reales. Si se actuase, el tiempo ínte-
de las cuales será retomada más adelante, analizada a gro poseería una extensión y un decurso cronológicos,
fondo v radicalizada. Preguntémonos cómo se le apare- como asimismo una miríada de fechas: en suma, suce-
ce a u~ pensador su propia facultad de pensar. Es real- dería, a su vez, en el tiempo. Sólo porque es potencial,
mente invencible la impresión de que ella precede, vale decir, perennemente inactual, el tiempo en su con-
acompaña y sigue a toda meditación particular. Igual- junto no postula un "tiempo antes del tiempo" (y luego
mente, el poder-caminar parece subsistir antes, pero otro, y también otro, siguiendo la ruta de regreso al in-
también durante y después de una caminata efectiva. Y finito).
también el poder-decir es advertido como aquello que Agustín de Hipona, queriendo representar el deve-
persiste mientras los sucesivos actos de palabra se disi- nir con una analogía inevitablemente insuficiente, pa-
pan. La facultad se asemeja a una duración uniforme, a rangona la totalidad del tiempo a un texto legible, y los
un continuum que envuelve y circunscribe las unidades tiempos determinados a las partes del mismo que, poco
discretas, es decir, las realizaciones particulares. Una du- a poco, se van leyendo (o cuya lectura efectiva es anticipa-
ración extraña, sin embargo: ya que no está más presen- da por la espera). "Quiero recitar un canto que conoz-
te, el poder-hablar no se extiende a través de una multi- co: antes de comenzar dirijo toda mi atención al con-
plicidad de "ahora", ni por consiguiente se deja descom- junto: una vez comenzado, cuanto voy tomando para
poner (y medir) en lapsos de tiempo. Si el act? es el transferirlo al pasado, entra en el ámbito de la memoria
"ahora", la potencia es el "siempre"; lábil el pnmero, por la parte recitada, y en la espera por aquella a recitar:
permanente la segunda. Por ello, a pr?pósito del ~er pero está presente mi atención que hace fluir en el pa-
potencial, "siempre" no significayresenc1a pe:enne, smo sado aquello que era el futuro.( ... ) Aquello que sucede
perenne inactualidad. La potencia es el persistente no- en el canto en su conjunto ( ... ) sucede en toda la vida
ahora contra el cual se recortan los diversos hic et nunc, del hombre, constituida por tantas partes como accio-
la latencia ínmutable que constituye el horizonte (o con- nes hay, sucede en el sucederse de las generaciones hu-
texto) de todo evento datable.
1
J
78
Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 79

manas, de las cuales forman parte todas las vidas indivi- sulta necesario distinguir con cuidado el recuerdo de
duales de los hombres".+ El tiempo entero no es el cú- una actualidad antigua (perteneciente al pasado crono-
mulo de fragmentos recitados, sino el canto inactual (es lógico) del recuerdo de aquello que ya no es nunca pre-
decir, tan sólo recita ble) al que se refiere Agustín cuando sente (porque es irrevocablemente inactual). Acordarse
escribe: "antes de comenzar dirijo toda mi atención al de la potencia significa acordarse del tiempo total en el
conjunto". Esto que vale para el canto tambié11 vale para cual se dan tanto el "ahora" que fue como el "ahora"
cualquier potencia. Si la totalidad del tiempo exige su que es lo que será. Un recuerdo tal flanquea e ínterseca
reconocimiento como un ser potencial, todo ser poten- toda actualidad percibida, no importa si pasada, presente
cial, inversamente, lleva en sí la imagen de la totalidad . o futura. Antes dijimos que el acto procura a la percep-
del tiempo. ción el esquema para representarse el "ahora". Aquí es
Respecto de un acto de una determinada clase (un conveniente añadir que, por su parte, la potencia constitu-
paseo, una meditación, un discurso), la potencia corres- ye el esquema mediante el cual la memoria alcanza al tiem-
pondiente (la facultad de caminar, de pensar, de hablar) po como un todo unitario.
representa la constante inactualidad del tiempo total.
No es posible concebir al acto separado de la potencia,
porque no se puede determinar una posición en el de- 3. "Los SERES ETERNOS SON ANTERIORES A LOS CORRUPTIBLES"
curso cronológico sin tener en mente la permanencia
del tiempo en su conjunto; y viceversa, no se puede con- El singular estatuto temporal de la potencia está de-
cebir la potencia separadamente del acto porque no es mostrado, aunque tangencialmente, por Aristóteles. En
posible imaginar el tiempo en su conjunto sino a partir lo que respecta al decurso cronológico (re{> xpóv~), él
de una ubicación transitoria en el tiempo. No debe pa- admite una ambivalencia fundamental: el ser potencial
sar desapercibido el aspecto crucial del asunto, destina- precede al ser actual y, a la vez, es precedido por él;
do a múltiples profundizaciones: lo potencial es pernza- viene "antes", pero también "después". Resulta ante-
nente, lo pe1-manente es potencial. rior si se considera a un único individuo, posterior, en
La potencia no es percibida. En cuanto inactualidad cambio, cuando se examina una serie (o, mejor, una es-
duradera (o no-ahora que persiste), ella es, más bien, pecie) de individuos. Escribe Aristóteles: "De este hom-
objeto de la memoria. Cuando parangona el tiempo en- bre particuiar ( ... )y de este trigo particular y de este ojo
tero a un canto potencial, Agustín precisa: "un canto particular que está viendo, en orden temporal viene pri-
que conozco". Se trata, por lo tanto, de un texto que mero la materia, la semilla y la posibilidad de ver, que
debe ser evocado nuevamente. Es evidente aún que re- son hombre y grano y el que ve en potencia y no toda-
vía en acto. Mas a éstos son anteriores, siempre en or-
den temporal, otros seres (de la misma especie) ya en
4. Agustín, Confessiones, libro XI, cap. 28.
acto, de ios cuales éstos derivan: en efecto, el ser en acto
80 Paolo Vimo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 81
deriva del ser en potencia siempre por obra de otro ser en su conjunto funda y articula el mismo devenir; no más
ya en acto". 5 Hasta que permanecemos aferrados a la la fisonomía temporalizada de los dos términos ' sino su vo-
cronología, la ambivalencia no hace más que reprodu- .,
cac1on temporalizante.
cirse, sin ninguna salida resolutiva. La potencia parece La .tesis sob~e la prioridad lógica y ontológica del acto,
inevitablemente anterior y posterior en un modo, pero exc~d1endo el amb1to de la cronología, prolonga y dila-
también en el opuesto, porque, efectivamente, ninguno f' ta, sm embargo, un aspecto ya surgido en el examen del
de los dos atributos le sienta bien: no pareciéndose en decurso cronológico. Se ha visto que, para Aristóteles,
nada a un hecho determinado, ella no está situada en un el se~ actual precede al ser potencial en el flujo del tiem-
"ahora" comprobable y, entonces, excede la sucesión cro- po, s1 no se toma al individuo particular sino a la serie de
nológica. La interminable oscilación entre un "antes" y individuos. Cualquier ente deriva de otro ente, ya en
un "después" señala (y al mismo tiempo oculta) su ex- acto, de la misma especie; la semilla es sucesiva respec-
trañeza radical a la secuencia empírica del "antes" y el to de una planta completa en cuanto es el producto. La
"después". Siempre doble y siempre equívoca, aparece anterioridad cronológica del acto, referida como tal a la
la ubicación en el tiempo de lo que, de por sí, no sucede serie o a la especie, es la anterioridad típica de una causa:
en el tiempo. ya que el acto-causa viene antes en el tiempo que el acto-
Además de considerarla "según el tiempo" (·n{>xpóv<¡_>), efecto, parece anteponerse también a la potencialidad in-
Aristóteles analiza la relación entre potencia y acto des- ~ata de es.t; ~,l~o. ~ues bien, las argumentaciones "seg-
de otros dos puntos de vista ulteriores: "según la no- un la noc1on y segun la esencia", que apuntan al orden
ción" (o el discurso: T4l A.ó-y<¡_>) y "según la esencia" te~p?ral, radicalizan desmedidamente la aplicación del
(TTj ou(J'í,q.). El cambio de perspectiva disuelve toda am- cnteno causal a la relación entre potencia y acto.
bivalencia, ya que permite afirmar sin reserva la priori- Veamos antes cuál es el problema con el que se mide
dad del acto respecto de la potencia, prioridad lógica esta a~lica~ión :adicalizada. Ya se ha observado que la
en un caso (T4l A.ó-y<¡_>), prioridad ontológica en el otro causalidad implica dos actos, no a la potencia. La rela-
(rij ou(J'í,q.). Sería un error, sin embargo, creer que Aris- ción entre causa y efecto es una relación entre diferen-
t es "ahora ", uno sucesivo . a1 otro; 1a de la potencia con
1

tóteles deja de ocuparse del tiempo cuando discute so-


bre la noción y la esencia. Por el contrario, se ocupa a el acto es, por su parte, una relación entre el no-va y un
fondo precisamente cuando trata esos temas. Sólo que "ahora" particular, entre inactualidad y presenci;. Aun-
entonces ya no está en juego el decurso cronológico, sino el que estrechamente entrelazadas, las dos parejas son he-
orden temporal; no más la posición recíproca de la poten- terogén~as e inconmensurables. Se disponen como ejes
cia y el acto en el devenir, sino el modo en el cual este par perpendiculares, a modo de abscisa y ordenada: el evento
presente, punto de intersección de las perpendiculares,
es conectable tanto a su causa (un "ahora" anterior),
5. Aristóteles, Metnfisica, IX, 1049 b 19-25.
como a su potencia (una duradera inactualidad). Lejos
.Temporalidad de Íil potencia, potencialidad del tiempo 83
82 Paolo Vinzo

de cambiar al ser potencial por un efecto, Aristóteles rece tender. La causalidad es aquí transpuesta sobre el
busca ante todo incluir toda la relación entre inactuali- plano del conocimiento: el concepto del acto es siem-
dad y presencia en el interior de la conexión causal, en-
1¡ pre anterior al concepto de la potencia porque es la
gastando el no-ya en la serie de los "ahora" ("el ser en acto matriz o, precisamente, la causa. A diferencia de lacro-
deriva del ser en potencia siempre por obra de otro ser nológica, la prioridad lógica del acto es unívoca e irrever-
ya en acto"). Bajo el perfil cronológico, esta inclusión sible: se refiere, en efecto, también al individuo particular
resulta, sin embargo, provisoria y controversia!. Para 1 (o, mejor dicho, a su "noción").
conferirle una validez incondicional es preciso mostrar La base del argumento "según la esencia" (T1JOUO-LCf)
que al menos en algún caso (o al menos por ciertos as- es la discusión sobre el "primer motor", esto es, sobre
pectos) el eje de la cau~alidad no se entrecruza con el eje el inicio absoluto de la cadena causal. El movimiento
de la potencialidad; que hay un "ahora" liberado del "no- circular de las esferas celestes es continuo, inalterable,
ya". Es preciso, en suma, tornar manifiesta una asime- eterno; así, sin pausa ni prisa, es el tiempo; éste y aquél
tría entre las dos perpendiculares en lo concerniente al son, es más, casi idénticos: "es imposible que el movi-
orden temporal. miento se engendre o se corrompa, porque siempre ha
El argumento "según la noción" ('rw /...ó'Vw) es sólo una sido· ni es posible que se genere o corrompa el tiempo,
por~ue no podrían existir el antes y el después si no
l / L

etapa intermedia en este recorrido. Para Aristóteles, la


potencia no es más que "lo que posee capacidad de pasar existiese el tiempo( ... ); el tiempo o es lo mismo que el
7
al acto"; 6 nada más, por lo tanto, que la contrafigura movimiento o es una característica del mismo" . El tiem-
defectuosa de un acto determinado. Por ello, de la po- po-movimiento presupone un "principio motor", también
tencia no hay definición ni nombre allí donde falta un eterno e incorruptible, que lo produzca. 8 Este motor
conocimiento preventivo del acto correspondiente (es debe estar siempre en acto, pues de otro modo el tiem-
necesario tener previamente una noción de la planta para po-movimiento se interrumpiría. Más aún: es necesario
saber qué cosa es la semilla). Reducido a un casi-ya (o que esté tan sólo en acto, es decir, que no contenga nada
sea, a un hecho eventual), el no-ya es comprensible so- de potencial (de hecho "es posible que aquello que está en
lamente a partir de la particular actualidad a la que pa- potencia no pase al acto"). 9 Aquí tenemos pues un acto
que, estando privado de potencia, se ja.eta de una. :xage-
rada anterioridad con respecto a la misma relac1on en-
6. Ibíd., IX, 1049 b 13: T<1:í -yap €v8ÉXÉCT'l'.tm ÉvEpyí)m 8uvmóv ÉrrTL. tre potencia y acto. Aquí hay un "ahora" que, evitando
He aquí todo el fragmento (1049 b 12-17): "Que el acto sea anterior a la
noción es evidente. De hecho, la potencia (en el sentido primario del térmi-
cualquier mezcla con el no-ya, precede a toda la trama
no) es lo que posee la capacidad de pasar al acto: llamo, por ejemplo,
constructo1: a aquel que tiene la capacidad de construir, vidente al que 7. Ibíd., XII, 1071b6-11.
uene capacidad de ver, y visible a aquello que puede ser visto. Por ello la 8. "'fambién µara el tiempo, como hemos dicho, hay siempre un acto ante-
n.oc~ón de acto, de necesidad, precede al concepto de potencia, y el cono-
riora otro, hasta que se llega al primer motor eterno" (ibíd., IX, 1050 b 3-5).
cm11ento del acto precede al conocimiento de la potencia". 9. Ibíd., XII. 1071b18-19.
Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 85
84
entre el no-ya y el "ahora", la inactualidad y la pre~en­ ción entre no-ya potencial y "ahora" actual se expresa
cia. Todas las intersecciones entre las dos perpendicu- pivoteando sobre el término que en ella indica única-
lares heterogéneas (causa/efecto y potencia/acto) están mente algo temporalizado. Es cierto que el acto, elevado
colocadas después del inicio de aquélla, impresa en la cau- al rango de causa primera, gana la prerrogativa de la
salidad, ya que tal inicio, o sea el "primer motor", pro- eternidad. Pero, dado que "acto" es sinónimo de presen-
duce el tiempo-movimiento en el cual estarán luego las cia puntual, y equivale por lo tanto a una posición defi-
intersecciones mismas. Ausente del acto-causa que funda nida en el devenir, esta eternidad no es más que una ima-
el tiempo en su conjunto, la potencia queda confin~da a gen transfigurada del "ahora" cronológico. El acto eter-
una posterioridad radical: "los seres eternos son ~ntenores no es un presente reiterado, un "precisamente ya" que
a los corruptibles( ... ) y nada que es en potencia es eter- permanece, un fragmento de tiempo llamado a sostener
a la totalidad del tiempo.
no" .10
Por un lado, los análisis basados en la "noción" y en la Volvamos por un mo~ento al argumento "según la
"esencia", que apuntan directamente a la estructur.a ~e cronología" ('r<{l xpóvq>). Este se distingue de los otros
la temporalidad, intentando identificar una a~te~1on­ dos (T<{l AÓ'Yq> y T'lj ovalct) porque es el único en el cual
dad en absoluto relativa; por otro, el reconoc1m1ento la potencia es, en ciertos aspectos, anterior al acto. Cier-
del decurso cronológico, de la oscilación sin fin que le tamente, ni bien se presta atención a la serie de los indi-
es connatural. Subrayar lo que se descarta entre ar:ibos viduos, tal anterioridad decae: pero la atención a la se-
ámbitos no basta; al contrario, resulta incluso tedioso. rie no es sino un indicio o un reverbero de los argu-
Mucho más importante es entender cómo ellos se con- mentos "según la noción" y "según la esencia", puesto
taminan y se sostienen recíprocamente. que, junto a estos últimos, le otorga un peso prepon-
La tesis aristotélica sobre la prioridad lógica y onto- derante a la causalidad. Sólo la condición del individuo
lógica del acto es el intento de dar cuenta del orden tei:i- particular exhibe la relación cronológica entre potencia
poral mediante un concepto que pertenece, en camb10, y acto en toda su pureza: es decir, por fuera de toda
sólo a aquello que se inscribe en el tien~po, transcurre, interferencia de la concatenación causal. Y la potencia,
está provisto de fecha. La índole teniporaltzante de la rela- en el individuo particular, viene antes que el acto.
Se podría decir que, para Aristóteles, el orden tempo-
10. Ibíd., LX, 1050 b 6-8. Y prosigue (1050 b 8-18): "La razón es l.a ral se distingue por la prioridad del acto, mientras que
siguiente. Toda potencia es, conjuntamente, potencia de ambos c~nr_ran­ el signo característico del transcurso cronológico reside
os. De hecho, aquello que no tiene potencia de ser no pu~de eXIsttr en
ante todo en la anterioridad de la potencia. Es una si-
ninguna parte, mientras que todo aquello que posee po~encia puede tam-
bién no existir en acto. Por lo tanto, lo que posee potencia de ser puede ser, tuación algo paradójica, que contradice e invierte las con-
v tambíén no ser. Pero lo que tiene posibilidad de no ser puede q~e no sea; clusiones de la observación intuitiva. La potencia, que
)r lo que puede ser que no sea es c~rruptible ( ... ). Po.r lo tanto: nmguna de no posee una ubicación determinada en el tiempo (sien-
las cosas absolutamente incorruptibles es en potencia en sentido absoluto
( ... ); por lo tanto, son to das en acto " .
do constantemente no-ya), parece preceder al acto en
86
Paolo ·Vimo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 87

el interi~r de la su~esión cronológica. Por el contrario, cia, es una potencia actuada. Se equipara así la facultad a
el acto, siempr~ ub~cado en el tiempo, parece antepues- una acción hipotética, la motilidad a un gesto aún no
to a la potencia s1 se considera la estructura de la realizado, el intelecto a un pensamiento latente, la fuer-
temporalidad, puesto que toma el aspecto de un acto za de trabajo a una operación virtual. En realidad, nos
eterno (fundamento o "motor" del tiempo en su conjun- ocupamos sólo de un acto: acto anunciado, de aspecto
to). N~ es difícil reconocer una fuerte complicidad en- desteñido o estilizado, pero no por ello menos acto, no
tre ::i_mbos aspectos de la cuestión. La captura de la po- facultad. Además, gracias a esta equiparación, se da por
tencia en la cronología es la raíz de la supremacía ·del descontado que la potencia tiende siempre a realizarse,
acto d~sde la perspectiva ontológica-temporai. Si la . por lo tanto, a no ser más potencia. Parece insensato
potencia no fuese tomada por un antecedente en el de- afirmar que un hecho es posible, pero no acaecerá ja-
curso del individuo particular (es decir, por un no-va que más.11 No obstante, aquello de lo que se postula la rea-
Prefigura
. un "ah ora " d ef'm1"d o) , no sería ni sjquiera' re-
lización (o al menos la realizabilidad) no es la potencia
ducible a la condición de consecuente en el orden tem- en sí, sino únicamente el acto potencial, el casi-acto, la
poral. ~u destino ya está decidido cuando el no-ya es larva del acto: o bien, algo que ni siquiera sería concebi-
concebido .
como
.,
casi-va
,
o no - todav1'a - y~a, va 1e d. ec1r,
·
ble si no se imaginara anticipadamente la realidad efec-
~orno :~cubac10n de una actualidad precisa. La repre- tiva. El persistente malentendido es tanto la premisa
sen~ac1on del r?o~o en el cual potencia y acto se dan en como el resultado de la inclusión de la potencia en el
el t~empo pequd1ca fatalmente la representación del decurso cronológico. Si se reduce a acto potencial, la
~odo en el cual ellos determinan el tiempo: por lo tan- potencia es da table (un discurso hipotético posee su hora
to, i;o se pu~de refutar la prioridad ontológico-tempo- en determinada asamblea pública). Y viceversa: la poten-
r~J ael acto sm refutar también la anterioridad cronoló- cia es reducible a acto potencial porque se le atribuye un
gica de la potencia.
tiempo determinado, es decir, una fecha. Cada uno de los
, En vista ~e esta refutación simple y doble, conviene dos aspectos implica al otro y, conjuntamente, está im-
~:t~nerse, ~m,,embargo, sobre el significado mismo de plicado: como sucede en todo círculo que se respete. 12
s~r potencial . En efecto, es precisamente un concepto
estre~ho d.e potencia aquel que la reconoce como una
11. De lo contrario, sostiene Aristóteles, no veríamos la diferencia plau-
aproximación deficitaria del acto (o como un acto fan- sible entre lo posible y lo imposible: "Si, como se ha dicho, una cosa es en
ta.'l'lna), para permitir su captura en la cronología. potencia en cuanto le sigue el acto, es evidente que no puede ser cierto
decir que esta cosa ciada puede ser pero ya no será, porque de tal modo no
podría hablarse de cosas que no puedan se'.. Por e!empl?: no d_ice la ver-
4. POTENCIA IRREALIZABLE dad quien, no tomando en cuenta que existe lo 1mpos1ble, dice que es
posible medir la diagonal del lado, pero que, sm embargo, no .será nunca
medida, porque nada impícle que algo que puede ser o devemr no exista
Un persistente malentendido induce a creer que la ahora ni en el futuro" (ibíd., D{, 1047 b 3-9).
potencia es un acto potencial y que el acto, en consecuen- 12. La reducción aristotélica de la potencia a uno o más actos potencia-
88 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 89
La potencia no es un acto potencial. Y del mismo mo- ya lo que se contrapone al pasado y al futuro del calen-
do, el acto no es una potencia actuada. Consideremos dario). Admitamos como hipótesis que la potencia (el
tres niveles distintos: (a) la facultad del lenguaje, es de- no-ya) sea sólo un acto eventual (un casi-ya o no-toda-
cir, el simple y puro poder-decir, la disposición genéri- vía-ya): en tal caso, habría que presuponer otra poten-
ca a significar y a comunicar; (b) una o más enunciacio- cia, o sea, otro no-ya, que haga de correlato negatívo
nes virtuales, como por ejemplo: las frases amorosas que tanto al "ahora" del acto como al casi-ya de la primera
anidan en los meandros de la lengua; (c) el acto de la potencia. Pero, según esta hipótesis, también la poten-
palabra, siempre único e irrepetible, que realiza esta o cia de segundo grado es un acto eventual, y el nuevo
aquella enunciación virtual. Pues bien, el pasaje de (b) a no-ya sólo un "ahora" diferido. Resulta necesario, por
(c) no tiene nada que ver con la relación entre potencia ende, introducir una potencia ulterior como trasfondo
y acto: si se piensa lo contrario es sólo porque se descuida heterogéneo contra el cual resalten las actualidades reales
o se entiende mal el peculiar estatuto de (a). Tanto (b) e hipotéticas. Y así seguiríamos hasta el infinito. Basta
como (c) ostentan, aunque con distinta intensidad, el con esto para convencernos de que la diferencia tempo-
modo de ser de la presencia: el acto real es un "ahora", el ral entre potencia y acto no es provisoria ni atenuable;
potencial un casi-ahora. El modo de ser de la facultad que el no-ya no es un casi-ya destinado a transformarse
está marcado, en cambio, por una duradera inactualidad. antes o después en un "ahora".
Mientras que (b) posee la estructura de un evento ac-
tual, aunque no existe todavía, (a) existe seguramente, pero Escolio. La brecha que separa el concepto de ''potencia"
permanece siempre no-presente. La potencia se distingue del de "actos potenciales" se manifiesta con inigualable radi-
de una acción eventual no menos que de una efectiva; (a) calidad en el lenguaje. Lo que produce una bifurcación parti-
se opone de igual modo a (b) y a (c). cularniente nítida no es, empero, alguna recóndita p1·erroga-
La relación entre potencia y acto -(a) por una parte, tiva del poder-decir, sino el relieve autónomo que ataiie a la
(b) y (c) por otra- es una relación negativa, que gira al- langue (lengua), o sea al conjunto de las enunciaciones vir-
rededor de una diferencia temporal (no-ya y "ahora") tuales. Sólo en el ámbito lingüístico ocurre que los actos po-
que sería vano pretender aplanar. El acto encaja c<;m la tenciales configuran un sistema cohesivo y homogéneo, dota-
presencia, o sea con el "ahora", porque niega el cons- do de confines seguros. El valor de cada elemento particular
tante no-ya que subyace corno trasfondo. Presente es de la langue consiste únicamente, según Saussure, en aquello
aquello que diverge de la inactualidad de la potencia (no que lo dife1·encia de todos los otros: "nunca un fragrnento de
lengua podrá ser fundado sobre algo distinto de su no-coinci-
les aparece explícita en la Metnfisicn, IX, 1047 b 35-1048 a 1: "aquello que es dencia con el resto". 13 Compacto y autosuficiente como es, el
en potencia, es en potencia en algo determinado (Ti. 8vvaTov ), en un tiempo
determinado (1TOTE) y en una manera determinada (Tiw<;)". La potencia es
situable cronológicamente, 1TOTÉ, si y sólo si es TL Bvva.Tov; pero es TL 8vvan)v, 13. E de Saussure, Coi-so di lingiiísticn genemle (1922), cd. it. a cargo de T.
algo determinado, si y sólo si equivale a un acto potencial. De Mauro, Bari, Laterza, 1970, p. 143. Y poco después: "Todo lo que prece-
90 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 91

si.:tenia de los a~tos lingüísticos potenciales no se deja confun- terior, aquel que siempre sigue, no es la potencia, sino el acto
dir con la capaczdad genfrica de hablar, ni con las enunciacio- potencial, la langue en este caso. Hay que preg7tntarse sí tam-
nes realmente proferidas. Saussure insiste más adelante sobre bién en Aristóteles, con el cual Saussure concuerda, las cosas no
esta doble discriminación: "la lengua es un conjunto de con- están planteadas de la misma manera. Queda sin tratm; tanto
vencfones necesarias, adoptadas por el cuerpo social para con- en Saussure como en Aristóteles, la relación temporal entre fa-
~em:r. el empleo de la facultad del lenguaje por pmte de los cztltad del lenguaje (potencia en sentido estricto) y alto de habla;
zndivzduos. La facultad del lenguaje es un hecho distinto de la es deci1; entre las dos polaridades que exceden a la langue.
lengua, pe~·o no puede demostrarse sin ella. Con parole (ha-
bla) :e designa el acto individual que realiza la facultad por · Una facultad no es fraccionable: el poder-pensar no
medio de aquella convención social que es la lengua". 14 La se subdivide en alícuotas, ni hay porcentajes del poder-
langue excluye de sí tanto a la potencia propian~ente dicha decir. El acto único de pensamiento o de palabra, por
como al acto. Pero así permite entende1; aunque sea por con- desaliñado que sea, tiene siempre que ver con toda la po-
traste, la auténtica naturaleza de ambos. El que desee inda- tencia correspondiente. Cuando pido una información a
gar la potencia y el acto, y su relación, debe olvidar la langue. un transeúnte movilizo la facultad del lenguaje en toda
O, sz :e trata de otras facultades diferentes del poder-decir su complejidad, no en alguna porción reducida de ella.
(po~· qemplo, la fuerza de trabajo, la memoria, etcétera), debe La potencia es indeterminada, genérica, amorfa, y por lo
olvidar los equi~alentes débiles de la langue, osea los agregados tanto radicalmente disímil de un acto potencial, porque
de acto: potenciales que no pueden jactarse del mngo de sistema es un todo sin partes. Y es un todo sin partes porque no está
(traba;os eventuales, recuerdos latentes, etcétera). Una última nunca desplegada. El despliegue implicaría, de hecho, una
observación. Cuando se seiiala la 1·elación temporal entre len- progresión en el tiempo, el tránsito del menos al más,
gu~ (la:1gu~~J' habla (parole), Saussure comparte de hecho la grados desiguales de plenitud, un inicio de actuación: en
tests arzstoteltca sobre la prioridad del acto: "históricamente el síntesis, el abandono del estado de potencialidad. Indivi-
fenómeno del habla precede siempre". 15 Pero el término p~s- sibilidad y contracción son predicados analíticos de cual-
quier facultad, requisitos irrenunciables del no-ya. Com-
pletamente distinta es, por otra parte, la forma lógica del
de se :esuelve en el decir que en la lengua nada hay sin diferencias. Más aún: ser actual. Todo acto determinado es descomponible en
una ~1~erencia supone en general términos positivos tras los cuales ella se un cierto número de elementos o de fases; además, es
e:rab1hza; pero, en l.a len~ua .~'.ªY diferencias sin '.irmi11os positivos" (ibíd., p. pmte de un conjunto constituido por actos efectivos y vir-
145). [Ed. cast.. Cm so de lmgm.rttca geneml, Madnd, Alianza, 1986.]
14. Ibíd., p. 385 (nota 63). tuales de la misma especie. Este conjunto que reagrupa a
. 15 · Ibíd., p. 29. Saussure prosigue así: "¿Cómo pensar en asociar una
idea a una imagen verbal_si no se aprehendiera dicha asociación antes que
nada en un acto de habla~ Por otra parte, sólo escuchando a otros apren-
d~mos nuestra.lengua materna; ella llega a depositarse en nuestro cerebro que permite eYolucionar a la lengua: son las impresiones recabadas escu-
solo tras repetidas e innumerables experiencias. Finalmente es el habla la chando a los otros las que modifican nuestros h,íbitos lingüísticos".
92 Paolo Vinzo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 93

una multiplicidad de miembros, a su vez fraccionables, oportuno modificar los términos de la cuestión. La ex-
no posee una magnitud común con el todo indiviso en cepción es la regla. Antes que tomar al infinito por una
que consiste la facultad: en consecuencia, no lo repre- potencia específica con connotaciones excéntricas, con-
senta ni lo realiza. La clase de las enunciaciones no equi- viene reconocer en toda potencia ordinaria el perfil del
vale en ningún sentido al poder-decir. infinito. Toda facultad no deja jamás de ser tal, persiste
La relación entre facultad y ejecución se asemeja a en la inactualidad, es refractaria a la conmutación. El
aquella entre el número h-racional, nunca expresable punto crucial no está en absoluto en fantasear con una
mediante una fracción, y el nzfozero racional, al que co- potencia sin actos, sino en admitir que los actos no cum-
rresponde siempre el doble rol de cociente y de múlti- plen la potencia, no ofrecen una versión fiel, ni siquiera
plo. Examinada desde la perspectiva del acto (número aproximada, de ella; no son, en síntesis, potencia actua-
racional), la potencia (número irracional) es infinita: da. El poder-decir está asociado, obviamente, a enuncia-
cualquier intento de dividirla en partes está condenado ciones concretas: pero estas enunciaciones no traducen
a continuar una y otra vez, interminablemente. Con res- en su propio orden el infinito inherente al poder-decir.
pecto a la serie de las enunciaciones, el poder-decir su- La potencia, no siendo un esbozo o una contrafigura
giere el infinito. No se trata, sin embargo, de un infini- espectral del acto, nunca es realizada por este último.
to tendencia!, como aquel relacionado con el desarrollo Además de inactual, ella es, también, inactuable. En la
ilimitado de la clase de los números racionales o el cre- primera parte del libro hemos repetido muchas veces
cimiento inagotable de un conjunto de actos. La poten- que las realizaciones no agotan la respectiva facultad,
cia es el infinito dado por entero, que flanquea e inter- que las paiabras dichas dan cumplimiento a la lengua de
seca a cada actualidad particular, a cada miembro finito un modo siempre parcial e incompleto, que la fuerza de
de una cierta clase o de un cierto conjunto. El poder- trabajo excede las tareas realmente ejecutadas. En el du-
decir, como todo indiviso, coexiste con cada una de las radero salto entre potencia y acto se reconoce, por el
enunciaciones particulares: he aquí el correlato incon- . contrario, la raíz de la praxis histórica. A11ora es indis-
mensurable o "irracional". Aristóteles le asigna al infi- pensable un agregado que precise y corrija las argumen-
nito una potencia szti generis, anómala y paradójica, pues taciones precedentes. Los actos no agotan la potencia
no se convierte en un acto: "el infinito no es en poten- por el simple motivo de que no la mellan en lo más mí-
cia en el sentido de que pueda transformarse en acto nimo; no la actúan completamente porque, efectivamen-
una realidad de por sí preexistente( ... ) ya que el hecho te, nunca comienzan a actuarla. Es el mismo concepto
de que el proceso de división no termine nunca hace de "realización" el que debe ser puesto en duda.
que esta actividad exista como potencia, pero no que Para hablar sensatamente de su traducción en un
exista como realidad separada" .16 Sin embargo, parece conjunto de hechos consumados, sería necesario que la
facultad, al pasar a las diversas formas de existencia, man-
16. AristótelesJVlet(lfisic(l, LX, 1048 b 14-17. tuviese inalterados sus propios requisitos esenciales. Es
94 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 95

decir, sería preciso que actuase covio facultad genérica, se le agrega un corolario imp01 rnnte. La laguna, que se
indivisa, sin fechas. Pero no es concebible una enuncia- manifiesta como facultad, es una laguna tem.poral. El am-
ción determinada que sea un amorfo poder-decir, ni una biente es presencia ininterrumpida, "ahora" consagra-
actualidad que exhiba al no-ya como tal. Lejos de reali- do a repetirse; su falta brinda acceso al no-ya, que se
zarla, ei acto niega la potencia. No es el desarrollo ni
tampoco la metamorfosis de ésta, sino el límite. La enun-
tiene un ambiente al cual está destinado desde el nacimiento, en el cual entra
ciación coloca en suspenso por un momento al poder- rápidamente, permanece toda h1 vida y muere. Es singular'. sin embargo, el
decir (y dicho momento es el "ahora"), por ello contra- hecho de que cuanto más finos son los senodos ele los ammales, fue~tes y
viene la perenne latencia, la refuta; la actualidad con- seguros sus insontos, prodigiosa su obra, tanto más limitado es su ambiente,
tanto más específica su producción. [... } Ahora, por otra parte: el hombre ~o
trasta con el no-ya, rechazándolo hacia el fondo. Si fue- posee una esfera tan uniforme y estrecha donde lo aguarde un solo º":ba¡o
se realizada positivamente, de la potencia no quedarían [... ] sus sentidos y su conformación orgánica no están apuntados hacia, un
trazas: el cumplimiento sería lo mismo que la supre- único objetivo: ellos están adaptados a todo, y, como es obvio, son ~rny debi-
les y torpes para el caso particular. Su en~rgía psíquic.a se 1::ueve _libremente
sión. Pero como es contradicha por el acto, la potencia por el universo, sus representaciones no sigue~ una_direcc1?n umvoca, ~por
permanece como ella misma: perdura como potencia tanto no posee 1ú mstintos técnicos 111 maestria prac?ca 111, l,o que aqm nos
irrealizable. Ni transitoria ni retráctil: a la potencia le interesa más, 1111 lc11r;11aje a111111tlÍ. [... ]El hombre ¿que lengua¡e posee mson-
tivamente, así com~ toda especie arúmal posee el propio, en el intenor y en
corresponde la prerrogativa temporal de la permanencia. conformidad con su especie? La respuesta es clara: 111ng1mo. Y esta respuesta
Potencias en sentido estricto son sólo aquellas que es decisiva. Para todo animal, como se ha visto, el lengua¡e es la exterioriza-
atestiguan la pobreza instintiva del ser humano, su ín- ción de representaciones sensoriales tan intensas como para u·aducírse en
instintos, vale decir: el lenguaje -corno los sentidos, las representaciones, los
dole indefinida, la constante desorientación que lo ca- instintos- en los arnmales es nmato y para ellos inmediatamente co1mat1m!l. La
racteriza. Tener la facultad es el signo de una laguna: abeja zumba como sabe, el pájaro canta como 1údifica, pero ¿cómo habla el
comprueba la falta de un ambiente prefijado en el cual hombre por naturaleza? De hecho no habla, como del resto tampoco ~ace
casi nada, por el instinto absoluto[ ... ]. Aparte de los gntos de su mecamsmo
insertarse con seguridad innata de una vez por todas. A sensitivo, el neonato es mudo" (ibíd., pp. 46-49). Desprovisto de un ajrn1r de
este diagnóstico, cuyo mérito le pertenece a Herder, 17 señales acústicas innatas, el hombre, en un principio muelo, tiene al lenguaje
como facultad o potencia. Genérica y plástica, la facultad de hablar refleja y
compensa al "gr;n vácÍo dejado por la carencia de instintos técnicos". La
17 .J. G. Herder, Snggiosull'origine dellingunggio (1772), ed. it. a cargo de antropoloaía filosófica de nuestro siglo ha reconocido con franqueza su deu-
A. P. Amicone, Pratiche editrice, Parma, 1995, pp. 46-58. [Ed. cast.: Ensnyo da con He;der. Arnold Gehlen, en L'mrmo (193 5), escribe: "Es digno de admi-
sobre el origen del lenguaje, Madrid, Alfaguara, 1982.] He aquí algunos pasajes ración cómo Herder vislumbra aquí en la íntima conexión la desprevención
bastante indicativos: "Que el hombre, en cuanto a fuerza y seguridad de biológica del hombre, su apertura al mundo y la 'dispersión de sus apetitos';
instintos, es muy inferior a los animales; que, por ello, no posee aquello que cómo luego llega al problema del 'resarcimiento' y en dicho contexto dedu-
nosotros, refiriéndonos a tantas especies animales, llamamos aptitudes e ins- ce, de este 'carácter de la humanidad' que apenas ha descubierto, el len-
tintos técnicos innatos, es un hecho concreto. Pero como hasta ahora los guaje (la razón, la reflexión), entendiéndolo como un sucedáneo que sale
estudiosos [... J han fracasado en el intento de desarrollar dichos instintos 'desde el centro de esa deficiencia'" (A. Gehlen, L'1101110. La ma 11at11m e ¡/
técnicos, de igual modo no se ha logrado aclarar las causas de su ausencia en suo posta ne/ mondo, trad. it. de C. Mainoldi, Mihín, Feltrinellí, 1983, p.
la naturaleza humana. A mí me parece que se ha descuidado un punto de I 12). [Ed. cast.: El hombre, su natumleza y m lugar en el 1111111do, Salaman-
vista esencial [... ].Este punto de vista es/a esfera de losnnimnles. Todo animal ca, Sígueme, 1980.]
96 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 97

evidencia en forma de inactualidad irreversible. La po- que constituye su fondo o su borde). 18 De tales temas
tencia se relaciona íntimamente con la desambientación, habla Agustín en el libro XII de las Confesiones, cuando
de ella representa, más bien, el inmediato correlato tem- se detiene en el estado primigenio del universo, o sea,
poral. Precisamente por esto conviene excluir del gru- en la escena inicial de la creación. La "tierra invisible y
po de las auténticas facultades a los instintos especiali- caótica" de la cual Dios ha sacado al mundo bien orde-
zados mediante los cuales los animales se adhieren a una nado es "algo que está entre la forma y la nada, no for-
"esfera vital" circunscripta e inmodificable. Pero de di- mado y no nada, una sin-forma casi nada". 19 El déficit
cho grupo hay que exduir también la capacidad técnica de forma equivale a un déficit de actuación: "ese no sé
y los hábitos de comportamiento típicamente humanos qué amorfo, la base sobre la que se suceden las formas
que, sustituyendo la ausencia de impulsos adaptativos en las cosas", 20 es una potencialidad perenne. Una po-
unívocos, producen una apariencia artificiosa de "am- tencialidad, téngase en cuenta, que no se da en el tiem-
biente" estable. Aquellos instintos y estas capacidades o po: "si no hay forma ni orden, nada llega, nada sucede:
hábitos consisten, sí, en una masa de acciones virtuales y, faltando esto, evidentemente no hav días ni variación
determinadas (pensemos en el poder-nadar del coco- ni duración en el tiempo". 21 La materia amoifa garantiza
drilo o en la pericia para la construcción de una casa). "la mutabilidad de las cosas mutables" sin mutar ella
Potencias en sentido estricto, no resolubles en un ca- misma; "toma posible la percepción y la medida del tiem-
tálogo de actos potenciales porque están desvinculadas de po", pero, de por sí, "está fuera de la sucesión del tiempo".
un ambiente específico, son el lenguaje, el intelecto, la Las reflexiones de Agustín sobre los versículos del
memoria, la fuerza de trabajo, la disposición indiferen- Génesis aíslan y exponen con nitidez un aspecto decisivo
ciada al placer. Aproximativo, y por ello cuestionable, este de la idea del mundo. La materia informe no es un epi-
elenco comprende facultades absolutamente genéricas, in- sodio preliminar, luego superado, sino que se renueva
fraccionables, no pasibles de realización: las únicas, por lo periódicamente, haciéndose valer en cualquier momen-
tanto, a las que corresponde el nombre de facultad. . to y en las más diversas ocasiones. Precisamente, ella
Potencia en dicho sentido es también el mundo, si entrelaza ese "todo en torno" que llamamos contexto.
por "mundo" se entiende, con la máxima sobriedad, nada Hacer experiencia del mundo en cuanto contexto signi-
menos que el contexto sensible al cual pertenece el ser fica hacer experiencia de lo sensible bruto, latente, irrea-
desprovisto de un ambiente definido. Un contexto cir- lizado ("no formado y no nada"), extraño a la sucesión
cunda y envuelve, manteniéndose imperceptible; no está
enfrente, sino siempre y solamente alrededor. Nunca re- 18. Sobre el mundo en cuanto materia bruta, contexto sensible, inarrota-
ducible a la suma de los eventos y los objetos que lo ble virtualidad, véase mi lvfondrmítli. L'idea di "mondo" entre experiencia se~sible
)'esfera piíblica, Manifestolibri, Roma, 1994, en particular el tercer capítulo.
colman (o podrían colmarlo), el mundo-contexto es ma- 19. Agustín, Confessiones, libro XII, cap. 6.
terial, pero de una materia informe, bruta, indetermina- 20. Ibíd., libro XII, cap. 11.
da, que no se aprehende en la representación (puesto 21. Ibíd., libro 1.11, cap. 9. , -
. · · /'dad del tíempo 99
98 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencia I
. el modo de ser de la facul-
cronológica. Contexto y hechos se copertenecen; es más, permanencia que caractenz; Se trata tal vez, no de un
se implican recíprocamente. Entre ellos, sin embargo, tad (y del mundo-c~ntexto ·. o más' radicalmente, del
está vigente una discrepancia radical en el modo de ser: permanecer en el t1emp?, sm '
potencial y solamente potencial el contexto, reales o rea- mismo permanecer del tiempo.
lizables los hechos que en él se inscriben. Como ya he-
mos visto a propósito de la relación entre facultades y
ejecuciones, esta discrepancia es de naturaleza tempo- 5. LA INCOMPLETUD DEL TIEMPO
ral: el mundo es un no-ya ("si no hay forma ni orden,
, d la Crítica de la razón pura dedicado
nada llega, nada pasa") que coexiste con el presente fac- En el capitulo e . . ,, Kant procura aclarar
tual, sin llegar a ser nunca a su vez presencia, es decir, la "Analogía de la expenenc1a ' el tiern-
a 111 os a representarnos
un "ahora". No-ya es sinónimo temporal de contexto o la manera en la cua egam. como un todo unita-
de un "todo en torno" (o, mejor dicho, un "todo en tor- po en general, es decir, el n~pod cambio de los fenó-
no" no convertible en algo que esté "enfrente"). Recí- rio "en el c~al debe ser pensa o ca¿\ devenir, el ámbito
procamente, contexto es el sinónimo espacial de no-ya. "z? E s el presupuesto e
menos . - se e · , . es por esto que no
La idea de mundo tiene su epicentro en esta sinonimia. 1 d lla la suces1on.
en el cua se esarro . marcado por la perma-
Concluyamos. Si fuese un acto potencial, la potencia deviene ni p~sa. T~f,~ e~ ~~~p;~ede ser percibido en sí
sería posterior al acto real bajo el perfil lógico y ontoló- nencia y la mmovi 1 a ' ,n 1 debemos seguir otro
gico (re~ A.ó-yq: y 'T'lJ oúcrC~), mientras que lo precedería . o" Para representarnos o
m1sm ·
1' . Del
a· imagen ana og1ca.
en la sucesión cronológica (al menos a aquel que mira . tándonos con un . .
carruno, conten ta" da cuenta mdirecta-
otra vez al individuo particular). Pero la potencia no es un " anee"' y no mu d
tiempo que perm '""' eriencia empírica, "que a
acto potencial, no es un casi-ya a punto de acuñarse en la mente aquello que, en la exp de todo cambio". Este
serie de los "ahora". Indivisible e infinita, la facultad no ·¿' · orno sustrato
siempre 1 ennco c r , os que dura mientras
conoce realizaciones de ninguna clase. Ella es perpetuo t en los ienomen ' .
sustrato presen e scurre está constitmdo,
no-ya, inactualidad que permanece. ¿En qué medida es d , se altera v tran ' .
to d o 1o ema5 , . 23 E la sustancia, es decir,
factible hablar ahora de anterioridad, posterioridad, si- según Kant, por la sustancia. n
multaneidad, a propósito de aquello que porta la marca
de la permanencia? ¿Cómo se configura la relación en- . . .. (1787) trad. it. de G. Gentile y G.
tre "siempre" potencial y "precisamente ahora" actual, 22. l. Kant, Ci·itica della rag10n puiad V M' thieu Bari, Laterza, 1977,
. d . da a carcro e . a ' 979 ] "El
L ombardo Rad1ce, e · revisa S. . . , "adrid Alianza, 1 ·
si se mira desde el punto de vista del transmrso cronoló-
P· 19 e ,·
5 íEd. cast.: nuca e
.L
d la ra""07t pma, 1i n
~
l . 1debe ser pensa o
' .
d todo camb10 de los eno-
f ,
·¿ d
gico? ¿Y qué otra forma adquiere la misma relación si tiempo, por lo tanto, en e cua e la sucesión y la simultane1 a
muta· ves por eso qu . "
en cambio se presta atención al orden temporal? Para menos, permanece y no ' , mo sus determinac10nes. . ,
ólo pueden ser representadas co l , o puede ser percibido en SI
esbozar una respuesta es preciso antes que nada com- S
23 Ibíd. pp. 19 5- 196 : 1 '
"Al ora e nempo n . ,
· , 0 sea en los fenome-
prender con precisión el significado peculiar de aquella . . Por,lo tanto en los objetos de la percepc10n,
mismo. '
100 Paolo Vinzo
Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo
101
en el núcleo invariable de los objetos percibidos, halla-
~e una imagen perspicua del tiempo en general o, me-
mos el único término de comparación que posibilita
JOr aún, de su persistencia? Sin dar nada por sentado, la
concebir el conjunto del tiempo (de por sí inaccesible a
respuesta contiene, más bien, la auténtica discrimi-
la percepción). Escribe Kant: "Lo permai:ente es e_l sus-
nación. A diferencia de lo que sostiene Kant, "el sustra-
trato de la representación empírica del tiempo mismo,
to de la representación empírica del tiempo" es la poten-
en el cual sólo es posible toda determinación temporal. cia, no la sustancia.
La permanencia expresa en general al tiempo como co-
Tanto la sustancia como la potencia son permanen-
rrelato constante de toda existencia fenoménica, de todo
tes, pero lo son en formas diametralmente opuestas. Ya
cambio y de toda concomitancia. Ya que el cambio no
que es "lo real( ... ) aquello que permanece siempre idén-
afecta al tiempo en sí mismo sino sólo a los fenómenos
. " .-7-f tico",2; la sustancia continúa subsistiendo en todo "aho-
que son en e1tiempo . . " ra " de_termma
. do como una presencia perenne. Ya que no
Es cierto que el tiempo, como todo umtano, perma-
hay mnguna realización, la potencia es, por el contra-
nece v no cambia". Y también es cierto que podemos
rio, perenne inactualidad, no-ya falto de localización
figurirnoslo sólo gracias a una analogía: recurrie~do a
tem~oral. ~ bien, sólo esta última acepción de perma-
u~ aspecto de nuestra experiencia cuyo rasgo saliente nencia se aJusta al conjunto del tiempo. El mismo per-
sea, por lo señalado, la durabilidad. Pero, ¿cuál es este
siste sin cambio, pero no es nunca presente. De hecho,
aspecto que, exhibiendo la propia inalterabilidad, ofre-
si fuese actual, el tiempo global sería divisible en perío-
dos más o menos extensos y tendría un decurso, resul-
nos, debe ser el sustrato que representa al tiempo en general. .Y :n el cu~l tando así indistinguible de aquello que sucede en el tiem-
todo cambio o simultaneidad en la aprehensión pueda ser perc1b1do medi- po. Presencia y totalidad están en una relación de mu-
ante la relación de los fenómenos con dicho sustrato. Pero el sustrato de
todo lo real, o sea, de aquello que pertenece a la existen~1a de.las cosas, es tua exclusión: el tiempo como todo unitario, "en el cual
la sustrmcia, en la cual aquello que forma parte de la existencia pu.~de ser
.debe ser pensado todo cambio de los fenómenos" ' es un
pensado sólo como determinación. Lo permanente, pues, en relac1on con mcesant~ no-ya. Se podría decir también que el tiempo
lo cual sólo pueden ser determinadas todas las relac1o~es temporales de
los fenómenos, es la sustancia en el fenómeno; lo real de el, que permanece todo es siempre anacronístico: en disidencia con la actua-
siempre idéntico como sustrato de todo cambio".
1i.d ad, extrano- a cua1quier. "ahora ", constantemente fue-
24. Ibíd., pp. 196-97. En el capítulo "Del esquema:1sm.o de los c~n­ ra de lugar desde el punto de vista cronológico.
ceptos puros del intelecto", Kant ya había esbozado los tcrmmos esencial-
es de la cuestión: "El esquema de la sustancia es la permanencia de lo real ¿Qué significa la expresión "el tiempo en su conjun-
en el tiempo, 0 sea, la representación de lo real como sustrato de la de- to"? ~Qué género de totalidad pertenece al tiempo?
terminación empírica del tiempo en general; sustrato que por eso p_er- Consideremos una evidencia fenoménica: parece haber
manece, mientras todo el resto cambia. (No es el tiempo el que fluye, smo
que en él fluye la existencia de lo mutable. _Al tiempo, por lo tanto, que es tiempo sólo si el mismo no está plenamente desplega-
inmóvil y permanente, corresponde del fenomeno aquello que no ~1uta en do, sólo si su realización es todavía parcial e incompleta.
la existencia, es decir, la sustancia, y sólo en ella puede se~. d~t~rmmada la
sucesión y la simultaneidad de los fenómenos en el !:lempo) (1b1d., p. 167). 25. lbíd., p. 196.
102
Paolo Vzrno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 103

Esta evide~cia, que c~n fre_cuencia se traduce apresura- luta y duradera; que la ausencia de realización no con-
damen :e ..... orno la pnmacia atribuida a la dimensión cierna solamente a una "parte" del tiempo, sino, por lo
cronolog1ca del porvenir, es la premisa imprescindible dicho, al tiempo en su conjunto. 26 La fórmula intuitiva
para pensar el conjunto del tiempo. Premisa para desarro- "no completamente realizado" sufre una corrección opues-
l~ar y enmendar de diversas maneras, entre sus alterna- ta a aquella descripta hace poco: en lugar del "no" desa-
tlvas: con tal de suscitar, de todos modos una reacción parece el "completamente". Si se adopta como pará-
~u~rte pero. calamitosa es la tentación d~ hacer coin~ metro el grado de realización (o de actualidad), la tota-
CI~Ir la totalidad del tiempo con el total despliegue del lidad del tiempo muestra ser una totalidad negativa, de-
~smo, revocando así el "no" en la fórmula intuitiva de fectuosa, concebible mediante sustracciones. El tiempo
no plenamente realizado". La incompletud . total es irrealizable: no está nunca cumplido porque ni ha
b , . . es, sm em-
argo, un caract~r defm1torio de aquello que se quiere comenzado a cumplirse. Su permanencia se basa en su
aferrar en su conJunto: de modo que cuando se habla de inactuaiidad: ambos términos están unidos y son inse-
un todo .completo, es cierto que no se está hablando de parables.
todo el tiempo. La real~zación compete, efectivamente, La totalidad del tiempo no es algo distinto de la poten-
a cuanto ocurre en el tiempo: atribuyéndola al ti' cialidad del tiempo. Y esto se debe a que logramos repre-
1 b 1 ,l b· empo
g o a so o se o tiene, por una suerte de némesis burlo- sentarnos esta totalidad solamente acercándola analó-
na, una ;oralidad rigurosamente no temporal. Por lo tan- gicamente a la potencia que ya hemos experimentado
to, ~que otra ~fa conviene seguir para· representarse al efectivamente. Todo el tiempo es representado como
con1unto del tlempo? facultad: pensemos, por ejemplo, en aquel todo sin partes,
La otra posibilidad consiste en suscribir sin reservas perennemente inactual, que es el poder-decir. Y el nzun-
al n;enos antes d.e comenzar, la evidencia fenoménic~
segun la cual el tiempo es siempre incompleto. El con-
cepto de totalid~d debe c?nformarse a su contenido, aun 26. Esencialmente irrealizado no es, por lo tanto, el fururo, sino la
totalidad del tiempo en relación con la cual se articulan las diversas di-
~costa de asumir un matiz paradójico: la totalidad de lo mensiones cronológicas: pasado, presente, futuro. La evidencia fenomé-
mcompleto. Es necesario pensar como un todo unitario nica -es tiempo sólo sí no está plenamente desplegado- muestra la rela-
al~o q~e, en ,~í, e~ ~sencialmente no desplegado, intrin- ción entre aquello que cae en el tiempo y el conjunto del tiempo. Pero la
muestra equívocamente, ya que los dos ámbitos son distintos sólo como el
caao, sm re~uzac~on. El tiempo es algo entero en cuanto "ya realizado" y el "na todavía realizado". El tiempo íntegro, lejos de ser
permanece Irre~hzado (y viceversa: algo es irrealizado "todavía" no desplegado, no está nunca sujeto a desplegarse. Por su parte,
en cuanto consutuye un entero que "perm lo que cae en el tiempo tiene siempre la forma de la actualidad: también el
b' ") p anece y no fururo que esperamos no es más que actualidad diferida. Si atribuimos al
can:. ia . . ~ro, ¿en qué sentido algo incompleto, ue porvenir la incompletud, o sea, la potencialidad que pertenece al tiempo
esta imp~d1do de desplegarse, puede llamarse un todo? total, es casi inevitable considerar el porvenir como eje portante de la tem-
Puede a~1rmarse tal cosa con una condición: que la falta poralidad, haciéndolo pasar por el "tiempo originario" y constitutivo. Acer-
ca del similar qnid prn qua, que recorre en gran parte la filosofía contempo-
de despliegue no sea relativa ni provisoria, sino a-bso- ránea, véase inji·a, § 11 de esta misma parte, "Muerte e historia".
104 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 105

do: pensemos en el contexto sensible de la existencia, debe considerarse una nzetapotencia: porque permite ex-
siempre amorfo e irrealizado, fondo inalterable de la perimentar las facultades y el mundo-contexto; porque,
sucesión cronológica. La potencia, el no-ya que persiste, en suma, es la potencia que tiene abierta una vía de ac-
"expresa en general el tiempo corno correlato constan- ceso a las otras potencias.
te de cada cambio y de cada concomitancia": en sínte- En las argumentaciones apenas esbozadas se advier-
sis, de cada actualidad. te, sin embargo, una dificultad o, cuanto menos, una
El tiempo en su conjunto no es perceptible porque pregunta no formulada. La memoria acude y reconoce
no es presente; por el mismo motivo no es perceptible al no-ya, sólo si toma la semblanza del pasado. De modo
la potencia. Cabe preguntarse si la duradera inactuali- que para demostrar que la potencia es alcanzada por el
dad de uno y otro no se debe más bien a la menioria. La recuerdo, no basta con su radical inactualidad: es preci-
pregunta, ya mencionada al comienzo, será examinada so también que dicha inactualidad posea la forma de
enseguida: aquí, a mitad de camino entre la mención y pasado. La forma tan sólo, por supuesto, no es cierta-
la profundización, parece oportuno bosquejar algunos mente un "entonces" cronológico. Sin embargo: ¿es lícito
datos liminares. ¿No es que la potencia, este no-ya gra- identificar al no-ya de la facultad con un "antes", un "an-
cias al cual nos representamos la totalidad del tiempo, tes" indefinido, sin fecha, no referible en modo alguno
escapa a la percepción precisamente por el hecho de a algún antiguo presente? Afirmar que la inactualidad
que pertenece al recuerdo? ¿No es que las facultades y de la potencia posee fragmentos del pasado, y por lo
el mundo (como, por otra parte, a posteriori el tiempo tanto es memorable, significa afirmar la absoluta ante-
todo) son algo a lo cual hay que retornar· siempre de rioridad (lógica, ontológica y, sobre todo, temporal) de
nuevo, algo que es posible experimentar sólo con una la misma potencia con respecto al acto. ¿Pero tenemos
mirada retrospectiva, algo de lo cual nos acordamos? Bas- elementos idóneos para avalar esta tesis? Éste es el pro-
te por el momento una observación sumaria. Entre las blema al que nos enfrentamos.
facultades propiamente dichas habíamos contado a la 1
!

memoria. Junto con todo el resto, ella es un perpetuo


no-ya. Pero a diferencia de las demás facultades, la me- 6. LA ESTUFA DE KM.TT
moria tiene en el no-ya también su propio campo de
aplicación. Además de su modo de ser, la inactualidad ¿Cuál es, finalmente, la relación entre potencia y acto,
es también el objeto de sus cuidados. La memoria se facultad y ejecución, poder-decir y palabra dicha, con-
ocupa, por lo tanto, de aquella inactualidad en la que texto mundano y los hechos que en él se inscriben? En
consiste, generalmente, la potencia: la evoca e informa términos más rigurosos: ¿cuál es la relación entre inac-
sobre ella. Por esto las facultades y el mundo (y el tiem- tualidad y presencia, no-ya y "precisamente ahora"? Y
po global por analogía) son nzeniorables, objetos de r~­ también: ¿entre el tiempo como todo unitario y una u
cuerdo y reminiscencia. Por esto, además, la memoria otra posición en el tiempo?
106 Temporalidad de lti potencia, potencialidad del tiempo 107
Paolo Virno
Saben:-os qu~ Aristóteles propone una solución com- Kant se detiene en la sucesión de los fenómenos en el
puesta: s1 se mira el simple decurso cronológico de tiempo. Él considera que nuestra experiencia de la serie
ente individual, hay que reconocer que la potencia p: cronológica tiene su propio fundamento en la categoría
cede al acto; y, a la inversa, si dirigimos la mirada al de la causalidad. Sólo la unión de la causa con el efecto
orden temporal (es.to es, indagando la génesis y la es- "torna posible la representación de una sucesión en el
~uctur~ ?el devemr), debemos admitir la anterioridad objeto"; 27 tan sólo ella permite enlazar una percepción
m~ond;~10nal del acto. Ambos aspectos del diagnóstico posterior a otra anterior de modo no arbitrario, sino
~nstotehco son .puestos en duda: permanecen o caen obligado. El "luego" sigue al "antes" como un determi-
Juntos. Hemos vi.sto que la potencia no equivale en nada nado movimiento a su motor. Surge, sin embargo, una
~ un act~ poten~ial; que el no-ya, lejos de constituir un dificultad no menor: "el principio del nexo causal ( ... )
mterl~d10 provisorio, es el correlato constante de toda se corresponde también con los fenómenos simultá-
actuahd:d. Pues bie~, una potencia irrealizable y per- neos", 28 motor y movimiento son con frecuencia con-
manent. . . no ~s posterior al acto bajo el perfil ontológico- comitantes. Una habitación está caliente mientras la es-
temporal; ni, por otra parte, aparece como un antece- tufa arde: "aquí, por lo tanto, no hay sucesión crono-
dente ~ ?r~sagio en la secuencia cronológica. La doble lógica entre causa y efecto, sino contemporaneidad" .29
refutac1on mtroduce (o, más verosímilmente, presupo- La causalidad, o sea, la regla intelectual que, por sí sola,
ne). una ~lternativa en todo sentido, aunque sea com- permite representar la sucesión, ¿cómo puede llevar a
ple!~ y b1fu~cada. Ateniéndonos al calendario, ¿qué re- cabo su objetivo, si ella se resuelve, precisamente ella,
hlac1on subsiste . entre el no-ya y el "ahora", una vez que en una relación entre simultáneos?
emo~ exclmdo que el primero preceda al segundo? Lo que verdaderamente importa para nuestros fines
Exammando p~r .º.tra parte el orden temporal (de quien es la dirección tomada por Kant a fin de eliminar esta
dep~~de la pos1b1hdad misma del calendario), ¿qué si- dificultad. Leamos: "Aquí debe advertirse que hay que
tuac10n se presenta tras haber eliminado la prioridad del mirar el orden del tiempo, no su decurso; la relación [de
acto, o me3or, de la presencia? Queda en pie que hay un anterioridad y posterioridad] permanece, aun cuando
nexo muy estrecho entre las respuestas a estos dos inte- no haya pasado ningún tiempo. El tiempo entre la causa-
rroga~1tes. El modo de concebir la dupla potencia/acto lidad de la causa y su efecto inmediato puede incluso
e~ ~l tiempo conlleva de todos modos consecuencias de- desvanecerse (es decir, ser simultáneo); pero la relación
c1s1vas en el modo de concebir su rol temporalizante. entre una y otra permanece siempre determinada se-
A fin de exponer sintéticamente el punto principal gún el tiempo [como relación de precedente y sucesi-
parece oportun? pres,~ntar nuevamente, sólo por un mo~
mento, las kantianas Analogías de la experiencia" Ti 27. Kant, Cntica della ragíonne pura, ob. cit., p. 207.
hb f d . ras
a er a irma o que la única imagen empírica del tiem- 28. Ibíd., p. 211.
po global es procurada por la categoría de la sustancia 29. Ibíd.
'
108 Paolo Vinzo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 109
1
vo] '. 3º En síntesis, Kant afirma que la ley causal está causa, igualmente verdadera su simultaneidad con el efecto:
sujeta a una doble calificación temporal: aun manifes- excepto que las dos son verdaderas en distintos momentos.
tándose en la simultaneidad, ella establece sin embargo El nexo causal ensombrece cualquier cosa que no
un "antes" y un "luego". Ambos aspectos no se eliden, pueda sostener. Es necesario preguntarse si no habrá
sino que se acumulan y entrecruzan, puesto que corres- otra constelación conceptual en condiciones de cumplir
ponden a diversos ángulos visuales: constato la copre- las promesas descuidadas por la causalidad. Si no habrá,
sencia de causa y efecto si me limito a observar su decur- en suma, una relación en la cual lo precedente pueda coe-
!
so fáctico; por el contrario, reconozco la anterioridad de xistir con lo que sigue (sin dejar, de todos modos, de pre-
la causa apenas tomo en consideración aquel ámbito más cederlo en cierto punto); en la cual la doble calificación
esencial, que Kant denomina "el orden del tiempo". temporal (anterioridad en cuanto al "orden", simulta-
Un "antes" simultáneo con su "luego", la distinción 1 neidad en cuanto al "decurso") se haga valer plenamente
entre orden y decurso: la categoría de la causalidad prome- en el mismo momento. No hay dudas de que una relación
te mucho. Bien visto, mucho más de lo que puede sos- de tal género existe: es aquella que transcurre entre el
tener. Si la causa y el efecto son actos, actualidad, modos tiempo como un todo unitario y las actualidades singu-
de la presencia, ambos se dan por lo tanto en el tiempo, lares que se suceden en él. Permanente e inmutable, el
ambos se inician en una fecha específica. Su relación, tiempo total es presupuesto por cualquier "ahora", consti-
estando inscripta por entero dentro del calendario, no tuye el antecedente no datable de toda fecha, se aparece
permite una auténtica discriminación entre el orden del como e1"ya " o el" antes "de cada acto (no rmporta
. s1. como
tiempo y su deczwso empírico. Cuando se habla de "or- causante o causado). Sin embargo, si se observa la misma
den" a propósito de la causalidad, no se entiende sino relación con la mirada dirigida al decurso cronológico,
un examen más extenso y perspicuo del mismo flujo es necesario concluir de otra manera: el tiempo global,
cronológico al cual se refiere el término "decurso". La precisamente porque "permanece sin mutar", resulta
causa, contemporánea al efecto en un período circuns- siempre simultáneo a cada fragmento o episodio del de-
crito, muestra ser también el antecedente si se toma en venir; él es, cada vez, contemporáneo a las actualidades, a
cuenta un período más amplio (la estufa ha comenzado las que también, bajo otro perfil, precede. En el "Prefa-
a calentar cuando la habitación aún estaba muy fría). cio'' a la segunda edición de la Crítica de la razón pura,
Durante un cierto lapso de tiempo, lo precedente y lo suce- Kant alude rápidamente a esta simultaneidad paradójica,
sivo cohabitan y se compenetran: sin embargo persisten totalmente heterogénea respecto de la simple copresen-
un precedente y un sucesivo "para la relación cronológica cia de dos eventos: "no nos es posible pensar, en general,
de su enlace dinámico". 31 Verdadera la anterioridad de la aquello que permanece en el tiempo, y de cuya simulta-
neidad con lo que cambia surge el concepto de cambio".32
30. Ibíd., p. 212.
31. Ibíd. 32. Ibíd., p. 36 (nota).
. · ¡·dad det tiempo 111
110 Paolo Virno Tempora l1.dad de· la potencta' potenaa t .
. 1 heterogéneo, su sombra mcon-
Si bien es "inconcebible en sí misma", la permanen- del acto, smo su co~r~~to nía como la concomitancia po-
cia del tiempo en su conjunto puede ser representada, mensurable. Tanto a i~clrop ·a V acto poder-decir y
según Kant, por medio de una analogía con la invaria- specia otenc1 '
seen un estatuto e , . b .o y trabajo realizado con-
bilidad de la sustancia. Además, también según Kant, la palabra dicha, fuerza d.e trah ªJ entan sí un "antes"
¿ hec os pres
sucesión de los fenómenos en el tiempo es representa- cretamente, mun Y ,,
"
° ' '
',, n "después" que son
,. " ero un antes v u ,.
ble gracias al nexo de causa y efecto. En consecuencia!
Yun despues , ,.P · .
rmsmo pnn
' to temporal bifurcan-
' .
ateniéndonos al léxico kantiano, la relación entre per- inherentes a un unico Y te la simultaneidad
. ,. d lo Por su par , 1
manen.te y mutable, o sea entre la totalidad del tiempo dolo y dup l ican o . . to no debe trocarse en una
y la sucesión cronológica, se ve indirectamente en l~ cronológica entre potenc1ady ale t' rminos simultáneos, el
relación entre la sustancia y la secuencia causal. Tan sólo · que uno e os e ,.
co-presencia, ya ,. . ~ nte· ""Stá en J·uego, mas
·1 stanunca p1ese ·'"'
aquí "debe adYertirse bien que hay que fijarse (también] no-ya potencia 'n~ e l" h ·a" como tal con sus con-
. entree a o1
en el orden del tiempo, no [exclusivamente] en su decur- bien, la c~ex1stenc~a asado szti generis, aquel pasa-
so"; tan sólo aquí anterioridad y simultaneidad van de tenidos bien defimdos, y un p 1 ue constituye el modo
veras al mismo paso. Hemos visto poco antes que, por el d . 1 que nunca fue actua ' q
contrario, el tiempo total -permanente, sí, pero nunca d~ ::~ea~~ facultad (y del mundo-contexto).
desplegado o realizado-· no posee su propio correlato en la
sustancia (cuya inalterabilidad equivale a una eterna pre-
sencia); sino en aquel perenne no-ya que es la potencia. 7. SIMULTANEIDAD DEL "NO-YA" y EL "AHORA"

En el interior de la experiencia finita, sólo la potencia brinda l' ·co potencia v


una imagen adecuada de la permanente inactualidad que 1 e respecta al decurso crono og1 ' ,
E n o ~:1 r olamente simultáneos. In:entemos
caracteriza al tiempo como un todo unitario. Lo que pare- acto son siempre} s te de la tesis apenas
cía concernir a la relación de la sustancia con la causalidad · lugar esta par .
aclarar, en p~1me~ ble 'ue resulta necesaria alguna di-
es atribuido, por lo tanto, a la relación entre potencia y acto. expuesta. Es mdu a q ·¿ uchas veces, en efecto,
Resulta posible, así, formular de modo más explícito ·¿ . , Hemos repen o m ,.
luc1 ac1on.
· ¿ or s1,. no uie .
en e
1tiempo. ;Con'"
que
la tesis sobre la que versan estas páginas. La dupla po- que la potencia e p h ila es simultánea al acto
tencia/acto, en la cual se confrontan el no-ya y el "aho- derecho se afirma a orl~ ~ue e nte determinado? Para
ra" (no dos "ahora", como ocurre en el binomio causa/ ono og1cameJ. ·
en un momento cr . . sm· gracia e incoherente
efecto), es el teatro de una diacronía y, al mismo tiempo, . · ,. de una pm1eta
evitar la unpresion · · l· estamos discu-
. r el punto cruc1a . 110
de una concomitancia. En el orden temporal, la potencia es necesano e111ocar . ". i'" sino únicamente
l otenc1a de por s ' .
es anterior al acto: tiene la forma de un "antes" sin fecha, tiendo acerca de ª P ,. ·mm·0 complementario Y
el modo de ser de un pasado indeterminado. En el de- -
acerca de su 1 e ac
l ión con un tei. · .
.,. hipotéticamen-
E 1 nte esta re1ac1on,
curso cronológico, por el contrario, potencia y acto son heterogéneo: s sdo a~n: el. flujo del devenir.
siempre simultáneos: la potencia no es la prefiguración te, la que se mtro ucira en
112 Paolo Vinw Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 113

Se puede hablar tanto de orden temporal como de relación con este último, debemos concluir sin titubeos
decurso cronológico si, y sólo si, dada una relación indiso- que ella, desde el punto de vista cronológico, es siempre
luble entre dos fenómenos o conceptos, uno de los polos simultánea al acto. La posibilidad de aparecer en el calen-
interdependientes no sucede en el tiempo. En el caso de dario se relaciona aquí con una colocación específica en el
que ambos gocen de una posición definida dentro del interior del mismo calendario. El único modo de situarse
calendario, la distinción de planos, además de superflua, en el tiempo para la potencia (no-ya que permanece) es ser
sería imposible. Pero la relación entre lo que cae en el contemporánea de aquello que la arrastra indirectamente
tiempo (el acto, el "ahora") y lo que no cae (la potencia, el en el tiempo: el acto (el "ahora" que desaparece).
no-ya, es decir, cuanto represente la totalidad del tiem- La facultad del lenguaje irrumpe en el devenir con-
po) está sometida a la distinción que suscita y avala. P~r comitantemente con la frase que pronuncio. Se mani-
un lado, es una relación que ordena, esn:uctura el deverur, fiesta ahora mismo: 11zientras hablo, ni antes ni después;
temporaliza; por otro, es también una relación que trans- pero se manifiesta ahora como algo persistente, que ya
curre, deviene, posee un tejido temporalizado. Es la segunda era antes y también será después de la fugaz .enuncia-
vertiente la que consideraremos aquí. ¿En qué sentido y por ción actual. La fuerza de trabajo es experimentada
cuál motivo, la correlación entre inactualidad y presencia concretamente durante la realización de un trabajo par-
participa plenamente en el decurso cronológico? ticular: con todo, en aquel momento transitorio, la fuerza
La conexión entre potencia y acto es atraída hacia la de trabajo es realizada como algo que queda y no muta.
cronología por el simple hecho de que uno de los extre- El contexto sensible que llamamos "mundo" se perfila
mos es siempre datable. La unión del no-ya durable con en relación con un hecho determinado, en perfecta sin-
el lábil "ahora" se proyecta, cada vez desde el principio, cronía con él: pero entonces se perfila como el fondo
en un instante irrepetible: "ahora", precisamente. La perenne de todo hecho concebible. Una primera consi-
potencia, que de por sí no se da en el tiempo, entra sin deración, casi obvia: no son dos estados de cosas
embargo en este o aquel presente determinado en virtud temporalizadas las que coexisten, sino las dimensiones
de su relación con el acto. Oblicuamente o por reflejo, temporales mismas del "siempre" y el "ahora". En suma,
por lo tanto. El momento que compete a la palabra que estamos ante la simultaneidad entre permanente y muta-
estoy diciendo es el mismo en el cual se vislumbra el ble, tiempo global y posición específica en el tiempo,
vínculo entre dicha palabra y el poder-decir: el mismo, que Kant menciona en el "Prefacio" de la Crítica de la
pues, que se aplica también al poder-decir, aunque sea razón pura. Una segunda consideración, menos obvia:
por mera propiedad transitiva. La facultad toma un as- en el decurso cronológico el "siempre" depende del
pecto temporalizado en un momento preciso: mientl:as "ha ora", es su eco o coro1ario.
. Lo permanente existe. en
está en curso la ejecución singular. No antes m despues~ función de lo mutable, mientras lo mutable sucede, gra-
Pero si la potencia se instala en la trama cronológica so- cias a este suceder. Aquello que permanece es, en efec-
lamente durante el desarrollo del acto, por efecto de su to, tan sólo potencial. No posee nada en común con la
114
Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 115

?resenc~a eterna de una sustancia. A causa de su radical tamos a observar a un ente individual). Bien visto, sin
mactuahdad, lo perma~ente (la facultad del lenguaje, la embargo, la simultaneidad no implica necesariamente
fuerz~ d~ traba30, etcetera) necesita de una presencia la indistinción. Al contrario: tal vez sólo ella salvaguar-
trans1tona (el enunciado que profiero, el trabajo que da plenamente la discriminación entre ser potencial y
empren~o, etc.) para enquistarse en el tiempo. La de- ser actual. Una acepción anthnegárica de simultaneidad
pendencia del "siempre" respecto del "ahora" l' 1 ya ha sido presentada, efectivamente, en las páginas pre-
, d' l exp 1ca e
caracter iso vente e incluso amable de cada "ah " rr; d cedentes. Sólo nos resta subrayar los rasgos salientes a
, d ora . LO o
acto e~ta carga o de pathos porque deja entrever, por un fin de evitar al menos los equívocos de peor gusto.
breve msta~;e, la dura~er~ potencia que lo flanquea. . "Hay potencia sólo cuando hay acto." Esta afirma-
~s conoc~do que Anstoteles se empeña en impugnar ción, rechazada por Aristóteles, se torna clara y acepta-
l~ s1multane1dad de potencia y acto, sostenida por los dis- ble a condición de agregarle una pequeña cláusula: "en el
c1pulos de Euclides de Megara con el ob;'ett'vo d 1 tiempo". La potencia existe en el tiempo sólo cuando
d d r . ec ara-
º e e immar cualquier diferencia entre ambos térmi- hay acto; la facultad del lenguaje es datable sólo rnien-
n.os.33 E~cribe: '?:fay algunos pensadores, como por tras tiene lugar una enunciación. Lejos de suprimirla o
e!emplo ws megancos, quienes afirman que hay poten- debilitarla, la simultaneidad atestigua con gesto peren-
cia solamente, cuando hay acto, y que cuando no hay torio la diferencia entre potencia y acto. La facultad,
acto tampoc? llay potencia. Aquel que no está constru- siempre inactual, cae en el tiempo sólo porque (y en el
~endo, --segun ellos- no tiene la potencia de construir, momento en que) se correlaciona con una polaridad del
smo solo aque~ que construye y en el momento en que todo heterogénea: la ejecución, que, en cambio, coincide
construye; y as1 para todos los otros casos. Los absurdos con un "ahora" calculable. Queda claro que la potencia
que denvan de estas afirmaciones son fácilment subsiste también en ausencia de un acto: pero en tal caso
pr"'nsibles" H p e com- está privada de localización tempotal, es decir, perma-
'"" ,, . . ara contrarrestar la pretensión megári-
ca .de, r~ducir la potencia y el acto a la misma cosa" 35 nece extraña al decurso cronológico. Considerada en su
Anstote1es hace valer una escansión cronológi . l ' autonomía, la potencia representa analógicamente el
te · d ca. a po-
ncia prece e a1acto en el curso del tiempo (si nos limi- tiempo global, en cuyo interior se instala toda sucesión
y toda simultaneidad. Pensemos, por ejemplo, en la fuer-
za de trabajo. Independiente de su efectivo despliegue
33. Véase L Montoneri 1 Jvf, .. S d' en una tarea determinada, la genérica aptitud psicofísi-
egarw. tu 10 storico-critico é traduzr·
dette testnnomanze Ca·aru·a u · . , d' C
11 . • • '
. one ca para producir no es más que una imagen empírica de la
' L , ruvers1ta 1 atarua 1984· J ff 'kka .
tmd Neccssity. Studies in Aristotle's 'T'1 ,+M d' . 'y . ma 'Time
,
Press, 197J,espec1almenteelcap
1
IJeOT)' º1 o altty Oxford Cl d totalidad del tienipo. Es de este modo que la "potencia de
9 "Ar' tl dth'' ' aren on
of Diodorus". . ' Isto e an e Master Argument' construir" juega un papel decisivo en la economía polí-
34. Aristóteles, Metah.rica IX ¡ 046 b , 9 , , tica. La clave del proceso de acumulación capitalista resi-
'5 Ib' '1' ' ' - -JJ.
) · 1d., LX, 1047 a 18-19.
de, de hecho, en la compraventa de la fuerza de trabajo
116 Paolo Virno
Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo
117
en cuanto facultad pura aún no aplicada. Vale decir: en
gencia entre inactualidad y presencia, que caracteriza todo
la compraventa del tiempo en general, fondo y pres':-
momento individual del devenir, es de este modo anula-
puesto de los "ahora" consecutivos en los cuales se arti-
da. La acusación a la cual está sometida la concomitancia
culará la prestación laboral.
cronológica de potencia y acto se vuelve contra su even-
La potencia existe en el tiempo sólo cuan~o hay acto.
tual alternativa: si la facultad tuviese una localización tem-
¿Pero de que modo la potencia existe en el tle~po con-
juntamente con el acto? ¿Qué cosa pa:a, pr~c1same~te,
pora~ distinta de la de la ejecución decaería su hetero-
geneidad esencial. Por último, es el rechazo de la simul-
en el "cuando" común a ambos? ¿Como mteractuan
taneidad el que conduce fatalmente a la indistinción.
ambos simultáneamente? Ya se ha visto que el acto no
realiza la potencia, sino que la contradice y la difiere. La
concomitancia tiene la forma de una oposición: el "aho- 8. ANTERIORIDAD DE LA POTENCIA
ra" rechaza el no-ya, la ejecución puntual contravie~e la
latencia perpetua de la facultad, la palabra ~ronuncia~a
. En l.o .que respecta al orden temporal, la potencia es
se libera del amorfo e indivisible poder-decir. La locali-
mcond1c1onalmente anterior al acto. Simultáneos en el
zación temporal que la potencia consigue ~blicuamente
devenir, los dos extremos revelan, sin embargo, que son
en virtud de su relación con un acto defimdo es el mo- un "an t es " y un "d espues
' " apenas se examina el modo
mento de su negación por parte de ese mismo acto. En el
en el cual ellos producen y articulan el devenir en cuan-
ámbito cronológico, lo permanente figura como aquello que
to tal. La ~ifere~cia de naturaleza, no de grado, entre
lo mutable está objetando ahora 1nismo. Estamos, por lo tan-
facultad y e;ecuc1on, poder-decir y palabra dicha mundo
to, en las antípodas de la yuxtaposición simbiótica que aus-
y hechos, consiste finalmente en una diacronía' radical
piciaban los megáricos y temía Aristóteles. . .
que nada tiene en común con la sucesión empírica de do;
Razonemos en forma contraria. Para exclmr la simul-
eventos. La potencia como pasado no cronológico del acto·
taneidad habría que suponer: (a) que la potencia, de por
he aquí el aspecto sobre el cual hay que detenerse. .
sí se sitúa en el tiempo; (b) que ella equivale a un "acto
p~tencial", destinado en p~incipio a.la r~alización. Pues (a) El acto es un "ahora". Pero, ¿cuál es la estructura
bien estas mismas supos1c1ones, sohdanas y concatena-
así como el significado, del "ahora"? Recordemos la;
das 'cancelan desde el principio toda diferencia de na-
observaciones de Émile Benveniste sobre el estatu-
tur~leza entre potencia y acto. Es decir: la convierten en to temporal de un acto de habla. 36 Una enunciación
una simple diversidad de grado a lo larg~ de una esca~a
homogénea: equiparada a un acto potencial, la pote~c1a . 36. Véase É. Benveniste, "La natura dei pronomi" y "La soa"ettivita ne]
parece una pobre aproximación del acto r~al; m~cnpto li~g;iagg10'', e~ Problemi di linguistica genemle I, trad. ir. de M~V Giuliani,
en el calendario, el no-ya se reduce a un casi-ya, s1e~pre · ~Jan, Il s.agp.atore, 1971 [ed. cast.: "La naturaleza de los pronombres" y
De la s~b!euvi~ad en el lenguaje", en Problemas de lingüística genemf (2 to-
conmensurable en el "ahora" que prefigura. La d1ver- mos), Mexico, Siglo XXI, 1986], y "Il linguaggio e l'esperienza umana" y
119
118 Paolo Vinzo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo

concreta nunca deja de referirse (al menos de ma- ra, y al mismo tiempo correlaciona, potencia yª:~º·
nera implícita) al presente; pero al presente que ella Hasta aquí Benveniste. Sin embargo, parece hci:a
misma instituye por el solo hecho de ser proferida. una glos;. En el caso del ~eíctico. "a~~ra"' el pas.aJe
El adverbio "ahora" muestra la actualidad del dis- de la facultad a la ejecucion, o bien la conve~s~on
curso que se está pronunciando; expresa el tiempo del lenguaje en discurso"' tiene aspectos exq~1si:a-
ecto del transito
en el cual se habla, identificándolo sin medios térmi- mente temporales. se trata, en ef ' .
nos con el tiempo en el cual se es. Junto a los otros d n "antes" indeterminado (lenguaJe-facultad)
d eseu . . ,)
pronombres deícticos ("yo", "éste", "aquí", etcétera), a un "luego" puntual y unívoco (discu~s?-e¡ecuc10~1.
el "ahora" no nos envía a ninguna realidad preexi~­ ".Ahora" significa después q11e se ha ex~h~do .de la,m-
tente, sino solamente "a la enunciación, cada vez úni- actualidad de la potencia. El adverbio md1ca, si,. el
ca, que lo contiene". 37 En este diagnóstico bastante momento irrepetible en el que se habla, pero lo m-
lineal hay, sin embargo, un giro que altera la misma . orno el momento en el cual el locutor se sepa-
dica c 'bTd d
noción de actualidad. ra de un pasado en el cual estaba sólo "la pos1 1 1 a
Según Benveniste, una función eminente de tér- de la lengua". Como es el resultad? de una con-
minos como "ahora", "yo, "éste", "aquí", es la de pro- versión, el presente del discurso (meJ?r, el presente
veer "los instrumentos de una conversión, que po- que el mismo discurso instaura) constituye de todos
dríamos llamar la conversión del lenguaje en dis- modos algo posterior.
curso";38 los deícticos garantizan el pasaje del puro En general, somos propensos a retener c?mo
poder-decir ("antes de la enunciación, la lengua no actual sólo aquello que viene después d~ una situa-
es más que la posibilidad de la lengua") 39 al pronun- ción en la cual no estaba aún comprendido. ~a pre-
ciamiento efectivo; representan el umbral que sepa- .sencia más inmediata parece siempre un conszguzent~,
que se recorta contra~ "en:~nces" ya borr?sº'. ~1-
"L'apparato formale dell'enunciazione", en Problemi di linguistica genemle guiendo esta impresión mtmnva, Kant escnbe. el
JI, ed. it. a cargo de F. Aspesi, Milán, II Saggiatore, 1985. [Ed. cast.: "El presente (en cuanto devenido) evoca un estado
lenguaje y la experiencia humana" y "El aparato formal de la enunciación",
precedente como correlato, aunque ahora sea
en Problemas de lingüística general.]
37. Benveniste, "La natura dei pronomi", ob. cit., p. 304. Todos los deíc- indeterminado, del evento actual: el cual s~ refie:e
ticos ("esto", "yo", "aquí", etcétera) se refieren a la enunciación de la cual 'l su "consecuencia".40 Todo consiste, sm
a e como l "l ,,
son parte, es decir, a la enunciación presente, al momento en el cual se pro-
fieren. Por lo tanto, todos los deícticos comprenden en sí, implícitamente, al
embargo, en interpretar adecuadamente~ .uego
"ahora". El "éste" es siempre el "éste" que estoy diciendo "ahora", un éste- que forja y define a cada actualida~, autenn~a'. Es
ahora; igualmente, el "aquí" es un aquí-ahora, etcétera. El deíctico tempo- cierto que no se trata de un "luego cronolog1co.
ral, el "ahora", precisamente, califica a toda la clase de signos ostensivos (en
la cual, por otra parte, está incluido como un elemento particular).
. b · "S da analoaia della
38. Ibíd., p. 305. 40. Kant, Critica della ragron pum, o . cit., econ º
39. Benveniste, L'apparato forma/e dell'emmcinzione, ob. cit., p. 99. esperienza'', PP· 208-09.
120 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 121

Cuando se constata que el acto de hoy es sucesivo al contexto: goza por lo tanto de una consistencia au-
acto de ayer, distinguiéndose de él por contenido y tónoma. Pues bien, utilizando libremente las pala-
fecha, se ilumina la relación entre dos presencias colo- bras de Kant, se podría decir: las facultades y el
cadas diversamente en el tiempo, pero no se explica mundo, esto es el no-ya, son el "estado precedente" que
qué cosa asegura a ambas (a la antigua no menos que a "el presente (en cuanto devenido) evoca( ... ) como
la nueva) el rango de presencia. En efecto, sólo algo a lo correlato, aunque ahora indeterminado, del evento
cual ya pertenece el modo de ser de la actualidad pue- actual". Y subrayamos que el no-ya es un "estado
de situarse "antes" o "después" en el calendario. La precedente" destinado a permanecer siempre in-
posterioridad cronológica presupone, por lo tanto, la determinado.
presencia de lo que deba dar razón. Todo acto posee un doble pasado. Por un lado, el
No por esto dejamos de lado la impresión intui- conjunto de actualidades antiguas que le han prece-
tiva en base a la cual equiparamos el evento actual a dido en el tiempo y, en cierta medida, lo han causa-
un "despues ' que ". H ay que reconocer, s1,, una se- do. Por otro lado, la duradera potencia que no halla
gunda especie de posterioridad, que va más allá de morada en el decurso cronológico, resultando siem-
la cronología. Tras las frases realmente pronuncia- pre anterior a cuanto se inscribe en ella cada vez. El
das, la enunciación en curso instituye, no obstante, acto es la encrucijada en la cual confluyen y se inter-
un "después" también respecto al poder-decir. For- secan estos dos "antes" tan disímiles:
ma un todo con el "ahora" precisamente porque es
posterior a aquello que no transcurre en el tiempo, PASADOI---"' ACTO ~---PASADOII

a la potencia sin fecha, a un "entonces" absoluto. (actualidad antigua) ("ahora") (potencia o no-ya)
Por otra parte, lo mismo vale para las frases pronun-
ciadas en el pasado; ellas también, si se consideran La doble posterioridad que distingue a cualquier
singularmente, fueron otros tantos "luego" en relación acto está en el origen de numerosos quid pro qua.
con el poder-decir. Ulterior o sucesiva es la presencia Con frecuencia sucede que se reduce el pasado-po-
como tal: la pura y simple inserción en el devenir, no tencia a pasado cronológico, cambiando la facultad
una posición específica en él. Un "luego" de ningún por alguna notable ejecución pasada, a la cual se le
modo relativo le corresponde a cada acto, cualquiera atribuye el valor de canon o ejemplo imitable. Pense-
sea su fecha y contenido, sólo porque sucede. El acto mos, además, en el fenómeno mnésico del déja vu,
no es más no-ya: viene después. Si el no-ya fuese una analizado en la primera parte del libro: quien cree
mera categoría lógica (lo contrario de la actualidad), revivir un acontecimiento ya sucedido, mientras
aquel "no ser más" conformaría una tautología tri- efectivamente está ante algo inédito, no hace otra
vial. Pero no es así. El no-ya posee la semblanza cosa más que disfrazar la potencia con los trajes de
más que nunca familiar de la facultad y del mundo- una remota actualidad, totalmente ficticia, la que
122 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tienzpo 123

ahora parece replicarse con los detalles más trivia- la facultad con la ejecución se advierte, por lo tanto,
les. Las versiones más livianas de la teoría del "eter- un desnivel (sin el cual, por otra parte, ni siquiera se
no retorno" le confieren al déja vu hasta el blasón podría hablar de un orden temporal, distinguiéndolo
de una verdad metafísica: se postula la inexorable del decurso cronológico): el acto es el "luego" empí-
recurrencia de palabras ya dichas y de acciones ya rico de un "antes" puro; es sucesivo, sí, pero respec-
realizadas, allí donde, en cambio, los que retornan sin to del pasado en general. Está en cuestión la poste-
pausa son solamente el poder-decir y el poder-hacer. rioridad de esto que se da en el tiempo con respecto
El quid pro quo está estrechamente emparentado con al tiempo como un todo unitario, representado an~­
la experiencia de la repetición (no importa si real o ilu-. lógicamente por el permanente no-ya de la potencia.
soria): el prototipo del acto ahora repetido, o bien de
un acto pasado que fue repetible, asume en sí, de modo (b) Sabemos que Aristóteles analiza_ la dupla, poter:icia/
subrepticio pero decidido, la característica de un "en- acto desde tres distintas perspectlvas: segun el tiem-
tonces" cronológico y de un "entonces" potencial. po ('r<f xpóv<¡> ), según la esencia ('rij oucrCct), se~n la
Precisamente, tal yuxtaposición usurpadora explica el noción (Twt. /...ó"yw). Queriendo mantener una s1me-
t. 1 • • ,,,.
aura perturbadora (en estricta acepción freuciiana) y tam- tría, aunque sea sólo extrínseca, con ia expos1c10n
bién la ambigua autoridad que envuelve con frecuen- aritotélica, se puede decir que hasta este punto la
cia al fenómeno que se reitera. prioridad de la potencia ha sido disc~tida Tcf XPÓVq>,
Recapitulemos. En el orden temporal, como lo en clave directamente temporal, mientras que de
indica la relación entre potencia y acto, decae la ahora en más se privilegiarán las otras dos vías. La
primacía tradicional de la presencia: lejos de cargar misma prioridad será indagada, rápidamente, e~ has:_
también con la función de epicentro y vertiente de a la esencia T'l] oucrCcx; luego en base a la noczon, Tq>
la temporalidad, el "ahora" muestra ser algo deri- AÓ'Y<;?· Las' argurnen~aciones que vierte s~br~ "qué
vado, algo posterior. El acto instituye la categoría del cosa es" (esencia) y sobre el modo de aprendiza Je (no-
presente en cuanto es un "luego" respecto de la fa- ción) no se distancian, sin embargo, de aquella tem-
cultad y el mundo-contexto; despliega una función poral. Por el contrario, se .limitan ~ re~orrn~ar.la y
temporalizante, concurriendo así a determinar el de- profundizarla. Decir Tij oucrCct y Tq> A..o'Yq> s1g111fica
venir en el cual también se ha hundido, porque fi- decir también TW xpóvw o "según el tiempo".
gura como "no más no-ya". La potencia es el pasa- Conviene sefi.alar ot~a vez un terna ya examinado
do del acto. Se trata, sin embargo, de un pasado in- en detalle. En el decuno cronológico, potencia y acto
definido, sin trama, inenarrable, ya que no fue nun- son siempre simultáneos. La facultad del lenguaj~,
ca, a su ?ez, actual. La potencia no es simplemente de por sí no sujeta a una ubicación temporal, parti-
anterior, sino que asienta y mantiene abierto el ho- cipa oblicuamente en el devenir a c~usa de su r~l,'.1-
rizonte mismo de la anterioridad. En la relación de ción con una enunciación transitona; esta relac1on
124 Paolo Vimo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 125

emerge cuando el acto de habla tiene lugar; de esto configura un pasado sui generis, no atrjbuible a la
deriva que el poder-decir participa del devenir sólo cronología porque, en conformidad con su propia
en el preciso momento del devenir en el cual la esencia, es siempre algo que era.
enunciación es pronunciada; la potencia comparte, El estado anterior al que la potencia se refiere no
por lo tanto, la fecha que le toca en suerte al acto al tiene nada de enigmático. Este "entonces" no data-
cual está correlacionada. Ya se aclaró, empero, que ble corresponde a la condición de desorientación en
ambas simultaneidades no se compenetran armo- Ja cual deambulan los seres vivientes que no dispo-
niosamente ni permanecen indiferentes la una a la nen de un "ambiente" prefijado e invariable. Ya se
otra; el acto niega la potencia concomitante, provo- ha observado que la potencia es el emblema de tal
cando su eclipse. La facultad es contemporánea a la condición, ya que exhibe la laguna temporal (es de-
ejecución, pero, hay que añadir, a la ejecución que cir, la inactualidad o el no-ya) en la cual se resuelve
la objeta y contraviene. Sobre el fondo de estos nexos ante todo la falta de un nicho ambiental tranquiliza-
archiconocidos preguntémonos: ¿cuál es la natura- dor. Las facultades genéricas (que no deben c~nfun­
leza esencial, la ouaí:a de la potencia? dirse con un conjunto limfrado de acciones poten-
En el instante en que se cumple el acto, simultá- ciales) muestran la pobreza de los instintos especia-
neamente a dicho cumplimiento, la potencia queda lizados, y expresan claramente la indecisión que de
escindida. Dicho instante es el presente, el "ahora". ellos deriva. Con una suerte de procedimiento ho-
Pero si ahora es escindida, la potencia debe haber exis- meopático, esas facultades oponen a la indetermi-
tido ya precedentemente; solamente entonces, al con- nación amenazadora del contexto mundano su pro-
trario, fue de veras ella misma (porque todavía estaba pia indeterminación o plasticidad, ofreciendo así un
exenta de negación). Su índole positiva se manifiesta refugio casi indistinguible del peligro. La condición
en forma retroactiva: como un estado anterior que de desorientación y de indecisión p1-ecede a cualquier
relampaguea por primera y única vez en el momento praxis histórica, sustrayéndose por otra parte al cóm-
en el cual es expulsado. La esencia (ouaí:a) de lapo- puto cronológico: para designarla utilizamos el tér-
tencia consiste, por lo tanto, en el "antes" que ahora mino "prehistoria". Sobre eJ concepto de prehistoria
es negado por el acto. Esto que actualmente es inter- nos detendremos largamente en la tercera parte del
dicto puede ser nombrado y definido sólo mediante libro; pero aquí es conveniente esbozar su fisono-
el aspecto verbal del imperfecto: a propósito de la mía. Prehistórica es la esencia de la potencia, su
facultad del lenguaje o de la fuerza de trabajo, no se ovaCa: un pasado que no cuaja en una época deter-
debería hablar de "qué cosa es", sino de "qué cosa era". minada, pero flanquea todas las actualidades sucesi-
Sin creer, sin embargo, que la facultad era algo posi- vas. Mejor aún: un pasado al que experimentamos
tivo en quién sabe qué surco del pasado, mientras sólo cuando es removido y confutado por la actua-
que ya no lo es más. Al contrario, la misma facultad lidad concomitante. El acto es una reacción polémica
Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 127
126 Paolo Virno
de la materia; otros lo han entendido como un recur-
a la carencia de "ambiente" que la potencia atesti- so epistemológico que permitiría fijar los rasgos
gua. Todo acto niega la desorientación prehistórica y constitutivos de una determinada cosa en su misma
la indecisión prehistórica inherente a la facultad- re- pureza, es decir, antes de examinar la variopinta mies
chaza aquel "antes" numinoso en el que no había 'más de predicados accidentales o contingentes. Un gran
que inestabilidad e incertidumbre; ofrece un reme- mérito de Pierre Aubenque en El problenia del ser
dio provisorio a la laguna temporal (o duradero no- en Aristóteles es mantenerse fiel, en cambio, "al sen-
ya) que distingue a la existencia desambientada. tido ingenuamente temporal de lo imperfecto", de
Po; su naturale~a esencial, la potencia es algo que aquel imperfecto al cual recurrimos para indicar
era. E1 empleo del imperfecto evoca inevitablemente "una continuidad de duración que se extiende retro-
la fórmula con la cual Aristóteles define a la esencia activamente antes de un advenimiento tomado como
en general: TO TL .Jlv ELvm, esto que era el ser, quod punto de referencia". 42 Precisamente, la interpreta-
erat esse.41 El significado de esta expresión es contro- ción de Aubenque permite abordar con seguridad el
v:rtido: el ~v, el "era", a algunos les ha parecido el hiato imposible de colmar que separa la naturaleza
signo de la anterioridad causal de la forma respecto esencial de la potencia, delineada poco antes, de la
ovuCa aristotélica. Ambas están familiarizadas con
, ~H. Aristóteles, Metnjisica, VII, 1029 b 13: EcrTi TO TL ~v E[vm Ei<acrTw la dimensión del pasado, a ambas les cabe la locución
o AE"(ETm 1m{}' auTÓ, la esencia (literalmente: lo que era el ser) de tod~ TO TL -Yjv ELvm: pero son totalmente distintos, en los
cosa es eso que aquella cosa es por sí misma. Es conocido que Heael insti-
tuye_ ~n n~xo d_i~ecro_ er:trf la,.esencia y el pasado, recordando :sí la ex-
dos casos, el valor y el campo de aplicación de lo
• r
pres1~n anstotehca To TL 'fJV ELVC<L: "La lengua alemana ha conservado la imperrecto.
esencia ~H7esen) en el tiempo pasado (ge-úJesen) del verbo ser (Sein); ya que Aubenque muestra que, para Aristóteles, el "era"
la esen_c1a es el ser que es pasado, pero pasado sin tiempo" (G. W. F. He-
gel',Sc1enza della logICa ~1812-16], trad. it. de A. Moni revisada por C. Cesa, se origina en la muerte (si se habla de un viviente) o
Ban, Laterz~, 1'.768, L1~ro segundo, "La doctrina de la esencia", p. 433). en el estancmniento (para un objeto inanimado al que
·d cast.: C1enc1a de In log1cn, Buenos Aires ' Hachette ' 1974]. Men os cono-
[Ed. le es connatural el movimiento): deceso y quietud
c1, o, tal vez, es el intento de Schelling de entender la esencia de Dios no
solo corno "eterno presente", sino también corno "eterno pasado". En Die son los dos acontecimientos discriminantes, a cuya
T#ltnlte1"(1811-l5, ed. póstuma 1861), escribe: "Corno no es posible pen- espalda se desarrolla retroactivamente el "qué cosa
sar un presente que no repose sobre un pasado, tampoco es posible pensar
un pre_sente eterno que no tenga corno base a un pasado eterno" (F. W.J.
Schellmg, Le etñ del mondo, ed. it. a cargo de C. Tatasciore, Nápoles Gui-
da; 1991,.p. 98). _Y poco después: "Un SCl"-consciente eterno es ¡~pen­ conciencia; pero sí se puede pensar que, en el mismo acto indivisible del
sable, o bien, eqmvalente a la ausencia de conciencia. [... ]No hay nin!!Ún devenir-consciente, estén comprendidos al mismo tiempo el elemento in-
devemr-consc1ente (tal corno no hay ningún ser-consciente) sin tener 0 :i.,. consciente y el consciente de Dios, uno corno el eternamente presente, e!
de pasado. [... ]Por eso toda conciencia tiene corno fundamento al inco~­ otro, con la determínación de eternamente pasado" (ibíd., pp. 100-101).
:1
sCJente, y es en devenir~consciente que éste se instala corno un pasado de 42. P. Aubenque, Le problerne del' frre chez Aristote, París, PUF, 1962,
aq_uello que deviene consc1~nte. ~ora, n.o se puede pensar, obviamente, que p. 466. [Ed. cast.: El problemn del ser en Ai-istóteles, Madrid, Taurus, 1987.]
Dws haya estado por un cierto tiempo mconscíente y luego haya cobrado
128 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 129

es" de un ente. 43 La esencia adopta la forma de una pasado potencial que representa por analogía el tiem-
biografía ya concluida, de una parábola a recapitular po en su conjunto). Morir significa, pues, obtener una
a la luz de su agotamiento. Sólo de un difunto puede perfecta actualidad. La oucrCei aristotélica imita el
afirmarse que es esencialmente sabio, no de quien trabajo de la muerte: las palabras dichas y las obras
corre aún el riesgo de caer en la estupidez: pero del llevadas a cabo están escindidas irrevocablemente
difunto hay que decir que era el ser-sabio ('Íiv ELvm, del poder-decir y del poder-hacer. Pero el poder-
por lo dicho). Al pasado del cadáver se le opone con decir y el poder-hacer no son pliegues accidentales,
toda evidencia el pasado entreabierto de la poten- sino que constituyen el rasgo más estable y durade-
cia. Este último es coextensivo a todo evento o acción ro (menos contingente, en suma) del hombre vivo.
o discurso de la vida: el "era" no archiva una serie fini- De modo que el "era" pronunciado durante el vela-
ta de actos consumados, sino que surge en concomitan- torio, que sanciona y celebra el fin de la diferencia
cia con el acto individual en vías de cumplimiento, ya entre potencia y acto, toma sólo a la esencia del
que se refiere al no-ya del cual éste está siempre pre- hombre muerto. Este imperfecto adorna al difunto
cedido. La potencia es el pasado irrealizado con el de un cierto número de recuerdos salientes, exi-
cual no deja de medirse el viviente mientras vive: fa- giendo a cambio el olvido del otro "era", aquel
cultad, mundo, prehistoria, tiempo como un todo consustancial al viviente, que designa al pasado no
unitario. cronológico en el cual se instalan el poder-decir y
Morir significa no tener más tal pasado,44 perder el poder-hacer.
el "antes" sin fecha, ver cerrado el horizonte de la
anterioridad (la falta de futuro cronológico es ape- (c) Es necesario detenerse, finalmente, en la anterio-
nas un corolario o reverbero de la privación de aquel ridad de la potencia respecto del acto desde el pun-
to de vista cognoscitivo. En la jerga aristotélica: so-
43. "Es la muerte de Sócrates la que forma la esencia de Sócrates: la de bre la anterioridad 'TW A.ó-yw, "segu'n la noción".
L L
un justo iniustamente condenado. Es ella la que permite disociar lo que hay
de contingente en la existencia histórica de Sócrates y los accidentes de su
¿Cómo informarnos de una facultad? ¿Con qué me-
vida que acceden a la dignidad de atributos esenciales de la socracicidad. La dios nos aseguramos una imagen y alcanzamos su
esencia de un hombre es la transfiguración de una historia en leyenda, de un naturaleza esencial?
destino trágico, por imprevisible, en un destino acabado; transfiguración que
se opera sólo por la muerte. En términos más abstractos, es de atribución
La potencia es un no-ya perpetuo. Del no-ya no
esencial en el caso de un hombre (si entendemos por esto una atribución se tiene información por medio de una pe1-cepción
propia, y no solamente genérica) sólo en el imperfecto, es decir, inscribiendo
en el sujeto que no es lo que es porque no lo es más." (Ibíd., p. 469)
44. Desde el punto de vista de la ovrr(a aristotélica, el muerto es aquel nuestro estado después de la muerte, o sea, la representación de un más
que no tiene m<1s futuro; desde el punto de vista de la potencia, por otra allá complaciente o penoso, no sólo señalan un afán por el porvenir, el
parte, el muerto es aquel que ha perdido irrevocablemente el pasado en deseo de disponer de un futuro pese a todo, sino también la instancia de
general, la dimensión del "entonces", el i'jv. Los intereses religiosos por conservar el propio pasado no cronológico, o sea, la propia potencia.
130 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 131

inmediata: el objeto exclusivo de la aprehensión morable y solamente memorable, la potencia apa-


perceptiva es, efectivamente, una presencia. A ve- rece como algo prioritario en relación con el acto
ces se cree que el no-ya potencial coincide con el concomitante, realzado sobre todo por el aparato
porvenir; si así fuera, su conocimiento requeriría perceptivo. . ., . .
una prefiguración, provista a lo más del estado de La percepción y la prefigurac10n tiene~ sie~-
ánimo de la espera. Pero se trata de un error. Me pre en la mira una presencia (efectiva o hipotetl-
está permitido prefigurar y esperar la realización ca), 0 sea, un acto (real o eventual): Por el contra-
hipotética de un determinado evento, o sea eleven- rio el recuerdo se bifurca; se aplica tanto a una
to mismo en cuanto llegará a ser presente y per-. ve~sta actualidad, a vicisitudes bien definidas pero
ceptible; pero no la potencia, refractaria a cualquier ya lejanas en el tiempo, como al persist~n~e no-ya
realización. La previsión más exacta resultará in- de la potencia. Bifu:cándos~, la mei~1ona aa ~uen­
congruente frente a aquello que permanecerá la- ta del doble pasado del que esta precedido todo aho-
tente e imperceptible también en el futuro. ¿Cómo ra". El recuerdo de un acto reproduce la percep-
es el tema, entonces? Allí donde fallan la indaga- ción que se tuvo cuando él se realizó; representa a
ción sensorial y el reconocimiento prefigurativo 1 aquel que ha estado presente en un momento tra~,s­
acierta en cambio el recuerdo. Sabemos que el no- currido; permite reconocer un ente o una accion
ya del cual se halla investida una facultad viene ya aprehendidos en otra ocasión. El recuerdo de la
contradicho y puesto entre paréntesis por la eje- potencia, por el contrario, no se basa en una per-
cución concreta actualmente en curso. La facul- cepción p~evia: concierne a algo (un "antes" puro,
tad, que ahora es negada, era ella misma anterior- el horizonte de la anterioridad, el pasado en gene-
mente, en un pasado no datable, antes del eclipse ral) que no habiendo sido nunca presente, se deja
actual. La esencia positiva de la facultad no puede solamente rememorar. Conocer ex novo a una facul-
ser aferrada, por lo tanto, más que desde una mi- tad equivale en todo y por todo a reconocerla; el
rada retrospectiva. La mente cierra el cerco sobre la poder-decir y la fuerza ~e trabajo so~ ~epresent~­
potencia valiéndose únicamente de la memoria. Del dos orio-inarianzente por la huella mnes1ca. Referi-
poder-decir o de la fuerza de trabajo me formo una da a la '~otencia, la memoria instituye la noció1: ,de
noción precisamente porque me acuerdo o los evo- lo que reevoca: ella instaura, sí, una.reproducc10n,
co. La anterioridad de la potencia en el ámbito del pero una reproducción productiva. La imagen retr?s-
saber, Te{) A.ó-y<f, no depende del hecho de que se la pectiva que, lejos de sobreente~derlo, d:te_rm~~1a
conozca antes de conocer el acto (bajo el perfil cro- al propío objeto, deja fuera del Juego l~ distmcion
nológico, por el contrario, me percato simul- entre "originaln y "copia". Ya que existe para la
táneamente de una y otro), sino del peculiar 1nodo mente solamente en virtud del recuerdo, la poten-
de conocim.iento que le corresponde: el recuerdo. Me- cia que ahora rememoro es, conjuntamente, pro-
Paolo. Vinw Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 133
132

totipo y réplica, manuscrito y reimpresión, sonido por lo tanto, corno un modo autónomo de conoci-
y eco.45 miento. Discutido a fondo en la primera parte del
¿Cómo se despliega, concretamente, el conoci- libro, el recuerdo del presente amerita nuevamente
miento rnnésico de la potencia? ¿En qué ocasiones, nuestra atención.
diseminadas en la experiencia ordinaria, tiene lugar Resulta útil insistir, sobre todo, en un aspecto.
una reprnducción p1·oductiva? La inclinación de la Cuando se recuerda el momento actual mientras se
memoria a dar forma de pasado también a eventos lo está viviendo, el auténtico objetivo de la memo-
o estados de cosas que no son pasados, es concluyen- ria no es, en efecto, el presente en sí, sino el pasado
te. Es así, en efecto, corno la dimensión del "antes" indefinido, es decir, no cronológico, en el cual el
se emancipa del decurso cronológico, dejando de presente, por el solo hecho de ser recordado. está
identificarse con el cúmulo de las realizaciones pre- inevitabiemente inmerso. Son por ello tres, n~ dos,
cedentes. El fenómeno (para nada excepcional, sino los elementos en juego: (a) el presente percibido,
fisiológico) que atestigua tales inclinaciones es el tomado como un acto; (b) el presente recordado,
recuerdo del presente: "la totalidad de lo que vernos, híbrido anillo intermedio (puesto que en él el mis-
sentimos, probamos, se desdobla a cada instante en mo acto es reconducido a su haber sido posible, o sea,
., por un 1ado y recuer do por ot ro " .46 T1'-
percepc10n a la condición de "acto potencial"); (c) un pasado sin
pico de este fenómeno es que la actividad mnésica fecha, que se identifica con la potencia. Si (a) es un
no presupone ni calca a la perceptiva, sino que la discurso, (c) toma el aspecto de la facultad del len-
flanquea en perfecta simultaneidad, afirmándose, guaje; si el "ahora" es escandido por un placer, el
"antes" indeterminado consiste en la disposición al
45. Considérese esta observación de Kierkegaard: "Repetición y re- goce; etcétera. El tercer elemento (pasado-potencia),
cuerdo son el mismo movimiento, excepto que en sentido opuesto: el ob- por indefinido, necesita del segundo, dotado en cam-
jeto del recuerdo, en efecto, ha estado, viene repetido dcsd~ atrás, i_n~en­
tras que la repetición propiamente dicha recuerd.a a su o?¡eto. anuc1pa-
bio de una precisa fisonomía empírica, para llegar a
damente". (S. Kierkegaard, Ln ripctiziane. Un cspemnenta ps1calog1co [1843), ser realizado. Aun cuando parezca una simple refrac-
ed. it. a cargo de D. Borso, lviil<ln, Guerini e Associati, 1091, p. 12 [ed. cast.: ción de (b), casi una escoria, (c) es, empero, el resulta-
Ln 1·cpctíció11, Madrid, Guadarrama, 1976]). La repencíón es un recuerdo
operativo mediante el cual se restablece la cosa pas~1cla; el recuerdo es una
do y el fundamento de todo el proceso. Se podría decir
repetición incorpórea, mediante la cual se sustituye la cosa pas~da ~º?su también que (c) es la conclusión de una inferencia si-
imngcn. Pues bien, en la rrprnducción prnductiva se ev~~ora toda d1scnrr:ma- logística de la cual (a) y (b) son·sólo las premisas.
ción entre imagen mnésica y cosa pasada. A ~ropos:to de la ~~tencia, el
rerrreso-a (rememoración) y el retorno-de (re1terac10n pragmauca) enca-
Resulta útil uría comparación con la reminiscen-
ti •, • u •• ,
jan perfectamente. La reproducc10n productiva es tanto una repeuc10n cia. Esta última es el procedimiento mnésico me-
hacia atrás" como un "recuerdo anticipado". diante el cual recordamos algo que no sabíamos que
46. H. Bergson, Il r-icardo del presente e il falso nconosci111ento (1908), en
Íd. Jl cm;efla e il pensiero (trad. it. con título modificado de L'éne1-gie spiritll-
sabíamos, dado que ha sido cubierto en adelante por
elle [1919], a cargo de M. Acerra, Roma, Editori Riumti, 1990, p. 108. el olvido incluso del hecho de haberlo olvidado.
134 Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 135
Paolo Virno

Aristóteles piensa que la reminiscencia es "una es- Toda autorreferencia gira sobre la relación entre
pecie de silo~ismo" (syllogismós tís): 47 una imagen pre- potencia y acto. Las fórmulas "lenguaje que habla
sente (premisa mayor) suscita el recuerdo de una del lenguaje" y "pensamiento que se piensa a sí mis-
vicisitud pasada (premisa menor), la que a su vez mo" significan: un acto de palabra que da cuenta
por afinidad o por contraste, se coloca e~ la huell~ del poder-decir, un acto de reflexión que coloca por
de un objet~ ulterior e imprevisto (conclusión), ver- delante la facultad de reflexionar. Toda autorre-
dadero bot1n del esfuerzo rememorativo. También ferencia posee una estructura temporal y una tona-
el recuerdo del presente es una ilación basada sobre lidad evocativa. Se pone a prueba, de hecho, en una
tres _té.rm~nos; ta~.bién él arriba a un quid que no se · diacronía, enlazando el "ahora" del acto al indeter-
pod1a md1car ant1c1padamente. La similitud evidente minado "ya entonces" de la potencia. Toda azttorre-
esconde, sin embargo, una heterogeneidad radical. ferencia es un recuerdo del presente. Como hemos vis-
L.as p~~~isas de la reminiscencia son dos imágenes to poco antes, cuando se recuerda el instante en
bien "istmtas, puesto que se refieren a eventos di- curso se recuerda la facultad correlacionada con el
versos. Por el contrario, el syllogismós tís que opera acto que se está ejecutando: por ejemplo, la facul-
en el recue~do del presente parte de una dupla de tad del pensamiento si el instante en curso está ca-
representaciones (presente percibido y presente re- racterizado por una meditación. Toda autorreferen-
cordado) totalmente idénticas en cuanto a contenido cia exitosa, esto es, la que no se empeña en círculos
fac~al: tanto (a) :orno (b) versan sobre lo que vemos, viciosos, es siempre indirecta, mediada por la memo-
sentimos, experimentamos ahora mismo. La única ria; se resuelve en una mirada retrospectiva sobre el
discriminación entre estas premisas es su índice tem- hic et nzmc; posee la forma de un silogismo SLti generis,
poral: el presente recordado, término medio de la cuya conclusión no es un estado de cosas sino el pasa-
inferencia, está inserto en un "entonces" puro 0 for- do en general.
mal, aunque de todos modos extraño al calendario.
De la doble consideración del mismo hic et nzmc no Escolio. La auton-eferencia se pervierte en un regreso
se consigue recuperar otro estado de cosas olvidado al infinito toda vez que el recuerdo del presente no es experi-
(como suce~,e, cont~ariamente, en la reminiscencia). mentado como tal, sino asociado al sentimiento patológico del
La conclus10n del silogismo concierne más bien a déja vu. Es sabido que en el déja vu la potencia toma la falsa
l~ mi~ma di(er:ncia temporal que, por sí ~ola, posibi- fisonomía de un acto antiguo, de aquel acto originario, ocu-
lita discermr dos premisas por todo lo demás igua- rrido quién sabe cuándo, que el instante en curso estaría repi-
les. Este pasado es el producto original e imprevisto tiendo con extrema fidelidad. La facultad del leng1taje, por
de una reproducción mnésica peculiar. ejemplo, se reduce fetichísticamente a una o dos enunciaciones
anteriores a la presente. Pues bien, el regreso al infinito es
47. Aristóteles, Della meu101-in e della reminiscenza, 453, a 10. provocado por el intento de aferrar el acto modelo que ahora
136 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 137
parece calcm·se. Pronuncio una frase: tengo un gato; luego lo considera como algo (re)conocido antes que como una
acuiio su doble metalingiiútico, provisto de comillas: "tengo un fuente de conocimiento?
gato", pretendiendo mostrar de tal modo el modelo que está en Asu vez objetivada y representada, la memoria mere-
la base de la frase en cuestión. Un modelo huidizo, sin embar- ce el título de 1netapotencia porque constituye el género
go. El 1neta!engua:fe de primer nivel prempone otro más co1n- del cual_las facultades remanentes son las especies. El po-
prensivo ("tengo un gato'), el que remite a su vez a un tercero der-?ecir y la fuerza de trabajo se limitan a ejemplificar
("tengo un gato'), y así sucesivamente, en una intenninable parcial y d~fectuosamente el pasado no cronológico en
fuga hacia atrás. Interminable porque lo que se persigue sin el q~e consiste la potencia: su contenido definitorio (lo-
pausa no es un acto de habla prhnigenio, sino el pum y simple cuacidad y poiesis) no es, de hecho, inmediatamente tem-
poder-decir (inconmensurable a todo aáo de palabra deternzinado, p.oral. Son un "entonces" (locuacidad y poiesis) sin fe-
sea arcaico o reciente, real oposible). El 1·egreso al il~finito no es sino cha, pero un "entonces" implícito, infundido en (y ocul-
la imagen dinámica, menur·ial ofebril de la misma aporía que en tado por) un elemento espurio. Contrariamente, el po-
el fenómeno del déja vu parece, en cambio, petrificada. der-recordar posee como único contenido la dimensión
misma de la anterioridad, es decir, el "entonces" como tal.
Hay por lo menos dos buenos motivos para atribuirle La memoria muestra, por lo tanto, el sustrato temporal co-
a la memoria el rol de metapotencia. El primero es eviden- mm; ~ toda: las fac;iltades; encama aquel pasado no cro-
te: ella es la facultad que permite experimentar todas las nologic~ _(gener?) ael cual ellas sólo son un ejemplo o una
otras facultades, y también al mundo como contexto sen- c?n.crec~on part:Icular (especie); bosqueja la potencia toda-
sible amo;:fo. El conocimiento de las diversas figuras con via mart:Iculada y privada de nombres propios.
las que se manifiesta el no-ya potencial tiene la propia En De Trinitate (libro X y XIV), Agustín reconoce una
condición de posibilidad en la capacidad de recordar. El analogía fundamental entre las facultades de la mente y
segundo motivo, más tortuoso pero no menos impor- las personas de la divina Trinidad. La memoria es la efi-
tante, exige una premisa. También la memoria es objeto gie del Padre, el intelecto imita la naturaleza del Hijo, la
de experiencia y conocimiento. También la memoria, a volunt:d responde al Espíritu Santo. Pero el Padre, pese
la par de cualquier aptitud o disposición, es un no-ya a ser solo una de las figuras trinitarias, encierra en sí a
nunca tocado por la percepción. También la memoria, toda la Trinidad.48 De igual modo la memoria, si bien
en síntesis, es conocida mediante un re-conocimiento representa sólo una de las prerrogativas de la mente,
mnésico; o mejor: mediante una 1·eprodztcción productiva.
Además de tener un recuerdo del poder-decir o de la fuer- 48. Agustín, De Trinitate, texto latino de la edición maurína con la
za de trabajo, se tiene también 1-ecuerdo del poder-recordm: traducción al italiano, introducción de A. Trape y M.F. Sciacca, trad. it. de
Hay que considerar, sin embargo, que este último sea el G. Beschín, Citta Nuova Editríce, libro X, 11, 18 (pp. 419-20): "Estas tres
e.osas, por lo t~nto:. memoria, inteligencia, voluntad, no son tres vides,
fundamento y la matriz de cada evocación ulterior de la sino una sola VId, m tres mentes, sino una sola; en consecuencia no son
potencia. Pues bien, ¿qué distingue al poder-recordar, si se . tres s~stancias sino una sola sustancia [... JDe hecho, no sólo cada ~ma est<1
139
Temporalidad de ltt potencia, potencialidad del tiempo
138 Paolo Virno
por lo tanto, un recuerdo que genera el conocimiento
co!ncide _también con la mente en general. Parte y todo al. del poder--recordar, del poder-pensar, del poder-querer.
rrusmo ~empo, ella es la aptitud subyacente a cualquier Yhay más: la mente en su conjunto no sólo tiene siem-
otra apti~d. Prueba ser la manera en la que sucede la au- pre memoria de sí, sino que es esta memoria, esta capa-
t?rrefle~on. Cuando se conoce a sí misma, la mente ave- ~idad de re-llamarse y de re-conocerse. Por lo tanto, las
ngua soore el poder-recordar, el poder-pensar, el poder- diferentes facultades, aprehendidas gracias a la memo-
qu:rer. Pero la mente, no hallando nada extraño o adven- ria, son también una especificación o una extensión de
ticio en l~ ~ente, se conoce a sí misma de un único modo: la memoria. El poder-recordar es la famltad de lasfaculta-
, . 49 Es,
re-conoc1endose en virtud de una activid aa' mnes1ca. des. En un doble sentido: vía de acceso cognoscitiva a las
múltiples aptitudes particulares; género o sustrato unita-
contenida en ~ada una, sino también todas están contenidas en cada una rio de tales multiplicidades. Doble sentido que encaja con
;eng.o memoria de tener memoria, inteligencia y voluntad. Tencro inteli~ la doble acepción, recién examinada, del concepto de nie-
bencia para entender, querer v recordar Tencr0 1 "'
recordar de entende " Id, . ' · . o vo untad de querer, de
en los cu~les c r . enocas en.~ustanc1a, pero distintas en los modos tapotencia.
. ada una entra en relacion con las otras, estas facultades ofre
~una un: gen perdspicua de la Trinidad. Aún, observa Agustín en el libr~ Escolio. La mente se conoce a sí misma por niedio de un
- ' se_s~e e en ten er frecuentemente que la mente no se conoced
ra explicita V, por lo tanto ícrnora u o! .d e mane- recuerdo. Pero la niente es siempre presente para la mente.
~:';;:~!;~~:i::i1~~~:~;:~::::,~:;:~?E~~~;,m,;::~;:;~~:~:,:: De 1nodo que> conclu:re Agustín, la evocación autorreflexiva
meno: que un conocimiento implícito de ia ment: por~ y~ q~e ~ada
!subsiste se resuelve en un recuerdo del presente. Aparece aquí, por
especie de me~10ría inconsciente, preliminar e indef:::bl: a men~e ..una primera vez, esta expresión, extrmia como un oxímoron, que
en germen _rodas las articulaciones de las facultades. La me;t~~~:º·~uene luego será utilizada por Bergson. Una expresión que debe ser
piensa en s1 misma, ciertamente no se ve a sí misma [ ) ª,n o no
ello, se coPoce con ·f ll . · · · pero no oostante
XIV: 6 8 [- -77]) 1~ SI uese e a mism.a la memoria de sí misma" (ibíd.
preservada de objeciones previsibles. ''Alguno dirá: 'No existe
' ' P· ) · · · or esto, la memona-Padre an · ·
L

mente por lo señalado a¡ Ti .. d d .


, . , . '
ucipa en SI, Imphc1ta-
una memoria que permita a la mente acordarse de sí misma,
qué sentido r ] d.' a rmlI a en.su.con¡unto: "conviene indacrar en de ella que estti siempre presente ante sí. De hecho, la me-
t ·•• se ice que e conocumento de todo lo que esta'ºen 1
mente
es así iaaun cuando
mente no no se~ pensa do, pertenece a la memoria. Si de hechoa
nio1·ia tiene por objeto a las cosas pasadas, no a las presentes'.
. l . r . [. .. ] Pero quien afirma que no hay memoria del presente,
~ólo t:~~;::·a ~:~:;:~cI~ ~l
, poseerla estas tres cosas· la m
amor por sí (otro nombre de la rnluntad); y
y en un segundo momento, cuando comie . . ua e s1, escuche lo que se dice hasta en la literatura profana: 'de sí mis-
amor por sí" (ibíd., XIV. 7 9 , nza a p_en;,ªr: la mtehgencia y el mo no.fue olvidadizo Ulises en aquel peligro tan grande'. Cuan-
memoria Ínter· . ' ' LP· 579]). y todavia: S1 nos referimos a la
, . , wr con la cual la mente se acuerda de sí 1 . r . do Virgilio dice que Ulises no se olvidó de sí mismo, ¿qué otra
~~1:~r:: 1~:~ !ªs~~~i:1~:~:;:~~d;e::~1~~n:~' ca la volunt~~ i:t~~~~r'.~::c~: cosa puede entenderse sino que se acordó de sí? Por lo tanto, ya
ju~t~s, están siempre juntas desde el m~ment~a~~s~:se ~es
cstan s1e1~pre que él era presente ante sí, no se habría acordado de algún
cxisnr, aquello que fue pensado, aquello ue no lo u . ª.n com:n,:a o a
das, que la imacren de ia y 'd d q fi e, aparecera, sm du- modo de sí, si la menioria no tuviese como objeto a las cosas
xrv, 7-10 [p. 5'81]) , 1 um a pertenece solamente a Ja memoria" (ibíd., presentes. En consecuencia [. .. ]se debe, sin caer en el abmrdo,
49. Véase ibíd., XIV, 10, 13 (p. 589).
140 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 141

llamar memoria a la facultad que permite a la mente ser pasado indefinido de la ejecución. Concomitancia pero
presente a sí misma". 50 El objeto de rememoración no es un también diacronía; diacronía pero también concomitan-
cúmulo 111ás o menos vasto de actos mentales, sino la mente cia. El doble requisito, a partir del cual Kant asigna el
como potencia trinitaria: poder-recordm; poder-pensm; po- peso al nexo causal (recuérdese el ejemplo de la estufa y
der-quere1: Pero sabemos que, para Agustín, las diferentes la habitación calentada), se ajusta plenamente, en rea-
facultades están ya todas comprendidas en una sola: la me- lida~, sólo a la relación de la potencia con el acto. Seme-
moria, designando a la cual se designa a la mente en su con- jante reconocimiento, no obstante, está lejos de agotar
junto. El recuerdo del presente, con el cual la 1nente se la cuestión. El desafío está en aprehender la intersec-
conoce a sí mis77Za, es por lo tanto, en práner lzrgm~ recuerdo ción entre concomitancia y diacronía.
del poder-recordar. El no-ya potencial y el "ahora" actual no \;esan de
ordenar el tiempo, como anterior y posterior, mientras
que transcurren en él como simultáneos; ni se abstienen
9. DOBLE JUEGO de transcurrir al unísono por el hecho de que lo orde-
nan mediante su esencial discrepancia. Para compartir
La relación entre potencia y acto, no-ya y "ahora", la misma localización temporal hay, por lo tanto, un
inactualidad y presencia, tiene un carácter anfibio. Par- anterior y un posterior; recíprocamente, para articular
ticipa del devenir y, al mismo tiempo, constituye la bi- e1 "antes " y e1 "despues, ", a1sponen
,. de una parep . d e si-
.
sagra v el marco del mismo devenir. Se inscribe en el de- multáneos. La concomitancia tiene por objeto o campo
cu;so ~ronológico pero, por otra parte, determina el or- de aplicación una diacronía: concomitancia de los diacróni-
den temporal en el cual se origina dicho decurso. A pro- cos. A su vez, la diacronía se hace valer en el interior de
pósito de tal relación, parece destinada al fracaso toda una concomitancia: la diacronía de los concom.itantes. Allí
tentativa de trazar una clara línea divisoria entre fenó- donde está la díada potencia/acto resulta inútil disputar
menos temporalizados y estructuras fundamentales de acerca de si hay un simple decurso cronológico o un orden
la temporalidad, apariencia empírica y desví~s o.c~ltos. temporal inadvertido, pues sobre todo prevalece siempre
La pareja potencia/acto se instala desde el prmc1p10 en una zona intermedia en la que tales ámbitos se hibridizan
los límites de sus hipotéticos confines, mostrando una y, más aún, se incluyen mutuamente. Si el acento se coloca
clara inclinación por d doble juego. sobre la concomitancia de los diacrónicos, hablamos del
Es preciso mirar esta ambivalencia connatural. En el decurso que está sometido a lo que, sin embargo, ordena. En
decurso cronológico, potencia y acto son simultáneos; y caso de que se subraye la diacronía de los simultáneos, re-
a la inversa, en el orden temporal, ambos términos se saltamos el orden instituido por lo que, no obstante, transcurre.
disponen como anterior)' posterior, siendo la facultad el Esta especie de tormenta magnética que amalgama y
confunde puntos de vista hasta ahora cuidadosamente
50. Ibíd., XI\~ 11, 14 (pp. 589-91 ). separados, es, cuanto menos, instructiva. Señala el lími-
142 Paoló Vimo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 143

te con el que tropieza el esfuerzo de ilustrar el connu- de nadie en que la distinción entre "orden" y "dec~rso"
bio de potencia y acto, mediante categorías (orden tem- se empaña y torna incierta. C?m~ s.abemo~, aqm pre-
poral, decurso cronológir:o) que, bien visto, lo presuponen. domina la concomitancia de los dzacronzcos (o bien, aunque
La potencia, duradero no-ya, representa el tiempo en es lo mismo la diacronía de los concomitantes). O~e­
su conjunto; el acto, "ahora" huidizo, indica una posi- deciendo a ~ste predominio, se deberí~ deci:: potencta y
ción determinada en el calendario. Pues bien, el tiempo acto son un "antes" y ztn "luego" siempre snnultaneos; el n?-
total (potencia) y la presencia infratemporal (acto) no va precede al "ahora" con el cual, por otro lado, coex:s-
son de ninguna manera concebibles fuera de la unión ~e; el pasado puro, cuajado en la facultad del lenguaJe,
que los conecta. Es la relación, ella sí originaria, la que es contemporáneo al presente empírico que la pala~~ª
hace subsistir los correlatos como polaridades diferen- · realmente pronunciada escande cada vez desde el m1-
tes y hasta inconmensurables. La distinción entre tota- cio. He aquí las proposiciones elenientales, ~sea, no des-
lidad del tiempo y realidad temporalizada se apoya so- componibles, sugeridas por el esbozo tard10.
bre (y procede de) su entrelazamiento preliminar. Sólo De la pareja potencia/acto se compr~nde muy poco
presuponiendo este entrelazamiento, esto es, el binomio si no se la indaga en cuanto al tiempo. EJemplo: los dos
potencia/acto, es lícito discutir alternativamente de un términos manifiestan su radical diferencia (de. naturale-
"orden del tiempo" y de un "transcurso en el tiempo". za, no, de grado) sólo a condició~.?~ ser entendidos co~o
No debe sorprender si tales categorías heterogéneas, pasado y presente. Pero no es ~1fíc1l constatar que la mIS-
cuando son llamadas a explicar el propio fundamento co- ma pareja modifica y profundiza,_ por su parte, la com-
mún (el binomio potencia/acto, por lo señalado), se di- prensión del tiempo en general. E1emplo: desd~ q:e. asu-
suelvan la una en. la otra, converjan en un enredo inex- men la forma de potencia y acto, el pasad? y ei pr . . sei:te
tricable, tiendan nuevamente a la indistinción. La for- no designan más momentos sucesivos, smo d1mens10-
mación de una zona intermedia o tierra de nadie entre nes concomitantes. Los conceptos temporales (no-ya,
dos planos juzgados como inasimilables revela, al sesgo ahora simultaneidad, diacronía, etcétera), utilizados para
y a posteriori, cuán única y misma es la raíz de ambos. anali;ar la relación entre facultad y ejecución, ~o peri:na-
¿Qué se gana con este esbozo sintético sobre el esta- necen inmutables al final del análisis. El peculiar obJeto
tuto temporal de la potencia y el acto? Deben descar- al que se aplican los deforma y complica, alterando s_u
tarse ya todas las formulaciones unilaterales que, ais- significado primitivo. El pas~d~ en cuanto poder-d~cir
iando un ánguio de perspectiva particular, lo sustraen 0 fuerza de trabajo es algo d1stmto del pasado ordma-
de la tormenta magnética. El carácter anfibio o ambiva- rio, depósito de palabras ya dichasy tra?~jos ya efec~a­
lente de la díada en cuestión coincide con su modo de dos. La relación entre facultad y eJecuc10n, que explica-
ser más imnediato. No es válido como análisis definitivo mos se transforma así, a partir de m1 cierto punto, en la
pero sí como punto de partida. Para expresarlo convie- verdadera clave explicativa. Este movimiento circular
ne colocarse rápidamente, con naturalidad, en la tierra (el explicandmn que retroactúa sobre el explicans) es, tal
144 Paolo Vinw Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 145

vez, el signo distintivo de una aproximación materialis- sencia. Precede al "ahora" en cuanto tal. Pues bien, el
ta a la cuestión de la temporalidad. O, por lo menos, de pasado potencial es el soporte de la temporalidad. Si la
una aproximación que renuncia a utilizar los recursos expresión no fuese sumamente equívoca, a él le corres-
de la teología. El tiempo puede ser pensado solamente pondería el título de "tiempo originario". Este "antes"
mediante el auxilio de un fenómeno que él mismo ha al que no corresponde nada real es el hilo rojo que hilva-
permitido pensar; a condición, por supuesto, de que el na y une la trama del devenir; hace de fondo constante
fenómeno sea tal que provoque, por contragolpe, un del ayer, el hoy y el mañana del calendario; delinea el
drástico repensamiento de las nociones temporales mo- horizonte contra el que se recortan las sucesivas actua-
vilizadas desde el principio para su consideración. lidades. El pasado potencial exhibe al tiempo entero, per-
Si se desarrolla con cierta tenacidad la interpretación manente e infraccionable, en cuvo ámbito "debe ser
de la dupla potencia/acto a partir del tiempo, se hallará pensado todo cambio de los fenÓmenos". Recíproca-
que, casi inadvertidamente, se vuelve a interpretar el mente, el tiempo entero no se manifiesta de otro modo
tiempo a partir de la dupla potencia/acto. La indagación más que en forma de pasado irrealizado: de "pasado"
temporal sobre las modalidades de lo posible y lo real se porque es siempre anterior a lo que de tanto en tanto cae
transforma siempre de nuevo en una indagación 'modal en el tiempo; pero "irrealizado" porque si actuase con un
acerca de la temporalidad. Es inevitable la diversidad, o desarrollo progresivo, sería subdivisible en fases o perío-
mejor dicho, la heterogeneidad de los fines. Ella ha aflo- dos cronológicos, asumiendo de este modo el aspecto
rado una y otra vez en las páginas precedentes; sería de fenómeno infratemporal.
arduo, por ello, indicar un solo lugar en que no esté pre- La temporalidad está caracterizada por el liderazgo
sente. Pero aquí tal diversidad será probada y explicitada a del pasado. Conviene sopesar con sagacidad esta fórmu-
fondo. Es preciso aclarar en qué modo la coexistencia de la. No sería correcto decir que los advenimientos ya
potencia y acto, el no-ya yel "ahora", el pasado en general consumados son más influyentes en la organización de
y el presente determinado, son la estructura portante y la experiencia del tiempo que los actuales o futuros. La
también la condición de posibilidad del tiempo histórico. supremacía del pasado deriva sobre todo de su duplici-
dad: por un lado, colección de hechos realizados; por el
otro, potencia inactuable. El pasado es la única dimen-
10. ¿QUÉ ES UN MOMENTO HISTÓRICO? sión del devenir que posee una contrafigura no crono-
lógica, o, si se prefiere, un sosías trascendental. Sólo el
La potencia es el pasado del acto, de cualquier acto, " en t onces " no se agota en una acumu1ac10n
., de contem- .
aunque esté situado en épocas remotas, a punto de cum- dos determinados, sino que se afirma también como una
plirse precisamente ahora o aún por venir. Es el ante- forma autónoma (forma-pasado) y un horizonte puro (el
cedente no cronológico de cada evento datable. Se ex- horizonte de la anterioridad). El presente y el futuro
tiende a espaldas de todo lo que adviene al rango de pre- son siempre empíricos, inseparables por ello de uno o
146 Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 147
Paolo Virno

más, ~ctos concretos: actos reales en el primer caso, hi- nos limitemos a subrayar la invasividad, el pasado poten-
potencos y prefigurados en el segundo. No se puede cial parece flanquear los tres tiempos empíricos como un
h~blar ~e un presente y un futuro sustraídos en princi- pretexto extrínseco o un contrapunto irrelevante.
p10 de la cronología. Y a la inversa: es lícito distinguir Por un lado, se presupone a aquellos tres tiempos, sin
entre pasado empírico y pasado en general, actualidad mayores cuestionamientos a su formación o su estruc-
antigua y "antes" sin anclaje temporal. Del mismo modo tura; por otro, se agrega un "antes" incomputable junto
fue oportuno, y es más necesario, señalar lo que separa a cada uno de ellos. Un procedimiento perezoso, que
el recuerdo de la palabra pronunciada años atrás del re- reclama una estricta corrección. Bien visto, la prerro-
cuerdo de la facultad del lenguaje. gativa de la invasividad es el reverbero estático de un
El pasado en general es invasi1Jo. Coexiste con las enredo de relaciones bastante decisivas.
obras y los días que fueron, son y serán. Cada instante El pasado potencial es productivo. Contribuye a deter-
?el devenir hospeda la asociación, y también el salto minar las diversas regiones en las que habitualmente dis-
mcurable, entre actualidad y presencia. "entonces" in- tribuimos la secuencia cronológica: presente, pasado (da-
~efinido y "ahora'' atestado de eventos. La insurrección tabie), futuro. No se limita a atravesar los tres tiempos
de mayo de 1968, un oscuro episodio de nuestra ado- empíricos, sino que desarrolla una función relevante en
lescencia, el discurso de Münzer contra Lutero se en- su génesis . .LY1ás en general, instituye y salvaguarda la
trecruzaron d~r~nte su efectivo desarrollo con ~l pasa- historicidad del devenir, de cada segmento o intersticio
~º. no c~on0Jog1co en que se espesa la potencia. Esta del devenir.
ultima, s1 se refiere a un conjunto de vicisitudes ya consu- La productividad del pasado potencial emerge níti-
mada;,. toma la semblanza de pasado (puro) del pasado damente apenas se mira a contraluz el concepto de pre-
(empmco). Alií donde se considera un acto actualmen- sente, y también el sign_ificado del adverbio "ahora". Es
t: ~n curso, por ejemplo el ensayo sobre el tiempo his- suficiente con recordar aquí el resultado de un análisis
torie? que estoy e:cribiendo, la facultad a la que él está desarrollado extensamente con anterioridad. El "aho-
relac_10~ado constituye en cambio el pasado del presente. ra" está marcado por una posterioridad esencial. Puede
~o~ ultimo, respe~to a l?s trabajos aleatorios y los goces denominarse actual sólo a lo que viene después. Aten-
mc1:rtos .q~,e salpican el porvenir, la fuerza de trabajo y ción: no después de una miríada de otras actualidades
la d1spos1c10~ al ~l~cer serán algo anterior, 0 sea, algo ya borrosas, sino después del no-ya de la potencia. Un
que mer.ecera rec1bir una mirada retrospectiva. Fuerza acto de palabra instituye el presente, haciéndolo coin-
de trabajo y disposición al placer equivalen en tal caso cidir con ia propia e irrepetible ejecución, porque lleva
al pasado del futuro. Un esquema tal favorece tal vez la a la espalda la perenne latencia de la facultad del ien-
. ,,,. . . . ' '
representac10n mtumva del rol preeminente asum "d guaje; o bien, porque se despide de un pasado (no regis-
l" " 10
por e en~onces en la articulación de la temporalidad. trado en el calendario) en el cual existía solamente "la
Pero, por cierto, no está exento de inconvenientes. En tanto posibilidad de la lengua" (É. Benveniste). El "ahora"po-
148 Paolo Vímo Temporalidad de la potencia, potencíalidad del tzempo 149

see la índole de un "luego". Pero el "luego" depende en Escolio. Con la expresión "contemporaneidad del no-con-
todo y para todo de su "antes". Debemos concluir, por temporáneo", acuñada por Ernst Bloch, 51 se designa por lo
lo tanto, que el "ahora" existe únicamente en relación general la supervivencia de mentalidades primitivas y cos-
con el pasado potencial. O sea que el pasado poten- tzmzbres desusadas en el interior de la sociedad capitalista ple-
cial, lejos de flanquear parasitariamente a un presente namente desarrollada: la econo77lÍa del trueque flanqueando
ya dado, concurre ante todo a definir sus rasgos sa- al Fondo Monetario Internacional; una familia china emi-
lientes. grada a California que, aun participando de la producción de
Yh , L a potencia
. ay mas. . y e1 acto son un "antes " y software, mantiene intacta su estructurn tradicional. Pero
un "luego". Pero, y he aquí la complicacíón, un "an- es necesario introducir una acepción más radical de la 7JJ.Ísma
tes" y un "luego" siempre simultáneos. Para designar expresión. Por contemporaneidad de lo no-contempo-
su nexo, se habló de concomitancia de los diacrónicos. ráneo debe entenderse, en primer lugm; la coexistencia de
¿Qué implica esta simultaneidad? El instante que es- facultad y ejecución, "antes" potencia y "luego" acto, pasado
toy viviendo parece un campo de fuerzas en tensión, no rronológico y presente detenninado, que caracteriza a cual-
puesto que comprende en sí tanto un polo posterior quier momento histórico. Puesto que consta de dos elementos
(el acto) como un polo anterior (la potencia): es com- diacrónicos, la célula más simple de la temporalidad tiene una
pacto y, al mismo tiempo, lacerado. En consecuencia, naturnleza híbrida, o anacrónica. La contemporaneidad de
el instante que estoy viviendo no coincide en absoluto lo no-contemporáneo se manifiesta originarimnente en el he-
con el "ahora": l.a aparente sinonimia esconde una dis- cho de que el hic et nunc imnediato e indivisible, además de
crepancia. Si se equiparase el hic et nunc concreto al ser percibido, es tanibién recordado mientras se lo está vivien-
acto. a la actualidad, al "ahora", se aprehendería sólo do. Si no nos familiarizamos con este anacronismo funda-
uno de los simultáneos; por lo tanto sólo una parte o mental, sostén de todo momento histórico, no estaríamos en
un aspecto del. .. hic et nunc concreto. Resulta indis- condiciones de entender fácilmente los innumerables ttnacro-
pensable una distinción terminológica. El instante que ni511zos empíricos (economía del trueque, tenaz tradicionalismo
estoy viviendo -entendido como el instante en que tie- de la familia china dedicada al software, etcétera) que apa-
ne lugar la simultaneidad entre potencia y acto, facul- recen a veces en un moniento histó1·ico particulm: En cuanto
tad del lenguaje y palabra emitida, fuerza de trabajo y al capitalismo, es verdad que fomenta la conteniporaneidad
actividad laboral particular- será designado de ahora de lo no-contemporáneo. Pero, en contraste con una letanía
en adelante con el epíteto de momento histórico. La ac-
tualidad en sentido estricto recibe, en cambio, el nom-
bre de presente. En rigor, el momento histórico no es 51. Véase E. Bloch, Eredit{r del nostro tempo (1935), ed. ít. a cargo de L.
Boella. Milán, Il Saggiatore, 1992, Segunda pa~te, "Non-contemporaneita
otro más que el presente aferrado en su génesis: un e inebriamento", en particular pp. 82-102; e Idem, Su! progrcsso (1956),
"luego" inseparable del "antes", por lo dicho. ed. it. a cargo de L. Sichirollo, Milán, Gueríni e Associati, 1990, en par-
ticular pp. 29-33.
150 Paolo Vinzo Temporalidad de lrt potencia, potencialidad del tie111;po 151

repetida durante décadas, no se trata tanto de la convivencia eventuales; el mundo-contexto permanece amorfo Y
¡ potencial cualesquiera sean los hechos que lo colman;
de técnica y supersticiones atávicas. El punto crucial es ante
todo la exhibición teatral del cruce de potencia y acto, "enton- el no-ya ~o se convierte nunca en un "ahora". F ~cult~d,
ces" indefinido y "ahora" fechable. La conconiitancia de los 1 mundo y no-ya tienen abierta una laguna en el mteno~
diacrónicos se vuelve finalmente explícita. El capitalisvzo del instante. Y la laguna exige un rellenado. ¿Pero que
maduro, como se verá detalladamente en la tercera parte del género de rellenado, aunque sea obl~cuo, pu.ede conse-
libro, es la época en la cita! enzerge a la superficie, con el relie- 1 guir el momento histórico, de por sí irremediablemente
ve que corTesponde a un fenómeno concretísinzo, el anacronis- insaturado? ,
1no r~dical del que depende la misma historicidad de la expe- Los dos requisitos son interdependi~n:es ~·más aun,
riencia. simbióticos. No sólo bidireccional, m solo mc~:rr:ple­
\ to: el momento histórico es en primer lugar b1d1rec-
)
Los requisitos más eminentes del momento históri- cional en su incompletud e incompleto en su
co son la bidireccionalidad y la inconzpletud. Examinémos- \ bidireccionalídad. Ambas orientaciones diacró~icas
los separadamente, pero con una advertencia: es férreo \ inherentes al hic et nunc resultan lagunosas. El eie re-
el vínculo recíproco entre uno y otro. El momento histó- i gresivo, del "luego" -acto al "a.ntes" -pot~ncia~ tiene c~mo
rico particular, estando constituido por un polo poste- resultado una cuña vacía; el e1e progresivo, aesde el an-
rior y un polo anterior, ofrece una imagen miniaturiza- tes"-potencia al "luego"-acto, se mueve desde una pre-
da de las dos direcciones a lo largo de las cuales se des- misa indeterminada e irrealizable, respecto a la cual el
pliega toda relación diacrónica: hacia atrás y hacia polo posterior no puede más que revelarse insuficiente.
adelante. La separación del hic et nunc en un "antes" y Igual que la laguna, también la búsqueda de un r~llen~­
un "luego" funda una orientación regresiva (o retrospec- do es bidireccional. Ella también se propaga hacia atras
tiva): del "luego" hacia el "antes"; y una orientación pro- y adelante. La instancia de saturación se desarrolla pro-
gresiva (o prefigurativa): del "antes" hacia el "luego". longando la retrospección ("luego"--?"antes") Yla pre-
Según estas orientaciones complementarias, el momento figuración ("antes"--?"luego") más allá de los confines
histórico parece, de tanto en tanto, el precursor y el here- del momento histórico particular, a la vuelta de lo que lo
dero de sí mismo. Pasemos al segundo requisito. El mo- ha precedido en el tiempo y de lo que lo seguir.á, en el
mento histórico es insatu.rado. Incompleto, imperfecto. tiempo. Se trata, por lo tanto, de una saturac10n ex-
En éi arraiga siempre un núcleo irrealizado: la poten- tríns~ca: el núcleo irrealizado del instante que estoy
cia, el "antes" no cronológico. Es historia, por otra parte, viviendo inclina a este último contra otros instantes,
sólo porque la inactualidad se vuelve una cuña en la pre- ya experimentados o aún .P.ºr vivir. El rellena?,º regre-
sencia, para constituir así el encastre vacío (o la valencia sivo de la laguna se identlfica con la constrncczon del pa-
libre) del instante que se está viviendo. La facultad no sado (empírico); el rellenado progresivo no es otra cosa
halla cumplimiento en la suma de todas las ejecuciones más que la construcción del futuro.
152 Paolo Vinzo Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 153
El momento histórico estipula relaciones de afini- El momento históríco produce el futuro a causa de
dad o de idiosincrasia con múltiples hechos transcurri- la misma diacronía interna (o escisión en un polo ante-
dos (la Comuna de París, un texto de Breton, algún amor rior y otro posterior) que, por otra parte, permite
amargo, etcétera) en virtud de la orientación retrospec- acceder al pasado factual. Excepto que, a propósito
tiva "luego"---7"antes" que le es natural. El hic et nunc del futuro, lo que cuenta es la orientación progresiva
individualiza a los propios precursores, es decir que de- "antes"---7"luego". El punto de partida, en la prefi-
termina una miríada de "entonces" historiográficos con- guración de todo deseado o logrado "será luego", es la
cretos, puesto que incluye en su textura un "entonces': anterioridad de la potencia respecto del acto concomi-
no cronológico. El punto de partida, en la construcción tante. El "antes", la fuerza de trabajo, remite al "luego",
de cada vivido "había una vez", es la posterioridad del es decir, al trabajo ahora en curso. Pero la ejecución
acto respeclo de la potencia concomitante. El "luego", puntual, anclada en procedimientos circunstanciados,
la frase que estoy pronunciando, tiende hacia el "an- no es equiparable a la facultad genérica. Lejos de agotar
tes", la facultad del lenguaje. Pero este antecedente es la potencia, los actos no la modifican nunca, ni siquiera
insaturado, indefinido: no configura por cierto un sóli- en parte, en su propio modo de ser: así como los núme-
do estado de cosas ante el cual detenerse. Para colmar ros racionales no ofrecen nunca un adecuado correlato
la valencia libre del momento histórico, la retrospec- del número irracional. El "luego" no completa al "an-
ción se dirige hacia las actualidades antiguas. Alcanza, tes". Para redimir la laguna del hic et nunc, la orienta-
por ello, al pasado empírico, volviéndolo el sucedáneo ción progresiva la atraviesa y entreabre el futuro. Otros
y el emblema del pasado potencial. El recuerdo de los
discursos y trabajos acumulados en el tiempo articula
subrepticiamente la experiencia contemporánea del presente. "El regalo de reavivar en el pasado la chispa de la esperanza es
poder-decir y de la fuerza de trabajo. Un conjunto de poseído sólo por aquel historiador que está compenetrado de la idea de
que ni los muertos estarán a salvo del enemigo, s1 vence" (W. Benjamín,
vicisitudes más o menos remotas (la Comuna, el texto Su! concetto di sto1"Írl [1942], a cargo de G. Bonola y M. Ranchetti, Turín,
surrealista, etcétera) es llamado a encarnar la potencia Einaucli, 1997, tesis VI, p. 27). Para ser fiel a la instancia y el léxico de
encerrada en el hic et nzmc. De tal modo la potencia de Benjamín es necesario agregar dos precisiones. En primer lugar: este o aquel
episodio empírico del pasado cronológico "entra en constelación" con el
hoy se cubre con el traje equívoco de la tradición o del instante presente porque el instante presente comprende en sí, como com-
ejemplo. En compensación, las tradiciones y los ejem- ponente intrínseco, al pasado en general, o sea, a la potencia. En segundo
plos en los que se refleja el hic et nunc conservan un halo lugar: lo que ha siclo ele hecho, en una fecha más o menos lejana, parece
mantener una cierta potencialidad inactuada porque la _pot$ncialidad en sí y
de virtualidad irresuelta. 52 por sí existe sólo como lo que era, "ya entonces", TO TL T¡v ELVCl'.L. La "imagen
dialéctica" de la que habla Benjamín tiene como soporte la relación entre
dos diversos tipos de pasado: pasado factual y pasado no cronológico (po-
52. Es sabido que Benjamín insiste sobre la necesidad de "redimir el tencial, irrealizado). Una relación dialéctica, precisamente, ya que cada
pasado oprimido", tomando para ello un aspecto inactuado, potencial, in- uno de los dos términos refleja en cierta medida al otro, y asume por un
saturado, que exige siempre ser retomado y desarrollado en el instante momento su semblanza, su simbología.

1
155
154 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo

"luego", dispuestos en sucesión cronológica, bosquejan tencíal e irrealizado, busca una saturación retrospectiva
(salvo que lo difieran siempre otra vez) el eventual re- en los actos pasados y una saturación prefigurativa en los
llenado de la cuña vacía enquistada en el momento his- actos futuros. Y sin embargo el mismo instante es tam-
tórico. La prefiguración se aplica, por lo tanto, a un tor- bién objeto de prefiguraciones y, retrosp~cc~ones: fue
bellino de actualidad por venir, en las formas usuales de proyectado y será recordado. Los planos s~ mv1er~en, por
la conjetura y de la espera. Es sólo para realizar el pasa- lo tanto. En cuanto actualidad bien defimda, el ~nstante
do (potencial) que construimos el futuro. que estoy viviendo procura un rellenado progresivo en e:
La retrospección y la prefiguración corren el riesgo instante va vivido (o mejor, en la laguna que estaba alh
de precipitarse en el fetichis7Jl,o. Si atribuimos a un acto fijada), ,/ tambi~n un rell~nad~ r~gresivo en el instante
acaecido tiempo atrás las connotaciones que pertenecen, todavía por vivir (en su valencia hbre).
en cambio, a la potencia de hoy, fatalmente lo venerare-
mos como un origen cargado de destino, del cual no deja-
mos de depender. Del mismo modo, si le imputamos a J.1. MUERTE E HISTORIA
un acto futuro el peso de agotar la potencia, no deja-
remos de intercambiarlo por elfin al que tiende todo el El pasado potencial, del que hemos relevado tanto la
devenir. Fetichismo del origen en un caso; fetichismo del invasividad como la productividad, es el fundamento del
fin en e] otro. La doble apariencia fetichista se resque- tiempo histórico: lo instituye y cualifica todos s.us ~ean­
braja, sin embai·go, cuando queda claro que el evento de dros. Es evidente que la afirmación de la przmana del
ayer (presunto origen) y el evento de mañana (fin anun- pasado choca con gran parte de la filosofía contempo-
ciado) son, a su vez, los "luego" vinculados a un "antes" ránea, propensa en primer lugar a colocar la te~npor~­
sin fecha; cuando queda claro, por lo tanto, que aquellos lidad v la historicidad bajo la égida del po~en.ir. ~~1-
eventos retornan, a su vez, en momentos históricos insa- degg~r, de quien depende enter~mente esa mclmac1on,
turados. La laguna se hace valer también en el pasado declara: "El pasado mana, en cierto modo, del porve-
empírico y en el futuro que parecían colmarla. El anti- nir". 53 Alexandre K.oyré parafrasea: "La dimensi~n t.em-
guo hic et nzmc fue un campo de fuerzas en tensión en el poral dominante es el futuro~ que asume la pnondad
cual cohabitaban el no-ya y el "ahora". Y el hic et nunc sobre el pasado".54 E. Kojeve, interpretando a Hegel a la
que aguardamos con el ánimo en suspenso será bidirec-
cional e incompleto. 53. M. Ht::ídegger, Essere e t~mpo (1927), rrad. tt. de P..Chiodi, ~1ilán,
¿En qué consiste la relación entre diversos momentos L onganest, ' ..·El ScrJ' el Tmllpo, 1\1adnd,. ,FCE,
· 1976., l) . J,91 . [Ed . c-1st . '982.J.
históricos? En su especularidad: prerrogativa ésta que nada 54. A. Kovré, Hegel a ]ena (1934), en Af\.VV, l77foerpretaz10111 hege/Jm1e,
{jo de R. S·alvadori Florencia, La l\'uova Italia, ! 980, p. 157. Por
comparte con la continuidad o con la influencia causal. a e,arº , , ' . . I d .,
extenso: "El ncmpo no llega 'del pasado', smo del tu~1ro. ,a ura~:on no
Especularidad de los llenos y de los vacíos. El instante . s"dO
se pro1ong-a d el p.1. " al , presente . El tiempo se consnrnye . extend1endose
,
que estoy viviendo, en lo que concierne a su aspecto po- -o, mejm~ exteriorizándose- a partir del 'ahora', pero no prolongandose,
156 Paolo .Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 157

luz de El Sery el Tiempo, agrega: "El Tiempo en el que teórico heideggeriano, es el nexo entre la hútoricidad y la
sobresale el Porvenir genera la Historia". ' 5 Se podría m.uerte.
continuar largamente: así de numeroso y bien afinado Escribe Heidegger: "La historia, en cuanto modo de
es el coro de autores que elevan el futuro a un tiempo ser del Ser que permanece, hunde profundamente sus
"originario" y fundacional. Si se quisiera desarrollar raíces en el futuro, que es la muerte, corno posibilidad
un recuento detallado de estas posiciones, constitui- característica del Ser que permanece, de echar de nue-
rían un libro en sí mismas. Pero en sus líneas genera- vo la existencia anticipante hacia su haber-sido efectivo
les la discusión crítica ya ha tenido lugar anteriormen- ( ... ). El ser-para-la-muerte auténtico, o sea, la finitud
te. En el único modo exento de subalternidad rabiosa: de la temporalidad, es el fundamento escondido de la
buscando esbozar en alto relieve una constelación con- historicidad del Ser que permanece". 56 Intentemos dis-
ceptual diferente a propósito de la temporalidad. En cernir algunos de los hilos que se anudan aquí. El por-
las siguientes páginas nos limitaremos a extrapolar un venir es la dimensión temporal predominante sólo por-
único terna, capaz sin embargo de funcionar corno pa- que lo domina la muerte. La historia se origina en un
pel tornasolado. En referencia a él, la discrepancia con futuro a término; mejor dicho, en el futuro en tanto
la "filosofía del porvenir" debe volverse explícita. El término. ¿Pero por qué razón la perspectiva del fin nos
tema en cuestión, absolutamente central en el edificio torna históricos? El punto realmente crucial es que Hej-
degger identifica la niuerte con la potencia. El cese de la
vida no es nunca un acto para el viviente. El aniquila-
durando. Es, por el contrarío, del futuro que le llega el ahora. La 'dimen-
miento incumbe a cada instante, conservando a pesar
sión' equivalente del tiempo es el futuro, que, en cualquier forma, es ante-
rior al pasado. Esta insistencia en el futuro es la primacía conferida a él de todo los rasgos de la pura posibilidad: una posibili-
sobre el pasado que constituye, para nosotros, la mayor originalidad de dad que permanece constantemente como tal, puesto
Hegel". El ensayo de KoyTé marca una vertiente en la lectura de Hegel.
Tanto, que Alexandre Kojevc habla de él como de un "artículo decisivo,
que el Ser que permanece no llega a experimentar su
que se halla en el origen y la base de mí interpretación de la Fenome- realización. Es esta djnamis negativa la que se historiza.
110/ogía". La muerte, potencia absoluta, permite reconocer las
55. A. Kojeve, Imroduziom a/la letturn di Hegel (1947, segunda edición
potencialidades relativas, o sea, concretas y particulares,
ampliada 1962), ed. it. a cargo de G. F. Frigo, Milán, Adelphi, 1996, "Cur-
so del año 1938-1939, Lección octava", p. 458. Un poco antes (ibíd., p. que enervan la existencia: "La anticipación de la posibi-
4."7), Kojeve había sintetizado así el punto crucial: "En d Tiempo que la lidad insuperable abre al mismo tiempo la comprensión
Filosofia pre-hegeliana tomaba en consideración, el 1110,·imiento iba des-
de el Pasado hacia el Porvenir, pasando por el Presente. En el tiempo del
de las posibilidades colocadas al lado de ella". 57 El fin
que habla Hegel, contrariamente, el movimiento se origina en el Porve- del futuro, ineludible pero sólo eventual, nos remite a
nir, v va hacia el Presente ¡Jasando por el Pasado: Porvenir---7Pasado-7 lo que siempre hemos sido: un poder-ser. A la luz de
Pres.ente-7 (-7 Porvenir). Ésta es, íustamente, la estructura del Tiempo
propiamente humano, o sea, histórico". He aquí una continuación casi li-
teral de la tesis de Heidegger sobre la temporalidad: excepto que, con un 56. Heidegger, füse1·e e tempo, ob. cit., p. 462.
gesto anacrónico, le es atribuida a Hegel. 57.Ibíd., p.321.
159
Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo
158 Paolo Vinzo
la especie el ser-para-la-muerte del individu~: "El fin d.e
nuestro poder-ser entendemos la herencia misma del la Historia es la muerte del Hombre pro?iamente di-
pasado como un conjunto de posibilidades repetibles, para cho" .61 Esta extensión, a su modo obse~mosa, provoca
someter a una prolija crítica: "el Ser que permanece es- sin embargo el distanciamiento de He1de.~ger. ~e he-
coge a sus héroes". 58 Pero aquel que toma del legado de cho allí donde se hipotetiza sobre la detenc1on, el tiempo
la tradición "la fuerza silenciosa de lo posible" ,59 antes de la especie (o sea, la histori~) m~est:a. una marcada
que expuesto a una coacción inapelable, se halla tam- independencia de la mortalidad d:l 1~d1v1duo. Es sobre
bién en condición de tomar libres decisiones (o, al me- la praxis histórica que cae el telon c~ando el Deseo
nos, de adoptar comportamientos no prefijados) en la humano es plena y definitivamente satisfecho. Enton:
situación presente. Repitiendo y decidiendo, el Ser que· ces no existe más Acción negadora; el Hombre esta
permanece manifiesta la propia y auténtica historicidad. reconciliado con el Mundo dado".62 E~ ep~lo~~ pone_de
Para Heidegger existimos históricamente porque relieve la génesis. En la base de_ la p~axis h1st?nca esta el
somos mortales. O mejor: porque no esperamos una deseo insatisfecho, una llamativa divergencia entre su-
extinción inconsciente, sino que debemos tratar con la jeto y objeto (que implica la ''.~cción negadora'.' del tra-
permanente posibilidad del fin. Aquí querríamos sugerir bajo), la defectuosa integrac1on del horno sapzens e~ el
que es exactamente lo opuesto. Debemos tratar con la mundo circundante. No es la muerte, por lo tanto, smo
permanente posibilidad del fin solamente porque exis- la potencialidad connatural al más. pobre ~e los s~res
timos históricamente. La muerte en sentido fuerte, es vivos aquel desprovisto de un ambiente umvoco e m_s-
decir, distinta del simple deceso, no funda la histori- tinto~ especializados. Una potencialid~d que, .segun
cidad sino que la presupone. Para aclarar una afirmación Kojeve, tiene una realización c?mpleta e i:reversi.ble en
semejante, sigamos desde el principio una vía oblicua: la Revolución Francesa y el tnunfo del sistema mdus-
trial. Del quid pro qzto que afecta a esta idea d.~ una r?a.-
3
una alusión a la tesis de Kojeve sobre el "fin de la histo-
ria". Refutada en la primera parte de este libro, ella fa- lización concluyente ya se ha hablad? m:icho. ,es mutil
vorece nada menos que un razonamiento contrafactual. insistir. Vale la pena preguntarse, mas bien, ~ue ~s de la
Kojeve calca a Heidegger. También para él la tempo- muerte después del presunto colapso de la .histona. Los
ralidad arraiga en el porvenir. Más precisamente: en un "animales 1)ost-históricos" continúan pereciendo, excep-
ponrenir destinado a agotarse; es decisiva desde todo . , ''
to que, para ellos, el aniquilamiento no es mas una po-
punto de vista "la presencia del fin del Tiempo desde su sibilidad característica"' sino un modo de ser, un me~o
comienzo y por toda su duración". 6°Kojeve extiende a veredicto biológico. La post-historia semeja al Hades VIr-

58. Ibíd., p. 462. 61. Ibíd., p. 482 (nota).


59. Ibíd., p. 472. 62.Ibíd., p.477. . d ¡ d"
60. Kojeve, lntrnduzione, ob. cit., "Corso dell'anno 1938-1939-Lec- 63. Véase mji"r1' Primera Parte,§ 7, "El esnobismo e recuer o .
ción nueve'', p. 481.
160 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 161

giliano; viven allí como "cuerpos dotados de aspecto hu- partida del "estado interpretativo público"; no reclama
mano, pero privados (... ) de Tiempo y de potencia creati- al incomparable "sí mismo" del Ser que permanece, sino
va";6.¡ cuerpos a los cuales les está también impedida la al anónimo "con" del con-Ser que permanece. Además,
muerte, si bien se hallan todavía consagrados a la extin- lejos de presidir el futuro, esta djnamis constituye el
ción. El experimento mental solicitado oor la tesis de Ko- pasado común del género humano. Un pasado no cro-
jeve lleva a decir: Si la histo1·ia finalizase, 'temzinaría el tiem- nológico, análogo de alguna manera al pecado original
po en que tiene una gran importancia el hecho de que hemos de de la tradición cristiana. La facultad, el mundo-contex-
vivir un tiempo finito. to, el tiempo como un todo unitario son un "ya-enton-
Abandonemos ahora el terreno de las alusiones errá- ces" merecedor de recuerdo, no un "no todavía" ávido
ticas, yendo al discurso directo. El fundan1ento de la his- de anticipación.
toricidad es una potencia permanente, recidiva, no pa- El tiempo histórico, según Heidegger, se distingue
sible de realización. Si se tratase de una d'línanzis incli- por una finitud esencial. Afirmación indudable. El ver-
nada a realizarse, la historia, más que evaporarse a par- dadero problema consiste, sin embargo, en precisar con
tir de un cierto momento (corno supone Kojeve), ni si- cuidado cuál es el límite que provoca la finitud. Para ir
quiera habría comenzado. Pero, en contra de Heideg- directo al tema, no hace daño probar otro experimento
ger, hay que añadir: la potencia siempre incumplida no mental. Imaginemos una situación contrafactual en la
tiene nada que ver con la muerte. Sus nombres son otros: cual la vida humana fuera de duración eterna. Una vez
el contexto sensible de la existencia, o sea, el mundo en que estemos exceptuados del deceso ¿perderíamos de
tanto materia amorfa o desenfocado "todo alrededor"; pronto nuestra historicidad? Tal vez no. Ciertamente no,
las facultades genéricas (poder-decir, disposición al pla- al contrario, si la vida humana (prolongándose de siglo
cer, fuerza de trabajo, etcétera), que, imitando la inde- en siglo en función de la hipótesis propuesta) portase el
terminación, permiten obrar adecuadamente en aquel estigma de la potencia, de la inactualidad del no-ya.
contexto sensible; el tiempo entero, nunca desplegado y Aquel que se apropia de facultades genéricas y perte-
nunca presente, en cuyo interior se despliega toda pre- nece a un contexto indeterminado, sería histórico aunque
sencia data ble. De querer utilizar con espíritu polémico fuese inmonal.
la jerga heideggeriana, se podría decir: la djnamis pe- El límite que caracteriza a la historia no es la cadu-
rennemente irrealizada, de la que depende la historici- cidad. Mirándolo bien, eso se identifica con la irrealiza-
dad, no concierne a la angustia que aísla al individuo, billdad de la potencia. La falta de cumplimiento de la
sino a la condición de desarnbientación e indecisión que dJínamis no es imputable a la ausencia o el reiterado dife-
tiene en común una multitud; no anida en lo que es rimiento del acto (como sucede, contrariamente, en el
"sólo mío", sino que se proyecta en la experiencia corn- caso de la muerte, que de la auténtica dfnamis es sólo
un simulacro postizo). El punto decisivo es que los ac-
64. Kojeve, Introduz..ione, ob. cit., p. 482 (nota). tos, si bien se suceden sin pausa, no ofrecen ninguna
162 Paolo Virno Temporalidad de la potencia, potencialidad del tiempo 163

traducción pertinente de la potencia a la cual están co- tivamente, evocar oblicuamente la catástrofe del tiempo.
rrelacionados. Entre la facultad y las respectivas reali- No hay otra manera de evocarla.
zaciones rige una diferencia de naturaleza, no de grado: El que cumple un acto se sustrae al riesgo de la f~lta de
por esto la primera no se resuelve en las segundas. La presencia. Estabiliza tmnbién la p~·op!a po:ición en el tt~mpo,
inactualidad del poder-decir no es rescatada, ni aplana- evitando ser aspirado en la potencialidad informe del tiempo
da, por la presencia de sonoras enunciaciones, sino que total. Aquel que cznnple un acto desbarata la amenazadora
persiste en su presencia. Ya que comprende en sí al no- perspectiva de un no-ya sin "ahora"; y al desbaratarla, se
ya de la potencia irrealizada, el instante particular per- vuelve experto. Pero el no-ya desligado del "ahora" es la efigie
manece incompleto, vacío, insatztrado. Pues bien, la fi-. de la muerte. Por lo tanto, aquel que cumple un acto es un
nitud del tiempo histórico coincide con la lagunosidad sobreviviente. El sobreviviente conserva un recuerdo in-
estructural de cada una de sus mínimas partes. No se deleble de la ruina de la que ha escapado. A este respecto, el
trata de un aniquilamiento final (fin de la vida, fin de la antiguo adagio memento morí debe tomarse al pie de la
historia), sino de una nada intersticial y ubicua (el firme letra: de la muerte nos protegemos.
no-ya de la djnamis, justamente). Mientras la muerte
atestigua el límite asignado a lo posible, la lagunosidad de
cualquier instante indica, más bien, el límite inherente al La historia hunde raíces en un ámbito totalmente
mismo posible, es decir, aquello que mana de la relación diferente del de la muerte. Sin embargo, esta constata-
entre potencia y acto. Solamente el segundo tipo de límite ción no basta para aprehender el punto decisivo. Es pre-
califica a la praxis histórica. ciso otro paso: sólo quien lleva una existencia ~~stór~ca
puede llamarse rnort~l. No.s acorda~os d~ Ko1ev:,: ii:-
Escolio. La nada intersticial, inherente a todo instante rnersos en una actualidad sm poros 111 estnas, sus am-
experimentado, constituye, por otra parte, el único asidero males post-históricos" pierden la vida, cierto, pero no
para representarse el aniquilamiento absoluto, o sea, elfin de mantienen más una relación constante con la eventua-
la vida. Cuando nos prefiguramos el deceso, no hacemos más lidad del propio fm. El ser-para-la-mzmte presupone la
que desagregar el momento histórico, aislando szt componente historicidad y depende de ella. Entre los dos términos sub-
lagunoso y oponiéndolo al saturado. Una imagen saliente de siste real~ente una conexión íntima, pero de signo
la mue1te es el no-ya desprendido irrevocablemente del "aho- opuesto respecto de lo analizado por Heidegger. El de-
ra", la potencia separada para siempre del acto. Nada cam- ceso torna la forma de una posibilidad permanente por-
biaría si se dijera: imagen saliente de la muerte es el tiempo que nos hemos familiarizado con la potencia si~mpre
como un todo unitario, escindido de cualquier posición en el irrealizada (facultad del lenguaje, fuerza de trabaJO, et-
tie777po. Ya que el tienipo global (no-ya, potencia) existe sólo cétera) que da acceso a la historia. El no-ya intr~yectado
en relación con una presencia datable ("ahora", acto), repre- en los instantes particulares hace que la morufera d~­
sentarse al primero desvinculado de la segunda significa, efec- tención de su sucesión se perfile como un no-todavia.
Paolo Vinzo
164
'
El sentimiento de la caducidad deriva de una melanc~­ 3. Materialismo histórico
lía más basal, conectada a la incompletud o la lagunos1-
dad de todos los momentos históricos experimentados
efectivamente. Adoptando el léxico de los teólogos: es
el modo de ser de las "cosas penúltimas" (historia) lo
que determina hasta el más mínimo detalle la experien-
cia y la representación de las "cosas últimas" (muerte).
Oh gentilhombre, la vida es breve ... Si vívimos,
vivamos para caminar sobre la cabeza del rey.
WILLIA.vl SHAKESPEARE

PREMISA

El concepto de fuerza de trabajo, aunque se repita en


cada frase en los análisis económicos y sociológicos, ha
quedado casi impensado. Los filósofos profesionales lo
descuidan alzándose de hombros, ocupándose a lo sumo
de temas que son sólo un corolario de aquél (la bio-
política, por ejemplo). Sin embargo, este concepto, en
apariencia obvio y hasta corriente, se entrelaza nota-
blemente con la indagación del tiempo histórico.
La relación capitalista de producción se basa en la di-
ferencia entre fuerza de trabajo y trabajo efectivo. La
fuerza de trabajo es pura potencia, muy distinta de los
actos correspondientes: "Quien dice capacidad de tra-
bajo no dice trabajo, como quien dice capacidad de dige-
rir no dice digestión". 1 Pero se trata de una potencia
que se arroga las prerrogativas concretas de la mercancía;

l. K. Marx, Il capitale. C7·itica dell'economia politica. Libro I (1867), ed. ít.


a cargo de E. Sbardella, Roma, Avanzíni e Torra ca Editori, 1965, cap. 4
("Trasformazione del denaro in capítale"), p. 203. [Ed. cast.: El Capital,
Madrid, Akal, 1976.J

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