You are on page 1of 10

1

REQUIEREN SE CITE A PRESTAR DECLARACIÓN

INDAGATORIA.

Sr. Juez:

Diego PIROTA y Deborah LICHTMANN, querellantes

en representación de Marta Lea Volpin, manteniendo el domicilio

constituido en autos, en la causa n7520/18, cuya instrucción ha sido

delegada en la Fiscalía Criminal y Correccional de Instrucción nro. 51,

ante el Sr. Juez me presento y como corresponde digo:

1. Que las actuaciones principales encuentran su origen

en la fatídica e imprevista muerte de la Señora Débora Pérez Volpin,

ocurrida el 6 de febrero de 2018, mientras le realizaban un estudio

endoscópico de baja complejidad, en la Sala número 6 de la zona de

quirófano del Sanatorio “La Trinidad- Palermo”.

Si bien al comienzo de estas actuaciones resultaban

aun desconocidas muchas de las circunstancias en torno a las causales

que produjeron la muerte de la mencionada, a estas alturas del proceso

podemos afirmar que nos encontramos con plenas certezas en torno a las

mismas. Ello, en virtud de la prueba adunada a la causa, tanto pericial,

como documental y testimonial.

2. En este sentido, según surge de la historia clínica de

Débora Pérez Volpin, el 6 de febrero de 2018 se indicó la realización de

una video endoscopía para “valorar duodeno”.

Aquél estudio se llevó a cabo en la Sala nro. 6 del

Quirófano de la “Trinidad-Palermo”, comenzando a las 17:20 y culminando


2

cinco minutos después, aparentemente de manera repentina, producto de

una desaturación de la paciente.

En el marco de aquél estudio, el médico Diego

BIALOLENKER logro ingresar hasta con el endoscopio hasta la segunda

porción duodenal, no sin antes provocar con su intervención una

perforación del esófago torácico.

La pericia realizada en autos resulta contundente al

respecto, al señalar que hay:

“Solución de continuidad transmural (perforación)

en el tercio superior (esófago cervical) con extensa hemorragia como

signo de vitalidad de la lesión.

Hallazgos morfológicos en toda la extensión del

órgano (superior, medio e inferior), que por sus características

morfológicas y antecedentes clínico tanatológicos probablemente

reconocen una etiología mecánica como puede ser injuria por

presión o barotrauma”.

Además, se observó durante la necropsia: “Efisema

subcutáneo de pericardio y planos musculares intercostales”, “facies

enfisematosas con crepitación al tacto”, y en la faringe y el esófago se

observa “Infiltración hemorrágica del esófago desde su inicio hasta 11 cm

por debajo. Finaliza a 13 cm por arriba del diafragma. A 4,5 cm por debajo

de la orquilla epiglótica hay una solución de continuidad de la mucosa,

redondeada de 0,3 cm de diámetro, que genera un saco submucoso de

por lo menos 3 cm, con infiltración hemorrágica. Acompaña a la misma en

un área de 5 cm x 3 cm, infiltración hemática con multiples efracciones

lineales de la mucosa (4 se observan con detalle), ubicadas en la cara

anterior de la región faringo esofágica”.

Se aclara además que en el caso bajo análisis se

observa “mayor inflitración hemorrágica en las zonas lesionadas del


3

esófago torácico, respecto de las áreas gástricas comprometidas; lo cual

permite establecer una cronología lesional, teniendo en cuenta la lesión

de cada órgano”.

3. Por su parte, todas las declaraciones testimoniales

prestadas en autos, y la propia historia clínica, dan cuenta que la señora

Pérez Volpin ingresó sana al quirófano, y que aquél “repentino”

episodio, sucedido precisamente mientras BIALOLENKER realizaba la

endoscopía, no podía presumirse como consecuencia de ninguna

patología y/o diagnóstico anterior; pues, reiteramos, la Sra. DÉBORA

PEREZ VOLPIN ENTRÓ SANA AL QUIROFANO.

Así fue entonces que BIALOLENKER PROVOCÓ LA

PERFORACIÓN, generando una “solución de continuidad por efracción de

la mucosa esofágica (cara anterior a 4,5 cm por debajo de la orquilla

epiglótica). Allí, hubo un pasaje de gas al mediastino con

neumomediastino, neumopericardio y neumotórax bilateral. A ello, le

siguió una infiltración gaseosa por barotrauma de planos musculares y

subcutáneos de torax” (fs. 51 de del informe final de pericia del 11 de abril

de 2018).

Es decir, lisa y llanamente la perforó, y el aire que se le

insuflara comenzó a expandirse por diversos órganos hasta provocar el

colapso e insuficiencia de los mismos.

Aquella situación no fue advertida por el médico

endoscopista, que continuó con el estudio hasta que, en algún momento

-muy tardío por cierto-, la médica Nélida Inés PUENTE, anestecista,

advirtió una desaturación en la paciente.

No puede soslayarse que existían varias alternativas

para solucionar aquella perforación, al menos para evitar una catástrofe,

como la sucedida. Entre ellas, una era terminar el procedimiento de

inmediato y enviar a la paciente a terapia intensiva.


4

También podría el médico endoscopista, si la

perforación fuera sangrante, haber coagulado y cerrado –con clips- la

perforación. Luego, obviamente, interrumpir el procedimiento y enviar a la

paciente a terapia intensiva, ya que, seguramente, aquello derivaría en

una mediastinitis que requeriría el suministro de antibiótico.

Por su parte, si acaso la perforación no fuera sangrante,

podría haber intentado cerrarla -con clips- y suspender el procedimiento. A

partir de allí, mantener una conducta expectante para ver la reacción de la

paciente.

Nótese que para todo ello el endoscopio posee un canal

de trabajo por donde pueden pasarse las pinzas y los materiales

necesarios para realizar la conducta adecuada ante la evidencia de una

perforación.

4. Sin embargo, nada de ello sucedió, y ante aquella

advertencia, la anestecista PUENTE indico a BIALOLENKER que finalice

el estudio, momento a partir del cual ambos no supieron lo que debía

hacerse... Núnca supieron como revertir aquél cuadro, que, hasta aquél

momento, y recién cuando se decidiera prender la luz del quirófano, se

presentaba como un enfisema subcutáneo. Vale decir, con la luz apagada

no veían el rostro y el cuerpo edematizado de la paciente.

Rostro y cuerpo que todos los testigos presenciales

indicaron como “irreconocible, hinchado, edematizado, deformado y

cianótico”.

Aquellos profesionales que suscribieron el

consentimiento informado junto con la paciente (y muchos otros según

consta en autos), en donde se indica como riesgo probable la “perforación

y la hemorragia”, que habían hecho endoscopías en muchísimas

oportunidades, que estaban en un quirófano de una clínica de

“excelencia”, no supieron reconocer qué le pasaba a la Sra. Débora Pérez


5

Volpin, y mucho menos supieron qué hacer ante la crisis en la que ellos

mismos la habían colocado por su actuar negligente.

Así fue que la anestecista PUENTE, encontrándose

ante una evidente perforación no tuvo mejor idea que insuflarle más aire a

una paciente que se encontraba en crisis cardiorespiratoria con motivo del

aire ya insuflado por el endoscopista BIALOLENKER.

5. La anestesista centró su tarea en continuar

insuflando aire a presión, con una paciente en un neumotórax

hipertensivo, con colapso pulmonar, generando una mayor acumulación

de aire en el tubo digestivo, que contribuyó a la generación de las lesiones

de estomago, así como al neumoperitoneo, y acrecentó el enfisema

subcutáneo.

Para ser más claros, PUENTE, con sus tantos años de

experiencia como anestesióloga, no sólo no supo como manejar una

perforación endoscópica, tampoco una situación de emergencia, sino que

la empeoró, conduciendo a la paciente de manera directa a la muerte.

Es decir, no se dedicó a descomprimir el aire, que en

ese momento era una cuestión primordial.

Vale remarcar que como anestesióloga debería estar

preparada, precisamente, para manejar una situación de emergencia,

como la que se le presentaba en autos.

Por su parte, todos los testigos presenciales de aquella

emergencia, dieron cuenta de que PUENTE no pudo entubar a la paciente

(única tarea a la que se habría abocado), y que otro médico –el Dr. Hugo

Botto-, a quien lamentablemente llamaron cuando ya era muy tarde, logró

entubar a la Sra. Pérez Volpin en menos de UN MINUTO... Y lo hizo sin

ningún elemento “especial”, “desconocido” o “específico”, pues el propio


6

Dr. Botto así lo confirmó cuando prestó declaración testimonial en estas

actuaciones.

Evidentemente, aquello que la anestecista PUENTE

nunca logro hacer no resultaba una tarea de dificil realización para alguien

con el expertiz adecuado; aunque notoriamente para PUENTE hubo de

resultar una práctica de imposible realización…

Por su parte, los terapistas y la cardióloga que

asistieron ante el llamado de emergencia, todos, dieron cuenta de la

incapacidad de PUENTE para manejar la situación de emergencia. La

propia Dra. Cinthia Gazzano, terapista, dijo, bajo juramento, que ella fue

quien le sugirió a PUENTE la colocación de una máscara laríngea ante los

infructuosos intentos de la anestesióloga por entubar a la Sra. PÉREZ

VOLPIN.

Es más, aquella misma terapista dijo que le preguntó a

PUENTE si había llamado a algún cirujano para hacer una traqueotomía y

que ésta no le contestó.

Vale remarcar que Gazzano dijo que cuando llegó al

quirófano le indicaron que la paciente ya llevaba 15 minutos de paro cardio

respiratorio. También dijo que cuando llegó vio a PUENTE tratando de

entubar a la paciente y a BIALOLENKER de espaldas a la pared

“guardando el endoscopio”. Es decir, durante al menos 15 minutos

PUENTE estuvo intentando entubar a la Sra. PÉREZ VOLPIN (tarea que

otro médico logró en menos de un minuto).

A mayor abundamiento, la Dra. Ramos (cardióloga que

acudió ante el llamado de emergencia), y que recuerda haber llegado

alrededor de las 17:30 hs., dijo, también bajo juramento, que cuando llego
7

vio a una paciente en paro, cianótica, hinchada, y a BIALOLENKER con el

endoscopio en la mano.

6. Se evidencia así que ante el riesgo conocido de

perforación del paciente (según obra en el propio consentimiento

informado), ante su efectiva ocurrencia, y no habiendo sido advertida por

BIALOLENKER, ni éste ni PUENTE supieron cómo actuar y resolver dicha

crisis. Y no sólo eso, sino que por sus acciones así como por las

omisiones en que incurrieron, cada uno desde su rol, contribuyeron a

empeorar el cuadro hasta provocar la muerte de la paciente de forma

violenta.

Todos los médicos que asistieron ante la emergencia

contaron, bajo juramento, que ante las insistentes preguntas sobre qué

había pasado, en un intento por comprender las causales de aquella

barbarie que estaban observando, tanto PUENTE como BIALOLENKER

contestaban con un grado llamativo de ignorancia y desidia: “no sé que

pasó”, o, “estaba todo normal”, intentando de ese modo cubrir la

negligencia de sus actos.

BIALOLENKER dió comienzo al iter criminis; siendo

médico endoscopista no supo diagnosticar aquello que le era previamente

conocido, y que como circunstancia probable, había tenido efectiva

ocurrencia (en alusión a la perforación del órgano); es decir, no supo

diagnosticar la lesión que había provocado, como tampoco aportó ninguna

ayuda que contribuyera a solucionarla. Siquiera atinó a imaginarlo como

probable para así comunicárselo a PUENTE. Y ésta última, que actuó

como anestesista en numerosas endoscopías, mucho menos supo qué

hacer. Vió el enfisema con sus propios ojos y no reaccionó a tiempo. No

hizo uso de ese “minuto de oro” que los médicos saben que tienen que

aprovechar para solucionar el problema que se les presenta. Sólo se


8

dedicó a insuflar más aire a presión en el cuerpo de una persona que en

cuestión de instantes había experimentado la deformación completa de su

anatomía, precisamente por la fuga de aire en su cuerpo (según ella

misma refirió en la historia clínica, así como en el escrito que presentara

en autos).

Como si ello fuera poco BIALOLENKER y PUENTE

enfrentaron la endoscopia con absoluta negligencia, pues hay suficiente

evidencia para sostener que la Sra. Débora PÉREZ VOLPIN no estuvo

conectada al monitor que debía registrar su actividad cardíaca. Por

ello es que evidentemente no intervinieron en el momento debido.

Y, mucho peor, cuando sí estuvo conectada y sí

pudieron conocer la actividad eléctrica del corazón (habiéndo ya advertido

la desconección inicial del paciente en los equipos de monitoreo), no

actuaron conforme a lo debido, pues, estando la Sra. PÉREZ VOLPIN

con Fibrilación Ventricular no la desfibrilaron.

Nótese que todos los médicos especialistas que

prestaron declaración en estas actuaciones dijeron que ante una fibrilación

ventricular debe desfibrilarse, y dieron cuenta que existía un desfibrilador

en el área de quirófano.

Para que quede claro, a pesar de que BIALOLENKER

la perforó en poco tiempo, y PUENTE le insuflo mucho más aire del que se

le estaba filtrando en pocos minutos, el corazón de la Sra. PÉREZ

VOLPIN aún tenía algún tipo de esperanza. Y, ninguno de los dos

médicos supo como aprovechar aquella ventaja que la naturaleza del

cuerpo humano les estaba dando.

7. Hasta aquí el homicidio que ambos cometieron, por

negligencia e impericia en su profesión. Tanto por acción, como por


9

omisión; en ambos casos. Vale decir, en calidad de coautores pues ambos

incumplieron las normas del deber de cuidado y su accionar ocasionó el

resultado lesivo muerte.

8. Y como si ello fuera poco, luego de aquellos fatídicos

40 o 45 minutos en los que PUENTE y BIALOLENKER contribuyeron al

desenlace final, y lo generaron, se dedicaron a esconder sus actos

negligentes, o, mejor dicho, a disfrazar aquella actuación negligente en

una presunta intervención médica de rutina.

Ambos completaron la historia clínica con

inconsistencias, contradicciones y falsedades.

Se advirtió ya que en la historia clínica existen dos

versiones distintas sobre el estudio realizado a la Sra. DÉBORA PÉREZ

VOLPIN, contadas por el mismo médico, DIEGO BIALOLENKER; aunque

con una hora y media de diferencia.

Nos referimos específicamente al parte quirúrgico

realizado por BIALOLENKER a las 18:15 hs. del 6 de febrero de 2018, en

el que se refiere: “Se progresa hasta la DII con distensibilidad

dificultosa del tracto digestivo. Se constata de forma inmediata edema

generalizado con desaturación por lo que se decide suspender

procedimiento sin lograr correcta visualización”. Mientras que el mismo

médico, una hora y media después, 19:43 hs., escribe: “Se inicia

procedimiento 17:20hs progresando sin dificultad hasta segunda

porción duodenal…”

Aquí se evidencia una contradicción, que, al menos,

nos da la pauta de que BIALOLENKER quiso justificar, de alguna manera,

lo que había ocurrido agregando “distensibilidad dificultosa”, aunque luego

alguien la habría sujerido referir algo bien distinto.


10

Por su parte, la anestecista PUENTE en el parte

anestésico obrante en la historia clínica de la paciente, informa que la Sra.

PÉREZ VOLPIN se mantuvo en asistolia durante toda la reanimación. Sin

embargo esta afirmación no se condice con la documentación aportada a

último momento por el propio Sanatorio.

Además, la mencionada profesional habla de una

desaturación abrupta (de 99 a 90%) que tampoco obra reflejada en los

mismos registros.

9. En fin, entre los actos negligentes llevados a cabo

como médicos dentro del quirófano, que provocaron la muerte de la Sra.

PÉREZ VOLPIN, le siguieron aquellos tendientes a ocultar aquello que

había pasado dentro del quirófano.

10. No caben dudas de que se encuentran los

elementos de prueba suficientes, y la sospecha razonable, a fin de citar a

indagatoria a los médicos Nélida Inés PUENTE y Diego Ariel

BIALOLENKER, de conformidad con lo previsto en el art. 294 del CPPN. Y

por ello, habremos de solicitar al Sr. Juez que así proceda.

Proveer de conformidad

Será justicia

You might also like