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Materia: Geología Aplicada Turno: Sabado PM

Docente:

Alumno: Luis Angel Córdova Cortez

PRESA VAIJON CAUSAS QUE INDUJERON AL DESASTRE

Eppur si muove: pasos hacia la tragedia

Las obras se iniciaron en 1957. Carlo Semenza, el ingeniero jefe de construcción de la Sociedad
Adriática De Electricidad (SADE), promotora de la presa, siempre estuvo preocupado por la
estabilidad de la ladera del Monte Toc, por lo que durante las obras encargó dos estudios específicos
a personas de su total confianza:

— Leopold Müller, un experto en geomecánica con prestigio mundial con el que ya había
trabajado anteriormente. Se le contrató como asesor debido a la inquietud que produjo un
desprendimiento en 1959 en la cercana presa de Pontesei similar (pero de mucha menor
envergadura) al que posteriormente sufriría Vajon.
— Edoardo Semenza (su hijo) y Francesco Guidici, ambos geólogos, prepararon un informe
para SADE en junio de 1960 en el que pronostican que se podía producir un desprendimiento
de 50 millones de metros cúbicos.

Las obras se finalizaron sin incidencias destacables en 1960, tras lo cual comenzó el primer intento
de llenado que se abortó cuando aún faltaban 70 metros para llegar a la cota máxima porque se
produjo un deslizamiento —sin víctimas— del orden de un millón de metros cúbicos en 10 minutos.
Hasta ese momento, los movimientos de la ladera (hasta algún pequeño desprendimiento) se
asumían como normales porque es habitual en la ejecución de presas que el terreno se vaya
acomodando a la nueva situación progresivamente, incluso con eventuales episodios sísmicos de
baja intensidad, hasta que se estabiliza.

Primer paso hacia la catástrofe: no suspender el llenado hasta caracterizar sin lugar a dudas
la ladera del Monte Toc. Este desprendimiento de un millón de metros cúbicos podría
asimilarse a que el Titanic hubiera rozado un iceberg pequeñito y el capitán Edward John
Smith aún tuviera dudas sobre si debería reducir la velocidad del buque.

Imagen parcial de la grieta de más de dos kilómetros de longitud


que apareció en la ladera del monte Toc tras el desprendimiento
de noviembre de 1960. El tipo de cosas que deberían dar mala
espina a cualquiera. Fotografía tomada por E. Semenza durante
la corrección de su informe
Tras ese deslizamiento, E. Semenza y Guidici corrigieron su informe al observar la gigantesca grieta
que había aparecido en el Monte Toc y lo reestimaron en unos 200 millones de metros cúbicos,
reconociendo la existencia de un paleodeslizamiento que se había reactivado. Lamentablemente,
algunos de los sondeos que se ejecutaron para caracterizar la ladera no llegaron hasta el plano de
debilidad, por lo que las conclusiones del estudio no fueron determinantes en cuanto a la velocidad
a la que se produciría el desprendimiento. Por eso Müller, que también corrigió su informe y coincidió
en la cifra de 200 millones de metros cúbicos que estimaban E. Semenza y Guidici, consideró que
el movimiento iba a ser lento, tipo creep (reptación).

Segundo paso: los sondeos no aportaron pruebas definitivas e irrefutables del mecanismo de
deslizamiento.

A partir de este momento, los constructores de la presa ya tenían claro que se iba a producir un
desprendimiento de gran envergadura, aunque la duda residía en la velocidad del mismo. En este
sentido, se tomaron dos decisiones:

— Ejecutar un túnel de 2 km de largo y 5 m de diámetro que uniría los extremos del embalse
para evitar que el desprendimiento dividiera en dos el mismo, con los problemas que ello
acarrearía para la población aguas arriba. Para ejecutar el túnel-bypass se tuvo que vaciar
el embalse hasta la cota 600, lo que más tarde se supo que aplazó el fatal deslizamiento.
— Encargar un modelo hidrodinámico a escala 1:200 del impacto que tendría en el entorno de
la presa ese hipotético desprendimiento.

Tras casi un año de trabajos, se finalizó el túnel y se comenzó a llenar de nuevo el embalse. Poco
después, en octubre de 1961, cuando tenía que tomar una decisión trascendental porque su propio
hijo, en el que confiaba plenamente, ponía en tela de juicio nombres tan destacados como el de
Müller o geólogos asesores de SADE como Francesco Penta, o el profesor universitario Giorgio
Dal Piaz, C. Semenza murió de un derrame cerebral.

Tercer paso: el informe de E. Semenza y Guidici pasa a segundo plano porque su principal
valedor, Carlo Semenza, muere.

En cierto modo se entiende la decisión de SADE porque, al fin y al cabo, E. Semenza y Guidici no
eran nadie frente a Müller, Dal Piaz o Penta… y las propuestas de su informe (no llenar la presa)
eran muy desfavorables para los intereses de la promotora, claro.

Mientras tanto, el estudio hidrodinámico realizado por el Instituto de Hidráulica de la Universidad de


Padova concluye que, en el peor de los casos, el desprendimiento generaría una ola de unos 20
metros de altura por lo que si la lámina de agua del embalse está a la cota 700, no se crearía ningún
problema grave.

Cuarto paso: El modelo con el que se experimentó estaba mal ideado o no se facilitaron los
datos correctos. Ni el volumen (no representaba los 200 millones de metros cúbicos), ni el
material (gravas, que no recreaban el comportamiento de prácticamente sólido rígido del
desprendimiento), ni la velocidad (mucho más lenta) se ajustaban a la situación que se quería
modelar.

El nivel del embalse alcanzó la cota 700 en noviembre de 1962; se dio por válida la prueba y se
procedió a su inauguración oficial. Pero en marzo de 1963 el gobierno italiano decidió nacionalizar
SADE a través del Ente Nacional de Energía Eléctrica (ENEL) por lo que la presa de Vajont pasaría
a manos públicas tras acordar un precio, que dependería de la altura de llenado alcanzada: si llegaba
a la cota 715 su valor sería superior.
Quinto paso: Realizar con urgencia un tercer llenado buscando la cota 715 (que no se había
alcanzado con ninguno de los dos anteriores) para vender al mejor precio posible la presa.

Gráficas donde se ve la relación entre las precipitaciones, el nivel


del embalse, el movimiento de la ladera y el nivel freático. Blanco
y en una botella que pone “leche” (Hendron y Patton, 1985)

En septiembre de 1963, cuando el embalse estaba a la cota 710 (a 5 metros del máximo que se
quería alcanzar), los desplazamientos de la ladera se consideraron alarmantes, motivo por el que se
decidió bajar a la cota 700, que era segura según el estudio hidráulico. A partir de las últimas
mediciones de los movimientos se estimó que el deslizamiento se producirá el 15 de noviembre,
fecha para la cual se esperaba tener prácticamente vacío el vaso.

Sexto paso: Las lluvias. Entre septiembre y octubre se produjeron fuertes precipitaciones que
elevaron el nivel freático, penetraron por la grieta que fotografió E. Semenza y además
dificultaron el rebaje de la cota del agua embalsada.

Pero los movimientos no decrecieron al vaciar el embalse, sino que aumentaron rápidamente,
midiéndose 1 cm por día la semana del 18 de septiembre, de 10 a 20 cm/día la semana del 25, de
20 a 40 cm/día del 2 al 7 de octubre, 40 cm el 8 de octubre y hasta 80 cm el 9 de octubre, antes de
que deslizase súbitamente.

El día 9 de octubre, viendo la velocidad que estaba adquiriendo la ladera, informaron a las
localidades próximas al embalse que quedaba prohibida la presencia humana por debajo de la cota
730, confiando en todo momento en la veracidad del estudio hidrodinámico ya que habían
conseguido bajar a 700 la cota del embalse (aunque a duras penas, por las dichosas precipitaciones).

Séptimo paso: cuando la ladera desaparece bajo tus pies.

A las 22:39 se consuma la tragedia; la velocidad de la ladera pasa de unos 4 cm por hora a 30 metros
por segundo, convirtiendo el valle del Piave y el entorno de la presa de Vajont en un infierno. El
temblor generado por el desprendimiento se registra en sismógrafos de toda Europa. Quince minutos
después, solo queda lodo, destrucción y cadáveres.
Cortes geológicos con la situación previa (1) y la posterior al desastre (2).
Recordemos que ese diminuto triangulito que representa la sección del
embalse mide unos 250 metros de altura (E. Semenza y Ghirotti, 2000)

Según se ha confirmado después, a través de los cientos de estudios del incidente de Vajont, la
acción del agua durante los distintos llenados del embalse afectó la precaria estabilidad del Monte
Toc cuya capa exterior (de unos 100 metros de espesor) estaba formada por los restos de un
deslizamiento muy antiguo que descansaba sobre unas arcillas de poca potencia, que a su vez se
asentaban sobre un estrato más estable. El llenado de la presa introdujo gran cantidad de agua en
las arcillas, donde las presiones intersticiales reactivaron el paleodeslizamiento. Los movimientos
iniciales fueron de escasa entidad y lentos, pero aceleraban cuanto mayor era la cota de la lámina
libre y el nivel freático. Finalmente, la acción del agua transformó las arcillas en un lubricante,
generando un plano de deslizamiento sobre el que resbaló la ladera como si estuviera en un tobogán.

Es más sencillo explicar un fenómeno que ya ha ocurrido (y quedar como un señor) que predecirlo,
sobre todo en disciplinas tan inexactas que dependen de tantas variables como la geotecnia y la
geología.

O la economía, ¿verdad?

Una de las críticas más oídas, con las que se intenta achacar a los técnicos su falta de preocupación,
es que Monte Toc significa en un dialecto de la zona podrido/disgregado, lo que debería haber dado
una pista sobre el posible colapso de la ladera (algo que ya hemos dicho que se supo prácticamente
en todo momento, las discrepancias residían en la velocidad del mismo). Bien, es cierto que en
algunos casos los nombres locales sirven de utilidad. En Cantabria, por ejemplo, existe un pueblo
llamado Correpoco que debe su nombre a que está edificado sobre una ladera que se mueve muy
lentamente, tipo creep. Pero, por otro lado, en los topónimos no está siempre la verdad, porque se
puede echar mano de ejemplos ilustrativos como Villaviciosa o el puerto del Pozo de las Mujeres
Muertas, nombres que pueden dar lugar a razonables malentendidos.

También se suele hacer hincapié en que una periodista del diario l’Unità llamada Tina Merlin alertó
de lo que iba a ocurrir y nadie la hizo caso. Aunque el tiempo le dio la razón en lo referente a que se
produjo un desprendimiento catastrófico, en sus primeros reportajes no aportó ninguna evidencia
científica y su argumentación se basaba en declaraciones de algunos vecinos de Eerto (4), una
población cercana a Vajont. Debido a sus incendiarios artículos fue denunciada en 1959 por SADE,
en un proceso con un marcado componente político porque l’Unità es un periódico de ideología
comunista, tal y como dicen en su cabecera: “órgano del partido comunista italiano”. Sinceridad ante
todo; no como aquel célebre lema que decía “diario independiente de la mañana”, que cuando lo
leías era como si te guiñara el ojo y te diera un codazo cómplice. Merlin, que en la película del año
2001 Vajont (cinematográficamente regulera y periodísticamente poco ajustada a la realidad),
representan como una especie de intrépida y sosegada Erin Brockovich, finalmente fue absuelta y
continuó con su acoso a SADE. Su artículo más famoso a posteriori se publicó en febrero de 1961,
cuando aseguró que se iba a producir un desprendimiento de 50 millones de metros cúbicos pero
que “no se sabe si el deslizamiento se ralentizará o si se producirá un terrible accidente”. O lo que
es lo mismo, no dijo nada con exactitud e incluso su artículo era más conservador que los informes
de Müller y E. Semenza que ya tenía SADE. Después de ocurrir el accidente, Merlin, poseída tal vez
por el espíritu del ácido bórico, ¡culpó en uno de sus artículos a las autoridades de un “genocidio a
sangre fría” (!!!) por lo ocurrido en Vajont.

Y respecto a los reproches sobre los retrasos en la presentación de algunos documentos en el


Gobierno italiano, tampoco es creíble que su tramitación puntual hubiera evitado la pérdida de vidas
humanas.

Otra fotografía de los restos de Longarone


tomada por el ejército de Estado Unidos el
día después de la catástrofe

El juicio condenó en 1971 a dos de los acusados a penas que, tras indultos y reducciones por buena
conducta, rondaron los dos años de cárcel. Otros dos acusados murieron durante el proceso (uno
por muerte natural y otro se suicidó). El pago de las indemnizaciones no se acordó hasta el año
2000.

Seguramente, si en alguno de los pasos comentados anteriormente se hubiera tomado otro camino,
se podría haber evitado la tragedia; haber prestado más atención a los informes desfavorables, haber
insistido en ejecutar ensayos y sondeos que aportasen datos irrefutables o, en última instancia, haber
desalojado el valle del Piave. Puede ser. Lo que está claro es que la presa de Vajont, que era un
orgullo para toda una nación, una obra de ingeniería superlativa que iba a aportar energía eléctrica
y trabajo a una zona humilde, acabó con la vida de más de 2000 personas. Que no vuelva a ocurrir.

Para saber mucho más y bastante mejor

— La noticia en los periódicos de la época:

 La Vanguardia, edición del 11/10/1963 (1, 2 y 3).


 ABC, edición del 11/10/1963 (1, 2 y 3).

Bibliografía
http://www.jotdown.es/2012/06/vajont-el-titanic-de-las-presas/

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