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Facultad de Derecho.
Protocolo de Investigación
La homogeneización del matrimonio homoparental en los
códigos civiles de México
Presenta:
Elvira Cortez Rodrigo
López Zavala Michell
Ortiz Jaquez Daniela Lizbeth
Profesor:
Lic. Ana Karina Perez Vertti Alvarez
Torreón, Coahuila
11/Mayo/2018
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
Se podría implementar en las escuelas una materia que hable sobre la igualdad y
libertad que debemos de tener todas las personas en general, donde se enseñe a
tratarnos igual sin ninguna discriminación, logrando con esto que desde niños se
tenga la consciencia sobre este tema y aceptar que todos tenemos las mismas
oportunidades sin importar los gustos y preferencias de cada uno.
Obteniendo la legalización del matrimonio igualitario en México, nos llevaría a un
marco de igualdad, al tener todas las personas la oportunidad de contraer
matrimonio con quien decidan libremente.
- Artículo 4°: “El varón y la mujer son iguales ante la ley. Esta protegerá la
organización y el desarrollo de la familia…”
METODOLOGÍA.
En esta investigación se pretende alcanzar los objetivos requeridos mediante la
realización del método analítico, el método descriptivo y el método explicativo.
MARCO TEÓRICO.
Roberto Saba comenta al respecto que “El alcance de la regulación del matrimonio
ha sido y sigue siendo uno de los temas más controvertidos del derecho civil de
las Américas desde finales del siglo XIX y hasta nuestros días. La determinación
de la autoridad competente para celebrarlo y administrarlo —religiosa o civil—, la
posibilidad de disolverlo —y de contraer nuevas nupcias— y su extensión a
parejas de un mismo sexo han sido los ejes que dominaron el debate jurídico en
muchos países de nuestra región, a los que se suman temas relacionados como la
adopción por parte de esas parejas o el reconocimiento de vínculos filiales
pluriparentales. Una de las primeras conquistas logradas por los estados laicos
frente a la autoridad de las Iglesias en varios países de las Américas consistió en
desplazar a estas últimas del ejercicio exclusivo y excluyente del poder de regular
y administrar el acto matrimonial.
En los últimos años, la prohibición de que dos personas de un mismo sexo
contrajeran matrimonio ha sido debatida por los juristas, atacada por los activistas
de derechos humanos y desafiada constitucionalmente en los tribunales por
aquellos que padecieron —y continúan padeciendo— las consecuencias de esa
normativa, por contradecir valores compartidos por todas las Constituciones de las
democracias liberales modernas. Como muchos autores han mencionado, son
fundamentalmente dos los argumentos que socavan la validez constitucional de
aquella prohibición estatal. El primero de ellos gira en torno al principio de
autonomía y el segundo se refiere al principio de igualdad. Estos dos valores no
son excluyentes. Todo lo contrario. El principio de igualdad supone la autonomía y
el de autonomía asume que todos somos igualmente autónomos. Sin embargo,
como veremos en este libro, iluminar con intensidad sólo uno de esos valores
puede oscurecer y cegar nuestra capacidad de percibir la afectación de la
igualdad, sobre todo cuando es comprendida más allá de la exigencia de tratos no
arbitrarios.
Los seres humanos compartimos una cualidad: somos personas morales. Ello
implica reconocernos como seres capaces de discernir entre lo moralmente
correcto y lo incorrecto, de lo cual se desprende que, entonces, cada individuo es
capaz de decidir, en forma autónoma, qué es lo que es mejor para sí mismo. Así,
es posible afirmar que toda persona es capaz de diseñar y poner en marcha su
propio plan de vida sin que medie interferencia alguna del Estado o de otras
personas para concretarlo, siempre que sus decisiones y las acciones que deriven
de ellas no afecten la autonomía de terceros, pues todos somos igualmente
autónomos.
El reconocimiento del principio de autonomía moral y de su derivado, el principio
de autonomía personal supone que el propio individuo es el único agente capaz de
identificar el ideal de excelencia humana y el plan de vida que justifican sus
acciones y decisiones autorreferentes. Cualquier intento de imponerle
heterónomamente planes de vida supuestamente ideales o considerados mejores
—por una autoridad o por la mayoría—, diferentes de los que ese individuo está
dispuesto a abrazar, deberá ser considerado una interferencia perfeccionista
contraria a la autonomía personal.”
La autora Karla I. Quintana Osuna nos dice que “En la última década, los derechos
de las personas lesbianas, gay, bisexuales, transexuales, transgénero,
intersexuales (LGTTBI), han estado, cada vez más, en el centro de la discusión en
los diferentes foros nacionales e internacionales. Si se analiza los distintos
tratados y convenciones en materia de derechos humanos —la mayoría de ellos
con más de cincuenta años de vigencia—, así como los correspondientes trabajos
preparatorios, se verá que la orientación sexual no fue inicialmente incluida como
una categoría sospechosa con base en la cual está prohibido discriminar. Ello, por
supuesto, no es razón para que, por un lado, desde una interpretación evolutiva,
se haya desarrollado el contenido y alcance del principio de igualdad y no
discriminación, en relación con la orientación sexual como categoría sospechosa,
y por otro lado y como consecuencia, varias Constituciones nacionales —como la
mexicana— ya la incluyan como tal.
Las problemáticas planteadas, en relación con la discriminación sufrida con base
en la orientación sexual en materia civil, se presentan principalmente respecto de
los derechos de las parejas del mismo sexo, los cuales no son los mismos que los
reconocidos a las parejas heterosexuales, independientemente de si se trate de
relaciones sancionadas o no por el Estado — matrimonio frente a concubinato— ni
los beneficios asociados a éstos. En el presente artículo me limitaré al matrimonio
igualitario y a algunas consecuencias que su reconocimiento ha tenido.
Considero necesario hacer una aclaración previa, antes de seguir con el análisis. A
lo largo de este artículo, me refiero al tema como matrimonio “igualitario”. Este
término no es referido así en ninguna de las sentencias emitidas por la Suprema
Corte de Justicia, pero —como se verá— el análisis del principio de igualdad y no
discriminación que ésta hace, lleva a concluir que la figura del matrimonio debe
incluir a personas del mismo y de diferente sexo, en igualdad de condiciones: un
matrimonio accesible para todos y todas.
Aunado a lo anterior, en el derecho comparado encontramos expresiones
similares: equal marriage en los países anglosajones, mariage pour tous en los
países francófonos, y matrimonio igualitario en países como Colombia, Argentina,
Uruguay, entre otros.
Es importante hacer esta aclaración por varios motivos. Es común escuchar o leer
sobre el llamado “matrimonio gay”. Este calificativo es discriminatorio porque, por
un lado, excluye al amplio arcoíris de la comunidad LGTTBI, dejando por fuera a
lesbianas, transexuales, transgénero, bisexuales e intersexuales. Por otro lado,
aun cuando se le denominara matrimonio “LGTTBI”, ello sería igualmente
discriminatorio, pues implica hacer implícitamente un régimen separado para dicho
grupo, al adjetivarlo con la finalidad de distinguirlo de alguna manera del
matrimonio entre heterosexuales.
Cuando se analiza la figura del matrimonio desde el principio de igualdad y no
discriminación, el fondo del asunto es que cualquier persona —
independientemente de su orientación sexual— tenga acceso al mismo en
igualdad de circunstancias: no por ser heterosexual, homosexual, bisexual, o
cualquier otra posibilidad. Basta con el hecho de que dos personas quieran unir
sus vidas desde el ámbito jurídico para compartir una vida en común. Es el único
requisito. No se trata entonces de un matrimonio “gay” distinto del matrimonio
“heterosexual”. Se trata, pues, de matrimonio para todos y todas en igualdad de
circunstancias.”
La autora Geraldina González de la Vega en su artículo “MATRIMONIO
IGUALITARIO EN MÉXICO. UN ANÁLISIS A PARTIR DE LAS REFORMAS
CONSTITUCIONALES DE 2011” comienza diciendo que “El matrimonio igualitario
en México es ya una realidad, aunque una realidad no universal. Digo que es una
realidad, porque gracias a una tesis de jurisprudencia que declara contraria a la
Constitución cualquier disposición que establezca que el matrimonio debe ser
entre un hombre y una mujer, y que su finalidad es la perpetuación de la especie,
cualquier pareja del mismo sexo que desee casarse puede hacerlo.
Sin embargo, hago la aclaración de que no se trata de una realidad universal,
pues debido a que la jurisprudencia no es obligatoria para los funcionarios de las
administraciones públicas federal y locales, en la mayoría de los casos las parejas
del mismo sexo que acuden ante el registro civil les es negado el matrimonio y
deben interponer un amparo en contra de la negativa del funcionario del registro,
amparo que será otorgado en términos de dicha tesis de jurisprudencia, pero que
implica una carga extra con respecto a las parejas heterosexuales. ¿Hay
matrimonio igualitario en México? La respuesta es sí, sin embargo, debido al
principio de relatividad en el amparo, su acceso no es igualitario.
En enero de 2009 se discutió si una persona transexual nacida con sexo biológico
masculino tenía razón en demandar que no se hiciera una anotación sobre su
rectificación de sexo y nombre en su acta de nacimiento. El pleno, por unanimidad,
dio la razón a la quejosa, pues consideró que ello atentaba contra su dignidad. Lo
relevante de esta sentencia fue que, por primera vez, la Corte desarrollaba
conceptos como el de dignidad y libre desarrollo de la personalidad como piedras
angulares de la construcción del sistema de derechos humanos.
Cobra relevancia el hecho de que en 2009 el pleno haya aceptado incorporar
derechos humanos de fuente internacional para fundamentar los derechos de
jerarquía constitucional. Ahora bien, en este asunto, el pleno resolvió que cualquier
persona tiene derecho a elegir de forma libre y autónoma su proyecto de vida y a
partir de este concepto de autonomía, montado en el de dignidad, es que se
despliega el entendimiento sobre el libre desarrollo de la personalidad, el cual
comprende diversas libertades relacionadas con la forma de vivir la vida de cada
persona, de su identidad, de su forma de relacionarse con los demás y consigo
mismo.
Además, a partir del principio de dignidad, desarrolló también los derechos a la
intimidad y a la propia imagen, mismos que se proyectan hacia lo privado, como lo
es el derecho a la privacidad y a la no limitación respecto de la propia imagen y la
autorrealización; como hacia lo público, es decir, como el derecho de las personas
a manifestarse frente a los demás como se ven, como se perciben, como se
imaginan.
Estos derechos funcionarían después como fundamento de todas las decisiones
de matrimonio igualitario que vendrían después, pues colocan los cimientos para
el reconocimiento del principio de dignidad como informante del de no
discriminación y el derecho al libre desarrollo de la personalidad como la
justificación tras el derecho civil a contraer matrimonio y formar una familia.”
- https://www.sdpnoticias.com/gay/2014/05/17/homosexualidad-tercera-causa-de-
discriminacion-en-mexico
- https://expansion.mx/nacional/2016/09/09/los-argumentos-a-favor-y-en-contra-
del-matrimonio-entre-parejas-del-mismo-sexo
- http://conceptodefinicion.de/derecho-civil/
- https://www.euston96.com/derecho-familiar/
- https://jorgemachicado.blogspot.mx/2009/02/el-matrimonio.html
-
https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/derechos_humanos/articulosdh/docume
ntos/2016-12/IGUALDAD%20Y%20DIVERSIDAD.pdf
- https://www.huffingtonpost.com.mx/aglaia-berlutti/buenas-razones-para-apoyar-
el-matrimonio-igualitario-aunque-no-s_a_22291301/
- Alterio Ana Micaela; Niembro Ortega Roberto, LA SUPREMA CORTE Y EL
MATRIMONIO IGUALITARIO EN MÉXICO, UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTÓNOMA DE MÉXICO INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS,
México, 2017.
- Derecho de familia y sucesiones, Capítulo segundo “El matrimonio”, UNAM,
México, 2015.