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Síndrome de Acomodación al Abuso

Sexual Infantil
Octubre 30, 2017
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La revelación
del abuso sexual del que son víctimas les ocasiona a los menores serias
dificultades. Con frecuencia no se les cree, son culpabilizados de lo sucedido y
sus versiones rechazadas; los padres y los tribunales estigmatizan al niño con
acusaciones de mentir, manipular o ser sugestionable. En estas condiciones, no
resulta extraño que se retracten, negando haber sido objeto del abuso
previamente revelado.

La retractación no solo dificulta la intervención judicial, los procesos penales


suelen estancarse, sino que, con base en ella, termina concluyéndose que todo es
una invención del menor y propiciándose la impunidad. Al respecto, cabe
preguntarse: ¿puede haber sido la víctima inducida a mentir, fabular o cambiar el
hecho denunciado?, ¿existen factores que lleven a la víctima a que se retracte del
hecho denunciado originalmente?
En la mayoría de los casos los abusadores son personas conocidas por el menor
– ya sea familiares u otros personas con vinculación directa (vecinos, maestros,
guardadores, médicos, confesores, pastores, amigos, entre otros), quienes tienen
un gran prestigio en el círculo que rodea al niño y muestran mucho afecto hacia
éste, todo lo cual genera que el menor sienta que "nadie va a creerle, que puede
cortar el vínculo afectivo que lo une al agresor, que sus padres se enojen", entre
otras cosas.

El SAASI, el Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil, fue descrito por


Ronald Summitt en 1983. Con el mismo intentó que se ganara en comprensión
respecto a las reacciones típicas de los niños víctimas de un abuso sexual
continuado y en credibilidad respecto a sus versiones; también, romper con los
mitos y prejuicios existentes en torno a este fenómeno delictivo.

Como consecuencia de sus investigaciones, Summit observó, en casos de abuso


sexual crónico cometido en el ámbito intrafamiliar o por personas allegadas a la
víctima, una secuencia característica, que constaba de cinco fases: (1) el secreto,
(2) el desamparo, (3) el entrampamiento y acomodación, (4) la revelación tardía y
no convincente, y (5) la retractación, a la que denominó síndrome de acomodación
al abuso sexual infantil. A continuación, se hará una breve descripción de cada
una de ellas.

El Secreto

Ningún niño está preparado para la eventualidad de ser abusado sexualmente por
un adulto en el que confía; lo que menos imagina una niña es que pueda ser
abusada por su propio padre, de quien espera protección y cariño. Una
característica del ASI es que este ocurre cuando el niño está solo con el abusador;
otra, que éste le enfatiza en que esa información jamás debe ser proporcionada a
nadie más.

Es frecuente que el agresor presione a la víctima para que mantenga en secreto el


abuso sexual, con lo que mediante manipulación emocional, amenaza, a través de
generar sentimientos de culpabilidad. El abusador le hace creer a la víctima que si
guarda silencio evitará la desintegración de la familia, que tiene poder para
destruir a su familia y que en sus manos está la responsabilidad de mantenerla
unida. El secreto se convierte, simultáneamente, en fuente de temor, y, de
seguridad, ya que al permanecer callada, la víctima cree proteger a su familia y a
ella misma.

El abusador, le dice cosas como: "Si cuenta, voy a matar a tu mamá", "Este es
nuestro secreto, nadie lo comprenderá", "No se lo digas a nadie, nadie te creerá",
"Si lo cuentas se acaba la familia y tú terminarás en un orfanato.", el niño deduce
que algo malo está sucediendo y que resulta peligroso hablar sobre ello. El niño
promedio no cuenta lo que le está sucediendo, hecho que va en contravía de la
idea de que la víctima ante una situación de esta índole solicita ayuda. Cuando
quienes interrogan al niño se enteran que el abuso estaba ocurriendo de tiempo
atrás, en forma suspicaz le preguntan: ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Cómo pudiste
mantenerlo en secreto?, ¿Por qué esperaste hasta ahora?, ¿Cómo quieres que te
crea esta historia?

El secreto se sostiene mediante el temor a las posibles consecuencias que


conlleva el que se sepa acerca del abuso sexual, es un hecho característico de
este fenómeno delictivo. La vergüenza, la culpa, el desconcierto frente a la
conducta abusiva de un adulto en quien se confía, contribuyen a que el menor, en
la gran mayoría de los casos, soporte los abusos y mantenga el secreto. El
mantenimiento del mismo le genera un doble malestar a la víctima, por no poder
hablar y por no poder detener la situación de abuso.

Desamparo

La educación
impartida induce a los menores a obedecer, ser amables y cariñosos con las
personas cercanas, con lo que se incrementa el riego de desprotección de las
víctimas. El niño confía plenamente en las personas cercanas y no espera recibir
de ellas una conducta abusiva. Si un adulto en el que confía abusa sexualmente
de él, el menor se sentirá traicionado en su confianza y totalmente desprotegido.
Este abuso provoca en él el desarrollo de sentimientos de impotencia y
desprotección que pueden perdurar a lo largo de su vida y generalizarse al resto
de sus relaciones interpersonales. La experiencia abusiva no hace más que
confirmar su estado de desamparo.

Se espera que el niño reaccione como un adulto frente al abuso sexual. Si no lo


hace, se lo considera "cómplice del abuso". No es fácil para un menor reaccionar
cuando el abusador es alguien jerárquicamente superior a él, a quien debe
respetar y obedecer. La sociedad espera que el menor resista, pida ayuda o
intente escapar, pero la mayoría de los chicos no pueden reaccionar y quedan
paralizados. Su defensa es hacerse el dormido, cubrirse con la frazada y hacer
como si nada.

Se suele denominar a esta etapa como "Impotencia", puesto que el adulto tiene
autoridad y control sobre el niño abusado, con lo cual genera esta característica
en el menor, quien siente que no tiene forma de evitar dicha situación. Cuanto
mayor sea esa autoridad, mayor será la dependencia y mayor la dificultad de la
víctima para hablar, provocando que el abuso se reitere en el tiempo.

Entrampamiento y Acomodación

La víctima se encuentra atrapada entre el dolor que le ocasiona el abuso y la


responsabilidad de mantener a su familia protegida de la desintegración, la invade
la sensación de que nunca saldrá del abuso. Se siente atrapada: si calla el
secreto, se siente cómplice y culpable; si lo revela, puede destruir a su familia y a
sus padres; queda encerrada en un círculo, del que no puede salir.

Como el abuso suele repetirse y está imposibilitada para frenarlo, la única opción
que le queda es aprender a aceptar la situación y sobrevivir, adaptarse a la
situación abusiva como método de supervivencia. Se debe estar disponible sin
queja para las demandas del abusador. Si es buena y si guarda el secreto, puede
preservar la seguridad del hogar. El menor así victimizado parece aceptar o
buscar el contacto sexual sin quejarse, aprende a acomodarse a su realidad; ello
conlleva una operación de fragmentación de la mente y constituye una defensa
emocional.

Niñas y niños abusados sexualmente por quienes deben cuidarlos, no tienen más
remedio que acomodarse a la situación, mantener el secreto, sobrellevar en
soledad y con mucha vergüenza lo que les está pasando; mantienen las
experiencias traumáticas totalmente separadas del resto de sus vivencias
cotidianas; no pueden impedir el abuso y terminan aceptándolo, frecuentemente,
asumiendo la culpa por su consentimiento.

Revelación Tardía, Conflictiva y No Convincente

Un número significativamente grande de casos de abuso sexual infantil nunca es


revelado. En aquellos casos en que la revelación ocurre, es consecuencia de un
conflicto familiar, o de un hecho fortuito o el resultado de campañas educativas de
la comunidad. Cuando tiene su origen en un conflicto familiar, usualmente se
presenta años después de haberse iniciado el abuso sexual y es producto de
algún quiebre eventual en el mecanismo de acomodación. La víctima de abuso
incestuoso tiende a permanecer en silencio hasta que llega a la adolescencia,
cuando se siente capaz de desafiar la autoridad del abusador.

Cuando el menor logra romper el silencio, usualmente se encuentra con la


incredulidad de quienes lo escuchan; lo cuestionan por no haberlo contado antes;
usualmente ante la versión de la víctima se suele reaccionar con duda, con
sospecha, se cree que el menor está mintiendo. Desafortunadamente, quienes
conocen la historia les cuesta creer que el menor pudiera haber tolerado el abuso
sin denunciarlo inmediatamente, o que un adulto normal pudiera haber sometido a
semejantes vejaciones a un infante.

Cuando se trata de un caso de incesto paterno filial, tienden a identificarse más


con el padre; enfatizan en que la joven parece más molesta por el castigo
inmediato que por las atrocidades sexuales a las que hace referencia; no
entienden por qué no se quejó años antes cuando se iniciaron los hechos;
presumen que inventó la historia para desquitarse del padre por disciplinarla.

Retractación

Si un menor revela el abuso, lo más probable es que luego se retracte. Por encima
del enojo subyace la culpa y la responsabilidad de preservar a su familia; además,
descubre que los miedos y las amenazas de mantener todo en secreto son ciertas.
En los casos de incesto paterno filial, el padre la abandona y la llama mentirosa; la
madre no le cree o sufre un ataque de nervios; la familia queda fragmentada y los
hermanos quedan a la deriva.

Una vez más, la víctima carga con la responsabilidad de preservar o destruir la


familia. Opta por retractarse, por mentir, hecho que paradójicamente tendrá más
credibilidad que la acusación de incesto y restablecerá el precario equilibrio
familiar. Ante la reacción de los adultos, ante la evidencia de que se los culpa,
ante la sensación de estar poniendo en grave peligro la integridad familiar, el
menor declara que todo ha sido un invento, que se equivocó o que estaba
enojada/o y por eso mintió.

A menos que el niño reciba un apoyo sustancial ante su denuncia, normalmente


se retracta. La presión ejercida sobre la víctima por la familia, por el abusador y
aún por los profesionales puede abrumar al menor abusado y obligarlo a
retractarse. Esto no es indicativo de que la víctima haya mentido acerca del hecho,
sino es una consecuencia lógica de la intensa presión ejercida sobre ella. La
retractación le permite volver al seno de la familia.

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