Cosmos: un viaje personal (en inglés Cosmos: A Personal
Voyage) es una serie documental de divulgación científicaescrita
por Carl Sagan, Ann Druyan y Steven Soter (con Sagan como guionista principal y presentador), cuyos objetivos fundamentales fueron:
Difundir la historia de la astronomía y de la ciencia, así como
sobre el origen de la vida. Concienciar sobre el lugar que ocupa nuestra especie y nuestro planeta en el universo, y presentar las modernas visiones de la cosmología y las últimas noticias de la exploración espacial, y en particular, las misiones Voyager. Capítulo 1. En la orilla del océano cósmico
Años luz, galaxias, estrellas, planetas: números y distancias,
donde nos encontramos (Grupo Local). La Biblioteca de Alejandría. Eratóstenes y su cálculo de la circunferencia de la Tierra. Calendario Cósmico: desde los comienzos del universo hasta el destino de la humanidad.
La superficie de la Tierra es la orilla del océano cósmico. Desde ella hemos
aprendido la mayor parte de lo que sabemos. Recientemente nos hemos adentrado un poco en el mar, vadeando lo suficiente para mojamos los dedos de los pies, o como máximo para que el agua nos llegara al tobillo. El agua parece que nos invita a continuar. El océano nos llama. Las distancias del Cosmos son tan grandes que recurrir a unidades como metros o kilómetros no serviría de nada. En lugar de ellas medimos la distancia en el espacio con la velocidad de la luz. Esta unidad de longitud, la distancia que la luz recorre en un año, la llamamos año luz. No mide tiempo sino distancias, distancias enormes. Nuestro viaje comienza el vasto vacio del universo. Ante nosotros, el Cosmos a la escala mayor que conocemos, en el reino de las nebulosas, a ocho mil millones de años luz de la Tierra, a medio camino del borde del universo conocido. Nos dirigimos a nuestro hogar “La Tierra”, nuestro viaje nos lleva a lo que los astrónomos llaman el Grupo Local de galaxias. Tiene una envergadura de varios millones de años luz y se compone de una veintena de galaxias. En ella encontramos la Via Lactea, en uno de cuyos brazos espiral viaja nuestro modesto planeta. Con unos 400.000 millones de agrupadas en sistemas estelares, nuestra galaxia no es de ni de lejos de las mayores. ¿Cuántos pequeños mundos, calientes, azules y blancos, cubiertos de nubes puede haber evolucionado vida inteligente?. Son nuestros hermanos y hermanas del Cosmos. ¿Son muy distintos de nosotros? ¿Cuál es su forma, su bioquímica, su neurobiología, su historia, su política, su ciencia, su tecnología, su arte, su música, su religión, su filosofía? Quizás algún día trabemos conocimiento con ellos. Nos acercamos a nuestro sistema: un grupo de mundos, cautivos de una solitaria y pequeña estrella, el Sol. Plutón, (recientemente descatalogado como planeta) cubierto por hielo de metano y acompañado por su solitaria luna gigante, Caronte. Los mundos gaseosos gigantes, Neptuno, Urano, Saturno la joya del sistema solar y Júpiter están todos rodeados por un séquito de lunas heladas. Entre los planetas rocosos encontramos a Marte, el planeta rojo, y finalmente, y acabando nuestro paseo, volvemos a nuestro mundo azul y blanco, diminuto y frágil, perdido en un océano cósmico. El descubrimiento de que la Tierra es un mundo pequeño se llevó a cabo como tantos otros importantes descubrimientos humanos en el antiguo Oriente próximo, en el siglo tercero a. de C., en la ciudad egipcia de Alejandría. Allí vivía un hombre llamado Eratóstenes, director de la gran Biblioteca de Alejandría, quien con su capacidad de observación, curiosidad y rigor científico llegó a estimar, con asombrosa precisión, la circunferencia de la Tierra en 40.000 kilómetros. Las únicas herramientas de Eratóstenes fueron palos, ojos, pies y cerebros, y además el gusto por la experimentación.