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La Epigenética

La Epigenética son las modificaciones químicas del ADN y de las proteínas que lo
envuelven, que regulan su expresión y se llevan a cabo principalmente por dos
procesos, la metilación y la acetilación. En general, se puede hablar de que el
control epigenético ocurre naturalmente de dos modos. Uno de estos sería la
metilación del ADN, el cual consiste simplemente en la unión de un radical metilo
(CH3) a un extremo de una citosina en algún lugar de la secuencia del ADN. Se ha
observado que mientras más metilada esté una secuencia, la posibilidad de que
esta se convierta en proteína es menor. La razón y el mecanismo por el que este
proceso ocurre son aún un misterio. El experimento de Jitler dilucidó parte del
misterio. El papel que cumple la metilación de las secuencias codificadoras
restringe la expresión génica de algunas secuencias chatarra del ADN. Más aún,
el 45 por ciento del genoma humano consiste en genes víricos (o fragmentos de
éstos), llamados “transposones”, que se han podido replicar a sí mismos y
esparcido libremente a lo largo de la secuencia tantas veces que han logrado
perdurar en el transcurso de la evolución. De no ser por agentes metiladores,
estos genes víricos habrían logrado expresarse. El segundo mecanismo sería el
que ejercen las histonas sobre el ADN. Hasta hace un tiempo se creía que las
histonas simplemente ayudaban al compactamiento del ADN en la cromatina y en
los cromosomas, pero se ha descubierto que pueden regular la expresión de
ciertos sectores del ADN. En las colas de las histonas se encuentran grupos
acetilo (CO-CH3), que se cree, controlan la adición de metabolitos a la secuencia
de ADN. Cuando estos radicales acetilo se pierden, son reemplazados por metilos
y se produce un compactamiento de la cromatina a un nivel tal que es
intranscriptible. Esto se ha observado en algunos cromosomas. Se sabe que la
mujer nace con dos cromosomas sexuales “X” activos, pero sólo uno de ellos debe
funcionar para evitar que se produzcan dos señales para la misma acción,
entonces uno de estos dos cromosomas X se des-acetila y se compacta, mientras
que el otro produce ARNi para protegerse de la compactación.
La metilación
Cualquier modificación del ADN que altere la estructura de un gen sin modificar su
secuencia básica puede ser un cambio epigenético. Los dos más frecuentes son
la metilación y la modificación de las histonas o acetilación. La metilación es un
proceso químico capaz de ”apagar” la expresión de un gen bueno. Es lo que
ocurre con ciertos supresores de tumores, que en condiciones normales actúan
como freno del proceso canceroso evitando que las células se dividan
descontroladamente, pero que en presencia de esta alteración química se
inactivan. Pero la metilación también puede silenciar otro tipo de genes. En las
mujeres, por ejemplo, esta alteración química es la que controla la inactivación del
cromosoma X que tiene lugar durante el desarrollo para silenciar uno de los dos
cromosomas X de cada célula. Además, el patrón de metilación puede ir
cambiando a medida que las células madres se van diferenciando para convertirse
en diversos tejidos u órganos del cuerpo humano, o sirve para ”marcar” los genes
de manera que éstos sólo expresen la copia heredada del padre o la madre. La
metilación por sí sola no es ni mala ni buena, es una simple cuestión fisiológica. El
problema aparece cuando esta alteración química se pasa o no llega, sólo
entonces aparecen las alteraciones, que pueden ser de tipo tumoral, o bien de otro
tipo, como la espina bífida, por ejemplo.
Histonas
Las histonas son las bolas alrededor de las cuales se enrolla el ADN, porque
completamente extendido éste sería demasiado largo para caber en nuestro
organismo. Estas proteínas, que regulan y envuelven el ADN como un collar de
perlas, también se metilan o acetilan. Las alteraciones de las histonas podrán ser
utilizadas como marcadores tumorales en el futuro, si vemos esa marca sabremos
que el paciente va a tener un tumor, ayudando a un mejor diagnóstico del cáncer,
pero además prediciendo la respuesta de cada individuo a las terapias.
Cómo se utilizaría en el futuro la Epigenética
La ciencia está revelando ahora cómo se interpreta nuestra partitura genética, y
parece que la ejecución de esta partitura puede cambiar de forma drástica entre
generaciones sin que se altere la secuencia del ADN. El campo de la Epigenética
intenta determinar cómo afectan a la función genómica los mecanismos que
regulan la manera en que los genes son procesados. Los factores epigenéticos
incluyen tanto patrones espaciales, como la organización espacial del ADN
alrededor de las proteínas histónicas (cromatina), como la marcación bioquímica.
Existen cientos de clases diferentes de células en nuestro cuerpo. Aunque todas
las células derivan del mismo punto de partida, las características de una neurona
son muy diferentes de las de una célula del hígado. En un genoma como el
humano, con más de 30.000 genes, la importancia del silencio, como ocurre en
cualquier interpretación orquestal, no debe ser subestimada. A medida que las
células se desarrollan, su destino está gobernado por el uso y silenciamiento
selectivo de genes. Este proceso está sujeto a los factores epigenéticos. Los
patrones de metilación del ADN desempeñan un papel en todo tipo de fenómenos
en los que los genes son activados o desactivados, desde la mancha de color
morado en el pétalo de una petunia al crecimiento de los tumores cancerosos. Los
fallos en el silenciamiento de genes pueden producir peligrosas cacofonías.
Cuando la metilación del ADN es demasiado escasa, la organización de la
cromatina puede verse alterada. Esto, a su vez, afecta a qué genes son
silenciados después de la división celular. Cuando, por el contrario, la metilación
es excesiva, el trabajo de protección llevado a cabo por los genes supresores de
tumores y los genes reparadores del ADN puede perderse. Este tipo de
epimutaciones han sido observadas en una amplia variedad de cánceres. Gracias
a esta información epigenética están apareciendo nuevas vías terapéuticas para la
exploración. La Epigenética proporciona también un medio por el que el material
genético puede responder a las cambiantes condiciones ambientales. Aunque las
plantas no tienen sistema nervioso ni cerebro, sus células tienen la habilidad de
memorizar los cambios estacionales. En algunas especies bianuales, esta
habilidad está ligada a su capacidad para florecer en la primavera, cuando se
detectan temperaturas ambientales más altas. Diversas investigaciones han
demostrado que la exposición al frío durante el invierno dispara cambios
estructurales en la cromatina que silencian los genes de la floración en algunas
especies de berros. Estos genes se reactivan durante la primavera, cuando los
días más largos y las temperaturas más altas son más conducentes a la
reproducción. El ambiente puede también inducir cambios epigenéticos que
afecten a generaciones futuras. Recientes estudios de laboratorio con ratones
consanguíneos han demostrado cómo cambios en su dieta podrían afectar a su
descendencia. Su pelaje puede ser marrón, amarillo o moteado, dependiendo de
cómo se metile el gen “agouti” durante el crecimiento embrionario. Cuando se
alimentó a algunas hembras preñadas con suplementos ricos en metilo, como
el ácido fólico y la vitamina B12, su descendencia desarrolló principalmente pelaje
marrón. La mayoría de los bebés de los ratones control (que no habían recibido
los suplementos) tuvieron pelaje amarillo. De la misma forma que un director de
orquesta controla la dinámica de una interpretación sinfónica, los factores
epigenéticos dirigen la interpretación del ADN dentro de cada célula viviente. El
entendimiento de estos factores podría revolucionar la biología evolutiva y del
desarrollo, y afectar así a prácticas de áreas tan diversas como la medicina o la
agricultura.

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