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Planificación:
Eje: El ambiente natural y social: sus interacciones.
Contenidos Conceptuales:
1º año: Los distintos tipos de trabajo y profesiones del entorno inmediato.
2º año: Tipos de trabajo y condiciones de trabajo.
Contenidos Procedimentales:
1º año: Distinción de los principales tipos de trabajos.
2º año: Reconocimiento de los tipos de trabajo que existen en el entorno
inmediato y de las condiciones en que se desarrollan los mismos.
Primer Día:
Armamos un afiche con los trabajos que realizan los diferentes integrantes de
la familia.
Conversamos:
¿Qué tareas pueden hacer ustedes para colaborar con sus familias?
En una aldea lejana, hace mucho tiempo, vivía una familia de duendes que trabajaban de
relojeros. En esta aldea, pequeña pero hermosa, sólo vivían duendes: éstos eran los de
tamaño mediano; duendotes, los más grandes; y duendecitos, los más pequeños.
Cada familia tenía un trabajo diferente, algunos cuidaban los huertos, otros construían las
casitas, otros arreglaban los jardines, o las calles, etc.
Había una familia en especial, sólo una que -como dijimos antes- trabajaban de relojeros,
pero no porque arreglaran relojes, sino porque eran los encargados de mantener, cuidar y,
sobre todo, dar cuerda al gran reloj que estaba en la plaza principal y en el cual todos los
duendecitos duendes y duendotes de la aldea miraban la hora.
La familia de duendecitos se llamaba “Cuerdita” y estaba compuesta por papá duende,
gordito y simpático; mamá duende, flaquita y también muy alegre; y tres pequeños
duendecitos llamados “Horita”, “Segundito” (no sólo porque era el encargado de la aguja
del segundero, sino porque era el segundo hijito) y “Minutín”, el menor de todos.
La familia Cuerdita hacía su trabajo con mucho amor, responsabilidad y sobre todo,
humildad: se turnaban para dormir, ya que debían estar continuamente dando cuerda al
gran reloj, y además, cada uno de ellos tenía una tarea muy particular: papá duende era el
encargado de mantener en perfecto estado la maquinaria del reloj y cubría casi todo el
turno de la noche para darle cuerda. Mamá lo reemplazaba a la madrugada, hasta la hora
de hacer el desayuno a la familia, además de ser la encargada de embellecer y restaurar
el gran reloj. Los hijitos estaban a cargo de las agujas, una cada uno, y debían cuidar que
estuvieran relucientes, bien aceitadas y que no atrasaran, ni adelantaran, más allá de
cubrir los turnos de la mañana y la tarde.
En la aldea, no todos eran tan silenciosos y humildes para hacer su trabajo. Había algunas
familias, muchas en realidad, que se mandaban la parte, haciendo ver que sus trabajos
eran los “más importantes”.
-“Si mi familia no cuida bien el huerto, acá no come nadie”, se la pasaba diciendo la familia
Huertón.
-“¡Qué dice usted, Don Huertón! ¡Acá si mi familia y yo no limpiamos las calles, sería
imposible vivir! -contestaba Don Cepillo, mientras miraba el reloj de la plaza que siempre
estaba allí silencioso, pulcro, puntual. -“Me tengo que ir a buscar las escobas, si no, ¡no
llegaremos a limpiar todo! -Lo dejo Don Huertón, que siga Ud. bien”.
Don Huertón también miró la hora, y allí seguía el reloj de la plaza, reluciente, silencioso y
puntual.
-“¡Qué hora se ha hecho, debo regar el huerto!”- dijo y se fue.
En el otro sector de la plaza, también se escuchaba la siguiente conversación:
Doña Figazzita, dueña de la panadería, comentaba con Doña Remedios, la encargada de
la farmacia:
-“Decir que estamos nosotros para alimentar a la aldea, ¿sino? ¿Qué sería de este
pueblo…? estarían todos esqueléticos. ¡El mío sí que es un trabajo importante!”.
-“No es por contradecirla, Doña Figazzita, pero su trabajo no se puede comparar con el de
mi familia, sin el cual todo el mundo andaría enfermo por ahí”.
Ambas levantaron la vista y una vez más, como siempre, allí estaba el reloj de la plaza
bien cuidadito, silencioso y puntual. Se despidieron y cada una se fue a su trabajo
pensando que su tarea era más importante que la de la otra.
La mayoría de los duendes se jactaban de tener el trabajo más valioso e importante y
hasta a veces terminaban discutiendo inútilmente, ya que nadie cambiaba de opinión.
Hasta que un día, la familia Cuerdita, que había comido unos hongos en mal estado, cayó
enferma. A todos les dolía mucho la pancita y tenían mucha fiebre. Todos, desde el papá
hasta Minutín, el más pequeño, tuvieron que quedarse en cama. La mayor preocupación
de la familia era el gran reloj. ¿Quién se haría cargo de él hasta que se mejorasen?
Pidieron ayuda a otros duendes, pero éstos se negaron, dándoles como respuesta, que
“ellos tenían cosas más importantes que hacer que dar cuerda a un reloj”.
Resignados entonces, los Cuerditas guardaron cama, como les había aconsejado el doctor
de la aldea.
A partir de ese momento, algunas cosas empezarían a cambiar. A decir verdad, nadie se
preocupó mucho por saber cómo estaban las pancitas de los Cuerdita, pero lo que sí
empezó a convertirse en una gran preocupación era el reloj, que ya no era puntual ni
estaba limpio como siempre.
Las cosas empezaron a atrasarse, los negocios no sabían a qué hora abrían o cerraban,
Don Huertón tampoco sabía a qué hora debía regar su huerta, razón por la cual algunos
cultivos se echaron a perder. A doña Figazzita se le quemaba el pan, ya que no podía
calcular a qué hora iba a estar listo. ¡Claro! Parecía que el pan nunca estaba cocido, pues
la hora no pasaba nunca.
La aldea empezó a ser realmente un lío bárbaro. Fue allí recién cuando más de un duende
recordó que los Cuerdita eran los que todos los días, y sin hacer alarde de ello, cumplían
con su tarea de mantener el reloj en condiciones y darle cuerda. Otros también se pusieron
a pensar que jamás los habían oído hablar de su trabajo y sin embargo lo cumplían con
esmero, alegría y mucho amor.
Otros más se dieron cuenta de que realmente era imposible vivir tranquilamente en la
aldea sin que los Cuerdita se ocuparan del reloj, y con él, del tiempo.
Al cabo de una semanita agitada, los Cuerdita se curaron y todo volvió a la normalidad,
aunque algo importante había cambiado para siempre.
En la aldea se había aprendido el valor del trabajo simple, pero fundamental de todos los
días, ése que se hace en silencio, con responsabilidad y mucho amor y que la mayoría de
las veces no tiene reconocimiento, pero sin el cual, la vida no sería la misma, ni en una
aldea, ni en ningún otro lado.
Comprensión lectora:
Se les presentará a los alumnos cartas con personajes que tienen diferentes
oficios y cartas con diferentes herramientas necesarias para realizar los
diferentes trabajos. Formarán grupos de 4 alumnos.
El objetivo del juego es que los alumnos puedan asociar los oficios con las
herramientas que utilizan.
Preparar una entrevista con las preguntas que quieran formular a las personas
que limpian en la escuela: ¿Le gusta su trabajo? ¿Por qué? ¿Qué les pedirían
a los alumnos de la escuela?
Realizar la entrevista.
Invitamos a los papás y mamás para que nos cuenten en que trabajan
Preparar las preguntas que nos gustaría hacerles: ¿Te gusta tu trabajo? ¿Qué
herramientas utilizas? ¿Dónde trabajas?
Torbellino de Ideas
Algunas personas, como por ejemplo los obreros, trabajan y por ese trabajo
reciben dinero, es decir una remuneración. Con ese pago pueden cubrir sus
necesidades básicas, comprando comida, útiles escolares para sus hijos, etc.
Otras personas, por ejemplo las amas de casa, trabajan preparando comida,
cuidando a los hijos, limpiando la casa, etc. pero no reciben una remuneración.
Conversamos y reflexionamos:
¿Cómo podemos agradecerles a las mamás, abuelas y tías por el trabajo que
realizan en casa?
Querida………………
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Cuarto Día:
Hay personas que trabajan la tierra, cultivan la vid, hortalizas, frutales y muchas
plantas más. Otras cuidan animales. Todas pueden elaborar productos derivados
de esos animales y de los cultivos, por ejemplo: quesos, embutidos, dulces,
conservas, etc.
Otras personas se dedican a la elaboración de productos que se necesitan para
vivir, por ejemplo: muebles, ropas, alimentos, medicamentos, etc.
También hay comerciantes encargados de vender esos productos elaborados.
Hay personas que prestan diferentes servicios. Algunas son profesionales como el
médico, la maestra, el policía, el veterinario, el enfermero. Otras tienen oficios como
el albañil, el plomero, el carpintero, el herrero, etc.
Todos los trabajos son importantes y en la sociedad se necesitan entre sí.