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El lado oscuro del corazon

El protagonista principal podría ser perfectamente el alter ego del director


argentino, un hombre descarado, enamorado de la poesía (intentando vivir de ella)
y con los tópicos clichés que conocemos (y que tanto daño han hecho) del artista. El
personaje de Grandinetti se concome entre debates, mujeres y poesía.

La película es controvertida y no apta para todos los públicos. Para los que están
acostumbrados a productos made in Yankeelandia lo mejor que pueden hacer es
apartarse. Es una película especial en todos los sentidos de la palabra. Ahora bien,
que sea especial o diferente no la convierte en una buena película per se. Esta
condición debe ganársela, y en mi opinión, lo consigue, pero a medias.

Del irregular conjunto se pueden rescatar algunas secuencias aisladas que llegan al
corazón por vía directa. Hay algunas reflexiones sobre el amor, filosofía pero
sobretodo sobre el arte muy interesantes. Como una a destacar la secuencia en la
que nuestro protagonista estrena el tren que acaba de comprar ante su antagonista
femenino, al que él apoda como muerte. Ahí se muestra muy bien la esencia de la
película, el hombre que pretende vivir de un sueño como es la poesía, que se agarra
a su mundo más infantil e inconsciente para poder seguir volando. Enfrente la
pura realidad del día a día, la razón que subyuga al sentimiento. Poeta? Que oficio
es ese? Done pone poeta, buena remuneración? La poesía no se venda ni se trafica
con ella, la poesía como el arte, ha de exponerse y mostrarse ante el mundo, para
alimentar al espíritu como bien nos indica el personaje que acompaña a nuestro
protagonista principal y que cada dos por tres está siendo encarcelado por sus
polémicas obras.

Formalmente esa escena también nos muestra bien como trabaja Subiela, apenas
mueve el cuadro unas veces tiene los personajes en la escena y dejando que reposen
los diálogos (normal por otra parte, hemos de tener en cuenta que es una película
que requiere que el espectador abra totalmente sus oídos).

Por otra parte en escenas de carácter más surrealista (que las hay, y no bien pocas)
se ve el director con más libertad creativa. Aún así hay aspectos técnicos que
parecen un poco descuidados, pero bueno se perdona.
Ahora bien, la película no tiene un rumbo fijo y adolece de ello. Subiela sabe los
temas que quiere contar, pero no encuentra los medios (en este caso, la historia)
para poder expresarse con claridad. Se sirve de algunas subtramas que no
consiguen su función y que aportan más bien una reiteración argumental, como las
diversas mujeres que desfilan por la película. Los diálogos que tiene con ellas son
interesantes pero las situaciones forzadas. Hay metáforas que atraen y otras no.
¿Qué diablos hace una vaca hablando? Esto puede funcionar en una película que se
decante por un tono directamente onírico (Como Lynch), pero si intentas jugar a
dos bandas, lo único que causas es desconcierto.

El personaje principal interpretado por Darío Grandinetti es un hombre que se


mueve entre dos mares. Por momentos parece un personaje muy rico y lleno de
matices. Un Hombre frustrado, hace de la poesía su modo de vida no sólo su
profesión, creativo e imaginativo pero también un crápula y machista en muchos
aspectos…pero por otra parte abusa del cliché del artista romántico del 1800 y hay
momentos en los que parece que lleve la palabra bohemia escrita en la frente.

La fantasía y el mundo onírico también juegan un papel importante en la obra.


Subiela se sirve de estas plataformas para poder mostrar los fantasmas del
personaje y dotar algunas secuencias de un tono más lírico del que merecen (como
las escenas de cama).

Las críticas de Carlos Cuesta: El lado oscuro del corazón

Quiero hacer con esta reseña una recomendación que me hizo a mí recientemente un amigo y
que me ha permitido acercarme a una película diferente a lo habitual. Compleja, bizarra,
arriesgada en los recursos sonoros, pero sobre todo desde el punto de vista de los diálogos
poéticos que ponen en escena joyas literarias de Oliveiro Girondo, Juan Gelman y Mario
Benedetti (con cameo incluido).

Eliseo Subiela (La conquista del paraíso) firma dirección y guión, con el inestimable apoyo
de los tres poetas mencionados, para contarnos los devaneos amorosos de Oliveiro, un poeta
mujeriego, divorciado, de vida disoluta y amistades tan artísticas como económicamente poco
solventes, que sobrevive vendiendo poemas y, en ocasiones, “prostituyendo” su inventiva como
creativo publicitario.
Oliveiro (Darío Grandinetti: Hable con ella, Palabras encadenadas) busca satisfacer su vital
ansia de amar con una mujer que, pese a los defectos que pueda tener, sepa volar, y entendamos
volar como vivir el amor sin ataduras y sin prejuicios, con total entrega. Esa búsqueda le llevará
a conocer a Ana (Sandra Ballesteros), una prostituta con la que protagonizará un forcejeo
amoroso. Ella no quiere que él se aproveche y se muestra reacia a dar rienda suelta a sus
sentimientos.

El lado oscuro del corazón (1992) nos cuenta con acertada desenvoltura un relato entre lo
poético, lo onírico y lo netamente humano, representado esto último en las formas de
supervivencia que los artistas desarrollan para comer cada día. Oliveiro vende poemas para
que todos ellos puedan almorzar mientras uno de sus amigos, escultor, se vale de la venta de
sus polémicas obras para pagar fianzas y salir de la prisión en la que sus propias creaciones le
han metido.

Lo onírico, lo poético, son los raíles que mandan en la historia gracias a las declamaciones de
poemas soberbiamente escogidos que se insertan en la película como piezas de un puzzle que
nos ofrece un difícil dibujo, inusual, pero que encajan, jugando en un límite que de
sobrepasarse nos abandonaría en el terreno de la vergüenza ajena. Pero eso no llega a ocurrir.

Este episodio de la vida del poeta discurre como conflicto entre sus distintas formas de afrontar
el mundo, a veces vitalista y a veces lastimera, casi siempre con la carga del pesar que siente al
comparar la traición a principios poéticos con una muerte prematura del alma. La Muerte
tomará en El lado oscuro del corazón, forma corpórea, por supuesto de mujer, y con ella
Oliveiro tendrá una sucesión de diálogos que nos permitirá conocer más al protagonista.

Desde luego el amor, la pasión, el cuerpo, son claves para interpretar una fantasía urbana con
paisajes a veces incomprensibles que sirven de fondo a una narrativa surrealista, apasionado y
sembrada de metáforas, apoyadas por una curiosísima, moderna y melancólica banda sonora.
Los símbolos visuales que pueblan este ensueño poético sobre el deseo son tan líricos y básicos
como una silueta remarcada en un contraluz; tan gráficos y sorprendentes como una montaña
rusa para ilustrar un coito o tan obvios como unos pechos desnudos, grandes y deseables. En
definitiva, diferente, elocuente y recomendable

El Lado Oscuro del Corazón por


Eliseo Subiela.
May 19

Publicado por antologiadelmovimiento

Subiela es reconocido por múltiples obras cinematográficas de trascendencia, pero la que


sería icónica para su carrera sin duda es el filme de 1992 “El Lado Oscuro del Corazón”.

Esta enigmática película que mezcla elementos como la muerte, la bohemia y la poesía es
considerar como una pieza clave en el trabajo de Subiela. El guión realizado por Mario
Benedetti, Juan Gelman, Oliverio Girondo y Eliseo se enriqueció de unas excelentes piezas
poéticas que se entremezclan en los diálogos y permitió un manejo de metáforas visuales
que ya no representaban a Eliseo en producciones anteriores.

La historia gira en torno a Oliverio (representado por Dario Grandinetti) un poeta que es
perseguido por la muerte (Nacha Guevara) una acompañante que de alguna manera busca
que el poeta encuentre una vida común bajo los parámetros de vida acostumbrados por la
sociedad y la cultura. El poeta se encuentra en una interminable búsqueda de la mujer capaz
de volar (otra de las grandes metáforas que aparecen dentro de la historia). Oliverio es un
personaje difícil de interpretar desde su alter ego confinado a su armario, su pasado del cual
se intuyen muy pocas cosas, la manera de expresarse y el enamoramiento por Ana (Sandra
Ballesteros), crean una narrativa enigmática en una Argentina fría y triste, representada
bajo una iluminación azulada o grisácea. Los rojos abundantes en los cabarets crean
diferentes sensaciones, por un lado un tanto frialdad e indiferencia, como calor a lo largo
del desarrollo de la trama.

Así mismo, el cuidado de la fotografía como de la música, persuaden al espectador para


crear un sin fin de emociones en los que resaltan la soledad, el dolor, la libertad y el
sarcasmo con el que abordan diferentes problemas sociales.

Uno de los temas que más resalta en el filme es la sexualidad visto desde la metáfora del
artista plástico amigo de Oliverio, desde la puerta con forma de vagina, el gran pene de dos
metros transportado en las calles de Buenos Aires y el curioso encendedor en forma de
pene del artista le dan un toque gustoso a la manifestación y aceptación de la sexualidad
hoy en día; incluso cuando habla de su obra culmen en donde quiere representar a
“Jesucristo cogiéndose a la muerte”. Estos detalles sarcásticos complementan todo un
ejemplo de la visión que desarrolla un artista en todos sus ámbitos, ya sea de la escultura o
la escritura.

Esta película sin duda deja una puerta abierta a nuestros pensamientos, a nuestra
interpretación y a nuestro interés por la búsqueda de lo que realmente se encuentra en el
lado que nadie conoce de nuestros pensamientos y emociones, de nuestro corazón.

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