Professional Documents
Culture Documents
MITOS Y SOCIEDADES
INTRODUCCIÓN A LA MITODOLOGÍA
E d i t o r i a l Kil
I S COLECC
B d a im *
Gilbert Durand
MITOS Y SOCIEDADES
INTRODUCCIÓN A LA MITODOLOGÍA
E ditorial B iblos
«■ C O L E C C IÓ N
Ü5 D A I M O N
Gilbert Durand
MITOS Y SOCIEDADES
INTRODUCCIÓN A LA MITODOLOGÍA
T ra d u c c ió n
Sylvie Nante
C O L E C C IÓ N
DAIM O N
öl
E d ito ria l B ib lo s
MITOS Y SOCIEDADES
INTRODUCCIÓN A LA MITODOLOGÍA
COLECCIÓN
DAIM O N
Dirigida por
Leandro Pinkler
y Fernando Schwarz
Durand, Gilbert
Mitos y sociedades: introducción a la mitodología.-
Ia ed.- B uenos Aires: Biblos, 2003.
192 p.; 23 X 16 cm. (Daimon)
ISBN 950-786-393-1
1. Mitología - I. Título
CDD 2 9 1 .1 3
P ró lo g o 15
Bibliografía 187
P r e fa c io
***
★* *
14 M it o s y s o c i r d a d i -.s
[15]
16 In t r o d u c c i ó n a la m it o d o l o g ía .M it o s v s o c ik d a d l s
Cada vez más personas que forman parce de nuestra cultura occi
dental, se lo puede constatar todos los días, se encuentran hoy en reso
nancia con el tema del re to rn o del m ito y de los resurgimientos de las
problemáticas y de las visiones del m u n d o que gravitan en to rn o del
símbolo, en una palabra, en to rn o de esta “galaxia de lo im aginario”1en
cuya atracción se despliega el pensamiento contem poráneo más p ro
fundo. Puesto que nosotros hem os entrado, desde hace un cierto tiem
po - p o r “n osotros” entiendo nuestra civilización occidental-, en lo que
podem os llamar una zona de alta presión imaginaria.
Esta com en z ó en el siglo XLY, frente al estruend o triunfante de la
revolución industrial, con la eflorescencia rom ántica y luego s im b o
lista, después se infló progresivam ente para lanzarse - c o m o dice don
B asilio- a partir del com ienzo del siglo XX con el gran salto de los
medios técnicos audiovisuales. E n to nces se fue instalando poco a poco
ese clima de alta presión en el cual toda la cultura occidental se c o m
prom etió, p o r las buenas o p o r las malas, a gusto o a disgusto. E fecti
vam ente, es a m e n u d o a d i s g u s to - y sus “efectos perversos” son bien
n o to r io s - co m o nuestra civilización, arm ada con el racionalismo m a
tem ático excom unicador de imágenes, produjo finalmente p o r el re
finam iento de las técnicas científicas más alejadas de la im agen, el
advenim iento material, la toma de p o d e r de la “reina de las faculta
des”. E n esta to m a de poder, la invención de la fotografía p o r q u ím i
cos habilidosos y su corolario, los m edios técnicos de la reprodu cció n
(de la “tirad a”) infinita del cliché, jugaron un papel inicial. A ndré
M alraux hace algunas décadas señalaba ya en el preám bulo de su “m u
[17]
IS In t r o d u c c ió n λ l a m i t o d o i .o g í a .M it o s y s o c ie d a d e s
seo im a g in a rio ”-' que nuestros m edios para “c o n o c e r” (es decir, para
c o m p r e n d e r y para explicar) una obra de arte se habían centuplicado
gracias a esa “tirada” ilimitada del cliché, gracias a las estratagem as
fotográficas co m o agrand am iento , selección y c o n to rn e a d o de una
p arte del m otivo, m ontajes, etc. D e sde entonces, la invasión de la
im ag en ha ido en progresión geom étrica: fotografía en colores, ani
m ació n cinem atográfica del cliché, transm isión de las im ágenes p o r
satélite e incluso auscultación radiográfica de la obra han llegado a
c o n s tru ir un “m u seo ” - ib a a decir, refiriéndom e al título cruel de un
libro dirigido contra M a lra u x - “inim aginable”, al m eno s digam os que
“n o h u b iéra m o s p odido im ag in ar” hace sólo diez o quince lustros:
P aul C é z a n n e al co m ienzo del siglo XX, V icent Van G o g h a fines del
siglo XIX, no tenían más que malas litografías o raros grabados de
algunas obras m aestras de la pintura italiana co m o único “m useo im a
g in a rio ”. Incluso en los aspectos escolar y pedagógico, los niños de
mi generación n o co n o c ie ro n más que el M alet e Isaac m iserablem en
te ilustrado o el M a n ual de historia de Uby. M ien tras que en la actua
lidad las obras de historia, y especialm ente de historia literaria - c o m o
las firmadas p o r A ndré L agarde y L a u r e n t M i c h a r d - están pobladas
de num erosa s fotografías que llegan a acentuar, y a veces a “o rie n ta r”,
la p reg nan cia imaginaria de los textos literarios que presentan.
E n esta corrien te de inflación de la imagen, existe, p o r supuesto,
la vulgarización - a m e n u d o en los “ilustrados”- de un cierto psicoa
nálisis. ¡Sigmund F reu d es realm en te c o n te m p o rá n e o de los h e r m a
nos L u m ière , de H e n ri C artier-B resson y... de A nd ré Malraux! Los
co ncep to s de F reu d han pasado al lenguaje com ú n, han p e n e tra d o el
h o riz o n te de los co m p o rta m ien to s y de las explicaciones de todos y
de cada uno. El “m ito ” de E d ip o se convirtió en denom inació n c o
rrien te, e incluso el de Yocasta, para un público un poco más cultiva
do, es decir, culdvado p o r la televisión y los “ilustrados”. El psicoaná
lisis revalorizó, en un nivel paracientífico, m édico y psiquiátrico, las
nociones de sím bolo y de im agen, d ado que uña p arte del diag nósdco
psicoanalítico descansa so bre las imágenes del su eñ o re m e m o ra d o
sob re el famoso diván del d o cto r F reu d y de sus ém ulos.1 Se puede
igualm ente observar, co m o consolidando esta m isma órbita actual de
8. Vcase G. Sorel, Réflexions sur lu violence, París, Al. Rivière, 1947; A. Rosenberg,
Der Mythus dns XX Juhrb anders, Hohernecben, 1937.
9. Véase J.-P. Sironncau, Sécularisation et religions politiques, La Haya, M outon, 1982.
10. Véase G. Gurvitcb, La Vocation actuelle de la sociologie, Parts, Presses Universitai
res de France, 1963, 2 vol.
11. Véase M. Cazenave (dir.), La Spicbronicité, l ’âme et la science, Préface G. Durand,
Paris, Albin M ichel, 3“ ed., 1995.
12. G. Durand, L'Imagination symbolique, Paris, rééd. Presses Universitaires de Fran
ce, 1964.
El retama tld mito (IH60-2100) 21
13. Véase H. Corbin, L'Imagination créatrice dam le soufisme d'llm ’A mid, Paris, Flam
marion, 1958.
14. Véase Λ. Burloud, La Pensée d ’après les recherches expérimentales de H.J. Watt, Mes
ser et Buhler, París, AJcan, 1927.
22 I n t r o d u c c ió n a la m it o d o l o g ía . M it o s y s o c ie d a d e s
20. Véase G.VV.F. H egel, Phänomenologie des Geistes, 1807, en Sämtliche IVerlte, Stutt
gart, 1827, 20 vol.
21. Véase P. Sorokin, Social and Cultural Dynamics, Boston, Poter Sargent, 1957,
4 vol.
26 In t r o d u c c i ó n a l a .m i t o d o l o g í a .M it o s y s o c ie d a d e s
34. AA.W., Science et Comcience, les deux lectures de l'Univers, C oloquio de Córdoba,
Stock, 1980.
35. L. Lévy-Bruhl, La Mentalité primitive, París, Alcan, 1925; Cl. Lévi-Strauss, La
Pensée sauvage, Paris, Pion, 1962.
36. J. Servier, L’Homme et l'invisible (1964), Paris, Rocher, 1994; l.cs Techniques de
l ’invisible, Paris, Rocher, 1994.
30 I n t r o d u c c ió n λ la m it o d o l o g ía . M r ro s v s o c ie d a d e s
con los d esc u b rim ie n to s del psicoanálisis freu d ian o y , m ejo r aún, con
la “psicología de las p ro fu nd idad es” de Carl G . Ju n g .
E stos an tro p ó lo g o s de toda clase: etnólogos, “ h isto riadores” de
las religiones, psicoanalistas, filólogos, se re e n c o n tra ro n cada año en
su mayoría en ese crisol extraordinario que fueron d u rante cincuenta
años los e n c u e n tro s de E ranos, en Ascona, en el T ic in o suizo. Yo tuve
el h o n o r de ser in trod ucido p o r H e n r y C o rb in y M ircea Eliade, en
1964, a ese cenáculo, y realm en te es allí -a l m argen, subrayém oslo, de
todas las universidades del m u n d o - ,7en don de, librem ente, los u n i
versitarios m ás em in entes crearon una ciencia antropológica nueva
cuya base descansaba sobre la facultad esencial del sapiens sapiens: a
saber, su indeform able p o d e r de simbolizar, su “im aginación sim bóli
c a ”. L o s diferentes horizo ntes de la “ciencia del h o m b r e ” al fin unifi
cada (m edicina, anatom ía, fisiología, psiquiatría, psicoanálisis, e tn o
logía, sociología, historia y especialm ente “h isto ria” de las religiones,
filología, etc.) se e n c o n tra ro n de esta m anera focalizados sobre el des
c u b rim ie n to del p o d e r de las im ágenes y de la realidad (la “real p re
sencia”, co m o G e o rg e Steiner escribiera en nu estros días) de los sím
bolos.™
Esta “n u eva” órbita antropológica en la cual estam os y “nos m o
v em o s” alcanzó de m anera significativa al viejo m arxism o m ismo, el
cual de algún m o d o se subvirtió en su interior, incluso cu an do desde
1917 parecía triu n far pesadam ente en las diversas revoluciones polí
ticas m undiales. El marxism o “o rto d o x o ”, lo sabemos, fundado triun
falm ente sobre una “inversión” de la dialéctica hegeliana en un “m a
terialismo histó rico ”, hacía prevalecer, de un m o d o m uy clásico en el
industrial siglo XIX, la infraestructura tecnológica y sus en to rn o s ins
titucionales sobre las “su p erestru ctu ras”, es decir, las ideologías más
o m enos legitimantes. Sin em bargo, en el in terio r del m ism o marxis
m o, en la tan interesante escuela de Francfort, y tam bién para el ita
liano A n to nio G ram sci, poco a poco se vio a las “superestructuras”
volver a “re m o n ta r la p e n d ie n te ”.* Ya G ram sci establecía que las su
perestructuras tenían de alguna m anera u n efecto d t feed-back y m o
dificaban la infraestructura originaria. P ero son sobre to d o los ale-
37. Véase G. Durand, “Le genie du Eliu et les heures propices”, en Eranos Jahrbuch,
Insel Verlag, 1982, vol. 51.
38. Véase G. Steiner, Recles Présences, Paris, Gallimard, 1991.
* El autor utiliza la expresión familiar francesa "du poil de la bête". [N. de la T.]
El retorno del mito (1X60-2100) η
39. Véase K. M annheim, Idéologie et Utopie, Paris, Rivière, 1959; H. Marcuse, ob.
cit., 1968.
40. Véase G. Durand, Structurile anthropologue nie mmginnndiuti, Bucarest, Univers,
1977; Wyolrrnznia sytnboliczna, Varsovia, 1986.
41. Véase G. Vico, Principes d'une science nouvelle autour de la commune tinture des natio-
n s(1725), trad.J. M ichelet, 1835.
32 In t r o d u c c i ó n λ la m i t o d o l o g í a . M it o s v s o c ie d a d e s
42. Véase A. de Gobineau, Essai sur l'inégalité des races, 1880; O. .Spengler, Le Déclin
du l'Occident (1916-1920), Paris, Gallimard, 1948.
43. Véase G. Bourde y H. Martin, Les Ecoles historiques, Paris, Seuil, 1983; C l.-G .
Dubois, La Conception de ¡’histoire en France nu Xlle. siècle, París, N izet, 1977.
44. Véase P. Veyne, Comment on écrit l'histoire, Paris, Seuil, 1971.
45. Véase G. Dumézil, Jupiter, Mars, Quirinus, Paris, Gallimard, 1941-1948, 1. 1, U, III.
El retomo del inito (I S60-2100) 33
mitiva, y los roles, los térm inos, las situaciones que conn o tab a n los
mitos in d o eu ro p e o s desde Escandinavia hasta la India actual. Señaló
m inu ciosam ente que eran los mismos m itos fundadores, con sus r o
les, sus situaciones, sus atributos y sus d en o m inacion es filológicas,
los que se e n c o n trab an en los germ anos, los escandinavos, los celtas,
los in d o eu ro p e o s de Asia central, los caucásicos, los indios de la India
y en... ¡Tito Livio! D ich o de o tro m o do, lo que alguna vez se ense ña
ba co m o historia de R om a n o era más que el m uy arcaico e in m e m o
rable relato de u n m ito indoeuropeo. P ienso -¡ y la Academia F ra n c e
sa, ante la insistencia de Lévi-Strauss, finalm ente acaba de h o n ra r
tard íam ente a D u m é z il! - que la en o rm e labor de este erudito francés
relativiza y pone en duda los dom inios, hasta aquí patentados “positi
vos”, de la historia en beneficio de lo que se puede llam ar las p ro f u n
didades míticas de to d o relato hu m an o. C o m o lo vio pro fu ndam en te
T h o m a s M a n n ,46 lo que “son dea” la sed de com p ren sión del h o m b re a
través de la unidim ensionalidad del relato histórico es lo “insondable”
del sentido, lo que hace de u n acontecim iento u n advenim iento sim
bólico (kérygf/ta). E so era rehabilitar al m ito de m o d o brillante contra
las usurpaciones descaradas de la historia. Esta brecha en la fortaleza
historicista fue am pliam ente ensanchada, sea en los trabajos recientes
de Pierre Solié y de Philippe W a lte r sobre los mitos cristianos, en los
de André Reszler sobre los mitos políticos modernos47 o los de mi amigo
Sironneau sobre las religiones políticas contem poráneas.
¿Q ué hay para decir? Sólo que en u n a historia m od ern a que ca m i
na a paso más o m enos cadencioso hacia el progreso y el porvenir
radiante de la h um anidad, nos dam os cuenta de que los dados histó ri
cos están más o m enos cargados. Algo se podía conjeturar, después de
que E rn s t Bloch descubriera con espanto que la m archa de su siglo
-¡el nuestro, el X X !- no ascendía hacia porvenires radiantes, sino que
de re p en te se fisuraba, retrocedía, se detenía bajo la ofensiva de la
disimultaneidad nazi... Y es allí en d o n d e se debe m editar sobre las
“facilidades” del éxito del nazism o en E uropa, ¡así co m o J o s e p h de
46. “Profundo es el pozo del pasado. ¿No deberíamos decir que es insondable?”, es la
frase inicial del “Preludio” de Joseph et ses frères: “Las historias de Jacob”.
47. Véase R. Girardet, Mythes et mythologies politiques, París, Seuil, 1986; A. Reszler,
Les Mythes politiques modernes, Paris, Presses Universitaires de France, 1981 ; Ph. Walter,
La Mythologie chrétienne, Paris, Entente, 1992; P. Solié, Le Sacrifice, Paris, Albin M i
chel, 1988.
H In t r o d u c c i ó n λ ι .λ m i t o d o i .o g í a . M i t o s y s o c ie d a d k s
52. Véase G. Gusdorf, Naissance de la conscience romantique au siede des Lumières, París,
Payot, 1976.
53. M. Jouvet, Le Sommeil et le Rêve, Paris, O. Jacob, 1992.
El retomo del mito (1860-2100) 37
55. Véase O. Costa de Beauregard, “Un chem inem ent intellectuel”, en Pensées hors
du rond, Paris, Hachette, 1986.
40 In t r o d u c c i ó n a la m it o d o l o g ía . M it o s y s o c ie d a d e s
56. Véase F. Bonardel, Philosophie de ΓAlchimie, Grand Œuvre et modemite', Paris, Presses
Universitaires de France, 1993.
57. Véase F. AJquié, Solitude de la raison, Losfeld, 1966.
58. Véase R. Ruyer, La Gnose de Princeton, Paris, Fayard, 1974.
El retomo del mito (1860-2100) 41
[43]
44 I n t r o d u c c ió n a la m it o d o l o g ía .M it o s y s o c ie d a d e s
ble y aclarato rio para otros cam pos además del fenó m e n o estudiado.
P o r supuesto, n o se trata, po r ejemplo, de generalizar el con cep to de
“ relaciones de in c e rtid u m b re ” a la libertad hum ana, sino p o r lo m e
nos de c o n sta ta r que ese con cepto de estricta microfísica legitima el
in d eterm in ism o , lo adm ite com o “p ensable” en otras escalas distintas
de la del o b je to físico. El concepto que designa una ecuación es siem
pre, más o m enos, una m etáfora m ínim a que se abre a otras explica
ciones. Así, p o r ejem plo, los conceptos tan gráficos de “bootstrap”, de
“catástrofe”, de “sup ercu erd a”, etc. - c o m o lo fueron en o tro s tiem
pos los de “ m asa”, de “atracció n”, de “gravitación” o de “diferencia
de p o ten cia l”. Bachelard sabía esto m uy bien, él que preconizaba h a
cer un “psicoanálisis objetivo” para cada co nc ep to científico y des
p re n d erle el “ perfil epistem ológico”. P uesto que to do con cep to tiene
un perfil, n o está absuelto de toda sedim entación. N u n c a se presenta
“de f r e n te ”, incluso hasta en su c o m p en d io m atem ático.
M á s aún, este “novedoso nuevo espíritu científico”, si pued o d e
cirlo, invita al buscador a la hum ildad, p robándo le que el “o b je to ” no
es tan objetivo co m o tal, que d ep end e del sistema que lo manifiesta
(teoría de la relatividad) y del pro ced im ie n to ineluctable de observa
ción o, m ejo r aún, de instrum entación al cual está som etido (“rela
ción de in c e rtid u m b re ” de W e rn e r H eisenb erg). C o m o lo subraya
B ernard d ’E spagnat, se abandona un co nc epto imperialista “de o bje
tividad pesada” para situarse en una objetividad “o cu lta” p o r las rela
tividades, ligada al observador y a su o bservatorio .1'’
Ya pod em o s ver despu ntar el escándalo en el ho rizo nte de nues
tros hábitos lógicos. Este escándalo se expresa po r paradojas. La más
conocida es la paradoja de Paul Langevin, nacida de la relatividad
einsteniana en dond e el tiem po es un simple parám etro de una reali
dad de cu a tro dim ensiones. La paradoja consiste en dem o strar que,
en una teoría tal, el tiem po m arcado p o r los relojes de diferentes sis
temas no es sincrónico. Si un observador - t e ó r i c o - parte m uy lejos y
m u y rápido hacia otra galaxia diferente de la nuestra con la ayuda de
un cohete, si envejeció dos años cu ando vuelve a T ierra, esta última
puede m u y bien, p o r su lado, haber envejecido dos siglos...
O tra s proposiciones todavía más paradójicas nacen con las últimas
explicaciones de la física. Al respecto quiero decir dos palabras, a p e
sar de que parezca lejano del tema que m otivó esta exposición, a sa-
inexpresable del sim bolizado, del sentido, necesita del m edio de ex
presión del sim bolizante. Viceversa, to d o sim bolizante no adquiere
sentido más que re m itiendo a lo inexpresable que él simboliza. E n
otros tiempos, yo escribía que el sím bolo era “la epifanía de un m is te
rio”. El sentido inexpresable se expresa localizándose pero toda loca
lización lexical, incluso reducida a la más estrecha semiótica, necesi
ta, para no ser imbécil, lastrarse del sentido... D e ahí la obra del artis
ta y del poeta que localizan, de ahí la del mítico que “sincroniza”, que
captura el sentido en las redes inextinguibles de la expresión.
Vayamos aun más lejos. T od o un capítulo del libro de d ’E sp agn at
al que m e refiero está curiosam ente - p o r parte de un físico- con sa
grado... al mito. Al sermo mythicus relativo, justam ente, al no-localiza-
ble. Lévi-Strauss observó con certeza que, m ientras que una expre
sión de tipo artística (él dice “p o ética”) estaba m uy anclada en una
localización lexicológica y, en últim a instancia, casi no se podía tra d u
cir sin u n m ín im o de traición, el m ito es p o r el co ntrario la cosa que
se traduce mejor, porque ninguna localización obstaculiza su sentido.
De ahí las inverosímiles peregrinaciones, exportaciones, internacio-
nalizaciones -¡si es que p u ed o d ec irlo !- de los mitos. Freud traduce y
utiliza con toda su fuerza el viejo “m ito ” de Edipo. Aquí p o ng o “ m ito ”
entre comillas porque, según Vernant, el E d ip o no es un “v erd ad ero ”
m ito sino una situación dramática tardía, y que el E dip o legendario
- c o m o lo dice V e rn an t contra el psicoanálisis de u n D idier A n z ie u -
sería “sin com plejo...”.21 D isputa m uy ociosa que rápidam ente resol
verem os, con la ayuda de T h o m a s M a n n , si constatam os que un
“m ito ”, ju stam ente p orq ue n o se inserta en una tram a histórica que él
deno m in a “el o tro lugar”, nunca tiene fecha de nacim iento. El p ozo
de la m em oria mítica es “sin fo n d o ”, c o m o lo constata M a n n a p r o
pósito de las “historias de J a c o b ”: sea que se encuen tre siem pre o tro
A braham , más anciano que el ancestro de Jacob, sea que se descubra
un A braham e n tre los tupinam bos o en los kirghizes... El m ito im pli
ca y explica, pero no se explica, no se libra al lecho de Pro custo de las
localizaciones espacio-tem porales. C o m o el théma científico,22 para
re to m a r una expresión del físico G e ra rd H o lto n , el tem a constitutivo
del m ito -v e re m o s más tarde lo que es un “m ite m a ”- se unlversaliza.
21. J.-P. Vernant, “Œ dipe sans complexes”, cap. IV de Mythe et tragédie ni G rue
Ancienne, Paris, Maspero, 1977; cf. D . Anzieu, en Temps modernes, octubre de 1961.
22. Véase G . H olton, L'bnngrnntiov scientifique, Paris, Gallimard, 1982.
56 In t r o d u c c ió n a la m i t o d o l o g í a .M it o s v s o c ie d a d e s
29. E. Durkheim, Les Formes élémentaires de la vie religieuse (1912), París, Presses
Universitaires de France, 1960.
30. Véase A. Bailly, L'Humanisme en géographie, Anthropos, 1990.
31. Véase R. Bastide, Les Sciences de la folie, La Haya, M outon, 1972.
Epistemología de! significado 61
32, Véase P. Guiraud, Index du vocabulaire du symbolisme, París, KJincksieck, 1953, 3 vol.
62 In t r o d u c c ió n a la m i t o d o l o g í a . M it o s y s o c ie d a d e s
37. C.G. Jung y W. Pauli, Natttrerklämng und Psyche, 1952, para el texto de Junj,
S ynehm tkitéet Pnracehicti, París, AJbin Michel, 1988.
Kpistemologia del signifiai do 65
[7 1 ]
72 In t r o d u c c ió n λ la m i t o d o l o g í a . M it o s y s o c ie d a d e s
l í . Ibidem.
13. ídem , p. 239.
Ln noció11 de “cuenca semántica" 79
18. Véase G. Bosetti, Le mythe de l'enfance dans le roman contemporain italien, prefacio
de G. Durand, Grenoble, E LLU G , 1987.
Ln noción Je “cuenca smi/íntiai " 81
1322 Capítulo
de Pérouse
\ \ 1334td e
Juan XXII
1345 Palacio
de los Papas
1242 1 de Clara
/ / I
1150 El tiempo de las catedrales
1 1 5 3 fd e S / 1254 t de F. Elie
San gemardo^i # * /
Tomás de Celano
26. Véase G. Batelli, L'lspirazione franccscana nelln vita, nelln Ictw atura, nell' arte,
Asís, 1922.
27. E. Mâle, ¡.'Art religieux île le fin du Moyen Age en France, Paris, 1931.
28. E. Faure, ob. cit., p. 348; R. Huyghe, L'An et l'Aine, Paris, Flammarion, I960.
Ln noción tie "¡nena/ semántica" 87
C o rb iè re s (N icolás V)... Sin em bargo, con esta seria crisis, las sabias
orillas del ejem plarism o bu enav en tu rian o están ya desbordadas por
el n o m in alism o de O c cam y la o rd e n - a través de m uchas convulsio
nes, re fo rm as y traspasos de m a n o - se encam ina hacia un delta que
desem b oca en el océano dél R enacim iento. E x am in arem o s más ta r
de el a g o ta m ie n to de esta cuenca sem ántica.
E s tu d ie m o s ahora su re s u rg e n d a en el siglo XVIII, to m a n d o no
o b s ta n te una precaución necesaria: la Iglesia de C le m e n te IV no es
más la de Inocencio III; el estallido de la cristiandad po r la R eforma
no ubica más a la “cuenca sem ántica” en el m ism o relieve de acogida.
D ig am o s, para simplificar nuestro objetivo, que el paraclitismo, libe
ra d o p arcialm ente del m agisterio de la Iglesia, será de alguna m anera
más “exagerado ”. Ahí recono cem o s una constatación ya hecha por
Sheldrake: existe u n ah o n d a m ie n to , p o r sus mismas redundancias, de
toda “c r e o d a ”. Faltaría preguntarse, en el d o m in io de la inform ación
cultural, si el a h o n d a m ie n to es entró p ic o o, po r el contrario, está si
tu ad o en las perspectivas de una depuración semántica que cond uci
ría a la negeritropía.
35. Véase K. Raine, L'Imagination créatrice de William Blake, Paris, Berg Internatio
nal, 1983; D. Chauvin, L'Œuvre de IV Blake, apocalypse et transfiguration, Grenoble,
ELLUG, 1992.
36. Véase V. Basch, ob. cit.
37. Véase E. Benz, Les Sources mystiques de la philosophie romantique allemande, Paris,
Vrin, 1968.
38. Véase J.-L. Vieillard-Baron, Platon et l'idéalisme allemand 1ΊΊ0-1830, Beauches-
ne, 1979.
39. Véase G. Durand, “La ronianonianie: de la ratio studiorum à N apoléon Bonapar
te”, en J. Thom as (dir.), L’Imaginaire des Latins, PU, Perpignan, 1982.
92 In t r o d u c c ió n λ la m it o d o l o g ía . M it o s y s o c ie d a d e s
La Nueva Eloísa
El contrato social
Werther
Las confesiones
Crítica de la razón pura
Don Juan
La flauta mágica
primer Fausto
Ideas para una filosofía de la
naturaleza
TORRENTES
Discurso sobre la religión
Lucinda
DIVISIÓN DE Athenaeum
Genio del cristianismo
Fidelio
René
1807 Discurso a la Nación alemana
CONFLUENCI
Rom anticism o Fenomenología del espíritu
1813 Sobre Alemania
1 1818 El mundo como voluntad y como
1815 representación
NOMBRE DEL 1821 El Freischutz
1827 Cromwell, t de Beethoven
1828 t de F. Schubert
ORILLAS
1830 Hemani
Curso de filosofía positiva
1831 Rojo y negro
Oberon
DELTAS 1838 Ruy Blas
1860 1839 La cartuja de Parma
1842 Rienzi
1843 El buque fantasma
D eca 1851 Rígoietto
dentism o 1857 Las flores dei mal
Madame Bovary
1862 Saíambó
1915 \ Los miserables
2) División de aguas. Se puede decir sin exageración que ese siglo, que
nace con el an tih u m an ism o de Jean-Jacques Rousseau y se cierra en
una de las más grandes confrontaciones civiles y militares que haya
conocido E u rop a, está bajo el signo de las querellas. Y en principio de
aquella que va a dividir, d u ra n te un buen siglo, las sensibilidades e n
tre el neoclasicismo de los “filistinos” y el chaleco rojo rom ántico.
C uriosa querella que a m e n u d o no va de la m an o de la separación
revolucionaria: m uchos “chalecos rojos” serán los defensores de la
Restauración y de las m onarquías; m uchos neoclásicos, e n tre los cua
les está Louis David p o r supuesto, serán partidarios de la Revolución.
Es aún la inextinguible querella del rousseauismo contra el espíritu
de la Enciclopedia. F re n te a los 36 volúm enes de la Enciclopedia que,
desde 1751 a 1780, escanden el siglo, están, desde 1750 a 1778, las
novelas, los manifiestos, los tratados de Rousseau. C o m o tam bién es
a Rousseau a quien vem os c o m p ro m e tid o -¡cu rio sam en te en sentido
c o n tra rio !- en otra m em o rab le querella, esta vez musical, la que o p o
ne a los “bufones” y la música italiana a la tradición francesa. Q u e re -
lia que resu rg ió entre 1777 y 1780: el italiano N iccoló Piccinni, apo
yado p o r la P o m p a d o u r y po r J e a n -F ran ço is M a r m o n te l, contra el
alem án C h ris to p h e G luck, am p arado por su antigua alum na M aría
A n to n ieta.41 C ie rta m e n te , en estas querellas, las cartas ideológicas y
estéticas n o siem pre se distribuyen a los m ism os antagonistas: es, una
vez más, la prueba de que la m agnitud de la disputa va m u ch o más allá
de tal o cual c o m p ro m iso de susceptibilidad privada... Q uerella que
aún escinde la nueva Iglesia masónica en dos partes poco réductibles,
y cuya consagración es el famoso co n v e n to de W ilh elm sbad en 1782.
Q uerella p e rm a n e n te co m o la de los “salones”, que desposan a todas
las querellas del siglo, con sus h erm anas enem igas que son M ad a m e
du D e ffand y M adem oiselle de Lespinasse. F in alm en te la querella
económ ica de los fisiócratas contra los industriales, y p ro n to - q u e r e
lla im placable y m o r t a l - de los giro ndinos contra los M ontañeses, de
R o bespierre contra D a n to n ...
44. Véase M. Le Bris, ob. cit., pp. 93 y ss. “Les Nazaréens ou le désir de religion”.
45. Véase G. Gusdorf, Du néant a Dieu dans le savoir romantique, París, Payot, 1983.
La ηοάόη ile “cuenca semántica" 97
N o s toca ahora exam inar ráp idam en te, a fin de situarnos, las fases
de la “cuenca sem án tica” que nos irriga.
6 ). Véase J.-M . Lévy-Leblond, L ’E sprit de sel, París, Fayard, 1983; G. Durand, “La
dentellière et le forgeron”, en Le Monde, 22-23 de julio de 1994.
64. Consúltese la capital “conversación” de D . Bohm y R. Sheldrake en ReVision, vol.
V, N" 2, Londres, 1982.
INTRODUCCION' \ 1.Λ MITODOLOGÍA. ;Vll IOS Y SOCIl'DADKS
67. Véase J. Griziotti-Kretschmann, IIproblema del trens secoltire velle fluttuaziuni dei
pressi, 193 5 ; C. Imbert, Des mouvements de longue durée Kondratiejf, 1959.
Lu nación de "aienat smiríntiai" 107
71. Véase S. Vierne, Jules Venu et le roman initiatique, París, Sirac, 1978; Jales Veive,
mythe et modernité, París, Presses Universitaires de France, 1985.
72. Véase G. Durand, “Un sociologue à l ’Opéra”.
I.a noción de "cuenca semántica" 11 !
[115]
116 IN TR O D U CC IO N ' Λ Ι.Λ M ITO D O LO G ÍA . .Vil J OS V SOCII'.DADI-.S
19. Véase C .G . Jung, articulo de 1926 sobre VVotan, en Aspects du drame contempo
rain.
20. Véase R. Trousson, ob. cit.; P. Sorokin, ob. cit.
122 In t r o d u c c i ó n λ la m i t o d o l o g í a . M it o s v s o c ie d a d e s
NIVEL RACIONAL
- Conceptualizacíón, logos
- Pedagogía, episteme, ideología
- Eros, utopia, programas, etc.
NIVEL FUNDADOR
Inconscienle colectivo cultural
Landschaft y basic personality
Lengua natural
Inconsciente colectivo específico
Urbilder, pluralidad de los arquetipos
dada. C o n esta innovación: no soy más rom ántico, no creo que haya
un fin de la historia, un fin de la lucha. C re o que la sociedad descansa,
por el contrario, sobre esta tensión dialéctica que la constituye y que
la hace caminar. ¡Sobre el m o delo del caduceo o del tai-ghi-tu! Se la
podría im aginar co m o una lenta noria que, cada 150 años ap roxim a
dam ente, al ritm o de nuestras propias sociedades, sube y vuelve a
bajar. O m ejor aún: im aginémosla co m o una noria en tres d im ensio
nes. M e explico: m ientras que, d e m anera plana, la vuelta tem poral es
de aproxim adam ente sesenta años, sea la unión, p o r “ p ad re” in ter
puesto, de la edad del abuelo y de la del nieto, tres de esas “vueltas”
nos dan aproxim adam ente el “ca m b io ” - e n una tercera d im e n s ió n -
de lo que h em os llamado la “cuenca sem ántica” (3 x 60= 180 años...)
Las fases de sesenta años son fases de “m o d as” si se puede decir, y una
sociedad necesita tres de esas fases de sesenta años para que haya “r e
volución” y no “caprichos” de la m oda. D e 1860 a 1914 ten em o s la
m oda belle époque; de 1918 a 1938 la m oda a rt déco y el constructivis
mo; de 1940 al 2000 el rétro de la sospecha y el desencanto... P e ro el
co njunto de esas tres “m o d as” nos dan “ nuestro t ie m p o ”, nuestra
modernidad perforada desde 1960 por el “p o s m o d e rn ism o ” que des
pega definitivam ente nuestra “m o d e rn id a d ” de la apología p ro m ete i-
ca y rom ántica de lo “m o d e r n o ”.
, L o que “fluye” y opo ne sus aguas, ya en los prim eros ciclos de la
noria, lo que confluye en la entregu erras, tom a súb itam ente el n o m
bre del río e inunda nuestra reciente m odernidad. E n las sociedades
más frías quizá sucede más lentam ente, p ero ¿hay todavía socieda
des “ frías” (la palabra es de Lévi-Strauss) en nuestra época? P o r últi
mo, cuando J ea n -P ie rre V ern an t estudia, p o r ejem plo en los griegos,
el pasaje de una fase mitológica a una dram atúrgica, dramatis perso
nae, luego una filosófica, es un poco el m ism o m ovim iento, pero ex
t e n d id o a m u c h o s siglos.29
El esquema que tenem os aquí parece pues verdad eram en te heurís
tico: la m áquina funciona bastante bien con sus dos engrasadores,
u n o ascendiendo hacia la racionalidad y la ocupación del p o d e r insti
tucional, el otro p or el co n trario descendiente y contestatario. Todas
las sociedades - m i c r o y m acrosociedades- parecen vivir a ese ritm o.
Sin em bargo, no podem os q uedarnos ahí sin com plicar u n poco
29. Véase J .-P. Vernant y P. Vidal-Naquet, Mythe et tragédie. .. ; Mythe et pensée chez les
Grecs, París, Maspero, 1969.
In t r o d u c c i ó n a ι .λ m i t o d o l o c í a . M it o s y so c ie d a d e s
[135]
136 I n t r o d u c c i ó n λ ι.λ . v u t o d o l o g i a . . v i r i o s v s o c i k i > a d f . s
3. Véase P. Ricœur, De l'interprétation, essai sur Freud, París, Seuil, 1965; Le conflit des
interprétations, Paris, Seuil, 1970.
4. “Literaturas de cordel”, pequeñas colecciones de poesía épica suspendidas de las
“cuerdas” de los cestos de los vendedores ambulantes. Textos escritos, sin duda, pero
cantados por el vendedor a su comprador, que no sabe, la mayoría de las veces, leer...
Conceptos auxiliares del mitólogo 137
Ahora voy a insistir más bien - d i g o “más b ien ” porque, una vez
más, to d o esto pertenece al d o m in io del m a tiz- sobre una batería de
co nceptos m uy útiles para nuestro s análisis. P ero su b ray and o con
énfasis que ningún concepto que se considere científico, o al m en os
heurístico, es “palabra de E v an g e lio ” : to d o co n c epto tiene, c o m o
m ínim o, lo que Bachelard llama un “perfil epistem ológico”1" que r e
fleja las evoluciones de significación. P o r lo tanto voy a insistir más
bien sobre los conceptos generales que inician un mitoanálisis.
El p rim e r con cep to que voy a ab o rd ar lo debo a A braham M o le s /'
com o tantos otro s que estudiarem os en algunos instantes, y es el de
explosión o de período explosivo del mito. D ig o “p e r ío d o ” más que m o
m e n to p orq ue esas explosiones van a lenta velocidad c o m o cu a n d o en
el cine vemos explotar la b o m b a atómica: tenem os la im presión de
que acontece lentam ente, cu and o la e n o rm e masa de vapor se eleva
en amplias volutas hacia el cielo. E n la larga duración de una cultura
dada, en el apex de la “cuenca sem án tica”, en cinco o diez años, de
repen te se tiene una condensación extraordinaria, una “r e c e p c ió n ”
generalizada que pone de m oda un m ito. Esta indagación del período
explosivo es m u ch o más fructífera que la de los “oríg en e s” tan cara al
historicismo. P o r ejemplo, el o rig en del m ito “h e ro d ia n o ” (aquel del
viejo seducido p o r su nuera que exige to d o de él hasta llegar al cri
men) se pierde, co m o dice T h o m a s M an n , en “el insondable p ozo del
pasado”, y a partir del siglo V la “decapitación de San Ju an B au tista”
se convirtió en fiesta canónica de la Iglesia. N o ; si se buscara v ana
m ente an taño un “o rig e n ” a la difusión de un relato mítico, hoy ya no
necesitaríamos en c o n trar un cordón umbilical que ligue, de m o d o
certero, una lección inicial con una expresión mítica m oderna . Sólo
se descubre la “noche de los tie m p o s”, se cae en los errores descabe
llados del difusionismo y, para asegurar una ascensión decente, es decir
histórica, se inventan cordones umbilicales en su m o m e n to bien m í
ticos. Ahora bien, ese m ito se lo descubre ya en su lugar desde los
albores del cristianismo e ilustra los capiteles rom anos. Sin em bargo,
este m ito que es re tom ad o co n tin u am en te desde el siglo XII al XVI no
hace caer el acento sobre el m item a que privilegiará el “d ecadentis
m o ” del fin del siglo XIX. L a “ recepción”, com o diría Jauss, n o es la
5. Véanse las sociologías comprensivas de Max W eber y Georg Simmel, entre otros.
6. Véase A. Moles, Psychologie de l ’espace, Castermann, 1978; Théorie des actes, Caster-
niann, 1977.
138 In t r o d u c c i ó n λ la m i t o d o l o c í a .M it o s y so c ie d a d e s
O
latente explícita integrada en contexto
Ejemplo: Ejemplo: Ejemplo:
Las llores del mal, 1857 Isolda, 1865 Los decadentes, 1884
B. “Distancia a lo real"'. CU
grande pequeña
Ejemplo:
Historias cómicas de los
Estados de la Luna, 1657
Θ O
Ejemplo:
Alunizaje de Armstrong.
1969
C- “Fuerza problemática": Δ
pequeña grande /7 V \
Ejemplo: Ejemplo: [/ \)
1790-1850 1870-1990 V_ y
Hermes eclipsado Retorno al
por Prometeo "tercero dado” y a
los valores herméticos
( θ ) ^ Γ 7 / 7 ^ -Y P h ) Isolda 1865
Dldon- 1864
/ /v v ® ))
M adam e Bovary. ÍQ 6 2 / í( )] /
Salambó. 1862 /
J C a r m e n . 1875. Sansón y Dafila. 1872
1870 París, O anillo . 1876 ) / E l decadente. 1886-18 9 0 / ^ N
Munich, y J w \ ® ) ---------------— — i ® )
Lübeck, V ~ V A contrapelo. 1884
Venecia í( ^ jj Los poetas malditos. 1864
1876 BavreuthT1 / Manon. 1867 (Puccini)
cantidad d en tro de nuestra cesta de com prensión. ¡Pero siem pre hay
pececillos que pasan a través de la malla de la red! Aun más, ten g am o s
la hum ildad de saber que nuestra com p re n sió n es limitada. Sólo p o
dem os “recibir” (Jauss), “ in te rp re ta r”. Sólo pod em o s captar lo que se
nos p erm ite captar, por nuestra cultura, p or la cuenca sem ántica en
d on d e nos situamos: talem caperc potui, “tal co m o m e es autorizado
ca pta r”. N o existe un texto dado de una vez p o r todas, objetivam ente,
p o r el c o m p o sito r o escritor, no existe un co ntexto inm utable dado
p o r el especialista en estadística. N in g u n a enunciación oral, literaria,
musical o contable, posee la inm utabilidad de una ecuación. El texto
más preciso no p u ede arrancarse de las densidades, de las p ro fu n d i
dades del léxico. C o m o toda partitura, es un convite a la in te rp re ta
ción, si no se queda sin voz, sin música, sin sem antism o. M itólogos,
“ textólogos” -si así pu ed o llamarlos, más que “críticos literarios”-,
sociólogos, historiadores, todos som os intérpretes, m aestros de lec
tura destinados a hacer leer m ejor un texto, a hacer descifrar m ejor
un contexto social o histórico.
T odos tenem os, pues, u n d e n o m in a d o r com ún: es la orgullosa
hum ildad de ser “in térp re tes”. Esta intención está en los antípodas de
nuestra pedantería universitaria que quiere en c errar el saber en reci
pientes herm éticos. Soy un feroz defensor, y desde hace m u ch o tie m
po, no sólo de la multidisciplinaridad, sino tam bién de la transdisci-
plinaridad. N o que cada u n o de nosotros no tenga necesidad de ser
form ado p o r una especialidad estricta p ero esta últim a, so pena de
esterilidad total, debe abrirse, en un nivel superior, a todo el aporte
heurístico que pueden p ro p o n e rle las otras ciencias. R ecuerdo a m e
n u d o que P asteu r no era m édico sino quím ico, que D escartes n o era
m atem ático o asociado de filosofía sino soldado im provisado, que
H erschel no era a s tró n o m o sino m úsico... T odo esto para repetir,
habiendo definido de m anera práctica los diez conceptos que acabo
de desarrollar, que éstas no son más que recetas de interpretación.
Recetas puestas a p u n to po r prácticos del texto o del terreno: R o ger
Bastide, A braham M oles, G eo rg es Dum ézil, C lau de Lévi-Strauss y,
en segundo térm in o, la gran master class del psicoanálisis y de la psi
cología de las profundidades. A ese respecto di m odestas recetas para
sostener bien nuestras m anos sobre el teclado, ¡pero ahora le toca a
cada uno, textólogo, m itólogo, sociólogo, a cada uno le toca ejecutar!
C a pít u l o VI
Al com ienzo de este libro cité la frase del físico B ernardo d ’Espagnat
-extraíd a de u n o de los capítulos de su libro M itos y modelos- que ub i
caba d e n tro de una misma co m p ren sión al m ito y al m od elo fisico
m atem ático del áto m o de Bohr. D e esa m anera, nos oto rg áb a m o s
una suerte de “diplom a epistem o lóg ico ” para p o d er utilizar el le n
guaje de lo im aginario y del m ito con una cierta “seried ad” científica
y una eficacia heurísticas en la ciencia del hom bre. Sin em bargo, un
gran secto r de esta ciencia examina los m od os de expresión de la ho -
minización y, entre ellos, la expresión “lingüística” co m o se dice hoy
en día -y, en casos más raros, el texto escrito de ese tipo de expre
s i ó n - D ig o “en casos más ra ro s”, puesto que se sabe m uy bien que en
un país co m o Brasil, el ochenta p o r ciento de la población aproxim a
d am en te se las arregla para expresarse sin la escritura, y sin la lectura
para identificarse y conm em orarse. “O ra lid a d ”, se puede decir, que
nada le quita a la exactitud de la repetición estereotípica de la palabra.
P o d em o s entonces utilizar con Eliade la expresión “texto o ra l”,1 tex
to que tiene la misma exigencia, la misma regularidad, la misma fiabi
lidad que una escritura. C u a n d o frecuentam os a los tereiros del can-
dom blé, del shangó, del um banda, nos em ocio nam os y nos s o rp re n
dem o s al constatar cuán intactos subsisten los antiguos relatos, los
símbolos, las imágenes e incluso la sintaxis y el vocabulario yoruba o
bantú en esos hijos de la antigua esclavitud africana. Texto oral así
co m o texto escrito tienen pues la m isma dignidad: tan to a u n o co m o
10. Véase Annie C ollet, Stendhal ct M ilan, París, José Corti, 1986, 2 vol., Prefacio
de G. Durand.
El imaginario lit erario y Ins conceptos operatorios tic lu mitoaíticn 159
tipo tanto a la célebre Biblia Pauperum com o al Speculum humanae salvationis, grandes
compilaciones tipológicas del siglo XIV de las que conocem os más de treinta manus
critos (cf. Lutz y P. Perdizet, Speculum humanae salvationis, M ulhouse, 1907, y la
edición de la Biblia Pauperum por H. Cornell, Estocolm o, 1925). Esos textos morali-
zadores no dejaron de ser editados y luego difundidos especialmente por los dom ini
cos, luego por los jesuítas (en el siglo XVI por Jean Leclerc, Pierre Eschrich, Hans
H olbein..., en el siglo XVII por C. de Passe, Sebastian L eclerc,J. Vischer..., en el siglo
XVIU por B. Picard, con la célebre edición ilustrada de 1712 del prior de Sombreval).
Hay que agregar a la cadena continua de estas notorias ediciones numerosas vulgari
zaciones en los fascículos y almanaques populares. D e 1770 a 1830 se contabilizaron
cuatrocientos folletos para el uso de la predicación moral... Exponer que el fiel alum
no de los jesuítas Xavier de Maistre pudo proferir la púdica expresión “sirvienta de
Abrahain” no carece de “seriedad” (sic) ¡y la ilustre y rica tradición de la Biblia Moralis
no es absolutamente el fruto de mi modesta imaginación!
12. Véase G. Dumézil, liirpeiil, essai..., pp. 139 y ss.; Les Dieux des Indo-Européens,
Paris, Presses Universitaires de France, 1952, pp. 96, 140, 213 y ss.
/·,'/ ¡iiiiiginnnn lit era rio y los conceptas apera torios de !n mitocríliai 161
14. Véase Ch. Baudouin, Psychanalyse de Victor Hugo, Ginebra, M ont Blanc, 1943.
15. Véase Ch. Mauron, Des métaphores obsédantes nu inythe personnel. Introduction à la
psychoaitique, Paris, José Corti, 1962.
16. Véase C.G . Jung, Ma vie, souvenirs, rêves et pensées, comp. por Aniela Jaflé, Paris,
Gallimard, 1962.
El imaginario literario y los conceptos operatorios de ¡a Mitocrítica 16.5
sis debe investigar. Si nos re m itim o s a los temas que h em o s adelan ta
do, relativos a la “tó pica” sociocultural y a la dinám ica de las “cuencas
sem ánticas”, constatam os que, en el h orizon te de esos dos m éto dos
de acercam iento, el “ lugar c o m ú n ” es el mito. U n o y o t r o no tratan
más que de la “explosión” de un m ito y de su uso hasta su desgaste.
R og er Bastide6 había p re sen tid o que el fu nd a m e n to de to d o re c o rri
do sociológico era el im aginario. Y había podido verificar ese p re sen
tim ien to en el Brasil “de todos los santos” en d on d e la mezcla y la
fricción de culniras m últiples perm iten precisam ente p o n e r en relie
ve lo que significa - l o que “p e rm a n e c e ”- en la conciencia mestiza del
brasileño, ¡Jo cual es re alm ente in-significante! ¡Sin em b arg o, lo que
significa es m uy a m e n u d o aquello que, a prim era vista, se tom aba
c o m o in-significante! Irreem p lazable laboratorio brasileño en d o n
de, sobre un fondo am erindio , ¡se encuen tran los valores culturales
de E uropa y los de Africa! Sin duda es aquí, más que en ningún o tro
lado, en do nde se p uede a p r e h e n d e r c ó m o lo invisible adquiere ro s
tro y llega a “m o n ta r ” la vida más cotidiana, sin duda es aquí en d o n d e
se puede constatar la realidad p reg nan te del m ito ¡y en tre v er los h o
rizontes de una mitodología! M ien tras que la mayoría de las civiliza
ciones “aculturales” han vivido, y aún viven con dificultad “la a m b i
gü ed a d ”7 que resulta de las confrontaciones de cultura, llegando a
plantearse hasta tensiones destructivas - c o m o sucedió en América del
N o r t e - , el mestizaje brasileño perm itió en efecto extraer la quintaesen
cia de la confrontación: al apo rte indio, y sobre to do el africano, se
m ezcló el su plem en to europeo: im aginario católico, filosofía com tis-
ta, espiritismo de Alian Kardec... Es esa mezcla la que perm itió p o n e r
en evidencia los rostros de lo Invisible -S e rv ie r diría las “técnicas”- a
través de las trivialidades y las “insignificancias” de lo cotidiano. ¡Y
esta “vida” brasileña nos perm ite, más que cualquier otra -in clu so
más que las de grandes culturas, com o las asiáticas (India, C hina, J a
pón, Corea...) que se acercaron a esta “in cu ltu ración”- c o m p re n d e r
lo que es la mixtura constitutiva del m ito y el interés antro pológico
de un mitoanálisis.
Sin llegar a ese terren o ejem plar que constituye Brasil, c o n te n té
m onos con re te n e r aquí que el mitoanálisis, co nstruy en do una im a
9. ¡VI. David, La psicoanaUse nella cultura italiana, Turin, Boringhieri, 1966; Lcttcratu-
ra c píicoanalisi, Milán, Mursia, 1967.
10. G. Bosetti, ol). cit.
176 In t r o d u c c i ó n a l a m i t o d o i .o g í a . M i t o s y s o c i f .d a d k s
ca y heurística - c o m o se en cuentra al m o v im ie n to c a m i n a n d o - m o s
tra n d o bien que utiliza mi “trayecto a n tro p o ló g ic o ”, y el libro que
lo sostiene, Las estructuras..., en un tie m p o d istin to del que fue el
mío... ¡y el de Italo Calvino!
Bello tema de m editación sobre el juego dialéctico - y el fu nd a
m en to sis té m ic o - de las dos “ puntas” (la arquetípica y la sociohistóri-
ca) del trayecto “antro po lóg ico”. Dialéctico, en el fondo, de ese “aden
t r o ” y de ese “a fuera” de la obra de la cual A urore Frasson -M arin
subraya la solidaridad inexpugnable en las nociones de “trayectoria”,
incluso de “d esign io”. N o hay duda de q u e el p a s a je de la s im p le “m i
tocrítica” de una sola novela a la “trayectoria” de toda la obra de un
au to r que avanza d u ra n te treinta y cinco años (1947-1983) en m edio
del “afuera” tan tum u ltuo so de una Italia que se conecta después de la
guerra al re cu erd o no m en os patético del Ventennio ñero facilita el
acceso a u n vasto “m itoanálisis”.
Y diré, u n p o co d efen d ien d o mi “c a u sa”, que es más accesible
to m ar c o m o tem a la “tray e c to ria ” de la o b ra de un a u to r in m e d ia ta
m en te c o n t e m p o r á n e o a nu estro tiem p o que la de un au to r n a c i d o
en 1783... (¡fecha de n ac im ien to de n u e s tro b uen Stendhal!), lo que
ocultaba a m is ojos esa “ lejanía” de la h istoria y que hizo del libro de
M aurice B ard è ch e un v erd ad ero c o n tr a s e n tid o 1’’ que “sacaba” de al
guna m anera la “tra y e c to ria ” stendhaliana hacia o tro tiem p o -¡el de
la “co la b o ra c ió n ” d e los años 4 0 ! - y desnaturalizaba de esa m anera
tod os los a m b ie n te s de “re c e p c ió n ” del c o n te m p o r á n e o de B o n a
parte...
M uy distinto es el posicionam iento de A u rore F rasso n -Marin: es
co n te m p o rá n e o del de Italo ("alvino, se sitúa en el m ism o “afuera”
- e n mi jerga diría: en “el m ism o escenario”- . La “trayectoria” es pues
evidente, y con duce sin duda de P ro m eteo a H e rm e s a través de “cua
tro grandes grupos de obra s”.
El prim ero (centrado sobre la trilogía I nostri antenati) integrand o
todos los arm ó nicos de lo que he d en o m in ad o “ las estructuras esqui-
zom orfas” del im aginario (puesta a distancia, Spaltung, pensam iento
antitético, g eo m etrism o analítico...) o tam bién el “régim en diurno de
la im agen ”... Es el p erío d o de la “ten sió n” que, en Calvino -¡y en m í
m ismo hacia los años 50!-, está vibrante en su totalidad por los ecos
del “afuera” que constituyó la Resistencia y, un siglo antes, prob ab le
que hasta aquí perm anecieron discretas: las estructuras “místicas”. Los
personajes femeninos ocupan en esta novela u n lugar inhabitual para el
autor, pero no obstante sin sacrificar al “misticismo” - t a n t o vela en la
creatividad de nuestro escritor la vigilante desconfianza de las im áge
nes heroicas de antaño...-. N in g ú n “a b a n d o n o ” a la mujer, al nocturno
o al laberinto. Situación “erótica” en el sentido de que el abandono está
controlado y “se convierte en el instrum ento ideal de co no c im ien to”.
La “trayectoria”, el “diseño” mismo, se transforma en “dibujo” que
delimita todos los co ntorno s de la obra. Esta lectura tan pertinente de
Calvino se concluye con una profesión de fe “mítica”: “E n nuestra época,
la obra de arte se ha tornado absolutam ente indispensable, sustituyendo
a los otros valores, cívicos, sociales y políticos, que durante m ucho tiem
po fueron autoridad en el m u n d o de la cultura...”. P ero es notable que
Frasson-M arin recurre, para concluir su estudio sobre esta obra “de
anarquía d o m in ada”, a una cita de uno de mis libros14-sub titulado p ro
videncialmente “de la mitocrítica al mitoanálisis”- en do nde yo mis
mo, para ilustrar ese “re to rn o de H e rm e s ” en nuestra m odernidad, uti
lizaba el estudio magistral acerca de André G ide que había hecho R o
ger Bastide... C o m o si todos estuviéramos obsesionados de manera lu
minosa: Calvino, Bastide, G ide -¡agreguem os a Proust!-, A urore Fras
son-M arin y yo mismo, po r ese “diseño” que, a través de un Narciso
“re torn ado ” (¡como se dice en las novelas de espionaje!), es decir, no
contentándose con reflejar su imagen sino “reflejando la ley de su re
flejo”, conduce m uy naturalm ente en la segunda mitad del siglo XX de
P rom eteo a Hermes...
Esta notable convergencia que sacamos a la luz a través del estudio
de la obra de Calvino, esta concepción del mitoanálisis de un siglo pol
la mitocrítica de un autor, pone realmente en evidencia la consangui
nidad de los m étodos de la mitocrítica literaria y del mitoanálisis más
sociológico. C iertam ente, se podría concluir insistiendo en esta “c o n
fluencia” que surge en todos los autores del siglo XX, y en los críticos
que implican, sobre la tom a de conciencia de un “m ito h erm esiano ”
cada v ez m á s p r e g n a n t e y q u e c o i n c i d e c o n la e m e r g e n c i a
- a partir de los años 50—1:1 de las reflexiones sobre lo imaginario en
general... C o n te n té m o n o s en esta exposición con deten e rn o s simple
Es así com o, paralelam ente al descu brim ien to del m ito alquím ico
en las obras más patéticas de nuestra m odernidad J e a n - P i e r r e S iron-
n e a u 1" m ostraba có m o nuestras sociedades del siglo XX, en sen tid o
inverso p o r así decirlo, elegían un c o n tra m ito tie la interioridad al-
química secularizando todo m ito y- estableciendo tem ibles “religio
nes políticas”. L o que ponía en evidencia el mitoanálisis de las m e n
talidades del siglo XX era en tonces un abuso de autoridad contra el
equilibrio topológico de los mitos: un acceso totalitario que reposaba
sobre un m ito milenarista ú nico y escondido, p o n ien d o a la vez al
paso el cientificismo ruso, el positivismo del K u ltu rka m p f y las c o m
placencias siem pre “abiertas sobre el m u n d o ” de la m o d ern id a d de
las Iglesias. Tales fueron esas “religiones seculares”, nazism o y stali-
nismo, que, bajo la apariencia de una “cientificidad” pura y dura d a
ban lugar y adulaban a mitos trasnochados y burdos, co m o el de la
raza de los señores, del fin de la historia, de la unidim ensionalidad del
progreso. A ntiguos esquem as joaquinistas puestos al gusto actual de
una apocalíptica “lucha final”. Esta yuxtaposición de dos mitos inver
sos que estos dos mitoanálisis po nen en evidencia, el m ito alquímico
recu bierto p o r el superyó del p ro greso totalitario y el de la “r a z ó n ”
única de la raza o del partido, conform a en nosotros la tópica socio-
cultural que pusim os al día.
P ero esta tópica, con su tiem po local al que hem os llam ado “c u e n
ca sem ántica” y que la m itocrítica revela, iba a anular definitivam ente
la causalidad lineal del historicismo. La sociología mitoanalítica, que
descansa sobre los do cu m en to s de mitocríticas múltiples, rem od ela-
ba p o r así decirlo una concepción a la vez holística y sistémica de la
historia. E n este d om in io resultan m uy significativos los trabajos de
C la u d e-G ilb e rt D u b o is .19 Especialista en el siglo XVI, en p rim e r lu
gar despejó y precisó m agistralm ente lo que constituyen las e s tru c tu
ras de esta cuenca semántica que culm inan con los mitos que alim en
tan al “b a rro q u ism o ” y al “m an ierism o ” (m ito de P igm alión, mitos de
Babel, de N arciso, de la L engua elegida, de la U topía, etc.), luego
teorizó lo que puede ser la especificidad de un imaginario del Renaci
20. Véase P. Cambronne, Recherche sur les structures de fír/ingifíaire dans les “Confes
sions” de saint Augustin, París, F.uides Agustiniennes, 1982.
21. Véase J. T hom as, Structures de riwaginahe.,.. Bajo la dirección d e j . Tilomas:
Vlmagtnnire des Latins, P.U., Perpignan, 1982; Y.-A. Daugé, oh. cir.
El witoan/íHsis: hud// una mitodologín
22. Véase P. Allais, Perenal el l'initiation, París, Sirac, 1972; Dialectique du récit médié
val, Chrétien de Troyes et l'hexagone logique, Amsterdam, Rodopi, 1982; G. Chaudes,
Le Serpent, la Feimnc et l ’Epée, recherches sur l'imaginaire symbolique d'un romancier
médiéval. Chrétien de Troyes, Amsterdam, Rodopi, 1986; Ph. Walter, La Mémoire de
temps. Fêtes et calendriers de Chrétien de Troyes à lu Mort. Artu, Champion, 1989; Le
Gant de Verre. Le Muhe de Tristan et Iseut, Artus, 1990.
23. Véase A. Pessin, La Rêverie anarchiste..., Le Mythe du peuple et lu sociétéfrançaise du
X IX siècle, Paris, Presses Universitaires de France, 1992.; J.-P. Bozonnet, Des monts et
des mythes...
24. Véase J.-J. Wunenburger, La Vie des images, Estrasburgo, Presses Universitaires,
1995.
18 4 In tro d u c c ió n λ ι λ μ ιί o d o i .o o í .v M it o s v so c ie d a d e s
tro pensam iento, todas nuestras “ razones”, se ponen a las órden es del
significado.
N o sólo, co m o a m e n u d o lo he indicado, todas las categorías de
nuestra lógica clásica - l o que K an t catalogaba bajo la rúbrica de “dia
léctica tra s c e n d e n ta l”—son trastocadas, sino tam bién los fu n d a m e n
tos de las realidades, el espacio y el tiem po - l o que K a n t catalogaba
bajo la rúbrica de “ estética trascen den tal”- ya n o están más sujetos
solam ente a las geom etrías de Euclides y a los relojes de N ew ton .
El tiem p o , en su esencia vivido p o r el h o m b re así co m o en las
experiencias más finas de la física cuántica, ya no es la implacable
disim etría, irreversible, n ege ntróp ica, que nos han legado la física
de N e w to n o la de C a rn o t. Ya Bergson, ya P ro u st, establecían que la
“d u ra c ió n ” co n c re ta n unca era un “ tiem po p e r d id o ” sino que se e n
garzaba con las sabidurías de culturas in m e m o ra b le s en las que el
tiem po es el de la rep etición , el refrán, el recital, en una palabra,
co m o M irce a E liad e lo d e m o stró a través de toda su obra, el illud
tempus del m ito... T i e m p o repetitivo, cíclico, en d o n d e se capitaliza
la n eg e n tro p ía de la inform ación cultural y q ue c o n stru y e la obra
del h o m b re...
C o n re sp ecto al espacio, hace m uchísim o tie m p o - d e s d e las g e o
m etrías “no eu clidianas” del siglo XIX, re to m a d a s p o r la relatividad
de la física e i n s te n ia n a - que n o es más el m e d io inerte de los despla
zam ientos, el c a m p o h o m o g é n e o de las d istinciones y de las sepa ra
bi lidades. A la sim etría del “tie m p o r e c o b ra d o ”, y re c o b ra d o p o r los
físicos, re s p o n d e la no-separabilidad del espacio, lo que p od em os
d e n o m in a r la “u b ic u id a d ” tal co m o lo establece la física cuántica.2.
Tal co m o lo establecen y lo ex perim entan sob re to d o las “razones
del c o ra z ó n ”. “C e r c a ” y “lejos” no son más, a partir de Bastide, Lévi-
Strauss y sobre to do C o rb in , un registro de las distancias abstractas
en el s en o de la supuesta “res” extensa. Las “relaciones de p are n te s
c o ” del alma - y de las sociedades de h o m b r e s - ¡no dep e n d en de
pretenciosos cuadros genéticos o cromosóm icos! A tañen a una “iden
tid a d ” que, lo h e m o s dicho a m en udo , n o encaja en un simple “esta
do civil” clasificador y sujeto al principio del “te rc e ro excluido”. La
“id e n tid a d ” en el h o m b re es el fruto de una “p a rtic ip a c ió n ” en valo
res com unes, es d ecir - e n té rm in o s g ra m a tic ales-, en calificativos o
atributos co m u n es. Este espacio an tro p o ló g ic o en do n d e la porción
[187]
IS S In t r o d u c c i ó n λ l a .v u t o d o i .o c .ï a . A lero s v so c ik d a d k s