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Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: Chuminadas por la
Traducción, Dg Kaleigh por la Corrección de la
Traducción, Leluli por la Corrección, AnaE por la
Diagramación, y Kiti08 por la Lectura Final de
este Libro para El Club De Las Excomulgadas…
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El Club de las Excomulgadas
Argumento
Dos bibliotecarias experimentan sexo extraordinario en dos historias cortas.
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El Club de las Excomulgadas
La Bibliotecaria
Caminas hasta el escritorio llevando una pila de libros para registrarlos. Me diriges
una sonrisa gentil, y yo, nerviosa, la devuelvo. Esperas ahí, pacientemente, mientras
dejo caer los libros sin prestar atención. No me puedo controlar, hueles tan bien.
Tras acabar de registrar tus libros y de entregártelos, mi jefe viene y me sustituye
para que pueda irme a casa por la tarde. La biblioteca está casi vacía. De repente,
preguntas por otro libro. Mi jefe me pide que te ayude a encontrarlo. La sección
Me detengo y tropiezas conmigo, siento tu erección pero ¿Por qué está así? Estiraste
la mano hacia mí y me estremecí con tu roce. Nos miramos el uno al otro y luego,
inesperadamente, metes mano entre mis piernas y me lanzas una mirada pícara y
ardiente. Me apoyo en la esquina, no hay lugar adónde ir.
Te ríes entre dientes mientras una mano encuentra el camino de regreso a mi zona
más íntima; la otra acaricia mi pecho. Sin querer, se me escapa un susurro de
placer. Sonríes mientras me haces cosquillas en los labios del coño a través de mi
tanga. Te acercas hacia mí, tan cerca que puedo sentir tu creciente bulto. No me
puedo controlar; simplemente tengo que tocarlo. Nerviosamente, estiro la mano y
la coloco en tu entrepierna. Bajas la cremallera y sacas tu masculinidad. Jadeó ante
la visión de la considerable polla. No pierdes el tiempo en empujarme suavemente
contra la estantería de libros. Mueves mi tanga a un lado y hundes tu polla en mi
coño y empiezas a follarme ahí mismo. Comienzo a gritar pero cubres mi boca con
tu mano para silenciarme mientras continúas follándome.
Colocas una mano alrededor de mi garganta y la otra contra el estante para hundir
más profundamente tu polla en mi coño. Te ríes con voz ronca cuando la sacas. Te
suplico con los ojos para que me la vuelvas a meter. Dices que no con la cabeza,
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El Club de las Excomulgadas
pero en su lugar insertas tus dedos, uno, dos, luego tres y, en el acto, mi orgasmo se
libera sobre tu mano.
Hago esto varias veces hasta que casi pierdes el control, me levantas agresivamente
y me reclinas contra la estantería, abro mis piernas y hundes tu boca en mi clítoris,
lamiendo, mordiendo y chupando. Me retuerzo bajo tu boca y tus manos que me
Lo haces hasta que no aguantas más y, a continuación, subes mis piernas hasta tu
cintura y empujas tu palpitante polla dentro mi coño tan fuerte y rápido como eres
capaz, ambos emitimos, ligeramente más alto, sonidos de placer. Me follas una y
otra vez salvaje y enloquecidamente, hasta que sucumbimos a la presión de nuestros
crecientes orgasmos y nos corremos juntos. Siento tu semen caliente inundando mi
interior, mientras mi cuerpo entero tiembla como nunca antes lo ha hecho.
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El Club de las Excomulgadas
Juego De Estanterías
Madison Johnson estaba haciendo otra vez el último turno en la biblioteca local.
Maldijo a su jefe, quien sugirió que la biblioteca estuviese abierta las veinticuatro
horas al día. Por supuesto, a Madison le dieron el turno de medianoche porque era
soltera y no tenía obligaciones. Suspiró mientras miraba alrededor de la biblioteca
casi vacía. Otra noche aburrida, pensó para sí misma al tiempo que empujaba el
carrito de los libros hacia la esquina trasera de la biblioteca. Comenzó a colocar los
Lentamente empujó los libros hacia la parte superior de los estantes y estaba
realizando con sus tareas cuando sintió que el cuerpo de alguien más le daba un
suave codazo. Contuvo el aliento.
— ¿Puedo ayudarte con eso?— dijo el hombre conforme llevaba sus brazos
alrededor de su pequeño cuerpo y alcanzó los libros. Se giró para verle. Sintió que
su rostro se ruborizaba de excitación. Era tan guapo. Sus ojos eran de un azul
cristalino tan hermoso como el océano, y podría ahogarse en ellos. Sus labios eran
gruesos, jugosos y se veían muy apetecibles.
—Sí—. Se las arregló para decir. Se quedó allí, sintiendo su pene presionando
contra sus nalgas e, inmediatamente, comenzó a sentir la humedad entre sus
piernas. Se apartó rápidamente.
Él se acercó más a ella y comenzó a colocar los libros en la estantería. Con cada
movimiento de su cuerpo, provocaba el roce entre ellos, generando impulsos
sensuales que fluían a través de los dos. Poco a poco comenzó a empalmarse,
mientras crecía la tensión, hasta que finalmente hubo alcanzado su máxima
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El Club de las Excomulgadas
erección. La oyó gemir ligeramente con cada movimiento que hacía y cuando
acabó de reponer los libros por ella, permaneció donde estaba. Madison tampoco se
movió. Lentamente comenzó a restregarse contra ella dejándole sentir su polla a
través de los pantalones. Muy despacio, movió la mano hacia su cadera y la colocó
allí. Jadeó y empujó su cuerpo contra el de él. Suavemente desplazó sus manos
hacia el interior de su muslo. Ella gimoteó. Él inclinó su rostro y, con ternura, la
besó en la mejilla. Ella giró su rostro ligeramente hasta que sus labios se tocaron, y
compartieron un apasionado beso de lengua. Despacio, levantó su falda y situó la
mano en su tanga, colocándola en sus pliegues femeninos. Ella se quedó sin aliento
mientras continuaba restregando su virilidad contra su tanga. Tomó su otra mano,
levantó su blusa y viajó hacia sus pechos. Metió la mano bajo el sujetador y tomó
Jugueteó con ellos un rato y, luego, los separó para tocar su clítoris con la punta de
los dedos. Gimió ante el roce, y restregó contra ella la erección que volvía a crecer.
Se abrió paso más allá de su clítoris, hacia la cavidad de su coño, situando un dedo
en el agujero e introduciéndolo dentro y fuera hasta que ella estuvo completamente
empapada, y sucumbió al orgasmo.
Madison alzó la mano entre sus cuerpos y agarró el botón de sus pantalones y lo
desabrochó. Se apresuró a bajar la cremallera y metió la mano para sujetar su polla
ahora saludando. Acarició su dura polla poco a poco mientras él seguía deslizando
los dedos dentro y fuera de su coño. Ambos vocalizaban su excitación con gemidos
de placer. Ella arrimó su culo aún más cerca de su verga y se frotó y restregó contra
él. Poco después, se giró hacia él, se agachó e introdujo su polla en la boca,
chupándola y succionándola mientras él gemía y se apoyaba contra la estantería.
Lentamente, se amamantó de su polla conforme acariciaba sus huecos con la otra
mano.
La agarró por los hombros y la empujó hacia el suelo, su espalda contra otra
estantería, y comenzó a follar su boca hasta que pequeñas gotas de semen se
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El Club de las Excomulgadas
escaparon de la cabeza de su polla. Rápidamente la sacó y se apartó, respirando
pesadamente. Al instante, la tomó entre sus brazos, la tumbó sobre una mesa
cercana y se puso de rodillas delante de ella. Sacó la lengua, lamió sus labios y
luego los separó, para saborear su fresco y húmedo clítoris. Tomó un dedo y lo
introdujo en el interior de su vagina conforme continuaba chupando su clítoris.
Se movió bajo sus labios y su roce, lo que la hizo ponerse cada vez más mojada.
Introdujo uno, dos, y luego, tres dedos en el interior de su coño caliente, y la folló
con ellos hasta que su coño estuvo empapado con eyaculación femenina. A
continuación, se subió a la mesa, montándola, metiendo la polla en su ansioso coño
y follándola con tanta fuerza que los libros cayeron de la mesa, y ésta se sacudió.
—Sí.
Ella sonrió y le susurró, —Me alegra oír eso, porque quería que me follaras.
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El Club de las Excomulgadas
Gruñó juguetonamente y después empujó la polla en su coño tan profundo, rápido
y fuertemente varias veces hasta que con un grito ronco alcanzó el orgasmo. Retiró
su verga y se corrió en su ansiosa boca abierta. Ella degusto su espeso semen y
luego se lo tragó, metiéndose la polla en la boca hasta dejarlo limpio. Él cayó sobre
sus rodillas y se unió a ella en el suelo, besándola en los labios.
Ella sonrió y asintió con la cabeza. —Sólo si prometes ayudarme de nuevo con las
estanterías, como lo has hecho ahora.
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El Club de las Excomulgadas
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