You are on page 1of 62

EL QUID DE LA

MEMORIA AZUL
¿Y para qué sirve recordar?
A LA MEMORIA DE
RAQUEL MORA MEDINA
POR SU CONSTANTE
APORTE LITERARIO
Si un pensamiento equivocado se expresa
de modo audaz y claro, ya se ha ganado mucho

Ludwig Wittgenstein

Me lo has oído mil veces, aborrezco los hombres que hablan


Como libros, y amo a los libros que hablan como hombres

Miguel Unamuno

,
ODIO

Asaltado de holgazanería sempiterna, de lujuria funesta y razón prescriptible


Cuantos gritos lastimeros de tus hijos…los recuerdos… ¡pobres ruidos infelices!
Que furia impotente, ante aquellos invasores que con rabia encendida, te
dominan, te esclavizan y se burlan, con puñal en mano, de tus impulsos vánales

Los pasos de tu altivo caminar, son surcos delineados en la enfurecida piel Tus
virtudes se han ido agotando con el transcurrir del tiempo ordinario y cruel La
choza donde te hiciste hombre, es ahora una gran mansión llena de miseria Que
te ha atrapado con sus espantosas tinieblas, con sus maléficas mentiras

Desbordados están los ríos por donde navegaste sin prejuicios y sin ningún
Pudor, el agua cristalina y cálida de sus fuentes, te sació de asombro, de hastío,
Tu esposa…la conciencia, está llorando, sus largos cabellos negros se están
cayendo y caen en tus manos con congoja y te miran mientras se mueren

Sé que sufres cuando miras el mar en las noches decembrinas, noches


bohemias, noches que tú llamas: ¡noches mías, noches de damas espías! A
tus lágrimas las he visto caer en la arena, tristes, desoladas y con vergüenza y
destreza se esconden entre las rocas y los caracoles para que nadie las vea

Nicolás Ponce de Medina afirmó alguna vez que en tu pecho yace la espada de
la muerte y a bien, mereces el exilio de este mundo por los siglos de los siglos
del buen Cristo y que cuando ese gran misterio ocurra, los grandes poetas no
se armarán de tartufos en sus versos ni tendrán en sus cuentos excesos

Vives en un sueño que es tu arrogante realidad, tienes secretos que se


renuevan con tú andar, andar que he visto pasar como una ola del mar;
imponente, enigmático, pero con una cortapisa: la ola del mar tienen la gloria
del Dios inmortal y su ego, reposa en la augusta bóveda del blanco azul cielo

Como un viajero aventurero que en su alforja lleva su pobreza y su destino, así,


en tu peregrinar por esta patria apátrida, en tu alforja llevas el azar de la muerte
del medio día y en la noche tu entierro que sin querer, dolor ha de parir. ¡Oh
mendigo opulento de muchas correrías, abandónate al Señor de la soteriología!

Nunca la senda de tu memoria será la dicha ni la gracia; no te escondas en la


soberbia ni en la fugitiva ingenuidad, sal de aquella selva en donde has cavado
tu propia tumba y dile al egocéntrico e inerte de tu orgullo, que se exilie en el
polvo silencioso del tánatos, donde reina el abismo de la soledad
OSCURIDAD

La oscuridad se recrea en un laberinto infame


Allí bosteza con placer, rodeada del tedio y la lujuria
Sus ojos, preñados de incendio, incitan a efímeros deleites
Músicos, poetas, políticos, santos, mujeres… ¡Hombres!
¡Vil mortales hombres!
Se han amamantado de sus espumosas blasfemias
Ella, bajo el amparo visible del feroz Lilith
Maquina en el ágora el final del tiempo y del espacio
Sus actos, arrojan escupitajos de sangre inocente y
Cuando camina, con su arrogancia indómita por los andenes
De la calle colonial, somete a juicio, las miradas idólatras
El evo, el tiempo de los espíritus, le pertenece sin reserva
En su árbol genealógico tan solo hay miseria y desolación
¡Oh oscuridad impía! ¡Oh enemiga de manos arpías!
Que se abra la tierra y te consuma con tus orgías
Desde su trono espléndido y lleno de diademas
Domina la conciencia viva y el alma snob
Tiene en sus bodegas el germen de la falsa ideología
El quid de la penuria y la morada del abismo
Se presenta, ante el gran mundo ruidoso, con pulcra decencia
Y con una tesis doctoral sobre la historia de la pedagogía
Su presencia resulta baladí, grosera y… perversa
Músicos, poetas, políticos, santos, mujeres… ¡Hombres!
¡Vil mortales hombres!
Se hicieron nada al tomar de su todo
¡Oh oscuridad impía! ¡Oh enemiga de manos arpías!
Que se abra la tierra y te consuma con tus orgías
Y que lloren los indolentes y agitados rostros
Que se hicieron nada al tomar de tu todo
RISA

Tus suaves movimientos sensuales están recreados


En los versos de los magnos poetas que escriben sin formas
Inmensa ola veranera que sacias la memoria
Y te clavas, como saeta, en la piel de la historia
¿Quién no ha bebido el néctar de tu juventud?
Contigo hemos brindado todas las generaciones
Entre juicios categóricos, enardecidas esencias
Mórbidos delirios y prolongadas bendiciones
Ni las estrecheces de la vida, ni la muerte
Han impedido que tu aroma se esparza
Por el círculo de la moral invulnerable
¿Quién no ha bebido el néctar de tu juventud?
Con tus manos, llenas de misteriosa bondad
Acaricias las mejillas de aquellos que ya no te poseen
Y con tu boca, susurras serenas melodías
Que enamoran el alma inocente
Inmensa ola veranera que sacias la memoria
Y te clavas, como saeta, en la piel de la historia
Tu idiosincrasia se recuesta en el río de la alegría
Y desde allí, impartes la sabia sabiduría para
Los que aun no litigan en el césped de la justicia
Cuando apareces, narras lo imposible, o sea, aquello que
Los intelectuales llaman: la nada
Algunos te llaman cuando han ejecutado sus holocaustos
Y otros, cuando sus ecos de humildad vitorean
Porque ha nacido un árbol, un perro o una pequeña alma azul
Tu natalicio fue antes del Enuma Elish
En lo alto de una pequeña colina del Jardín de Edén
¡Oh ágil picaflor matutino!
¡Oh espíritu asexuado querido!
¿Quién te ha engendrado?
¿Quién te ha dado ese cuerpo agraciado?
¿Quién no ha bebido el néctar de tu juventud?
Inmensa ola veranera que sacias la memoria
Y te clavas, como saeta, en la piel de la historia
LÁGRIMA

Hálito de ternura, huerto de libre frescura


Cristal salado que llevas aliento de vida y locura
Tú andas donde el viento es viento libre
El mar es conciencia de mar sensible
El tiempo…celeste movimiento enfurecido
Y el espacio, crepúsculo erguido
Tu desnudez, diáfana como el cielo
Cautiva con generosa y vasta agilidad
Algunas veces, cuando tu boca besa
Emana olvido, alegría y fatalidad
Algunas veces, tu boca besa
El misterio de los labios dulces
El dolor de los labios simples
Y la maldad de los labios impíos
Las ninfas, al emigrar de sus manantiales
Montes, ríos, selvas, valles
Te invocaban con lamento mortuorio
El fauno, con su espíritu protector primitivo
Se humillaba ante el azul de tus ojos
Hálito de ternura, huerto de libre frescura
Cristal salado que llevas aliento de vida y locura
Eres centinela que protege la ciudad
Eres vela encendida hasta la eternidad
Bella mujer que mueres porque te mueres
Y vives por que vives como eres
Magnifica gota de mulata esperanza
Acuérdame siempre cual es mi andanza
Cándida dama de vestido brillante
Que se humille ante ti el ignorante
¡Oh purísima musa nocturna!
Tú andas donde el viento es viento libre
El mar es conciencia de mar sensible
El tiempo…celeste movimiento enfurecido
Y el espacio, un tenue crepúsculo erguido
ÁRBOLES

Veo que los enormes árboles verdes


De la Avenida San Sebastián de Sisúc
Taciturnos están por el imperioso invierno
Sus hojas baten como una diminuta tórtola
Y después del rebelde ajetreo de la repentina danza
Se acurrucan enternecidas en sus ramas
Las casitas de bareque que adornan sus días
El altar de sus almas y sus pesados troncos
Se entumecen por el frío de la tarde
Y callan con el ocaso de la noche
Algunos tímidos transeúntes
Que recorren la Avenida, bajan la voz
Inclinan la cabeza y aceleran el paso
Los fuertes truenos y la mística lluvia
Han invadido las calles con sus dignos alientos
Los nidos de los pájaros sin piedad han caído
Y las luciérnagas a la madreselva se han ido
Ha llegado el incomprensible y poético invierno
Y el tiempo va deshojando el corazón eviterno
Porque el Arte es largo y el Tiempo es corto
Susurra, desde el umbral, Charles Baudelaire
Mientras su corazón enlutado
Va tocando marchas fúnebres
Con las crónicas de Augusto Pombo
Inevitablemente nos conmovemos
Porque entre tantos anhelos azules
Balcones pintados de esperanzas
Y pluralidades voces de un mismo yo
Descubrimos que…
En la serena y sutil vida del sur
Y en los cuentos de Gabo Manzur
Aquellos árboles verdes de la Avenida
San Sebastián de Sisúc
Salieron de la soledad y el olvido
Y se convirtieron en barrio
BESO

En un septiembre escondido
Besé mis primeros labios
Bajo la ceiba frondosa
De la plaza San Marcos
Me sentí cobarde y confundido
Y esperé que la tarde
Con su azul presencia
Limpiara mi vergüenza
¡Qué lejana estuvo la noche!
Vagué por los infinitos andenes
De la omnipresente calle Chacurí
Como gitano, con el alma desnuda
Mientras me aguardaba
El silencio oscuro de mi casa
Mi cobardía estaba enredada
Entre el ímpetu de la gloria
Y el miedo del destierro
¡Oh beso rojo encendido!
¡Amor de infancia vivido!
Que te escondías rebelde
En el zaguán de un laberinto
Y en el declive de un patio sufrido
¡Qué lejana estuvo la noche!
La noche del suave vértigo
En que mi tímida memoria
Durmió secretamente contigo
¡Oh beso navegante!
Mi primer amante
Nadé en tu húmedo paladar
Y conocí la profundidad de tu mar
En un septiembre cálido
Besé tus mortales labios
Bajo la ceiba frondosa
De la plaza San Marcos
ALBAHACA

Yo he visto durante largos años


Nacer con el rocío de la mañana
La albahaca en su amplio campo
Con la mística de la ternura
Y el espesor de la llanura

Yo he visto al hombre libre


Sembrar la albahaca en su huerta
Con el espíritu indómito del viento
Y el amargo llanto de la pobreza
Que crece con ligereza

Yo he visto su verde apacible


Gestarse con el azul del firmamento
El llanto vespertino de los persas
Y la fantasía que florece con la historia
El espacio, el tiempo y la memoria

Yo he visto en sublime éxtasis


La albahaca de color púrpura
¿Cuánta infinita nostalgia
Por aquella natural mujer
De ciento setenta egos
Y un mismo parecer?

Yo he visto a la amada selva


Desnuda en el amanecer
Acariciando sus rojizos cabellos
Sus voluptuosos senos
Y postrándose ante su poder

Yo he visto la albahaca
Por el insondable Caribe
Ciudades, golfos, islas
Y en mi majestuoso patiecito
Que eternamente vive

Yo…he visto la albahaca


Descansar en el horizonte
Junto al río
Y me rio
Porque he visto la albahaca
EL MURO

¡Oh, mortales piedras!


Que vieron magullar mi conciencia
Y dividir las metáforas de la patria
Por el círculo despótico del káiser W. Reltih
Tus azules lamentos desesperanzados
Fueron Satanizados sin clemencia
Por el imperio de las tinieblas
Tus pupilas apesadumbradas
Se paseaban de occidente a oriente
¿Cuántas almas ausentes?
¡Oh, tumbas viajeras!
Conducidas al abismo
Por fúnebres militares
Idolatras del títere de la muerte
¡Oh mortales piedras!
De huesos secos y corazón puro
Tus dos aceras divisaban
El caudal de sangre inocente
La implacable carnicería
Y el llanto de un universo oscuro
¡Héroe! Gritaban los demonios
Mientras el holocausto
Seguía su maquiavélico curso
¡Oh, mortales piedras!
¿Cuánta memoria azul cabe en un ataúd?
MI PATIO

Diminuto y mítico cosmos


Ladrón del tiempo eviterno
Ese tiempo que se aliaba
Con las horas de la tarde
Testigo y mártir
De las sátiras de Don Juan
Y los romances de la noche voluptuosa
Tus suaves perfumes impregnaban
El alma de mi vieja casa
Y el tímido andén de la esquina
Coloridos pájaros, negros gatos
Mendigos perros y vulgares loros
Habitaron en tu nada relativa
Los chicos del barrio
¡Almas de mi alma!
Se aglomeraban con esperanza
Alrededor del tamarindo y el achote
Bajo el imperio brutal
De la pobreza felina
Y con una vieja guitarra
Ofrendada por un cura franciscano
Que vino de Francia a recorrer
Los sufridos montes de Sisúc
Celebraban el cálido soplo de la existencia
¡Oh infinito pedacito de tierra!
Tu ausencia me embarga
Se clava en mi memoria
Y me hace postrar ante el sublime
Acto de recordar

Quiero derramar mi alma


En el silencio de aquella vieja guitarra
Sentarme en la butaca Momposina
De mi abuela, junto al achote
En el patio… ¡mi patio!
¡Infinito pedacito de tierra!
Y sentirme…que aun tengo vida
MI BARRIO
Con honda desolación trato de reconstruir
Las huellas de aquel combo de ilusiones
Que cabalgaron despreocupadas
Por el círculo bohemio de mi barrio
¿Cuántos anhelos rodeados de interrogantes
Pudiste ver nacer, mientras la noche
Se recostaba en el pecho de la luna llena?
¿Cuántos victoriosos ojos azules
Dejaste marchar hacia la delgada
Y magnífica línea de la vida?
¿Y cuántas máscaras regresaron a tus
Rojos balcones y murieron
En el lecho de tu blando corazón?
Ni la distancia con su podredumbre
Ha logrado marchitar las flores
Del bien que sembraste en mi mente
De niño veía como se desparramaba
El sol en tus improvisados techos
Y todos éramos… ¡sutil poesía!
En noche buena…dormía el hambre
La pobreza se ausentaba
Y Dios, tu mejilla acariciaba
Y dicho de paso…reía en su morada
Cuando llegaba el invierno
Con sus arroyos desbordados
Se perdía un poco tu encanto
Y la implacable e inevitable miseria
Aparecía un tanto
Y todos éramos… ¡sutil poesía!
¡Oh barrio de piel quemada!
Si algún día inmerecido te mueres
Quiero que a tu tumba lleves
El dolor de la pobreza
Que en noche buena se ausentaba
Los versos de Susan Fadul
Y el quid de la memoria azul
¡Oh barrio de piel quemada!
Adornado con el cálido frío
De la alocada mañana
Pienso si alguna vez también
He de volver a tus balcones rojos
Sin juventud y con un dictador desdén
¡Oh barrio de piel quemada!
Por tus estrechas calles encantadas
Se paseó el verde de la sutil poesía
LA ESQUINA
Blancos, negros, indios, mulatos
Genios, seminaristas, vagos, cabrones
Músicos, poetas, putas y ladrones
Se postraban ante tu desnudo señorío
Yo vi a tus rojas noches parir
Frente al fantástico mar de Sisúc
El gemido alegre del erotismo
El silencio sereno del alba
Y la nobleza de la raza mestiza
Inocentes conciencias
Peregrinaron por tu frío y negro santuario
Y perdieron el quid de la razón mulata
A tus atrios vi llegar el esnobismo
El color verde de la tradición perenne
Y el abrazo del amor raso y puro
Tú me recuerdas el llanto de un niño
La sonrisa ilusionada del primer beso
El aroma que esparce la comida de mar
Los balcones coloridos del malecón
Las barbacoas, el machete, el mapalé
Y los pescadores con su atarraya
¡Oh amante del reino de la juventud!
Que llegas por las noches
Como azul lucero
Te ocultas en mis pupilas
Y le das consuelo a mi ego
¡Oh pintora del tiempo y los recuerdos!
Que has sobrevivido a los versos enigmáticos
De la nostalgia
Yo me embriago con el néctar de tu historia
Y en el regazo de mi memoria
Descansa el indestructible
Fuego del pasado
¡Oh musa!
Yo vi a tus rojas noches parir
Frente al fantástico mar de Sisúc
El blanco de la compleja vida
LA FLOR
Con ímpetu nace una flor
Y mientras acaricia su vago destino
El tiempo del tiempo sonríe
Sus días crean visibles jardines
Que decoran las metamorfosis del universo
¿Qué dirán los mares de tu belleza
Y los desiertos de tu grandeza?
¿Qué pensará el cedro del Líbano
De tu azul esplendor?
Tu cuerpo ¡Oh alegre mujer!
Revestido de sumisa ternura
Desde la sublime eternidad
Apasiona hasta el más cretino mortal
¿Quién puede penetrar tu intimidad?
Solo aquel que, despojado de su insensibilidad
Y de la pordiosera pedagogía del arte en el siglo xx
Pone en marcha su leal razón
Y se postra ante tus formas
Cuando el mundo, ilógico y vacio
Se destruya por culpa de las tropas
Del Olimpo terrenal
Tan solo quedará el silencio de una flor
Con sus colores, aromas y figuras
¡Yo tuve una simpática flor!
En las playas del Golfo de Morrosquillo
Era blanca y me robó el corazón
¡Jazmín! ¡Jazmín!
Por tu oscuro olvido
He invocado la elegía de Unamuno
Cuando al ponerse el sol
Te enlute el cielo
Con sangriento arrebol
Piensa, mi bien
A esta hora de mi duelo
Para alguien sale el sol
¡Yo tuve una simpática flor!
¡Jazmín! ¡Jazmín!
Vals de llanto y dolor
INOCENCIA
De mi tinta y pluma no se esfuma
La inocente inocencia
Que coqueteaba con el azul de la luna
Me la topé en el exilio, escondida
Dialogando con la luz de la vida
En los enigmáticos callejones
Del suburbio donde vivía
Raquel Mora Medina
Allá, aunque tarde oscurecía
Y las estrellas con su presencia
Alejaban los fantasmas de la soledad
Que resucitaba los tibios secretos
Siempre pululaba la sombra del tiempo
Que disipaba la gloria de la inocencia
¡Oh benigna inocencia!
Si yo hubiera podido conquistarte
Con el credo del arte
Y los dogmas de mi poesía
El rancio mundo conocería
Cual fue el primer día de la historia
Tú fuiste el eterno anhelo
Del profeta Habacuc
El esplendor de la edad media
Y el opio de la malicia
Cabalgabas vestida de sabiduría
Por los surcos donde decapitaron
La esperanza y la santidad
Eras el arrullo de un recién nacido
Encanto de un libro leído

En las noches solitarias


De los montes de Sisúc
Cuando dormía la albahaca
En su diminuto y mítico cosmos
Tan solo se escuchaba
El canto dulce de la inocencia
¡Oh benigna inocencia!
¿Por qué la ausencia?
¡Oh benigna inocencia!
¿Cuál es tu esencia!
CANTINA
Sobre sus sólidos y abultados senos
Caían las fuertes caricias de la juventud
Por su cuello, cual armadura fina
Los más ásperos y secos paladares penitentes
El negro desconsuelo del señorío del abandono
Yacía en sus desgastadas butacas de roble
Entre los rincones húmedos de los seis cuartos
Mientras su cuerpo armonioso
Se acurrucaba en sus piernas
Su cruel encanto contenía
El infierno de la lujuria y el desdén
Y atraía a los llevaos (miserables)
Como les llamaba el viejo Simón Mercado Enciso
A quienes se humillaban ante su poderío
Y los dominaba en la boca de su imperio
El veinte de abril de 1984 de su gris alma se desplegó
El dardo venenoso del néctar del dios Baco
Ismael Vizcaíno Barbosa fue el blanco perfecto
¡Sus tres hijas aun lo lloran!
Y cuando pasan por el frente de su casa
Se detienen, la exorcizan y le miran con odio
Contaba mi abuelo materno
Mientras llevaba un tabaco barato
A la fiera indomable de su boca
Que esta ardiente prostituta del barrio
Había ayudado a construir
La escuela de la Caridad años atrás
Y que el alcalde le había condecorado
Por su aporte académico al departamento
¡Qué ironía! Decía el viejo
Y el humo corría despavorido por el aire
Y le cubría su desgastado rostro
Una tarde… ¡Cualquier tarde!
El turco Mebarak, secretario departamental
De aquel alcalde filántropo
Sacó un fangoso decreto y la exilió de la vecindad
Hubo un gran silencio…por días
El silencio negro de la doble moral
Que tan solo llegó el día de su asesinato
¿Por qué? ¿Por qué?
Todos le preguntaron eso al turco Meberak
Y al filántropo Martínez, con sarcásticos recuerdos
TU

Tú, el tierno suspiro en mi alma


El nicho azul de mis recuerdos
La que siempre anda clavada
En el bosque de mi memoria

Tú, la suave sonrisa de un beso


El deseo inocente que calla
El tiempo que duerme
Con el sonido de las olas

Tú, alas de viento veranero


Que vuela desnudo
Y se alberga en el nido misterioso
De la poesía bucólica

Tú… ¡mi siempre tu!

La que mi nostalgia busca


En el deleite estrafalario
Del mar Caribe
Donde te vi…inquieta
Sumergida en el secreto
De la inmensidad

Tú… ¡mi siempre tu!

La que alumbra mis sombras


Recrea mis noches de insomnio
Con la sutil e infatigable paz
Que se hunde en mis entrañas

Tú… ¡mi siempre tu!


POESÍA

Cuando se creó, por la Mente Uno


El místico misterio del éxtasis
Nació el primer verso de una poesía

Radiante como el sol de Sisúc


Fecundo y sin anarquía
Como el silencio de una noche fría

¡Ay palabra anhelada!


¡Invádeme con tu azul mirada!
Mira que te busco
Aun si me ofusco
En el quid de la memoria azul
En los recuerdos que dormitan en un baúl
En el gris mortuorio de las cenizas
Y en la alegría dominical de las plazas

Dime amada palabra


Que no seré un náufrago solitario
En el océano de las letras

Háblame con la sabiduría del cielo


Que por los siglos eternizó a Homero
Y a Fedor Dostoievski
Con las memorias del subsuelo

No te ausentes de mí
Por que a ti he de ir
Y antes de mi dulce morir
Quiero de ti oír
Que por ti viví
Cuando te vi
LA VOZ EN MIS RECUERDOS
Lo conocí el veintinueve de enero de 1983
En el parque Santander junto a la Calle del Artista
Vendiendo cuadros de pintura costumbrista
Que lo protegían del puñal sangriento del hambre
Nos acercamos con mi madre
A su vieja caseta de madera
Para comprar un cuadro que adornará
El vacío de la pobreza que moraba
En la sala de nuestra vieja casa
Llegamos hacia él con desamparada voluntad
Entre el espanto, la curiosidad y la necesidad
¡Y digo espanto por su extravagante barba!
Que escondía su espíritu misterioso
Generaba el respeto de sus sensibles colegas
Y de cuanto alocado transeúnte se topaba
Con tremenda selva plateada y voluptuosa
El temor se fue apoderando de mí con prontitud
¡Oh infante alma traidora!
Y allí estaba yo, endeble y pálido
Ante su imponente presencia
Pero de súbito el tiempo expiró
Hubo un pesado silencio
Y se escuchó la más portentosa
Pausada y cálida voz que mis sentidos
Habían experimentado hasta ese momento
Mi alma salió del laberinto de Ariadna
Y entró en el vagón de los redimidos
Su voz se subió en el barco de mis oídos
Y empezó a navegar por el mar imaginario
De mi blanco hemisferio derecho
Y allí estuve yo…y mi madre
Sumisos ante aquella voz exótica
Que peregrinó por el parque Santander
¡Oh creciente alma pecadora!
Han pasado treinta fantasmagóricos años
Y la multiplicidad de mi ego no ha logrado
Arrancarla de mis noches de bohemia
De los charlaos en las terrazas de las tardes caribeñas
Ni de las albas que desvelan los silencios de la poesía
Cuando en las noches llegan a mí las musas
A vaciar el gemido de los versos cautivos
Aun creo sentir en el zaguán del patio
Junto a las albahacas
La voz portentosa y exótica
Del pintor de la calle del Artista
TESTAMENTO

Soy un músico viejo y anticuao


Mi música ya ni consuela el llanto
De aquellos que han perdido un tanto
Ni atraviesa la quietud del río
Tan solo soy un sillón partío
En un rincón abandonao

Ahora soy una fatua y vaga idea


Que caminó sin ley y desnuda
Por el fango de la tierra cruda
¡Siempre con mi sombrero vueltiao!
Y mi negro machete envainao
Que aun, cuando me enfado se menea

Este dolor amargo de la soledad


Pronto me llevará al cementerio
Y no son muchos los que irán a mi velorio
Y harán con el muerto muchos alborotos
¡Algunos tristes corazones rotos!
Que sintieron el placer de mi mocedad

Siempre viví sumergido en un poema


En una historia hecha canción
Vagando por los pueblos sin contemplación
¡Prostíbulos, verbenas y elegantes clubes!
¿Y ahora, escritor anónimo? ¡Me ves!
Muriendo solo, sin hijos y sin mi amada Ema

Así reza la última tonada del cantautor


Feliciano Daza Posada
Antes de su esperada muerte
En la sabana de Sisúc
EL ÚLTIMO DISCURSO

Jamás olvidaré el día en que Doña Piedad Arciniega


Rectora del Instituto San Juan Crisóstomo
De la Avenida San Sebastián de Sisúc
Hizo su último discurso
A los cuarenta y dos graduandos
De la promoción de 1986

Con voz entrecortada lanzó lo que sería


Su triste y hasta ahora recordada despedida
Luego de treinta y seis gloriosos
Años de servicio a la comunidad Juanica

Dejo en el cofre dorado de sus memorias


Y con el secreto iluminativo de los recuerdos
Parte del emotivo discurso
Con lágrimas blancas de nostalgia

“Mi cerebro está atiborrado de finitos rostros


Y de miles de miradas cargadas de inocencia
En él me sumerjo sin remordimiento y con prudencia
Para no olvidar los gestos bondadosos y despóticos
Que me persiguen y me alcanzan en el misterio de la noche

Quiero mostrarles el vacío enigmático de la vida


Que acusa la conciencia
Y vuelve melancólico al espíritu
¡Es un vacío endeble!
Que pulula en las calles
Y carcome los sentimientos

Yo he visto a lo largo y ancho de mis días


Como se levantan nuestras sangrientas almas
Del fango de la incertidumbre
Las vi en… ¡Sí las vi!
En el campo del sufrimiento
Empuñar sus grandes espadas
Vencer a su adversario
Y gritar en la cima del monte Moriah
Su sublime victoria

También he visto a la muerte reunida con la vida


En la esquina de las madrinas peleonas
Y he visto la angustia del hambre disertar
Con la complejidad de la aritmética
En una pequeña y vieja tabla de roble

Siempre quise mostrar la paz de la risa


Que nacía con la esperanza del alba
El himno que brota del firmamento
La lluvia que apaga el fuego de la ira

Yo vi pasar mártires, santos, violentos


Condenados, genios y flojos
Por el espesor de este antiguo recinto
Todos recitaron versos de suave amor
En medio de fuertes tormentas

A mis brazos llegaron las huellas


Profundas de los duros golpes
Que mendigaban la sutil caricia
De una gota de agua

Yo vi sus infantes cuerpos


Nacer con ternura alienante
Y partir por el bullicio de la nada
Hacia la eterna esencia de la poesía

Yo vi…y veo
El sol en sus rostros
La dicha en sus manos
El cielo azul caer sobre ustedes
Con su ungida desnudez”

Pasados dos días de este apoteósico


Poético y muy abstracto discurso
Doña Piedad Arciniega
Moría de un infarto
A los sesenta años de edad
En el hospital San Patricio
A su entierro acudieron
Unas quince mil personas
Ex alcaldes, ex gobernadores
Mendigos, artistas y profesores
Todos de alguna forma existencial
Pasaron por la belleza
De su genio
REFLEXIÓN

¿Y para que entrar en disputa con el creador?


¿Acaso no saben de su poderío?
¿Del gran ejercito de ángeles que posee?
¿No saben ustedes que domina el mundo?
¿Que venció a leviatán con su Hijo en una cruz?

Despierten del sueño venenoso de la duda


Salgan de la cárcel violenta del ateísmo
Pobres exiliados de la gracia
¡Qué miserables somos!
¡Cual banal es nuestro peregrinar!

Lloro por los que desconfían


Y lloro por los que porfían
Río por los que el Señor ha coronado
Con su dulce Espíritu amado

¡Ay sonrisa perdida!


Grita el soberbio
Que está perdiendo la vida
Que con su historia escribió

Los hombres pensamos


En la deidad de Dios
Y Dios piensa
En la unidad de los pueblos
¡Qué antagónico dilema!

¿Y para que entrar en disputa con el creador?


¡Otro antagónico dilema!

You might also like