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Universidad Alberto Hurtado

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l.JI EXPERlENC/JI DE LJI LIBERACIÓN:
UN IMPULSO PJlM LJI TEOLOqÍJI EUROPEJI

POR GERHARD LUDWIG MÜLLER

E n mi opinión, el movimiento eclesial y teológico


nombre de "teología de la liberación"
que bajo el
surgió en Latinoamérica
luego del Concilio Vaticano II con repercusión en todo el mundo,
debe contarse entre las más importantes corrientes de la teolo-
gía católica del siglo XX.
Si aceptamos que el Concilio fue para la historia de la Igle-
sia el acontecimiento decisivo del siglo, entonces podemos dividir
esa historia en dos fases: una fase preparatoria -tal vez desde
el final de la Primera Guerra Mundial- y a partir de 1965 una fase
de cosecha y aplicación del Concilio.
A partir de 1920 se dieron una serie de 'movimientos de
renovación', como por ejemplo la corriente bíblicojlitúrgica, los
grandes lineamientos de la doctrina social católica y la nueva com-
prensión y sentido de lo eclesial. Estos movimientos nos fueron
conduciendo al Concilio y depositaron en él sus aspiraciones, que
la tradición de la Iglesia recogió en los documentos conciliares.
Pero el Concilio inspiró, a su vez, una serie de movimientos
que asumieron las propuestas del Concilio frente a los cambios
que demandaba la sociedad moderna. En este terreno la teolo-

29
La experiencia de la liberación

hambre de pan debe ser resuelta; el hambre de Dios debe per-


manecer".
La teología de la liberación no es una sociología decorada ]
con religiosidad ni un tipo de socioteología. La teología de la libe-
ración es teología en sentido estricto.
Lo fundamental en ella es la fe, creer que Dios ha hecho al
hombre como imagen suya y en su Hijo Jesucristo se ha compro-
metido con los hombres hasta el punto de que Jesús acepta la
muerte a la que lo condenaron sus enemigos. Su meta es dar a
conocer a Dios en todas las dimensiones de la existencia humana
como al Dios de la vida y vencedor de la muerte. La teología de la
liberación supera todo dualismo que quiera relegar a Dios al más
allá y entender la salvación como algo estrictamente íntimo en el
ser humano. Para la teología de la liberación el hombre vive in-
tensamente la presencia de Dios en la creación y en la historia de
la salvación, esperando que todo llegue a su plenitud más allá de
las fronteras de la muerte y de la historia. La fe cristiana significa
entender, actuar y tomar parte en el proceso de cambios de la
historia que Dios ha dispuesto como obra definitiva de Jesucristo.
De ninguna manera puede hablarse aquí de la primacía de una
praxis ortodoxa sobre la ortodoxia misma. Hablar de una prima-
cía de la praxis sería poco rnás .o menos que reducir el cristianis-
mo a una ética. Se trata más bien de participar en la praxis misma
de Dios en el amor y esto se conoce cuando hay fe en la palabra
por la que Dios se revela.
Con esto, la metodología de la teología implica un desarro-
llo en tres etapas:

Primero: En la fe, siguiendo a Cristo, participan los cristia-


nos en la praxis de Dios que libera a los hombres al obte-

37
La experiencia de la liberación

este señorío de Dios como un principio dinámico, que con-


vierte la situación concreta de los que sufren la ausencia
de Dios en un impulso para humanizar realmente la vida
individual y social. De aquí nace la opción preferencial por
los pobres y por los que han sido despojados de su digni-
dad. La opción por los pobres no excluye a los ricos. Ellos
son también objeto de la acción liberadora de Dios, en la
medida en que son liberados de la angustia de tener que
pensar que la vida sólo es posible a costa de arrancársela
a otros. Frente a pobres y a ricos, la acción liberadora de
Dios apunta a convertir a los seres humanos en verdade-
ros sujetos y, por tanto, personas libres de cualquier forma
de opresión o de dependencia.

Que la Redención deba entenderse como acción liberadora,


se muestra ya en el Antiguo Testamento en la experiencia del
Éxodo. Dios no envía a los israelitas esclavizados a un más allá
mejor, sino que los conduce a la tierra de la promesa, que es una
tierra de libertad. La acción liberadora de Dios culmina en el acon-
tecimiento que es Cristo. Jesús anuncia el reino de Dios como
Evangelio para los pobres, los rechazados, los enfermos. Jesús
muestra también la obra salvífica de Dios frente a los pecadores,
porque muestra cómo el amor de Dios, que ha exigido su propia
muerte, se convierte en fundamento de la existencia humana en
la vida y en la muerte.
Por la cruz y la muerte de Jesús, Dios señala al mundo como
terreno de una nueva y transformadora creación. La cruz es así
la revelación de la opción de Dios por los que sufren, los despoja-
dos de sus derechos, los torturados y asesinados. En la resu-
rrección de Jesús de entre los muertos, Dios define de manera

39

Itt _
Gerhard Luclwig Müller

l
prístina y ejemplar qué es realmente la vida y de qué manera la
libertad se convierte en la capacidad de existir para los demás y
en luchar porque la vida se desarrolle en condiciones dignas.
Siguiendo a Gustavo Gutiérrez podemos evaluar del siguien-
te modo lo que se espera de la teología de la liberación: "Si la
reflexión teológica no lleva a vitalizar la acción de la comunidad
cristiana en el mundo, a hacer más pleno y radical el compromiso
de caridad; si, más en concreto, en América Latina, no lleva a la
Iglesia a colocarse tajantemente y sin cortapisas mediatizantes
del lado de las clases oprimidas y de los pueblos dominados, esa
reflexión habrá servido de poco. (oo.) Hay que cuidarse de no caer
en una autosatisfacción intelectual, en un tipo de triunfalismo
hecho de eruditas y avanzadas "nuevas" visiones del cristianis-
mo. Lo único realmente nuevo es acoger día a día el don del Espí-
ritu Santo que nos hace amar en nuestras opciones concretas
por construir una verdadera fraternidad humana, en nuestras
iniciativas históricas por subvertir un orden de injusticia, con la
plenitud con que Cristo nos amó. Parafraseando el conocido tex-
to de Pascal, podemos decir que todas las teologías políticas, de
la esperanza, de la revolución, de la liberación, no valen un gesto
auténtico de solidaridad con las clases sociales expoliadas. No
valen un acto de fe, de caridad y de esperanza comprometido -
de una manera u otra- en una participación activa por liberar al
ser humano de todo lo que lo deshumaniza y le impide vivir se-
gún la voluntad del Padre".'

2 Teología de la liberación. Perspectivas. Lima, CEP, 6a edición revisa-


da, pp. 433-434.

40
Gerhard Ludwig Müller ••••• ~ ~La experiencia de la liberación

ver con libre empresa, donde la gente aporta su trabajo y sus se apoyan en la fe en una instancia superior ante la cual el hom-
capacidades en función de un mercado económico y en el marco bre se hace responsable de su conducta frente a los demás. En
de un Estado jurídico y democrático. este sentido la teología de la liberación es un esfuerzo profunda-
Por eso, frente al quiebre del sistema capitalista conven- mente democrático por defender los derechos humanos amena-
cional y de su mentalidad inhumana, la teología de la liberación zados por las ideologías totalitaristas marxistas o por las de un
mantiene toda su actualidad. Lo que diferencia a la teología de la neoliberalismo ultracapitalista que amenazan a Latinoamérica y
liberación tanto del marxismo como del capitalismo es lo que en a Europa.
el fondo une a estos dos sistemas supuestamente enfrentados: La teología de la liberación no morirá en tanto haya seres --
una imagen del hombre y una concepción de la sociedad donde humanos que se adhieran a la acción salvífica de Dios y que ha-
se elimina el papel que cumplen Dios, Jesucristo y el Evangelio gan de la solidaridad con sus semejantes, cuya dignidad ha sido
para la humanización individual y social del hombre. El comunis- enlodada, el criterio de su fe y la motivación para su vida en so-
mo tenía que naufragar porque se basó en una antropología de- ciedad. teología de la liberación significa, dicho brevemente, creer
ficiente. Idealizó exageradamente al hombre y pasó por alto su en un Dios que es Dios de la vida y garantía de salvación para
natural egoísmo. Puso de lado la búsqueda espontánea de Dios todos los hombres. Por eso lucha contra los ídolos que significan
del ser humano y con eso ignoró la realidad del pecado, de la muerte precoz, pobreza, miseria y degradación.
gracia, del perdón y la posibilidad de una vida cuya fuente es la Gutiérrez se refiere con frecuencia a la equivocada inter-
justicia que viene de Dios. Pero también ha fracasado el capitalis- pretación que se escucha en simpatizantes y adversarios de la
mo incontrolable. También él se resiente de una antropología teología de la liberación. Se trata de la opinión de que esto es un
deficitaria al creer que puede concebir al hombre sin Dios y cons- trabajo para teólogos tan interesados en los problemas huma-
truir una sociedad sin recurrir a la palabra de Dios y a la gracia. Si nos que se sienten con fuerzas para incursionar en especialida-
por capitalismo entendemos no una verdadera economía de mer- des ajenas a ellos como la economía, la política y la sociología,
cado con justicia y dignidad para el ser humano, sino una concep- pero perdiendo de vista que el tema propio de la teología es la
ción antropológica de los derechos del más fuerte, entonces hay relación del hombre con Dios. Todo lo contrario ocurre en la teolo-
que repudiar por principio la idea de que la democracia solamen- gía de la liberación. Quien tome en serio sus propuestas, admira-
te funciona bajo las condiciones del capitalismo. El sentido mo- rá tanto sus aspectos estrictamente teocéntricos y cristocéntricos
derno de la democracia no se define por las decisiones de la ma- Cuanto su compromiso con la comunidad viva de la Iglesia.
yoría ni por tener en cuenta inescrupulosamente derechos indivi- Situémonos ahora en el contexto europeo de la seculari-
duales. La democracia se basa en el reconocimiento de los dere- zación. Dietrich Bonhoeffer encontró que los no creyentes eran
chos humanos, purificados de toda manipulación estatal o eco- el verdadero público con quien debía dialogar la teología cristia-
nómica; sus cimientos, que son la mejor garantía de su solidez, na. La pregunta que se hacía era: "¿Cómo se puede hablar de

44 4S
Gerhard Luclwig Müller La experiencia de la liberación

Dios en un mundo que ha llegado a la mayoría de edad?" Gusta- pera el rígido dualismo del más acá y del más allá, que reduce la
vo Gutiérrez, de modo similar
bre de sus interlocutores
pero fijándose
latinoamericanos
en la muchedum-
creyentes, se pre-
religiosidad a una experiencia
sería únicamente fomentar
mística del individuo y cuya función
una moral personal o una ética social.
J
gunta: "é Córno se puede hablar de Dios ante los sufrimientos, la La "opción preferencial por los pobres", nacida de la praxis
muerte prematura y la dignidad pisoteada de los pobres de y de la experiencia de las comunidades cristianas de Latino-
Latinoamérica?". américa, ha impregnado fuertemente a la Iglesia con nuevas pers-
Diversos autores han reflexionado sobre los problemas del pectivas. El servicio que representa la praxis liberadora se reali-
diálogo entre Dios y el ser humano, que es un interlocutor real y za a plenitud teniendo como horizonte una imagen teocéntrica
concreto que espera de Dios su total salvación. Podemos men- del hombre y la participación de Dios en la redención que necesi-
cionar a Maurice Blondel, Henri de Lubac, Juan Alfaro y Karl Rahner, ta el ser humano.
que no se pueden pasar por alto al describir todo el contexto en "Todo parecería indicar que un período distinto comienza.
que nació la teología de la liberación. Es conocida la discusión, Cada vez se hace más necesario el concurso de todos para en-
muy actual en aquellos tiempos, sobre naturaleza y gracia, de- frentar los enormes cuestionamientos que nos presenta la reali-
terminante para esclarecer la posición que el cristianismo asume dad latinoamericana. Hay una reconstitución del tejido social en
frente al hombre secularizado y autónomo surgido de la Ilustra- el que habíamos buscado situar el anuncio del Reino, ella exige
ción y de la modernidad europeas. Dicho brevemente: é.existen nuevas prácticas liberadoras. Estas deben estar atentas a no
dos niveles paralelos, el de la toma de decisiones autónoma, caer en el "verticalismo de una desencarnada unión espiritual
secularizada, y el de la Revelación sobrenatural, moviéndose por con Dios ni en un simple personalismo existencial ( ...) ni mucho
lo tanto el hombre en dos ámbitos de pensamiento y de vida menos en el horizontalismo socio-económico-políticos (Puebla n.
absolutamente independientes entre sí? o por el contrario, zno 329). Ambas desviaciones, cada cual a su manera, afectan, al
está el hombre siendo interpelado por Dios en su profunda inte- mismo tiempo, la transcendencia y la inmanencia del Reino de
rioridad y llamado a darle a su vida un perfil religioso y ético tanto Dios"."
en lo personal como en lo social?
En la propuesta de la concepción teológica que entiende la
Revelación como síntesis de la liberación del hombre por Dios y
como participación humana en esa acción salvífica y liberadora,
es inseparable la unión entre creación y redención, fe y construc-
ción del mundo, trascendencia e inmanencia, historia y escatolo-
gía, la unión espiritual con Cristo y su seguimiento en el camino -------------------
4 G. Gutiérrez, "La teología: una función eclesial", en Páginas n. 130,
de la vida como discípulos suyos. La teología de la liberación su- CEP, Lima, diciembre 1994, pp. 15-16.

46 47
Gerhard Ludwig Müller

caria a todos. La Iglesia se siente por ello íntima y realmente


solidaria del género humano y de su historia."
La teología de la liberación alienta con vigor este nuevo

[ Nosotros universal de una Iglesia que mira a toda la humanidad


cuando busca en Dios el sentido
mismo tiempo valora con responsabilidad
Siguiendo a Gustavo
trascendente

Gutiérrez
de lo finito
la vida terrena.
podemos resumir
y al

a conti-
nuación los aportes de la teología de la liberación con los mismos
elementos que nosotros -como Iglesia- descubrimos en el mun-
do. En la perspectiva de la conferencia de Santo Domingo trabaja
Gutiérrez tres temas que también para nosotros en Europa son
acuciantes: la nueva evangelización, el progreso humano y la
5
inculturación del evangelio.
Pero también Europa tiene ante sí las importantes tareas
de la nueva evangelización, del servicio de la Iglesia para una
sociedad justa y recta, y de una nueva síntesis de fe y cultura.

5 El autor cita a continuación las pp. 24-26 del artículo de Gustavo


Gutiérrez, "La teología: una función eclesial", publicado en este mis-
mo número.

50
LJI TEOLOqÍJI DE LJI LIBERIICIÓN
ENDEBJlTE

POR GERHARD LUDWIG MÜLLER

1. NECESIDAD DE UNA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

El interés que despertó la teología latinoamericana de la li-


beración está resurgiendo, aunque los conflictos doctrinales se
hayan desplazado del plano teológico al plano disciplinar/político.
¿Pero deberá la teología interesarse nuevamente por lo
cotidiano y trabajar, por tanto, con especialidades modernas, por
ejemplo la psicología, que tienen hoy gran acogida?
Uno puede juzgar si este nuevo interés está o no condicio-
nado por las actuales coyunturas. Lo que es indiscutible a todas
luces es la realidad catastrófica de la sociedad latinoamertcana y
de todo el Tercer Mundo. De ella, precisamente, surgió la teología
de la liberación como un programa teológico que irrumpió no sólo
para hacer algunos deslindes y cambios estratégicos. Fue toda
una respuesta teológica que considerando las condiciones con-
cretas, económicas e históricas de la sociedad, las analizó con
prOfu,ndo calor humano a la luz de la palabra de Dios.
y esto es en realidad la auténtica tarea de toda teoloqia,
En el caso de la teología de la liberación el campo de trabajo fue

79
La teología de la liberación en debate

liberación porque las relaciones sociales, económicas y eclesiales


de los seres humanos en Latinoamérica, son una dimensión obje-
tiva de mi propia existencia y de sus condicionamientos históri-
cos, sociales y religiosos; y, en lo subjetivo, porque mi visión
teológica de la revelación de Dios sólo es posible en el marco
universal Y escatológico en que se realiza la salvación en la histo-
ria de la humanidad.
No se trata, entonces, de un esfuerzo por estar al tanto
-a través de reuniones eventuales- de las diferencias que se tie-
nen con la teología de la liberación y que pueden ser interesantes
para el discurso teológico en general. Se trata más bien del pro-
pio quehacer sistemático de una única posible teología, que en-
tiende que los propósitos de la teología de la liberación son un
aspecto de cualquier teología que, como tal, está relacionada,
donde quiera que sea, con el fenómeno socioeconómico. Como
teólogos europeos no estamos en debate con la teología de la
liberación porque eso nos podría simplemente ayudar o porque
puede ser interesante discutir alguna vez problemas nuevos, sino
porque representa una teología regional sin cuya voz no podría
darse la comunicación y el desarrollo pleno de la teología.
En este sentido declaró el Papa Juan Pablo II, en carta a la
Conferencia Episcopal del Brasil (1986), "que la teología de la
liberación no sólo es oportuna sino útil y necesaria". En la nueva
concepción de la Iglesia, alentada por el Vaticano II, especial-
mente en la Constitución sobre la Iglesia y en la de la Iglesia en
el mundo actual (o sea, turnen gentiurn y Gaudium et spes), hay
que dar por supuestos, también, los planteamientos de la teolo-
gía de la liberación. La decisión de aplicar de hecho en la Iglesia
latinoamericana las declaraciones conciliares se expresó en los
documentos de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas

81
Gerhard Ludwig Müller

de Medellín y Puebla con amplio consenso jerárquico. Incluso en


las dos Instrucciones de la Congregación Romana de la Fe (1984
y 1986), ciertamente distintas y que pueden ser objeto de dife-
rente valoración, no se pone en duda en absoluto la posibilidad
de una auténtica y original teología de la liberación; más bien, se
reconoce justamente su necesidad.
Si entramos, entonces, en un debate e intercambio con la
teología de la liberación, no lo hacemos "sólidamente instalados",
criticando sus lados positivos y negativos, sus ventajas y sus
desventajas, como si la sometiésemos a un balance contable.
Debatir intelectualmente con la teología de la liberación significa
asumir su discurso teológico y tomar parte con él en el proceso
social y eclesial de Latinoamérica, porque de esta manera descu-
brimos mejor cuál es el estado en que se encuentra el proceso
histórico, teológico y eclesial del mundo mismo. Sólo a través de
esa participación tenemos garantía de contar con elementos
críticamente diferenciados y constructivos para una comunicación
teológica viable.

2. ORIGINALIDAD Y NOVEDAD DE LA CONTRIBUCIÓN


DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

Los planteamientos de la teología de la liberación adquie-


ren perfiles propios en cada uno de sus principales representan-
tes. Por eso se ha dicho que no existe una teología de la libera-
ción sino un rico conjunto de teologías de liberación. Un análisis
en detalle nos dice, además, que no estamos ante un pluralismo
de concepciones desintegradas. El espectro de todos sus mati-
ces es amplio pero está canalizado a través de una temática co-
mún, los mismos principios fundamentales y la misma estrategia

82
La teología de la liberación en debate

teología clásica podría describirse, tal vez esquemáticamente,


como una concepción teórica de la realidad y de la acción de Dios
en el mundo. La teología del último siglo, más volcada a lo
existencial y a lo antropológico, vendría a ser la pregunta acerca
de qué son para el hombre Dios, la revelación, la gracia, y qué
aportan al conocimiento de uno mismo. La teología de la libera-
ción entiende, por el contrario, por teología la participación activa
y transformadora, práctica por tanto, en la acción liberadora em-
prendida por Dios, quien hace de la historia el proceso en el que
la libertad se autorrealiza. Esta participación es la acción
transformadora misma del hombre, que lo libera convirtiéndolo,
al mismo tiempo, en coautor de todo el proceso histórico que
tiende hacia la libertad. Ya no es posible una separación entre
teoría y praxis, teología teórica y teología práctica. La teología ya
no puede concebir primero intelectual y teóricamente la realidad
para pasar después, activamente, de los principios de la fe a la
realidad concreta y material. Tampoco se trata, ciertamente, de
un activismo ciego que de un modo, digamos máqlco y místico, se
saca de la manga la verdad de las ideas. Praxis y primado de la
praxis significa el encuentro integral con la realidad y la participa-
ción en el proceso de su realización social e histórica. Cuando el
hombre, con plena inteligencia, participa -transformando- en el
proceso de la realidad, su intelecto queda definido por esa reali-
dad como supremo principio y como plenitud del conocimiento.
Esto no es diferente de la clásica relación entre fe y amor. En la fe
se entrega el hombre totalmente al amor y a la comunicación con
Dios; en el amor se une con Dios que es la energía y la fuerza de
su fe (Gal 5,6), y coopera y toma parte en ese actuante y libera-
dor amor de Dios hacia todos los seres humanos. Sólo la fe, que
actúa en el amor, y la fe cuya forma interior y su realidad es el

81
Gerhard Ludwig Müller La teología de la liberación-en debate

amor, experimenta el regalo total de la gracia o, en la comunión aquellos que deben ser liberados y que, siendo ya libres en la fe,
de lo social con lo escatológico, los dones del reino de Dios. "El participan activa y conscientemente en el proceso liberador mis-
amor es el sustento y la plenitud de la fe, de la entrega al otro e, mo. Estos son los oprimidos, los pobres, los que viven en la mise-
inseparablemente, a los otros. Ese es el fundamento de la praxis ria. La acción liberadora de Dios se dirige a hacer de los hombres
del cristiano, de su presencia activa en la historia. Para la Biblia la verdaderos sujetos, es decir personas que actúan. El hombre no
fe es la respuesta humana total a Dios que salva por amor. En recibe pasivamente el don de la libertad. Se convierte él mismo
esta perspectiva, la inteligencia de la fe aparece como la inteli- en portador de liberación. De simple objeto atendido por el Esta-
gencia no de la simple afirmación -y casi recitación- de verdades, do se convierte en persona, sujeto activo, portador e impulsor
sino de un compromiso, de una actitud global, de una postura del proceso de liberación. La Iglesia misma ya no es más Iglesia
ante la vida." para el pueblo sino Iglesia del pueblo. El pueblo de Dios se con-

r La teología no tiene pues una relación abstracta y teórica


con la realidad. El teólogo toma parte -entendiendo y obrando-
vierte también en sujeto activo que lleva la historia a la meta de
su total liberación. Por eso, en el sentido del Vaticano lI, la Igle-
en el proceso de cambios de la historia, que es la historia de una sia no es ya simple institución que administra la salvación. La

I liberación hecha por Dios. En un segundo paso -el de la reflexión-, Iglesia en conjunto (con los laicos y la jerarquía, que son sus
avanza hacia una concepción integral de este proceso. Con su miembros internos) se convierte en signo e instrumento de la
participación en el proceso de cambios y con su análisis crítico, da unión de Dios con los hombres y de los hombres entre sí. La Igle-
un tercer paso: cambiar la realidad entendiendo la dirección y las
metas propuestas por Dios. La plena realización de la teología
sia actúa como sacramento del reino de Dios o de la salvación del
mundo.
J
tiene, por tanto, ante sí tres instancias metodológicas. Primero, y éste es también el sentido primigenio de las comunida- 1
la participación del cristiano en la praxis de Dios que libera al des de base. Base no se entiende aquí por oposición a jerarquía.
hombre en la historia, una participación que implica acción, sufri- Hay que entender, más bien, que la toda la comunidad en conjun-
miento, conocimiento. Segundo, la reflexión crítica y racional so- to (con sus miembros revestidos de una gran diversidad de caris-
bre esa praxis a la luz del Evangelio. En un tercer paso, también mas, tareas y cargos) se convierte en sujeto actuante de la ac-
crítico y reflexivo, la transformación de la realidad. Tiene siempre ción liberadora y de la praxis histórica de la liberación. Nace así el

I
ante los ojos la liberación que da libertad a los hombres en el Poder histórico de lOS.po~res, qUiene.s al P~rticiPar como sUjetos
reino definitivo de Dios. Precisamente surge de aquí la opción por en el proceso de la historia son al mismo tiempo sujetos y acto-
res de una empresa de liberación.
Lo nuevo de la teología de la liberación no consiste en ofre-
J
2 Teología de la liberación, CEP, Lima, 6a edición revisada, 1988, p. cer a la teología temas nuevos temas o en fijarse en otros conte-
73. nidos de la revelación. Lo sustancial está en un nuevo plantea-

88 89
Cierhard Luclwig Müller

Frente a la obra del pecado, Jesús muere para demostrar que el


amor de Dios libera y transforma. Su muerte en la cruz restaura
el mundo y su historia convirtiéndolos en el campo de una nueva
creación. Por eso habla de una nueva alianza en su carne y en su
sangre. Quien busca a Cristo fuera de su existencia humana, de
su existencia corpórea, no lo encontrará. Sólo quien come su car-
ne, quien se une a su realidad encarnada, tiene la vida eterna, la
unión con Dios, la salvación trascendente.
La cruz de Jesús revela escatológicamente la opción de Dios
por los pobres. En el proceso de la historia, Dios se pone del
lado de los oprimidos para conducirlos hasta la libertad y para
hacer posible que también ellos participen en la empresa de
salvación prometida a todos los hombres. En este sentido habla
Gutiérrez, con razón, de la fuerza histórica de los pobres. Si los
pobres participan en las tareas de la salvación, entonces inter-
vienen en la historia, salen de su marginación, de su posición
intrascendente. Pero Dios incorpora también a los explotadores,
a los dominadores. Los libera de la angustia de tener que vivir
destruyendo a los demás y hace posible que obtengan una liber-
tad verdadera. Finalmente, en la resurrección de Jesús ha mos-
trado Dios cuál es el significado de la vida y, consecuentemente,
cómo puede nuestra libertad convertirse en un 'estar-ahí-para
los demás' en las estructuras sociales que conforman nuestra
existencia humana. Dios se manifiesta como el padre de todos
los hombres, como hermano de todos en Cristo y como su amigo
en el Espíritu Santo. Hace posible, por tanto, una vida en liber-

L tad, hermandad e igualdad.

100
__ ~--- La teología de la liberación en debate

de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelera-


dos, que progresivamente se extienden al universo entero. Los
provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador;
pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos
individuales Y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su
comportamiento para con las realidades y los hombres con quie-
nes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una
verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también
en la vida religiosa" (Gaudium et spes, 4).
Bien analizada, la teología de la liberación está en total
continuidad con respecto a la teología clásica, pero saca a la luz
aspectos fundamentales que hasta ahora habían pasado des-
apercibidos. Lo hace de cara a la situación social en que se en-
cuentra Latinoamérica, fenómeno sin duda inseparable del domi-
nio que ejercen los centros de la economía mundial.

4. JUSTIFICACIÓN Y LÍMITES DE UNA CRÍTICA A LA


TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

Muy pocos teólogos han rechazado de plano la teología de


la liberación, por no hablar de aquellas personas que, incluso
dentro de la Iglesia, ven amenazados sus privilegios. Hay, sin
ambargo, puntos específicos que ameritan una mejor pondera-
ción doctrinal y teológica, o, si queremos, una explicación más
amplia para deslindar temas controvertidos. En cualquier caso
las teologías regionales no pueden aislarse e inmunizarse fren-
te a las demás (como sería decir que a la teología europea le
Compete juzgar a las iglesias jóvenes o, desde el otro lado, de-
cir que los europeos no entenderán nunca la teología de la libe-
ración). Si esto ocurriese, ya no valdría la pena empeñarse en

103
Cierhard Luclwig Müller La teología de la liberación en debate

dos factores que, siendo diferentes, se reclaman el uno al otro, separa de la comunidad para que se arrepienta y se convierta. Si
se relacionan íntimamente en el terreno de lo histórico y de lo lo hace y regresa, la celebración comunitaria de la Eucaristía ex-
escatológico, se iluminan y se revelan recíprocamente. Historia presará su conversión y su reconciliación con la Iglesia.
profana e historia de la salvación se relacionan de la misma ma- La teología de la liberación puede entenderse como una
nera. La historia del mundo no significa (como dice Hegel) que Nouvelle Théologie (Henri de Lubac) de proyecciones sociales o
Dios mismo se objetiviza, sino que es el terreno donde combaten como la teología de la gracia, de Karl Rahner, aplicada a la histo-
dialécticamente gracia y liberación de un lado, pecado y opresión ria y a la sociedad.
por el otro lado. Pero en su esencia la historia del mundo es tam- A partir de estos supuestos se resuelven los cuestiona-
bién historia de la salvación, porque Dios, salvador y redentor del mientos y las imputaciones que se han hecho a la teología de la
mundo y del hombre, se ha puesto a sí mismo como meta objeti- liberación. En la revelación bíblica y en la milenaria tradición
va de la historia y de la acción liberadora del hombre. Quien tome teológica y doctrinal de la Iglesia están las raíces sólidas de las
partido por la liberación, estará por eso al lado del Dios que libe- que ha surgido. Tal vez se encuentra hoy en una etapa de afinar
ra. Praxis significa así tomar partido y ser factor de cambios en el y fundamentar mejor determinados temas, pero sus grandes plan-
proceso histórico que se dirige a su meta trascendente e inma- teamientos no están de ningún modo en discusión, pese a las
nente. Quien trabaja para la liberación ya está del lado de Dios, afirmaciones inmaduras o exageradas de algunos de sus segui-
sea o no consciente de eso. Con él puede trabajar el cristiano dores, que han encontrado, dicho sea de paso, cierto eco en los
creyente, aunque no pueda orar ni celebrar con él la Eucaristía medios de prensa. Hay que decir que, teniendo en cuenta las
porque le falta la expresa confesión de fe y la relación personal necesidades de la vida eclesial y el estado actual de la teología,
con Dios que implica la liturgia. Al revés, con alguien que se con- la Iglesia en el Tercer Mundo y la Iglesia en cuanto Iglesia para el
fiesa cristiano pero que está contra la liberación, actuando, por mundo entero no puede renunciar a que se siga cultivando y po-
tanto, contra el amor de Dios, no se podría trabajar con él ni niendo en práctica la teología de la liberación. Gracias a ella la
celebrar la Eucaristía. El pecado mortal nos excluye de la Eucaris- teología católica ha podido resolver el dilema dualista del más
tía no sólo porque así está normado disciplinarmente (per legem), acá y el más allá, el bienestar terrenal y la salvación ultraterrenal.
sino que nos excluye por el contenido y el sentido mismo de la Dígase lo mismo de la solución de fundir en una sola realidad los
Eucaristía que es una celebracion de la gracia y de la liberación. y dos aspectos del dilema del monismo que el marxismo no inventó
no existe ninguna celebración 'clasista' de la Eucaristía, como ha pero entendió y expresó bien. Justamente por esto habría que -...
sido denunciado. Nadie excluye de la Eucaristía a quien es de Ver en la teología de la liberación una alternativa radical a la con-
otra clase social, pero habría que hacerlo con el que abierta Y cepción marxista del ser humano y a la utopía histórica que resul-
conscientemente actúa como explotador y opresor. Un tal cristia- ta de ahí. Lo sustancial de la metodología teológica de la libera-
no estaría excomulgado en el fiel sentido del término: la Iglesia lo ción -comprometernos en una praxis para cambiar la realidad-

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Gerhard Luclwig Müller

es una nueva formulación del evento original de toda la teología.


Primero hay que seguir a Cristo. A partir de ahí se da la reflexión
L para decir adecuadamente quién es realmente
Para la opinión pública contemporánea
Jesús.
la teología de la li-

r beración puede haber perdido interés, pero hay problemas


no han sido resueltos y en la misión de servicio, de reflexión y de
transformación que le compete a la Iglesia con respecto a toda la
que

humanidad, la teología de la liberación sigue prestando un servi-


cio imprescindible. Ni en un contexto regional ni en el intercambio
teológico mundial, puede hoy dejarse de lado a la teología de la
liberación.

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Cierhard Luclwig Müller Una iglesia y un destino común

pobreza que hermanos y hermanas nuestras soportan sólo por


portancia de la ayuda de los cristianos europeos porque las co-
su fe en Jesucristo. El Vaticano lI, en su Constitución Pastoral
munidades sudamericanas, sin recursos económicos, se sienten
sobre la Iglesia en el mundo de hoy, habla así de la responsabili-
indefensas frente al poder financiero de las sectas. Y la Iglesia
dad de los cristianos: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas
está al servicio de toda la comunidad humana sin excepciones y
y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de
la unidad que busca está en un nivel distinto del que podría cons-
los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperan-
truirse mediante relaciones puramente naturales.
zas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo" (Gaudium
et Spes, 1). El Concilio se siente obligado con toda la familia hu-
mana. De igual manera, el tradicional concepto de catolicidad en
Agradezco de manera especial a mi amigo Gustavo Gutié-
su sentido auténtico e integral de cobertura mundial, aparece
rrez. Él se ha preocupado en las últimas décadas de aclarar la
en la Constitución sobre la Iglesia. Al hablar de las "condiciones
estructura, los fundamentos Y la coherencia de la teología de la
de nuestra época", dice que ellas hacen "más urgente" este de-
liberación Y en innumerables publicaciones ha ofrecido de ella una
ber de la Iglesia, a saber, "el que todos los hombres, que hoy
visión de conjunto. iPodríamos hacer un recuento de cómo se
discutía hace años, y muy intensamente, sobre ella! Pero esto no están más íntimamente unidos por múltiples vínculos sociales,

significa que en la historia de la teología, el de la teología de la técnicos y culturales, consigan también la unidad completa"

liberación sea ya un capítulo cerrado. Por el contrario, Gustavo (Lumen Gentium, 1).

Gutiérrez nos invita a ampliar nuestra visión europea Y nos acla- La Biblia nos presenta a Cristo como el redentor que nos

ra el significado de ser una Iglesia para el mundo. Gracias a la salva y nos libera. Libera al hombre del pecado individual y del

teología de la liberación la Iglesia católica ha enriquecido, al inte- pecado estructural-social que son la causa de que se rompa la

rior de sus propias fronteras, el sentido de lo plural. La teología amistad fraterna y, en definitiva, causas de la injusticia y de la

de Latinoamérica le ha permitido a la teología completar y pro- opresión. Solamente Cristo nos hace realmente libres al condu-

fundizar su trabajo, sacando a la luz temas que en Europa se cirnos a la libertad que Dios nos ha obsequiado. A partir de esta

l estaban dejando de lado.


libertad somos convocados a ayudar a los hombres porque todo
pobre, todo necesitado, es nuestro prójimo.
El lenguaje eclesial en torno a la 'comunión', es decir, la
gran comunidad de la Iglesia por encima de connotaciones étnicas Deseo que este libro contribuya a que venzamos la indife-

y nacionales, busca inducir en los creyentes de todo el mundo el rencia con que se mira el dolor y las necesidades de hermanos y

sentimiento de una solidaridad responsable. "Lo que han hecho hermanas nuestras; pero también que sirva como un sistema de

con el más pequeño de mis hermanos, me lo han hecho a mí" (Mt coordenadas sobre el lugar correcto en que está situada la teo-

25,40). Como cristianos no podemos librarnos de esta responsa- logía de la liberación. La teología de la liberación conduce nues-

bilidad. No podemos seguir estando ciegos frente a la miseria y la tra mirada a Cristo, nuestro redentor, nuestro salvador y la meta

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