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A un Águila

¡Bien hayas tú, del sol y el viento


Sube, pájaro audaz, sube sediento amiga,
A beber en el viento Del esfuerzo y fatiga,
Del rojo sol la esplendorosa lumbre; ¡De arcángeles tal vez acariciada!
Sube, batiendo las sonantes alas, Bien hayas tú, que despreciando el
De las etéreas salas suelo
A sorprender la luminosa cumbre. Pides osada al cielo
Libre, tranquila y liberal morada.
Bien hayas tú, que ves osadamente
Los cielos frente a frente, Tú, ave de libertad y victoria,
Y de cerca de tu Dios, ave altanera; Del aire y del sol gloria,
Y si ronco torbellino crece, Desde la calva inmensurable peña
Vigoroso te mece Ves cómo se abre trabajosa calle
Siendo un impulso más a tu carrera. Por el angosto valle
La armada gente tras la rota
¿Qué te importa que el sol ni el enseña.
torbellino
Crucen por tu camino, Césares, Alejandros, Napoleones,
Si en vuelo altivo y temerario arrojo Dieron a sus legiones tu vencedora
La tormenta te riza mansamente, imagen por bandera;
Y el sol resplandeciente Y tú en el viento sin temor ni vallas,
Como precisa luz vibra en tu ojo? Al son de sus batallas
Te adormiste ufana y altanera.

Salve, ¡OH tú de la atmósfera ¡Salve, reina del viento generosa,


señora, águila poderosa,
Águila voladora Ave del sol y de la luz querida!
Que abandonado nuestra tierra Salve, y plugiera que en tu raudo
oscura, vuelo
Emperatriz del viento te levantas, Trepar pudiera al cielo
Y solitaria cantas
De los lucientes astros la Tórname, hermosa, el rostro
hermosura! soberano,
Y tiéndeme tu mano,
Tal vez escuches en tropel sonoro Y dime dónde estás para mirarte;
Las cítaras de oro Para que tengan luz los ojos míos,
De los santos y célicos festines; Y se acallen bravíos
Y tal vez mires en distancias sumas Los duelos de mi vida al adorarte.
Las espléndidas plumas
De los blancos y errantes serafines. Vuela, pájaro audaz, águila erguida,
Por la región perdida
Tal vez oyes, ¡oh reina soberana!, Donde espléndido el sol alza su
El infinito hosanna oriente.
Y en torno al cielo respetuosa giras,
Y en el cóncavo ambiente solitario Los Césares y los Napoleones
Del místico incensario Leguen a sus legiones
El ámbar celestial libre respiras. Tu vencedora imagen por bandera,
Y tal vez los espíritus errantes Y tú en el viento sin temor ni vallas,
Que arrastran rutilantesa Al son de sus batallas
Duermas ufana, libre y altanera.

No te importe que el sol y el


torbellino
Crucen por tu camino;
Sigue tu vuelo en temerario arrojo,
Que el huracán te riza mansamente,
Y el sol resplandeciente
Como precisa luz brilla en tu ojo.

Y si por si acaso encuentras en el


viento
Mi lastimero acento,
Sigue cruzando las etéreas salas,
Que los roncos preludios de mi
canto
Son los ayes del llanto
Que me arranca la envidia de tus
alas.

JOSE ZORRILLA

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