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SOBRE LA RELEVANCIA DEL VALOR DEL BIEN MUEBLE PARA LA CONFIGURACIÓN DEL

HURTO AGRAVADO

Dr. Eduardo Oré Sosa1

I. Planteamiento del problema

Como se sabe, para la configuración del tipo básico de hurto2, el valor del bien mueble
objeto de este delito debe superar una remuneración mínima vital (RMV). No otra cosa
parece desprenderse del artículo 444 del Código Penal3. En efecto, si el hurto constitutivo
de una falta contra el patrimonio, según este artículo, requiere que la acción recaiga sobre
un bien cuyo valor no sobrepase 1 RMV, se entiende que, en el delito de hurto, el bien
mueble sí debe superar dicho valor. De esto, la frontera entre la falta y el delito de hurto se
cifra, justamente, en dicho quantum [1 RMV].

Hasta aquí, el asunto no parecería representar mayores problemas, salvo, claro está, de
cuáles han de ser los criterios para determinar el valor del bien mueble materia de
apoderamiento.4 Sin embargo, el Acuerdo Plenario 4-2011/CJ-116 [en adelante, el
Acuerdo] planteó la problemática sobre la relevancia del valor del bien mueble objeto de

1
Abogado egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Doctor por la Universidad de Salamanca, España.
Magíster en Derecho con mención en Ciencias Penales (Universidad Nacional Mayor de San Marcos).
Profesor de Derecho Penal de la Universidad de Piura.
Miembro del Estudio Oré Guardia.
2
Artículo 185.- El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente de un bien mueble, total o
parcialmente ajeno, sustrayéndolo del lugar donde se encuentra, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años. Se equiparan a bien mueble la energía eléctrica, el gas, el
agua y cualquier otra energía o elemento que tenga valor económico, así como el espectro electromagnético
y también los recursos pesqueros objeto de un mecanismo de asignación de Límites Máximos de Captura por
Embarcación.
3
Artículo 444.- Hurto simple y daño.- El que realiza cualquiera de las conductas previstas en los artículos 185
y 205, cuando la acción recae sobre un bien cuyo valor no sobrepase una remuneración mínima vital, será
reprimido con prestación de servicios comunitarios de cuarenta a ciento veinte jornadas o con sesenta a
ciento ochenta días multa, sin perjuicio de la obligación de restituir el bien sustraído o dañado.
4
Alguien podría considerar que se debe estar al valor de adquisición del bien; no obstante, más allá de que
pueden existir bienes en los que esto no resulta aplicable (v. gr. el manuscrito original de una importante
novela; una pintura en poder de su propio autor; bienes recibidos a título gratuito; etc.), consideramos, con
Rojas Vargas, que “el valor patrimonial económico es de naturaleza objetiva y está dado por el valor de
cambio en el mercado de bienes al momento de la sustracción”, vid. ROJAS VARGAS, Fidel. Delitos contra
el patrimonio. Lima, Grijley, 2000, p. 138. En el mismo sentido, GONZÁLEZ RUS, Juan José. Delitos contra
el patrimonio y contra el orden socioeconómico. En: AA. VV. Derecho Penal Español. Parte Especial, Cobo
del Rosal (coord.). Madrid, Dykinson, 2005, 2° ed., p. 457, quien señala que la valoración de la cosa “debe
hacerse conforme a los precios de mercado, sin incluir el valor afectivo, que, de existir, podrá ser tomado en
cuenta a efectos de responsabilidad civil”.

1
hurto para la configuración de las agravantes del artículo 186 del Código Penal5. En otras
palabras, ¿podemos apelar al hurto en su forma agravada aun cuando el valor del bien
materia de apoderamiento sea menor a 1 RMV?

En primer lugar, veremos qué sostiene parte de la doctrina nacional; en segundo lugar, se
dará cuenta de lo acordado en el VII Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales Permanente y
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República; finalmente, brindaremos
nuestra opinión al respecto.

5
Artículo 186.- Hurto agravado

El agente será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años si el hurto es
cometido:

1. En casa habitada.

2. Durante la noche.

3. Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos.

4. Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o desgracia particular del agraviado.

5. Sobre los bienes muebles que forman el equipaje de viajero.

6. Mediante el concurso de dos o más personas.

La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años si el hurto es cometido:

1. Por un agente que actúa en calidad de integrante de una organización destinada a perpetrar estos delitos.

2. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la Nación.

3. Mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos, de la telemática en general o la


violación del empleo de claves secretas.

4. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica.

5. Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la destrucción o rotura de obstáculos.

6. Utilizando el espectro radioeléctrico para la transmisión de señales de telecomunicación ilegales.

7. Sobre bien que constituya único medio de subsistencia o herramienta de trabajo de la víctima.

8. Sobre vehículo automotor.

9. Sobre bienes que forman parte de la infraestructura o instalaciones de transporte de uso público, de sus
equipos o elementos de seguridad, o de prestación de servicios públicos de saneamiento, electricidad, gas o
telecomunicaciones.

La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años cuando el agente actúa en calidad de jefe,
cabecilla o dirigente de una organización destinada a perpetrar estos delitos.

2
II. Lo que señala la doctrina

Según SALINAS SICCHA, para estar ante la figura delictiva del hurto agravado, se requiere
la presencia de la totalidad de elementos típicos del hurto básico, menos el elemento “valor
pecuniario” indicado expresamente solo para el hurto simple por el art. 444 del Código
Penal. Con más detalle, este mismo autor sostiene que, por el principio de legalidad, no se
exige que el valor del bien mueble sustraído deba sobrepasar una remuneración mínima
vital para que se configure el hurto agravado; pues la exigencia que se desprende del art.
444 del Código Penal solo estaría prevista para el artículo 185, mas no para el hurto
agravado regulado en el artículo 186 del referido cuerpo de leyes.6

Según ROJAS VARGAS, la figura agravada del hurto depende del tipo básico, en tanto
requiere de sus componentes típicos (ajenidad del bien mueble, sustracción, apoderamiento,
etc.), sin embargo, no existe total dependencia, al exceptuarse los hurtos agravados del
referente pecuniario que otorga sentido jurídico al hurto básico, por mención expresa del
artículo 444 del Código Penal.7

PEÑA-CABRERA, por su parte, considera que debería atenderse al valor del bien mueble
según la gravedad de la circunstancia de que se trate: no se tomaría en cuenta en el caso de
hurto en casa habitada; mientras que sí podría estimarse en la sustracción de bienes del
viajero o por uso telemático.8 En obra reciente, sin embargo, señala que apoya “la tesis de
la necesidad de la cuantificación dineraria en el delito de hurto agravado no solo por
cuestiones de orden dogmático, sino también de política criminal, orientadas por la idea de
ajustar el ámbito de la intervención del Derecho Penal a un mínimo de racionalidad; de
modo que se considere tales conductas como faltas patrimoniales”.9

Finalmente, a decir de CASTRO TRIGOSO, “si bien es verdad que la figura de hurto agravado
requiere de una necesaria remisión a los elementos del tipo básico previsto en el artículo
185, también es cierto que los supuestos agravados del artículo 186 poseen una cierta
autonomía nacida del mayor reproche penal que el legislador ha querido asignar a los
hurtos cometidos bajo circunstancias especiales, tales como casa habitada, durante la noche,
con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o desgracia particular
del agraviado, mediante el concurso de dos o más personas, etc. En tal sentido, según
nuestro modo de ver, debe primar la taxativa y expresa referencia que el legislador ha

6
SALINAS SICCHA, Ramiro. Delitos contra el patrimonio. 4ª ed. Lima, Grijley, 2010, pp. 65 y 66.
7
ROJAS VARGAS, Fidel. Delitos… ob. cit., p. 170.
8
PEÑA-CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Delitos contra el patrimonio. Lima, Rodhas, 2009, p. 58.
9
PEÑA-CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. La cuantía en el delito de hurto agravado en el Acuerdo Plenario
N° 4-2011/CJ-116. Su contraste con criterios normativos de interpretación sistemática. En: Gaceta Penal, n°
37 (2012), pp. 98-99.

3
querido establecer para configurar las faltas contra el patrimonio únicamente en relación
con los supuestos de los artículos 185°, 189°-A y 205°”.10

III. Lo que señala el Acuerdo Plenario11

Como se sabe, el Acuerdo Plenario 4-2011/CJ-116, en su noveno fundamento jurídico, se


decantó por las posturas inicialmente citadas, señalando que “el hurto agravado no requiere
del requisito del quantum del valor del bien para su configuración”, pues “el criterio
cuantitativo es una exigencia que se encuentra expresa, inequívoca y taxativamente
establecida sólo para el hurto simple (artículo 185° CP) y daños (artículo 205° CP),
conforme lo estipula el artículo 444° CP; esta exigencia no afecta los supuestos agravados”.

En el décimo fundamento jurídico, aduce que una postura contraria [v. gr. estimar el
criterio cuantificador respecto de las hipótesis del hurto con agravantes] tendría los
siguientes inconvenientes:

a) Si la sustracción de bienes en casa habitada queda en grado de tentativa o de


frustración, dicho proceder no podría calificarse ni siquiera como falta.
b) Una sustracción por banda de un bien mueble de escaso valor, carecería de
connotación como delito, y si quedase en grado de tentativa ni siquiera tendría una
relevancia punitiva.
c) En el supuesto de que se dejase en indigencia temporal a quien percibe menos de
una remuneración mínima vital, dicha conducta no constituiría delito.

En el undécimo fundamento jurídico, considera que nuestro legislador “ha estimado tales
conductas [las del artículo 186 CP] como agravadas, atendiendo a su mayor lesividad, esto
es, a su carácter pluriofensivo de bienes jurídicos”, agregando que “diferente es el criterio
político criminal que rige para el delito de hurto simple, que por ser una conducta de
mínima lesividad y en observancia a los principios de mínima intervención y última ratio
del Derecho penal, demanda que se fije un valor pecuniario mínimo a fin de diferenciarlo
de una falta patrimonial”.

Finalmente, en el duodécimo fundamento jurídico, el Acuerdo cita a QUINTERO OLIVARES


cuando “sostiene que en los hurtos cualificados se ha ido imponiendo el criterio de
abandonar la determinación de la pena en éste y otros delitos a través del sistema de saltos
de cuantía, y se ha ido abriendo paso la técnica de cualificar el hurto no tanto por el valor
económico puro del objeto muchas veces de difícil determinación y de grandes dificultades
para ser captado por el dolo, por el más tangible de la naturaleza del objeto de lo sustraído y

10
CASTRO TRIGOSO, Hamilton. Las faltas en el ordenamiento penal peruano. Lima, Grijley, 2008, p. 68.
11
Dejamos a salvo el voto singular podemos adelantar aquí compartido del magistrado Supremo Víctor
Prado Saldarriaga.

4
los efectos cognoscibles de dicha sustracción [GONZALO QUINTERO OLIVARES:
Comentarios a la Parte Especial del derecho Penal, 2da edición, Editorial Aranzadi,
Pamplona España, 1999. P. 482]”.

IV. Comentario

El argumento sostenido en el noveno fundamento jurídico [el criterio cuantitativo solo es


previsto, por el artículo 444 CP, para el caso del hurto simple (artículo 185 CP), mas no
para el hurto en su forma agravada], sería inobjetable siempre que lo previsto en el artículo
186 CP constituyese un tipo autónomo, esto es, una figura penal donde la configuración
típica no dependiera en absoluto de un tipo básico. Cosa que no parece suceder en el
artículo 186 CP, pues todos los autores reconocen en él la presencia de circunstancias
agravantes del tipo básico de hurto. Veamos.

Las agravantes, como circunstancias modificativas del delito, son elementos accidentales
en el sentido de que de ellas no dependen el ser [v. gr. la existencia] del delito, sino solo su
gravedad.12 Las agravantes pueden ser genéricas o específicas, según se estimen aplicables
a distintas figuras penales o para algún delito en específico, respectivamente. Y, lo que
parece más importante, la toma en consideración de las circunstancias modificativas “exige,
obviamente, la previa comprobación de la existencia del delito con todos sus elementos”.13
En otras palabras, como señala ARIAS EIBE, “la relevancia y operatividad jurídica de las
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal no puede considerarse de forma
independiente o autónoma del hecho criminal al que acompañan, antes al contrario, su
valoración es dependiente y ha de ir unida a la valoración del propio hecho criminal, de tal
suerte que la respuesta penal deriva de la concurrencia y valoración conjunta de hecho y
circunstancias concurrentes en el mismo”.14

En este orden de ideas, consideramos que no se puede recurrir a la forma agravada de un


tipo penal en tanto no se verifique la concurrencia de todos los elementos del tipo básico y,
desde luego, de la circunstancia agravante. De no ser así, tendríamos que sancionar con la
pena del hurto bajo su forma agravada la sustracción y apoderamiento de un cigarrillo
perpetrado, por ejemplo, con destreza, de noche o por dos o más personas. Esto, además de
irrazonable, violenta seriamente el principio de proporcionalidad. En consecuencia, para
que se configure la forma agravada del delito de hurto resulta necesario que concurran

12
MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal. Parte General, 8ª ed. Barcelona, Reppertor, 2008, p. 608.
13
MUÑOZ CONDE, Francisco. Derecho Penal. Parte General, 15ª ed. Valencia, Tirant lo Blanch, 2008, p.
473.
14
ARIAS EIBE, Manuel José. “Graduación del desvalor y reproche en el marco de la estructura esencial y
accidental del delito”, pp. 7-8, en: Derecho Penal, sitio internet dirigido por el Prof. José Hurtado Pozo, vid.
http://perso.unifr.ch/derechopenal/documentos/articulos

5
todos los elementos del hurto en su forma básica. En este sentido, compartimos la opinión
de SALINAS SICCHA15 específicamente cuando afirma:

“… a fin de no caer en exageraciones de sancionar hurtos simples de bienes de


mínimo e insignificante valor económico en el mercado, el legislador ha introducido
otro elemento típico del delito de hurto, el mismo que se convierte en un límite
importante (…) cuando el valor del bien objeto de una conducta regulada en el tipo
penal del artículo 185 del CP no sobrepase una remuneración mínima vital,
estaremos ante lo que se denomina faltas contra el patrimonio y, en consecuencia,
no habrá delito de hurto” [subrayado nuestro].

Lo que no se comprende, en la posición de este autor, es cómo lo que aparece como un


elemento típico del delito de hurto, un elemento definidor del mismo [“límite importante”,
señala SALINAS SICCHA], un elemento que inocultablemente da contenido al desvalor del
injusto [¡recuérdese que estamos ante un delito contra el patrimonio!], puede de pronto ser
dejado de lado al configurarse la forma agravada16. En delitos como estos, siguiendo a
CORVALÁN, “el monto condiciona el desvalor criminal porque su configuración amerita la
intervención del derecho penal”, “es precisamente el dato esencial que amerita que el hecho
tenga relevancia penal”.17 Desde luego, existen autores que niegan el carácter esencial del
referente económico y consideran, más bien, que se trata de un elemento accidental o
accesorio.

En efecto, PINEDO SANDOVAL18 afirma que “en tanto condición objetiva de punibilidad, la
cuantía del bien opera no como elemento sustancial, sino como criterio meramente
accidental al que ha recurrido el legislador para evitar la bagatelización de la intervención
penal en el caso de los artículos 185 y 205 del CP”; “Cuando una persona, de modo
culpable y sin motivo justificado, hurta, daña, destruye o hace inútil, dolosamente, un bien
patrimonial perteneciente a un ámbito de organización ajeno, está cometiendo, sin más, el
respectivo injusto de daños o de hurto, según sea el caso, y ello sucede con independencia

15
SALINAS SICCHA, Ramiro. Delitos… ob. cit., p. 54.
16
Vid, supra acápite II.
17
CORVALÁN, Juan Gustavo. Condiciones objetivas de punibilidad, Buenos Aires, Astrea, 2009, pp. 497 y
498, quien niega a los montos económicos la naturaleza de condición objetiva de punibilidad. En la misma
línea, vid. PEÑA-CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. La cuantía… ob. cit., pp. 99-100, donde señala que
sostener que la cuantía del bien es una condición objetiva de punibilidad, “es una afirmación que no se
corresponde con la naturaleza jurídica de dicho elemento del injusto, en la medida que la dañosidad de la
conducta no está condicionada al valor de la cosa; v. gr. quien es despojado de un reloj valorizado en cien
nuevos soles se verá afectado en su derecho patrimonial y mermado en su posibilidad de uso y disfrute del
bien”. La fijación de la cuantía, un asunto de política criminal, según este mismo autor, sirve para delimitar
los delitos de las faltas contra el patrimonio; en ambos casos habrá merecimiento y necesidad de pena, pero la
diferenciación obedece a criterios de racionalidad y proporcionalidad: no aplicar una pena privativa de
libertad ante hechos de insignificante desvalor antijurídico [léase, faltas].
18
Vid. PINEDO SANDOVAL, Carlos. Fundamento legal, dogmático y político-criminal para la exigencia de
una cuantía del bien en los delitos de hurto y daños. El impasible silencio del Acuerdo Plenario N° 4-
2011/CJ-116. En: Gaceta Penal, n° 34 (2012), p. 29.

6
del monto de la cuantía sobre el que recae su acción dolosa”; “En estos casos, el injusto ya
ha sido consumado”, “la expectativa normativa que salvaguarda el respeto por el
patrimonio ajeno ha sido ya defraudada”. Claro que desde un entendimiento distinto a aquel
de la defraudación de expectativas normativas institucionalizadas, se podría llegar a
distintos resultados; como si se atiende, por ejemplo, al principio de ofensividad o
exclusiva protección de bienes jurídicos, con todas las consecuencias que de ello se
desprendan.

Este mismo autor pone énfasis en los inconvenientes que, para la imputación subjetiva,
generaría la consideración de la cuantía del bien como elemento del tipo penal: “resultará
necesario… imputarle al agente el conocimiento de la cuantía del bien exigida por la ley
(…) la Fiscalía tendría que enfrentarse a la gran dificultad, en cada caso concreto, de hallar
los elementos de convicción necesarios que le permitan sustentar, a nivel de imputación
subjetiva, la afirmación de que el agente conocía ex ante que la cuantía del bien hurtado o
dañado superaba el monto de 1 RMV”. Considera que es difícil que el dolo del sujeto pueda
captar, en la generalidad de las ocasiones, la cuantía del objeto de su acción. 19 En cuanto a
este punto, si bien no le falta razón a PINEDO SANDOVAL, consideramos que estamos ante
una problemática propia de la teoría del dolo, por lo que se extiende también al
conocimiento y prueba de los demás elementos del tipo penal.

Por otro lado, ponemos en tela de juicio lo sostenido en el undécimo fundamento del
Acuerdo cuando alude a la pluriofensividad o mayor lesividad de las circunstancias
agravantes recogidas en el artículo 186 CP, pues los ejemplos antes mencionados
[sustracción y apoderamiento de una cajetilla de cigarrillos perpetrada con destreza, de
noche o por dos o más personas] parecen suficientemente indicativos de que ello no
siempre es así; o, al menos, no es así cuando la afectación al patrimonio por el mínimo
valor de lo sustraído es tan insignificante que deviene en penalmente irrelevante.

En cuanto al décimo fundamento jurídico, y frente al escándalo que se produce en algunos


que consideran que un injusto no puede quedar sin sanción penal, habría que recordar los
perjuicios que se ocasionan con un populismo punitivo20 que se inscribe en un modelo de

19
Vid. PINEDO SANDOVAL, Carlos. Fundamento… ob. cit., pp. 25-26.
20
Como señala DÍEZ RIPOLLÉS, los conocimientos y opiniones de los expertos [en política criminal] se han
desacreditado y ya no son determinantes en la adopción y contenido de las decisiones legislativas; en
contrapartida, “la experiencia cotidiana del pueblo, su percepción inmediata de la realidad y los conflictos
sociales, han pasado a ser un factor de primera importancia a la hora de configurar las leyes penales, y pugna
por serlo también en la aplicación legal. Lo novedoso, sin embargo, no es que tales experiencias y
percepciones condicionen la creación y aplicación del Derecho, algo legítimo en toda sociedad democrática,
sino el que demanden ser atendidas sin intermediarios, sin la interposición de núcleos expertos de reflexión
que valoren las complejas consecuencias que toda decisión penal conlleva. Los potadores de esos nuevos
conocimientos son la opinión pública creada por los medios populares de comunicación social, las víctimas o
grupos de víctimas y, en último término, el pueblo llano”, DÍEZ RIPOLLÉS, José Luis. La política criminal en
la encrucijada. Buenos Aires, B de F, 2007, pp. 79-80.

7
seguridad ciudadana,21 pues un entendimiento maximalista del Derecho Penal solo
acarrearía un incremento notable de la sobrecarga judicial, exacerbaría los problemas de
sobrepoblación penitenciaria y elevaría la cifra negra de la criminalidad, con lo que se
agudizaría la ineficacia del sistema penal.

La propia existencia de medidas alternativas a la pena privativa de libertad, llámese reserva


del fallo condenatorio, suspensión de la ejecución de la pena22 y otros, da buena cuenta de
la inconveniencia cuando no imposibilidad de sancionar todo hecho punible. Lo mismo
podríamos decir a propósito de las salidas alternativas de potestad fiscal en el Código
Procesal Penal de 2004.23

Con todo, es de anotar que algunos de los ejemplos reseñados en el décimo fundamento del
Acuerdo [la sustracción de bienes en casa habitada, que queda en grado de tentativa; y la
sustracción por banda de un bien mueble de escaso valor] podrían, eventualmente, ser
reconducidos a otras figuras penales; v. gr. violación de domicilio (artículo 159 CP), pues

21
Según GARCÍA PABLOS DE MOLINA, los rasgos y características del modelo de intervención penal de la
seguridad ciudadana serían los siguientes: a) protagonismo de la delincuencia convencional y correlativo
trato de favor de la criminalidad de los poderosos; b) prevalencia del sentimiento colectivo de inseguridad
ciudadana y de miedo al delito; c) exacerbación y sustantividad de los intereses de las víctimas; d) populismo
y politización partidista; e) endurecimiento del rigor penal y revalorización del componente aflictivo del
castigo; f) confianza sin límites en los órganos estatales del “ius puniendi” y despreocupación por el sistema
de garantías que controle éste; g) implicación directa de la sociedad en la lucha contra la delincuencia, v. gr.
medidas de autoprotección (seguridad privada) y colaboración con la policía; h) paradigma del “control”
como nuevo enfoque criminológico del problema delincuencial, esto es, el crimen ya no obedecería a factores
sociales (etiología del delito), sino a defectos del control social, vid. GARCÍA PABLOS DE MOLINA, Antonio.
Criminología. Una introducción a sus fundamentos teóricos. Lima, Iuris Consulti – San Marcos, 2006, pp.
582-587.
22
A pesar de que la Constitución establece que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación,
rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, los hechos han terminado por demostrar que estos
postulados poco tienen que ver con una realidad lacerante en la que el cumplimiento de estas condenas puede
tener efectos criminógenos. Con lo cual, una vida sin delito tras el cumplimiento de una condena, parece
convertirse en una vana ilusión, en una quimera, pues no se crean las condiciones para una adecuada
“reincorporación” del penado a la sociedad. Y es que la imagen de los centros penitenciarios dista mucho de
aquella de hace unos pocos siglos, cuando la prisión fue concebida ―gracias al pensamiento ilustrado del
siglo XVIII― como una alternativa humanitaria a la pena capital, al tormento o al exilio. Hoy en día, muchas
prisiones constituyen un microcosmos en el que imperan la promiscuidad, el hacinamiento, las reyertas o la
corrupción. Ambientes degradantes en los que difícilmente se puede aprender a vivir en comunidad. En este
contexto, la reserva del fallo condenatorio y la suspensión de la ejecución de la pena constituyen medidas que
surgen como alternativa a las penas privativas de libertad de corta duración. Para mayores referencias, vid.
ORÉ SOSA, Eduardo. Temas de derecho penal. Lima, Reformas, 2009, pp. 215 ss.
23
Vid. ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual derecho procesal penal. Lima, Editorial Reforma, 2011, pp. 208 y
392-395, donde se señala que en atención al principio de economía procesal, se busca la supresión de
formalismos engorrosos, la simplificación o reducción de actos procesales a fin de obtener una decisión final
en el menor tiempo posible, todo esto dentro del marco constitucional establecido por nuestro ordenamiento
constitucional; constituyen así, para este mismo autor, una manifestación clara del principio de economía las
siguientes instituciones: a) la terminación anticipada y b) la conclusión anticipada de proceso. El principio de
oportunidad también constituye un ejemplo claro de que no todo comportamiento punible importa una
condena, pues, en este caso, la abstención en el ejercicio de la acción penal trunca la formalización de la
investigación preparatoria o la disposición de un auto de enjuiciamiento.

8
ya no se configuraría un concurso de leyes con el delito de hurto en su forma agravada (en
casa habitada), por lo que no habría necesidad de desplazar, por principio de consunción, al
delito de violación de domicilio. En el otro supuesto, ha de valorarse la posibilidad y, más
aún, necesidad de imputar el delito de pertenencia a organización criminal (artículo 317
CP). El tercer ejemplo descrito por el Acuerdo [que se deje en indigencia temporal a quien
percibe menos de una remuneración mínima vital]24 es ciertamente más complejo, pero
debemos convenir en que el núcleo del injusto del delito de hurto no reside en el hecho de
colocar a la víctima en una grave situación económica, más allá de que esto sí pueda tener
efectos en la determinación del daño a reparar y en la determinación judicial de la pena.

Lo que no parece oportuno, en el duodécimo fundamento jurídico, es la cita al profesor


Quintero Olivares, pues el abandono del sistema de saltos de cuantía para la determinación
de la pena en los hurtos cualificados –en el ordenamiento español−, poco tiene que ver con
el quantum o valor del bien para la delimitación de las fronteras entre el delito de hurto y la
falta contra el patrimonio. Aquí nadie propone concebir el valor del bien objeto de hurto
como un factor escalonado de agravación de la pena, como ocurría, efectivamente, en el
Código Penal español de 1944,25 sino que la forma agravada de hurto no soslaye la
exigencia cuantitativa del tipo básico. De ahí que la cita al profesor español sea irrelevante.

A mayor abundamiento, también se puede estimar que la redacción de la falta contra la


persona (artículo 441 CP), a diferencia del artículo 444 CP, sí contiene expresamente una
referencia a la concurrencia de circunstancias o medios que den gravedad al hecho; con lo
cual, una lesión que cuantitativamente configura una falta por los días de asistencia o
descanso es calificada, ope legis, como delito de lesiones cuando se presenten dichas
circunstancias o medios.

24
Al respecto, ROJAS VARGAS, considera que esta agravante, la de colocar a la víctima o su familia en una
grave situación económica, tiene como fundamento un criterio de resultado objetivo, entendiendo que no
supone necesariamente un estado de pobreza o indigencia; que ha de apreciarse, más bien, una notoria y
significativa dificultad para superar las necesidades económicas inmediatas propias o subvenir las familiares;
ni requiere que la situación de gravedad sea permanente, vid. ROJAS VARGAS, Fidel. Delitos… ob. cit., pp.
289-293.
25
Según el artículo 515 del derogado Código Penal español [texto refundido de 1973]:

Art. 515. Los reos de hurto serán castigados:

1° Con la pena de presidio mayor si el valor de la cosa hurtada excediere de 100,000 pesetas.

2° Con la pena de presidio menor si el valor de la cosa hurtada excediere de 25,000 pesetas y no pasare de
100,000 pesetas

3° Con la pena de arresto mayor si excediere de 2,500 pesetas y no pasare de 25,000 pesetas.

4° Con arresto mayor si no excediere de 2,500 pesetas y el culpable hubiere sido condenado anteriormente
por delito de robo, hurto, estafa, apropiación indebida, cheque en descubierto o receptación, o dos veces en
juicio de faltas por estafa, hurto o apropiación indebida.

9
Con el mismo razonamiento, si el legislador hubiere pretendido que un hurto que
cuantitativamente configura una falta por la cuantía o valor del bien fuese calificado
como delito ante la concurrencia de circunstancias que agraven la conducta, también debió
mencionarlo expresamente.

En este orden de ideas, no podemos sino compartir los fundamentos expresados en el voto
singular del Magistrado Supremo PRADO SALDARRIAGA, en especial cuando señala que “es
evidente que el artículo 186° CP por la forma como está construido no es un tipo penal
derivado, sino un catálogo de circunstancias agravantes. Por tanto, no puede operar
autónomamente como en el caso del parricidio o del homicidio por emoción violenta, sino
que está dogmática y sistemáticamente subordinado a la existencia de un delito de hurto.
No existe, pues, un delito de hurto agravado, sino un delito de hurto con agravantes”.

Asimismo, considera que “el tratar de dar autonomía operativa al artículo 186° CP,
prescindiendo del monto superior a una remuneración mínima vital, sólo en base a
razonamientos de política criminal como los expuestos en algunas ponencias sustentadas en
la audiencia pública (mayor ofensividad de la conducta o mayor peligrosidad en el agente o
desigualdad en la tutela de las víctimas potenciales) son buenos argumentos para una
valoración de lege ferenda pero exceden los límites de todo análisis posible de lege lata, y
al posibilitar efectos de mayor sanción punitiva, podrían ser expresión involuntaria de una
analogía in malam partem”.

Con lo cual, ciertamente, lo deseable era que el propio legislador, de manera expresa,
dispusiera que para la configuración de las formas agravadas no se atendiera al valor del
bien mueble; o, como señala PRADO SALDARRIAGA, que en el artículo 444 CP se incorpore
un nuevo párrafo que reproduzca las circunstancias agravantes del artículo 186 CP,
conminándola con una penalidad mayor y apropiada para una falta contra el patrimonio en
su forma agravada.

V. A manera de conclusión

Las circunstancias agravantes son elementos accidentales del delito, puesto que de ellas no
dependen la existencia del injusto culpable, sino solo su gravedad: la configuración de una
agravante exige, así, la previa comprobación de la existencia del delito con todos sus
elementos, entre ellos, en lo que aquí importa, el valor del objeto material. El valor del
objeto material, en este delito contra el patrimonio, ostenta un carácter esencial que no se
condice, además, con la naturaleza de una condición objetiva de punibilidad.

De ahí que no pueda compartirse el argumento que el criterio cuantitativo solo es previsto,
por el artículo 444 CP, para el hurto simple (artículo 185 CP), mas no para el hurto en su

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forma agravada (artículo 186 CP), pues lo que se prevé en este último son, justamente,
circunstancias agravantes, y no un tipo autónomo.

Por lo demás, las circunstancias agravantes previstas en el artículo 186 CP [en casa
habitada, durante la noche, mediante destreza, por un agente que actúa en calidad de
integrante de una organización destinada a perpetrar estos delitos, con empleo de materiales
o artefactos explosivos para la destrucción o rotura de obstáculos, etc.] no ostentan, todas,
la misma entidad ni gravedad. Por ello, prescindir del valor del bien mueble para la
configuración de la forma agravada del delito de hurto podría conducir, en algunos casos, a
vulneraciones importantes del principio de proporcionalidad.

Si, a pesar de todo esto, se considera que estos comportamientos [sustracción y


apoderamiento de bienes de escaso valor], bajo determinadas circunstancias, merecen una
pena mayor, así deberá disponerlo de manera expresa el propio legislador. En otros casos,
bastará con reconducir la imputación a otras figuras penales con las que, eventualmente,
hubiera podido configurarse un concurso de leyes.

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