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Santa Catalina, San Pedro Cuitlahuac, San Francisco Tetlalpa; Chalco. D.F.

, 1656
AGN, Mapas, planos e ilustraciones, planero 7, cajón 5, pieza número 1155.

Boletín del Archivo General de la Nación


7a época, año 2, núm. 8, abril-junio 2011
Boletín del Archivo General de la Nación
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junio de 2011, es una publicación trimestral de la Secretaría de Gobernación a través
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Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación se terminó de imprimir en mayo de
2011 en Editores Buena Onda, , S.A. de C.V.
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UAM
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Instituto Mora
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Índice

EDITORIAL 9

GALERÍAS

Recordando a Fredrich Katz 13


Luis Barrón

Federales, revolucionarios y bandoleros: 15


Los daños de la lucha armada en la
Convención Especial de Reclamaciones (1923-1931)
Marcela Mijares Lara

La fallida intervención de los bienes 35


eclesiásticos en la ciudad de Puebla
María del Carmen Labastida Claudio

El Cabildo de San Luis Potosí y 63


el proyecto para emitir tlacos, 1790
Ma. Ángeles Cortés Basurto

PORTALES

El valor de los archivos en una sociedad sin memoria 87


Carlos Alberto Zapata

RESEÑAS

Entre ríos te veas


Ríos internacionales entre México y Estados Unidos. 103
Los tratados de 1906 y 1944
Por Isabel Avella Alaminos
Exposición permanente 108
Exposición permanente: anuncios y anunciantes
en El Mundo Ilustrado
Por Edith Hernández

DOCUMENTOS DEL A RCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Imagen de portada 113


Santa Catalina, San Pedro Cuitlahuac, San Francisco
Tetlalpa, Chalco
Guillermo Sierra e Inés Ortiz

Introducción 115
Idalia González Castillo

La capitulación de San Blas 118

Canciones de guerra 142

ÍNDICES
Inventario del fondo Instrucción Pública y Bellas Artes 158
Coralia Bustos Morales

Black Palace 189

Biblioteca 193

Exposiciones 194

Congresos y reuniones 196

Librería Edmundo O’Gorman 197

Normas para la entrega de originales 198


EDITORIAL

La sección Galerías se abre en esta ocasión “Recordando a Friedrich


Katz”, en homenaje póstumo al historiador austriaco que durante siete
décadas pensó y publicó sobre asuntos históricos de nuestro país. El mismo
apartado continúa con tres investigaciones que revisan momentos distintos
del acontecer nacional. En la primera de ellas se desmitifica el supuesto
según el cual con los Tratados de Bucareli el gobierno mexicano adoptó una
postura sumisa frente al estadounidense; si bien aquél decidió indemnizar a
los ciudadanos estadounidenses por los daños causados por la Revolución,
en la práctica no hizo ningún pago de las reclamaciones que le fueron pre-
sentadas; el segundo trabajo da cuenta del sistema de alquiler eclesiástico
que al menos en el caso poblano tenía consideraciones para los pobres, así que
a pesar de la cuantía de bienes inmuebles, la Iglesia carecía de liquidez y
aunque pudo ser afectada por un decreto de intervención, el atraso de las
rentas impidió que el gobierno liberal se hiciera de los recursos económicos
que buscaba; el tercer estudio se ubica en San Luis Potosí a fines del siglo
XVIII y plantea las relaciones económicas que se daban entre el Estado, los
comerciantes y los consumidores con la emisión de moneda fraccionaria
conocida como tlaco. En “El valor de los archivos en una sociedad sin me-
moria”, contenido en la sección Portales, se enfatiza la falta de conciencia
social sobre los repositorios documentales y la necesidad de que las aso-
ciaciones e instituciones públicas y privadas de archivistas reposicionen la
imagen del archivo en la ciudadanía. La presente edición también incluye
las secciones Reseñas y Documentos del AGN, en esta última se comentará
a partir de este número la “Imagen de portada” de nuestra publicación.
Además, damos aviso de exposiciones, congresos y reuniones a realizarse
próximamente.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 9


GALERÍAS
R ECORDANDO A FREDRICH K ATZ
Luis Barrón

En octubre pasado murió mi maestro Friedrich Katz, historiador de


origen austriaco que, en sus obras, reflexionó prácticamente toda la historia
de México. Enamorado profundamente de nuestro país, el doctor Katz,
poco a poco, por más de 70 años, se fue haciendo mexicano, y murió a
los 83 dejando atrás no sólo varias obras ahora clásicas de la historiografía
sobre México, sino una influencia definitiva entre quienes estudiamos la
Revolución mexicana e incontables colegas y amigos, que lloraremos, sin
duda por muchos años, su ausencia.
Friedrich llegó a México como refugiado a los 12 años de edad, después
de que su familia había huido de su natal Austria, de Francia y de los Estados
Unidos, países todos que le negaron el asilo a su familia, pues su padre, judío
y comunista, cargaba con esos dos pecados imperdonables en la Europa de
los años treinta del siglo pasado. Para cuando llegó a México, ya hablaba
alemán, francés e inglés, y aunque su padre decidió inscribirlo en el Liceo
Francés para que sacara provecho de su manejo del idioma y continuara con
sus estudios básicos, aprendió rápidamente el español también. “El México
del general Cárdenas nos recibió y nos dio, a mí y a mi familia –nos contaba
a sus alumnos– una nueva oportunidad para sobrevivir en libertad. México,
para nosotros, era un gran país, en el que nunca fuimos perseguidos ni por
nuestras creencias religiosas ni por las políticas”.
Al terminar la preparatoria se inscribió en la Escuela Nacional de
Antropología, en donde cursó la licenciatura en historia, titulándose con
una tesis sobre los aztecas, que se convirtió en su primer libro. De regreso en
Europa, terminó su primer doctorado en Viena, y el segundo en Berlín,
en los que trabajó la relación del régimen de Porfirio Díaz con Austria.
En 1968, Katz vivió la represión estudiantil en Tlatelolco, en donde
habitaba el departamento de su gran amigo Enrique Semo, con quien
había intercambiado vivienda justo por ese año. A partir de 1970 comenzó

Legajos , número 8, abril-junio 2011 13


su carrera en la academia norteamericana, primero en Texas y luego en
la Universidad de Chicago, en donde enseñó la historia de México y de
América Latina por más de 30 años.
Friedrich Katz es uno de esos casos en los que el legado que nos deja
con sus obras, a pesar de su tamaño, no es lo más importante. Para cualquier
historiador de México, incluso para quien comienza a hacer sus pininos,
La guerra secreta en México o Pancho Villa son obras fundamentales para
entender el complejo proceso histórico que fue la Revolución mexicana y
su importancia en el mundo de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, su
calidez y su bonhomía es lo que más nos marca a quienes lo tuvimos cerca.
Nunca lo escuché hablar mal de alguien o hacer críticas negativas al trabajo
de algún colega. Friedrich podía hacer esa magia que consiste en criticar
construyendo y sugiriendo caminos nuevos. “Nunca deje de leer; piense
mucho, pero escriba rápido”, me aconsejó alguna vez; y, en otra, riendo,
me aseguró que sus obras completas tendrían más tomos dedicados a las
cartas de recomendación que a sus obras sobre México. Su generosidad no
encontró límites cuando se trataba de ayudar a sus alumnos –sobre todo a
los mexicanos– o de compartir su inmenso archivo de fuentes primarias o
su biblioteca, y hasta el último día de su vida estuvo dispuesto a pagar el
cariño que México le ofreció. Al final, creo que somos nosotros los que
quedamos en deuda, y ojalá podamos pagar, con trabajo, con honestidad
y con generosidad hacia nuestros estudiantes y colegas todo lo que él nos
dejó. Descanse en paz, nuestro amigo y colega Friedrich Katz.

14 Legajos , número 8, abril-junio 2011


FEDERALES, REVOLUCIONARIOS Y BANDOLEROS: LOS DAÑOS
DE LA LUCHA ARMADA EN LA CONVENCIÓN ESPECIAL
DE R ECLAMACIONES (1923-1931)

Marcela Mijares Lara*

Para la historiografía los Tratados de Bucareli fueron desafortunados, en


tanto que México obtuvo el reconocimiento del gobierno de Estados Unidos
a cambio de sujetar la soberanía nacional a los intereses norteamericanos.
Sin embargo, poco se ha profundizado en el contenido de los mismos, en
específico sobre la Convención Especial de Reclamaciones. Ésta se ocupó
de atender aquellas demandas de ciudadanos norteamericanos presentadas
por los daños ocasionados durante el periodo revolucionario (1910-1920).
A lo largo de diez años de trabajo de la comisión, sólo 18 de las de las
3,176 reclamaciones que se presentaron fueron falladas. Para algunas
fuentes, ello significó un fracaso auténtico y un desempeño deficiente de
tales reuniones.
¿Por qué demoró tanto tiempo el gobierno mexicano en llegar a un
acuerdo con el gobierno norteamericano? ¿Por qué se resolvieron tan
pocas demandas? Aunque la firma de los Tratados de Bucareli garantizó
el reconocimiento estadounidense al gobierno mexicano, la tardanza en la
resolución de las reclamaciones por daños de la Revolución le permitió a
éste reducir, posponer y cancelar el pago de un acuerdo de buena voluntad
que, en principio, no estaba obligado a asumir.
Así, este ensayo se divide en tres partes: en la primera se presenta el
contexto en el que se llevaron a cabo las reuniones hasta la ratificación de
la Convención Especial. Posteriormente se revisa cómo operaba y cuáles
fueron los resultados que obtuvo. En la tercera sección se ofrece un ejercicio
de carácter más historiográfico, al explorar lo que críticos y defensores han
argumentado acerca del tema. Por último, se ofrecen conclusiones sobre los
hallazgos, probables vetas de trabajo y nuevas preguntas sobre la materia.

* Estudiante del doctorado en historia, El Colegio de México; mijamarcelares@hotmail.com

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I

Al término de la lucha armada y del triunfo del Plan de Agua Prieta, los
jefes revolucionarios encumbrados en el poder se apresuraron a obtener
el reconocimiento internacional de su gobierno. En la búsqueda de una
estrategia que les ayudara a lograrlo se planteó la idea de crear una comisión
mixta que juzgase los daños provocados por la gesta armada a ciudadanos
norteamericanos residentes en México. Los revolucionarios en el poder
comunicaron a las autoridades del país vecino su disposición “a entrar
desde luego en arreglos con los gobiernos extranjeros a fin de indemnizar
ex-gratia a aquellos de sus nacionales que hayan sufrido por causa de las
revoluciones acaecidas en México desde el año 1910”.1
El tema de las comisiones de reclamaciones estaba anclado al del
reconocimiento norteamericano, pues eran vistas como un aliciente que
facilitaría las relaciones entre México y Estados Unidos. El propio gobierno
norteamericano había tenido la iniciativa de retomar ese proyecto con la
esperanza de que México accediera a sus peticiones: no modificar el marco
legal que pretendía implantar a raíz de la Constitución de 1917.2
Sin embargo, el tema de las reclamaciones no era nuevo. Desde la
época de Madero se estableció una Comisión Consultiva de Reclamaciones
(1911), que sólo mostró la posición de México respecto a los rebeldes: no se
responsabilizó por los daños causados por esos grupos. Posteriormente en
1913 Venustiano Carranza como primer jefe del Ejército Constitucionalista
decretó la creación de una Comisión Nacional de Reclamaciones y una de
carácter mixta; pero fue hasta 1917 cuando promulgó el decreto para su
instauración. De nueva cuenta el tema apareció en 1921, cuando el gobierno
de México envió una serie de telegramas a diferentes países para que
expusieran sus demandas. En ese mismo año se dieron las negociaciones
entre los secretarios de Relaciones Exteriores de cada país, Alberto J.
Pani y George T. Summerlin. Básicamente se trataba de condicionar

1 Proyecto de la Comisión Mixta de Reclamaciones de la Embajada de México en Estados


Unidos, 15 de julio de 1921, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores-
Fondo Reclamaciones [en adelante AHSRE-FR], 8-9-60, ff. 79-80.
2 Nota traducida del Embajador de México en Estados Unidos, Manuel Téllez, a la Secretaría
de Relaciones Exteriores, 7 de marzo de 1923, AHSRE-FR, caja 2, C-3-3-24(9), leg.1, f. 97.

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el reconocimiento de México con la firma de un tratado comercial que
salvaguardaba los intereses de Estados Unidos antes de la aplicación de la
Constitución de 1917. Este acercamiento no llegó a buen puerto porque
Estados Unidos pronto buscó discutir la legislación mexicana sobre el
petróleo y la expropiación de tierras; el gobierno revolucionario se negó y
de ese modo se postergó la reanudación de relaciones entre los vecinos.
El 21 de julio de 1921 se instaló una Comisión Nacional de Reclamaciones,
a pesar de que el derecho internacional deslindaba al gobierno mexicano de
responsabilizarse de los daños propiciados por la guerra civil. En noviembre
de ese año Estados Unidos propuso a México crear una comisión donde se
resolvieran todos los casos de reclamaciones de ambos países; el gobierno
mexicano replicó planteando que hubiera dos: una general y una especial,
ésta última atendería únicamente a ciudadanos norteamericanos que
hubieran sufrido daños durante la gesta revolucionaria.
La presión de Estados Unidos para que México aprobara el tratado
comercial continuó, de forma que en 1923 buscó otro acercamiento. El
vecino del norte tenía urgencia por resolver el asunto, de manera que James
Ryan y Álvaro Obregón se reunieron para agilizar el tema del reconocimiento,
pues hasta ese momento se había retrasado por los “lentos formulismos
protocolarios de comunicación”.3 El gobierno norteamericano propuso
que cada uno nombrara dos representantes para tener un intercambio de
impresiones en un breve periodo de tiempo; al terminar las reuniones, cada
agente llevaría informes a sus países sobre lo discutido. La prioridad de
normalizar las relaciones diplomáticas incentivó a México a la aceptación y
ofreció la ciudad de México como escenario. Así, formalmente dieron inicio
las conferencias de Bucareli.
Como ya se ha referido, la idea de crear dos convenciones para
diferenciar el tipo de reclamaciones fue de México. La Convención de
Reclamaciones Generales se basó en las convenciones de 1839 y 1868; en
tanto que la especial se apoyó en los decretos del gobierno mexicano del 10
de mayo de 1913 y del 24 de diciembre de 1917, donde se reconocía que, a
través de la creación de una comisión mixta, los extranjeros tenían derecho

3 Carta del presidente de la república Álvaro Obregón al general James A. Ryan, 9 de abril de
1923, AHSRE-FR, caja 2, C-3-3-24(9), ff. 9-10.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 17


a reclamar. Así, México aceptaba pagar los daños “por mera gracia y sin
reconocimiento de derecho alguno, para que no se alegara en lo futuro un
precedente en contra del país”.4 Igualmente se organizaron convenciones de
reclamaciones con Gran Bretaña (1926), Francia (1924), Alemania (1926),
Italia (1927) y España (1925); las cuales, al igual que la de reclamaciones
especiales, únicamente se responsabilizaron de las demandas por daños de
la Revolución y cuya existencia fue de breve duración.
Estados Unidos designó como comisionados a Charles Beecher Warren
y John Barton Payne. El primero había sido embajador en Japón, mientras
que Payne era presidente de la Cruz Roja norteamericana. También había
desempeñado el cargo de secretario del Interior y participó como consejero
en la administración de ferrocarriles durante la primera guerra mundial.5 En
cuanto a los representantes mexicanos, se designó a Fernando González
Roa y Ramón Ross6 en mayo de 1923. Ross estaba a cargo de la Beneficencia
Pública y era amigo íntimo de Obregón; por su parte, González Roa
era abogado y director de Ferrocarriles Nacionales de México.7 Ambos
recibieron instrucciones especiales sobre su participación.
Las conferencias se llevaron a cabo entre el 14 de mayo y el 15 de
agosto de 1923. De esas reuniones surgió la Convención de Reclamaciones
Generales, la Convención de Reclamaciones Especiales y un informe
expedido por los comisionados norteamericanos referente a los asuntos del
subsuelo y temas agrarios, que son los que buena parte de la historiografía
ha reconocido como los Tratados de Bucareli. En ese sentido, es verdad
que durante las discusiones predominó el tema de la retroactividad del
artículo 27 constitucional, tal como se observa en las actas de las sesiones.
Sin embargo, entre los delegados mexicanos predominó un discurso que
expresaba compromiso y la suma de esfuerzos para pagar sus obligaciones,
tanto la deuda como los daños causados por la Revolución “en el concepto

4 Contestación a las observaciones contenidas en el memorandum del Sr. Lic. Luis Cabrera,
sobre convenciones de reclamaciones entre México y Estados Unidos, 1924, AHSRE-FR, C-3-
3-24(24), exp. 14-10, f. 21.
5 Telegrama del embajador Manuel Téllez a Relaciones Exteriores, 24 de abril de 1923,
AHSRE-FR, caja 2, C-3-3-24(9), leg. 1, f. 93.
6 Carta de Álvaro Obregón a Federico González Roa, 8 de mayo de 1923, AHSRE-FR, caja 2,
C-3-3-24(9), leg. 1, f. 16.
7 “México names conferees”. New York Times, 25 de abril de 1923, AHSRE-FR, caja 2, C-3-3-
24(9), 13-6, f. 32.

18 Legajos , número 8, abril-junio 2011


de que esas reparaciones eran más enérgicas que las que había asumido
Alemania en el Tratado de Versalles, después de haber sido vencida en una
guerra”.8
El argumento era central porque reducía la percepción de que eran
simples fines económicos los que se procuraban alcanzar una vez
restablecidas las relaciones diplomáticas. De hecho, se buscaba “tener un
statu digno entre las naciones, para disipar la creencia que injustamente
se había generalizado de que se estaba pretendiendo violar todo género
de compromisos y de obligaciones internacionales”.9 Así, apelando a la
‘buena voluntad’, los mexicanos iban a asumir los perjuicios causados a
los extranjeros. Huelga decir que para ese momento el país ya había sido
reconocido por otras naciones; incluso aquellos que habían sido afectados
por las leyes mexicanas.
En cuanto al tema de la reglamentación, el gobierno retomó la experiencia
de 1868 al emplear el marco jurídico de esa convención entre México y
Estados Unidos por los perjuicios causados después de la celebración del
Tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848. De acuerdo con la posición del
gobierno era adecuado porque había formado “jurisprudencia en alto grado
favorable a México, pues por las decisiones de la comisión se redujo lo
pagado a menos de 2% de lo reclamado”.10 Asimismo, otro beneficio era
el tema del árbitro, ya que durante la experiencia de 1868 se había fallado a
favor de México incluso con pruebas insuficientes; al tiempo que se trataba
de una reglamentación neutral porque no se aplicaba el derecho mexicano
ni el norteamericano.11 Por lo tanto, la ventaja de utilizarla era la precisión
de los procedimientos, pero sobre todo era un marco legal ya probado que
podía modificarse en función de las necesidades de 1923.
Es momento de apuntar que las reuniones celebradas entre México y

8 Informe confidencial al Señor Secretario de Relaciones Exteriores. 17 de mayo de 1923.


AHSRE-FR, caja 1, C-3-2-37, f. 13.
9 Informe confidencial al señor secretario de Relaciones Exteriores, 17 de mayo de 1923,
AHSRE-FR, caja 1, C-3-2-37, f. 13.
10 Contestación a las observaciones contenidas en el memorandum del Sr. Lic. Luis Cabrera,
sobre convenciones de reclamaciones entre México y Estados Unidos, 1924, AHSRE-FR
AHSRE-FR, C-3-3-24(24), exp. 14-10, f. 6.
11 Contestación a las observaciones contenidas en el memorandum del Sr. Lic. Luis Cabrera,
sobre convenciones de reclamaciones entre México y Estados Unidos. 1924. AHSRE-FR, C-3-
3-24(24), exp. 14-10, f.10, 15.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 19


Estados Unidos han sido denominadas de distintas maneras. Como reconoce
acertadamente Pablo Serrano Álvarez, son definiciones que la historiografía
ha utilizado para nombrarlas y todas son válidas porque sus significados han
variado con el tiempo. Por lo anterior, es posible encontrar el uso indistinto
de “conferencias”, “convenios”, “acuerdos”, “negociaciones”, “pactos”,
“tratados” y “convenciones”.12 Las mismas fuentes consultadas no apuntan
la distinción entre Convención y Comisión Especial de Reclamaciones; pero
esta investigación supone que es una cuestión de jerarquías. La convención
es la figura de autoridad representada en la firma de un acuerdo entre México
y Estados Unidos; en tanto que la comisión fue el efecto práctico, es decir,
la instancia donde se realizaron los trabajos de reclamaciones.

II

En la convención especial se revisaban reclamaciones que comprendieron el


periodo de la Revolución mexicana, entre el 20 de noviembre de 1910 fecha
de su estallido, hasta el 31 de mayo de 1920. Estaba reglamentada por once
artículos. El primero exponía el perfil de los reclamantes. En principio debían
ser ciudadanos norteamericanos: individuos particulares, asociaciones,
sociedades, compañías, corporaciones. Las reclamaciones podían ser fruto
de los actos cometidos por los grupos que participaron en la gesta armada:
las fuerzas de un gobierno de jure o de facto; las fuerzas revolucionarias que
hubieran establecido esos gobiernos de jure o de facto o por sus contrarios;
por la desbandada de revolucionarios que se hubiesen separado de sus
movimientos hasta el establecimiento del gobierno de jure emanado de una
revolución determinada; por las fuerzas federales que habían sido disueltas;
así como por bandoleros, motines o fuerzas insurrectas distintas a todas
las ya mencionadas, siempre que las autoridades no hubieran tomado las
medidas necesarias para reprimirlos. Como se observa, contemplaba a
todos los participantes de la gesta armada.
Las reclamaciones quedaron definidas como “pérdidas o daños
sufridos en sus personas o en sus propiedades durante las revoluciones
y disturbios”.13 Comprendían una cantidad o asignación que el ciudadano
12 Pablo Serrano Álvarez, Los Tratados de Bucareli y la Rebelión delahuertista, pp. 9-10.
13 Actas completas de los convenios de Bucareli, p. 53.

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norteamericano reclamaba, y en el caso de sociedades o corporaciones una
parte proporcional. La demanda la presentaba el afectado a su gobierno,
quien a su vez la exponía a los comisionados bajo el supuesto de que “no
negará o rechazará reclamación alguna”.14 El plazo para exponerlas era de
dos años y hasta por seis meses más, prorroga que debía estar acreditada
por los comisionados. Dicha condición fue importante porque permitió
que se extendieran los periodos, como más adelante se detalla.
Asimismo, desde la fecha en que arrancaba la primera junta, la comisión
contaba con cinco años para dictaminar si procedían o no todas las
reclamaciones presentadas. También estaba obligada a presentar informes
de sus actividades y del estatus en que se encontraban las reclamaciones
(presentadas, analizadas y resueltas). Una vez revisada la reclamación, la
comisión contaba con seis meses para emitir un fallo. Además se prevenía que
una vez disuelta la comisión, todas las reclamaciones aceptadas o rechazadas en
la presentación, revisión o fallo de las mismas, no podían ser modificadas.
Para revisar todos los casos fue necesario establecer una comisión
integrada por tres miembros: un representante de cada país y un tercero,
seleccionado por ambas partes para presidirla. En caso de que no hubiera
un arreglo sobre la designación, el tercero podía ser elegido por el Tribunal
Permanente de Arbitraje de La Haya a través de su presidente que lo
nombraría directamente. Asimismo, cada gobierno nombraba a sus agentes
y abogados, quienes eran los interlocutores entre la comisión y el gobierno,
pues presentaban oralmente o por escrito los argumentos a favor o en
contra de las distintas reclamaciones que se expusieron a lo largo de la vida
de la comisión. También cada gobierno podía nombrar un secretario para
la comisión, sujeto a su instrucción, usar secretarios adscritos y todos los
empleados que considerara necesario. Los gastos corrían por parte de cada
país, es decir, cada uno pagaba a su “aparato burocrático”. El sueldo del
tercer comisionado era sufragado por Estados Unidos y México.
Las pruebas comprendían actas notariales, interrogatorios o cualquier
documento referente a la reclamación; incluso se podía llamar a testigos
quienes, bajo juramento o protesta ante la comisión, eran examinados.
Todas las reuniones, documentos y asuntos relacionados en el tema de las

14 Ibid, p. 56.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 21


reclamaciones fueron efectuadas en español e inglés. La comisión llevaba
un registro puntual de las reclamaciones, casos presentados y minutas de las
reuniones. Por último, las reuniones se llevaron a cabo en la ciudad de México.
¿Cómo se aprobaban o rechazaban las reclamaciones? Este punto es
interesante, pues a diferencia de la Convención General, la Especial no
se apegaba al derecho internacional. La resolución se examinaba y decidía
en razón del criterio de los comisionados, es decir, “según su leal saber y
entender y de acuerdo a los principios de la justicia y de la equidad […]”.15
El principio ex gratia fue el que determinó que México se comprometiera a
pagar las indemnizaciones, ya que era totalmente voluntario y se reconocía
como una obligación moral. Por ello, con el simple hecho de presentar
la reclamación y que se comprobara el daño o pérdida, perfectamente
justificada, se asumía el pago de la indemnización. Además la comisión no
iba a rechazar ninguna de las reclamaciones presentadas por los ciudadanos
norteamericanos, mismas que serían pagadas en moneda de oro o su
equivalente (en la documentación se observa que se hacía en dólares).
Tales condiciones explican el abultado número de casos que se expusieron
durante la existencia de esa comisión.
Por otro lado, aunque el marco legal que se empleaba fue retomado de la
vieja Comisión Mixta de Reclamaciones creada por la Convención de
Reclamaciones entre México y Estados Unidos en 1868, los comisionados
estaban autorizados para aplicar otras reglas que no contradijeran la
legislación ya establecida, siempre y cuando la mayoría de sus miembros
estuviera de acuerdo.
La Convención de Reclamaciones Generales comprendía las de
ciudadanos norteamericanos y mexicanos por pérdidas o daños sufridos
en sus personas o en sus propiedades, que hubiesen sido cometidas por
funcionarios o cualquier persona en su contra. Se trataba de reclamaciones
que habían quedado pendientes o sin respuesta desde 1868, o que se
habían presentado en ese tiempo y que, por supuesto, excluyeran los daños
cometidos por la Revolución mexicana. En ese sentido la operatividad era
similar que la de Reclamaciones Especiales, con el número de comisionados,
abogados, secretarios, y empleados que ya se ha mencionado.

15 Ibid., p. 54.

22 Legajos , número 8, abril-junio 2011


En cuanto a los periodos para presentar las reclamaciones había
diferencias. En principio, durante el primer año se exponían todos aquellos
daños y pérdidas ocasionados antes del establecimiento de la convención
(1923) con una prórroga de seis meses en casos excepcionales. La comisión
contaba con tres años para evaluar y fallar las reclamaciones. También se
contemplaban las pérdidas o daños que fueran posteriores a la instalación
de la convención, las cuales podían ser presentadas a la comisión por
cualquiera de los dos gobiernos en el mismo tiempo y forma. Por común
acuerdo de los gobiernos era viable prorrogar el tiempo de evaluación,
examen y fallo por el tiempo que consideraran necesario en caso de que
algunas reclamaciones se presentaran al final de los trabajos programados.
Una vez concluidas las labores de la comisión, no podrían presentarse más
reclamaciones y los veredictos eran inapelables.
A diferencia de la Comisión Especial, la General fallaba de acuerdo con
el ya mencionado derecho internacional. Empero se conformaba de tres
miembros y con las mismas reglas de aquélla. Las reuniones se programaron
en Washington, Estados Unidos; aunque había la posibilidad de realizarlas en
México. Los procedimientos y normas también se basaban en la Convención
de Reclamaciones firmada entre México y Estados Unidos en 1868; pero de
igual modo podían variar las reglas, previo acuerdo de las partes.
Sobre el pago también existe una diferencia radical, pues mientras la
Convención Especial lo hacía directamente a los ciudadanos; en la General
se tomaban como base los casos a favor, y de la cantidad total de un país se
deducía el total otorgado a los ciudadanos del otro país, de forma que el
saldo total iba a ser pagado “al gobierno del país a favor de cuyos ciudadanos
se haya adjudicado la cantidad mayor”16 en moneda de oro o su equivalente.
Era posible la restitución de propiedades o de derechos, a las cuales se les
fijaba un valor. De ser aprobadas ese tipo de reclamaciones, el gobierno
afectado podía pagarlas inmediatamente, en lugar de restituirlas.
A pesar de que se aplicaba el derecho internacional bajo el principio de
que era posible negar o rechazar una reclamación una vez agotados todos
los recursos legales, la comisión por sí misma no lo haría. Esto explica la
diversidad de reclamaciones que se presentaron en esa materia. Por lo anterior,

16 Ibid., p. 61.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 23


se puede concluir que se atendieron los daños generados por la Revolución y
por otra parte las reclamaciones pendientes entre los dos países.
Sobre las reglas que se iban a seguir se tomó como base la normatividad
de 1868. Aquéllas se referían al procedimiento para presentar las
reclamaciones, empleando memoriales en español e inglés donde se
asentaban los antecedentes (tiempo y lugar donde ocurrió el evento, valor
de la propiedad, hechos), quién la presentaba y a favor de quién iba la
reclamación. Se incluían los datos particulares del reclamante y se establecía
si antes de presentarla ya habían recibido algún tipo de indemnización.
Además se incluían documentos certificados, así como las pruebas y
declaraciones –por escrito y bajo juramento ante un magistrado del país que
validara– en las que debía constarse “si tiene algún interés en la reclamación,
en cuyo apoyo ó contra la cual se ha tomado su declaración, y cuál sea ese
interés; y si tiene algún interés eventual en la misma, cuál sea su extensión
y qué hecho deberá verificarse para que él pueda tener derecho á recibir
alguna parte de la suma que pueda concederse […].”17
La Convención General de Reclamaciones fue firmada el 8 de
septiembre de 1923, en tanto que la Especial el 10 de septiembre del mismo
año. Fueron ratificadas por ambos gobiernos en febrero, el día 4 en el caso
norteamericano y el 16 en el mexicano. La Comisión Especial se conformó
con: Ernest Perry por Estados Unidos; Federico González Roa por México;
y Rodrigo Octavio por Brasil, quien presidió la comisión.
Las reuniones de la comisión se llevaron a cabo en los términos
acordados; las primeras dos se efectuaron en la ciudad de México, una
semana en agosto de 1924 y un par de días en enero de 1925.18 La nueva
junta fue hasta el año siguiente, cuando en febrero de 1926 se establecieron
algunas modificaciones de carácter administrativo en la Comisión Especial
de Reclamaciones.19 En ella destacó el tema de las prórrogas, pues ese
mismo año la parte norteamericana solicitó una para presentar más
reclamaciones. Su argumento se centraba en las pruebas, las cuales al no

17 Luis Miguel Díaz, México y las comisiones internacionales de reclamación, p. 93. 18 Abraham
Feller, The Mexican Claims Comissions 1923-1934. A study in the Law and Procedure of International
Tribunals.
19 Documento “Modificaciones a las Reglas de Procedimiento de la Comisión Especial de
Reclamaciones entre México y los Estados Unidos, aprobadas en la sesión del 10 de febrero
de 1926”, 10 de febrero de 1926, AHSRE-FR, 14-15-24.

24 Legajos , número 8, abril-junio 2011


CUADRO 1. CARACTERÍSTICAS DE LAS CONVENCIONES GENERAL Y ESPECIAL DE 1923

Reclamaciones Convención General Convención


Especial
Reglas de Convención 1868 Convención 1868
procedimientos
Marco Jurídico Derecho Internacional Ex gratia
Rendición de Cada 4 meses Cada 4 meses
cuentas

Presentación de reclama-
ciones: 1 año para las que Presentación de
Periodo de tiempo se presentaron antes de la reclamaciones: 2 años;
firma de la Convención; 3 fallos 5 años.
años después de la firma.
Fallos: 3 años.

Tres representantes: uno de Tres representantes:


Comisión cada país y uno externo. uno de cada país y uno
externo.
Al gobierno que tuviera Al ciudadano agravia-
Pago mayores reclamaciones, en do en moneda de oro
moneda de oro o su equi- o su equivalente.
valente.
Idioma Inglés y español Inglés y español
Ubicación Washington, EUA Ciudad de México,
Méx.
Fuente: Elaboración propia con base en las Actas completas de los convenios de Bucareli.

estar bien fundamentadas provocaron la demora de los agentes mexicanos


y norteamericanos para agilizar la resolución de las reclamaciones. Pero no
sólo era una cuestión de tiempo verificar los hechos; los ciudadanos no
podían distinguir si la reclamación pertenecía o no a la Comisión Especial.
Otra razón era la revuelta delahuertista que retrasó todo el proceso legal
en la recolección de datos, pues los subagentes norteamericanos no podían
ponerse en contacto con los ciudadanos norteamericanos que habían huido
del país. De hecho, el gobierno mexicano confirmó que muchas de las

Legajos , número 8, abril-junio 2011 25


reclamaciones estaban duplicadas, pues los ciudadanos habían aplicado a
ambas comisiones: la general y la especial.
Más grave parecía el tema de las demandas. En ocasiones presentaban la
reclamación por un monto de dinero que posteriormente variaba, generalmente
aumentando la cifra. Las reglas eran claras en ese sentido, pues al exponer
cualquier reclamación automáticamente entraba en jurisdicción de la comisión
y, por lo tanto, no podían variarse el nombre del reclamante, la naturaleza de
la reclamación ni el monto exigido. Sólo era posible modificar los datos antes
de que se exhibieran oficialmente los memorandos a las autoridades.20
Durante los siete años de operación de la Convención Especial, solo
18 de las reclamaciones fueron revisadas y despachadas. Destaca el caso
Santa Isabel, diecisiete reclamaciones por el asesinato de quince oficiales y
empleados norteamericanos de la compañía minera Cusi por las fuerzas de
Francisco Villa en enero de 1916. El gobierno mexicano le había ofrecido
garantías para que la empresa reabriera sus puertas en México. El crimen
ocurrió de camino a la mina. Cerca de Santa Isabel un grupo de hombres
armados identificados con Villa detuvo el tren en el que iban, asaltando y
asesinando a los pasajeros, entre ellos a los 17 mineros.
La cantidad reclamada fue de $1,225,000.00, pero el fallo fue positivo
para México porque se consideró que Villa y sus hombres eran bandidos y
no fuerzas revolucionarias organizadas; los norteamericanos alegaron que
Villa sí era identificado como revolucionario, aunado al argumento de que
las autoridades no protegieron a los estadounidenses. El árbitro consideró
que el hecho ocurrió días después de que Venustiano Carranza publicara un
manifiesto que anunciaba el término de la guerra e iniciaba el combate contra
los grupos de bandidos, entre los que se encontraban las huestes de Villa.21
El resultado generó muchas fricciones entre los miembros de la
comisión, a tal grado que su presidente renunció. Aunque se decidió que el
cargo lo ocuparía el árbitro de la Comisión General, se volvió a reunir cinco
años más tarde (1931), cuando se revisó y sentenció la otra reclamación
de 100,000.00 dólares. Naomi Russell solicitó que se le indemnizara por la
muerte de su esposo a manos de las fuerzas de Pascual Orozco; tampoco

20 Actas de sesiones 1926, 22 de junio de 1925, AHSRE-FR, VI.14-1.


21 “El laudo del árbitro en el caso de Santa Isabel, fue favorable a México”, El Universal, 6 de
marzo de 1926, AHSRE-FR, III-1317-1, s.f.

26 Legajos , número 8, abril-junio 2011


se probó que el gobierno hubiera actuado con negligencia y por ello fue
rechazada.22
De hecho, en 1929 debían concluir las labores de la Comisión, pero el
gobierno norteamericano, a través del Senador Borah, solicitó otra prórroga
a la comisión mixta de reclamaciones; el embajador mexicano Manuel Téllez
recibió el pleno poder para aplazar la Convención Especial de Reclamaciones
por dos años más, previa aprobación del senado y ratificación del presidente
Emilio Portes Gil. Además cambió el árbitro de ambas comisiones (Horacio
Alfaro de Panamá23) pero las sesiones continuaron en México.24 En esa
ocasión, el gobierno norteamericano se mostró cooperativo al proponer
discusiones sobre el procedimiento y organización de la Comisión Especial
para mejorar el trabajo.
Hacia julio de 1930 se alertó al secretario de Relaciones Exteriores que
debían eliminarse las comisiones porque representaban una pérdida para
el erario. Dicha posición coincidía con la de Estados Unidos, ya que había
fracasado en el caso Santa Isabel, donde las 17 reclamaciones que habían
llegado a discutirse en la comisión especial fueron anuladas. De acuerdo con
la embajada mexicana, ese caso servía “de precedente para desechar muchas
reclamaciones, la Agencia Americana no quiere verse en la situación de
que por ese precedente se encuentre en condiciones desfavorables”.25 Y
en parte eso fue lo que sucedió, pues la sentencia desfavorable al gobierno
norteamericano por el caso Russell sólo provocó que se dieran por
concluidas las reuniones.
Como se observa en el cuadro 2, a pesar de que se hizo un esfuerzo por
contabilizar y estimar las reclamaciones, el problema radicaba en distinguir
quién era y quién no era revolucionario: “numerosas reclamaciones no
puede precisarse el bando a que pertenecían las fuerzas que ocasionaron los
daños […].”26 Aún así, como ya se ha referido, fueron presentadas 3,176.
22 Frederik Dunn, The Diplomatic Protection of Americans in Mexico, pp.418-421; lista de
reclamantes de la Comisión Especial de Reclamaciones, 11 de mayo de 1934, AHSRE-FR,
44-27-36, s. f.
23 Cronograma, sin fecha. AHSRE-FR, 14-15-24.
24 Carta del secretario de Estado WR Castle al embajador de México en Estados Unidos,
Manuel Téllez, 17 de agosto de 1929, AHSRE-FR, 14-15-24.
25 Carta del embajador Manuel Téllez al Secretario de Relaciones Exteriores. 19 de junio de
1930, AHSRE-FR, 8-9-19.
26 Comisión Especial de Reclamaciones entre México y los Estados Unidos: Resumen, 19 de
agosto de 1929, AHSRE-FR, 44-27-26.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 27


Entre 1934 y 1935 se llegó a un nuevo acuerdo entre los vecinos, pero
para entonces la Convención Especial había sido absorbida por la General,
y esa es otra historia.

CUADRO 2. MONTO DE LAS RECLAMACIONES ENTRE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS DE


AMÉRICA POR DAÑOS A LA PERSONA Y A LA PROPIEDAD DURANTE LA
REVOLUCIÓN MEXICANA POR BANDOS O FUERZAS REVOLUCIONARIAS.
AGOSTO DE 1929
Reclamaciones considerando bandos
Fuerzas revolucionarias específicos (dólares)
Federales porfiristas 123,900.00
Maderistas 50,716,400.00
Federales 23,582,300.00
Orozquistas 16,726,500.00
Huertistas 19,369,700.00
Felixistas 1,652,000.00
Constitucionalistas 199,107,300.00
Villistas 58,398,200.00
Convencionistas 8,136,100.00
Zapatistas 22,136,800.00
Salgadistas 454,300.00
Bandoleros 12,596,500.00
TOTAL 413,000,000.00
Fuente: Comisión Especial de Reclamaciones entre México y los Estados Unidos, resumen,
19 de agosto de 1929, AHSRE-FR, 44-27-26.

III

Las convenciones fueron vistas por sus críticos como una especie de
degradación nacional y un claro condicionante para la reanudación de las
relaciones diplomáticas. Sin embargo, para los que las defendían, el punto
central era que México se había apegado a la justicia internacional.27 De
acuerdo con el gobierno mexicano su firma fue favorable, pues comparada

27 Contestación a las observaciones contenidas en el Memorandum del Sr. Lic. Luis Cabrera,
sobre convenciones de reclamaciones entre México y Estados Unidos. 1924. AHSRE-FR, C-3-
3-24(24), exp. 14-10, f.4-5.

28 Legajos , número 8, abril-junio 2011


con las convenciones del pasado y con las que habían sostenido otros países
en la misma época como el caso alemán, el país había salido beneficiado.
Para entrar en detalle es necesario revisar tres posiciones. Por un lado la
de Manuel González Ramírez (1939), que participó como abogado de las
comisiones de reclamaciones; la de Antonio Gómez Robledo, jurista que
criticaba los acuerdos (1938); y la posición de otro abogado norteamericano
que analizó el mismo tema, Abraham Howard Feller (1935).28 De esta forma,
se tiene la visión de dos académicos, uno norteamericano y otro mexicano,
así como de un testigo del desarrollo de las convenciones.
En principio se criticó el hecho de que el Estado mexicano hubiera
aceptado la responsabilidad ex gratia, pues no estaba obligado a asumirla si
los daños habían sido efectuados por fuerzas insurrectas o revolucionarias;
en todo caso la única condición que si los acusaba era aquella donde se
demostraba negligencia o ineficiencia en la aplicación de la ley a dichos
grupos. Para Antonio Gómez Robledo, eso significó aplicar el principio
del riesgo creado, es decir, hacer responsable al Estado de la inseguridad que
prevalecía en esa época con o sin su participación directa, bajo el supuesto
de que debía haber aplicado medidas de seguridad para evitar su irrupción.
De esta forma, el planteamiento de la Convención Especial violaba el
principio internacional que amparaba a los gobiernos para no hacerse cargo
de los daños generados por actos revolucionarios.29
Sin embargo, a pesar de la crítica, el autor vio como un triunfo el caso
de Santa Isabel, que dio pié a que Estados Unidos buscara otra forma de
llegar a un arreglo. Por eso en 1934 decidió determinar el pago de una suma
total, donde las reclamaciones especiales ocupaban una proporción. Así,
una vez que se fijó la cantidad, ésta representó 2.64% del total de la cantidad
reclamada (5,448,000 dólares). Gómez advierte: “no está mal eso de liquidar
diez años de revolución con cinco millones de dólares y de eludir cerca de
97% de lo reclamado”.30 Paradójicamente la cifra coincidía con el argumento
de la Secretaría de Relaciones Exteriores sobre la conveniencia de seguir las
reglas de 1868, pues estaba probado que beneficiaban a México.

28 Feller, op.cit.
29 Antonio Gómez Robledo, Los Convenios de Bucareli ante el Derecho Internacional, p. 131.
30 Ibid., p. 137.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 29


A diferencia de Gómez Robledo, Manuel González Ramírez (antiguo
abogado en las comisiones) sostuvo que ya había antecedentes sobre
experiencias mexicanas en las convenciones de reclamaciones; de manera
que la de 1923 no implicaba una traición para la soberanía nacional. Lo
interesante de su planteamiento es la tesis de que se trató de una necesidad
política del nuevo Estado mexicano. Los revolucionarios decidieron
indemnizar para reconquistar la reputación que México gozaba antes de
que comenzara la lucha armada. Al mismo tiempo pretendieron recuperar
la confianza del ámbito internacional “con el fin de abrir el crédito y de
dar prestigio a la Revolución”.31 En pocas palabras, consolidar al nuevo
gobierno. González Ramírez además consideró que no podía censurarse el
esfuerzo pues para el caso de la Convención General, también se pretendió
indemnizar a los mexicanos.
Para Abraham Feller la firma de la Convención de Reclamaciones
Especiales constituyó un reconocimiento “implícito” del gobierno. Ganado
éste, entonces podía firmarse la Convención General. Por lo tanto, el precio
del reconocimiento de Estados Unidos era precisamente hacerse cargo de
reclamaciones que en principio México no tenía responsabilidad alguna,
de acuerdo con el derecho internacional.32 Así, desde un principio se supuso
que habría más reclamaciones en la Convención Especial que en la General,
por las atribuciones que se le dieron y porque tenía más tiempo para revisar
los casos. La realidad, por el contrario, mostró que la especial no resolvió
ningún caso que favoreciera a sus demandantes.
Ahora bien, esto no debería verse con una connotación negativa, ya que
como ha señalado claramente el autor, en realidad triunfó la tesis de México
al plantear una definición de “fuerzas revolucionarias” bastante ambigua
que intentó garantizar el pago ex gratia. Como se indicó al principio, el
Estado mexicano sólo asumiría la responsabilidad de los actos de gobiernos
legítimos y de los actos de fuerzas que hubieran salido victoriosas en la lucha
y con éxito en el establecimiento de gobiernos. El resto de los grupos que
hubieran surgido caían en la categoría de insurrectos, rebeldes, o bandidos

31 Manuel González Ramírez, Los llamados Tratados de Bucareli. México y los Estados Unidos en las
Convenciones Internacionales de 1923, p. 112.
32 Feller, op.cit., p. 22.

30 Legajos , número 8, abril-junio 2011


por actos en los cuales el gobierno sólo era responsable si se probaba su
negligencia. En ese sentido tanto villistas, zapatistas y orozquistas formaban
parte del grupo que se había opuesto a los revolucionarios que establecieron
un gobierno de jure o de facto.
De hecho, con la frase “o por fuerzas revolucionarias contrarias a
aquéllas”,33 los norteamericanos tuvieron problemas. Esta situación la
aprovecharon los comisionados mexicanos argumentando que el Estado
no podía hacerse responsable de sus actos porque eran una subdivisión
del grupo ganador; y cuando no funcionaba la tesis entonces se decía que
no había forma de probar el abandono de las autoridades.34 Aunado a
lo anterior, otro de los problemas era determinar quién era el agraviado,
ya que muchos habían muerto antes de presentar la reclamación; mientras
que había otros casos donde los asesinatos implicaban una responsabilidad
directa del Estado. Sobre los que sobrevivían, muchos alegaban ataques
a sus propiedades que afectaban a un tercero, como sus acreedores y
arrendatarios.
En cuanto a los documentos recopilados en el Archivo de Relaciones
Exteriores y como se señaló en el apartado anterior, se observa que la
presencia de dos comisiones y la duplicidad de aplicaciones no fue producto
de imprecisión en las reglas o confusión de los ciudadanos norteamericanos.
Debe tenerse en cuenta que todo era intermediado por el gobierno, y en tal
caso éste era el interesado en recuperar el dinero.
Asimismo, la tardanza de muchas resoluciones se debió a la posibilidad
de réplica. En ese aspecto, México aprovechó esos “puntos dudosos”
para “hacer tiempo” en la espera de instrucciones del gobierno sobre la
solución en los conflictos. Las reglas mismas contemplaban esa situación,
pues brindaban un periodo de sesenta días para presentar las solicitudes de
aclaración.35 Otro problema eran los montos –muchos de ellos relacionados
con la conversión de la moneda–, a pesar de que a partir de 1926 se estableció
que todos los importes debían ser fijados en dólares.
También debe destacarse la animadversión que se generó a raíz de las

33 Actas, p. 55.
34 Feller, op.cit., pp. 159-160.
35 Carta dirigida del agente mexicano al secretario de Relaciones Exteriores, 8 de noviembre
de 1926, AHSRE-FR, VI 73-13-3.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 31


decisiones tomadas en el caso de Santa Isabel, lo que retrasó las actividades
de las comisiones e incluso provocó su desaparición. Tanto el gobierno
norteamericano como el mexicano deseaban cancelar las reclamaciones
especiales; este último había propuesto su cese o agilizar esos trabajos.
Los agentes de ambos países detectaron numerosas reclamaciones
“inconvenientes” por falta o exceso de pruebas. La Secretaría de Relaciones
Exteriores comunicó a la embajada de México en ese país su disposición a
eliminar aquellas reclamaciones “improcedentes, inútiles, exageradas o no
probadas”,36 Sin embargo, el secretario condicionó una nueva prórroga
con Estados Unidos, si los casos pendientes fueran muchos. El resto
de las convenciones con Inglaterra, Francia, España e Italia las daba por
concluidas.37
Así, la posición del gobierno mexicano fue claramente responsabilizar
a Estados Unidos sobre la dilatación y conclusión de los trabajos; sin
mencionar los numerosos problemas que tuvieron en cuestiones lingüísticas,
de traducción, de definición y significación, es decir, ¿qué debía entenderse
por revolucionarios?

Conclusiones

Esta investigación pretendió dar cuenta de la historia de la Convención


Especial de Reclamaciones, cuya tarea fue atender las demandas de
ciudadanos norteamericanos por daños ocasionados por la Revolución
mexicana. El marco legal que la sostuvo fue excepcional porque, a diferencia
de otras experiencias históricas, no se apegó al derecho internacional.
Asumió el pago de las indemnizaciones por buena voluntad, siempre que
se comprobara que hubieran sido causadas por federales, revolucionarios
y bandoleros.
Se ha supuesto en la vieja historiografía que la posición de México
frente a Estados Unidos en torno del tema de los Tratados de Bucareli fue
de sumisión, a cambio de obtener el reconocimiento de ese país. Sin duda,
habrá que continuar investigando el tema de la Convención General; pero

36 Telegrama de la Secretaría de Relaciones Exteriores a la Embajada de México en Estados


Unidos, 16 y 21 de abril de 1931, AHSRE-FR, 14-15-30.
37 Carta del embajador Manuel Tellez, 18 de abril de 1931, AHSRE-FR, 14-15-30.

32 Legajos , número 8, abril-junio 2011


para fines de este ensayo, la operación de la Convención Especial apunta
que en la práctica el gobierno mexicano tuvo literalmente “la sartén por el
mango”: no hizo ningún pago de las 3,176 reclamaciones presentadas.
La consulta del Fondo de Reclamaciones que resguarda el Archivo
de Relaciones Exteriores muestra que, sobre la mesa, hay un tema fértil
por explorar. De hecho, falta por analizar a los sujetos que hicieron las
reclamaciones; es decir ¿quiénes son estos ciudadanos norteamericanos?
Los datos existen (muchos duplicados) y la labor es titánica. La construcción
de una base que cruce información aportaría más explicaciones sobre
la naturaleza de las relaciones económicas y diplomáticas entre los dos
países.
Al respecto, las reglas de la Convención Especial eran claras sobre los
requisitos para presentar las reclamaciones; el problema era identificar
quién era o no revolucionario. La doble aplicación de reclamaciones a las
dos convenciones también habla de la tardanza para resolver las demandas,
el problema para reunir la información, la ambivalencia de las autoridades;
pero sobre todo expone que Estados Unidos estaba desesperado por ganarle
la partida a México, y éste no fue el caso.

Siglas y referencias

Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores,


AHSRE-FR

Fondo Reclamaciones

Bibliografía

Actas completas de los convenios de Bucareli, Roberto Guzmán Esparza (ed. facs.
y trad.), México, Ediciones Guzmán, 1958.
Díaz, Luis Miguel, México y las comisiones internacionales de reclamación, t.1,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, 1983.
Dunn, Frederik, The Diplomatic Protection of Americans in Mexico, New York,
Columbia University Press, 1933.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 33


Feller, A H, The Mexican Claims Comissions 1923-1934. A study in the Law and
Procedure of International Tribunals, New York, The MacMillan Company,
1935.
Gómez Robledo, Antonio, Los Convenios de Bucareli ante el derecho internacional,
México, Editorial Polis, 1938.
González Ramírez, Manuel. Los llamados Tratados de Bucareli. México y los
Estados Unidos en las convenciones internacionales de 1923. México, Edición
Fábula, 1939.
Pani, Alberto J., Las conferencias de Bucareli, México, Editorial Jus, 1953.
Sepúlveda, César. “Sobre reclamaciones de norteamericanos a México”, en
Historia Mexicana, vol. 11, núm. 2 (oct.-dic., 1961), pp. 180-206.
Serrano Álvarez, Pablo, Los Tratados de Bucareli y la rebelión delahuertista,
México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones
de México, 2009.

34 Legajos , número 8, abril-junio 2011


L A FALLIDA INTERVENCIÓN DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
EN LA CIUDAD DE PUEBLA

María del Carmen Labastida Claudio*

El triunfo del grupo encabezado por el general Juan Álvarez y su llegada


a la presidencia interina de la república hicieron posible la instrumentación
de una política gubernamental no sólo liberal, sino radical, que sacudiría de
aprobación en unos casos, y de descontento en otros, a todos los sectores
de la sociedad mexicana. Esta política comenzó a desplegarse cuando
se promulgó la Ley Juárez en 1855, dando lugar al abierto rechazo de la
institución más afectada por ella –la Iglesia–, y a su franca alianza con los
grupos conservadores a los que llegaron a financiar incluso algunas diócesis,
para que se sublevaran en contra del nuevo gobierno.

El conflicto Estado-Iglesia en Puebla en 1855-1856

La serie de luchas intestinas, que la aplicación sistemática de una enérgica


política liberal desató, propiciaron la renuncia del presidente Álvarez y el
nombramiento de Ignacio Comonfort como presidente sustituto, el 12 de
diciembre de 1855.
El mismo día en que Comonfort asumió la presidencia, el cura de la
ciudad de Zacapoaxtla –ubicada en la sierra norte de Puebla– de nombre
Francisco Ortega y García, levantó el estandarte de “Religión y Fueros”, y
en la cercana villa de Tlatlauqui la reacción fue secundada por el coronel
Miguel Miramón y su infantería. A este grupo rebelde se les unió el pudiente
político poblano Antonio Haro y Tamariz, quien pronto se puso a la cabeza
del movimiento, trasladándose con su gente a Puebla después de proclamar
las Bases Orgánicas de 1843, logrando hacerse de la capital poblana el
17 de enero tras cinco días de asedio. Pero el día 23 los generales Juan
Álvarez y Juan Bautista Traconis empezaron a retomar diversos sitios de la

* Universidad Autónoma de Puebla; ma_ca_labast@yahoo.com.mx

Legajos , número 8, abril-junio 2011 35


angelópolis con algunas fuerzas. Las confrontaciones armadas finalizaron
el 21 de marzo, y el día 26 Ignacio Comonfort entró triunfante en la ciudad,
a la cabeza de su ejército.1
Motivado por el levantamiento del cura de Zacapoaxtla y sabiendo que
el dinero con que contaron los sublevados provenía del clero poblano, el
presidente Comonfort acordó la intervención de las rentas producidas por
los bienes de éste. Al efecto expidió un decreto fechado el 31 de marzo, por
el cual autorizó a los gobernadores de Puebla y de Veracruz y al jefe político
de Tlaxcala, para que a nombre del gobierno nacional intervinieran los bienes de
la diócesis de Puebla. Sin desatender los objetos piadosos, el destino de los
fondos recaudados se destinaría a “indemnizar a la República” por los gastos
hechos para reprimir la reacción en Puebla, y también para pensionar a las
viudas, huérfanos y mutilados que resultaron de los enfrentamientos. La
intervención cesaría cuando a juicio del gobierno se hubieran consolidado la
paz y el orden en la nación.2 Aunque la intervención no afectó la propiedad
de esos bienes sino sólo las rentas que causaban, la respuesta de la jerarquía
eclesiástica fue de repudio, pero aun así la intervención se mantuvo.
La parsimonia del gobernador Domingo Ibarra para cumplir el decreto
llevó a sustituirlo por el general Traconis, quien asumió el cargo el 15 de
abril y se dispuso a ejecutar la Intervención y a realizar un acto de gran
osadía: por un comunicado del 11 de mayo desterró al poderoso obispo
Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, argumentando que era un enemigo
peligroso. Traconis no actuaba por cuenta propia, pues se dice que recibió
una carta de Comonfort en la que le ordenaba efectuar dicho destierro.3

La riqueza conventual poblana

Los conventos florecieron a la par del desarrollo de la urbe, determinado por


el aumento de la población y el volumen y diversificación de su producción,
aunque hubo diversas etapas de declive y recuperación a lo largo de la etapa

1 Palacios, Puebla, su territorio y sus habitantes, p. 564. La “costosa represión de la rebelión”


ascendió a 1,200,000 pesos, suma que de acuerdo con acusaciones hechas salió de las arcas de
la Iglesia poblana. Knowlton, Los bienes del clero y la Reforma mexicana, 1856- 1910, p. 42.
2 Carrión, Historia de la ciudad de la Puebla de los Ángeles, p. 424.
3 Palacios, op. cit., p. 567. Carrión, op. cit., p. 428.

36 Legajos , número 8, abril-junio 2011


colonial. Los primeros siete conventos de mujeres se establecieron en un
lapso de sesenta años, a partir de 1556 o de 1568 según dos estudiosas.4
Como quiera que fuese, los primeros siete fueron los de Santa Catalina,
La Concepción, San Jerónimo, Santa Teresa, Santa Clara, La Santísima
Trinidad y Santa Inés. La segunda etapa de fundaciones abarcó casi otros
setenta años (1682-1784), siendo los de Santa Mónica, Capuchinas, Santa
Rosa y la Soledad.5
La fuente principal de riqueza de los conventos fue el pago de la
dote que debía dar cada monja para su ingreso, aportación que en parte
garantizaba su manutención. En la primera mitad del siglo XVIII esa dote
fluctuaba entre 2,000 y 3,000 pesos y podía ser pagada en efectivo, o bien
subrogando a favor del convento una propiedad o un capital del padre o de
la familia, o reconociendo al convento la deuda generada por el ingreso de la
futura monja con hipoteca sobre bienes. En el siglo XVIII se consolidó su
riqueza, al convertirse en grandes propietarios urbanos por distintas vías.
El mecanismo más frecuente fue hacerse de propiedades quedándose con
los censos dados con hipoteca cuando los capitales no eran redimidos, o sea
retener la propiedad como forma de recuperar el capital invertido. De esta
forma y no obstante la crisis económica que padeció la angelópolis en esa
centuria, los conventos se fueron adueñando de la ciudad.6
En el siglo XIX las casas acumuladas por los monasterios tenían
características comunes: la mayoría se consideraron de “primera clase” en el
padrón de casas de 1832, pues su valor era superior a 3,000 pesos (el costo
de la dote) y buena parte se hallaban en el centro de la ciudad.7
La organización económica conventual fue muy sencilla en apariencia
y muy compleja en la práctica. De su administración se encargaba un
mayordomo que desarrollaba tres tareas principales: cobrar las rentas de
los inmuebles alquilados, cobrar los réditos de los préstamos otorgados, y

4 Loreto López, “La conformación de la propiedad urbana conventual en Puebla”, p. 170.


Amerlinck, op. cit., p. 15.
5 Amerlinck, idem., pp.15-16; Leicht, Las calles de Puebla, p. 426; De la Maza, La ruta de Sor
Juana, p. 90.
6 Entre 1650 y 1710 se registraron 266 censos a favor de los conventos con un valor de
620,714 pesos, de los cuales casi 60% estaba impuesto sobre haciendas y 40% sobre inmuebles
urbanos. Para 1830 el clero llegó a concentrar más de 50% del valor de la propiedad urbana.
Loreto López, “Los inquilinos de la iglesia”, pp. 20-21.
7 Loreto López, “De aguas dulces y aguas amargas”, pp. 36-56.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 37


pagar algunas cuentas.8 Cada año estos personajes rendían cuentas a la curia
de los arrendamientos y censos cada año (salvo en el caso del convento de
Santa Clara que no tenía esa supervisión y estaba sujeta a la del provincial
franciscano).9 Pero cabe mencionar aquí la observación de la doctora Loreto,
en el sentido de que el mayor problema de la administración conventual en
el siglo XIX era precisamente el cobro de las rentas a los inquilinos.10
Desde 1820 la Iglesia poblana se enfrentó en efecto a una serie de
problemas en la administración de sus propiedades, traducidos en una
baja de sus rentas. Entre los factores que más incidían en ello estuvo el
mantenimiento y conservación de los inmuebles. El pago de los impuestos
sobre la propiedad fue otro factor, y en el caso específico de la pensión de
policía el clero decidió que fuese el inquilino quien la cubriera pues era éste
el beneficiado, con lo que el problema del cobro pasó al Ayuntamiento.
Finalmente, el problema más grave para la recolección de las rentas radicó
en la solvencia y en la actitud de los inquilinos. No sólo incumplían con
el pago esgrimiendo reparaciones u otras razones, sino también dieron las
casas –especialmente las más valiosas– en continuos subarriendos, lo que
actuó en menoscabo de la responsabilidad de los pagos.
La clasificación de las casas en “mayores” y “menores” –dependiendo
de su valor, ubicación y estado material– fue un mejor medio de control
administrativo, al que la Iglesia acudió para empezar a enfrentar el problema,
pues llevó a los conventos a calcular mejor el valor de sus propiedades.
Pero esto no solucionó el problema más extendido, derivado de la pobre
condición de muchos inquilinos menores que les impedía ser puntuales
e incluso les provocaba una actitud de apatía. Por esta circunstancia sus
viviendas se deterioraban más y más, creándose un círculo vicioso que se
vio reflejado en el bajo rendimiento de los alquileres de esos inmuebles y
en su creciente deterioro. Por su lado, los inquilinos de las casas mayores
negociaban por su cuenta con las corporaciones y, si se les pedían las casas
por atrasarse en los pagos, se negaban a entregarlas bajo diversos argumentos:
por haberles hecho reparaciones cuyo costo habían desembolsado y les
8 Ser mayordomo era un puesto de prestigio y privilegio, que implicaba la aprobación del
obispo o del cabildo eclesiástico y el pago de una fianza de 4,000 pesos. Staples, “Mayordomos,
Monjas y Fondos conventuales”, pp. 131- 132.
9 Loreto López y Francisco Cervantes, “Los conventos y la clase propietaria”, p. 124.
10 Loreto López, op. cit., p. 23.

38 Legajos , número 8, abril-junio 2011


daba derecho a quedarse para esperar a recuperarlo descontándolo de las
rentas, o porque los inquilinos originales estaban haciendo negocio con lo
ajeno y subarrendaban las casas a otros inquilinos que, según aquéllos, se
negaban a pagar o a desalojarlas.11 Prohibir los “guantes”,12 disminuir el
plazo de arrendamiento por contrato y pactar éste de modo más formal,
fueron estrategias que siguió la Iglesia para disminuir esos abusos.
Así, para mediados del siglo XIX la riqueza conventual radicaba
básicamente en la posesión de una gran cantidad de bienes inmuebles,
pero esto no significó una acumulación proporcional de dinero líquido, a
disposición de dichos establecimientos.

La fallida aplicación de la Intervención

Es fácil deducir que ante estos problemas la aplicación del decreto de


Intervención fue un verdadero lío. Importa recordar que esa medida no afectó
la propiedad de los inmuebles sino las rentas por su alquiler (o los intereses
de los capitales prestados), por lo que no puso en venta las propiedades
del clero como equivocadamente lo entendió Bárbara Tenenbaum en su
famoso libro –que no por ello pierde todo el mérito que tiene–, diciendo
que “El 1º de abril [Comonfort] declaró que todos los bienes del clero de la
diócesis de Puebla fueran vendidos para cubrir los gastos de la insurrección
y los daños causados a familias por la pérdida de vidas y de propiedad”.13
Así, lo que el gobierno de Comonfort intentó hacer fue confiscar
las rentas e intereses del clero poblano, aunque en los hechos se trató
exclusivamente de las rentas, representadas por los alquileres de las casas de
los conventos y algunas otras corporaciones religiosas. Sabiéndose que esos
conventos tenían muchas propiedades, el gobierno vio el decreto como un
medio de obtener recursos para los fines que en él señaló. Pero lo que no

11 Ibid., p. 25.
12 Se llamó “guantes” a los tratos que hacían los inquilinos originales con otros, a los que
por medio de una comisión aquéllos les dejaban la habitación. Estos últimos se negaban a
desocuparlas mientras no encontraran quien les restituyera su dinero (el inquilino original u
otro nuevo).
13 Tenenbaum, México en la época de los agiotistas, p. 180. También Robert Knowlton adoptó
esta idea equivocada; así, habla de “la confiscación de propiedades de la diócesis de Puebla
suficientes para indemnizar al gobierno por el costo de la derrota de los rebeldes y pagar otras
pérdidas”. (Knowlton, op cit., p. 42).

Legajos , número 8, abril-junio 2011 39


vio fueron los problemas que había desde antes para cobrar esas rentas, y
que debía resolver la autoridad si en verdad quería captar esos recursos.
Ahora conviene preguntarnos si todas las corporaciones sufrían en
la misma medida el problema de la disminución de sus rentas, qué tan
agudo era y si hubo otras complicaciones. Los datos que hallamos en los
instrumentos notariales de Puebla nos permiten responder parcialmente a
esas cuestiones. Aunque rastreamos todas las notarías de la ciudad en el
rango de marzo a diciembre de 1856, no hallamos lo relativo a su aplicación.
Pero sí dimos con importantes documentos de la sección de “Expedientes
civiles”, que al parecer son todos los existentes sobre este asunto. Si esto
es así podemos decir que, en primera instancia, no hubo tiempo suficiente
para aplicar ese decreto por varias razones: las dificultades para saber de
inmediato cuántos y cuáles eran los bienes del clero arrendados, y por la
pronta promulgación de una ley de carácter general o nacional (la Ley Lerdo),
que hizo que la particular o local perdiese su objeto, su sentido.
Mas también hay que decir que sí se intentó aplicar dicho decreto,
comenzando por hacer una primera e ineludible tarea: una especie de censo
de los bienes susceptibles de ser afectados, de sus inquilinos, de las rentas,
del estado de los pagos y otras informaciones que se estimó pertinente
recabar. Y si bien ese censo quedó inconcluso, la consulta de los expedientes
formados tras la realización de una serie de visitas a los inquilinos, nos
permite profundizar en este tema.
Por lo general esos expedientes –uno por cada corporación– contienen
una copia del decreto del gobernador Ibarra, fechado el 1 de abril de 1856,
y otro del gobernador Traconis del 19 del mismo mes. En el primero se
comunicó la orden de intervención y en el segundo se hizo el nombramiento
de interventores y escribanos públicos que ejecutarían la medida, señalándose
la manera en que se realizaría. Con excepción de la cofradía de San Crispín,14
del convento de San Roque y del convento de Santo Domingo, los demás
expedientes incluyen una lista que es copia literal de las “liquidaciones

14 Knowlton define a la cofradía como “una asociación, generalmente de legos, establecida en


una parroquia con el propósito de honrar a un santo o de celebrar actividades piadosas, como
organizar las fiestas en honor de un santo o mantener una iglesia en buen estado”. Y agrega
algo importante: que esas cofradías “a menudo habían obtenido considerables propiedades,
especialmente en los pueblos […]”. Knowlton, op cit., p. 25.

40 Legajos , número 8, abril-junio 2011


directas” de las casas de las corporaciones y el monto de cada una de ellas,
obtenida de la Recaudación Principal de Contribuciones. Además incluyen
un certificado notarial donde se nombró a cada interventor, aunque el de San
Roque sólo contiene las hojas de visita firmadas por los interventores.15

Perfil de los inquilinos y de los inmuebles en renta

Como era de esperar la reacción del clero poblano ante la intervención


aplazó la ejecución de la medida; así por ejemplo, el 19 de junio en que se
pidió al mayordomo de la cofradía de San Crispín la lista del “estado de
entradas y salidas de caudales, gastos de culto y existencias actuales”, éste se
negó a entregarla arguyendo que “le estaba prohibido dar cualquier informe
sobre su administración”, y que “no [había] tales escrituras debido a que se
perdieron en la incursión americana”. El mayordomo de la cofradía de los
Remedios también rehusó dar todo dato y toda documentación, diciendo
que “su conciencia no se lo permite y que además no los tiene en su poder
porque están en el convento”. De igual forma el administrador de las
parroquias de San Sebastián y San Marcos rehusó dar cualquier información
porque “está gravemente enfermo de tifo”.16
Entonces, para levantar el censo los interventores visitaron directamente
a los inquilinos casa por casa. En general, las visitas siguieron la misma
fórmula: en presencia del interventor el escribano anotaba la fecha, nombre
de la calle, número de la casa, nombre del inquilino y la corporación dueña
del inmueble. Después de notificarle el objetivo de la visita y mostrar los
decretos y documentos pertinentes, el escribano anotaba el número de
piezas ocupadas, el tiempo de habitarlas, el monto de la renta y si se estaba
al corriente en los pagos; en caso contrario el inquilino debía decir desde
cuándo debía la renta. Todas las declaraciones de los inquilinos se hacían
bajo juramento y se les pedía que retuvieran las rentas en su poder hasta que
se les informara en dónde deberían depositarlas. El documento era firmado
por el interventor y el inquilino, pero si éste no sabía firmar se escribía la

15 AGNP, sección de “Expedientes civiles”, caja 235. Salvo indicación contraria, en estos
expedientes nos basamos en los siguientes dos apartados.
16 AGNP, Expediente de Intervención de los bienes pertenecientes a las parroquias de San
Sebastián y San Marcos, 19-VI-1856.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 41


leyenda “no firmó por no saber”.
Los arriendos se hacían sobre los más variados bienes e inmuebles. Lo
común fue rentar casas para habitación, ya fuese “unifamiliares” o, como
en la mayoría de los casos, “multifamiliares”. Pero también se rentaron
accesorias para montar tiendas, “covachas” para bodegas, caballerizas,
huertas y hasta lavaderos.
Se realizaron cerca de 400 visitas, aunque debemos aclarar tres
cuestiones: que no se visitaron casas de todas las corporaciones religiosas
de la angelópolis, que no puede asegurarse que en tales registros aparezcan
todos los inquilinos de las casas visitadas, y que muy lejos se estuvo de
visitar todas las casas del clero en la ciudad. No obstante desconocer cuántos
inmuebles había en Puebla para 1856, la cifras obtenidas del padrón de casas
levantado en 1832, revelaron que en esa ciudad había un total de 2,965 casas
en 305 manzanas; cerca de 50% pertenecía a la Iglesia, y de este porcentaje
el clero regular concentraba 67% de la propiedad urbana eclesiástica. El
Album Mexicano de 1849 da una cifra ligeramente superior: 3,066 casas, con
un valor de 9.322,681 pesos.17 De cualquier modo, si redondeamos la cifra
a 3,000 casas y sabemos que se visitaron cerca de 400, significa que el censo
comprendió alrededor de 13% de las casas de la ciudad. Concretamente, los
interventores alcanzaron a visitar a inquilinos de sólo siete corporaciones
que arrendaban 90 casas, como se muestra en seguida:
Considerando las visitas efectuadas como una muestra de las propiedades
CUADRO 1. CASAS VISITADAS Y CORPORACIONES QUE LAS ARRENDABAN
Corporación religiosa Casas arrendadas visitadas
Convento de Santa Teresa 25
Convento de Santo Domingo 20
Cofradía de Los Remedios 15
Convento de San Roque 12
Convento de las Capuchinas 7
Parroquia de San Sebastián y San Marcos 6
Cofradía de San Crispín 5
Total 90

17 Loreto López y Francisco Cervantes, op cit., p. 114. Citada por Contreras Cruz, La ciudad
de Puebla estancamiento y modernidad en un perfil urbano en el siglo XIX, p. 22.

42 Legajos , número 8, abril-junio 2011


en renta que tenía el clero de Puebla, y como un recurso para tener idea del
problema de este tipo de arrendamiento y una aproximación a las rentas
percibidas por la Iglesia por este concepto, hay que profundizar ahora en el
análisis de los datos y preguntarse ¿qué casas se visitaron específicamente?,
¿cuántos inquilinos vivían en ellas?, ¿quiénes eran los arrendatarios?
inquietudes a las que intenta responder el cuadro siguiente:
En total se visitaron 378 inquilinos, aunque en realidad se realizaron 381

CUADRO 2. CASAS, INQUILINOS ENTREVISTADOS Y NÚMERO DE INQUILINOS POR CASA*


Corporación Número de inquilinos Inquilinos
y casas visitadas por casa entrevistados
Convento de Santa Teresa
Calle Santa Teresa 12 y 14 José Leonardo Torija 1
Id. Santa Teresa 10 Joaquín Ceras 1
Id. Cholula 11 Agustín Dasque 1
Id. Tecali 11 Ignacio Pozos 1
Id. Cholula 9 Mª de la Luz Osorio 1
Antonina Ayala de la
Id. Solarito 3 1
Mata
Id. Márquez 11 Soledad Azpide y otros 7
Id. Cost. San Juan Josefa Cabrera 1
de Dios 7
Id. Horno de Vidrio 19 Juan Rodríguez 1
Id. Merino 4 Manuel Isunza 1
Id. Morados 17 Manuel Avelleyra 1
Id. Fuentes 4 Luis Zapata y otros 7
María de la Luz
Id. Miradores 17 3
López y otros
Id. Cholula 6 Miguel Alatriste 1
Id. Cuarta Nacional 8 Marcos Ortiz y otros 8
José Mª. Fdez
Id. Cholula 8 1
Mantecón y otros
Id. Cerrada San Agustín 18 Mariano Buenabad 1
Id. Santa Teresa 19 Luis Zavaleta 1
Id. Horno de Vidrio 21 Soledad Flores 1

Legajos , número 8, abril-junio 2011 43


Corporación Número de inquilinos Inquilinos
y casas visitadas por casa entrevistados
Manuel Rodríguez
Id. Solarito 3 20
y otros
Id. Horno de Vidrio 17 Luis Zavaleta 1
Id. Cost. San Juan de Dios 8 Josefa Cabrera 1
Id. Estanco de Hombres 4 Antonio Osio y otros 5
Total 67
Convento de Santo Domingo
Calle Costado de Sto. Francisco Gómez 1
Domingo 7
Id. Costado de Sto. José Mª Fernández 1
Domingo 9 Ortega
Id. Costado de Sto. Antonia Gallardo 10
Domingo 11 y otros
Id. Espíndola 2 Miguel Bonilla 1
Id. Caporala 13 Luisa Moreno 1
Id Callejón de Jesús 11 Eusebio García 1
Soledad Covarrubias
Id. Callejón de Jesús 15 4
y otros
Id. Tlahuelito 12 Lucía Noriega y otros 4
Id. Puente de Ovando 9 Miguel Ruíz y otros 16
Rosalía Galindo
Id. Puente de Ovando 11 9
y otros
Id. Puente de Analco 2 Josefa Villegas 1
Mª. Ignacia Sánchez
Id. Puente de Analco 18 9
y otros
Id. Alfaro 15 Mª. Josefa Yáñez 1
Id. Zambrano 6 Ana Joaquina Pérez 1
Id. Zambrano 4 Ana Álvarez 1
Id. Esq. Zambrano s/n José de la Luz Castillo 1
Id. Merino 1 Trinidad Guarneros 1
Id. Merino 3 Miguel Benavides 1
Id. Zambrano 2 Isabel del Río 1
Id. Zambrano 8 Bernarda García 1
Total 66

44 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Corporación Número de inquilinos Inquilinos
y casas visitadas por casa entrevistados
Cofradía de Los Remedios
Calle Loros 4 Teodora Bonilla y otros 11
Id. Guadalupe 5 José María Orrego 1
Ignacio María
Id. Portería San Agustín 1 11
Rodríguez y otros
Id. Obligación 2 José María Ávila y otros 8
María de la Luz Reyes
Id. Tecajete 5 15
y otros
Hipólito Quintero
Id. Arbolito 9 34
y otros
María Dolores Olvera
Id. Arbolito 11 22
y otros
Id. Mal Natural 13 Santos Vásquez y otros 9
Id. Mal Natural 17 Ignacio Vargas 1
Id. Mal Natural 15 Manuel Flores 1
Id. Mal Natural 19 Leandro Durán y otros 16
Id. Mesón de Loza 11 Inés Madrid y otros 11
Id. Puente de Ovando 7 Felipa Rosales 1
Id. San Marcos 3 Miguel López 1
Id. Noviciado 1 Juan Romero 1
Total 143
Convento de San Roque
Calle Acequia del Parián 12 Juan Vargas Machuca 1
Apolonio Hernández y
Id. Aduana Vieja 18 12
otros
Id. Plazuela de Román 19 Guadalupe Romano 1
Id. Luz 15 Guadalupe Romano 1
Accesoria de la calle José María Jiménez 1
de San Roque
Accesoria de la calle Pascual Menéndez 1
de San Roque
Id. Carrillo 9 Francisco Henestrosa 1
Id. San Martín 6 Luis Alencaster 1
Id. Mesones 1 Agustín Pardo 1

Legajos , número 8, abril-junio 2011 45


Corporación Número de inquilinos Inquilinos
y casas visitadas por casa entrevistados
Id. Tlahuelito 15 Josefa Madrid y otros 13
Francisca Fernández y
Id. Caporala 14 9
otros
Id. Guadalupe 7 Manuel Márquez 6
Total 48
Convento de las Capuchinas
María Josefa Rosete
Calle del Deán 3 4
y otros
Id. Gallos 16 Teresa Castildeoro 2
María de la Luz
Id. Zambrano 11 1
Cereceda
Id. Zambrano 9 Miguel Rojano 1
Teodora Ahumada
Id. Zambrano 13 1
de García
Id. Tepetlapa 3 Luz Castillo 1
Id. Cuernito 14 Luciana Cadena 1
Total 11
Parroquia de San Sebastián y San Marcos
Calle Plazuela de San José María Lezama 3
Agustín 5 y otros
Id. Rastro 10 Cristóbal Oaxaca 1
Id. Capilla Dolores 11 Librado Larios 1
Id. Mesón de Loza 9 María de la Luz Cadena 5
Id. Plazuela del Parral 1 Felipa Romero y otros 14
Id. Damas 3 y 5 Bonifacio Paredes 1
Total 25
Cofradía de San Crispín
Margarita González
Calle Alfaro 23 6
y otros
Guadalupe Vargas
Id. Gallos 22 4
y otros
Id. Baño de Carreto 4 Manuel Aldaco 1

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Corporación Número de inquilinos Inquilinos
y casas visitadas por casa entrevistados
Cofradía de San Crispín
Id. Baño de Carreto 2 Ignacio González Mota 1
Id. Tomé 1 Rafael Rosete y otros 6
Total 18
TOTAL GENERAL 378
* En este cuadro modernizamos y corregimos la ortografía, y siempre que nos fue posible
corregimos apellidos como a nuestro parecer deben ser escritos (por ejemplo: Mantecoa por
Mantecón; Pareces por Paredes).

visitas pues 3 de ellos estaban en situación irregular. La casa 12 de la Sacristía


de las Capuchinas originalmente apareció en la lista de recaudaciones de los
bienes de ese convento, pero al hacer la visita el inquilino Manuel Ortíz de
Motellano informó al interventor que la renta se la pagaba al señor Rafael
Isunza –de conocida familia de políticos–, quien era el dueño según dijo.
Otro caso fue el de la casa 6 de la calle Cholula, cuyo inquilino, Miguel
Alatriste –el conocido liberal que fue más tarde gobernador y pereció
fusilado–, señaló que le pagaba la renta a Domingo Vargas Machuca, pues
éste se la había arrendado.18 En la misma casa se encontró al señor Vargas,
quien explicó que primero tomó la casa arrendada al convento, pero que
luego él la alquiló a Alatriste y se encargaba de cobrarle el alquiler, para
después pagar al convento (de aquí que en el registro de visitas apareciese
esta casa dos veces). Un caso excepcional fue el de Apolonio Hernández,
inquilino principal de la casa de Aduana Vieja 18, del convento de San
Roque, quien dijo pagar 40 pesos de renta mensuales, pero que de ellos
pagaba 18 a José Morfi y Gamboa y 12 a Concepción Vargas. No aparece el
motivo de esta situación pero no se alteró el número de visitas, pues la de
esta casa se asentó una sola vez.
Como se puede ver, la corporación que más casas visitadas tuvo fue el
convento de Santa Teresa, pero no era la que más inquilinos tenía en ellas,
pues de las 23 visitadas sólo en 5 vivían más de una familia, siendo el total de
67 inquilinos y el promedio de 3 por casa. En contraste, la cofradía de Los

18 Peral, op. cit., pp. 25-26.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 47


Remedios albergaba a 153 inquilinos en sólo 15 propiedades, debido a que
9 de éstas estaban ocupadas de forma multifamiliar; por eso el promedio de
moradores por casa era de poco más de 10 individuos. Así, mientras que en
las casas visitadas del convento de Santa Teresa no había hacinamiento, en las
de la cofradía de Los Remedios lo había en buen grado.19
Casos opuestos serían todos los que aparecen con la cifra 1 en la columna
“inquilinos entrevistados” en el cuadro 2. Esto no significa que en esas casas
viviese una sola persona, sino más bien una sola familia, como las de Agustín
Dasque y Josefa Cabrera, arrendatarios del convento de Santa Teresa; José de
la Luz Castillo y Trinidad Guarneros (convento de Santo Domingo); Ignacio
Vargas y Felipa Rosales (cofradía de Los Remedios), Cristóbal Oaxaca y
Librado Larios (parroquia de San Sebastián y San Marcos), y Manuel Aldaco
e Ignacio González Mota (cofradía de San Crispín), entre otros.
En contraste, en la casa del Arbolito 9 de la cofradía de Los Remedios
vivían 34 inquilinos, aunque no pensamos que fuesen individuos sino
también familias. Pero ni aun considerando que esa casa tenía 29 cuartos y
8 accesorias disminuiría el obvio hacinamiento, pues el promedio sería de
poco más de 1 familia de inquilinos en cada uno de los 37 espacios alquilados.
En situación similar estaba la casa del Puente de Ovando 9, donde vivían
16 inquilinos, en una casa que tenía 23 cuartos, 2 hortalizas, una caballeriza
y una accesoria, con un promedio de 1.6 familias en cada uno de los 27
espacios alquilados. Así constatamos que respecto a la ocupación de los
inmuebles del clero había casas “unifamiliares” y otras “multifamiliares”, y
que en este último caso también se hallaban otros espacios más reducidos,
sobre todo las “piezas” o “cuartos”.
El precio de las rentas estaba determinado por el tamaño del inmueble
rentado, la ubicación y el estado de conservación. La falta de pago se
traducía en la falta de mantenimiento de los espacios habitados, y por
consecuencia en la disminución del valor de las casas. Esto se puede deducir
a partir del ejemplo de la mencionada casa de la cofradía de Los Remedios,
que tenía rentas muy bajas –dependiendo del espacio, de su lugar dentro
del inmueble y del uso a que estuviera destinado– probablemente por su

19 No obstante, en la primera mitad del siglo XIX había un hacinamiento mayor, de 13.4
habitantes en cada casa perteneciente a corporaciones religiosas. Loreto López, op. cit., p. 32.

48 Legajos , número 8, abril-junio 2011


ubicación, ya que se situaba en la entonces periferia de la ciudad, así como
también al deterioro que quizás sufría por la gran cantidad de personas que
allí moraban.
Aunque en los registros no se especifica con qué servicios contaban las
viviendas, es lógico pensar que entre más alejadas era más difícil que contaran
con el beneficio del agua, porque esto sería una condición que elevaría las
rentas. En el caso de la casa de la calle Cholula 9, del convento de Santa
Teresa, se entiende que fue de primera clase debido a su ubicación (a dos
calles de la Plaza de armas o principal). Por esto es probable que contara
con servicio de agua y que el precio de la renta cubriera el mantenimiento
y la conservación del inmueble. Además, ocupar una casa en forma
unifamiliar implicaba cierta solvencia o cierto nivel económico y social de
sus inquilinos.
Por lo general el pago de la renta se hacía mensualmente, mas hubo
algunos registros que indican que se podía pagar por años adelantados,
como lo hacía María de la Luz Osorio, quien pagaba una elevada renta de
2,580 pesos 44 reales anuales (en promedio $215 al mes).También había
arrendamientos por medios años y por cierto número de meses, aparte del
caso de una señora (María de la Luz Cereceda, inquilina de la casa 11 de la
calle de Zambrano, del convento de Capuchinas), quien si bien tenía pactado
un determinado pago mensual, lo iba dando en “abonos semanarios”. Dada
la variedad de la periodicidad de los pagos del alquiler, en el siguiente
cuadro los unificamos a renta por mes, para ofrecer una idea menos caótica
de los precios en los inmuebles visitados, agrupándolos en orden creciente
en siete categorías o rangos; además de una categoría adicional, conformada
por situaciones en que el precio no se supo en unos casos y en otros era
nulo (por ocuparse los inmuebles gratuitamente).

Legajos , número 8, abril-junio 2011 49


CUADRO 3. MONTOS DE LOS ALQUILERES DECLARADOS EN LOS INMUEBLES VISITADOS
Rangos de rentas por mes *
No sabe
51 a 101 a o no
Corporación 1 a 10 11 a 20 1 a 10 11 a 20 21 a 50
100 400 paga
reales reales pesos pesos pesos
pesos pesos

Convento 22
de Santa 18 8 1 4 1 3 7
4
Teresa
Convento 20 1
de Santo 4 24 11 4 4
Domingo
Cofradía 38
de Los 86 9 1
5 5
Remedios
Convento 1
de San 4 10 24 2 4 4
Roque
Convento 3 1
de las 4 2 1
Capuchinas
Parroquia
de San 4
11 7
Sebastián y 2 1
San Marcos
Cofradía de 5
10
San Crispín 1 2 1
* 8 reales = 1 peso. En los espacios donde aparecen dos cifras, la superior se refiere al alquiler
de inmuebles menores, y la inferior a la de casas solas.

En las casas donde vivían varias familias, las rentas dependían del número de
habitaciones y por supuesto su ubicación. En el caso del convento de Santa
Teresa, por una pieza o cuarto se pagaban desde 6 reales hasta 10, o sea 1
peso con 2 reales (calles Cuarta Nacional 8 y Marqués 11, respectivamente).
El convento de Santo Domingo percibía rentas por cuarto o pieza desde 9
reales (costado de Santo Domingo 11) hasta 13 pesos 4 reales (Tlahuelito
12). Las casas visitadas de la cofradía de Los Remedios iban desde 4 reales
(Loros 4) hasta 1 peso (Obligación 2), pero los cuartos de la casa del Arbolito
9 rentaban entre 4 y 12 reales, en tanto las “accesorias” costaban entre 6

50 Legajos , número 8, abril-junio 2011


reales y 1 peso. Respecto a la parroquia de San Sebastián y San Marcos, las
rentas para cuartos y accesorias variaban entre 6 reales mínimo y 1 peso
máximo (Mesón de Loza 9).
Como ha observado Rosalva Loreto, en las casas de dos pisos los
espacios superiores eran generalmente más caros. Así, la planta alta de
una casa ubicada en la Portería de San Agustín 1 rentaba 6 pesos, y la del
Estanco de Hombres 4 tenía un alquiler de 30 pesos. En Tlahuelito 12,
las piezas bajas se alquilaban por 10 pesos. No pasa desapercibido que los
ejemplos anteriores de rentas de plantas altas se refieren a casas más o
menos céntricas, en tanto que el de la planta baja se refiere a un inmueble
lejano. De modo que aparte del tamaño de la casa o de los espacios, y de su
grado de conservación, las rentas también variaban por la mayor o menor
altura de los espacios, y por su ubicación precisa en la traza urbana.
Las casas no sólo se alquilaban como vivienda. Las accesorias, que eran
piezas en plantas baja con entrada por la calle, solían usarse para comercios.
Algunos ejemplos serían los de Aduana Vieja 18, en donde se hallaban
una sillería, una rebocería y una tienda de ropa, esta última rentada por
Carlos Díaz de Guzmán en $9 al mes. Una pulquería en la accesoria de
la calle Loros 4 pagaba 3 pesos. En la casa 1 de la Plazuela del Parral el
alquiler de las accesorias era diferenciado, pues variaba de 6 a 18 reales.
Las del convento de Santa Teresa pagaron desde 9 reales (calle del Marqués
11), hasta 3 pesos 4 reales (Solarito 3). Es obvio que la cercanía o lejanía
del inmueble, su estado de conservación y el tamaño de estos espacios,
determinaban el precio de su alquiler.
Las corporaciones también rentaban caballerizas, como la de la Cuarta
Nacional 8, alquilada a Ignacio González, quien pagaba 4 reales; o la de
Puente de Ovando 9, por la que un hombre pagaba 12 reales. Entre los
inmuebles visitados también aparecieron “salas” (como una en la calle del
Estanco de Hombres 4, rentada por 30 pesos a Antonio Osio), hortalizas y
lavaderos (por ejemplo dos hortalizas en Puente de Ovando 9, a nombre de
Alejandro Victorio, quien las alquilaba por 3 pesos al mes). En el 16 de la
calle de Gallos Desiderio Guarneros rentaba unos lavaderos por 3 pesos.
Había inquilinos que aparentemente no pagaban renta porque la
respectiva corporación les adeudaba dinero por reparaciones a las casas, que
ellos habían costeado con cargo a la misma. Así lo hacían varios inquilinos

Legajos , número 8, abril-junio 2011 51


del convento de Santa Teresa, como Ignacio Pozos (Tecali 11), quien había
invertido 2 mil pesos en reparaciones; Manuel Isunza (Merino 4), quien
sólo dijo que eran “ciento y tantos pesos” lo que había gastado, y Mariano
Buenabad (cerrada de San Agustín 18), quien informó haber desembolsado
aproximadamente 1,800 pesos. Otro caso igual fue el de Guadalupe
Romano, inquilina de la casa 19 de la Plazuela de Román (convento de
las Capuchinas), quien dijo pagar $15 mensuales de renta, de los cuales
descontaba 2 pesos por “reposición de la casa”.
Al parecer estos arrendatarios hicieron mejoras urgentes como
consecuencia de los disturbios del sitio que sufrió la ciudad a principios
de 1856, y con la aplicación de la Ley de Intervención es probable que
las corporaciones no tuvieran los fondos ni el tiempo o la autoridad para
ejecutar dichas reparaciones. Pero también es posible que las reparaciones
se estuvieran efectuando con anterioridad y el consentimiento de aquéllas.
Como vemos, se trataba de 4 casas (céntricas), lo que quizás significara el
elevado monto de su reparación, aunque sus ocupantes no presentaron
ante el interventor ni los recibos u otros comprobantes que justificaran los
desembolsos hechos.
En otros inmuebles no se pagaba renta debido a diversos motivos;
algunos porque eran ocupados por clérigos y otros por conserjes o
“caseros”. No obstante, conviene observar que por exención de rentas no
parece que las corporaciones perdieran gran cosa, pues los casos hallados
sólo sumaron poco más de dos decenas (6% de los inmuebles visitados).
Los datos referentes a este arrendamiento gratuito se condensan en el
cuadro número 4 .
Los conserjes o “caseros” se encargaban de limpiar las áreas comunes,
de mostrar las piezas para su renta, de cobrar ésta, de entregar cuentas
al cobrador o al mayordomo de la corporación y de informarles cuanto
afectara a la propiedad. Por lo regular eran mujeres y por tales servicios se
les daba gratuitamente una pieza para que la ocuparan, aunque hubo casos
en los que ocuparon más, teniendo entonces que pagar la renta adicional
(como Pedro Juárez, quien pagaba 7 reales por un cuarto extra en Tomé 1).
Como dijimos, a ciertos miembros de la Iglesia también se les dio
alojamiento gratuito o se les permitió gozar de otros inmuebles sin pago
alguno, como la cochera del convento de las Capuchinas que utilizaba el

52 Legajos , número 8, abril-junio 2011


CUADRO 4. INQUILINOS EXCEPTUADOS DEL PAGO DE RENTA
Piezas
Corporación e Casas o inmuebles
Domicilio que
inquilino que ocupan
ocupan
Convento de Cuarta Nacional
Santa Teresa 8
Susano 1 1
Santa Teresa 19
Bracamontes 1
Horno de Vidrio
Luis Zavaleta 17
Luis Zavaleta
Convento de Puente de
Santo Domingo Ovando 11 1
Josefa Rentería Puente de 1
Soledad Palacios Ovando 9
Cofradía de Los
Remedios Loros 4 1
Dolores Cortez Obligación 2 1
Juan Derrucal Tecajete 5 1
José de la Luz Arbolito 9 2
Acevedo Arbolito 11 1
Dolores Flores Mal Natural 13 2
Isabel Rivera Mesón de Loza 2
Sin Nombre 11
Carmen Narváez
Convento de San
Roque Tlahuelito 15 1
Ignacia García Caporala 14 1
Claudio Caporala 14 1
Valenzuela
Convento de las
Capuchinas Dean 3 1
Pedro Echavarri
Parroquia de San
Sebastián y San Plazuela del 1
Marcos Parral 1
Bartola Franco
Cofradía de San
Crispín Alfaro 23 1
Margarita Gallos 22 1
Balbuena Tomé 1 1
Ana Pacheco
Pedro Juárez
TOTALES: 20 3

Legajos , número 8, abril-junio 2011 53


deán de la catedral Pedro Echavarri, muy cerca de ese templo. Al presbítero
Luis Zavaleta se le permitió ocupar no sólo una sino dos casas, propiedad
del convento de Santa Teresa: una en la calle del propio convento (Santa
Teresa 19), y otra un poco más alejada, en la calle del Horno de Vidrio 17.
Este clérigo debe haber sido un personaje muy importante para el convento.
Como sea hay que decir que según los registros este convento fue el que
tuvo más casas “unifamiliares”: 18 (contra 5 “multifamiliares”).

Los problemas del arrendamiento: abuso, indolencia, pobreza y


benevolencia

La falta de pago de las rentas fue un problema tan agudo que más de la mitad
de los inquilinos visitados eran “morosos”, como se aprecia en este cuadro:
CUADRO 5. INQUILINOS MOROSOS POR CORPORACIÓN
Meses de renta adeudados
Corporación De 1 De 6
11 o más No recuerda Total
a5 a 10
Convento de
Santa Teresa 47 7 54
Convento de
Santo Domingo 4 1 12 17
Cofradía de
Los Remedios 75 2 1 14 92
Convento de
San Roque 2 2
Convento de
las Capuchinas 2 3 5
Parroquia de San
Sebastián y San Marcos 7 2 1 3 13
Cofradía de 1 1 1 3
San Crispín
Total 136 6 2 42 186

De los 378 inmuebles visitados, hay que descontar 23 cuyos inquilinos


estaban exentos de renta y 5 que no pagaban porque los conventos les

54 Legajos , número 8, abril-junio 2011


debían dinero por reparaciones. El resultado sería 350 casas o inquilinos
que debían pagar su alquiler, pero si nos fijamos en el cuadro anterior había
186 que al momento de la visita presentaban retraso en sus pagos: 53% del
grupo que debía pagar renta, lo que significa que menos de la mitad (47%)
estaban al corriente en sus pagos.
Pero en el cuadro anterior también se observa que había de morosos a
morosos, pues la mayoría (casi 40%) debían menos de 5 meses de renta y sólo
unos cuantos debían más (entre 6 y 11 meses), aunque 22% de los morosos
ni siquiera recordaba cuántos meses debía. Si nos detenemos a examinar
las congregaciones más afectadas, salta a la vista que casi la mitad de los
morosos vivían en casas de la cofradía de Los Remedios, 29% en casas del
convento de Santa Teresa, 9% en casas del convento de Santo Domingo,
casi 7% en inmuebles de la parroquia de San Sebastián y San Marcos, 2.6%
en casas del convento de las Capuchinas, siendo la corporación menos
perjudicada el convento de San Crispín porque sus inquilinos morosos sólo
eran 1.6% del total.
Entre los inquilinos más morosos, que adeudaban de 6 a 11 meses de renta,
estaba José Joaquín Bromo, quien ocupaba dos piezas en la casa 2 de la calle
Obligación, cuyo alquiler era de 18 reales; al momento de la visita informó
que su deuda ascendía a 20 pesos. La señora Ana Albuquerque también se
contaba en este grupo; rentaba una pieza por 11 reales en la plazuela del
Parral 1 y a la fecha de la visita debía también 20 pesos.
En la penúltima columna del cuadro 5, tres de los inquilinos que no
recordaron cuánto debían dijeron no saberlo porque su apoderado, el
señor José María Carreto, se encargaba del asunto. Todos ellos alquilaban
inmuebles del convento de Santo Domingo y sus nombres eran: Luisa
Moreno (casa 13 en calle de la Caporala), Josefa Fernández y Dolores
de la Chanse. Pero quitando a estos tres arrendatarios, hubo 39 que no
“recordaron” los montos de sus adeudos. Este grupo representa 22.5%
del total de los inquilinos morosos; muchos de ellos vivían en la cofradía
de Los Remedios (14), aunque para el número total de los que le debían
rentas (92), no era un número muy elevado. En contraste, en el convento
de Santo Domingo la situación era más alarmante, pues de sus 17 deudores,
12 estaban dentro de esta categoría, es decir, 70%.
Pero ¿a qué se debía que tantos inquilinos fuesen morosos? Esta

Legajos , número 8, abril-junio 2011 55


situación pudo estar condicionada por un alto grado de pobreza, pero
también por mala voluntad de esos arrendatarios, que bien pudieron ver la
oportunidad de no cumplir sus compromisos. También es posible que las
fallas en el cobro fuesen un factor de peso, o que ciertos inquilinos –los que
no recordaban su adeudo– mintieran a los visitadores por diversas razones
(por ejemplo para ocultar que debían cierto número de meses de renta,
optando mejor por decir que no recordaban cuántos).
Un indicio de la precaria condición de los inquilinos aparece en los
registros. La mayoría no firmó el documento que hacía constar la visita.
Cuántos firmaron y cuántos no, y de qué corporación eran los inmuebles en
que vivían se observa en el cuadro que sigue:
CUADRO 6. SUPUESTO GRADO DE ALFABETISMO/
ANALFABETISMO EN LOS INQUILINOS ENTREVISTADOS

Inquilinos Inquilinos Inquilinos que


Corporación que no firmaron
entrevistados firmaron por no saber
Convento de Santa 67 14 50
Teresa
Convento de Santo 66 5 61
Domingo
Cofradía de Los 143 9 134
Remedios
Convento de San Roque 48 13 35
Convento de 11 5 6
Capuchinas
Parroquia de San 25 2 23
Sebastián y San Marcos
Cofradía de San Crispín 18 0 18
Total 378 48 330

Vemos que el número de inquilinos que no supieron firmar es alto, ya que


de las 378 visitas efectuadas no aparece su firma en 330 sino la leyenda
anotada, lo que representa una elevada proporción de 87%. En primera
instancia esto significaría que muy pocos sabían firmar, y en consecuencia
que muy pocos sabían leer y escribir (13%). No sabemos el grado de

56 Legajos , número 8, abril-junio 2011


analfabetismo que por entonces dominaba entre la población del país, del
estado o de la ciudad, pero si tenemos en cuenta que en 1895 85% de los
habitantes del país ignoraban el abecedario,20 no sorprende que cuarenta
años antes en Puebla fuese en torno de 87%. Sin embargo, como no saber
firmar no necesariamente significaba que no sabían leer y escribir, en el
cuadro hablamos de supuesto grado de alfabetismo o de analfabetismo en los
arrendatarios entrevistados.
Por otra parte habría que analizar con más cuidado los datos para
correlacionar los montos de las rentas, el tipo de espacio en alquiler y la
clasificación espacial de cada inmueble en la traza de la ciudad, con el dato
de si la persona firmó o no firmó. Podríamos saber así si los inquilinos de
las rentas más bajas (sobre todo los que vivían en cuartos o piezas) y de las
casas más alejadas del centro de la ciudad, mostraron una tendencia mayor a
no firmar, como creemos que pasó. Esto porque pensamos que quienes no
firmaron y por lo tanto no estaban alfabetizados, eran los que vivían en los
espacios más reducidos y más alejados, o sea, que los inquilinos más pobres
eran los más analfabetas. En la casa 9 de la calle del Arbolito, que por su
número de cuartos y moradores no era sino una “vecindad”, el arrendatario
de las accesorias 7 y 8, Santiago Vicario, fue el único que firmó y estaba al
corriente en el pago de la renta.
Pero también se puede pensar que la falta de tantas firmas tuviese
otra causa, al menos en parte: que por ser católica la inmensa mayoría de
los vecinos de la urbe, algunos no firmaran por temor a la situación que
originó la intervención, tratando de no perjudicar a la corporación que les
rentaba el espacio donde vivían o tenían sus negocios. Un ejemplo pudiera
ser el inquilino de la casa 13 de la calle del Mal Natural de la cofradía
de Los Remedios, quien no dio su nombre pese a reconocer que era el
arrendatario.
Por último, un aspecto que resulta de gran importancia son las fechas
en las que se hicieron las visitas. Aunque su objetivo fue cumplir con el
decreto de intervención del 31 de marzo de 1856 y el reglamento del 19 de
abril del mismo año, también sirvieron para verificar la posesiones de las
corporaciones eclesiásticas, el número de inquilinos que alojaban, la renta

20 Bazant, “La educación”, p. 231.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 57


que dichas corporaciones ganaban con cada una de ellas, e incluso la cantidad
de vecinos que estaban al corriente en sus pagos y la de los que estaban
atrasados. En fin, para saber cuántos bienes tenían y cuánto percibían por
alquilarlos. Estas visitas sólo tuvieron un carácter informativo, ya que en
ningún registro aparece la entrega de dinero por parte de los inquilinos a los
interventores, ni éstos pidieron la entrega o el desalojo de los inmuebles que
tuvieran rentas atrasadas. Por lo pronto veamos las fechas de tales visitas:

CUADRO 7. FECHAS DE LAS VISITAS EFECTUADAS A LOS INQUILINOS


POR LOS INTERVENTORES

Corporación Fechas de las visitas


Convento de Santa Teresa Del 27 V 56 al 10 VI 56
Convento de Santo Domingo Del 14 VII 56 al 15 VII 56
Cofradía de Los Remedios Del 11 VI 56 al 20 VI 56
Convento de San Roque Del 17 VI 56 al 19 VII 56
Convento de las Capuchinas Del 16 VI 56 al 17 VII 56
Parroquia de San Sebastián Del 19 VI 56 al 25 VI 56
y San Marcos
Cofradía de San Crispín Del 19 VI 56 al 26 VI 56

Como se puede observar, aunque la ley se decretó a fines de marzo y su


reglamento a mediados de abril, las visitas no comenzaron a realizarse sino
hasta pasado más de un mes. En concreto se efectuaron en tres meses
(del 27 de mayo al 19 de julio), siendo junio el mes en que hubo más. El
convento de Santa Teresa fue la corporación con cuyas casas se iniciaron
las visitas y la que contaba con el mayor número de casas visitadas. Sus
67 inquilinos fueron entrevistados en un lapso de 15 días: poco más de
4 en promedio por día, lo que sugiere que el interventor y el escribano
las hayan planificado. Además hay que tomar en cuenta que no todas las
casas estaban en el centro de la ciudad; como vimos algunas estaban en
la periferia, inclusive al otro lado del río de San Francisco, como la casa
situada en la calle del Cuernito 14, o la de la calle de Tomé 1 (a un costado
de la Iglesia de la Cruz, en el barrio indígena del mismo nombre).
En las casas visitadas del convento de las Capuchinas se entrevistó a 11
inquilinos en 32 días (casi 3 visitas diarias en promedio). Las de la parroquia

58 Legajos , número 8, abril-junio 2011


de San Sebastián y San Marcos se visitaron en 7 días (3.5 visitas al día en
promedio); y las del convento de San Crispín se visitaron en 8 días (poco más
de 2 visitas por día). Más apresuradas fueron las 66 visitas a casas del convento de
Santo Domingo, efectuadas en sólo dos días (en promedio 33 visitas por día).
Del convento de San Roque las 48 visitas que se hicieron se verificaron en 3
días (16 por día en promedio), y de la cofradía de Los Remedios se realizaron
143 visitas en 10 días (promedio de 14 visitas por día).
Llaman la atención las visitas a las propiedades del convento de San Roque.
Estas se realizaron entre los días 15 y 19 de julio, tratándose de 12 casas que
generaban pocas rentas y sólo tenían 2 inquilinos morosos. Posiblemente por
estas circunstancias fue que el interventor, Francisco Goyhene (interventor
en casi todos los inmuebles visitados, salvo de los conventos de Santa Teresa
y Santo Domingo), decidió que fueran las últimas que se visitaran. Todavía
el 19 de julio se visitaron casas de este convento; esto es, después de casi un
mes de haberse promulgado otra ley que afectó los bienes eclesiásticos ya no
sólo de Puebla sino de todo el país: la Ley Lerdo.
Si al emitirse esta última ley perdió vigencia la de intervención, ¿qué
objeto tenía seguir realizando las visitas? Sin duda ya se sabía la existencia de
la Ley Lerdo y aun así se prosiguieron las visitas de modo tan extemporáneo.
Quizás se continuó para cumplir algún calendario o plan fijado de antemano,
o porque no estaba de más hacerlas, pues al conocer mejor la situación de
los bienes del clero se facilitaría aplicar la nueva legislación.

Reflexiones finales

Para este estudio, consideramos que el análisis de los expedientes hallados


nos permitió tener un perfil relativamente definido de los inquilinos de
la Iglesia, y sobre todo de los problemas que para el clero representaba
explotar sus propiedades por arrendamiento. Dado el retraso de la mayor
parte de los inquilinos visitados en el pago de las rentas aun siendo
bajas muchas de ellas, y dado un supuesto alto grado de analfabetismo
entre esos vecinos, nos inclinamos a pensar que la mayoría era gente de
precaria condición económica. Pobreza e ignorancia bien pudieron ser
originadas por la marginación, la falta de empleo y de oportunidades en
una sociedad elitista como la angelopolitana, aunque también es posible

Legajos , número 8, abril-junio 2011 59


que los mayordomos y otros cobradores no hayan desempeñado muy bien
sus labores. Otra causa del problema de las rentas es la actitud benigna que
las corporaciones religiosas tenían con sus inquilinos morosos y la falta de
exigencia a los encargados de ser más eficientes en su trabajo. Si tenemos
en cuenta que los réditos que cobraba la Iglesia en general por capitales
prestados eran los más bajos (5% anual), que con ella mucha gente que
los solicitaba estaba endeudada y que los plazos que daba para redimir los
capitales eran muy largos y a veces indefinidos, podemos entonces entender
mejor que parte del problema del atraso en las rentas era la propia Iglesia,
por su descuido o su benevolencia. R. Knowlton dice, en efecto, que
si bien la Iglesia había abusado con el diezmo y las obvenciones, y sus
altos dignatarios disfrutaban de muy altos ingresos, por otro lado, “hacía
mucho bien con sus riquezas [...ya que...] mantenía hospitales, escuelas,
asilos, orfanatos, misiones [y] todo tipo de obras para el bien común”.
Como prestamista era “generalmente comprensiva”, y sus corporaciones
“alquilaban sus propiedades a tasas razonables poniéndolas al alcance de
los pobres”. Y agrega que “como acreedora, la Iglesia sólo exigía pagos
atrasados con intereses en circunstancias extraordinarias”.21
De este modo, los datos de los registros nos permiten explicar por qué
las corporaciones de la segunda diócesis más importante de México, siendo
tan ricas en bienes, no tenían capitales líquidos tan abundantes como se
creía o se esperaba. También permiten explicar cómo pudo haber sido
afectada con el decreto de intervención, pero no lo fue porque el atraso de
las rentas no permitió al gobierno liberal de Comonfort hacerse de todos
esos recursos. Simplemente porque no los había, en una gran proporción.

Fuentes

AGNP Archivo General de Notarías del Estado de Puebla.

21 Knowlton, op. cit., p. 34.

60 Legajos , número 8, abril-junio 2011


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62 Legajos , número 8, abril-junio 2011


EL CABILDO DE SAN LUIS POTOSÍ
Y EL PROYECTO PARA EMITIR TLACOS, 1790

Ma. Ángeles Cortés Basurto*

Introducción

U n problema constante a lo largo del período colonial fue la escasez de


moneda fraccionaria legal para las transacciones comerciales al menudeo; ello
obligó a la población a utilizar signos de cambio informales, recurriéndose
principalmente a los granos de cacao, la plata sin ensayar y los tlacos.
Los tlacos eran pequeños pedazos de cobre, sin figura determinada. Eran
emitidos por los dueños de los tendejones o pulperías, y tenían un sello
acuñado para distinguir a qué pulpería pertenecían. Se trataba de un medio
de cambio informal, ya que las autoridades novohispanas no emitieron
ningún numerario oficial de cobre en Nueva España hasta 1807.1 Sin
embargo, las autoridades locales normaron su emisión y circulación, para
evitar los abusos de los pulperos, sin que ello representara una oficialización
de la acuñación.
Si bien, la Casa de Moneda de México era la única institución que podía
emitir moneda, los ayuntamientos autorizaron y regularon la emisión de mo-
neda fraccionaria no oficial por parte de particulares. La acuñación de
moneda era un privilegio del rey que podía conceder a particulares; pero era
una concesión y no un derecho que se pudiese arrogar el particular. En el
caso del ayuntamiento de San Luis Potosí, éste daba licencias a los pulperos
para emitir tlacos; les pedía una fianza con el fin de que en cualquier

* Estudiante del doctorado en historia, El Colegio de México; angie_coba@hotmail.com

1 De acuerdo con José Enrique Covarrubias “las autoridades novohispanas no emitieron


ningún numerario oficial de cobre para Nueva España hasta 1807, y esto por cierto a un nivel
meramente municipal (en San Luis Potosí), con una clara renuencia de las altas autoridades
de la Casa de Moneda por las pocas ventajas financieras de la operación”. Sin embargo, en
1542 el virrey Antonio de Mendoza mandó acuñar 12,000 marcos de vellón, pero esta medida
no tuvo éxito porque la población la rechazó, y se suspendió en 1551-1552. Covarrubias, La
moneda de cobre en México…, pp. 27 y 38.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 63


momento pudiesen satisfacer en moneda de plata la cantidad de tlacos que
les fuese presentada o cuando desaparecieran sus negociaciones.
El virrey estaba enterado de estas emisiones particulares, y consentía que
el ayuntamiento autorizara y regulara una actividad que no estaba permitida.
Al ser el representante del rey en Nueva España, y al tolerar la emisión de
tlacos por parte de particulares el virrey estaba cediendo soberanía real en
asuntos monetarios.
El objetivo de este artículo es dar cuenta de la discusión alrededor
de una propuesta que hicieron en 1790 dos regidores del cabildo de San
Luis Potosí, Antonio Pagola e Ignacio Molina, para que se recogiesen los
tlacos de cobre que estaban en circulación y se sellasen de nuevo pero con
fondos públicos, es decir, con recursos del cabildo. Por mayoría de votos
el cabildo rechazó la propuesta de Pagola y Molina, y estos enviaron una
representación al virrey. Al recurrir a esta autoridad, los regidores apelaron
a una instancia superior, con más autoridad que la del cabildo, con el fin de
que fuese aprobada su propuesta. En este trabajo se seguirá este proceso
de apelación al virrey que inició el 22 de febrero de 1790, cuando Pagola
y Molina presentaron su instancia, y que culminó el 2 de septiembre del
mismo año cuando se expidió la resolución final en la que el virrey rechazó
la petición.

I. El funcionamiento de la moneda de cobre


durante el período colonial

De acuerdo con Carlos Garriga, la colonización fue “un proceso de replicación,


que llevó a trasladar e implantar –a replicar– el orden y la sociedad castellana en
las tierras descubiertas del nuevo mundo”. Pero esas tradiciones de la corona que
se trasplantaron se adaptaron a las circunstancias de las Indias.2 En este sentido,
Nueva España heredó de la península su sistema monetario.3 De acuerdo con

2 Garriga, “Patrias…”, s/p.


3 Ruggiero Romano explica que si bien se pretendió implantar en América un sistema
monetario similar al vigente en la península, ello no se logró porque en América: 1) no hubo
monedas de cobre o bronce; 2) no circularon monedas de un cuarto de real; y 3) no se respetó
el monto establecido que debía emitirse de cada denominación monetaria, y, por ejemplo, en
México, 95% de las emisiones de plata fue de piezas de ocho reales. Romano, Mecanismo…,
pp. 344-345.

64 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Bernardo García no era un sistema en rigor, ya que “estaba bien lejos de
constituir un conjunto de elementos relacionados ordenadamente entre
sí”. Había diversas monedas en la península, con nombres, cuños y valores
diferentes; además había diferencias regionales, modificaciones impuestas
por reglamentos y costumbres; éste fue el sistema que se heredó.4
En la Nueva España se implantó un sistema bimetálico, con acuñación
ilimitada y que estableció una relación fija entre el oro y la plata de 1 a 16.
Precisa Bernardo García que se trataba de un “patrón bimetálico perfecto,
doble o compuesto, por la existencia, como monedas fraccionarias, de
piezas de cobre que, a diferencia de las otras, no circulan con su valor
metálico y no tiene poder liberatorio ilimitado”.5 Las primeras monedas que
se acuñaron fueron de 4, 3, 2, 1 y ½ real, y más tarde se emitieron monedas
de un cuarto de real. Sin embargo, como la gente confundía las piezas de 2
reales con las de 3 reales, se suspendió la acuñación de esta última. También
la cuartilla tuvo vida corta, pues se suspendió su emisión antes de 1555. Así, la
acuñación quedó reducida a cuatro monedas de plata: 4, 2, 1 y ½ real. Las
de 8 reales se acuñaron después.6 Al lado del patrón bimetálico principal
existieron otros signos de cambio informales, ya que “este sistema no
barrió por completo con las monedas antiguas, y un sinnúmero de piezas de
diferentes valores continuaron circulando, y aún se les acuñó hasta el siglo
XIX”.7 Esta circulación paralela de signos de cambio no oficiales obedeció
a la costumbre de los pueblos de indios, pero también respondió en gran
medida a la escasez de moneda fraccionaria para las transacciones de poca
monta, que desde épocas tempranas se resintió.8 Esta escasez monetaria se
explica porque sólo existía la Casa de Moneda de México; por la salida de
moneda de mediana o alta denominación hacia España; y porque la moneda
de menor denominación que se acuñaba era la de medio real.
De acuerdo con José Enrique Covarrubias, para los indios de la época el
medio real era muy costoso e inusual. Además, los indios tenían confusión

4 García, “El sistema monetario…”, p. 349.


5 Ibid., pp. 352-353.
6 Muñoz, Tlacos…, pp. 24-25.
7 García, op. cit., p. 350.
8 Tan grande fue la necesidad que en 1536 se volvió a permitir el uso de cacao, que había
sido prohibido en 1527. En 1542 se autorizó la emisión de monedas de cobre, pero fracasó.
Muñoz, op. cit., p 25.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 65


sobre el valor de las monedas de los españoles, y les resultaba complicado
adaptarse a su sistema monetario. Por ello prefirieron continuar comerciando
con sus medios tradicionales, es decir, con frutos o mercancías (algodón,
lana, cacao, maíz, etc.).9 En este sentido, Miguel Muñoz señala que los
nativos estaban acostumbrados al trueque y usaban varios medios de
cambio; pero no tenían ninguna moneda. Al no usar el concepto de moneda
y menos aún el de moneda fiduciaria, como lo eran las monedas de cobre,
rechazaron estas monedas, a pesar de las medidas coercitivas.10
Los principales signos de cambio informales fueron los granos de cacao
(que tenían el inconveniente de ser poco durables); pedazos de plata sin
ensayar (sobre todo en las regiones mineras), y los tlacos. Así, desde el inicio
de la época colonial convivieron distintos signos de cambio, “incidentes en
dos grandes ámbitos originales: el de los indios y el de los españoles, el de
los signos informales y el del metal precioso, sin que dejara de darse un
creciente entrecruzamiento entre ambos campos de origen”.11
La tolerancia de las autoridades hacia los signos de cambio informales
quedó de manifiesto en 1555, cuando la corona aceptó plenamente el uso del
grano de cacao para los cambios menudos, al expedir “la orden de que por
cada real de plata debían darse 140 bayas de cacao”; relación que no siempre
fue respetada.12 Cabe reiterar que esta circulación de signos monetarios no
oficiales se explica no sólo por la escasez de moneda fraccionaria oficial,
sino también por las costumbres de las distintas regiones.
La Casa de Moneda de México comenzó a funcionar en 1536 y fue la
institución encargada en forma exclusiva de la acuñación de moneda durante
casi toda la época colonial. Su fundación obedeció a la necesidad de contar
con medios de cambio y de pago, y para evitar irregularidades y fraudes.
Además de facilitar el comercio de la península con la Nueva España, la
fabricación de moneda también permitió “la conversión del excedente

9 Véase, Covarrubias, “La moneda…”, p. 90.


10 Muñoz, op. cit., pp. 29-31.
11 Covarrubias, La moneda..., pp. 37-38. Refiere Covarrubias que de este modo, “la moneda
se convirtió pronto en un instrumento de segregación social, de separación en auténticas
clases económicas, al tiempo que la administración naciente tuvo desde un comienzo entre
sus principales problemas el de la gran pluralidad de costumbres y situaciones monetarias en
un mismo virreinato”.
12 Ibid., pp. 38-39.

66 Legajos , número 8, abril-junio 2011


económico a dinero para su transferencia a la metrópoli”.13 En un principio
el rey cedió su soberanía en materia monetaria a los particulares, y por dos
siglos la Casa de Moneda operó como una concesión a particulares. De
acuerdo con Covarrubias, a lo largo del siglo XVIII las autoridades de la Casa
de Moneda de México fueron ganando margen de decisión, y desde 1733
hubo un fortalecimiento técnico y administrativo de la Casa de Moneda al
quedar incorporada a la Real Hacienda.14
A lo largo del período colonial la Casa de Moneda emitió monedas de
cinco denominaciones: de un peso (8 reales), 4 reales, 2 reales, 1 real y medio
real. Como ya se señaló, el que la moneda de menor denominación fuese
de medio real obligó a la población a acudir a “signos informales de valor
reducido” para realizar transacciones comerciales de poca monta.15 Los
tlacos eran un elemento de ese universo de signos de cambio informales,
que se empelaban desde el siglo XVI.16 Se trataba de piezas elaboradas con
distintos materiales (cobre, bronce, plomo, madera, suela, jabón, madera,
etc.), que tenían como fin dividir el medio real en 4 partes; su valor se fijó
en 1/8 de real de plata. Hacia el siglo XVIII la mayoría de los tlacos eran
de cobre. Con previa autorización de las autoridades locales, los tlacos
eran sellados y puestos en circulación por los dueños de los tendejones o
pulperías; dicho sello permitía distinguir a qué pulpería pertenecían.17
Los pulperos daban los tlacos marcados a sus clientes cuando había que
dar un cambio inferior al medio real. Con este mecanismo el pulpero tenía
una doble ventaja, por un lado, podía realizar sus transacciones con exactitud

13 Soria, op. cit., p. 270.


14 Ibid., p. 270. Entre las razones vertidas para su incorporación a la Real Hacienda estaba
la falta de capital de los concesionaros para adquirir los metales preciosos que arribaban, lo
que se traducía en un obstáculo para la expansión de producción de moneda.Covarrubias, La
moneda…, pp. 16-18.
15 La moneda mínima oficial de plata en circulación hasta 1794 fue la de medio real; en 1794
se acuñaron cuartillas de plata (piezas con un valor de ¼ de real). Estas monedas debían
remediar la crónica escasez de moneda fraccionaria, pero la población no las recibió bien, y
“se mantuvo apegado al medio tradicional para practicar el comercio al detalle, es decir, a los
tlacos y demás medios de cambio informales”. Ibid., pp. 21-22.
16 Muñoz señala que los estudiosos del tema refieren que los tlacos existieron a partir del
siglo XVIII, pero él se pronuncia en contra con base en información de la época que sugiere la
existencia de tlacos desde el siglo XVI. Muñoz, op. cit., pp. 108-111.
17 Las pulperías eran tiendas que vendían alimentos, carbón, manteca, velas, bebidas o
artesanías locales. También se les llamó tiendas de abarrotes, de mestizos, cacahuaterías, etc.,
según el tamaño de la tienda. Las pulperías también ejercían el papel de casas de empeño.
Romano, op. cit., pp. 329-330.

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y, por el otro, al dar sus tlacos sellados como cambio al consumidor, por
lo general aseguraba el regreso de éste a la pulpería. Además, las pulperías
ejercían la función de casas de empeño. Los pulperos pagaban parcial o
totalmente la cantidad correspondiente en tlacos, pero el rescate de la
prenda debía hacerse en plata.18
Las emisiones de tlacos por parte de los pulperos despertaron numerosas
quejas. En primer lugar, los pulperos solían dar los tlacos al valor oficial
de 1/8 de real y los recibían con descuento;19 con frecuencia los pulperos
pagaban con tlacos los objetos de empeño, lo que les aseguraba el retorno
del pignorante a su pulpería;20 cuando los pulperos quebraban o se mudaban
(situaciones que ocurrían con frecuencia), los tlacos sellados dejaban de ser
utilizables, resultando gran pérdida para sus tenedores.21 Sobre este último
punto, los comerciantes se defendían argumentando que el pulpero le daba
tlacos a la población como vuelto, a cambio de su medio real, y con ellos
la población podía volver a la propia pulpería para comprar otros bienes, o
bien podía usarlos en otras pulperías.22 Para tratar de remediar los abusos
de los tenderos, Covarrubias señala que las autoridades locales presionaron
a los comerciantes para que respetasen los valores de los tlacos; sin que ello
significase una oficialización de su acuñación. Además, durante la mayor
parte del periodo colonial la esfera de circulación de los tlacos se restringió a
las transacciones del comerciante que los hubiese emitido. Pero ello cambió
hacia finales del periodo virreinal, ya que “se generalizó en el medio urbano
el tlaco metálico, junto con un tipo de circulación más amplia que la del
mero ir y venir de tendero a parroquiano y viceversa”.23 De tal suerte que
la circulación de moneda informal abarcaba las siguientes esferas: 1) en el
mercado de baratillos, donde se les remataba como metal viejo; 2) entre la
pulpería y el baratillo, donde las indias vendedoras los aceptaban como pago;
y luego había quienes los adquirían en el baratillo y los empleaba de nuevo

18 Covarrubias, La moneda..., p. 43.


19 Covarrubias, “La moneda…”, p. 93.
20 Covarrubias, La moneda..., p. 7.
21 Ibid., pp. 43-44.
22 “Según el testimonio del Consulado, los tenderos repartían tlacos de tiendas vecinas incluso
para darle la oportunidad al público de adquirir en ellas productos de mejor calidad que la
propia. Los comerciantes del Consulado terminaron así por negar que los pulperos recién
mudados rechazaran por principio los tlacos emitidos por sus antecesores”. Ibid., pp. 44-45.
23 Ibid., pp. 41-43.

68 Legajos , número 8, abril-junio 2011


con el pulpero; 3) entre la pulpería y las tiendas especializadas (panaderías,
velerías, boticas, carnicerías), que por medio del pulpero revendían a las
clases populares;24 4) entre la pulpería y el mercado, “con la intermediación
de las indias arbolarias, quienes vendían especias o verduras y cambiaban
los tlacos por granos de cacao, utilizables en el mercado de la plaza”, a
razón de 20 granos cada uno;25 y 5) entre una pulpería y otra, cuando los
tenderos se ponían de acuerdo para “recibirse mutuamente sus tlacos para
poder remitirse también en apoyo mutuo a los clientes”.26
La circulación ocurría de la siguiente manera: el consumidor “adquiría
algún producto barato en el tendajón y recibía el vuelto en tlacos. La poca
oportunidad de utilizar esas fichas en fechas próximas, lo apremiaba a
venderlas a quien pudiera”.27 Lo mismo ocurría con aquellos que empeñaban
sus bienes en las pulperías, ya que normalmente recibían el producto de su
empeño en tlacos, y también apuraban su venta. Además, “[…] las indias
vendedoras de melcocha eran muy importantes en ello, pues admitían en
pago todo tipo de fierro viejo, clavos, cobre, etc., que entonces llevaban al
baratillo”. Una gran cantidad de tlacos acababan rematados en el baratillo
pero al ser recuperados regresaban a la circulación pues en el mismo
baratillo, había “quienes reconocían los tlacos en el baratillo, los adquirían
baratos y empleaban después en la tienda correspondiente, con lo que se
reiniciaba la circulación del signo”.28
Un papel fundamental, como también mostrará la representación de
Pagola y Molina, lo tuvieron

[… ] las numerosas indias vendedoras de atole, tortillas, fruta y demás productos


en las esquinas de las calles. Estas vendedoras admitían el pago de sus efectos
en tlacos, y cabe suponer que no sólo para emplearlos posteriormente con los

24 En la ciudad México había una relación entre la función de los tlacos y la venta de pan.
Los panaderos vendían el pan común para la clientela pobre a través de las pulperías. A
cambio “el panadero recompensaba a éste con la ganancia o comisión de 2 reales de plata por
cada peso vendido”. Los panaderos buscaron liberarse de su dependencia de los pulperos “y
del compromiso de darles un premio por su venta de pan a los pobres”, y con el tiempo lo
consiguieron. Ibid., p. 47.
25 Ibid., p. 46.
26 Covarrubias, “La moneda…”, p. 94.
27 Ibid., p. 93.
28 Covarrubias, La moneda..., pp. 45-46.

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pulperos emisores sino en el mismo mercado de la plaza, pues sus productos
requerían de materia fresca como fruta, granos de maíz, etcétera.29

Como puede verse, no sólo se trata de la circulación de los tlacos, sino de


articulación comercial. Ruggiero Romano señala que la moneda de cobre
constituye una pieza fundamental en el sistema económico por la relación
entre el comercio “grande” y “menudo”; este último opera mal sin monedas
de cobre, y su mal funcionamiento influye en el “comercio en general, y
aún sobre la economía en su conjunto”.30 Esta importancia es aún mayor
si se considera que los intercambios menudos constituían la mayoría de las
transacciones mercantiles.31
Señala Covarrubias que hacia el decenio de 1760 aparecieron testimonios
que revelaban “una preocupación creciente de la autoridad ante los males
acarreados por la circulación de estos signos monetarios informales”. Llegó
a ser tal la cantidad de tlacos en el siglo XVIII que urgía una legislación
o cierta reglamentación. Las autoridades locales comenzaron a regular las
emisiones de tlacos de los tenderos, y las autoridades generales hicieron lo
propio con las Ordenanzas para el régimen y gobierno de los tenderos y tiendas de
pulpería, promulgadas el 3 de diciembre de 1758.32
Covarrubias señala que a fines del siglo XVIII se les concedió a los
tlacos la condición de dinero, y resalta “la confusión prevaleciente en
cuanto a la autoridad administrativa que debía estar encargada de vigilar
la emisión y circulación de moneda de metal útil”, ya que no había nada
reglamentado para la extracción y conversión en moneda del cobre u
otro metal utilizado en la fabricación de tlacos. “En las disposiciones y
los ordenamientos relativos a las máximas autoridades administradoras del

29 Ibid., p. 46.
30 Romano, Moneda, seudomonedas…, p. 140.
31 Covarrubias, La moneda…, p. 12.
32 Explica Covarrubias que “la relación entre los panaderos y los pulperos fue reglamentada por
las Ordenanzas para el régimen y gobierno de los tenderos y tiendas de pulpería, promulgadas
el 3 de diciembre de 1758 […] en ella se establecía el uso de tlacos sólo para dar el cambio y
la admisión de cuartillas de cacao, además de disponerse que la moneda fraccionaria mínima
fuera la de 1/8 de real, prohibiéndose la circulación de monedillas de “medio tlaco”, es decir,
equivalentes a los pilones. Igualmente se estipulaba que, en caso de mudanza, el nuevo tendero
admitiría las monedas acuñadas por su antecesor y no pondría a circular los nuevos tlacos sin
que se hubiesen recogido ya todos los del que le había precedido”. Pero tales disposiciones no
se siguieron. Covarrubias, ibid., pp. 47-48. Véase Muñoz, op. cit., pp. 38-39.

70 Legajos , número 8, abril-junio 2011


metal novohispano sencillamente no estaba contemplada la regulación de
las pequeñas moneditas de los tenderos”.33 Ello derivó en desavenencias
entre las autoridades generales y municipales.
Los problemas sociales y económicos ocasionados por los tlacos se
agudizaron desde mediados del siglo XVIII porque se reavivó la discusión
alrededor de la pertinencia de que las autoridades emitieran moneda de
cobre.34
A partir de estos momentos, el “imperativo de conciliar el interés
particular con el público no dejará de aparecer en los planes de acuñación
de cobre en Nueva España y el México independiente, tanto en los que se
quedan en propuestas como en los que ponen en práctica”.35

II. El proyecto de Antonio Pagola e Ignacio Molina

Representación de Antonio Pagola e Ignacio Molina


Hacia fines del siglo XVIII recobró importancia el fenómeno de la
proliferación de tlacos. Los problemas que ya se señalaron alrededor de su
emisión fueron motivo de una petición de un sector del Cabildo de San Luis
Potosí para que su acuñación se hiciera con recursos públicos. Cuando esta
propuesta tuvo lugar, el presidente del cabildo y corregidor intendente de
San Luis Potosí era Bruno Díaz Salcedo y los regidores que componían el
cabildo Manuel Díaz Fernández, José Joaquín Ximénes, Manuel Silvenne del
Conde, Francisco de la Peña, Juan de Amezcua, José de la Serna, Antonio
Pagola e Ignacio Gonzalez de Molina, mientras que el escribano real era
José Ramón de Otaegui.
Hacia fines del siglo XVIII la ciudad de San Luis Potosí experimentaba
escasez de moneda fraccionaria para el comercio al menudeo. En reunión
del cabildo de 19 de enero de 1790 se presentaron dos propuestas para

33 Covarrubias, op. cit., p. 99. Para Ruggiero Romano no alcanzan la categoría de moneda.
Véase, Romano, Moneda, seudomonedas…, pp. 170-174.
34 Señala Covarrubias que “la representación de Coronas y la réplica del Consulado no
fueron las únicas en ocurrir en la última media centuria de dominio colonial. También existe
el testimonio de Leandro de Viana y los del virrey marqués de Croix, del virrey segundo
conde de Revillagigedo, de Francisco Antonio Carrillo y de Mariano Briones, escritos cuya
aparición paulatina cubre virtualmente la segunda mitad del siglo XVIII”. Covarrubias, La
moneda…, p. 48.
35 Ibid., pp. 7-8.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 71


paliar esta situación. La primera fue la de los regidores Antonio Pagola e
Ignacio Molina, que consistía en sacar de la circulación los tlacos emitidos
por los pulperos para sellarlos de nuevo por cuenta de los fondos públicos
de la ciudad. La segunda propuesta –de los regidores bienales Manuel Díaz
Fernández, José Joaquín Ximénes, Manuel Conde, y Francisco de la Peña–
consideraba que debía mantenerse el sistema entonces vigente, es decir,
que los pulperos continuasen sellando los tlacos, y para incrementar su
número en circulación propusieron que cada uno de los seis pulperos más
acomodados sellase 100 pesos, es decir, 38,400 tlacos.36
La propuesta de Pagola y Molina no prosperó y por mayoría de votos se
decidió poner en práctica la segunda propuesta. Ante su fracaso en el cabildo,
el 22 de febrero de 1790 Pagola y Molina enviaron una representación al
virrey Revillagigedo.37 En ella explicaron las dos propuestas que fueron
discutidas en la reunión del cabildo, y sus respectivos argumentos. Y
destacaron las bondades de su proyecto con el fin de que el virrey los
favoreciera con su decisión.
En la presentación de su instancia los autores explicaron que “los tlacos
se inventaron desde los principios de esta población con el fin de dividir el
medio real en quatro partes”,38 para el comercio de comestibles. La ciudad
de San Luis se fundó en 1592, lo que significa que los tlacos circulaban en
esa ciudad desde fines del siglo XVI.39
La definición que los autores dan de los tlacos es la misma que ya se
adelantaba: “pequeños pedazos de cobre, sin figura determinada, inpresas
en ellos unas marcas, que los distinguen, al arbitrio de los dueños de los
tendejones, ó pulperías”.40 En el caso de San Luis, los tlacos eran aceptados de
manera indistinta en todas las tiendas de la ciudad y los pueblos inmediatos.
Habían sido emitidos con licencia del ayuntamiento, con el previo depósito
de una fianza, para que el pulpero o su fiador redimiesen en plata, los tlacos
que se les presentasen, que previamente había repartido.
En seguida Pagola y Molina expusieron los motivos en que fundaron su

36 Un peso equivalía a 64 tlacos.


37 AGN, Intendencias, caja 2883, exp. 7, ff. 2-7. Los entrecomillados de este apartado provienen
del mismo documento.
38 Ibid., ff. 2-2r.
39 Véase nota a pie número 16.
40 Ibid., f. 2r.

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dictamen; manifestando los principales problemas de la emisión y circulación
de tlacos. La primera razón que dieron fue que el extravío de los tlacos
beneficiaba a los pulperos, ya que éstos, al cerrar sus pulperías (ya fuese por
quiebra, mudanza a otro giro o muerte del pulpero), no tenían que regresar
el importe de los tlacos extraviados. Y si la ciudad los sellase se quedaría con
dicha utilidad, resultando en beneficio y utilidad pública. Además, los tlacos
emitidos con fondos públicos podrían estar más tiempo en circulación en
comparación con el breve periodo de vida de una pulpería.
En segundo lugar, si el cabildo sellase los tlacos y luego los distribuyese
entre los comerciantes, al quitar su negocio un pulpero no tendría prisa
en entregar los tlacos que tuviese a la ciudad para recuperar su dinero y la
moneda de cobre permanecería en la circulación. La razón es que al dar los
tlacos a sus clientes, el pulpero a cambio habría obtenido moneda de plata.
Una tercera razón era que cuando un pulpero cerraba su negociación sólo
le devolvían 20 o 25% de los tlacos que había repartido, y no hacía ningún
esfuerzo para que se los entregaran porque ya tenía en su poder la moneda
de plata equivalente a los tlacos entregados a sus clientes, y “mientras
menos tlacos le presentasen, menos reales tiene que desembolsar”.41 Nadie
reclamaba esos tlacos porque estaban repartidos entre la población de la
ciudad y pueblos cercanos. El problema que veían Pagola y Molina era
que nadie quería recibir los tlacos de la pulpería que había cerrado, y al
dejar de circular quienes los poseían los terminaban abandonando como
inservibles. Y si los tlacos fuesen sellados por la ciudad eso no ocurriría
pues, sin importar si se ponía o quitaba una pulpería, siempre circularían
con la misma estimación. Sin embargo, en esta misma representación los
autores habían señalado que los tlacos circulaban por toda la ciudad sin
importar quién los había emitido.
La cuarta razón vertida se refiere al fraude que cometían los pulperos
al sellar más moneda de la que les había sido permitida, ya que tenían en
su poder el troquel. Al cerrar su pulpería, sólo reintegraban en plata la
cantidad que habían sellado con licencia, y si se les presentaba más moneda
argumentaban que eran falsas. Este fraude se evitaría si el cabildo sellase
los tlacos.

41 Ibid., f. 4.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 73


La última razón fue que, la ciudad sellaría la primera vez mil pesos
(equivalentes a 64,000 tlacos), que serían repartidos entre los pulperos, mismos
que a cambio entregarían “en pesos corrientes la cantidad que recibieren”.42
Esos mil pesos se quedarían en los fondos de la ciudad. A su vez, los pulperos
repartirían los tlacos entre sus clientes y a cambio recibirían pesos o reales, y
así recobrarían por completo la cantidad entregada al cabildo.
Aquellos que tenían los tlacos en su poder no tendrían por qué
devolverlos, ya que estaban en circulación. Así, quedaría a favor de la
ciudad el respaldo o la fianza que los pulperos depositasen. Este monto era
el mismo “que quedaban á los Pulperos, por los tlacos que se perdían, ó no
se les volvían […] y este nuevo sistema resultará á beneficio de el Publico,
y no al de los Particulares”.43
En su representación, Pagola y Molina expusieron que la única razón
vertida por los defensores del status quo, es decir, la propuesta que se puso
en práctica, fue que “se debía atender al detrimento de los fondos públicos”
en caso de falsificación de los tlacos. Los autores aseguraron que se trataba
de un temor infundado, y que sus cinco razones lo evidenciaban.44
Para prevenir la falsificación proponían repartir los tlacos sellados por la
ciudad en cantidades determinadas a cada uno de los pulperos. Cuando los
pulperos regresaran los tlacos recibidos y pidiesen su dinero a cambio, el
cabildo lo devolvería. Si se entregaban más tlacos del monto global sellado
por el cabildo, y de los que cada pulpero había recibido, se tomarían por falsos
y no se pagarían. Por ello no sería en detrimento de los fondos públicos.
Consideraban que la falsificación sería remota si se cuidaba el troquel con
que se sellarían los tlacos, y si se disponía que el cobre contenido “tenga el
mismo valor en la parte posible, que si no estuviese amonedada”.45
En cuanto a los gastos de cobre, manufactura, y troquel, consideraban
que éstos debían correr por cuenta de los pulperos, en proporción a la
cantidad de tlacos que recibiesen. Consideraban justa esta medida, pues si
los pulperos los sellasen por su cuenta enfrentarían esos gastos, como hasta
ese momento.

42 Ibid., f. 4r.
43 Ibid., f. 5.
44 Idem.
45 Ibid., f. 6.

74 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Finalmente, criticaron la propuesta de que los seis pulperos más
acaudalados sellasen seiscientos pesos de tlacos, pues consideraban que no
se procedía con igualdad porque los pulperos que no pudiesen pagar la
fianza siempre carecerían “de la utilidad que ofrecen los tlacos”.46
Esta representación fue recibida en México el 2 de marzo por el señor
fiscal de lo civil. La instancia de Pagola y Molina, con previo pedimento de 7
de abril del señor fiscal, pasó por decreto de 9 del mismo al intendente de
San Luis Potosí, para que él y el ayuntamiento informasen de las razones
para oponerse al proyecto de Pagola y Molina. El 30 de abril el ayuntamiento
presentó su informe al virrey, y el 5 de mayo el intendente hizo lo propio.

Informe del Ayuntamiento y del intendente


En su informe al virrey, el ayuntamiento explicó que en 1779 se acordó que
en lo sucesivo los pulperos diesen una fianza antes de sellar tlacos, con el
fin de evitar que marcasen más de los que se les había permitido.47 De este
modo, en todo momento se podría bonificar cualquier cantidad de tlacos
“que resultase con su marca propia, o falseados”.48 Así se realizó para evitar
daños públicos, y a partir de ese momento, en caso de muerte, quiebra o
ausencia del pulpero sus fiadores recogerían lo tlacos.
Entre los motivos que el ayuntamiento expuso para no aprobar el
dictamen de los regidores, Pagola, y Molina, estaban los costos para marcar.
Señaló el ayuntamiento que cada 100 pesos marcados tenían un costo de
treinta en cobre y manufactura. Por ello, marcar mil pesos de tlacos, como
proponían Pagola y Molina, significaría que de los mil pesos, 300 serían para
gastos de cobre y manufactura, y quedarían setecientos. Al ayuntamiento
le pareció una fantasía que los pulperos pagasen los tlacos en moneda de
plata, y que asumiesen los costos, ya que tendrían que dar 130 pesos plata
por 100 pesos en tlacos, y al devolver los tlacos sólo recibirían 100 pesos
“con el quebranto de treinta pesos a su principal”. Otro argumento fue
que no existía mucha seguridad de que no pudieran falsificarse, y el cabildo
podía verse obligado a bonificar en plata muchos más tlacos de los que
había sellado. Además, el ayuntamiento criticó la idea de Pagola y Molina

46 Ibid., f. 6r.
47 AGN, Intendencias, caja 2883, exp. 7, ff. 12r-17v.
48 Ibid., f. 12v.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 75


acerca de que la gente extraviase los tlacos, pues la gente no desperdicia
los tlacos “y mucho menos en el presente año de tanta calamidad”. Por
estas razones consideraban que era más conveniente para los pulperos, y el
público, que los tlacos se marcasen por cuenta de los dueños de pulperías,
previa fianza.49
El ayuntamiento explicó en su informe el uso de los tlacos emitidos por
los pulperos en la ciudad de San Luis y consideró que si la ciudad sellase los
tlacos se rompería el circuito comercial y de circulación. En primer lugar, la
mayor parte de los tlacos eran usados por las “Indias Tortilleras, Verduleras,
Atoleras, y otras gentes que venden varias vendimias comestibles”, quienes
no podían comprar maíz ni otros efectos foráneos con los tlacos que
recibían, pero sí podían llevarlos a las pulperías correspondientes y el
comerciante estaba obligado a entregarles en moneda de plata sellada la
cantidad que fuere, “lo que no se podría verificar, marcados por la Ciudad
y ningún Pulpero estaría obligado a cogérselos como lo están teniendo su
marca”.50
En segundo lugar, el pulpero no asumiría el costo de marcar los tlacos.
Con el sistema vigente, el comerciante incurría en dichos gastos pues a
cambio tenía la certeza de que la población regresaría a comprarle porque
tenía tlacos con su sello. Pero con la propuesta de Pagola y Molina, la
población no estaba obligada a regresar a su pulpería a comprarle.
En tercer lugar, señaló el ayuntamiento que aun cuando era útil para los
pulperos sellar los tlacos para un mayor comercio en sus pulperías, varios
de ellos se habían rehusado a hacerlo debido a la falsificación. El informe
señaló que hasta ese momento sólo cuatro pulperos habían marcado tlacos,
a petición de algunos del cuerpo del ayuntamiento.
En cuarto lugar, sobre el decir de Pagola y Molina de que la autorización
para sellar tlacos a sólo seis pulperos resultaría en grave perjuicio de los
demás porque acapararían el comercio, el informe del ayuntamiento reiteró
que los consumidores tenían la libertad de emplear los tlacos en donde
mejor les conviniese.
Sobre la idea de Pagola y Molina de que una vez recogidos los 64,000

49 Ibid., f. 13r.
50 Ibid., f. 13v.

76 Legajos , número 8, abril-junio 2011


tlacos los demás que se presentasen fuesen tomados por falsos y no se
pagasen, era “lo mismo que decir, que si aun Pulpero se le entregasen
ciento, o doscientos pesos de estos clacos, haviendo entregado la plata
acuñada, fuese el ultimo a hacer su entrega, si ya estubiese recivido el total
del Numero de los citados sesenta y quatro mil clacos no se recivirian”. 51
Consideraban que la ventaja de que los tlacos fuesen marcados por
cuenta de los pulperos es que éstos los manejaban a diario en sus negocios,
y cuando detectaban que les habían falsificado sus tlacos “acuden al
remedio encargando en las Pulperías que no los recivan, recogiendo los
que tienen entregándoles la plata, de cuio modo cesa el daño, o metiendo
los falseadores aserlos por no haver quien los coja; cuias proporciones no
havian de ser tan fáciles a el Ayuntamiento para acudir al remedio”.52
En su informe al virrey del 5 de mayo de 1790, el intendente Bruno
Díaz de Salcedo no abundó en razones y se limitó a señalar que en la reunión
de 19 de enero todos los regidores habían estado de acuerdo, excepto
Pagola y Molina, que se opusieron sin manifestar sus motivos o reflexiones.
Consideró que hubiera sido oportuno que así lo hubiesen hecho para llegar
a un acuerdo y evitar “desavenencias entre un cuerpo, que siempre son mal
sonantes, escandalosas, y dañosas del bien público”.53
Como Pagola y Molina, no “expusieran las consideraciones en que se
fundaban sus votos como lo habían hecho sus compañeros […] tuvo por
conveniente declarar lo que había rendir la mayor y más sana parte del mismo
Ayuntamiento”.54 En su informe, el intendente señaló que la propuesta de
Pagola y Molina, podría llegar a causar detrimento en los propios de la
capital. En cambio, la propuesta de la mayoría “nada puede perjudicar a
este común porque los que usen clacos deben afianzar necesariamente toda
resulta y mucho menos quando la mayor parte del Cabildo no se opone a que
qualquiera Pulpero use de clacos, con la precisa e indispensable calidad de
que los afiance”.55 Bruno Díaz Salcedo señaló que conocía el modo de pensar
de todos los vocales que componían en ese momento el ayuntamiento y que

51 Ibid., f. 14v.
52 Idem.
53 Ibid., f. 16r.
54 Idem.
55 Ibid., f. 16v.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 77


estaba seguro que la mayor parte había meditado con juicio y reflexión, dada
su experiencia. Ambos informes fueron agregados al expediente principal, y
devueltos al señor fiscal de lo civil y al virrey.

Nueva Representación de Antonio Pagola e Ignacio Molina


El 17 de mayo Pagola y Molina instaron una nueva representación ante el
virrey,56 en la que, no habiendo tenido resultado de la que habían enviado
previamente, reiteraban su petición al virrey. Para reforzar su propuesta,
explicaron que en el pueblo de Dolores, Gto., habían visto unos tlacos
de bronce sellados por cuenta de sus propios y renta pública, difíciles de
falsificar.

[…] un tlaco o señal de bronce de los que recientemente se han sellado en el


Pueblo de los Dolores a expensas de sus Propios y Rentas, y por la cuantidad
de su materia y circunstancias de el sello que hacen sumamente difícil, aún
consumiendo tiempo y dinero la falsificación de los tlacos, en términos de
que se verifique su perfecta imitación, y que no se conozca prontamente su
ilegitimidad. 57

Para reforzar su argumento de la dificultad de falsificación acompañaron su


representación de un informe en que los peritos así lo afirmaban y añadieron
que si se sellasen ambos rostros de los tlacos aumentaría la dificultad de
falsificación y sería más remota una lesión a los caudales públicos.58
Adelantaron en su representación que podían ponerse tres objeciones
contra el proyecto, la primera se refería a los costos. Si bien tendría que
pagar 130 pesos para recibir 100 pesos de tlacos, en realidad no se perjudica
puesto que “siempre tiene el mismo costo, y lo sufre cuando los sella en
lo particular por el interés de facilitar con ellos su comercio, y sólo hay la
diferencia de que sellándose de cuenta de la Ciudad, no tendría el Pulpero
la utilidad que se le defiende por los de el contrario juicio, sino que se
convertirá en beneficio de los caudales públicos”.59
56 Ibid., ff. 28r-29v.
57 Ibid., ff. 28r-28v.
58 Pagola y Molina presentaron el testimonio de 4 maestros de herrería, quienes declararon
bajo juramento que dicho tlaco de bronce era difícil de falsificar.
59 Ibid., f. 29r.

78 Legajos , número 8, abril-junio 2011


La segunda objeción fue que “en el caso de que la Ciudad sellase dos mil
tlacos, llegase a recogerlos todos, y ocurriese entonces algún comerciante
u otra persona, con cincuenta, ciento o más cantidad de tlacos a que se le
comprasen; como quiera que en ese evento deberían éstos estimarse por
falsos, quedaría el interesado privado de su dinero con grave perjuicio suyo,
y este es grande inconveniente”. A este respecto consideraban que la casi
imposible falsificación de los tlacos hacía poco probable esta situación, y que
de verificarse, “se distinguirían fácilmente los tlacos falsos de los legítimos,
por no poder ser perfecta la falsificación, según el sentir de los facultativos,
el comerciante o sujeto que llegase a colectar porción de los primeros, él
se tendría la culpa de perder su dinero por no haber usado de tan fácil
conocimiento”.60
La tercera objeción sería que en caso de que la ciudad asumiese los
costos de acuñación, si “llegase a comprar los mismos dos mil tlacos que
hubiese sellado, resultaría gravada, y damnificada con el costo erogado en su
construcción”.61 Consideraban que era imposible volver a “recoger los dos
mil tlacos, por los que siempre deben estar invertidos necesariamente en la
circulación de el comercio… de suerte que tan lejos está de llegar el caso de
que la Ciudad comprase los dos mil tlacos”.62 Además, “como quiera que los
bienes de la Ciudad son del público, y deben convertirse en su utilidad por
ser su preciso destino, no sería extraño que gastase doscientos o trescientos
pesos en la fábrica de tlacos, de que tantos beneficios se le siguen”.63
La noticia de que se habían sellado tlacos a cuenta de los fondos públicos
en el Pueblo de los Dolores sorprendió al señor fiscal de lo civil, quien
el 18 de junio pidió información al intendente de San Luis Potosí sobre
los términos, licencias y circunstancias en que se ejecutó dicha emisión
de los tlacos de bronce; esta situación era de mucha consideración pues
podía imitarse. El 21 de junio el virrey ordenó al intendente de San Luis
información al respecto, tal como lo pidió el juez de lo civil.64 El intendente
de San Luis respondió al virrey Revillagigedo, mediante carta de 28 de junio,
que no estaba enterado de dicha emisión, y como el pueblo de Dolores
60 Idem.
61 Idem.
62 Ibid., ff. 29r-29v.
63 Ibid., f. 29v.
64 Ibid., ff. 30r-31r.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 79


pertenecía a la provincia de Guanajuato, su intendente podría informarle
mejor sobre la autoridad y demás puntos con que se habían fabricado
tlacos a cuenta de sus fondos. En efecto, el 28 de julio el intendente de
la provincia de Guanajuato, Pedro José Soriano, envió al virrey, segundo
conde de Revillagigedo un informe en el que señaló que los tlacos de cobre
no habían sido emitidos con recursos públicos, sino que los particulares los
costearon de su caudal.65

Resolución
El 12 de agosto se pasó todo el expediente al señor fiscal. Éste, al ver de
nuevo el expediente de los señores Pagola y Molina, señaló que el tlaco
de bronce del pueblo de los Dolores citado en apoyo de su proyecto había
resultado equivocado, pues según el informe del intendente de Guanajuato,
los tlacos fueron sellados a expensas de los particulares. Y ése “era el
fundamento de más consideración que se presentaba a favor de la idea
propuesta por los expresados Regidores porque los demás que por ellos se
han alegado, no son adecuados, ni congruentes para persuadirla”.66
La utilidad que resultaría de que la ciudad fabricase los tlacos a cuenta
de sus propios, era tan corta y reducida, que no merecía el esfuerzo del
cabildo. Y es posible que “las pérdidas y contingencias fuesen tal vez de
mayor consideración y que no se pudiesen compensar con las ventajas”. A
ello se agregaron las razones “con que aquel Cabildo, y el Señor Intendente
Corregidor de él han fundado su opinión”. Finalmente se señaló que
“después de todo la materia es de mucha gravedad, y aún en esta Capital no
ha podido arreglarse por las dificultades, embarazos y puntos delicados que
hay que combinar”.67 Por todo ello, el virrey declaró que no había lugar a la
propuesta de Pagola y Molina, y mandaba se diera aviso de la determinación
al intendente de San Luis y al cabildo.68 El 6 de septiembre el intendente de
San Luis se dio por enterado del rechazo del proyecto de Pagola y Molina.
Este expediente permite ver los distintos ámbitos de autoridad en materia
monetaria, ya que no sólo el superintendente de la Casa de Moneda y el

65 Ibid., ff. 35r-38r.


66 Ibid., f. 39r.
67 Ibid., f. 39v.
68 Ibid., f. 40r.

80 Legajos , número 8, abril-junio 2011


virrey podían tomar decisiones en materia monetaria, sino que también los
cabildos podían hacerlo, como lo muestran sus regulaciones a las emisiones
de tlacos por parte de particulares. Según muestra este expediente, las
decisiones tomadas por el cabildo en materia monetaria sólo llegaron a ser
conocidas por la Casa de Moneda y el virrey debido a una desavenencia
entre los miembros del cabildo. De no haberse presentado ésta, las
autoridades generales no se habrían enterado de los acuerdos tomados por
las autoridades locales. Ello indica que las autoridades locales tenían un
amplio margen de decisión si lograban ponerse de acuerdo entre sí.

III. Epílogo

A pesar de que Revillagigedo era consciente de las causas de la decadencia


del comercio en Nueva España y de la necesidad de moneda fraccionaria,
así como de los problemas desencadenados por la emisión de tlacos por
parte de particulares, rechazó la propuesta. “Ni Revillagigedo ni ningún
otro virrey llegaron a tomar alguna acción directa o efectiva para acabar con
los tlacos y pilones, como lo hiciera Calleja veinte años más tarde”, quien en
1814 mandó acuñar 300 mil pesos en moneda de cobre.69
Esta resolución final en la que se rechaza el proyecto de Pagola y Molina,
lleva a la pregunta ¿por qué no se emitió moneda de cobre oficial? Los grandes
comerciantes estaban en contra de una acuñación masiva de cobre porque
representaba “el riesgo de tener que admitir la moneda de cobre en algunas
de sus fases comerciales y ver desarticuladas las vías por las que […]
concentraba el circulante de plata”. Además, era más conveniente abastecer
a la corona, que al consumo limitado que significaría la acuñación de cobre.
También hubo oposición por parte de la Casa de Moneda por razones
técnicas y financieras.70
Además, el cobre era un metal que se demandaba para otras actividades
y su producción no se había mejorado. Durante el período colonial, se
utilizó principalmente en el beneficio de la plata y en su acuñación, ya
69 Muñoz, op. cit., pp. 63-67.
70 Covarrubias, “La moneda”…, pp. 95-98.
71 Así, “para la Real Hacienda el cobre representaba ante todo un material muy útil y no
una mercancía susceptible de altas contribuciones o alguna otra notable ganancia fiscal”.
Covarrubias, La moneda…, p. 27.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 81


que se aleaba con el oro y la plata para darle una mayor durabilidad como
numerario.71 Pero también se le utilizó en la elaboración de herramientas,
la fabricación de campanas y cilindros, para elaborar artesanías, objetos
ornamentales o de utilidad doméstica, y se le aleó con otros metales para
fabricar herramientas.72
La política de distribución y consumo de cobre al interior del virreinato
dio prioridad a la demanda de la Casa de Moneda de México.73 Por ello en
1780 se estableció un estanco de distribución del cobre,74 y se elevó su precio
de venta (de 16 pesos hacia 1717 a 18 pesos, por quintal). Esta disposición
“afectó a la red de abastecimiento general establecida desde más de un siglo
atrás en torno a los centros productores de Michoacán”, y “surgió un extenso
mercado negro, única defensa posible para el comerciante y el consumidor
novohispanos que resentían la contundente avanzada oficial”.75
A fines del período colonial aumentó la demanda de cobre; además del
consumo oficial interno,76 la demanda de la metrópoli creció sobre todo
por los requerimientos bélicos. A pesar de eso no se tomaron medidas para
mejorar la minería de cobre, y ello derivó en un incremento del comercio
ilegal para abastecer el mercado interno.77
Así, los intereses de los comerciantes, las dificultades técnicas y
administrativas de la Casa de Moneda, y la producción y distribución
del propio cobre fueron elementos que se conjugaron para impedir la
oficialización de la acuñación de moneda de cobre para realizar operaciones
comerciales de poco monto.
La escasez de moneda fraccionaria se resolvió incrementando la emisión
de moneda de cobre. Los problemas causados por la proliferación de

72 Ibid., pp. 23-24.


73 “De los 1700 quintales destinados al consumo interno de Nueva España en 1798, 1500
fueron para la Casa de Moneda y sólo 200 para el consumo del público”, ibid., p. 27.
74 Estas medidas centralizadoras causaron descontento entre la población. El Tribunal de
Minería también se pronunció en contra. Covarrubias, ibid., p. 31.
75 Ibid., pp. 24-25. 76 La industria azucarera era el ramo de consumo de cobre particular más
importante a fines de la colonia, y “sus requerimientos del cobre se triplicaron entre 1786 y
1791, sin que esta demanda haya recibido una satisfacción comparable a la de las necesidades
oficiales”, ibid., p. 24.
77 Con el monopolio se estableció un precio oficial, y ello fue un obstáculo para aumentar la
producción de cobre. Otro obstáculo eran los costos elevados, la ubicación geográfica de las
minas (en puntos sumamente calurosos, mal poblados y abastecidos, y alejados de la ciudad
de México), esto hacía que los estímulos para los mineros tuviesen que ser muy significativos,
ibid., pp. 24-26.

82 Legajos , número 8, abril-junio 2011


tlacos fueron creciendo poco a poco hasta que las autoridades tuvieron
que intervenir en el asunto. En San Luis Potosí los pulperos continuaron
emitiendo tlacos, y dejaron de depositar la respectiva fianza. Las autoridades
locales trataron de prohibir dicha emisión pero no tuvieron éxito. Finalmente,
entre 1806 y 1807, el cabildo decidió acuñar monedas de cobre.78
Otra pregunta que surge a partir del estudio de los tlacos en la colonia
es por qué no se acuñó moneda oficial fraccionaria de plata. Al menos en
la segunda mitad del siglo XVIII, la corona buscó extraer la mayor cantidad
de moneda de plata de sus colonias, para hacer frente al gasto militar; dejar
plata en la Nueva España bajo la forma de moneda fraccionaria iba en
contra de su política de extracción del metal blanco. Cabría agregar que
dicha extracción de monedas de plata de América intensificó el problema de
la escasez monetaria. Otros temas pendientes son el acceso de la población
india a la moneda de plata y la relación entre dicho acceso y la retribución
del trabajo indígena.

Siglas y referencias

AGN, Fondo Indiferente Virreinal, Intendencias, caja 2883, expediente núm. 7.

Covarrubias, José Enrique, “El Banco Nacional de Amortización de


la Moneda de Cobre y la pugna por la renta del tabaco”, en Leonor
Ludlow y Jorge Silva Riquer, Los negocios y las ganancias de la Colonia al
México Moderno, México, Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis
Mora, 1999.
Covarrubias, José Enrique, “La moneda de cobre en México, 1760-1829.
Una perspectiva administrativa”, en José Antonio Bátiz Vázquez y José
Enrique Covarrubias, La moneda en México, 1750-1920, México, Instituto
de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora/El Colegio de Michoacán/
El Colegio de México/UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas,
1998.

78 Romano, Moneda, seudomonedas…, p. 172.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 83


Covarrubias, José Enrique, La moneda de cobre en México, 1760-1842. Un
problema administrativo, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Dr.
José Ma. Luis Mora, 2000.
Fonseca Fabián y Carlos de Urrutia, Historia General de la Real Hacienda,
México, Impresa por Vicente G. Torres, 1845,vols. 1, 3 y 4.
García Martínez, Bernardo, “El sistema monetario de los últimos años del
período novohispano”, en Historia Mexicana, vol. 17, núm. 3 (enero-
marzo, 1968), México, El Colegio de México, pp. 349-360.
García Ruiz, Alfonso, “La moneda y otros medios de cambio en la Zacatecas
colonial”, en Historia Mexicana, vol. 4, núm. 1 (jul.-sep., 1954), México,
El Colegio de México, pp. 20-46,
Garriga, Carlos, “Patrias criollas, plazas militares: sobre la América de Carlos
IV”, en Eduardo Martiré (coord.), La América de Carlos IV, Buenos Aires,
Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2006.
Moreyra Paz-Soldán, Manuel, “La técnica de la moneda colonial. Unidades,
pesos, medidas y relaciones”, en Revista de Historia de América, núm. 20
(diciembre, 1945), pp. 347-369. Pan American Institute of Geography
and History.
Muñoz Miguel, Tlacos y pilones. La moneda del pueblo de México, México, Fondo
Cultural Banamex, 1976.
Romano, Ruggiero, Mecanismo y elementos del sistema económico colonial americano.
Siglos XVI-XVIII, México, FCE-Colmex, 2004.
Romano, Ruggiero, Moneda, seudomonedas y circulación monetaria, México, FCE-
Colmex, 1998.
Soria, Víctor M., “La incorporación del apartado del oro y la plata a la
casa de moneda y sus resultados de operación, 1778-1805”, en Historia
Mexicana, vol. 44, núm. 2 (octubre-diciembre, 1994), pp. 269-298.
México, El Colegio de México.

84 Legajos , número 8, abril-junio 2011


PORTALES
EL VALOR DE LOS ARCHIVOS EN UNA SOCIEDAD SIN MEMORIA

Carlos Alberto Zapata *

Introducción

La archivística se ha consolidado como disciplina desde que la sociedad


se interesó por organizar los documentos que producía como resultado de
su quehacer. El objetivo es hacer accesible el contenido de los documentos
donde se ha registrado durante siglos la cultura humana, pues en los archivos
se mantiene viva una parte de la memoria social. La importancia y el interés
por los archivos llevaron a los responsables de su producción a conservarlos
y protegerlos de conflictos bélicos, saqueos, catástrofes naturales o de la
simple pero implacable acción del tiempo.
Munford1 afirma que “la cultura del hombre depende para su transmisión
en el tiempo del registro o archivo permanente, del edificio, el monumento,
la palabra escrita”. Esta afirmación pone de manifiesto una vez más que la
sociedad ha hecho uso de variados medios de registro como una extensión
de la memoria humana, probablemente porque el hombre es consciente de
la fragilidad de su propia memoria y porque el registro del conocimiento era la
única forma de extenderse más allá del tiempo y perdurar; los archivos son
un resultado directo del proceso de organización de la sociedad que dio lugar
a la aparición de las estructuras de poder (gubernamental, civil, eclesiástico,
militar, etc.) y a la creación de las instituciones. Aunque el interés por los
archivos no ha sido ajeno a su mismo desarrollo, han sido los productores o
propietarios de los documentos y algunos sectores para quienes el acceso a
estos resulta vital para la sociedad, los mayores interesados en reconocerlos
como instituciones de preservación de la memoria.

* Bibliotecólogo y archivista egresado de la Universidad de La Salle en Colombia;


czapata@unisalle.edu.co

1 Munford, Técnica y civilización, p. 261.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 87


Por su parte, Silva,2 al referirse a la historia de la archivística en Portugal,
sostiene que el futuro de los archivos “está determinado por aquello que sean
capaces de hacer, por la interacción entre los poseedores de la información,
sus productores o propietarios y lo usuarios de la misma, dentro de una
sociedad orientada tecnológicamente, donde la información debe estar
siempre disponible, utilizable y comprensible”. Sin embargo, como lo
expresa Navarro,3 del análisis de procesos como el desarrollo generalizado
de la escritura en la sociedad, el ejercicio público institucional y la empresa
privada han tenido algún impacto en el reconocimiento de los archivos en
la cotidianidad ciudadana y su apreciación como un instrumento necesario,
como el mismo autor lo señala, para “las relaciones jurídicas, económicas y
personales entre los miembros de la sociedad”.

La persistencia de la memoria

Al repasar la función que los archivos cumplen en la sociedad, se identifican


persistentemente dos roles que coexisten y que, si bien se encuentran
diferenciados a lo largo de su desarrollo, no pueden desligarse entre sí:
por un lado, el uso administrativo del archivo durante la vida activa de los
documentos, durante el cual éstos sirven como evidencia de las actuaciones
del productor; en segundo lugar el uso de los documentos como registro
vivo de la memoria y cuya utilidad está mediada por el interés que revisten
para la investigación histórica en el sentido más amplio; las tensiones entre
estos dos polos de un mismo eje han nutrido el desarrollo de la teoría
archivística a lo largo de su corta vida. La administración y la historia han
sido por décadas los principales referentes de la archivística y han ocupado
buena parte del trabajo de investigación tanto de esta material como de
otras disciplinas afines o relacionadas con ella.
En la segunda mitad del siglo XX surgió un creciente interés por el
uso de los archivos con fines diversos, motivado principalmente por
razones de carácter historiográfico; paralelamente, el archivo comenzó a
ser comprendido como un elemento legitimador de la acción del Estado,

2 Silva, “La actividad legislativa y su impacto en los archivos portugueses”, p. 12.


3 Navarro, La imagen del archivo…, p. 15.

88 Legajos , número 8, abril-junio 2011


recobrando parte de la esencia adquirida en la Roma antigua y que fue
reivindicada después de la revolución francesa. De esta forma, tanto el uso
administrativo como histórico de los documentos se ha mantenido y con
él la posibilidad de preservar las fuentes documentales para su consulta y
acceso.
Sin embargo, no deja de ser paradójico, como lo ha sido a través de
la historia, que la preocupación por los archivos fuera una cuestión
de interés sólo para unas pocas personas y profesiones, generalmente
vinculadas al productor de los documentos o a su utilidad como fuente
de investigación histórica. La imagen del archivo parece entonces más
ligada a la institucionalidad como elemento de las estructuras de poder que
a la sociedad civil, que recibe los beneficios de dicha institucionalidad; el
ciudadano común parece no reconocer o al menos no es consciente del
valor de los archivos como un bien público y un elemento básico para
la sociedad, situación que afecta de manera directa la conservación y
preservación documental; nuestra sociedad ha visto en repetidas ocasiones
cómo los archivos han sido víctimas de la destrucción, pérdida o saqueo,
causados por la misma población, sin que exista alguna reacción que
condene este tipo de hechos, excepto algunas noticias de prensa aisladas,
que se centran en la alteración del orden público, dejando de lado el daño que
dichos eventos le causan a la misma sociedad.
Aunque sería necesaria una investigación para señalar por qué los
mismos ciudadanos atentan contra su patrimonio cultural, una explicación
puede encontrarse en la obra de Navarro,4 quien expresa, al referirse a
la representación del archivo en los siglos XVI y XVII, que “las clases
subalternas” veían en el archivo un elemento que refuerza la autoridad y la
opresión y lo consideran un símbolo de poder mediante el cual se mantiene
el dominio sobre los gobernados. Aunque esta afirmación se refiere a la
representación del archivo hace casi cuatrocientos años, no parece haber
cambiado sustancialmente en nuestros días.

4 Ibid., p 164.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 89


Archivos y democracia

En los sistemas democráticos el acceso a la información es invocado como


un derecho fundamental, con un alto valor para la sociedad civil; en este
sentido, el acceso a la información no es un fin en sí mismo, sino un medio
para lograr mejores niveles de transparencia de la gestión pública y de las
actuaciones de los servidores públicos.
Sin embargo, la existencia de archivos no es exclusiva de las sociedades
democráticas, pues resultan de la acumulación de los documentos de una
persona, grupo social o institución en desarrollo de sus actividades o
negocios y por lo tanto, como lo ha señalado Tanodi,5 son un producto
involuntario de tales actividades, en particular de aquellas de carácter
institucional o administrativo. Sin embargo, los archivos no han estado
siempre asociados a los sistemas democráticos; de hecho, otros sistemas
políticos y de gobierno han producido y conformado archivos que aún hoy
se mantienen. Incluso, los regímenes totalitarios han mantenido y tienen
archivos pues estos son consustanciales al ejercicio del gobierno.
Por otro lado, el derecho de acceso a la información se circunscribe al
ejercicio del derecho de un ciudadano a ejercer el control de poder político
en una democracia participativa; en este sentido, el derecho de acceso a la
información es característico de sociedades democráticas y se materializa
en el derecho que tiene cualquier ciudadano de consultar los documentos
públicos, salvo cuando existen restricciones legales para el acceso a la
información y el libre acceso a ésta por parte de los organismos de control del
Estado. En complemento, el derecho de acceso a los documentos públicos,
implica la adopción de medidas para hacer más efectiva la comunicación
entre los ciudadanos y el Estado, respetando las restricciones que puedan
darse legalmente como limitación de dicho acceso; en concordancia con lo
anterior en la mayoría de las constituciones políticas de corte democrático,
se establece el derecho de los ciudadanos a consultar los documentos
públicos dentro del ejercicio de fiscalización sobre las actuaciones públicas
de sus gobernantes.
En el ámbito del acceso a la información, algunas entidades como

5 Tanodi, Manual de Archivología, p. 16.

90 Legajos , número 8, abril-junio 2011


la Contraloría General de la República, la Universidad Externado de
Colombia, Transparencia por Colombia y la Personería Distrital han llevado
a cabo estudios que muestran cómo el derecho de acceso a la información
es negado reiteradamente al ciudadano, con argumentos, que aunque
válidos en el terreno de lo legal, no dejan de ser trabas reales a este derecho.
Igual ocurre con el concepto del archivo para el ciudadano, el cual no ha
sido analizado y que podría dar luces sobre las razones para que éste no
reconozca al archivo como una fuente de información ni a los documentos
como un bien público.

Archivos y participación social

El derecho a la participación y el control social son uno de los principales


aportes de la democracia moderna

la participación es una forma de intervención social que les permite a los individuos
reconocerse como actores que al compartir una situación determinada tienen
la oportunidad de identificarse a partir de intereses, expectativas y demandas
comunes y que están en capacidad de traducirlas en formas de actuación
colectiva, con una cierta autonomía, frente a otros actores sociales y políticos.6

La participación es un instrumento de equidad social, de superación del


conflicto mediante el diálogo democrático y de transparencia de la gestión
pública. Para este autor, la participación permite que el ciudadano se acerque
de manera directa a los procesos de lo público; se fundamenta en el deber
del ciudadano de conocer, interactuar y evaluar la construcción de una
política pública, su ejecución y gestión. La participación se puede ejercer
en diferentes escenarios y momentos del proceso: formulación, gestión
colectiva de los asuntos de la comunidad, presentación de observaciones,
sugerencias y denuncias cuando sea pertinente, o evaluación de los acuerdos
para determinar si se llevaron a cabo conforme fueron concertados o si hubo
desviaciones que se deban denunciar; tanto la participación ciudadana como
el control social no se pueden realizar de manera adecuada y responsable

6 Tarquino, “Lo público y el poder social en Colombia”, p. 26.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 91


sin información que haga posible evaluar los actos de una determinada
gestión pública, a partir del acceso a los documentos públicos conservados
en los organismos públicos, o mediante la publicidad de la información que
registra las decisiones e intervenciones de dichos organismos.
Uno de los principios de la participación ciudadana, es según Duque,7
la construcción colectiva y permanente de la cultura por la protección de lo
público; para ello, cada vez más la comunidad está requiriendo herramientas
concretas y prácticas para realizar funciones de veeduría ciudadana; este
mismo estudio señaló que entre las principales causas para la no participación
se encontraron:

• Desconocimiento de los mecanismos de participación


• Falta de recursos
• Falta de transporte
• Falta de tiempo
• Horarios inadecuados
• Orden público

Según los resultados señalados, la falta de información no es un elemento


que la comunidad reconozca como necesario para la participación, lo cual
aunque no es determinante, sí resulta un indicador útil a la hora de analizar
porque la ciudadanía no tiene una percepción adecuada del valor de los
archivos como parte esencial del ejercicio ciudadano.

Archivos y derechos humanos

Según lo señala el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en los últimos años

diversas iniciativas han puesto en el orden del día la definición de políticas


públicas que suscitan reflexiones sobre las posibilidades y limitaciones del papel
de Estado en la preservación y recuperación de la memoria” sobre el conflicto
colombiano, en particular aquellas que se refieren a los derechos de las víctimas.
El derecho a conocer la verdad y reparar a las víctimas está estrechamente

7 Duque, “El control social…”, p. 116.

92 Legajos , número 8, abril-junio 2011


relacionado por un lado con la reconstrucción de los hechos con el fin de
impartir justicia y por otro lado con la posibilidad de contar con archivos que
preserven la memoria para las generaciones futuras como fuente de consulta.8

La Universidad de La Salle desarrolla desde principios de 2009 una serie


de proyectos de intervención social que permitan vincular la formación
profesional con los problemas de la sociedad; uno de estos proyectos tiene
que ver con los archivos y los derechos humanos; de acuerdo con el cual,
“los documentos de los archivos deben hacer posible el conocimiento de
la verdad y de los hechos ocurridos en el pasado” y hacer posible que “los
ciudadanos puedan ejercer sus derechos –individuales y colectivos– y, si es
necesario, que puedan utilizar las pruebas documentales como testimonio
para reclamar la restitución de su dignidad y exigir el derecho a la verdad y
a la justicia”.9
El tema de los derechos humanos ha suscitado, desde finales del siglo
XX, una serie de acciones por parte de organismos internacionales y de los
diferentes países que suscribieron la carta de Naciones Unidas con el fin
de promover en el mundo resultados concretos en los diferentes frentes
relacionados con su protección. Uno de estos frentes cuyo ascenso es
notorio, tiene que ver con la protección de los archivos y su valor como
agente social y factor esencial al servicio de los ciudadanos, de acuerdo
con los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.10
Todos los sistemas de gobierno producen expedientes que registran las
evidencias de sus actuaciones; siguiendo este principio, los gobiernos que
violan los derechos humanos llevan archivos de sus propias violaciones,
los cuales se constituyen de alguna manera en la voz de las víctimas y en
muchos casos en la única voz que perdura en el tiempo.
Este creciente interés por la preservación de los archivos se puede
observar en experiencias internacionales de países como Albania, Alemania,
Argentina, Chile, Bulgaria, Estados Unidos, España, Francia y Georgia,
y aunque es aún insuficiente, marca una tendencia en la exigencia a los
gobiernos por asegurar la conservación de los archivos que contienen

8 Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. “Mesas consultivas...”, p. 4.


9 Sierra, Macroproyecto de investigación…, p. 2.
10 Ibid., p. 3.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 93


el registro de las violaciones de los derechos humanos en los diferentes
continentes; o en la conformación de archivos a partir de testimonios
de las víctimas y de pruebas recogidas por organismos públicos y no
gubernamentales especializados en la defensa de los derechos humanos.

Sociedad, archivos y memoria

Desde principios de 2009, la Universidad de La Salle ha venido llevando a


cabo, como parte del proceso de investigación formativa en el cual participan
docentes y estudiantes de Sistemas de Información, Bibliotecología y
Archivística, investigaciones de aula cuyo propósito es interesar a los
estudiantes en el proceso investigativo en las diferentes áreas de formación
y recoger información que sirva de base a procesos de investigación a
profundidad. Este tipo de investigaciones está estrechamente relacionado
con el proyecto educativo de la universidad y en particular con su proyección
social; uno de estos proyectos de investigación tiene como punto de partida
identificar la percepción que tienen los ciudadanos y personas del común,
acerca del concepto, función y valor de los archivos.
Los ejes articuladores de la investigación formativa para el caso señalado
son: a) los archivos, b) el acceso a la información, c) la participación
ciudadana y, d) el control social (rendición de cuentas). Desde el análisis
de dichos ejes se pretende fundamentar cuál es la representación social del
archivo en Colombia e identificar los principales problemas que afectan a la
sociedad por la carencia de archivos o por las dificultades para su acceso.

Acceso a la
información

ARCHIVOS

Participación Control social


ciudadana y rendición
de cuentas

94 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Como parte del proceso de investigación formativa adelantando, se han
realizado una serie de entrevistas a personas de diferentes comunidades
con el fin de identificar: a) cual es la noción de archivo que tienen los
entrevistados y, b) cual es el valor que para ellos tienen los archivos.
Aunque esta investigación está en una fase preliminar, algunos de
los primeros resultados han arrojado información que permite proponer
hipótesis sobre la noción de archivo para la sociedad y particularmente
para el ciudadano; la mayoría de los entrevistados consideran al archivo
como el lugar donde se guardan documentos; casi todas las personas que
fueron entrevistadas no conciben el archivo como un activo social ni
como algo esencial en una democracia; en buena parte de las respuestas se
evidencia que el archivo sólo tiene utilidad para las empresas y no para el
trabajo profesional o para la actividad que llevan a cabo los entrevistados;
y prácticamente ninguno ha consultado un archivo público pues según lo
manifiestan, la información se encuentra generalmente en las páginas web
de las entidades públicas.
Aunque estos resultados no son concluyentes, y sólo se podrán
corroborar una vez que finalice la investigación general que se está
adelantando actualmente, sí permite identificar que el concepto de archivo
sólo representa la memoria de la sociedad para sectores minoritarios, en
tanto que los ciudadanos para quienes se conservan los documentos como
usuarios secundarios no lo identifican con este concepto.

Acciones propuestas para articular los archivos con la sociedad

A continuación se propone una serie de acciones que pueden implementarse


desde los diferentes actores vinculados a la promoción del archivo no sólo
como un recurso de información para la administración o para la historia
sino como instrumento de transformación de la sociedad, estrechamente
vinculado a ésta.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 95


Tipificación de las quejas de la ciudadanía
sobre el acceso a la información pública

Obstáculos que se oponen al acceso a la Análisis de accesibilidad en las páginas


información conservada en los archivos web de la administración pública

Acceso a la
La gestión documental y información Los archivos como
los procesos de normalización instrumentos para la
para el ciudadano participación ciudadana
ARCHIVOS
La gestión documental
Control Participación Alfabetización digital
en la rendición de
social ciudadana y participación
cuentas

Papel de los archivos en el Los archivos en la


control social a lo público. administración electrónica
Estudios de casos

Relación academia-sector público

Se deben establecer o desarrollar convenios de cooperación entre las


entidades que ofrecen formación en archivística con entidades públicas
como la Contraloría General de la República, las Personerías, las Veedurías
Ciudadanas, el Archivo General de la Nación y los archivos departamentales
y municipales, mediante acciones concretas como:

• Capacitación a veedores, personeros y contralores en los procesos


relacionados con la función archivística.
• Realización de seminarios y foros alrededor del papel que cumplen los
archivos como un elemento necesario para desarrollar los principios
constitucionales de transparencia de la gestión pública y acceso a la
información.
• Realización de campañas de sensibilización entre la población sobre
el uso y valor de los archivos.

96 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Formulación y evaluación de políticas públicas

Generar espacios de discusión alrededor del archivo que permitan analizar


las políticas públicas relacionadas con el acceso a la información y proponer
políticas que redunden en beneficio de la población, aumenten la confianza
de la comunidad y fortalezcan el valor de los archivos como instrumentos
útiles para consolidar la participación de la ciudadanía en la gestión de lo
público. Se deben proponer políticas en cuanto a:

• Estructura de la información que se divulga a través de sitios web de


la administración pública.
• Estándares de metadatos para la descripción de los documentos de
la administración que se publican a través de internet
• Normalización de los documentos públicos que se divulgan a través
de de las páginas web de la administración pública.
• Evaluación de las políticas públicas y su relación con los archivos y
documentos.

El archivo como mediador en procesos pedagógicos

Uno de los factores que mayor peso tiene sobre la formación ciudadana
es la educación. En la escuela se llevan a cabo hoy en día procesos de
impacto para la sociedad a través de estrategias que buscan formar nuevas
generaciones de ciudadanos, comprometidos con los principios de una
sociedad democrática, apoyada en valores comunes y en el desarrollo de la
libertad con responsabilidad.
En este escenario es imperativo que los niños desde temprana edad
se familiaricen con los archivos como un activo social, en donde reposa la
memoria de la sociedad; la formación en ciudadanía y democracia que se
ofrece en la educación básica y se extiende a otros niveles de la educación
es incompleta si estos nuevos ciudadanos no tienen una representación
apropiada de lo que los archivos significan para una democracia.
Se trata por lo tanto de acercar a los estudiantes de básica y secundaria
a los archivos como mediación en los procesos pedagógicos, mediante
acciones como:

Legajos , número 8, abril-junio 2011 97


• Visitas guiadas a los archivos públicos e históricos, así como a
archivos empresariales relevantes, para vincular en el imaginario de
los niños y jóvenes la importancia de estos en la sociedad.
• Elaboración de guías didácticas para la enseñanza de las ciencias, a
partir del conocimiento conservado en archivos de todo tipo.
• Promover el trabajo de investigación desde el aula, a partir de fuentes
primarias conservadas en archivos públicos y privados de interés
público e histórico.
• Hacer explícita la importancia de los archivos en los problemas
actuales de la sociedad en aspectos como la protección de los derechos
humanos, la protección del medio ambiente y la consolidación del
sistema democrático.

Conclusión

Los archivos han estado presentes desde los principios de la sociedad como
un resultado natural de los procesos que dieron origen a la civilización; a
pesar de que existe una relación natural entre dichos procesos y la formación
de los archivos, existe diferentes concepciones acerca de lo que los archivos
representan para una sociedad. Los archivos registran los acontecimientos
del presente preservándolos para el futuro. No obstante, a lo largo de los
siglos, el archivo ha estado siempre vinculado a un concepto de secretismo,
que ha sido heredado de una generación a otra.
El registro y la cancillería como primeros antecedentes del archivo en
España11 dan cuenta del esmero de la corona española por la organización
de los documentos, teniendo en cuenta la creciente complejidad de la
burocracia del reino. El interés por esta organización no provenía como es
de esperarse de los súbditos o subordinados, sino de los responsables de
conservar los documentos y facilitar su acceso cuando se requirieran. De
igual forma, los historiadores, cuya influencia en los círculos de poder ha
sido una constante, promovieron la necesidad de contar con sistemas de
organización que facilitaran el acceso a las fuentes documentales, aunque
no siempre bajo criterios adecuados.

11 Martin Pozuelo, La construcción teórica en archivística, p. 7.

98 Legajos , número 8, abril-junio 2011


La aparición del ciudadano como usuario de los archivos es relativamente
nueva y está asociada al desarrollo de los sistemas democráticos como forma
de gobierno y a la democracia como fundamento de la sociedad moderna.
No obstante lo anterior, el ciudadano no tiene una noción del archivo
que corresponda con su importancia para la sociedad; así, los archivos
son considerados como una parte de la memoria colectiva de los pueblos, pero
esa misma sociedad, en su forma individual, no es consciente de que los
archivos conservan activos de conocimiento y como tales representan la
memoria de la sociedad.
Son innumerables los casos en los cuales la población, al reaccionar ante
eventos que le son adversos o ante la ineficiencia e ineficacia de la acción
estatal, ejecutan acciones contra las autoridades (civiles, judiciales, militares
y de policía, eclesiásticas, etc.) que se traducen en saqueos a las instalaciones y
destrucción de los bienes públicos, incluyendo los archivos. Los noticieros
exhiben con frecuencia imágenes de televisión en las cuales los mismos
ciudadanos prenden fuego a expedientes sustraídos de las oficinas públicas,
sin que nadie (excepto las mismas autoridades) de la población proteste por
tal situación.
¿Qué imagen tiene entonces el ciudadano del común acerca del archivo?
¿Por qué atenta contra un bien público que más adelante va a necesitar? ¿Es
consciente de que los documentos que destruye pueden ser en el futuro la
única garantía para la protección de sus derechos? ¿El ciudadano percibe
los documentos como una extensión del concepto de autoridad y dominio?
Es evidente que parte de la repuesta a estos interrogantes se encuentra
en la falta de conciencia que la sociedad tiene sobre el valor y función de
los archivos; desde temprana edad, los niños adquieren conciencia de la
importancia que para una sociedad tienen instituciones como la escuela,
la biblioteca pública, los hospitales, por citar algunas, cuya imagen se va
formando desde los primeros años de educación.
Los archivos contienen la información vital para una sociedad como la
nuestra; en ellos se conservan los documentos que registran por ejemplo,
los movimientos de la población (migraciones, desplazamiento forzado,
etc.), la evolución de nuestra economía (conservada en los archivos de las
empresas y gremios económicos), el desarrollo de nuestro sistema político
(los archivos de los partidos políticos), el movimiento sindical y gremial

Legajos , número 8, abril-junio 2011 99


(en los archivos de los sindicatos, las asociaciones profesionales y los
gremios), la memoria de los derechos humanos (archivos de organismos no
gubernamentales e internacionales especializados en derechos humanos),
la evolución urbana (archivos de constructoras y curadurías); la lista es tan
extensa que no puede abarcarse en este artículo.
Sin embargo, este breve listado sirve para ilustrar la necesidad de
reposicionar la imagen del archivo en el ciudadano del común, para lo cual
se requiere una decidida acción de los diferentes actores que promueven
el desarrollo de loa archivos del país, tales como los archivos públicos, las
asociaciones de archivistas y las instituciones que ofrecen programas de
formación en archivística.

Bibliografía
Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. “Mesas consultivas por la
memoria”. Bogotá, oct. 22 de 2009, 21 pp.
Duque Ayala, Corina, “El control social en la defensoría regional de
Cundinamarca”, en Memorias de seminario Los archivos y el control social, jul.
30- ago. 1ª de 2003, pp. 113-128.
Martin-Pozuelo, La construcción teórica en archivística: el principio de procedencia,
Madrid, Universidad Carlos III, 1996.
Munford. L., Técnica y civilización, Madrid, Alianza, 1994.
Navarro Bonilla, Diego, La imagen del archivo: representación y funciones en España
(siglos XVI y XVII), Gijón; Trea, 2003.
Sierra, Fernando, Macroproyecto de investigación: archivos y derechos humanos,
Bogotá, Universidad de La Salle. 2009.
Silva, Jorge Alfonso, “La actividad legislativa y su impacto en los archivos
portugueses”, en Memorias de Portugal: la experiencia archivística portuguesa,
Asociación de Archiveros de Castilla y León, N° 8, 2005. pp. 11-24.
Tarquino, Carlos Andrés, “Lo público y el control social en Colombia”, en
Memorias de seminario Los archivos y el control social, jul. 30- Ago. 1ª de 2003.
pp. 17-36.
Tanodi, Aurelio, Manual de Archivología, Córdoba, Universidad de Córdoba,
1976.
Zapata, Carlos Alberto, Macroproyecto de archivos y democracia, Bogotá
Universidad de La Salle, 2009.

100 Legajos , número 8, abril-junio 2011


RESEÑAS
ENTRE RÍOS TE VEAS
Isabel Avella Alaminos

Marco Antonio Samaniego López, Ríos internacionales entre México y Estados Unidos. Los tratados
de 1906 y 1944, México-Mexicali, El Colegio de México-Centro de Estudios Históricos /
Universidad Autónoma de Baja California, 2006.

Este libro –cuya primera versión fue la tesis doctoral del autor– analiza
los orígenes, características y consecuencias de los tratados de aguas
firmados por México y Estados Unidos en 1906 y 1944. La obra se divide
en siete capítulos que, en general, guardan un orden cronológico y siguen
la trayectoria de los tratados desde sus antecedentes más tempranos en
1896 hasta la ratificación del segundo tratado en 1946. La investigación
de Samaniego se fundamenta en una gran cantidad y variedad de fuentes
primarias y secundarias localizadas en archivos y bibliotecas de México y
Estados Unidos. La vastedad de la información que maneja el autor y el
amplio número de protagonistas involucrados en los tratados hacen que,
por momentos, la lectura sea demasiado compleja. Sin embargo, más allá de
ello, el libro posee varias cualidades que vale la pena comentar.
El primer atractivo del trabajo es su dedicación a la historia de México en

Legajos , número 8, abril-junio 2011 103


el siglo XX. El simple hecho de abocarse a esta etapa histórica del desarrollo
de nuestro país tiene ya su mérito, pues, en términos relativos, existen
pocos estudios históricos referidos a ella. Pero, además, el autor se centra
en los usos sociales del agua y sus implicaciones en la frontera norte, un
aspecto de gran actualidad que le permite relacionar los tratados de aguas
internacionales de 1906 y 1944 con las discusiones recientes sobre la deuda de
agua de México con Estados Unidos. Así, el libro es una demostración de que la
historia como disciplina es capaz de aportar elementos valiosos de análisis
para debatir sobre conflictos contemporáneos.
El segundo acierto del texto radica en que cuestiona la visión
convencional de las relaciones México-Estados Unidos. El autor examina
los tratados mencionados con la idea de demostrar una tesis provocadora y
sugerente a la vez: dichos acuerdos fueron el resultado de sendos procesos
de negociación, no de una imposición por parte de la Unión Americana
hacia México, y estuvieron determinados por circunstancias geográficas y
por las transformaciones en los usos sociales del agua en los dos países, más
que por la asimetría política y económica de fuerzas entre ambas naciones.
El rechazo del esquema país fuerte-débil para entender las relaciones
bilaterales permite al autor reconstruir una historia más rica, verosímil y
compleja de cómo se tejieron los vínculos mexicano-estadounidenses a
propósito de los tratados de aguas. Para realizar este ejercicio Samaniego
emplea varios planos simultáneos de análisis: por un lado, examina
los intereses concretos que estuvieron en juego en la discusión sobre el
aprovechamiento de los ríos Colorado y Bravo por parte de México
y Estados Unidos, en segundo lugar, el contenido de los tratados y de
la normatividad para el aprovechamiento de las aguas, y, finalmente, la
aplicación y los efectos reales que se derivaron de dicha legislación. Gracias
a este estudio tridimensional se vuelve factible desmentir algunos lugares
comunes en la historiografía en torno a las relaciones México-Estados Unidos,
como la concepción de los acuerdos bilaterales como pactos entre países,
o la idea de que la dependencia que une a México con la Unión Americana
es unilateral.
Samaniego muestra que la negociación de los tratados, más que encarar a
un país con otro, enfrentó a los estados ribereños superiores e inferiores de
ambos países (es decir, a los que recibían un mayor y un menor caudal de los

104 Legajos , número 8, abril-junio 2011


ríos, respectivamente), de ahí que haya habido coincidencias transnacionales
entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez, Chihuahua, y diferencias intra-
nacionales como el choque entre Colorado y Nuevo México con Texas.
Por otro lado, si bien existió dependencia económica de las zonas
fronterizas de México con respecto a Estados Unidos, ya que éste las dotó
de agua, inversiones y tecnología gracias a las cuales pudieron abrir tierras al
cultivo y urbanizarse, dicha dependencia también operó a la inversa. Nuestro
país poseía un mayor caudal de agua en el bajo río Bravo que alimentaba a
Texas y podía amenazar el abastecimiento hidráulico de este último estado
con obras como la presa La Boquilla, amén de que debía autorizar ciertos
trabajos, como el levantamiento de bordos en Baja California, para no
perjudicar a los estados sureños de Estados Unidos.
La tercera virtud del libro se refiere a la delimitación del espacio
histórico propuesta por Samaniego, que es ilustrada mediante una serie
de mapas de gran utilidad. Por el título de la obra, podríamos pensar que
se trata de una investigación más acerca de la historia de las relaciones
internacionales de México. Sin embargo, el contexto internacional ocupa
un segundo plano; el escenario central lo constituyen, en cambio, las zonas
fronterizas en el norte de México y el sur de Estados Unidos que se hallan
conectadas por las cuencas de los ríos Colorado, Bravo y Tijuana. De esta
forma, el texto continúa implícitamente con la tradición de historia regional
que ha subrayado la necesidad de identificar espacios históricos acotados en
función de su dinámica propia, no de los ritmos nacionales.
Dicha delimitación permite pensar en la frontera norte de México y
la frontera sur de Estados Unidos como dos regiones que, pese a haber
quedado separadas desde 1848, continuaron estando vinculadas, no tanto
por el simple hecho geográfico de compartir las cuencas naturales de los ríos,
sino debido a las transformaciones que sufrieron los usos sociales del agua
de ambos lados de la frontera; fue este segundo factor el que propició que
se formara una región socioeconómica binacional con vínculos operativos
transnacionales.
Por otro lado, para establecer la cronología de cómo evolucionó este
espacio en la primera mitad del siglo XX, el autor se deslinda del corte de
1910 e identifica los tiempos de su devenir en función del proceso central
que subyació a los tratados de 1906 y 1944: la transformación de los usos

Legajos , número 8, abril-junio 2011 105


sociales del agua. Esto le da la pauta para trazar una visión de largo plazo de
cómo cambió el problema de los usos del agua en el norte de México y el
sur de Estados Unidos, desde el porfiriato hasta la posrevolución.
Ahora bien, como en cualquier libro, en Ríos internacionales entre México y
Estados Unidos… quedan algunos cabos sueltos que, a mi juicio, se podrían
aprovechar mejor en futuras investigaciones para enlazar la temática del
libro con tópicos más globales. A manera de ejemplo, mencionaré tres de
ellos.
En primera instancia, hace falta una referencia más sistemática y explícita
a la forma en la que la problemática internacional influyó en los tratados. El
autor señala que las negociaciones entre Estados Unidos y Canadá para la
utilización conjunta de los ríos internacionales en su frontera presionaron
al primero para definir las condiciones de sus acuerdos con México en
1906. Valdría la pena ahondar en la cuestión y relacionarla con un dato que
aparece sólo a pie de página, pero que merece una mayor atención: el hecho
de que México también se cuidó de negociar el tratado de 1944 pensando en
las implicaciones que tendría para pactar acuerdos similares con Guatemala.
Con base en ello podríamos engarzar el análisis de los acuerdos de 1906 y
1944 con la naturaleza y la evolución generales de las zonas fronterizas en
el norte y el sur de nuestro territorio, comenzar a distinguir la historia del
norte de México, a secas, de la historia de la franja fronteriza con cuencas
versus otras regiones del norte, así como entender mejor otra referencia
marginal en el texto: la oposición, en 1945, de trabajadores de Tabasco y
Chiapas –en principio, ajenos a la realidad del norte– a la entrega de agua
del Río Bravo a Estados Unidos.
La segunda ausencia que convendría explotar es la información que
México generó y difundió en relación con los tratados de 1906 y 1944. El
libro dedica más atención a las circunstancias que influyeron en la postura
estadounidense que a la visión mexicana del problema porque buena
parte de los datos que el autor tuvo a su disposición fueron generados en
Estados Unidos. Samaniego comenta que hubo poco interés por el tema
en México, pero resulta difícil pensar que, por lo menos en los territorios
y estados norteños a los que concernía directamente el asunto de los ríos
internacionales, no se haya producido material suficiente para reconstruir su
postura específica. ¿La información no se generó a causa de la indiferencia,

106 Legajos , número 8, abril-junio 2011


la ignorancia o la falta de visión sobre la cuestión? ¿O más bien estamos ante
una paradoja propia de otros temas de la investigación histórica sobre el
siglo XX mexicano, a saber, que ha sobrevivido menos evidencia para hacer
historia de la primera mitad de dicho siglo que del XIX o la época colonial?
Habría que acercarse más a los archivos locales, estatales y privados para
aclarar el punto y conocer la posición y las acciones de las zonas fronterizas
de México, sus agricultores, empresarios y políticos.
Por último, también sería deseable abundar en la relación de la historia
nacional con la historia regional. Samaniego comenta que tanto en 1906
como en 1944 el Estado mexicano que negoció con Estados Unidos fue un
Estado fuerte, pero ¿qué tan parecidos eran uno y otro? Asimismo, queda
claro que con el tiempo el Estado mexicano reunió más elementos para
negociar, e incluso los buscó para llegar con mejores cartas bajo el brazo.
Sería importante reflexionar en los efectos que esta mayor disposición de
información tuvo en la percepción del Estado mexicano acerca de las zonas
fronterizas del territorio nacional y del papel que debían desempeñar en la
política económica nacional.
Estas omisiones no menoscaban el trabajo realizado por el autor, por
el contrario, son líneas de análisis que se desprenden de su investigación
que, sin duda, se convertirá en una referencia importante para quienes se
interesan tanto en la historia de México, y en particular del norte, a lo largo
del siglo XX, como en la historia de los usos del agua y de las relaciones
bilaterales entre México y Estados Unidos.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 107


EXPOSICIÓN PERMANENTE

Edith Hernández Durana

Denise Hellion Puga, Exposición permanente: anuncios y anunciantes en El Mundo Ilustrado, México,
INAH/UAM-A, 2008.

Este libro, aunque se sitúa en uno de los periodos más abordados por la
historiografía mexicana (el porfiriato), tiene la difícil virtud de ser original.
A través de un texto perfectamente estructurado y pensado, la autora nos
ofrece una mirada distinta para ver y recorrer las calles de la ciudad de México
de principios del siglo XX; ciudad que gracias a las políticas emprendidas
por el Estado, despertaba a la tan ansiada modernidad.
La investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia
presenta como actores fundamentales de esta transición a los comerciantes
de la capital mexicana; específicamente se refiere a los discursos emitidos
por ellos en sus anuncios publicados en El Mundo Ilustrado entre 1905 y
1908. Y es que un nuevo espacio de expresión empezaba a conformarse

108 Legajos , número 8, abril-junio 2011


en la prensa mexicana: la publicidad. Este elemento incidiría de manera
definitiva, a través de la incorporación cada vez más frecuente de imágenes,
en la acción y en los hábitos de los ciudadanos.
A su vez, la reflexión de la autora, en torno de la prensa como objeto
de estudio, permite cavilar sobre la importancia del análisis de las fuentes
hemerográficas, pues como se señala en el texto éstas son relevantes no
sólo para la comprensión de una época, sino también para descubrir y
elaborar interpretaciones originales, donde nuevas voces cobran vida. En
este caso las de los anunciantes de El Mundo Ilustrado. Esta revista semanal,
de presentación lujosa, imágenes memorables y edición bien cuidada, fue
el objeto de atención de numerosas familias acomodadas y el espacio en el
que la mujer surgió como lectora y consumidora. Heredero de una gran
tradición periodística, iniciada en 1885 por Rafael Reyes Spíndola, El Mundo
Ilustrado se insertó en la línea de lo que la autora llama la “prensa moderna”,
que se caracterizó, principalmente, por sus constantes innovaciones
técnicas, la consolidación de una lógica empresarial, la división en secciones,
la inserción de anuncios y la aparición de un lenguaje visual.
Pero ¿quiénes eran los comerciantes-anunciantes de El Mundo Ilustrado?
Hellion, en este punto, presenta una imagen de estos personajes emisores del
discurso, principalmente de origen extranjero, con gran poderío económico
y político. ¿El objetivo? establecer el horizonte desde el cual emitieron
dichos mensajes. En este sentido, la autora elabora una reflexión sobre las
características de esta comunidad mayoritariamente inmigrante, los lazos de
paisanaje que establecieron y las condiciones en que se integraron y fueron
asimilados por la sociedad de aquella época.
En el recorrido marcado por Hellion Puga se aborda también la
importancia que tuvo el comercio para el desarrollo económico de
México, así como su influencia en el crecimiento, diseño, construcción y
distribución espacial de la ciudad. Los grandes almacenes surgieron como
espacios distintivos de la urbe capitalina, y su presencia en las páginas de
El Mundo Ilustrado fue punto clave para la conformación de un mercado y
el establecimiento de una nueva cultura de consumo, cuna de la vanguardia
comercial en México. El Palacio de Hierro, El Puerto de Veracruz, El Puerto
de Liverpool y El Centro Mercantil fueron muestra de ello, así como algunas
tiendas de lujo y novedades instaladas en la antigua calle de Plateros.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 109


Para vender se promovió la idea de que a través de la compra en esas
casas comerciales –“que eran las formas de expresión de la civilización más
adelantada”– se podía acceder a lo exótico, a lo excéntrico de la modernidad.
Pronto los objetos, colocados en mostradores o cuidadosamente expuestos
en amplios escaparates, se volvieron obsoletos con independencia de
su situación material, al mismo tiempo que la identidad de los citadinos
empezó ligarse intrínsecamente al atuendo que portaban. Este imaginario
del consumo, visto como expresión cultural, civilizatoria, que en todo sentido
cambió la antigua lógica comercial, fue el que se expresó detalladamente en
la publicidad de dicho semanario.
Bajo el planteamiento y confluencia de los elementos mencionados
con anterioridad, Denise Hellion se encamina al objeto de su análisis: los
anuncios de El Mundo Ilustrado. Espacios donde comercio y modernidad
fueron presentados en forma artística y seductora, mediante el uso de
elementos publicitarios como la arquitectura, el prestigio y la imagen
femenina, con la finalidad de reforzar la identidad de las casas comerciales
y convertir al lector en consumidor.
A lo largo del último capítulo del libro destacan las novedosas formas de
promoción de El Palacio de Hierro, El Puerto de Veracruz, El Paje, la cristalería
Pellandini, La Perla, Singer, Cervecería Cuauhtémoc, Cervecería Moctezuma y El
Buen Tono. Resulta imposible no disfrutar al sólo verlas.
Es así como Hellion traza la línea que nos conduce a un mundo en
constante movimiento y transformación, donde la sociedad transitó por
las calles de lo aparente y lo real, ventana que en cierto sentido fue el
laboratorio de comerciantes y productores, el lugar para explorar nuevos
medios de publicidad: los anuncios en El Mundo Ilustrado.
Este libro coeditado por el INAH y la Universidad Autónoma
Metropolitana Azcapotzalco arroja luz sobre temas que han sido poco
explorados, a la vez que sugiere nuevos temas de análisis historiográfico. Se
nota la pasión y empeño dedicados por la autora, y es sin duda un libro de
indispensable lectura.

110 Legajos , número 8, abril-junio 2011


DOCUMENTOS DEL
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Imagen de portada
Santa Catalina, San Pedro Cuitlahuac, San Francisco Tetlalpa, Chalco.

Ma. Inés Ortiz Caballero


Guillermo Sierra Araujo

Este documento pictórico que ilustra la portada y contraportada del


presente número es la representación visual de un terreno que fue objeto
de un litigio por posesión de un sitio de estancia y dos caballerías en el
cerro Aguayo, entre los naturales de Santa Catalina, provincia de Chalco y
Francisco Toucedo de Brito.
El mapa está registrado en la Mapoteca del AGN con el número 1155
en la colección Mapas Planos e Ilustraciones (Mapilu)1 y acompañó al
manuscrito que se localiza en el fondo documental Tierras, volumen 1631,
expediente 1, cuaderno 11. Los tribunales novohispanos del siglo XVI al
XVIII exigían la presentación de mapas y planos.2 Este es un ejemplo de
una descripción física dirigida por funcionarios y agrimensores, con el
fin de preservar segmentos de tierra, medidas de terrenos, chinampas y
construcciones.
El documento data del año de 1656 y fue realizado por orden de Gaspar
Fernández de Castro, oidor de la Audiencia Real de Nueva España. Al
reverso del mapa se encuentra un manuscrito donde se indica que se trata
de una copia del fresco localizado enfrente de la escalera del convento de
San Pedro Cuitláhuac. El escrito expresa que a la copia se agregaron los
nombres de las localidades aledañas a los cerros:

Esta es una copia de la Pintura que esta enfrente de la escalera del Convento de San
1 AGN, Mapilu, planero 7, cajón 5, pieza número 1155.
2 Joaquín Galarza, Amatl Amoxtli, el papel, el libro, México, Ed. Tava, 1986, p. 104.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 113


Pedro cuitlahuac que se cotejo Con los mapas antiguos De los Naturales de
S[an]ta Catalina Como se Refiere en la diligencia y aunque aquí Se muestran Los
Cerros Con distincion no La tienen en la Pintura original Por estar gastada del
tiempo y el s[eñ]or oidor Lo mando Poner Por advertencia y lo firmo en esta
copia de dicha Pintura, fecho en el pueblo de Santa Catalina sujeto al de San
Pedro cuitlahuac jurisdiccion de la provincia de chalco á siete dias del mes de
Henero de mill y seiscientos y cinquenta y seis años.3

Información que se comprueba en el cuerpo del manuscrito en las fojas 93


vuelta y 94.
La función de este documento es la de legalizar la tenencia de los
terrenos descritos, apuntando los nombres de los topónimos, reconociendo
los puntos más representativos, como los templos, los caminos, los cerros.
No se detalla cada elemento ni tampoco se proporciona una escala exacta,
simplemente se maneja la orientación cardinal y medidas aproximadas
tomando como referencia los sitios identificados. Al observar el mapa
se localizan las siguientes poblaciones representadas por sus respectivas
parroquias: San Pedro Tlahuac, San Francisco Tekalpa, Santa Cruz
Tepintitlan, Santa Catalina, Quautitlquaja y Xuacinco Santa Maria Asunción.
Asimismo, se ubican otras poblaciones asentadas hacia el sur como Bartolo,
Santa Ana, Santiago, San Pablo, San Antón y Xuchimilco (sic).
El mapa no está firmado, aunque al parecer fue hecho por Pedro de
Sandoval. El anonimato es una característica común en estos documentos,
cuyo fin no es cumplir con cánones estéticos y ser reconocidos y adulados
a través de un nombre. De hecho, la técnica empleada en estos mapas no es
estilizada, los trazos son simples y la aplicación del color es tenue; en este caso
resalta el color negro en los trazos de las parcelas y el flujo de las aguas, así
como el rojizo de los templos y los caminos principales para crear el efecto de
un sugerido volumen. Es un diseño en un plano, sin perspectiva, cuya única
característica es la de justificar la localización del terreno en un litigio.
La presentación a los lectores de este documento de gran valor tanto
histórico como artístico intenta evitar que permanezca solamente como
prueba y complemento de un juicio de tierras.
3 AGN, Mapilu, planero 7, cajón 5, pieza número 1155 vuelta.
4 AGN, Tierras, vol. 1631, exp. 1, cuaderno 11, f. 92.

114 Legajos , número 8, abril-junio 2011


INTRODUCCIÓN
Idalia González Castillo

La capitulación de San Blas

A principios de 1811 la causa independentista había acumulado victorias


y conseguido muchas plazas. José Antonio Torres logró imponerse en la
Nueva Galicia; Rafael Iriarte controlaba León, Aguascalientes y Zacatecas;
Luis de Herrera y Juan Villerías ocupaban San Luis Potosí; Benedicto López
avanzaba sobre Toluca y Zitácuaro; José María Morelos daba inicio con
su campaña en el sur; Julián Villagrán y Miguel Sánchez tomaban el valle
del Mezquital; José María González Hermosillo encabezó rebeliones en las
provincias internas de Occidente y José María Mercado tomó las plazas de
Tepic y San Blas.
Mercado nació el 13 de diciembre de 1781 en Téul, Zacatecas; estudió
en el Seminario Conciliar de Guadalajara; se desempeñó como profesor en
el colegio clerical y más tarde fue párroco de Ahualulco. Entre sus logros
destaca la proclamación de la independencia de Ahualulco en noviembre de
1810 con la colaboración de Juan José Zea, quien era subdelegado de ese
poblado; así como la toma de Tepic y el puerto de San Blas.
El primero de diciembre del mismo año, Mercado logró la rendición
del capitán de fragata del puerto, José Lavayén, sin que éste opusiera
resistencia. Mercado le permitió huir a Tepic, mientras él tomó posesión de
víveres y armas que utilizó en apoyo al movimiento insurgente. Esta acción
lo hizo acreedor del nombramiento de Comandante General de las Armas
del Poniente. Sin embargo, tras tomar Tepic y San Blas fue derrotado,
traicionado y muerto en enero de 1811.
Los extractos documentales que presentamos relacionados con este
episodio forman parte de expedientes del tomo 916 del fondo Operaciones
de Guerra que trata sobre la causa seguida contra el capitán de fragata de
la Real Armada y Comandante del Apostadero de San Blas, José Joaquín

Legajos , número 8, abril-junio 2011 115


de Lavayén, entre otros, por haber capitulado a favor del cura José Maria
Mercado.
En primer lugar presentamos la primera foja del expediente número 1
sobre el nombramiento de Pedro Celestino Negrete como fiscal; seguimos
con cinco de las seis fojas (de la 4 vuelta a la 6 vuelta) del expediente número
2 sobre la declaración del primer testigo: Felipe García, y concluimos con
la sentencia dictada a los acusados en la causa formada por la capitulación
de San Blas. Esta sentencia se encuentra comprendida en los expedientes
números 69 (foja 322), 70 (fojas 332-334) y 71 foja (325). Tal dispersión se
hace notar en el índice del volumen, donde se especifica que a pesar de la
división de expedientes se trata de un mismo asunto.

Canciones de guerra

Poco tiempo después de la victoria de Mercado en San Blas, la causa


insurgente sufrió una derrota muy costosa en Puente de Calderón, Jalisco,
donde participaban cerca de cien mil insurgentes comandados por Miguel
Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo contra las
fuerzas realistas dirigidas por Félix María Calleja.
Al principio, los insurgentes dominaban la batalla a pesar de las diferencias
de armamento; sin embargo, la explosión de una granada que destruyó gran
parte de la artillería mexicana, causó un incendio que les impidió buena
visibilidad sobre el enemigo y creó una ola de desesperación y terror
entre los insurgentes; esta situación fue aprovechada por el ejército rival.
Después de esta victoria, Calleja ocupó al día siguiente Guadalajara y le
ordenó al brigadier José de la Cruz recuperar San Blas.
Ante esta derrota, Hidalgo acordó con Allende, Aldama y Jiménez
retirarse hacia el norte para buscar apoyo económico y en armas que les
permitieran continuar con la lucha; así lograron entra en Saltillo a principios
de marzo, pero al ser delatados los aprehendieron en el paraje conocido como
“Las Norias de Baján” y fueron puestos a disposición de las autoridades
virreinales. Procesados y condenados a muerte, unos en Chihuahua y otros
en Durango, sus cuerpos fueron decapitados y sus cabezas colocadas en las
cuatro esquinas de la alhóndiga de granaditas en Guanajuato.
Aquí se presenta completo el expediente 40 del vol. 879 del fondo

116 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Operaciones de Guerra donde se le informa al virrey sobre la remisión de
un oficio del comandante general de Yucatán y de una canción patriótica
escrita con motivo de la noticia circulada de la aprehensión del cura Hidalgo
y demás jefes de la insurrección.
Tanto en los documentos relacionados con La capitulación de San Blas
como en Canciones de guerra se respetó la ortografía original y sólo se
incluyeron corchetes para marcar los fragmentos con puntos suspensivos,
completar algunas palabras o señalar que éstas fueron testadas.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 117


LA CAPITULACIÓN DE SAN BLAS

118 Legajos , número 8, abril-junio 2011


f. 1

Jurisdicción militar N° 114. (testado)


Ciudad de Guadalajara año de 1811
Legajo 6
Indiferente de guerra N° 560
Real Marina
Criminal

Contra el Capitan de Fragata de la Real Ar-


mada Comandante del Apostadero de San Blas Don
Jose Joaquín de Lavayen; el Alferez de la misma Don
Agustin Bocalan; Don Manuel Lopez de Cotilla,
Capitan del Batallon Provincial de Milicias de
Guadalajara; y los tenientes de Navío Don Ja-
Cobo Murphi, Don Ramon Moyua: el teniente
de Fragata Don Antonio Quartara: el primer piloto
con grado de Alferez de Fragata Don José Maria
Narváez: el teniente de la Compañía fija del
Apostadero Don Manuel Buentiempo, y los Capi-
tanes, Don Juan de Hecharte de Dragones de Nueva Galicia,
Don Martin Gutierrez del Batallón Provincial de Mili-
cias de Guadalajara y Don Francisco Pacheco de Milicias
Urbanas, acusados de la entrega del Apostadero de San
Blas, que hicieron por capitulacion al cura del pueblo
del Ahualulco Jose María Mercado, que capitaneaba a los
rebeldes de la insurrección de este Reino de Nueva España.
[J]ueces fiscales Don Pedro Celestino Negrete teniente
de Fragata de la Real Armada, y Don Antonio Palao, teniente
del Real Cuerpo de Artilleria.
Secretarios.
Don Luis Garcia de Aguirre teniente
de las Milicias de Infantería Provin-
cial de Toluca, [Don] Manuel de Cas-
tro subteniente de [foja rota] de las mismas
y Don Rafael [foja rota] subteniente
del Regimien[to Provi]ncial de
San Blas.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 119


120 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 4v
[Fragmento de la declaración del primer testigo Felipe García]

[…]
mañana embarcaron algunos su equip[aje]
siendo de este numero el capitan de Pa[i-]
sanos Echarte, quien pido al declarant[e]
una embarcacion para conducir a bordo [los]
efectos de su compañía sin causarle malic[ia]
por creer que seria una precaucion para
el caso de verse obligados a alguna reti-
rada; el mismo día 30 volvio Don Agustin
Bocalan a parlamentar con el Cura [Mer-]
cado, y por la noche se citó a junta con[cu-]
rriendo a ella todos los referidos de todas
clases, y en la que se leyo un papel. Capi-
tulacion acordada con Mercado por el Al[fe-]
rez de fragata Don Agustin Bocalan, como
parlamentario, y comisionado por el Coman-
dante de cuyo contenido le parece al declara-
te [h]a de tener una copia el paisano Don Juan Ve-
larde; seguidamente se trató de botar sobre
si debían o no rendirse exigiendo el
comandante a cada uno su voto por escrit[o]
en papel separado; que el declarante vo[to]
por la posible defensa, con consideracion [¿?]
cuarenta y ocho o cuarenta y nueve quin-
tales de polvora, quince tiros de metra[lla]
por cañon, y como veinte id de bala que
existian, y que si concluidos estos conti-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 121


122 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 5

nuaban los ataques, se hiciera una reti-


rada honrosa en los buques de bahía, si-
endo estos dos bergantines del apostade-
ro, una Goleta y una balandra mer-
cantes; que no sabe el dictamen de los de-
mas vocales a excepcion del de Don Mateo
Plovver, que fue el de echar a pique los ber-
gantines y batirse, por haberse retirado
sin haber podido saber el resultado gene-
ral; que a las once de la misma noche vol-
vio a la casa del comandante para tomar la
orden, e irse a la lancha que mandaba en
el estero de Christobal, y al decir si man-
daba algo, le contestó dicho señor, ya no es me-
nester, hallandose en su compañía Don Mateo
Plovver y Don Agustin Bocalan sin sospe-
char todavia el declarante nada de la ren-
dicion, ocurriendole solamente que la contesta-
cion de la junta habria sido llevada por al-
gun otro y no por Bocalan, respecto a que el esta-
ba allí, que seguidamente se salio con la i-
dea de irse a su bordo, pero que diciendole a
la salida Don Juan Santibañez, que los señores
oidores habian salido diciendo iban a
recorrer las baterias, trató de averiguar
personalmente si se hallaban o no en ellas

Legajos , número 8, abril-junio 2011 123


124 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 5v

que no encontrandolos, y si al capitan [¿H?] E [char]


te que andaba recogiendo su gente para emi[grar-]
se vino en conocimiento de que se habia hecho
la capitulacion, lo que le confirmo el mis-
mo señor Comandante a cuya casa se fué des-
pues en esto. Preguntado.
si considera que la plaza se hallaba, o no en
Estado de defensa que diga que clase de forti-
ficaciones habia en ella y si tenian conoci-
mientos en la clase de enemigos que intenta-
ban atacarlo, dijo: que la plaza estaba su-
ficientemente fortificada, teniendo una [ba-]
teria de cinco cañones de a ocho en San José
otra llamada Santiago de cuatro [culebras]
mas de a cuatro, otra llamada de Guadalupe
con seis cañones, dos de a veinte, y cuatro
los restantes de a seis; y otra en el paraje
que llaman la Contaduria de tres a cuatro
cañones, tres lanchas cañoneras en el Es-
tero de Christobal, una con un cañon de
veinte y cuatro, y van dos restantes con una
de a seis cada una, por la parte del arse-
nal en la fragata Concepcion cuatro ca-
ñones del calibre de a seis, y una lancha ca-
ñonera con un cañon de a veinte, y cuatro
mas unas baterías nombradas el conti [¿?]

Legajos , número 8, abril-junio 2011 125


126 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 6

que le parece tenian catorce cañones de to-


dos calibres, cuyas fuerzas considera sufici-
entes para resistir algunos ataques con respecto
a la polvora y municiones dichas, pero que in-
fiere que los que votaron a favor de la capitu-
lacion se fundaron en la insubordinacion
de los paisanos armados, los que con motivos
de haber depositado en el Castillo sus terci-
os, algunos se dedicaban mas a su cuidado
que al de la defensa natural [testado] general, y que
en cuanto al de las fuerzas enemigas solo se
sabia lo que decia Don Agustin Bocalan, es-
to es que habia como dos mil hombres en toda
arma y que un insurgente le habia informado
que aguardaban como seis mil.
Preguntado. Que numero y clase de gente habia para
la defensa dijo: que habia como trecientos
a cuatrocientos hombres, entre marineria, y
maestranza, sin armas destinados para las
baterias, mas unos trescientos Europeos pai-
sanos armados de fusil la mayor parte, que
eran los que formaban las compañias del
señor Coronel Ricacho, y varios capitanes, mas o
menos veinte soldados a quienes se les habia
quitado las armas por desconfianza que e-
ran de la compañía fija de San Blas.
Preguntado, en que disposicion se hallaba el pueblo pai-
sano de San Blas, y si consideraba que les ayu-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 127


128 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 6vta

darian, o no para la defensa, y si habian [he-]


cho alguna insinuacion con ellos por me-
dio de su juez, su cura u otro alguno, dijo
que ignora si se dio algun paso sobre el [par-]
ticular, y que el no contaba mas que con la [gen-]
te que servia al Rey y que lleva referida an-
teriormente.
Preguntado si la Plaza se hallaba provista de vive-
res, y si sabe que se hubiesen dado providen-
cias para el efecto dijo: que solo le consta que ha-
bía un poco de maiz, y algun ganado sin
ver para que numero de dias era suficiente
y una porcion de harina, y quero, procedente
del cargamento de una Goleta, y se espero
un bergantin particular cargado del mismo
genero que tambien le consta que el Comandante
del apostadero pasó orden al Ministro Con-
tador para que abasteciese de viveres la Plaza
pero que ignora porque no tuvo efecto.
Preguntado si sabe porque orden se hicieron a la vela
los bergantines, y si lo verificaron antes o
despues de la capitulacion dijo: que considera
seria con orden del señor Comandante del Apos-
tadero, pues como a las tres y media de la
mañana del día 1° de diciembre fue el que declara
de orden de dicho señor Comandante a llevar un
oficio al de el bergantin San Carlos despu[és]
de estar hecha la capitulacion.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 129


130 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 322vta

[…]*
Sentencia
Habiedose formado por el señor Do An-
tonio Palao capita graduado de Infate-
ria retirado y agregado al Real Cuer-
po de Artillería del Ejercito de Reser-
va, el proceso que procede contra el ca-
pitan de Fragata de la Real Armada
Comandante del Apostadero de San Blas

* El fragmento que precede a la sentencia no se transcribe.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 131


132 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 323

Don José Joaquín Lavaye, el Alferez de Fraga-


ta Don Agustin Bocalan, Don Manuel Lopez
Cotilla capitan del Batallon Provincial de Mi-
licias de Guadalajara, y los Tenientes de na-
vio Don Jacobo Murphy, y Don Ramon Muyúa.
El Teniente de Fragata Don Antonio Quartara,
el primer Piloto con grado de Alferez de
Fragata Don José María Narvaez: el teniente
de la compañia fija del Apostadero Don Ma-
nuel Buentiempo, y los Capitanes Don Juan
de Echarte de Dragones de Nueva Galicia,
Don Martin Gutierrez del batallón Provin-
cial de Milicias de Guadalajara, y Don
Francisco Pacheco de Milicias Urbanas, acu-
sados por la entrega del Apostadero de
San Blas que hicieron por capitulacion
al Cura del Pueblo del Ahualulco José
María Mercado que capitaneaba a los
Rebeldes de la Insurrección de este Rey-
no de Nueva España. Y en consecuencia
de la orden incerta por principio de este
proceso comunicada por el señor Don José
de la Cruz General del Ejercito de Reser-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 133


134 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 323v

va; hechose por dicho señor relación de to-


do lo actuado en él al consejo de Guerra
de Oficiales Generales celebrado en diez
y siete de septiembre del presente año en ca-
sa de dicho señor, que le presidió, siendo
Jueces de él los Señores Brigadier Don Ma-
nuel Pastor Coronel del Regimiento de Dra-
gones de Queretaro, Don Ramon Zevallos Co-
ronel del Regimiento de Dragones de San
Carlos, Don Juan Francisco Calera Coronel del
Regimiento de Dragones de Nueva Gali-
cia, Don Pedro de Toro Capitan de Fragata de
la Real Armada, Don Rafael de Luna tambi-
en Capitan de Fragata de la Real Armada
Don José Davalos Teniente Coronel y Coman-
dante del Batallon de Milicias de Guada-
lajara, el Teniente Coronel Don Rafael de
Ortega Sargento Mayor del Regimiento
de Dragones de Mechoacan, el Teniente Co-
ronel Don Juan Felipe de Alva Sargento
Mayor del Regimiento de Milicias Pro-
vinciales de Toluca, y Asesor el de esta
Comandancia general Doctor Don Francisco An-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 135


136 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 324

tonio de Velasco; y teniendose presente la


imposibilidad que ha habido durante el tiem-
po que se formaba la causa, y aún despues
para que se presentasen en esta capital los
demas individuos comprendidos en ella,
como se solicitó oportunamente en oficio de
veinte y ocho de septiembre último copiado
a fojas sesenta y dos vuelta de estos autos,
y únicamente se verificó con el mencionado
Capitan de Fragata Don José Joaquin Lavayen
el Alferez de Fragata Don Agustin Bocalán
y el capitan de Milicias Don Manuel Lopez
Cotilla, por hallarse los demas acusados au-
sentes en distintos y largos destinos que les
imposibilitan su comparecencia, a causa de la
presente revolucion de este Reyno, hallando-
se los unos en el servicio, otros enfermos, y
otros sin saber su paradero segun lo acre-
ditan las constancias a fojas 165 y 166 de
este proceso. Comparecieron en el menciona-
do Tribunal los referidos reos Don José La-
vayen, Don Agustín Bocalán y oidos sus
descargos con las defensas de sus procurado-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 137


138 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 324v

res, y Dictamen del Fiscal; todo bien exami-


nado absolvieron al Capitan de Fragata Don
José Lavayen Comandante del Apostadero
de San Blas de toda responsabilidad, de-
clarandolo inocente y que se le ponga inme-
diatamente en libertad, que vuelva a tomar
el mando del citado Apostadero de San
Blas que tenía por orden de Su Majestad, y que
se publique su inocencia en la forma
que prescriben las Reales Ordenanzas.
Que sean igualmente declarados inocen-
tes y que se publique, en la misma forma
que se expresa para con el Capitán de Fra-
gata Don José Lavayen, la inocencia del Ca-
pitan de Milicias de esta Ciudad Don Manu-
el Cotilla, los Tenientes de Navio Don Jacobo
Murphy y Don Ramon Muyúa, el Tenien-
te de Fragata, Don Antonio Quartara, el
primer Piloto graduado de Alferez de Fra-
gata Don José María Narvaez, los Capita-
nes Don Juan de Echarte de Dragones de Nue-
va Galicia, Don Martin Gutierrez del Ba-
tallon Provincial de Milicias de Guada-
lajara, y Don Francisco Pacheco de Milicias

Legajos , número 8, abril-junio 2011 139


140 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 325

Urbanas: que al Alferez de Fragata Don Agus-


tin Bocalan se le dé su licencia absoluta;
y que se pase a Su Majestad testimonio de lo acor-
dado referente a la conducta que observaron
en San Blas los Oidores de la Real Audi-
encia de Guadalajara Don Juan José Reca-
cho, y Don Juan Nepomuceno de Alva para
su soberana resolucion. Guadalajara
diez y ocho de septiembre de mil ochocien-
tos doce años.

Jose de la Cruz.

(firmas lado izq)


Manuel Pastor
Juan Francisco Calera
Rafael María de Luna
Rafael de Ortega

(firmas lado derecho)

Ramon de Zevallos
Pedro de Toro
José Davalos
Juan Felipe de Alva

AGN, Operaciones de guerra, vol. 916 (fragmento)

Legajos , número 8, abril-junio 2011 141


CANCIONES DE GUERRA

142 Legajos , número 8, abril-junio 2011


f. 188
345(testado)
Excelentísimo Señor.
Al margen izquierdo:
El gobernador de Veracruz tras-
lada un oficio del excelentísimo Señor
Comandante General de Yu-
catan y una cancion patriotica
escrita con motivo de la plau-
sible noticia de la prision
del Cura Hidalgo y demás
Jefes de la Insurreccion.
Contestese con ex
presion.

Habiendo recibido por extra-


ordinario el 9 de abril la
Gaceta extraordinaria de
esa capital de 9 del mis-
mo con la muy agrada-
ble noticia de la pri-
sion del Cura Hidalgo
y demas jefes principa-
les de la insurreccion,
tuve la satisfaccion de
hacer participante sin
perdida de momento de
tan singular ocurrencia
al Excelentísimo Señor Don Benito
Perez electo virrey del
Nuevo Reyno de Grana-
da y actual Gobernador
Intendente y Capitan

Legajos , número 8, abril-junio 2011 143


144 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 188v

General de Yucatan, cuyo


jefe me contesto con fecha
29 de abril ultimo lo que
sigue
“En el momento que
por extraordinario de Cam-
peche recibi el oficio de
vuestra señoría de 13 de este mes en
que me acompaña la
Gaceta extraordinaria de fecha
de 9 impresa de orden del
excelentísimo señor virrey de ese
Reyno, sobre la prision del
Cura Hidalgo y demas ca-
bezas de la Insurreccion,
la hice anunciar a este
fidelisimo publico por me-
dio de las campanas
artilleria y carteles, y
ha sido tan general la
alegria en esta capi-
tal que se ha demos-
trado de varios mo-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 145


146 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 189

dos =un joven de Salaman-


ca que se halla a mi
lado, y que de edad de
tres años y medio sostuvo
un certamen en aquella
universidad, escribio en
el mismo acto la can-
cion patriotica que in-
cluyo a vuestra señoría y que por
no haberme sido posi-
ble establecer una im-
prenta en esta provincia
no va impresa= En el
teatro se canto un area
alusiva a la misma pri-
sion y todo acreditara
a vuestra señoría la parte que este
fiel y patriotico vecinda-
rio toma en ver libre
a ese Reyno de la opre-
sion de aquellos mons-

Legajos , número 8, abril-junio 2011 147


148 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 189v

truos. En el Nuevo Reyno


de Granada no se ha
derramado hasta ahora
sangre inocente, pero aca-
bo de recibir contestacio-
nes a mis oficios, y en
ellas me piden suspen-
da mi traslacion hasta
que reciban contestacio-
nes de las representacio-
nes que han hecho al
congreso de Cortes; pero
yo que me persuado a
que es solo para tomar-
se tiempo, apuraré
mi salida luego que
tenga buque en que
verificarlo, que es lo
que hasta ahora
me ha detenido= Yo

Legajos , número 8, abril-junio 2011 149


150 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 190

doy a Vuestra señoría las crecidas


gracias por el deseo que
me manifiesta de que
al pisar el suelo de aquel
Reyno lógre como el dig-
no jefe de ese tranquili-
zar a aquellas turbulen-
cias, pero consta a vuestra señoría
la notabilisima diferen-
cia que hay entre las
sublimes prendas milita-
res y politicas que ador-
nan a ese jefe y las
muy limitadas mias; pe-
ro empleare lleno de
confianza en la divina
providencia el celo que
me anima y el amor
por la gloria de

Legajos , número 8, abril-junio 2011 151


152 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 190v

la Nacion”
Participolo a vuestra excelencia pa-
sando a sus manos la
cancion patriotica que
cita el excelentísimo señor Don
Benito Perez y me pa-
rece digna del aprecio
de vuestra excelencia.
Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. Veracruz
Y junio 5 de 1811.
Excelentísimo señor
Carlos de Urrutia

Excelentísimo Señor Virrey Don Francisco


Xavier Venegas.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 153


154 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 191

Cancion Patriotica
En honor de los ilustres defensores de Mexico.

(Columna del lado izquierdo) (Misma foja columna del lado derecho)
Meridanos cantad ¿que han podido en tu ayuda
Gloria a vuestros hermanos las furias infernales
Los nobles mexicanos contra pechos leales
De laure coronad contra un pueblo español?
tu altivez es ya muda
Venid hermanos nuestros te vez menospreciado
gloriosos defensores confundido aherrojado
del reyno que en horrores para ti es negro el sol.
la traicion sepulto
vosotros los siniestros Meridanos cantad (etc)
designios confundisteis
los perfidos vencisteis ¿Que cítara, o Venégas
la maldad se os rindió cantará tus blasones
y con dignas canciones
Meridanos cantad (etc) tus meritos dirá?
Son tal los que despliega
La negra apostasia que de una en otra gente
tendió sus fieros ojos la fama eternamente
lanzando ira y enojos tu nombre llevará.
sobre un reyno leal
temeraria confia Meridanos cantad (etc)
en su ardor delirante
mas ya llegó el instante Tu Fernando oprimido
del castigo fatal. ansiado soberano
del Pueblo Americano
Meridanos cantad (etc) su esperanza y su amor
del modo con que ha sido
Hidalgo sanguinoso un traidor humillado
imagen detestable veras tambien postrado
del monstruo abominable a tus pies a tu opresor.
que hace al orbe gemir
¿que es de aquel orgulloso Meridanos cantad (etc)
estilo que afectaba
con que necio juraba Llega oh dichoso dia
a Mexico oprimir? por fin a nuestros males
destierra los fatales
Meridanos cantad (etc) momentos del pesar:
vuelvenos la alegria
La patria dolorida bajo la paz del cielo
a Mexico clamaba y nuestro español suelo
que triste la escuchaba sea su digno altar.
cubierta de afliccion.
Noble y enternecida
socorrido su quebranto Meridanos cantad (etc)
y tu infiel entre tanto
tramabas su opresion
Meridanos cantad (etc)

Legajos , número 8, abril-junio 2011 155


156 Legajos , número 8, abril-junio 2011
f. 191v

Vosotros valerosos
en cuyo brazo fuerte
el estrago y la muerte
para el traidor se vé:
acercaos generosos
a un pueblo que ambiciona
ceñiros la corona
que os guarda nuestra fé.

Meridanos cantad

Gloria a nuestros hermanos


los nobles mexicanos
de laure coronad.

AGN, Operaciones de guerra, vol. 879, exp. 40, ff. 188-191.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 157


Índices

INVENTARIO DE LA SEGUNDA PARTE DEL FONDO INSTRUCCIÓN


PÚBLICA Y BELLAS A RTES (SEGUNDA DE DOS ENTREGAS)

Coralia Bustos Morales

La enseñanza en la Nueva España, que se inició con la llegada de las órdenes


religiosas y continuó en el México independiente, generó una documentación
abundante y variada que da cuenta de las actividades y procedimientos
realizados en escuelas, liceos y otras instituciones académicas donde hubo
instrucción primaria, secundaria, preparatoria y profesional; además de la
vida en los colegios, institutos, academias y escuelas especiales que impartían
disciplinas artísticas, oficios, comercio y administración.
Sobre los expedientes de las Escuelas existen referencias relativas al tipo
de becas otorgadas (de gracia, dotación, pensionista y otras). Asimismo
aparecen las cuentas mensuales con sus respectivos recibos, relaciones
y cuadros; listas de nóminas; premios, cursos de oposición y actas de
exámenes profesionales.
En la serie Museos se encuentran expedientes relacionados con el
funcionamiento y servicio al público: exploraciones científicas, contratos
nombramientos y otros; de la extinta Universidad Pontificia hay relaciones
de cuentas, constancias que acreditan los estudios de abogado, títulos
profesionales y pago de honorarios.
Acerca de la Escuela de Artes y Oficios existen documentos relacionados
con el presupuesto: adeudos, mantenimiento, embargos; la creación de una
escuela industrial y una para huérfanos.
En la Escuela de Bellas Artes hay información sobre su administración:
cuentas mensuales, nombramientos, mantenimiento; obras literarias, libros de
texto; clases de guitarra, gimnasia; programa de exámenes y otros asuntos.
A continuación publicamos la segunda entrega (del expediente 16
contenido en la caja 48 a los expedientes de la caja 59) con la que concluye
este inventario.

158 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
48 16 Colegios. Becas 1865
17 Colegios. Solicitudes de becas 1865
18 Colegios. Presupuesto 1865
19 Colegios. Financiamiento 1865
20 Colegios. Presupuesto 1865
21 Colegios. Órdenes. Caja central 1865
22 Colegios. Horas de clase 1865 -1866
23 Colegios. Admisión 1866
24 Colegios. Horas de clase 1866
25 Colegios. Tribunal de Cuentas 1866
26 Colegios. Gastos 1866 Relación
27 Colegios. Tribunal de Cuentas 1866
28 Colegios. Pagos 1866 Incompleto
29 Colegios. Becas 1866 Relación por
escuelas
30 Colegios. Pensiones 1866 Incompleto
31 Colegios. Informe 1866
32 Colegios. Tribunal de Cuentas 1866
33 Colegios. Reglamento 1866
34 Colegios. Becas 1867
35 Colegios. Becas 1867
36 Colegios. Aulas 1867
37 Colegios. Devolución de Sin fecha
colegiaturas
38 Colegios. Beca Sin fecha
39 Colegios. Español, indios Sin fecha Relación
40 Colegios. República mexicana Sin fecha Relación
41 Colegios. Varios asuntos Sin fecha Relación
42 Colegios y Escuelas. Medallas 1866-1867
43 Colegios y Escuelas. Renuncias 1866-1867
44 Colegios e Institutos. Oaxaca 1855
45 Colegios Nacionales. Premios 1848-1851
46 Colegios Nacionales. 1850
Jóvenes a Europa

Legajos , número 8, abril-junio 2011 159


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
47 Colegios Nacionales. Edición 1854 Maltratado
48 Colegios Nacionales. 1855
Universidades
Serie: Cultos Religiosos
49 Convento de La Merced. Pagos 1828 Recibos
50 Convento de La Merced. Pagos 1829 Recibos
51 Convento de La Merced. Pagos 1830 Recibos
Serie: Escuelas
49 1 Escuela de Agricultura, 1843 Folleto
Escuela de Artes. Decreto
2 Escuela de Agricultura. 1853-1854 Recibos,
Cuentas. Diciembre relación
Recibos,
3 Escuela de Agricultura. 1853-1854 impresos,
Cuentas. Enero relación,
cuadro
Recibos,
4 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Febrero relación,
cuadro
Recibos,
5 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Marzo relación,
cuadro
Recibos,
6 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Abril relación,
cuadro
Recibos,
7 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Mayo relación,
cuadro
Recibos,
8 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Junio. relación,
cuadro
Recibos,
9 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Julio relación,
cuadro
Recibos,
10 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Agosto relación,
cuadro

160 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
Recibos,
49 11 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Sep. relación,
cuadro
Recibos,
12 Escuela de Agricultura. 1854 impresos,
Cuentas. Octubre relación,
cuadro
Escuela de Agricultura. Recibos,
50 1 Cuentas. Octubre-Noviembre 1854 relación,
cuadro

Escuela de Agricultura. Recibos,


2 Cuentas. Noviembre-Diciembre 1854 impresos,
cuadro
Recibos,
3 Escuela de Agricultura. 1854-1855 impresos,
Cuentas. Enero relación,
cuadro
Recibos,
4 Escuela de Agricultura. 1854-1855 impresos,
Cuentas. Octubre relación,
cuadro
Recibos,
5 Escuela de Agricultura. 1854-1855 impresos,
Cuentas. Diciembre relación,
cuadro
Escuela de Agricultura. Impreso,
6 Cuentas. Febrero 1855 relaciones,
recibos

Escuela de Agricultura. Impreso,


7 Cuentas. Marzo 1855 relaciones,
recibos

Escuela de Agricultura. Impreso,


8 Cuentas. Abril 1855 relaciones,
recibos

Escuela de Agricultura. Impreso,


9 Cuentas. Mayo 1855 relaciones,
recibos

Escuela de Agricultura. Impreso,


10 Cuentas. Junio 1855 relaciones,
recibos

Escuela de Agricultura. Impreso,


11 Cuentas. Julio 1855 relaciones,
recibos

Legajos , número 8, abril-junio 2011 161


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
Escuela de Agricultura. Impreso,
50 12 Cuentas. Agosto 1855 relaciones,
recibos

Escuela de Agricultura. Impreso,


13 Cuentas. Septiembre 1855 relaciones,
recibos
14 Escuela de Agricultura. Recibo 1855 Incompleto
15 Escuela de Agricultura. Gastos 1855 Carátula
Impreso,
16 Escuela de Agricultura. Cuentas. 1855-1856 relaciones,
Diciembre recibos,
cuadros
17 Escuela de Agricultura. Cuentas 1857-1867 Libreta
51 1 Escuela de Agricultura. Ministro 1861
Guerra
2 Escuela de Agricultura. Gastos 1861
3 Escuela de Agricultura. Fondos 1861
4 Escuela de Agricultura. Informe 1861 Libreta
5 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional
6 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional
7 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional. Sinodales
8 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional
9 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional
10 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional
Escuela de Agricultura.
11 Publicación de un “Diario 1861
Oficial”
12 Escuela de Agricultura. Acta de 1861
Examen Profesional
13 Escuela de Agricultura. Material 1861
14 Escuela de Agricultura. Beca 1861
15 Escuela de Agricultura. Nómina 1861
16 Escuela de Agricultura. 1861
Presupuesto

162 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
51 17 Escuela de Agricultura. Beca 1861 Manchado
18 Escuela de Agricultura. 1861
Exámenes
19 Escuela de Agricultura. Acuerdo 1861
20 Escuela de Agricultura. Premios 1861
21 Escuela de Agricultura. 1861
Devolución de colegiaturas
22 Escuela de Agricultura. 1861
Suprimir examen
23 Escuela de Agricultura. Adeudo 1861
24 Escuela de Agricultura. Beca 1861
25 Escuela de Agricultura. 1861
Junta de Hacienda
26 Escuela de Agricultura. 1861
Revolución
27 Escuela de Agricultura. Beca 1861
28 Escuela de Agricultura. Beca 1861
29 Escuela de Agricultura. Beca 1861
30 Escuela de Agricultura. 1861
Admisión
31 Escuela de Agricultura. 1861
Plaza de dotación
32 Escuela de Agricultura. 1861
Plaza de dotación.
33 Escuela de Agricultura. 1861
Plaza de dotación
34 Escuela de Agricultura. 1861
Alumno de gracia
35 Escuela de Agricultura. 1861
Alumno de dotación
36 Escuela de Agricultura. 1861
Alumno
37 Escuela de Agricultura. 1861
Leyes y reglamentos
38 Escuela de Agricultura. 1861
Exención
39 Escuela de Agricultura. 1861
Agrimensura

Legajos , número 8, abril-junio 2011 163


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
51 40 Escuela de Agricultura. 1861
Alumbrado de gas
41 Escuela de Agricultura. 1861
Corte de caja
42 Escuela de Agricultura. 1861
Catedrático
43 Escuela de Agricultura. Licencia 1861
44 Escuela de Agricultura. Plomería 1861
45 Escuela de Agricultura. 1861
Profesores y empleados
46 Escuela de Agricultura. 1861
Cuerpos de caballería
47 Escuela de Agricultura. 1861
Exámenes
48 Escuela de Agricultura. 1861
Libros, instrumentos
49 Escuela de Agricultura. 1861
Lista de alumnos
50 Escuela de Agricultura. 1861
Ing. topógrafo
51 Escuela de Agricultura. 1862 Relación
Alumnos, clases
52 Escuela de Agricultura. 1862-1863 Relaciones,
Corte de caja recibos, cuadro
53 Escuela de Agricultura. 1863 Incompleto
Presupuesto
54 Escuela de Agricultura. 1864-1867 Roto,
Certificaciones de alumnos maltratado
55 Escuela de Agricultura. Bienes 1865

56 Escuela de Agricultura. 1865


Veterinaria
57 Escuela de Agricultura. Beca 1865 Impreso y
manuscrito
58 Escuela de Agricultura. Beca 1865 Incompleto
59 Escuela de Agricultura. Beca 1865 Impreso y
manuscrito
60 Escuela de Agricultura. 1865 Incompleto
Beca de gracia
61 Escuela de Agricultura. 1865-1866 Impreso y
Beca de gracia manuscrito

164 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
51 62 Escuela de Agricultura. 1865
Beca de gracia
63 Escuela de Agricultura. 1865
Beca de gracia
64 Escuela de Agricultura. 1865 Impreso y
Plaza de gracia manuscrito
65 Escuela de Agricultura. 1865 Impreso y
Beca de gracia manuscrito
66 Escuela de Agricultura. 1865 Incompleto
Plaza de dotación
67 Escuela de Agricultura. 1866 Impreso y
Boleta de estudios manchado
68 Escuela de Agricultura. 1866
Tribunal de Cuentas
69 Escuela de Agricultura. 1866
Renuncia
70 Escuela de Agricultura. 1866
Licencia
71 Escuela de Agricultura. 1866 Impreso y
Boleta de estudios manuscrito
72 Escuela de Agricultura. 1866
Beca de gracia
73 Escuela de Agricultura. 1867 Mutilado
Proyecto de programa
74 Escuela de Agricultura. Abogado 1867
75 Escuela de Agricultura. 1867
Alumno externo
76 Escuela de Agricultura. 1867
Obra de agrimensura
77 Escuela de Agricultura. 1867
Matriculado
78 Escuela de Agricultura. Alumno 1867
79 Escuela de Agricultura. 1867
Alumno interno
80 Escuela de Agricultura. 1879 Impresos
Reglamento de estudios
81 Escuela de Agricultura. Sin fecha
Pensionistas interno

Legajos , número 8, abril-junio 2011 165


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
“Periódico
Oficial. Del
Supremo
51 82 Escuela de Derecho. 1850-1851 Gobierno”. T.
Reforma de estudios II, sábado 19
de enero de
1850, núm. 61,
pp. 1-4.
83 Escuela de Derecho. 1864 Impreso y
Solicita pasar examen manuscrito
84 Escuela de Derecho. 1866
Ingreso de alumnos
85 Escuela de Derecho. 1866 Incompleto
Exención de pago
86 Escuela de Derecho. 1866 Incompleto
Exención de pago
87 Escuela de Derecho. 1866 Incompleto
Compra de estantes
88 Escuela de Derecho. 1866 Incompleto
Exención de pago
89 Escuela de Derecho. Ingreso 1866
90 Escuela de Derecho. 1866
Nuevas cátedras
91 Escuela de Derecho. 1866-1867
Nombramiento
92 Escuela de Derecho. 1867 Incompleto
Horas de clase
93 Escuela de Derecho. Pago 1867 Incompleto
94 Escuela de Derecho. 1867 Incompleto
Negativa de tiempo
95 Escuela de Derecho. Licencia 1867 Incompleto,
roto
96 Escuela de Derecho. Profesor 1866 Incompleto
interino
Escuela Especial de Comercio.
97 Local ex convento del Espíritu 1861 Incompleto
Santo
98 Escuela Especial de Comercio. 1861 Roto
Pago de profesores
99 Escuela Especial de Comercio. 1866
Nómina
100 Escuela Especial de Comercio. 1866
Cuentas

166 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
Escuela Especial de Comercio. Roto,
51 101 Nómina 1866 maltratado,
incompleto
102 Escuela Especial de Comercio. 1866
Salario
103 Escuela Especial de Comercio. 1867
Solicita ingreso
104 Escuela Especial de Comercio. 1867 Incompleto,
Solicita ingreso roto
105 Escuela Especial de Filosofía. 1866
Emperatriz
106 Escuela Especial de Filosofía. 1866
Solicita ingreso
107 Escuela Especial de Filosofía. 1866
Nombramiento
108 Escuela Especial de Filosofía. 1867
Filarmónica
109 Escuela Especial de Filosofía. 1867
Adeudo
110 Escuela Especial de Filosofía. 1867
Falta profesor
111 Edificio de La Merced. Sueldo 1867 Maltratado
52 1 Escuela Especial del Espíritu 1866
Santo. Adeudo
2 Escuela Especial de Filosofía. 1867
Licencia
3 Escuela de Filosofía. 1867
Cátedra de religión
4 Escuela Imperial de Minas. 1860-1865
Continuar estudios
5 Escuela Imperial de Minas. Beca 1865 Incompleto
6 Escuela Imperial de Minas. Beca 1865 Incompleto
7 Escuela Imperial de Minas. Beca 1865 Incompleto
8 Escuela Imperial de Minas. Beca 1865
9 Escuela Imperial de Minas. 1867
Faltas
10 Escuela de Medicina. México. 1822
Certificación
11 Escuela de Medicina. México. 1822-1837
Índice de expedientes

Legajos , número 8, abril-junio 2011 167


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
52 12 Escuela de Medicina. México. 1834 Mutilado,
Censos manchado
13 Escuela de Medicina. México. 1831-1837
Expedientes
14 Escuela de Medicina. México. 1841-1849 Manchado
Solicitud
Impreso,
15 Escuela de Medicina. México. 1841-1850 relación,
Remodelación del Espíritu Santo cuadro, sello de
cera
16 Escuela de Medicina. 1843 Incompleto
México. Certificación
17 Escuela de Medicina. 1844 Incompleto
México. Certificación
18 Escuela de Medicina. 1846
México. Varios asuntos
Impreso,
Escuela de Medicina. recibos,
19 México. Memoria de gastos 1846-1848 cuadros,
relaciones, sello
de cera
20 Escuela de Medicina. 1848-1849
México. Cuentas
Escuela de Medicina. Maltratado,
21 México. Recibo 1848 incompleto,
sello de cera
Escuela de Medicina. Impresos,
22 México. Cuentas data 1848-1849 relaciones,
recibos
23 Escuela de Medicina. 1848-1850 Recibos
México. Justificantes
24 Escuela de Medicina. 1848-1851
México. Tesorero
25 Escuela de Medicina. 1849-1850
México. Cuentas
26 Escuela de Medicina. 1849 Recibos
México. Recibos
Escuela de Medicina. Impresos,
27 México. Justificantes 1849 recibos,
relaciones
28 Escuela de Medicina. 1850
México. Plazas
29 Escuela de Medicina. 1850 Invitaciones
México. Conferencias impresas

168 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
52 30 Escuela de Medicina. 1850
México. Junta
31 Escuela de Medicina. 1850
México. Epidemia
32 Escuela de Medicina. 1850 Incompleto
México. Certificación
33 Escuela de Medicina. 1851
México. Universidad
34 Escuela de Medicina. 1851-1852
México. Cuentas
35 Escuela de Medicina. 1852
México. Reporte de alumno
36 Escuela de Medicina. 1852 Incompleto
México. Premios
37 Escuela de Medicina. 1854-1855
México. Título farmacéutico
53 1 Escuela de Medicina. 1855-1856 Relaciones,
México. Presupuesto recibos
2 Escuela de Medicina. 1855
México. Expulsión de alumno
3 Escuela de Medicina. 1855
México. Reingreso de alumno
4 Escuela de Medicina. 1855
México. Título
5 Escuela de Medicina. 1855
México. Médicos
6 Escuela de Medicina. 1855
México. Convenio
7 Escuela de Medicina. 1855
México. Hipoteca
8 Escuela de Medicina. 1855
México. Exención de pago
9 Escuela de Medicina. 1855-1858
México. Pensionistas y pobres
10 Escuela de Medicina. 1855
México. Pago de sueldos
11 Escuela de Medicina. 1855
México. Ingreso
12 Escuela de Medicina. 1855
México. Oaxaca
13 Escuela de Medicina. 1855
México. Guadalajara

Legajos , número 8, abril-junio 2011 169


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
53 14 Escuela de Medicina. 1855
México. Farmacéutico
15 Escuela de Medicina. 1855
México. Incendios
16 Escuela de Medicina. 1855
México. Mozos
17 Escuela de Medicina. 1855
México. Examen
18 Escuela de Medicina. 1855
México. Ciencias naturales
19 Escuela de Medicina. 1855
México. Pago
20 Escuela de Medicina. 1855-1856
México. Beca
21 Escuela de Medicina. 1855-1857 Impresos
México. Farmacología
Escuela de Medicina.
22 México. Hoja de servicios; 1858 Incompleto
amputación a
Antonio López de Santa Anna
23 Escuela de Medicina. 1861-1862
México. Corte de caja
24 Escuela de Medicina. 1862
México. Costear carrera
25 Escuela de Medicina. 1863
México. Presupuesto
26 Escuela de Medicina. 1864
México. Exención de examen
27 Escuela de Medicina. 1864
México. Reglamento
28 Escuela de Medicina. 1864
México. Examen
29 Escuela de Medicina. 1864
México. Honorarios
30 Escuela de Medicina. 1864
México. Ingreso
31 Escuela de Medicina. 1864
México. Adjunto
32 Escuela de Medicina. 1864
México. Exención de exámenes
33 Escuela de Medicina. 1864
México. Inscripción

170 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
53 34 Escuela de Medicina México. 1864
Inscripción
35 Escuela de Medicina. Museo. 1864
México. Historia natural
36 Escuela de Medicina. 1864
México. Continuar estudios
37 Escuela de Medicina. 1864 Impresos
México. Presupuesto
38 Escuela de Medicina. 1864
México. Total del importe
39 Escuela de Medicina. 1865
México. Beca de gracia
40 Escuela de Medicina. 1865 Impresos y
México. Ingreso manuscrito
Escuela de Medicina. México.
41 Suspensión de clases por 1865
cumpleaños del director
42 Escuela de Medicina. 1865
México. Práctica
43 Escuela de Medicina. 1865
México. Título de profesor
44 Escuela de Medicina. 1865
México. Ingreso
45 Escuela de Medicina. 1865
México. Salida
46 Escuela de Medicina. 1865
México. Examen
47 Escuela de Medicina. 1865
México. Plazas por oposición
48 Escuela de Medicina. 1865
México. Pensión
49 Escuela de Medicina. 1865
México. Reformas
50 Escuela de Medicina. 1865
México. Examen
51 Escuela de Medicina. 1865
México. Ingreso
52 Escuela de Medicina. 1865
México. Apoyo económico
53 Escuela de Medicina. 1865
México. Alumno

Legajos , número 8, abril-junio 2011 171


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
53 54 Escuela de Medicina. 1865 Manchado,
México. Microscopio incompleto
55 Escuela de Medicina. 1866
México. Pago de colegiaturas
Escuela de Medicina.
56 México. Médicos y 1866 Incompleto
farmacéuticos austriacos
57 Escuela de Medicina. 1866 Incompleto
México. Pago de pensión
58 Escuela de Medicina. 1866
México. Exención de prácticas
59 Escuela de Medicina. 1866
México. Cuentas
60 Escuela de Medicina. 1866
México. Nombramiento
61 Escuela de Medicina. México. 1866
Expedir títulos profesionales
62 Escuela de Medicina 1866
México. Nombramiento
63 Escuela de Medicina México. 1866 Incompleto
Cancelación de pensión
64 Escuela de Medicina. 1866-1867
México. Pagos de sueldos
65 Escuela de Medicina. 1867
México. Ingreso
66 Escuela de Medicina. 1867
México. Reinscripción
67 Escuela de Medicina. 1867
México. Prórroga del plazo
68 Escuela de Medicina. 1867
México. Ingreso
69 Escuela de Medicina. 1867
México. Inscripción
70 Escuela de Medicina. 1867
México. Inscripción
71 Escuela de Medicina. 1867 Relación
México. Presupuesto
72 Escuela de Medicina. 1867 Impreso y
México. Matrícula manuscrito
73 Escuela de Medicina. 1867 Incompleto
México. Certificado médico

172 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
53 74 Escuela de Medicina. 1867
México. Oficio
Escuela de Medicina. Cuadros
75 México. Estadística 1869 estadísticos,
impresos, roto
76 Escuela de Medicina. 1867
México. Reinscripción
77 Escuela de Medicina. 1867 Incompleto,
México. Excepción de pago roto
78 Escuela de Medicina. México. Sin fecha Incompleto
Cuadernillo de enfermedades
Escuela de Medicina. México. Dibujo a color
79 Dibujo de médula Sin fecha (mutilado e
incompleto)
54 1 Escuela de Medicina, Puebla. 1855
Testamentaría
2 Escuela de Minas. México. Beca 1864-1865 Impreso y
manuscrito
3 Escuela de Minas. México. 1862-1863 Cuadros
Corte de caja
4 Escuela de Minas. México. D. 1865
Antonio García Cubas
5 Escuela de Minas. 1865
México. Pago de cesantía
6 Escuela de Minas. 1865
México. Planos
Escuela de Minas. Impresos,
7 México. Memoria de gastos 1865 relaciones,
recibos
8 Escuela de Minas. 1865
México. Beca de gracia
9 Escuela de Minas. 1865
México. Beca de gracia
10 Escuela de Minas. 1865
México. Plaza de dotación
11 Escuela de Minas. 1865 Incompleto
México. Lugar de dotación
12 Escuela de Minas. 1865
México. Beca de gracia
13 Escuela de Minas. 1865
México. Beca de gracia
14 Escuela de Minas. 1865 Impreso,
México. Beca de gracia manuscrito

Legajos , número 8, abril-junio 2011 173


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
54 15 Escuela de Minas. 1865 Impreso,
México. Beca de gracia manuscrito
16 Escuela de Minas. 1865 Impreso,
México. Beca de gracia manuscrito
17 Escuela de Minas. 1865
México. Beca de gracia
18 Escuela de Minas. 1865-1866
México. Beca de gracia
19 Escuela de Minas. México. 1865-1866
Solicita protocolo del escribano
20 Escuela de Minas. 1865-1866
México. Beca de gracia
21 Escuela de Minas. 1866
México. Rendición cuentas
22 Escuela de Minas. 1866
México. Nombramiento
23 Escuela de Minas. 1866
México. Informe
24 Escuela de Minas. 1866 Incompleto
México. Acreditación
25 Escuela de Minas. 1866 Incompleto
México. Nombramiento
26 Escuela de Minas. 1866
México. Licencia
27 Escuela de Minas. 1866
México. Retirar beca
28 Escuela de Minas. 1866
México. Beca-sueldo
29 Escuela de Minas. 1866
México. Pide local
30 Escuela de Minas. 1866
México. Mozos
31 Escuela de Minas. 1866 Cuaderno
México. Geometría
32 Escuela de Minas. México. 1866 Incompleto
Permiso para ejercer profesión
33 Escuela de Minas. 1866-1867
México. Inicio de clases
34 Escuela de Minas. 1866-1867
México. Becas de gracia
35 Escuela de Minas. 1867
México. Profesor sustituto

174 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
54 36 Escuela de Minas. México. 1867
Junta Facultativa
37 Escuela de Minas. México. 1867
Renuncia
38 Escuela de Minas. México. 1867
Comisión científica
39 Escuela de Minas. México. 1867
Instrumentos científicos
40 Escuela de Minas. México. 1867 Incompleto
Excepción de clases
41 Escuela de Minas. México. 1867
Presupuesto de sueldos
42 Escuela de Minas. México. 1867 Incompleto
Obra de agrimensura
43 Escuela de Minas. México. 1867
Faltas de jóvenes
44 Escuela de Minas. México. 1867 Incompleto,
Ingreso manchado
45 Escuela de Minas. México. Beca 1866-1867
46 Escuela de Minas. México. 1867
Examen
47 Escuela de Minas. México. 1867
Excepción de edad
48 Escuela de Minas. México. 1867
Examen
49 Escuela de Minas. México. 1867
Certificación
50 Escuela de Minas. México. 1866-1867
Excepción de edad
51 Escuela de Minas. México. 1866-1867
Texto de matemáticas
52 Escuela de Minas. México. 1867
Ingreso
53 Escuela de Minas. México. 1867
D. Antonio García Cubas
54 Escuela de Minas. México. 1867
Beca de gracia
55 Escuela de Minas. México. 1867 Sello de cera
Excepción de edad
56 Escuela de Minas. México. 1867 Incompleto
Ayuda económica

Legajos , número 8, abril-junio 2011 175


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
54 57 Escuela de Minas. México. 1867 Sello de cera
Licencia
58 Escuela de Minas. México. 1867
Lecciones matemáticas
59 Escuela de Minas. México. 1867
Ingreso
60 Escuela de Minas. México. 1867
Excepción de edad
Escuela de Minas. México. Manchado,
61 Correspondencia 1867 mutilado,
incompleto
55 1 Escuela Nacional de Comercio. 1865 Incompleto
Adeudo
2 Escuela Nacional de Comercio. 1865
Recomendación
3 Escuela Nacional de Comercio 1881 Impresos
y Administración. Circular
4 Escuela Normal de México. 1887 Incompleto
Banda y ejército
5 Escuela Normal de México. 1889
Clase de ejercicios militares
6 Escuela Normal de México. 1890 Incompleto
Banda de música
7 Escuela de San Francisco. 1859
Aumento
8 Escuelas. Comprobantes. 1836-1837 Recibos,
Enero, núm. 7 cuadros
9 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Enero, núms. 50-61
Escuelas. Comprobantes. Recibos,
10 Febrero, núms. 62-71 1837 manchado,
maltratado
11 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Febrero, núm. 8 cuadros
12 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Marzo, núm. 9 cuadros
13 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Marzo, núms. 72-80
14 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Abril, núm. 10 cuadros
15 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Abril, núms. 81-90

176 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
55 16 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Mayo, núm. 11 cuadros
17 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Mayo, núms. 91-99
18 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Junio, núm. 12 cuadros
19 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Junio, núms. 100-109
20 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Julio, núm. 1 cuadros
21 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Agosto, núm. 2 cuadros
22 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Septiembre, núm. 3 cuadros
23 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Septiembre, núms. 10-21
24 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Octubre, núm. 4 cuadros
25 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos
Octubre, núms. 22-30
Escuelas. Comprobantes. Recibos,
26 Noviembre, núm. 5 1837 relación,
cuadros
27 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Noviembre, núms. 31-35 cuadros
Escuelas. Comprobantes. Recibos,
28 Diciembre, núm. 6 1837 relación,
cuadros
29 Escuelas. Comprobantes. 1837 Recibos,
Diciembre núms. 36-40 relación
30 Escuelas. Comprobantes. 1837 Carátula
Agosto, núms. 1-9
31 Escuelas. Testamentarías 1846 Impreso
32 Escuelas. Nombramiento 1850-1851 Incompleto
33 Escuelas. Curso de legislación 1852-1854
comparada
34 Escuelas. Tratado elemental 1852-1854
de geografía
35 Escuelas. Carta a Gobernación 1856
36 Escuelas. Organización de 1864 Incompleto
escuelas

Legajos , número 8, abril-junio 2011 177


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
55 37 Escuelas. Presupuesto 1866
38 Escuelas. Asistencia de niños 1867 Cuadro,
relación
39 Escuelas. Decreto. Premios 1879 Impresos
40 Escuelas. “Silabario” 1888 Cuadernillo
impreso
Manuscrito
41 Escuelas. Clases de mínimos Sin fecha (tinta negra y
lápiz)
Serie: Hospitales
GENERALIDADES

42 Hospital. Gastos 1837 Mutilado,


incompleto
43 Hospital Matamoros. 1865
Médicos y cirujanos
Serie: Institutos
44 Instituto Civil de Durango. 1866
Transferir capital
45 Instituto de Ciencias y Artes 1866
de Oaxaca. Validez de cursos
46 Instituto de Ciencias y Artes 1866
de Oaxaca. Excepción de faltas
47 Instituto de Ciencias y Artes 1866
de Oaxaca. Validez de cursos
48 Instituto de Ciencias y Artes 1866
de Oaxaca. Cuentas
49 Instituto Literario. Toluca. 1853 Maltratado
Adeudo
50 Instituto Literario. Toluca. 1855
Suspensión de pensión
51 Instituto Literario. Toluca. 1855
Financiamiento
52 Instituto Literario. Toluca. 1855
Dificultades para tomar clase
53 Instituto Literario. Toluca. 1859
Adeudo
54 Instituto Literario. Toluca. 1864-1866 Libreta
Cuentas
55 Instituto Literario. Toluca. 1864-1865 Libreta
Libro. Caja

178 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
55 56 Instituto Literario. Toluca. 1864-1865
Licencia
Instituto Literario. Toluca. Decreto,
57 Presupuesto 1864-1866 impreso,
cuadro
58 Instituto Literario. Toluca. 1865
Nombramiento
59 Instituto Literario. Cobro 1865
60 Instituto Literario. Cobro 1865
61 Instituto Literario. Zacatecas. 1850
Tratado de psicología
62 Instituto Literario. Zacatecas. 1855
Continúa en funciones
63 Instituto Médico Nacional. Sin fecha Litografía,
Palo Amarillo incompleto
64 Instituto Nacional. Chihuahua. 1855
Incumplimiento de catedrático
65 Instituto Nacional. Guanajuato. 1855
Renuncia
66 Instituto Nacional. Toluca. 1855
Plan de estudios
56 1 Instituto Nacional. Veracruz. 1855
Nómina
Serie: Juntas
Junta Directiva General
2 de Estudios. México. 1843-1853
Nombramiento
3 Junta Directiva General de 1844-1845 Maltratado,
Estudios. México. Inasistencia Manchado
4 Junta General de Estudios de 1851-1852
México. Actas
5 Junta General de Estudios 1852-1853
de México. Actas
Serie: Liceos
6 Liceo y Colegio Literario. 1866
Escuela Especial de Derecho
7 Liceo y Colegio Literario. 1866-1867
Escuela Especial de Derecho
8 Liceo y Colegio Literario. 1866-1867
Escuela Especial de Derecho

Legajos , número 8, abril-junio 2011 179


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
Serie: Museos
56 9 Museo de Historia Natural. 1865
Exploración Científica Yucatán
10 Museo Imperial. Contrato 1865
11 Museo Imperial. Cónsul a Viena 1865-1866
12 Museo Imperial. Presupuesto 1866 Incompleto
13 Museo Nacional. Cuentas 1865 Impresos,
relaciones
14 Museo Nacional. Reunión 1865
15 Museo Nacional. Contrato 1865 Impresos, sello
cera, relaciones
16 Museo Nacional. Depto. 1865
Arqueología
17 Museo Nacional. Pago 1865
18 Museo Nacional. 1865
Servicio al público
19 Museo Nacional. 1865
Pago de la Tesorería
20 Museo Nacional. Nombramiento 1865
21 Museo Nacional. Nuevas 1865
órdenes
22 Museo Nacional. Don Manuel 1866 Incompleto
Orozco y Berra
23 Museo Nacional. Aumento 1866 Incompleto
al presupuesto
24 Museo Nacional. Casa 1866 Incompleto
de Moneda
25 Museo Nacional. Histórica 1866 Incompleto
y arqueológica
26 Museo Nacional. Objetos 1866
27 Museo Nacional. Tribunal 1866
Correccional
28 Museo Nacional. Libramiento 1866
29 Museo Nacional. Entrega 1866 Relaciones
de objetos
Serie: Universidad
Universidad. Recibos,
57 1 Extinta Universidad 1833-1834 cuadros,
relaciones

180 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
57 2 Contaduría de la Nacional y 1840 Recibos,
Pontificia Universidad. Repartos relaciones
3 Contaduría de la Nacional y 1841-1842 Recibos,
Pontificia Universidad. Repartos relaciones
4 Contaduría de la Nacional y 1843 Recibos,
Pontificia Universidad. Repartos cuadros
Contaduría de la Nacional
5 y Pontificia Universidad. 1850 Relaciones
Contaduría General
6 Universidad Guadalajara. 1865 Incompleto
Compañía de Jesús
7 Universidad, Mérida, Yucatán 1839-1855 Impreso, sello
cera
8 Universidad de México. Art. 3º 1857 Roto,
del Plan de Ayutla Incompleto
9 Universidad de México. 1855 Impresos
Reglamento sobre cátedras
10 Universidad de México. 1855 Mutilado
Presupuesto
11 Universidad de México. 1858 Impreso
Reglamento incompleto
Recibos,
certificaciones,
12 Universidad de México. Cuentas 1864-1865 relaciones,
formato
impreso
13 Universidad de México. Copia 1861 Manchado
certificada
14 Universidad de México. Cuentas 1866 Impresos,
relación
15 Universidad de México. Crédito 1866 Incompleto
16 Universidad. Jubilación 1866 Incompleto
17 Universidad Nacional México. 1919 Mecanuscrito
Otilio González “Incensario” incompleto
Universidad Nacional México.
18 Lic. Luis González Obregón. 1936 Copia (impreso
Archivo General de la Nación. y manuscrito)
Donativo
19 Universidad Pontificia. Derecho 1837 Incompleto
Patrio. Francisco Pérez
20 Universidad Pontificia. Derecho 1837 Incompleto
Patrio. Gaspar Cortazar

Legajos , número 8, abril-junio 2011 181


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
57 21 Universidad Pontificia. Derecho 1837 Incompleto
Patrio. Bachiller Mariano Olaes
22 Universidad Pontificia. 1837 Incompleto
Constancia. Luis Ma. Aguilar
Universidad Pontificia.
23 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Juan Méndez
Universidad Pontificia.
24 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Manuel Ramos
Universidad Pontificia.
25 Constancia. Derecho. Bachiller 1837 Incompleto
Manuel Aguilar y Sánchez
Universidad Pontificia.
26 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Simón Guzmán Montes de Oca
Universidad Pontificia.
27 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Manuel Morales
Universidad Pontificia.
28 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Bachiller Miguel Ignacio Grande
Universidad Pontificia.
29 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Bachiller Ruperto [Lenande]
30 Universidad Pontificia. 1837 Incompleto
Constancia. Felipe Nájera
Universidad Pontificia.
31 Constancia. Derecho Patrio. José 1837 Incompleto
Miguel del Callejo
32 Universidad Pontificia. 1837 Incompleto
Constancia. Feliciano Sierra
Universidad Pontificia.
33 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Bachiller Manuel Buenrrostro
Universidad Pontificia.
34 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Carlos Sánchez Navarro
Universidad Pontificia.
35 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Bachiller Antonio Ochoa

182 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
Universidad Pontificia.
57 36 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Bachiller Lucio Padilla
Universidad Pontificia.
37 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Agustín Jáuregui
Universidad Pontificia.
38 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Bachiller Manuel Farías Ferrer
Universidad Pontificia.
39 Constancia. Derecho Patrio. 1837 Incompleto
Francisco Sánchez Uvalles
40 Universidad Pontificia. 1837 Incompleto
Constancia. Hipólito Acosta
41 Universidad Pontificia. 1837 Incompleto
Constancia. Evaristo Rojas
Universidad Pontificia.
42 Constancia. Derecho Público. 1837 Incompleto
Miguel Flores Heras
Universidad Pontificia.
43 Constancia. Derecho Público 1837 Incompleto
Bachiller José María Álvarez
Bonilla
Universidad Pontificia.
44 Constancia. Derecho Público. 1837 Incompleto
Julio Romero
Universidad Pontificia.
45 Constancia. Derecho Público. 1837 Incompleto
Bachiller José María Roa
46 Universidad Pontificia. 1841 Incompleto
Capellanía de Antonio Zuleta
47 Universidad Pontificia. 1843-1844 Recibos
Bibliotecario. Honorarios
48 Universidad Pontificia. Recibos 1843-1846 Recibos
49 Universidad Pontificia. Cuentas 1846 Recibos
50 Universidad Pontificia. 1846-1847 Recibos
Honorarios
51 Universidad Pontificia. 1847 Recibos,
Honorarios incompleto
52 Universidad Pontificia. 1847 Recibos,
Honorarios incompleto
53 Universidad Pontificia. 1848 Recibos,
Honorarios incompleto

Legajos , número 8, abril-junio 2011 183


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
57 54 Universidad Pontificia. 1848-1850 Recibos
Catedráticos
55 Universidad Pontificia. 1850
Nombramiento
Universidad Pontificia.
56 Invitación del general Juan N. 1851 Impreso
Almonte. Acto de Lógica
Universidad Pontificia.
57 Invitación del general Juan 1852 Impreso
N. Almonte. Acto de ética y
matemáticas
Universidad Pontificia.
58 Invitación de Ignacio Cortina. 1852 Impreso
Acto de derecho civil
Universidad Pontificia. Impreso
59 Invitación al acto menor de la 1853 mutilado
sagrada teología y apología
Universidad Pontificia.
60 Constancia de literatura a favor 1855 Incompleto
del Br. Manuel Herrera
Universidad Pontificia. Mutilado,
61 Constancia a favor del Br. 1855 incompleto
Manuel Herrera
62 Universidad Pontificia. 1859
Presupuesto
Universidad Pontificia. Título Impreso en
63 de filosofía del Sr. Hierónimo 1863 latín, sello de
Yáñez papel
64 Universidades. República 1841-1846
Mexicana y Chile
65 Universidades. Jóvenes 1855
SECCIÓN: 5 ARTES Y OFICIOS
Serie: Colegios
58 1 Colegio de Artes. Colegio de San 1854-1855
Nicolás
Serie : Escuelas
2 Diccionario Tecnológico de 1832 Laminas
Artes y Oficios. London
3 Escuela de Artes. 1865
Adeudo al salario
4 Escuela de Artes. 1867
Mantenimiento

184 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
58 5 Escuela Artes y Oficios. México. 1862 Manchado
Embargo
6 Escuela Artes y Oficios. México. 1862 Manchado
Embargo
7 Escuela Artes y Oficios. México. 1862 Manchado
Presupuesto
8 Escuela Artes y Oficios. México. 1862
Requerimiento
9 Escuela Artes y Oficios. México. 1864 Polilla
Adeudo
10 Escuela Artes y Oficios. México. 1866 Incompleto
Presupuesto
11 Escuela Artes y Oficios. México. 1865-1866
Adeudo
Escuela Artes y Oficios. México.
12 Puebla. Escuela Industrial de 1858-1864 Impreso, polilla
Artes y Oficios
13 Escuela de Artes y Oficios. 1861
Escuela de Agricultura
14 Escuela Industrial de Artes y 1862
Oficios. México. Adeudo
15 Escuela Pirotécnica 1866 Formato
Serie: Leyes-Decretos
16 Decreto. Escuela Industrial de 1880 Impresos
Huérfanos
SECCIÓN: 6 BELLAS ARTES
Serie: Academias
GENERALIDADES
17 Honorarios. 1823 Incompleto
Lecciones de guitarra
18 Academia de Bellas Artes. 1855
Puebla. Lotería
19 Academia de San Carlos. 1867
Libros de texto
Serie: Escuelas
20 Escuela de Bellas Artes 1865 Documento en
francés
21 Escuela Nacional de Música y 1916 Mecanuscrito
Arte Teatral. Nombramiento
Serie: Institutos

Legajos , número 8, abril-junio 2011 185


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
Instituto de Ciencias y Artes.
58 22 Oaxaca. Catedrático de 1866
Gimnasia
23 Instituto de Ciencias y Artes. 1866 Cuadros
Oaxaca. Cuentas mensuales
24 Instituto de Ciencias y Artes. 1866 Cuadros
Oaxaca. Temblor
25 Instituto de Ciencias y Artes. 1866
Oaxaca. Licencia
26 Instituto de Ciencias y Artes. 1866 Incompleto
Oaxaca. Mantenimiento
27 Instituto Literario. Linares. 1854 Invitación
Acto de Filosofía impresa
28 Instituto Literario. Zacatecas. 1854-1855
Pago
Serie: Ministerios
Ministerio de Justicia e
29 Instrucción Pública. Propiedad 1865 Maltratado
Literaria
Serie: Sociedades
30 Sociedad Filarmónica Mexicana. 1873 Folleto impreso
Programa de exámenes
SECCIÓN: 7 COLONIA
Serie: Administración
Jesuitas. Administración Impreso,
59 1 General. Bienes Confiscados. 1772 manuscrito
Puebla
Serie: Colegios
GENERALIDADES
2 Tablas de multiplicar. México. 1783 Incompleto
3 Colegiata de Nuestra Señora de 1775
Guadalupe.
Maltratado,
4 Colegio de Celaya. Cuentas 1770-1773 manchado,
delación
5 Colegio de Chihuahua. Hacienda 1772 Incompleto
nombrada “La Ciénega”
6 Colegio de Valladolid. 1763 Polilla,
Guadalajara manchado, roto

186 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
59 7 Colegio Compañía de Jesús 1738 Polilla,
manchado, roto
8 Colegio del Espíritu Santo. 1718
Conflicto
9 Colegio del Espíritu Santo. 1769
Enfermedad
10 Colegio del Espíritu Santo. 1768 Cuadro
Puebla. Inventario
Colegio del Espíritu Santo de
11 la Compañía de Jesús. Puebla. 1776
Escritura de fundación
12 Colegio Nobles de Madrid. 1766
Correspondencia
13 Colegio Nobles de Madrid. 1775
Cajas Reales
Colegio de la Purísima Mutilado,
14 Concepción. Cuentas 1777-1778 maltratado,
manchado
15 Colegio de San Andrés. 1780 Maltratado,
Correspondencia incompleto
16 Colegio de San Andrés. Venta 1772
17 Colegio de San Andrés. Trigo 1781
18 Colegio de San Gregorio. 1732
Informe
19 Colegio de San Gregorio. 1782 Impresos
Contaduría
20 Real Colegio de San Ildefonso. 1673 Incompleto,
Testimonio manchado
21 Colegio de San Juan. 1779-1780 Roto, cuadros
Guadalajara. Cuentas
22 Colegio de San Juan de Letrán. 1658-1659
Destitución
23 Colegio de San Juan de Letrán. 1659 Maltratado
Presupuesto
24 Colegio de San Juan de Letrán. 1739 Roto
Cuentas
25 Colegios. Relación de colegios 1668-1669 Sello de cera
26 Colegio Seminario. Zacatecas. 1766
Testamento
27 Colegio Seminario Nobles de 1775
Madrid. Decreto

Legajos , número 8, abril-junio 2011 187


Núm. Núm. Nombre del expediente Periodo Observaciones
caja exp.
59 28 Colegio Zacatecas. Comprobante 1769
29 Colegios. Expulsión de jesuitas 1760
30 Colegios. Certificado médico 1755
31 Colegio. Título de Idioma 1757
32 Colegios. Licencia 1771
33 Colegios. Correspondencia 1737
Real y Pontificio Colegio
34 Seminario. Leer y explicar la 1764-1766
sagrada escritura
Serie: Hospitales
35 Hospital de San Juan de Montes 1767-1768
Claros. Veracruz. Informe
Serie: Iglesia
Iglesia de Santa María la Real
de Covadonga del Principado Impreso,
36 de Asturias. Real Orden de 1778 manuscrito
colectación de limosnas del 20
de diciembre
Serie Seminarios
37 Seminario. Nobles de Madrid. 1775-1777
Apoderado
Serie: Universidades
38 Real y Pontificia Universidad. 1738 Maltratado,
Certificado médico roto
Real Universidad y Escuelas de
39 la ciudad de México. Certificado 1705
de fe y verdad
Real Universidad y Escuelas de
40 la ciudad de México. Certificado 1727
de fe y verdad

41 Universidad. Abogacía 1730 Manchado

188 Legajos , número 8, abril-junio 2011


BLACK PALACE

En el marco de los festejos por el centenario del inicio de la Revolución


mexicana, el Archivo General de la Nación presentó de noviembre de 2010
a enero de 2011 el mural Black Palace / Palacio Negro del artista urbano
WK Interact en el enrejado que está sobre la avenida Eduardo Molina.
WK Interact nació en 1969 en Caen, Francia. Actualmente vive y trabaja
en Nueva York. Desde edad temprana desarrolló una fascinación por el
cuerpo humano en movimiento, un sentimiento que se ve claramente
reflejado en su obra, donde comúnmente captura figuras congeladas en pleno
movimiento. Este artista determina sus proyectos de trabajo decidiendo
primero la localización, sólo entonces elige las imágenes específicas a
plasmar, pensando sobre todo en lograr encuentros dentro de un ambiente
urbano. A lo largo de su carrera de más de 20 años WK ha realizado más de
mil intervenciones en las calles de las principales ciudades del mundo.
En el mural exhibido en el AGN el artista llama la atención sobre la
importancia del caballo en la historia y cultura mexicana y alude también
a la historia del inmueble que ahora es sede del AGN, pero que en 1900
se inauguró como Penitenciaría de la ciudad de México, por ello lo tituló
Black Palace / Palacio Negro, que nos recuerda el nombre con el que
popularmente se conocía el edificio: “El Palacio Negro de Lecumberri”;
así, también alude al encierro de los presos mediante imágenes de cartas
con remitentes y timbres, el único medio de contacto que los reos tenían
con el exterior.
El artista se propuso rendir homenaje a la gran tradición muralista
mexicana que va desde la decoración de las ciudades prehispánicas hasta las
obras majestuosas de los grandes muralistas mexicanos del siglo XX.
Al mostrar esta pieza el AGN buscó formas distintas de dar a conocer su
acervo a los ciudadanos. Las fotografías y documentos históricos utilizados
como referencia para la creación del mural pertenecen a los fondos
documentales que resguarda la institución para preservar la memoria de
México.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 189


190 Legajos , número 8, abril-junio 2011
Legajos , número 8, abril-junio 2011 191
192 Legajos , número 8, abril-junio 2011
Legajos , número 8, abril-junio 2011 193
Exposiciones

VISITE NUESTRAS EXPOSICIONES EN

ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Declarando Independencias
Hasta el 8 de abril
Sala de Banderas

Homenaje al Escuadrón 201


Inauguración 30 de abril, 11:00 hrs.
Sala Siqueiros

Archivo General de la Nación


Nuestro pasado, presente y futuro
Inauguración 30 de abril, 12:30 hrs.
Cúpula

La cosmovisión indígena en los mapas coloniales


Inauguración 28 de mayo, 12:00 hrs
Sala de Banderas

www.agn.gob.mx

Eduardo Molina 113, esquina con Albañiles (entrada por Héroe de NAcozari),
Col. Penitenciaría Ampliación,
Deleg. Venustiano Carranza, C.P. 15350, México, D.F. Tel 51339900.

194 Legajos , número 8, abril-junio 2011


DELEGACIÓN VENUSTIANO CARRANZA

Abril Los niños de la guerra


Mayo Imágenes del pasado
Junio El maravilloso viaje de Colón

ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA

Abril Marcas y patentes


Plantel 3 “Justo Sierra”

SISTEMA DE TRANSPORTE COLECTIVO METRO

Abril Felipe Teixidor. El coleccionista


Estación División del Norte

Mayo Personajes (Exiliados españoles)


Estación Pino Suárez

Junio La música en el AGN


Estación Copilco

Legajos , número 8, abril-junio 2011 195


Congresos y reuniones

ENCUENTRO DE ARCHIVISTAS DE LOS PODERES DE LA UNIÓN


“El gobierno a través de sus archivos: avances y desafíos”
31 de mayo y 1 de junio
Auditorio “Aurora Jiménez” de la Cámara de Diputados
Av. Congreso de la Unión núm. 76, Col. El parque, C.P. 15969
Entidades organizadoras: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
Archivo General de la Nación, Comisión Bicameral del Sistema de Bibliotecas, Cámara de
Diputados, Cámara de Senadores
XI JORNADAS ARCHIVÍSTICAS DE LA RED NACIONAL DE ARCHIVOS DE
INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR: DE LAS IES A ONCE AÑOS DE LA RENAIES
15, 16 y 17 de junio
Cd. de Zacatecas
Entidades organizadoras: La Red Nacional de Archivos de Instituciones
de Educación Superior, La Universidad Autónoma de Zacatecas
V ENCUENTRO DE ARCHIVOS DEL DISTRITO FEDERAL “LOS ARCHIVOS: MEMORIA DE
LOS PUEBLOS, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD”
24, 25 y 26 de agosto de 2011
Auditorio Simón Bolívar, Antiguo Colegio de San Ildefonso
Entidades organizadoras: Archivo General de la Nación, Comisión Nacional
de Derechos Humanos, Universidad Nacional Autónoma de México, Archivo Histórico
del Distrito Federal “Carlos de Sigüenza y Góngora”
TRANSPARENCIA EN LOS ARCHIVOS PÚBLICOS
22 y 23 de septiembre
Archivo General de la Nación
Entidades organizadoras: Archivo General de la Nación, Comisión Nacional
de Derechos Humanos
EUROPEAN SOCIETY FOR THE HISTORY OF ECONOMIC THOUGHT
From colonial empires to globalization: history of economic thought approaches
Facultad de Economía, UNAM, Ciudad de México. 9-11 de noviembre de 2011
Está abierta la convocatoria para proponer sesiones y ponencias. La fecha límite
para el envío es el 1º de junio de 2011. Para mayor información consultar el portal
eshetmexico@economia.unam.mx
XVI WORLD ECONOMIC HISTORY CONGRESS
The roots of development
Stellenbosch, Sudáfrica, 8-13 de julio de 2012
Está abierta la segunda convocatoria para proponer sesiones. La fecha límite para el
envío es el 31 de julio de 2011. Para mayor información consultar el portal
www.wehc2012.org
54 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS
Construyendo diálogos en las Américas
Viena, Austria, 15-20 de julio de 2012
La convocatoria para proponer ponencias estará abierta del 15 de abril al 31 de agosto
de 2011. Para mayor información consultar el portal
https://ica2012.univie.ac.at/call-for-papers

196 Legajos , número 8, abril-junio 2011


Legajos , número 8, abril-junio 2011 197
NORMAS PARA LA ENTREGA DE ORIGINALES

1. Sólo se recibirán materiales inéditos

2. El envío de colaboraciones deberá hacerse cumpliendo debidamente


cada uno de los siguientes puntos:

a. Los trabajos deberán presentarse a doble espacio, con fuente ARIAL


de 12 puntos, en versión word para windows, sin sobrepasar las 30
cuartillas incluyendo notas, cuadros, gráficos, mapas, apéndices y
bibliografía.
b. Sólo se aceptarán trabajos escritos en español.
c. Las ilustraciones, gráficas, cuadros y tablas se numerarán de modo
consecutivo. Se indicará su lugar de ubicación en el texto. Deberán
incluirse en archivo por separado en formato “imagen” (tiff o jpg a
300 dpi).
d. El manuscrito irá precedido de una página con los datos del autor(es),
filiación académica, dirección profesional, teléfono de contacto y
dirección de correo electrónico.
e. Deberá incluirse un resumen no mayor a 150 palabras.
f. Deberá enviarse en forma electrónica a la dirección:
boletinagn@segob.gob.mx

3. Notas al pie de página

a. Las referencias aparecerán de manera resumida.


b. Para libros deberá seguirse el siguiente modelo:
Apellidos seguidos por una coma, título resumido en itálica seguido
por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de página(s).
Ejemplo: Sierra, Evolución política, p. 34.
c. Para artículos o capítulos de libros deberá seguirse el siguiente
modelo:
Apellidos seguidos por una coma, título resumido entre comillas
seguido por una coma, p. o pp. seguido por el número(s) de
página(s).
Ejemplo: John Tutino, “Soberanía quebrada”, p. 34.
d. Las referencias de diferentes autores se separarán con un punto y
coma.

198 Legajos , número 8, abril-junio 2011


4. Siglas y bibliografía

a. Se incluirán sólo los libros o artículos citados en el texto, así como


las siglas a los archivos a los que se hace referencia.
b. Las referencias bibliográficas se presentarán después de las siglas, en
orden alfabético.
c. Deberá seguirse el siguiente modelo:

Libros
Apellidos, nombre(s), título en itálica, lugar de edición, editorial, año
de edición.
Capítulo en libro
Apellidos, “título”, en autor(es) compilación o edición nombre y
apellido, título resumido en itálica, páginas del capítulo.
Artículo
Apellido, nombre(s), “título artículo”, en nombre de revista en itálica,
vol., número, año, páginas.

5. Citas

Las transcripciones de más de seis líneas de texto se incluirán en párrafo


aparte, con un margen igual al de la sangría izquierda, sin comillas, a
espacio sencillo.

6. No se aceptarán contribuciones que no cumplan con los requisitos.

7. En un plazo no mayor de 15 días Legajos confirmará la recepción de


la colaboración. Todos los artículos serán sometidos a una evaluación
de dos dictaminadores anónimos y la aprobación del Comité Editorial,
quien además se reserva el derecho de solicitar modificaciones o de
rechazar las contribuciones. En un plazo no mayor a seis meses se
notificará a los autores la decisión de publicación.

8. El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de los autores


y no reflejan en modo alguno el punto de vista de Legajos o del Archivo
General de la Nación.

Legajos , número 8, abril-junio 2011 199


Legajos Boletín del Archivo General de la Nación, 7a época, núm. 8,
se terminó de imprimir en mayo de 2011
en Editores Buena Onda, S.A. de C.V.
Se tiraron 1000 ejemplares.

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