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LARRY CEDERBLOM
8-776-158
TAREA 1
QUIÉN ES EL ESPIRITU SANTO
MATERIA
PNEUMATOLOGÍA
PROFESOR:
PATRICIO EDGEHILL
1. Nombres
Principalmente se le llama el Espíritu de Jehová, el Espíritu del Señor, el Espíritu del Padre,
el Espíritu de Jesús. Es el Espíritu de verdad, de vida, de fe, de amor, de poder, de sabiduría,
de gracia, de gloria.
2. Personalidad
El Espíritu no es un mero poder ni una expresión figurada de la energía divina, como lo
pretenden, por ejemplo, los antitrinitarios. La Escritura le atribuye una personalidad
distintiva, como también sucede con el Padre y con el Hijo (Mt. 3:16–17). Siempre se emplea
en relación con Él el pronombre personal masculino, a pesar de que en griego el término
Espíritu sea neutro. El Espíritu piensa, conoce el lenguaje, tiene voluntad. Se le puede tratar
como una persona: se le puede mentir, se le puede probar, se le puede resistir, se le puede
contristar, se le puede afrentar. Por otra parte, también enseña, testifica, convence,
conduce, entiende, habla, anuncia.
3. Divinidad
Los textos que hablan de la personalidad del Espíritu afirman también generalmente su
divinidad. Posee los atributos divinos: omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia,
eternidad. Es identificado con Dios, con el Señor. Es la blasfemia contra el Espíritu Santo la
que no tiene perdón.
6. Convicción de pecado.
Según el Señor Jesús, la primera obra del Espíritu en el hombre es la de convencerle de
pecado. Sin esta convicción, nadie puede sentir la necesidad de un Salvador; y el pecado
que el Espíritu destaca es precisamente el de no haber creído todavía en Cristo. En efecto,
los hombres están perdidos no por ser pecadores, sino porque siendo pecadores no reciben
al Salvador.
La blasfemia contra el Espíritu Santo es la atribución de las obras y testimonio del Espíritu
Santo a Satanás con contumacia, cuando es innegable y totalmente evidente que la obra de
testimonio es de Dios. Es este estado en el que el hombre se cierra ante toda la luz posible,
ante la misma manifestación plena del poder de Dios en gracia, la Palabra se manifiesta de
un modo inexorable. Este pecado involucra un corazón lleno de odio hacia la verdad y hacia
la luz de Dios, y lleva a la perdición, por cuanto encierra al hombre en una actitud
totalmente aberrante en contra de Dios y de su testimonio. Se hace así absolutamente
incapaz e indispuesto a creer. Entonces se hace imposible el arrepentimiento y el perdón.
Es un estado irreversible, en el que se da un endurecimiento judicial. Por otra parte, el caso
de la persona que anhele ir a Jesús, pero que esté atormentada por la idea de que ha
cometido el pecado imperdonable, es totalmente distinto. Su angustia y deseo de ir a Jesús
para recibir su perdón constituyen evidencia clara de que no lo han cometido. Las personas
encerradas en el castillo de la angustia tienen a su disposición la llave de la promesa en Juan
6:37.