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Investigación documental de la angustia de

Kierkegaard
A través de los siglos se ha escrito mucho sobre la angustia;
filósofos y pensadores han descrito la importancia de este
sentimiento diferenciándolo del miedo y la desesperación.
En mi concepto la angustia es un sentimiento humano que
es positivo en tanto se encuentra significado a palabras
como “eternidad”, “existencia” y “la nada”. Cuando el ser
humano es capaz de encontrar sentido a dichas palabras
significa que ha entrado a un nivel superior de pensamiento
con respecto al hombre común. Es en ese nivel de
pensamiento independiente donde la angustia es positiva
porque permite analizar, entender, visualizar la propia
existencia; además porque permite al hombre(o mujer) ser verdaderamente
consiente de su libertad, de sus acciones y las consecuencias de éstas.
En ese sentido, se puede entender el pensamiento de Kierkegaard quien planteaba
a esta etapa como fase ética diferenciándola de la fase estética. Para el hombre
común aferrado a la fase estética del mundo de los sentidos, la angustia es miedo
improductivo y desencadena en desesperación. Y eso es porque su destino está
trazado y no es capaz de hacer algo porque esta seducido por lo sensual. El hombre
ético en cambio es capaz de buscar respuestas mediante el conocimiento, procura
el control de su mente en pos de un pensamiento de nivel elevado que le dé razón
a su existencia.
La angustia es una señal de que el hombre tiene lo eterno en sí mismo. Sin lo eterno
no habría angustia. Pero el ser humano que ha sentido la angustia dentro de él y
que todavía persiste obstinadamente en tener una existencia en la esfera sensual,
terminará en la desesperación. No obstante se puede dar que cuando el hombre
que a través del llamado de la desesperación ha sentido la ineficiencia de su esfera
estética en la relación con la vida sensual como placer y como representación del
gozo, de pronto, se ilumine y tome la decisión de ya no permanecer allí, es en ese
momento en el que él es lo suficientemente maduro para elegir algo más y es allí
cuando está listo para entrar en la fase ética.
Kierkegaard, entendía la angustia no como el temor de los seres vivos, ni tanto como
el miedo a la muerte, sino, más que eso al descubrimiento de “la nada”. Kierkegaard
muestra como la angustia está vinculada a la verdadera constitución de la
subjetividad, avisando del peligro de perder la propia identidad por el afán de
absolutizar el “yo” y el “sí mismo”. Para él la angustia va más allá de un estado de
ánimo simple para convertirse en una experiencia fundamental y decisiva en la vida
del ser humano. La angustia se relaciona con el pecado y con la libertad.
Engendrada por la nada, alimentada por la impaciencia, surgida como “realidad de
la libertad en cuanto posibilidad”, la angustia es “el vértigo de la libertad” y al mismo
tiempo un medio de salvación que conduce a la fe y a la verdad en búsqueda de un
sentido definitivo a la existencia”.
En base al pensamiento de Kierkegaard, Heidegger afirmaba que hay para el
"Dasein" (ser en sí mismo) una posibilidad permanente de encontrarse frente a la
nada y descubrirla como fenómeno. Eso sería la angustia. La forma en que nos
cabría enfrentar la nada, la cura de ese no-ser es la angustia. La posibilidad de
seguir existiendo frente a esa nada es lo que estaría dado por la angustia. Jean Paul
Sartre por su parte identifica a la angustia como el sentimiento más importante,
hasta el punto de que llega a declarar que el hombre es angustia. Distingue la
angustia del simple miedo: el miedo aparece ante un peligro concreto y se relaciona
con el daño o supuesto daño que la realidad nos puede infligir; la angustia no es por
ningún motivo concreto, ni de ningún objeto externo, es miedo de uno mismo, de
nuestras decisiones, de las consecuencias de nuestras decisiones. Es la emoción
o sentimiento que sobreviene con la conciencia de la libertad: al darnos cuenta de
nuestra libertad nos damos cuenta de que lo que somos y lo que vamos a ser
depende de nosotros mismos, de que somos responsables de nosotros mismos y
no tenemos excusas; la angustia aparece al sentirnos responsables radicales de
nuestra propia existencia. Pero además de esto Sartre recalcaba que esta
conciencia de la responsabilidad se incrementa al darnos cuenta de que nuestra
elección no se refiere solo a la esfera puramente individual sino también en lo
referido a nuestro entorno social.
Para concluir este post digamos que el verdadero valor de la angustia se puede
entender cuando se supera la etapa estética, mientras se sigue aferrado a la
sensualidad y a todo lo que los sentidos nos aportan, la angustia será sólo
desesperación. Es en la etapa ética cuando la angustia puede tener valor; la nada,
la existencia ya tienen significado para el ser humano. Hasta ahí Kierkegaard, es
genial, y de hecho los demás conceptos sobre la angustia de otros pensadores
tienen su base fundamental en lo establecido por Kierkegaard. Y aun cuando
Kierkegaard tenía tendencia de apegarse demasiado a su temperamento religioso
por lo cual me parece perdía algo de objetividad en sus conceptos; eso no le quita
lucidez a sus ideas primigenias sobre el tema, pues era comprensible en su contexto
de vida

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