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Capítulo I

Lunes por la mañana

Ya había amanecido y mi reloj no ha sonado; tal vez ¿por las baterías?, la verdad es que no me
interesa. Fui al baño y tome una ducha, cuando me estaba cambiándome, me pregunté, si mi
padre ya habría regresado de su “reunión”; bajé las escaleras y entré a la cocina. Mi madre
estaba allí, seca y pálida, tal vez sin palabras.

- Buenos días, dije.


- Siéntate, llegaras tarde, respondió.
(…)
- ¿Y papá?
- Aún no llega… Como todas las noches debe estar en la cantina.

Mi padre era alcohólico, quería más a la cerveza que a su propia familia, mi madre no, más
bien, ella es reportera, lo malo es que me dice que la llaman para entrevistas y reportajes, pero
yo nunca la veo en la televisión.

- ¿Ya terminaste?, me preguntó


- Todavía no, dije un poco nervioso
(…)

Pues termine de comer, y los nervios seguían dentro de mí cuando le entregué mi


plato.

- Ya, ve a despertar a tu hermano, antes que su desayuno se enfríe.


- Enseguida, gracias.
- Recuerda que hoy te entregan tu práctica de Álgebra, mas bien que hayas sacado un
buen puntaje.
- Claro, por supuesto
- Ya, ve a verlo, estoy ocupada.

Tenía un hermano, de 16 años, y ya casi termina la secundaria, en cambio yo, recién


voy en la mitad. Y en ocasiones, le cuesta hacer sus deberes, “…” no está en su
vocabulario. Asistimos a una escuela del condado, en Pittsburgh, al noroeste de
Pensilvania. Cerca de donde vivíamos por ese tiempo. Tal vez no tenía la mejor familia,
o la mejor casa, pero de todo se agradece. ¿Mi nombre? Colin, para los amigos “Col”
-

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