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Por
Larry Muñoz
Epígrafe
Enero
Boris disfruta su soledad, pero a veces la soledad no quiere estar con él, y
se siente más solo. Razón por la que, en estos momentos que pudo concretar
una cita con la mujer que ocupa su mente durante gran parte de los últimos
días, se siente contento. Café bar. Ambiente Bill Evans. Mientras espera a que
ella llegue, Boris se pregunta si su deseo de ser diferente a los demás no es
más que una estrategia para, por medio de esa diferencia, poder encontrar a
esa mujer, también diferente, que se sienta atraída hacia él justamente por ser
distinto. También ha pensado que, por intentar ser diferente, ha terminado
pareciéndose a tantos otros que intentan ser diferentes. Lo cual da como
resultado que sea igual a aquellos que intentan ser diferentes. Tal vez a las
mujeres diferentes no les gusten los tipos que sean iguales a aquellos que
intentan ser diferentes.
Boris la ve entrar. Hace una seña. Es difícil adivinar la edad de una mujer.
En todo caso no más de. Su mirada muestra a una mujer que parece dirigir
toda la atención hacia sí misma. Parece de esas personas que están teniendo
una conversación obsesiva consigo mismas. Boris se fija en su forma de
apoyar los talones con sutileza, en su manía de tocarse el pelo al caminar.
Frases de cortesía, anécdotas de la semana. Silencio. Boris quiere decir
algo más, no sabe qué decir. Madelena sabe que Boris quiere decir algo y que
no puede encontrar ese algo y esto le causa gracia. Disfruta viendo los
diferentes tics faciales que maneja Boris cuando no puede encontrar lo que
para él es una buena idea. Silencio. Boris se atreve a decir un comentario que
considera gracioso, uno de esos apuntes que se lanzan al azar y que nunca se
sabe si serán tomados de la misma forma por nuestro receptor. Ella muestra
unos dientes blancos y alineados. La sonrisa la ha desarmado. Boris toma esto
como excusa para decir lo que desde un inicio había querido decir:
— Me sorprende que hayas aceptado mi invitación.
— Yo también estoy sorprendida de estar acá.
— ¿No te parecí un poco atrevido al invitarte a salir sin conocernos bien ni
nada?
— Lo peor que podría pasar es que seas un psicópata, o algo así, y ya estoy
acostumbrada a lidiar con psicópatas.
— ¿Tengo cara de psicópata?
— Un poco.
— Podría ser yo el que está en peligro.
— Gracias por el halago.
Las voces del lugar forman un murmullo general. En una mesa dos
personas juegan a tirar los dados con el fin de conseguir tres pares de seis en el
menor tiempo posible. En otra mesa una persona escarba su nariz en búsqueda
del tesoro perdido. En otra mesa una persona intenta hacer creer una mentira a
dos interlocutores que se mienten a sí mismos para creer que esta mentira es
verdad. Los meseros vienen y van.
—¿Qué haces en tus tiempos libres? - pregunta Madelena.
—Escribir - responde Boris.
—Así que eres escritor.
—No sé si quepa en esa palabra.
—No tienes por qué ser modesto, un poco de arrogancia es necesaria de
vez en cuando.
—Está bien.
—Si eres escritor es porque eres solitario.
—En general me gusta estar solo, pero a veces me canso de estar conmigo
mismo y decido buscar otras personas igual a mí, con las mismas necesidades.
Pero llega un punto donde también me canso de estas personas y busco gente
sin ningún tipo de inquietud existencial, con la cual hablo de la rutina diaria.
Pero luego me canso de ellos también y vuelvo a sembrarme en mi mismo.
—¿Soy una de tus personas sin ningún tipo de inquietud existencial?
—No sé, creo que debería conocerte un poco más para dar un veredicto…
—…
—Para eso tendría que seguir invitándote a salir.
—Primero tendrás que seducirme.
—¿Harás difícil el proceso de seducción?
—Es muy probable.
—Creo que me estoy enamorando de ti.
—¿No crees que vas muy rápido?
—Sí, pero no importa. Estoy cansado de ir lento.
Uno de los meseros escupe el jugo de un cliente que días antes lo había
insultado por lento. Uno de los clientes tiene la camisa arrugada. Uno de los
clientes muestra a sus asombrados compañeros de mesa la cicatriz hecha en su
brazo derecho por una mordedura de murciélago.
—¿A qué te dedicas en tu tiempo libre? - pregunta Boris.
—A coleccionar fracasos - responde Madelena.
—¿Disculpa?
—Era una broma.
—Muy mala.
—Al parecer.
—¿Te puedo hacer una pregunta? - indaga Boris.
—Dime - responde Madelena mientras apoya el rostro en la palma de su
mano derecha.
—¿Te puedo querer?
—¿Se debe pedir permiso para querer?
—En este caso, sí. No me gustaría quererte sin tu consentimiento.
—Por supuesto que puedes quererme. ¿A quién no le gusta ser querido?
—A todos nos gusta ser queridos, pero solamente por las personas que
queramos que nos quieran. Tal vez yo soy una de esas personas que no te
interesa que te quieran. Es mejor aclarar las cosas primero.
—¿Y por qué quieres quererme?
—Sé que no hemos interactuado demasiado, pero no puedo negar que me
gustas. Te he observado durante mucho tiempo y creo que reúnes
temperamentos y bipolaridades interesantes. Dudo de aquellas personas
seguras de una verdad sólida, me gustan más las personas con ambigüedades
resaltadas, aquellas que son conscientes de lo esquiva que es la verdad, de lo
frágil que es el conocimiento.
—¿Es eso un halago?
—Quiero quererte porque la belleza es digna de ser amada, porque es más
difícil amar que odiar, porque el amante es más divino que el amado, porque…
—Creo que capté el mensaje.
—…
—Sé que me has estado observando todo este tiempo, Boris. Lo sé porque
también te he observado a ti.
—…
—Eres es el ser más imperfecto que he conocido, y por eso me gustas.
—…
—El único problema contigo es que existes demasiado, pero es algo que se
puede solucionar.
A través de la ventana, Madelena contempla la luna llena, sin ninguna nube
que interfiera entre las dos. Le parece hermosa, imponente, reina del cielo
nocturno. Boris también contempla la luna llena. Se pregunta para qué tanta
poesía con la luna si no es más que un pedazo de roca sin luz propia . Le
gustaría transformarse en hombre lobo, por variar. Tazas vacías. Meseros
apurados. Madelena llama a uno de ellos. Boris sigue observando la luna.
Siente cómo su cuerpo empieza a cambiar súbitamente: sus orejas se estiran en
forma triangular, sus dientes se convierten en colmillos, sus bigotes se
extienden hacia los lados, sus ojos enrojecen, sus pelos crecen por todo el
cuerpo, sus uñas se transforman en garras, su boca se expande varios
centímetros dando paso a una horrenda jeta, sus extremidades crecen el doble.
Boris aúlla con todas sus fuerzas. Madelena juega a crear sus propias
constelaciones. Boris piensa en las cosas que podría hacer con su nuevo
cuerpo. Madelena canta una balada de los setenta. Boris y Madelena continúan
hablando sobre diferentes temas no lo suficientemente relevantes como para
reportarlos aquí.
Hebdomadario
Febrero
Miserable Boris
Diéresis
Abril
Posible Madelena
MADELENA: Aló.
BORIS: Hola.
MADELENA: ¿Cómo te fue?
BORIS: Acabo de firmar contrato.
MADELENA: ¿En serio?
BORIS: Supongo que debemos celebrar.
MADELENA: Qué buena noticia, te lo mereces.
BORIS: Empiezo mañana. No sé si sentirme contento o abrumado.
MADELENA: No empieces, por favor.
BORIS: ¿Cómo va el trabajo?
MADELENA: Nada nuevo. Creo que cerraré mi cuenta de Facebook. No
quiero tener nada más que ver con Facebook.
BORIS: Está bien.
MADELENA: Deberías hacer lo mismo.
BORIS: Lo pondré en el último lugar de la lista de cosas importantes que
debo pensar durante el día.
MADELENA: Todos intentando parecer interesantes, quién es más
ingenioso o más bonito, quién publica o comparte las cosas más interesantes.
Todos pendientes de alguien que diga algo o muestre algo que los identifique.
Todos intentando extender su personalidad por medio de su muro, publicando
según su criterio personal de lo que consideran importante. Cada uno con su
concepto egoísta de lo que es importante y debe ser mostrado y compartido.
BORIS: ¿Por qué tanto lío? Si no existieran las redes sociales,
inventaríamos otra forma de mostrarnos. El éxito de la página radica en
descubrir y analizar los comportamientos sociales que tenemos afuera y
traducirlos en clics adentro. Afuera las transacciones se hacen con dinero, allí
adentro se hacen con Likes.
MADELENA: Citaré a Umberto Eco: Las redes sociales dan voz a una
legión de idiotas.
BORIS: Me citaré a mí mismo: Use o no las redes sociales, seguiré siendo
idiota.
MADELENA: Creo que ya he conseguido quién nos preste dinero hasta fin
de mes.
BORIS: Tengo ganas de orinar.
MADELENA: Recuerda que también debemos pagar el dinero que nos
prestó mamá.
BORIS: Aquel árbol se ve…
MADELENA: Con tu primer sueldo podemos equilibrarnos otra vez.
BORIS: Te llamo en un minuto.
MADELENA: No me has dicho qué opinas de cerrar mi cuenta de
Facebook.
BORIS: ¿Por qué no cierras la cuenta ya? Creo que lo leí en David
Wallace: Definirse en oposición a algo quiere decir que uno sigue atado a ese
algo.
MADELENA: Facebook te conoce mejor de lo que tú te conoces a ti
mismo, cada vez que te conectas le estás haciendo publicidad a la página, no
necesitan invertir demasiado en publicidad porque nosotros mismos la
publicitamos cuando nos conectamos, nosotros somos el negocio, nos utilizan
para analizar hábitos de consumo de acuerdo a los likes que das, te seleccionan
la publicidad de acuerdo a tus preferencias, si no te has dado cuenta de eso
eres un idiota.
BORIS: Seguro que ni siquiera es un pensamiento tuyo, leíste esa
información en algún lado y la repites como una máquina.
MADELENA: Ningún pensamiento es de nadie, no te la vengas a dar de
original.
BORIS: Quiero orinar.
MADELENA: Está bien, ve.
BORIS: Va pasando una familia por allí, mejor espero.
MADELENA: …
BORIS: ¿Me decías?
MADELENA: Hoy durante el receso se me presentó un nuevo compañero
de trabajo. Presumía conocer la biografía de Kierkegaard y de haber leído las
tragedias griegas. Me preguntó cómo me podía encontrar en redes sociales. Le
mentí, le dije que no usaba ninguna, así que me dio una tarjeta para que lo
llamara y mantuviéramos el contacto.
BORIS: La familia se ha detenido a hablar, justamente allí…
MADELENA: Dudo de toda persona que me dé una tarjeta con su nombre
completo, su profesión y su número de celular escritos en ella.
BORIS: …
MADELENA: Sobre todo si tiene más de mil amigos en Facebook…
BORIS: …
MADELENA: Sobre todo si es del tipo de personas que van por la vida
con un letrero en la frente que dice NO TOCAR. DELICADO. TRATAR CON
CUIDADO. PUEDE EXPLOTAR EN CUALQUIER MOMENTO. BORIS:
…
MADELENA: ¿A qué horas debes ir a trabajar mañana?
BORIS: Eliminemos a todos nuestros contactos, no sé cuántos tienes, yo
tengo pocos, tengamos Facebook solamente para los dos, seremos nuestros
únicos amigos y compartiremos y gustaremos nuestros propios estados…
MADELENA: No sé si eso suena romántico o estúpido…
BORIS: ¿Por qué caminan tan lento?
MADELENA: ¿Cuántas veces hemos repetido la palabra Facebook desde
que comenzamos esta conversación?
BORIS: ¿Por qué no entré al baño cuando estaba en el edificio?
MADELENA: ¿Se publicará algún día la gran enciclopedia Facebookiana?
¿Una enciclopedia que registre todos los estados publicados por cada uno de
sus usuarios desde el primer día de su creación?
BORIS: No aguanto más. ¿Qué tal si te espero en el parque al lado de la
estación de bus?
MADELENA: Me parece bien, no tardaré mucho, salgo en unos minutos.
BORIS: Nos vemos en un rato.
MADELENA: Chao.
Paréntesis