You are on page 1of 42

El Futuro es la Educación Pública:

Diagnóstico y propuestas para la construcción y


expansión de una Red de Educación Pública sin
recursos adicionales

Grupo de Estudios de Educación1


Fundación Nodo XXI
Octubre de 2016

1 Investigadores responsables: Víctor Orellana, José Miguel Sanhueza y Fabián Guajardo.

1
Introducción
Con enormes manifestaciones sociales en 2006 y 2011, los chilenos fijaron sus expectativas en la
posibilidad de un cambio significativo en el sistema educacional. El actual gobierno de la Nueva
Mayoría asumió este desafío prometiendo a la sociedad que concretaría sus aspiraciones a través
de un conjunto de reformas. Por distintos factores, estas reformas una a una han perdido
significación y posibilidad real de cambio en la vida cotidiana de los chilenos, peligrando así la
oportunidad de transformación abierta por la ciudadanía.

La reforma a la educación superior ha sido una expresión más de este devenir de las
transformaciones prometidas. Iniciada ya la discusión parlamentaria del proyecto de ley que viene
a reformar este nivel educativo, aún no termina de definirse la orientación que el Gobierno
imprimirá a dicha reforma. Junto a un discurso de fortalecimiento de la educación pública, se han
anunciado medidas de regulación del mercado, que en definitiva -más allá de su intensidad- no se
apartan de la lógica de control a los intereses lucrativos, dentro de los márgenes del estado
subsidiario impuesto en 1980.

La oportunidad, en manos del Gobierno, de iniciar mediante esta reforma una ampliación de la
democracia sobre terrenos hoy regidos por el mercado, se juega en asumir un compromiso con la
reconstrucción y expansión de la educación pública, tanto en magnitud como en influencia. Sólo la
pregunta por la reconstrucción de la educación pública evidencia el hecho que, tras casi 40 años de
neoliberalismo, la reflexión sobre educación y cultura ha salido de la esfera pública y ha sido
subsumida por particulares, quienes impone, por su poder cultural y económico, orientaciones
ilegítimas al desarrollo de este relevante sector. Al plantearse la reconstrucción de las instituciones
de todos los chilenos en educación, debemos necesariamente discutir para qué las queremos; es
decir, por qué educar, cómo y en virtud de qué proyecto de desarrollo. Es aquella pregunta la
expande la libertad y la democracia, no en la forma mercado, sino como libertad deliberativa y
ciudadana. Hace largas décadas tal pregunta ha sido vedada, y la discusión sobre este punto se ha
circunscrito a los niveles de justicia y equidad con que opera el mercado, tecnocratizando el debate.

Con este informe, desde la Fundación Nodo XXI buscamos aportar con información que permita
contribuir a despejar los aparentes obstáculos para el fortalecimiento de un sistema de educación
superior con sentido público. Se plantea que, mediante una redistribución del financiamiento
público a educación superior, reemplazando los elementos de subsidio a la demanda -hoy
mayoritarios- por financiamiento basal a las instituciones públicas, se puede comenzar una
reconstrucción del sistema público para que en el plazo de diez años recupere su lugar como
principal oferente y orientador del sistema en su conjunto.

Por supuesto un cambio así no puede reducirse al financiamiento. Es necesaria una profunda
transformación de las instituciones públicas, construyendo entre ellas una nueva red de educación
superior pública. Este informe no profundiza en una propuesta para dicha transformación, pues
entiende que ella justamente debe ser resultado de una discusión deliberativa de la sociedad, en
especial de los actores educativos; y además tal tarea sobrepasa sus posibilidades. Pero con todo,
nos anima demostrar que ese cambio es totalmente posible para nuestro país. Se propone, pues,
que esta orientación debe guiar la política de gratuidad universal comprometida por el Gobierno y
debe ser el criterio rector de los nuevos recursos públicos inyectados al sistema.

2
El documento consta de cinco partes. En primer lugar (I), se ofrece una breve caracterización de la
evolución histórica reciente del financiamiento y la expansión de la matrícula en los marcos del
estado subsidiario, mostrando a su vez en qué medida el actual proyecto del Gobierno contribuye a
reproducir y profundizar dicha lógica. Posteriormente (II), se plantean las bases de la configuración
institucional de una Red de Instituciones de Educación Superior Pública, y su correlato en términos
de matrícula hacia la próxima década. Luego de ello, se evalúa la factibilidad de dar curso a la
construcción de una red pública en términos de financiamiento (III), considerando los recursos ya
comprometidos por el Gobierno más aquellos que hoy se utilizan en mecanismos de subsidio al
mercado. En cuarto lugar (IV), se analizan las consecuencias positivas que la construcción y
expansión de una red de estas características tendría hacia el conjunto de la educación superior
chilena. Finalmente, cierra el documento una sección de conclusiones (V)

3
I. La expansión y financiamiento de la educación superior en el
estado subsidiario
a) Esquema de Financiamiento

El debate sobre el financiamiento de la educación no puede ser reducido a una cuestión técnica o
presupuestaria. Una mirada en perspectiva de las transformaciones que ha sufrido la educación
superior chilena a partir de 1981 da cuenta que las políticas de financiamiento han sido uno de los
elementos dinamizadores de la instauración y expansión de un mercado educacional.

La “modernización” subsidiaria del modelo mixto de educación superior que se impulsó desde fines
de la década de 1970 terminó con la noción de educación entendida como un derecho público y
gratuito garantizado por el Estado, traspasando esta responsabilidad social a los particulares, ya sea
como oferentes (libertad para fundar instituciones) o como demandantes (financiamiento privado).

Esta orientación subsidiaria se expresó en una política de financiamiento a la educación superior


basada en el estancamiento de los aportes basales, la introducción de mecanismos de
financiamiento a la demanda, la imposición a las instituciones del autofinanciamiento y el cobro de
aranceles a los estudiantes, acompañado de un sistema de crédito fiscal. Esta política, como bien lo
han dicho sus elaboradores, tenía como misión terminar con la “sobre politización” de las
universidades, racionalizarlas, terminar con la promesa “demagógica” de “universidad para todos”,
y superar el llamado “gigantismo universitario”. Más ampliamente, se proponía evitar la intromisión
del Estado –y por ende de la política- en una labor propiamente académica y que debía ser
coordinada por el mercado2.

Si bien esta política se impulsa desde la fragmentación de las universidades en 1981, es en


democracia cuando el sistema privado crece a ritmos vertiginosos, desplazando a las instituciones
públicas como principales prestadoras y orientadoras de todo el sistema, a través de medidas
orientadas a mejorar la capacidad reguladora del Estado y diversificar las fuentes de financiamiento,
en desmedro de los aportes basales. Se llega a un nivel amplio de cobertura, comparable con países
desarrollados, pero a través de un mercado que poco aporta en calidad, y que además profundiza
la segregación, como el mismo mensaje del Proyecto de Ley de Educación Superior presentado
reconoce. Básicamente, y en base a recursos públicos, crece un sistema “lucrativo-masivo” de baja
calidad, y un sistema “cota-mil”, sin mayor compromiso con la creación científica, dirigido
esencialmente a la segregación de las capas más altas de la sociedad.

El compromiso estatal con el crecimiento del sector privado se ha expresado en políticas destinadas
a eliminar la distinción entre instituciones públicas y privadas para asegurar un financiamiento
estatal indiferenciado entre ellas, financiando a estudiantes y no a instituciones. La principal
herramienta para ello ha sido concentrar los recursos en el financiamiento a la demanda o voucher.
Por el lado de la oferta, además de la reducción relativa del financiamiento a las instituciones, esos
recursos se direccionan progresivamente hacia fondos competitivos a los que pueden postular todo
tipo de instituciones, obviando los fines mercantiles de un gran grupo de ellas.

2 Ver: Guzmán, J., & Larraín, H. (1981). Debate sobre una nueva legislación universitaria. Realidad, 9 –32.

4
Una breve revisión de la evolución del financiamiento a la educación en los últimos 35 años da
cuenta de la recepción de estos conceptos. Si bien, tanto el financiamiento como la cobertura de
educación superior han crecido, ello se ha realizado junto a la consolidación del sistema de mercado.
Así, por ejemplo, si bien Chile es uno de los países de la OCDE que más invierte en educación terciaria
en relación a su producto interno bruto (2,4% al 2011), menos de una cuarta parte de este gasto
corresponde a financiamiento público3, clara expresión de un Estado que se ha desprendido de su
responsabilidad como garante del derecho a la educación.

Por su parte, la subsidiariedad no sólo se manifiesta en el peso significativo del financiamiento


privado, sino en que el propio financiamiento público se ha orientado a fortalecer la participación
de los particulares en detrimento de la oferta pública. Ello se expresa claramente en el crecimiento
de los recursos estatales destinados a financiar la demanda. Si en 1990, el 83% de los recursos
estatales eran destinados al financiamiento de las instituciones y sólo el 17% era destinado a becas
y créditos, hoy la proporción es precisamente la contraria: el 71% de los recursos estatales son
destinados al financiamiento de los estudiantes y sólo el 29% se direcciona a las instituciones 4.

Si se examina más de cerca la distribución del financiamiento, queda en evidencia cómo el


crecimiento del subsidio a la demanda ha implicado el fortalecimiento de los apoyos públicos a
proyectos privados de educación. Al año 2015, por ejemplo, sólo el 24% del financiamiento público
a los estudiantes se destinó a universidades estatales, mientras el 56% llegó a instituciones privadas
fundadas post 19815.

De hecho, el análisis de la distribución de aquel 29% de los recursos públicos que son destinados a
las instituciones muestra que incluso en este instrumento avanzan los intereses privados en
desmedro de la responsabilidad pública. Si en 1990 el 45% de los recursos estatales destinados a las
instituciones correspondían a Aporte Fiscal Directo a universidades estatales, al 2015, este ítem
había disminuido a 28%. Ello significa que sólo el 8% del total de recursos fiscales destinados a la
educación superior en Chile consisten en fondos de libre disposición que contribuyan a la
producción libre de docencia, investigación y extensión por parte de las instituciones públicas
estatales6.

En definitiva, la expansión del Estado en términos de financiamiento no ha implicado el crecimiento


de la educación pública en términos de su participación en el sistema, sino todo lo contrario, ha sido
su principal enemigo. Esto, por un lado, mediante el crecimiento permanente del financiamiento vía

3 OCDE. (2014). Education at a Glance 2014: OECD Indicators. OECD Publishing. Recuperado de: http://dx.doi.org/10.1787/eag-2014-en.
4 Todos los datos sobre financiamiento de la educación superior expuestos en esta sección corresponden a elaboración propia en base a:
MINEDUC. (2012). Evolución de la Inversión de la Gestión Pública en Educación Superior (1990-2011). Santiago. Recuperado de:
http://www.divesup.cl/usuarios/1234/imagen/2013/inversionygestion90_11/files/memoria_historicaedsuperior.pdf; CGR. (2012).
Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2011. Santiago Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estad
o/Estudios/2011/1.pdf; CGR. (2013). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2012. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estad
o/Estudios/2012/1.pdf; CGR. (2014). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2013. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universi dades_del_Estad
o/Estudios/2013/1.pdf; CGR. (2015). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2014. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA+Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estado/E
studios/2014/FFES.pdf; y, CGR. (2016). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2015. Santiago. Recuperado de: Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA+Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estado/E
studios/2015/FFES.pdf.
5 CGR. (2016).
6 MINEDUC. (2012) y CGR. (2012).

5
voucher en detrimento de los recursos directamente destinados al fortalecimiento de la oferta
educativa. Y por otra parte, con la instalación de lógicas de carácter competitivo entre instituciones
sin distinción de su régimen de propiedad y de gobierno. Como se sabe, esta política ha
incrementado el poder de los intereses económicos concentrados en el sector lucrativo-masivo.
Dichos intereses se hacen presente en este debate evitando un cambio en que sean desplazados de
la centralidad de la educación superior chilena.

GRÁFICO 1 – Evolución Financiamiento Público y Matrícula Educación Superior (1990-2015)

Fuente: Elaboración propia en base a MINEDUC (2012) y CGR (2016). Valores monetarios en M$ 2015.

b) Esquema de expansión de la matrícula

Desde los años ‘80 la expansión de la matrícula de la educación superior chilena ha estado
concentrada en los nuevos actores privados que emergieron a partir de las reformas acometidas
por la dictadura militar. Al respecto es posible distinguir tres grandes períodos: La década de 1980
estuvo marcada por un alza de toda la matrícula privada; el período 1990-2005, donde la
participación de los IP tiende a estancarse y los CFT a decaer, y el crecimiento se concentra en el
sector universitario; y finalmente, los años posteriores al 2005, donde se estancan las universidades
privadas y las instituciones técnico-profesionales recuperan una tendencia a crecer. Todo esto
acompañado de una caída constante de la participación de las instituciones del Consejo de Rectores
en la matrícula (con excepción de los años 90).

El análisis con mayor detalle del último período señalado hasta la actualidad resulta significativo por
cuanto abarca los años posteriores a la instalación y generalización del Crédito con Aval del Estado
(CAE) como política de financiamiento para la educación superior. Al constatar las cifras de matrícula
(disponibles desde 2007 en SIES) en términos absolutos, se observa un crecimiento significativo en
la matrícula total del sistema, concentrado especialmente en el sector privado y protagonizado
especialmente por los Institutos Profesionales, que han crecido a más de un 10% por año.

6
TABLA 1 - Matrícula total según tipo de institución (2007-2016)
Crecimiento
Tipo Institución 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
promedio
U. Estatales 175.004 177.210 177.826 178.541 173.901 175.586 184.477 188.565 188.804 191.847 1,0%
U. Laicas
46.505 49.698 51.997 55.242 56.349 57.107 59.497 59.656 59.731 61.359 3,1%
CRUCH
U.
Confesionales 64.475 68.250 73.304 77.107 79.083 79.082 82.066 85.328 87.801 92.658 4,1%
CRUCH
U. Privadas 247.943 265.866 288.949 322.120 353.718 374.150 381.894 376.305 371.132 374.884 4,7%
I. Profesionales 156.126 162.870 189.622 224.339 267.766 301.156 332.147 357.575 378.802 384.667 10,5%
C.F. Técnica 86.847 95.903 110.021 128.571 138.635 140.048 144.383 147.984 146.521 141.720 5,6%
Total 776.900 819.797 891.719 985.920 1.069.452 1.127.129 1.184.464 1.215.413 1.232.791 1.247.135 5,4%
Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos de matrícula SIES, http://www.mifuturo.cl

Dicha tendencia es alimentada precisamente por la evolución de la matrícula de primer año, donde
las instituciones privadas en general (salvo las universidades del 2011 en adelante) y especialmente
los institutos profesionales, crecen a un ritmo acelerado mientras la matrícula de primer año de los
planteles públicos crecen a un ritmo cercano al 1%. De este modo, las instituciones estatales y laicas
del Consejo de Rectores pasan de ocupar de un 20% a un 16% de la matrícula de primer año al 2016.

TABLA 2 - Matrícula de primer año según tipo de institución (2007-2016)


Crecimiento
Tipo Institución 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
promedio
U. Estatales 37.341 36.855 37.340 37.772 37.415 36.406 38.904 39.775 41.740 42.336 1,4%
U. Laicas
10.586 10.906 11.730 12.325 12.168 12.712 12.927 12.427 12.759 12.777 2,1%
CRUCH
U.
Confesionales 13.404 14.054 14.725 15.514 15.341 16.230 17.046 17.456 18.304 19.528 4,3%
CRUCH
U. Privadas 70.010 75.368 83.468 91.091 93.806 93.113 83.135 78.093 77.946 81.519 1,7%
I. Profesionales 68.128 68.712 81.182 95.186 105.562 111.783 126.264 128.523 124.445 124.248 6,9%
C.F. Técnica 43.913 47.056 53.202 63.115 64.035 62.584 64.724 65.945 63.551 59.423 3,4%
Total 235.312 247.510 271.812 308.417 326.698 326.614 343.232 342.908 342.800 345.197 4,3%
Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos de matrícula SIES, http://www.mifuturo.cl

De este modo, en términos de participación relativa en el sistema de educación superior, se observa


un acelerado crecimiento del sector privado. Las instituciones estatales pasan de representar un
22,5% a educar a poco más del 15% de los estudiantes del sistema. Lo propio ocurre, en menor
medida, con las instituciones laicas del Consejo de Rectores, que pasan de un 6% a un 4,8%. Por el
contrario, como fue anteriormente señalado, es el sector privado el que crece significativamente en
el período, concentrado en las universidades privadas (en el período inicial) y muy especialmente
en los institutos profesionales, que pasan a ser el tipo de institución mayoritario en el sistema.

7
GRÁFICO 2 - Participación relativa en la matrícula según tipo de institución (2005-2016)

Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos de matrícula SIES, http://www.mifuturo.cl

En síntesis, a partir del año 2005 se ha profundizado una tendencia expansiva del sector privado
acompañada de un estancamiento y disminución en la participación relativa de las instituciones
públicas. Como se verá con mayor detalle más adelante, esto ha tenido consecuencias
marcadamente perjudiciales para el sistema en su conjunto en materia de calidad y segregación.
Además, ha incrementado el poder de grupos extranjeros sobre nuestra cultura y formación
intelectual, a un grado desconocido en nuestra historia republicana (justamente, propia de niveles
coloniales). De ahí entonces la necesidad de plantear un camino gradual pero sostenido de
reconstrucción de la educación superior pública, que permita avanzar hacia su primacía en el
sistema de educación superior chileno. Lo anterior, teniendo en consideración las posibilidades del
país, la composición actual del sistema, así como también la dinámica demográfica que se puede
proyectar para la próxima década.

c) La profundización subsidiaria en el actual proyecto de Ley de Educación Superior

El proyecto de ley de educación superior presentado al congreso por el gobierno intenta,


ambiciosamente, regular el sistema actualmente existente de tal modo que cumpla sus promesas.
Pero ello implica aceptar la centralidad en la educación superior de lo que hemos llamado sistema
“lucrativo-masivo”, a condición de hacer más difícil la extracción de utilidades. El proyecto se funda
en una concepción de la educación para la cual es indiferente distinguir entre tipos de oferta, lo que
redunda en la irrelevancia del carácter de las instituciones, sea pública o privada. En consecuencia
la idea de que un sistema educacional debe fundarse sobre la educación pública como pilar principal
se ve fuertemente debilitada y en definitiva tiende a reforzar la lógica subsidiaria del actual modelo
de educación superior chileno. Dicho esto, hay muchos elementos del proyecto que resultan
positivos dada la realidad actual. No obstante, no puede decirse que vaya más allá de la
consolidación de la educación superior hoy existente.

Esta problemática se manifiesta en primer lugar en que no se contempla ninguna definición de qué
constituye la educación pública, siendo el único criterio de distinción entre instituciones el régimen

8
bajo el cual fueron fundadas. Con ello en el proyecto de reforma se obvia además toda diferencia
entre las instituciones privadas fundadas antes de 1981 y aquellas posteriores a ese año, cuando las
instituciones laicas que sí pertenecen al CRUCH son instituciones complejas que sin necesariamente
ser estatales, al haber sido fundadas o reconocidas por decisión de la autoridad pública, forman
parte del sistema público y tienen un compromiso con el país.

Esta falta de definición tiene como consecuencia que la lógica que sigue el proyecto de reforma,
para potenciar la educación pública se traduce necesariamente en el fortalecimiento de
instituciones de propiedad estatal. Al respecto la principal medida consiste en la creación de una
“Red de Instituciones de Educación Superior Estatales”, coordinada por la nueva Subsecretaría de
Educación Superior (también contemplada en el proyecto), cuya función es proponer iniciativas para
el desarrollo conjunto y mejoramiento de la calidad de las instituciones que la conforman. Se
contempla además una normativa administrativa que busca facilitar la gestión en de éstas mismas,
así como una regulación de gobierno universitario de carácter obligatorio.

Dejando de lado la problemática de identificar la educación pública con la educación estatal, la


propuesta de que exista una red de esta naturaleza a priori pareciera positiva, sin embargo es a
todas luces insuficiente para erigir a la educación pública como el pilar del nuevo modelo. Esto no
solamente porque habría una escasa regulación de dicha red, sino porque, como se señaló con
anterioridad, el proyecto del gobierno no contempla la distinción entre educación pública y
educación privada como un criterio sustantivamente relevante.

Esto se expresa a cabalidad en la mecánica planteada por el proyecto de ley para el financiamiento
de la educación superior, donde se consolida la lógica subsidiaria ya impresa en el actual modelo.
Como se desarrollará con detalle más adelante (en el capítulo III del presente Informe), el esquema
de financiamiento propuesto contempla tres mecanismos distintos: (i) financiamiento institucional
para la gratuidad, (ii) fondo para funciones de investigación y creación artística, y (iii) fondo para
instituciones estatales, siendo el aporte señalado en (i) el más sustantivo. De este modo, el modelo
de financiamiento de contemplado en el proyecto pone el énfasis en la distinción entre instituciones
adscritas a la gratuidad y aquellas no adscritas, por sobre el carácter público o privado de las mismas.

En ese sentido, el haberse adscrito a la gratuidad resulta la cualidad más relevante a la hora de
determinar las facultades regulatorias que tiene el Estado respecto a una determinada institución.
El proyecto del gobierno contempla que en el caso de que se reciban fondos para gratuidad una
institución queda sujeta a la regulación de las vacantes que puede abrir en los planes de estudio
ofrecidos así como a la regulación de aranceles, derechos básicos de matrícula y cobros por
concepto de titulación o graduación. Por tanto la propiedad estatal solamente determina que una
institución pertenezca a la mentada “Red de Instituciones de Educación Superior Estatales” y que
recibirá un determinado monto de dinero del fondo para instituciones estatales.

En consideración a todo lo anterior, el proyecto de reforma propuesto por el gobierno carece de


una perspectiva global de transformación del modelo educacional. No responde, salvo fórmulas
genéricas, la pregunta sobre el sentido de la educación, de su relación con el proyecto de desarrollo,
el para qué existe, y cómo se concreta. Carente de propuestas para un sustancial refortalecimiento
de la educación pública y de una regulación que alcance al sistema en su conjunto, consolida la
lógica impuesta en las reformas implementadas en dictadura, por más buenas intenciones que le
animen.

9
II. La educación pública como pilar de la nueva educación superior
a) Las bases de la nueva educación pública

Reconstruir un sistema de educación superior público y masivo que responda a los desafíos del siglo
XXI es, sin duda, una tarea de largo aliento. Este camino no está escrito y debe transitarse
gradualmente, pero sentando desde ya las bases del nuevo modelo. Éste debe sustentarse en lo
mejor de nuestra tradición republicana, enfrentando la raíz –y no sólo menguando efectos nocivos-
del modelo de mercado instaurado durante los últimos 35 años.

Con todo, la construcción de la nueva educación superior pública debe ser necesariamente un
proceso de tránsito gradual. Se trata de comenzar desde ya a perfilar un nuevo sistema educativo
con una orientación fundamentalmente pública. Pero ese desafío empieza necesariamente sobre la
base de la actual configuración del sistema, con sus problemas y limitaciones, y la nueva educación
pública debe hacerse cargo de ellos.

En términos institucionales, la gran distinción que existe en nuestro sistema de educación superior
se erige entre las universidades tradicionales, agrupadas en el Consejo de Rectores (CRUCH) y las
instituciones de educación superior privadas, fundadas tras la dictación del DFL 1 de 1981.

Sin embargo, lo que distingue a las instituciones agrupadas en el CRUCH y las privadas fundadas con
posterioridad a 1981 es mucho más sustantivo que su fecha de fundación. Se trata de instituciones
complejas, comprometidas con el país, con sus comunidades y regiones, que aportan con altos
estándares de calidad tanto en formación de profesionales como en investigación y extensión. Estas
características no son casuales, sino que responden directamente al régimen en que fueron
fundadas.

Tras la reforma de 1981, posteriormente consagrada en la LOCE, los particulares pueden fundar
instituciones de educación superior bajo un régimen de derecho privado7. De esta manera, la
libertad de enseñanza y autonomía académica adquieren un significado completamente distinto al
que se les había dado históricamente, el que se centra ahora en la facultad de abrir y administrar
establecimientos por mera voluntad de sus creadores individuales.

En una lógica completamente distinta se fundaron las instituciones laicas agrupadas en el CRUCH,
que obtuvieron su reconocimiento oficial por decisión de las autoridades políticas8. Más allá del acto
fundacional, el carácter público de estas instituciones se expresó en que su quehacer universitario
se entendió siempre sometido a la deliberación democrática de la sociedad. Es esa característica lo
que justificó el financiamiento estatal de ellas y ello se reforzó con el estatuto de garantías de 1971
que garantizó constitucionalmente el financiamiento de las instituciones estatales y particulares
reconocidas por el Estado para que cumplan adecuadamente sus funciones “de acuerdo a los
requerimientos educacionales, científicos y culturales del país”.

7 Sin perjuicio de requerir el reconocimiento oficial del estado para operar y queden sometidas al licenciamie nto ante el CNED por seis
años, sin que sean plenamente autónomas durante ese plazo, que puede alargarse por otros cinco años.
8 Decreto N° 1.038, del Ministerio de Justicia, año 1920, que concede personalidad jurídica a la corporación denominada Univers idad de

Concepción; Decreto N° 996, del Ministerio de Justicia, año 1926, que concede personalidad jurídica a la fundación “Federico Santa
María”; y, Decreto N° 3.757, del Ministerio de Justicia, año 1954, que concede personalidad jurídica y aprueba los esta tutos de la
Universidad Austral de Chile.

10
La construcción de una nueva educación superior pública para Chile no parte de cero. Debe
aprovecharse nuestra historia y al mismo tiempo hacerse cargo de los nuevos desafíos del siglo XXI.
Asimismo, superar la educación neoliberal no significa terminar con la educación mixta. La nueva
educación superior debe reconocer el aporte de los particulares en un sistema cuya centralidad sea
pública y democrática, desplazando el peso gravitante que hoy tiene el mercado, que invade incluso
las lógicas de funcionamiento de las instituciones públicas estatales.

Hay dos dimensiones que una reforma sistemática con centralidad pública debe abordar. En primer
lugar, la reconstrucción de las instituciones públicas, su articulación en una red de educación
superior pública, y su expansión de su matrícula, para alcanzar una participación mayoritaria en la
formación de los futuros profesionales y técnicos que el país necesita. Superar la masificación
ineficaz e injusta de mercado con una masificación eficiente y democrática de una nueva educación
pública, que reconozca también la pluralidad cultural del país y por ende a los proyectos privados
que colaboran con la función pública. Una masificación efectivamente camino a la modernidad, y
no sólo al rentismo con recursos públicos. En segundo lugar, la orientación pública debe expresarse
en una regulación más robusta que asegure educación de calidad en todas las instituciones
reconocidas por el Estado y formas de cooperación con las instituciones privadas que colaboren con
la función pública.

La propuesta contenida en este trabajo aborda la primera de estas dimensiones, sugiriendo un


camino que de manera gradual aumente la matrícula pública, redireccionando el financiamiento
público hoy invertido en el sistema y comprometido en la reforma educacional. Se propone
asimismo que la red de instituciones públicas incluya a ciertas instituciones no estatales: las laicas
fundadas con anterioridad a 1981. Lo que no implica sostener que cualquier proyecto particular
pueda inmediatamente identificarse con lo público, sino sólo aquellos proyectos educacionales
definidos democráticamente y reconocidos por la sociedad.

En una perspectiva de largo plazo, estas características no pueden expresarse en un régimen como
el que actualmente rige el reconocimiento oficial, en que las instituciones sólo deben cumplir con
ciertos requisitos y forman parte del sistema sin mediar decisión de las instituciones públicas. Sino
que debe diseñarse una institucionalidad que permita a las comunidades someter sus proyectos
educativos al escrutinio público y democrático sobre su sentido y aporte para formar parte del
sistema público, regido por la colaboración en vez de la competencia, poniendo por encima la
coherencia de una red que asegure el derecho a la educación de todos quienes vivan en territorio
chileno, en oposición a las actuales formas mercantilizadas de entender la formación profesional,
desvinculadas de las necesidades del país y su desarrollo.

En lo inmediato, se propone que este proceso se inicie haciendo uso de las mejores capacidades hoy
existentes en el sistema, comenzando la expansión de las 16 universidades estatales y de las tres
universidades públicas no estatales laicas pertenecientes al CRUCH, junto con las dos universidades
y los 15 centros de formación técnica estatales actualmente en formación. Esta es la base
institucional de la futura red de educación superior pública. Eventualmente, pensamos que el país
debe discutir recuperar control público sobre INACAP, para que se incorpore a la red pública.

Para ello se propone reorientar los recursos hoy destinados a financiamiento a la demanda hacia
aportes basales para estas instituciones, para asegurar una docencia universalmente gratuita,
investigación de calidad y extensión del conocimiento. Así, se pueden comenzar a superar las lógicas

11
de financiamiento a la demanda y competitivo, para recuperar una noción del derecho a la
educación como un derecho social.

Esta propuesta no implica privar de recursos a ningún estudiante de instituciones privadas con
beneficios estatales, ya sean becas, gratuidad o créditos, sino que supone garantizar a estos
estudiantes poder continuar y terminar sus estudios. Lo que se propone es dejar de financiar con
recursos públicos la expansión del mercado educacional a partir del 2017, de tal manera que la
oferta pública futura asegure a los postulantes los cupos que hoy deben buscar en el mercado

b) La matrícula de la educación superior pública en diez años: Un crecimiento posible

Una tarea esencial en la construcción de la nueva educación pública es ampliar sus cupos, dotando
a estos planteles de las condiciones que lo hagan posible. Así pues, en este apartado se propone un
camino de transformación de los términos del crecimiento de la educación superior, orientando a
expandir y consolidar una Red de Instituciones Públicas que abarque el 50% de dicha matrícula al
año 2025, considerando tanto instituciones estatales (universidades y futuros CFT) como los
actuales planteles laicos del Consejo de Rectores.

Esta expansión se puede realizar de manera gradual, sin que se suponga romper con la tradición de
provisión mixta que tiene el sistema, pero ciertamente con la voluntad de dotar de sostenibilidad a
las instituciones públicas, con la necesaria adecuación en inversiones en las instituciones públicas
ya existente y así como también tomando en consideración tanto la creación contemplada de dos
universidades regionales y una red de centros de formación técnica estatales9.

Un primer factor a considerar para la proyección es que el cambio en el número de matriculados


estará necesariamente determinado por las variaciones demográficas y por los supuestos en torno
al aumento en la tasa de participación de los quintiles de menores ingresos. El primer dato para la
proyección es que, utilizando datos del INE, es posible proyectar una población de la cohorte de
jóvenes entre 18 y 24 años al año 2025 de 1.704.795 10 habitantes, lo que como se verá más adelante
tendría como impacto esperable en un crecimiento mucho más lento de la matrícula de la educación
superior en relación a lo experimentado en los últimos 10 años. Esto resulta consistente con la
tendencia al envejecimiento de la población experimentada por el país en las últimas décadas11 (ver
por ejemplo INE, 2009)

Por otro lado, lo anterior se ve contrarrestado por el aumento en la participación de los quintiles de
menores ingresos, lo cual genera una proyección de la matrícula nueva relativamente estable, por
capas de inserción al sistema que van “aplanando” el crecimiento de la participación en la matrícula
de los distintos grupos socioeconómicos12. Así, lo que se identifica es un estancamiento de la
matrícula por cohorte generacional en una tasa bruta de participación, que para efectos de esta
proyección se estima del 75% de la población potencial en edad de estudios universitarios (entre 18
y 24 años).

9 En este informe no se considera INACAP como parte de la red pública, no obstante, se considera deseable que el país recupere control
público sobre dicha institución. Si se incluyera en una planificación de este tipo, INACAP articulado con las universidades públicas
permitiría un cumplimiento mucho más rápido de la meta aquí planteada.
10 La proyección demográfica se explica en Anexo I.
11 Ver por ejemplo INE (2008). Población y sociedad: Aspectos demográficos. Departamento de Estadísticas Demográficas y Vitales,

Instituto Nacional de Estadísticas.


12 Ver: Orellana, V. (2011). Nuevos estudiantes y tendencias emergentes en educación superior. Una mirada al Chile del mañana. In M.

Jiménez & F. Lagos (Eds.), Nueva geografía de la educación superior. Santiago: Foro Aequalis - Universidad San Sebastián.

12
De este modo, se mantendrá como supuesto una cobertura equivalente a esa tasa bruta de
participación de 75% la cohorte entre 18 y 24 años. Concretamente, se proyecta una población de
dicha cohorte al año 2025 de 1.704.795, estableciendo por tanto la matrícula de educación superior
proyectada para ese año equivalente a 1.278.597 alumnos. Esta cifra supone únicamente una
hipótesis de trabajo. Es difícil estimar la expansión de los posgrados, o el grado en que chilenos que
están fuera de la cohorte etaria 18-24 se incorporen a los estudios terciarios. No obstante, se trata
de una proyección plausible considerando la evolución demográfica.

Teniendo aquello en consideración, se propone una primera etapa al año 2020 en la cual la Red de
Instituciones Públicas alcance un 30% de la matrícula. Esto sería posible con un crecimiento anual
de 2,4% de la participación relativa de las instituciones públicas antes señaladas, manteniéndose la
participación de las demás instituciones del CRUCH en un 7,0% (lo que implica un crecimiento
moderado en términos absolutos), y acompañado de una disminución gradual de la participación
relativa de las instituciones privadas: un -0,4% anual los CFT, -1,1% los IP, y -1,0% las privadas por
fuera del CRUCH.

En una segunda etapa, en consideración de las inversiones necesarias en infraestructura, para la


adecuación de las instituciones existentes, y la puesta en régimen de las nuevas instituciones
estatales, se puede plantear al 2025 con condiciones para expandir la matrícula de la red de
instituciones públicas al 50% de la matrícula total del sistema. Para que eso fuera posible, la red de
instituciones públicas deberá aumentar cada año su participación relativa en un 4%, acompañado
de una disminución de un -0,4% anual en los CFT, -1,8% los IP, y -1,6% las privadas por fuera del
CRUCH. Las instituciones restantes del Consejo de Rectores se mantendrían en un 6,6%.

De este modo, conforme a estas dos etapas, la participación relativa en la matrícula de educación
superior evolucionaría de la siguiente forma.

TABLA 3 - Participación relativa en la matrícula según tipo de institución (proyección 2017-2025)


Tipo Institución 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025

Red Instituciones Públicas 22,7% 25,2% 27,6% 30,0% 34,0% 38,0% 42,0% 46,0% 50,0%
U. Confesionales CRUCH 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4%
U. Privadas 29,1% 28,0% 27,0% 26,0% 24,4% 22,7% 21,0% 19,4% 17,7%
Institutos Profesionales
29,8% 28,8% 27,7% 26,7% 25,0% 23,3% 21,6% 19,9% 18,2%
Privados
Centros de Formación
11,0% 10,6% 10,2% 9,8% 9,2% 8,6% 8,0% 7,3% 6,7%
Técnica Privados

Puesto en cifras absolutas, y tomando en consideración la dinámica demográfica antes descrita,


para el año 2025 el sistema se proyecta de la siguiente forma:

13
TABLA 4 - Matrícula total según tipo de institución (proyección 2017-2025)
2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025
Red
Instituciones 284.234 315.432 346.799 378.335 429.969 481.882 534.074 586.546 639.298
Públicas
U.
Confesionales 92.918 93.177 93.437 93.697 93.957 94.216 94.476 94.736 94.995
CRUCH
U. Privadas 363.324 351.693 339.992 328.220 308.090 287.842 267.479 246.999 226.403
Institutos
372.805 360.871 348.865 336.786 316.130 295.354 274.459 253.445 232.311
Profesionales
Centros de
Formación
137.350 132.953 128.530 124.079 116.469 108.815 101.117 93.375 85.589
Técnica
(Privados)
Total 1.250.631 1.254.126 1.257.622 1.261.118 1.264.614 1.268.109 1.271.605 1.275.101 1.278.597

Esta evolución implicaría para el año 2017 un crecimiento (respecto de su propio total el año 2016)
del 14,2% de la matrícula de las instituciones públicas, acompañado de un leve crecimiento de 1,0%
de las instituciones confesionales del Consejo de Rectores y un decrecimiento de -2,2% de los
planteles privados. Aplicando estos mismos patrones de evolución a la matrícula de primer año, se
tiene que esta debiera aumentar en menos de 10 mil estudiantes (pasando de los 55.113 del año
2016 a un total de 62.954 al 2017), proyectándose así un aumento gradual en que el crecimiento de
la matrícula de primer año vaya siendo mayor en la medida que avancen los años, lo que es
consistente con la esperable entrada en funcionamiento de instituciones nuevas y adecuación en
inversiones de las ya existentes, como ha sido antes señalado.

TABLA 5 - Matrícula de primer año según tipo de institución (proyección 2017-2025)


2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025
Red Instituciones
61.867 68.657 75.484 82.349 93.587 104.887 116.247 127.668 139.150
Públicas
U. Confesionales
19.583 19.637 19.692 19.747 19.802 19.856 19.911 19.966 20.021
CRUCH
U. Privadas 79.005 76.476 73.932 71.372 66.994 62.592 58.164 53.710 49.232
Institutos
120.417 116.562 112.684 108.782 102.110 95.400 88.651 81.863 75.037
Profesionales
Centros de
Formación Técnica 57.591 55.747 53.892 52.026 48.835 45.626 42.398 39.152 35.887
(Privados)
Total 338.462 337.080 335.684 334.276 331.329 328.361 325.371 322.359 319.326

De este modo, se plantea así un camino de reconstrucción y fortalecimiento de un sistema público


mayoritario que resulta factible considerando las nuevas instituciones estatales que comenzarían a
operar en los próximos años. Asimismo, se trata de un camino que no implica a priori la necesidad
de cerrar instituciones privadas ni impedirles matricular nuevos estudiantes, sin perjuicio de la
legítima necesidad país de discutir la calidad y pertinencia de algunos proyectos privados
actualmente existentes. No obstante, este camino sí implicaría un impulso estatal decidido para
promover el crecimiento de esta red de instituciones públicas, concentrando allí los mecanismos de
financiamiento.

14
III. ¿Es posible? Financiamiento a la Red Pública de Educación
Superior
a) Financiamiento Estudiantil e Institucional en la propuesta del Gobierno

Mecanismos de financiamiento

Como fue anteriormente señalado, el proyecto de reforma propuesto por el Gobierno introduce un
esquema de financiamiento que consolida la lógica subsidiaria, en tanto la adscripción a la gratuidad
constituye el criterio principal que determina la asignación de recursos y partidas así como también
las facultades regulatorias que tiene el Estado respecto a cada institución de educación superior.

En lo que respecta particularmente al financiamiento, el eje central de la propuesta del gobierno


contempla tres mecanismos distintos.

i. El “financiamiento institucional para la gratuidad”, consistente en un aporte


proporcionado por el Estado a las instituciones de educación superior, ya sean estatales
o privadas, que cumplan con los requisitos que exige la ley y cuyo monto se determina
en función de los estudiantes beneficiados, y a partir de un “arancel regulado” cuyo
monto

ii. El fondo para funciones de investigación y creación artística, fondo al que solo pueden
acceder las instituciones que adscriban a la gratuidad, cuyo monto será determinado
anualmente por la Ley de Presupuestos y que se distribuirá según criterios de
desempeño. Como se verá con detalle más adelante, este fondo está orientado
explícitamente a reemplazar de manera progresiva el Aporte Fiscal Directo (en tanto su
crecimiento está directamente asociado a la disminución, y eventual desaparición, del
AFD), así como también la mayor parte de los fondos por desempeño actualmente
existentes.

iii. El fondo para instituciones estatales, cuya finalidad es proveer a las instituciones de
educación superior de financiamiento destinado al cumplimiento de normas, principios
y responsabilidades propias de éstas. Sin embargo, cabe señalar que ni en la
presentación de Hacienda frente a la Comisión de Educación de la Cámara ni en el
Informe Financiero del Proyecto de Ley se entregan mayores detalles acerca la
proyección de este fondo en el tiempo. En este último documento únicamente se señala
que “contendrá el actual monto del Convenio Marco de las universidades estatales
establecido en la ley N° 20.882” y que su monto total “será fijado anualmente en la Ley
de Presupuestos del Sector Público”.

Además de lo anterior, la presentación de Hacienda contempla la permanencia de “otros fondos


concursables” y “otros ingresos”, no entregando sin embargo mayores antecedentes al respecto. El
esquema anteriormente descrito es resumido por Hacienda de la siguiente manera:

15
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados

Montos proyectados y recursos disponibles

En lo que respecta al “financiamiento institucional para la gratuidad”, el proyecto del Gobierno


contempla una transición orientada a avanzar en la cobertura de acuerdo a la condición
socioeconómica de los estudiantes. Esta se iniciaría con los cinco deciles de menores ingresos al año
2017, pasando al sexto decil el año 2018 y 2019, y avanzando en los demás deciles en función de la
disponibilidad de recursos de acuerdo a los ingresos fiscales estructurales.

En términos concretos, la proyección del gobierno distingue cuatro posibles escenarios que
determinarán el nivel de cobertura posible de alcanzar, tomando como indicador para aquello el
porcentaje de ingresos fiscales estructurales en relación al PIB Tendencial (IE/PIBT). Los cuatro
escenarios son:

 Cobertura 7 primeros deciles: En caso que los ingresos estructurales alcancen un 23,5% del
PIB Tendencial.
 Cobertura 8 primeros deciles. En caso que los ingresos estructurales alcancen un 24,5% del
PIB Tendencial.
 Cobertura 9 primeros deciles. En caso que los ingresos estructurales alcancen un 26,5% del
PIB Tendencial.
 Cobertura universal. En caso que los ingresos estructurales alcancen un 29,5% del PIB
Tendencial.

Los montos de financiamiento institucional para la gratuidad proyectados por el Gobierno para cada
uno de los escenarios mencionados se reflejan en la siguiente tabla

16
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados

Por su parte, los distintos niveles de cobertura proyectados por Hacienda, en función de los
escenarios anteriormente expuestos, se expresan de la siguiente manera.

Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados

17
En síntesis, de acuerdo a la proyección elaborada por Hacienda, para implementar la gratuidad
universal en régimen el aporte por gratuidad debería ser de $2.811.633 millones de pesos, que
permitirían cubrir un total de 1.249.414 estudiantes. Es decir, el aporte en términos agregados sería
equivalente a $2.250.361 por estudiante (en promedio ponderado).

Otro tanto ocurre con las becas de arancel, proyectadas para ir disminuyendo de manera gradual
en la medida que avanza el régimen de gratuidad. Con el fin de cumplir con el principio de no
eliminar beneficios adquiridos por los estudiantes con anterioridad a 2017, y a su vez de promover
un crecimiento gradual de la matrícula de la Red Pública sin dejar a la deriva a estudiantes por fuera
de dicha Red, es necesario precisar que para considerar recursos potencialmente dirigibles a la
construcción y expansión de la Red Pública, deben contarse exclusivamente la proporción de becas
de arancel orientada a estas instituciones. El detalle de este ejercicio puede observarse en el Anexo
II.

Con aquellas consideraciones, el total de financiamiento estudiantil contemplado por el Gobierno


que podría ser potencialmente dirigible a una política de construcción y expansión de una Red de
Educación Superior Pública, se resume en la siguiente tabla.

TABLA 6 - Financiamiento Estudiantil dirigible a Red de Educación Pública (2017-2020)


Financiamiento Estudiantil (MM$ 2016) 2017 2018 2019 2020 (**)
Aporte por Gratuidad $ 726.119 $ 925.322 $ 1.287.148 $ 1.675.157
Becas de arancel (*) $ 55.581 $ 40.466 $ 19.758 $ 11.155
Fondo Solidario $ 12.914 $ 12.914 $0 $0
Total Financiamiento Estudiantil $ 794.614 $ 978.702 $ 1.306.906 $ 1.618.312
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación Cámara de Diputados, 12 de julio de 2016.
(*) Para el caso de las becas de arancel, se consideran exclusivamente montos proyectados para instituciones de la Red
Pública (ver detalle en Anexo II)
(**) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

Por otra parte, y como fue anteriormente señalado, en materia de financiamiento institucional la
propuesta del gobierno contempla la creación de un “fondo para la investigación y la creación
artística” para las instituciones adscritas a la gratuidad. Este fondo reemplazaría gradualmente al
Aporte Fiscal Directo, en una relación de crecimiento equivalente al doble de lo que disminuya año
a año el AFD, como se puede observar en la siguiente tabla:

18
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, 12 de
julio de 2016.

Con todo, cabe señalar que para efectos de las proyecciones que se presentarán más adelante, se
considerará exclusivamente la proporción de Aporte Fiscal Directo (AFD) proyectable para
instituciones de la Red Pública, la cual correspondería al 75,2% del AFD tomando como referencia
la asignación de estos recursos para el año 2014, de acuerdo al más reciente Anuario Estadístico del
Consejo de Rectores (ver detalle de proyección en Anexo II)

Además del Fondo para la Investigación y la Creación Artística, la propuesta del Gobierno contempla
un Fondo para Universidades Estatales, del cual sin embargo no se entrega mayor información salvo
señalar que contendrá “como mínimo” para 2017 el monto del convenio marco de las universidades
estatales establecido en la ley N° 20.882 ($33.648 millones en Ley de Presupuestos 2016).

Finalmente, como también fue señalado, la presentación de Hacienda contempla la permanencia


de “otros fondos concursables”, no entregando mayores antecedentes al respecto. Para los efectos
de esta exposición se considerarán los FDI y el Fondo Basal por Desempeño, a partir de la proyección
hecha el año 2015 por la Dirección de Presupuestos, pero asumiendo una disminución gradual en
función del crecimiento del Fondo para la Investigación y Creación Artística.

Finalmente, se asumirá la permanencia de los fondos existentes para fortalecimiento de


instituciones del Consejo de Rectores y el convenio con la Universidad de Chile, sobre los cuales no
se pronuncia la propuesta del Gobierno respecto de eventuales ajustes.

De este modo, el total de financiamiento institucional proyectable para 2017-2020 se puede


desglosar de la siguiente manera.

19
TABLA 7 - Financiamiento Institucional dirigible a Red de Educación Pública (2017-2020)
Financiamiento Institucional (MM$ 2016) 2017 2018 2019 2020 (*)
Aporte Fiscal Directo (1) $ 162.681 $ 158.918 $ 155.156 $ 125.057
Fondo investigación y creación artística (1) $0 $ 10.000 $ 20.000 $ 100.000
Fondo Universidades Estatales (2) $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648
CFT Estatales (3) $ 9.448 $ 19.890 $ 28.390 $ 17.588
FDI (4) $ 27.140 $ 22.112 $ 17.112 $ 27.056
Fondo Basal por Desempeño (4) $ 20.878 $ 15.878 $ 5.878 $ 20.878
Fortalecimiento CRUCH (4) $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294
Convenio U de Chile (4) $ 9.000 $ 9.004 $ 9.007 $ 9.010
Total (MM$) $ 268.089 $ 274.744 $ 274.485 $ 338.531
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%
Fuente: Elaboración propia a partir de las siguientes fuentes de información
(1) Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación Cámara de Diputados, 12 de julio de 2016. Se
consideran exclusivamente montos proyectados para instituciones de la Red Pública (ver Anexo II)
(2) Fondo “Convenio Marco”, Ley de Presupuestos 2016. Se considera estable en el tiempo en función de la
información disponible.
(3) Informe Financiero Ley N° 20.910
(4) “Proyección del Gasto Fiscal en Educación Superior”, Dirección de Presupuestos, Diciembre 2015. Para FDI y
Fondo Basal por Desempeño se considera trayectoria gradual asociada a la evolución proyectada por DIPRES en
el período 2015-2020, y al crecimiento del Fondo para la Investigación y Creación Artística.

La persistencia del Crédito con Aval del Estado

Un aspecto ineludible a la hora de hablar del proyecto actual del Gobierno en materia de
financiamiento es que no se pronuncia en modo alguno respecto al Crédito con Aval del Estado.
Podría argumentarse que frente a una gratuidad en régimen no sería necesario, sin embargo la
incertidumbre de la implementación efectiva de dicho régimen y su indexación a un determinado
porcentaje de recaudación en relación al PIB, así como también la posibilidad de que instituciones
queden fuera de la gratuidad, hace del CAE un aspecto necesario de abordar en este análisis.

El Crédito con Aval del Estado (CAE), creado el año 2005, se presentó como una política pública de
superación de los efectos nocivos del mercado, un paso clave en resolver el problema de injusticia
en el acceso a la educación chilena. Asimismo, se mostró también como la solución definitiva a la
permanente insuficiencia del Fondo Solidario de Crédito Universitario13. La forma que asumió esta
política fue un esquema “que intermedie recursos desde el mercado de capitales hacia los
estudiantes, en condiciones que permitan la devolución de estos fondos en concordancia con el
incremento futuro de sus ingresos”14. A través de este instrumento, resistido en su momento por
los estudiantes, el Estado licita a la banca privada un conjunto de carteras de deudas de estudiantes
que ingresan a la educación superior, actuando como aval de dicho endeudamiento.

13 Ejemplo de ello es que el gobierno de Ricardo Lagos atribuía el déficit del Fondo Solidario, principalmente, su dependencia de recursos
públicos y al ser estos administrados de manera ineficiente, con bajas tasas de recuperación. Este diagnóstico se enmarca dentro de un
análisis más general de quienes desde fines de los años '90 identifican una pérdida de "dinamismo" de la educación superior c omo
consecuencia de un modelo "internamente fracturado" por la división entre educación pública y privada. A partir de este diagnóstico se
promoverá una nueva política para la educación superior orientada precisamente a desplazar el eje público/privado, y por ende,
explícitamente contrario a la construcción de la educación pública. Ver Brunner, J. (2005). Hacia una nueva política de educación superior.
En Foco (45). Santiago: Corporación Expansiva.
14 Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. (2005). Historia de la Ley N° 20.027.

20
Para incentivar a los bancos privados a tomar parte en un negocio que a priori se suponía como
altamente riesgoso, se fijaron fundamentalmente dos mecanismos. Por un lado, establecer una tasa
de interés lo suficientemente elevada como para asegurar márgenes significativos de rentabilidad a
los bancos participantes. Y por otra parte, el establecimiento de la figura del “sobreprecio” o
“recarga”, mediante la cual los bancos tienen la facultad de vender al Estado (o, de manera más
exacta, hacer efectivo unilateralmente el aval estatal) la deuda de aquellos estudiantes con bajas
proyecciones de ingresos, ante lo cual el fisco cancela el monto original del crédito más una comisión
adicional (que constituye la “recarga”), acordada al momento de la licitación, y sin un límite
establecido por ley.

Desde 2012, con la aprobación de la Ley N° 20.634 15, a este gasto se le adiciona la rebaja en la tasa
de interés del CAE a un 2% que se realiza a través de subsidio adicional del fisco a la banca privada
por este concepto.

De este modo, si para el año 2017 en adelante se mantuviesen inalterados los patrones de
crecimiento del gasto público en el Crédito con Aval del Estado, considerando tanto asignaciones de
créditos nuevos, como los sucesivos pagos a la banca privada a través de la recarga y el subsidio
adicional, es posible proyectar el siguiente escenario de desembolso de recursos para los próximos
años (ver detalle de proyección en Anexo II).

TABLA 8 - Recursos CAE dirigible a Red de Educación Pública (2017-2020)


Recursos CAE (MM$ 2016) 2017 2018 2019 2020 (*)
CAE nuevos $ 44.051 $ 40.218 $ 36.719 $ 33.525
Recarga del CAE $ 74.850 $ 75.635 $ 76.428 $ 77.229
Subsidio CAE (Ley 20.634) $ 11.827 $ 11.775 $ 11.722 $ 11.670
Total $ 130.728 $ 127.628 $ 124.869 $ 122.424
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

En resumen: Recursos dirigibles hacia la Educación Pública (2017-2020)

En conclusión, si se considera tanto las asignaciones que contempla el proyecto del gobierno en
materia de financiamiento estudiantil y financiamiento institucional, agregando a ello los recursos
adicionales que podría reportar la adopción de la decisión política de reorientar de manera más
racional los recursos que hoy el Estado de Chile invierte en el Crédito con Aval del Estado, es posible
proyectar los siguientes recursos para un uso alternativo basado en la construcción de una Red de
Educación Pública como eje articulador del sistema de educación superior.

15 En abril de dicho año se anunció un proyecto de reforma al Crédito con Aval del Estado, con dos ejes de cambio: por un lado, una rebaja
en la tasa; y por otro, la desaparición de los bancos como intermediarios del Crédito, creándose una “agencia pública” para efectos de la
administración del sistema de financiamiento. La tramitación posterior del proyecto decantaría finalmente en que, si bien no reemplaza
a los bancos, la rebaja de la tasa de interés se realiza a través de subsidio adicional del fisco a la banca privada por este concepto

21
TABLA 9 – Total Recursos Disponibles
Financiamiento Estudiantil (MM$ 2016) 2017 2018 2019 2020 (*)
Aporte por Gratuidad $ 726.119 $ 925.322 $ 1.287.148 $ 1.675.157
Becas $ 55.581 $ 40.466 $ 19.758 $ 11.155
Fondo Solidario $ 12.914 $ 12.914 $0 $0
Total Financiamiento Estudiantil $ 794.614 $ 978.702 $ 1.306.906 $ 1.618.312
Financiamiento Institucional (MM$ 2016)
Aporte Fiscal Directo $ 162.681 $ 158.918 $ 155.156 $ 125.057
Fondo investigación y creación artística $0 $ 10.000 $ 20.000 $ 100.000
Fondo Universidades Estatales $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648
CFT Estatales $ 9.448 $ 19.890 $ 28.390 $ 17.588
FDI $ 27.140 $ 22.112 $ 17.112 $ 27.056
Fondo Basal por Desempeño $ 20.878 $ 15.878 $ 5.878 $ 20.878
Fortalecimiento CRUCH $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294
Convenio U de Chile $ 9.000 $ 9.004 $ 9.007 $ 9.010
Total Financiamiento Institucional $ 268.089 $ 274.744 $ 274.485 $ 338.531
Crédito con Aval del Estado (MM$ 2016)
CAE nuevos $ 44.051 $ 40.218 $ 36.719 $ 33.525
Recarga del CAE $ 74.850 $ 75.635 $ 76.428 $ 77.229
Subsidio CAE (Ley 20.634) $ 11.827 $ 11.775 $ 11.722 $ 11.670
Total CAE $ 130.728 $ 127.628 $ 124.869 $ 122.424
TOTAL RECURSOS $ 1.193.431 $ 1.381.074 $ 1.706.260 $ 2.079.267
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

Si es que no se consideraran los recursos del CAE, contemplando solamente los recursos
institucionales y financiamiento estudiantil, es posible proyectar en términos per cápita, tanto según
la cobertura estimada por Hacienda, como la cobertura anteriormente proyectada de acuerdo al
arancel regulado 2016, un gasto total por estudiante equivalente a las siguientes cifras:

TABLA 10 – Gasto Gobierno proyectado per cápita


2017 2018 2019 2020 (*)

Gasto Gobierno proyectado per cápita $ 3.459.333 $ 3.175.480 $ 2.854.025 $2.775.381


(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

b) La alternativa: Una nueva Educación Pública

La responsabilidad por los miles de jóvenes que hoy estudian en instituciones de dudosa calidad es
pública. El Estado no puede desatenderse de la expansión que ha potenciado y sus consecuencias.
Una reforma a la educación superior con sentido público debe asumir la responsabilidad con todos
los estudiantes que hoy se encuentran el sistema, asegurándoles la validez y proyección de sus
estudios.

22
Sin perjuicio de ello, es fundamental asumir con la misma responsabilidad el tránsito gradual a un
sistema que utilice eficiente y racionalmente los recursos, al servicio de una reforma que fortalezca
el papel público de la educación superior. Por cierto, esto significa que ningún estudiante puede
perder lo que ya recibe, pero también que las lógicas de mercado en el financiamiento universitario
no pueden seguir reproduciéndose.

Para dar un giro a la evolución cuestionada en este informe y llevar adelante una reforma que ponga
en el centro la educación pública, con sentido de futuro, comprometida con la desmercantilización
de la educación, en principio, no se requieren recursos frescos distintos a los que el Gobierno ya ha
proyectado más aquellos que ya utiliza en financiar mecanismos de mercado. Bastaría con asumir
una disposición distinta -un nuevo trato- con las instituciones públicas y buscar encabezar un
proceso de transformación de la educación superior, en la línea de lo que el mundo educacional ha
manifestado desde las movilizaciones del 2011.

Concretamente, el ejercicio que se propone a continuación busca reflejar como sería una
redistribución de los recursos bajo estos principios para los años 2017 y 2020 (orientado al 30% de
la matrícula en la Red Pública), y para el período 2021-2025 (cuya meta es del 50% de cobertura de
la Red Pública), a partir de un esquema de financiamiento basal a las instituciones de la Red.

Simulación 2017-2020

Para efectos del cálculo del financiamiento basal a las instituciones de la Red Pública que permita la
simulación de sus potenciales resultados, se propone iniciar la etapa 2017-2020 con un
financiamiento equivalente a 4 millones per cápita, el que vaya disminuyendo gradualmente en
$100.000 per cápita hasta llegar a un equivalente a 3,7 millones al año 2020. Aunque en la
experiencia comparada no es el monto de aporte por estudiante el que se utiliza para calcular el
financiamiento público, la información disponible en Chile hace que sea esta alternativa necesaria
para instalar la discusión pertinente. Cabe señalar que esta cifra sobrepasa los niveles per cápita
propuestos por el Gobierno para todo el sistema que fueron anteriormente analizados, haciéndose
cargo de la necesidad de que esta etapa siente las bases del crecimiento de las instituciones
públicas, permitiendo la necesaria adecuación en inversiones que se requiere para aquello, y
permitiendo una mayor calidad.

Observando este ejercicio para el 2017, se tiene que la gratuidad universal para las instituciones
públicas, de acuerdo a la proyección de matrícula hecha en apartados anteriores del presente
documento, involucraría un total de $1.136.936 millones de pesos. De acuerdo al ejercicio hecho en
el acápite anterior, para el año 2017 habría un total de $1.193.431 disponibles.

Es decir, es posible financiar una gratuidad universal en la Red de Instituciones Públicas (a un total
de 284.234 estudiantes) y contar a su vez con un diferencial de recursos de $56.492 millones, que
podría orientarse hacia el financiamiento (bajo el arancel regulado proyectado por el Gobierno de
$2.250.361 en promedio ponderado) de 25.105 estudiantes. Este último aspecto es necesario para
hacer viable una transición hacia la hegemonía de la educación pública sin perjudicar a estudiantes
que en el estado de crecimiento 2017 no logren incorporarse a estas instituciones, pero sin que
aquello implique mantener el Crédito con Aval del Estado, y sin tampoco perjudicar a estudiantes
que el año 2016 accedieron a la gratuidad en instituciones por fuera de la Red Pública.

23
A su vez, bajo esta misma lógica, para los años 2018 y 2019 es posible también financiar una
gratuidad universal en la Red de Instituciones Públicas (a un total de 315.432 y 346.799 estudiantes
respectivamente), contando a su vez con recursos remanentes que permitirían una cobertura bajo
arancel regulado de 67.051 y 172.605 estudiantes respectivamente.

Finalmente, el 2020 constituye un buen parámetro para analizar los futuros escenarios posibles.
Ejemplo de esto es proyectar el año 2020 en el escenario más “pesimista” dentro de los propuestos
por el Gobierno, en que los ingresos estructurales alcanzan un 23,5% del PIB tendencial. Utilizando
las mismas fuentes señaladas en los apartados anteriores para establecer las proyecciones, se puede
constatar un total de recursos disponibles de $1.706.260 millones. Dichos recursos permitirían
financiar una gratuidad universal en la Red de Instituciones Públicas a un total de 378.335
estudiantes, contando a su vez con aproximadamente $679.427 millones de recursos remanentes.
Estos últimos montos permitirían una cobertura bajo arancel regulado de 301.919 estudiantes.

El detalle de esta simulación en los términos antes descritos se presenta en la siguiente tabla.

TABLA 11 – Proyección coberturas 2017-2020


2017 2018 2019 2020 (*)

Total Matriculados Red Pública 284.234 315.432 346.799 378.335


Total MM$ Red Pública (en $ 2016) 1.136.936 1.230.185 1.317.836 1.399.840
Total MM$ Recursos disponibles (en $ 2016) 1.193.431 1.381.074 1.706.260 2.079.267
Diferencia Recursos Disponibles 56.495 150.890 388.424 679.427
Total Estudiantes Otras IES 25.105 67.051 172.605 301.919
TOTAL COBERTURA 309.339 382.483 519.404 680.254
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

Al contrastar estas cifras 2017-2020 con la cobertura que es posible alcanzar con los recursos que
propone invertir el gobierno, si bien se observan niveles levemente mayores en la propuesta del
Gobierno, la diferencia es sustantiva respecto al tipo de educación que se prefigura para los años
posteriores. Y como se verá a continuación para el período 2021-2025, los niveles de cobertura
propuestos por el Gobierno son igualmente alcanzables de manera gradual sin depender de un
shock expansivo en términos de crecimiento económico ni de una segunda Reforma Tributaria.

TABLA 12 – Coberturas gratuidad 2017-2020 Gobierno vs. Política de construcción de Red de


Educación Pública
N° Estudiantes 2017 2018 2019 2020 (*)

Según arancel regulado 2016 322.668 411.188 571.974 744.395


Según política Red Pública 284.234 315.432 346.799 378.335
construcción Red Pública Total 333.118 396.139 522.359 678.314
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

24
Simulación 2021-2025

Para la simulación del período 2021-2025, continuando la lógica de la etapa anterior, se propone
una disminución gradual de $100.000 per cápita con miras a llegar al año 2025 a un financiamiento
equivalente a 3,2 millones per cápita, monto que (conviene señalar) sigue siendo superior a los
niveles de financiamiento propuestos por el Gobierno para todo el sistema.

Esta disminución es consistente con la creación de nuevas instituciones y la adecuación en


inversiones por parte de las instituciones existentes en la primera etapa 2017-2020, así como con el
funcionamiento coordinado y colaborativo esperado para las instituciones de la Red, factores que
permitan el aprovechamiento de economías de escala en el futuro funcionamiento de estas
instituciones al incorporar progresivamente una cantidad mayor de estudiantes. Como lo desarrolla
Ubierna16, es posible pensar en una disminución del coste medio al aumentar el número de
estudiantes debido a “factores fijos como pueden ser bibliotecas, laboratorios, instalaciones
deportivas, ordenadores, en los cuales al aumentar la actividad apenas aumenta el coste. Estos
factores fijos son los determinantes de las economías de escala en las instituciones educativas”.

Por otro lado, respecto a los recursos disponibles, a partir del escenario 2020, se propone un
incremento gradual de 2,7% por año. Esta proporción es equivalente al total del crecimiento que
representa el actual proyecto de Ley de Presupuesto 2017 en relación al presupuesto 2016,
calificado por el propio Gobierno como “austero y priorizado”17 e incluso por algunas voces como
“uno de los más austeros de los últimos 13 años”18. Es decir, se trata de una estimación conservadora
de incremento de los recursos.

Con todo aquello en consideración, es posible proyectar para el año 2025 una cobertura universal a
las instituciones de la Red Pública con un total de 639.298 matriculados, contando a su vez con
recursos adicionales que permitirían apoyar a un total de 146.548 de otras instituciones,
alcanzándose una cobertura total de 785.846 estudiantes.

TABLA 13 – Proyección coberturas 2021-2025


2021 2022 2023 2024 2025

Total Matriculados Red Pública 429.969 481.882 534.074 586.546 639.298


Total MM$ Red Pública (en $ 2016) 1.547.888 1.686.587 1.815.852 1.935.602 2.045.754
Total MM$ Recursos disponibles (en $ 2016) 2.135.407 2.193.063 2.252.276 2.313.087 2.375.540
Diferencia Recursos Disponibles 587.519 506.476 436.424 377.485 329.787
Total Estudiantes Otras IES 261.077 225.064 193.935 167.744 146.548
TOTAL COBERTURA 691.046 706.946 728.009 754.290 785.846

En resumen, a partir del ejercicio propuesto para los dos períodos, se plantea un camino de
reconstrucción y fortalecimiento de un sistema público mayoritario que resulta factible

16 Ubierna. R (2012). Economías de escala en las universidades públicas españolas. Contribuciones a la Economía, Agosto 2012.
Recuperado de http://www.eumed.net/ce/2012/rub.html
17 http://www.emol.com/noticias/Economia/2016/09/29/824300/Presupuesto-2017-Bachelet-anuncia-que-8-de-cada-10-pesos-de-
aumento-sera-para-Educacion-Salud-y-Seguridad.html
18 http://www.elmostrador.cl/mercados/2016/09/30/presidenta-escucho-a-su-ministro-de-hacienda-y-las-clasificadoras-y-presento-el-

presupuesto-mas-austero-en-casi-20-anos/

25
considerando las nuevas instituciones estatales que comenzarían a operar en los próximos años. Así
pues, sin depender de los vaivenes del crecimiento económico, un análisis conservador de los
escenarios posibles para los próximos años da cuenta de la Educación Pública como la vía a través
de la cual es posible aprovechar de manera más racional los recursos fiscales con el fin de incorporar
a la mayoría de los jóvenes chilenos que ingresan a la educación superior a instituciones públicas y
gratuitas, con el significativo beneficio social que implicaría la formación de estudiantes en planteles
de mayor calidad y menor segregación (como se verá en el siguiente apartado).

Cabe a su vez señalar que el análisis hecho en este apartado constituye un ejercicio estático, que no
considera la necesidad de la necesidad de cerrar instituciones privadas ni impedirles matricular
nuevos estudiantes, sin perjuicio de la legítima necesidad país de discutir la calidad y pertinencia de
algunos proyectos privados actualmente existentes. Asimismo, tampoco las cifras incluyen como
hecho la posibilidad (que recientemente se ha incorporado con relevancia en la discusión) de
recuperar el control público sobre la red INACAP, que al año 2016 cuenta con un total de 120.527 19
estudiantes matriculados, lo que permitiría también engrosar la red pública y que sería igualmente
financiable de manera gradual con los recursos remanentes arrojados por los ejercicios
anteriormente realizados.

Finalmente, aspectos como la consideración de áreas prioritarios de crecimiento o redistribución de


recursos entre instituciones exceden los fines del ejercicio recientemente realizado. En efecto, se
trata de ámbitos de decisión que requieren ser objeto de la deliberación democrática de la sociedad
chilena en virtud de los objetivos que esta se trace en materia de desarrollo económico, social y
cultural. Sin perjuicio de todo lo antes señalado, la simulación propuesta busca dar cuenta de la
educación pública como un camino posible sin mayores inyecciones de recursos que las ya
comprometidas y/o utilizadas por el Gobierno en educación superior a través de distintos
mecanismos.

19Desagregados en 48.634 matriculados en el Centro de Formación Técnica, 36.417 en el instituto Profesional, y 35.476 en la Universidad
Tecnológica de Chile INACAP (Fuente: Base de datos de Oferta Académica, SIES www.mifuturo.cl)

26
IV. ¿Es deseable? Consecuencias esperadas de la expansión de la
Educación Pública
a) Aporte a la disminución de la segregación en el sistema

Como ya hemos visto en apartados anteriores, el sistema de educación superior en Chile se ha


masificado en las últimas décadas. Tal expansión ha sido posible por el dinamismo del sector privado
subsidiado con recursos públicos.

La literatura académica recoge con abundante evidencia el hecho que la expansión de la educación
superior, en la experiencia comparada, se da reproduciendo -con mayor o menor intensidad- la
estratificación social precedente. Las clásicas investigaciones de Bourdieu y Passeron plantearon
este punto a fines de los años 60’s 20. Luego se acuña el concepto de “desigualdad máximamente
mantenida” y de “desigualdad persistente” para referir a este fenómeno21. Además, existe también
una amplia discusión sobre el impacto del mercado en los procesos de expansión de la educación
superior, y su efecto específico en la igualdad22.

El caso chileno, cuya expansión ha sido atizada por el mercado, presenta una fisonomía particular
en términos de igualdad. En Chile las nuevas matrículas van a parar a instituciones docentes de
reciente creación, buena parte de ellas con fines lucrativos (a lo que aquí hemos llamado sistema
“masivo-lucrativo”). Mientras las universidades públicas, de investigación, y más ampliamente todo
el Consejo de Rectores, tienden a disminuir su peso en el sistema, lo aumentan dramáticamente los
planteles nuevos.

Tal forma histórica de expansión estratifica de manera específica. No son los códigos lingüísticos al
interior del aula las que separan a distintos sectores sociales, sino que se forma para cada uno de
ellos determinado entorno institucional, de tal modo que estos segmentos nunca traban contacto
sustantivo entre sí. A nivel sistémico, por la expansión, la educación superior chilena excluye menos.
Pero al interior de cada institución, aumenta la homogeneidad (sea de ingresos altos, bajos o
medios), por lo que mientras más avanza la expansión más se consolida la segregación del sistema.
En sentido contrario, el antiguo Consejo de Rectores mantiene un perfil de estudiantes más
heterogéneo al interior de cada plantel.

20 Ver: Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (1996). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. México: Fontamara.
21 Ver: Raftery, A., & Hout, M. (1993). Maximally maintained inequiality: expansion, reform and opportunity in Irish Education. Sociology
of Education, 75, 41–62, y también Shavit, Y., & Blossfeld, H.-P. (1993). Persistent inequality: changing educational attainment in
thirteen countries. Social inequality series. Westview Press.
22 Una revisión en Marginson, S. (1997). Markets in Education. Sydney: Allen & Unwin, y más reciente en Ball, S. J., & Youdell, D. (2007).

Hidden privatisation in public education. London.

27
GRÁFICO 3 - Promedio de ingresos familiares y desviación típica de ingresos familiares según
instituciones universitarias de estudiantes de mayores y menores ingresos (2010)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos SIES MINEDUC y DEMRE (2010)

Si se toman las tres universidades con estudiantes de menores ingresos familiares de todo el CRUCH,
y se comparan con las tres universidades de igual condición creadas post 1981, los diferenciales son
evidentes. Luego, si se hace el mismo ejercicio pero en las tres casas de estudio con estudiantes de
mayores ingresos (entre CRUCH y creadas post 1981), la conclusión es equivalente. En ambos casos
el sistema post 1981 tiene extremos más bajos y altos respectivamente, pero al interior de las
instituciones el CRUCH es menos segregado.

Esta evidencia se acompaña con las imágenes más divulgadas de un sistema universitario “cota mil”,
alimentado principalmente con jóvenes egresados de colegios particular pagados; y de un sistema
universitario privado de baja selectividad y masivo, alimentado con estudiantes con origen en
escuelas municipales y colegios particular-subvencionados. Ninguna de estos espacios
institucionales ha creado universidades de investigación. En las próximas semanas la Fundación
Nodo XXI presentará un trabajo dirigido a establecer con detalle y evidencia empírica este punto.

Aunque es prácticamente imposible predecir o especular sobre la distribución final de los


estudiantes al interior del sistema expandido de acuerdo a la presente propuesta, es plausible
suponer que un mayor peso estratégico de las universidades de investigación y de las públicas en la
educación superior, llevarían a Chile a una situación más similar a la de los países cuyo crecimiento
de matrícula terciaria ocurrió en las instituciones complejas. De este modo, es presumible suponer
que al interior de estas instituciones confluirán distintas capas sociales, hoy separadas por la
segregación. Evidencia disponible señala que las cohortes de alto rendimiento prefieren siempre a
las universidades de investigación, y más ampliamente, a las tradicionales 23. Por eso es plausible

23Ver: Orellana, V. (2011). Nuevos estudiantes y tendencias emergentes en educación superior. Una mirada al Chile del mañana. In M.
Jiménez & F. Lagos (Eds.), Nueva geografía de la educación superior. Santiago: Foro Aequalis - Universidad San Sebastián.

28
que la ampliación de estas instituciones traiga como consecuencia necesaria su heterogeneización
social.

Para evitar que el sistema privado concentre a los segmentos altos y reproduzca dinámicas
segregadoras, además de esta expansión controlada de la red pública sería necesario establecer
medidas que obliguen a estas instituciones a integrar estudiantes de distintos sectores sociales. Del
mismo modo, la educación técnico-profesional debiese articularse con la universitaria de manera
más dinámica. Todas estas cuestiones, sumadas, apuntarían a un sistema de educación superior más
integrado. Un sistema que no será perfecto, y probablemente también sufra el peso de las
desigualdades de origen. Pero que pueda hacer frente a estas situaciones con un pie mejor, en lugar
de la actual situación, en que la política pública estimula la segregación.

b) La Red de Educación Pública como medida de la Calidad

La preocupación por mantener y mejorar la calidad de la educación superior, en un contexto de


masificación, ha sido clave en la experiencia comparada. Lo es también en Chile. A nivel mundial un
verdadero “movimiento por la calidad” ha hecho este punto insistentemente. En nuestro país se ha
creado una nueva institucionalidad destinada al aseguramiento de la calidad, y se ha discutido
ampliamente el problema de la calidad en la docencia y en la gestión de las instituciones.

Despolitizar el concepto de calidad educativa es quizás el primer acierto del modelo neoliberal
imperante en Chile. Hay acuerdo sobre la dependencia de este concepto a los contextos nacionales,
siendo el pilar fundamental para erigir el Sistema de Educación Superior. Por lo tanto, es necesario
asumir que se trata de definiciones e interrelaciones dinámicas, que son actualizadas en base a las
exigencias de la sociedad y a los requerimientos de las fuerzas políticas más influyentes del sistema
en un determinado periodo. Es por ello que el concepto de calidad en educación superior es
cambiante y, como ocurre en Chile, en muchos casos se asocia a una posición ideológica que concibe
a la educación al servicio de la economía, vinculando el rol de las universidades a las labores de
gobierno.

Vislumbrar una transformación estructural de la magnitud de la reforma educacional


necesariamente remite a una revisión respecto a las concepciones de calidad, pasando de una idea
centrada exclusivamente en resultados hacia uno que considere elementos normativos dentro de
sus fundamentos, como lo son la inclusividad, el enfoque de derecho y la formación de ciudadanos.
Estos requerimientos no pueden estar ajenos a la necesidad de dotar de mayor coherencia y
aumentar la transparencia a través de un sistema de articulado y que cuente con trayectorias
formativas conocidas y vinculadas al ámbito laboral, permitiendo disminuir las fuertes brechas
sociales que marcan a nuestro país.

También es necesario replantearse el rol de las agencias de calidad en tanto éstas impactan en el
grado de autonomía que las universidades tengan. A este respecto, a nivel internacional es común
el diagnóstico asociado a que las universidades más apropiadas de sus procesos de mejora tienen
una mejor disposición que aquellas en que están vigiladas por medio de controles de gestión y
estímulos financieros, como lo es el caso chileno.

A pesar de ser una preocupación compartida y transversal, los instrumentos para medir
objetivamente la calidad son incipientes en Chile y en el mundo. Las mediciones disponibles son
parciales y acotadas, e incluso también controversiales.

29
En el caso chileno disponemos de un sistema de aseguramiento de la calidad que certifica los niveles
institucionales (gestión institucional, docencia, investigación y vinculación con el medio), y cada
programa. Por no ser obligatoria, hoy cerca del 46% de las instituciones no están acreditadas. A nivel
de programas la acreditación está menos presente aún. En 2014 sólo el 34% de las carreras
profesionales estaban acreditadas, y en el caso de las técnicas la cifra llegaba apenas al 1,2%. En
ambos casos, la no acreditación es la realidad predominante en las instituciones privadas surgidas
con posterioridad a 1981.

TABLA 14 – Promedio de años de acreditación institucional por tipo de institución de educación


superior
IES
ACREDITACIÓN Total IES Promedio
Acreditadas %
INSTITUCIONAL (**) años
(*)
CFT 18 50 36,0% 3,56
FFAA 5 7 71,4% 4,4
IP 17 41 41,5% 3,59
U Confesional CRUCH 6 6 100,0% 5,33
U Estatal 16 16 100,0% 4,44
U Laica CRUCH 3 3 100,0% 5,67
U Privada 20 34 58,8% 3,85
Total 85 157 54,1% 4,05
(*) Fuente: Base de datos Sitio Web Comisión Nacional de Acreditación www.cnachile.cl
(**) Fuente: Servicio de Información sobre Educación Superior (SIES) www.mifuturo.cl

Siendo la acreditación entonces un observable de calidad que no llega siquiera a dar juicio sobre
más de la mitad del sistema, el instrumento en cuanto tal es también parcial y acotado. La
acreditación de gestión institucional da cuenta únicamente de su viabilidad institucional y
coherencia entre objetivos institucionales y diseño organizacional. La acreditación de docencia hace
lo propio con las políticas internas y las unidades académicas, sin que existan medidas objetivas de
logro de aprendizaje ni tampoco indicadores de satisfacción o percepción por parte de los
estudiantes, como sí ocurre en otras partes del mundo.

Las dificultades del instrumento de medición de la calidad con que cuenta el país, para ser un
indicador objetivo y de consenso, es reflejo de un concepto de calidad que es esencialmente difuso,
sobre el cual existe mucho debate pero poca definición compartida. En lo que sí hay consenso, es
que las mejores instituciones del sistema son las Universidades de Investigación (categoría que
habitualmente incluye a las universidades de Chile, Católica Pontificia de Santiago, de Santiago, de
Concepción y Austral), todas incluidas en la actual propuesta de expansión de la matrícula. Hoy hay
13 universidades acreditadas en todas las áreas. De ellas, 10 están incluidas en la propuesta. En el
otro extremo, actualmente 10 universidades han sido rechazadas en su acreditación. Ninguna de
ellas se incluye en esta propuesta.

Si se analiza en las universidades la composición de la matrícula, en las instituciones que quedan


excluidas de la propuesta hay 115.841 estudiantes que cursan estudios en planteles con 3 años de
acreditación. Tal cifra sólo llega a 31.146 en las incluidas en la propuesta. Los estudiantes de los

30
planteles excluidos de la proyectada expansión de matrícula que tienen 4 o más años de
acreditación llegan a 202.962 casos. Y quienes estudian en instituciones con las mismas condiciones
de acreditación de las incluidas suman 305.190. Si se toman en consideración promedios, las
universidades excluidas de la propuesta tienen un promedio de años de acreditación -ponderando
por su cantidad de alumnos- de 3,9 años, mientras que las que se incluyen en ella llegan a 5,3 años,
siguiendo el mismo procedimiento.

En lo que a universidades respecta, la propuesta de expansión de la matrícula pública fortalecería


así a las mejores instituciones en promedio y avanzaría a un sistema de mayor calidad. Además, su
expansión supondría también el crecimiento de sus cuerpos docentes, y por ende, el
enriquecimiento de sus capacidades de investigación científica, desarrollo cultural e innovación.
Incluidas en la propuesta están las instituciones que más acumulan el capital científico del país, y
por ende, apostar por fortalecerlas, es un compromiso con nuestro potencial científico.

Para el caso de la educación técnico profesional, considerando la incipiente incursión pública,


resulta difícil estimar el efecto en calidad. Sí hay que tener en consideración la necesidad de
recuperar presencia pública sobre INACAP, plantel de alta calidad según el registro oficial -único IP
acreditado en el área de “vinculación con el medio”-, hoy una de las instituciones con mayor
participación en el total de la matrícula (más de 80.000 estudiantes en su CFT e IP).

Cuando se discute sobre calidad y educación pública, a menudo se puntualiza en instituciones


estatales de baja acreditación, como demostración de la nula relación entre el carácter público de
los planteles y su calidad. Para esta propuesta, la diferencia entre una institución pública con
problemas de calidad y una privada, es que en la pública el Estado está obligado a intervenir para
mejorarla, de manera de garantizar que cumple adecuadamente sus fines. Pero además de esta
forma de entender la responsabilidad pública para con ella, hay que entender la calidad como una
propiedad sistémica más que institucional. En tal perspectiva, una red pública como la que aquí se
propone, con la colaboración que le brinden instituciones privadas, que aporten a fines públicos, es
la mejor respuesta institucional al problema de la calidad.

31
V. Conclusiones
Una reforma sustantiva de la educación superior debe tener entre sus objetivos responder a las
demandas sociales por democratizarla, tanto en acceso como en calidad. La sociedad chilena actual
requiere que su sistema terciario coopere en extinguir los privilegios derivados del saber. Esa es la
gran promesa, aun incumplida, de la educación pública. El acceso al conocimiento no debe continuar
supeditado a los intereses de algunos pocos y restringido a las posibilidades que entrega el mercado.
Tal conocimiento y experiencia, además, debe dirigirse a un proyecto nacional de desarrollo, que
nos permita un aprovechamiento pleno de nuestras potencialidades humanas y naturales, al mismo
tiempo que expanda la cultura, la libertad, y la crítica democrática. Tal misión es la que le atribuimos
a la educación pública del siglo XXI.

Para ello la reforma a la educación superior debe propiciar la superación de los altos niveles de
segregación que tiene el sistema educativo chileno y en el horizonte debe estar el principio de
acceso universal a la educación superior, lo que posibilita la concreción del derecho a la educación.
Como transición a ese sistema, se debe construir un mecanismo de admisión que garantice la
integración social y el desarrollo individual y colectivo de los talentos y capacidades de las personas.

Como hemos desarrollado a lo largo del presente documento, sostenemos que el mecanismo clave
para el ejercicio de una institucionalidad en esos términos está en la expansión de las vacantes en
las universidades públicas. Realizar el derecho a la educación implica expandir la educación pública,
objetivo que no se juega tanto en los medios de la selección, sino que más bien en el
robustecimiento de la oferta pública de educación. El ejercicio presentado tiene, por supuesto,
múltiples limitaciones. Es un primer esfuerzo –la Fundación seguirá trabajando en esta línea en el
futuro- para establecer la posibilidad real del camino de la educación pública. De tal manera, es de
interés mostrar la verdadera dicotomía del debate: regular hasta el hastío tecnocrático un sistema
fracasado, caro, segregador y controlado por poderes económicos nacionales y transnacionales; o
reconstruir la educación pública. La regulación de la oferta privada es necesaria, por cierto. Pero no
es ese el horizonte de cambio sustantivo y democrático que la sociedad anhela. No se debe seguir
creyendo que regular un sistema que ha dado múltiples señales de fracaso es la respuesta, sino que
se trata de desplazar su centralidad con la expansión de una nueva educación pública. Ese horizonte
es perfectamente posible, y no implica gastar más de lo ya comprometido. Los presupuestos de años
anteriores, en especial, este, no son austeros. Todo lo contrario, son una sangría de recursos fiscales
que benefician intereses lucrativos específicos. Una orientación como la sugerida aquí es, por tanto,
más responsable.

Un camino de estas características no es incompatible con el hecho de que la educación privada,


como colaboradora de la función pública, pueda alcanzar también un reconocimiento
constitucional. Una educación mixta, con centralidad y mayoría de provisión pública y laica, es el
sello que acompañó lo mejor de nuestra historia republicana y ha hecho posible el desarrollo del
mundo moderno. Esto implica que el espacio de la educación privada que colabora con la educación
pública, y que por ende recibe aportes estatales, quede abierto a nuevas instituciones; varias
fundadas con posterioridad a 1981 hacen una contribución significativa al país, y pueden ser
incluidas.

Tenemos la convicción que, además de ser el camino correcto, lo que aquí se propone será más
conveniente para las arcas fiscales que mantener –e incrementar, como ha pasado en los últimos

32
años- la hemorragia de recursos públicos que representa el CAE. Del mismo modo, no hay una
política más efectiva contra el lucro que concentrar el grueso de los recursos del país en la educación
pública, haciéndola masiva. Ha sido el propio Estado el que ha impulsado la educación privada, al
impedir el desarrollo de la educación pública. Hoy se trata justamente de revertir tal tendencia.

Naturalmente, un camino de esta naturaleza será gradual y tiene como límite las posibilidades reales
del país. No obstante, para emprender dicho camino se requiere un compromiso político con una
reforma genuina, pues empezar a recorrer el camino de la educación pública es perfectamente
posible, incluso sin comprometer recursos adicionales. Una reforma a la educación superior que
pueda ser una respuesta legítima a los anhelos de cambio de la sociedad chilena, no puede limitarse
a medidas técnicas de mejora o de apoyo puntual a las instituciones estatales. Si se trata de una
ambiciosa reconstrucción de la educación pública, la energía necesaria para tal tarea sólo será
posible en un amplio consenso social por la educación.

Con ese espíritu, deseamos e impulsaremos que se constituya un espacio deliberativo que pueda
acordar una hoja ruta para construir una nueva educación pública, convocando a las autoridades y
a los actores que han puesto esta lucha en el debate nacional. Se debe definir en este espacio un
horizonte común que las autoridades se comprometan genuinamente a respetar. De esa manera,
cada uno de los pasos de la reforma a la educación superior a su debido tiempo, compuesta por
cambios constitucionales, reformas legales y medidas administrativas, serán reconocidos por la
sociedad como parte de una reforma legítima. Nosotros nos ponemos en total disposición de
contribuir a dicho acuerdo.

33
ANEXO I – Proyección demográfica
La estimación busca dar el marco poblacional para el cálculo de la tasa bruta de participación en la
educación superior, a saber, la participación potencial en la matrícula de educación superior en la
población entre 18 y 24 años.

Los datos básicos para elaborar las proyecciones de población al año 2025 provienen de los cálculos
del INE “Actualización de población 2002-2012 y proyecciones 2013-2020”, que utiliza como base de
estimación los resultados de los censos hasta el año 2002, los registros de estadísticas vitales
(nacimientos y defunciones) y de los registros administrativos del Departamento de Extranjería del
Ministerio del Interior, para el periodo 2002-2012. 24

El punto de partida del modelo lo constituyen las poblaciones proyectadas por la actualización del
INE, como población en las cohortes que potencialmente participa de la educación superior el año
2016 (18 a 24 años):

TABLA 15 – Estimación de la población entre 18 a 24 años para 2016, según proyecciones INE
Cohortes Edades Habitantes
Cohorte 1992 24 299.019
Cohorte 1993 23 292.661
Cohorte 1994 22 286.637
Cohorte 1995 21 280.562
Cohorte 1996 20 275.076
Cohorte 1997 19 270.037
Cohorte 1998 18 264.964
Población total 1.968.955

Como la estimación del INE llega hasta el año 2020 se creó un coeficiente de crecimiento de la
población, basado en la pauta de crecimiento poblaciones en cada año en las cohortes que van
desde el 1992 (24 años el 2016) a la del 2007 (18 años en 2025). Para el cálculo del coeficiente se
utilizó la media geométrica25, de manera de identificar la pauta de crecimiento porcentual promedio
de la población en cada una de esas cohortes:

24 http://www.ine.cl/canales/chile_estadistico/familias/demograficas_vitales.php
25 Es una medida de tendencia central que puede utilizarse para mostrar los cambios porcentuales en una serie de números positivos.

34
TABLA 16 – Tasa de crecimiento de la cohorte, en las distintas edades, en las cohortes 1992 a
2007 (entre los cero años y la edad de proyección en 2016).
Tasa
Cohorte
de crecimiento
cohorte 2007 0,175%
cohorte 2006 0,171%
cohorte 2005 0,159%
cohorte 2004 0,145%
cohorte 2003 0,129%
cohorte 2002 0,114%
cohorte 2001 0,113%
cohorte 2000 0,111%
cohorte 1999 0,110%
cohorte 1998 0,107%
cohorte 1997 0,105%
cohorte 1996 0,103%
cohorte 1995 0,109%
cohorte 1994 0,127%
cohorte 1993 0,142%
cohorte 1992 0,156%

De esta forma la población en edad universitaria para cada año, entre 2016-2025, se proyecta de
la siguiente forma:

TABLA 17 – Proyección inicial total de población en edad universitaria, 2016-2025


Edades 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025
18 264.964 260.246 255.425 250.547 248.013 242.453 238.794 237.276 238.118 243.002
19 270.037 265.249 260.531 255.708 250.831 248.297 242.767 239.140 237.655 238.525
20 275.076 270.321 265.533 260.817 255.991 251.116 248.582 243.080 239.486 238.033
21 280.562 275.360 270.605 265.818 261.104 256.274 251.401 248.866 243.395 239.832
22 286.637 280.869 275.644 270.890 266.104 261.390 256.558 251.686 249.151 243.709
23 292.661 287.000 281.176 275.928 271.174 266.389 261.677 256.841 251.972 249.436
24 299.019 293.077 287.364 281.484 276.212 271.460 266.675 261.965 257.126 252.258
Población
1.968.955 1.932.120 1.896.278 1.861.192 1.829.429 1.797.380 1.766.453 1.738.854 1.716.900 1.704.795
total

De esta forma, y bajo los supuestos expuestos en el Informe –una pauta de crecimiento de la
matrícula que sigue la pauta decreciente de los quintiles de mayores ingreso- queda definido el
marco para el cálculo de la cobertura de la matrícula propuesta por el Informe (tasa bruta del 75%),
que para el año 2025 supondría una matrícula de 1.278.597 alumnos.

TABLA 18 – Proyección inicial matriculados en educación superior, 2016-2025


Edades 2016 2020 2025
Población total 1.968.955 1.829.429 1.704.795
Cobertura de matrícula 1.476.717 1.372.072 1.278.597
(Tasa bruta 75%)

35
Ahora bien, asumir automáticamente estos supuestos, implica una matrícula proyectada para 2016
de 1.476.717 estudiantes. Aquello no se condice con la realidad de la matrícula efectiva de este año
(1.247.135), ni con el crecimiento a tasas cada vez más decrecientes que ha ido experimentando la
matrícula total de la educación superior en Chile (como se vio anteriormente en la Tabla 1 del
presente Informe).

Por lo tanto, el supuesto utilizado para la proyección definitiva de matrícula es asumir los 1.278.597
estudiantes del año 2025 como punto de llegada, proyectando desde allí un crecimiento lineal a
partir de la situación actual 2016, quedando así de la siguiente manera.

TABLA 19 – Proyección final total de matriculados en educación superior, 2016-2025


2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025
1.247.135 1.250.631 1.254.126 1.257.622 1.261.118 1.264.614 1.268.109 1.271.605 1.275.101

36
ANEXO II – Proyección Becas y Crédito con Aval del Estado
Becas

Para proyectar posibles recursos considerados para becas de arancel, se debe tener en
consideración el cambio que implicó la implementación de la glosa de gratuidad en el año 2016, que
alteró de manera tanto los montos destinados a becas de arancel como los patrones de asignación
de dichos recursos.

Tal como fue analizado desde Fundación Nodo XXI a comienzos de este año 26, del total de recursos
contemplados en la Ley de Presupuestos 2016 para la implementación de la glosa de gratuidad, más
de la mitad corresponden a disminución real de recursos asignados a becas de arancel.
Concretamente, los recursos destinados en la Ley de Presupuestos del Sector Público pasaron de
representar aproximadamente 534 mil millones al año 2015 a 257 mil millones al 2016. Cabe
asimismo señalar que, dentro de las becas, la que protagonizó esta disminución en mayor medida
fue la Beca Bicentenario, dirigida a estudiantes de universidades acreditadas del Consejo de
Rectores, que pasó de disponer de 277 mil a 34 mil millones.

Por lo pronto, la proyección de escenarios futuros para las becas de arancel debe lógicamente tener
como referencia principal este shock experimentado al año 2016. Considerando los montos
efectivamente ejecutados en becas de arancel para los años 2015 y 2016, se observa una
disminución de un 45,6% en las becas a estudiantes de primer año y de un 16% en los montos
utilizados por concepto de renovación.

TABLA 20 – Total montos ejecutados en becas de arancel 2015 y 2016 (en MM$ Diciembre 2015)
Montos (en MM$ Dic. 2015) Evolución
Becas
2015 2016 2015-2016
Primer Año 203.919 110.972 -45,6%
Renovantes 279.710 234.883 -16,0%
Total 483.629 345.856 -28,5%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos MINEDUC (Información solicitada por Ley de Transparencia)

Proyectando estos mismos patrones de evolución para los años posteriores (-45,6% para becas de
primer año, -16% renovantes) se obtienen los siguientes montos para el período 2017-2020. Cabe
consignar la participación cada vez más residual de las becas a estudiantes de primer año, situación
que resulta coherente con el avance del régimen de gratuidad en los términos propuestos por el
Gobierno.

26Orellana, V. y Sanhueza, J. (2016). “La letra chica de la gratuidad: Apuntes para la discusión”. Grupo de Estudios de Educación, Centro
de Estudios Fundación Nodo XXI.

37
TABLA 21 – Proyección inicial montos destinados a becas de arancel según becas nuevas o
renovantes (2017-2020, en MM$ Diciembre 2015)
Becas 2017 2018 2019 2020
Primer año 60.391 32.865 17.885 9.733
Renovantes 197.241 165.631 139.086 116.796
Total 257.632 198.495 156.971 126.529
% del Total
Primer Año 23,4% 16,6% 11,4% 7,7%
Renovantes 76,6% 83,4% 88,6% 92,3%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos MINEDUC (Información solicitada por Ley de Transparencia)

Ahora bien, la propuesta de implementación del régimen de gratuidad del Gobierno contempla una
disminución más significativa y abrupta aun de los montos totales destinados a becas de arancel en
relación a la proyección hecha en la tabla anterior. Así, por ejemplo en la propuesta del Gobierno se
contemplan aproximadamente 215 mil millones de pesos por este concepto, para llegar a poco
menos de 40 mil millones en el año 2020 bajo el escenario más pesimista de crecimiento y
recaudación tributaria.

De este modo, aplicando los porcentajes de participación obtenidos en la Tabla 21 a los montos
totales para becas de arancel propuestos por el Gobierno es posible proyectar las siguientes cifras
para el período 2017-2020.

TABLA 22 – Proyección montos destinados a becas de arancel según becas nuevas o renovantes
en función de montos totales proyectados por Gobierno (2017-2020, en MM$ Diciembre 2015)
Becas 2017 2018 2019 2020 (*)
Primer año 50.384 24.974 8.170 3.056
Renovantes 164.559 125.866 63.539 36.678
Total Proyectado por Gobierno 214.943 150.840 71.709 39.734
Fuente: Elaboración propia a partir de datos Presentación Hacienda en Comisión de Educación de la Cámara
de Diputados, y porcentajes obtenidos en Tabla 21.
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT 23,5%.

Para determinar la proporción de los montos de becas antes señalados que estarían
hipotéticamente destinados a instituciones de la Red Pública (estatales y laicas del CRUCH), se
considera el patrón de asignación de becas correspondiente al año 2016. Se puede ver que en total
el 15,1% de las becas de estudiantes de primer año y el 29,1% corresponden a instituciones de la
Red antes mencionada.

38
TABLA 23 – Montos ejecutados en becas 2016 según tipo de institución (en MM$ Dic. 2015)
Primer Año Renovantes
Tipo Institución $ en Becas % por $ en Becas % por
2016 Tipo IES 2016 Tipo IES
Universidades Estatales 12.231 11,0% 50.065 21,3%
Universidades Laicas CRUCH 4.514 4,1% 18.418 7,8%
Universidades Confesionales CRUCH 6.058 5,5% 24.149 10,3%
Universidades Privadas 17.946 16,2% 49.945 21,3%
Institutos Profesionales 44.298 39,9% 65.425 27,9%
Centros de Formación Técnica 25.722 23,2% 26.466 11,3%
Escuelas Fuerzas Armadas 204 0,2% 415 0,2%
TOTAL GENERAL 110.972 --- 234.883 ---
Fuente: Elaboración propia a partir de datos MINEDUC (Información solicitada por Ley de Transparencia)

Así pues, aplicando los porcentajes antes mencionados a los montos totales consignados en la Tabla
17 (15,1% para becas de primer año y 29,1% por concepto de renovación), es posible generar la
siguiente proyección de montos de becas que se asignarían a instituciones de la Red Pública en caso
de que se mantuviesen inalterados los patrones de asignación de recursos.

TABLA 24 – Proyección becas a instituciones de la Red Pública 2017-2020


Becas 2017 2018 2019 2020 (*)
Primer año 7.603 3.768 1.233 461
Renovantes 47.979 36.697 18.525 10.694
Total 55.581 40.466 19.758 11.155
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%

Aporte Fiscal Directo

Para proyectar los recursos futuros asociados a Aporte Fiscal Directo (AFD) a instituciones de la Red
Pública, se ha adoptado el supuesto de mantener los actuales patrones de asignación de dichos
recursos. De acuerdo al Anuario Estadístico 2014 del Consejo de Rectores 27, se puede observar que
del total de los recursos destinados a AFD para dicho año, el 57,7% fueron a instituciones estatales,
mientras que el 17,5% se asignaron a instituciones laicas y el 24,8% a los planteles católicos del
Consejo. El detalle se desglosa en la siguiente tabla.

27
http://www.consejoderectores.cl/anuario-estadistico

39
TABLA 25 – Asignación Aporte Fiscal Directo por institución, 2014 (cifras en MM$ 2014)
Tipo Institución Institución MM$ AFD % AFD
U. de Chile 37.299 18,8%
U. de Talca 13.091 6,6%
U. de Santiago de Chile 12.116 6,1%
U. de Tarapacá 8.324 4,2%
U. de La Frontera 7.436 3,7%
U. del Bío-Bío 5.066 2,6%
U. Metropolitana de Ciencias de la Educación 4.390 2,2%
U. de La Serena 4.075 2,1%
U. Estatal
U. de Valparaíso 3.961 2,0%
U. Tecnológica Metropolitana 3.807 1,9%
U. Antofagasta 3.759 1,9%
U. de los Lagos 2.662 1,3%
U. Arturo Prat 2.517 1,3%
U. de Playa Ancha de Ciencias de la Educación 2.435 1,2%
U. de Magallanes 1.959 1,0%
U. de Atacama 1.692 0,9%
U. de Concepción 14.647 7,4%
U. Laica CRUCH U. Técnica Federico Santa María 11.110 5,6%
U. Austral de Chile 9.079 4,6%
Pontificia U. Católica de Chile 23.787 12,0%
Pontificia U. Católica de Valparaíso 11.416 5,7%
U. Católica del Norte 9.107 4,6%
U. Confesional CRUCH
U. Católica del Maule 2.028 1,0%
U. Católica de Temuco 1.447 0,7%
U. Católica de la Santísima Concepción 1.366 0,7%
Total 198.574 ---
Fuente: Elaboración propia a partir de Anuario Estadístico 2014 del Consejo de Rectores, sección Fichas por
Institución

De este modo, el supuesto que se utiliza en el presente informe para proyectar recursos de AFD
asociados a la red pública, implica disponer del 75,2% de los recursos asociados a este Aporte,
evitando así perjudicar a las actuales instituciones confesionales del Consejo de Rectores. Así pues,
aplicando dicho porcentaje a los montos propuestos por el propio Gobierno es posible obtener la
siguiente proyección.

TABLA 26 – Proyección de recursos AFD disponibles para Red pública (2017-2020)


AFD 2017 2018 2019 2020
Monto propuesto por Gobierno 216.193 211.193 206.193 166.193
Disponible para Red Pública 162.681 158.918 155.156 125.057

40
Crédito con Aval del Estado

El primer aspecto considerado es la “recarga” del Crédito con Aval del Estado. En la siguiente tabla
se puede ver el detalle del gasto fiscal por concepto de la Ley 20.027 hasta el año 2015, incluyendo
los montos proyectados para el período 2016-2020. Para la proyección de estos valores se consideró
el crecimiento promedio del gasto total en el período 2010-2015 (1,05%). Cabe señalar que se
considera exclusivamente desde el 2010 en adelante, con el fin de evitar el sesgo que introduciría a
la estimación el considerar años anteriores, debido al explosivo crecimiento entre los años 2009 y
2010.

Es así como se obtiene un gasto en “recarga” o “sobreprecios” del CAE proyectado para 2017 por
74.850 millones de pesos, así como también los valores para los años posteriores hasta 2025.

TABLA 27 – Total Recursos CAE según compra de créditos y pago de sobreprecios (2006-2015 y
proyección 2016-2020, en MM$ 2016, en MM$ Diciembre 2015)
Compra de
AÑO Recarga Total
créditos
2006 6.593 2.934 9.527
2007 10.971 3.606 14.576
2008 28.599 6.742 35.341
2009 22.357 6.031 28.387
2010 234.311 95.434 329.745
2011 214.400 56.096 270.497
2012 241.522 64.804 306.326
2013 262.113 68.621 330.734
2014 296.383 66.821 363.204
2015 274.092 73.305 347.397
2016 276.966 74.073 351.039
2017 279.869 74.850 354.719
2018 282.804 75.635 358.438
2019 285.769 76.428 362.196
2020 288.765 77.229 365.994
Fuente: Elaboración propia a partir de Datos Comisión Ingresa solicitados por Ley de Transparencia

Bajo la misma lógica, la compra de créditos nuevos es un segundo aspecto a considerar. Para ello se
utilizan la información disponible sobre asignaciones de créditos nuevos en las bases de datos de la
Comisión Ingresa (www.ingresa.cl). Igualmente, para la proyección de valores futuros se considera
el crecimiento promedio del gasto total en el período 2010-2015 (-8,7%). De este modo, si se
mantuviesen inalterados los patrones actuales de evolución del gasto en este ítem, es posible
proyectar un gasto en créditos nuevos para 2017 por 44.051 millones de pesos, así como también
los valores para los años posteriores hasta 2025.

41
TABLA 28 – Total Compra de Créditos Nuevos CAE según compra de créditos y pago de
sobreprecios (2006-2015 y proyección 2016-2020, en MM$ Diciembre 2015)
AÑO TOTAL
2006 $ 9.521
2007 $ 11.232
2008 $ 21.014
2009 $ 83.238
2010 $ 81.722
2011 $ 79.620
2012 $ 67.796
2013 (*) S/I
2014 $ 64.159
2015 $ 52.846
2016 $ 48.248
2017 $ 44.051
2018 $ 40.218
2019 $ 36.719
2020 $ 33.525
Fuente: Elaboración propia a partir de Bases de Datos Asignaciones Créditos Nuevos, sitio Web Comisión
Ingresa www.ingresa.cl
(*) Información 2013 no se presenta desagregada según compra de Tesorería General de la República vs.
Compra bancos privados

Para el caso de los subsidios adicionales introducidos al CAE a contar del año 2012, se consideraron
las asignaciones contempladas en las respectivas Leyes de Presupuestos del período 2013-2016. A
partir del crecimiento promedio del subsidio mencionado en aquellos años (-0,4%) se proyectan los
montos para los años posteriores, arrojándose por ejemplo un total de 11.827 millones de pesos
para el año 2017.

TABLA 29 – Gasto total en subsidios adicionales a Créditos con Aval del Estado (Ley N° 20.634)
(2013-2016 y proyección 2017-2020, en MM$ Diciembre 2015)
Monto (en $
Año
Dic 2015)

2013 12.041
2014 6.850
2015 8.565
2016 11.965
2017 11.827
2018 11.775
2019 11.722
2020 11.670
Fuente: Elaboración propia a partir de Leyes de Presupuestos 2013-2016

42

You might also like