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Introducción
Con enormes manifestaciones sociales en 2006 y 2011, los chilenos fijaron sus expectativas en la
posibilidad de un cambio significativo en el sistema educacional. El actual gobierno de la Nueva
Mayoría asumió este desafío prometiendo a la sociedad que concretaría sus aspiraciones a través
de un conjunto de reformas. Por distintos factores, estas reformas una a una han perdido
significación y posibilidad real de cambio en la vida cotidiana de los chilenos, peligrando así la
oportunidad de transformación abierta por la ciudadanía.
La reforma a la educación superior ha sido una expresión más de este devenir de las
transformaciones prometidas. Iniciada ya la discusión parlamentaria del proyecto de ley que viene
a reformar este nivel educativo, aún no termina de definirse la orientación que el Gobierno
imprimirá a dicha reforma. Junto a un discurso de fortalecimiento de la educación pública, se han
anunciado medidas de regulación del mercado, que en definitiva -más allá de su intensidad- no se
apartan de la lógica de control a los intereses lucrativos, dentro de los márgenes del estado
subsidiario impuesto en 1980.
La oportunidad, en manos del Gobierno, de iniciar mediante esta reforma una ampliación de la
democracia sobre terrenos hoy regidos por el mercado, se juega en asumir un compromiso con la
reconstrucción y expansión de la educación pública, tanto en magnitud como en influencia. Sólo la
pregunta por la reconstrucción de la educación pública evidencia el hecho que, tras casi 40 años de
neoliberalismo, la reflexión sobre educación y cultura ha salido de la esfera pública y ha sido
subsumida por particulares, quienes impone, por su poder cultural y económico, orientaciones
ilegítimas al desarrollo de este relevante sector. Al plantearse la reconstrucción de las instituciones
de todos los chilenos en educación, debemos necesariamente discutir para qué las queremos; es
decir, por qué educar, cómo y en virtud de qué proyecto de desarrollo. Es aquella pregunta la
expande la libertad y la democracia, no en la forma mercado, sino como libertad deliberativa y
ciudadana. Hace largas décadas tal pregunta ha sido vedada, y la discusión sobre este punto se ha
circunscrito a los niveles de justicia y equidad con que opera el mercado, tecnocratizando el debate.
Con este informe, desde la Fundación Nodo XXI buscamos aportar con información que permita
contribuir a despejar los aparentes obstáculos para el fortalecimiento de un sistema de educación
superior con sentido público. Se plantea que, mediante una redistribución del financiamiento
público a educación superior, reemplazando los elementos de subsidio a la demanda -hoy
mayoritarios- por financiamiento basal a las instituciones públicas, se puede comenzar una
reconstrucción del sistema público para que en el plazo de diez años recupere su lugar como
principal oferente y orientador del sistema en su conjunto.
Por supuesto un cambio así no puede reducirse al financiamiento. Es necesaria una profunda
transformación de las instituciones públicas, construyendo entre ellas una nueva red de educación
superior pública. Este informe no profundiza en una propuesta para dicha transformación, pues
entiende que ella justamente debe ser resultado de una discusión deliberativa de la sociedad, en
especial de los actores educativos; y además tal tarea sobrepasa sus posibilidades. Pero con todo,
nos anima demostrar que ese cambio es totalmente posible para nuestro país. Se propone, pues,
que esta orientación debe guiar la política de gratuidad universal comprometida por el Gobierno y
debe ser el criterio rector de los nuevos recursos públicos inyectados al sistema.
2
El documento consta de cinco partes. En primer lugar (I), se ofrece una breve caracterización de la
evolución histórica reciente del financiamiento y la expansión de la matrícula en los marcos del
estado subsidiario, mostrando a su vez en qué medida el actual proyecto del Gobierno contribuye a
reproducir y profundizar dicha lógica. Posteriormente (II), se plantean las bases de la configuración
institucional de una Red de Instituciones de Educación Superior Pública, y su correlato en términos
de matrícula hacia la próxima década. Luego de ello, se evalúa la factibilidad de dar curso a la
construcción de una red pública en términos de financiamiento (III), considerando los recursos ya
comprometidos por el Gobierno más aquellos que hoy se utilizan en mecanismos de subsidio al
mercado. En cuarto lugar (IV), se analizan las consecuencias positivas que la construcción y
expansión de una red de estas características tendría hacia el conjunto de la educación superior
chilena. Finalmente, cierra el documento una sección de conclusiones (V)
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I. La expansión y financiamiento de la educación superior en el
estado subsidiario
a) Esquema de Financiamiento
El debate sobre el financiamiento de la educación no puede ser reducido a una cuestión técnica o
presupuestaria. Una mirada en perspectiva de las transformaciones que ha sufrido la educación
superior chilena a partir de 1981 da cuenta que las políticas de financiamiento han sido uno de los
elementos dinamizadores de la instauración y expansión de un mercado educacional.
La “modernización” subsidiaria del modelo mixto de educación superior que se impulsó desde fines
de la década de 1970 terminó con la noción de educación entendida como un derecho público y
gratuito garantizado por el Estado, traspasando esta responsabilidad social a los particulares, ya sea
como oferentes (libertad para fundar instituciones) o como demandantes (financiamiento privado).
El compromiso estatal con el crecimiento del sector privado se ha expresado en políticas destinadas
a eliminar la distinción entre instituciones públicas y privadas para asegurar un financiamiento
estatal indiferenciado entre ellas, financiando a estudiantes y no a instituciones. La principal
herramienta para ello ha sido concentrar los recursos en el financiamiento a la demanda o voucher.
Por el lado de la oferta, además de la reducción relativa del financiamiento a las instituciones, esos
recursos se direccionan progresivamente hacia fondos competitivos a los que pueden postular todo
tipo de instituciones, obviando los fines mercantiles de un gran grupo de ellas.
2 Ver: Guzmán, J., & Larraín, H. (1981). Debate sobre una nueva legislación universitaria. Realidad, 9 –32.
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Una breve revisión de la evolución del financiamiento a la educación en los últimos 35 años da
cuenta de la recepción de estos conceptos. Si bien, tanto el financiamiento como la cobertura de
educación superior han crecido, ello se ha realizado junto a la consolidación del sistema de mercado.
Así, por ejemplo, si bien Chile es uno de los países de la OCDE que más invierte en educación terciaria
en relación a su producto interno bruto (2,4% al 2011), menos de una cuarta parte de este gasto
corresponde a financiamiento público3, clara expresión de un Estado que se ha desprendido de su
responsabilidad como garante del derecho a la educación.
De hecho, el análisis de la distribución de aquel 29% de los recursos públicos que son destinados a
las instituciones muestra que incluso en este instrumento avanzan los intereses privados en
desmedro de la responsabilidad pública. Si en 1990 el 45% de los recursos estatales destinados a las
instituciones correspondían a Aporte Fiscal Directo a universidades estatales, al 2015, este ítem
había disminuido a 28%. Ello significa que sólo el 8% del total de recursos fiscales destinados a la
educación superior en Chile consisten en fondos de libre disposición que contribuyan a la
producción libre de docencia, investigación y extensión por parte de las instituciones públicas
estatales6.
3 OCDE. (2014). Education at a Glance 2014: OECD Indicators. OECD Publishing. Recuperado de: http://dx.doi.org/10.1787/eag-2014-en.
4 Todos los datos sobre financiamiento de la educación superior expuestos en esta sección corresponden a elaboración propia en base a:
MINEDUC. (2012). Evolución de la Inversión de la Gestión Pública en Educación Superior (1990-2011). Santiago. Recuperado de:
http://www.divesup.cl/usuarios/1234/imagen/2013/inversionygestion90_11/files/memoria_historicaedsuperior.pdf; CGR. (2012).
Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2011. Santiago Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estad
o/Estudios/2011/1.pdf; CGR. (2013). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2012. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estad
o/Estudios/2012/1.pdf; CGR. (2014). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2013. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA%20Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universi dades_del_Estad
o/Estudios/2013/1.pdf; CGR. (2015). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2014. Santiago. Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA+Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estado/E
studios/2014/FFES.pdf; y, CGR. (2016). Financiamiento Fiscal a la Educación Superior 2015. Santiago. Recuperado de: Recuperado de:
http://www.contraloria.cl/NewPortal2/portal2/ShowProperty/BEA+Repository/Portal/Bases/Contabilidad/Universidades_del_Estado/E
studios/2015/FFES.pdf.
5 CGR. (2016).
6 MINEDUC. (2012) y CGR. (2012).
5
voucher en detrimento de los recursos directamente destinados al fortalecimiento de la oferta
educativa. Y por otra parte, con la instalación de lógicas de carácter competitivo entre instituciones
sin distinción de su régimen de propiedad y de gobierno. Como se sabe, esta política ha
incrementado el poder de los intereses económicos concentrados en el sector lucrativo-masivo.
Dichos intereses se hacen presente en este debate evitando un cambio en que sean desplazados de
la centralidad de la educación superior chilena.
Fuente: Elaboración propia en base a MINEDUC (2012) y CGR (2016). Valores monetarios en M$ 2015.
Desde los años ‘80 la expansión de la matrícula de la educación superior chilena ha estado
concentrada en los nuevos actores privados que emergieron a partir de las reformas acometidas
por la dictadura militar. Al respecto es posible distinguir tres grandes períodos: La década de 1980
estuvo marcada por un alza de toda la matrícula privada; el período 1990-2005, donde la
participación de los IP tiende a estancarse y los CFT a decaer, y el crecimiento se concentra en el
sector universitario; y finalmente, los años posteriores al 2005, donde se estancan las universidades
privadas y las instituciones técnico-profesionales recuperan una tendencia a crecer. Todo esto
acompañado de una caída constante de la participación de las instituciones del Consejo de Rectores
en la matrícula (con excepción de los años 90).
El análisis con mayor detalle del último período señalado hasta la actualidad resulta significativo por
cuanto abarca los años posteriores a la instalación y generalización del Crédito con Aval del Estado
(CAE) como política de financiamiento para la educación superior. Al constatar las cifras de matrícula
(disponibles desde 2007 en SIES) en términos absolutos, se observa un crecimiento significativo en
la matrícula total del sistema, concentrado especialmente en el sector privado y protagonizado
especialmente por los Institutos Profesionales, que han crecido a más de un 10% por año.
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TABLA 1 - Matrícula total según tipo de institución (2007-2016)
Crecimiento
Tipo Institución 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
promedio
U. Estatales 175.004 177.210 177.826 178.541 173.901 175.586 184.477 188.565 188.804 191.847 1,0%
U. Laicas
46.505 49.698 51.997 55.242 56.349 57.107 59.497 59.656 59.731 61.359 3,1%
CRUCH
U.
Confesionales 64.475 68.250 73.304 77.107 79.083 79.082 82.066 85.328 87.801 92.658 4,1%
CRUCH
U. Privadas 247.943 265.866 288.949 322.120 353.718 374.150 381.894 376.305 371.132 374.884 4,7%
I. Profesionales 156.126 162.870 189.622 224.339 267.766 301.156 332.147 357.575 378.802 384.667 10,5%
C.F. Técnica 86.847 95.903 110.021 128.571 138.635 140.048 144.383 147.984 146.521 141.720 5,6%
Total 776.900 819.797 891.719 985.920 1.069.452 1.127.129 1.184.464 1.215.413 1.232.791 1.247.135 5,4%
Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos de matrícula SIES, http://www.mifuturo.cl
Dicha tendencia es alimentada precisamente por la evolución de la matrícula de primer año, donde
las instituciones privadas en general (salvo las universidades del 2011 en adelante) y especialmente
los institutos profesionales, crecen a un ritmo acelerado mientras la matrícula de primer año de los
planteles públicos crecen a un ritmo cercano al 1%. De este modo, las instituciones estatales y laicas
del Consejo de Rectores pasan de ocupar de un 20% a un 16% de la matrícula de primer año al 2016.
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GRÁFICO 2 - Participación relativa en la matrícula según tipo de institución (2005-2016)
En síntesis, a partir del año 2005 se ha profundizado una tendencia expansiva del sector privado
acompañada de un estancamiento y disminución en la participación relativa de las instituciones
públicas. Como se verá con mayor detalle más adelante, esto ha tenido consecuencias
marcadamente perjudiciales para el sistema en su conjunto en materia de calidad y segregación.
Además, ha incrementado el poder de grupos extranjeros sobre nuestra cultura y formación
intelectual, a un grado desconocido en nuestra historia republicana (justamente, propia de niveles
coloniales). De ahí entonces la necesidad de plantear un camino gradual pero sostenido de
reconstrucción de la educación superior pública, que permita avanzar hacia su primacía en el
sistema de educación superior chileno. Lo anterior, teniendo en consideración las posibilidades del
país, la composición actual del sistema, así como también la dinámica demográfica que se puede
proyectar para la próxima década.
Esta problemática se manifiesta en primer lugar en que no se contempla ninguna definición de qué
constituye la educación pública, siendo el único criterio de distinción entre instituciones el régimen
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bajo el cual fueron fundadas. Con ello en el proyecto de reforma se obvia además toda diferencia
entre las instituciones privadas fundadas antes de 1981 y aquellas posteriores a ese año, cuando las
instituciones laicas que sí pertenecen al CRUCH son instituciones complejas que sin necesariamente
ser estatales, al haber sido fundadas o reconocidas por decisión de la autoridad pública, forman
parte del sistema público y tienen un compromiso con el país.
Esta falta de definición tiene como consecuencia que la lógica que sigue el proyecto de reforma,
para potenciar la educación pública se traduce necesariamente en el fortalecimiento de
instituciones de propiedad estatal. Al respecto la principal medida consiste en la creación de una
“Red de Instituciones de Educación Superior Estatales”, coordinada por la nueva Subsecretaría de
Educación Superior (también contemplada en el proyecto), cuya función es proponer iniciativas para
el desarrollo conjunto y mejoramiento de la calidad de las instituciones que la conforman. Se
contempla además una normativa administrativa que busca facilitar la gestión en de éstas mismas,
así como una regulación de gobierno universitario de carácter obligatorio.
Esto se expresa a cabalidad en la mecánica planteada por el proyecto de ley para el financiamiento
de la educación superior, donde se consolida la lógica subsidiaria ya impresa en el actual modelo.
Como se desarrollará con detalle más adelante (en el capítulo III del presente Informe), el esquema
de financiamiento propuesto contempla tres mecanismos distintos: (i) financiamiento institucional
para la gratuidad, (ii) fondo para funciones de investigación y creación artística, y (iii) fondo para
instituciones estatales, siendo el aporte señalado en (i) el más sustantivo. De este modo, el modelo
de financiamiento de contemplado en el proyecto pone el énfasis en la distinción entre instituciones
adscritas a la gratuidad y aquellas no adscritas, por sobre el carácter público o privado de las mismas.
En ese sentido, el haberse adscrito a la gratuidad resulta la cualidad más relevante a la hora de
determinar las facultades regulatorias que tiene el Estado respecto a una determinada institución.
El proyecto del gobierno contempla que en el caso de que se reciban fondos para gratuidad una
institución queda sujeta a la regulación de las vacantes que puede abrir en los planes de estudio
ofrecidos así como a la regulación de aranceles, derechos básicos de matrícula y cobros por
concepto de titulación o graduación. Por tanto la propiedad estatal solamente determina que una
institución pertenezca a la mentada “Red de Instituciones de Educación Superior Estatales” y que
recibirá un determinado monto de dinero del fondo para instituciones estatales.
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II. La educación pública como pilar de la nueva educación superior
a) Las bases de la nueva educación pública
Reconstruir un sistema de educación superior público y masivo que responda a los desafíos del siglo
XXI es, sin duda, una tarea de largo aliento. Este camino no está escrito y debe transitarse
gradualmente, pero sentando desde ya las bases del nuevo modelo. Éste debe sustentarse en lo
mejor de nuestra tradición republicana, enfrentando la raíz –y no sólo menguando efectos nocivos-
del modelo de mercado instaurado durante los últimos 35 años.
Con todo, la construcción de la nueva educación superior pública debe ser necesariamente un
proceso de tránsito gradual. Se trata de comenzar desde ya a perfilar un nuevo sistema educativo
con una orientación fundamentalmente pública. Pero ese desafío empieza necesariamente sobre la
base de la actual configuración del sistema, con sus problemas y limitaciones, y la nueva educación
pública debe hacerse cargo de ellos.
En términos institucionales, la gran distinción que existe en nuestro sistema de educación superior
se erige entre las universidades tradicionales, agrupadas en el Consejo de Rectores (CRUCH) y las
instituciones de educación superior privadas, fundadas tras la dictación del DFL 1 de 1981.
Sin embargo, lo que distingue a las instituciones agrupadas en el CRUCH y las privadas fundadas con
posterioridad a 1981 es mucho más sustantivo que su fecha de fundación. Se trata de instituciones
complejas, comprometidas con el país, con sus comunidades y regiones, que aportan con altos
estándares de calidad tanto en formación de profesionales como en investigación y extensión. Estas
características no son casuales, sino que responden directamente al régimen en que fueron
fundadas.
Tras la reforma de 1981, posteriormente consagrada en la LOCE, los particulares pueden fundar
instituciones de educación superior bajo un régimen de derecho privado7. De esta manera, la
libertad de enseñanza y autonomía académica adquieren un significado completamente distinto al
que se les había dado históricamente, el que se centra ahora en la facultad de abrir y administrar
establecimientos por mera voluntad de sus creadores individuales.
En una lógica completamente distinta se fundaron las instituciones laicas agrupadas en el CRUCH,
que obtuvieron su reconocimiento oficial por decisión de las autoridades políticas8. Más allá del acto
fundacional, el carácter público de estas instituciones se expresó en que su quehacer universitario
se entendió siempre sometido a la deliberación democrática de la sociedad. Es esa característica lo
que justificó el financiamiento estatal de ellas y ello se reforzó con el estatuto de garantías de 1971
que garantizó constitucionalmente el financiamiento de las instituciones estatales y particulares
reconocidas por el Estado para que cumplan adecuadamente sus funciones “de acuerdo a los
requerimientos educacionales, científicos y culturales del país”.
7 Sin perjuicio de requerir el reconocimiento oficial del estado para operar y queden sometidas al licenciamie nto ante el CNED por seis
años, sin que sean plenamente autónomas durante ese plazo, que puede alargarse por otros cinco años.
8 Decreto N° 1.038, del Ministerio de Justicia, año 1920, que concede personalidad jurídica a la corporación denominada Univers idad de
Concepción; Decreto N° 996, del Ministerio de Justicia, año 1926, que concede personalidad jurídica a la fundación “Federico Santa
María”; y, Decreto N° 3.757, del Ministerio de Justicia, año 1954, que concede personalidad jurídica y aprueba los esta tutos de la
Universidad Austral de Chile.
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La construcción de una nueva educación superior pública para Chile no parte de cero. Debe
aprovecharse nuestra historia y al mismo tiempo hacerse cargo de los nuevos desafíos del siglo XXI.
Asimismo, superar la educación neoliberal no significa terminar con la educación mixta. La nueva
educación superior debe reconocer el aporte de los particulares en un sistema cuya centralidad sea
pública y democrática, desplazando el peso gravitante que hoy tiene el mercado, que invade incluso
las lógicas de funcionamiento de las instituciones públicas estatales.
Hay dos dimensiones que una reforma sistemática con centralidad pública debe abordar. En primer
lugar, la reconstrucción de las instituciones públicas, su articulación en una red de educación
superior pública, y su expansión de su matrícula, para alcanzar una participación mayoritaria en la
formación de los futuros profesionales y técnicos que el país necesita. Superar la masificación
ineficaz e injusta de mercado con una masificación eficiente y democrática de una nueva educación
pública, que reconozca también la pluralidad cultural del país y por ende a los proyectos privados
que colaboran con la función pública. Una masificación efectivamente camino a la modernidad, y
no sólo al rentismo con recursos públicos. En segundo lugar, la orientación pública debe expresarse
en una regulación más robusta que asegure educación de calidad en todas las instituciones
reconocidas por el Estado y formas de cooperación con las instituciones privadas que colaboren con
la función pública.
En una perspectiva de largo plazo, estas características no pueden expresarse en un régimen como
el que actualmente rige el reconocimiento oficial, en que las instituciones sólo deben cumplir con
ciertos requisitos y forman parte del sistema sin mediar decisión de las instituciones públicas. Sino
que debe diseñarse una institucionalidad que permita a las comunidades someter sus proyectos
educativos al escrutinio público y democrático sobre su sentido y aporte para formar parte del
sistema público, regido por la colaboración en vez de la competencia, poniendo por encima la
coherencia de una red que asegure el derecho a la educación de todos quienes vivan en territorio
chileno, en oposición a las actuales formas mercantilizadas de entender la formación profesional,
desvinculadas de las necesidades del país y su desarrollo.
En lo inmediato, se propone que este proceso se inicie haciendo uso de las mejores capacidades hoy
existentes en el sistema, comenzando la expansión de las 16 universidades estatales y de las tres
universidades públicas no estatales laicas pertenecientes al CRUCH, junto con las dos universidades
y los 15 centros de formación técnica estatales actualmente en formación. Esta es la base
institucional de la futura red de educación superior pública. Eventualmente, pensamos que el país
debe discutir recuperar control público sobre INACAP, para que se incorpore a la red pública.
Para ello se propone reorientar los recursos hoy destinados a financiamiento a la demanda hacia
aportes basales para estas instituciones, para asegurar una docencia universalmente gratuita,
investigación de calidad y extensión del conocimiento. Así, se pueden comenzar a superar las lógicas
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de financiamiento a la demanda y competitivo, para recuperar una noción del derecho a la
educación como un derecho social.
Esta propuesta no implica privar de recursos a ningún estudiante de instituciones privadas con
beneficios estatales, ya sean becas, gratuidad o créditos, sino que supone garantizar a estos
estudiantes poder continuar y terminar sus estudios. Lo que se propone es dejar de financiar con
recursos públicos la expansión del mercado educacional a partir del 2017, de tal manera que la
oferta pública futura asegure a los postulantes los cupos que hoy deben buscar en el mercado
Una tarea esencial en la construcción de la nueva educación pública es ampliar sus cupos, dotando
a estos planteles de las condiciones que lo hagan posible. Así pues, en este apartado se propone un
camino de transformación de los términos del crecimiento de la educación superior, orientando a
expandir y consolidar una Red de Instituciones Públicas que abarque el 50% de dicha matrícula al
año 2025, considerando tanto instituciones estatales (universidades y futuros CFT) como los
actuales planteles laicos del Consejo de Rectores.
Esta expansión se puede realizar de manera gradual, sin que se suponga romper con la tradición de
provisión mixta que tiene el sistema, pero ciertamente con la voluntad de dotar de sostenibilidad a
las instituciones públicas, con la necesaria adecuación en inversiones en las instituciones públicas
ya existente y así como también tomando en consideración tanto la creación contemplada de dos
universidades regionales y una red de centros de formación técnica estatales9.
Por otro lado, lo anterior se ve contrarrestado por el aumento en la participación de los quintiles de
menores ingresos, lo cual genera una proyección de la matrícula nueva relativamente estable, por
capas de inserción al sistema que van “aplanando” el crecimiento de la participación en la matrícula
de los distintos grupos socioeconómicos12. Así, lo que se identifica es un estancamiento de la
matrícula por cohorte generacional en una tasa bruta de participación, que para efectos de esta
proyección se estima del 75% de la población potencial en edad de estudios universitarios (entre 18
y 24 años).
9 En este informe no se considera INACAP como parte de la red pública, no obstante, se considera deseable que el país recupere control
público sobre dicha institución. Si se incluyera en una planificación de este tipo, INACAP articulado con las universidades públicas
permitiría un cumplimiento mucho más rápido de la meta aquí planteada.
10 La proyección demográfica se explica en Anexo I.
11 Ver por ejemplo INE (2008). Población y sociedad: Aspectos demográficos. Departamento de Estadísticas Demográficas y Vitales,
Jiménez & F. Lagos (Eds.), Nueva geografía de la educación superior. Santiago: Foro Aequalis - Universidad San Sebastián.
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De este modo, se mantendrá como supuesto una cobertura equivalente a esa tasa bruta de
participación de 75% la cohorte entre 18 y 24 años. Concretamente, se proyecta una población de
dicha cohorte al año 2025 de 1.704.795, estableciendo por tanto la matrícula de educación superior
proyectada para ese año equivalente a 1.278.597 alumnos. Esta cifra supone únicamente una
hipótesis de trabajo. Es difícil estimar la expansión de los posgrados, o el grado en que chilenos que
están fuera de la cohorte etaria 18-24 se incorporen a los estudios terciarios. No obstante, se trata
de una proyección plausible considerando la evolución demográfica.
Teniendo aquello en consideración, se propone una primera etapa al año 2020 en la cual la Red de
Instituciones Públicas alcance un 30% de la matrícula. Esto sería posible con un crecimiento anual
de 2,4% de la participación relativa de las instituciones públicas antes señaladas, manteniéndose la
participación de las demás instituciones del CRUCH en un 7,0% (lo que implica un crecimiento
moderado en términos absolutos), y acompañado de una disminución gradual de la participación
relativa de las instituciones privadas: un -0,4% anual los CFT, -1,1% los IP, y -1,0% las privadas por
fuera del CRUCH.
De este modo, conforme a estas dos etapas, la participación relativa en la matrícula de educación
superior evolucionaría de la siguiente forma.
Red Instituciones Públicas 22,7% 25,2% 27,6% 30,0% 34,0% 38,0% 42,0% 46,0% 50,0%
U. Confesionales CRUCH 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4% 7,4%
U. Privadas 29,1% 28,0% 27,0% 26,0% 24,4% 22,7% 21,0% 19,4% 17,7%
Institutos Profesionales
29,8% 28,8% 27,7% 26,7% 25,0% 23,3% 21,6% 19,9% 18,2%
Privados
Centros de Formación
11,0% 10,6% 10,2% 9,8% 9,2% 8,6% 8,0% 7,3% 6,7%
Técnica Privados
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TABLA 4 - Matrícula total según tipo de institución (proyección 2017-2025)
2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025
Red
Instituciones 284.234 315.432 346.799 378.335 429.969 481.882 534.074 586.546 639.298
Públicas
U.
Confesionales 92.918 93.177 93.437 93.697 93.957 94.216 94.476 94.736 94.995
CRUCH
U. Privadas 363.324 351.693 339.992 328.220 308.090 287.842 267.479 246.999 226.403
Institutos
372.805 360.871 348.865 336.786 316.130 295.354 274.459 253.445 232.311
Profesionales
Centros de
Formación
137.350 132.953 128.530 124.079 116.469 108.815 101.117 93.375 85.589
Técnica
(Privados)
Total 1.250.631 1.254.126 1.257.622 1.261.118 1.264.614 1.268.109 1.271.605 1.275.101 1.278.597
Esta evolución implicaría para el año 2017 un crecimiento (respecto de su propio total el año 2016)
del 14,2% de la matrícula de las instituciones públicas, acompañado de un leve crecimiento de 1,0%
de las instituciones confesionales del Consejo de Rectores y un decrecimiento de -2,2% de los
planteles privados. Aplicando estos mismos patrones de evolución a la matrícula de primer año, se
tiene que esta debiera aumentar en menos de 10 mil estudiantes (pasando de los 55.113 del año
2016 a un total de 62.954 al 2017), proyectándose así un aumento gradual en que el crecimiento de
la matrícula de primer año vaya siendo mayor en la medida que avancen los años, lo que es
consistente con la esperable entrada en funcionamiento de instituciones nuevas y adecuación en
inversiones de las ya existentes, como ha sido antes señalado.
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III. ¿Es posible? Financiamiento a la Red Pública de Educación
Superior
a) Financiamiento Estudiantil e Institucional en la propuesta del Gobierno
Mecanismos de financiamiento
Como fue anteriormente señalado, el proyecto de reforma propuesto por el Gobierno introduce un
esquema de financiamiento que consolida la lógica subsidiaria, en tanto la adscripción a la gratuidad
constituye el criterio principal que determina la asignación de recursos y partidas así como también
las facultades regulatorias que tiene el Estado respecto a cada institución de educación superior.
ii. El fondo para funciones de investigación y creación artística, fondo al que solo pueden
acceder las instituciones que adscriban a la gratuidad, cuyo monto será determinado
anualmente por la Ley de Presupuestos y que se distribuirá según criterios de
desempeño. Como se verá con detalle más adelante, este fondo está orientado
explícitamente a reemplazar de manera progresiva el Aporte Fiscal Directo (en tanto su
crecimiento está directamente asociado a la disminución, y eventual desaparición, del
AFD), así como también la mayor parte de los fondos por desempeño actualmente
existentes.
iii. El fondo para instituciones estatales, cuya finalidad es proveer a las instituciones de
educación superior de financiamiento destinado al cumplimiento de normas, principios
y responsabilidades propias de éstas. Sin embargo, cabe señalar que ni en la
presentación de Hacienda frente a la Comisión de Educación de la Cámara ni en el
Informe Financiero del Proyecto de Ley se entregan mayores detalles acerca la
proyección de este fondo en el tiempo. En este último documento únicamente se señala
que “contendrá el actual monto del Convenio Marco de las universidades estatales
establecido en la ley N° 20.882” y que su monto total “será fijado anualmente en la Ley
de Presupuestos del Sector Público”.
15
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados
En términos concretos, la proyección del gobierno distingue cuatro posibles escenarios que
determinarán el nivel de cobertura posible de alcanzar, tomando como indicador para aquello el
porcentaje de ingresos fiscales estructurales en relación al PIB Tendencial (IE/PIBT). Los cuatro
escenarios son:
Cobertura 7 primeros deciles: En caso que los ingresos estructurales alcancen un 23,5% del
PIB Tendencial.
Cobertura 8 primeros deciles. En caso que los ingresos estructurales alcancen un 24,5% del
PIB Tendencial.
Cobertura 9 primeros deciles. En caso que los ingresos estructurales alcancen un 26,5% del
PIB Tendencial.
Cobertura universal. En caso que los ingresos estructurales alcancen un 29,5% del PIB
Tendencial.
Los montos de financiamiento institucional para la gratuidad proyectados por el Gobierno para cada
uno de los escenarios mencionados se reflejan en la siguiente tabla
16
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados
Por su parte, los distintos niveles de cobertura proyectados por Hacienda, en función de los
escenarios anteriormente expuestos, se expresan de la siguiente manera.
17
En síntesis, de acuerdo a la proyección elaborada por Hacienda, para implementar la gratuidad
universal en régimen el aporte por gratuidad debería ser de $2.811.633 millones de pesos, que
permitirían cubrir un total de 1.249.414 estudiantes. Es decir, el aporte en términos agregados sería
equivalente a $2.250.361 por estudiante (en promedio ponderado).
Otro tanto ocurre con las becas de arancel, proyectadas para ir disminuyendo de manera gradual
en la medida que avanza el régimen de gratuidad. Con el fin de cumplir con el principio de no
eliminar beneficios adquiridos por los estudiantes con anterioridad a 2017, y a su vez de promover
un crecimiento gradual de la matrícula de la Red Pública sin dejar a la deriva a estudiantes por fuera
de dicha Red, es necesario precisar que para considerar recursos potencialmente dirigibles a la
construcción y expansión de la Red Pública, deben contarse exclusivamente la proporción de becas
de arancel orientada a estas instituciones. El detalle de este ejercicio puede observarse en el Anexo
II.
Por otra parte, y como fue anteriormente señalado, en materia de financiamiento institucional la
propuesta del gobierno contempla la creación de un “fondo para la investigación y la creación
artística” para las instituciones adscritas a la gratuidad. Este fondo reemplazaría gradualmente al
Aporte Fiscal Directo, en una relación de crecimiento equivalente al doble de lo que disminuya año
a año el AFD, como se puede observar en la siguiente tabla:
18
Fuente: Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, 12 de
julio de 2016.
Con todo, cabe señalar que para efectos de las proyecciones que se presentarán más adelante, se
considerará exclusivamente la proporción de Aporte Fiscal Directo (AFD) proyectable para
instituciones de la Red Pública, la cual correspondería al 75,2% del AFD tomando como referencia
la asignación de estos recursos para el año 2014, de acuerdo al más reciente Anuario Estadístico del
Consejo de Rectores (ver detalle de proyección en Anexo II)
Además del Fondo para la Investigación y la Creación Artística, la propuesta del Gobierno contempla
un Fondo para Universidades Estatales, del cual sin embargo no se entrega mayor información salvo
señalar que contendrá “como mínimo” para 2017 el monto del convenio marco de las universidades
estatales establecido en la ley N° 20.882 ($33.648 millones en Ley de Presupuestos 2016).
19
TABLA 7 - Financiamiento Institucional dirigible a Red de Educación Pública (2017-2020)
Financiamiento Institucional (MM$ 2016) 2017 2018 2019 2020 (*)
Aporte Fiscal Directo (1) $ 162.681 $ 158.918 $ 155.156 $ 125.057
Fondo investigación y creación artística (1) $0 $ 10.000 $ 20.000 $ 100.000
Fondo Universidades Estatales (2) $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648
CFT Estatales (3) $ 9.448 $ 19.890 $ 28.390 $ 17.588
FDI (4) $ 27.140 $ 22.112 $ 17.112 $ 27.056
Fondo Basal por Desempeño (4) $ 20.878 $ 15.878 $ 5.878 $ 20.878
Fortalecimiento CRUCH (4) $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294
Convenio U de Chile (4) $ 9.000 $ 9.004 $ 9.007 $ 9.010
Total (MM$) $ 268.089 $ 274.744 $ 274.485 $ 338.531
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%
Fuente: Elaboración propia a partir de las siguientes fuentes de información
(1) Presentación Ministerio de Hacienda ante Comisión de Educación Cámara de Diputados, 12 de julio de 2016. Se
consideran exclusivamente montos proyectados para instituciones de la Red Pública (ver Anexo II)
(2) Fondo “Convenio Marco”, Ley de Presupuestos 2016. Se considera estable en el tiempo en función de la
información disponible.
(3) Informe Financiero Ley N° 20.910
(4) “Proyección del Gasto Fiscal en Educación Superior”, Dirección de Presupuestos, Diciembre 2015. Para FDI y
Fondo Basal por Desempeño se considera trayectoria gradual asociada a la evolución proyectada por DIPRES en
el período 2015-2020, y al crecimiento del Fondo para la Investigación y Creación Artística.
Un aspecto ineludible a la hora de hablar del proyecto actual del Gobierno en materia de
financiamiento es que no se pronuncia en modo alguno respecto al Crédito con Aval del Estado.
Podría argumentarse que frente a una gratuidad en régimen no sería necesario, sin embargo la
incertidumbre de la implementación efectiva de dicho régimen y su indexación a un determinado
porcentaje de recaudación en relación al PIB, así como también la posibilidad de que instituciones
queden fuera de la gratuidad, hace del CAE un aspecto necesario de abordar en este análisis.
El Crédito con Aval del Estado (CAE), creado el año 2005, se presentó como una política pública de
superación de los efectos nocivos del mercado, un paso clave en resolver el problema de injusticia
en el acceso a la educación chilena. Asimismo, se mostró también como la solución definitiva a la
permanente insuficiencia del Fondo Solidario de Crédito Universitario13. La forma que asumió esta
política fue un esquema “que intermedie recursos desde el mercado de capitales hacia los
estudiantes, en condiciones que permitan la devolución de estos fondos en concordancia con el
incremento futuro de sus ingresos”14. A través de este instrumento, resistido en su momento por
los estudiantes, el Estado licita a la banca privada un conjunto de carteras de deudas de estudiantes
que ingresan a la educación superior, actuando como aval de dicho endeudamiento.
13 Ejemplo de ello es que el gobierno de Ricardo Lagos atribuía el déficit del Fondo Solidario, principalmente, su dependencia de recursos
públicos y al ser estos administrados de manera ineficiente, con bajas tasas de recuperación. Este diagnóstico se enmarca dentro de un
análisis más general de quienes desde fines de los años '90 identifican una pérdida de "dinamismo" de la educación superior c omo
consecuencia de un modelo "internamente fracturado" por la división entre educación pública y privada. A partir de este diagnóstico se
promoverá una nueva política para la educación superior orientada precisamente a desplazar el eje público/privado, y por ende,
explícitamente contrario a la construcción de la educación pública. Ver Brunner, J. (2005). Hacia una nueva política de educación superior.
En Foco (45). Santiago: Corporación Expansiva.
14 Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. (2005). Historia de la Ley N° 20.027.
20
Para incentivar a los bancos privados a tomar parte en un negocio que a priori se suponía como
altamente riesgoso, se fijaron fundamentalmente dos mecanismos. Por un lado, establecer una tasa
de interés lo suficientemente elevada como para asegurar márgenes significativos de rentabilidad a
los bancos participantes. Y por otra parte, el establecimiento de la figura del “sobreprecio” o
“recarga”, mediante la cual los bancos tienen la facultad de vender al Estado (o, de manera más
exacta, hacer efectivo unilateralmente el aval estatal) la deuda de aquellos estudiantes con bajas
proyecciones de ingresos, ante lo cual el fisco cancela el monto original del crédito más una comisión
adicional (que constituye la “recarga”), acordada al momento de la licitación, y sin un límite
establecido por ley.
Desde 2012, con la aprobación de la Ley N° 20.634 15, a este gasto se le adiciona la rebaja en la tasa
de interés del CAE a un 2% que se realiza a través de subsidio adicional del fisco a la banca privada
por este concepto.
De este modo, si para el año 2017 en adelante se mantuviesen inalterados los patrones de
crecimiento del gasto público en el Crédito con Aval del Estado, considerando tanto asignaciones de
créditos nuevos, como los sucesivos pagos a la banca privada a través de la recarga y el subsidio
adicional, es posible proyectar el siguiente escenario de desembolso de recursos para los próximos
años (ver detalle de proyección en Anexo II).
En conclusión, si se considera tanto las asignaciones que contempla el proyecto del gobierno en
materia de financiamiento estudiantil y financiamiento institucional, agregando a ello los recursos
adicionales que podría reportar la adopción de la decisión política de reorientar de manera más
racional los recursos que hoy el Estado de Chile invierte en el Crédito con Aval del Estado, es posible
proyectar los siguientes recursos para un uso alternativo basado en la construcción de una Red de
Educación Pública como eje articulador del sistema de educación superior.
15 En abril de dicho año se anunció un proyecto de reforma al Crédito con Aval del Estado, con dos ejes de cambio: por un lado, una rebaja
en la tasa; y por otro, la desaparición de los bancos como intermediarios del Crédito, creándose una “agencia pública” para efectos de la
administración del sistema de financiamiento. La tramitación posterior del proyecto decantaría finalmente en que, si bien no reemplaza
a los bancos, la rebaja de la tasa de interés se realiza a través de subsidio adicional del fisco a la banca privada por este concepto
21
TABLA 9 – Total Recursos Disponibles
Financiamiento Estudiantil (MM$ 2016) 2017 2018 2019 2020 (*)
Aporte por Gratuidad $ 726.119 $ 925.322 $ 1.287.148 $ 1.675.157
Becas $ 55.581 $ 40.466 $ 19.758 $ 11.155
Fondo Solidario $ 12.914 $ 12.914 $0 $0
Total Financiamiento Estudiantil $ 794.614 $ 978.702 $ 1.306.906 $ 1.618.312
Financiamiento Institucional (MM$ 2016)
Aporte Fiscal Directo $ 162.681 $ 158.918 $ 155.156 $ 125.057
Fondo investigación y creación artística $0 $ 10.000 $ 20.000 $ 100.000
Fondo Universidades Estatales $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648 $ 33.648
CFT Estatales $ 9.448 $ 19.890 $ 28.390 $ 17.588
FDI $ 27.140 $ 22.112 $ 17.112 $ 27.056
Fondo Basal por Desempeño $ 20.878 $ 15.878 $ 5.878 $ 20.878
Fortalecimiento CRUCH $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294 $ 5.294
Convenio U de Chile $ 9.000 $ 9.004 $ 9.007 $ 9.010
Total Financiamiento Institucional $ 268.089 $ 274.744 $ 274.485 $ 338.531
Crédito con Aval del Estado (MM$ 2016)
CAE nuevos $ 44.051 $ 40.218 $ 36.719 $ 33.525
Recarga del CAE $ 74.850 $ 75.635 $ 76.428 $ 77.229
Subsidio CAE (Ley 20.634) $ 11.827 $ 11.775 $ 11.722 $ 11.670
Total CAE $ 130.728 $ 127.628 $ 124.869 $ 122.424
TOTAL RECURSOS $ 1.193.431 $ 1.381.074 $ 1.706.260 $ 2.079.267
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT de 23,5%
Si es que no se consideraran los recursos del CAE, contemplando solamente los recursos
institucionales y financiamiento estudiantil, es posible proyectar en términos per cápita, tanto según
la cobertura estimada por Hacienda, como la cobertura anteriormente proyectada de acuerdo al
arancel regulado 2016, un gasto total por estudiante equivalente a las siguientes cifras:
La responsabilidad por los miles de jóvenes que hoy estudian en instituciones de dudosa calidad es
pública. El Estado no puede desatenderse de la expansión que ha potenciado y sus consecuencias.
Una reforma a la educación superior con sentido público debe asumir la responsabilidad con todos
los estudiantes que hoy se encuentran el sistema, asegurándoles la validez y proyección de sus
estudios.
22
Sin perjuicio de ello, es fundamental asumir con la misma responsabilidad el tránsito gradual a un
sistema que utilice eficiente y racionalmente los recursos, al servicio de una reforma que fortalezca
el papel público de la educación superior. Por cierto, esto significa que ningún estudiante puede
perder lo que ya recibe, pero también que las lógicas de mercado en el financiamiento universitario
no pueden seguir reproduciéndose.
Para dar un giro a la evolución cuestionada en este informe y llevar adelante una reforma que ponga
en el centro la educación pública, con sentido de futuro, comprometida con la desmercantilización
de la educación, en principio, no se requieren recursos frescos distintos a los que el Gobierno ya ha
proyectado más aquellos que ya utiliza en financiar mecanismos de mercado. Bastaría con asumir
una disposición distinta -un nuevo trato- con las instituciones públicas y buscar encabezar un
proceso de transformación de la educación superior, en la línea de lo que el mundo educacional ha
manifestado desde las movilizaciones del 2011.
Concretamente, el ejercicio que se propone a continuación busca reflejar como sería una
redistribución de los recursos bajo estos principios para los años 2017 y 2020 (orientado al 30% de
la matrícula en la Red Pública), y para el período 2021-2025 (cuya meta es del 50% de cobertura de
la Red Pública), a partir de un esquema de financiamiento basal a las instituciones de la Red.
Simulación 2017-2020
Para efectos del cálculo del financiamiento basal a las instituciones de la Red Pública que permita la
simulación de sus potenciales resultados, se propone iniciar la etapa 2017-2020 con un
financiamiento equivalente a 4 millones per cápita, el que vaya disminuyendo gradualmente en
$100.000 per cápita hasta llegar a un equivalente a 3,7 millones al año 2020. Aunque en la
experiencia comparada no es el monto de aporte por estudiante el que se utiliza para calcular el
financiamiento público, la información disponible en Chile hace que sea esta alternativa necesaria
para instalar la discusión pertinente. Cabe señalar que esta cifra sobrepasa los niveles per cápita
propuestos por el Gobierno para todo el sistema que fueron anteriormente analizados, haciéndose
cargo de la necesidad de que esta etapa siente las bases del crecimiento de las instituciones
públicas, permitiendo la necesaria adecuación en inversiones que se requiere para aquello, y
permitiendo una mayor calidad.
Observando este ejercicio para el 2017, se tiene que la gratuidad universal para las instituciones
públicas, de acuerdo a la proyección de matrícula hecha en apartados anteriores del presente
documento, involucraría un total de $1.136.936 millones de pesos. De acuerdo al ejercicio hecho en
el acápite anterior, para el año 2017 habría un total de $1.193.431 disponibles.
Es decir, es posible financiar una gratuidad universal en la Red de Instituciones Públicas (a un total
de 284.234 estudiantes) y contar a su vez con un diferencial de recursos de $56.492 millones, que
podría orientarse hacia el financiamiento (bajo el arancel regulado proyectado por el Gobierno de
$2.250.361 en promedio ponderado) de 25.105 estudiantes. Este último aspecto es necesario para
hacer viable una transición hacia la hegemonía de la educación pública sin perjudicar a estudiantes
que en el estado de crecimiento 2017 no logren incorporarse a estas instituciones, pero sin que
aquello implique mantener el Crédito con Aval del Estado, y sin tampoco perjudicar a estudiantes
que el año 2016 accedieron a la gratuidad en instituciones por fuera de la Red Pública.
23
A su vez, bajo esta misma lógica, para los años 2018 y 2019 es posible también financiar una
gratuidad universal en la Red de Instituciones Públicas (a un total de 315.432 y 346.799 estudiantes
respectivamente), contando a su vez con recursos remanentes que permitirían una cobertura bajo
arancel regulado de 67.051 y 172.605 estudiantes respectivamente.
Finalmente, el 2020 constituye un buen parámetro para analizar los futuros escenarios posibles.
Ejemplo de esto es proyectar el año 2020 en el escenario más “pesimista” dentro de los propuestos
por el Gobierno, en que los ingresos estructurales alcanzan un 23,5% del PIB tendencial. Utilizando
las mismas fuentes señaladas en los apartados anteriores para establecer las proyecciones, se puede
constatar un total de recursos disponibles de $1.706.260 millones. Dichos recursos permitirían
financiar una gratuidad universal en la Red de Instituciones Públicas a un total de 378.335
estudiantes, contando a su vez con aproximadamente $679.427 millones de recursos remanentes.
Estos últimos montos permitirían una cobertura bajo arancel regulado de 301.919 estudiantes.
El detalle de esta simulación en los términos antes descritos se presenta en la siguiente tabla.
Al contrastar estas cifras 2017-2020 con la cobertura que es posible alcanzar con los recursos que
propone invertir el gobierno, si bien se observan niveles levemente mayores en la propuesta del
Gobierno, la diferencia es sustantiva respecto al tipo de educación que se prefigura para los años
posteriores. Y como se verá a continuación para el período 2021-2025, los niveles de cobertura
propuestos por el Gobierno son igualmente alcanzables de manera gradual sin depender de un
shock expansivo en términos de crecimiento económico ni de una segunda Reforma Tributaria.
24
Simulación 2021-2025
Para la simulación del período 2021-2025, continuando la lógica de la etapa anterior, se propone
una disminución gradual de $100.000 per cápita con miras a llegar al año 2025 a un financiamiento
equivalente a 3,2 millones per cápita, monto que (conviene señalar) sigue siendo superior a los
niveles de financiamiento propuestos por el Gobierno para todo el sistema.
Por otro lado, respecto a los recursos disponibles, a partir del escenario 2020, se propone un
incremento gradual de 2,7% por año. Esta proporción es equivalente al total del crecimiento que
representa el actual proyecto de Ley de Presupuesto 2017 en relación al presupuesto 2016,
calificado por el propio Gobierno como “austero y priorizado”17 e incluso por algunas voces como
“uno de los más austeros de los últimos 13 años”18. Es decir, se trata de una estimación conservadora
de incremento de los recursos.
Con todo aquello en consideración, es posible proyectar para el año 2025 una cobertura universal a
las instituciones de la Red Pública con un total de 639.298 matriculados, contando a su vez con
recursos adicionales que permitirían apoyar a un total de 146.548 de otras instituciones,
alcanzándose una cobertura total de 785.846 estudiantes.
En resumen, a partir del ejercicio propuesto para los dos períodos, se plantea un camino de
reconstrucción y fortalecimiento de un sistema público mayoritario que resulta factible
16 Ubierna. R (2012). Economías de escala en las universidades públicas españolas. Contribuciones a la Economía, Agosto 2012.
Recuperado de http://www.eumed.net/ce/2012/rub.html
17 http://www.emol.com/noticias/Economia/2016/09/29/824300/Presupuesto-2017-Bachelet-anuncia-que-8-de-cada-10-pesos-de-
aumento-sera-para-Educacion-Salud-y-Seguridad.html
18 http://www.elmostrador.cl/mercados/2016/09/30/presidenta-escucho-a-su-ministro-de-hacienda-y-las-clasificadoras-y-presento-el-
presupuesto-mas-austero-en-casi-20-anos/
25
considerando las nuevas instituciones estatales que comenzarían a operar en los próximos años. Así
pues, sin depender de los vaivenes del crecimiento económico, un análisis conservador de los
escenarios posibles para los próximos años da cuenta de la Educación Pública como la vía a través
de la cual es posible aprovechar de manera más racional los recursos fiscales con el fin de incorporar
a la mayoría de los jóvenes chilenos que ingresan a la educación superior a instituciones públicas y
gratuitas, con el significativo beneficio social que implicaría la formación de estudiantes en planteles
de mayor calidad y menor segregación (como se verá en el siguiente apartado).
Cabe a su vez señalar que el análisis hecho en este apartado constituye un ejercicio estático, que no
considera la necesidad de la necesidad de cerrar instituciones privadas ni impedirles matricular
nuevos estudiantes, sin perjuicio de la legítima necesidad país de discutir la calidad y pertinencia de
algunos proyectos privados actualmente existentes. Asimismo, tampoco las cifras incluyen como
hecho la posibilidad (que recientemente se ha incorporado con relevancia en la discusión) de
recuperar el control público sobre la red INACAP, que al año 2016 cuenta con un total de 120.527 19
estudiantes matriculados, lo que permitiría también engrosar la red pública y que sería igualmente
financiable de manera gradual con los recursos remanentes arrojados por los ejercicios
anteriormente realizados.
19Desagregados en 48.634 matriculados en el Centro de Formación Técnica, 36.417 en el instituto Profesional, y 35.476 en la Universidad
Tecnológica de Chile INACAP (Fuente: Base de datos de Oferta Académica, SIES www.mifuturo.cl)
26
IV. ¿Es deseable? Consecuencias esperadas de la expansión de la
Educación Pública
a) Aporte a la disminución de la segregación en el sistema
La literatura académica recoge con abundante evidencia el hecho que la expansión de la educación
superior, en la experiencia comparada, se da reproduciendo -con mayor o menor intensidad- la
estratificación social precedente. Las clásicas investigaciones de Bourdieu y Passeron plantearon
este punto a fines de los años 60’s 20. Luego se acuña el concepto de “desigualdad máximamente
mantenida” y de “desigualdad persistente” para referir a este fenómeno21. Además, existe también
una amplia discusión sobre el impacto del mercado en los procesos de expansión de la educación
superior, y su efecto específico en la igualdad22.
El caso chileno, cuya expansión ha sido atizada por el mercado, presenta una fisonomía particular
en términos de igualdad. En Chile las nuevas matrículas van a parar a instituciones docentes de
reciente creación, buena parte de ellas con fines lucrativos (a lo que aquí hemos llamado sistema
“masivo-lucrativo”). Mientras las universidades públicas, de investigación, y más ampliamente todo
el Consejo de Rectores, tienden a disminuir su peso en el sistema, lo aumentan dramáticamente los
planteles nuevos.
Tal forma histórica de expansión estratifica de manera específica. No son los códigos lingüísticos al
interior del aula las que separan a distintos sectores sociales, sino que se forma para cada uno de
ellos determinado entorno institucional, de tal modo que estos segmentos nunca traban contacto
sustantivo entre sí. A nivel sistémico, por la expansión, la educación superior chilena excluye menos.
Pero al interior de cada institución, aumenta la homogeneidad (sea de ingresos altos, bajos o
medios), por lo que mientras más avanza la expansión más se consolida la segregación del sistema.
En sentido contrario, el antiguo Consejo de Rectores mantiene un perfil de estudiantes más
heterogéneo al interior de cada plantel.
20 Ver: Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (1996). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. México: Fontamara.
21 Ver: Raftery, A., & Hout, M. (1993). Maximally maintained inequiality: expansion, reform and opportunity in Irish Education. Sociology
of Education, 75, 41–62, y también Shavit, Y., & Blossfeld, H.-P. (1993). Persistent inequality: changing educational attainment in
thirteen countries. Social inequality series. Westview Press.
22 Una revisión en Marginson, S. (1997). Markets in Education. Sydney: Allen & Unwin, y más reciente en Ball, S. J., & Youdell, D. (2007).
27
GRÁFICO 3 - Promedio de ingresos familiares y desviación típica de ingresos familiares según
instituciones universitarias de estudiantes de mayores y menores ingresos (2010)
Si se toman las tres universidades con estudiantes de menores ingresos familiares de todo el CRUCH,
y se comparan con las tres universidades de igual condición creadas post 1981, los diferenciales son
evidentes. Luego, si se hace el mismo ejercicio pero en las tres casas de estudio con estudiantes de
mayores ingresos (entre CRUCH y creadas post 1981), la conclusión es equivalente. En ambos casos
el sistema post 1981 tiene extremos más bajos y altos respectivamente, pero al interior de las
instituciones el CRUCH es menos segregado.
Esta evidencia se acompaña con las imágenes más divulgadas de un sistema universitario “cota mil”,
alimentado principalmente con jóvenes egresados de colegios particular pagados; y de un sistema
universitario privado de baja selectividad y masivo, alimentado con estudiantes con origen en
escuelas municipales y colegios particular-subvencionados. Ninguna de estos espacios
institucionales ha creado universidades de investigación. En las próximas semanas la Fundación
Nodo XXI presentará un trabajo dirigido a establecer con detalle y evidencia empírica este punto.
23Ver: Orellana, V. (2011). Nuevos estudiantes y tendencias emergentes en educación superior. Una mirada al Chile del mañana. In M.
Jiménez & F. Lagos (Eds.), Nueva geografía de la educación superior. Santiago: Foro Aequalis - Universidad San Sebastián.
28
que la ampliación de estas instituciones traiga como consecuencia necesaria su heterogeneización
social.
Para evitar que el sistema privado concentre a los segmentos altos y reproduzca dinámicas
segregadoras, además de esta expansión controlada de la red pública sería necesario establecer
medidas que obliguen a estas instituciones a integrar estudiantes de distintos sectores sociales. Del
mismo modo, la educación técnico-profesional debiese articularse con la universitaria de manera
más dinámica. Todas estas cuestiones, sumadas, apuntarían a un sistema de educación superior más
integrado. Un sistema que no será perfecto, y probablemente también sufra el peso de las
desigualdades de origen. Pero que pueda hacer frente a estas situaciones con un pie mejor, en lugar
de la actual situación, en que la política pública estimula la segregación.
Despolitizar el concepto de calidad educativa es quizás el primer acierto del modelo neoliberal
imperante en Chile. Hay acuerdo sobre la dependencia de este concepto a los contextos nacionales,
siendo el pilar fundamental para erigir el Sistema de Educación Superior. Por lo tanto, es necesario
asumir que se trata de definiciones e interrelaciones dinámicas, que son actualizadas en base a las
exigencias de la sociedad y a los requerimientos de las fuerzas políticas más influyentes del sistema
en un determinado periodo. Es por ello que el concepto de calidad en educación superior es
cambiante y, como ocurre en Chile, en muchos casos se asocia a una posición ideológica que concibe
a la educación al servicio de la economía, vinculando el rol de las universidades a las labores de
gobierno.
También es necesario replantearse el rol de las agencias de calidad en tanto éstas impactan en el
grado de autonomía que las universidades tengan. A este respecto, a nivel internacional es común
el diagnóstico asociado a que las universidades más apropiadas de sus procesos de mejora tienen
una mejor disposición que aquellas en que están vigiladas por medio de controles de gestión y
estímulos financieros, como lo es el caso chileno.
A pesar de ser una preocupación compartida y transversal, los instrumentos para medir
objetivamente la calidad son incipientes en Chile y en el mundo. Las mediciones disponibles son
parciales y acotadas, e incluso también controversiales.
29
En el caso chileno disponemos de un sistema de aseguramiento de la calidad que certifica los niveles
institucionales (gestión institucional, docencia, investigación y vinculación con el medio), y cada
programa. Por no ser obligatoria, hoy cerca del 46% de las instituciones no están acreditadas. A nivel
de programas la acreditación está menos presente aún. En 2014 sólo el 34% de las carreras
profesionales estaban acreditadas, y en el caso de las técnicas la cifra llegaba apenas al 1,2%. En
ambos casos, la no acreditación es la realidad predominante en las instituciones privadas surgidas
con posterioridad a 1981.
Siendo la acreditación entonces un observable de calidad que no llega siquiera a dar juicio sobre
más de la mitad del sistema, el instrumento en cuanto tal es también parcial y acotado. La
acreditación de gestión institucional da cuenta únicamente de su viabilidad institucional y
coherencia entre objetivos institucionales y diseño organizacional. La acreditación de docencia hace
lo propio con las políticas internas y las unidades académicas, sin que existan medidas objetivas de
logro de aprendizaje ni tampoco indicadores de satisfacción o percepción por parte de los
estudiantes, como sí ocurre en otras partes del mundo.
Las dificultades del instrumento de medición de la calidad con que cuenta el país, para ser un
indicador objetivo y de consenso, es reflejo de un concepto de calidad que es esencialmente difuso,
sobre el cual existe mucho debate pero poca definición compartida. En lo que sí hay consenso, es
que las mejores instituciones del sistema son las Universidades de Investigación (categoría que
habitualmente incluye a las universidades de Chile, Católica Pontificia de Santiago, de Santiago, de
Concepción y Austral), todas incluidas en la actual propuesta de expansión de la matrícula. Hoy hay
13 universidades acreditadas en todas las áreas. De ellas, 10 están incluidas en la propuesta. En el
otro extremo, actualmente 10 universidades han sido rechazadas en su acreditación. Ninguna de
ellas se incluye en esta propuesta.
30
planteles excluidos de la proyectada expansión de matrícula que tienen 4 o más años de
acreditación llegan a 202.962 casos. Y quienes estudian en instituciones con las mismas condiciones
de acreditación de las incluidas suman 305.190. Si se toman en consideración promedios, las
universidades excluidas de la propuesta tienen un promedio de años de acreditación -ponderando
por su cantidad de alumnos- de 3,9 años, mientras que las que se incluyen en ella llegan a 5,3 años,
siguiendo el mismo procedimiento.
31
V. Conclusiones
Una reforma sustantiva de la educación superior debe tener entre sus objetivos responder a las
demandas sociales por democratizarla, tanto en acceso como en calidad. La sociedad chilena actual
requiere que su sistema terciario coopere en extinguir los privilegios derivados del saber. Esa es la
gran promesa, aun incumplida, de la educación pública. El acceso al conocimiento no debe continuar
supeditado a los intereses de algunos pocos y restringido a las posibilidades que entrega el mercado.
Tal conocimiento y experiencia, además, debe dirigirse a un proyecto nacional de desarrollo, que
nos permita un aprovechamiento pleno de nuestras potencialidades humanas y naturales, al mismo
tiempo que expanda la cultura, la libertad, y la crítica democrática. Tal misión es la que le atribuimos
a la educación pública del siglo XXI.
Para ello la reforma a la educación superior debe propiciar la superación de los altos niveles de
segregación que tiene el sistema educativo chileno y en el horizonte debe estar el principio de
acceso universal a la educación superior, lo que posibilita la concreción del derecho a la educación.
Como transición a ese sistema, se debe construir un mecanismo de admisión que garantice la
integración social y el desarrollo individual y colectivo de los talentos y capacidades de las personas.
Como hemos desarrollado a lo largo del presente documento, sostenemos que el mecanismo clave
para el ejercicio de una institucionalidad en esos términos está en la expansión de las vacantes en
las universidades públicas. Realizar el derecho a la educación implica expandir la educación pública,
objetivo que no se juega tanto en los medios de la selección, sino que más bien en el
robustecimiento de la oferta pública de educación. El ejercicio presentado tiene, por supuesto,
múltiples limitaciones. Es un primer esfuerzo –la Fundación seguirá trabajando en esta línea en el
futuro- para establecer la posibilidad real del camino de la educación pública. De tal manera, es de
interés mostrar la verdadera dicotomía del debate: regular hasta el hastío tecnocrático un sistema
fracasado, caro, segregador y controlado por poderes económicos nacionales y transnacionales; o
reconstruir la educación pública. La regulación de la oferta privada es necesaria, por cierto. Pero no
es ese el horizonte de cambio sustantivo y democrático que la sociedad anhela. No se debe seguir
creyendo que regular un sistema que ha dado múltiples señales de fracaso es la respuesta, sino que
se trata de desplazar su centralidad con la expansión de una nueva educación pública. Ese horizonte
es perfectamente posible, y no implica gastar más de lo ya comprometido. Los presupuestos de años
anteriores, en especial, este, no son austeros. Todo lo contrario, son una sangría de recursos fiscales
que benefician intereses lucrativos específicos. Una orientación como la sugerida aquí es, por tanto,
más responsable.
Tenemos la convicción que, además de ser el camino correcto, lo que aquí se propone será más
conveniente para las arcas fiscales que mantener –e incrementar, como ha pasado en los últimos
32
años- la hemorragia de recursos públicos que representa el CAE. Del mismo modo, no hay una
política más efectiva contra el lucro que concentrar el grueso de los recursos del país en la educación
pública, haciéndola masiva. Ha sido el propio Estado el que ha impulsado la educación privada, al
impedir el desarrollo de la educación pública. Hoy se trata justamente de revertir tal tendencia.
Naturalmente, un camino de esta naturaleza será gradual y tiene como límite las posibilidades reales
del país. No obstante, para emprender dicho camino se requiere un compromiso político con una
reforma genuina, pues empezar a recorrer el camino de la educación pública es perfectamente
posible, incluso sin comprometer recursos adicionales. Una reforma a la educación superior que
pueda ser una respuesta legítima a los anhelos de cambio de la sociedad chilena, no puede limitarse
a medidas técnicas de mejora o de apoyo puntual a las instituciones estatales. Si se trata de una
ambiciosa reconstrucción de la educación pública, la energía necesaria para tal tarea sólo será
posible en un amplio consenso social por la educación.
Con ese espíritu, deseamos e impulsaremos que se constituya un espacio deliberativo que pueda
acordar una hoja ruta para construir una nueva educación pública, convocando a las autoridades y
a los actores que han puesto esta lucha en el debate nacional. Se debe definir en este espacio un
horizonte común que las autoridades se comprometan genuinamente a respetar. De esa manera,
cada uno de los pasos de la reforma a la educación superior a su debido tiempo, compuesta por
cambios constitucionales, reformas legales y medidas administrativas, serán reconocidos por la
sociedad como parte de una reforma legítima. Nosotros nos ponemos en total disposición de
contribuir a dicho acuerdo.
33
ANEXO I – Proyección demográfica
La estimación busca dar el marco poblacional para el cálculo de la tasa bruta de participación en la
educación superior, a saber, la participación potencial en la matrícula de educación superior en la
población entre 18 y 24 años.
Los datos básicos para elaborar las proyecciones de población al año 2025 provienen de los cálculos
del INE “Actualización de población 2002-2012 y proyecciones 2013-2020”, que utiliza como base de
estimación los resultados de los censos hasta el año 2002, los registros de estadísticas vitales
(nacimientos y defunciones) y de los registros administrativos del Departamento de Extranjería del
Ministerio del Interior, para el periodo 2002-2012. 24
El punto de partida del modelo lo constituyen las poblaciones proyectadas por la actualización del
INE, como población en las cohortes que potencialmente participa de la educación superior el año
2016 (18 a 24 años):
TABLA 15 – Estimación de la población entre 18 a 24 años para 2016, según proyecciones INE
Cohortes Edades Habitantes
Cohorte 1992 24 299.019
Cohorte 1993 23 292.661
Cohorte 1994 22 286.637
Cohorte 1995 21 280.562
Cohorte 1996 20 275.076
Cohorte 1997 19 270.037
Cohorte 1998 18 264.964
Población total 1.968.955
Como la estimación del INE llega hasta el año 2020 se creó un coeficiente de crecimiento de la
población, basado en la pauta de crecimiento poblaciones en cada año en las cohortes que van
desde el 1992 (24 años el 2016) a la del 2007 (18 años en 2025). Para el cálculo del coeficiente se
utilizó la media geométrica25, de manera de identificar la pauta de crecimiento porcentual promedio
de la población en cada una de esas cohortes:
24 http://www.ine.cl/canales/chile_estadistico/familias/demograficas_vitales.php
25 Es una medida de tendencia central que puede utilizarse para mostrar los cambios porcentuales en una serie de números positivos.
34
TABLA 16 – Tasa de crecimiento de la cohorte, en las distintas edades, en las cohortes 1992 a
2007 (entre los cero años y la edad de proyección en 2016).
Tasa
Cohorte
de crecimiento
cohorte 2007 0,175%
cohorte 2006 0,171%
cohorte 2005 0,159%
cohorte 2004 0,145%
cohorte 2003 0,129%
cohorte 2002 0,114%
cohorte 2001 0,113%
cohorte 2000 0,111%
cohorte 1999 0,110%
cohorte 1998 0,107%
cohorte 1997 0,105%
cohorte 1996 0,103%
cohorte 1995 0,109%
cohorte 1994 0,127%
cohorte 1993 0,142%
cohorte 1992 0,156%
De esta forma la población en edad universitaria para cada año, entre 2016-2025, se proyecta de
la siguiente forma:
De esta forma, y bajo los supuestos expuestos en el Informe –una pauta de crecimiento de la
matrícula que sigue la pauta decreciente de los quintiles de mayores ingreso- queda definido el
marco para el cálculo de la cobertura de la matrícula propuesta por el Informe (tasa bruta del 75%),
que para el año 2025 supondría una matrícula de 1.278.597 alumnos.
35
Ahora bien, asumir automáticamente estos supuestos, implica una matrícula proyectada para 2016
de 1.476.717 estudiantes. Aquello no se condice con la realidad de la matrícula efectiva de este año
(1.247.135), ni con el crecimiento a tasas cada vez más decrecientes que ha ido experimentando la
matrícula total de la educación superior en Chile (como se vio anteriormente en la Tabla 1 del
presente Informe).
Por lo tanto, el supuesto utilizado para la proyección definitiva de matrícula es asumir los 1.278.597
estudiantes del año 2025 como punto de llegada, proyectando desde allí un crecimiento lineal a
partir de la situación actual 2016, quedando así de la siguiente manera.
36
ANEXO II – Proyección Becas y Crédito con Aval del Estado
Becas
Para proyectar posibles recursos considerados para becas de arancel, se debe tener en
consideración el cambio que implicó la implementación de la glosa de gratuidad en el año 2016, que
alteró de manera tanto los montos destinados a becas de arancel como los patrones de asignación
de dichos recursos.
Tal como fue analizado desde Fundación Nodo XXI a comienzos de este año 26, del total de recursos
contemplados en la Ley de Presupuestos 2016 para la implementación de la glosa de gratuidad, más
de la mitad corresponden a disminución real de recursos asignados a becas de arancel.
Concretamente, los recursos destinados en la Ley de Presupuestos del Sector Público pasaron de
representar aproximadamente 534 mil millones al año 2015 a 257 mil millones al 2016. Cabe
asimismo señalar que, dentro de las becas, la que protagonizó esta disminución en mayor medida
fue la Beca Bicentenario, dirigida a estudiantes de universidades acreditadas del Consejo de
Rectores, que pasó de disponer de 277 mil a 34 mil millones.
Por lo pronto, la proyección de escenarios futuros para las becas de arancel debe lógicamente tener
como referencia principal este shock experimentado al año 2016. Considerando los montos
efectivamente ejecutados en becas de arancel para los años 2015 y 2016, se observa una
disminución de un 45,6% en las becas a estudiantes de primer año y de un 16% en los montos
utilizados por concepto de renovación.
TABLA 20 – Total montos ejecutados en becas de arancel 2015 y 2016 (en MM$ Diciembre 2015)
Montos (en MM$ Dic. 2015) Evolución
Becas
2015 2016 2015-2016
Primer Año 203.919 110.972 -45,6%
Renovantes 279.710 234.883 -16,0%
Total 483.629 345.856 -28,5%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos MINEDUC (Información solicitada por Ley de Transparencia)
Proyectando estos mismos patrones de evolución para los años posteriores (-45,6% para becas de
primer año, -16% renovantes) se obtienen los siguientes montos para el período 2017-2020. Cabe
consignar la participación cada vez más residual de las becas a estudiantes de primer año, situación
que resulta coherente con el avance del régimen de gratuidad en los términos propuestos por el
Gobierno.
26Orellana, V. y Sanhueza, J. (2016). “La letra chica de la gratuidad: Apuntes para la discusión”. Grupo de Estudios de Educación, Centro
de Estudios Fundación Nodo XXI.
37
TABLA 21 – Proyección inicial montos destinados a becas de arancel según becas nuevas o
renovantes (2017-2020, en MM$ Diciembre 2015)
Becas 2017 2018 2019 2020
Primer año 60.391 32.865 17.885 9.733
Renovantes 197.241 165.631 139.086 116.796
Total 257.632 198.495 156.971 126.529
% del Total
Primer Año 23,4% 16,6% 11,4% 7,7%
Renovantes 76,6% 83,4% 88,6% 92,3%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos MINEDUC (Información solicitada por Ley de Transparencia)
Ahora bien, la propuesta de implementación del régimen de gratuidad del Gobierno contempla una
disminución más significativa y abrupta aun de los montos totales destinados a becas de arancel en
relación a la proyección hecha en la tabla anterior. Así, por ejemplo en la propuesta del Gobierno se
contemplan aproximadamente 215 mil millones de pesos por este concepto, para llegar a poco
menos de 40 mil millones en el año 2020 bajo el escenario más pesimista de crecimiento y
recaudación tributaria.
De este modo, aplicando los porcentajes de participación obtenidos en la Tabla 21 a los montos
totales para becas de arancel propuestos por el Gobierno es posible proyectar las siguientes cifras
para el período 2017-2020.
TABLA 22 – Proyección montos destinados a becas de arancel según becas nuevas o renovantes
en función de montos totales proyectados por Gobierno (2017-2020, en MM$ Diciembre 2015)
Becas 2017 2018 2019 2020 (*)
Primer año 50.384 24.974 8.170 3.056
Renovantes 164.559 125.866 63.539 36.678
Total Proyectado por Gobierno 214.943 150.840 71.709 39.734
Fuente: Elaboración propia a partir de datos Presentación Hacienda en Comisión de Educación de la Cámara
de Diputados, y porcentajes obtenidos en Tabla 21.
(*) Suponiendo escenario IE/PIBT 23,5%.
Para determinar la proporción de los montos de becas antes señalados que estarían
hipotéticamente destinados a instituciones de la Red Pública (estatales y laicas del CRUCH), se
considera el patrón de asignación de becas correspondiente al año 2016. Se puede ver que en total
el 15,1% de las becas de estudiantes de primer año y el 29,1% corresponden a instituciones de la
Red antes mencionada.
38
TABLA 23 – Montos ejecutados en becas 2016 según tipo de institución (en MM$ Dic. 2015)
Primer Año Renovantes
Tipo Institución $ en Becas % por $ en Becas % por
2016 Tipo IES 2016 Tipo IES
Universidades Estatales 12.231 11,0% 50.065 21,3%
Universidades Laicas CRUCH 4.514 4,1% 18.418 7,8%
Universidades Confesionales CRUCH 6.058 5,5% 24.149 10,3%
Universidades Privadas 17.946 16,2% 49.945 21,3%
Institutos Profesionales 44.298 39,9% 65.425 27,9%
Centros de Formación Técnica 25.722 23,2% 26.466 11,3%
Escuelas Fuerzas Armadas 204 0,2% 415 0,2%
TOTAL GENERAL 110.972 --- 234.883 ---
Fuente: Elaboración propia a partir de datos MINEDUC (Información solicitada por Ley de Transparencia)
Así pues, aplicando los porcentajes antes mencionados a los montos totales consignados en la Tabla
17 (15,1% para becas de primer año y 29,1% por concepto de renovación), es posible generar la
siguiente proyección de montos de becas que se asignarían a instituciones de la Red Pública en caso
de que se mantuviesen inalterados los patrones de asignación de recursos.
Para proyectar los recursos futuros asociados a Aporte Fiscal Directo (AFD) a instituciones de la Red
Pública, se ha adoptado el supuesto de mantener los actuales patrones de asignación de dichos
recursos. De acuerdo al Anuario Estadístico 2014 del Consejo de Rectores 27, se puede observar que
del total de los recursos destinados a AFD para dicho año, el 57,7% fueron a instituciones estatales,
mientras que el 17,5% se asignaron a instituciones laicas y el 24,8% a los planteles católicos del
Consejo. El detalle se desglosa en la siguiente tabla.
27
http://www.consejoderectores.cl/anuario-estadistico
39
TABLA 25 – Asignación Aporte Fiscal Directo por institución, 2014 (cifras en MM$ 2014)
Tipo Institución Institución MM$ AFD % AFD
U. de Chile 37.299 18,8%
U. de Talca 13.091 6,6%
U. de Santiago de Chile 12.116 6,1%
U. de Tarapacá 8.324 4,2%
U. de La Frontera 7.436 3,7%
U. del Bío-Bío 5.066 2,6%
U. Metropolitana de Ciencias de la Educación 4.390 2,2%
U. de La Serena 4.075 2,1%
U. Estatal
U. de Valparaíso 3.961 2,0%
U. Tecnológica Metropolitana 3.807 1,9%
U. Antofagasta 3.759 1,9%
U. de los Lagos 2.662 1,3%
U. Arturo Prat 2.517 1,3%
U. de Playa Ancha de Ciencias de la Educación 2.435 1,2%
U. de Magallanes 1.959 1,0%
U. de Atacama 1.692 0,9%
U. de Concepción 14.647 7,4%
U. Laica CRUCH U. Técnica Federico Santa María 11.110 5,6%
U. Austral de Chile 9.079 4,6%
Pontificia U. Católica de Chile 23.787 12,0%
Pontificia U. Católica de Valparaíso 11.416 5,7%
U. Católica del Norte 9.107 4,6%
U. Confesional CRUCH
U. Católica del Maule 2.028 1,0%
U. Católica de Temuco 1.447 0,7%
U. Católica de la Santísima Concepción 1.366 0,7%
Total 198.574 ---
Fuente: Elaboración propia a partir de Anuario Estadístico 2014 del Consejo de Rectores, sección Fichas por
Institución
De este modo, el supuesto que se utiliza en el presente informe para proyectar recursos de AFD
asociados a la red pública, implica disponer del 75,2% de los recursos asociados a este Aporte,
evitando así perjudicar a las actuales instituciones confesionales del Consejo de Rectores. Así pues,
aplicando dicho porcentaje a los montos propuestos por el propio Gobierno es posible obtener la
siguiente proyección.
40
Crédito con Aval del Estado
El primer aspecto considerado es la “recarga” del Crédito con Aval del Estado. En la siguiente tabla
se puede ver el detalle del gasto fiscal por concepto de la Ley 20.027 hasta el año 2015, incluyendo
los montos proyectados para el período 2016-2020. Para la proyección de estos valores se consideró
el crecimiento promedio del gasto total en el período 2010-2015 (1,05%). Cabe señalar que se
considera exclusivamente desde el 2010 en adelante, con el fin de evitar el sesgo que introduciría a
la estimación el considerar años anteriores, debido al explosivo crecimiento entre los años 2009 y
2010.
Es así como se obtiene un gasto en “recarga” o “sobreprecios” del CAE proyectado para 2017 por
74.850 millones de pesos, así como también los valores para los años posteriores hasta 2025.
TABLA 27 – Total Recursos CAE según compra de créditos y pago de sobreprecios (2006-2015 y
proyección 2016-2020, en MM$ 2016, en MM$ Diciembre 2015)
Compra de
AÑO Recarga Total
créditos
2006 6.593 2.934 9.527
2007 10.971 3.606 14.576
2008 28.599 6.742 35.341
2009 22.357 6.031 28.387
2010 234.311 95.434 329.745
2011 214.400 56.096 270.497
2012 241.522 64.804 306.326
2013 262.113 68.621 330.734
2014 296.383 66.821 363.204
2015 274.092 73.305 347.397
2016 276.966 74.073 351.039
2017 279.869 74.850 354.719
2018 282.804 75.635 358.438
2019 285.769 76.428 362.196
2020 288.765 77.229 365.994
Fuente: Elaboración propia a partir de Datos Comisión Ingresa solicitados por Ley de Transparencia
Bajo la misma lógica, la compra de créditos nuevos es un segundo aspecto a considerar. Para ello se
utilizan la información disponible sobre asignaciones de créditos nuevos en las bases de datos de la
Comisión Ingresa (www.ingresa.cl). Igualmente, para la proyección de valores futuros se considera
el crecimiento promedio del gasto total en el período 2010-2015 (-8,7%). De este modo, si se
mantuviesen inalterados los patrones actuales de evolución del gasto en este ítem, es posible
proyectar un gasto en créditos nuevos para 2017 por 44.051 millones de pesos, así como también
los valores para los años posteriores hasta 2025.
41
TABLA 28 – Total Compra de Créditos Nuevos CAE según compra de créditos y pago de
sobreprecios (2006-2015 y proyección 2016-2020, en MM$ Diciembre 2015)
AÑO TOTAL
2006 $ 9.521
2007 $ 11.232
2008 $ 21.014
2009 $ 83.238
2010 $ 81.722
2011 $ 79.620
2012 $ 67.796
2013 (*) S/I
2014 $ 64.159
2015 $ 52.846
2016 $ 48.248
2017 $ 44.051
2018 $ 40.218
2019 $ 36.719
2020 $ 33.525
Fuente: Elaboración propia a partir de Bases de Datos Asignaciones Créditos Nuevos, sitio Web Comisión
Ingresa www.ingresa.cl
(*) Información 2013 no se presenta desagregada según compra de Tesorería General de la República vs.
Compra bancos privados
Para el caso de los subsidios adicionales introducidos al CAE a contar del año 2012, se consideraron
las asignaciones contempladas en las respectivas Leyes de Presupuestos del período 2013-2016. A
partir del crecimiento promedio del subsidio mencionado en aquellos años (-0,4%) se proyectan los
montos para los años posteriores, arrojándose por ejemplo un total de 11.827 millones de pesos
para el año 2017.
TABLA 29 – Gasto total en subsidios adicionales a Créditos con Aval del Estado (Ley N° 20.634)
(2013-2016 y proyección 2017-2020, en MM$ Diciembre 2015)
Monto (en $
Año
Dic 2015)
2013 12.041
2014 6.850
2015 8.565
2016 11.965
2017 11.827
2018 11.775
2019 11.722
2020 11.670
Fuente: Elaboración propia a partir de Leyes de Presupuestos 2013-2016
42