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A los analistas les interesan “la participación en este proceso. Y han mostrado
que los textos y las conversaciones y, sobre todo, las formas discurso público
controladas por las élites simbólicas, los políticos, los periodistas (…)
construyen, perpetúan y legitiman muchas formas de desigualdad social”. (p.
11)
(…) el abuso de poder sólo puede manifestarse en el uso del lenguaje si existe
la posibilidad de variación o elección, tal como decir de una misma persona que
es un terrorista o un luchador por la liberdad, según la posición o la ideología
del que habla.
(…) hay casos en los que las estructuras de dominación no sólo influyen en las
opciones y variaciones del uso del lenguaje o el discurso, sino que lo hacen en
todos los sistemas discursivos o semióticos, los géneros y otras prácticas
sociales. (p. 24)
Los ECD prefieren poner el acento en aquellas propiedades del discurso que
están característicamente asociadas a la expresión, confirmación, reproducción
o impugnación del poder social de los oradores o escritores, en su condición de
miembros de los grupos dominantes. (24)
Queremos examinar las diversas maneras en que puede abusarse del
discurso, por ejemplo, por medio del estudio sistemático (y la clara distinción
entre estas diversas formas) de la manipulación discursiva, la información
distorsionada, las mentiras, la difamación, la propaganda y otras formas de
discurso encaminadas a manejar ilegítimamente la opinión y controlar las
acciones de la gente con intención de sustentar la producción del poder. (p. 29)
(…) entre las acciones se cuentan las que son comunicativas, es decir, el
discurso, estamos más específicamente ante el control ejercido sobre el
discurso de los otros, lo cual es uno de los modos evidentes en que se
relacionan el discurso y el poder: las personas ya no son libres de hablar o de
escribir cuando, donde, a quien, sobre qué o cómo quieren hacerlo, sino que
están controladas, en parte o enteramente, por otros entes poderosos, tales
como el Estado, la policía, los medios o una empresa comercial interesada en
suprimir la libertad de los textos y las conversaciones. (30)
Eso implica que “debemos examinar en detalle los modos en que quienes
están en el poder regulan el acceso al discurso, como se observa típicamente
en el caso de una de las formas más influyentes de discurso público, la de los
medios de comunicación masiva. Quién tiene acceso a la (producción de)
noticias de la prensa o los programas de televisión y quién controla ese
acceso? Quiénes pueden organizar conferencias de prensa a las que asistirán
muchos periodistas? Qué comunicados de prensa se están leyendo y
publicando? A quiénes se está entrevistando y citando con frecuencia? Las
acciones de quiénes se definen como noticias? A quiénes pertenecen los
artículos de opinión o las cartas de lectores que se están publicando? (p. 31)
En estos términos, pues, las élites simbólicas de hoy, tales como los políticos,
los periodistas, los escritores, los profesores, los abogados, los burócratas y
todos los demás que tienen un acceso especial al discurso público (…) 36
Cómo evaluar, por ejemplo, la cobertura de un diario del saqueo realizado por
jóvenes negros durante un “tumulto”. (…) Por lo tanto, es necesario emprender
un análisis detallado del texto y el contexto para poder concluir,
justificadamente, que tal reportaje es racista. Por ejemplo, una cobertura de
ese estilo tiene una tendencia racista si se dan las siguientes condiciones:
(…) o sea, hasta qué punto pueden utilizarse estas estructuras del discurso
para construir (macro)estruturas, em un nivel superior, de los modelos
mentales de los acontecimientos. En nuestra condición de analistas críticos,
podemos mostrar cómo determinados elementos léxicos o metáforas se utilizan
con el propósito de construir los detalles de los acontecimientos o las
características de algunas personas en esos modelos mentales. (48)
Hemos visto que muchas personas que tienen poder obtienen una cobertura de
rutina por parte de los medios masivos de noticias, con lo cual ese poder se
confirma y legitima aún más. Aun cuando el poder de los medios sea una forma
de poder de mediación, cumple su propia función autónoma en la producción y
reproducción de las estructuras sociales de poder. A través del uso selectivo de
las fuentes, la rutina del ritmo de las noticias y la selección de temas de los
reportajes, los medios noticiosos deciden qué actores estarán representados
públicamente, qué se dirá de ellos y, especialmente, cómo se dirá. (pp.95-96)
(…) el contexto de las noticias puede ser no sólo el trabajo del reportero o de la
sala de redacción, sino también el periódico al completo, las relaciones entre
los media y la política, o entre los media y el público, o el papel global de los
media en la sociedad. (155)
Para nuestro argumento teorético, este análisis cognitivo de las estructuras del
discurso políticos no es el mero ejercicio de aplicar la psicología cognitiva a los
estudios del discurso político. Antes bien, el análisis cognitivo es esencial para
describir verdaderamente y explicar en detalle cómo el discurso político
expresa y desempeña su función en el proceso político. Es decir, la
conversación y el texto políticos están relacionados con la ocasión y el contexto
políticos inmediatos, como fue el caso del discurso de sir John en el debate
parlamentario sobre la inmigración. Sin embargo, comprobamos que el
contexto mismo no es lo que se relaciona con el discurso, sino más bien los
modelos que los participantes construyen del contexto comunicativo o de
interacción. La noción de relevancia, entendida en sentido sociocognitivo, es lo
que nos permite demostrar hasta qué punto exactamente y por qué las
situaciones políticas limitan el texto y la conversación y viceversa.
Las condiciones sociales para el control manipulativo, por ello, deben ser
formuladas en términos de pertenencia de grupo, posición institucional,
profesión, recursos materiales o simbólicos y otros factores que definen el
poder de los grupos o sus miembros. Así, los padres pueden manipular a sus
hijos debido a su posición de poder y autoridad en la familia, un profesor puede
manipular a sus alumnos debido a su posición institucional o su profesión y por
su conocimiento, y lo mismo sucede con los políticos que manipulan a los
votantes o periodistas que manipulan a los receptores de los discursos de los
medios. Esto no significa que los niños no puedan manipular a sus padres o los
estudiantes a sus profesores, pero esto no se debe a su posición de poder, es
más bien como una forma de oposición o desacuerdo, o a base de
características personales. Por ello, el tipo de manipulación social que
estudiamos aquí se define en términos de dominación social y su reproducción
en las prácticas cotidianas, incluyendo el discurso. En este sentido, estamos
más bien interesados en la manipulación entre grupos y sus miembros, que en
la manipulación personal de actores sociales individuales. (354)