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LA DEMONIZACIÓN Y LOS CREYENTES

A los pocos meses de que yo me convertí, a principios de los años noventa, empezó una
corriente cristiana que llamaba a los creyentes a una “guerra espiritual” contra el diablo
(nuestro enemigo) y sus huestes.

Lo primero que yo oí al respecto, fue en un taller de guerra espiritual que se organizó en


mi ciudad, con la presencia de los más altos exponentes de la época, de esta “nueva
revelación de Dios”.

La idea era clara: el cristiano había andado por mucho tiempo cojo, pues solamente se
había parado en la palabra de Dios y es necesario también pararse en el poder de Dios
para vencer al enemigo.

Desde esa fecha hasta ahora, la guerra espiritual ha pasado a convertirse en un tema que
ha dado origen a libros, conferencias, talleres, y otros, y cada vez tenemos nuevas
informaciones de como opera, tanto que hemos llegado a lo que Juan Stam llama el
evangelio “demonocéntrico”(ver artículo “algunos evangelios que no lo son”).

La definición de demonización difiere entonces de estar poseído y así es como lo pone un


taller de liberación de una iglesia de mi ciudad: “Ningún creyente nacido de nuevo puede
estar poseído (controlado totalmente) por demonios, eso es imposible pues somos
posesión de Cristo, además, Satanás no posee nada aparte de su reino de espíritus
caídos. El Nuevo Testamento nos advierte que los creyentes auténticos podrían llegar a
ser atados, o controlados parcialmente por espíritus inmundos (1 Ti. 3:7; Ef. 4:27)”.

Debido a la fuerte evidencia bíblica de que un cristiano no puede ser poseído por un
demonio, se ha cambiado el término a este de “demonización” para referirse a un demonio
que tenga control sobre un cristiano. El argumento es, que mientras que un cristiano no
puede ser poseído por un demonio, si puede ser demonizado, aunque nunca se deja claro
la diferencia entre una cosa y otra, puesto que la descripción entre una y otra es casi
idéntica, y el resultado es el mismo. Un cambio de la terminología no cambia el hecho de
que un demonio no puede tomar el control de un creyente.

La razón de este cambio de términos, es porque según esta teología la experiencia de la


liberación deja ver con claridad que algunos creyentes tienen demonio. Vea la explicación
del mismo material del taller de esta iglesia en mi ciudad: ” Al comienzo de nuestro
ministerio de liberación nos era difícil conciliar la realidad que enfrentábamos en los
creyentes oprimidos, con la teología que cuestionaba la idea de que un demonio y el
Espíritu Santo no podían habitar juntos en un cuerpo. La experiencia se oponía a la
teología y era imposible cuestionar las experiencias frente a lo que veíamos a colores en
los casos que tratábamos a diario.”

Jamás podemos nosotros pensar que nuestra experiencia puede llevarnos a cambiar la
teología. Donde la Biblia y nuestra experiencia están en contradicción, son nuestras
experiencias las que están equivocadas, y entonces, esas personas no eran creyentes
aunque se comportaran como tales. Debido a que esto no se puede hacer, el mismo folleto
trata de encontrar dos casos de “creyentes” que fueron controlados por Satanás y son:
1. Una hija de Abraham (Lc. 13:10-17), esta mujer era una verdadera creyente y la
enfermedad estaba causada por Satanás.
2. Ananías y Safira (Hch. 5:1-10). El término llena es el mismo que se utiliza en Ef.
5:18 para la plenitud del Espíritu Santo, “llenar” es controlar.

Analicemos la primera: En este caso Cristo no estaba aun muerto, y el Espíritu Santo no
había bajado a habitar en el cristiano. El ser hija de Abraham de raza, no la hace creyente
nacida de nuevo, por tanto, no es verdad que esto prueba demonización de un convertido.

En el segundo caso, no hay ninguna frase que deje ver que eran cristianos. El hecho que
hayan querido hacer lo que otros seguidores estaban haciendo, es decir, vender todo para
tener las cosas en común, solo demuestra que sintieron hacerlo y luego se arrepintieron.

Así que, nos quedamos sin prueba alguna, y como he reiterado otras veces, el asunto no
es, si suena bonito o no, sino si es bíblico o no, y no hay prueba bíblica alguna de que un
creyente pueda tener una posesión demoníaca por mucho que le cambien el nombre.

Los cristianos hemos sido liberados del poder de Satanás por la sangre de Cristo y si
caemos o permitimos que él nos lleve a la impiedad es nuestra responsabilidad, pues
tenemos el poder para vencerlo.

Todo esto suena a que queremos evadir nuestra responsabilidad cuando pecamos, y en
lugar de arrepentirnos decir “el demonio me hizo hacerlo”, entonces libéreme y así no
tengo ni culpa ni necesidad de arrepentirme.

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