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LA SEXUALIDAD ROMANA

La Antigua Roma tenía un concepto diferente de sexualidad, según la clase, condición


social y el sexo del individuo. No había distinción entre homosexualidad ni
heterosexualidad como naturaleza sexual de un individuo. En la sociedad romana el
varón tenía más autoridad por su “activa” masculinidad, símbolo de poder y estatus
(Martinez, 2014)

Los romanos vivían el amor y el sexo como un gran regalo de los dioses, que debían
practicarlo al máximo. Los dioses romanos no tenían la sexualidad como una cuestión
moral degradante. Se buscaba siempre el placer, la vida natural y la felicidad. En la
misma Pompeya hay escrita una frase de un amante, que dice “Los amantes como las
abejas, saborean una vida dulce como la miel”

La presencia del falo era algo cotidiano para los romanos, al igual que había sucedido en
todas las culturas antiguas, porque era el instrumento que garantizaba la fertilidad.

El falo estaba en el dios romano Fascinus. Las matronas romanas eran las encargadas de
llevarle flores. Su culto era desarrollado por las conocidas vestales, cuya misión
consistía en alejar el mal de ojo (fascinum) que tanto preocupaba a los romanos,
favorecer la germinación de las plantas y estimular el alumbramiento de las hembras
estériles.

Los romanos vivían el amor y el sexo como un gran regalo de los dioses, que debían
practicarlo al máximo. Para que veamos hasta donde llega esta sexualidad hay una
lápida funeraria que dice “Vino, sexo y termas arruinan nuestros cuerpos, pero son la
sal de la vida”.

La sexualidad romana ha pretendido siempre mostrarse orgullosa de su propia virilidad,


por eso es fácil encontrar inscripciones, grafitis que hacen alabanza de la misma. De
esta forma, el poder, el estado social y la buena fortuna se expresaban frecuentemente
en términos fálicos. Los hombres romanos tenían que ser parte activa en todo lo
referente a la sexualidad. No se entendía la pasividad sexual en un hombre, pues
suponía la pérdida del control, virtud que era muy valorada en Roma. Los hombres
romanos podían tener relaciones tanto con hombres prostitutos (los prostitutos eran
esclavos, siempre que el romano fuera el activo) como con mujeres. Esto era aceptado
social y legalmente (Fayanas Escuer, 2013)

LA HOMOSEXUALIDAD

Las leyes romanas regulaban la homosexualidad. Tenemos la “Lex Scantinia”, “Lex


Iulia” y “Lex Iulia de vi publica” que regulaban la homosexualidad entre hombres
libres. Un hombre, que disfrutaba siendo penetrado, era llamado pathicus o catamita.
Se le consideraba pasivo y en consecuencia es presentado como hombre débil y
femenino, con una fuerte connotación despreciativa.

Estas leyes sobre la homosexualidad no se aplicaban cuando eran los esclavos o los
bárbaros quienes la practicaban, pues no eran considerados como seres humanos. Si un
romano se dejaba penetrar por cualquiera de ellos, era mirado con desdén. Los esclavos
eran definidos como res (cosa) y podían ser usados libremente en cualquier situación sin
ser considerado algo ilegal (Fayanas Escuer, 2013)

El hombre romano era bisexual y la educación que se daba a los hijos, iba encaminada a
lograr esa bisexualidad. El hombre era quien dominaba y tenía que mostrar su
superioridad en todos los órdenes de la vida, tanto en la familia, como en la sociedad, la
política y por supuesto en la guerra. El hombre romano era el que mandaba en casa y
decidía todo. Su bisexualidad era buscada, porque su dominio superaba a la mujer y
debía tener una dominación total sobre todas las cosas.

La educación bisexual de los romanos no iba encaminada a la consecución del placer,


sino a demostrar su poder, esto era por motivos culturales y políticos. En Roma, la
insinuación de que un hombre hubiera sido penetrado por otro hombre, podía ser
suficiente para terminar con una carrera política. Sin embargo, debemos saber que no
todos los ciudadanos romanos realizaban estas prácticas homosexuales.

EL MATRIMONIO

La sociedad romana era profundamente machista y además muy jerarquizada. Los


hombres jóvenes no debían llegar vírgenes al matrimonio y era mal visto, que un joven
se casara sin tener experiencia sexual.
Sin embargo, lo que era válido para el hombre, no lo era para la mujer joven. Las
mujeres pertenecientes a las clases poderosas tenían terminantemente prohibido haber
mantenido relaciones sexuales antes del matrimonio. La virginidad femenina en las
clases pudientes representaba un gran valor social en la mujer. Al mismo tiempo, se
impedía que se llegara al matrimonio estando embarazada y el marido tuviera que
admitir un hijo que no fuera suyo.

Uno de los aspectos que nos debe llamar la atención es que los romanos no se casaban
por amor, sino simplemente para reproducir y así dar continuidad y engrandecer el
futuro de Roma. Los contrayentes matrimoniales, salvo excepciones, no eran fruto del
amor, pues su finalidad al igual que estamos viendo en otras sociedades antiguas era la
procreación de hijos legítimos. Es lo que vemos continuamente en los planteamientos de
la iglesia católica, que entiende el matrimonio como un sistema de reproducción y
nunca como una forma de placer humano, al cual condena con toda su fuerza (Fayanas
Escuer, 2013)

Los matrimonios romanos eran exclusivamente por intereses sociales y económicos. Las
relaciones entre los esposos carecían de intimidad alguna y en consecuencia la atracción
sexual era muy escasa. Esto hacía que el divorcio se diera en la sociedad romana con
gran frecuencia.

Las relaciones con esclavas eran alentadas. Sin embargo, las relaciones con esclavos no
eran alentadas como forma de placer sexual. Estas relaciones homosexuales eran una
forma de castigo al mismo nivel que cuando se usa el látigo para infringir dolor.

El matrimonio era una institución básica en la sociedad romana, pues definía de forma
clara la propiedad y legitimidad de los hijos. Sin embargo, no era necesariamente
considerada como una institución sagrada desde el punto moral y religioso.

Los esposos acataban las rígidas reglas legales que marcaba el matrimonio, sin
embargo, las actividades íntimas de los esposos no eran tan estrictas, siendo considerado
normal que el esposo buscara satisfacción sexual con otras mujeres.

Vemos como predominaba el machismo más rancio, porque a las esposas no se les
permitía lo mismo que al marido y debían respetar las reglas de fides marita y ser fieles
a sus esposos.
Por las calles de la antigua Roma una pareja no se besaba, pero los romanos tenían una
curiosa costumbre. Por ley, el marido tenía el «derecho al beso» (ius osculi): Una mujer
estaba obligada por ley a besar cada día al marido en la boca. Era una vieja costumbre
que tenía como objetivo controlar si la mujer había bebido. Se seguía así una antigua
ley, que prohibía a las mujeres beber vino, porque se suponía que cuando una mujer
bebía podía perder el control y cometer más fácilmente adulterio, por el efecto de
desinhibición que causa el alcohol. (Gomez Fuentes, 2016)

MANUALES DE AMOR

Aunque es poco conocido, entre los romanos circulaban verdaderos «manuales para
hacer el amor» y, en un clima de gran naturalidad y libertad, utilizaban diversos medios,
incluidos juguetes sexuales, para alcanzar el placer, como el uso de los espejos
colocados en la habitación para poder verse mientras hacían el amor. Sorprende que, en
este ambiente de libertad, las romanas, por sentido del pudor, solían evitar mostrarse
completamente desnudas ante el marido, «regla» que no valía para las esclavas o
las prostitutas, que se reconocían al vuelo, porque estaban obligadas por ley a llevar la
toga, vestidura talar típicamente masculina.
Una cosa sorprendente del mundo romano era la exigencia o necesidad de hacer conocer
a todas las propias capacidades sexuales, algo que se percibe claramente en los grafitis
de Pompeya y en algunas frases escritas en los prostíbulos de la antigua ciudad romana
destruida por el Vesubio en el 79 d.C. El romano consideraba la virilidad como la
máxima virtud. Los romanos eran educados para someter y ser dominadores, en la
política, en el amor y en el sexo (Gomez Fuentes, 2016)

EL ADULTERIO

El adulterio no estaba bien visto, pero una vez más podemos comprobar que el mismo
hecho no es considerado igual, si la que lo realiza es una mujer pobre o una matrona
romana. Si el adulterio lo provoca una mujer de clase baja esto no es considerado un
problema, mientras que era considerado un serio crimen si venía de una matrona de la
elite.

Los romanos partían del principio de que se iban a producir traiciones y adulterios en el
matrimonio. El hombre adultero lo podía hacer de forma pública, mientras que las
mujeres lo tenían que hacer en la oscuridad para evitar ser descubiertas. Las leyes
romanas condenaban el adulterio femenino, pero a pesar de esto era muy practicado.

El castigo para el adulterio variaba en función de la clase social. La mayoría de las


veces, las penas eran aplicadas para la mujer adúltera y su amante. Los castigos eran
mayormente patrimoniales, dictando la confiscación de la mitad de los bienes del
adúltero, un tercio del de la mujer, así como la mitad de su dote.

En determinadas circunstancias se permitía, que el marido pudiera matar a su esposa si


la sorprendía cometiendo el adulterio. Normalmente lo que se le planteaba era que se
divorciara.

La sociedad romana era patriarcal, en la familia todo era decidido por el hombre y en
consecuencia el castigo del adulterio sería decidido por el marido. Cuando el adulterio
no era condenado con la muerte, entonces esta mujer después del matrimonio tenía
prohibido volverse a casarse

LAS ARTES SEXUALES

Importante es destacar que habían normas de aceptación sexual, es decir, se permitía


que un hombre mantuviera relaciones homosexuales con un esclavo o con un liberto,
pero no con un ciudadano libre, ya que en este último caso consideraban que uno de
ellos perdía su dignidad al tener una posición de sometimiento, por ende, es extensible
al caso de las relaciones entre mujeres donde la figura de una de las amantes ejerciendo
el rol masculino, no era ni aceptado ni permitido. Todo ello no significa que no se
hiciera, significa que no se aceptaba socialmente, de ahí que cuando se muestra una
imagen desinhibida y sexualmente permisiva de la sociedad, no se ajuste del todo a la
realidad (Fayanas Escuer, 2013)

Otra consideración a tener en cuenta es que el sexo oral, aunque permitido no formaba
parte de las buenas costumbres sexuales, curioso es el motivo ya que para un romano la
boca era una herramienta de la palabra, mientras que el cunnilingus relegaba al hombre
a un papel de sometimiento frente a la mujer.

Podríamos hablar de las Bacanales como el ejemplo perfecto del libertinaje sexual
romano, en ellas mujeres a las que se les prohibía la ingesta de vino durante el año, se
les permitía por un día embriagarse en honor a Baco hasta caer en un estado de éxtasis
que fomentaba las relaciones sexuales entre ellas mismas. Bien, casi todo el mundo
evoca una imagen en su mente de una bacanal como una orgía de sexo y alcohol, no
obstante lo que pocos saben es que las Bacanales fueron prohibidas en muchas
ocasiones por el carácter lascivo y como fuente de conspiraciones políticas.

prohibido volverse a casarse

EL CONCUBINATO

El concubinato es una institución romana, que permitía a un hombre tener una cierta
relación ilegal sin repercusiones, con la excepción del emparejamiento con prostitutas.
Los ciudadanos no podían casarse o cohabitar legalmente con una concubina mientras
se tuviera una esposa legal.

El marido utilizaba a las esclavas, las amantes, las concubinas y a las prostitutas. El
papel de la esposa era exclusivamente darle hijos al marido. La esposa no debía conocer
el placer que proporcionaba el sexo y el amor.

Esta poligamia masculina era tolerada de hecho porque no significa una amenaza para la
religión y la integridad legal de la familia. El título de concubinato no era considerado
derogatorio y era utilizado incluso en las lápidas funerarias

La leges Juliae aprobado por el emperador Augusto dio el primer reconocimiento legal
al concubinato y lo definía como la convivencia, pero sin matrimonio. De esta forma, el
concubinato tenía una función práctica, permitiendo tener unas relaciones legales fuera
del matrimonio. Sin embargo, eran consideradas ilegales las de la prostitución.

La leges Juliae regulaba muchas de estas relaciones fuera del matrimonio y consideraba
inapropiados algunas relaciones. Por ejemplo, un senador no podía casarse con una
esclava liberada o convivir con una exprostituta. El hombre que deseaba vivir en
concubinato con una mujer y no casarse era preciso que lo notificara a las autoridades.

Este tipo de cohabitación variaba muy poco del matrimonio. Sin embargo, si de esta
relación de concubinato había hijos, estos no eran considerados legítimos. Muchos
hombres de las clases dominantes después de quedarse viudos solían vivir en
concubinato, entonces los hijos de su primer matrimonio eran los que heredaban,
mientras que los del concubinato no tenían ningún derecho (Fayanas Escuer, 2013)
LA PROSTITUCION

No existía un sólo modelo de prostitución, al igual que ahora, una prostituta podía
ejercer su oficio en casa, en burdeles, en la calle o en negocios como tiendas o tabernas,
incluso algunas de ellas habían ahorrado lo suficiente como para montar un negocio
honrado con servicios extras en habitaciones ubicadas en pisos superiores para ofrecer
servicios complementarios.

Era muy común hallarlas en cualquier esquina de Roma, especialmente en el barrio de


Subura o merodeando los lugares de concentración principales como los teatros, los
circos o el anfiteatro, donde los hombres ávidos de sangre o emocionados con los textos
eróticos representados en los teatros, buscaban el servicio de la meretriz para saciar su
deseo.

Las prostitutas de lujo ejercían en clara similitud de las hetairas griegas, como
cortesanas de uno o varios hombres que pudieran costear sus caros servicios, a cambio
de su discreción y de sus artes, ahora bien ninguna prostituta estaba bien considerada,
fuera del rango que fuera.

Para un romano la prostitución era un servicio, un bien social para evitar que hombres
ilustres tuvieran affaires con mujeres honorables, calmar el deseo sexual con la
prostituta era preferible y admitido antes que el flirteo con una dómina, mientras que
esto último estaba penado con la pérdida de dotes y con el pago de multas de hasta la
mitad de sus propiedades materiales, el negocio de la prostitución era admitido y no
cuestionado careciendo de reprobendas legales (Fayanas Escuer, 2013)

Los colectivos de prostitutas podían tener orígenes muy diferentes, podían ser esclavas
obligadas a prostituirse y con ello ganar dinero para el proxeneta, podían ser mujeres
libres que por necesidades económicas precisaban vender su cuerpo o podían ser
libertas, es decir esclavas liberadas y que seguían en el negocio por la rentabilidad
económica.
Todas ellas carecían de derechos legales de amparo, pero por el contrario debían
registrar sus actividades y pagar un impuesto al estado.

La prostitución era considerada como infame, y como tal eran tratadas las prostitutas,
violadas y abusadas no podían buscar refugio en la ley romana porque para ella
simplemente no existían.

Los nombres genéricos que recibían venía dado por su especialidad, por el lugar donde
realizaban las prácticas sexuales, o por la cantidad de dinero que podían llegar a cobrar.

Los burdeles romanos disponían de pequeñas habitaciones llamadas fornices (de ahí la
etimología del verbo fonicar) donde las prostitutas prestaban sus servicios, el hallazgo
especialmente en Pompeya, de pinturas que muestran sus nombres, especialidades y
cualidades nos ofrecen información de las prácticas y las preferencias, de esta forma se
sabe que los servicios más caros eran los de las felaciones, entre otras prácticas.

Los graffittis y marcas dejadas por los clientes también ayudan a entender mejor el
procedimiento de contratación y los gustos más demandados
Bibliografía

Fayanas Escuer, E. (2013). La sexualidad romana. Madrid.

Gomez Fuentes, A. (2016). Viaje a los secretos eroticos de la antigua Roma. Mexico.

Martinez, J. (2014). La sexualidad en la antigua roma. Mexico.

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